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“ïMVNDO
Α ιτ π α ν ο
Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di
A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.
ORIENTE
Director de la obra:
Julio Mangas M anjarrés
(Catedrático de Historia Antigua
de la Universidad Complutense
de Madrid)
Diseño y maqueta:
Pedro Arjona
© E d ic io n es A kal, S. A., 1 9 88
Los B e rro ca le s del Jaram a
Apdo. 4 0 0 - T orrejón de Ardoz
M adrid - España
Tels.: 656 56 11 - 6 5 6 49 11
D epósito legal: M. 3 9 .0 7 8 -1 9 8 8
ISBN: 8 4 -7 6 0 0 -2 7 4 -2 (O bra com pleta)
ISBN: 8 4 -7 6 0 0 -3 3 5 -8 (Tom o V)
Im preso en G REFOL, S. A.
Pol. II - La Fuensanta
M óstoles (M adrid)
Pinted in Spain
LOS HITITAS
Págs.
Introducción............................................................................................................... 7
1. El m edio geográfico ........................................................................................... 7
2. El descubrim iento del m undo hitita ............................................................. 9
3. Los com ienzos de la historia hitita ............................................................... 14
3.1. Los asirios en C apadocia ................................................................... 18
0 . El estado ............................................................................................................... 34
1. La re a le z a .............................................................................................................. 34
2. El gobierno ........................................................................................................... 38
3. La sociedad .......................................................................................................... 39
B ibliografía.................................................................................................................. 63
Los hititas 7
Introducción
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A Bogazkoy (Hattusas)
A A lish a r
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Chipre
MAR MEDITERRANEO
2. El descubrimiento del
mundo hitita
Para el m undo occidental, hasta co
Lago Van
m ienzos del siglo XIX, los hititas o
heteos eran sim plem ente uno de los
pueblos o tribus que los israelitas en
contraron h ab itan d o Palestina a su
<9 llegada a la Tierra Prom etida. Tal es
kviarash
a, el caso del Génesis, XV, 19-21, en los
Qi.
%% que aparecen citados ju n to con otra
i f <5, serie de pueblos de la zona, o en Gé
•inirli
V ¡ nesis XXIII en relación con la com pra
A de una sepultura para Sara, com pra
tarkemish
>Tell Halaf Ninive
que fue realizada a un hitita llam ado
nt3S É fró n , o a ú n en el m ism o lib ro ,
inS (Alalarh) XXVI, 34-35 y XXVII, 46, referido al
33'it) casam iento de Esaú con dos mujeres
h S hititas y los problem as que éstas plan
tean a su m adre Rebeca. Por otra par
te nos encontram os de nuevo citados
a los hititas en los diferentes textos
que describen la T ierra Prom etida,
com o uno de los pueblos que la h ab i
tan (véase Josué, I, V o las referencias
en Jueces, I de los Reyes, Exodo). En el
libro de los Números se establece una
m ayor precisión en cuanto a su distri
Babilonia
% bución geográfica, señ alan d o a los
hititas com o habitantes de las m onta
la agricultura. La zona S.E. está for ñas ju n to con los jebuseos y am o-
m ada p o r colinas con poca vegeta rreos, a diferencia de los cananeos
ción, de altu ra m edia au n q u e con que parece o cupaban las zonas del
abu n d an cia de agua, con buenos pas Jordán y la costa (XIII, 29). En Josué,
tos au n q u e no excesivam ente fértil. I, 2-4, parece tam bién deducirse que
La zona m eridional es una cuenca la zona ocupada por los hititas estaba
10 Akal Historia del M undo Antiguo
gicos que supusieron un avance es m ilton que tam bién encuentra unas
p ec ta cu lar en el co n o c im ien to del ruinas a unos 30 kms. de Bogazkoy,
Próxim o O riente Antiguo, las expedi de las que aún no conocemos su nom
ciones arqueológicas, o quizás más bre antiguo. En los años siguientes se
bien viajero-arqueológicas, ponían de co n tin u aría n las expediciones a u n
m anifiesto un a serie de m onum entos que en todos los casos siem pre de ti
de difícil interpretación para estos es po descriptivo y sin identificar el pue
tudiosos, y que se repartían por toda blo al que pertenecían. Sin em bargo
Asia M enor. ya se daban las prim eras tentativas en
La prim era descripción de un m o esta dirección. La aparición en un re
num ento que después se sabría que lieve de Ivriz del m ismo tipo de escri
era hitita pertenece a un relieve ru tura que la encontrada en H am a lle
pestre de los alrededores de Ivriz, bre vó hacia 1871 a E.J. Davis a llam arla
vem ente citado p o r I. O tter en 1736. ham atita. Pero fue H.J. Sayce el que
Tendrían que tran scu rrir todavía 150 com parando los dibujos y descripcio
años hasta que A.H. Sayce propusiese nes ofrecidos por los distintos viajes,
a la Society o f Biblical Archaeology así com o su observación personal in
la identificación com o hititas de una situ en algunos lugares, llegó a la con
serie de inscripciones m uy peculiares clusión de que todos esos m onum en
aparecidas en la zona de H am a. El tos extendidos por A natolia eran hiti
prim ero que llam ó la atención sobre tas, así com o que gran parte de la
estas inscripciones fue B urckhart, en zona m ontañosa del norte de M eso
1812, háciéndose eco en su libro Via p o tam ia h a b ía estado h a b itad a en
jes en Siria de una inscripción en es épocas más antiguas por tribus hititas.
critura jeroglífica pero que a su en A partir de esa fecha se m ultiplica
tender no era egipcia. Sin em bargo el núm ero de m onum entos descritos,
esta observación no fue tom ada en pero a pesar de los esfuerzos de dis
dem asiada consideración y no sería tintos investigadores, incluso con la
hasta 1870 cuando de nuevo dos via publicación de un Corpus Inscriptio-
jeros p u d ieron localizar varias más rum Hettiticarum (1900-1906), el des
en la m ism a ciudad de H am a, que fi cifram iento de esta escritura no se
nalm ente serían trasladadas dos años consiguió.
