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SOBilE .·
.:. LA JIISTORIA

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CRITICA
GRIJALBO MONDADOR!
BARCELONA
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SOBRE LA.HJSTORIA ¡

plazo de las sÓciedade~ qye -sigue siéndo 1nmeosam~_nti. 2:o~vincenté y casi


tan adelantado a Sll tiempo como fueron los Ptolegómerios de IbriJaldún,
cuyo propio modelo, basado en la interacción de diferentes: tipos de socieda-
des, también ha sido fructífero, por supuesto, especialme11t~ ~n la prehlstoria, _
la historia antigua y la historia oriental. (Pienso ·en.los dif\m:tos Gordon Child_é
y Owen Lattimore.) Recientemente ha habido avances importantes: en el es~
wdio de ciertos tipos de sociedad;eri especial los que se basan en la escla-
......
·
vitud en América ([as sociedades esclavistas de/la Antigüédad parecen estar
en retroceso) y los que se basan en un numeroso conjunto de cultivadores 7. HISTORIADORES
campesinos. En cainbio, los intentos de traducir,una historia•social exhausti-
va en una síntesis popular que se han hecho hasta ahora me parecen o bien
_Y ECONOMISTAS, I
relativamente fallidos o, con todos sus grandes méritos -el menor de los
cuales no es 1a capacidad de· estimular->·esquemáticos fteritatívos.La his- Este cap{tuloy el siguiente constituyen el tato, ligeramente revisado, de las Con-
toria de la sociedad -todavía se está construyen~o. En el presente ensayo· he ferencias Mcirshal/que pronuncié-ante ia Faculwd de Económicas de la UniJ>ersidad
1ratado de sugerir ,Llgunos de sus problemas,. e~aluar parté de su práctica y, de Cambridge en 1980. No se han publicado hasta ahora. Aunqtte han sucedido mu-
de paso, señalar algunos probiemas. que podrfap¡ beneficiai'$e de una investi- . chas cosas desde·.e1itonces; tanto eri la ciencia como en la historia económica -entre
gación más concemrada. Pero ·sería un error co~cluir ·el ensayo sin señalar y . otras fo co11cesi6n del pi'e,.¡:¡io Nobel de eco~Ol1}Í.ª a historiadores de la eco11omia que
dar la bienvenida al notable florecimiento que se i:egistra, en:este campo. Es un se consideran_ crí~icamenté en ésle ensayo-, los interrogantes que traté de plantecir
/: .. buen momento para ser historiador sociaLiJncli.iso los qu~: en un principio en las citadas conferencias siguén pendientes de resolución y los textos todavía pa·
,¡. - no nos propusin:ios ostentar dicho título, hoy no quéremós ,renunciar a· éL · recen dignos de publicarse. Sin embargo, respondiendo a las críticas, he modificado
!! ligeramente mi postura: en re ladón con algunos aspectos. Lor añadidos posteriores
¡_ en tal seniido:aparecen .entre corchetes. . .

:·: Aunqlle la frase p~o~~rbial dice que todos los soldados de Napoleón lle-
li- vaban un bastón de mariscal en la mochila, pocos de ellos esperaban en serio
.tener la oportunidad de sacarlo. Durante muchos años me encontré en una si-
tuación p~ecida ala de los soldados rasos de Napoleón y; por tanto, no sólo
me honra, sino que t_!Ullbién me sorprende la invitación a pronunciar las Con-
ferencias lv!grshal(a las que asistí por primera vez cuando Gunnar Myrdal
las dio aqú{en lóSpriineros años cincuenta. Era yo entol)ces un historiador
vinculado marginalmente' a esta universidad que trabajaba en los aledaños
de la Fayultad de: Económ1cas en calidad de: supervisoryexaminador de his-
toria económica, mientras. Cambridge me denegaba varios empleos en dos
facultades alo-!argó. de'los 'años. No cabe duda de que en aquel tiempo la
universidad tenía lll facultad de económicas más distinguida de Gran Bretaña
i: y posibleméntedelfoundo. Soy, pues, muy consciente de que la invitación a
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. proI).unci~r estas conter~I].sj.i1s,es una distinción consideri1ble y doy las gra-
; ::· cias por'ella a la .faculta~_,, ,.- .;· ,,e
Pero, aunque les hablo con cierta satisfacción, también les hablo con mu-
cha modestia defensiva: No soy economista y, según los: criterios de algunos
de mis ~oiégas:; ni siquiera soy un verdadero historiadord~ la economía, aun- ..:
que, por st1puesto, estos criterios ta_mbién h~bierán excluido a Sombart, Max
Weber y-Tawney, No soy_ mateII1áticoJü filósofo, dos ocupaciones en las cua-
. les se refügJan a vc:ces los economistas cuando el mundo real les aprieta de-
.·· ~asia:<lo,' y cuyas pfOposicíones pogríai1parecer a tono, con ellos. En res u-
,.,...... . ...... ·- . . . . . . . - - ---·-···· .. ·-··~-~-

106 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, l 107

men, hablo como profano en la materia. Lo único que me estimula a abrir la en el plan de estudios y el lugar de quienes la impartían en otro tiempo se
boca, aparte del placer de constar en los anales como Conferenciante Mar- parecían al caso del apéndice humano. Era indiscutible que formaba parte del
shall, es la sensación de que, en el estado actual de su disciplina, tal vez los organismo, pero su función exacta, si la tenía, distaba mucho de estar clara.
economistas se encuentren dispuestos a escuchar las observaciones de un Por otra parte, los historiadores de la econom.úl llevaban, y hasta cierto
profano, basándose en que no pueden tener menos que ver con la actual si- punto siguen llevando, una precaria.doble vida eorre ~dos disciplinas que
tuación del mundo que algunas de las que escriben ellos mismos. Espero de les dan su nombre. En el mundo aog·lasajóR, ar inenos, hay normalmente dos
modo especial que escuchen a un profano que hace un llamamiento a favor historias económicas, tañto si las llamamos «vieja» como «uueim~ o, como
de una m~or integración, o, mejor dicho__,__~lil~~aci~l!1-~Jª-.llis_t01ia en, la parece más realista, <_<_h_i§Joriaeconómica para bL,¡toriad~S-)1-pata. econ.omis-
ciencia económica. tas~.:.J:3ffisicamente, la segunda clase es teQ¡ía -&Qbre lada temía ueaclá,si-
~ c í a ecouólJ\.iea, o, mejor dicho, la parte de ella que de vez -~f- pro~#ªEª hacia atrás. Volveré a hablar de la «nueva» histQÓUCmlÓ·
en cuando pretende tener el monopolio de la definición de la disciplina, rmca _o_ «_<:!1ometríª»..más..~e. De momento sólo quiero señalar que, si
s~g ha sida víctima de la historia. Durante largos períodos, cuand~ la bien ha atraído a personas de gran capacidad y -en el caso de por lo menos
economía mundial parece marchar felizmente con o sin que la aconseJen, una de ellas [que luego obtuvo el premio Nobel], el profesor Robert Fogel
la historia fomenta mucha autosatisfacción. La ciencia económica apropiada admirable ingenio en la exploración y la explotación de fuentes históricas,
tiene la palabra, la ciencia económica no apropiada se excluye tácitamente, hasta la fecha 1!.Q ba reoido ¡¡ada S8 mra)uciaoaiiti. E! mismo profesor Fogel
o se relega al mundo nebuloso de la heterodoxia pasada y presente, que equi- ha reconocido que incluso en la historia económica norteamericana, en la que
vale al curanderismo o la acupuntura en medicina. Quizá recuerden ustedes al principio se concentraba la mayoría de los cliómetras, puede que se hayan
que ni siquiera Keynes hacía una distinción clara entre Marx, J. A. Hobson alterado, pero no sustituido, las narraciones básicas del crecimiento de la
y el, por lo demás, no recordado Silvio Gesell. Sin embargo, de vez en cuan- agricultura, la ascensión de las manufacturas, la evolución de la banca, la pro-
do la historia pilla a los economistas .9-uaudo ~tán bacieocta su hríllant¡. gim- pagación del comercio y muchas otras cosas que se han estudiado y docu-
i1ª~ia_i~~e ina~~ha ,IJ~_v-ªn.dJii. sus tJlJrigos. Los primeros añ~s. del decenio mentado empleando métodos tradicionales. 2
de J.2lQ fueron uno de tales períodos y en estos momentgs v1v1mos otro de En general y con buenos motivos para ello, los antiguos historiadores de
ellos. Como mínimo algunos economistas se sienten descontentos del estado , la econorrú_Jl., induso cuando eran competentes en economía y estadística,
de su disciplina. Tal vez los historiadores puedan contribuir a aclararlo, si no de~onfiaban de la si¡¡;¡¡;il@ v@rificación o.r.efutación.retrospectLva_de..proposi-
a revisarlo. ciones_ de la ª<;11.taLti:!lría económica--y.elestrecMmien!o deliberac,i1,;i' del cam-
El tema que he escogido, «Historiadores y economistas», tiene también po visual de la (<nueva» his.toria..ec.o_nQID.i.c.lcl. Hasta el titular de la cátedra de
importancia específica para Cambridge y su Facultad de Económicas, en la h1storia ecoñ6n-iréa -de Cambridge, J. H. Clapham, al que el propio Marshall
cual la historia económica y la ciencia económica han estado uncidas la una había escogido por su sentido del análisis económico, y que había sido pro-
a la otra, de forma permanente e incómoda, desde los tiempos de Marshall. La fesor de econorrúa, pensaba que la teoría económica no tenía un papel im-
relación ha sido 9-~:i.. .eroblerri~ª-.J)arnamba~ pa~s. Por un lado, el portante que desempeñar en su disciplina. La historia económica no entraña
. aparato teórico del propio Marsha!l era, como se ha señalado a menudo, la sospecha de la teoría como tal. Si entraña algún escepticismo ante la teoría
esencialmente estático._Le costaba dar al cambio_1Ja evoluciónhis- ne.aclás~, es debido a s\Uhistoricidad y a la na~u_raI,e:i:ª_s.mnamente.~-
tóri'cos. Schumpeter dijo acertadamente, refiriéndose al apéndice de los tiva de sus modelos ..
Principies, que originariamente era un capítulo de introducción y resumen de --Así p~s economistas y los historiadores viven en precaria coexis-
la historia económica, que se lee «como una serie de trivi.ª1ida.®S». 1 A decir ten~~~.. Sugiero que estó es insatlsTacforíoparaambosgrupos." . .
verdad, los muy considerables conocimientos de historia económica del pro- l:,Q§,.e.couornisras neGesitan reintegrarla historia y esto no puede hacerse
pio _Marshall aportan poco más que algunas florituras decorativas e ilustra- _por el S('}tlcillo procedimiento de transformarla en econometría retrospectiva.
tivas a una estrnctura teórica que se concibió sin dejar mucho espacio para Los economistas nece§itan est? reínte_gración más que los hi_storiadores, por-
tales añadiduras. Sin embargo, ~!.~~<?~§fien~._g~_qtie, la. cie_ru:Ja económisa qu~ la economfa es una ciencia_social aQlicada, del mismo modo que la me-
estaba incrustada en.el cambiO-llistói:ico y no podía ,1hstraerse de él sin su- dicina es una ciencia natural aplicada. Los biólogos que no ven la curación
fffr una gran pérdida de realismo. Sabía que.la ciencia (CQnómjca necesitaba de enfermedades como su tarea principal no son médicos, ni siquiera cuando
~ r i a . _ pero no sabía cómo encajar ésta en su análisis. En esto era i!)- estén asociados con facultades de medicina. A los economistas que no se
ferior no sólQJi..Marx•. sioo-también a Adaro Smith Y aunque el plan de es- ocupen principalmente, de modo directo o indirecto, de las operaciones de
- tudios de Cambridge, al igual que el de otras facultades de económicas, has- economías reales que ellos deseen transformar, mejorar o proteger del em-
·-,___ ta ahora (1980) siempre ha incluido un poco de historia económica, su lugar peoramiento es mejor clasificarlos como subespecie de los filósofos o mate-
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máticos, a menos que opteff por ocupar el espacio que en nuestra sociedad crecimiento económico, que no inspiró absolutamente ninguna tesis con este
secular ha dejado vacío el declive de la teología. No expreso aquí ninguna no~bre hasta 19~0, fue el tema del 13 por 100 de todas las tesis, el mayor
opinión sobre el valor de justificar los designios de la Providencia (o del conJunto de trabaJos de doctorado, en el segundo período citado.
Mercado) ante el hombre. De todos modos, las recomendaciones, ,positivas Esto resulta tanto más extraño cuanto que la historia y_la ciencia econó-
o negativas, sobre las medidas que deben tomarse son parte integrante de la mica crecíeronjun!~S. Sugiero que si la economía política -~lásica se asocia
disciplina. Si no fuera así, no habría nacido ni durado una disciplina llamada de modo concreto con Gran Bretaña, no es debido sencillamente a que Gran
economía. Hay que reconocer que, con el crecimiento numérico, la profesio- Bretaña fuera uno de los precursores de la economía capitalista. Después de
n~ización_ y la academízación de esta disciplina y de tantas otras, ha apare- todo, el otro precursor, los Países Bajos en los siglos xvn-xvriI, se distinguió
cido también gran número de obras cuyo objetivo no es interpretar el mundo menos como productor de teóricos de la economía. Fue debido a que los pen-
ni cambiarlo, sino hacer que progrese la carrera del autor y ganar puntos a sadores escoceses que tanto aportaron a la disciplina se negaron específica-
costa de otros cultivadores de la disciplina. Sin embargo, podemos dejar de mente a aislar la ciencia económica del resto de la transformación histórica
lado este aspecto de la evolución de la ciencia económica. de la sociedad en la cual se veían comprometidos. Hombres como...Adam
La historia, cuyo tema es el pasado, no está en condiciones de ser una -Smith.consideraban que vivían unaJr~ de lo que los escoceses, pro-
discip~_aplkada en este sentido, siquiera porque no se ha encontrado nin- ~ablemente. antes que nadie, llamaron «sistema f~~al» de la sociedac!,'ª-Qtro
·1~E._~-º~8.A~_ca111l:>iar lo qi¡e ya hasiicedldo. A lo sumo, podemos hacer tipo de sQc~da9. Deseaban acelerar y racionalizar dicha transición, aunque
esEeculac10nes contrafácticas sobre otras posibilidades hipotéticas. Desde ~61? ~uese para ev~tar los resul!ados políticos y sociales probablemente per-
luego, .e/ pasado, el presente y el futuro forman parte de un continuo y, por Jud1c1ales que podia tener el deJar que el «Progreso Natural de la Opulencia»
tanto, Jo que los historiadores tienen que decir podría permitir que se hiciesen se las arreglara solo, puesto que podía convertirse en un «orden antinatural y
tanto predicciones como recomendaciones para el futuro. De hecho, albergo retrógrado».4 Cabría argüir que si los marxistas reconocían que el resultado
la esperanza de que así sea. Es indudable que las habilidades del historiador del de~arrollo capitalista podía ser la barbarie, Smith reconoce que. ésta era
pueden utilizarse para tal fin. No obstante, mi disciplina es tan definida, que el posible resultado del desarrollo feudal. Por consiguiente, abstraer la eco-
los historiadores sólo pueden entrar en el campo de la política actual de ma- nomía política clásica de la sociología histórica a la que Smith cféofcó el ter-
nera extracurricular, o en la medida en que la historia forme parte integrante cer libro de su obra La riqueza de las naciones es un error tan grande como
de una concepción más amplia de la ciencia social, como en el marxismo. En separarla de su. filas.ofia moral. De modo parecido, la. his!QFia y el análisis
todo caso, mucho de lo que hacemos debe permanecer fuera, a saber: todo lo. ~ermanec!an integrados en Marx, el último de los grandes econoñiísias polí-
que distingue el pasado que no puede cambiarse del futuro que en teoría pue~ ucos clásicos. De una manera un poco distinta y menos satisfactoria desde el
de cambiarse o, si así lo prefieren, .apostar sobre resultados conocidos de punto de vista analítico ambos permanecieron integrados con la ciencia eco-
apostar por anticipado. nómica entre los alemanes. Recordemos que a finales del siglo XIX Alemania
probablemente poseía más puestos de enseñanza de ciencia económica y
Per~ ¿ ~ ~ s . ec_?n?.rui~~~~~.~~}1:.1.t~r~Ja histo_riii .f,\n Iª _eiencia
~~i;~ml;!? En pnm~ lugar, ~unos ecaoaroistas .QQ..'62.!!!~Jlt~_nec~.ran.Ae más libros sobre el tema que los británicos y los franceses juntos.
@.P!~tooªL~<QQ.J],Ue .t1en~~J;i, ~SJ?.~!e!IZ~.. Qc~. _q~-Y .~l. pasa.cto prop<:n::~i'2llY..res- De hecho,J~_~e_P.,8!!~!9.!l, y_ptr~ lél hi.s_tor.iél. y la cienci,a.,eic9nó01ica no se
puestas que el pres~JHt.\ s9l_o pare.f.~ reac:io a dar~~. 3 En un momento en que es hizo sentir plenamente hasta la transformación mái;gi,pajj§tª ge_!a s~gt1ng.gi. Se
corríente que en las conversaciones de cóctel se diga qµe los problemas de la convirtió en importante objeto de debate en el curso de la ahora en gran
economía británica tienen su origen en el siglo XIX, la historia parece un parte olvidada.JvfethQd~treit del decenio de 1880, que salió a la luz a raíz
componente natural de todo diagnóstico de lo que está mal en ella y puede del provocador ataque de Cari Menger contra la llamada «escuela histórica»
que tenga su importancia para la terapia. Nada es máui,Qf9llQ...q!Jt.tlsu- la cual, de f o ~ x t r e m a d ; , dominaba entorlces la cienci~
puesto [cada vez más cqmún] de que la historia económica es puramente aca- . económica~.mana. Sin embargo, sería poco aconsejable olvidar que la es-
démic.a, mientras que notorias pseudodisciplinas como la «gestión>>·son de al- ·, cuela Ltu.stríaca, a la cual pertenecía Menger, también se hallaba embarcada
gún modo_ reales y serias. Durante mucho tiempo -:-ª juzgar por la profesión eñ'úña polémica apasionada col)tra Marx.
norteamencana, que es, con mucho, la mayor del mundo- el interés por la .gn ~~ta guerra .de metodologJas uno de los bandos acabó obteniendo una
historia entre los economistas disminuyó, al tiempo que temas profundamen- victoria tan grande, que hace ya tiempo que se han olvidado en gran parte los
motivos de la guerra, los argumentos e incluso la existencia del bando de-
te históricos pasaban a ocupar el centro de la atención. Los temas de historia
económica o de historia del pensamiento económico descendieron del 13 por en
rrotado. Marx Qerduró _e11 Jas_escuelas en.la medida que_ lo~ <.1!.&l!ID~otos
l 00 de todas las tesis de doctorado norteamericanas en el primer cuarto de contra él podían.mantenerse en. el-modo analítico del neoclasicismo~ se lepo-
siglo al 3 por 100 en la primera mitad·del decenio de 1970. A la inversa, el día tratar como a un teórico de la economía, aunque un teórico peligro~a-

