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AGRO SOSTENIBLE 
SOBREEXPLOTACIÓN DEL SUELO COLOMBIANO 
COMO REPERCUSIÓN DE LA TENENCIA DE TIERRAS 
Presidentes: Valentina Pinto y Laura Serrato  
 

 
 
 

Índice

1. Carta de introducción. 

2. Exposición del tema. 

2.1 Introducción 

2.2 Historia 

2.3 Situación actual 

2.4 Diferentes perspectivas 

3. Puntos a tratar en el comité. 

4. Información de obligatoria revisión. 

5. Bibliografía. 

 

 
 

1. Carta de introducción: 

Honorables delegados,
Es nuestro placer darles la más calurosa bienvenida a la segunda edición de
Green Teen Summit, y más aún, a nuestra comisión. Es nuestro privilegio representar
el comité de Agro Sostenible y trabajar junto con ustedes, pues consideramos que es
importante tratar la temática de la sobreexplotación del suelo colombiano, la cual tiene
gran relevancia en la crítica fase del posacuerdo.

A lo largo de los últimos años, el ser humano le ha atribuido mucha importancia


a suplir sus necesidades de desarrollo económico sin proyectar las consecuencias de
estos procesos a largo plazo; seguimos extrayendo recursos naturales en exceso,
explotando los suelos y deteriorando el medio ambiente en pro de progresar
únicamente en el ámbito económico; una vez que hayamos acabado con todo, lo
perdemos para siempre. Esta es la mentalidad que debemos cambiar si queremos un
mejor futuro para Colombia.

El propósito del comité es encontrar alternativas sostenibles para una


explotación de tierras más justa y sostenible de manera que el uso de la tierra
mantenga su productividad en la medida que exista un balance con la capacidad
ambiental de las mismas. Resulta necesario además, mejorar o solucionar aspectos
estructurales, bien sea teniendo en cuenta proyectos tales como los Programas de
Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (PDET), o el Plan de Ordenamiento Territorial
(POT).

El mundo es un espejo de nuestras acciones, así que es hora de construir un


pensamiento crítico y revolucionario en nuestras jóvenes mentes, llenas de cientos de
ideas y soluciones para lograr un cambio frente a la situación que estamos viviendo
actualmente en el campo colombiano.

 

 
 

Hay que recordar que somos los futuros líderes y ciudadanos del mundo, lo que
nos debe motivar a tener la iniciativa de contribuir en la forma en que nuestro país y
sociedad se desarrollan.

Sin más preámbulos, esperamos que esta sea una experiencia enriquecedora e
inolvidable para ustedes; les aseguramos que daremos todo para hacer de este un
debate fructífero, y más aún, apasionante para que continúen luchando por un mejor
futuro. No duden en contactarnos en caso de cualquier inquietud o duda.

Cordialmente,
Valentina Pinto Nieto y Laura Serrato Orozco
Copresidente

2. Exposición del tema 

2.1 Introducción 

El problema de las tierras no es más que un indicio del poder y control por parte
de los colombianos con mayor capacidad adquisitiva (Ramírez Arias, C.A. 2012). El
país posee vastas superficies de tierras y posibilidades de competir en el mercado del
agro global, que podrían otorgarle ventajas al país frente a los tratados de libre
comercio que ha suscrito en las últimas décadas. Pese a esto, la realidad es que el
abuso y explotación del campo en Colombia prevalece en el país, a pesar de la
evolución por la cual ha pasado, desde los referentes del siglo XIX y mediados del XX.
Es importante discutir sobre las problemáticas del sector rural, porque se ha
evidenciado una falta de formalización de las tierras y problemas de derechos de

 

