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Por sus frutos los

conocerán
Mateo 7:20 Así que, POR SUS
FRUTOS los conoceréis.

Hoy entraremos al tema “Por sus frutos


los conocerán”, el Señor hablaba de
cómo podrían reconocerse a los
verdaderos cristianos y también a los
falsos cristianos. En los temas anteriores
vimos cómo los verdaderos creyentes
comienzan a serlo con un verdadero
arrepentimiento, un giro de 180
grados en nuestra forma de pensar para
que después nuestra conducta y forma
de vivir también sea transformada.
Como dijo el Apóstol Pablo, “las cosas
viejas pasaron, ahora han sido hechas
nuevas.” La fe salvadora produce
inevitablemente frutos de la nueva
naturaleza. Vamos a estudiar el pasaje
de Mateo 7:13-20 en detalle.
13
Entrad por la puerta estrecha;
porque ancha es la puerta, y
espacioso el camino que lleva a la
perdición (destrucción), y muchos
son los que entran por ella; 14porque
estrecha es la puerta, y angosto el
camino que lleva a la vida, y pocos
son los que la hallan. (Mat 7:13-14)
Aquí vemos dos antítesis: Una puerta
angosta y una puerta ancha; y un camino
angosto y un camino ancho. Ambas son
metáforas que nos hablan del caminar
de las personas. El camino ancho es muy
fácil de caminar… uno se puede decir a si
mismo: el camino ancho no es tan malo,
todo el mundo anda por él, todos hacen
lo mismo. Hay personas que, aunque
van a la iglesia, o incluso usan el
púlpito, van por el camino ancho.
Mientras, quienes van por el camino
angosto encuentran que éste se vuelve
cada día más angosto.
Como dice el refrán: “Tus hechos hablan
tan fuerte, que no se escucha lo que
dices.”

15
Guardaos de los falsos profetas,
que vienen a vosotros con vestidos
de ovejas, pero por dentro son lobos
rapaces.

La palabra es más que clara y Jesús


habla aquí sobre la existencia de falsos
ministros, ya que ¡Hay lobos entre las
ovejas! y ha que cuidarse de ellos.
16
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se
recogen uvas de los espinos, o higos de
los abrojos?

Debemos considerar que las


evidencias externas hablan de la
experiencia interna.

17
Así, todo buen árbol da buenos
frutos, pero el árbol malo da frutos
malos. 18No puede el buen árbol dar
malos frutos, ni el árbol malo dar
frutos buenos.

El buen árbol es una forma metafórica de


referirse al genuino Cristiano. El árbol
malo es una metáfora del que dice ser
Cristiano, pero no lo es. ¿Y cuáles serán
los frutos malos y los frutos buenos?
Pablo lo explica claramente en su carta a
los Gálatas:
Ahora bien, las obras de la carne son
evidentes, las cuales son: inmoralidad,
impureza, sensualidad, idolatría,
hechicería, enemistades, pleitos, celos,
enojos, rivalidades, disensiones,
herejías, envidias, borracheras, orgías y
cosas semejantes, contra las cuales les
advierto, como ya se lo he dicho antes,
que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios. Pero el fruto
del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio propio; contra
tales cosas no hay ley. (Gal 5:19-23)
Notemos cómo todos los árboles dan
fruto. Según Jesús en la Parábola del
Sembrador, hay algunos que rinden fruto
en diferentes cantidades: 30, 60 o hasta
100 veces. Esto nos habla de que
algunos Cristianos van a dar más frutos
que otros.
El original para la palabra “dar” es el
griego “poiéo” que significa hacer cosas,
practicar. Esto nos habla de que no se
trata de un “fruto invisible”, sino uno que
consiste en cosas visibles, tangibles. El
nacido de nuevo no puede practicar el
pecado (más sobre eso abajo). El árbol
malo, el falso Cristiano, puede simular el
fruto del bueno, pero su fruto no es
genuino. Allí es donde se cumple lo que
dijo Juan: “salieron de nosotros, pero en
realidad no eran de nosotros” (1Jn 2:19).
¿Habrá pastores o ministros que no
han nacido de nuevo? ¡Claro que sí!
19
Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y echado en el fuego. 20Así
que, por sus frutos los conoceréis.
21
No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos.