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110 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, l 111

. ment~ eq uivo_cado. Schmoller y los otros historicistas podían descartarse sen- ~~~QC_ia_ ~conómíca, en la cual se basan la cirug~ y la terapia de la eco-
cillamente tacháñclolos de economistas nada serios en el sentido analítico, o norrúa a.eliE.ªªá.-kdífer!i:~ia. d~ los médicos, incluiQJQ_¡ ecóñóroí.$t~ que es-
encasillarlos como meramente «historiadores de la economía», como le su- ,·tán de acuerdo en los principi9s de la ciencia económíc;;.a_pµeden tener opi-
cedió a William Cunningham en Cambridge. A decir verdad, pienso que este niones diametralmente Qpuestas- sobre.Ja.ternpia .. Asimismo, si es posible
es el oiigen de la historia económica como especialización académica en aplicar un buen tratamiento, como evidentemente lo fue en Alemania duran-
Gran Bretaña. La ciencia económica británica.1__y_e1_1_s,specialMarsbaJ1, unuca te la mayor parte del siglo pasado, a cargo de profesionales que no aceptan
excluyó la his~.y la.obs.ervac.um~-las cosas que tan raras veces necesariamente la necesidad de la bioquímica y la fisiología de los te61icos,
permanecen igual- tan sistemáticamente del aoálisiscomo los-austríacos entonces resulta claro que es necesario reflexionar más sobre las relaciones
¡nás extremistas. No obstante, reduio su base y sus perspecüvas de_ un modo entre la teoría y la práctica económicas.
que.las hizo difí.ciles de incorporar, éxceplo-aeinane_ra trix.illL auríque·sofo De hecho, como ya he dado a entender,jQ§.J[gu,rnen.!9.S.~Q.ciA~i_c:.9~-~n-
fuese dejando virtualmente a un lado durante varias generaciones problemas tra los historicistas aceptaban que su..propia teoría tenfa p.ocardªc:t<5_n_cg_IJ.la
dinámicos como el desarrollo económico y las fluctuaciones de la economía, realída.d, aunque, paradójicamente, ~!! objeción a los marxistas eraqu,e .su
incluso, de hecho, la macroeconomía estática. Como ha señalado Hicks, en teoría.m_ira .(di::l. yalor). no. era una guía deJa.fijación de .precios. en. el merca-
estas circunstancias hasta la sed de realismo de Marshall «era esencialmente do real. Los teóricos puros no podían negar que la investigación empírica
corta de miras ... la fie_ncia _e~onómica rnªrst.ªIfüma aka~~ Sl!_S rnejpx~§....lnO· -(esto-;s, la investigación histórica, del pasado) podía decimos algo más sobre
mentas cuando se ocupa de la empresa-o <le la ·~ndustria'!; ·es mucho menos la econorrúa que si se ajustaba o no a alguna proposición teórica . (De hecho,
C~U:>M .4.e.<?_~UE'.~l!!l_Ota!l~_!cl_cl__t;j_~-~Q.QJJ.1Í11J.nGlUSO..de.J.a.JQ!!l~cL.de hoy diríamos que la validación de los modelos teóricos por parte de la eco-
la economía..~i.onab.5 nomía real es bastante más difícil de lo que pensaba la swicía eco.nó.m,k~
Sería inútil reanudar la Methodenstreit del decenio de 1880, tanto más ..P~Q.Siili.¡a.) En lo que se refiere a la política y la práctica económica, se reco-
cuanto que giraba en tomo-a'úmi-c:ÜspÜra··metoClol3glca-qUe·;-ae· esta forma, nocía que el papel de la teoría pura era de todo punto secundario. Bi:ihm-Ba-
ya no tiene gran interés: htdispnta entre ~l yaJar dci método d~ducti"a }! el werk la excluyó deliberadamente de la guerra de los métodos. «Es sólo [en
del método induc!iY.9. Sin embargo, quizá merezca la pena hacer tres obser- te01ia] que se discute la cuestión del método», arguyó. «En el terreno de la
vaciones. La_pri~ es que ~!lJlQYrlJJJCl_JP!:1:.!.9 1~ victori_a__ no parecí.Q_ ta_n política social práctica, por razones técnicas, el método histórico-estadístico
clara como la vemos ahora. Ni la economía alemana ni la norteamericana es tan indiscutiblemente superior que no vacilo en declarar que una política
siguieron de buen grado el ejemplo de Viena, Cambridge y Lausana.~ legislativa puramente abstracto-deductiva en los asuntos económicos y socia-
.$linda es que l2s argumentos dcl bai:id"'" vei:iced.Qi: l'lQ se basatrn12..~J~IJcial- les será para mí una abominación tan grande como lo es para otros.» 6 Hay
m~m~ ..en..eLYalor..práctico de.la Jeoría. ecooowica, tal como _se_define...ahora. gobiernos a los que les convend1ía que les recordasen esto. Y §ch);!!!!,P~.t~,
L~fflli!.Observación, basada en la visión retrospectiva, es que realmente no que era el más experimentado y realista entre los austríacos, lo explicó de
_!lay ninguna coITelación ob_:'.i_~_e_n!r.e el éxito <ie.. \ma ~<:2~,0_Il'.l!~. Y la 9isti11ci6n forma todavía más clara. «precisame11te porqi1e nuestra teoría tiene un Jun-
y el prestigici'intélec~úáles de sus teóricos económiC.a,s, tal como se miden por damen.to.Jirme. fr¡¡casa cuando se enfrenta a los fenómenos más importantes
los criterios retrospectivos de la evaluación del grupo paritario neoclásico. "c1e·Ía-vida económica.» 7
Dicho sin rodeos, las trayectorias de las economías nacionales parecen tener .. Pienso que ~USQjgafición.a prwocar emmúó aS.<:hump~er.aJan-
poco, que ver con el número de buenos economistas; en todo caso, en los :?ar una acusación demasiado general contra su propio hando. ~~~-.1?!1ra
tiempos en que sus opiniones no alcanzaban difusión internacional con tanta siª-.dq1ürió una dimensión práctica, sólo que resultó que era totalmente dis-
prontitud como hoy. Está claro que Alemania, que desde Thünen apenas ha tinta de la que se suponía que tenía antes de I 914.
producido teóricos que figurasen mucho, ni siquiera en las notas a pie de pá- No está a mi alcance hablar de las razones por las cuales la teoría eco-
gina de libros no alemanes, no ha sufrido como economía dinámica a conse- nómica evolucionó en esta dirección después de 1870; aunque conviene tener
cuencia de esta escasez. Antes de 1938, Austria, donde abundaban los teóri- presente que las diferencias entre los dos bandos en la guerra de los métodos
cos distinguidos con los cuales consultaba el gobierno, no fue un ejemplo de eran en gran parte las que existen entre los liberales o neoliberales económi-
éxito económico hasta después de 1945, momento en que da la casualidad cos y los partidarios de la intervención del gobierno. Detrás del Jescontento
de que había perdido a todos sus distinguidos teóricos de edad sin que nadie de los ínstitucionalistas norteamericanos con la ciencia económica neoclási-
comparabl,e los sustituyera ..1.umu<;?rt!).~~i~~ErJc_ti_ca cleJ()s prov~edore_s 9e ca estab~Ja <;.QllVicción de que era necesario ejercer más control social sobre
quenas teorías económicas no esen absoluto manifiesta. No podemos con- las empresas, en especial las grandes empresf!S, y que también era necesario
fonnarnos con la_ª1}alogía original .<!e MengerJ que Schumpe.ter mantuvo has- que'éTestácfo intervinier_a nuis de.lo que solían prever los neoclasicistas._ Los
-ta __el final de su vida, entre la ~fa pura como la bioquímica y la fisiología hjstoricistas alemanes, que inspiraron una ·parte tan grande del instítuciona-
112 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS. I 113

