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LA FE EN CRISTO JESUS
ESTUDIOS BÍBLICOS
PARA UN PUEBLO NUEVO
(HECHOS)
IMPARTIDO POR EL
PASTOR Y OBISPO
DISTRITAL
LUIS ROQUE
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CONTENIDO
Hechos
3
Instruccion Establecimi Respuesta a la Primer Concilio de Segundo viaje Tercer viaje Camino a Roma
es finales ento de la persecución viaje Jerusalén misionero misionero 21:17–
de Cristo iglesia 8:4 misioner 15:1–35 15:36 18:23 28:31
1:11 2– o –18:22 –21:16
4:31 13
–14
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La Promesa del Padre
Hechos 1
Muchas veces hemos escuchado: “¡Ojalá que nuestra iglesia fuera como la que describe el Libro
de Los Hechos!” Este deseo refleja el interés sincero de experimentar el poder de Dios en nuestra
vida, tal como lo hicieron los cristianos en los primeros días de la historia de la iglesia. Sin embargo,
revela la falta de comprensión del significado histórico de los eventos relatados en él.
Aunque quisiéramos gozar de las manifestaciones de la presencia y dirección de Dios tal como
los apóstoles, no nos gustaría regresar a las mismas circunstancias que ellos vivieron. Por ejemplo,
al afirmar que nos gustaría experimentar las condiciones existentes en la iglesia primitiva, primero
tenemos que preguntarnos: “¿cuál iglesia primitiva?” ¿Buscamos una como la de Hechos 2? Aunque
quisiéramos, no podríamos imitarla, porque la mayoría de nosotros estaríamos excluídos, debido a
que en ella no se admitían gentiles. A ellos se les dio entrada hasta el capítulo 11. Se necesitaron
muchos cambios en ella para llegar a ese momento histórico.
Este representa solo un pequeño problema entre muchos otros. Por eso, es necesario estudiar
cuidadosamente el trasfondo y mensaje de este libro, antes de dedicarnos a tratar de imitar a la
iglesia que se da como ejemplo en él.
Un buen número de los errores doctrinales encontrados en la iglesia evangélica actual surgen de
la falta de comprensión del desarrollo del mensaje del libro de Los Hechos. Para poder entender
correctamente las implicaciones de sus enseñanzas, tenemos que relacionarlas con los principios
establecidos en el Antiguo Testamento, los evangelios y las epístolas y no analizarlas de manera
independiente. Tampoco debemos interpretar un pasaje sin tomar en cuenta el desarrollo del mensaje
del libro entero. Por lo tanto, queremos considerar este estudio a la luz del contexto bíblico y las
circunstancias que lo produjeron.
EL AUTOR Y LA FECHA
La continuidad que existe en las dos introducciones, demuestra que el autor de Hechos y del
evangelio según San Lucas son una sola persona. Los testimonios aportados tanto por la tradición,
como por el Fragmento Muratoriano, y los escritos de Ireneo, Tertuliano, Clemente de Alejandría y
Orígenes, apoyan la opinión de que Lucas fue su autor. No se ha presentado ninguna evidencia que
los contradiga.
Al comparar las salutaciones que aparecen en las cartas a las iglesias neotestamentarias con los
pasajes en Hechos donde se encuentra el uso del pronombre personal “nosotros”, indicando que el
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autor estaba presente con Pablo (16:10–17; 20:5–15; 21:1–18; y 27:1–28:16), se confirma la
probabilidad de que Lucas escribiera ambos libros. Las referencias históricas al final del libro lo
sitúan a principios de los años sesenta. Se sugieren fechas aproximadas entre 61–63 d.C.
LA SITUACION HISTORICA
Ningún libro de la Biblia fue escrito de balde, sino con el fin de responder a alguna necesidad
específica de quienes lo leerían. La mayoría se dedica a desarrollar una idea principal para dar
cumplimiento a la necesidad más grande. Al estudiar el trasfondo del libro, queremos descubrir los
sucesos contemporáneos en medio de los cuales se dio para poder comprender la situación de los
oyentes originales y la idea central de él.
Desde el principio de la Biblia, se nota que el propósito de Dios en crear al mundo fue que Su
nombre fuera glorificado. Este se ha logrado principalmente por medio de Su relación con la
humanidad.
En el Antiguo Testamento, se realizó por medio de Su trato con Israel. Los eligió, redimió y
llamó para ser distintos de todos los demás pueblos del mundo. Sólo a ellos les dio la ley, para que
vivieran de una manera diferente y fueran ejemplo para atraer a otras naciones a seguir y adorar a
Jehová.
Cuando Moisés les dio la ley, les advirtió que si se apartaban de ella, Dios les enviaría maldición
(Deuteronomio 28). La mayoría del Antiguo Testamento relata cómo hicieron precisamente esto, y
las consecuencias trágicas que les vinieron al experimentar Su castigo.
Israel fue llevado al cautiverio y esparcido por todas las naciones paganas del mundo. No
obstante, aun cuando este juicio era ya inminente, los profetas prometían una restauración futura del
pueblo de Dios.
Después de largos años de aflicción, Dios levantó líderes para guiarles de nuevo a su tierra.
Zacarías fue uno de ellos.1 En su profecía escrita, este varón de Dios trazó los planes para el futuro
del pueblo, como un estímulo para que terminaran la reconstrucción del templo. En breve, predijo
los tres pasos principales que Dios seguiría para restablecer a Su pueblo:
1. Regreso del cautiverio y restauración a su tierra (Zacarías 9:1–9).
2. Venida del Mesías (9:9–10).
3. Bendición divina para Israel (9:11–10:12).
Estas tres etapas eran causa de problema para los israelitas del tiempo de Lucas. La primera
parte ya se había cumplido, al establecerlos Dios en su propia tierra, pero ahora todo el mundo se
hallaba en espera de la llegada del Mesías. Estaban frustrados porque desde su punto de vista, éste
no había llegado, ni tampoco las bendiciones prometidas. Desde la perspectiva de los primeros
cristianos, el problema era similar. Aunque sabían que el Ungido ya había venido, aun faltaban las
bendiciones. Así que, todos por igual se hacían la pregunta: “¿Qué pasó con el programa de Dios
para Israel?”
