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Mundo Artificial - Helena Noble PDF
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Mundo Artificial - Helena Noble PDF
Mundo Artificial
Helena Noble
Kindle Edition Copyright © 2014 Helena Noble
2° Edición.
Para mi fabuloso team: Jessie, Javiera, Nicol y Coni. Gracias
por el apoyo y la eterna paciencia. Dedicado también a Lina,
Camila y a Lauren quienes me dieron ánimos para emprender
este viaje
Índice
Contenido
Prólogo ....................................................................................5
CAPITULO 1: El Séptimo Robo...........................................10
CAPITULO 2: La Séptima Habitación .................................39
CAPITULO 3: Dorsal 7.........................................................64
CAPITULO 4: Trece y Catorce...........................................106
CAPITULO 5: Cuatro habilidades ....................................125
CAPITULO 6: Emboscada en Ciudadela 3 .........................145
CAPITULO 7: No hay tiempo para llantos .........................170
CAPITULO 8: Funeral en C1..............................................191
CAPITULO 9: Un salto en movimiento..............................210
CAPITULO 10: Andrey ......................................................232
CAPITULO 11: A través de la pared ..................................273
CAPITULO 12: La quinta habilidad. ..................................299
CAPITULO 13: Setenta y Cuatro........................................319
Prólogo
―Y ¿Qué hace una chica tan linda como tu sola en este lugar?
Claramente no eres de esta Ciudadela, te hub iera visto antes en
mi barra―, sonrió mostrando sus bellos dientes blancos que
contrastaban con su piel morena y su cabello oscuro, mientras
observaba el dulce y blanco rostro de la chica.
―Acabo de llegar hace unas horas―. Hizo una pausa para comer
un trozo de la hamburguesa con queso y beber un poco más de
gaseosa, sintiéndose observada por el joven, lo cual no le
molestaba en absoluto―. Es la segunda Ciudadela a la que llego
desde que salí de casa.
―¿Entonces?
―Que tome la 303 por dos días, si se queda más tiempo les
cobraré a ambos.
―¡Muchas gracias Sr. Collins!― Gritó el joven de ojos color
miel, al cual el anciano solo contestó con un gesto de desinterés,
desapareciendo en la oscuridad.
―Aun así, tus ojos me dicen que acepte tu propuesta, así que por
hoy eso haré―. Caminó por la desolada habitación, tomó su
bolso y se dirigió a la puerta, pasando frente al moreno joven que
cortésmente le cedió el paso.
―No podía dormir pensando que tenía a una chica tan bella
durmiendo en mi cama y yo solo en el suelo―. Sera se giró para
verlo a los ojos color miel, que no demostraban ningún
arrepentimiento por la decisión.
―Lo sé, pero eso no quiere decir que llegarías a tercera base
conmigo hoy.
―De acuerdo―. Sera tomó aire sin quitar la vista del rostro del
anciano uniformado―. Mi nombre es Sera…James. Vine a esta
Ciudadela en busca de información sobre ataques de Artificiales.
Como verá, mi sueño es convertirme en reportera y he estado en
dos ciudadelas investigando: Ciudadela 9 y Ciudadela 7.
Provengo de la última y escuché que ésta en especial, Ciudadela
5, ha tenido mayores tasas de saqueos en los últimos meses―. Su
rostro permaneció serio. No era totalmente una mentira, por lo
que le costaría trabajo al anciano determinar si ella estaba
mintiendo esta vez o no.
Sera quedó mirando el puesto vacío frente a ella, con sus manos
empuñadas con furia sobre la mesa. No se había percatado de la
presencia de la mesera, que había vuelto con su pedido, una
especie de sopa que Sera no recordaba haber ordenado ya que
solo eligió el platillo al azar.
―Entendido mi comandante.
―Debí suponerlo. Nadie trata tan bien a la gente que luce como
yo sin dudar un segundo antes―. Sera permaneció quieta,
mientras lo seguía con la mirada y una repulsión tal que le estaba
produciendo ganas de vomitar.