lismo noql:lai;nericano. eran en esencia partidarios de Ja intervención de una zó rápidamente. J:.,a. aplicación de la teorí¡i neqclás_ic:a a la política creció, al
mano visíble..y.,~. una mano oculta: la del estado. Este elemento ideoló- afüiiidoñár los teóricos puros su hasta entonces bastante notable falta de in-
. gíco o político es obvio en ;1 ciebate'. Hizo q~e los herejes de la economía terés por la expresión y el análisis numéricos de sus conceptos, por ejem-
trataran el n~llajgsmo prek~rnesi_ªJ.1<2 como poco más que un ejercicio de plo, por las posibilidades de la econometría, que se institucionalizó con este
relaciones públicas a favorcfef capitalismo parttgario del láissez-faf!e, punto nombre en el decenio de 1930. Al mismo tiempo se empezó a disponer de
de·vista poco apropiado, aunque no sea totalmente.irrazonable para los lec- importantes instrumentos operacionales, algunos procedentes de la economía
tores de Mises y Hayek. política clásica prernarginalista o macroeconomía, por mediación del marxis-
De lo que se trata es más bien de que lé!_ ísJ1;9l9~e ocupar un lugar · mo, como el análisis de input-output que aparece por primera vez en el es-
tan destacadC> ~!!__e.Ldebate, la teoría pura y la historia podían l~arse nilia- tudio preparatorio de Leontiev para el plan soviético de 1925; otros, de las
das h'ostiles desde uno y otro lado de un abismo cada vez mayor, un bando matemáticas de los científicos aplicadas a la investigación de operaciones mi-
podía descuidar la práctica y el otro hacer igual con la teoría, sencillamente litares, como en el caso de la programación lineal. Aunque los efectos de la
porque ambos podían considerar que la economía de mercado capitalista teoría económica neoclásica en la planificación socialista también se retrasa-
esencialme_nte se aut9n:gulaba. Ambos (exceptuando los marxistas) podían ron, pqr razones históricas e.ideológicas, en la práctica su aplicabilidad a las
dar por sentada su esta.bilidaclgeneraLy_secular. Los teóricOs puros podían economías no capitalistas también se ha reconocido desde la segunda guerra
considerar las aplicaciones prácticas como secundarias, toda vez que la teo- mundial.
ría aportaba poco excepto enhorabuenas, a menos que los gobiernos propu- Por tanto,jUe.orfa.p:uta...CQUYertida en oper.acionai y ampliada de-esta-ma.,._
sieran medidas -principalmente fiscales y monetarias- que perturbaran nera, ha demostradQ tener.más..relacíón can la práctica de Jo que Scbnmpeter
seriamente las,operaciones del mercado. En esta etapa su relación con la for- . pe!}S.Q_,~n 1908. Realmente ya no sie puede decir que n~ tiene niggµIl U§Q
ma en que la empresa privada y el gobierno llevaban sus asuntos se parecía práctico. Con todo, en términos médicos -si me permiten que insista en la
bastante a la relación de los críticos y los teóricos cinematográficos con los vieja metáfora--:-- no produce fisiólogos, patólogos ni diagnosticadores, sino
cineastas antes del decenio de 1950. A la inversa, los empresarios y -ex- escáners para explorar el cuerpo. A no ser que esté muy equivocado, la teo-
cepto en los campos de las finanzas y la política fiscal- los gobiernos no ne- ría económica facilita escogei· entre decisiones y tal vez crea técnicas para
cesitaban más teoría de la que estaba implícita en el sentido común empírico. tomar decisiones, ponerlas en práctica y supervisarlas, pero ella misma no
. !-,o que !l~ce~itaban las empresa.s_y el gobierno era información y pericia g~!!~.nuie.cisi.ones-I2.,ositivas sobre la política que debe seguirse. Desde luego,
técnica, cosas por las que los teóricos puros no sentían mucho interés y no cabe argüir que esto no es nuevo. Siempre que la teoría económica ha pa-
podían proporcionar. Los administradores y los ejecutivos alemanes pensaban recido señalar de modo inequívoco determinada política, ¿no sospechamos
que la necesitaban más que los británicos. Mientras la ciencia social alema- -salvo en casos especiales- que las respuestas se han incorporado de an-
na los alimentase con un gran caudal de estudios empíricos admirablemen- temano en la demostración de su carácter inevitable?
te preparados, no les importaba que no existiese ningún Marshall, Wicksell Mientras que los teóricos neoclásicos produjeron mejores in~trumeI1tos
o Walras alemán. Ni siquiera los marxistas, por el momento, tenían que preo- políticos de Tó que·arpññcipTo"sóspecháron, sus.adversaiios historici.stas .€,, ins-
cuparse por los problemas de una economía socialista, o cualquier economía títticionalisfas 'hán resultado peores de lo que esperában en' lo que se refiere ''
de la cual fueran responsables, como atestigua la falta de toda consideración precisamente a la función de la que se enorgullecen, a saber: guiar a un es-
seria 9e los problemas de la socialización. La primera guerra mundial empe- tado partidario del intervencionismo económico. En este sentido, su anticua- -
zó a cambiar esta situación. . do positivismo y su carencia de teoría iban a resultar fatales. Por esta razón,
Se da la paradoja de que los lí~~~de ~-°: planteamiento historicista o íns, ; . · Schmoller y Wagner y John R. Commons forman ahora parte de aquella his-
titucionalista, que rechazaba la teoría pura, se hicieron evidentes precisamen- toria que cultivaban tan asiduamente. Sin embargo, en dos sentidos su apor-
te en ef m-orriento en que hasta las.~onomías capitalistas, cada vez más de- tación no puede rechazarse.
pendientes de los sectores públicos o dominadas por ellos, tuvieron que ser En_primer lugar, como ya se ha sugerido,Jome~~on un estudio concre-
administradas o plwificadas deliberadª-.~Qt~. Para esto s,e requerían instru- , to verdaó,erament~ serio de la r~idad económica y social que tanto.. preocu-
mentos intelectuales que los historíi.istas y los institucionalistas no propor- . paba) l\lI~_h,all. Antes de 1914 los alemanes se asombraban constantemente
cionaban, por más que se ínclinaranfl.Jav9r del intervencionismo. Vemos que y con razón al observar la pura falta de interés de los economistas británicos
.duranteJ_aga de!_~-~uierras myI19!a!e,s aparece una economía de gestión y por los dato~s de su economía, y la endeblez y la irregularidad consi-
planificación basadc1 en la teoría. La esperanza de una. vuelta a la «normc1li- guientesiíeh información cuantitativa sobre ella. De hecho, allí donde los
dad» de 19.13 aplazó un poco la adaptación de la ciencia económica neoclá- estudiosos británicos y alemanes trataban de modo fáctico el mismo tema, r·i' /
sica, pero dei;pués de la depresión económica de 1929 dicha adaptación avan- como Schulze~Gaevernitz y Sydney Chapman trataron la industria algodone- ·
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····~~,:::.~/;~.., .
··--·----------'--..:_;_-~..;...;,.--------------~
114 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, 1 115

ra británica, es difícil negar la superioridad del trabajo de los alemanes. De s~~l.~r:a.consciente d7 que algunas perso11as pensaban que la concentracjón
vez en cuando la escasez de datos que fueran fruto de investigaciones efec- ·económica era fruto del desarrollo capitalista y se pteocup.aban por:.lo.~Jru,sts
tuadas en Inglaterra obligaba a traducir monografías alemanas sobre temas y los monopolios. Sin embargo, hasta el final de su vida los consideró casos
británicos. Asimismo, muy a menudo las pocas investigaciones empíricas que especiales. Su creencia en la eficacia del libre comercio y la entrada libre de
se hicieron en Gran Bretaña antes de 1914 procedían del campo de la hete- nuevos competidores en las industrias parecía inquebrantable. Es cierto que,
rodoxia económica, como los economistas de Oxford que en gran parte han como realista, nunca supuso que la competencia fuera perfecta, pero mostra-
sido olvidados porque gravitaron hacia el servicio social y público (por ejem- ba pocas señales de reconocer que la economía capitalista ya no funcionaba
plo, Hubert Lewellyn-Smith en el Ministerio de Comercio, y Beveridge), o de como en el decenio de 1870. Sin embargo, al publicarse Jndustry and Trade
fabianos decididamente institucionalistas que habían simpatizado con los his- en 1919, ya no era razonable suponer que estas cuestiones, por importantes
toricistas en la3uen-a.,de los mét.9dos y cuya London School QWQI!Q.ffiÍS~ que fuesen en Alemania y los Estados Unidos, no tenían ninguna importan-
se fundó como cenl!'Q ªnti.marshalliano. El único estudio británico fáctico y cia en Gran Bretaña. Hasta la Gran Depresión no se ajustó la teo1ia neoclá-
serio de la concentración económica antes de 1914 fue obra de un funciona- sica a la «competencia,impe~fi»corr1ojiqriñácfo.la'économía. -·
rio fabiano que fue también el principal artífice de la creación del primer El se,gundo &rn.lL~m.~j~ es el que se produjo, o arraigó, en el cuarto de
Censo de la Producción en 1907.8 A la inversa, no hubo ningún equivalente ~tJLSigyió .~.@~!:1!~~rra mundial. Sí bien ahora resultaba obvio
de la masiva serie de monografías aplicadas que produjo en Alemania la Ve- que una vuelta al mundo del decenio de 1920 no era ni posible ni deseable,
rein für Sozialpolitik sobre temas económicos además de sociales. Durante no puede decirse que la nueva fase de la economía mundial fuera analizada
muchos años no hubo ningún equivalente de aquella iniciativa instituciona- de modo apropiado por los economistas ortodoxos en sus propios términos
lista que fue el American National Bureau of Economic Research. Desde la históricos. Hay que decir que hasta la más fuerte de las escuelas heterodoxas
segunda guerra mundial nos hemos visto obligados a ponernos hasta cierto que han perdurado, la marxista, se mostró mucho más reacia a mirar con ojos
punto a la altura de los demás, pero no cabe duda de que durante el período realistas el capitalismo de la posgúerra de lo que se había mostrado en los .
de entreguerras muchos de los debates entre economistas británicos se basa- decenios de 1890 y 1900. El acentuado renacer de la teorización abstracta de
ban en lo que se ha dado en llamar «estadísticas sugestivas» más que en al- los marxistas contrastaba de modo bastante lamentable con la torpeza con
guna de la información detallada de la que ya entonces se disponía. En resu- que los marxistas afrontaron -o, hasta el decenio de 1970, evitaron afron-
men, los gebat~~. tendían a d~cuidarJa información sobre la..econ~sabla tar- las realidades del mundo que les rodeaba. No obstante, en la medida
la que fuese visible para.eLproy~r.Qiªl v_gm):)re de la calle, como era el
i~L~~~mweo. . . .. .. .
~ª§º en que se reconocía una realidad históricamente nueva, era desde una posi-
ción marginal. l K. Galbraith formuló su visión del «nuevo estado indus-
En segundo lugar, los ~etero~oxos. eran .1n11cho rp~ S.<P.S.~i.en~e,s .ta.nto ~e trial», que ya estaba implícita en sus anteriores El capitalismo americano y
las cosas que nunca permane5:en ig.ual como de los cambiQ.s.históricos reales La sociedad opulenta, principalmente en términos de la economía metropo-
'líabidcis ·en la economía capitalista. Han tenido lugar dos_grandes transfor- litana de las grandes sociedades anónimas, en gran parte independientes del
magQnes de di.cha economía.dúr'áñte los últimos cien-años: Efprliñero-;--m¡-: «mercado». Señalaré de paso que fue recibido de modo mucho más favora-
éíá finajes del siglo x1x, ·es aqüel'comraerqüe Ia gente.de la épocairató de ble por los profanos en la materia, que entendieron de qué estaba hablando,
luchar bajo etiquetas como <_i_~P.~E~~,}~fapitalismo fin~f!~i.~(Q». 5iGO· que por sus colegas. Desde Santiago los economistas de la Comisión Econó-
lect!Yifilna» y otras, a la vei que se reconocía que los diversos aspectos del mica para América Latina de la ONU criticaron la creencia de qudos cos-
cambio estaban relacionados. El primero de estos cambios se observó relati- tes comparativos destinaban el tercer mundo a producir materias primas y
vamente pronto, aunque no se analizó como era debido; pero pienso que lo pidieron su industrialización. Sin embargo, hasta el final de la «Edad de Oro»
hizo exclusivamente gente que era heterodoxa o marginal: historicistas ale- en los primeros años-setenta no se juntaron los dos fenómenos (esta vez fue-
manes como Schulze-Gaevernitz o Schmoller; J. A. Hobson, y, desde luego, ron en gran parte neomarxistas heterodoxos quienes se encargaron de ello)
marxistas como Kautsky, Hilferding, Luxemburg y Lenin. En esta etapa la en la yisién unaJ~~e}r,a~~nacional del capitalismo en la cual la institución
teoría neoclásica no tenía nada que decir sobre ello. De hecho, Schumpeter, a través de la que se expresa la dinámica de acumulación.capitalista e.s.. la
lúcido como siempre, arguyó en 1908 que la «teoría pura» no podía tener grat1, ~mpresa y no el estado-nación. [En los decenios de 1980 y 1990 esto
nada que decir sobre el imperialismo salvo lugares comunes y reflexiones pasaría a ser la moneda de cambio de un neoliberalismo revivificado. No
filosóficas inexactas. Al cabo de un tiempo, cuando él mismo trató de dar es necesario que nos ocupemos aquí de si esta formulación subestima o no el
una explicación, partió del dudoso supuesto de que el nuevo imperialismo de papel de la economía nacional.}
la época no tenía ninguna relación intrínseca con el capitalismo, sino que era Mientras que los heterodoxos quizá tardaron más de lo que cabía esperar
una reliquia sociológicamente explicable de la sociedad precapitalista.~- en reconocer una nueva fas~- del. capitalismo, parece que los ecQ.nomistas or-
116 SOBRE LA IDSTORIA • HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, 1 117

