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T ítu lo original de este libro
Soviet Economics
Lo tra d u jo al español
José Antonio Carranza
Parte 1: Ideología
Parte 2: Funcionamiento
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El uso del dinero
El dinero y el ciudadano soviético
Transacciones monetarias y corrientes reales
El control de la producción
Parte 3; Objetivos
El desarrollo económico
Acumulación de capital
El plan óptimo
Bibliografía y documentación
Nota de agradecimiento
Indice analítico
1 Control del capital
Marx y Rusta
Lenin —como también Ramsay MacDonald— tuvo la desgracia de
dirigir un gobierno socialista antes de que hubiese sido completada
por Keynes la teoría económica de Marx. Su fe en la dialéctica
marxista llevó a los revolucionarios soviéticos de 1917 a liquidar el
capitalismo privado. No podían éstos aceptar que los procedimientos
capitalistas fuesen adaptables al régimen de un Partido Comunista.
La administración laborista británica de 1929, dando de lado a
Marx, procuró gobernar el país al modo de una empresa capitalista,
y si tuvo un resonante fracaso en 1931 fue porque su empeño en
igualar gastos e ingresos no hizo más que agravar la situación na
cional.
Anteriormente a la General Theory of Employment, Interest and
Money (1936) de Keynes, la tendencia predominante en la economía
no marxista estudiaba el estado industrial moderno basándose en la
suposición de que, en condiciones de libre competencia, un mecanis
mo de reajuste automático aseguraba el empleo armonioso y pleno
de la tierra, el trabajo y el capital. Lenin aceptó a Marx como al
«apostle of disruption» (apóstol del desgarramiento) —usando la fra
se de Bertrand Russell— y el socialismo evolucionista le rechazó por
predicar el inevitable conflicto de clases; era fundamental en la obra
de Marx la búsqueda de contradicciones en el capitalismo y ello le
condujo, en el volumen II de El capital (1885), a ver una fuente de
desequilibrio económico en el hecho de que el ahorro, aunque ne
cesario, no era suficiente para asegurar el pleno empleo o el creci
miento económico. Llevado de su despreocupación de salvar de su
ruina a la economía de libre competencia, no hizo el menor esfuerzo
por averiguar si había algún mecanismo que pudiese garantizar en
una economía de mercado el empleo satisfactorio de sus recursos.
No se descubrieron los medios para conseguirlo hasta el análisis de
Keynes, quien sólo vagamente advirtió un antecedente suyo en Marx;
mientras que para éste las fuerzas que desequilibraban el mercado
eran una de las contradicciones inherentes al capitalismo, Keynes
prescribía correctivos que son igualmente aplicables en un sistema
de propiedad pública o privada del capital.
Lenin, además, se obligó a hacer uso del Estado socialista de tal
manera, que no le quedó espacio para maniobrar económicamente.
Marx había observado a la clase trabajadora explotada hasta el punto
de rebelarse ante su situación más mísera cada vez en momentos
precisamente en que alcanzaba la mayoría numérica en la población;
dada la tendencia de los beneficios a decrecer, los capitalistas maxi-
mizarían sus ganancias aumentando el empleo a salarios reales
más bajos. La estrategia de Lenin de una vanguardia revolucionaria
—expuesta sobre todo en Estado y Revolución (escrita en vísperas
de su golpe de Estado de 1917)— requería que la maquinaria estatal
(la que él llamaba «dictadura del proletariado») manipulase la acti
vidad política y económica antes de que se diesen las condiciones
que Marx consideraba adecuadas para la transición al socialismo.
Pero de Marx se hubieran podido igualmente deducir líneas políticas
diferentes. Rosa Luxemburg había mostrado que el análisis de Marx
era una teoría del subconsumo (cfr. pág. 26), el cual, para su correc
ción, no precisaba el derrocamiento del sistema económico. Tampo
co creía ella que la nacionalización tenía que ser llevada a cabo por
una dictadura elitaria: escribiendo sobre la represión de los menche
viques por Lenin en 1918 declaró que «la libertad es siempre y ex
clusivamente libertad para el que piensa de distinto modo».
Su táctica de obtener personalmente a corto plazo el control del
movimiento socialista ruso parece haber inducido a Lenin a rechazar
las elaboraciones que de la economía de Marx habían hecho sus com
patriotas. Entre los que Lenin consideraba rivales suyos, estaban casi
todos aquellos economistas teóricos (Struve y Tugan-Baranovsky,
entre otros) que habían conseguido transformar a la inteli,qentzia del
siglo XIX en los marxistas del xx. Para cuando llegó la Revolución,
apenas si quedaba en el partido bolchevique algún economista de
prestigio.
Al rechazar otras posibles formas de edificar el marxismo (capí
tulo 2), Lenin descartó la planificación mediante el mecanismo de
los precios, dando por sentado que votar según la capacidad econó
mica, aun existiendo una distribución igualitaria de los ingresos, es
parlamentarismo en forma económica. Pero se dio perfectamente cuen
ta (como no lo hizo Marx en sus escasas referencias a Rusia) de que la
transformación radical del legado zarista ofrecía la mejor oportuni
dad para organizar en Europa un modelo marxista de economía en
desarrollo. En ningún Estado europeo de importancia eran mayores
Figura 1 Producto nacional per cápita (en dólares de Estados Unidos
al poder adquisitivo de 1 956). Antes de la Revolución Rusia estaba en
peor situación económica que el Japón, pero se ha desarrollado más
rápidamente a partir de entonces; su producción per cápita es todavía
la mitad de la de los Estados Unidos.
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El marxismo de Lenin
Lenin, sin embargo, consideraba a estos grupos como sus mayores
enemigos e insistió en la teoría de la transición de Rusia al socialismo
mediante la formación del proletariado. Inmediatamente después de la
Revolución sacó de Marx cuatro condiciones que bastarían a ase
gurar un cambio pacífico. En Infantilismo de izquierdas (1918) expuso
de la siguiente manera estas condiciones: primera, «la absoluta prepon-
■
13
Fue más bien Engeis el que negó la posibilidad de una revolución so
cialista sin proletariado, y Lenin quien abogó porque una élite revolu
cionaria conquistase el poder aun antes de que hubiesen madurado las
condiciones requeridas para la industrialización.
Pero si Marx restringió a un solo caso sus predicciones sobre
la forma de transición al socialismo, se rehusó con firme constancia
a e.scribir con detalles el programa que debería aplicar un Estado so
cialista una vez que se hubiese hecho con las riendas del Gobierno.
Lenin comentaría después que «no hallamos en Marx huella alguna
de haber intentado crear utopías, hacer en el vacío conjeturas sobre
lo que es imposible conocer»; y si en cierta ocasión, en su Crítica del
programa de Gotha (1875), habló Marx del futuro régimen socialista
lo hizo forzado por la publicación de una prognosis con la que él
estaba en completo desacuerdo.
Marx, en una palabra, daba pie al gobierno revolucionario de
Lenin para proclamarse históricamente inevitable sin imponerle la
carga de una política preconcebida. Estas características habrían de
ser aprovechadas plenamente bajo Stalin. El hecho de que se hubiese
puesto a punto un análisis histórico de toda la evolución de la so
ciedad y economía mundiales se tomó como justificación para pros
cribir todo pensamiento político y económico independiente; sin em
bargo, la responsabilidad de adoptar decisiones se podía transferir al
gobierno socialista basándose en que en él se había depositado la di
rección científica del país. El punto de vista de Lenin de que Rusia
podría provocar se diesen en ella prematuramente las condiciones que
Marx describía para el socialismo de Europa occidental gracias a la
«dictadura del proletariado» —bajo la autoridad de una vanguardia
revolucionaria, el Partido Comunista— condujo con toda facilidad a
la autocracia política de Stalin. No deja de ser significativo que tras
haber denunciado los excesos del gobierno personal de Stalin, procla
mó Khrushchev la doctrina de que a la dictadura del proletariado
había de seguir «el Estado de todo el pueblo».
La dialéctica de la propiedad
El análisis de Marx, según el cual se podían clasificar las sociedades
por la relación de propiedad que predominase en su economía, tocó
15
una cuerda muy sensible de la Rusia de fines del siglo xix y primeros
aflos del xx. Siguiendo a Ricardo distinguió tres factores productivos
(trabajo, capital y tierra) y caracterizó las sociedades por la pro
piedad de esos factores. No sólo se acababa de abolir la servidum
bre en Rusia, sino que su establecimiento había sido un acontecimiento
relativamente reciente: mientras que nunca llegó a establecerse en Si-
beria ni en el norte de la zona rusa europea, en los demás sitios no
se estableció legalmente como institución del Estado (cuya importan
cia real discutiremos en el capítulo 2, página 44) hasta mediados
del siglo XVII. Si bien la servidumbre difería de la esclavitud por la ley
en que los siervos, sirviendo a sus amos, satisfacían su obligación para
con el Estado lo mismo que la baja nobleza cumplía sus deberes para
con él, su similitud a la propiedad de la mano de obra como un bien
mueble más era lo suficientemente grande para que Rusia hubiera
tenido experiencia a mediados del siglo xix de las tres formas de so
ciedad que Marx catalogó como subsecuentes al estadio primitivo, a
saber: la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo. Una vez emanci
pados de la servidumbre, los campesinos, en su mayor parte, no tuvie
ron la oportunidad de adquirir el título legal de sus tierras hasta las
reformas de Stolypin en 1906, y así y todo no fueron más de una
familia campesina de cada ocho las que habían obtenido la propie
dad de su tierra antes de estallar la guerra.
Lenin vio con razón en el ansia de los campesinos por poseer tie
rras, un sentimiento que podía explotar para conseguir al máximo su
alianza activa, y como mínimo su cooperación pasiva. Abolir radical
mente la propiedad de la tierra del mismo modo que se había elimi
nado en 1861 la propiedad de seres humanos, hubiera hecho sentirse a
la mayoría de la nación extraña a los objetivos de la minoría revolu
cionaria ; exactamente igual que el zar Alejandro II, al otorgar la
emancipación, ideó una solución de compromiso al vincular a los sier
vos liberados a la tierra y a la comuna mediante el pago de derechos
de rescate, también Lenin intentó combinar la conveniencia y la doc
trina marxista nacionalizando la tierra, pero reservando su usufructo
a los que la labrasen. De hecho fue más lejos Lenin, hasta el punto de
que, en las notas explicatorias que acompañaban al decreto de 1917
sobre la nacionalización de la tierra, se permitía explícitamente la per-
vivencia de la antigua forma comunal de propiedad territorial. Luego
16 Durante casi dos siglos, hasta la Emancipación de 1861,
podi'an los nobles vender sus siervos separadamente
de la tierra a la que hablan sido vinculados en 1646
por el zar Alexis. Contra él acaudilló Stenka Razin
la más salvaje de todas las revueltas de los campesinos.
Un grabado de Gustavo Doré de 1854 representa a
terratenientes apostándose en el juego personas humanas.
I
la producción. El concepto de la sociedad de Marx, en cambio, era
fruto de un pensamiento dialéctico que ponía el acento en la desunión
más bien que en la armonía. El filósofo marxista George Lukacs con
sideró «significativo que Marx releyese todos los años a los drama
turgos griegos, y se aprendiese de memoria íntegramente a Shakespea
re...». De ellos aprendió «a contemplar los conflictos y la transición
histórica como una amplísima perspectiva y no como simples jugadas
en un tablero de ajedrez». Para Marx, cualquier proceso económico
que no fuese el socialista originaba «contradicción» entre los poseedo
res de los medios de producción, y finalmente —para Lenin en El
imperialismo, estadio último del capitalismo (1917)—, el conflicto
internacional.