más tarde al M useo de C o n stan tino- No sería, sin em bargo, la escritura
pla. E ntre esas dos fechas otros expe jeroglífica m onum ental la que revela
dicionarios, franceses e ingleses fun se los secretos de ese m undo hitita
dam entalm ente, recorren Asia Menor, que com enzaba a atisbarse. El descu
dánd o n o s las descripciones de una brim iento en 1887 de las cartas de
serie de m onum entos que m ás tarde Tell-el-Am arna significó un paso im
serían fundam entales para el conoci portantísim o en el conocim iento de
m iento del m undo hitita. Así, entre las relaciones internacionales de Egip
1833 y 1835 se descubren por Ch. Te- to durante los reinados de Amenofis
xier unas im portantes ruinas cerca de III y Amenofis IV, cubriendo un pe
un pueblecito llam ado Bogazkoy, que ríodo com prendido aproxim adam en
hoy sabem os que son las de H attusas, te entre 1385-1360 a.C. A unque la m a
la que fue capital del Im perio H itita yor parte estaban en lengua acadia,
durante siglos. A unos dos kilóm etros algunas de ellas procedentes de esta
de allí tam bién encontró un patio n a dos vasallos de Siria y Palestina h a
tural entre un m acizo rocoso con sus cían referencia a los m ovimientos de
paredes escritas y largas colum nas de tropas del rey de H atti e incluso se en
personajes, que los habitantes del país contró una del m ism o rey hitita Supi-
llam ab an y llam an Yazilikaya («la lulium a felicitando a A khenatón por
roca escrita»). A éste le seguiría H a su acceso al trono. Tam bién aparecie
12 A kal Historie del M undo Antiguo
ron entre esta co rrespondencia dos ckler en 1913 hay una prim era tenta
cartas escritas en u n a lengua desco tiva de Delitzsch que publica algunos
nocida que alu d ían al rey de u n país vocabularios tratando de explicar cier
llam ado Arzawa y que fueron estu tas expresiones del hitita a través de
diadas por el noruego JA . K nudtzon los ya conocidos sum erio y acadio.
en 1902, llegando éste a la conclusión Sin em bargo sería el checoslovaco B.
de que se trataba de una lengua in H roznÿ, uno de los encargados de la
doeuropea ante el escepticism o gene p u b licac ió n de los textos, quien a
ral de los estudiosos de su época. partir de 1915 com ienza a establecer
E n fechas algo anteriores ya se h a algunos elem entos de la gram ática
b ían p ro d u c id o h allazg o s de frag hitita, basándose, au n q u e con m u
m entos de tablillas en las ruinas de chos m ás datos ahora, en la deduc
Bogazkoy donde, a p artir de 1906, se ción de K nudtzon de que se trataba
hab ían iniciado ya excavaciones ar de u n a lengua in d o eu ro p ea. U nos
queológicas dirigidas por W inckler y años m ás tarde publica la traducción
subvencionadas por la Sociedad Orien íntegra de dos com pilaciones de leyes
tal Alem ana. La excavación fue un hititas. La lengua que se escribía en
éxito desde la prim era cam paña ya las tablillas cuneiform es, con las pos
que se exhum aron gran cantidad de teriores co rreccio n es d eb id as a F.
tablillas cuneiform es escritas en su Som m er en 1920, había sido definiti
m ayoría en la lengua de las dos cartas vam ente descifrada. O tro estudioso,
antes citadas de Arzawa. Asimismo, E. Forrer, trabajando de form a total
tam bién aparecieron diversas tabli mente independiente de Hroznÿ, tam
llas escritas en acadio. Precisam ente bién llegó a establecer un avance pre
el exam en de los textos acadios, cuyo lim inar de la gram ática hitita, au n
d escifram ien to ya h a b ía perm itido que en fecha algo posterior, con lo
conocer bien la lengua, perm itió sa que el privilegio de ser el prim ero
ber los nom bres de varios reyes que quedó en m anos del checo. Sobre E.
coincidían con los escritos en jeroglí F o rrer volverem os cu an d o a b o rd e
ficos en K árnak y en la versión egip mos la cuestión de las posibles rela
cia del tratado de paz firm ado entre ciones del m undo hitita con el m un
Ram sés II y H attusil III. P recisam en do aqueo.
te de este tratado encontró tam bién En relación ya con la historia hiti
W inckler un a versión acadia. Estos ta, es de nuevo H roznÿ el que publica
h allazg o s p erm itiero n lo c a liz a r en en 1929, en la catorceava edición de
Bogazkoy la capital del reino hitita, la Enciclopedia B ritánica, un artículo
Hattusas. El conocim iento de la his en el que en co n tram o s la p rim era
toria de los hititas entre los siglos XIV síntesis de la m ism a por m edio de los
y X III a.C. com enzaba ya a atisbarse, textos. En 1933 Goetze, en su volu
m áxim e cuando en esas m ism as fe m en sobre Asia M enor en su Hand-
chas encontraba y descifraba King una buch der Altertum sw issenschaft, nos
crónica bab ilo n ia en la que los hititas ofrece quizás la prim era descripción
aparecían com o los causantes de la sistem ática de la civilización hitita.
ruina de la dinastía babilonia instau Por su parte los estudiosos franceses
rada p or H am m urabi. com andados por L. D elaporte, que
El cam ino a seguir a p artir de este publica hacia 1929 sus Eléments de la
m om ento estaba muy claro: había que Grammaire Hittite, fundan en París la
intentar descifrar las tablillas escritas Société des Études Hittites et Asia niques,
en esa lengua desconocida que ya no que desde entonces publica la Revue
se no m b rab a com o de Arzawa sino Hittite et Asianique dedicada al estudio
que se consideraba la lengua del Im del m undo anatolio. Tam bién es obli
perio Hitita. Tras la m uerte de W in gatorio señalar en esta rápida pano-
Los hititas 13
sí consiguió cierta pacificación esta cluyó una serie de acuerdos con los
bleciendo una especie de limes en la príncipes de las ciudades, que acepta
frontera con ellos. El tercer objetivo ron la autoridad hitita a cam bio de
en esta etapa de S upilulium a fue el asistencia m ilitar. Entre otros pode
país de Arzawa, que había consegui mos citar a los príncipes de N uhassa,
do un poderío capaz de parangonarse probablem ente Alepo y Alalah, Tu-
con el egipcio, m anteniendo incluso nip e incluso la m ism a Ugarit, au n
intercam bios de regalos con A m eno que ésta siguiese m anteniendo rela
fis III. C on todo, fue integrado en la ciones am istosas con Egipto. Quizás
órbita de H attusas. De esta form a, el p rín c ip e que d esa rro lló en esta
aunque los resultados no eran defini época un a política más confusa fue el
tivos sí proporcionaron a Supiluliu am orita Abdi-Asirta. D esignado por
ma un a paz interna sobre la que ini Am enofis III com o jefe de los a m o n
ciar su política exterior. tas para defender los intereses egip
Q uizás la o p ortunidad le vino ha cios en la zona, aprovechó la situa
cia el año 1365 a.C. en el que se en ción expectante de las grandes poten
contró con unas condiciones idóneas cias para engrandecer sus territorios.