J.9~](.0S_rg9~µ:_a,r9n poco i,nt~r,~~J>Orel ~spnto. En 1972 el ya f~lecido ~arry a la q[!e.podía11rec::urrir lC>§_diómetrns. 10 Las bibliotecas no tienen ningún
Johnson -inteligencia sumamente poderosa y lúcida, pero no 1maginat.va- principio excepto la clasificación arbitraria. Lo que se ha denominado «el
aún predecía que la expansión y la prosperidad mundiales continuarían inin- imperialismo>> de la ciencia económica desde el decenio de 1970, que mul-
terrumpidamente hasta finales de siglo salvo si estallaba otrc;i guerra mundial tiplica las obras sobre la economía de la delincuencia, del matrimonio, de la
o se producía el derrumbamiento de los Estados Unidos. Pocos historiadores educación, del suicidio, del medio ambiente y de lo que sea, sólo indica que
hubieran mostrado tanta confianza. a la ciencia económica se la considera ahora como una disciplina de servi-
Mi argumento da a entender que la economía, ~v?r~i_~dA de la histori~ es cio universal, aunque ello no quiere decir que pueda comprender lo que
como un barco sin timón y qu~ l_q.u_conomistas sin la historia no tienen una hace la humanidad en el curso normal de la vida, ni cómo cambian sus ac-
idea muy clara de hacia dónde navw el barco. Pero no sugiero que estos de- tividades.
fectos puedan remediarse por el sencillo procedimiento de utilizar unas cuan- Y, pese a ello, !~ ecooqmistas.JliLpueden por menos .de interesars~ por
tas cartas de navegación, esto es, prestando más atención a las realidades eco- el análisis.delm_ªtqjal empírico, pasado o presente. Pero esto no es más que
nómicas concretas y a la experiencia histórica. La verdad es que siempre han una mitad del tiro de caballos que arrastra lo que Morishima dijo una vez
abundado los economistas deseosos de tener los ojos abiertos. Lo malo es que era el carruaje de dos caballos de la. metodología. La ()_l!a ~tlld se ~asa
que, si son fie:les aJa tradición con~~néional, su teoría y su método como principalmente en_ 111_9.g~.s>5...Jd!áticq_s que se apoyan en supuestos generaliz¡¡-
tales ño)es han ayudado a-sáber·dónde,d.®~n mirar y qué deben buscar..El es- do~y muy simplificJidos, cuyas f2nse.c~encia.s se anali~an luego, para lo cual
tudio de los mecanismos económicos estaba divorciado del estudio de los fac- · 1ióy día se emplean principalmente términos matemáticos. ¿Qué hay que ha-
tores sociales y de otro tipo que condicionan el comportamiento de los cer para conducirlos juntos? Por supuesto, btlen~ parte de la ciencia ~conó-
agentes que constituyen tales mecanismos. Esto es algo que hace mucho mica se ha acercado bastante a la creación de modelos que se deriva,Il de la
tiempo j\1atµj.g_Q2_b.b señaló en Cambri~ge. 0 \ e , :, ' ~- realidad econqmii:;a, esto es, de la producción en términos de inputs reales y
Lo que sugiero es una ¡,es~rya_más rllclical en relación con la ciencia eco- no en términos de utilidades; e incluso de economías divididas en sectores
nómica convencigaal. Mientras se defina como la define Lionel Robbins, es cada uno de los cuales tiene su· propio modo de acción socialmente y, por
decir, puramente como una cuestión de el~c!Ó!l_-y así la define todavía el · ende, económicamente específico.
libro de texto de Samuelson, que es la Oiblia del estudiante-, sólQ_Qy~e. Naturalmente, como historiador estoy a favor de estos modelos histórica-
tener una relación fortuita.con el proc~o real de producción social que es su men.t_e e¡¡.pecíficos, basados en una generalización de. la realidad empírica.
tema ostensible, con lo que Marshall (que no estuvo a la altura de su definí-_ -··uña teoría_que supone la coexistencia de un sector centr,al <>,li_g2pólico de la
ción) llamó «el estudio de la humanidad, en .las cosas corrientes de la vida». economía capitalista y un margen competitivo es obviamente preferible a una
Lo que ocurre es que se concentra en actividades dentro de este campo, que suponga un mercado totalmente libre y competitivo. Sin embargo,2
pero hay muchas otras actividades a las que puede aplicarse el principio de pregunto si siquiera esto responde al gran interrogante sopre el futuro, del
la eleéciófl económica. Divq¡ciada de un-~º específi?o de. la J~li.gad. la que los historiadores son siempre conscientesy que ni tan sólo los econo-
dencia económica del:>e convertin;e en lo que Ludwig von Mises denominó mistas pueden descuidar, siquiera porque la planificación a largo plazo es lo
«praxiología», que es una· ciencia y, por ende, una serie de técnicas para que deben -o deberían- hacer no sólo los, estados, sino también las gran-
pr.ogramar; y también, o como otra posibilidad, un modelo normativC> de des sociedades anónimas. :0,.j§P-4~ ~e 4i~ml!!l.f10? ¿Cuáles son las ten-
cómo el hombre económico d~áªctuar, dados unos fines sobre los cua- dencias de su desarrollo dinámico, con indep~ndencia de nuestra capacidad de
les, como discipli,na, no tiene nada que decir, influir en ellas, que, como debería estar claro·, es muy pequeña a largo plazo?
La segunda opción no tiene nada en absoluto que ver con la ciencia. Ha [Cuando escribí el presente artículo la economía global. y transnacional aún
llevado a algunos economistas a ponerse el alzacudlo,del teólogo (laico). La no parecía tan triunfante- como parece a mediados de los años noventa, y, por
primera, como ya hemos señalado, es un logro importante y, como también tanto, la sencílla creencia de que el futuro consistiría en un sistema mundial
hemos señalado, tiene una importancia práctica inmensa. Pero no es lo que de mercado libre realmente incontrolable aún no nos. distraía de la tarea de
hacen las ciencias sociales ni las ciencias naturales. Schumpeter, lúcido como examinar en realidad lo que traería.]
siempre, se negó a definir su campo excepto como «una enumeración de los Precisamente ..@~ª19.lfüliwl J}!..Yalm: .d.eJ(!S~.Yi.sicw~.his12fi,2~1):!~_n!~JtJTai-
"campos" principales que ahora se reconocen en 1a práctica docente>>; por~ue gadas del desarrollo ey9né>rnic0 co~9J.t1.Jl~Marx yJa de. Schumpeter:
Jlil. era.-.eu.fill.QI)!!TIQ!!1-5<t!tlª ciei;ic:ia en.~! ~~!?~-~?.~IJ.ql!e lo es la acúsuca, smo se concentraron en los mecanismos económicos internos. ewecíficP.s..Jiu.e
más bien una aglomeración de campos 9~ iI!v~stigación mal coordinados y mueven a: tiria economía capJtaH~t~yJfi\ii.12o~en una dtrec~ión. No estoy ha-
coio.cidentes».9 Fogel puso inconscientemente el dedo en el mismo defecto blando de si la visión de Marx, más elegante, es preferible a la de Schumpe~
- cuándo ;1Jabo a la economía por la <<gfaII biblioteca de InOdelOS e.CQp.ÓmiCOS»
.. _--""-- _,. ~-7. . . ..• • . ter, que sitúa las dos fuerzas que mueven al -sistema -las innovaciones que
~ -

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118 SOBRE LA HISTORIA

hacen que avance, los efectos sociológicos que le ponen fin- fuera del mis-
mo. Sin duda la visión schumpeteriana del capitalismo como una combina-
ción de elementos capitalistas y precapitalistas ha contribuido mucho a ilu-
minar a los historiadores del siglo XIX.
El interés d~ este tipo de planteamiento de la dinámica histórica no estri-
ba eñ·si nos permite poner a prueba sus prédiéciones.:..Dado fo que son los
seres humanos y las ~g,,?des deLmundo..real, es auiesgado hacei: mo-
fecfas. Tanto en Marx como en Schumpeter influyen la ignorancia y sus de-
seos:-temores y juicios de valor. El interés de e$tOtPJ~11t~!1.mi~!1~~~~tá. en el 8. HISTORIADORES
intento de ver los acontecimientos futuros en términos q~e n9 .sei!_!1 Ené;Jes.' Y ECONOMISTAS, II
PoiqüefücTuso·erintento más sencillo en este sentido tiene un resultado im-
portante. El mero reconocimiento por parte de Marx de una tendencia secular
a que la co.rnpetencia libre genere concentración económica ha sido enorme- Cabe la posibilidad de que los economistas estuvieran de acuerdo sobre
mente fértil. La mera conciencia de que el érecimiento global de la econorrúa el valor que tiene la historia para su disciplina, pero no que los h.!filQ.riadores
no es un proceso homogéneo o linei!J, gobernado por la doctrina de los cos- pensaran lo mismo sobre el valor de la cienci~ecqnómica para la si.cya. Esto
tes comparativos, produce mucha iluminación. El simple hecho de reconocer se -deDeen parte a qí.fe la hj~!Qi:ia)1Karcaím.campo mucho más arnQlio. Como
que hay ~<??_icidades econ?ri:iica;s. a largo plazo que encajan en los cambios hemos visto, es un inconveniente obvio de la ciencia económicaJ:omo disci-
bastante considerables de la estructura y el estado anímico de la economía y plina que se ocupa del mundo real el hecho de que seleccione alg11nosx sólo
la sociedad, aunque, como las Q.n,das de Kondratiev, no tengamos la menor algunos aspect_o~-~~! csimJ?.().~ª11Q...C.QlllO...ss.ec.QP..QffiiC.QS» y ~~je
idea de cómo explicarlas, hubiera reducido la confianza de los economistas que del resto se encarguen otros. Mientras su tema se defina por la exclus1on,
convencionales en los decenios de 1950 y 1960. los economistas no podrán hacer nada al respecto, por más conscientes que
Para que la ciencia económica no continúe siendo víctima de la historia, sean de sus limitaciones. Como ha dicho Hicks: «Cuando se cobra concien-
intentando constantemente aplicar sus instrumentos, en general con retraso, a cia de [los] vínculos (que conectan la historia económica con las cosas que
los acontecimientos de ayer que se han vuelto lo bastante visibles como para normalmente consideramos que son ajenas a ella), nos darnos cuenta de que el
dominar el panorama de hoy, a_l}_~es.ar_iQ,Sll!.tf~rllle_o redesc_u~.rn esta_p.ers- reconocimiento no es suficiente>>. 1
pectiva histfüica. Porque puede que esto tenga relación-no· sólo con los pro- ~ a . en cambio, no puede optar a priori por excluir ningún as-
blemas de mañana, sobre los que, si es posible, deberíamos pensar antes de pecto de la historia humana, aunque de vez en cuando opta por concentrarse
que nos abrumen, sino Jaml)ién conJª temia de mañana. Permítanme concluir en algunos y descuidar otros. Por comodidad o por necesidad técnica, los his-
con una cita de Ún exponente de otra teoría pura. «Cuando pregunto sobre toriadores tienden a especializarse. Algunos se ocupan de la historia diplo-
la importancia de las ideas de Einstein sobre el espacio-tiempo curvo -es- mática, otros de la eclesiástica y otros se limitan a la Francia del siglo xvn.
cribe Steven Weinberg-, más que en sus aplicaciones a la relatividad ge- Sin embargo, básicamente toda la historia aspira a ser lo que los franceses
neral misma, pienso en su utilidad para formular las próximas teorías de la llaman «historia total». Así ocurre también en el caso de la historia social,
gravitación. En física las ideas son importante~ siempre de modo prospecti- aunque tradicionalmente se ha cultivado en conjunción con la historia eco-
vo, mirando h_~cja_eUuturo.» No puedo comprender ni aplicar la teoría de los nómica. A diferencia de_ la primera, en ningún caso puede la segunda consi-
físicos, más de lo que comprendo y aplico la mayoría de las ampliaciones de derar que algo es ajeno a su esfera potencial. Se puede decir sin temor a
la teoría en las ciencias económicas. Sin embargo, cQmQ.historiador me preo- equivocarse que ningún economista comparte la aparente creencia de un ex
cupa siempre el futurQ: ya sea el futuro tal como ya ha nacido de algún pa- director del Times de Londres en el sentido de que, si Keynes hubiera tenido
sado anterior, o tal como es probable que nazca del continuo del pasado y el unas preferencias sexuales diferentes, se hubiese parecido más a Milton
presente. No puedo evitar la sensación de .que..en lo que se refiere a esto los Friedman, menos todavía que su vida privada tenga algo que ver con el juicio
economistas podrían aprender d~ nosotrOtª2L COJ!l.Q de los físicos. que merezcan las ideas keynesianas. En cambio. no me cuesta imaginar a un
historiador social o general que tal vez piense que ambas cosas arrojan luz
sobre una fase determinada de la historia de la sociedad británica.
Así pues, hasta el campo especializado de·f~historía económica es más
amplio que el cam..QQ. C9nvencionaJ de la.cienc:ia económica tal como se de-
0