Mateo escribió su evangelio para contestar esta interrogante, afirmando que Dios se había
mantenido fiel a Su promesa de enviar al Mesías. A pesar de la abundancia de evidencias de que
Jesús era el Cristo, Israel le había rechazado, por lo cual El hizo lo mismo. Dios inició un nuevo
1
Para conocer los detalles del transfondo histórico, vea Dios Recuerda, un estudio de Zacarías, por el
mismo autor, publicado en Ediciones Las Américas en esta misma serie.
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plan, que incluía la formación de un nuevo pueblo de seguidores-la iglesia- y un período de juicio
para Israel. Al fin de él, Dios enviaría a Jesucristo en Su Segunda Venida para cumplir al pie de la
letra la profecía dada por Zacarías.
Al llegar a las epístolas del Nuevo Testamento escritas a las iglesias, encontramos que los
cristianos de los distintos países del mundo conocido, se reunían en las casas. Ya aparecen en ellas
algunos cambios notables. Los gentiles han sido aceptados y se les identifica como parte del pueblo
de Dios (1 Pedro 2:9–10). Sin embargo, aun son llamados gentiles; no prosélitos (Efesios 3:1–6;
Colosenses 1:25–27). Tanto los judíos como los gentiles se presentan unidos. Los obstáculos que
presentaba la ley habían sido eliminados (Efesios 2:11–19). ¿Cómo se realizó esta transformación?
El libro de Los Hechos lo explica.
Este libro continúa la historia donde el evangelio de Lucas la dejó. El Mesías ya había venido.
Los líderes religiosos de Israel se habían negado a aceptarlo como tal. Sólo los despreciados por la
sociedad tenían interés en seguirle. Por eso, el Señor empezó a tratar de nuevo con ellos. El libro de
Los Hechos explica que para hacerlo, incluyó al remanente de santos fieles del Antiguo Testamento
más algunos de los que habían sido excluidos anteriormente de Sus planes.
Después de la muerte y resurrección de Cristo, la iglesia seguía creciendo. Sin embargo, el Señor
no venía aun. Los apóstoles estaban empezando a desaparecer. Por eso es que Lucas quería dejar a
las generaciones futuras un testimonio fiel de cómo se inició el desarrollo de la iglesia. Hechos llena
el vacío histórico que hay entre Jesucristo y la iglesia primitiva como es presentada en las epístolas.
Pablo ya había terminado sus tres viajes misioneros (48–57 d.C.). El mensaje del evangelio y de
la iglesia ya se conocían por todo el mundo romano. Quienes habían confiado en Cristo estaban
sufriendo persecución por causa de su fe, tanto de parte de los judíos como de los romanos. Estos
creyentes perseguidos tenían que entender la base de su fe para mantenerse firmes. Lucas quería
fortalecerla, relantando los principales eventos que dieron origen a la iglesia.
PROPOSITO Y TEMA
EL SURGIMIENTO DE LA IGLESIA:
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El libro presenta una apologética de la iglesia al hacer el recuento de los pasos que siguió el
Señor para formarla. Pone mucho énfasis en la participación y protección divinas en su
establecimiento y en los individuos que la componían, con objeto de animar a los que sufrían por
causa de su fe en Cristo. La iglesia pertenecía a Dios y El cuidaría de ella.
El contenido traza el desarrollo histórico de la iglesia. Dirige nuestra atención a los distintos
grupos que la formaban y a la manera en que Dios llamó a cada persona para unirse a ella. Los
problemas que surgían se manejaban con sabiduría, bajo la dirección del Espíritu Santo. Las
decisiones que tomaban, determinaban el patrón a seguir en el futuro.
¡PENSEMOS!
El libro de Los Hechos muestra cómo los diferentes grupos empezaron a participar en la iglesia. ¿Cuáles
eran? Observe los siguientes pasajes. Describa cada uno de los que se añadieron a la iglesia y sus
características más notables.
___________________________________________________
_________________________________________________
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2) Hechos 8:4–25
___________________________________________________
3) Hechos 10–11
___________________________________________________
4) Hechos 18:24–19:7
___________________________________________________
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El libro que nos ocupa es únicamente histórico, no doctrinal. No fue escrito para enseñar
teología, ni para establecer normas para una iglesia modelo. Los cambios efectuados en la iglesia
primitiva testifican que no se debe usar como patrón para la de hoy. Lucas escribió a los miembros
de ella, los que Dios había unido de todas las naciones, para explicarles sus raíces y para alentarles
en medio de sus aflicciones.
Hechos se organiza conforme a los puntos geográficos listados en 1:8. Se describe la preparación
para la venida del Espíritu Santo (1:1–26), después, cómo les capacitó para ser testigos (2:1–4). El
testimonio que principió con la iglesia primitiva en Jerusalén (2:5–8:3), se extendió a toda Judea y
Samaria (8:4–12:25) llegando por último hasta los confines de la tierra (13:1–28:31).
Esta promesa llegó a ser el punto de partida para Hechos. Primeramente se había anunciado en
el Antiguo Testamento en Joel 2:28–32. Jesús la repitió en Juan 14:16–17, y la confirmó en la última
reunión que tuvo con Sus discípulos antes de Su ascención.
El Señor Jesucristo les instruyó que fueran a Jerusalén y esperaran alli algunos días, hasta que
viniera el Espíritu Santo (Hechos 1:4). Dios había elegido un lugar y día específicos para cumplir
Su promesa; estos detalles eran importantes para ellos, pues llegarían a poseer un poder especial que
les permitiría convertirse en testigos del Señor en todo el mundo conocido (1:8). Este evento es la
base sobre la cual se desarrolla el resto del libro.