Esto es serio, porque de esto


depende tu eternidad. La santificación
es el fruto que se espera de nosotros
(Rom 6:22).
Los que profesan ser y no son.
“Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor,
Señor, ¿no profetizamos en Tu
nombre, y en Tu nombre echamos fuera
demonios, y en Tu nombre hicimos
muchos milagros?’ “Entonces les
declararé: ‘Jamás los conocí;
APARTENSE DE MI, LOS QUE PRACTICAN
LA INIQUIDAD.’ (Mat 7:22-23)
Profetizamos: Aquí el Señor se refiere
claramente a los que profesan ser
Cristianos, pero no lo son. La palabra que
se usó para “profetizamos” no es la que
se usa para hablar del don de profecía,
sino que significa aquí “hablar el mensaje
de Dios.” Es decir, hay quienes desde
un púlpito hablan las palabras de
Dios, pero no las viven.
Demonios: Aquí dice que los falsos
maestros aún expulsan demonios, pero
que no conocen a Jesús. Dejemos claro
que los demonios son expulsados por el
poder del nombre de Jesús, pero
expulsarlos no es evidencia de la
santificación del que ora. Aún Judas
expulsó demonios (cuando fueron
enviados de dos en dos), pero es claro
que nunca fue un verdadero discípulo de
Cristo.
Milagros: Por último Jesús afirma que
algunos aún hicieron milagros, pero no
conocieron a Jesús. ¿Un milagro
garantiza que el sanado y el que oró
son Cristianos? ¡No! Algunas personas
son engañadas porque piensan que un
milagro o un prodigio pueden avalar a los
involucrados, pero no es así.
Policías y Médicos Falsos
Para entenderlo mejor pensemos en el
siguiente ejemplo: cualquier persona sin
entrenamiento, preparación o
autorización puede hacerse pasar por
policía, o por médico, y ejercer el oficio
falsificando un uniforme o una
credencial. Muchos pueden ser
engañados, otros pueden haber recibido
un beneficio de ellos, algunos más
pueden incluso haber sido curados, pero
los falsos no dejan de serlo por ello.
Aquí Jesús les dice “nunca los conocí”, al
igual que el falso no podría entrar en el
cuartel de policías. 2 Tim 2:19 dice que
“El Señor conoce a los que son Suyos“.
Discípulos que dan fruto
Vamos a ver a fondo una de las
parábolas de Jesús, la que conocemos
como La Parábola del Sembrador.
Recordemos que una parábola es la
narración de un suceso cotidiano para
conocer una verdad espiritual.
“Escuchen: El sembrador salió a
sembrar; y al sembrar, una parte de la
semilla cayó junto al camino, y vinieron
las aves y se la comieron. “Otra parte
cayó en un pedregal donde no tenía
mucha tierra; y enseguida brotó por no
tener profundidad de tierra. “Pero
cuando salió el sol, se quemó, y por no
tener raíz, se secó. “Otra parte cayó
entre espinos, y los espinos crecieron y
la ahogaron, y no dio fruto. “Y otras
semillas cayeron en buena tierra, y
creciendo y desarrollándose, dieron
fruto, y produjeron unas a treinta, otras
a sesenta y otras a ciento por uno.” (Mar
4:3-8)
En esta parábola, Jesús habla de cuatro
tipos de personas que escuchan el
mensaje del Evangelio. Todos
escucharon el mismo mensaje, pero sólo
uno dio fruto. Esto muestra que dar
fruto no depende del mensaje, sino
del corazón. Se espera que luego de
escuchar, las personas se arrepientan
genuinamente, experimenten una
verdadera conversión, nazcan de nuevo
y den fruto. Jesús explica esta parábola
a partir del versículo 14 del mismo
capítulo; así que veremos la explicación
junto con la parábola, empezando en el
versículo 1 para ver el contexto.
Multitudes
Comenzó Jesús a enseñar de nuevo junto
al mar; y se llegó a Él una multitud tan
grande que tuvo que subirse a una barca
que estaba en el mar, y se sentó; y toda
la multitud estaba en tierra a la orilla
del mar. Les enseñaba muchas cosas en
parábolas, y les decía en Su enseñanza.
(Mar 4:1-2)
Notemos cómo dice que se llegó a Él una
multitud. Eran tantos, que Jesús se subió
a una barca para predicarles desde allí,
aprovechando la acústica que se produce
cuando se habla sobre una superficie de
agua. Aunque se trata de una multitud,
la parábola nos indica que no todos
reciben el Evangelio realmente, sino sólo
un grupo de personas. La presencia de
muchas personas oyendo un mensaje no
significa que hay un “avivamiento.”
Las multitudes no garantizan nada
