Está en la página 1de 2

Si acaso tuviera a mi padre a mi lado, le daría las gracias...

Tu valor no cambia

Un orador inició su seminario mostrando al auditorio un billete de 20


dólares. Dirigiéndose a los 200 espectadores preguntó: "¿Quién quiere
este billete?". Muchas manos se levantaron. Luego dijo: "Se lo voy a dar a
alguno de ustedes, pero primero permítanme hacerle esto...", y lo hizo
bolita dejándolo todo arrugado.
Entonces insistió: "¿Quién todavía lo quiere?". Las manos volvieron a
subir. "Bien. -dijo- ¿Y si le hago esto...?". Y lo dejó caer al suelo y lo
empezó a pisar. Al recogerlo lo mostró al auditorio. Así, todo arrugado y
sucio, preguntó: "Y así, ¿todavía lo quieren?". Las manos se mantuvieron
arriba. "Amigos, han aprendido una lección muy valiosa: No importa todo
lo que le haya hecho al billete, ustedes de cualquier manera lo quieren
porque su valor no ha disminuido. Sigue valiendo los mismos 20 dólares.
Muchas veces en nuestras vidas caemos, nos arrugamos, o nos
revolcamos en la tierra por las decisiones que tomamos y por las
circunstancias que nos rodean. Llegamos a sentir que no valemos nada.
Pero no importa lo que hayamos pasado o cuanto pueda ocurrirnos,
nunca perdemos el valor que tenemos ante los ojos de Dios. Sucios o
limpios, abatidos o finamente alineados, para Él somos invaluables. El
salmo 17, verso 8, dice que Dios nos tiene como la niña de sus ojos"'.
El valor de nuestras vidas no procede de quiénes somos o de lo que
hacemos, sino de a QUIEN pertenecemos.
Agradecemos esta aportación a Adriana María y Guillermo

Valorando lo que tenemos

Aunque me tapo los oídos con la almohada y gruño de rabia cuando


suena el despertador... Gracias a Dios que puedo oír. Hay muchos sordos.
Aunque cierro los ojos cuando, al despertar, el sol se mete en mi

También podría gustarte