 
 
propiedad, que se han intentado solucionar desde 1936 con la ley 200 para solucionar
los conflictos agrarios de la época, pero que no se han logrado. En el transcurso del
tiempo, hubo una variedad de intentos de reforma agraria; la Ley 135 de 1961 durante
el primer gobierno del Frente Nacional de Alberto Lleras Camargo, la cual no perseveró
e intentó restaurarse en el gobierno de Virgilio Barco con la ley 30 de 1988, que duró
dos años, y la ley 160 de 1994 del gobierno de César Gaviria, que sigue vigente pero
con poca aplicación. (Tibble, C., 2017) Según el economista colombiano y experto en
temas agrarios y agroindustriales, Absalón Machado, estos intentos de reformas
fallaron porque, “no contaron con una decisión política consistente y fuerte, los
gobiernos eran muy débiles; tuvieron una oposición sistemática de parte de los grandes
propietarios; no tuvieron el respaldo de organizaciones campesinas fuertes y
reconocidas por el Estado; hubo problemas administrativos y escasez de recursos para
su implementación, y las reformas no tuvieron el apoyo de los ciudadanos urbanos que
se han considerado ajenos a los problemas rurales”. (Machado, A. 2017)

Siendo la redistribución de la tierra uno de los puntos en la reforma agraria del


proceso de paz, teniendo en cuenta que en Colombia “a lo largo de más de cinco
décadas, las disputas por los recursos naturales y los conflictos socioambientales han
estado entrelazados con la violencia” (Rodriguez, 2017), es de gran importancia
conocer los impactos ambientales en cuanto al mal uso del terreno rural, los cuales
pueden estar ligados a diferentes actividades económicas como lo son la agricultura, la
ganadería o la minería.

Consideramos que es necesario fomentar alternativas sostenibles en el agro


colombiano puesto que los Acuerdos de Paz, abren la posibilidad de cambios en el uso
del suelo. Una práctica a considerar, es la tecnificación del campo, cuyo propósito es
llevar tecnologías modernas a las comunidades para incrementar la productividad de
las labores agrícolas y todo lo relacionado con la industria agropecuaria. Por ejemplo,
mediante la Secretaría de Agricultura de Cundinamarca se llevaron a cabo ciertos

 

 
 
proyectos a ser implementados en la reforma rural. Dentro de las iniciativas surge la
asistencia y capacitación técnica para medianos y pequeños agricultores de manera
que sus cultivos sean factibles y sostenibles. El proyecto radica en la viabilidad de los
cultivos de manera que la Secretaría de Agricultura pueda proveer la maquinaria y el
capital (Semana, 2017). Del mismo modo, en el país existen ejemplos exitosos de
tecnificación agrícola, como el Centro de Innovación y Desarrollo Sáenz Fety, el cual
posee un área de 70.000 metros cuadrados y en estos se prueban, tanto semillas
colombianas, como de otros países, aprovechando la incidencia de radiación solar que
ofrece el trópico, desarrollando, además, tecnologías ecológicas que posibilitan
preservar los cultivos de las distintas plagas a las que se exponen (CONtexto
ganadero, 2017).

2.2 Historia 
Remontando a 1510 hasta finales del siglo XVIII, la Encomienda fue un
mecanismo de control sociopolítico por parte de los colonos; este consistía en adjudicar
un grupo indígena junto con su respectivo cacique, a un español a través de un
encomendero, quien recibía el tributo (en oro) como resultado de la encomienda de
dicho grupo, el cual posteriormente, sería utilizado como servidumbre o para el trabajo
de la tierra, que era encomendada junto con los indios (Guillén, 1979).

La economía del periodo colonial hasta 1780 aproximadamente, giró entorno al


oro por varias razones, entre ellas, las ideas económicas de la doctrina mercantilista,
que sostenían que el bienestar y fortuna de una nación, estaban subordinados a su
actividad comercial. El intercambio entre la península y la colonia era variado como una
política de estado monopolizador del comercio y la producción agropecuaria,
descuidando la producción industrial, aspecto que aún tiene repercusiones en nuestro
desarrollo económico (González Afanador, J.M. 2005).