El análisis histórico de Marx se centra en la teoría del valor basado
en el trabajo, que afirma que solamente se crea valor mediante la
aplicación del trabajo humano como actividad viva; las fuerzas pro-
tluctivas a que se aplica este trabajo abarcan la incorporación del tra
bajo pasado al capital productor y a los recursos naturales (que pue
den ser perfeccionados mediante la aplicación de capital o de trabajo).
No halló motivo alguno que justificase la remuneración del capital
creado o de la tierra mejorada gracias a este proceso, porque el traba
jo requerido para él ya había sido recompensado en el momento de
su incorporación. No obstante, al apropiarse los factores produc
tivos. las personas o los grupos pueden exigir un pago por el uso
18 Un desfile de obreros en Kerch en 1921.
Es una de las ciudades más antiguas de la URSS
(fundada por los griegos en el siglo VI antes de Cristo).
En 1846 se comenzó a explotar sus minas de hierro
al aire libre, con lo que dio comienzo la industrialización
de Ucrania. Su fundición fue hasta la Revolución
un centro de desasosiego social.
J
20
24
(es decir, los que no están destinados para su uso final a través
de la inversión o del consumo personal o social): llamó a este
componente «capital constante» (simbolizado como c). Parte del
producto de cada uno de estos dos grupos se ha de emplear para
remunerar a la mano de obra, porción ésta que Marx llamó «capital
variable» (v). Todo lo sobrante (m representando al Mehrwert, plus
valía, en el original alemán) era el excedente del producto neto
sobre el montante de los salarios, y, era absorbido en el capitalismo
en forma de beneficios, intereses y rentas. El capítulo anterior ha
llamado la atención sobre la trascendencia dialéctica que dio Marx
a la teoría del valor basado en el trabajo: la «tasa de explotación»
sería la razón m : v, o con sus propias palabras, el grado de «exclu
sión del trabajador de su producto». Rechazaba la razón m : (m
-f v) según la cual «en vez del hecho real, se nos da la_ falsa apa
riencia de una asociación en la que el trabajador y el capitalista
se dividen el producto en proporción a los diferentes elementos con
los que, respectivamente, han contribuido a su formación».
Marx examinó las tendencias más probables de las razones c : v
(la composición orgánica del capital) y m : (c + v) («la tasa de ga
nancias»), llegando a la conclusión de que la primera tendería a
aumentar y la segunda, por consiguiente, a decrecer. El actual con-
26
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Tabla 1 En la página siguiente La tabla input-output muestra horizontalmente cómo
utilizan los productos de unas industrias las otras industrias, o cómo se consumen,
Invierten o exportan, y verticalmente cómo está compuesta la producción.
La remuneración del trabajo, los beneficios y los impuestos se suman
.1 la definición soviética de renta nacional (véase fig. 10). Los asientos son en
cientos de millones de rublos. “ Inversión bruta" negativa indica que
la formación de capital nuevo fue inferior a la depreciación y “ beneficios
e impuestos” negativos que se concedió una subvención.
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para que la mayoría del pueblo pueda suprimir a sus opresores, es pre-
ciso^ una «fuerza especial» para la supresión. En este sentido, el Estado
inicia su paulatina desaparición. En vez de las instituciones especiales de
una minoría privilegiada, la misma mayoría puede cumplir directamente
todas estas funciones, y cuanto mayor es el grado en que las funciones
del poder estatal son desempeñadas por el pueblo entero, tanta menos
necesidad hay de la existencia de este poder... La cultura capitalista ha
creado la producción a gran escala, fábricas, ferrocarriles, servicios pos
tales, teléfonos, etc., y sobre esta base la inmensa mayoría de las funciones
35
El plan y el Estado
Aunque Stalin prestó un apoyo verbal al «plan de cooperativas de
Lenin», consideró que la centralización política y la económica guar
daban uiia conexión mutua. La movilización de recursos hecha po
sible por la planificación centralizada permitía que se alcanzasen
rápidas tasas de crecimiento, pero esa movilización sería imposible
sin una socialización amplia; en una situación como la del «cerco
capitalista» y el «socialismo en un solo país», la protección del
sistema estatal sólo podía ser asegurada con un desarrollo rápido
que dotaría a la Unión Soviética de la fuerza económica que se
requería para resistir con éxito a la agresión y competencia capi
talistas.
La mutua imbricación del argumento político y del económico
se agudizó todavía más por la conveniencia, a efectos de la pla
nificación económica, de objetivos futuros que justificasen la cen
tralización política y económica a fin de conseguir ciertos fines
específicos.
Sin embargo, las funciones del Estado en la planificación tenían
antecedentes en Marx. Marx y Engels incluían en el Manifiesto
comunista como objetivo socialista la
en Marx sino en Engels (el cual, en los últimos años de su vida, quitó
fuerza a su profecía), no fue refutada por ningún marxista ruso que
haya escrito antes de 1917. Plekhanov, Martov e incluso Lenin (en
E! Estado y la revolución) aceptaron como meta última que el Estado
socialista debería, llegado el caso, abolirse a sí mismo. Pronto co
menzó Lenin, cuando asumió el poder, a rechazar tal desaparición
del Estado como una «violación de la perspectiva histórica» —en su
discurso al VII Congreso del Partido en 1918—. El Programa del
Partido de 1919 lo consideró como un objetivo a alcanzar a largo
plazo mediante
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Figura 2. Porcentaje del territorio total cubierto por el bosque. El diagrama
representa la Federación Rusa (la RSFSR, exactamente algo más de la mitad
de la población de la URSS, y la mayor de las 15 repúblicas que la
constituyen). El bosque cubre en total el 33 por 100 del territorio de la URSS.
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Puesto que las cooperativas pueden existir en una sociedad capitalista sin
amenazar en lo más mínimo su existencia, es evidente que la cooperación
no contiene en si misma principio activo alguno de transformación hacia
unas relaciones productivas socializadas.
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58
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en una versión marxista de Keynes (aunque sin la participación de
obreros y votantes que ahora propone Horvat), e impuso a la Comi
sión Polaca de Planificación las mismas técnicas que él había usado
en la URSS en los años treinta.
3 Bases clasistas de la política
económica
Clases e incentivos
Marx expuso su convicción de que la «base» de las relaciones eco
nómicas determina la «superestructura» de la conciencia social. Lenin
era partidario del proletariado, y del modo y envergadura de la pro
ducción capitalista como medio de satisfacer tanto los fines econó
micos como los sociales, alabándolos muy especialmente en E! infan
tilismo de izxiuierdas y la mentalidad pequeño-hurituesa (1918). Pero
las economías de escala y las conveniencias de la urbanización ejer
cían poca atracción sobre algunos de los revolucionarios contempo
ráneos suyos. Por ejemplo Chayanov, director del Instituto para el
Estudio de la Economía y de la Política Agraria de Moscú, expresaba
otro género de esperanzas en El viaje de mi hermano Alexei al país
de la utopia campesina (1920), donde miraba con anhelo al tiempo
aquel en que «la era de la cultura urbana haya pasado ya». Moscú,
en la visión de Chayanov, quedaría reducido a una población de
100.000 habitantes y la de otras ciudades se limitaría a 10.000; las
fábricas serían trasladadas a la campiña, que aparece como un gran
tablero de ajedrez cultivado por familias de labradores organizadas
en cooperativas. Sin embargo, en sus propuestas prácticas para el
futuro inmediato, no se dejó Chayanov llevar por la fantasía, como
lo testimonia su trabajo para desarrollar una tabla input-output para
la agricultura partiendo del esquema de la economía de Dmitriev
(página 30). El problema al que ofrecía solución era el mismo que el
de Lenin, «eliminar las diferencias existentes entre la ciudad y el
campo» ; de la misma manera el Partido Comunista Soviético deseaba
la liquidación de otra supuesta contradicción basada en la función
productiva y en la posición social —la contradicción entre el trabajo
mental y el trabajo físico.
Estas dos contradicciones tenían que ser resueltas en un momento
en que los recursos disponibles para incentivos materiales eran extre
madamente limitados. La movilización de los recursos para el rápido
desarrollo de la industria dejaría poco para fines de consumo du
rante un considerable período de tiempo. Marx había advertido en
Crítica del programa de Gotha:
dad. A largo plazo serían eliminadas las diferencias entre «la ciudad
y el campo» y entre el trabajo «mental y el físico», pero en lo inme
diato no sólo se mantendría la clasificación de obreros, campesinos
e intelectuales, sino que serviría a una finalidad económica.
Durante el período precomunista del socialismo estaban justifica
dos los incentivos diferenciados según la clase, pues entonces todos
solían cobrar según la valoración social que se daba a su trabajo.
En consecuencia, la práctica soviética ha concedido a los asalariados
condiciones económicas y sociales superiores a las de los campesinos
—y garantizado (a partir de 1956) un salario mínimo, afiliación a los
sindicatos, acceso a los seguros sociales, viviendas municipales y edu
cación superior— hasta que juzgase el Gobierno que el nivel de la
producción material autorizaba pasar a «una nueva fase en la eli
minación de las diferencias entre la ciudad y el campo». Ese momento
llegó en los años sesenta, y se comenzó a conceder a la población
rural condiciones de vida de tipo urbano -particularmente gracias
a la práctica, generalizada en 1962, de abonar anticipos cuatrimes
trales a cuenta de los dividendos a los miembros pertenecientes a
granjas colectivas (garantizados por créditos del Banco Estatal), a la
creación en 1964 de un Fondo de Pensiones y de Subvenciones a
agricultores de granjas colectivas (financiado en sus dos terceras
partes con las primas de los seguros sociales y en la tercera restante
con impuestos), a una campaña de construción de viviendas en las
zonas rurales iniciada en 1968, a la elevación del nivel educativo de
todas las escuelas rurales de modo que para 1970 se pueda pasar de
ellas a la universidad—. La prensa soviética ha publicado sugeren
cias de agricultores de granjas colectivas indicando la conveniencia
de que hubiese un sindicato para ellos y, mediante las oportunas tar
jetas de identidad, ,se les permitiese aceptar sin restricciones empleos
fuera de la agricultura. La política oficial sobre la relación entre la
remuneración del trabajo mental y la del trabajo físico se ha refle
jado parcialmente en la política descrita seguida respecto a los sala
rios en dinero, pero, como ya se indicaba allí (página 143), las pagas
de los directivos nunca han divergido de los salarios de los operarios
en la cuantía que es usual en las economías de mercado. Más aún,
ciertos escalones del trabajo mental han mostrado tendencia a ser
peor remunerados que las tareas manuales, l.a figura 5 del capítulo 5
67
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Elitismo e información
Mayores efectos sobre el desarrollo de la economía soviética tuvo
el origen elitista del Partido y la forma de planificación central a que
condujo. Se supone que los controladores y los planificadores poseen.
