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2. Escribir y no Nunca hubo en el pasado y no existe hoy una sociedad caracte- rizada por el uso de lo escrito en que la actividad de escribir fuera 0 sea practicada por todos los individuos que forman parte dela misma sociedad; en efecto, la escritura, al contrario que la lengua, instaura, dondequiera que aparezca, una relacién ta- jante y fuerte de desigualdad entre aquel que escribe y aquel que no; entre aquel que lee y aquel que no, entre el que lo hace bien y mucho y el que lo hace mal y poco; y esta desigualdad cy revela a la ver los limites de la distribucién social de la riqueza, de la diferencia de sexos, edades, geografias y culturas. Esté directamente determinada por las ideologfas y las estrate- jas de distribucién del poder politico, econémico y cultural y, en consecuencia, por las funciones y los mecanismos del siste- ma educativo de toda sociedad histéricamente identificable La desigualdad gréfica esté presente y puede ser reconocida hoy tanto en los paises mas avanzados como en los més desespera- damente atrasados, en Harlem (Nueva York) y en Calcuta; ylo estaba, si echamos una mirada hacia atrds, en la Roma imperial -omo en la Paris del siglo x1v, el Londres del siglo xvut 0 la Mildn de 1870, si bien en distintos porcentajes. La historia de la cultura escrita también es historia de esta desigualdad, de los modos como fue determinada y administra- da por los “hechos” que la caracterizan, hoy como ayer, como hace ya dos mil afios, en no importa qué zona de la Tierra que de tique la escritura. Segin Giorgio Raimondo ardona, “por ser laescritura una de las formas menos igualicarias, la cuyo uso esté distribuido de manera menos uniforme en la sociedad, su circulacién seré aquella que mostrar de modo mis evidente los condicionamientos y las presiones, las contra- dicciones y los desniveles del modelo de sociedad”, Este es el motivo por el que a la pregunta acerca del “;dénde?” (en los dos ¢ilustrados) no puede no seguir la que se sentidos anteriorme refiere al “,quicn?”. Un “quién” que debe ser leido e interpretado no tanto y no sélo como simple porcentaje de los que son capa- ces de escribir y leer en una situacién determinada, sino también como articulacién cualitativa de los distintos grados de capaci- dad de cada alfaberizado yy, mas en general, de las funciones y responsabilidades de los escribientes en una sociedad sdlo en parte alfabetizada, como lo son, repito, todas las sociedades humanas Un paledgrafo, o un historiador de la cultura escrita, como se prefiera, basindose en fuentes apropiadas y en las técnicas de andlisis formal propias de la paleografia, la codicologia y la bibliografia, podrd llegar a identificar en el pasado més lejano tanto como en el més cercano a nosotros, y también en situa ciones contemporaneas, scis categorias distintas de alfabetiza- dos de acuerdo con las capacidades de escritura personales y especificas y,en los casos en que ello sea posible, de lectura de De modo esquemético y en un perfil preliminar se jonales, al- el puede identificar como cultos, alfabetizados prof fabetizados instrumentales /dell'uso), semianalfabetos funcio- nales, semianalfabetos gréficos y analfabetos. Pata hacer més claramente identificables los distintos gra- dos de esta clasificacién, especifico que, en mi opinién, se pue- de definir como “cultos” a aquellos individuos que dominan sin dificultad, tanto desde el punto de vista de la produccién de textos como de su uso, todas las tipologias grifica {as comtinmente en la sociedad a la que pertenecen; por lo ral también saben escribir textos en una o mds lenguas listintas de su lengua materna y han recibido una instruecién el superior; por lo general son lectores y escritores a los que se puede definir como “fuertes” En comparacién con aquéllos, parecen ser bastante distin- tos los que definimos como “alfabetizados profesionale: trata de los que utilizan, con competencia técnica a veces alta y ntada predominantemente a fines profesionales de produc- cin o reproduccién textual, algunas (por lo general nunca to- das) de las tipologfas y técnicas g icas en uso en su tiempo y su ambiente; sus capacidades de lectura son bastante inferiores las de eseritura y su grado de nivel medio-bajo. ruccién a menudo es de Los “alfabetizados instrumentales” /dell'uso] poscen compe- tencias de lectura y escritura de nivel medio-alto, que ejercitan por lo general de modo funcional a especificas exigencias de abajo o relacién social (correspondencia); su grado de ins- truccién es medio-alto y su actividad de lectura constante y a veces