 

 
 
En la transición hacia el siglo XIX, la encomienda deja de tener un carácter de
control, y pasa a ser un mecanismo de asociación entre indios y blancos. Debido a que
la mano de obra de los indígenas para el cultivo de la tierra en el proceso de
blanqueamiento se desvaloriza, entra el rol de la raza negra y empiezan a trabajar en
la plantación. Entre los indios y colonos hubo acuerdos de repartición de tierras y
muchos indios heredaron parte de ellas al haberse combinado con los blancos (Rojas,
A. 2008). Algunos grupos indígenas tomaron control de ciertos territorios, al igual que
varios negros; sin embargo, ya habían surgido las grandes haciendas y latifundios,
producto de la concentración de poder en los colonizadores (Guillén, 1979).

Al llegar el año de 1936, se establecen por primera vez en la jurisdicción la


propiedad privada y los llamados baldíos, los cuales jugarían un papel importante en la
restitución de tierras en la coyuntura del Acuerdo de Paz (Semana, 2017). Los baldíos
son terrenos urbanos sin edificar, que hacen parte de los bienes del Estado, puesto que
se encuentran dentro de los límites territoriales pero carecen de dueño. Sin embargo,
debido a la falla en el sistema de catastro del país no se tienen registros de estos
terrenos, por lo que la repartición de la tierra en Colombia se ha subordinado a la
acumulación de baldíos por diversos gestores, además, las diferentes legislaciones y
políticas han determinado la distribución a favor de los terratenientes por años como lo
establece el director del IGAC, Juan Antonio Nieto (El Tiempo, 2016). Desde entonces,
la propiedad sobre la tierra ha sido desigual y el abuso de las mismas ha aumentando,
y más aún con ciertos aspectos del conflicto armado que incrementaron el despojo de
las tierras trabajadas por campesinos.

Por otro lado, alrededor del año 2001, se trató el tema de los monocultivos en el
país, con el proyecto de sustitución de cultivos ilícitos del Plan Colombia, con el que se
dio prioridad al cacao, la palma de aceite, el caucho y las especies forestales.
Departamentos tales como; Cundinamarca, Santander, Caquetá, La Guajira, Casanare,
Bolívar, Nariño, fueron los territorios en los que se implementaron dichos proyectos

 

 
 
(Contagio Radio, 2016).

La actividad minera tampoco ha sido ajena al conflicto armado y al uso


inadecuado de la tierra en el territorio nacional. La explotación de oro y otros minerales
preciosos, se convirtió en una fuente importante de sustento económico para las
organizaciones armadas, bien fuese por la extracción directa o mediante chantajes a
pequeños y grandes mineros, legales o ilegales (Cpal Social, 2015). El incremento de
explotación de oro por parte de grupos armados se elevó en el marco de la
intensificación en la regulación de cultivos ilícitos a nivel nacional. Así, la extracción de
oro pasó de 47.8 ton en 2009 a 66.2 ton en 2012, según un Grupo de Investigación en
Derechos Humanos de la Universidad del Rosario. (Güiza Suárez, L., Aristizabal, J.D.
2013).

El campo y los municipios con menor presencia estatal han sido históricamente
los sectores más afectado por el conflicto, los cuales fueron el escenario de 1,982
masacres perpetradas por distintos actores armados, entre ellos paramilitares, entre
1980 y 2012 (GMH, 2013). “En los últimos 25 años la infraestructura de transporte de
Ecopetrol ha sido atacada 2.575 veces, derramando 4.1 millones de barriles de
petróleo […] 30% de las fuentes hídricas del país se han visto afectadas [...] y en el
93% de los casos ha habido una afectación del suelo” (Rodriguez, 2017). La violencia
en Colombia es además la causa de la migración hacia las urbes, durante el 2013,
11.9% de campesinos se vieron desplazados de sus tierras (Rodríguez, 2017), lo que
eventualmente conlleva a al mal uso de las mismas.

No obstante, el campo también es uno de los principales factores causantes del


conflicto, debido a la ausencia de dictamen en la materia de la propiedad de la tierra en
el mismo. El suelo colombiano ha estado en crisis durante un largo periodo debido a un
indebido cuidado; la producción del suelo ya no es tan rentable como antes y ha
perdido gran parte de sus atributos agrícolas, afectando así a miles de campesinos (El

 

 
 
Tiempo, 2015).