72 Las oficinas de la Administración Estadística Central:
aportación de Le Corbusier a la reconstrucción del
centro de Moscú en los años treinta.
por decirlo así, el monopolio de los cerebros. Desde que en los años
veinte se extinguió la discusión dentro del Partido hasta la iniciación
de debates económicos relativamente libres en los años sesenta, ellos
reunían en sus manos la autoridad sobre la producción y la informa
ción exclusiva sobre su uso y potencial. La prioridad de las prefe
rencias de los planificadores estaba asegurada por el sello «secreto
de Estado» en todos los documentos del plan: reteniendo la infor
mación sobre cuya base se decidía la política económica, quedaba
eliminada toda verdadera discusión sobre las decisiones de la plani
ficación. El último anuario estadístico suficientemente completo fue
publicado en 1936: se prolongó la publicación de unas pocas series
seleccionadas de datos hasta 1938 en un extracto de estadísticas más
modesto, cuya publicación se reanudó en 1956. En las dos décadas
intermedias la única información estadística al alcance del público
soviético en general fueron comunicados de la Administración Esta
dística Central anunciando el grado de cumplimiento de un plan cu
yos objetivos fueron publicados solamente un año (1947), y una serie
heterogénea de incrementos porcentuales cuyas bases absolutas rara
vez se conocían. Se pusieron estadísticas a disposición del sector
público en concepto de lo que las clasificaciones militares definen
como «necesario que se sepa», pero no se consideraba que tal nece
sidad se extendía a las instituciones académicas de investigación.
Datos más numerosos sobre el funcionamiento de la economía sovié
tica comenzaron a aparecer tan sólo cuando se publicó el anuario
estadístico de 1958. Incluso éste y los que le sucedieron dejaban áreas
importantes (las corrientes financieras y monetarias, por ejemplo) sin
cubrir y no siempre aparece el anuario —el número correspondiente
a 1966 fue suprimido sin una palabra de explicación—. El académico
Nemchinov, ya desaparecido, líder de los partidarios de reformas
económicas, describía la política del Gobierno soviético sobre infor
mación económica como el reparto de «la ración estadística del
hombre de la calle».
La principal consecuencia de tal monopolio informativo ha sido
la insuficiencia de las alternativas que se ofrecían a los planificado-
res. Las autoridades responsables de la planificación obtuvieron bue
nos resultados en la movilización de recursos para la producción:
proveían de inputs de trabajo y capital en cantidad suficiente para
74
Agricultura e información
La relación existente entre información y decisión es recíproca y
surte su efecto en ambas direcciones: los que seleccionan los obje
tivos económicos pueden verse forzados por falta de información,
pero puede también que opten por no investigar los datos. Al menos
en sus años jóvenes, no estaba Marx interesado en conocer la si
tuación de la comunidad rural. Su descripción del París urbano de
76
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estadística de producción cuando ésta decaía), y puede que sea toda
vía uno de los factores que inducen a la URSS a quedarse al margen
de dos agencias especializadas de las Naciones Unidas (la f a o y el
Fondo Monetario Internacional), que imponen la obligación de pro
porcionar ciertas informaciones como condición de ingreso.
Sin embargo, desde 1956, el incremento de información estadís
tica a disposición del público ha adquirido carácter regular y ruti
nario. Quedan aún lagunas importantes: aunque se calculan las par
tidas de la contabilidad nacional, sólo se publican en sus trazos más
generales; la información sobre la producción de ciertas regiones
es bastante deficiente —por ejemplo no se publicaron estadísticas
referentes a la región de Kaliningrado hasta 1967 y Kazakhstán, la
tercera república más poblada de la Unión, no tuvo anuario estadís
tico entre 1961 y 1968— ; continuó detenida la publicación de datos
sobre ciertas mercancías (por ejemplo, metales no férricos, muchos
productos químicos); es confusa la estructura de los tipos salariales;
hay ciertos misterios en torno a las estadísticas del comercio de pro
ductos visibles y no existen datos de los invisibles, de la balanza de
pagos ni de las reservas. El cambio de actitud ha coincidido con el
88
W
E(Tb (OBET(KA5l B A A < n n A K )( )A E K T P H «H K A U H A B<EH (TPAM bl « m ,
90
Cálculo e intercambio
La economía soviética es el análisis de cómo funciona la segunda
economía máxima del mundo sin el mecanismo del mercado. Parece
una contradicción de términos aplicar un calificativo geográfico es
pecífico a una disciplina de aplicación general: tal uso no sería una
cosa nueva —la obra de Mukerjee The Foundation of Indian Econo-
mics fue publicada hace más de medio siglo—, pero no es el que
pretendemos en este libro. No se trata de estudiar la manera en que
la URSS ha estado empleando sus recursos humanos y naturales,
por más que sea importante el mero volumen de la producción y
consumo de ese país. Lo interesante es más bien que, durante más
de cuatro de las cinco décadas de existencia de la nación, se han
realizado gran número de transacciones económicas sin el mecanismo
común a otras sociedades con el mismo grWo de desarrollo econó
mico y de complejidad tecnológica que los soviéticos. Hasta ellos
ningún Gobierno se había propuesto controlar el intercambio de
bienes y servicios en tanta cantidad como la URSS.
Las clásicas definiciones de la economía no pierden su aplicabi-
lidad por el hecho de que la dirección autoritaria juegue un papel
más importante que la elección personal en «las acciones del hombre
en la vida ordinaria» (la frase es de Marshall), ni porque, si nos
atenemos a la descripción de Pigou de la eéonomía como aquellos
aspectos de la vida social «que directa o indirectamente se pueden
relacionar con la vara de medir del dinero», sea esa medición en su
mayor parte más implícita que explícita.
Cualquier sociedad que practique la división del trabajo —dife
rente de un aglomerado de productores autárquicos— debe tener
algún procedimiento por el que los productores sepan lo que necesitan
los consumidores y hallen la recompensa de sus esfuerzos. Los mer
cados deben de haberse instituido muchos miles de años después de
que las familias hayan dejado de ser sus propios y exclusivos pro
veedores ; la información requerida para que se distribuyesen social
mente las tareas económicas pudo haber sido recogida gradual y
experimentalmente hasta convertirse en un modelo firmemente afin
cado en la comunidad, o ser suministrada por algún supervisor cuya
autoridad fuese aceptada por razones no económicas —un sacerdote.
93
■«tS
Una escapatoria nos queda... la total abolición del dinero. Pagamos los
salarios en especie, introducimos tranvías gratuitos, tenemos enseñanza
gratuita, comidas gratis (aunque malas de momento), viviendas, luz, etc.,
gratis.
Prestaciones voluntarias de \o% s u b b o t n i k i para 99
reconstruir la fundición Verkh-lset, Ekaterinburgo
(ahora Sverdiovsk), la mayor de los Urales, después
de la guerra civil. En esta ciudad fueron asesinados
el último zar y su familia.
El empleo de parámetros
La Unión Soviética fue estrictamente no paramétrica sólo durante
el período del comunismo de guerra, en el cual el funcionamiento
de la economía se distinguía del modelo de Stalin en tres aspectos:
al no utilizarse el dinero, no podían los precios servir de guía al con
sumo personal; la transferencia de los productos del sector privado
105
gura 3), las empresas rara vez tenían contactos con una economía
de mercado.
Los cambios operados en estos tres aspectos cuando se dio fin a
la NEP explican el empleo de ciertos parámetros durante los planes
quinquenales. En primer lugar, las empresas estatales continuaron
pagando los sueldos en dinero que luego gastaban sus perceptores
en los comercios estatales o en servicios procurados por el Estado
(tales como viviendas, transporte y diversiones). En segundo lugar,
aunque la colectivización hizo obligatoria la entrega de la mayor
parte de los productos agrícolas a los organismos estatales de sumi
nistro, los miembros de las granjas colectivas (y otros con empleos
diferentes, pero en posesión de un huerto o una pequeña finca) po
dían vender libremente sus propios productos (incluyendo, en el caso
de los agricultores colectivos, sus dividendos cobrados en especie de
los remanentes una vez hechas las entregas obligatorias al Estado).
En tercer lugar, un grupo de organismos estatales, las sociedades de
comercio exterior, siguieron manteniendo relaciones configuradas por
las fuerzas del mercado; su derecho exclusivo a concertar acuerdos
en el árnbito del comercio exterior, invariablemente expresados en
monedas diferentes, aislaron, no obstante, a las demás empresas y al
sistema monetario de cualesquiera decisiones que no fuesen domés
ticas y, como lo muestra la figura 3, tales contactos quedaron redu
cidos a un mínimo desde la mitad de los años treinta hasta la guerra.
Durante muchos años, Stalin se opuso a reducir su mecanismo
de dirección a conceptos formales: después de 1931, cuando ya es
taba en gran parte coronado el sistema, requirió de los economistas
soviéticos que declarasen que no había lugar en el socialismo para
leyes económicas objetivas. Permitió que fue.se modificada esta afir
mación durante la guerra, pero pronto ahogó el incipiente renaci
miento del pensamiento económico destituyendo primero y luego
haciendo ejecutar al principal impulsor de ese cambio, al entonces
presidente de la Comisión Estatal de Planificación, Voznesensky;
Stalin retrasó todo intento de descripción teórica de la economía hasta
poco antes de su muerte. En Los problemas económicos del socia
lismo en la URSS (1952) expuso que el sistema comprendía dos ins
tituciones fundamentales. Era, primeramente, un «mercado mundial
socialista» en el sentido de que la URSS (y los demás países que se
108 Se comenzó a producir en la URSS Fordsons con licencia
en 1923, pero no se llegó a la producción de tractores
en gran escala hasta la campaña de colectivización.
Se cumplió el objetivo que se proponía Lenin de producir
100.000 tractores (página 50) cuando se abrió en 1933
la fábrica de Cheiyabinsk en Siberia Occidental.
El ciudadano económico
Stalin trazó sus líneas conceptuales en torno a la propiedad porque
ésos fueron los límites puestos por Marx y aceptados por Lenin
(como se indica en el capítulo 1). Tenía razón al comenzar con la
distinción entre una directriz dirigida a una empresa estatal soviética
—parte de una administración jerárquica— y un contrato consegui
do con alguien dotado de autonomía legal. En la URSS se conceden
derechos de propiedad independientes a los ciudadanos respecto de
sus posesiones personales, sus ahorros y viviendas ocupadas por el
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J .
Imposición indirecta
Ni el Gobierno zarista ni el soviético confiaron gran cosa en el aho
rro personal para movilizar recursos para la inversión o conseguir
empréstitos para el Estado; ambos en su práctica fiscal se apoyaban
en la imposición indirecta en mayor grado que las típicas economías
de mercado de ahora o de entonces. Como vemos en la tabla 4, pá
gina 163, los ingresos fiscales derivados del impuesto de circulación
están decreciendo continuamente. Bajo los planes quinquenales de
Stalin más de la mitad de los ingresos del Gobierno procedían de esto,
pero en 1966 disminuyeron por debajo del 40 por 100 y continúan
disminuyendo. La relativa disminución de la presión impositiva ha
sido aún más marcada respecto de las ventas al por menor. En 1950
132
Presupuesto Presupuesto
imperial soviético
de 1913 de 1965
Im p u e s to u tilid a d e s
C oste de v e n ta
al p o r m e n o r
P re c io a! p o r m a y o r
Im p u e s to u tilid a d e s
P re c io de fá b ric a C oste v e n ta ai p o r m a y o r
in c lu id o s los
im p u e s to s
P re c io d e fá b ric a
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Im p u e s to k ie ci» c u ia t lo n
Im p u e s to u tilid a d e s
C o ste d e p r o d u c c ió n d e l m a y o r is ta
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In g re s o s fis c a le s
Im p u e s to d e b e n e fic io s p e q u e ñ o s
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especia Ir de trabajadores ganaba el 37 por 100 del total de los salarios. El
tumorad sistema de incentivos de fines de los años treinta engendró una dis
el consu tancia mucho mayor entre el personal mejor pagado y el peor pagado.