acerca de la conversión. En el
versículo 14, Jesús explica que “El
sembrador siembra la palabra“, es decir,
en ese caso el sembrador era Jesús. Hoy,
el sembrador soy yo mientras escribo
este mensaje. Mañana puede ser usted
mientras predica el Evangelio.
Duros de Corazón
El primer grupo de personas que
menciona Jesús está simbolizado por la
semilla que “cayó junto al camino, y
vinieron las aves y se la comieron.” En el
versículo 15, Jesús explica que “son
aquéllos que en cuanto la oyen, al
instante viene Satanás y se lleva la
palabra que se ha sembrado en ellos.” Es
decir, las aves del cielo que se comen la
semilla representan en este caso a
Satanás que llega a robarse la Palabra
para que no dé fruto.
Las veredas son los caminos que los
sembradores caminaban para atender
los campos; por las pisadas el terreno se
volvía duro. Esto simboliza a las
personas que han endurecido su
corazón por causa de los
sufrimientos de la vida. Es el caso, por
ejemplo, de una mujer abandonada por
su esposo que vive resentida, o un
hombre amargado contra otro al interior
de una iglesia Cristiana y dice “todos son
iguales” o “son hipócritas“.
En el pasaje paralelo, en Mateo, dice que
estas personas son las que oyeron “la
palabra del reino y no la entiende(n).”
¿Por qué no la entienden? Las palabras
de Jesús a veces ofenden el pensamiento
natural y sólo los nacidos de nuevo las
entienden. Estas personas oyeron la
Palabra, pero decidieron no creerla con
el corazón. De alguna manera dicen: Me
quedo con Aristóteles.
Superficiales y Emocionales – De
corta duración
El siguiente grupo de personas
mencionado por Jesús es el de las
personas cuyo corazón está más blandito
que el de los primeros, pero que por
debajo es duro. Un ejemplo de esto lo
tuve en mi propia casa. Hace unos años
compré tres palmeritas para sembrar
frente a mi casa y las sembré según las
instrucciones de quien me las vendió.
Pasaron un par de años y se notaba que
dos de las palmeras estaban creciendo
bien, pero una de ellas no crecía mucho.
Resulta que un día, un auto que pasaba
frente a mi casa, chocó y derribó
precisamente esa palmera. Al día
siguiente vinieron los encargados del
seguro para sembrarme una palmera
que reemplazara a la anterior y, al cavar
el hueco para sembrarla, encontraron
una gran piedra debajo de la
superficie. ¡Por supuesto que no
crecía!
Según la explicación de Jesús en los
versículos 16 y 17, estos son “los que al
oír la palabra enseguida la reciben con
gozo; pero no tienen raíz profunda en sí
mismos, sino que sólo son temporales.”
Son personas que al escuchar el
Evangelio se emocionan y dicen “¡Qué
bonito, esto es lo que yo necesitaba! Voy
a seguir a Cristo.” Van a la iglesia,
cantan, diezman y se involucran, pero
son cristianos de corta duración. El
versículo 17 dice que “cuando viene la
aflicción o la persecución por causa de la
palabra, enseguida se apartan de ella.”
La palabra griega que se usa allí como
‘aflicción’ habla de ‘estrechez’. Cuando
viene, por ejemplo, la estrechez
económica, dejan de ir a la iglesia.
Cuando reciben burlas o presiones de los
que no son creyentes, también. Cuando
hay persecución, dejan la fe. ¿Cómo se
da esa persecución hoy en día? Por
ejemplo, en que tu compadre se burla de
ti y te dice que te has convertido en el
‘monje loco.’
Para empeorar la situación, en muchas
iglesias de hoy no se está predicando
completa la Palabra de Dios, sino que se
está predicando un Evangelio de
Prosperidad. Así, cuando viene una
situación de estrechez en la vida de
quien aprendió sólo que “Dios te hace
Rico”, perderá el ánimo y abandonará su
decisión de seguir a Cristo. Cuando viene
la persecución, se preguntan por qué
ocurre si, supuestamente, Cristo vino a
darnos paz. Ciertamente vino a
darnos paz, pero paz en el corazón.
Otro tipo de persecución puede ocurrir
en casa: ¡Te voy a desheredar porque te
cambiaste de religión!
Recuerdo un hombre que vino un día a
despedirse, se iba de la congregación. Yo
le pregunté ¿y a qué iglesia te vas? -A
ninguna- respondió. Su esposa le había
advertido que, de seguir acudiendo a la
iglesia, ella lo dejaría. Me explicó que él
la quería mucho y no quería perderla.

