Está en la página 1de 2

Manuel Fernández Castillo

Corrientes Actuales de la Filosofía I


Universidad de Granada

Breve disertación sobre los aspectos más relevantes de la filosofía de Heidegger

En este escrito trataré de exponer sucintamente las tesis más importantes del primer y segundo
Heidegger. Adelanto que el primer Heidegger (el de Ser y tiempo) trata fundamentalmente la
cuestión acerca de la existencia del Dasein y su relación con el ser en términos de existencia
auténtica e inauténtica a través del análisis de los existenciarios. El segundo Heidegger (el posterior
a Ser y tiempo) trata más específica y profundamente la cuestión por el ser mismo, así como por la
otra cara de una misma moneda, la nada como carencia de fundamento del ser.

Comienzo con el primer Heidegger: en un claro afán de anti-trascendentalidad, intenta


desvincularse de la fenomenología husserliana poniendo en el centro de su filosofía un sujeto
histórico, el Da-sein (ser-ahí), en contraposición al Ego trascendental husserliano, suprahistórico y
supracultural. Asimismo, el primer Heidegger es un claro enemigo de la tradición filosófica
moderna comenzada por Descartes: donde Descartes dijo cogito ergo sum, podríamos afirmar que
Heidegger diría sum ergo cogito, invirtiendo así la relación entre pensamiento y existencia
expresada por el pensamiento cartesiano. Para Descartes la conciencia acerca de nuestra propia
existencia es derivada del pensamiento; para Heidegger es el pensamiento el derivado de la
existencia (del Dasein).

El Dasein es un ente muy especial: el único capaz de formularse a sí mismo la pregunta por el ser.
El Dasein es el ente que se encuentra arrojado (Geworfenheit) hacia la realidad misma. O lo que es
lo mismo, su existencia se da como ente en la facticidad (Faktizität). Su ser consiste en hacerse a sí
mismo porque "en su ser, le va este su ser": es un proyecto yecto (esto es, arrojado) en un mundo de
posibilidades donde es, adelantándome a ciertos conceptos, ser-en-el-mundo, ser-cabe-las-cosas y
ser-en-posibilidad.

Hay dos modos en los que el Dasein puede encontrarse en relación con los entes del mundo al que
es arrojado: ser-a-los-ojos (Vorhandensein) y ser-a-la-mano (Zuhandensein). Dichos modos
coinciden en cierta medida con los dos niveles que comenté antes acerca del pensamiento
cartesiano: el pensamiento sería ser-a-los-ojos en la medida en que su discurso versa sobre lo
representable, los entes, lo mesurable mediante la mathésis universalis y la existencia misma en su
relación con el ser de los entes sería ser-a-la-mano en la medida en que no hay discurso posible
sobre el ser de los entes, puesto que él mismo no es un ente y no es representable mediante ningún
lenguaje, sino sólo percibido como experiencia de un acontecimiento.

Paralelamente a esto, otra idea fundamental reside en la distinción entre comprensión y


precomprensión. En cierto modo, la comprensión acerca de lo representable (lo óntico) sólo es
posible si se da una precomprensión al punto del inicio de nuestra existencia misma.

Paso rápidamente a comentar algunos de los existenciarios más relevantes en la filosofía de


Heidegger. Los existenciarios son rasgos universales del Dasein, es decir, rasgos invariables de un
ente histórico que se presentan de distintas formas en la historia de la humanidad bajo un mismo
rótulo. Comienzo por el existenciario ser-en-el-mundo. Dicho rasgo debe ser entendido a la manera
de ser-a-la-mano que expresé anteriormente: ser-en-el-mundo es "habitar" cabe los entes del mundo,
en una relación de comprensión participativa con el resto de los entes, "familiarizado" con ellos,
"demorándonos" viviendo intensivamente el tiempo de nuestro mundo (en un sentido no meramente
cronológico). Otro es la Sorge o el "curarse de" y el "procurar por", que depende del "pre-ser-se" y
este a su vez de "ser-en-posibilidad" y de "autotrascenderse": nos relacionamos con los entes pre-
siéndonos, es decir, tomando conciencia de que estamos arrojados en un mundo lleno de
posibilidades a través de las cuales podemos decidir el camino que tomará nuestro proyecto de
existencia. Posibilidades que nos permiten autotrascendernos, tomar conciencia de todo lo que
puede ser y procurar por o curarnos de las posibilidades a las que queremos dirigirnos. Otros
existenciarios son el estado de abierto del mundo y el estado de abierto del Dasein, los cuales
implican otros tres existenciarios, que son el encontrarse, el comprender o el habla, y además hay
otros existenciarios como el ser-con o la caída y el Uno (Man), en los que me detendré por
cuestiones de extensión.

Adelanto ya el Heidegger del Giro (Kehre), el segundo Heidegger. Como comenté al principio, la
importancia central en este segundo recorrido de su filosofía recae sobre la cuestión general del ser
en lugar de la cuestión del Dasein. En gran parte por temor a pecar de cierto kantianismo, cesa su
discurso sobre los existenciarios del Dasein (que son en un sentido no deseado kantiano sus
condiciones de posibilidad) e inicia una nueva singladura a través de la pregunta "¿Qué pasa con el
ser?" o bien "¿Cuál es el sentido del ser?".

Aquí debemos hablar sobre la diferencia óntico-ontológica o el olvido del ser: la filosofía occidental
ha olvidado la pregunta por el ser y peor aún, ha terminado reduciendo el ser al ente. Esta es la tesis
del nihilismo negativo o impropio y la principal causa de toda la decadencia en cuanto a
pensamiento se refiere en Occidente. Por su otra parte, el nihilismo positivo o propio expresa la
copertenencia entre ser y nada como dos caras de una misma moneda: la aceptación de la nada
como la carencia de fundamento del ser. El ser es abismático (ab-Grundig): carece de un
fundamento o télos acerca de nuestra existencia. Existir abismáticamente es tener el valor para
mantenerse sobre la nada.

¿En qué sentido podemos experimentar esta copertenencia entre ser y nada? Dos conceptos son
clave aquí: sobrevenida y llegada, referentes a la verdad como aletheia, como des-encubrimiento
del ser. En la sobrevenida el ser viene a presencia como acontecimiento, se des-encubre mostrando
un nuevo sentido en el mundo de lo óntico, pero en la misma medida en que se des-encubre, con la
llegada, se vuelve a encubrir de nuevo, puesto que el ser mismo no es un ente y no puede
permanecer en el mundo de los entes. Es todo y nada a la vez. Aparece y desaparece antes de que
podamos reparar en él, pero abriendo un completo nuevo horizonte de posibilidades.

Esto es lo que la filosofía occidental ha olvidado: la importancia del ser. Y no el ser platónico ni
aristotélico-escolástico, sino el ser que lo único que puede ser es "ser", sin fundamento ulterior ni
representación posible del mismo. El nihilismo impropio es el principal causante de que, en
nuestros días, el uso de instrumentos se ha convertido en una actitud Vorhandensein con respecto al
mundo, convirtiendo lo existente en meras "existencias" (Bestand), esto es, en meros recursos que
nos permiten abastecer una insaciable sed de conocimiento cuantificable sin propósito, sin un
proyecto.

La solución es que dejemos acontecer al ser propio en su impropiedad durante la época técnica. Es
decir, que dejemos que que ser acontezca impropiamente (en el sentido de "impertinentemente",
como toda revolución) en nuestra época para poder devenir en una existencia auténtica estando en
una relación Zuhandensein con los entes.

También podría gustarte