puesto que Am enofis IV había subido Las in trig as en tre estos p eq u e ñ o s
al trono y no m ostraba excesivo celo príncipes aliados de Egipto eran algo
en su política exterior siria. Al igual com ún com o nos hacen ver las cartas
que con su aliado m itanio Turshrata, de Tell-el-Amarna. La política llevada
el faraón egipcio tam bién había in a cabo por Abdi-Asirta y su hijo Azi-
tentado suspender el intercam bio de ru son un exponente claro de las mis
regalos con el rey hitita, receloso posi mas. Por su parte Egipto, caído en
blem ente del auge que estaba alcan una cierta apatía con Am enofis IV o
zando, com o nos m uestra u n a carta quizás por su propio interés, prefirió
de Tell-el-Amarna. D aba por tanto la antes la creación de un estado más
sen sación de que A m enofis IV no fuerte que oponer a los hititas que fa
quería com prom eterse ni con M itan- vorecer a los pequeños, puesto que es
ni ni con Hatti. Ante esto Supiluliu ta segunda opción im plicaba el envío
ma firmó un tratado con K itzuwatna de tropas. La situación llegó a hacer
p or el que, m ediante ciertas concesio se tan tensa en la zona siria controla
nes, este reino se com prom etía a de da por Egipto que éste tuvo que inter
pender en política exterior del sobe venir en apoyo del príncipe de Biblos,
rano hitita. C on estas bases Supilu el enem igo principal de Abdi-Asirta.
lium a pasó a intervenir en M itanni El am orita falleció en circunstancias
presentándose de alguna m anera co oscuras durante el levantam iento del
m o defensor de los derechos lesiona cerco de esta ciudad.
dos en su an terio r intervención en Pero el poderío del estado de M i
M itanni en defensa de A rtatam a. tanni aún no estaba subyugado pues
La prim era guerra siria supuso la to que la zona central del m ism o se
derrota de M itanni, cayendo todo el m antenía intacta. M erced a u n a serie
norte de Siria en p oder del hitita. O.R. de negociaciones consiguió form ar
G urney parece co n fundir esta cam una gran coalición contra Hatti en la
p añ a con la prim era iniciada por Su que participaron algunos de los más
pilulium a que acaba en fracaso. De im portantes principados sirios. La lis
distinta opinión, que es la que segui ta de los participantes la conocem os
mos, son A. Goetze, al que sigue P. por la represión ejercida por Supilu
Garelli. A unque esta cam paña no tra lium a y entre ellos estab an Alepo,
jo un resultado m ilitar decisivo, sí A lalah, Neya, A rahtu, Q atna, Qadesh
afectó gravem ente a los intereses mi- y D am asco, com o indica el p reám bu
tanios en la zona. Supilulium a con lo del tratado con M attiwaza. El or-
Los hititas 25
Tratado de paz entre Hattusil III concierne a la política del gran regente
y Ramsés II de Egipto y del gran príncipe de Hatti,
la divinidad no ha permitido que hubiera
He aquí el texto del tratado: el apartado a), guerra entre ellos, gracias a un tratado.
según la traducción en egipcio del docu Pero en tiempo de Mutallu, el gran prín
mento enviado por Khatusil; el aparta cipe de Hatti, mi hermano, éste com ba
do b), según el texto acadio redactado en tió con Ramsés, el gran regente de
la corte de Ramsés II. Los títulos de los di Egipto.
ferentes párrafos han sido añadidos por Por esto, en adelante, a partir de este
nosotros. día, he aquí que Khatusil, el grande, je
fe de Hatti ha hecho un tratado para
1. Las altas partes contratantes convertir en permanente la situación
creada por Phra y creada por el dios-
a) Tratado que el gran príncipe de Hatti,
de-la-tempestad (Sutekh) para el país
Khatusil, el fuerte, hijo de Mursil, gran
de Egipto con el país de Hatti, de ma
jefe de Hatti, el fuerte, nieto de Shubilu-
nera que no permita que existan hostili
liuma, gran jefe de Hatti, el fuerte, ha
dades entre ellos nunca más.
hecho sobre una tablilla de plata para
Usermara-Setenpera, gran regente de He aquí. La política del Gran Rey, el rey
Egipto, el fuerte, hijo de Menmara (Seti I), de Egipto, y del Gran Rey, el rey de
gran regente de Egipto, el fuerte, nieto Hatti, desde siempre: la divinidad no
de Menpehtira (Ramsés I), gran regen permite que haya entre ellos actos de
te de Egipto, el fuerte: buen tratado de hostilidad, por medio de un tratado,
paz y fraternidad que da paz y fraterni b) He aquí. Ramsés, el Gran Rey, Rey de
dad entre nosotros por medio del tratado. Egipto, para cum plir la política que el
b) Así de Riamasea-mai-Amana, gran rey, Sol (el dios Ra) y el dios-de-la-tem
rey del país de Egipto, el fuerte. Con pestad hicieron para Egipto con el país
Khatusil, gran rey, rey del país de Hatti, de Hatti a causa de su política que es
su hermano, para dar buena paz, bue eterna (Ramsés) no se hará enemigo,
na fraternidad y para obtener entre ellos para producir hostilidades entre ellos,
poderosa... tanto tiempo como vivamos eternamente y en todo tiempo.
y para siempre, ha hecho un tratado.