Al explicarles la manera en que Dios llevaría a cabo ésto, el Señor les declaró que serían
“bautizados con el Espíritu Santo” (1:5). La misma expresión se utiliza en 1 Corintios 12:13 para
describir la manera en que llegamos a formar parte del cuerpo de Cristo, la iglesia. Algunos
cristianos intentan debatir el paralelismo de los dos pasajes en base a que Lucas se refiere al
bautismo con el Espíritu mientras Pablo menciona el bautismo por El. Sin embargo, se debe
observar que en el idioma original no hay tal distinción; los dos autores utilizaron la misma
preposición, refiriéndose a una misma actividad.
Este acto los unió al nuevo pueblo de Dios. Al ser integrados a él, recibieron una capacidad o
don espiritual para funcionar adecuadamente. El don indispensable para lograr el inicio de la iglesia
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era la proclamación pública del testimonio acerca de Jesucristo, acompañada por señales para
afirmar que el mensaje había venido de Dios. Al utilizar estos dones, se mostró el poder de Dios.
De esta manera, se cumplía la profecía, pero ésta no era la promesa en sí. Se recibió el poder después
de la llegada del Espíritu; lo cual era resultado del bautismo, pero no la esencia del bautismo.
Esta obra del Espíritu, que se manifestó por primera vez en los seguidores de Jesús el día de
Pentecostés, se ha observado de la misma manera en el cuerpo de Cristo a través de los siglos. El
bautismo con el Espíritu es el ministerio de Dios mismo en la vida del creyente por medio del cual
el que nace de nuevo, se une a él. Como miembros, recibimos un don, una capacidad por medio de
la cual Su poder se manifiesta. La presencia de este poder da testimonio de que el bautismo del
Espíritu ha ocurrido (Hechos 11:15–18).
Los apóstoles sabían que la llegada del Espíritu Santo había sido prometida. Tenía que cumplirse
antes del establecimiento del reino. Por eso, al escuchar esta promesa, la pregunta lógica surgió:
¿qué del reino? ¿Se establecería ya? Como judíos fieles, lo anhelaban y les interesaba saber la verdad
(1:6).
La respuesta de Jesucristo a su interrogante no intentaba cambiar su perspectiva en cuanto al
tema, la cual era acertada. Sin embargo, les informó que no era responsabilidad de ellos analizar e
interpretar el calendario profético de Dios, ni andar presentando conferencias sobre las profecías en
cuanto a la llegada de este (1:7), sino solamente ser testigos en todo el mundo de lo que habían visto
(1:8), lo cual confirmaría la promesa del Padre a efectuarse en pocos días. El cumplimiento
geográfico exacto de esta promesa proporciona un bosquejo adecuado para el libro.
Aunque el énfasis principal al referirse a los pueblos listados era determinar adónde serían
testigos, también constituye una indicación de los grupos que, con trasfondos teológicos distintos
como judíos, samaritanos y gentiles, recibirían las buenas nuevas de salvación. La proclamación del
evangelio a todos éstos constituyó uno de los mayores problemas para el desarrollo del nuevo pueblo
y es uno de los temas principales en el libro de Los Hechos.
¡PENSEMOS!
12
¿Por qué fue tan importante esta promesa en el comienzo de la iglesia? ¿Será un énfasis
limitado al inicio de ella, o sigue en pie todavía? ¿Cómo se compara esta situación con la la
Gran Comisión presentada en Mateo 28:18–20? ¿Qué parte juega este testimonio a favor
de Cristo en el cumplimiento de la Gran Comisión? A la luz de estos pasajes, ¿cuál es nuestra
responsabilidad hoy?
¡PENSEMOS!
¿Cuáles eran los requisitos que un hombre debía tener para llenar el vacío dejado por
Judas (2:21–26)? Aunque no se especifican las características espirituales ni personales,
¿cuáles son las implicaciones de las características señaladas? ¿Qué principios nos enseñan
los apóstoles con su ejemplo, en cuanto a la manera de elegir líderes para la obra de Dios?
2
El Nacimiento de la Iglesia
Hechos 2
El testimonio de los apóstoles empezó en Jerusalén el día del Pentecostés, después que vino
sobre ellos el Espíritu Santo, para dar cumplimiento al plan de Dios, según lo había prometido. Fue
en esa ocasión que nació el nuevo pueblo del Señor, la iglesia. Por lo tanto, esa fecha debe recordarse
en base a esos dos motivos.
Como el Libro de los Hechos relata el origen de la iglesia, su base fundamental se encuentra en
el segundo capítulo, donde se describe cómo se cumplieron los eventos mencionados en el párrafo
anterior anunciados en Hechos 1:4–8. El Señor había mandado a Sus discípulos que no salieran de
Jerusalén, sino que esperaran allí los acontecimientos prometidos.
El Espíritu Santo vino sobre ellos en el día señalado, la fiesta del Pentecostés. La referencia ese
día en especial dirige la atención del lector al ciclo anual de fiestas establecido en Levítico 23. Cada
una servía para recordar alguno de los eventos de mayor importancia acaecidos en su historia. Les
permitían hacer memoria de las bendiciones especiales que habían recibido en el pasado. A la vez,
tenían una base profética. Miraban hacia el futuro, a los principales eventos que Dios había planeado
en cuanto al porvenir de la nación judía.
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Las primeras cuatro fiestas constituían una unidad. Todas ellas tenían una duración de siete
semanas, o cincuenta días. La Pascua era la primera de las cuatro y Pentecostés la última, siempre
cincuenta días después. La fecha de ella se determinaba en base a la de la primera, demostrando así
la relación que había entre ellas.