Hast; De las dos soluciones que entonces se pusieron rápidamente en prác
urbanas tica, el trabajo a destajo (con una escala progresiva una vez alcan
taba en zada la «norma») no era una novedad para el trabajador soviético,
sumidord pero la segunda, el «estajanovismo», era una innovación. La campaña
mercio a| oficial, que comenzó en 1935, recibió el nombre de un picador de
sobretasa carbón de la mina Irmino en Ucrania; parcialmente basada en un
tes, etc., análisis ocupacional técnico sobre los principios desarrollados por
de las c( Taylor en los Estados Unidos, y con instalaciones especialmente su
cedida d ministradas por las empresas, rindió elevadas ganancias para los que
una con< participaron en ella, de paso que daba pie para que se subiesen las
presión e normas para los demás sin cambiarles la paga. En 1937 cuatro de
nales (en cada diez obreros de la industria siderúrgica trabajaban ya a un
raciones tanto por pieza progresivo y uno de cada diez en la manufactura
sobre lo.s de rodamientos de bolas era estajanovista. Prácticas similares prosi
fue exten guieron después de la guerra en formas diversas (en especial los
Recompensas no monetarias: 143
Brezhnev impone a un metalúrgico
de Magnitogorsk la Orden de Lenin
y la medalla de oro de la Hoz y el Martillo.
Tabla 3 J e r a r q u i z a c i ó n d e lo s s a la rio s in d u s tr ia le s
Carbón 10 14 4 1 1 1
Mineral de hierro 15 12 6 5 2 2
Acero 13 9 5 2 3 3
Petróleo 11 8 1 3 4 4
Pasta y papel 7 11 13 14/15 5 5
Maquinaria 4 1 3 4 6 6
1Energía eléctrica 3 2 7 7 7
Productos químicos 5 6 7 6 8 8
Lana 12 13 14 14/15 9 9
Pieles y cuero 3 5 10 11 12 10
Carpintería 9 15 11 12 13 11
tejidos de algodón 14 16 12 10 11 12
Imprenta 1 2 8 8 10 13
Zapatos 2 4 9 9 15 14
Hilados 16 17 17 16/17 14 15
Elaboración de
comestibles 6 10 16 16/17 16 16
Confección de ropa 9 7 15 13 17 17
Figura S. Los sueldos medios de las categorías técnica y administrativa
están representados en forma de porcentaje del salario medio
de los obreros manuales.
300
Imposición directa
I .is propiedades de la ilusión monetaria se manifiestan también en
la sensibilidad palpablemente mayor a los cambios en los impuestos
directos, es decir, puesto que la norma en la URSS (como en Ingla
terra y Estados Unidos) es su retención en el origen de la renta, al
margen entre el salario nominal y el efectivo. Parece advertirse menos
lu variación de los impuestos indirectos, absorbidos en el precio de
Venta. Los mismos ingresos fiscales —en el caso soviético, una absor
ción de poder adquisitivo que equilibre la elevación de los salarios
¡gura 5. Los sueldos medios de las categori'as técnica y administrativa
!Stán representados en forma de porcentaje del salario medio
le los obreros manuales.
300
200
Técnicos
100
de oficinas
Qi n
1935 '40 '45 '50 '55 1960
Imposición directa
Tas propiedades de la ilusión monetaria se manifiestan también en
la sensibilidad palpablemente mayor a los cambios en los impuestos
directos, es decir, puesto que la norma en la URSS (como en Ingla
terra y Estados Unidos) es su retención en el origen de la renta, al
margen entre el salario nominal y el efectivo. Parece advertirse menos
la variación de los impuestos indirectos, absorbidos en el precio de
venta. Los mismos ingresos fiscales —en el caso soviético, una absor
ción de poder adquisitivo que equilibre la elevación de los salarios
148
esp>ecie— pagados por las granjas colectivas están exentos, pero como
todos los agricultores colectivos tienen derecho a una pequeña par
cela individual, hay un tipo impositivo fijo por unidad de tierra
cultivable asignada. Esto tiene por finalidad explícita inducirlos a
hacer el mejor uso posible de la parcela —porque tienen que pagar
el impuesto independientemente de lo que cultiven—. Este sistema sus
tituyó en agosto de 1953 a una escala basada en los ingresos efecti
vos ; en la práctica, los inspectores de Hacienda habían evaluado ar
bitrariamente los ingresos, y el canon fijo fue el primer alivio que
tuvieron los campesinos después de la opresión de Stalin (y una
prenda que dio Malenkov de las concesiones que en materia de pre
cios de las entregas al Estado presentaría Khrushchev un mes más
tarde en la pugna por atraerse lo que se podría llamar el voto rural).
Si un agricultor (o cualquier miembro de su familia apto para el
trabajo que no sea asalariado) no satisface el número de días de í
trabajo prescrito en el sector colectivo, se le aumenta el impuesto
en un 50 por 100; el tipo impositivo que grava a los escasos agricul
tores privados es el doble del común.
Las estadísticas soviéticas siguen citando a un 0,1 por 100 de la
población ocupada lucrativamente como «labradores independientes,
artesanos, etc.». Con un número insignificante, y dada la posibilidad
que tiene el Gobierno de controlar las rentas en su origen (directa
mente en las empresas estatales, indirectamente mediante los impues
tos que gravan a las granjas colectivas y los precios que se les pagan),
no es estrictamente necesario el impuesto sobre las rentas. Una polí
tica de distribución de las rentas —después de recaudar los ingre
sos, lo que más consideración merece en la hacienda pública de las
economías de mercado— podría ser instrumentada controlando los
salarios tanto como valiéndose de la imposición. Esta fue claramente
la conclusión a que llegó Khrushchev en 1960 cuando promovió una
ley para abrogar el impuesto sobre la renta para 1965. La presión
inflacionista, una crisis de inversiones y el aumento en una tercera
parte del gasto de defensa presupuestado hizo que se anulase la ley
en 1962. Si el consumidor sigue dispuesto a aceptar los tipos de im
posición indirecta más gravosos del mundo, son ahora tan limitados
los efectos de los impuestos directos sobre las rentas y su valor re
caudatorio que en cualquier momento podría el Gobierno soviético
sentir la atracción de hacer de la URSS el único Estado industriali
zado del mundo libre del impuesto sobre la renta.
6 Transacciones monetarias
y corrientes reaies
El equilibrio de tres
Las transferencias de fondos que se acaban de describir, entre los
particulares y las empresas estatales por una parte y el presupuesto
del Gobierno por otra, constituyen los dos intercambios menos im
portantes de un movimiento en tres direcciones. Como muestra la
figura 6, el lado tercero ■—entre las empresas estatales y el Gobierno—
es mucho más importante en términos monetarios, mientras que el
volumen de transacciones en el interior del sector de empresas es
tatales es aún mucho mayor.
Se puede observar incidentalmente que la relación entre tres juega
un papel considerable en la distribución soviética de la autoridad
—posiblemente porque representa un mínimo en el equilibrio del
poder—. Si es licito trazar un paralelismo, se reitera esta relación con
una regularidad equivalente a la frecuencia cor. que se encuentra en
la Iglesia ortodoxa rusa la devoción a la Trinidad (sobre cuya defi
nición diverge de la Iglesia occidental): quedan todavía catorce lo
calidades llamadas Troitsk o Troitskoe de suficiente importancia para
constar en la Gran Enciclopedia Soviética, y muchos otros lugares
solían antes llevar este nombre. En una empresa el «triángulon de la
dirección comprende al director, el secretario del Partido y el presi
dente del sindicato; en una aldea es el presidente de la granja co
lectiva, el secretario del Partido y el presidente del soviet local (o has
ta 1958, el director de la estación local de máquinas-tractores). El
triunvirato de Stalin, Kamenev y Zinoviev después de la muerte de
Lenin recibió el nombre de troika (tres caballos enganchados a la
misma altura), término que ha sido repetido con frecuencia en la
terminología política rusa (muy recientemente en la propuesta sovié
tica de 1961 de reemplazar al Secretario General de las Naciones
Unidas por un comité ejecutivo de tres).
Las dos series de balances macroeconómicos vienen en grupos de
tres: la corriente de fondos trilateral es componente de un modelo
que incorpora también los balances de producción expresados en i ^1:
términos físicos y del trabajo en personas hábiles. En los primeros !
años de la planificación central soviética, solamente se buscaba la
coherencia entre un número selecto de corrientes físicas, se movili
zaban los inputs para alcanzar objetivos explícitos de producción,
midiéndose ambos en unidades naturales o técnicas. Posteriormente,
151
Subvenciones
Impuestos indirectos,
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beneficios'
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libremente por la oferta y la demanda.
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160
El sistema crediticio
Lo más irnportante que hizo la reforma crediticia de 1930 fue prohi
bir los créditos mercantiles: a partir de entonces ninguna empresa
podía contraer una deuda con otra o concederle un préstamo. Todos
los pagos justificados son automáticamente deducidos de la cuenta
deudora por el Banco Estatal (por término medio solamente el 2 por
100 son impugnados por el deudor) con los apropiados créditos do-
cumentarios (llamados en la URRS «aceptaciones»); las cartas de
crédito, las órdenes bancarias y los talonarios de cheques individual
mente en blanco, pero con un total predeterminado, son los otros
instrumentos de pago que se utilizan para tales transferencias. Rara
vez se emplean cheques para cantidades prefijadas, a no ser para
retirar dinero en efectivo para la paga quincenal (la paga del día 15
de cada mes es un anticipo sobre la del fin de mes). Se han desarro
llado algunos sistemas de compensación de pagos, sobre todo en la
década pasada; pero, aun así, los bancos se ven precisados a faci
litar para anticipos cantidades considerables para asegurar la absoluta
automaticidad del pago (12.000 millones de rublos a fines de 1965.
161
El sistema crediticio
Lo más importante que hizo la reforma crediticia de 1930 fue prohi
bir los créditos mercantiles: a partir de entonces ninguna empresa
podía contraer una deuda con otra o concederle un préstamo. Todos
los pagos justificados son automáticamente deducidos de la cuenta
deudora por el Banco Estatal (por término medio solamente el 2 por
100 son impugnados por el deudor) con los apropiados créditos do
cumentarlos (llamados en la URRS «aceptaciones»); las cartas de
crédito, las órdenes bancadas y los talonarios de cheques individual
mente en blanco, pero con un total predeterminado, son los otros
instrumentos de pago que se utilizan para tales transferencias. Rara
vez se emplean cheques para cantidades prefijadas, a no ser para
retirar dinero en efectivo para la paga quincenal (la paga del día 15
de cada mes es un anticipo sobre la del fin de mes). Se han desarro
llado algunos sistemas de compensación de pagos, sobre todo en la
década pasada; pero, aun así, los bancos se ven precisados a faci
litar para anticipos cantidades considerables para asegurar la absoluta
automaticidad del pago (12.000 millones de rublos a firmes de 1965,
161
Contabilidad nacional
Solamente un afio (1960) se ha permitido la publicación de la suma
total del «plan financiero consolidado de la URSS» (como lo indica
la tabla): representa el resumen de los ingresos y beneficiarios de
todo el sector público, resaltando las transacciones que se realizan
dentro de él. En la tabla se pueden ver las principales partidas de
los ingresos públicos; las de los gastos se pueden clasificar en inver
siones (incluyendo las asignaciones a los bancos para los anticipos
que conceden a las empresas y la financiación de las existencias
de material estratégico y otras que son propiedad de organismos
centrales), gastos de administración y servicios sociales.