―No seas sin respeto, Neil. Igual fue traicionada, y eso es algo
imperdonable―. Will era atento y amable con ella. Trataba de
mantener las bromas de Neil al mínimo, a pesar de no tener
resultado.
―Ted, las ruedas están chirriando otra vez―, dijo Neil sin
despegar la vista del libro. Sera guardo automáticamente el trozo
de papel arrugándolo por completo. Intentó poner atención a
cualquier ruido en el ambiente, pero no escuchaba alguna
variación del chirrido que ya emitían las ruedas.
Will miró de reojo al hombre robusto que estaba justo frente a él.
Este no se movió ni un milímetro, solo lo miraba directamente a
los ojos. Will buscaba algún consejo en su mirada, nada pasó.
Neil posó su mano en el hombro de su amigo y este salió del
depresivo trance en el que estaba, dedicándole una sonrisa. Sera
estaba a unos pasos de ellos, sin hablar, sin mover si quiera un
músculo. En eso, la mujer la divisó. Sonrió de una manera
impresionante, como si estuviera reconociendo a una hija
perdida. El hombre a su lado giró la mirada con sorpresa.
―Es... Sera. Digamos que fue traicionada por un... Alelo―. Hizo
una mueca al pronunciar la palabra―. El estúpido la golpeó y la
dejó inconsciente, no podíamos dejarla allí. El idiota dijo que
sabía que ella era una de nosotros y que sospechaba de nuestro
Escondite. Nos seguiría de todas formas.
Tomó los libros que había dejado junto a la ventana y los puso
bajo su brazo izquierdo.
Will siempre reía de las bromas de Neil, salvo cuando las hacía
durante las misiones, esas no eran instancias para burlas.
Generalmente los castigaban por desordenados a la hora de
entrenar, comer o cualquier otra actividad.
―¿Le has dicho que debe tatuarse?―. Will había acabado la caja
de cereal y veía el interior por si quedaban migajas.
―Sí, la verdad es que mi orden deja mucho que desear, pero así
logro encontrar los que necesito fácilmente―, dijo Neil
sonriendo tras levantar los últimos tomos.
Tori se veía delgada y algo frágil, pero Sera sabía que era solo
apariencia. La chica se sentó derecha y le dedicó una mirada fría
a Neil.
―¿Tropas?
Sera no sabía por qué, pero se veía más alto de lo normal, como
si las horribles botas lo hicieran crecer unos centímetros más, o
quizás su postura era algo más erguida. Will era atlético, robusto
pero ágil. Con una piel blanca cubierta por diminutas pecas que
se desvanecían poco a poco desde sus mejillas a su cuello. Una
nariz algo chata, pero que quedaba a la perfección con su rostro
angular. Era bastante guapo y su sonrisa la cautivaba un poco.
Comenzaba a entender porque Tori se derretía por él cada vez
que lo veía. Por primera vez Sera sentía atracción por alguien.
Esa atracción que tienen las colegialas con los de último año. Una
atracción que nunca había sentido y que nunca pensó
experimentar, por cómo vivió sus años de adolecente joven.
Cosas como esas son las que la motivaban a dejar la vida que
tenía y buscar nuevos horizontes. Debía dejar su pasado atrás y
disfrutar de los lujos de Argent. Debía cobrar la recompensa.
―¿Duele?
―Te agrada.
―Y a ti.
Neil se puso de pie sin decir nada más (o quizás iba a decir algo
pero se arrepintió a último minuto), se despidió de Sera y salió de
la habitación, no sin antes tomar un libro con páginas marcadas.
Se quedó sola nuevamente, analizando el motivo por el cual Neil
había compartido sus recuerdos. Posiblemente le era necesario
expresar todo lo que sentía para poder liberarse rápidamente del
sentimiento, y así volver a ser el chico arrogante y burlón de
siempre. Poder dar vuelta a la página y no retener el dolor en un
rincón de su corazón, como ella lo hacía.
