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Día a día son más comunes los casos de violencia intrafamiliar perpetrada por hombres que
agreden mujeres o niños en Bogotá. Normalmente, estos casos son emitidos por los distintos
medios de comunicación y redes sociales; por eso movimientos de defensa de la mujer y de
los niños han surgido a partir de esta conducta recurrente, y cada vez más se combate y se
condenan estos hechos. Sin embargo, la misma condición machista de la sociedad bogotana
ha sido un impedimento a la visibilización de otro escenario poco denunciado y poco
normalizado: la violencia intrafamiliar ejercida por mujeres a hombres. Por tanto surge la
pregunta problema que esta investigación pretende desarrollar ¿cuáles son las razones por las
cuales los hombres que han experimentado violencia intrafamiliar no denuncian?
Así pues, el objetivo es determinar las razones por las cuales los hombres que han
experimentado violencia intrafamiliar ejercida por mujeres no denuncian en Bogotá. De
modo que, se explicará cómo los factores sociales y económicos desde los estudios de género
impiden o limitan la denuncia de violencia intrafamiliar de mujeres a hombres. Segundo, se
identificara los límites que presenta el sistema jurídico colombiano para los hombres que
deciden denunciar la violencia intrafamiliar. Y, por último, se registrará la influencia de los
medios de comunicación en la invisibilización de la violencia intrafamiliar de mujeres a
hombres.
1. Sustento metodológico.
Para entrar a desarrollar el análisis primero se deben introducir los conceptos que establecen
las instituciones - que son los operadores que intervienen en la problemática- sobre violencia
intrafamiliar, categorías de violencia que engloba esta y clases de violencia. Por ello, la
violencia intrafamiliar “se refiere a toda acción u omisión cometida por algún miembro de la
familia, que afecte el bienestar y la integridad física, psicológica o la libertad y derecho al
pleno desarrollo de otro miembro de la familia, sin importar el espacio físico en donde
ocurra” (Secretaria de Salud de Bogotá, sf). Por consiguiente, en Colombia el Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - INML-CF establece que dentro de la
violencia intrafamiliar se encuentra la violencia de pareja y la violencia de género, concepto
que se desarrolla más adelante. Así mismo, las clases de violencia que delimita el INML-CF
son el abuso verbal, emocional o psicológico, aislamiento, económico, sexual y físico (Sierra
et al, 2014 ).
Dentro de los estudios de género se estudian la teoría de roles sociales que son expectativas
que se tienen de comportamiento y de funciones dentro de unos patrones culturales ya
establecidos. Son aquellas concepciones tradicionales que se tienen de las personas, por
ejemplo, una mujer se percibe más amable, comprensiva y cariñosa que el hombre; mientras
que al hombre se le asignan complicados roles que les impiden vivir experiencias afectivas,
más ligadas al amor, la sensualidad y la vivencia de la paternidad. Este tipo de
caracterización aumenta la desigualdad en las relaciones sociales (Etchezahar, 2014).
Cuando yo estaba despierto llegaba por ahí a las 9-10, cuando llegaba a esa hora,
mmm yo sabía que iba a haber problemas porque yo, estaba normal me quedaba en mi
cuarto y él venía y a mi me molesta mucho que molesten que le peguen o que le griten
a mis hermanos. (Alvarez, 2018).
Cuando era chiquito él sí era muy alejado de la familia, solo me cuidaba mi mamá.
Entonces pues yo veía como también ellos peleaban y él se iba y bueno eso empezó a
afectar pero hubo un punto muy difícil en la relación de él y yo, y fue cuando ósea el
empezó a ser muy grosero. (Alvarez, 2018).
En este sentido se identifican varios aspectos. Primero, como a partir de las experiencias
vividas de violencia por parte de su padre hacia sus hermanos y también hacia él, desarrolla
un rechazo hacia estas y establece responsabilidad de proteger a su familia como el
primogénito de la misma. Segundo, se pone en evidencia la idea de figura paterna estudiada
por Norma Fuller que señala que esta figura es definitiva en la construcción de la identidad
masculina ya sea por su presencia o por su ausencia (Viveros, 2002). Es decir, así como lo
expresa el entrevistado el padre no estuvo tan presente en su niñez como sí lo estuvo su
madre. Este tipo de situaciones se puede relacionar con lo expuesto por Mara Viveros “en el
desfase existente dentro del modelo de padre a partir de la división sexual del trabajo que
aleja al varón de las tareas domésticas y de la crianza de los hijos (Viveros, 2002).