Hacia el año 2015, Colombia vuelve a tener censo agropecuario con cifras
alarmantes, pues solo el 6% de las tierras rurales son cultivadas, mientras que ha
aumentado la concentración de terrenos en manos de unos pocos (DANE, 2015). Más
aún, resulta evidente una tendencia hacia el incremento de monocultivos, plantaciones
a gran escala con el cultivo de una sola especie, los cuales pueden alcanzar el máximo
de producción agrícola en un reducido periodo de tiempo. Por más maravilloso que
parezca, este sistema tiene múltiples desventajas y un gran impacto socio-ambiental,
principalmente porque erosiona el suelo, deteriorando los nutrientes del mismo y
provocando la reducción de la producción de alimentos. Asimismo, afectan directa e
indirectamente la biodiversidad, lo cual abre las puertas a la dispersión de plagas y
enfermedades en los cultivos (Univalle, 2015).

Teniendo en cuenta el progreso del Acuerdo de paz en Colombia, y


específicamente lo acordado en el primer punto sobre la Reforma Agraria Integral, el
Gobierno Nacional y las FARC-EP es notoria la disyuntiva para el desarrollo agrario: la
producción de una cantidad superior de alicientes para las familias campesinas, en
contraposición con la productividad y eficiencia de tipo agro-industrial, de la que hacen
parte los monocultivos (Alto Comisionado para la Paz, 2016).

2.3 Situación actual 

Aunque la sostenibilidad es algo por lo que se ha luchado en estos últimos años,


con la adhesión a iniciativas globales como acuerdo de París (García, 2016) la
prioridad económica aún prevalece frente a la conservación de la naturaleza.
Asimismo, la desigualdad en la tenencia de tierras aún resulta alarmante, en donde las

 

 
 
mayores extensiones de tierra se encuentran a manos de unos pocos adinerados
(Oxfam, 2016).

Comenzando por la ganadería, que viene siendo la actividad agropecuaria más


extendida en el país e incluso, fuente de riqueza para muchas familias pudientes en
Colombia, es una de las actividades económicas que se está usando de manera
excesiva e impropia. Según el Ministerio de Agricultura y desarrollo rural (2009), la
extensión de terreno destinada para el ganado era nueve veces el terreno dedicado a
la siembra de materias primas (Astaíza, 2017). Además, un estudio realizado por el
IGAC ha confirmado el desmesurado uso del terreno rural para ganadería donde
explica que se usan 14 millones de hectáreas para ganadería cuando solo 2,7 millones
de hectáreas son aptas para esta actividad (IGAC, 2017). Igualmente, para el pastoreo
se destinan alrededor de 38 millones de hectáreas, es decir el 33% del suelo
colombiano (El Tiempo, 2016). Este hecho resulta inconveniente en la contexto del
cambio climático, dado que, de acuerdo a informes de la FAO en 2016, se ha calculado
que la ganadería y la agricultura generaban el 20% de gases de efecto invernadero
(FAO, 2016).

Teniendo en cuenta lo estipulado anteriormente, hay que destacar que la


mayoría de las tierras que están siendo mal empleadas para la ganadería, tienen
óptimas condiciones para desarrollar procesos de cultivo. Si bien la agricultura requiere
un esfuerzo superior y mano de obra para su producción y resulta menos rentable que
las actividades pecuarias, Colombia tiene un enorme potencial para este sector
económico, con su variedad en tierras fértiles y pisos térmicos. A pesar de lo anterior,
en el país sólo se cultiva el 6% del territorio total, mientras, en cuanto al terreno fértil,
se siembra en un 35% (El Tiempo, 2016).