ñne actualmente. Clapham opina que es valiosa principalmente en la medida



¡
¡· 120 HISTORIADORES. Y ECONOMISTAS, 11 121
SOBRE LA HISTORfA

en que puede hacerse extensiva a campos más amplios. Por ejemplo, ningún más interesante- felicitar a los antropólogos de la econonúa p(?r haber des-
historiador económico -en mi opinión, ningún historiador- puede evitar cubierto la «opulencia de la edad de piedra». Esto nos recuerda que hasta las
inten-ogantes fundameta!es sobre la evolución social y económica de la hu- economías más primitivas normalmente pueden adquirir un excedente su-
manidad hasta el presente: ¿por qué algunas ·sociedades parecen ha.berse de- perior al que se necesita para el consumo inmediato y la reproducción del
tenido en un punto de este proceso y otras, no? ¿Por qué todo el itinerario grupo, pero no nos dice por qué algunas. destinan un valioso tiempo de tra-
hasta la moderna sociedad industrial tuvo por marco una única parte del bajo y unos recursos igualmente valiosos a un fin en lugar de a otro. ¿Por
· mundo? ¿Y cuáles han sido o son los mecanismos de estos cambios, endó- qué, por ejemplo, las tradicionales comunidades de pastores de Cerdeña or-
genos o provocados, o ambas cosas a la vez? Esta serie de interrogantes in- ganizaban periódicamente fiestas colectivas en las que se despilfarraba gran
tegra automáticamente la historia en el campo más amplio _de las ciencias parte de su modesto excedente a expensas de su capacidad de ahorrar e in-
humanas y sociales. Sin embargo, aunqúe, como pensaba Marx, la economía vertir? Sin duda alguna esta elección puede analizarse microeconómicamen-
política (en el sentido que él le daba) fuera la anatomía de la.s.ociedad civil, te en términos de las preferencias individuales relacionadas con el bienestar.
está claro que va más allá del campo· de la ciencia económica normal tal ¿No podemos decir que es mejor que los pobres coman a veces tanta carne
como suele definirse. Podemos 1._9-~beríamos u@zar_ las. técnica.s, los.modos como puedan en lugar de no comer nunca suficiente carne? Del mismo
~ª1"..E~l!!.~~~ón y los ffi()tje,lqs.~dela.ciencia.económica, pero no pQde111os modo, puede que tomarse muy de vez en cuando unas vacaciones seguidas
limitarnos a ellos. -----· . . . . . . sea preferible a tomarse una serie de días libres. Pero esto significa pasar por
--·-Ta historia _no puede ni 11ece~ita usar algunos de estos modelos excepto, alto la función socioeconómica de tales fiestas, que ~s obvia tanto para los
por así decirlo, c9,m9 ..c.ontroles. mentales. Veo poca relación entre la cons- antropólogos como para los historiadores y consiste, de hecho, en dispersar
trucción de mod_e}_2~-~e__,~o!lo1!1!as p95ibles o imaginarias y la historia, que y redistribuir los excedentes acumulados con el fin de evitar una desigualdad
es lo que realmente sucedió. Más que analizar teorías, lo que a veces hacen económica excesiva. Son una de las técnicas que se emplean para mantener
los ~nóroetw ·es d~hl.ccómo seríi:el mundo si las teorías fuesen co- el sistema de intercambio mutuo entre unidades teóricamente iguales, lo cual
rrectas. Este es un procedimiento tentador en los casos, que distan mucho de garantiza la pennanencia de la comunidad. Tampoco explicaría un análisis de
ser infrecuentes, en que resulta que en la vida real la teoría no es aplicable la elección racional-individual la diferencia entre esta pauta de consum0, y la
o analizable. Tales ejercicios, por interesantes que sean, incumben a los his- que se está manifestando ahora en el hinterland sardo a medida que va pe-
toriadores sólo en la medida en que pueda resultar que las economías ana- netrando en él la opulenta sociedad de consumo.
lizadas de esta manera son economías"reales inadvertidas o determinan los En resumen, los historiadores deben partir de ja observación de Mm en
límites fuera de los cuales ninguna economía, real. o imaginaria, podría fun- el sentido de que la ~onomía es siempre históricamente específica, la pro-
cionar. ducción es siempre «producción~n cierta etapa de desarrollo social. produc-
De modo parecido, también es posible, y frecuente, formular modelos tan ción por parte de individuos sociales», aunque también sean conscientes, con
generales, que sean aplicables de modo universal, pero a ~Xp(:ll_~_as, de que re- Marx, de que la abstracción en cierto nivel de ~neralidad -por ejemplo,
. sglten t¡;jyjá)ef"J\Sí,senapos1ble decir que puede probarse que el comporta- <P.E..<?.~~-~~J<S_11__en g_eneral»- es legitima. Pero también, al igual que Marx,
miento de los aborígenes australianos en la maximización de las utilidades deben aceptar que esta~..&~mfil'.@ades, por comp~a~_que se~'h.-~2!ÜD$ufi-
(definidas en un sentido suficientemente general) es más racional que el de cientes par~~C(?filP~!ld,~r f!!!!Jguier eta~ hfst6rfoa reiil de la prOqucció1u>J..a
los modernos hombres de negocios. Esto no es ni sorprendente ni interesan- naturaíéza de su transformación ..:_incluicla.la.~a.
te. Aceptamos que todos los miembros de las «economías» de clase, desde los Por decirlo de forma más general, los historiadores nei;esitan ex¡2licado-
bosquimanos hasta el Japón actual, pertenecen a dicha clase porque tienen nes además de anáfui..§., La ciencia~~rnnómka, quizá a impulsos de una__pru:
ciertas caracteristicas en común. Sin embargo, lo que interesa al historiador dencía}ustificada, prefiere lo segundo a lo primero. Lo que nos gustaría saber
es lo que no tienen en común y por qué, y en qué medida, estas diferenciás·· espor qué la situación «A» fue seguida de la situación «B» y de ninguna
explican la gran diferencia que existe entre el destino de los pueblos que si- otra. Comci historiadores sabemos que hubo siempre un solo y único resulta-
guieron siendo cazadores-recolectores y los que con el tiempo crearon eco- do, aunque es importante considerar otros e os osibles, en especial
nomías más complejas. Puede que la afirmación dé que los aborígenes, o, cuando sorpren e que no os aya. ¿Por qué, por ejemplo, el capitalismo in-
para el caso, todos los mamíferos sociales, también hacen frente v resuelven dustrial no se formó en China en lugar de en Europa? Incluso cuando el re-
el conocido problema de Robbins; el de de~tinar recurso~~<eMos.'.a.fi~ que sultado no es sorprendente, en modo al~no ~erder el tiempo_considerar
ri_valiza_'!__~in_9!1:.<?S, sea más que una tautología, pero en sí misma no ayuda otros resultados l)iJ:!9.!~tjc_o.s, pero para los historiadores el interrogante prin-
al historiauor. . · cipal es por qué se construyeron ferrocarriles y no de qué manera se hubie-
Tampoco es una gran ayuda para los historiadores -aunque me parece se podido prescindir de ellos en el siglo XIX.
122 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, 11 123

Aquí, una vez más, la abstracción, la ~eneralidad y la restricción de.libt- po de la historia y, ciertamente en el caso de Robert Fogel, el ingenio y la
radas de la ciencia económica neoclásicaJimitan-el-Y.Q...Qe esta clase de teo- originalidad impresionantes que aplicó a la)úsqueda y la utilizaci(¡¡¡ ee faen-
rfa económica. Piensen en el probfom'°a'ae la esclavitud, que se ha analizado tes yde técnicas matemáticas. Sin embargo, su característica específica no es
de modo intensivo en estos términos. Se ha argüido que la compra de escla- esta, sino analizarj[QJ2,ojicion~s en teoría ys.Qnóm~a •. en su. ~ l
vos en los Estados Unidos durante el siglo XIX era una inversión tan buena -1ípoñeoc!asíco;-
como cualquier otra, y mejor que la manufactura; que el sistema de esclavos ... · ?Ej.P2.1:~a_ti2_n ~.s_v~~-~~-~-E_~r9 d~. ipom.e_rlto híi sjd9 m~d¡igqgifJf de modo
florecía en 1860 y no hubiera terminado pronto por razones económicas; que predominante. Desde luego, como señala Mokyr, «el mismo carácter defini-
la agricultura basada en la esclavitud no era ineficiente comparada con la _QQ..de los nuevos métodos los ha limitado a una estrecha sene de proble-
agricultura basada en la mano de obra libre; y que la esclavitud no era in- mas». 4 De hecho, la cliometría ha sugerido() incluso instaurado varias reví-.
compatible con un sistema industrial. No voy a tomar parte en el apasionado siones de las respuestas a determinados interrogantes propios de la historia
debate en torno a estas proposiciones, pero si los que las defienden están en económica, principalmente desde el siglo xvm. Sin embargo, podría decirse
lo cierto,2 y si sus argumentos son aplicables a todas las economías basadas que su función principal ha sido crítica. Al observar que los historiadores
en la esclavitud que existían en el siglo XIX, y este tipo de análisis de cos- econ-¡rn;icos tradic1onhles expresan ae modo implícito proposiciones de his-
te-beneficio es suficiente para analizar dichas economías, entonces las cau- toria económica, a menudo de forma confusa y mal fonnulada, los c!ióme-
sas de la desaparición de la esclavitud deben buscarse totalmente fuera de la tras han intentado ha lícitas estas ro osiciones y, en la medida en que
historia económica. Pero, si fuera así, todavía tendríamos que explicar por puedan JQffil.~.l~~}~. modo r!$U:9~.Q X.~~~-~~~-t-1.-i}~-~~izar!~~ J?E:. me9l? de
qué la esclavitud desapareció en todo el mundo occidental en el siglo XIX. los datos estadísttcos. Eqfririlér ejercicio nunca es superfluo. Al merios, gráñ
Además, incluso suponiendo que hubiera sido abolida en todas partes sólo 'parte de lo qúe sé escribe sobre ciencia económica todavía parece consistir
por medio de la coacción externa, como en los estados del sur de Norteamé- en este tipo de clarificación. El segundo es admirable, en la medida en que
rica, aún tendríamos que explicar por qué no _la sustituyeron con algún . puede probar que afir!118:_cjog_es}i~tó~~a~ que.gozan de aceptaci~n gen~raJ_y
equivalente funcional. De hecho, así se hizo en muchas partes, mediante la · á,¡¡ ~spíritu crític<:y_on ~rróneas. Hay que recorioéet que· a veces ráiiibíén es
importación en masa de mano de obra contratada, principalmente india y posible demostrar que son erróneas simplemente contando, sin apenas recu-
china, cuya situación no era muy distinta de la esclavitud. Pero la mano de rrir a la teoría. A la inversa, por supuesto, puede que las estadísticas no sean
obra contratada también estaba destinada a desaparecer en todas partes. ¿Las suficientes para resolver la discusión de modo definitivo. Así, si bien «la
consideraciones económicas tampoco tienen que ver con esta desaparición? Nueva Historia Económica ha alcanzado cierto consenso sobre la trayectoria
Además, volviendo a los Estados Unidos, la prueba cliométrica de la efi- real de los niveles de vida [británicos] después de Waterloo», a saber: que
ciencia y el progreso de la economía basada en la esclavitud no explica una empezaron a subir, de modo considerable, los pocos artículos sobre los que
anomalía obvia en la historia económica de los Estados Unidos, a saber: que disponemos de cifras de consumo per cápita para toda la población (té, azú-
la renta per cápita regional de los estados del sur no convergió hacia la me- car, tabaco) dignas de confianza no muestran ninguna subida secular antes de
dia nacional del mismo modo y en la misma medida que las otras regiones mediados del decenio de 1840, y, por tanto, «persiste la duda» sobre este
principales, al menos antes de 1950, fenómeno que no puede descartarse por debate. 5 En todo caso, en la medida en que la cliometría obliga a los histo-
completo diciendo que fue la secuela de la victoria del norte en 1865. 3 En re- riadores.~p~_nsar ch!r~~~te y ha~~4~_cieteC1Qide_tQntYJª~lefuncip-
sumen, 1ª.J>royección del análisis econQ!.llic.n...ac!ual..hacia el pasado na a.cro- n.es nece.~11rü1§ J.'. valiosas.
jJu.l.ingunaJuz...s.o.b.re..1ma extensa ZQna del 12rqblel.Jlll,,d,~lJilitQr.iJ1dm: Esta no. · A diferencia de otros historiadores, también estoy dispuesto a dar la bien-
es razón para supQ.1rni·. qu.~_,ptro tipo de análisis econóulico -por ejemplo, venida a sus incursiones en la historia imaginaria o ficticia conocidas por el
uno que se preocupara menos por la elección racional de inversores y em- nombre de «contra[ácticos», y por las mismas razones. Toda la historia esiá
presarios individuales- OQ ~filiul .caso. llena de condícionales contrafácticos implícitos o explícitos. Oscilan entre las
Esto me lleva a la cuestión de la cliometría, la escuela que transforma especufac1ones sobre otros resultados posibles como, por ejemplo, las que
la historia económica en ~1!!.Wía retro~pecux:a. Sería absurdo rechazar la hizo Pascal sobre la nariz de Cleopatra, y otras cosas más específicas que hu-
cuantificación y la aplicación de los instrumentos estadísticos, matemáticos bieran podido suceder y no sucedieron: ¿y sí Lenin se hubiera quedado en
y de otro tipo que sean apropiados a cualquier pa.1:e de la histori::i. Quien no Zurich et! !9 l 7? ¿Y si Neville Chamberlain se hubiera resistido a las exi-
sabe contar no puede escribir historia. Como ya proclamó entonces August gencias de Hitler en 1938, como Je instaron a hacer los generales alemanes
Ludwig von Schlozer, honra de la Gotinga del siglo xvm: las_e..§J.adísticas son que planeaban un golpe contra Hitler? Muchas de estas pretenden ser verda-
Jiig<:,ria estática, la historia es estadísti9§~vim!.e~to. Hay que dar ta deras posibilidades, es decir, dan por sentado que tomar la medida «A» en
bienv·emaa'"1llfliotableaportac16n de los.clióroerras a la ~~i':~~n en el cam- vez de la medida «B» hubiera alterado de modo específico el curso de los
124 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, lI 125