De esta manera, se puede explicar desde la perspectiva del hombre porque cuando
experimentan violencia intrafamiliar no la denuncian. De acuerdo con las entrevistas
realizadas y con bibliografía encontrada se puede afirmar que los hombres no identifican las
situaciones que viven como violencia.
Junto con el enfoque cada vez mayor en las relaciones románticas de los adolescentes,
la evidencia sugiere que los adolescentes mismos pueden no definir la violencia en el
noviazgo como un problema, sino que perciben la violencia entre parejas como una
forma aceptable de comportamiento de noviazgo y como un signo de amor. (Levy,
1991; Gagne and Lavoie, 1993; Wekerle and Wolfe, 1999).
Cuando se le preguntó al joven de 18 años que experimentó violencia por parte de su pareja
cuando tenía 16 años si alguna vez pensó en decirle a alguien con más autoridad, a sus papás,
o alguien del colegio que la pareja le pegaba, expresó que nunca se le pasó por la cabeza
porque no lo vio necesario. Además, referente a la entrevista realizada a la abogada Luisa
Fernanda Gonzalez de la Clínica Contra la Violencia Intrafamiliar y de Género del
Consultorio Jurídico de la Universidad del Rosario:
Los ideales dominantes de las masculinidad tiene poder porque describen y encarnan
verdaderas relaciones de poder entre hombres y mujeres, y de los hombres entre sí: el
patriarcado existe no solo como un sistema de poder de los hombres sobre las mujeres, sino
de jerarquías de poder entre distintos grupos de hombres y también entre diferentes
masculinidades. (Kaufman,1995). Los ideales dominantes varían marcadamente de una
sociedad a otra, de una época a otra y, hoy en día, de década en década. Cada subgrupo,
define el ser hombre acorde con las posibilidades económicas y sociales del grupo en
cuestión. Por esta razón, se puede explicar que la manera de construir masculinidades difiere
entre lo que se denomina alguien de “perfil alto” y alguien de “perfil bajo” cada uno maneja
la situación de violencia de manera diferente y con imaginarios distantes.
Las vías jurídicas de protección en casos de violencia intrafamiliar han avanzado en el último
año, ya que hay una propuesta de ley radicada específicamente para esta problemática. Esta
es la ley 139 de 2017, en su contextualización y de acuerdo a datos del Instituto Nacional de
Medicina Legal, se explica que tan solo en el año 2016 se reportaron 77.182 casos y que el
65% de estos corresponden a la violencia de pareja.
Los objetivos principales de esta ley son la ampliación de los posibles sujetos involucrados en
el delito de violencia intrafamiliar, una sola prueba acusatoria, inclusión de un agravante en
relación con las personas que reinciden en la conducta de violencia intrafamiliar y, la
aplicación del procedimiento penal abreviado a este delito. Sin embargo, el proyecto de ley
ha sido fuertemente criticado, puesto que en las consideraciones de violencia intrafamiliar
considera a las mujeres como las únicas ‘víctimas’ y a los hombres como los ‘agresores’,
invisibilizando los casos de violencia de la mujer al hombre.
Muchas veces las leyes que están hechas solo para mujeres, en este momento tenemos
casos que han sido extendido a los hombres cuando el caso lo amerita… Esto ya es
como llamado al legislador, para que las leyes continúen siendo para mujeres como
para hombres. Lo que pasa es que la redacción de la ley dice que para prevenir y
atacar la violencia contra las mujeres, lo que hace que operadores jurídicos digan que
solo es para la mujer. Claro, los hombres se ven aquí desprotegidos por la ley, pero es
muy abierto, depende de la persona que esté a cargo. (Gonzalez, 2018, p. 5)
Otra vía jurídica común en estos casos es la ley 1257 de 2008, ley que protege casos de
violencia contra las mujeres, así como les brinda determinadas medidas de protección. Si bien
la ley en sí dice que es a favor de los derechos de las mujeres, muchas comisarías de familia
brindan los distintos tipos de medidas de protección a los hombres que acuden a ellas. No
obstante, si en efecto es un caso de violencia intrafamiliar, en donde la mujer ya agredió
física y psicológicamente, el hombre debe acercarse a la fiscalía para interponer una denuncia
por violencia intrafamiliar como delito.
A pesar de que los hombres tienen acceso a la vía jurídica, este proceso no es tan efectivo
como se espera, puesto que se convierte en un hecho tortuoso para el hombre, en donde,
además de comprobar los hechos que vivió, tiene que soportar los prejuzgamientos y los
comentarios de los empleados de las instituciones -como por ejemplo, “usted es hombre,
usted es el que debe cuidarse”- en donde se cuestiona la masculinidad y en donde el resultado
es la revictimización.
