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RUTH No. 6/2010, pp.

122-141

ISSA G. SHIVJI*

Neocolonialismo, neoliberalismo
y nacionalismo panafricanista:
la restauración del legado de Nkrumah**

Los dos dechados del panafricanismo

Al hablar en el cuadragésimo aniversario de la independencia de Ghana


en Accra, el 6 de marzo de 1997, Julius Nyerere rindió un sano homena-
je a Kwame Nkrumah. Nyerere dijo que «Kwame Nkrumah fue un líder
(ghanés), pero fue también nuestro líder porque fue un líder africano».1
Lo describió como «el gran cruzado de la unidad africana». Nkrumah y
Nyerere fueron los dos grandes modelos de la liberación y la unidad
africanas. Lo hicieron de maneras distintas y sus diferencias se pueden
percibir en sus antecedentes y su formación intelectual. Nyerere arribó
a África a través de Tanganika; Nkrumah arribó a Ghana a través de
África. Aún así, ambos fueron grandes defensores de la unidad africana.
«Sin unidad, no hay futuro para África», planteó Nyerere.

*
(Tanzania, 1946). Fue profesor de Derecho en la Universidad de Dar es-Salaam y ocupa la
cátedra de Mwalimu Julius Nyerere de Estudios Panafricanos en esta misma universidad. Ha
publicado más de una docena de libros y numerosos artículos. Presidió la Comisión Presiden-
cial sobre Asuntos de la Tierra en Tanzania entre 1991 y 1992.
**
El presente artículo está basado en una conferencia preparada para el Simposio Kwame Nkrumah’s
Philosophical Writing, que tuvo lugar el 14 y 15 de septiembre de 2009, y fue organizado por el
Departamento de Filosofía y el Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Ghana
en colaboración con el W. E. B. du Bois Memorial Centre for Pan-African Culture. [Traducido del
inglés por Oscar Ochoa González].
1
http://findarticles.com/p/articles/mi_qa5391/is_200602/ai_n2140880/print

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Nkrumah estuvo varios pasos delante de Nyerere en su comprensión
de la economía política del imperialismo y del neocolonialismo. La com-
prensión de Nkrumah del imperialismo era holística y sistémica. El im-
perialismo, el colonialismo y el neocolonialismo para Nkrumah eran
tanto consecuencia lógica como histórica del capitalismo. El antimpe-
rialismo de Nyerere era fragmentado. No estaba lo suficientemente fun-
damentado en la economía política desde lo político, lo social y lo
cultural. Nkrumah veía al neocolonialismo y a la unidad africana como

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dos caras de una misma moneda: el sistema capitalista, el sistema rapaz
de explotación.
Nkrumah fue el autor del gran trabajo de análisis: El Neocolonialismo,
la última etapa del Imperialismo. Nyerere escribió el manifiesto político La
declaración de Arusha.2 Ambos documentos son radicalmente nacionalistas y
antimperialistas. Pero la Declaración de Arusha de Nyerere no era tan ra-
dical en su tratamiento al imperialismo como el Neocolonialismo de Nkrumah.
Si la Declaración de Arusha tuviera un subtítulo en el lenguaje estratégico
de Nkrumah, podría haber sido algo así como «La primera etapa de la
autosuficiencia». Cuando Neocolonialismo fue publicado, el embajador
ghanés ante las Naciones Unidas fue llamado al Departamento de Esta-
do para presentar una protesta. Unos meses después, la CIA3 tramó un
golpe para derrocar a Nkrumah. Cuando la Declaración de Arusha fue
adoptada y los principales medios de producción nacionalizados, los
bancos extranjeros se cerraron, pero sus Estados fueron llamados a ne-
gociar una compensación. Nyerere los calmó planteando que la nacio-
nalización no tenía nada que ver con la ideología. Era simplemente un
acto de nacionalismo económico. «…(E)ste nacionalismo económico
no tiene nada que ver con las ideologías del socialismo, capitalismo o
comunismo», planteó apenas unos días después de la nacionalización.
«Es universal entre los Estados nacionales».4
Lo más intrigante en la comparación de las dos figuras son sus
posicionamientos panafricanistas y sus visiones. El panafricanismo de

2
J. K. Nyerere: «The Arusha Declaration», 29 de enero de 1967, en J. K. Nyerere: Freedom and
Socialism: A Selection from Writings and Speeches, 1965-1967, pp. 231-250.
3
Agencia Central de Inteligencia, CIA por sus siglas en inglés: Central Intelligence Agency.
[N. de la E.].
4
J. K. Nyerere: «Economic Nationalism», 28 de febrero de 1967, en J. K. Nyerere: Freedom and
Socialism: A Selection from Writings and Speeches, 1965-1967, p. 263.