―Así que ¿cuánto crees que averigüé sobre ti?―. Sera apretó los
puños y sostenía la mirada sin mostrar temor en sus ojos verdes.
―Porque sería útil saber cuáles son las habilidades de cada uno
para poder coordinar una estrategia en una misión―. Neil
entrecerró los ojos, aceptando que ella tenía razón.
―Es una de las habilidades que más me gustan―, dijo Neil con
un tono de calidez en su voz―. Visión de rayos x. Y es muy
compleja de explicar. Ni yo entiendo bien. Ok, ahora Yonu.
―Oídos sensibles.
―Parece obvio, siendo tan grande y tosco, pero no. Will puede
cambiar su voz, imitar a cualquier persona o animal.
Neil vaciló antes de hablar―: Tienes muy claro cuáles son las
cuatro habilidades básicas ¿cierto?
Sera meditó por unos momentos cual podría ser. Recordó cómo
se puso Neil al escuchar las ruedas metálicas del otro vehículo al
llegar a C1, o el ruido de las ruedas al pasar por las vías llenas de
escombros. La respuesta parecía obvia.
―Les hemos dicho que Neil tiene dos, oídos sensibles y visión a
larga distancia, pero no les hemos dicho que posee las demás,
además de que puede regenerar sus heridas más ráp ido de lo
normal―. Will hablaba por Neil al ver que no contestaba la
pregunta que Sera le había hecho.
―¿Por qué?
―Puede ser―, dijo Sera con aún algo de duda―. Iré a dormir,
espero que no se me caiga ningún libro en la cabeza.
Que inesperadamente,
Por primera vez se dedicó a observarlo con detalle. Era algo tosco
y fuerte, pero eso no lo hacía menos atractivo. Músculos
marcados por doquier, más marcados que Neil; ojos tan verdes
que los de ella parecían vidrio de botella de licor empolvada y
desgastada; nariz pequeña, y algo chata, cubierta de algunas
pecas que se perdían en su blanca piel, y su característico cabello
rojizo perfectamente cortado y peinado levemente hacia arriba en
la parte delantera. Will había dejado de cantar y Sera aún se
encontraba observándolo con mirada perdida. El chico carraspeó
incómodo y Sera salió del trance poniéndose completamente roja
de la cabeza a los pies.
Sera abrió los ojos por la impresión. La voz de Will era mil veces
mejor que la imitación de alguien. Le quedaba a la perfección.
Una voz grave, pero que a la vez se mantenía suave mientras
recitaba la letra de la canción; concordaba perfecto con su cuerpo
y sus facciones y transmitía sus emociones al igual que cuando
sonreía.
Pero de repente,
No sé si lo lograremos
a tu lado.
―El mapa esta incorrecto―, dijo sin despegar la vista de él. Los
demás miembros se voltearon a verla y de pronto se sintió
intimidada.
―Arthur y yo hicimos este mapa―, reclamó Neil con dolor en su
voz―. No insultes a nuestro bebé.
―¿Y eso de que nos sirve?―, preguntó Neil, aun herido por el
insulto.
Ted, que llevaba puestos unos lentes oscuros, abrió la puerta del
vehículo y se acomodó en el asiento del piloto. El asiento estaba
modificado para adecuarse a la postura y contextura del piloto
automáticamente; el cinturón de seguridad era casi un arnés que
lo mantenía fijo al respaldo. Junto al volante había un pequeño
botón rojo que, en caso de emergencia, suelta automáticamente el
cinturón de seguridad y le permite al piloto salir del vehículo,
incluso si está en movimiento. Pero como le había explicado el
viejo Al en el área de Transporte, no te conviene saltar de un
vehículo transciudadela mientras estás sobre la carretera eléctrica,
por el simple hecho de que no quedaría absolutamente nada de ti
al tener contacto con el suelo. Caleb le dirigió unas palabras a
cada uno, antes de subir al vehículo.