La Pascua
Era una de las fiestas de mayor importancia en el calendario anual de Israel. Servía para recordar
al pueblo su liberación de la esclavitud egipcia, efectuada por la potente mano de Jehová su Dios.
Nunca debían olvidar esta gran obra divina (Levítico 23:5; Exodo 12:3–7, 12–14). El significado
profético de esta fiesta se manifiesta en el Nuevo Testamento por su relación con la muerte de Cristo
(Juan 1:29; 1 Corintios 5:7).
cumplimiento al significado profético de la Pascua. Cristo murió como el Cordero de Dios inmolado
para quitar los pecados del mundo. El Consolador vino después para darnos un nuevo comienzo, la
capacidad de vivir en novedad de vida. Por medio de Su obra, el naciente pueblo ha sido recogido,
unido y presentado a Dios.
Cuando el Espíritu Santo vino sobre los seguidores de Jesús, todos estaban juntos, esperándolo
unánimes. El manifestó Su presencia entre ellos por medio de señales físicas y del conocimiento de
lenguas extranjeras que llamaron la atención del público presente.
Todos fueron llenos y controlados por El y empezaron a hablar en idiomas que nunca habían
estudiado, de tal manera que los judíos que habían venido a Jerusalén desde las naciones paganas
vecinas, entendían el mensaje que predicaban en sus propias lenguas. La expresión bíblica “ser
llenos de…” que Lucas utilizó, para describir el ministerio del Espíritu en esa ocasión, sólo aparece
en los dos tomos escritos por Lucas.
En Efesios 5:18, Pablo expresa la misma idea basado en otra palabra griega con la misma raíz,
para hacer un contraste con la borrachera. El significado de esta raíz se nota al estudiar el mensaje
de Pablo. En lugar de ser controlados por el vino, debemos ser controlados por el Espíritu Santo de
manera que El produzca lo que quiere en nuestra vida.
Las consecuencias de esta obra del Espíritu son diversas. Se mencionan diez. Seis de ellas
aparecen sólo una vez:
* Hacer que muchos se conviertan al Señor (Lucas 1:15–17);
* Bendición (Lucas 1:41–45);
* Profecía (Lucas 1:67–79);
* Hablar en lenguas extranjeras (Hechos 2:4);
* Reprensión y castigo (Hechos 13:9–12);
* Alabanza y sumisión (Efesios 5:18–21).
Otra consecuencia de la llenura del Espíritu aparece cuatro veces:
* Proclamación de la Palabra de Dios (Hechos 4:8, 31–33; 9:17–22; 13:50–14:1).
En estos días en que todo mundo anhela ver una manifestación sobrenatural del poder de Dios,
se ha descartado la importancia de la predicación. Debemos reconocer que predicar con poder la
Palabra de Dios requiere del control del Espíritu Santo. Jamás podremos cambiar la vida de ninguna
persona por medio de nuestro propio esfuerzo. La proclamación eficaz es producto de Su ministerio.
Es más, debemos entender que cualquier trabajo que se haga en la obra del Señor, para que sea
efectivo, debe realizarse en el Espíritu.
¡PENSEMOS!
Hechos 2:5–13 describa a los testigos que observaron lo que Dios hizo en el día de
Pentecostés. Antes de leer el siguiente comentario en cuanto a ellos, estudie este pasaje y
señale qué características tenían. Tome nota de su condición espiritual y actitudes.
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Lucas afirma que eran “piadosos”. La palabra empleada en el idioma original se usa
pocas veces en el Nuevo Testamento. Busque las siguientes citas y observe cómo eran las
personas así designadas: Lucas 2:25; Hechos 2:5; 8:2; 10:1–2, 7; 22:12. ¿Cómo los
definiría usted? ¿Qué nos indica esto?
¿Qué lecciones debemos aprender de estos testigos? Identifique las cualidades que
debemos imitar.
La evidencia de la presencia del Espíritu fue observada por los judíos que habían llegado a
Jerusalén para la fiesta. Lucas los presenta como “varones piadosos”. Tres palabras griegas se
traducen “piadoso”. Aunque una de éstas se usa para describir a cualquier tipo de persona religiosa
o fanática (Hechos 13:50), las otras dos siempre se refieren a alguien “correctamente religioso”.
La expresión que se emplea en el texto que nos ocupa es la misma usada en la Septuaginta, la
traducción del Antiguo Testamento al griego, para referirse a los santos de ese tiempo. Por ejemplo,
se usa para describir al justo en Isaías 26:7 y al misericordioso en Miqueas 7:2. Al analizar los usos
de estas dos palabras en el Nuevo Testamento, descubrimos que se emplean para personas que se
identifican como santos, conforme al Antiguo Testamento (Lucas 2:25; Hechos 2:5; 8:2; 10:1–2, 7;
13:43; 22:12).
Los testigos presentes en esa ocasión, eran en gran parte judíos fieles a la revelación de la ley,
que hacían los sacrificios indicados, esperaban la llegada de su Mesías, y confiaban en Jehová,
esparcidos por todo el mundo romano por causa del juicio divino. Dondequiera que Pablo viajaba,
se encontraba con una sinagoga donde se reunían.
Pablo sabía que en ellas hallaría un grupo de estos, que responderían a la revelación de la venida
del Cristo por las señales sobrenaturales. Reconocerían la verdad y confiarían en Jesús como Mesías
y Salvador. A los discípulos les costó tiempo llevarles el evangelio, pero Hechos relata el progreso
de este ministerio.
La expresión “varones piadosos” se observa también en los mensajes que se predicaban a los
judíos. A veces se dirigía a audiencias que se supone incluían a creyentes del Antiguo Testamento
(Hechos 3:25–26). Otros mensajes se parecen a los que los profetas anunciaban contra el pueblo
rebelde en que les exhortaban a arrepentirse (7:51–53).