Permaneciendo en La Vid
Un verdadero discípulo reconoce a Jesús
reconoce la única fuente, el origen de
todo. Un verdadero Cristiano no necesita
motivadores (del mundo o de la iglesia)
para su sustento o para su avance. Sólo
necesita la Palabra del Dios vivo para
alimentarse. Vamos a estudiar el pasaje
de Jesús como la Vid Verdadera, Juan
15:1-8
“Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es
el viñador. (Jua 15:1)
¿Por qué Jesús usó una vid para darnos
este ejemplo? ¿Por qué no un manzano,
o una naranja? La palabra “vid” viene del
término celta “vitis” que significa
conocimiento. Jesús está diciendo
aquí: “Yo soy la vid, yo soy el
conocimiento.” Cristo vino a darnos el
conocimiento del Padre.
Espero que con esto sean alentados sus
corazones, y unidos en amor, alcancen
todas las riquezas que proceden de una
plena seguridad de comprensión,
resultando en un verdadero
conocimiento del misterio de Dios, es
decir, de Cristo (el Mesías), en quien
están escondidos todos los tesoros de
la sabiduría y del conocimiento. (Col
2:2-3)
Las características físicas de esta
planta no son menos importantes para
entender por qué el Señor afirma ser La
Vid; vamos a analizarlas a continuación:
Eternidad de Cristo y Su Salvación
La vid es una planta que puede vivir más
de 100 años. Esto nos habla de la
eternidad de Cristo. Cristo es eterno y
Cristo ofrece eternidad. 1 Juan 5.11 dice
“… que Dios nos ha dado vida eterna, y
esta vida está en Su Hijo.” Cristo nos
ofrece vida eterna, ¿quién cree que nos
puede ser quitado lo que Él nos dio? La
salvación que Cristo nos ofrece es eterna
y por tanto no se pierde. Si eres
realmente salvo, nacido de nuevo, eso es
eterno. Jesús mismo dijo que nadie podía
arrebatar a sus ovejas de su mano:
“Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco
y Me siguen. “Yo les doy vida eterna y
jamás perecerán, y nadie las
arrebatará de Mi mano. “Mi Padre que
Me las dio es mayor que todos, y nadie
las puede arrebatar de la mano del
Padre. (Jua 10:27-29)
Una Vid Verdadera, otra Venenosa
La vid tiene un tronco de madera blanda,
quebradiza y torcida, por lo cual no es
apto para hacer muebles o utensilios. La
única función del tronco de la vid es que
la savia corra por ella para que las
ramas puedan dar fruto. (Eze 15:1-5)
Igualmente, el Evangelio no debe ser
“usado” por motivaciones materiales, en
la búsqueda de fama o riquezas por
ejemplo, sino sólo para la salvación.
Cuando Jesús preguntó a los discípulos si
querían dejarlo, Pedro respondió:
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna.“.
Recientemente salió a la venta la llamada
“Biblia de la Prosperidad” y también la
“Biblia Positiva“. Es claro que estas
Biblias no alimentan al Cristiano,
porque están tramposamente orientadas
a conseguir que la Escritura -usada fuera
de contexto- armonice con los deseos
mundanos, se busca que la Biblia “diga”
lo que las multitudes quieren oir. Mas de
Cristo no va a fluir algo que no sea la
Palabra de Dios. En Isaías 5:1-21
vemos cómo el sembrador sembró uvas
y le salieron agrias, venenosas. El
Cristianismo está contaminado con uvas
venenosas. Jesús comienza este pasaje
de Juan 15 diciendo “Yo soy la vid
verdadera“, porque hay otra vid falsa
cuyo tronco es venenoso. “Porque la
vid de ellos es de la vid de Sodoma y de
los campos de Gomorra; Sus uvas son
uvas venenosas, Sus racimos, amargos”.
(Deu 32:32). No tomemos de la vid del
mundo, del hombre o del Diablo.
Tomemos únicamente de la Vid que es
Jesucristo.
¿Te estás alimentando de la Vid
verdadera?
Dice Juan 15:1 que el Padre es el
Labrador. Dios Padre cuida eternamente
la Vid que es Cristo, para que
eventualmente nosotros, las ramas,
demos uvas, fruto.
Propiedades Curativas de las Uvas
Las uvas tienen muchas propiedades
curativas y de presevación de la
salud: contienen antioxidantes, evitan el
estreñimiento, previenen enfermedades
reumáticas, problemas del sistema
circulatorio, diversos tipos de cáncer,
infartos. Además, tienen muchas
propiedades cosméticas. Hasta encontré
un sitio que habla de una dieta de la uva
para obtener mayor energía y para
perder algunos kilitos. Así como la uva
sirve para todo, también el sacrificio
de Jesús.
Semillas
En cada uva hay una semilla, y en cada
semilla el código genético para producir
otra vid. Igualmente en nosotros los
nacidos de nuevo están la Palabras de
Vida que pueden sembrarse en los
corazones de los demás y reproducir
otros nacidos de nuevo.
Nos Poda
Toda rama que en mí no da fruto, la
corta; pero toda rama que da fruto la
poda para que dé más fruto todavía. (Jua
15:2 NVI)