Como último factor están los cultivos ilícitos, en los que se observó un fenómeno
de incremento durante el 2017 como consecuencia de los Acuerdos de Paz, hecho

 
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contrario a la tendencia de disminución que tuvieron estos cultivos hasta 2013. Se
reportaron un total de 210 mil hectáreas en un reciente comunicado, indicando un
incremento del 11% desde el año anterior (ONDCP, 2017). Sin embargo, es importante
mencionar que con referencia a este último aspecto el presidente Iván Duque ha
planteado retomar la aspersión aérea del glifosato (Semana, 2018), con el fin de
erradicar los cultivos ilícitos, pero dejando de lado que este químico es dañino para
quienes entren en contacto con él, y que la cancillería comunicó el año pasado que la
“aspersión con glifosato no es viable en Colombia. Existe una prohibición de la Corte
Constitucional” (El Espectador, 2017). Asimismo, ignoró completamente las
declaraciones del vicepresidente de la República, general, Óscar Naranjo, quien
manifestó que la política de aspersión aérea había sido un fracaso en el país, y recalcó
que en los últimos 18 años de labores en exterminación de 2 millones de hectáreas, la
mayor disminución fue de 100.000 sobre una base de 160.000 (El Tiempo, 2017).

Queremos enfatizar que nuestra comisión se enfocará en el uso de tierras para


desarrollar actividades agrarias, a pesar de ello, creemos que es importante mencionar
el tema de la minería y sus efectos en el suelo. Este ha sido un factor influyente en la
explotación del suelo, porque pese a que la minería es una fuente de desarrollo
económico, 80% de esta se realiza de manera ilegal (El país, 2017), y asimismo es una
fuente de contaminación, que crea alteraciones en el ambiente y puede provocar
acciones que impliquen la emisión de contaminantes al suelo y al agua, modificando
así su relieve. Esta modificación se debe a que las numerosas excavaciones que se
realizan para la explotación minera causan la desestabilización de las laderas y el
relleno o sobrecarga de distintos sectores, produciendo el cambio del relieve del suelo,
e incluso derrumbes.

Sin embargo, el problema de las tierras no recae solo en Colombia; según la


Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura los suelos
alrededor del mundo se están viendo afectados por el cambio climático y el mal estado

 
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ambiental. Asimismo, en América Latina, teniendo el almacenamiento de tierra
productiva más extenso, el 14% de la degradación total de los suelos ocurre en la
región (El Tiempo, 2015).

2.4 Diferentes perspectivas 


Ambiental
Al referirse a una sobreexplotación de las zonas rurales, inmediatamente se
descarta que haya preocupación por un sistema agrosostenible por parte de los
grandes terratenientes. Efectivamente, implementar medidas que reduzcan el daño
ambiental que generan las actividades realizadas disminuirán los ingresos de muchos
significativamente en cada uno de los siguientes puntos:

Siendo la ganadería productora del 18% de los gases de efecto invernadero


(FAO, 2006), se recomienda disminuir esta práctica. Sin embargo estas medidas
generarían una significativa pérdida para los ganaderos y pequeños ganaderos.
La minería artesanal es altamente contaminante. En Colombia, se liberan hasta 180
toneladas de mercurio al medio ambiente cada año con esta práctica (El Tiempo,
2017). Aún así, eliminarla no es una opción ya que representa un importante sustento
económico para algunos sectores rurales. Por el contrario, para quienes cuidar el
medio ambiente es de su interés, el uso de la tierra debe cambiar si se busca que estas
actividades se puedan desarrollar de manera sostenible. De manera que se exponen
algunos de sus argumentos a continuación:

Según el presidente de la Unión Nacional de Asociaciones Ganaderas de


Colombia, Ricardo Sánchez, hay 30 millones de hectáreas ocupadas por ganado.
Teniendo en cuenta no solo la contaminación que resulta de la ganadería, sino que el
ganado también es culpable de la compactación de los suelos, el impacto ambiental
generado por estas actividades pecuarias es bastante nocivo. De acuerdo al IGAC 34,8

 
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millones de hectáreas del suelo Colombiano son actualmente infértiles debido al
pisoteo del ganado (El Tiempo, 2015), es decir, son incapaces de sostener vida vegetal
por lo que han perdido su productividad y dejado de ser considerados cultivables.