Los oyentes que aceptaron el mensaje de que Jesús era el Mesías y Salvador, simplemente
respondieron en forma consecuente a la verdad que habían aprendido en su niñez. Estaban en espera
del Mesías y cuando llegó, acudieron a El para pasar a formar parte del nuevo programa que había
sido revelado.
La disposición a recibir la verdad, se pone de manifiesto en la respuesta a lo que habían visto.
Se dieron cuenta de que las señales tenían un significado y deseaban conocerlo. Estaban asombrados
por lo que sucedía (2:6–11). Reconocían que el mensaje presentaba “las maravillas de Dios” (2:11).
Por eso preguntaban: “¿Qué quiere decir esto?” (2:12). A pesar de tantos milagros, no faltaron los
incrédulos que no estaban dispuestos a creerles y que se burlaban de los discípulos. Sin embargo, se
da la impresión de que eran una minoría de los presentes en aquel día.
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Es evidente entonces, que la mayoría de los testigos presenciales en aquel día eran judíos fieles
que habían venido a Jerusalén a cumplir con sus obligaciones religiosas, conforme a lo estipulado
por la ley mosaica. Estaban seguros que Dios iba a cumplir Sus promesas. Deseaban la llegada del
Mesías. Al llegar a Jerusalén esta vez, habían oído del “impostor” Jesús que se había presentado
como tal. A éste, los líderes del pueblo crucificaron, pensando que habían terminado con el asunto.
Sin embargo, de repente ocurrió algo extraordinario que no podían explicarse. Veían y oían de
señales sobrenaturales que les obligaban a buscar una explicación y querían saber de qué se trataba.
Buscaban la verdad y el sermón de Pedro tenía ese objetivo.
¡PENSEMOS!
¿Cómo respondieron estos oyentes al mensaje de Pedro (2:37 y 41)? ¿Cómo se explica
esta respuesta en base a las palabras de Cristo en Juan 6:45; 7:17; y 10:25–27?
Los líderes religiosos de Israel no buscaban la verdad. Sólo les interesaba la manera
de proteger sus puestos y privilegios. ¿Qué diferencia observa entre estos testigos al
compararlos con los líderes religiosos en Lucas? ¿Qué características debemos imitar?
Para contestar a sus preguntas, primeramente Pedro explicó el significado de las señales.
Conforme al estilo de una apología, primero presentó los antecedentes como evidencia. Al final,
concluyó con la idea principal del mensaje.
Según el resumen que hizo en 2:36, ¿cuál fue la esencia de su prédica? Utilizó las evidencias
expuestas para comprobar que Jesús era el Mesías y Dios de Israel. Por lo tanto, debían confiar en
El.
explicación adecuada a lo que estaban viendo. Era demasiado temprano para estar borrachos. Si
querían rechazar el mensaje de Jesucristo, debían buscar otro pretexto para entender lo sucedido.
Les advirtió indirectamente que al menos debían considerar la prueba honradamente y no negarla
sin base.
Pedro citó toda la profecía encerrada en las dos frases que quería utilizar en este sermón:
“Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne” y “todo aquel que invocare el nombre de Jehová será
salvo”. El resto de la profecía que se incluyó en el sermón, no necesitaba explicación porque su
propósito no tenía que ver directamente con estos aspectos del mensaje de Joel, detalles que se
cumplirán hasta la Segunda Venida de Jesucristo, cuando Israel como nación le reconozca y goce
de todas las bendiciones prometidas.
Quizá no hemos comprendido el significado de esta cita desde el punto de vista de Pedro y sus
oyentes, porque no estamos tan familiarizados con el pasaje como ellos. Pero como ellos eran judíos
fieles, este texto contenía la esencia pura de sus esperanzas.
Sabían de memoria, sin necesidad de mencionarlo, el contenido del versículo anterior a esta cita.
Según la promesa de Joel, antes de este derramamiento del Espíritu, Jehová estaría presente en
medio de Su pueblo (2:27–28). La secuencia de los eventos fue claramente señalada por Joel. Si
“esto es lo dicho por el profeta Joel” conforme a la afirmación de Pedro (Hechos 2:16), el oyente
judío debía preguntarse: “¿Cuándo estaba presente Jehová entre nosotros?” Este fue el punto de la
cita para Pedro. Jesucristo es Dios mismo y anduvo en medio de Su pueblo. Dios lo había
confirmado por medio de estas señales que ellos habían visto. Por lo tanto, debían invocar Su
nombre para ser salvos.
Esta declaración de lo que significaban las señales realizadas para manifestar la venida del
Espíritu, se apoyaba además en los milagros, prodigios y señales que Dios hizo por medio de Jesús.
Ellos mismos habían sido testigos de estas evidencias de poder (Hechos 2:22–24). Sin embargo, a
pesar de tantas pruebas de que Dios estaba entre ellos, lo crucificaron. Su rechazo no había
sorprendido al Señor pues era parte de Su plan desde el principio.
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Conclusión 2:36
La conclusión lógica que obtenemos de la evidencia presentada en la venida del Espíritu y en la
resurrección, es que Dios estaba confirmando el ministerio de Jesús. Estas pruebas demostraron que
aprobaba Su obra y lo estaba confirmando como Señor y Cristo.
La expresión “Señor” que Pedro empleó es la palabra griega que los judíos usaban para traducir
el nombre de Jehová a ese idioma. En la Septuaginta, la utilizaban en lugar del nombre divino porque
reconocían su pecado. Esta misma connotación de la palabra se usa a través del sermón en todos los
casos menos uno (2:20, 21, 25, 34, 36, 39).
El nombre Cristo fue el título griego usado para identificar al Mesías. Así que Pedro concluyó
este sermón a los judíos fieles que esperaban la llegada de su Mesías con la afirmación de que la
generación de Israel de la cual ellos formaban parte había crucificado a Su Dios, Jehová, el Mesías.
¡PENSEMOS!
