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CANTOLOGÍA DE LA POESÍA ESPAÑOLA RIMA LII: “OLAS GIGANTES…”

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)


Emiliano Valdeolivas Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
A LA SALIDA DE LA CÁRCEL envuelto entre la sábana de espumas,
Fray Luis de León (1527-1591) ¡llevadme con vosotras!
Aquí la envidia y mentira Ráfagas de huracán que arrebatáis 5
me tuvieron encerrado. del alto bosque las marchitas hojas,
Dichoso el humilde estado arrastrado en el ciego torbellino,
del sabio que se retira ¡llevadme con vosotras!
de aqueste mundo malvado, 5 Nubes de tempestad que rompe el rayo
y con pobre mesa y casa, y en fuego ornáis las desprendidas orlas, 10
en el campo deleitoso arrebatado entre la niebla oscura,
con sólo Dios se compasa, ¡llevadme con vosotras!
y a solas su vida pasa, Llevadme por piedad a donde el vértigo
ni envidiado ni envidioso. 10 con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme 15
ROMANCE DEL PRISIONERO con mi dolor a solas!
A UNA NARIZ
Francisco de Quevedo (1580-1645) Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor, NO VOLVERÉ A SER JOVEN
Érase un hombre a una nariz pegado, cuando los trigos encañan Jaime Gil de Biedma (1919-1990)
érase una nariz superlativa, y están los campos en flor, Que la vida iba en serio
érase una nariz sayón y escriba, cuando canta la calandria 5 uno lo empieza a comprender más tarde
érase un peje espada muy barbado. y responde el ruiseñor, -como todos los jóvenes, yo vine
Era un reloj de sol mal encarado, 5 cuando los enamorados a llevarme la vida por delante.
érase una alquitara pensativa, van a servir al amor;
Dejar huella quería 5
érase un elefante boca arriba, sino yo, triste, cuitado,
y marcharme entre aplausos -
era Ovidio Nasón más narizado. que vivo en esta prisión; 10
envejecer, morir, eran tan sólo
que ni sé cuándo es de día
Érase el espolón de una galera, las dimensiones del teatro.
ni cuándo las noches son,
érase una pirámide de Egipto, 10 sino por una avecilla Pero ha pasado el tiempo
las doce Tribus de narices era. que me cantaba el albor. y la verdad desagradable asoma: 10
Matómela un ballestero; 15 envejecer, morir,
Érase un naricísimo infinito,
déle Dios mal galardón. es el único argumento de la obra.
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.

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