Los cultivos ilícitos han arrasado con muchos de los bosques en Colombia,
según la policía antinarcóticos se deforestan 111 hectáreas diarias como consecuencia
de la siembra de coca, no solo por la tala de árboles para iniciar el cultivo, pero por los
químicos requeridos para que crezca la planta de coca. Inclusive, se confirmó que 16
Parques Nacionales Naturales se están viendo amenazados por esta práctica
(MONGABAY, 2016).

Dentro de las soluciones alternativas surge la alimentación a base de grano para


el ganado, la cual reduce los niveles de metano producidos. Además, se propone
sacrificar el ganado desde temprana edad, pues de acuerdo a Javier López “las vacas
jóvenes producen menos metano” (El país, 2009).

Económica
Como se ha estipulado a lo largo de la guía, estamos lidiando con factores que
componen las fuentes económicas de los colombianos, por lo tanto cualquier cambio
dentro de lo que es el uso del suelo y la explotación de este afectará el sistema
económico actual. Cabe mencionar que, Colombia es un país con tanta desigualdad
respecto a las clases sociales y que las perspectivas pueden variar en cuanto a la
capacidad adquisitiva.

Existen aproximadamente 450 mil familias que viven de las actividades


pecuarias, de las cuales el 20% trabajan la ganadería extensiva (Viceministro de
Agricultura, 2016), simplemente no es viable eliminar su fuente de ingresos.
Igualmente, se debe tener en cuenta que estas familias terratenientes no son las únicas

 
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que se ven beneficiadas con la ganadería, ya que desde el punto de vista de la teoría
económica del “efecto goteo”, la cual establece que si se favorecen a los más ricos, la
economía generará privilegios que, deslizándose hacia abajo como gotas, se
convertirán en un beneficio para todos. Entonces, al existir la riqueza de los
ganaderos se estaría generando empleo para las clases media y baja, de manera que
la economía fluye y crece. Sin embargo, cabe aclarar que esta teoría es rechazada por
muchos (Bailan, 2014).

Por otro lado, las clases menos afortunadas se ven oprimidas diariamente por
los terratenientes. A muchos campesinos se le han arrebatado sus tierras durante el
conflicto por lo que ya no pueden producir. Esta nueva perspectiva de redistribuir las
tierras, la cual se ha incluido dentro de la reforma agraria de los acuerdos de paz,
busca cambiar el sistema económico para disminuir la brecha entre pobres y ricos. La
propuesta se sustenta en una economía agrícola donde los campesinos puedan
trabajar los cultivos para producir el abastecimiento nacional (RRI, 2016).

Social
En cuanto al factor social se encuentra ligado a las clases sociales. Con la
distribución y el trabajo que se le está dando a la tierra actualmente, el país
posiblemente continuará con una desigualdad y una jerarquía opresora,“no es posible
combatir la desigualdad en América Latina sin abordar las diferencias abismales en el
reparto de la tierra, que siguen provocando conflictos sociales y ambientales y una
persecución cada vez mayor contra los defensores de las comunidades y el
campesinado”, afirma el director de Oxfam, Simon Ticehurst. (Dinero, 2017).
Igualmente, la tenencia de la tierras obligó a muchos campesinos que perdieron sus
terrenos a desplazarse hacia las ciudades, donde las oportunidades laborales son
limitadas para este sector de la población. Los cambios en el uso de la tierra se darían
con un fin social donde disminuya la desigualdad y se les dé la oportunidad a los
campesinos de regresar a sus hogares.

 
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Político
Uno de los mayores problemas radica en que hay una desproporcionada vía
para la utilización de los recursos no renovables, lo que deja en claro que no hay
mayor desarrollo en el país. Es importante mencionar que la baja producción no sólo se
debe a que los campesinos no tienen tierras, de igual manera viene siendo cierto que el
gobierno no invierte en el campo. También se dice que la agricultura ha sufrido por la
mayor extensión que hay en ganadería, pero en realidad es porque en Colombia no
hay canal de mercado directo entre el productor campesino y el consumidor
colombiano, solo el 6% de las vías terciarias son pavimentadas ,responsabilidad que
recae en el gobierno de nuevo (El tiempo, 2017).