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Nkrumah era político, pero basado en un análisis sobrio y turgente.
Concluyó su Neocolonialismo así:
Las firmas extranjeras que explotan nuestros recursos desde hace
tiempo vieron la fuerza que consiguen actuando a escala panafricana.
(…) La única manera efectiva de desafiar este imperio económico y
recuperar la posesión de nuestra herencia es actuar también noso-
tros con una base panafricana, a través de un Gobierno de Unión.5
El panafricanismo de Nkrumah era político porque en su análisis no
se puede desafiar el poderío económico imperialista sin una unidad polí-
tica de los Estados africanos. «Procuren el reino político primero…»
aplicado igualmente al gobierno de la Unión Africana como se le hizo al
Gobierno soberano de Ghana. La razón fundamental de Nyerere para la
unidad africana era política, y en menor medida económica. Pero para
él, cualquier unidad —regional o económica— era un paso adelante y la
justificación era más social que política. Nyerere planteó:
«Durante siglos, hemos sido oprimidos y humillados como africanos.
Fuimos cazados y esclavizados como africanos, y fuimos colonizados
como africanos. (…) Ya que fuimos humillados como africanos, debe-
mos ser liberados como africanos».6
Mientras que Nkrumah subraya la explotación económica, Nyerere
destaca la opresión social. El argumento de Nyerere, sin lugar a duda,
está articulado, es poderoso y aún promueve su solución, cualquier for-
ma de unidad a cualquier nivel es pragmática, firme y es mucho menos
política que la de Nkrumah de un Gobierno de Unión Africana «ahora».
La lógica estaba del lado de Nyerere —sería más fácil unir a dos o tres
gobiernos primero que a 53 de una vez—. Pero la historia ha probado
que Nkrumah estaba en lo cierto. Después de medio siglo de indepen-
dencia, las unidades regionales han fallado o se han empeñado en el
tablero de ajedrez imperialista. Y ahora tampoco estamos más cerca de
la unidad continental. Sin embargo —y esto es importante—, la visión y el
sentimiento panafricano se rehúsan a desaparecer. De hecho, han regre-
sado al centro del escenario. La cuestión para la actual generación de
africanos no es, por tanto, si debemos o no tener unidad africana, sino
qué tipo de panafricanismo. Y aquí, una vez más, el Neocolonialismo de
Nkrumah ofrece potentes indicadores, los cuales han sido sostenidos
por la ruda embestida del neoliberalismo de las últimas dos décadas.
5
K. Nkrumah: Neo-colonialism: The Last Stage of Imperialism, p. 259.
6
Discurso de 1997. [Sin más referencia en el original en inglés].

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El neoliberalismo confirma el Neocolonialismo
de Nkrumah

Hay tres proposiciones fundamentales en el Neocolonialismo de Nkrumah,


las cuales fueron muy apoyadas por el neoliberalismo en una forma que
Nkrumah no podía haber previsto. Estas son, primero, la esencia de la
definición de neoliberalismo; segundo, su énfasis en la economía inte-
grada como base del desarrollo y, tercero, la centralidad del capitalismo

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financiero bajo el imperialismo.

La esencia del neocolonialismo

La citada definición de neocolonialismo de Nkrumah era la de un «Es-


tado, el cual en teoría» es «independiente y tiene todos los adornos visi-
bles de la soberanía internacional», mientras que en «realidad su sistema
económico y, por tanto, su política es dirigida desde afuera».7 Esta pro-
posición fue vulgarizada a menudo de una manera simplista: «indepen-
dencia política, dependencia económica». En nuestros días de juventud
en los sesenta y setenta, este tipo de vulgarización nos condujo a mini-
mizar por completo la significación de la «independencia nacional» como
una simple bandera de independencia o, para utilizar la frase de Walter
Rodney, «la revolución de portafolio». A pesar de que hubo mucho
de verdad en esto, como el mismo Nkrumah planteó con gran sabiduría
a posteriori, considero que no comprendimos que para un pueblo que
estuvo bajo cuatro siglos de esclavismo y uno de colonialismo con explo-
tación rapaz, opresión y humillación racial, la independencia realmente
fue un «momento revolucionario». Nyerere lo expresó muy bien:
Yo era un estudiante en la Universidad de Edimburgo cuando
Kwame Nkrumah fue liberado de la cárcel para convertirse en Jefe
de Gobierno en su primera elección al gobierno (en 1951). El com-
portamiento de los estudiantes de la Costa de Oro cambió. La for-
ma en que se comportaban, la forma en que nos hablaban a nosotros
y a los otros, la forma en que miraban el mundo a largo plazo,
cambió de la noche a la mañana.
7
K. Nkrumah: Ob. cit., p. IX.

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Incluso lucían diferente. No eran arrogantes, no eran despóticos,
no eran distantes, pero eran orgullosos, ya sentían y transpiraban
que el orgullo de la autoconfianza de libertad sin humanidad es
incompleto.8
Mientras que algunas de las formulaciones de Nkrumah guiaron a cierta
vulgarización, considero que en Neocolonialismo hay un análisis suficiente, el
cual nos brinda la esencia del neocolonialismo como un estado en el cual no
se es «dueño de su propio destino».9 En efecto, esto significa que la lucha
por la independencia está incompleta mientras el derecho a la autodetermi-
nación política y económica no esté completamente realizado. Lo cual su-
braya el hecho de que una neocolonia no es completamente independiente
mientras su «política sea dirigida desde afuera».
Nkrumah, como siempre, vinculó el estado del necolonialismo con el
«pecado» original colonial, por así decirlo, de balcanización de África.
Señaló que los Estados africanos eran económicamente inviables. Sus
mercados estaban fracturados. En sí mismos, eran demasiado débiles
para aspirar a políticas independientes y tomar decisiones políticas en
interés de sus pueblos. Por tanto, la antítesis para el neocolonialismo era
la unidad africana. Nkrumah era tan apasionado y justo sobre su posi-
ción, que sus colegas jefes de Estado lo acusaron de tener ambición y
ansias de poder. Incluso, un colega simpatizante como Nyerere acabó
ridiculizando la noción de Nkrumah acerca del Gobierno de la Unión
en la conferencia de la OUA10 en el Cairo, en julio de 1964.11 Nyerere se
sintió ofendido por la crítica implacable de Nkrumah a las unidades
regionales incluyendo el proyecto mimado de Nyerere, la Federación
del África Oriental. Nkrumah caracterizó a las unidades regionales como
la «balcanización a gran escala». Unos meses después de su muerte,
Nyerere reconoció las diferencias con Nkrumah, pero en términos me-
nos mordaces. Sufrió la experiencia del fracaso de la unidad regional así
como el sueño de Nkrumah de la Unión del Gobierno había pasado a
un segundo plano.