acontecimientos. Las condiciones para hablar con sensatez de estos contra- del cambio y la transformación históricos. Pero la teorfaeconómica_no ha
fácticos «reales» las ha comentado Jon Elster en relación con la cliometría. 6 ,eonQentrado _&!"an parte_ de. su atención 1;_n_ tales~91:!QlUÍaS .. Si aplicamos el
Curiosamente, }1l_historia econ_ó_mic.~UJadicion;tl se inclina menos a esta for- análisis del equilibrio de modo retrospectivo, co!1'emos el peligro de hacer las
ma de especulación que la historia politicaaJ.a_imtigua. Después de todo, grandes preguntas de los historiadores.
ta_n!Q clla.CQI!]g la ciencia económica se ocupan principalmente de fenóme- En segundo lugar, la ~~!?!1 de ~~~P.ect2,Q.~]~!~~lid.~e.c~óraj9-ª_al
nos que es improbable que se vean afectados de modo más que momentáneo qu~ pu_ede. _aplicars~~~.!~_<?r.í.a__qu1iac1e un~-~falsa. No podemos calc~-
por este tipo de variación. Son disciQli!laS gen~raliz_a_clorns.. lar si construir fa- catedral de Ely o la capilla del King's College fue, segun
Así pues, 1 ~delos coudii.ional..es. G_Ontrnfü.ctif.Q.S ~Jl la Gliometría la teoría de la elección racional, una fotma sensata de invertir dinero, toda
no consiste en determinar probabilidad~s retrosp~c.tivas, aunque no estoy ·vez que el objetivo no era obtener un rendimiento material de un ~apital te-
seguro de hasta qué punto ven esto con claridad todos los que la cultivan. Po- rrenal. Lo máximo que podemos hacer -y, desde luego, esto es importan-
niendo como ejemplo lo que se ha calificado de «el intento más ambicioso te- es calcular los efectos secundarios no buscados de este uso de recursos
de un contrafáctico general jamás hecho por un historiador serio»,7 Railroa.ds sociales (cuidémonos de llamarlo anacrónicamente «desviación de recursos-
and American Economíc Growth, 8 de Robert Fogel, los ferrocarriles norte- sociales»). Keynes sugirió la posibilidad de tratarlos como una forma de obras
americanos realmente se construyeron y Fogel no ha sugerido que de algún públicas destinadas a crear puestos de trabajo; Robert S. López, la de que
modo podrían no h¡¡berse construido. Lo que pretendía era desmontar las cuanto mayor sea la catedral de una ciudad, menor es su clientela, y vice-
explicaciones del pasado que atribuían a los ferrocarriles una aportación im- versa. Quizá sea así. Desde luego, los efectos económicos de la construcción
precisa pero importante al crecimiento económico norteamericano, para lo de catedrales deberían analiza_i·se legítimamente a .la .l!J.z...rle laJ.eoría.disponi-
cual las eliminó de la historia y calculó cómo podrían haberse satisfecho las bk, Sin embargo, es de suponer que la cliometría relacionada directamente
necesidades de la economía utilizando otros medios disponibles a la sazón: con la construcción de catedrales tendría que calcular, en términos de algún
por ejemplo, _los canales. lJna vez más, el principal valor de este E~2.~!'.lj- tipo de economía del bienestar eterno, si, pongamos por caso, la salvación de
miento es. educacional. Pregunta qué es lo que está 1mplíc1to lógicamente, un donante se alcanzaba mejor contribuyendo a la construcción de catedra-
-metodológicamente y a modo de evidencia en el intento de demostrar que .. les u organizando cruzadas o por medio de alguna otra actividad espiritual,
-volviendo a un condicional contrafáctico tradicional- la historia del mun- la cual, naturalmente, también tenía costes económicos y derivados. Pocos de
do hubiera sido muy diferente si la nariz de Cleopatra hubiese sido unos dos nosotros concederíamos mucho valor a semejante equilibrio. Sin embargo, en
centímetros y medio más larga. (De hecho, según tengo entendido, erabas- el siglo XIV a gran ntí.mero de mercaderes les parecería q~e dejar su fortuna
tante larga.) O en la proposición de que el libre c·omercio era bueno (o malo) a un monasterio en bien de su alma era una elección tan racional como de-
para la economía mundial en el siglo XIX. En lo tocante a las preguntas de jársela a sus hijos.
este tipo, los.historiadores tienen mucha menos práctica que los economistas, Estas dificultades afectan también a problemas mucho menos remotos.
cuyo tema las impone de modo constante. Los estudios de la inversión.~ial en educación en el siglo XIX dan por sen-
Por otra parte, l~_limit.aci.QD.§..de la cliometóa sao serias, aunque deje- tado que sus resuiia&;s s~ciales e individuales eran ese,.ncirumente..~.º.I!Ó-
mos a un lado la reserva muy general de otro premio Nobel sobre una histo- .mic<>s, esto es, que se efectuaba como si la _d~ d~~~fa:r recur~o~ a la
1ia económica puramente cuantitativa, a ,saber: que «forz'!_Sall!~nte no~_en- escolarización primaria universal tuviera por objeto contribmr .al crecmuent.o
contraremos, al volve.r. ~J.pa_sado) con que los asp~c.tos_econóJI1icos de la vida de la economía. Dejemos momentáneamente de lado los supuestos a menu-
_están menQJU:!iferenciados de QU:Os aspec~os de lo que lo e,§t~n hoy». 9 Son do arbitrarios que subyacen en estos cálculos cliométricos (véase más adelan-
cuádruples. En primer lugar, en la medida en que ~ect~~obre elJ?_asado te). No cabe duda de que instituir la educación primaria universal supuso la
una teoría esencialmente ahistórica, su relación con los problemas más ge- utilización de considerables recursos sociales con los correspondientes cos-
nerales cfe"Ilevoluc:'ión histórica no está clara o es marginal. Los historiado-" tes económicos y la renuncia a otras posibilidades, y los efectos económicos
· res de la economía, incluso los cliómetras, se quejan de la «incapacidad de de instituirla fueron obvios y grandes, tanto en los individuos como en la so-
los economistas para construir modelos que expliquen los grandes aconteci- ciedad. Naturalmente, pueden y deberían analizarse cliométricamente. Pero los
mientos como la Revolución industriál». 10 Por esto muchos historiadores de historiadores están muy de acuerdo en que, en la mayor parte de la Europa
la economfa han sido reacios a subirse al carro de la cliometría. Los histo- del siglo xrx, para las autoridades y las instituciones que la fomentaban el
riadores se pasan la vida ocupándose de economías que no están en equili- propósito real de la ed_ucación primaria universªJ n.9._era e_cc;m,óroico, a dife-
brio, sea cual sea la tendencia de los sistemas de mercado a equilibrar rápi- rencia de, pongamos por caso, la educación técnica. Era, e.!!,.P,tigJ.~_L\!W,
damente la economía tras una perturbación. Después de todo, es la te.~a i~ológico y político: inct1\e,iir la religión,Ja mQra!ic!-ª9..Y la.Qb~c4~ri.qi11 entre
.delos eqt1füQ!"ios
........... _..,a desestabilizarse
. ......-- lo que tiene importancia para el estudio los pobres, enseñarles a aceptar con satisfacción la sociedad existente y a
.: .. )'t: . - ,....,, . ' ..