Sera vio que Will bajaba la cabeza con un leve tono de decepción
en su rostro. Luego, sacudió la cabeza, moviendo sus cabellos
rojizos, y volvió a mirar al frente con decisión.
―Sera―, comenzó Caleb, y ella volvió la mirada velozmente―.
Ésta es tu primera misión como parte de C1, y sé que serás de
gran utilidad. Solo tengo algo que decir antes que comiencen su
viaje.
―No mueras.
―¿Pasa algo?― Aún tenía esa mirada de tristeza, pero que iba
desapareciendo en sus ojos y era remplazada por duda y ansias.
―Nada serio, solo quería saber si estabas bien. Has estado muy
silencioso desde que salimos de C1.
―Así que ¿no tiene nada que ver con lo de anoche?― Will la
miró y sonrió dulcemente.
Sera cerró los ojos y dejó que Will acariciara su rostro con
delicadeza. El contacto de su mano era inusual, y su palma era
casi del porte de su mejilla, pero sentía una sensación cálida y
placentera.
―Así es.
―… atacarán su tienda.
―¿Está seguro?
―Afirmativo. Lo mejor será que se vaya. Déjenos esto a
nosotros―. El soldado permanecía firme mientras hablaba con el
hombre. Llevaba un sombrero que ocultaba sus ojos con la
sombra que proyectaba bajo la luz del farol de la calle.
―¿Ya tiene al de los ojos azules? Quiero darle una paliza antes
de entregarlo.
―¿Cómo es posible?
―¿De qué hablas Ethan? Está aquí amarrado desde hace varios
minutos. No deja de sonreírme maliciosamente, eso sí.
―Por más que quiera dispararte entre esos irritantes ojos ―, dijo
Ethan mientras avanzaba hacia Will, sin dejar de observar de
reojo a Neil―. Mi misión principal era llevarte con vida y al
parecer ya no será posible. Pero no me iré con las manos vacías.
Hay algo más que necesito.
Sera, Will y Neil miraron con duda al Alelo. Nadie movió ni un
músculo porque, a pesar de todo, la curiosidad por saber de qué
hablaba los mantuvo en su lugar. Ethan desvió la mirada hacia
Sera sin bajar el arma.
―¡Al diablo con el código!― Neil golpeó con fuerza el metal del
vehículo, abollándolo un poco.
Quiso responder algo sensato, como que debía descansar por hoy,
pero Neil ya se había sentado en la camilla, quejándose
levemente al mover el hombro y la pierna izquierda, y la
observaba tan atentamente que se sintió algo intimidada. Los
cortes que Irma le había realizado en la piel estaban casi
completamente cerrados y ni una cicatriz o marca se podía
distinguir en la blanca piel del joven.
―Es por eso que sabemos cuándo llegará algo nuevo a las
Ciudadelas, como los music clips, libros y ropas―. Las mejillas
de Mark se habían puesto rojas por tanto beber y Sera se
preguntaba si las suyas también lo estaban.
Media hora había pasado desde que comenzaron a disc utir los
detalles de la misión. Sera y Tori estaban sentadas alrededor de la
mesa en la sala del área de tropas, de brazos cruzados observando
como Will y Caleb discutían. Arthur, sentado del otro lado de la
ovalada mesa, se había quitado los lentes oscuros y se frotaba
entre medio de los ojos para calmarse. Ya había dejado de
intentar separar a padre e hijo en esta discusión. Neil, quien
estaba junto a Arthur, había hecho bolitas de papel con un trozo
viejo de mapa que ya no servía, y las lanzaba directo a l basurero
del otro lado de la habitación, también exhausto de escuchar la
absurda pelea.