8
Discurso de 1977.
9
K. Nkrumah: Ob cit., p. X.
10
Organización para la Unidad Africana, fundada en 1963. [N. de la E.].
11
J. K. Nyerere: «African Unity-O.A.U. Cairo», 20 de julio de 1964, contribución para el debate
en la unidad africana, en J. K. Nyerere: Freedom and Unity: A Selection from Writings and Speeches,
1952-1965, p. 300.

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Traté de lograr la unidad del Este de África antes de la indepen-
dencia. Cuando fallamos en esto fui prudente con el enfoque con-
tinental de Kwame. Correspondimos profusamente a ello. Kwame
dijo que mi idea de «regionalización» solo era la balcanización a
gran escala. Más tarde los historiadores africanos tendrán que estu-
diar nuestra relación con este asunto de la unión de África.12
Somos los historiadores africanos los que debemos ser capaces de
evaluar este debate no solo con la sabiduría de la percepción a posteriori,

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sino también con la experiencia inmediata del neoliberalismo imperial.
Volveremos sobre esta cuestión en la última sección.
El neoliberalismo ha probado ser la peor forma de neocolonialismo y
la subversión excesiva de la unidad africana. Las tres generaciones de
condicionantes dictadas por el trío profano del [Fondo Monetario Inter-
nacional] FMI-Banco Mundial-OMC [Organización Mundial del Comer-
cio], apoyados por los poderes imperialistas, fueron un ataque directo
y bramante a la soberanía política y económica de los Estados africa-
nos. Comenzando con la primera generación de condicionantes econó-
micas en los renombrados Programas de Ajuste Estructural, seguidos
por la despiadada privatización y los dictados en políticas financieras
y fiscales, hasta las condicionantes políticas vagamente encubiertas por
los llamados «buena gobernanza, derechos humanos y responsabilidad»,
que no eran más que un ataque abierto a la verdadera noción de inde-
pendencia. La independencia se constituyó en el reclamo de la sobera-
nía del Estado, la cual era precisamente lo que socavaba estas
condicionantes. Incluso a los parlamentos africanos se les estableció pla-
zos dentro de los cuales debían promulgar leyes deseadas por las Institu-
ciones Financieras Internacionales (IFI), con independencia de lo que
los parlamentarios pensaran como «representantes» del pueblo. Duran-
te el apogeo del neoliberalismo en Tanzania, en el transcurso del tercer
mandato de nuestro presidente, Mkapa, a menudo replicó a las críticas
internas planteando que incluso el Banco Mundial elogió sus políticas.
Así, los gobiernos africanos buscaban la legitimidad política afuera, en
lugar de buscarla en su pueblo. Nkrumah no podía haber soñado, ni en
su sueño más salvaje, que los Estados africanos podrían ser reducidos a
tal cobardía.

12
J. K. Nyerere y Ikaweba Bunting: «The Heart of Africa: Interview with Julius Nyerere on
Anti-colonialsim», en New Internationalist Magazine, no. 309.

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Una economía africana integrada

El segundo elemento en el Neocolonialismo de Nkrumah es el concepto


de una economía africana integrada. Él planteó que no podía haber ningún
desarrollo sostenible en África para beneficio de los pueblos africanos,
a menos que hubiera una amplia integración continental del sistema de
producción como un todo, en particular, el uso de los recursos —petróleo,
productos forestales, minerales, etc.— para construir un «complejo indus-
trial integrado».13 En el mismo sentido, enfatizó en que el capital inicial para
la construcción de tal complejo se había perdido a través del drenaje de
excedentes desde África por las multinacionales.14 Además, destacó la im-
portancia de los mercados comunes dentro y fuera de África.
Nkrumah fue un gran creyente de las sinergias económicas y de las
economías de escala a nivel africano. Es interesante que en nuestros
debates en la Universidad de Dar es-Salaam,15 en los sesenta y los seten-
ta, hablábamos mucho acerca de la necesidad de construir una economía
nacionalmente integrada yuxtapuesta a la verticalmente integrada economía colo-
nial.16 Diferente a Nkrumah, en nuestro caso, el espacio social y geográ-
fico para la construcción de una economía integrada era el simple
territorio/país. Estos eran los días de construcción de la nación, y Nyerere
era un gran defensor de la construcción de la nación a pesar de su
panafricanismo. Dos décadas más tarde la visión de Nkrumah se con-
cretó en el Plan de Acción de Lagos, en 1980, elaborado por la Comi-
sión Económica para África. Pero, como Adebayo Adedeji expuso, «estos
(planes) eran rechazados, socavados y desechados por las Instituciones
de Bretton Woods y los africanos se ven obstaculizados de ejercer el
derecho básico y fundamental de tomar decisiones sobre su futuro».17
Nkrumah constantemente reiteró y documentó la explotación rapaz
de los recursos africanos por el capital internacional apoyado por las
estrategias imperialistas. Su ilustración de este fenómeno mediante un
estudio de caso del Congo es clásico.18 El neoliberalismo aumenta la
13
K. Nkrumah: Ob. cit., p. 234.
14
Ibídem, p. 238.
15
Es la ciudad de Tanzania más poblada y fue su capital de 1974-1996. [N. de la E.].
16
Ver, por ejemplo, I. Shivji: Class Struggles in Tanzania.
17
Adebayo Adedeji: «From the Lagos Plan of Action to the New Partnership for Africa’s
Development and from Final Act of Lagos to the Constitutive Act: Whither Africa?», en
Peter Anyang’ Nyongo, Aseghedech Ghirmazion y Davider Lamba (eds.): New Partnership for
Africa’s Development, NEPAD: A New Path?, pp. 35-36.
18
Discurso acotado en K. Nkrumah: Ob. cit., pp. 198-200.

