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I NVENTAR MEXICO Capitulo ‘gue no se encuentra en ninguna otra de las antiguas oolorias espefolas de Américas indapendientes desde hace dos sigios. En efecto, entre los Estados de América hishénica que se’emanci- de su capital, México, en el esplendor de sus iglesias y de sus convents, ‘asi como en su produccién cultural y aristica. Sit {de dominacién colonial entre el desembarcue de el grito del cura Hidalgo en 1810 aparecen como e los fundamentos este continente. Segtr México tiene orgones»? Estos oxigenes proceden hunde de este modo ccontenta con ignorer la ce a del muralist Diego Rivera on uno de aus frescos hist Nacional, donde aparece como un enaro jorobaco y deforms. ‘miento contra Cortés etibuye, al vencedor det errperador Mootezuma I, 2 huncimiento Gol Imperio Azteca en, 1821, lo gue es en parte exacto, La ca ‘icatura de Rivera seria entonces la svenganza del pintor por la péreida de fa inocencia y dee beleza de las eviizaciones»* precolomibines. &s imoortento 2 Cotes osran et, Ns Tempo Maca, Agr,» 208 + Goro aecuini caea'yoea deles Oats oe lac, xis ol das csoce ia. ‘ea po Conta on 8 Nun ie Sob afr cia Go Cor, Jos se Marte 860, ern Cats, en,CNAWPCE, po e888 Pou corarocn eat ayer Gk Cas ssubrayar sobre este toma que en México nacie reaccioné contra a carica- ‘ura del conquistacior, porque se concuseda en juzgario cruel, evaro y san- guinario, come lo eran en esa Space todos sus semejantes. perio Inca, tivo en Lima los honores del pala nombre, mientras que ia cetedral conserva sus ‘estatua ecuestre de Carlos IV de Espafia, por Menuet Ja menos que la voluntad de ocuttar o borrar la huell y jamos ohidado la identidad ce su'prestgioso cabal, la estatua i6 cinco veces de lugar desde 1803, yendo de la plaza central a un famoso, pero polticamente menos significativo, antes de ser colo- ‘cada en un lugar mas ciscreto. Con el fn de'que no suscite una interpreta én errénee, una placa indica adernés que esta herencla colonial sélo fue \porservada como «obra de artes. Como lo escrbe un historlacor dela ciudad rtimiento contra Cortés no tiene igual, més que la venera- imo defensor del Imperio Azteca; Cuauntémoc, e! «oven an- f00, segdn Octavio Paz, al oval a festino de Jepén de Mejf. Imaginan sin duda un México que'«parecido ‘al Janén medemo, hubiera poside conservar entlo esencial su personalidad

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