Pero es muy significativo que no se haga ningún balance de los
gastos e ingresos de la nación como tal —es decir, que no se lleve
la contabilidad nacional—. El Gobierno soviético está interesado
en dos tablas financieras integradas por resultados totalizados: el
sector que él directamente controla (el plan financiero consolidado)
y sus transacciones con los particulares (el balance de los gastos
e ingresos monetarios de la población). No intenta ni articular am
bas tablas ni llevar otras cuentas que registrarían la actividad co
lectiva de la economía (por ejemplo, de las granja,s colectivas o
de los particulares) a algunas de las cuales, al no estar monetizadas,
habría que atribuir un precio. La utilización de esta serie interco
nexa de cuentas nacionales es práctica normal en las economías
de mercado desarrolladas, que ahora se está completando articula
damente con las tablas input-output (que indican, como lo muestra
la tabla 1 del capítulo 2, el valor de los productos que pasan de
una industria a otra y al consumo final), las corrientes de fondos
y el balance de la riqueza nacional. Durante el decenio pasado se
ha hecho el cálculo de las tablas input-output y de la riqueza nació-
Tabla 4 In gre so del p la n fin a n c ie r o c o n s o lid a d o
Impuesto de circulación 11 23 31 39 41
Heneficios distribuidos 2 4 19 31 40
Impuestos directos 1 4 6 8 9
Venta de bonos de ahorro 1 3 1
Primas de la seguridad social 1 2 4 6 7
Otros ingresos presupuestarios 2 6 15 18 19
Siibtotales de los
ingresos presupuestarios 18 42 77 102 116
Beneficios no distribuidos de
las empresas estatales 1 1 6 6 16
G.istos de depreciación 1 3 9 19
Oíros ingresos de las
empresas estatales* 5
Total 97
Contabilidad nacional
Solamente un año (1960) se ha permitido la publicación de la suma
total del «plan financiero consolidado de la URSS» (como lo indica
la tabla): representa el resumen de los ingresos y beneficiarios de
todo el sector público, resaltando las transacciones que se realizan
dentro de él. En la tabla se pueden ver las principales partidas de
los ingresos públicos; las de los gastos se pueden clasificar en inver
siones (incluyendo las asignaciones a los bancos para los anticipos
que conceden a las empresas y la financiación de las existencias
de material estratégico y otras que son propiedad de organismos
centrales), gastos de administración y servicios sociales.
Pero es muy significativo que no se haga ningún balance de los
gastos e ingresos de la nación como tal —es decir, que no se lleve
la contabilidad nacional—. El Gobierno soviético está interesado
en dos tablas financieras integradas por resultados totalizados: el
sector que él directamente controla (el plan financiero consolidado)
y sus transacciones con los particulares (el balance de los gastos
e ingresos monetarios de la población). No intenta ni articular am
bas tablas ni llevar otras cuentas que registrarían la actividad co
lectiva de la economía (por ejemplo, de las granjas colectivas o
de los particulares) a algunas de las cuales, al no estar monetizadas,
habría que atribuir un precio. La utilización de esta serie interco
nexa de cuentas nacionales es práctica normal en las economías
de mercado desarrolladas, que ahora se está completando articula
damente con las tablas input-output (que indican, como lo muestra
la tabla 1 del capítulo 2, el valor de los productos que pasan de
una industria a otra y al consumo final), las corrientes de fondos
y el balance de la riqueza nacional. Durante el decenio pasado se
ha hecho el cálculo de las tablas input-output y de la riqueza nació-
KTabla 4 In g re s o del p la n fin a n c ie r o c o n s o lid a d o
I
1940 1950 1960 1965 1967
Impuesto de circulación 11 23 31 39 41
Beneficios distribuidos 2 4 19 31 40
Impuestos directos 1 4 6 8 9
wenta de bonos de ahorro 1 3 1
Primas de ia seguridad social 1 2 4 6 7
Subtotales de los
Ingresos presupuestarios 18 42 77 102 116
Beneficios no distribuidos de
las empresas estatales 1 1 6 6 16
Gastos de depreciación 1 3 9 19
Otros ingresos de las
empresas estatales* 5
Total 97
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m ili su cumplimiento como un indicador suplementario del nivel de
lien vida y no como la quintaesencia de la producción. En lo referente
:il i a la planificación, la atención de las autoridades centrales sigue
p ri\ centrada en las corrientes reales, siendo la función de las transac-
0 ¡I
Clones monetarias equilibrarlas, no dirigirlas.
tíos La reforma de 1965 dio mucha importancia a los beneficios en
espi
las directrices dictadas para las empresas, pero no se pudo hacer
tiim
de estos el único factor a tener en cuenta a falta de precios para-
metncos, que son los que servirían de guía al gerente de la em
el t presa en su esfuerzo por maximizar los beneficios de un modo
I coherente con los objetivos planificados. Las nuevas listas de precios
iirb. de julio de 1967 seguían más de cerca a los costes corrientes que
l:ibi! aquellas a las que sustituyeron, y tomaban en consideración el gra
siim vamen sobre el capital empleado (y en algunos casos, la renta a
mei pagar según diversas circunstancias). Esto significó un paso impor
sobi tante hacia la admisión de los precios como indicadores para uso
Ies, de los fabricantes, pero los precios siguieron teniendo e.scasa rela
ríe I ción explícita con las preferencias de la demanda. No se les puede
cetli' confiar la decisiva función de expresar la estructura de las prefe
iin;i rencias (sean las del plan estatal o las expresadas por los consu
pies midores ya individualmente o asociados). Parecería, por tanto, im
n .ile
posible, por motivos estrictamente técnicos, que el gobierno sovié
tico diese flexibilidad a su sistema de economía dirigida, ya que
1;itii
ello equivaldría a encomendar las opciones microeconómicas a pa
sobi
rámetros que expresan tan sólo la mitad de la información que
(lie necesitan los productores.
I I mercado cubierto de Cherémushki, distrito 165
miideino de Moscú. En una calle vecina se
«elebra un “ mercado de viviendas” semanal en
• I que se concierta en privado el intercambio
de pisos municipales.
Planificación y precios
H1 coste de producción es el elemento constitutivo fundamental del
precio al que las empresas estatales soviéticas venden su producción,
como se puede ver en la figura 4. Término de idéntica significación
que el «autocoste» de Marx (del cual es traducción literal la pala
bra rusa sebestoimost), se calcula como el gasto medio (no el mar
ginal) de una industria determinada en salarios, materiales, deprecia
ción del capital fijo y otras cargas menores, sobre todo intereses
(sobre los stocks acumulados y el capital de explotación), primas
lie seguridad social (abonadas íntegramente por el patrono) y alqui
leres (en los pocos casos en que los edificios se tienen en arriendo
de otra organización). Ningún cambio de procedimiento ha intro
ducido respecto de las manufacturas la reforma de los precios de
1967, cuya principal novedad ha sido en lo referente a los bene
ficios. Lo que se viene haciendo desde 1930 es calcular los benefi
cios como un porcentaje variable, pero pequeño, del «autocoste»
-en realidad, del coste de la mano de obra (ya que el gasto en
material es el coste salarial acumulado en las anteriores fases de
la producción)—. Las listas de 1967 determinan los beneficios para
un ramo industrial completo, de tal modo que permitan el pago
de un tipo de interés sobre el capital fijo y de explotación: éste
es generalmente el 6 por 100 del valor no depreciado, pero en al
gunos casos el 3 y el 0 por 100. Este interés se paga al Gobierno
como impuesto sobre los beneficios; puesto que el «autocoste» más
los beneficios es precisamente el precio pagado a la empresa, por
primera vez desde que terminó la n f p se ha incorporado al precio
un gravamen sobre el capital (diferente de la tasa a pagar por el
consumo del capital o depreciación que se discute más ampliamente
en el capítulo 9). Con la introducción de los precios de 1967 se
dio mucha mayor difusión a los impuestos sobre las rentas dife
renciales. La práctica económica soviética sigue negando que sea
aplicable la renta absoluta a la situación de un país socialista; la
tierra es propiedad nacional y no se puede exigir pago alguno por
su uso en virtud de la simple propiedad y tenencia. Pero las empre
sas a las que se concede su usufructo sacan mayores o menores
rendimientos de su localización. Algunas minas trabajan filones más
anchos, algunos pozos llegan a estratos más ricos, algunas granjas
labran suelo más fértil; unas pueden estar más próximas a las vías
de comunicación, a los consumidores y a la mano de obra adecuada,
y se benefician de un clima más llevadero. Todas estas ventajas pue
den ser objeto de gravámenes: la máxima del socialismo («a cada
uno, según su trabajo») implica que las ganancias que se deriven
de la situación no deben revertir al grupo de trabajadores que
casualmente están empleados allí. En las circunstancias imperantes
durante la vida de Stalin se procedía a la imposición de la renta
diferencial de modo fortuito e incluso irracional. Algunas industrias
extractivas aplicaban precios fijados por convenio de todo el grupo,
con lo que a cada mina asociada se le pagaba su coste de produc
ción : el grupo empleaba los beneficios así obtenidos de las empre
sas que trabajaban en situación ventajosa para compensar a las
que estaban en situación desventajosa. Sigue este convenio en los
sectores en que ya se practicaba, pero a partir de 1967 las empresas
que antes trabajaban según el sistema normal de precios pagan al
Gobierno una renta fija calculada teniendo en cuenta su situación
particular. A diferencia de la renta en las economías de mercado,
.se hace el pago por unidad de producción (calculada no por unidad
de área explotada ni por una suma global).
A las granjas colectivas se les concede el usufructo a perpetui-
I lendas de campaña para los primeros colonos 169
')• la granja estatal Yuri Gagarin, Kazakhstan, parte
'!• la campaña de las “Tierras ViTgenes” durante
p| período 1954-64 que proyectaba transformar
Im'. pastos de nómadas en regiones cerealistas.
labran suelo más fértil; unas pueden estar más próximas a las vías
de comunicación, a los consumidores y a la mano de obra adecuada,
y se benefician de un clima más llevadero. Todas estas ventajas pue
den .ser objeto de gravámenes: la máxima del socialismo («a cada
uno, según su trabajo») implica que las ganancias que se deriven
de la situación no deben revertir al grupo de trabajadores que
casualmente están empleados allí. En las circunstancias imperantes
durante la vida de Stalin se procedía a la imposición de la renta
diferencial de modo fortuito e incluso irracional. Algunas industrias
extractivas aplicaban precios fijados por convenio de todo el grupo,
con lo que a cada mina asociada se le pagaba su coste de produc
ción: el grupo empleaba los beneficios así obtenidos de las empre
sas que trabajaban en situación ventajosa para compensar a las
que estaban en situación desventajosa. Sigue este convenio en los
sectores en que ya se practicaba, pero a partir de 1967 las empre.sas
que antes trabajaban según el sistema normal de precios pagan al
Gobierno una renta fija calculada teniendo en cuenta su situación
particular. A diferencia de la renta en las economías de mercado,
se hace el pago por unidad de producción (calculada no por unidad
de área explotada ni por una suma global).