20
Señale las diferencias entre la situación de ellos y la suya antes de conocer a Cristo
como Salvador. ¿Qué debemos saber y creer en cuanto a Jesucristo a la luz de la
predicación de Pedro? ¿Cómo debemos responder al mensaje?
Ellos habían escuchado el testimonio de sus líderes religiosos a quienes respetaban. No tenían por
qué dudar de ellos. Pero ahora, al ver estas señales sobrenaturales y escuchar el mensaje de
Jesucristo, no sabían qué hacer. Pedro les dijo que debían cambiar de mentalidad en cuanto a Jesús.
Hacerlo, sería equivalente a reconocerle como su Mesías y confiar en El.
El segundo mandato consistía en que tenían que bautizarse en el nombre de Jesucristo. De nuevo
tenemos que preguntarnos: ¿qué significaba este acto para estos oyentes? No era un simple rito, sino
un testimonio público por medio del cual se identificaban con alguna persona o religión.
El significado del acto se deriva de la idea expresada en el idioma original, la cual proviene de
la tintorería, donde metían una tela en la tintura para que ésta y la tela se unieran de tal manera, que
la tela cambiaba su naturaleza para llamarse tela azul o roja, dependiendo del color seleccionado.
En base a esta idea, el vocablo bautismo se usaba muchas veces, aun sin referirse a la tintorería, con
la idea de inmersión o sea, sumergir algo en cualquier líquido, o con la connotación de
identificación (Romanos 6:1–6).
La importancia de este acto en la vida de los creyentes se confirmó por la reacción contraria que
provocaba en los judíos incrédulos. No les empezaron a perseguir sino hasta después que habían
decidido a acercarse a Jesucristo por medio del bautismo. Entonces, sus familias demostraban su
rechazo por medio de la celebración de cultos fúnebres, el aislamiento social y otras formas de
aflicción.
Para los judíos fieles presentes en esa ocasión, el mensaje de Pedro representaba un reto.
Formaban parte de la generación de Israel que estaba bajo el juicio de Dios por haber rechazado y
crucificado a Su Hijo (Mateo 12:34–45; 16:1–4; 23:29–39), lo cual los hacía culpables (Hechos
2:23, 36). Para escapar del castigo venidero, debían cambiar de pensamiento en cuanto a Jesús,
apartarse de sus compatriotas, e identificarse con El por medio del bautismo.
La historia informa que los que tomaron este paso fueron rechazados por su pueblo, tanto en lo
familiar, como en lo religioso, político, social, y económico. El historiador Eusebio relata que
cuando el ejército romano entró en Jerusalén en 70 d.C. para destruir la ciudad, no encontró ningún
cristiano. Todos habían salido por causa de la persecución o porque habían interpretado
correctamente lo que Dios iba a hacer a esa ciudad conforme a Su profecía en Mateo 24:1–2, 15–
21. Aunque algunos acusan a los historiadores antiguos de haber estado prejuiciados al registrar los
eventos, al menos confirman que la promesa se cumplió cabalmente.
El acto de cambiar de mentalidad acerca de Jesucristo y bautizarse está relacionado con el perdón
de los pecados. La mayoría de las traducciones presentan el perdón como resultado de estos
mandamientos. No obstante, la preposición usada aquí podría traducirse “mirando hacia” o “en
anticipación de”. Los pecados señalados podrían ser los del pueblo de Israel al rechazar a su Mesías.
En otras palabras, la idea parece ser que deben identificarse con Cristo en anticipación del día
cuando El regrese, cuando la nación de Israel lo reconozca y sea perdonada (Mateo 23:38–39).
El resultado de los dos mandatos, sería que ellos también recibirían el don del Espíritu Santo
que se había prometido y que veían manifestado delante de ellos. Siendo pueblo de Dios, esta
promesa era para ellos (2:38b–39). Sin embargo, debían mostrar su aceptación del Mesías para
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experimentar la bendición prometida. Este privilegio estaba reservado para los que Dios llamara,
los que reconocerían Su voz y le seguirían (Juan 10:2–5). A estos también Dios los apartaría de
Israel y les protegería del juicio venidero (2:40).
Así que la respuesta de Pedro a la pregunta de los oyentes consistió de dos partes. Primero,
debían cambiar su opinión en cuanto a quién era Jesús y en segundo lugar, identificarse con El por
medio del bautismo. Al hacerlo, se unirían a El y a Su nuevo pueblo, y se apartarían de la generación
de Israel que estaba destinada al juicio divino por causa del pecado de haber rechazado al Mesías.
Desde el primer día, los que Dios había unido a él se dedicaron a las actividades necesarias para
la edificación mutua. Estas características se encuentran a través de todo el libro de Los Hechos.
Cuando los cristianos practican estos pricipios, siempre se produce una iglesia sana y estable.
En primer lugar, se dedicaron al estudio de la doctrina de los apóstoles, la misma enseñanza
revelada en el Nuevo Testamento. Así que dieron prioridad al estudio de la Biblia (42a). Además,
se dedicaron al compañerismo. Cada uno compartía lo que era y lo que tenía con los demás (42b,
44–45).
Se reunían para el partimiento del pan; comían juntos cuantas veces podían. Aprovechaban toda
ocasión para recordar la muerte del Señor, tal como El les había mandado. Es obvio que se reunían
más frecuentemente que nosotros. Así es como podían darse cuenta de las necesidades de otros y
apoyarse mutuamente (42c, 46). Esta ayuda surgió del concepto de familia que tenían. No había
obligación política, ni presión eclesiástica para hacerlo, sino que era el resultado del amor que
sentían unos por otros. La cuarta prioridad mencionada es la oración (42d).