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explotación de los múltiples recursos naturales africanos. El actual inte-
rés del imperialismo norteamericano por África —como han perdido
Asia y están por perder América Latina— está en los recursos naturales
africanos, no solo en el petróleo y los minerales, sino también en la
tierra para biocombustibles, y en lo forestal como bio-recursos. Así, están
volviendo a lo que Nkrumah había descrito como «un tipo más viejo de
neocolonialismo… basado primariamente en consideraciones bélicas».19
Excepto que en la actualidad la inminente militarización del continente
está basada fundamentalmente en la protección de las fuentes de los

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recursos naturales y su resguardo para la explotación imperial. Es en
este punto de vista, junto con la estrategia para responder al creciente
poderío chino, que debemos ver la formación del Comando Norteame-
ricano para África o Africom20 y el escenario de desarrollo de la estrategia
geopolítica y militar en el Océano Índico. Esto último requiere de ser
estudiado y analizado por académicos africanos, si no queremos ser sor-
prendidos con que el terreno de batalla por el gran poder ha cambiado
de los Océanos Atlántico y Pacífico hacia el Índico con la costa este
africana, desde Djibouti hasta Durban, como el punto débil al borde del
Océano Índico.
La primera generación de nacionalistas africanos, como Nyerere y
Nkrumah, era consciente de estas consideraciones, por su firme lealtad
a la política de no alineamiento (positiva). El neoliberalismo debilitó el no
alineamiento con la renombrada «nueva generación de líderes africa-
nos», desvergonzadamente abrazada (y continúa haciéndolo) al impe-
rialismo norteamericano.
Antes de terminar esta sección, permítanme llamar la atención sobre
un debate importante, el cual ha emergido de la explotación rapaz de
los recursos humanos y naturales de África bajo el neoliberalismo. Este
es el debate acerca de las formas de acumulación. Las tesis de Rosa
Luxemburgo sobre la acumulación primitiva coexisten con la actual acu-
mulación, a partir de que la reproducción ampliada ha sido extendida
para argumentar que, de hecho, la acumulación primitiva bajo el neoli-
beralismo, particularmente en África, es la tendencia dominante.21 Por
otra parte, he argumentado que en términos de acumulación el «período
nacionalista» (1960-1975) puede ser descrito como un período de lucha
19
K. Nkrumah: Ob. cit., p. 22.
20
Por sus siglas en inglés: United States Africa Command. [N. del T.].
21
Ver D. Harvey: A Brief History of Neo-liberalism; I. Shivji: Accumulation in an African Periphery:
A Theoretical Framework.

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entre estas dos tendencias de acumulación, bajo el neoliberalismo la
tendencia a la acumulación a través de medios primitivos —saqueo,
piratería, especulación y manipulación financieras, etc.— se ha hecho
dominante.22 Pienso que esta es la dirección teórica en la cual necesita-
mos proyectar la tesis de Nkrumah sobre el neocolonialismo.

El capitalismo financiero

La tesis de Nkrumah sobre el capitalismo financiero está dentro del para-


digma leninista de capitalismo monopolista. Como es bien conocido, la pro-
posición de Lenin era doble, una, que el capital financiero —los bancos,
las compañías de seguros, etc.— viene a dominar el capital industrial y,
dos, que hay una aceleración de la centralización del capital financiero
en algunas grandes casas financieras internacionales. Nkrumah docu-
mentó meticulosamente ambas proposiciones en su Neocolonialismo.23
Todo lo que ha sucedido desde entonces ha corroborado con amplitud
estas proposiciones. Como una cuestión de hecho, el neoliberalismo,
basado como estuvo en los paradigmas de política monetaria, llevó al
capitalismo financiero a una nueva etapa cualitativa a partir de que el
dinero se convirtió en un medio de hacer más dinero y los circuitos
financieros se separaron de los circuitos de producción. Las finanzas
perdieron contacto con la producción.
Hay un indicador de esta evolución en el concepto leninista de má-
quinas de cortar cupones, pero, hasta donde puedo ver, no hay ninguno
en Nkrumah. Probablemente la más potente y prolífera observación
fue la de Marx.
El sistema de crédito, el cual tiene su centro en el renombrado
banco nacional y los grandes prestamistas y usureros en torno a él,
es una enorme centralización, y le brinda a esta clase de parásitos un
poder fabuloso…24 para interferir en la producción actual de una
manera mucho más peligrosa y no podemos hacer nada contra ello.25
Nkrumah cita este pasaje, pero no hace mucho con él, en particular
el concepto de «una clase de parásitos» con «poder fabuloso» quienes

22
I. Shivji: «Keynote address to Maputo Conference April 2009 on Forms of Accumulation».
23
K. Nkrumah: Ob. cit., pp. 63-64, 36, 72-78 y ss.
24
Las cursivas son del autor del presente artículo. [N. de la E.].
25
El capital, vol. 3, capítulo 33, citado en K. Nkrumah: Ob. cit., p. 82.

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saben «nada acerca de la producción». Es el poder de estos parásitos el
cual rige bajo el neoliberalismo globalizado y el que finalmente derribó
el año pasado al, ya sin base, castillo financiero de naipes.
En África, el Banco Mundial impuso políticas monetaristas —deflación,
libre mercado de divisas, intercambios sin regularización de mercancías,
desregularización y equilibrio de los presupuestos fiscales gubernamen-
tales, bancos centrales «independientes», etc.— que fueron aplicadas de
una manera extrema. Como Ha-Joon Chang ha mostrado, persuasivamente,