3. Declaración del tratado
Riamasea-mai-Amana, gran rey, rey de
Egipto, el fuerte, en todos los países, hi a) He aquí que Khatusil, el gran jefe de
jo de Mimmuaria, rey de Egipto, el fuer Hatti ha hecho, él mismo, un tratado
te, con Khatusil, gran rey, rey del país con Usermara-Setenpera, el gran re
de Hatti, dar buena paz, buena fraterni gente de Egipto, a partir de este día,
dad, por medio de un tratado de Egipto para que exista entre nosotros para
con Hatti, para siempre. Es de esta siempre una buena paz y una buena
manera. fraternidad, y él está en fraternidad
2. Relaciones pacíficas anteriores conmigo y en paz conmigo, y yo estoy
en fraternidad con él y en paz con él
a) Antiguamente, desde siempre, en lo que para siempre.
con aspectos adm inistrativos firm a ttusil III, la firm a del trata d o con
dos sólo por la reina. Asim ism o la en Egipto no h ab ía resuelto todo. De
contram os en oraciones rogando por época inm ediatam ente posterior co
la salud de su esposo y la prosperidad nocem os algunas cartas en las que el
del país así com o en votos consagra hitita reprocha al babilonio su acti
dos a d iv in id a d es. In c lu so tras la tud esquiva, al m ism o tiem po que és
muerte de H attusil III, P udukhepa si te parece estrechar las relaciones con
guió firm an d o docum entos bajo el Egipto. Es en esta correspondencia
reinado de su hijo Tudhaliya IV, con donde encontram os ya a los akhlamu
lo que nos ofrece una visión sobre el (aram eos) com o gentes con cierta en
poder de la reina en el m undo hitita. tidad en la zona. Por otra parte nos
Pero volviendo al reinado de Ha- encontram os con un hecho no relata-
Los hititas 31
Y desde que Mutallu, el gran jefe de Rey, Rey del país de Hatti. He aquí que
Hatti, mi hermano, partió para su último los hijos de Riamasea-mai-Amana, el
destino y Khatusil le sustituyó como rey de Egipto, están en paz y son her
gran jefe de Hatti en el trono de su pa manos de los hijos de Khatusil, el Gran
dre, he aquí que me he puesto en paz y Rey, Rey de Hatti; y están en la misma
amistad con Ramsés, el gran regente situación nuestra de paz y fraternidad.
de Egipto, y es mejor que la paz y la fra Y Egipto está en paz con Hatti, y, en fra
ternidad que había anteriormente en ternidad, son hermanos como nosotros
el país. para siempre.
He aquí que yo, el gran jefe de Hatti,
estoy en buena paz y fraternidad con 4. Garantía territorial
Ramsés-mi-Amón, el gran regente de
Egipto. a) El gran jefe del país de Hatti no penetra
Y los hijos de los hijos del gran jefe de rá nunca en el país de Egipto para sa
Hatti estarán en paz y fraternidad con quear allí cualquier cosa; y Usermara-
los hijos de los hijos de Ramsés-mi- Setenpera no penetrará en el país de
Amón, el gran regente de Egipto, estan Hatti para saquear allí cualquier cosa.
do en la misma situación nuestra de b) Riamasea-mai-Amana, el Gran Rey, rey
paz y en la misma situación nuestra de Egipto, no penetrará nunca en el
de fraternidad. país de Hatti para saquear allí cualquier
Y el país de Egipto está en paz con el cosa; y Khatusil, el Gran Rey, rey del
país de Hatti y en fraternidad, como no país de Hatti no penetrará nunca en
sotros para siempre; y no habrá hostili Egipto para saquear allí cualquier cosa.
dades entre ellos nunca.
b) Riamasea-mai-Am ana, el Gran Rey, 5. Renovación del tratado anterior
Rey de Egipto, ha hecho él mismo un
tratado sobre una tablilla de plata con a) En cuanto al tratado regular que existía
Khatusil, el Gran Rey, rey del país de en tiempo de Shubiluliuma, el gran jefe
Hatti, su hermano, para dar entre noso de Hatti, y de la misma manera, en
tros, a partir de este día, buena paz y cuanto al tratado regular que existía en
fraternidad entre nosotros para siem tiempos de Mutallu, jefe de Hatti, mi
pre; él es para mí un hermano y está hermano, yo los mantendré.
en paz conmigo, y yo soy para él un b) He aquí el decreto de eternidad que el
hermano y estoy en paz con él para Sol (el dios Ra) y el dios-de-la-tem -
siempre. pestad han hecho para Egipto y el país
Y nosotros hemos establecido fraterni de Hatti, para establecer paz y fraterni
dad, paz y benevolencia, más que la dad, a fin de que no haya hostilidad en
fraternidad y la paz que había en los tre ellos.
tiempos antiguos entre Egipto y Hatti.
He aquí que Riamasea-mai-Amana, el
Gran Rey, rey de Egipto, está en buena (Tomado de L. Delaporte, Los Hititas,
paz y fraternidad con Khatusil, el Gran México, 1957, pág. 106 ss.)
do por las fuentes hititas pero que sin H anigalbat y ocupó definitivam ente
duda fue cierto: la conquista hitita de todos los territorios al este del E ufra
H anigalbat, que se dio posiblem ente tes, venciendo aplastantem ente a los
en los m om entos últim os de Adad- hurritas y sus aliados hititas.
n irari o com ienzos del rein ad o de Tras la m uerte de H attusil III, le su
S alm anasar 1. Esto constituyó u n de cedió en el trono Tudhaliya IV, hacia
sastre para los asirios, puesto que H a 1265 a.C. Sin duda la situación del
nigalbat hab ía sido conquistada por reino no era desventajosa puesto que
éstos en los com ienzos del reinado de el enem igo asirio se m antenía en la
H attusil III (supra). Sin em bargo este frontera del Eufrates, es decir, en los
desastre fue efím ero puesto que Sal límites orientales que había tenido el
m a n a s a r I in v ad ió p o sterio rm e n te reino de Supilulium a. Tudhaliya IV
32 Akal Historia d el M undo Antiguo
II. El Estado
posas de inferior categoría cuyos hijos cláusulas de lealtad por parte de los
no tenían ningún derecho a la corona. pequeños reyes y la garantía de suce
sión dinástica y defensa de su territo
2. El gobierno rio p o r el gran rey, no encontram os
m ás detalles en estos tratados. N o
Parece que a excepción de las gran ocurre lo m ism o con otros que vere
des ciudades de culto, donde el poder mos. La explicación que se da es que
religioso estaba ín tim am ente unido en realidad no era necesario entrar en
al civil, la form a tradicional de orga detalles ya que estos reinos form aban
nización era del tipo que O.R. G u r parte del gran reino.