conscientemente selectiva Los que propongo que se defina como “semianalfabetos fun- cionales” son aquellos que poseen limitadas competencias gré- ficas; ellos escriben sélo por necesidad y esporddicamente slo cn su lengua materna; leen poco poquisimo, y a veces nunca, por mas que técnicamente sean capaces de hacerlo. En verdad se los puede identificar con los “éscribientes lentos” del Egipto grec romano, con buena parte de los suscriptores de los do- cumentos europcos altomedievales, y, hoy, con la inmensa mayoria de la poblacién alfabetizada, aislada en un universo de subcultura, caracterizado por pricticas de escritura y lectura subalternas y carentes de toda posibilidad de conformacién de modelos auténomos. Los “semianalfabetos gréficos” poseen una competencia escritural extremadamente reducida, que los vuelve capaces de escribir con muchas penurias solamente textos brevisimos (fit- mas, cuentas, series alfabéticas, y otros); no leen 0 sélo lo hacen sise ven forzados y por lo general sin comprender lo que leet grado de instruccién es elemental, de todos modos bastante bajo. Los auténticos “analfabetos” son aquellos que técnicamente no son capaces de leer ni escribir, aunque a veces hayan recibi- do una instruccién rudimentaria; su cultura es sustancialmente oral y visual Esta esquemdtica grilla descriptiva ¢ interpretativa puede ser aplicada (obviamente con los ajustes oportunds) a cualquier situacién hist6rica perteneciente a la tradicién cultural occi- dental, a partir de la Atenas del siglo a.C. ala Roma augustea yaladel siglo xi, a la Florencia de los Medici del Quattrocento como a la Paris renacentista, y as{ sucesivamente, hasta la ac- tualidad. La identificacién de los comportamientos y de les competencias de los protagonistas y los actores de la cultura escrita en cada uno de los casos tomados en consideracién pue- de llevar al historiador a comprender mejor la difusién en la sociedad, las funciones, las pricticas de produccién y uso de textos escritos y sus tipologias; y, si tiene suerte, también mu- chos otros hechos inherentes a las pricticas individuales y co- lectivas del leer y el escribir. “Témese, por ejemplo, la Luca de los siglos vity 1%, una de Jas ciudades més importantes dela Toscana primero longobarda y luego (desde 774) franca, que nos ha dejado la més abundan- te documentacién escrita de la Alta Edad Media de Europa. Alli, dentro de los archivos de la ciudad, se conservan centena~ res de documentos privados originales trazados por un gran niimero de notarios religiosos y laicos; pero también hay un ESCRIBIR Y NO 3 cédice miscelineo, formado por cuatro secciones diferentes puesta en conjunto hacia fines del siglo vit por cerca de cua- enta escribas distintos, que insertaron en desorden y con tipologias gréficas sumamente distintas entre sf un alto niime- ro de textos de toda clase, desde un grupo de recetas artesanales a Isidoro de Sevilla, del Liber pontificalis a silogismos canéni- cos, y otros. Este auténtico “antilibro” evidentemente fue pro- ducido para instruccién y documentacién del clero de la cate- dral de Luca, dentro de una ciudad en la que, como resulta de las numerosfsimas suscripciones autégrafas colocadas al pie de los documentos ya recordados, en el transcurso del siglo vi existia en las capas dirigentes laicas y eclesidsticas una difundi- da capacidad de escribir por lo menos la propia firma calcula- ble en un 43% de los testimonios, que sube al 62% para los hombres de la iglesia y baja a un 25% para los laicos. Muchos de estos tiltimos eran “semianalfabetos funcionales’; otros, “se- mianalfabetos grificos"; pero no faltaban alfabetizados “cul- 05” y “alfabetizados instrumentales”, como los notarios, como algunos de los escribas del “antilibro” descrito, y algunos de los jucces de la ciudad, que eran capaces de utilizar también una cursiva cancilleresca, de antigua y noble tradicién. De la Alta Edad Media al pleno Renacimiento, de Luca a Roma. Quien, en esta ciudad, una ver cruzado el Puente Sixto se encamina hacia la Lungara, atraviesa la pequefia Piazza de San Giovannino della Malva, delimitada por lacerados pala- cios del siglo xv1 y la pequefia iglesia homénima: alli, durante afios marcados por grandes sucesos histéricos, desde la muerte de Rafael en 1521 (su Fornarina vivia en los altededores y la Farnesina de los Chigi esta poco mas all4) al saqueo de Roma durante mayo de 1527, tuvo un almacén, anexo a su vivienda, Maddalena Grattaroli, una viuda de origen bergamasco, a la que ayudaba su sobrino en la administracién del negocio, don-

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