Sera dudó unos segundos y luego bajó las escaleras antes que
Tori llamara a la puerta naranja. No quería que Will la viera
después de la escena que acababan de tener. Además, tenía otras
cosas en que pensar. Tori estaba en lo correcto. Si algo fallaba
mañana, ella sería la encargada de tomar una d ecisión. Sería la
primera misión de Tori, y siendo la más joven de toda la
Camarilla, no estaba capacitada para tomar el mando en
situaciones extremas si lo requería. Incluso, si se veía más segura
y experimentada que Sera, quien apenas había comenzado esta
nueva vida y solo tenía una misión (fallida) a cuestas. Caminó
hacia el área de Transporte ubicado a unos metros del Escondite,
pasando un pequeño invernadero y tras una agrupación de dunas,
que alguna vez fueron casas. Los tres vehículos que poseía C1
estaban alineados frente a una pequeña casa de concreto sin
ventanas. En su interior, Alfred y Neil repasaban detalles básicos
para el manejo de un vehículo y, como de costumbre, Neil sabía
mucho sobre la teoría, cómo funcionan los transciudadelas, las
carreteras eléctricas y que hacer en caso de emergencia, pero Al
no estaba conforme con que solo „supiera leer‟. Sera los encontró
a ambos discutiendo a cerca de algún funcionamiento que
aparecía en el manual, y que Al aseguraba que no era del todo
cierto.
―¿Qué acaso no vez que sale escrito ahí viejo loco?―. Neil
hablaba con un leve tono de burla, el cual generalmente usaba
con todos los miembros de C1, adultos y jóvenes, pero sin
sobrepasarse del todo. Era imposible saber si realmente estaba
siendo ofensivo o no.
―Ya te dije que no necesariamente ocurre―. La voz de Alfred
era grave y algo desgastada. Sera lo había escuchado hablar muy
rara vez, y cada vez que lo hacía, ella se sobresaltaba un poco.
Alfred era bastante más alto que Neil, tan alto y robusto como
Caleb. Tenía el cabello negro sin ni un indicio de vejez, a pesar
de que su rostro mostraba el paso de los años. Unas enormes
cejas permanecían fruncidas sobre sus ojos color miel, y arrugas
cubrían su rostro. Vestía una camisa negra desgastada, jeans
oscuros y enormes botas negras muy maltratadas.
―Ted los usaba porque el sol dañaba sus ojos―. Tori asomó su
cabeza entre ambos asientos delanteros y le quitó los anteojos al
chico―. Y su habilidad era muchísimo más sensible que la tuya.
No importa que un poco de sol le llegue a los tuyos.
―Igual creo que me hacían ver algo más rudo. Solo me falta una
chaqueta de cuero.
No debió ser fácil adaptarse a toda una nueva vida con tan solo
diez años de edad. Ni ella se había adaptado aún y tenía seis años
más que aquel pequeño que posiblemente estuvo asustado por ver
a gente, con cabellos y ojos extraños, sonreírle amablemente por
primera vez. Le volvió a dictar los niveles de energía del vehículo
y continuaron con su conversación.
Sera podía ver como a Neil le brillaban los ojos de emoción. Fue
la primera vez que el chico vio a otros Artificiales realizando un
acto extraordinario, aunque fuera robando agua. Podía sentir su
emoción en cada palabra que su compañero entregada en su
relato.
―Los militares se acercaban rápido, aún recuerdo oírlos con mi
habilidad correr por el callejón, que en ese tiempo no tenía idea
que era una habilidad extra además de mi visión a larga distancia.
Tenía que actuar rápido antes que los descubrieran, así que me
acerque lo más que pude, escondiéndome en el callejón más
cercano tras unas cajas abandonadas. No sabía cómo llamar su
atención así que hice lo primero que se me pasó por la mente.