ney llam a «parroquial». Se trataría b) Los reinos protegidos:
de pequeñas com unidades controla D entro de la concepción hitita del
das p or un consejo local form ado por m undo exterior, la conclusión de tra
los «ancianos». El segundo nivel de tados para establecer relaciones ocu
ad m inistración estaba representado paba un lugar de prim erísim a im por
por la provincia donde desde el p rin tancia. Tanto es así que se conside
cipio encontram os a los hijos de los raba enem igo no sólo al que atacaba
reyes desem peñando el papel de go al país hitita sino al que no había fir
bernadores, com o una form a de pre m ado un tratado con él. Estos trata
paración p ara su acceso a la corona. dos ab arcarían incluso aspectos de
Este m ism o cargo será ocupado en subordinación en el m ism o territorio
otras ocasiones p o r generales perte n acio n al en relación, por ejem plo,
necientes a la fam ilia real. En cual con la garantía a los m iem bros de la
quier caso no parece que obedeciese nobleza de la posesión de sus dom i
a unas norm as bien establecidas. E n nios. U no de estos tipos de tratados es
tre sus obligaciones estaba la adm i precisam ente el que corresponde a
n istració n de la ju stic ia , las co n s u n a serie de reinos im portantes com o
trucciones públicas y de tem plos, los Arzawa, M itanni o Kitzuwatna. En
nom bram ientos de los sacerdotes, el este caso se establecía el tratado sobre
ejército para defensa de la provincia, la base de cierta igualdad de derechos
recaudación de im puestos, etc. aunque la form a de dependencia se
Este sistema se tuvo forzosam ente m anifestaba en la renovación anual
que alterar a p artir de la expansión de la cerem onia de obediencia. La
territorial del m undo hitita. En ello política interior de estos «protectora
quizás encontram os una de sus ca dos» estaba prácticam ente en sus m a
racterísticas con m ás m arcada perso nos a diferencia de la política exterior
n alid ad . La ad m in istra c ió n de los que era co n tro la d a totalm ente p o r
nuevos territorios podem os esquem a Hattusas. En política exterior se in
tizarla de la siguiente m anera: cluían las posibles negociaciones con
a) Reinos para la fam ilia real: otros países, la obligación de partici
Se trataba de regiones que tenían p ar en el ejército hitita, incluso el in
especial im p o rtan cia b ien desde el tercam bio de regalos con otros reinos,
punto de vista político o estratégico. así com o la devolución de exiliados
En este caso se convertían en reinos hititas. A cam bio de ello se le garanti
para m iem bros de la familia real. E n zaba la defensa del territorio y la su
tre otros podem os citar los reinos de cesión dinástica.
Alepo y K arkem ish, donde reinaron c) Los reinos vasallos:
dos hijos de S u p ilu liu m a, o el de Se trata en estos casos de tratados
H akpissa para el que sería más tarde hechos en régim en de prepotencia de
H attussil III. A unque su relación con H attusas con relación a otros estados
el gran reino hitita estaba regulada com o puede ser el caso de Ugarit,
por tratados donde encontram os las A m urru, etc. Se trata de reinos de po-
Los hititas 39
ca entidad territorial y m ilitar. El rey plo de tratado de este tipo supervi
vasallo era un gobernador en su terri viente es el firm ado entre H attusil III
torio aunque tenía totalm ente p ro h i y Ramsés II al que ya hem os aludido.
bido el contacto p or su cuenta con Sin em bargo sabem os que existieron
otros reinos. D ebían sum inistrar con al menos dos más, al igual que con
tingentes m ilitares a H attusas, devol Babilonia. La idea que preside este ti
ver los exiliados y pagar un tributo. A po de tratados es la de herm andad
cam bio el rey hitita se com prom etía a entre los reyes y buena prueba de ello,
defender la línea dinastica y la inte al m argen del tratado citado, es la ac
gridad territorial del reino. La cere titud de H attusil III con A dad-nirari
m onia de som etim iento debía reali de Siria cuando el segundo le propo
zarse anualm ente, acom pañada del ne relaciones de igual a igual al pri
pago de tributo. mero. Hattusil le contesta: «¿Por qué
Este com plejo sistem a de adm inis te hablaría yo de fraternidad? ¿Acaso
tración del reino está claro que des tú y yo hem os nacido de la misma
cansaba en la autoridad del rey hitita. madre?». A partir de esta relación de
Al m enor asom o de flaqueza la re fraternidad se establecía la im posibi
vuelta o secesión de estos som etidos lidad de una guerra entre ellos así co
era segura. De aquí las num erosas mo una alianza para la defensa. Al
cam pañas a que hem os hecho alu igual que en los tratados con vasallos,
sión en páginas anteriores. Precisa se establece que las dos partes apoya
m ente en orden a evitarlas tam bién se rán la ascensión al trono del príncipe
recurrió en n um erosas ocasiones a heredero, d en tro de la concepción
una política de m atrim onios diplo propia de la época de la identifica
máticos que fijasen en lo posible las ción D inastía = Estado. En estos tra
alianzas. Por otra parte, nos encon tados no se establecía la claúsula de
tram os num erosas referencias a los exclusividad puesto que podían esta
dioses de los dos firm antes del trata blecer acuerdos con terceros siempre
do, en un deseo de d ar participación que no afectasen al tratado en cuestión.
a la divinidad com o testigos y defen
sores de lo pactado. C on todo, el siste
m a fracasó en num erosas ocasiones, 3. La sociedad
de tal forma que a cualquier problem a La sociedad hitita constituye uno de
surgido en un a zona o por una suce los aspectos m enos conocidos de su
sión dinástica, las revueltas se genera historia. A ún nos m ovemos en m u
lizaban en todas las fronteras del reino, chos casos sobre hipótesis que sólo la
d) Política exterior: aparición de nuevos datos por medio
El m ism o sistem a de tratados que de nuevas tablillas pueden confirm ar.
