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La hiperinflación en Venezuela no ha sido generada por

crear mucho dinero (y II)


Eduardo Garzón
La Marea
En este segundo artículo, Eduardo Garzón analiza las causas de la
hiperinflación que actualmente se produce en Venezuela.

¿Qué es lo que explica que Venezuela esté sufriendo un caso de hiperinflación? Las preguntas
complejas tienen también respuestas complejas. Para poder entender adecuadamente el proceso de
inflación galopante en Venezuela es necesario conocer cómo funciona la economía venezolana, cuál
es su estructura productiva, su inserción en el mercado exterior, su régimen político, institucional y
social, su sistema monetario y financiero, etc. Sin conocer todo eso es imposible ofrecer una
respuesta adecuada y realista. Por eso hay que desconfiar de quienes analizan la economía
venezolana como si fuera cualquier otra, y muchos menos si utilizan de comparación una economía
desarrollada y europea. Esos analistas ignoran que cada país tiene su propio modelo económico y
sus propias características, y que cualquier comparación con otro país será siempre una simplificación
burda y normalmente poco útil. A falta de más espacio para profundizar, cabría hacer cuatro apuntes
sobre la economía venezolana con el objetivo de conocer sus características básicas y contextualizar
así el análisis.

Para empezar, Venezuela siempre ha tenido tasas de inflación muy elevadas. De hecho, en los años
80 los precios crecían muchísimo más rápido que durante los años del gobierno bolivariano,
exceptuando el último año. Esto es importante para entender que no se trata simplemente de un
caso reciente que pueda ser achacado íntegramente a los últimos acontecimientos, sino que viene
de largo. Los grandes grupos oligopólicos con poder de mercado en determinados sectores, la
incapacidad del Estado para regular y controlar la competencia empresarial, la corrupción, la
delincuencia, la asimetría de poder en las negociaciones en los centros de trabajo, etc, explican en
buena medida que la inflación haya sido tradicionalmente alta e irregular.

En segundo lugar, no se puede olvidar que el régimen bolivariano que comenzó con la presidencia
de Chávez y que continúa con la de Maduro ha sido siempre una amenaza para los privilegios de la
élite del país. La nacionalización y toma de control de buena parte de los sectores productivos
estratégicos (especialmente el de los hidrocarburos) así como una mayor distribución de la renta
(acorde a la CEPAL Venezuela es ahora el país menos desigual de Latinoamérica) provocó un duro
golpe al poder y a la riqueza del stablishment venezolano, que desde entonces se moviliza de muy
diversas formas para tratar de derribar al gobierno para recuperar sus privilegios. Ejemplos
paradigmáticos lo conformaron el golpe de Estado fallido de 2002, el paro petrolero entre 2002 y
2003, las protestas armadas, el desabastecimiento selectivo y programado de determinados
productos justo antes de tener lugar comicios electorales, y la mala imagen que difunden a través
de los poderes mediáticos en el interior y en el exterior del país (es llamativo que el gobierno
estadounidense aún continúe tildando de “dictadura” al gobierno venezolano a pesar de que la ONU
ha reconocido una y otra vez que todas las elecciones fueron limpias y respetuosas con los estándares
internacionales). Todo esto no es nada nuevo ni singular: los grupos de poder utilizaron estrategias
parecidas en el Chile de Allende entre el año 70 y 73 del siglo pasado y en Nicaragua a finales de los
años 80, por poner sólo dos ejemplos.

En tercer lugar, es importante entender que la estructura productiva venezolana dista mucho de
parecerse a la de una economía avanzada. No existe un tejido productivo diversificado que arroje
productos de todo tipo y color sino que está concentrado en ramas del sector primario y en ramas
industriales y de servicio de bajo y medio valor añadido. Esto provoca que los venezolanos tengan
que comprar en el extranjero casi la mitad de todos los productos que necesitan. El sector de los
hidrocarburos es el enorme gigante de la economía, consiguiendo el 95% de todos los dólares que
recibe el país, siendo el 4% restante gracias a la exportación de otras materias primas. Es decir, que
para que la población pueda obtener todo lo que necesitan para sus vidas es necesario la utilización
de moneda extranjera, fundamentalmente dólares, que la economía obtiene gracias a las
exportaciones de petróleo. Es una economía absolutamente dependiente de un único sector, con la
enorme debilidad que eso conlleva. De hecho, el hundimiento de los precios del petróleo en 2014
provocó un agujero en los ingresos de dólares que ha tenido su impacto en las importaciones y en
el desabastecimiento y encarecimiento de productos en los mercados internos.