―Y que su padre haya dicho eso frente a todos sus invitados fue
un golpe bajo. Prácticamente lo obligó a aceptar su proposición o
quedaría en vergüenza frente a los demás líderes―. Tori y Neil
se peleaban por relatar el suceso. Ambos querían justificar las
acciones de Will y Caleb.
―Will eligió hacer una fiesta en C1. Vinieron los líderes y dos
invitados por Camarilla, como es costumbre, y estaba en plena
sala, rodeado de todos sus invitados, cuando Caleb dio el
anuncio. Que mejor momento para que tu padre te dé un regalo
tan importante.
―Es obvio, tiene casi doscientos años. Los Normales solo vienen
a revisar que siga funcionando correctamente. No se preocupan
de que se vea bonita―. Neil sonaba irritado, como si todo el
mundo debiera saber ese tipo de cosas.
―Proteger a Phil.
―¿Quién diablos es Phil?
―La máquina.
―Estuve enferma.
Neil estaba cada vez más perdido, pero si eso le garantizaba una
salida sin sentir el filo de un cuchillo sobre su piel, aceptaría
cualquier cosa. El soldado aceptó, dejando en libertad al chico.
Sera se acercó a Neil y le indicó que se marchara lo antes posible.
Estuvo a punto de reclamar cuando escuchó que los demás
militares se devolvían al interior del establecimiento. Corrió al
tablero para terminar de instalar a Phil, mientras Sera convencía
al soldado de ayudarlos. Ella le explicó que debían instalar ese
aparato para garantizar máxima potencia para la señal paralela de
Argent, mientras adornaba la mentira con sonrisas graciosas y
susurrándole en el oído. Neil solo necesitaba apretar el botón para
que Phil configurara automáticamente y podrían salir de ahí. Pero
los militares llegaron más pronto de lo que pensaron. Sera y
Andrey se pusieron de pie, cubriendo a Neil quien seguía
tumbado en el suelo ajustando los últimos detalles.
―¿Qué ocurre aquí? ―, preguntó el militar con mayor rango.
―Pon el código que dio Yonu en caso de que Phil fallara―. Sera
susurraba lo más bajo que podía. Estaba segura que Neil la oiría
de todas formas.
―¿Qué fue todo eso?― Sera casi se atoró con un pedazo de pan
al recordar que Neil había visto su cambio de actitud.
―Era alguien que conocí alguna vez―, dijo Sera nerviosa. Evitó
que Neil notara el temblar en sus manos.
Sera volteó a verlo con ojos húmedos. Por muy molesto que Neil
sea a veces y a pesar del poco tiempo que se conocen, él la
considera su amiga. Respiró profundo para calmarse y evitar que
él la viera llorar.
―Ustedes son lo más cercano a una familia desde que tenía trece.
Y Will es la primera persona a la cual puedo llamar novio―. Neil
desvió la mirada rápidamente. Se rascaba la cabeza algo nervios e
intentaba mantener la vista fija en cualquier otra cosa que no
fuera Sera.
―Lo que sea por la chica que disparó una flecha directo al ojo de
un militar en un vehículo en movimiento―. Neil levantó la mano
esperando que ella respondiera de la misma manera.
―Sí, pero soy más rápido que él―. Neil sonrió como diversión.
Volvía a ser el chico travieso de siempre.
―Si estas dispuesta a traerme alimento todos los días, sí―. Neil
seguía jugando con el cuchillo, que daba dos vueltas en el aire
antes de caer en su mano sin lastimarla.
―Es solo una fractura leve de la cabeza del radio. Estaré bien en
cuatro semanas, cuando consolide lo suficiente para…
―Pero con Phil, es decir, la máquina nueva, ¿no será más fácil
saber cuándo llevarán cargamentos?―Neil se esforzaba por
entender e intentar buscar una solución a un potencial problema.
―Yo lo hice.
Will volvió a refregarse los ojos con pereza y le pidió por favor
que saliera de su habitación. Necesitaba urgentemente dormir.