hem os citado anteriorm ente regía la Si nos atenem os a estos pocos d a
política exterior hitita. Sin em bargo tos con que contam os para el Antiguo
en este caso no se trataba de relacio Reino, los parientes del rey, llam ados
nes de m ayor a m enor sino de igua «la G ran Fam ilia» son los que disfru
les. A ello sólo podían aspirar estados tan de ciertos privilegios especiales
fuertes cuyos soberanos tuviesen la con títulos bastante ligados a la ad
categoría de «gran rey» a ojos de los m inistración del palacio, lo que pare
hititas. Tras la caída de M itanni com o ce indicar que la vida cortesana esta
tal tras las cam pañas de Supilulium a, ba ya bastante desarrollada. C on un
este trato estuvo reservado exclusiva esquem a de funcionam iento muy rí
m ente a las relaciones con B abilonia gido, casi m ilitar, com ponen posible
y con Egipto, ya que con la ascenden m ente la élite de esta sociedad. En el
te A siría de la ú ltim a época hitita rescripto de Telepinu todo este grupo
nunca fueron buenas. El único ejem parece com poner el p a n ku , que en es
40 Akat Historia del M undo Antiguo
te contexto sería algo así com o la co es que el paso de una m onarquía de
m u n id ad entera. Lo m ism o parece poca entidad a un gran im perio haría
deducirse de otro texto, éste de H attu- bastante poco operativo el panku. Al
sil I cuando h ab la de «los hom bres m ism o tiem po, la equiparación de la
aguerridos del panku y los dignata m onarquía hitita con sus contem po
rios», que parecen constituir la com u ráneas babilonias, hurritas o egipcias,
nidad entera, p or supuesto en lo que tendió a la creación de una m onarquía
significa participación en los asuntos a b so lu tista que ya g o b e rn a ría p o r
estatales. En base a esto O.R. G urney m edio de oficiales no m b rad o s por
cree que la m ayor parte de la p o b la el rey. No sabem os si fueron recluta-
ción del país fue considerada com o dos ex clu siv am en te de la nob leza
ajena a esa com unidad y por tanto el aunque sí que ésta se m antuvo como
Estado hitita h ab ría sido la creación clase aparte siem pre. De ella depen
de u n a casta exclusiva sobrepuesta a día en gran m edida la m ism a existen
la población indígena del país. Esta cia de la corona debido a las pres-
hab ría sido originalm ente organiza taciones m ilitares a que estaba obli
da librem ente en un núm ero de dis gada.
tritos independientes, cada uno go Es quizás este aspecto uno de los
bernado p o r un consejo de ancianos, m ás debatidos p o r la investigación
al que hacíam os alusión en el capítu actual en relación con la nobleza hiti
lo anterior. Esto parece tam bién coin ta. Nos referim os a esas prestaciones
cidir con la evidencia lingüística. m ilitares que h a n llevado a algunos
La existencia de esta casta bastante estudiosos a hablar de un sistema feu
cerrada que com pone el panku parece dal hitita. Efectivam ente el m onarca
se m antuvo du ran te toda la vida del hitita repartía tierras a príncipes o a
Im perio Hitita. Sin em bargo, a partir particulares sin duda nobles, consi
de Telepinu no tenem os constancia derados com o vasallos. Sin embargo,
de la existencia del panku. La explica en el estado actual de la investigación
ción m ás lógica que se h a dado a ello no podem os h a b la r con propiedad de
Los hititas 41
estado en todas sus facetas. Pero la com o única ocupación. Sin em bargo
cuestión en el caso hitita es aún más la existencia de «los hom bres de la
com pleja puesto que en las concesio herram ienta» a los que ya hem os alu
nes de tierras nos encontram os dos dido parece ponernos en contacto con
grupos: uno, el de los agricultores y grupos artesanos que posiblem ente
otro, el llam ado de los «hom bres de serían urbanos, entre los que encon
la herram ienta», que serían posible tram os nom brados a tejedores, cons
m ente artesanos. La diferencia entre tructores, alfareros, etc. Parece que
estas dos formas de tenencia vendría con contadas excepciones el ciu d ad a
dada, según O.R. G urney, por el he no ordinario era libre aunque estu
cho de que la prim era dependería di viese obligado en determ inadas cir
rectam ente del rey y la segunda de las cunstancias a trab ajar para el estado.
auto rid ad es locales. Si tenem os en Podían poseer tierras y otras riquezas.
cuenta el control estricto del estado C on respecto a los esclavos, las re
sobre las autoridades locales pode ferencias que de ellos poseemos pare
mos p ensar que es la corona quien cen en principio bastante contradic
controla todo. Y m ás aún cuando los torias. Dos parajes que O.R. G urney
beneficiarios de un a tenencia debían cita del relato del hom bre a los dioses
cuatro días de trabajo a la sem ana (de perm iten pensar que el esclavo do
8 días) a actividades de interés colec méstico está totalm ente en m anos de
tivo. De esta forma, el pretendido feu su dueño que puede disponer de él en
dalism o hitita cada vez aparece más todos los aspectos, incluso de su vida.
d esd ib ujad o . Lo ú n ico que p o d ría La relación parece basarse solam ente
asim ilarse al feudalism o sería en ese en la buena voluntad del dueño para
caso el sistem a de g o bierno sobre con el sirviente. Sin em bargo la situa
ciertos reyes vasallos o príncipes hiti ción que se desprende de determ ina
tas. S erían las form as de gobierno das cláusulas del código penal es ra
que en el apartado anterior hem os ci dicalm ente distinta. En este caso el
tado com o a) y b). Sin em bargo, para esclavo es objeto de defensa aunque,
P. G arelli estos estados no serían más p or supuesto, en su condición de es
que «extensas tierras de ilku que go clavo. En acusaciones de difam ación
zaban de las ventajas que resultaban el esclavo puede litigar incluso contra
de ellas m ientras cu m plían fielmente su dueño, aunque las com pensacio
su servicio y que eran revocadas ine nes por algún delito son la m itad de
x o rab lem en te al m e n o r desfalleci las que percibiría un hom bre libre.
m iento». Com o opina el m ism o au N os encontram os al esclavo, por tan
tor, las soluciones de gobierno del to, con una serie de derechos y debe
m undo hitita no fueron nunca hacia la res que lo colocan en una situación
instauración de un régim en de depen m uy diferente del esclavo que cono
dencia privada o a u n a privatización cemos com únm ente de época greco-
de las funciones estatales sino a la afir rom ana. En num erosas ocasiones nos
m ación todavía poco hábil del Estado. encontram os cláusulas de leyes regu
A unque nos hem os separado algo lando el m atrim onio entre «sirvien
del tem a de este ap artad o creemos tes» y m ujeres libres así com o otras
que hab ía que en trar en lo anterior relativas a propiedades de sirvientes.
p or su relación con esa supuesta so El paralelo m ás claro con esta forma
ciedad feudal hitita. de dependencia, que sería u n térm ino
E n com paración con los grupos al m ás apropiado que esclavitud, sería
tos de la sociedad, conocem os muy el m ushkenum del Código de H am
poco de la gente com ún. Sin duda la m urabi, Lo que no conocem os en ab
m ayoría estaría com puesta por aldea soluto es el origen de estos sirvientes
nos dedicados al cultivo de la tierra ni su form a de obtención.