En lo natural, ¿qué es podar? Podar es


cortar, quitar ramas que estorban, con el
propósito de fortalecer las ramas para
que den más fruto. Dios cuida de
nosotros y nos “poda” las ramas que no
necesitamos porque nos quitan energía -
la envidia o la mentira por ejemplo-. Eso
no ocurre sin que experimentemos dolor,
pero es bueno. Si Dios te está
podando, es porque te está
cuidando.
Permanecer
Ustedes ya están limpios por la palabra
que les he comunicado. Permanezcan en
mí, y yo permaneceré en ustedes. Así
como ninguna rama puede dar fruto por
sí misma, sino que tiene que permanecer
en la vid, así tampoco ustedes pueden
dar fruto si no permanecen en mí. (Jua
15:3-4 NVI)
He observado que en Latinoamérica
entendemos el término “permanecer”
siempre con un límite: Voy a permanecer
en este trabajo (e implícitamente
pensamos “hasta encontrar otro”). Tal
concepto no es el que se encuentra en
este pasaje. En el original aparece el
término griego “meno” significa “quedar
indefinidamente“, lo cual nos habla de
la eternidad. Jesús nos está hablando de
quedarnos permanentemente con Él:
Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro
Consolador para que los acompañe
siempre: el Espíritu de verdad, a
quien el mundo no puede aceptar porque
no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo
conocen, porque vive con ustedes y
estará* en ustedes. (Jua 14:16-17 NVI)
Con base en el Nuevo Testamento ya no
debemos pedir “no quites tu Espíritu
Santo de mi” -como lo hizo David en el
Salmo 51- porque, si hemos nacido de
nuevo, Dios nunca lo se apartará de
nosotros. Es cierto que podemos
entristecer al Espíritu Santo, incluso
perder comunión y comunicación con
Dios, pero Él nunca estará lejos. Lo dice
Juan en su primera carta: si alguien es
Cristiano, “Dios permanece en él, y él en
Dios”.
“Yo soy la vid y ustedes son las ramas.
El que permanece en mí, como yo en él,
dará mucho fruto; separados de mí no
pueden ustedes hacer nada. El que no
permanece en mí es desechado y se
seca, como las ramas que se recogen, se
arrojan al fuego y se queman. Si
permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, «todo» lo que
quieran pedir se les concederá. (Jua
15:5-7 NVI)
Aquí dice la Biblia que «todo» lo que
pediremos se nos concederá.
¿Realmente quiere decir «todo»? Si pido
algo fuera de la voluntad de Dios, ¿me lo
dará? ¿Y qué si pido algo pecaminoso o
algo que desviará mi corazón? No
perdamos de vista el contexto de la
afirmación: hay que permanecer en Él.
Si una persona permanece en Él y en
Su Palabra, entonces la mayoría de
sus oraciones coinciden con la
voluntad y la Palabra de Dios.
Santiago nos dijo que cuando piden, “no
reciben porque piden con malas
intenciones, para satisfacer sus propias
pasiones.” Un verdadero discípulo, por
su comunión con Dios, sabe pedir: es
por eso que recibe todo lo que pide,
porque pide bien, no meramente para
satisfacerse a sí mismo sino en armonía
con el Padre.
Mi Padre es glorificado cuando ustedes
dan mucho fruto y muestran así que
son mis discípulos. (Jua 15:8 NVI)

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