A las granjas colectivas se les concede el usufructo a perpetui-
L
Ikixlas de campaña para los primeros colonos
S l.i granja estatal Yuri Gagarin, Kazakhstan, parte
» 1.1 campaña de las "Tierras Vírgenes” durante
pmíodo 1954-64 que proyectaba transformar
pastos de nómadas en regiones cerealistas.
■sez y precios
,nio solamente hay un tipo de interés (parece que, aun estando
tmitido, rara vez se renuncia a un tipo de interés más bajo o
Uo) el gravamen sobre el capital es lo que determina el precio,
« gravamen debería, sin embargo, ser un resto variable si se le
nsiderase como cuasi-renta (los ingresos atribuibles a la escasez
breve duración de un bien reproducible). «El maíz no está caro
¿rque se paga una renta —decía Ricardo en 1817—, sino que se
kga una renta porque el maíz está caro» ; y un economista sovie-
¿ o observaba, mientras se estaban confeccionando los nuevos pre-
jps (1965), que el gravamen sobre el capital debería ser conside-
gdo «no como el factor que configura los precios, sino como una
Brma de redistribuir los beneficios». La práctica de cobrar intere-
gi. aunque es un progreso respecto de la inexistencia de un gra-
*men sobre el capital en el anterior sistema de fijación de los
recios, no refleja las escaseces ni los excedentes (relativos a las
ecesidades corrientes) de los bienes de capital instalados en las
íltimas cuatro décadas —tanto menos cuanto que ningún gravamen
gtobre el capital guió a las autoridades planificadoras durante esos
liflos—. Como lo prueba la disminución de la edad media del capi-
S»1 fijo (de diecisiete años y medio en 1928 a once años en 1962),
lu inmensa mayoría de las estructuras y del equipo productivos han
»ido instalados según estos programas. No cabe duda, por ejemplo,
que se ha invertido excesivamente en equipo de forja y de Piensa
V en máquinas-herramientas universales. Elevar el precio (cobrando
un gravamen del 6 por 100 anual sobre las instalaciones) que han
de pagar sus poseedores es contrario a lo deseable: un precio infe
rior incitaría a los consumidores a comprar sus productos con pre
ferencia a los de los fabricantes cuyo capital es más escaso, y obli
garía a los poseedores a maximizar el uso de su capital y no a
conseguir el margen de ganancias que justificaría una nueva inver-
é 170
Itcasez y precios
Tomo solamente hay un tipo de interés (parece que, aun estando
permitido, rara vez se renuncia a un tipo de interés mas bajo o
niilo), el gravamen sobre el capital es lo que determina el precio ;
i«Nte gravamen debería, sin embargo, ser un resto variable si se le
■considerase como cuasi-renta (los ingresos atribuibles a la escasez
fdc breve duración de un bien reproducible). «El maíz no está caro
f porque se paga una renta —decía Ricardo en 1817—, sino que se
paga una renta porque el maíz está caro»; y un economista sovie-
’ tico observaba, mientras se estaban confeccionando los nuevos pre
cios (1965), que el gravamen sobre el capital debería ser conside
rado «no como el factor que configura los precios, sino como una
forma de redistribuir los beneficios». La práctica de cobrar intere
ses, aunque es un progreso respecto de la inexistencia de un gra
vamen sobre el capital en el anterior sistema de fijación de Jos
precios, no refleja las escaseces ni los excedentes (relativos a las
necesidades corrientes) de los bienes de capital instalados en las
últimas cuatro décadas —tanto menos cuanto que ningún gravamen
sobre el capital guió a las autoridades planificadoras durante esos
años—. Como lo prueba la disminución de la edad media del capi
tal fijo (de diecisiete años y medio en 1928 a once años en 1962),
la inmensa mayoría de las estructuras y del equipo productivos han
sido instalados según estos programas. No cabe duda, por ejemplo,
que se ha invertido excesivamente en equipo de forja y de prensa
y en máquinas-herramientas universales. Elevar el precio (cobrando
un gravamen del 6 por 100 anual sobre las instalaciones) que han
de pagar sus poseedores es contrario a lo deseable: un precio infe
rior incitaría a los consumidores a comprar sus productos con R e
ferencia a los de los fabricantes cuyo capital es más escaso, y obli
garía a los poseedores a maximizar el uso de su capital y no a
conseguir el margen de ganancias que justificaría una nueva inver-
172 Cavando los cimientos de la fábriía de tractores
de Cheiyabinsk (véase página 109).
Los primeros planes quinquenales consiguieron
transformar el trabajo rudo en capital.
¡í'W ^ s í
' n!Í.^$^*|
' . •’*
en quién podía «gritar más fuerte». Esta crítica es sin duda tan exa
gerada como lo es la pretensión del Gobierno soviético de ser el
único depositario de una política científicamente fundamentada. Como
todas las demás administraciones, no tiene más remedio que dejar
cierta libertad de acción al ejercicio del influjo personal, desde la
formulación de la política general hasta la gestión de las empresas.
El equilibrio entre la decisión individual y la colegialidad (kollegial-
nost) ha seguido en la URSS hasta cierto punto la misma pauta que
el que ha habido entre la dictadura y la dirección colectiva en el
centro del poder. Por tanto, después de la muerte de Stalin y de Lenin
y de la dimisión de Khrushchev se puso especial énfasis sobre la
colegialidad en todos los niveles de la administración.
En la empresa estatal, sin embargo, se ha seguido aplicando la
«autoridad unipersonal» (edinoimchaUe) desde los años veinte, cuan
do suplantó a la «forma vertical de gestión», denunciada por fin
en 1929, que consistía en una delegación de funciones en la que las
diversas tareas de la dirección (por ejemplo, la financiación, el per
sonal, la tecnología) estaban distribuidas entre diversos jefes de ser
vicios, subordinados cada uno a autoridades distintas. El director de
una fábrica o de una granja estatal es personalmente responsable
de las actividades de su empresa y de su personal, de a quién con
trata y a quién despide (a excepción del jefe contable, cuyo nombra
miento es considerado por la autoridad supervisora como una pro
tección de la independencia de la contabilidad). Obligado a actuar
dr acuerdo con los objetivos planificados, el director tiene abiertas
iirs posibilidades de acción. En primer lugar puede obrar con inde-
i'.'ndencia cuando no se ha fijado ningún objetivo (o cuando lo ha
ido en términos generales y él puede optar entre diversos modos
de cumplirlo). En segundo lugar, frecuentemente puede sustituir el
I limplimiento de algunos objetivos por el de otros. En principio, se
i. iierdan en coordinación con el director unas instrucciones antes
de que comience el período anual del plan: se pretende que el
<|•khpromf¡nplan sea una verificación de la coherencia a promover
I nivel de las unidades productivas, pero no están previstas todas las
eventualidades y le llega con frecuencia al director en su forma final
mucho después de comenzar el año; mientras tanto tiene que aplicar
•I director su propio juicio y experiencia para responder a lo que se
espera de él. Se hacen, además, a menudo durante el año reajustes
e n los planes de las empresas. Los cambios en las circunstancias
externas, los diversos grados de cumplimiento del plan, o la demos-
liación de que ha habido errores en la planificación inducen a los
■Mganismos planificadores y supervisores a alterar sus instrucciones
originales; tales alteraciones del plan pueden significar un nuevo
«ampo abierto a la iniciativa del director entre sus objetivos revi
rados. En tercer lugar, puede el director dar informaciones inexactas
■obre el funcionamiento de su empresa o sobre el cumplimiento del
plan, sea para disimular su actividad real o para inducir a la auto-
I ídad superior a fijar para el siguiente período de planificación obje-
178 El comedor de una fábrica de Moscú en 1954.
El “ Cuadro de Honor" de la derecha exhibe
los retratos de Lenin y de Stalin, y de obreros qu
se han distinguido en la producción; detrás de la i
columna hay un cartel del ejército y a la izquierdj
un “ periódico mural” .
tivos que serían para él más ventajosos. Estos últimos son alguno!
de los problemas de la planificación y de la información que ya han
sido examinados en el capítulo 3.
La rigidez tiende a ser una característica importante de la planii
ficación soviética: en el capítulo 8 (página 200) se discute la estábil
lidad estructural y el modo en que las «normas de los planificadores»]
guían las decisiones, mientras que en su comportamiento microeco-T
nómico están encauzadas todo lo posible las reacciones del empre-J
sario hacia los modos de obrar deseados por los planificadores. Las]
gratificaciones y los ascensos recompensan el conformismo; las des-I
tituciones, traslados y sanciones tales como multas y la exigencia]
de responsabilidades civiles (y en ocasiones incluso el procesamientoj
criminal) son amenazas que pesan sobre toda conducta divergente; [
se dictan disposiciones detalladas sobre la manera de disponer de los]
fondos, etc. Las delimitaciones de los derechos y responsabilidades]
de los empresarios datan de 1923, pero la práctica actual se formuló!
en 1930: las sucesivas revisiones de 1955 y de 1964 han concedido!
una autonomía ligeramente mayor. En 1929 se constituyeron las!
«asambleas de producción» de los obreros de cada empresa para!
compensar la negación de toda participación de los sindicatos enj
las decisiones empresariales, y fueron revigorizadas en 1958, pero
hasta ahora apenas han coartado la autoridad del «triángulo» (véase I
página 150) ni han iniciado la evolución que justificaría se les equi
parase con los consejos obreros de Yugoslavia (donde han dirigido
sus empresas desde 1952) o con las juntas de gerencia, establecidas]
en 1968 en las empresas checoslovacas y rumanas. A los obreros, í
individualmente o en equipo, se les anima a que hagan sugerencias !
para la introducción de mejoras e innovaciones —con las correspon
dientes recompensas en dinero y distinciones en el «cuadro de ho
nor» de la empresa—, pero su libertad consiste esencialmente en la
naturaleza incontrolada del mercado de trabajo.
llhít ^
•V
URSS
Francia
S *E. Unidos
Gran
\ Bretaña
\
\
\
'Alem ania
C o m p a ra c ió n de la in v e rs ió n en 1 9 5 4 /6 0
con la p ro d u c c ió n en 1 9 55/6 1
■ C o m p a ra c ió n de la in ve rsió n en 1 9 6 0 /6 5
■ con la p ro d u c c ió n en 1 9 6 1 /6 5
I. >i 170
p ro d u c c ió n de la in d u s tria c iv il
160
150
140
130
120 p ro d u c c ió n a g rícola
110
100
1961 '62 ■63 ■64 '65 '66 1967
jcrían que era tan improbable que afluyese el capital del extranjero
como del sector privado interno. Los sucesos del verano de 1927
tuvieron tales repercusiones que tal vez hayan sido decisivos para la
política de Stalin. La ruptura de relaciones diplomáticas con el Reino
i Inido originó un ambiente de guerra que dio pábulo a un fuerte
«tesoramiento en la Unión Soviética: el hecho de que los campesinos
retirasen sus abastecimientos del mercado indujo a Stalin a afirmar
que la garantía de la tasa de ahorro estaba en la planificación y
olectivización totales. El peligro de guerra, al mismo tiempo, hizo
ue Stalin reflexionase sobre la insuficiencia del armamento sovié
tico ; ya el año anterior se había declarado partidario del desarrollo
en la línea de lo que él llamaba el modelo norteamericano —confiar
exclusivamente en el mercado interior más que en el comercio exte
rior— y propugnaba políticamente el «socialismo en un solo país».
