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El Jardín

Era de mañana y la luz del nuevo día bañaba a la espesa grama con su fervor, al tiempo
que una suave brisa despegaba de las flores sus tan exquisitos perfumes,y en lo alto, los
follajes de los árboles danzaban al son del viento, con los petirrojos y sus cánticos. Obraba
en el jardín una especie de calma que acogía a los dos caballeros allí presentes, de entre
ellos Scott Byrne -el propietario de la casa-, miraba con especial detenimiento las sombras
que el abeto generaba al pasar el viento. El señor Scott era un viejo de chaqueta y
sombrero, robusto y de expresión seria, al que la sociedad por lo general tachaba de
arrogante y pretencioso. Se encontraba en esta ocasión acompañado de su sobrino, con
quien conversaba bajo la sombra de un manzano.
Johannes Christensen:
-Todo esto me recuerda a algo muy curioso que me ocurrió hace tan solo unos dias.
-¿A si?
-Sí, resulta que me hallaba caminando por la calle que da a la catedral de San Bartolo y
justo ahí, en la plaza, un viejo se encontraba sentado pidiendo limosna, pase de largo y el
hombre movió las monedas que tenía en su mano dando el gesto para que le propiciara una
de las mias, saqué un par de mi bolsillo y al entregarlas hizo un ademán de gratitud con las
manos mientras susurraba: -a la merced de Ferdinand Bac-, estaba a punto de continuar mi
recorrido pero entonces la duda me asaltó y me giré para preguntarle a quien se refería con
aquella expresión, el viejo levantó la mano señalando a una estatua que se hallaba cerca de
ahí. Me acerqué para observar mejor el monumento de piedra que yacía a un extremo de la
plaza, en ella se apreciaba la silueta de un hombre que se erguía con un pie sobre una
roca, un bastón en la mano y un pedazo de pan en la otra. La estatua ya se hallaba en mal
estado, envuelto de vegetación y con trozos de piedra faltantes, no me sorprende el no
haberla visto antes. Removí algunos escombros en busca de alguna inscripción y hallé una
que decía:
“A memoria de Ferdinand Bac
El hombre en la colina”
Me giré en dirección del sujeto para que me dijera más de aquella estatua, pero por mas
que lo busqué con la mirada no lo encontré, probablemente habrá ido corriendo a darle un
buen uso a la monedas que le dí.
-O habrá ido a la sala de apuestas a continuar el legado del señor Christensen.
-Probablemente, pero sin embargo aún continúo con la duda de saber quien era ese
Ferdinand Bac del que él hablaba. Así que me pareció conveniente preguntarte acerca del
hombre de la llamativa estatua.
-Y ¿por qué crees que yo podría saber algo acerca de él?
-Sé de sobra que eres como una enciclopedia andante, con todo y hasta calendario.
-Veo que ya he dejado de sorprenderte, pues sí, claro que sé quien es Ferdinand Bac.
Mucho se ha dicho de él, como que hacía cosas que ni hombres ni reyes hacían, y que fue
capaz de darlo todo por aquello que tanto amaba.
-Y ¿qué era aquello que tanto amaba?
-Bueno, en las palabras de la gente por lo general se encuentran demasiadas incoherencias
y contradicciones, yo en lo personal he escuchado muchas de ellas, pero sin embargo, en
un momento de mi vida hace ya muchos años atrás, tuve la oportunidad de conocer a un
caballero de Londres llamado Gottfried, quien aseguraba haber sido gran amigo de
Ferdinand Bac, el cual tuvo a bien contarme la historia de éste para que así yo finalmente
me convenciera de su existencia, puesto que ya me había hecho la idea de que tal
personaje no era más que ficción.
-Y bien, ¿quién era Ferdinand Bac?
-Podría simplemente darte una breve descripción de él, pero pienso que no haría justicia a
su recuerdo, así que mejor optare por narrar los hechos tal y como los escuche del señor
Gottfried.

Un Viejo amigo

La época y el lugar:
Y entonces Scott se acomodó en su asiento, tomó unos segundos para recuperar aquel
viejo recuerdo y aclarándose la garganta, procedió a dar inicio a su historia, tan teatral como
siempre:
-Corría el año 1834 de nuestro señor, en una vasta región en el corazón de Europa, en la
cual se erguía una ciudad en constante crecimiento, rodeada de verdes campos y
caudalosos ríos, en ese día las fuertes brisas de viento refrescaban la abrasadora fuerza
con las que el sol iluminaba aquellas tierras, las cuales apenas cubría el garabateado manto
de nubes en el amplio cielo, semejante a ese que hoy yace sobre nosotros. En tal día, el
señor Gottfried llegaba por asunto de negocios, aunque luego me confesó que aceptó tal
encargo solo por la oportunidad de visitar a su viejo amigo, en fin, esa era la primera vez
que ponía pie sobre aquella región. Tuvo la predisposición de ir en busca de la casa de su
amigo, pero prefirió realizar primero, los asuntos que allí tenía pendientes. Luego de eso y
después de un rato de constante búsqueda, porque preguntando se llega a Roma, al final
dió con la ubicación de la casa. A las afueras de la ciudad y en medio de los campos yacía
una majestuosa colina, y sobre ella, la casa del señor Ferdinand Bac.

La casa de Bac:
La conversación de amigos:
Comentario de Scott:

La Niña en la Plaza

Gottfried camina con Bac:


La niña reconoce a Bac:
Conversación niña-Bac:
Conversación post niña:
Comentario de Scott:

Elise

Introducción a la partida de Gottfried(Scott):


Gottfried busca a Bac:
En el jardín de Elise:
Conversación Elise-Gottfried:

El Accidente

El criado interrumpe:
El dolor de Bac y el doctor:
Las horas de sufrimiento:
Bac llama a Gottfried:

Mientras Agonizo

Resumen de los días posteriores:


Bac leyendo un libro:
Cuando Bac regresó a la casa:
Las narraciones de fidelius:
La historia favorita de Bac:
La lamentación de Bac:
Llevame con Elise:
Conversación de los tres en el jardín:

Alegrías y tragedias

Introducción de Scott a la recuperación:


Los lujos de Elise:
La socialización de Bac:
El crecimiento de las finanzas:
La sequía al pueblo:

El Prestigio

Gottfried y Bac por la calle: 54574625


Se encuentran con la turba:
Bac cree ver la niña:
Bac interviene y habla:
El discurso a la gente:
Bac es festejado y despedido por la gente:

Un Camino Sin Retorno

Bac goza de su prestigio:


Elise se apega a lo material:
Gottfried recibe noticias de londres:

El Rey y su Enemigo

Llega la compañía:
Demostración de producto:

La Presión

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Los Sueños de la Razón crea Monstruos

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El Balcón

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Bajo las Cenizas de mi Memoria

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Y Así el Hombre en la Colina…

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