126 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, JI 127

criar a sus hijos de modo que hicieran lo mismo, convertir a los campesinos puede influir mucho tanto en los datos como en las respuestas. Supongamos,
auverneses en buenos franceses republicanos y a los campesinos calabreses por ejemplo, que, al igual que muchos historiadores de la economía'. recha-
en italianos. Si todo esto se hacía de manera eficiente o si se disponía de me- zamos el concepto de una «revolución industrial» británica, alegando que el
jores métodos para alcanzar tales objetivos es algo que quizá, en teoría, po- crecimiento agregado de la economía británica entre 1760 y 1820 fue mo-
dría investigarse empleando técnicas cliométricas. Pero los costes sociales de desto, lo cual es otra forma de decir que las industrias que experimentaron
la educación primaria en este sentido no deben calcularse como si hubieran una transfonnación espectacular durante este período quedaron cubiertas por
sido inversiones en un aumento de la productividad para la economía. Se pa- el grueso de las actividades económicas que cambiaron más lentamente y es-
recían más a los costes sociales de, pongamos por caso, mantener ejércitos taban organizadas de forma tradicional. Como se ha señalado, en estas cir- ·
permanentes. Además, en la medida en que en tales cálculos se combinan, los cunstancias los cambios bruscos en el conjunto de la economía son una im-
gastos (reales o imputados) en concepto de educación primaria con los que posibilidad matemática.'' (Se me ocurre una pregunta interesante: ¿hasta qué
se hacían en aspectos de la educación que se consideraban, incluso entonces, punto podríamos demostrar cualquier crecimiento significativo durante el pe-
en términos de productividad económica -por ejemplo, la educación téc- ríodo si incluyéramos en el PNB no sólo los bienes y servicios que entren en
nica-, en ellos se mezclan usos muy diferentes de los recursos sociales. las transacciones del mercado, sino también la inmensa masa de producción
Resumiendo, los. ejercic~cliométricos en esto~ cam]OS corre.!L.eLriesgu no pagada ni contada de bienes y servicios como, por ejemplo, los corres-
constan.te..ckJa irrealidad histQrica. pondientes a las mujeres y los niños en el seno de la familia?) En resumen,
Elper de!ecto de la cliometría es que ~c.~nte tiene qye auo- «por tanto, medir las tasas de crecimiento agregado siguiendo la tradición de
yarse _no sólo ,en_g_fil9s reales, que a menudo también son fragmentarios y Kuznets tal vez no es la mejor estrategia para tratar de comprender la revolu-
poco dignos de confianza, $ir1Ql~!.lllll.én y en gra1~J?_~te en 9:¡_¡._t9J)!lY~11t.adQs ción industrial, aunque tiene sus aplicaciones». 12 Por otra parte, la formulación
~upuestas. Sobre muchas cuestiones pertinentes se carece de información de supuestos diferentes sobre los efectos económicos indirectos de construir
incluso en una época tan bien contada como la nuestra, como saben los eco- ferrocarriles (e imputar cantidades de acuerdo con ello) ha pe,mitido argüir
nomistas cuando tienen que calcular el tamaño de la actual economía extra- que los ferrocarriles aportaron muy poco o mucho al PNB de un país.
oficial o «sumergida». Incluso la gran ingeniosidad de los historiadores tiene Estos procedimientos tienen otro inconveniente que constituye elJlliim.o
sus límites cuando se trata de descubrir datos cuantitativos, o de usar un de los defectos de la cliometría. Me refiero al riesgo de incurrir en circ;µIawad
grupo de datos disponibles para fines que no son los que pensaron quienes ' al argüir_4el mqdelo a los d,ªt%._<?.!!.}a J!!~!.9.lill.9.1:'~.é.st~~-Pº-~t! .h.allen_dis-
fueron sus recopiladores. La mayor parte de la historia sigue siendo en .tér- poñibTes de fonna independiente. Y, por supuesto, no puede salir de su teo-
~i!1~fY.a.1.1tit_atiy9s, una .zoim~cfe.. Q§GUndad y conj.etur.as. . = -- ría: que es ahistórica, y fuera de su modelo específico, lo cual resulta pesado
Por consiguiente, la mayor parte de la cliometría tiene lugar en una re- si este modelo no viene al caso. No podemos probar, como han intentado al-
gión oscura cuyo mapa, por así decirlo, puede trazarse desde el aire me- gunos historiadores, que era poco lo que iba mal en la economía ·británica
diante el sencillo procedimiento de hacer E2.nj~~1:.1,rntJDJs o m~nq_s iufür- de finales del siglo XIX porque puede demostrarse que el comportamiento de
maqas, basándose en la forma y la configuración de las partes visibles del los empresarios británicos era sumamente racional, dadas las circunstancias.
paisaje, sobre las inmensas extensiones de territorio que el frfo y la niebla Lo máximo que podemos probar con estos medios es la posibilidad de que
ocultan de modo permanente. Dado que la cliometría, a diferencia de parte una explicación de la relativa decadencia económica de Gran Bretaña no sea
de la ·historia tradicional, no puede depender de impresiones generales, sino válida, a saber": que sus empresarios eran unos incompetentes empeñados en
que requiere (dentro de unos límites) medif!.QJl~S exactas, t.iene que crear sus ganar dinero. En resumen, !a cliometría puede criticar y modificar la histo,!i.a
datos, donde 11:º. ~~tªn.d.i§JJ_Qnibles. Puede que algunos _no existíeran énaoso~ producida por otros medio~, pero no produce respuesta§ pro.pia¡. Su función
luto en réálidad, como en los contrafácticos. Incluso allí donde no sea hipo- en la feria de ganado de la historia se parece más a la del inspector de pesas
tética, la información que necesitan los cliómetras se saca de los datos dis- y medidas que a la del ganadero que cría los bueyes.
ponibles y puede hacerse que sea pertinente al fin que se tenga entre manos Entonces, ¿para qué p u e d e ~ s ~ d e la temía @se
por medio del uso de relaciones derivadas de un modelo teórico: esto es, me- es·
_.nómica? Como natural, puede serles útil para generar ideas. del mismo
diante una cadena más o menos complicada de razonamiento y supuestos re- modo que los diseñadores de modas se inspiran cuando viajan a Marruecos
lativos tanto al modelo como a los datos insuficientes. y ven la indumentaria de los bereberes. Este tipo de efecto heurístico, cuya
Desde eJ punto de vista del historiador,~tos supuestos deben ser realis- definición resulta difícil, no es insignificante, ya que sabemos por las cien-
,tas o no valen nada. Si empleamos el supuesto de pre"v1s1oñ'T5erfecta de los cias naturales que las analogías fantásticas y los préstamos de otras discipli-
hombres de negocios para construir datos, la cuestión de su validez empírica nas pueden resultar enormemente fértiles. ¿Por qué. por ejemplo, no debe-
es crucial. Alterar los supuestos, ya sean sobre el modelo o sobre los datos, ríamos· analizar la distribución de la población en las sociedades primitivas
l
128 SOBRE LA HISTORIA HISTORIADORES Y ECONOMISTAS, ll 129
1
según la teoría cinética de los gases? Los resultados podrían ser interesantes gamos también que la mejor forma de sustituirlo son grandes fincas o gran-
(y tengo entendido que realmente lo son). Por supuesto, también podemos jas comerciales que utilizan mano de obra contratada. En algunos casos esto
utilizar la teoría económica de modo ecléctico, como y cuando parezca apro- ha dado buenos resultados. 15 Sin embargo, puedo citar por lo menos una re-
piado. Pero esto no resuelve el problema. gión latinoamericana donde empresarios comerciales racionales intentaron
. se guiere__ffi!~J?._!~°.~~- t:!:_-98..u~~- ?tilidad más que margin.a.l parn.l.PP llevar a cabo este programa de modo eficaz y fracasaron, sencillamente por·
hi_s_tori_a~°.E~}JY. sugiero que también en la práctica social), debe especificar- que carecían de poder para librarse de una densa población campesina. Las
-~~}e~n mq,cl? ~ue)~ acerql!e JP!~ ~~ci_~l, No pued_~J>er.niif~~e realidades sociales les obligaron a adoptar métodos semifeudales que ellos
a:s1 ~sma, ni s1qu1era en sus modelos, hacer absqaccióri-:deTa torpeza réal sabían que no eran óptimos. Y dado que, a pesar de Marx, los casos de rápi-
delavioa, como, por ejemplo, las dificultad~ prácp._g_!!ª-.9.tlª-~-~titución. Se da expulsión de masas o expropiación de poblaciones campesinas bastante
rñffUCUITe el ejemplo de la agricultura. Aunque es algo que ha sorprendido de densas son raros antes del cruel siglo xx, la fuerza histórica de tales factores
modo constante a los defensores del crecimiento económico, sabemos que una no debe subestimarse. Al analizar tanto el cambio agrí9ola c;.omo el creci-
for~a de estructura agraria y organización productiva no puede reemplazar miento económico en genern[e's: fü¡pqsible .sep!!IJlrJos_ .fªctores-llO.económi-
s~n~11l~mente a otra dentro de la escala de tiempo requerida por la política, cos de los económicos; desde luego, es ~po_si~l~-ª~OXtQ.plaw. S.~p¡garlqgs
s1qu1era c~ando puede probarse que es más productiva desde el punto de abandonar eLanálisis. bi~tórico, esto es, el @~_lisis dinámico de la .ec..onomfa,
vista ec?nóm1co. El ml!~_dq del -~e.sarrollo ~copómi~o se en pllí~es que Como arguyó Mauricé Dobb hace
muchos aíios: - ·.
ha!l sab1?0 re_sp~u JQgu~tr!<!IIE}!9i§n_y_~ll wl?.anizac.ión .con una agricul-
tu~ efiCiente XE..1:~X.'Prod.l!~t_iy~y paí~~ _que no s~lüg<Lhª.c~i: 1o. mismo. Parece muy claro que a las principales preguntas referentes al desarrollo
Los efectos ecojlómicos del'éxito o del Íracáso son inmensos: en general, los. . económico ... no se puede responder en absoluto a menos que· salgamos de los
países con el por~entaje más alto de pobl¡~dón agrícola son los que tienen di- confines de ese limitado tipo tradicional de análisis económico en el cual el
ficultades para alimentarse, o, en todo caso, para alimentar a su población no realismo se sacrifica tan despiadadamente en aras de la generalidad, y a menos
agrícola, que crece rápidamente, mientras que los excedentes de alimentos que se suprima la frontera que existe entre lo que está de moda denominar
«factores ecQnómicos» y «factores sociales,;. 1•
del mundo proceden, en general, de una población relativamente minúscula
en unos. cuantos países avanzados. Pero el tipo de análisis que se encuentra
e~ los hbros de texto normales -pienso en elde Samuelson- no arrojan No deseo dar a entender que introducir los denominados «factores no !,;C_Os
nmguna luz sobre este problema, porque, como han señalado Paul Bairoch y nómicos» es incompatible con un rj,guroso anál!sis teórico o, donde las pre-
muchos otros, «la productividad agrícola depende mucho más de factores guntas y los datos lo hagan apx:opia<;lo,. <::0n un aI?,álisis ~qnQ.giétrico. No tiene
estruct1.1rales que la productividad industrial», razón por la cual «no com- que caer en la ciénaga empúica que se tragó a los economistas empiricistas
prender ... las diferencias históricas es tanto más grave» .13· El verdadero pro- alemanes, aunque tienen derecho a una cortés nota necrológica. Pero si ne-
blema aquí siempre ha sido, y sigue siendo, no tanto cómo idear una receta cesítam?.~--~~g~los teóricos, y est<>.,~m?_~~l~s_ tie_n.~11_q_~e-~e~ ~b.~~~a~_tos X
general para la «revolución agrícola», verde o del color que sea. Los buenos .simplificados, al menos deb.erfan_ ~rlQ cfentro de m~rco_s 9.1!e _s_(?_especifiql!en
resultados, como señaló Milward, se han obtenido generalmente por medio de históricamente. · -
la ref~rma adaptada a las condiciones específicas de la agricultura regional.'-~ . --- En ge~eral, hasta el momento los. historiadores han encontrado ayuda
D1c~o de otro modo, es inútil argüir que la agricultura alemana del si- sólo _~!lJÍQ.S_ á.n}l)J.tQ0~os. El priméro..-es él de.fos téór1cos-qi.ieseírrtere-
glo XIX 'hubiera dado mejores resultados si toda ella hubiese seguido la pauta san por el proceso histórico de las _tra11sformaciones _económicas yTo éoñsi-
de ~ecklemburgo c~n menos del 36 por 100 de la tierra en propiedades cam- deran ~ndógeno, !tl menos en parte. Prescindiendo· de si consideramos qüe rus
pesmas,. o la de Bav1era, con más del 93 por 100 en tales propiedades, aun- fuerzas que contribuyen al cambio son económicas, sociológicas o políticas
que pudiéramos demostrar de modo concluyente que una pauta era muchísi- -y la distinción puede ser arbitraria-, lo mejor es seguir el ejemplo de pen-
mo más eficiente que la otra. El análisis debe empezar con la coexistencia de sadores como Marx y Schumpet~LY..,".erlas como frutos del desarrollo del ~is-
ambas, y las dificultades de transformarlas una en otra. Tampoco podemos tema y, por consiguiente, relacionadas con su futura evolución. Otras formas
convertir un análisis a posteriori en una explicación causal. ~ordar la «teoría de láñistoria eroñOmica» plantean mterrogantes pare-
La verdad es ue la elección económica uedc verse seriamente limitada cidos, como reconoce J. R. Hicks («mi "teoría de la historia" ... estará mu-
E.:_~~~!1SE~.~L ... }s_nc<?_~L.!_!_1S!Eio rn.mi_a pazo. a cho más cerca del tipo que intentó Marx» ). 17 La otra fuente donde los histo-
suponer que aceptamos que la abolición de un campesinado tradicional, com- riadores han aplacado su sed, al menos parcialmente, son los economistas
puesto básicamente por unidades de subsistencia familiar que producen cierto que se encuentran con que necesitan mo~~loL~~~~¿justen areaíidades
concretas para sus pr?_pios fines. Aqufes crucial el papeide la experiencia

-----
excedente, es la mejor manera de. alca11Zar una revolución agrícola, y supon-

-
.... . .,_,., __ -- ---- - -.....- -..- - - - - - - - - . . : . . ~ .
.. . ~. ________ ., __ .. ______· - - ......... , __ ,_______
.. ."~::~,•-;:.'.>,..,...•. ,. • • • • ... • '~ "#

130 SOBRE LA H[STORIA HISTORJADORES Y ECONOMISTAS. II 131

del tercer 1ñ.undo, toda vez que vincula la teoría y las realidades concretas en do en una catástrofe social innecesaria porque los gurúes económicos de la
----·.-.. . -------:+'que----conocen tanto los historiadores como por lo menos algunos
un coi\rexto transformación <<big bang» del comunismo en capitalismo en lo que antes era
economistas. la URSS no lo. supierori reconocer.) Tenemos la opción de construir un solo
Me parece significativo que, de las dos variantes principales de la teoría modelo haciendo abstracción de las peculiaridades de las partes componentes,
del crecimiento, JQ.s hist0riadores no hayan podid9 h~~~.E~:~~h.Q_CQ!ܪ§..J:Lue pero el coste de ello ·será sacrificar el realismo y también e.c:qui var el problema
se g_~arQ!La ..p.aftH:-Elel modelo HarrosbQQmar, que atrae a la mayoría de los ~n~a,LJis}Jg Illqdema. his!OÚil. eGoruimica; que es có~9_~,P~S.~ la 111:~t~_cjón
economistas. Se han encontrado en territorio mucho más conocido y agrada- de la antigua economía en la economía de elevadocrecimiento permanen·
ble con los modelos que se remontan ~s allá del neoclasicismo ha§ta llegar xx.
·tec1eTóssígTos'.Xixj,. Eso ·es To que Iian hecho los éliómetras. Por otro
fl_l.1_n.ªec_onorofo¡.xilítica ya.Marx, interesados en formular teorías apllcables lado, podemos mtifopliéar modelos económicos social e institucionalmente
a casos particulares y ct1yo punto de partida es una~~S:g,rio!l}ja <:t~s'l&:~gada, específicos,' como los que los antropólogos económicos han sacado ele Karl
por ejemplo el modelo dualista de Arthur Lewi.s, esbozado en el decenio de Polanyi o de la <<economía campesina» de Chayanov. Pero, sin hablar de la
1950, o el intento que hizo Hla Myint de comprender el comercio del tercer validez o la necesidad de este procedimiento, pierisó que lo que interesa tan-
mundo. Al igual que los historiadores del comercio europeo preindustrial, to a los historiadores como probablemente a los paladines del desarrollo eco-
Myint saca la conclusión de que el modelo de comercio basado en el «coste nómico es la combinación omnipresente. Lo que tiene relación con el desa-
comparativo}> es mucho menos apropiado para las transacciones de dos sec- rrollo del capitalismo no es que durante un siglo la Hudson Bay Company
tores que el viejo modelo de «salida para el excedente» de Adam Smith o una comprara sus pieles a los indios pagando siempre los mismos precios. porque
denominada «teoría de la productividad» del comercio. 18 Este tipo de plan- los indios tenían uil. concepto del comercio, pero no dél me.reacio; tampoco es
teamiento se concibió con el fin de proporcionar una base realista para la el hecho de que las pieles se vendieran en un mercado que es de suponer
política de desarrollo en países donde los modelos basados en un mercado neoclásico en Londres, sino los efec1os de la combinación. 20 Tampoco impor-
o tconomía capitalista teóricamente universal son demasiado estratosféricos ta, para.nuestros fines, que clasifiquemos tales combinaciones como mezcla
para el realismo. Samuelson dice con acierto que su origen está en Marx y de dos ·sistemas económicos o como versión compleja de un solo sistema ..
Ricardo, aunque le dedica sólo una nota a pie de página. Esta clase de eco- Para los historiadores el interes de tales aoálisi.s radica en la luz gue arrQ·
nomistas del desarrollo y los historiadores hablan la misma lengua. jan sobre el ~gani.smoedeJr.ansformación.econ.ómica en las circunstancias
Lo i.mp-Ortante de estg.s....m,odelos, por aproximados que sean, es que .tm- · específicas en las cuales, históricamente, tuvo o dejó de tener lugar. pomo es
ta.n_ <;lc siniplifi.carnoa realidad social Q.Dsecxable·que no se ajust~L~...Y..T!.ª-..12.~!!!ª natural, esto incluye la larga era anterior a la revolución industrial, oue. des-
_p_llLfi.l})el)Ji;:.cª.12.ltalis.t¡¡_QJ.ie..merc.a..do. Además, Ypor esta razón tienen interés de luego, sólo reviste interés periférico para la mayoría de los eco;omistas,
para los historiadores, ~-rno.delo.s,s_q:r¡ ~~tielos de, ecoi;t0.!11!ª.S~tombin~- entre ellos los del desarrollo. No obstante, incluso para los historiadores el
da,<;~Tratan de la interacción de dos o más juegos, cada uno con sus propias período en que esta clase de desa1rn!lo cornbinado tiene una importancia
reglas, aunque sin duda el conjunto también ·podría tratarse como un solo especial son los siglos -y los historiadoreslcontinúan discutiendo sobre la
superjuego con reglas universales. Algunos prevén principalmente interaC·· fecha que señala este momento crítico- eh que todas las ec.onornías del
ciones entre juegos que se juegan uno al lado del otro. Otros modelos, por globo fueron objeto, de un modo u otro, de conquista, penetración, inclusión,
ejemplo la marxista Théorie économíque du systeme féodal,' 9 de Wítold Kula, adaptación y, finalmente, asimilación por parte de la e'conornía capitalista.
dan por sentado que las unidades de empresa funcionan simultáneamente que en ·su origen era regional [hecho que' demostró dé manera dramática, des-
en ambos sectores, ele acuerdo con las dos series de reglas, cosa que pueden pués de escribir este ensayo, la caída de las economías socialistas, que 'du-
hacer o se ven obligadas a hacer. Kula utiliza esto para analizar la dinámica rante varios dec:enios a partir de la Revolución rusa, afirmaron que ofrecían
de las grandes fincas feudales polacas, pero, dado· que en la mayoría de las una,opción económica mundial que sustituiría al capitalismoJ. Está aparente
sociedades precapitalistas es probable que el grueso del excedénte comer- homogeneización ha hecho que los cientffiéos sociales y los ideólogos estt1-
cializ.able procediera de los campesinos, puede aplicarse a ellos también. De vieran tentados ,de simplificar la historia en un modelo de eslabón único de
hecho, entre los especialistas en campesinos hay un vigoroso debate en torno «modernización» y desarrollo económico en «crecimiento». Pocós historia-
a la relación entre los aspectos ajenos al mercado y los de producción de ar- dores sucumbéria esta tentación. Sabemos que eldesarro]lo de la economía,
¡ícu!os de consumo para la venta en la economía campesina. por no habiar:'de_ning1.ma parte determinada de ella, nó éS{in'iplemente una
Los historiadores conocen este tipo de situaciones, puesto que toda tran- reunión de las condiciones previas para el <<crecimiento» y luego la fluc-
sición de una formación socioeconómica a otra -pongamos por caso de la tuante carrera hacia adelante, la maratón rostoviana en la cual todos siguen
sociedad feudal a la capitalista- debe consistir en una.mezcla así en alguna la misrria ruta para llegar a la misma meta, aunque empiezan en momentos
de sus etapas. [Buena parte de J:1 superficie terrestre del mundo se ha sumi- diferentes y corren a velocidades también diferentes. Tampoco dr-pcnde me·
132 SQB,RE LA HISTQIµA .