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cada una de estas políticas fue contraria al —y socavaba el— desarrollo
económico de los países en vías de desarrollo.26 En África, solo se tuvo
éxito en el desvío de excedentes y en la creación, de la noche a la maña-
na, de una clase de compradores financieros, quienes prosperaron con
la especulación y el drenaje de los ingresos del Estado a través de la
gran corrupción rampante.
Una de las expresiones dramáticas de la financiarización en África
fue (y es) que sus deudas soberanas fueron convertidas en mercancía
para la compra bajo descuento y revendidas con ganancias. Uno de los
casos ilustrativos es el de Zambia, descrito en el recuadro siguente. El
mayor escándalo en Tanzania estuvo relacionado con la venta de deudas
que comprendían 132 millones de dólares. El pago por las deudas sobera-
nas debidas a compañías comerciales privadas fue colectado en la Cuenta
de Atrasos de Pago Externo, o EPA, como fue notoriamente bautizado.27
Las personas con conexiones políticas o posición, en complot con funcio-
narios bancarios, le presentaron al Banco de Tanzania documentos frau-
dulentos que pretendían mostrar que tales deudas habían sido asignadas
a ellos. Así lograron retirar del banco central millones de dólares.
Obtener ganancias de la venta de deudas soberanas: El caso de Zambia

«En 1979 Zambia incurrió en una deuda con Rumania, a quien le


compró maquinaria agrícola y servicios. Zambia incumplió y ambos
países estaban en medio de renegociaciones para liquidar la deuda
cuando Donegal International, una compañía registrada en las Islas
Vírgenes británicas y propiedad de un hombre de negocios nortea-
mericano, compró la deuda con un fuerte descuento del precio de
menos de 4 millones de dólares. Esto fue en 1999. La compañía
entonces negoció un acuerdo con Zambia, cuando estaba bajo Chiluba,
mediante el cual Zambia reembolsaría la deuda por un valor de
26
Ha-Joon Chang : Bad Samaritans: The Myth of Free Trade and the Secret History of Capitalism.
27
EPA por sus siglas en inglés: External Payment Arrears Account. [N. de la E.].

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15 millones de dólares. El acuerdo pactado incluía severas cláusulas
de penalización si Zambia incumplía con el pago. En una ocasión, en
el 2007, la compañía presentó una demanda contra Zambia en un
tribunal británico reclamando cerca de 55 millones de dólares. Zambia
intentó que el caso fuera desestimado, dado que el acuerdo de liqui-
dación había sido obtenido por la compañía pagándole 2 millones
de dólares, como un soborno, a la obra de caridad preferida del
presidente Chiluba, a cambio de un acuerdo favorable. La compa-
ñía negó la acusación, diciendo que era «una donación caritativa»
a «una iniciativa de vivienda de bajo ingreso» en Zambia. En el terreno
legal, el tribunal no aceptó el argumento de Zambia. El tribunal no
le concedió a Donegal lo que había reclamado, pero el monto con-
cedido era casi cuatro veces lo que la compañía pagó originalmente
por la deuda. Irónicamente, la reclamación de la compañía, si hubie-
ra sido plenamente confirmada, habría borrado toda la ayuda para
la deuda que Zambia había obtenido bajo la HIPC luego de seis
años de seguir las duras condiciones impuestas por el FMI y el Ban-
co Mundial (Tan, 2008:20-21)».28

A nivel internacional, gente como Soros se hicieron millonarios a


través de la especulación financiera al transferir trillones de dólares
desde un régimen financiero/fiscal a otro, aprovechando las diferencias
en los intereses, el cambio y las tasas de impuestos. Esto fue posible por
la desregularización de los mercados financieros, los cuales fueron for-
zados en los países en desarrollo, los más vulnerables, entre los que
destacan los países africanos.
En cualquier caso, hay un límite ante el cual el dinero puede ser sepa-
rado de su valor subyacente, el cual es creado en la producción. El
sistema no pudo continuar y colapsó como un castillo de naipes en la
llamada crisis financiera. Esta es, sin duda, una crisis del sistema capi-
talista neoliberal globalizado, tengan o no éxito los Estados imperialistas
en rescatar temporalmente el sistema. Como G-9,29 y ahora G-20,30

28
I. Shivji: Accumulation in an African Periphery: A Theoretical Framework, pp. 44-45
29
Grupo que está conformado por los siete países más industrializados (G-7: Alemania,
Canadá, los Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido), Brasil e India. [N. de la E.].
30
Grupo de los 20 o G-20, es un grupo de países formado en 1999 por los siete países más
industrializados (G-7), Rusia (G-7+1 o G-8), once países recientemente industrializados de
todas las regiones del mundo, y la Unión Europea como bloque. [N. de la E.].

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reescriben las reglas del juego para salvar el sistema, sus IFI están tra-
tando desesperadamente de asegurar que África no se escape de entre
sus dedos. Gordon Brown, sin ninguna vergüenza ni arrepentimiento,
declaró que el Consenso de Washington había terminado. El Banco
Mundial, una vez más, desvergonzadamente y sin arrepentimiento, giró
180 grados su política de privatización y otras recetas afines. Sin embar-
go, mientras «repensaba» sus políticas, quería asegurarse de que África
no se le escapara a través de las redes globalizadas, en kisuahilí se llamó

