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Como atletas desnudos, de óleo untados

De Amos Nattini, 1923.

Carlos David Escobar Ramírez

Lluvia de fuego castigo celestial

que con sus destellos despiadados corrige el mal de hombre

rozas la tez pecaminosa del inconsciente animal

que trata de burlar tu puro nombre.

Me buscas a donde voy por mi obscuro pasado

Y sin falta ni desliz llegas a mi oh ardiente rocío.

Serás ánimo de vida o víspera de muerte

Que más que al hombre juzgas su alma y su mente.

Ella me ha llamado, me busca sin descansar

Me busca para recordarme la daga que empuñó el despiadado camino andado.

Su voz llama mis ojos y su aroma, mis manos llenas de nácar

Agrio el amor cuando de sangre está manchado.

Ahora la veo pero ella no a mí

Me recuerda el amor que alguna vez sentí

Pero tú no me permites recordarla chispa incandescente, pues mentí

Y ahora me doy cuenta, estoy soñando que tú lloras por mí.

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