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La escuela positivista o positivismo es un movimiento filosófico que se desarrolló

durante los siglos XIX y XX. Según los positivistas el único conocimiento válido es aquel que
proviene de la observación y la experiencia. Por este motivo, criticaban y excluían cualquier tipo
de especulación y superstición.
El positivismo nació a mediados del Siglo XIX y se considera que el padre del movimiento fue el
filósofo francés Auguste Comte.
Sin embargo, sus ideas fueron aceptadas y complementadas por otros filósofos hasta la primera
mitad del siglo XX.
Los principios del positivismo
Según el pensamiento positivista, el conocimiento sólo puede obtenerse a través de los datos
positivos. Es decir, aquellos que provienen de la observación de los fenómenos naturales y
sociales.
Para orientar dichas observaciones, los positivistas plantearon estos cinco principios:
La lógica de la investigación debe ser igual para todas las ciencias. No importa si se ocupan de
estudiar la naturaleza o el comportamiento humano.
El objetivo de la ciencia es observar para poder explicar y predecir los fenómenos naturales y
sociales.
La investigación debe ser observable a través de los sentidos humanos y sólo debe valerse de la
lógica para interpretar los hechos observados.
La ciencia no es lo mismo que el “sentido común” y los científicos deben evitar cualquier
interpretación sobre los datos que han recolectado.
La ciencia debe producir conocimiento y debe ser lo más objetiva y libre de valores posible. Por lo
tanto, no deben interferir en ella la política, la moral o los valores culturales.
Evolución histórica del positivismo
Es posible encontrar ideas positivistas inclusive entre los filósofos antiguos. Pensadores como
Protágoras o Sextus Empíricus, mostraban ya una inclinación hacia pensamientos que en la
modernidad serían clasificados como positivistas.
Sin embargo, los verdaderos inspiradores del positivismo se ubican en el siglo XVIII. Esto se debe a
las influencias que tuvieron las ideas de la Ilustración Francesa y del Empirismo Británico en los
pensadores de la época.
El positivismo social
Auguste Comte, padre del positivismo, afirmaba que existían tres fases dentro del desarrollo
intelectual de cualquier persona.
Según él, cada persona desarrolla su pensamiento a través de tres etapas, de la misma forma que
éste ha evolucionado a través de la historia de la humanidad.
Estas tres etapas eran: la teológica, la metafísica y la positiva.
La etapa teológica consistía en la explicación de todos los fenómenos naturales como resultados
del poder de un dios.
Una de las principales críticas de Comte a esta etapa, consistía en que todos los dioses habían sido
creados por el hombre y esto era evidente en los rasgos humanos de los dioses.
La etapa metafísica consistía en una teología despersonalizada. Esto quiere decir que se asume
que los fenómenos naturales vienen de poderes o fuerzas vitales ocultas. Comte criticaba esta
etapa porque aseguraba no buscaba verdaderas explicaciones.
Finalmente, la etapa positiva consistía en explicar los fenómenos naturales y el curso de la vida
sólo a través de la observación de hechos reales y comprobables. Según Comte, la tarea de la
ciencia era observar la naturaleza y describir su funcionamiento.
Para Comte, la humanidad alcanzaría su madurez cuando las observaciones científicas fueran
aceptadas como verdades absolutas.
El nombre de la obra más importante de Comte “Curso de filosofía positiva” viene de esa tercera
etapa planteada como ideal. Y es de esta obra de donde proviene el nombre del movimiento
filosófico.
El positivismo crítico
Las ideas del positivismo de Comte tuvieron eco en el positivismo alemán que se desarrolló antes
de la Primera Guerra Mundial. Los representantes de esta escuela fueron Ernst Mach y Richard
Avenarius, considerados como los creadores del Positivismo Crítico.
Según Mach, las teorías y los conceptos teóricos no eran “la realidad” sino solamente un
instrumento que permitía entenderla. Para los positivistas críticos, la teoría era sólo una forma de
entender una realidad para poder interpretar otro conjunto de datos observables.
Según ellos, las teorías podían modificarse mientras que la realidad era un terreno estable. Por lo
tanto, el positivismo se negaba a determinar si una teoría era verdadera o falsa. Sin embargo, las
consideraban como recursos útiles para sus procesos de observación.
Positivismo lógico
El positivismo lógico se desarrolló en Viena y Berlín a principios del Siglo XX, bajo una fuerte
influencia de las ideas de Comte y Mach. Entre ellos se destacan Philipp Frank, Hans Hahn y
Richard Von Mises.
Esta corriente de pensamiento fue desarrollada paralelamente en las dos ciudades por grupos de
filósofos y científicos de diferentes áreas que guardaban un interés común por la filosofía.
Según estos grupos, la función de la filosofía consiste en aclarar los conceptos científicos y no
tratar de responder las preguntas sin respuesta. Por ejemplo: la vida después de la muerte.
Para ellos, la metafísica era un mal intento de expresar sentimientos y emociones. Afirmaban que
esta tarea era importante pero sólo le pertenecía al arte y por lo tanto sus afirmaciones no
deberían hacerse pasar por verdades científicas
El legado del positivismo
El positivismo, en la forma que fue concebido por Comte y Mach, ha vivido cambios y ha recibido
críticas desde su aparición. Aun así, es necesario reconocer que este movimiento hizo grandes
contribuciones a la historia de la humanidad.
Su principal aporte consiste en el desarrollo de la ciencia, gracias a que marcó el límite entre los
hechos reales y la simple suposición.
Hoy en día este límite parece bastante obvio, sin embargo, en la época de Comte la religión tenía
una gran autoridad para determinar lo que podía considerarse como “verdadero”.
El positivismo además fue muy importante para el desarrollo de las ciencias sociales. De hecho,
Comte también es considerado como el padre de la Sociología al ser el primero en definir un
método científico para analizar los fenómenos sociales.
Los filósofos positivistas también hicieron grandes contribuciones a la ética y a la filosofía moral.
Para ellos, el ideal ético se debía entender como el bienestar para las mayorías. Por lo tanto,
medían la moralidad de las acciones con relación a la observación de este criterio.
Finalmente, es necesario reconocer los grandes aportes que hicieron a la ciencia los integrantes de
los grupos de Berlín y Viena. Entre ellos incluso se destacan algunos de los científicos más
destacados del Siglo XX.
Algunos de ellos son Bernhard Riemann, autor de una geometría no euclidiana; Heinrich Hertz, el
primer científico en producir ondas electromagnéticas en su laboratorio e inclusive Albert Einstein,
creador de la teoría de la relatividad.

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