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utandawazi (redes abiertas), pero los intelectuales, en un giro de térmi-
no, lo han llamado utandawizi, lo que significa una red de robo. Una
convocatoria de ponencias para tres días de la conferencia «Repensar la
política económica africana a la luz de la crisis económica y financiera
global», que tuvo lugar en diciembre de 2009, organizada por el Consor-
cio de Investigación Económica Africano y apoyado por el Banco Mun-
dial, el Banco de Desarrollo Africano, USAID,31 IDRC32 y el PNUD,
enumera las preguntas y sutilmente advierte a África acerca de cómo
obtener ideas para crear un sector público permanente:
En la medida en que la respuesta de los Estados Unidos y los paí-
ses europeos ante la crisis es aumentar la participación directa del
gobierno en las actividades económicas, especialmente en el sec-
tor financiero, y aumentar el gasto del gobierno, ¿deben los gobier-
nos africanos repensar las políticas de privatización y austeridad
fiscal? ¿Cuál es el papel apropiado del Estado africano en la ges-
tión económica a raíz de la crisis económica y financiera global?
¿Cuáles son las cuestiones de política económica asociadas a otras
estrategias alternativas de intervención estatal, y cómo África ges-
tionará las consecuencias y evitará el peligro de la captura y el
posible conflicto? Si es conveniente que los gobiernos africanos
intervengan también en las actividades económicas, ¿cuáles son
los ajustes institucionales y las salvaguardas necesarias para garan-
tizar que el Estado se retirará de tales actividades tan pronto como sea
posible y de una manera transparente?33
31
Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID por sus siglas en inglés:
United States Agency for International Development. [N. de la E.].
32
Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID), IDRC por sus siglas en
inglés: International Development Research Centre. [N. de la E.].
33
Tomado de http://www.aercafrica.org/html/announcements2.asp?announcementid=115
[Las cursivas son del autor del presente artículo].

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¡Falta mucho para la muerte del Consenso de Washington! La interro-
gante que se hacen progresistas y dedicados estudiosos e intelectuales
africanos es si esta vez también se someten a «repensar» las alternati-
vas africanas bajo el tutelaje del Banco Mundial o a repensar por sí
mismos en beneficio del pueblo africano. Después de haber interiorizado
las recetas neoliberales de sus amos imperiales, los compradores africanos
están, sin embargo, confundidos y perplejos, incluso para repensar con el
Banco Mundial, ¡ya que utilizan el pensamiento de este para ellos!
Ello me lleva a lo que considero debe ser el más importante impacto
del neoliberalismo el cual era (es) ideológico.

Los límites del nacionalismo territorial

A pesar de que los años cincuenta y los sesenta habían sido descritos
como la época dorada del capitalismo, en términos económicos, el impe-
rialismo a nivel global estaba ideológicamente a la defensiva. Durante este
período tres movimientos de resistencia se unieron y reforzaron la lucha
de los pueblos del mundo contra el imperialismo. El movimiento de
liberación nacional comenzó en Asia en los años cuarenta y llegó a Áfri-
ca en los cincuenta como un potente movimiento. Los siete años de la
guerra de Argelia, la lucha brutal Mau-mau del Ejército de Liberación
de la Tierra en Kenia y la lucha armada en el Sur de África, fueron una
expresión concentrada del movimiento de liberación nacional. Otra
poderosa lucha antimperialista que encontró resonancia en el continente,
fue el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos en
contra de siglos de opresión racial. El movimiento socialista en el sudeste
asiático, que culminó en la guerra de Vietnam y su triunfo final fue un
duro golpe al imperialismo norteamericano. Esto catalizó y movilizó a
la juventud educada a nivel mundial con manifestaciones masivas, ocu-
pación de universidades y luchas callejeras, nunca antes vistas.
A pesar de que el imperialismo tuvo éxito al ejecutar sus actividades
corruptas en África y en otras partes a través de golpes militares, asesi-
natos y cambio de antiguos regímenes, en lo moral y lo ideológico esta-
ba a la defensiva. El Neocolonialismo de Nkrumah pudo haberlo conducido
a su derrota por el golpe organizado por la CIA, pero su libro se convir-
tió en una Biblia para la juventud africana, devorada en los campus
universitarios, inspirando revueltas estudiantiles contra los regímenes
neocoloniales y campañas en contra de la CIA. En el campus de Dar es-
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-Salaam, nos pensábamos socialistas y marxistas en lugar de nacionalis-
tas, pero con los beneficios de la comprensión retrospectiva, ahora pue-
do afirmar que detrás de nuestro marxismo hubo un nacionalismo fuerte,
además de radical.
No vemos un fuerte apego al nacionalismo territorial en Nkrumah.
Por supuesto, él era un jefe de Estado ghanés y como tal el líder de una
«nación», pero uno renuente. Ali Mazrui hasta lo describió como un
«gran africano, pero como un horrible ghanés». Nyerere, por otra parte,

ISSA G. SHIVJI / Neocolonialismo, neoliberalismo y nacionalismo panafricanista: la restauración del legado de Nkrumah
fue abiertamente apegado al nacionalismo (territorial). Él se suscribió a
las ideologías de construcción de la nación que estaban generalizadas
entre políticos y académicos en el período inmediato a la independen-
cia. En los años sesenta, Nyerere continuó agonizando con lo que él
llamó el dilema entre el nacionalismo africano y el panafricanismo. En
un discurso a la Congregación de la Universidad de Zambia en 1966, le
llamó apropiadamente El dilema del panafricanista, y planteó:
¿Puede la unidad africana ser construida sobre el fundamento exis-
tente y el creciente nacionalismo?
No creo que la respuesta sea fácil. Efectivamente, creo que el dilema
real lo enfrenta el panafricanista. Por una parte el Panafricanismo de-
manda una conciencia y una lealtad africana; y por otra cada
panafricanista debe también preocuparse con la libertad y el desarrollo
de una de las naciones africanas. Esto puede generar conflictos.34
En años posteriores, este dilema retrocedió en la medida en que
Nyerere consolidó el poder del Estado tanzano y su soberanía, y a la
vez que tomaba medidas, a menudo conscientemente, para forjar una
nación a partir de 120 etnias. Lo más intrigante acerca de este sentido es
el uso de Nyerere del nacionalismo africano y las naciones africanas para
describir a los países africanos, mientras, al mismo tiempo, condenaba
en fuertes términos estas entidades artificiales llamadas países o nacio-
nes. Las fronteras eran artificiales, trazadas por los colonialistas. No
había contigüidad cultural, social, económica o lingüística entre los pue-
blos de un mismo país, a menudo el pueblo de una misma etnia o clan
estaba separado por las fronteras. A pesar de la condena vociferante
de estas entidades artificiales, o de los pequeños Estados, como él los
34
J. K. Nyerere: «The Dilemma of the Pan-Africanist», discurso para la congregación de la
Universidad de Zambia en ocasión de la toma de posesión del presidente Kaunda como el
primer Canciller de la Universidad, 13 de julio de 1966, en J. K. Nyerere: Freedom and Socialism:
A Selection from Writings and Speeches, 1965-1967, p. 28.