En cuarto lugar, el gobierno venezolano controla los precios de muchos productos básicos para
asegurar el abastecimiento de la población más vulnerable, lo que provoca que se generen mercados
ilegales alternativos en los que rigen otros precios. Esto ocurre también, y de forma importante, en
el mercado de las divisas: para evitar que cualquier venezolano pueda cambiar la moneda nacional
por dólares y luego se los lleve fuera del país (como ocurría tradicionalmente con las fugas de
capitales) el gobierno impuso en 2003 un control cambiario, de forma que sólo se pueden cambiar
bolívares por dólares a un tipo de cambio determinado. Esta medida también provocó que se
generara un mercado negro alternativo en el que se cambian los bolívares por dólares a otro precio.

Con esas cuatro consideraciones en mente se puede entender mejor en qué han consistido los cinco
factores que, siguiendo a analistas como Pasqualina Curcio y Mark Weisbrot, nos ayudarían a explicar
la espiral inflacionista.

1) El desabastecimiento programado y selectivo de productos. Los grandes grupos


empresariales contrarios al gobierno venezolano y que tienen suficiente poder de mercado en su
sector (el grupo empresarial de productos de higiene controla el 99% del sector; el de harina de
pasta el 80%, etc) apartan buena parte de sus productos del mercado oficial para venderlos en el
mercado negro, lo que inexorablemente produce un incremento de precios tanto por
desabastecimiento como por un abuso de los precios al utilizar canales ilegales de distribución.

2) Inflación por importaciones. Los grupos empresariales que importan productos del exterior lo
deben hacer obligatoriamente al tipo de cambio oficial, pero luego venden ese producto en el interior
de su país al tipo de cambio extraoficial, obteniendo jugosas ganancias simplemente gracias al
diferencial, y elevando con ello los precios de forma completamente artificial. Un ejemplo sencillo: si
el tipo de cambio oficial es de 3.000 bolívares por cada dólar, la importación de un producto que
cueste 1 dólar le costará 3.000 bolívares al empresario venezolano. Pero si en vez de vender en el
interior del país ese producto de 1 dólar al tipo de cambio oficial lo hace al tipo de cambio ilegal, que
es de 10.000 bolívares por cada dólar, acabará obteniendo ingresos de 10.000 bolívares por la venta
en el interior cuando sólo le costó 3.000 comprarlo en el exterior. Estamos hablando de un
incremento del precio (y de las ganancias del importador) astronómica. Ésta ha sido el principal
factor que ha explicado el vertiginoso aumento de los precios en Venezuela, especialmente a finales
de 2017 debido a que el tipo de cambio ilegal se disparó salvajemente (pasó en sólo dos meses de
3.000 bolívares por dólar a 52.000 bolívares por dólar). Las autoridades venezolanas aseguran no
encontrarle sentido a tal evolución y culpan a las empresas que calculan ese tipo de cambio de
manipularlo para generar beneficios y causar inestabilidad económica y social.

3) Embargo financiero de Estados Unidos. El pasado 25 de agosto de 2017 el presidente


estadounidense Donald Trump, para “combatir la dictadura y restablecer la democracia” dio un paso
más en sus medidas de bloqueo económico, comercial y financiero sobre Venezuela. El comunicado
de la Casa Blanca rezaba: “La nueva medida del presidente prohíbe realizar transacciones con títulos
de deuda y acciones emitidos por el gobierno venezolano y su compañía petrolera estatal. También
prohíbe las transacciones con ciertos bonos existentes que pertenecen al sector público venezolano,
así como los pagos de dividendos al gobierno de Venezuela”. En román paladino: más dificultades
para endeudarse en dólares y más dificultades para que Venezuela pueda obtener los dólares que
necesita (en el mercado oficial) para importar los productos que no tiene, de forma que fuerza acudir
más al mercado ilegal para obtener dólares más caros. Las consecuencias son evidentes: mayor
desabastecimiento, mayor devaluación del bolívar con respecto al dólar en el mercado ilegal, mayor
aumento de los precios.

4) Desconfianza generalizada en el bolívar. La moneda venezolana nunca ha sido muy codiciada,


ni internacionalmente ni internamente, ya que ha experimentado tradicionalmente importantes
pérdidas de valor, pero ese escaso atractivo se vuelve aún menor si su valor no deja de caer con
respecto a la moneda tradicional de referencia: el dólar. Esto provoca que los venezolanos se
deshagan de sus activos nominados en bolívares y los conviertan en activos expresados en dólares,
lo que retroalimenta la depreciación de la moneda venezolana. La incapacidad institucional para
imponer la utilización de su moneda se traduce en una mayor dolarización de su economía, y en un
mayor incremento de los precios vía importaciones.