Neil se había cubierto los ojos con una mano sin dejar de reírse,
mientras Will se arreglaba el pantalón. El pelirrojo caminó hacia
él sin poder creer lo que estaba viendo. De pronto, Sera entró por
la puerta tan consternada como él. No pudo evitar sonrojarse al
verla vestida con una larga camiseta y aquellos shorts cortos.
Sacudió la cabeza para eliminar sus pensamientos y trató de
enfocarse en el problema. La mitad de Neil estaba dentro de su
habitación.
―Bastante mejor, Irma dice que en unos días más podré salir de
la enfermería.
―No quiero saber el por qué. Solo quiero vivir, entrenar, matar
algunos Normales y leer mis libros.
―¿Sugieres que vayamos por las noches a otro lado sin que los
Mayores se den cuenta?― Will se cruzaba de brazos―. Sabes
que hay una regla de toque de queda para los jóvenes y toda
actividad nocturna debe ser consultada con el líder.
―Pero es que puede haber alguien dentro de la Camarilla que
quisiera hacerle daño a Neil al descubrir que tiene una quinta
habilidad.
―¿Yonu? ¿Qué tiene que ver Yonu en todo esto?― Neil se había
puesto de pie y miraba a Sera y a Will.
―Nada pasa con Yonu. Sera tiene esta loca idea de haberlo
escuchado hablar sobre ti con alguien, cuando estaban en la sala
de Comunicaciones.
La luz del sol cegaba sus ojos aún cerrados. Intentó abrirlos
lentamente, pero algunos granos de arena y gotas de sudor
cayeron de sus pestañas irritándole las escleróticas. Sentía como
el calor del sol del desierto le quemaba la cara e intentó voltearse
para quedar sobre sus codos y rodillas. Dejó caer su cabeza
mientras un dolor indescriptible le subía desde la pierna derecha
hasta el hombro. Escupió saliva mezclada con arena y se sentó
suavemente sobre sus talones. La arena sobre la cual estaba era
suave y tibia y la leve brisa que corría en ese momento le
permitía respirar de nuevo. Volteó a todos lados para saber dónde
se encontraba. Veía borroso y se sentía mareado. Sacudió su
negro cabello y se puso de pie lo más lento que su cuerpo le
permitió. Tomó aire y comenzó a caminar sin rumbo. Le dolían
partes del cuerpo que no recordaba haberse herido, tenía cortes en
el rostro y abdomen que empezaban a cerrarse por sí solos. No
pudo evitar cojear por el dolor en su pierna, posiblemente tenía la
cadera dislocada y es algo que no estaba seguro de poder sanar
sin poner el hueso de vuelta en su lugar. Le costaba respirar. El
calor se estaba volviendo insoportable y la sed en su boca
aumentaba con cada paso que daba. Arrastró los pies por la arena
hasta que sus botas se encontraron con una carretera de concreto
agrietado. Escuchó gritos a lo lejos y un sonido muy particular
que no estaba seguro de conocer. Intentó avanzar más rápido,
tenía la impresión de que alguien necesitaba ayuda. Corrió con
todas sus fuerzas hacia donde se encontraban los gritos. Sintió
como su cadera derecha volvía a encajarse por sí sola en su lugar
y no pudo evitar gritar de dolor. Hizo una pausa apoyando una
rodilla en el cemento caliente para poder superar el dolor antes de
seguir corriendo. Comenzó a distinguir voces conocidas a lo
lejos. Caleb dirigía a los demás Mayores hacia el Escondite.
Podía oír a Irma dar instrucciones para atender a lo s heridos y
escuchaba cada paso que sus compañeros daban hacia el edificio
principal. Llegó jadeando al lugar y vio como todos corrían de un
lado al otro. Sera llevaba vendas hacia donde se encontraba Irma,
quien atendía a Arthur. La joven lo divisó a la d istancia y corrió a
su encuentro.