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denominó, en el plano intelectual Nyerere continuó utilizando las cate-
gorías de nación y nacionalismo para describirlos. Incluso, consideraba
como uno de sus éxitos el haber forjado una nación en Tanzania más
allá de 126 «tribus» y dos Estados soberanos —Zanzíbar y Tanganica—.
En una entrevista, pocos meses antes de su muerte, afirmó:
«La Declaración de Arusha y nuestro sistema democrático uniparti-
dista, junto con nuestro lenguaje nacional, el kiswahili, y un ejército
nacional altamente politizado y disciplinado, transformó a más de 126
tribus diferentes en una nación cohesionada y estable».
Ni la Declaración de Arusha ni el sistema unipartidista sobrevivieron
a la agresión del neoliberalismo. Y con el creciente uso del inglés en las
escuelas y en la correspondencia oficial es dudable que el kiswahili so-
breviva. Peor aún, la cohesión y la estabilidad de la «nación» están sien-
do seriamente desafiadas por la naturaleza precaria de la Unión y las
políticas fragmentadas a lo largo de las líneas religiosas, étnicas y regio-
nales. Tanzania, que fue acertadamente considerada por muchos como
uno de los ejemplos más exitosos de «cohesión nacional», hoy no puede
jactarse de presentar la misma cohesión, nacionalismo y patriotismo.
Está tan fracturada como precaria. Esto se debe, en gran medida, a las
políticas neoliberales adoptadas por los sucesivos regímenes de las últi-
mas dos décadas.
Por encima de todo, el neoliberalismo fue un ataque ideológico frontal
al nacionalismo. Lo desacreditó y ridiculizó, particularmente al naciona-
lismo radical como el de Nyerere y Nkrumah. La globalización, otro
nombre para el imperialismo, es, por definición, una antítesis del naciona-
lismo. Un par de años atrás, el embajador estadounidense en Tanzania, al
alabar la política exterior del país basada en la «diplomacia económica»,
le dijo a los parlamentarios del país que la «diplomacia de la liberación
del pasado, cuando las alianzas con las naciones socialistas eran primor-
diales y la renombrada solidaridad del Tercer Mundo dominaba la polí-
tica exterior, debe dar paso a un enfoque más realista para negociar con
sus verdaderos amigos —aquellos que están trabajando por elevarlos al
siglo XXI donde la pobreza no es aceptable y la enfermedad debe ser
conquistada—».35 Era así que el imperialismo procuraba rehabilitarse
moral e ideológicamente. El neoliberalismo era primero, y ante todo, un
35
Citado por Shivji: «Pan-Africanism or imperialism? Unity and Struggle towards a new
democratic Africa», Second Billy Dudley Lecture, delivered at the University of Nigeria,
Nsukka, 27 de Julio de 2005, en Issa G. Shivji: Where is Uhuru?: Reflections on the Struggle for
Democracy in Africa.

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ataque a la ideología del nacionalismo. Hasta la debacle financiera del
año pasado, parecía que el imperialismo estaba ganando la batalla ideoló-
gica cuando el síndrome TINA de la Thatcher dominó a los responsables
políticos, y el derecho soberano de los Estados africanos de elaborar sus
propias políticas pasó a manos de los consultores donantes-donados.
Pero lo más significativo acerca del ataque neoliberal es la facilidad
con la cual los Estados africanos rindieron su soberanía y nacionalismo
sin, como señaló Pilger, «una cañonera a la vista». Retrospectivamente,

ISSA G. SHIVJI / Neocolonialismo, neoliberalismo y nacionalismo panafricanista: la restauración del legado de Nkrumah
la mayor contribución del neoliberalismo ha sido desvelar los límites del
nacionalismo territorial, así, irónicamente «vindica» la idea de Nkrumah
de que sin unidad africana, África no podría defender su independencia
y soberanía. El neoliberalismo marcó la derrota del proyecto de libera-
ción nacional. ¿Pero no fue esta derrota también la del proyecto de cons-
trucción de la nación basada en los espacios territoriales creados por el
imperialismo, de lo cual también estuvimos orgullosos tanto como de
«nuestros países, nuestras naciones»?

Nacionalismo panafricanista

Nyerere creció inmerso en la ideología de Fabian y desarrolló su nacio-


nalismo en la lucha por la independencia de Tanganica. Llegó a la uni-
dad africana y al panafricanismo de manera lógica, no histórica. Nkrumah
desde sus tempranos días de juventud universitaria se nutría del
panafricanismo. Intelectualmente se crió en los guetos de Nueva York
y cultivó su nacionalismo a los pies de grandes panafricanistas como
W. E. B. du Bois, George Padmore y C. L. R. James. Para él, por tanto, la
génesis del nacionalismo africano descansa en el panafricanismo. En
ello, verdaderamente representa al movimiento histórico del nacionalis-
mo africano. El nacionalismo africano nació del panafricanismo, no al revés. De
hecho, literalmente, Nkrumah y Jomo Kenyatta volvieron a luchar por
la independencia de sus países siguiendo el Quinto Congreso Panafricano
en Manchester. Así el resumen de Nkrumah, «África es un continente,
un pueblo, y una nación», no es solo política, pragmática o expediente
para apoyar su posición acerca de la unidad africana, sino también una
síntesis profunda derivada de un análisis histórico. Para Nkrumah, la
independencia de Ghana era solo un medio, un primer paso en el camino de
lograr el nacionalismo africano, el cual solo podría ser el panafricanismo.
Esto fue quizás lo que lo hizo, en términos de Mazruist, un «horrible