ramente .de «acert~ .·.con,Ja·:polfü~á ecor1ó~ca>i,,. estoe~t:::a;l.i~~Acfrt,ecta, _.·..


mente un a teor.ía econ órni_ca, «corre<:taJ> e. i11tempbriil.:so breil9 él,lál;(]aJa c;a, ·.
sua)idad de que_ nO•?f!Y.Íl~uercio en!1"e:i?s écpé9~\~ta.f ..if/ik(:,\¡')'../' / :?,:\ .
Esta reducción
· ·. · ·. ·
mcluso,de.
:. ... · · ·
la histona estrictamente:-econónnca :a: una- .dl~
: · ': .·; ···:·· . • '· < •· ! . r' · .• ·: . ·,; ·:..,.·~:1 ;· · ;, ·1 ·, .. :.·'• .... ·,.,;. ·:., · ,.. ;·.
.r ·

rnensi ón única :imp~de ver. la falta de HneaJi4á.d:_g,el;E_t;~S~~9tl\!e: 'g~s-~9 µ.9: ..<;if ·, .


pitalista o, si así-lo prefieren, la,s·q.iferehc;ias.:<:uill,ta~iaty:!&s',,991TIP.m.~~i9rte~
cambiantes que hay den,tro;<l~ é~ ..!:-ªg 9_i:ioJogJa ct.p.!.p,~~JlliplJ.q:1,10 p.1:1,~9~.r~~u~
cirse a una cu01a d~ ~!iS qe c~eciµifent.9 que; s_µb_ap:,Ó,~}Il9d8!YaP,~~le. Los :ob0 ·.
S-el'VéIITOt:es, por más que sea. de modq í~presfJ~is;ta,HQQ~.oseféh,:el1a,_riuev,ii.s
fases del sistema, con carac;terísticas y l,ln ri.todus pperc¡ndi _qµe e11 algunosas-;-
pectos es .diferente de sus. pred,ecesóres; y tambi~n.l9s.momentos:q\1~/ge11e~
ralmente de fonna retrospectiva, sneconocen Sºffi9 irtoment<:>~ cF,(tico.s. sequ. . . Éste en~~)'O, qÚé e.xami11a elproblemá de la parcialidadp.<;ii¡ca e id~()lógica, lo
lares de.otro. de· su desarrpll9,: )os ,años .p_ost~riqry5 a:. l84ª;'./a'l 87}[Y,, _como escribí, para, Culture, science e.t· ~éveloppement: Mélanges>erf l'.líonrieur de Charles
ahora resulta obvio.los prirµeros,.dd .d~cenio d~ 19?Qk-);',¡(§µ: vez¡ estas · :Mor;azé, Toulouse, 1.9!9, pp. 267-179. .. · . . . · i .· · ':. ·... · ·

cosas son importantes. -,,,-inclµso paralos ec_onorríi~tas,, P.<?lí4P8-~Y hombres, de ·


~egocios:- porque ha.s.ta ellos ~uierfn. ~vít!ll" .el. Y¡a.d~cion:ll.L?~fecto _deJos_ mi~
11 tares, a saber: prepara\~e para. la ultima guen:a¡ e1r ye~idey,?J"a. la pré)xima.
S_i quererno~-de.$.~11.~ri~~en tju:é_1irecdón.s_e mu,evfyt:d~~~9llo ~áp~\alJs.ta, •:.., '·. ·. .i .. ;
necesitamos un auténtico añafísis histórico . del m.i;s1110 más <i.~e·un list¡,.do ros~ Aunque se ha l).ablado .mucho de la naturaleza· de:la ¡objetividad en 1as
Lovfo110 de- «~rnp_ll.S»: 1:,Ós·: que· quieren saber\~n q)lé qir~~ciqn{Véll!lSJS nó pue-: ;ciencjas sociales; o iricluso de si e~ posible, se ha o:iostrado mucho menos in-
d~l'Fp~séi~dir <.Íe l0$_}.1ar~ y SC~\lll1p~ter qup, ca?~:U~O ,a:~iman~i:en que . . terés por el prnbleri).a del .<<partidismo>, en ellas; incli.ú,da:la historia. «PaJti -
hay una. d1recc16n h1sttSnca.•ep ·.el des<!rrollo cap1tahsta::.¿J;:qu1én; ,mclus.o. .diSJl.10» .es.una.dé pa4.bras qu<comq'-«violencia>> •o! «nación», ocultan
entre los hombres de negocios, no, necesita: peri~:a;-·en ,~l: f~tu.ro del &i~.tern~?: ·_. varios si&~i.fi7ados 4e.~ajo de,una.sup~rficie aparentemente sencill_a y homo-
r, ,·

,.F.
. Al acome,teL estas ejercicios,, losJ1~storiadote( busca~;e,ntry los·eco1¡9. génea: E.nlµgar de <iefinirla, es más frecuente que se use para expresar de-
;-:·· mis tas J?Odelos ·de)ll. W~~ic~ h_i§{6fic:a<felc~pi_~J;sttiq t~1to:e!fct\~~fián l~s ,: saprobac~<5n.o {con .niuch~..-menos frecuencia) elogios,:y cuando se define
{.:
generahd.ade,~ de 1~ .teorfa:di; 1a elecc1.ón rnc;¡onjil, ~xcep~o¡.en las rQárge11es ,:en fii:me; 1 las definicioñes 'tier¡den a ser o bien selectivhs>--ó normativas. De
o, quizá ~ejor dicho, laJro11\er.a d~ su.~isyip~i11~¡ ~o . cre9.~g~.a)o~ historia:: . . hecho; los usos comunes del término o.cultan una gran
va(iedad de significa-
dores les 1mp9rte que. en.la,. actual1dadJas teori,~~,XJ.ge.n~~~H1lll no pu~da,n . .-dOS; q1.w::V~n:.d~foS;(!_,Ue·so11)pa~~ptables por· su,carácterJímitado a los que
reducirse a 111o_del9s. m,ateroáticos (>.cuantif'icab1ef~oni~?f.ªCtiJuci.~~ystr,as. : SQrl derÍla~iªdoimpJio,s,ytópico,s;; ·.: ... , ·. . , ·., .
necesidades son moqesfas,: nuestras ex'pectatiyaj ion me·*;b~s :que: ntiestr,iis . . gn. ~~(seQ:tidQ ,rn~s amplio,, puede .que no sea más que otra 'manera. de
esperanzas y el momento de pensar ·én ecuactqn~(~s cuJnd9 Jell~IllOS ~k ,}11~ga.r;)a.,phsibijidad de una ci_encia puramente objetiya y libre de val'ores,
quiera una idea. ap;o~imad~'4eto.das. lasy~~W~-~.p~p~*~~:YJl.1$cc,pqsibl~s; :. ·.:pf9pgsici~n-.de qu:~:.hoy día.pocos hjsto:r.iadores,: c.ientíficos sociales y filó-
rc_laeiones. De morr1ento serts.1:1:ficiente si tlllés, t¡epq;(se;.9:911~}:)eti para q'if ,:sofqs diseIJ,ürf.anJotalinente. En yl..extremo opuesto está la inclinación a su-
traten de los aspectos ;q1.1e; nqsotro.s q~er.em99:H~~,, Jf~ten;,);:\9iS,~~:.qispara~j .. ·'. t,9rgin.µ-)os, procesosyconclusiones de la. investigación a .los requerimientos
das y llenas de co.mradicciori,e~· intem~$,apu:e9at1/ cptejarse)ap;m~upa..gameµt~ i 'i}leli9m.pr(?misq\~eólógic.o o poHtico de1·ü,wesügador Y: lo que esto signi- a
con los <latos y•nos:permitan-ampliar:ALa1c.ariseJA~)a,''.t.e9![f~1,~.~qg;~ea 11~(. . (Jiqµ~;;ii;ipJgid¡¡_: ~ú.sJ.tqórdhiac_ión,a las·.a.utoridades, ideológ1,cas .o políticas que
_cesario. Nos alegraría Xt!c_ibir aY~M· de. ec~n9l'.ll~¡;t~~,.qµe.;.ap\iqu~Qj1.1:talent~t: J ·eLin.~estig~~or acepté:.:por más ·que las. mismas estén. reñidas con lo que se-
Y.. su disciplina: a cuestiones. ·, . ' •de.transfonnación-s'ocioecohónü:ca:
:. . . ...... , .,:., . , i .. / ....:.. " : :. . Ya:redbimos .
¡ \:::•. ·~ '..!'!.·,·(· ·,· ,,· ·.: ' . '
./; .i-it:fa.P:-;d~cti9fp~o~esos;yconclusiones .sin tales dictados. Más comúnmente, por
un poco,.pero.no suficíente~,Quizá'el ~~~h'?'de:_gu_1r)~\~in~i~;icon~mi9í! s~a'. ·•-••·,;.?;:~1.1pu;~~/eJ:inyestjg~dor1ntérioriza estos requenmiento.s,:que de esta fo1ma
hoy más. cq'nsci'é1~te. de la,:po~ible:ap,9~aeicS11-.g~Ji)1J_stotj~/1qH~i?1~9,cli,:p~¡t~{ . . se cor¡.yi~Af.n enc.ar<1tt~tisticas de,la ciencia, o mejor dichq (dado.que el par-
',
i'¡· conferencias se d1.eron porprun:era::yez sea:.un;i:; ~e;ial;:d.e. q1,rnJ~te<;o_rt'om:1sr.1s. . · ticlisrno: entraña_Ja',.~x,faÚinda:~e\in adverS<!riO),. q~ la ci.en~.fa «correcta)} con-
pueden empezar.a aplicar qe,nu·evo sµ·pe11sa.II1i~nt9:aJ.a:·:ey,olt19i6Ii\:\listóric~; . : , tra la. ciencia <<incoÍrectw ,de :1a historia de las .mujeres frente a la historia
Cuando llegue e:~
111omen~q.lo~:histotj~d~~s de~f11:f~~e9ft:.~~5.Ef!~f4e:~~~·
~rl.o cond espmtu deM~rx$chlifüperer y1'oñ~>:H.\S~S·.~p¡}'1g~:·de!~ _ca1I11•:
a
. niachista;..de la cie11~~ª proietaria freñte la ciencia burgJesa, etcétera.
. '.•. :pé hecho;, pro'pabletnente existen dos espectros coincidentes, uno de los
sa de fuerza de 1a·tt1ome_tr,ía;:que.,es
••·- - --~ .' •·• .-,., ... , L 1.
deliberadai:n~I).t~;xe~tr[~iy¡i>,
. . ; <'>'-¡.e'..,. • .... ,,.<'·! •
, : '. · ,•
cual~:expfesá1Ós
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cliyers·os m~tiC,eS
··.·,:·.,··:··, .....
<le'Ía dimensión.. política
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Oideológica Ob·
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