Según parece, fue la crisis de 1927 lo que le impulsó a no querer
«provechar las posibilidades de importar capital a la manera de los
empréstitos al Estado con los que la Rusia zarista se había indus
trializado a fines del siglo anterior. Stalin no rechazaba en aquella
época el comercio; durante el primer plan quinquenal las importa
ciones representaban entre el 12 y el 14 por 100 de la inversión bruta.
Pero las importaciones descenderían al 2 por 100 para cuando acabó
íl segundo plan quinquenal a consecuencia de una política de autar
quía económica justificada por el desastroso bajón de la relación real
de intercambio soviética durante el primer plan quinquenal: se había
venido ésta deteriorando desde la mitad de los años veinte, pero en
1933 había descendido ya en un tercio por debajo del nivel al que
estaba al comienzo del plan.
La Unión Soviética era de hecho por entonces la nación que com
praba más maquinaria a los Estados Unidos, pero en conjunto —como
SI- puede ver en la tabla 5— vendía menos que lo que compraba;
rsta figura abarca además todo el período que recoge la figura 3
Ieferente al total del intercambio comercial soviético: resulta evi-
ilcnte de la comparación de ambas figuras que la mayor proporción
de los envíos norteamericanos a la Unión Soviética fue durante la
guerra. Esto pone de relieve el dilema que se presentaba a los sovié
ticos precisamente cuando era más aguda su necesidad de bienes de
capital. También los Estados Unidos se esforzaban por exportar, a
precios cada vez más bajos, los productos alimenticios y las materias
• flura 10. Indices oficia le s sovié tico s de p ro d u cció n (1 9 1 3 - !)•
luiciones d ifie re n de las u tiliz a d a s con ve n cio n a lm e n te en las econom ías
■ m ercado: el p ro d u c to m a te ria l n e to , d e fin ic ió n soviética de la renta
lonal e xclu ye los “ servicios no p r o d u c tiv o s "; ia p ro d u c c ió n in d u stria l
alcul'a de manera que en globe to d a s las entregas en tre las empresas
I que sume tan soló el v a lo r a ñ a d id o p o r cada em presa); la p ro d u cció n
. uco la in clu ye el pienso para el ganado y ta m p o co se calcula
mo valor añadido.
(rrimas que la Unión Soviética ofrecía a cambio de bienes de capital • Producto material neto
Pero a medida que aumentaban los precios de estos últimos en tér
minos de los productos agrícolas, aumentaba, en relación con 1;
inversión realizada con las importaciones, el volumen real de L ÍG rupo A
bienes de consumo desviados del consumo interno para la export—
ción. El descenso de la relación real de intercambio produjo el dete t Producción industrial global
rioro de los tipos de cambio internos —entre la renta real agrari
y la acumulación del Estado y entre la utilidad del consumo y la; Grupo 8 1
ventajas del ahorro—. Como la URSS no podía mudar su forma d.
emplear los recursos ni su capacidad de aprovecharse de los cambio;,
de la relación real de intercambio en su comercio con el resto del Producción agrícola global
mundo, hizo bien en prescindir de los contactos con el exterior
nmediatamente antes del plan quinquenal la agricultura absorbía
los dos quintos de la inversión anual de capital y tres cuartos de 1¡
■Tráfico total de mercancías
población con ocupaciones lucrativas. Habiendo 1.700.000 parado—
en las zonas urbanas en la primavera de 1929, era impensable quí
se produ'ese un movimiento acelerado hacia las ocupaciones indus
tríales hasta el punto de que la URSS pudiese beneficiarse de la reía | | Formación bruta de capital
ción real de intercambio —es decir, importando productos primario!— 20 40 60 80 100 120 140 160
y vendiendo manufacturas—. Aun cuando hubiese sido factible uri
cambio tan radical, su magnitud hubiese hecho oscilar los precios en
contra de la URSS (como ocurrió de hecho cuando comenzó a hacer
grandes importaciones de cereales en 1963). Siempre que el incre Obrando de esta forma, evitó Stalin, además, uno de los desequi
mento de las manufacturas producidas en la misma nación costase librios que dificultan la planificación en los actuales países en
en unidades de productos agrícolas menos que el equipo equivalente ilesarrollo: a saber, la disparidad entre las necesidades proyectadas
importado tenía el gobierno soviético razones válidas para preferir de importaciones y las ganancias esperadas del extranjero es el equi
Ja i^a de la autarquía económica durante el primer plan quinquenal. valente externo de la divergencia interna entre el ahorro anticipado
Opto evidentemente por no confiar en tales factores, ya que cuan , la inversión planificada. Tan decisivas son ambas, que al plan
do mejoro la relación real de intercambio, la Unión Soviética siguió dpico se le denomina con frecuencia el «modelo de los dos baches».
siendo autárquica. Stalin lo enfocó —en un discurso de 1926— desde I.a versatilidad de la demanda externa —más peligrosa para un
un punto de vista político, diciendo que
país pobre con sólo uno o dos principales productos de exporta
ción que para un Estado rico con ventas diversificadas es en
el país de la dictadura del proletariado, estando cercado por los capita una economía subdesarrollada el equivalente de las fluctuaciones
listas, no puede permanecer económicamente independiente si no produce!
el rnismo sus instrumentos y medios de producción. Esto significa que™ en la actividad inversora que provocan el ciclo económico en los
habría que entender la industrialización sobre todo como el desarrollo sistemas de los países más adelantados.
de la industria pesada, y muy particularmente de nuestra propia tecnolo Ambos tipos de variaciones tieneh un efecto multiplicador, y se
gía, que es el nervio mismo de toda la industria. Sin esto no se puede puede interpretar la política de Stalin como tendente a amortiguarlos.
decir que esté asegurada la independencia económica de nuestro país. Por una parte, disminuyó la dependencia comercial, y, por otra, el
198
Ta b la 7 C r e c i m i e n t o d el p r o d u c t o n a c io n a l e n t a n t o s p o r C ie n to
É _________ i c t r l a l Í 7 ; : i H n ‘;
En un período En 1
temprano de su perí
industrialización posi
4,5 7,2
URSS
3,8 4,7
Japón
1,3 3,2
Italia
2,7 3,3
Alemania
Reino Unido 2,2 1,7
:e . u u . 4,3 3.1
Figura 11. Porcentaje de los sueldos y de los salarlos
en la renta nacional de tres economías de planificación
centralizada y cuatro de mercado a lo largo
de 11 años.
Gran Bretaña
Estados Unidos
República Federal
de Alemania
Francia
40
Checoslovaquia
URSS
Polonia
30
20
1956 '65 '66 1967
9 Acumulación de capital
La tasa de inversión
El crecimiento económico de los planes quinquenales fue consecuen^
cía de las normas de los planificadores descritas en el capítulo pre^
cedente: una elevada tasa de ahorro y la exigencia de que el incre'
mentó anual de los bienes de producción excediese el de los bienes
de consumo oblipba a los responsables de la política económica a
encontrar aplicaciones para una gran porción del producto nacional
no susceptible por su propia naturaleza de aprovechamiento para el
consumo personal; por su parte la producción de bienes de produc
ción destinados exclusivamente para la manufactura de bienes de
consumo tuvo que ser refrenada porque la producción potencial de.
estos Ultimos podría hacer que el incremento de bienes de consumo
propasase los topes impuestos. Los intercambios con el extranjero
que hubieran podido restar efectividad al sistema propuesto fueron
excluidos por una política explícita de autarquía económica.
No todos los recursos retirados del consumo individual fueron,
naturalmente, utilizados para la acumulación. Algunos fueron cana
lizados hacia usos sociales, más o menos, o de ningún modo, asocia
dos directamente con el bienestar personal y hacia otros cuyo valor!
solamente se podría defender en términos nacionales y políticos: la
gama de tales cometidos abarca desde la enseñanza gratuita y los
.servicios sanitarios pasando por el sostenimiento del personal afectado
a la administración civil y al Partido hasta los gastos diplomáticos y
rnilitares y la construcción de vehículos para la exploración del espa-
cio exterior. Los economistas soviéticos han propuesto que una clasi
ficación marxista más acertada de la distribución del producto debe
ría añadir la «subdivisión III», los bienes desperdiciados (incluyendo,
según sugieren, los gastos de defensa y los artículos no susceptibles de
venta), a las dos de que hablaba Marx (ver página 26).
Tan bruscos y generales han sido los cambios que han experi
mentado en la URSS los precios relativos —sobre todo durante la
inflación de los dos primeros planes quinquenales— que no se pue
den sacar conclusiones seguras sobre la política que se ha seguido
respecto de la asignación de los recursos. El empleo del producto
nacional a precios corrientes (aunque reajustándolos para hacerlos
más comparables con la manera como se forman los precios en las
economías de mercado) pueden verse en la tabla 8, e indican que la
k a b la 8 P r o d u c t o n a c i o n a l b r u t o al c o s t e d e l o s f a c t o r e s
+ 5,8 + 1,9 -3 ,9
| f onsum o civ il púb'
mota: Las discrepancias de un tanto por ciento entre los totales y la suma
de los componentes se deben al redondeo de las cifras.
tl4
In d u s tria
A g ric u ltu ra Viviendas tra n s p o rte Total
etc.
204.4
211.4
211.4
221.3
236.3
243.7
260.5
283.1
322.6
350.1
385.6
414,9
462.2
505.3
378.7
392.5
407,1
424.6
455.8
486.8
541.0
589.7
650.4
709.4
767.9
821.5
895.5
997.0
1.096.0
1.227.4
1.364.0
1.494.0
1.642.5
Tabla 10 C a p ita l p r o d u c t i v o in d u s tria l
Centrales térmicas
Centrales hidroeléctricas
Total industria de producción
de electricidad 14,9 5,2
Extracción y refinado de
petróleo 5,1 6,9
Gas (na tu ral y a rtific ia l) 0,6
Mineri'a del carbón 6,5 4,6
Total industrias del
combustible
13,9 12,3
Minería de hierro 1,9
Total producción de hierro
y acero
10,6 8,5
Total metales no férricos
3,9
Total productos químicos 8,3 4,7
Total industria del metal 19,0 13,8
Madera 2,2
Carpinteri'a 2,0
Celulosa y papel 1,2 1,9
Total industrias de ia madera 5,6
Total materiales de
construcción 6,4
Total vidrio, loza y porcelana 0,6
Productos textiles 3,0 23,6
Confección de prendas
de vestir 0,7
Total industrias fi'bricas 4,4
Refinado del azúcar
Elaboración de carne
Elaboración de pescado
Productos lácteos
Total industrias alimenticias 9,2
D onde ha sido po sib le se han añ adido los datos com parables de 1927.
209
i>olítica tecnológica
(,a nueva aplicación de la inversión en el plan septenal fue necesa-
fiamente acompañada de cambios tecnológicos radicales, puesto que
iii diferente estructura de la capacidad productiva había de tener por
íonsecuencia una nueva fisonomía de los inputs. Se asignó a las
impresas planes más específicos «para la introducción de tecnología»,
te amplió el Comité Estatal para la coordinación de la Ciencia y la
Investigación (Gostekhnika) y se le dieron considerables poderes para
exigir a las empresas que innovasen sus métodos productivos, se
incrementaron las recompensas monetarias por las invenciones e in-
itovaciones y quedaron protegidos los derechos de patente de los
Empleados estatales. Todas estas medidas fueron instrumentadas con
;l título de «la revolución científica y técnica».