―Debo decir que nunca pensé que alguien como tú, con tu
pasado y tus secretos, me ayudaría tanto y en tan poco tiempo―.
Yonu se burlaba de ella en su cara. Sera se secaba las lágrimas
con la mano, dejando rastros de arena en su rostro, y le dirigió
una mirada de furia al mayor―. Y ¿sabes lo mejor? Que aún
puedo utilizar tu pasado, el pasado que desconoces, para
torturarte.
Neil vio a Will correr con un balde con agua hacia el edificio
principal y desaparecer entre la nube de humo. No podía creer
que todo eso había pasado por su culpa, por ser diferente, por ser
aún más diferente. Yonu tenía razón, en muchas ocasiones había
sido irresponsable, alardeando sobre sus habilidades al robar en
otras Ciudadelas, al atacar Alelos o simplemente alardeando
frente a sus propios compañeros de equipo. Culpaba a los demás
porque no lo aceptaban como es, pero en realidad él era el que les
daba un motivo aún mayor para odiarlo, arrogancia, aires de
superioridad e inmadurez. Los demás Artificiales no lo odiarían
por sus habilidades extras, sino por comportarse como un idiota.
―“Wo ye ai ni”.
Horas más tarde, el humo negro dejaba de salir por encima del
edificio abandonado, las llamas habían sido controladas y los
miembros de C1 revisaban las cosas que se habían salvado. Sera
les contó a sus compañeros el verdadero motivo por el cual había
ido a Ciudadela 5, que era cierto que en un principio quería la
recompensa al igual que Yonu, pero cambió de parecer al
conocerlos a todos y al saber lo que ella era realmente. Posó sus
ojos en el rostro de Neil, quien sostenía una mirada exhausta. Se
armó de valor para seguir relatando el verdadero motivo por el
cual había iniciado esta búsqueda, pasando por detalles
desgarradores de su pasado en Ciudadela 7: su vida en las sucias
calles y el peso que llevaba sobre sus hombros con respecto a su
forma de vida durante esos dos años. Sentía vergüenza al decirlo
en voz alta y frente a tanta gente. Lágrimas fugitivas recorrían sus
mejillas al formar cada palabra de cada detalle y evitaba mirar a
Will a los ojos para no sentir su rechazo y repulsión. Contó todas
sus experiencias, todos los golpes y maltratos que había recibido
por parte de Normales simplemente por verse así. Se abrazaba a
si misma temblando a medida que relataba su inicio en la cadena
de favores y su voz flaqueaba al decir que mantuvo aquella forma
de vida a pesar de haber tenido oportunidades de comenzar de
cero. Sentía las miradas de los miembros de C1 sobre su rostro.
Miradas de horror y asco mezcladas con lástima. Deseó salir de
ahí, escapar como siempre lo hacía, desaparecer del mapa y
comenzar de nuevo. Esperaba el castigo que le iban a dar por su
traición, posiblemente el exilio, pero solo sintió el fuerte abrazo
de Mary, ese mismo abrazo con el cual la había recibido en su
primer día en la Camarilla 1. Un abrazo lleno de apoyo y
compasión. Tanto ella como los demás miembros de C1
esperaban la decisión de Caleb. Era cierto, Sera había ayudado a
Yonu a conseguir el documento, pero él también había engañado
a todos los demás haciéndoles creer que era necesario instalar la
nueva máquina y poder saber a qué se referían los Militares con
“Explosión azul – Área 2A”. Sera había sido utilizada, pero
intentó ayudar a Neil, a un amigo, a un compañero, justo en el
último momento.
Sera aún se sentía confusa al respecto. Era un peso más sobre sus
hombros, otro secreto guardado en lo más profundo de su
corazón que pronto saldría a la luz si no lo decía. Después de
poner en peligro a toda la Camarilla, ser responsable por la
muerte de Ted y que intentaran llevarse a Neil, el pensar en su
padre le hacía doler aún más el corazón.
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