El autor identifica algunas otras características por las que se fortalecían (43–47). Todos
reconocían la grandeza de la obra que Dios estaba haciendo (43). Se entregaron a ella
voluntariamente y todos estaban conscientes de su compromiso hacia los demás. Esto les animaba
a ayudarse mutuamente (44–46). Alababan y adoraban a Dios en el tiempo que pasaban en comunión
(47a). Tanto con sus vidas como con sus palabras daban testimonio de los que Dios había hecho por
ellos, de tal manera que muchos más decidieron formar parte de la iglesia, la cual creció mucho
(47b).
23
¡PENSEMOS!
Haga una lista de las características del nuevo pueblo de Dios señaladas en Hechos
2:42–47. Al lado de cada una, describa cómo podría manifestarse la misma en una iglesia
moderna.
Al final de esta evaluación, elija una característica específica que hace falta en su
propia iglesia. ¿Qué podría hacer usted para corregir la deficiencia y aplicar esa actividad?
3
El Crecimiento de la Iglesia
Hechos 3:1–4:31
Después del relato del nacimiento de la iglesia en el día de Pentecostés, Lucas describe la manera
en que el evangelio siguió avanzando entre los judíos de Jerusalén que habían aceptado a Jesucristo
como Mesías y Salvador. El escritor presenta un vistazo del crecimiento de la iglesia en esa ciudad
al incluir el segundo sermón de Pedro y sus resultados (3:1–4:31). Veremos que este pasaje describe
la organización primitiva del nuevo pueblo, su persecución, y expansión en Judea y Samaria.
Tal como en el día de Pentecostés, Dios confirmó la autoridad de los apóstoles Pedro y Juan por
medio de una señal sobrenatural. De esta manera, los que buscaban la verdad podrían saber que El
les había enviado y que su predicación había venido de Dios.
El Señor utilizó dones espectaculares para llamar la atención de los judíos presentes y para hacer
obvio que El se estaba manifestando en estos representantes del nuevo pueblo y en su mensaje. Sin
embargo, Dios no siempre había usado esa estrategia. La primera intervención de Pedro se corroboró
por medio del don de lenguas; y la segunda en la curación milagrosa del limosnero cojo.
Se puede observar que estos milagros fueron empleados conforme a la explicación encontrada
en Hebreos 2:3–4. Las buenas nuevas de salvación fueron anunciadas primero por el Señor, y
24
después confirmadas por los testigos oculares a quienes Dios añadió Su sello de garantía. Fue así
como se estableció de una vez y para siempre la autoridad de Su mensaje.
LA CURACION SOBRENATURAL
DEL COJO AUTENTICO EL
MENSAJE DE LOS APOSTOLES
Al cojo no se le puso como condición que tuviera fe en ellos ni en Dios para recibir esta
bendición; no esperaba más que una limosna. No obstante, obtuvo mucho más.
Como ocurría muchas veces con esta clase de demostraciones del poder de Dios, el cojo fue
curado de una enfermedad que le había afectado desde su nacimiento. No se trataba de alguna
dolencia sicológica o aflicción emocional. Durante toda su vida, este hombre había estado
imposibilitado para andar. Dios le capacitó para hacerlo en un instante, sin necesidad de ensayos,
para darse a conocer a través de Pedro.
Una vez más, el pueblo estaba maravillado por lo que estaba presenciando. Nunca habían visto
semejante cosa. La única persona que había podido hacer algo parecido antes de ese día, había sido
el Señor Jesucristo. Ahora, después de haberle matado, Sus seguidores empezaban a hacer lo mismo.
¿Qué significado tendría esto?
El autor, tal como hizo en su evangelio, muestra las distintas reacciones de los espectadores.
Primero, menciona la respuesta del cojo y de los testigos presentes. Más adelante, la de los líderes
religiosos que no querían saber la verdad ni reconocer la autoridad de Dios revelada en estos hechos
milagrosos.
El hombre que había sido cojo y que fue sanado se emocionó tanto que no podía ser calmado.
Andaba por todos lados, brincaba con la emoción de poder usar sus piernas por primera vez, y
alababa a Dios (3:8).
La gente que había visto el milagro, o que se acercaba y reconocía al cojo que ahora andaba y
saltabe, empezó a alabar a Dios por causa de esta obra tan espectacular. A la vez, buscaban una
explicación adecuada para comprender su significado (3:9–11). Estaban asombrados y seguían a
Pedro y Juan para averiguar qué pasaba.
La concurrencia y curiosidad del pueblo dio a los apóstoles otra oportunidad para proclamar el
mensaje de Jesucristo a todos los presentes. Mientras el primer discurso se dirigió a un grupo selecto
de judíos piadosos, observadores de las normas del Antiguo Testamento, el segundo se predicó en
el templo a un grupo más general, incluyendo a todos los que estaban en los alrededores de él y que
se habían asombrado por lo que habían visto.
Pedro tomó la palabra una vez más con el fin de explicar el milagro. Aunque su mensaje contiene
las verdades aplicables a los judíos fieles conforme había sido revelado en el Antiguo Testamento,
esta vez incluye el aspecto que la iglesia había comenzado a predicar a toda la nación de Israel.
25
Empezando por dar respuesta a la inquietud de los presentes, Pedro les enseñó que este hecho
sobrenatural había ocurrido para autenticar la persona del Señor Jesucristo. Confirmó que Jesús, a
quien ellos habían desechado y crucificado, era en realidad el Mesías. La única manera de recibir
las bendiciones que Dios les había prometido sería confiando en El.
AL CAMBIAR SU OPINION
EN CUANTO A JESUS
Y VOLVER A DIOS
26
¡PENSEMOS!
Este sermón presenta el mensaje para el Israel de hoy: Dios espera que regresen a
El. Esto se llevará a cabo en el tiempo que El ha determinado. Presente a su grupo un
resumen verbal o escrito de este sermón.