Los hititas 43
III. La econom ía
IV. El derecho
su contra sino que reconoce el dere la utilización o no del dom icilio con
cho a b u sc a r esposa p o r ra p to de yugal, para el acto de adulterio.
cualquiera, sea cual sea su condición. La m ujer en algunos casos puede
Parece que la ley se reconoce im po poseer u n a dote personal o iwaru que
tente para actuar en estos casos dado pasa a propiedad del m arido en caso
que el derecho de rapto parece proce de fallecim iento de la esposa si es que
der del derecho natu ral para buscar ésta vivía en el dom icilio conyugal.
esposa. E n casos de rapto, por otra En caso de vivir en casa de sus p a
parte, se reconoce el derecho a la ven dres, el iwaru revertía a ellos. Al igual
ganza personal. Lo m ism o ocurre en que establecen las leyes asirías, la es
los casos de adulterio fem enino, que posa podía vivir en la casa del m arido
dando el m arido capacitado para dar o en la del padre. Para caso de divor
m uerte a los adúlteros o perdonarlos, cio, pocos datos conocem os y los que
aunque hay alguna variante com o es hay son totalm ente contradictorios
Algunos art. del «Código de Ley» cuatro de cría (?) y él (el demandante) lo
deja ir a casa.
1. Si alguien mata un hombre o una mujer 75. Si alguien toma prestado y sojuzga
en una riña, él hace la enmienda dándole un buey, un caballo, una muía o un asno, y
cuatro personas, hombres o mujeres (res éste muere, o un lobo lo devora, o se pier
pectivamente), y él (el heredero de la vícti de, él pagará la tasa exactamente; pero si
ma) lo deja ir a casa. dice «murió por la mano de un Dios», en
3. Si alguien hiere a un hombre libre o tonces tomará el juramento.
una mujer, y él (o ella) muere, si su mano 86. Si un cerdo camina sobre un suelo
(solamente) es una falta, él lo recompensará de trilla o un campo, o un jardín y el pro
por ese único dándole dos personas, y él pietario de la pradera, el campo, o el jar
(el heredero de la víctima) lo deja ir a casa. dín, lo golpea hasta matarlo, se lo devolve
5. Si alguien mata a un mercader, él pa rá a su propietario; pero si no lo devuelve,
ga 1 1/2 (?) libras de plata y él (el herede se transforma en un ladrón.
ro, lo deja ir a casa; si (esto ocurre) en la 91. Si alguien roba abejas de un enjam
región de Luwiya o en la región de Palo él bre, formalmente solían dar una mina de
paga 1 1/2 (?) libras de plata y hace bien plata (pero) ahora dará cinco monedas
la privación de sus bienes; si esto es en la de plata.
tierra de Hatti, él (solamente) hace la com 98. Si un hombre libre prende fuego a
pensación por el mercader. una casa, él reconstruirá la casa; pero
6. Si una persona, varón o hembra, es cualquier cosa que perezca en la casa, ya
asesinado en otra ciudad, el hombre en sea un hombre, un buey o una oveja, por
cuya tierra él muere, separa 100 codos del esto no lo compensará.
campo y él (i.e., el heredero) las toma. 105. Si alguien pone (¿un matorral?) en
11. Si alguien rompe el brazo de un hom fuego y (lo deja) allí, y el fuego se apodera
bre libre o la pierna, le paga veinte siclos de de un viñedo; si las vides, los manzanos,
plata y él (el demandante) lo deja ir a su casa. las granadas y los perales (?) arden, por
12. Si alguien rompe el brazo o la pier cada árbol dará (seis) monedas de plata y
na de un esclavo macho o hembra, él paga volverá a plantar la plantación. Si es un es
diez sidos de plata y él (el demandante) lo clavo dará tres monedas de plata.
deja ir a casa. 151. Si alguien alquila un arado de bue
25. Si un hombre vierte basura en un yes, por un mes de alquiler, es una mone
pozo o una cisterna, formalmente paga da de plata.
seis sidos de plata; el que ha puesto la ba 159. Si alguien se equipa con una yunta
sura ha de pagar tres sidos de plata (¿al de bueyes, este alquiler es una mitad de la
propietario?), y en palacio solían tomar cantidad de la cebada.
tres sidos de plata. Pero ahora, el rey ha 170. Si alguien mata una serpiente y
remitido la parte del palacio; el que puso la pronuncia el nombre de otro (en forma de
basura paga tres sidos de plata solamente hechizo), él dará una libra de plata; si lo
y él (el demandante) lo deja ir a casa. hace un esclavo, él morirá.
63. Si alguien roba un buey de labran
za, formalmente ellos solían dar quince (Recogido en O.R. Gurney, The Hittites,
bueyes, pero ahora, él da diez bueyes, y Suffolk, 1952, reed. 1972)
52 Akal Historia del M undo Antiguo
4. La propiedad
La propiedad de la tierra parece h a
Bajorrelieve del santuario de Yazilikaya, ber estado som etida en el m undo hiti
Bogazkoy, representando a un dios ta a u n a com pleja situación de debe-
Los hititas 53
León hitita
54 Aka! Historia del M undo Antiguo
res y servicios, que aún no conoce robo de una casa h abitada y, en fin, la
mos con exactitud. En el Código hay apropiación de objetos perdidos o de
al m enos catorce claúsulas en rela anim ales extraviados. En todos los
ción con el tem a que no arrojan de casos la ley trata en prim er lugar de
m asiada luz. En principio parece dis que se restituya lo robado y se indem
tinguirse dos tipos de posesiones: una nice al afectado con una cantidad de
del tipo de vasallo y otra del llam ado dinero o de cabezas si el robo es de
«hom bre de las herram ientas» (o ar ganado. Al igual que ocurre en otros
mas). Com o ya hem os dicho en el ca apartados la pena para los esclavos es
pítulo de la sociedad, siguiendo a O.R. la m itad que para los de condición li
G urney, la diferen cia entre am bas bre. Sin em bargo nos encontram os en
formas vendría dada p or la concesión este apartado de robos una cláusula
de un a tierra p or parte de la corona poco com ún (art. 95). Se trata de m u
(sería el vasallo) o p or parte de autori tilaciones personales para el esclavo
dades locales (el hom bre de las h erra que roba en una casa habitada o in
m ientas). El progresivo aum ento de cendia deliberadam ente, al que se le
poder de la realeza debió hacer obso cortan la nariz y las orejas adem ás de
leta esta distinción puesto que al final la obligación del pago de una indem
las dos concepciones parecen fundir nización. Esto, que es algo com ún en
se, con lo que cada clase de persona la legislación de H am m urabi y en las
podía tom ar las propiedades de otra, leyes asirías, aparece m uy poco en la
com prom etiéndose en todo caso a los legislación hitita, que en cu an to a
pagos (vasallos) o corveas (hom bres castigos parece m ás evolucionada que
de la herram ienta = artesanos) que las citadas.