En definitiva, la hiperinflación en Venezuela se debe a la interacción de numerosos y diversos factores


que tienen que ver con la débil estructura productiva y exportadora de su economía, con el enorme
poder de grupos económicos contrarios al gobierno, y con la singular posición política e institucional
del ejecutivo venezolano. La creación masiva de dinero no tiene nada que ver con la hiperinflación
que está sufriendo el país, no es su causa sino su consecuencia: para poder hacer pagos y comprar
productos cada vez más caros por culpa de la hiperinflación es necesario tener cada vez más dinero,
y por eso la masa monetaria no deja de crecer. Sin embargo, proliferan análisis de muy baja calidad
y rigor –pero desgraciadamente de exitosa difusión- que simplemente se apoyan en la incompetente
teoría económica convencional para arremeter interesadamente contra el gasto público y la creación
estatal del dinero. Ideología disfrazada de ciencia que urge combatir con análisis serios y rigurosos.

Primera parte.

Fuente: https://www.lamarea.com/2018/08/30/la-hiperinflacion-en-venezuela-no-ha-sido-
generada-por-crear-mucho-dinero-ii/
30-08-2018
La hiperinflación en Venezuela no ha sido generada por crear mucho dinero (I)

Eduardo Garzón
La Marea

Eduardo Garzón desmonta la falsa idea que sostiene que la hiperinflación que actualmente se
produce en Venezuela está ligada a la creación de dinero por parte del Gobierno.

Venezuela se encuentra actualmente en un proceso hiperinflacionario que está causando enormes estragos
económicos y sociales a su población. Se denomina hiperinflación a la situación de incremento desorbitado y
descontrolado de los precios caracterizado por una tasa de crecimiento mensual superior al 50%. Según la
Asamblea Nacional de Venezuela ese momento se alcanzó en noviembre de 2017, con una tasa del 56%. Ocho
meses más tarde, en julio de 2018, la tasa de crecimiento se situaba en el 125%.

Y, como siempre que se habla de hiperinflaciones, surgen como setas analistas de todo tipo y pelaje repitiendo
una y otra vez que la culpa es del gobierno correspondiente que se ha pasado imprimiendo dinero. Todavía me
sigue fascinando lo extendida que está esa falsa idea tanto en el mundo académico como fuera de él. Como la
gente siempre ve que en las hiperinflaciones se necesitan muchos billetes para comprar productos de primera
necesidad, unen los dos conceptos y acaban deduciendo que la hiperinflación es consecuencia de haber creado
mucho dinero. Pero por muy intuitiva que pueda ser esa conexión, la ciencia nos enseñó hace mucho tiempo que
correlación no implica causalidad, por lo que dos fenómenos pueden darse al mismo tiempo sin que los una un
vínculo causal directo. Y es que, como dijo Marx, si la apariencia coincidiese con la realidad no sería necesaria la
ciencia. Pero a la vista está que todas aquellas personas que se limitan a replicar los postulados de la teoría
económica convencional no quieren dedicar tiempo y esfuerzo en analizar con rigor dichos fenómenos económicos,
conformándose con análisis tan simplistas como sonrojantes, especialmente si las conclusiones sirven para
fortalecer el injusto y actual statu quo económico. Que la complejidad del mundo económico no les arruine sus
pobres y fantasiosas explicaciones , y mucho menos sus privilegios.

Lo expliqué con cierto detenimiento hace ya casi cinco años : no ha habido un solo caso de hiperinflación en
el mundo que se haya originado por culpa de un gobierno que se volviese loco creando dinero. De hecho,
esa fue una de las conclusiones de un estudio realizado por el Instituto Cato (nada sospechoso de ser de
izquierdas) tras analizar los 56 casos de hiperinflación más importantes de la historia en nuestro planeta. En
realidad, todos ellos se debieron a un shock en la oferta que provocó una caída fortuita en la producción, lo que
conllevó que la cantidad de dinero se hiciera excesiva en comparación con la cantidad de bienes y servicios
producidos, empujando así los precios al alza (porque los vendedores le sacan todo el partido que pueden
aumentando los precios a la poca producción que venden). Pero la clave está en entender que ese diferencial
entre producción y dinero se debió siempre a una caída de la producción y no a un aumento de la cantidad de
dinero.

