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el pensar debe esperar1

No hay atención sin espera, una espera sin esfuerzo, sin la tensión
que provoca el querer saber; la mente debe estar vacía, a la
espera de lo que escapa a la atención, a la espera de lo inesperado.
La espera preserva el contacto con lo desconocido, sin tratar de
volverlo conocido.

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Reflexiones sobre el uso correcto de los estudios escolares, en A la espera de dios.

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