Ahora bien, es importante recalcar que esta problemática social también se ve influenciada
por los medios de comunicación, puesto que, la mayoría de las veces en las que aparece el
tema de violencia intrafamiliar en los distintos reportajes periodísticos, se enfatiza que este
problema solo lo padecen las mujeres, invisibilizando los hombres que han sido violentados
por el sexo opuesto. Al mismo tiempo, este rol de los medios de comunicación influencia al
sistema jurídico, puesto que las presiones ejercidas pueden hacer diferencia en los distintos
casos de proceso de judicialización. De acuerdo a la abogada Luisa Fernanda Gonzalez
(2018):
Ahora, que las mujeres necesitamos ser reivindicadas porque por muchos años la
violencia fue silenciada, es verdad. Pero hay casos en los que los hombres están
siendo doblemente victimizados, el solo hecho de callarlo ya es victimizarlo. Los
medios mueven el pensamiento de la sociedad, es importante que ellos sepan que cada
vez es mayor el número de hombres que está siendo maltratado psicológicamente.
(Gonzalez, 2018, p. 6)
En síntesis, los factores sociales y económicos que limitan la denuncia de los hombres de
caso de violencia intrafamiliar parte de estudiar las relaciones de poder que se construyen
socialmente, los imaginarios que la misma sociedad construye sobre lo comportamientos
esperados de los hombres de una u otra manera impide que estos sean capaces de identificar
que están en un cuadro de violencia ya sea psicológica o física. Además las ideas de
comportamientos esperadas estudiadas en la teoría de los roles sociales que considera a las
mujeres más débiles, delicadas o sensibles, mientras que los hombres son considerados como
fuertes, fríos, toscos y los que se encargan de trabajar y sostener a la familia
económicamente; estos estereotipos suelen potenciar la idea en los hombres de que cuando
una mujer los agrede de que cualquier manera, eso no es violencia.
Para el hombre este proceso se vuelve algo “vergonzoso” y tedioso ya que no solo tiene que
probar la agresión, sino que tiene que ser prejuzgado, esto quiere decir que no basta con solo
enfrentar la situación de violencia sino que tiene que compartirla y ser re victimizado, aquí
también se presenta la idea de que el hombre que denuncia es débil debido a que se cree que
al ser hombre se es más fuerte y que por ende tiene la capacidad de defenderse.
Con el fin de combatir este problema lo que se plantea es concientizar a la población y a los
operadores judiciales con el fin de que entiendan que la violencia de género no es
exclusivamente en contra de las mujeres, sino que es un problema que también afecta a los
hombres, por lo tanto debería dársele la misma importancia y crear herramientas que
permitan aplicar justicia en ambos casos.
De igual manera, distintas instituciones internacionales han sintetizado los datos existentes
sobre métodos eficaces o al menos prometedores para prevenir la violencia intrafamiliar en
todas sus manifestaciones. Las revisiones de estos actores sugieren que se necesita una
colaboración integral, multisectorial y de largo plazo entre los gobiernos y la sociedad civil
en todos los niveles del sistema (OPS, 2013). Sin embargo, la evaluación de programas
integrales de niveles y componentes múltiples y las reformas institucionales conllevan
mayores desafíos; por lo tanto, aunque estos enfoques casi seguramente sean la clave para
una prevención a largo plazo, también son los menos estudiados.
De acuerdo a la OPS (2013), las estrategias específicas a este problema que han dado buenos
resultados en las distintas sociedades implementadas y que pueden utilizarse en el contexto
colombiano, son: (a) reforma de los marcos jurídicos en lo civil y lo penal, así como la
creación de campañas de difusión y sensibilización sobre la legislación vigente; (b)
formación de coaliciones entre el gobierno e instituciones de la sociedad civil, al mismo
tiempo, buscar la transformación de instituciones enteras en cada sector utilizando la
perspectiva de género; (c) aprovechamiento de la comunicación encaminada al cambio
comportamental para conseguir cambios sociales; (d) fomento de la participación de hombres
y muchachos para promover la no violencia y la igualdad entre los géneros; y (e)
ofrecimiento de servicios de intervención precoz a las familias en riesgo.
De todo lo anterior, surgen varias preguntas para futuras investigaciones ¿de qué manera la
educación de género disminuiría la violencia intrafamiliar en todos sus niveles? ¿ como se
puede modificar el sistema jurídico para tener equidad entre hombres y mujeres a la hora de
denunciar violencia intrafamiliar?
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