Sirvan varios ejemplos de referencia. La inflación galopante registrada en Alemania entre 1922 y 1923 fue causada
por la destrucción del aparato industrial alemán durante la primera guerra mundial así como la pérdida de buena
parte del mismo debido a la entrega a Francia de los territorios de Alsacia-Lorena. En Hungría el fenómeno
hiperinflacionario ocurrió en 1946 debido a la devastación que sufrió el país tras las invasiones nazi y soviética
durante la Segunda Guerra Mundial (otros países como Grecia, Taiwán y China corrieron una suerte parecida
como consecuencia del conflicto bélico). Durante la década de los años 80 se sucedieron episodios de
hiperinflación en Perú, Bolivia, Brasil y Argentina , y todos ellos fueron debidos a la caída de los precios de los
productos que exportaban (estaño, cobre, plata, plomo, café…) lo que dificultaba la importación de otros productos,
a las frecuentes insurrecciones militares que desestabilizaban la economía, y a los brutales planes de ajuste que
imponía el Fondo Monetario Internacional que no hacían otra cosa que lastrar la demanda y la producción. La
desintegración de la antigua Yugoslavia conllevó el destrozo de buena parte de su aparato productivo,
desencadenando una espiral hiperinflacionista en Serbia durante la década de 1990. La elevada inflación
descontrolada que experimentó Rusia y especialmente sus vecinas Armenia y Turkmenistán en 1992 y 1993 fue
causada por la estrepitosa caída de la producción como consecuencia de la transformación del sistema desde uno
socialista a uno capitalista. La hiperinflación sufrida en Zimbabue entre 2007 y 2008 (la segunda más intensa de
la historia) se debió al colapso del sector agrícola tras ser confiscadas las tierras de las minorías blancas por el
gobierno, lo que provocó una escasez de alimentos muy pronunciada en una economía altamente dependiente del
campo.

Pero ninguno de todos esos factores le importarán nunca a un economista convencional que se precie, pues
preferirá zanjar el asunto con un “la culpa fue del gobierno por crear mucho dinero”. Bajeza y deshonestidad
intelectual que sólo puede ser explicada por el interés económico y político que presentan determinados grupos
sociales para demonizar el gasto público y la creación de dinero estatal.

La hiperinflación nunca surge porque un gobierno pierda el control e imprima una cantidad excesiva de dinero, sino
que aparece en situaciones extremas (conflictos bélicos, transición desordenada de sistemas económicos, y por
pésimas políticas económicas) que provocan caídas importantes de la producción. Entonces, ¿por qué durante
esos periodos se constata que la cantidad de dinero en circulación aumenta a ritmos vertiginosos? Pues por algo
tan obvio que avergüenza recordarlo: para poder hacer frente a compras con precios mastodónticamente más
elevados que antes necesitas mucho más dinero que antes. Es evidente. El banco central debe crear muchísimo
más dinero para que el Estado pueda hacer frente a unos gastos corrientes que son muchísimo más caros, para
que los bancos puedan hacer frente a las retiradas de dinero de sus clientes y a mayores créditos por parte de las
empresas (pues han de comprar suministros mucho más caros). La creación de dinero es posterior a la chispa de
la inflación galopante, aunque luego contribuya a agravarla (como tantos otros factores en un contexto de círculo
vicioso de alza descontrolada de precios). El orden causal y cronológico es el siguiente: caída brusca de la
producción, aumento de precios, aumento de dinero en circulación. No nos dejemos engañar por las apariencias,
pues no siempre coinciden con la realidad.

A diferencia de lo que reza la teoría económica convencional y de lo que predomina en el imaginario colectivo, la
creación de dinero no tiene por qué provocar inflación . Lo expliqué también hace tiempo . Puede que ocurra o no,
todo va a depender de cómo de utilizada esté la capacidad productiva de una economía. Pero es que incluso
aunque ocurra, nunca va a llegar al punto de convertirse en hiperinflación. De hecho, es más que probable que los
elevados déficits públicos del gobierno bolivariano (y por lo tanto el nuevo dinero en circulación) hayan contribuido
algo a empujar al alza los precios, pero eso es una cosa y otra que hayan provocado la hiperinflación. Recuérdese
que la hiperinflación es un crecimiento mensual de los precios superior al 50%, algo que no ha ocurrido en
Venezuela hasta hace 8 meses a pesar de que antes de eso la emisión de nuevo dinero era notable y el crecimiento
de los precios estaba siendo bastante elevado. La hiperinflación se ha originado mucho más tarde; ¿por qué ha
sido así? ¿Cuál ha sido el shock productivo que ha incendiado la mecha? Esto es lo que veremos en el siguiente
post.

Fuente: https://www.lamarea.com/2018/08/29/la-hiperinflacion-en-venezuela-no-ha-sido-generada-por-crear-
mucho-dinero-i/

GLOSARIO
OFERTA Y DEMANDA

El término demanda, se refiere a la cantidad de bienes o servicios que se solicitan o se desean en un


determinado mercado de una economía a un precio específico. Oferta, hace referencia a la cantidad de
bienes, productos o servicios que se ofrecen en un mercado bajo unas determinadas condiciones.

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