tuviesen establecidos. Incluso algu Por lo que respecta a incendios y
nas propiedades de artesanos, en ca d años causados a bienes, las leyes
so de desaparición de éstos, podían m antienen la m ism a tónica ya dicha:
ser adjudicadas a deportados de otros restitución e indem nización, en fun
territo rio s y pu esto s a d isp o sició n ción que la m ism a casuística en que
del rey. están redactadas dichas leyes.
Por encim a de estos propietarios, E n conjunto, y en relación con las
que tendrían m ás o m enos tierra en penas im puestas, nos encontram os
función de los servicios prestados a la con una legislación bastante menos
corona o a com unidades, el rey es el severa que la babilónica o la asiría
m ayor propietario del Im perio. A un contem poráneas. La pena de m uerte
nivel en algunos casos com parable aparece solam ente en ocho casos, con
nos encontram os tam bién a los tem lo que la proporción es bastante m e
plos, que de alguna form a copian el nor que en las legislaciones citadas.
sistem a de explotación im puesto por Lo m ism o podem os decir de las m uti
la realeza. laciones corporales, que siem pre (en
Al m argen de la propiedad de la dos casos solam ente) son aplicadas
tierra, nos encontram os bastantes alu únicam ente a esclavos. En las dem ás
siones en el código a atentados contra cuestiones siem pre está presente la
propiedades inm uebles, entre los que restitución y la indem nización, sien
caben destacar el robo, el incendio y do éste un aspecto bastante evolucio
los daños causados a cam pos y a an i nado en la codificación hitita. Puntos
males. J. D elaporte, al que hem os se de contacto tam bién tiene con legisla
guido en bastantes ocasiones en cuan ciones contem poráneas para cuestio
to a la siste m atiz ació n de delitos, nes de responsabilidad colectiva, co
establece una clasificación del robo: m o son los casos de rapto o de suble
robo de anim ales, de frutos, de cepas vación contra el rey así como el hom i
de viña, de utensilios o m ateriales, el cidio en determ inadas circunstancias.
Los hititas 55
V. Religion y cultura
jos: los dioses de la tem pestad de Zip- en que se les reza. Entre ellos encon
p alan d a y N erik a los que se recurre tram os dioses de H azzi (H ayasa), lu-
p ara que intercedan ante sus padres; Uubi, de los gasga, hurritas. Asimismo
Telepinu, cuyo m ito se nos ha conser encontram os algunas divinidades que
vado y es otra version m ás del dios de deben corresponder a los propios hi
la fecundidad que encontram os por titas en base a la lengua usada en
todo el Próxim o Oriente; In a r es otro las plegarias.
hijo que ayuda al dios Sol a vengarse
de la serpiente Illujanka, en otro mito
que se nos ha conservado en dos ver 1.2. El culto
siones. etc. Tam bién en este ciclo es El lugar reservado para el culto es
tán incluidos los toros Seii y Hurri, fundam entalm ente el templo. N o to
divinidades anim ales y otros cultos a dos los tem plos tenían la m ism a con
lugares com o las m ontañas N anni y sideración y por tanto el m ism o ta
Hazzi. m año y riqueza. N os encontram os
H ay otros g rupos de dioses que desde pequeños santuarios hasta tem
tam bién figuran en los tratados y son plos que son v erd ad eras un id ad es
los propios de los estados vasallos o económ icas cerradas, con gran canti
aliados, que conocem os por la lengua dad de instalaciones y num erosas po
dos p o r m urallas para hacer más fácil fundam ental del ritual religioso hiti
la defensa. ta. C onstan por lo com ún, com o ya
O tro elem ento arquitectónico im hem os dicho, de una entrada, un p a
portante de H attusas lo constituye el tio, u n a sala de culto y un sancta sanc
Palacio Real, situado en la acrópolis torum o ádyton. El resto de los ele
de la ciudad donde tam bién se ubica m entos puede ser variable. Los m a
b a n los edificios de la a d m in istra te ria le s de c o n s tr u c c ió n so n los
ción. Es el lugar que m ayor núm ero m ism os que en el caso del palacio.
de tablillas nos ha proporcionado. Q uizás el m ás representativo de los
Para los estudiosos del arte la planta que conocem os es el gran tem plo de
de la acrópolis está más em parentada Hattusas. El centro del santuario está
con el m undo egeo que con el meso- form ado por un edificio rectangular,
potám ico, dado que los elem entos es con cabecera saliente hacia el NE. La
tán m ás dispersos, form ando u n id a entrada se efectuaba por un pórtico a
des aisladas, al co n trario del patio continuación del cual había un gran
m esopotám ico sobre el que gira el patio enlosado, con otro pórtico al
gran palacio. En la acróplis encontra fondo y un pozo de abluciones. El res
mos el archivo, los alm acenes reales, to del patio estaba rodeado de un co
u n edificio ritu al, el cu a rtel de la rredor y dependencias, todo ello su
guardia de palacio, etc., todos ellos peditado al ádyton. El recinto en su
construidos con piedra para los ci conjunto estaba rodeado a su vez de
m ientos y zócalos, siendo de adobe y un gran núm ero de alm acenes donde
m adera los m uros y terrazas, aunque se guardarían las ofrendas y los ingre
d iferen cián d o se de la arq u ite ctu ra sos del tem plo, así com o posibles de
m esopotám ica en la ab u n d an cia de pendencias para sacerdotes.
ventanas al exterior. E n cuanto a escultura y relieve, po
Los tem plos son otras m anifesta cas son las figuras exentas que h an
ciones arquitectónicas con m ás ca llegado hasta nosotros y en general
racterísticas específicas en el m undo de pequeño tam año aunque eso no
hitita. Ya hem os visto que son parte im plica que no las hubiera mayores.
Los hititas
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