Es un hecho que abundan las críticas frente a leyes como lo es el decreto 902
de 2017 que suponen mejorar las condiciones de los campesinos, o más aún el artículo
64 de la constitución, que exige la ayuda hacia los sectores rurales; la norma sí existe,
simplemente las falencias aparecen cuando el gobierno debe implementarlos. Aquí es
cuando se debe cuestionar si la solución debe basarse en leyes o es una cuestión de
cambiar los principios de ambición tanto del gobierno como sus ciudadanos.

Por otro lado, en el nuevo plan de gobierno regido por Iván Duque, se establece
que el 50% del presupuesto agrario será destinado para la tecnificación del campo (El
espectador, 2018). Además de otras propuestas que buscan incentivar la agroindustria
en Colombia como su impacto ambiental. Claramente, aún no hay certeza del
cumplimiento de estas iniciativas, pero esto daría solución a varios de los problemas
presentados en el campo.

3. Puntos a tratar en el comité 

● Las decisiones que se tomarán con el propósito de mediar la situación deben

 
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trascender de lo que escribimos en papel, se recomienda a los delegados que
lleguen a un consenso. Debe realizarse una investigación profunda de cómo el
problema ha sido manejado y/o cómo es tratado actualmente. Sin embargo, son
la medidas preventivas las que resultan de más utilidad en esta posición, o en su
defecto, cierta presión hacia el sistema gubernamental, en vista de iniciativas
ciudadanas pueden dar como resultado la cooperación por parte del Estado.
● Claro está que el Proyecto de Tierras ha sido uno de los más controversiales de
los acuerdos de Paz, y que actualmente solo una iniciativa está en discusión, el
proyecto de Ley 008 de Cámara y 004 del Senado, conocido como Sistema
Nacional de Innovación Agropecuaria. Teniendo en cuenta lo anterior, ¿qué
debe hacerse para que los demás proyectos de ley se lleven a cabo?
● ¿Cuáles serán las medidas preventivas para la sobreexplotación de la tierra?
● ¿De qué manera se llevará a cabo la remediación de la tierra?
● ¿Hasta qué punto se moderará la tenencia de tierras, con el fin de disminuir la
sobreexplotación de las mismas?
● En cuanto a la propuesta de retomar la aspersión de glifosato por parte de
presidente Iván Duque ¿considera usted que los resultados justifican los daños
colaterales, por tanto debe ser implementada?¿Es por el contrario, la
erradicación manual una opción más viable?

4. Información de obligatoria revisión 

● El Proyecto de Tierras en Los Acuerdos de Paz de La Habana. Resumen del


acuerdo final:
http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/herramientas/Documents/Nuevo_e
nterese_version_6_Sep_final_web.pdf
● Propuestas del agro, Iván Duque: ​https://www.ivanduque.com/propuestas/agro/9
● http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15313755

 
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● https://colombia2020.elespectador.com/economia/desarrollo-rural-primera-inversi
on-del-posconflicto
● https://prensarural.org/spip/spip.php?article1288
● http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/el-primer-acuerdo-de-la-haban
a-tierras-NH4933294
● Cifras que pueden servirles:
https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/concentracion-de-la-tierra-en-
colombia-el-1-por-ciento-de-las-fincas-mas-grandes-ocupan-el-81-por-ciento-de-l
a-tierra/40882
● http://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/los-desafios-medioam
bientales-postconflicto/32437
● https://opinioncaribe.com/2017/06/28/suelos-enfermos-por-sobreexplotacion/
● http://especiales.semana.com/nuevo-acuerdo-para-la-paz/tierras.html

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https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16601436

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https://www.elespectador.com/noticias/politica/aspersion-aerea-no-es-una

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● Vargas, V. (2007). ​La tenencia de la tierra: un problema en Colombia.

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http://www.scielo.org.co/pdf/meso/v19n39/v19n39a12.pdf 

 
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