Está en la página 1de 2

Advertencia

Es una tarea complicada regalarte algo. El hecho de que te he visto menos de 10 veces en
mi vida, y que las historias que describen tu pasado y las acciones que te definieron en esas
10 veces hablan de alcoholismo (no como enfermedad, sino como pasatiempo); hacen creer
que lo mejor sería regalarte un galón de Tonayán. Sin embargo, ese no es el fin. Hay que
regalar un bolo, personalizado y gracioso, además. Esto no hace sino complicado el qué
darte… ¿Qué te he de dar? (Sin albur… ¿O no?).

Lo primero que uno piensa es en algo obsceno. ¿Pero qué puedo encontrar que sea obsceno
menor a $100 (otra regla irrestricta del intercambio)? Bueno, hay muchas cosas, pero se trata
de ser obsceno-gracioso, no obsceno-asqueroso. ¿Alguna película porno? Sería demasiado
y sería una sola cosa, rompiendo el principio tácito del bolo. ¿Condones? Idea quemada
desde el principio. Cualquier obscenidad, ceñida en los límites del bolo superaría el precio
establecido y que no estoy dispuesto a pagar. Aquí deberías de escuchar risas de mi parte,
tratando de suavizar el impacto de mi comentario, para algunos, avaro, y para otros, triste,
al denotar mi pobreza.

Si no es la obscenidad, ¿entonces qué? En tus momentos de sobriedad (mínimos, por cierto)


y de ebriedad, he notado que te has fascinado por realizar comentarios racistas en tu contra.
“¿Es porque soy negro?”, se te escucha decir cada 10 minutos como si estuvieses
programado por el trauma de tu color. De ahí surge la idea de hacer un bolo que contenga
productos que combatan tu mal: un bote de Clorex, un tubo de pasta Colgate Luminous
White y una barra de jabón Zote y su respectiva piedra Pomez para un tallado efectivo. Pero
las ganas se esfuman al pensar en lo que sucederá después de las risas. A pesar de ser
productos útiles, ¿quién quiere regresar a casa con eso? Tal vez un negro real, pero decir
eso sería muy racista.

Luego de haber eliminado la idea de un regalo negativo hacia la obsesión con tu color, pensé
en uno positivo: cosas negras. Un colorante de ropa color negro o negro mezclilla de
Mariposa, grasa Oso para zapatos y un excelente número de la historieta que, seguro, es de
tus favoritas: Memín Pinguin. No obstante, me pareció que jugaba bastante con la idea de
tu color y, más por mi incapacidad de pensar en alguna otra cosa en el momento que por la
ofensa que pudiera causarte, decidí buscar algo más.

De tal forma que decidí buscar en mi memoria. Escarbar profundo en los confines de toda
la información que almaceno (no es tanta, pero quiero sonar chingón), con el fin de traer al
presente algo, algo que alguno de los que comparten esas reuniones con nosotros hubiese
sacado a la luz: Laura, con sus comentarios desatinados pero bastante oportunos; Clara, con
la carrilla desmedida y cruel con la que te engalana; Adrián… Bueno, él no dice nada; Daphne,
que esconde en un lenguaje cuidadoso burlas de aparente inocencia; o Ramón, que ofrece
una barrera de asombrosa amistad y halagos que no me permiten encontrar algo ofensivo
pero gracioso. Con Paco es otra historia, pues inicia solemne y cuando ya se permite ser
hiriente, pues está borracho, también lo estoy yo.

¿Sabes qué encontré? Nada, absolutamente nada. Sólo color negro y ebriedad. Negro.
Ebriedad. Noche y alcohol. Es así que me permito, impulsado por las circunstancias, a darte,
con parsimonia y calma, en cadencioso movimiento, en este momento tuyo, de debilidad y
apertura, un jodido, macizo y enfermizo Carlos V. Mismo que espero que disfrutes mucho,
viejo.

Fin.

También podría gustarte