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Lunes 2-12-13 Tema 3 La Creación regalo y tarea -Dios nos crea por amor-

Cuando desde una montaña nos asomamos a la naturaleza quedamos admirados de la belleza de la creación, al igual que si
contemplamos desde allí nuestros campos y sus cultivos, nuestros pueblos y ciudades con sus fábricas y edificios, nos asombra
la capacidad creadora del hombre. ¡Qué pequeños y banales nos parecen desde la altura nuestros conflictos!; ¿por qué hemos
de enfrentarnos tanto en lugar de hacer de la tierra un bello paraíso?. El esplendor de la naturaleza se nos oscurece sin
embargo cuando la vemos maltratada por la suciedad y los residuos, dañada por la contaminación de la atmosfera, de los mares
y los ríos. Es cierto que en nuestras calles vemos escenas de solidaridad, de amistad, de alegría, de concordia y trabajo, pero
también nos percatamos del desinterés de unos para con otros, de edificios deteriorados o manchados de pintadas, de conductas
deplorables como altercados, robos, etc., y sobre todo rostros que reflejan sufrimiento y marginación. Todos, alguna vez hemos
contribuidos al mal trato de la naturaleza, de las cosas y de las personas con las que convivimos.

En una sociedad mercantilista como la nuestra donde lo que cuenta es “mi derecho a tener y recibir”, el egocentrismo nos
impide vernos como “personas regaladas”. Apenas nos percatamos de la gratuidad de tantos dones cono nos ha dado y nos da
la vida: el don de unos padres que por amor nos han entregado todo lo que estaba en sus manos para nuestra realización y
felicidad; el don de familiares y amigos que nos aman y aprecian; el don de tantos bienhechores como maestros, profesores,
sacerdotes y muchas personas que han contribuido a nuestra educación, cultura y trabajo. De todo ello y de mucho más, a poco
que reflexionemos, tenemos experiencia de gratuidad.

De la experiencia de gratuidad que Israel tuvo por su liberación de la esclavitud, primero de Egipto y luego de Babilonia,
descubre a Dios no sólo como Salvador y Liberador, sino como su Creador. La fuerza creadora de Dios es la garantía de su
liberación. Desde esa experiencia de fe, Israel elabora en los primeros capítulos del Génesis unos relatos sobre los orígenes del
universo y de la humanidad, que podemos resumir en los puntos siguientes: 1) El comienzo de la creación, que es progresiva,
ordenada y armoniosa, es pura iniciativa de Dios, no es obra ni de la necesidad ni del puro azar o casualidad ciega sino de la
libre y amorosa voluntad divina; 2) Dios decide que en un momento de dicha evolución nazca el ser humano, creado “a su
imagen”, a quien insta a crecer, multiplicarse y dominar la tierra con todos los medios de la creación a su alcance; 3) Dios se
siente feliz pues ve que “todo estaba bien hecho” (Gen 1,31); 4) Dios desea tener una relación de amor con quien ha creado a
su imagen (pasea con el hombre en la brisa del atardecer) y no queriendo más que su bien le habla al corazón para que no
rompa nunca con Él ni decida por sí mismo lo que está mal y lo que está bien; 5) El hombre, queriendo ser como Dios, rompe
con Él y se incapacita para ejercer rectamente su libertad, por lo que rota la armonía creada comienza a originar males: matar a
su hermano (Caín), dañar su sexualidad (sentirse desnudo), y generar confusión en la comunicación (Babel), etc.; 6) Pero Dios
no abandona a su criatura y le promete un Salvador que restituirá la armonía de la creación. La promesa de salvación nace en la
creación, tiene su centro en Jesucristo y culmina en el banquete de las bodas eternas con Cristo en Dios.

“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito” (Jn 3,16). Jesús es “la plenitud de los tiempos”. Es el
Nuevo Adán que pone a la humanidad cara a Dios, la conduce a su plenitud y pone en marcha el Nuevo Pueblo de Dios. Cristo
es la nueva creación que, impulsada por su Espíritu, ensancha y abre horizontes a la primera llevando a cabo el plan salvífico
de Dios pensado para nosotros. Jesucristo, centro y eje de la historia humana, recupera para Dios el puesto central y restaura la
armonía fraterna al hacernos hijos de un mismo Dios Padre, y por lo mismo hermanos, .llamados a heredar su misma vida
eterna. Jesucristo, Verbo de Dios y Hombre Nuevo, Creador y Salvador, Resucitado y Vivo tiene en sus manos toda la
creación y en ella, dueño de la historia, a toda la humanidad. El pide nuestras manos para que colaboremos con El en el
acabamiento de la creación y en el perfeccionamiento de la humanidad, que gimen aguardando, como en dolores de parto, la
hora de su fin en Dios (Rom 8,22-23). Jesús, el Hijo, haciéndonos hijos de Dios, nos ha regalado una nueva creación y, desde
ella, nos convoca para que mediante lazos de comunión cooperemos con El en el plan salvífico de Dios.

Nos alegra sobremanera descubrir por la fe que hemos sido creados por amor; que por amor hemos sido hechos a imagen y
semejanza de Dios y que hemos venido a la vida para poder disfrutar de un proyecto suyo maravilloso sobre nosotros. A su
vez nos ensancha el corazón saber que Jesús, el Hijo, dio un giro a la creación con la puesta en marcha del Reino de Dios,
hermanándose con nosotros y, por la efusión de su Espíritu, transformándonos en hijos e hijas de Dios y llamándonos a ser sus
colaboradores en la tarea de re-crear. La creación es un regalo pero es también una tarea. Por voluntad de Dios tenemos la
responsabilidad de hacer un mundo mejor, ser jardineros de la naturaleza y hacer de la tierra un pequeño paraíso donde
podamos crecer y gozar como hermanos, solidarios unos de otros, cooperando a la salvación de todos.

Poder vivir en la plenitud de los tiempos, esto es en una nueva creación, es sin duda una inyección de inmenso optimismo y
felicidad. Tantos dones como hemos recibido con la creación, especialmente la vida, y sobre todo la filiación divina que nos
llega con Jesucristo, nos mueven a la admiración, la gratitud y la alabanza a Dios. Bien podemos cantar con el salmo: “Señor,
Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra” (Sal 8); y con Francisco de Asís: “Tuyas son la alabanza, la
gloria y el honor; tan solo tú eres digno de toda bendición… Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones,
cantad su creación…” (Cántico de la criaturas). JGR
Preguntas para el coloquio

1.- ¿Qué experiencias de gratuidad vives como dones de la creación y del giro que dio a ella Jesucristo?

2.- ¿Crees haber contribuido a mejorar la creación?, ¿En qué y cómo podemos nosotros ser creadores?

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