La necesidad de una campaña tan explícita en pro del progreso
écnico surgió en parte de la estabilidad estructural imperante en la
isignación de los recursos que se acaba de describir, y en parte por-
|ue la tendencia tanto de los planificadores como de las empresas ■a
•ra conseguir el máximo crecimiento aprovechando la capacidad exis-
ente. Ambos querían evitar el parar una cadena de producción para
.;quiparla con máauinas nuevas o para adaptarla a materiales nuevos
o el cerrar una fábrica para su reconstrucción. Para los planificadores,
.:1 incremento de la producción que exigían las autoridades políticas
lería así más difícil, si no imposible, de conseguir. Para la empresa,
la paralización de la producción era mal vista por la misma razón
(tanto por su organismo supervisor como por el funcionario local
del Partido, quienes, como ya se ha visto en la página 182, ejercían
presión para que la producción se expansionase continuamente); otro
desincentivo suponía el hecho de que los beneficios que se ganarían
a consecuencia del cambio tecnológico no serían suyos propios, por
que lo más probable era que el organismo inspector elevaría en el
iiguiente período los beneficios planificados y el porcentaje que
habría que entregar para el presupuesto.
Los cambios administrativos hechos a nivel central para fomentar
el progreso técnico fueron obstaculizados durante algún tiempo por
la liquidación en 1957 de los ministerios con responsabilidades indus
triales, lo cual desarticuló la subordinación de los institutos técnicos
de investigación que aquéllos habían dirigido anteriormente. La re-
212 La calle mayor de la nueva "Ciudad de la Ciencia
próxima a Novosibirsk en 1967; todo el terreno
que ahora ocupa la ciudad estaba cubierto
por el bosque hace diez años y alberga
actualmente a 35.000 personas.
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El progreso técnico
l.a íntima asociación de tecnología y crecimiento fue reconocida por
Marx, quien, siguiendo a Ricardo, dio por supuesto que el progreso
técnico iba representado por el incremento de la composición orgá
nica del capital. Como ya se ha dicho en el capítulo 2 (página 25),
su mejor definición es la cantidad de bienes productivos por traba
jador, pero Marx, con cierta confusión, consideró en algunas oca
siones que era la relación entre el capital y la suma del capital cons
tante y variable, e incluso, en otro pasaje, entre el capital variable
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214
La depreciación
Pero la política soviética sobre la depreciación y la retirada del ca
pital en uso no ha dejado de tener sus fallos. Marx contrastaba la
«anarquía» de la inversión y amortización capitalistas con su «con-
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trol por la sociedad ... una vez que hubiese sido abolida la form-
capitalista de reproducción». Cuanto más rápido sea el aumento de
la inversión bruta (y/o cuanto mayor sea la vida media del capital)^
tanto inenor será la parte que en ello corresponderá a la sustitución
de capital; es decir, la nueva inversión (inversión bruta menos las
renovaciones) crece en relación con la inversión neta (inversión bruta
menos la deducción por depreciación del capital). Como los planes
quinquenales no sólo elevaron la tasa de crecimiento de la inversión
sino que prolongaron también la vida del capital (cambiando del ca
pital agrícola predominantemente a pequeña escala a grandes proH
yectos industriales y de transporte), las deducciones por depreciación
convencionalmente calculadas suponían muchos más fondos que los
que se necesitaban para las sustituciones efectivas. Eso condujo a las
autoridades soviéticas a reducir equivocadamente las cargas por de
preciación (o, en otras palabras, a calcular la amortización para un
período más largo que el que cada bien de capital debería seguir
en^ activo). La práctica soviética de añadir a la cuota de amortiza
ción casi la misma suma para reparaciones de los bienes de capital di
simulaba la amplitud de la baja valoración atribuida a los costes co
rrientes (mano de obra, materiales y depreciación). Por eso, cuando
en 1940 la suma contabilizada como «depreciación» fue sólo de un
2,2 por 100 de los costes industriales corrientes, la verdadera cuota
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^ Edificaciones Ganadería
I Bienes de equipo
Existencias
Prioridades prácticas
No cabe duda sobre los objetivos que Marx proponía para el socia
lismo. La sociedad sin clases llevaría a cabo su expansión material
con una acumulación de capital que no implicaría ni explotación de
sus miembros ni antagonismos entre ellos.
La participación del individuo en esa creciente riqueza estaría
determinada por su contribución personal a su creación hasta que el
aumento fuese suficiente para satisfacer todas las necesidades social}
mente justificadas; cuando la escasez, así definida, fuese eliminada,
comenzaría la era del comunismo. El bienestar humano y las satis
facciones culturales se construirían a partir de la capacidad producti;
va material creada por la acumulación para el crecimiento, pero
siempre bajo la consigna, reiterada como slogan del Partido Comunis
ta en su programa de 1961: «Todo en nombre del hombre, en bene
ficio del hombre.»
La rapidez con que ha crecido la economía soviética y la tena
cidad con que se ha empeñado en alcanzar una elevada tasa de in
versión han sido descritas en los dos capítulos precedentes, p>ero esoj
no basta para que se dé por buena la conclusión de que estos re-1
sultados fueron en la práctica buscados expresamente. Cabe, al con
trario, sugerir que la intención primordial de las autoridades en el
terreno económico durante las cuatro décadas de planificación cen
tral fue asegurar la cohesión y la estabilidad. Un efecto incidental de
estos dos objetivos ha sido el crecimiento, cuya declarada preeminen
cia como finalidad económica debe ser atribuida a motivaciones de
naturaleza política e ideológica.
El mecanismo analizado en la parte primera de este estudio fue
construido para asegurar que las relaciones entre proveedores y con
sumidores se adaptasen mutuamente tanto en cualquier momento
dado como en una fecha determinada —fecha que representaría el ho
rizonte de un plan a plazo mas corto o más largo—. Un Estado pura
mente burocrático, del cual se pueden encontrar ejemplos en la Rusia
de la primera mitad del siglo xix y en muchas administraciones co
loniales del XX, evitaría la desarticulación de las corrientes existentes
hasta el punto de aceptar una coordinación estancada e interrelaciones
constantes. Esa opción le estaba vedada al Gobierno soviético porque
la inercia le repugnaba ideológicamente y porque estaba resuelto a
221
Formas de autorregulación
En Marx podemos encontrar muy pocas referencias al plan en el ré
gimen socialista cuando describió el mecanismo de la planificación,
pero hay claros indicios de que él esperaba que sería el mercado
lo que aseguraría la congruencia microeconómica. Las autoridades so
viéticas renunciaron al uso del mercado al centralizar la adopción de
decisiones y negaron la soberanía del consumidor; como se ha in
dicado en el capítulo 2, suprimieron también ciertos instrumentos üti-
222
Manipulación de la empresa
La expansión de la producción es un efecto accesorio, pero la estruc
tura del incremento depende menos de la elección deliberada de los
planificadores que de la diversidad de condiciones que afectan
la empresa, puesto que el programa del año siguiente se elabora sobre
los resultados y las fuerzas de ese entorno. A nivel de empresa, sin
embargo, las autoridades planificadoras tienen dos instrumentos de
intervención además de la imposición de los objetivos de producción
a conseguir. El primero es la estructura de recompensas y sancio
nes relacionadas con cada meta concreta. El segundo es la facultad
de graduar las prioridades que fomentan el rebasamiento del plan
o desalientan de su no cumplimiento. La política de Stalin de dar|
preferencia al desarrollo de los bienes de producción (pág. 206) ha
sido tal vez introducida tanto teniendo esto presente como en inte
rés del sector punta. Una jerarquización de las industrias recipien-
darias con vistas a otorgarles un trato rrás o menos preferencial
cuando están en déficit los inputs para las transacciones planifica
das tiene, además, que aplicarse en condiciones de planificación
rígida.
Los coeficientes técnicos de los inputs en relación con los out-
puts en un balance material son en principio variables a discreción
de las autoridades planificadoras y supervisoras, pero parece que son
utilizados principalmente como un mecanismo de control. La mayo
ría de ellos están basados, en expresión de los comentadores sovié
ticos, en una experiencia «estadística» más que «progresiva», es decir,
en la extrapolación de las anteriores tendencias de la empresa en
cuestión, y no en una reevaluación independiente basada en la infor
mación externa (de otras empresas, institutos de investigación o del
extranjero). Hasta que se pueda disponer en la URSS de computa
doras en abundancia, los cambios importantes experimentados en los
coeficientes implican más iteraciones que las que normalmente pue
den operar los departamentos de planificación. La estructura de la
formación de capital ha estado notablemente fosilizada durante lar
gos períodos debido al empleo de coeficientes de capitales constan
tes o monótonos; ha sido precisa la intervención del Gobierno en
la cumbre misma del poder para cambiar, por ejemplo, de la energía
hidroeléctrica a la térmica, de las locomotoras a carbón a las loco
225
La nueva estabilidad
Las más importantes declaraciones políticas de 1965 —las de Brezh-
nev sobre la agricultura, en marzo, y las de Kosygin sobre la indus
tria, en septiembre— incluían el propósito de instituir un entorno
estable en el que el presidente de una explotación agraria o el di
rector de una fábrica pudieran actuar. Estas promesas no han sido
totalmente cumplidas, y la prensa soviética ha seguido publicando
casos de intervenciones arbitrarias de los departamentos del Gobier
no o de funcionarios políticos en los asuntos de las granjas colec
tivas y de las instalaciones industriales, ahora ya liberadas de todo
control hegemónico.
En la primera mitad de los años sesenta se incorporaron objeti
vos móviles al sistema de planes quinquenales con el intento de
realizar una «planificación ininterrumpidan: cada año, al ser rati
ficado el plan nacional anual, recibían la confirmación provisional
los objetivos para los cinco años siguientes. Este experimento no
227
232
Optimización
Se ha convertido en ideal de un influyente grupo de personas con
cargo oficial la elim.inación de las anteriores incongruencias y de
la necesidad de reajustar el plan en el proceso de su ejecución;
para ello la optimización aparece como el procedimiento matemá
tico y de cálculo apropiado.
Los modelos de planificación a corto plazo, con capacidad pro-l
ductiva fija, han sido utilizados durante bastantes años, y se están
elaborando adaptaciones a largo plazo (para lo cual las variables!
dinámicas son la capacidad y, en particular, el capital para la acti
vidad exportadora o la reducción de importaciones). Su aptitud
para racionalizar la formación de capital y ias-decjsiones referentes
al comercio exterior se ha podido demostrar (basán^se, en el pri
mer caso, en una considerable experimentación entre los diversos
criterios de inversión), porque descontando las corrientes de pro
ductos y ganancias con el extranjero (en su equivalente en dólares)
proporcionan funciones objetivas homogéneas; generalmente se ha
tratado de adaptaciones del problema del transporte solucionadas
aplicando la programación lineal y formuladas independientemente
por Kantorovich y Dantzig.
El grupo de matemáticos y economistas soviéticos, al que se
puede denominar la escuela de la optimización, tuvo la ventaja de
haber empezado muy tempranamente a replantearse los problemas
fundamentales de la economía una vez que las restricciones im
Pt puestas por Stalin habían desaparecido con su muerte. Kantorovich !
fundó un nuevo Instituto de Matemática Económica en Novosibirsk,
y Fedorenko, descollante ingeniero químico, llenó el asimismo nue
vo Instituto Central de Economía Matemática de Moscú con mate-
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