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ghanés». Ahora que los cincuenta años de experimento de nacionalismo
territorial han fracasado, debemos retornar y revisitar la verdadera esen-
cia del nacionalismo africano: el panafricanismo.
Se pueden presentar muchos argumentos prácticos, políticos y eco-
nómicos para demostrar el imperativo de la unidad africana. No necesito
referirme a ello. El punto que quiero enfatizar es ideológico y político.
El nacionalismo panafricanista, propongo, es la ideología de la libera-
ción nacional, la nación existiendo como nación africana. El proyecto
de liberación nacional ha sido derrotado, sin duda, por las fuerzas
imperialistas, pero también debido a razones internas, pues los compra-
dores africanos, e incluso los nacionalistas, concibieron a la nación como
territorios colonialmente constituidos llamados países. El espacio so-
cial del nacionalismo panafricanista es el continente.
Como una ideología de la liberación nacional, el panafricanismo com-
partiría algunas de las características fundamentales de la ideología de
la liberación. En primer lugar, un profundo antimperialismo. En segundo
lugar, un programa alternativo de desarrollo apoyado en recursos conti-
nentales básicos integrados para implementar las sinergias económicas
y las economías de escala. Tal programa debe, además, ser capaz de
abordar el desarrollo desigual en el continente a través de ciertas políticas
económicas de «tipo afirmativas». En tercer lugar, una reestructuración de
las instituciones estatales para garantizar la independencia política y la
democracia, la cual significa la independencia de elaborar políticas pro-
-pueblo. En cuarto lugar, un sistema de defensa para todo el continente.
Muchas de estas características fueron señaladas por Nkrumah. Sin
embargo, hay una diferencia fundamental. Cuando Nkrumah fue a pro-
poner su gobierno unido, los países africanos estaban en el umbral de la
independencia. Varias fuerzas y clases estaban unidas en contra del co-
lonialismo. Desde entonces las sociedades africanas están mucho más
diferenciadas en clases cuyos intereses objetivos se contraponen. El
nuevo nacionalismo panafricanista, por tanto, tiene también que encar-
garse de asuntos relacionados con la emancipación social, más allá de la
liberación nacional. El cómo puede hacerse, dependerá de la correcta
identificación de las fuerzas motrices del panafricanismo. No puedo
entrar en detalles, solo quiero sugerir tentativamente que el núcleo y
la(s) clase(s) dirigente(s) sería, al decir de Rodney, el «pueblo trabaja-
dor» de África. El concepto de pueblo trabajador es una extensión del
concepto tradicional de clase trabajadora o proletariado y también va
más allá de la formulación tradicional de alianza obrero-campesina. He
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obtenido esta idea del examen de la economía política de África y del
análisis de las formas de explotación y de acumulación.36
Finalmente, las preguntas que quiero presentar son: ¿Por dónde co-
menzar? (en vez de ¿qué se debe hacer?). Y, ¿cuál es el rol de los intelec-
tuales? Sugiero que debemos comenzar con ideas. Tenemos que convertir
el panafricanismo en una categoría intelectual de pensamiento y desarrollar
un discurso teórico e ideológico basado en el panafricanismo. El sitio
para comenzar esto son nuestras universidades. La creación de la Cáte-
dra Nkrumah en Legon y la Cátedra Nyerere en Dar son pequeños, pero

ISSA G. SHIVJI / Neocolonialismo, neoliberalismo y nacionalismo panafricanista: la restauración del legado de Nkrumah
significativos, pasos en esa dirección. Uno de los resultados de la Sema-
na del Festival Intelectual Julios Nyerere, que se celebró en la Universi-
dad de Dar es-Salaam, en abril de 2009, fue la propuesta de hacer del
panafricanismo un curso académico de pleno derecho. Si todo marcha
bien, seremos capaces de iniciarlo en abril de 2010. Estoy seguro que
hay otras iniciativas de las cuales no somos conscientes. Necesitamos
coordinación. Jornadas como esta, por tanto, son una contribución a la
creación de una comunidad intelectual panafricana para la que ya tene-
mos una casa en CODESRIA.
Permítanme terminar citando lo que Nyerere dijo hace unos cuarenta
años:
¿Quién va a mantenernos activos en la lucha por convertir al nacio-
nalismo en panafricanismo, si no es el personal y los estudiantes de
nuestras universidades? ¿Quién tendrá el tiempo y la habilidad para
pensar en los problemas prácticos para conseguir el objetivo de la
unificación si no aquellos que tienen la oportunidad de pensar y
aprender sin la responsabilidad directa de los asuntos del día a día?
¿Y no pueden las universidades ellas mismas moverse en esta di-
rección? Cada una de ellas tiene que atender a las necesidades de
su propia nación, su propia área. Pero, ¿no debe también atender a
África? ¿Por qué no podemos intercambiar estudiantes —que los
tanzanos obtengan títulos en Zambia y los zambianos reciban el
suyo en Tanzania? ¿Por qué no podemos hacer otras cosas que
vinculen indisolublemente nuestra vida intelectual?37
Vincular nuestra vida intelectual indisolublemente es la tarea de la
generación posneoliberal de los intelectuales africanos.

36
Shivji: «Keynote address to Maputo Conference April 2009 on Forms of Accumulation».
37
J. K. Nyerere: «The Dilemma of the Pan-Africanist», 13 de julio de 1966, en J. K. Nyerere:
Freedom and Socialism: A Selection from Writings and Speeches, 1965-1967, pp. 216-217.

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