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ESCUELA POLITÉCNICA NACIONAL

DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN BÁSICA

Nivel Tecnológico Superior

Nombre: Josselyn Quilca Fecha: Quito, 23 de julio de 2018

Curso: B602

Alimentos Funcionales: ¿Amigo o enemigo del Medio Ambiente?

Desde tiempos memorables hasta nuestros días, se ha definido a un alimento funcional


como un alimento o ingrediente que ha sido modificado en beneficio para la salud. Tras la II
Guerra Mundial, el desarrollo tecnológico alimenticio se ha venido innovando, tanto en la
pasteurización, esterilización como a la vez en generar un buen aspecto y sabor a la comida.
No nos sorprenda saber que, la alimentación de nuestros antepasados era básicamente el
consumo de productos no procesados que contenían grandes propiedades nutricionales, pues
ahora en la actualidad en tan solo un gramo de sal que compramos en el supermercado,
encontramos más químicos de lo que tendría en su composición natural.

Para producir aquellos alimentos funcionales que han sido alterados genéticamente, en el
caso de las frutas, vegetales, tubérculos, etc., sus semillas debieron ser cultivadas en un suelo
que posteriormente, resulta afectado por la transferencia de genes que está dañando su flora y
fauna, dejándolo de esa manera infértil.

De acuerdo a una conferencia dirigida por parte de la Dra. Jenny Ruales, mencionó que “un
alimento funcional tiene una cualidad adicional, es decir, que brinda un beneficio para la
salud. Se ha descubierto que muchos productos alimentarios tradicionales, como: las frutas,
verduras, soya, granos enteros y la leche contienen componentes funcionales que nutren y
proveen de propiedades al cuerpo humano para la prevención de enfermedades degenerativas
como: el cáncer en diferentes partes del cuerpo, enfermedades cardiovasculares, diabetes,
alzheimer, entre otras” (Ruales, 2018)1. Si bien es cierto estos alimentos tienen un gran aporte

1. Ruales. J. Alimentos funcionales. Escuela Politécnica Nacional.2018


nutricional para nuestro organismo, capaces de salvarnos de una muerte devastadora, no lo
son tanto para la salud del suelo.

El 40% del suelo agrícola en el mundo actualmente ha sido clasificado como degradado o
seriamente degradado, este último significa que el 70 % del suelo fértil ha desaparecido.
Nuestro suelo se está perdiendo de 10 a 40 veces más rápido de lo que puede ser repuesto a
causa de este desenfreno sistema industrial alimentario. La fertilización del suelo depende de
la existencia de una diversidad de microorganismos los cuales están siendo afectados por la
presencia de organismos genéticamente modificados (OGM).

De acuerdo a un artículo de Alvear “Los cultivos resistentes a herbicidas se transformarían


posteriormente en malezas, pues se desarrollan OMG capaces de resistir fuertes cantidades de
herbicida con el fin de que aquellas malezas no deseadas se mueran y sea el cultivo
transgénico el que sobreviva. Como se aprecia, lo que se genera es una acumulación mayor de
venenos en el suelo y en la atmósfera, que trae consecuencias dañinas para las poblaciones de
microorganismos, insectos y otros animales.” (Alvear C.2005)2. Además, el incremento del
uso de pesticidas aumenta la contaminación del suelo y es imposible prevenir la
contaminación genética si sabemos que el viento o las mismas abejas son trasportadoras del
polen hacia lugares remotamente desconocidos.

El suelo como recurso natural a medida que las grandes industrias alimenticias, la
biotecnología, la agricultura, la economía y la misma población va aumentando el índice de
que tengamos un suelo fértil a unos 50 años es lamentable, porque el espacio que antes era
utilizado con el fin de abastecer de alimentos a una comunidad, ahora, se ha convertido en
negocio de comercialización y marketing que no miden los riegos y consecuencias que esto
está provocando en nuestro ecosistema. El uso inadecuado del suelo para la producción de
alimentos funcionales, tales como una capsulan de vitamina C, que por un lado mejora la
dieta del ser humano, pero por otro, está acabando con la vida de muchos microorganismos
que ayudan al mantenimiento y equilibrio del suelo.

2. Alvear C. Transgénicos, alerta naranja en los alimentos, Colombia. 2005

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