¿Qué partes del mensaje de Pedro deben incluirse en nuestra proclamación del
evangelio hoy? ¿Cuáles no deben incluirse? ¿Por qué?
respecto. En su sermón del día anterior, los apóstoles ya habían declarado que lo hacían en el nombre
de Jesús (3:13–16). Seguramente los que fueron a llamarles lo habían reportado así. No obstante,
tenían que investigarlo oficialmente.
Cuando Pedro tomó la palabra una vez más, el autor afirma que respondió estando controlado
por el Espíritu Santo, quien le dio la capacidad de responder sabiamente, de tal manera que se
maravillaron de su respuesta (4:8, 13). Sin embargo, antes de contestar, Pedro quiso aclarar la
pregunta. Les habían llevado presos, no para investigar la verdad de su doctrina, sino para tratar de
explicar el milagro y hallar algún motivo para impedir que siguieran predicando.
El apóstol les recordó que algo extraordinario había acontecido: un hombre había sido sanado.
Dios había enviado un beneficio maravilloso e inexplicable a un enfermo. Puesto que no podían
entenderlo ni imitarlo, al menos debían intentar averiguar su significado (4:9–10a).
Esto demostraba que la persona que ’ellos habían menospreciado y crucificado, había resucitado
y todavía estaba actuando y ofreciendo salvación a Su pueblo. Ellos lo rechazaron pero Dios lo
aprobó (4:10). La piedra que ellos habían desechado había sido exaltada por Dios, convirtiéndola
en la cabeza del ángulo, donde se apoya el edificio (4:11). Pedro afirmó además, que El es el único
medio de salvación. Por eso, debían confiar en El (4:12). El nombre por el cual habían hecho esta
obra es el único por el cual podrían ser salvos. Si no se volvían a El, estarían perdidos para siempre.
La reacción de los acusadores manifestó que no tenían interés en conocer la verdad, ni hacer la
voluntad de Dios. Sin embargo, reconocían la grandeza del milagro que habían realizado y la
maravillosa capacidad que Dios les había dado para comunicar la verdad. No pudieron decir nada
en contra ni negar la evidencia (4:13–16). A la vez, aceptaron la respuesta favorable del pueblo;
inclusive les dio miedo que se divulgara más entre ellos este asunto (4:16–17a). Por lo tanto, les
advirtieron que no hablaran más del nombre de Jesús y los dejaron ir (4:17b–18).
Los apóstoles los escucharon y mostraron respeto a la autoridad que tenían como representantes
del pueblo, pero les hicieron saber que su obligación era obedecer a un mandato superior, el de Dios
mismo. Tenían que darle prioridad antes que a ellos y dar testimonio público de lo que habían visto
y oído (4:19–20). Así que no tuvieron más remedio que soltarles. El pueblo admitió que Dios había
hecho una obra significativa y le glorificaban por causa de ella (4:21–22).
La oración de estos creyentes fue contestada exactamente como habían pedido: siguieron
predicando la Palabra de Dios con denuedo (4:31). El Espíritu Santo les controlaba y les daba el
poder necesario para proclamar sin vergüenza el evangelio de Jesucristo.
Esta oración es una demostración de lo que el Señor quiso decir cuando prometió que las
peticiones que hiciéramos en Su nombre serían concedidas. Cuando dijo: “en mi nombre”,
significaba que era de acuerdo con Su propósito para ellos. Como resultado de esta obra del Espíritu
Santo en ellos, la iglesia mostró evidencias de unidad en su vida y ministerio (4:32–35).
¡PENSEMOS!
A pesar de la persecución que les sobrevino por causa de la proclamación del evangelio
y de las exigencias injustas de los líderes religiosos, los cristianos del primer siglo no
protestaron ni se lamentaron. Revise Hechos 4 y haga una lista de las diferentes maneras
en que respondieron a este trato.
4
Las Pruebas de la Iglesia
Hechos 4:32–8:3
Después de disfrutar días de triunfo y de gozo, con frecuencia llegan tiempos de prueba. Satanás
no deja tranquilo al pueblo de Dios cuando está ocupado en realizar Sus propósitos de manera eficaz.
Invierte todo su esfuerzo con el fin de crear desánimo y división. Siempre ha trabajado de esta
manera, desde los primeros días de la iglesia en Jerusalén.
29
El relato del nacimiento y crecimiento inicial del cristianismo describe dos ocasiones en que los
apóstoles proclamaron las buenas nuevas de Jesucristo y vieron grandes resultados. Miles de judíos
confiaron en Cristo como su Salvador y Mesías.
Lógicamente, Satanás no deseaba dejarles en paz para que siguieran creciendo así, sino que
empezó a atacarlos con el fin de asustarles y desalentarles. Como esto no produjo lo que él deseaba,
provocó un problema interno para dividir a los creyentes, impedir que se preocuparan de los demás
y arruinar su buen testimonio. Como esta estrategia tampoco resultó, envió una severa persecución
que les dispersó por todo el mundo romano para callarles. De esta forma, pensaba debilitar su
influencia y expansión.
El crecimiento acelerado del nuevo pueblo produjo algunos problemas que tenían que
resolverse. El relato que hace Lucas de la vida de la iglesia primitiva en Jerusalén se complementa
con varios incidentes que muestran cómo se manejaba la administración en ella.
Bernabé era esta clase de persona; siempre venía al lado de los demás para proporcionarles la
ayuda indicada cuando se requería. En este caso, vendió su propiedad y dio la ganancia para ayudar
a los necesitados. En otras ocasiones, se sacrificó por el bien de los demás, para estimularles a ser
todo lo que Dios quería que fueran. Observe el desarrollo de su ministerio en Hechos 9:26–27;
11:19–26; 12:25; 13:2, 7–13; 15:36–41 y Colosenses 4:10–11. Probablemente hoy llamaríamos a
Bernabé un discipulador de otros, pues ese fue su ministerio con Pablo, Juan Marcos, y ¿quién sabe
cuántos más? Su ejemplo es digno de imitarse.
A pesar de la dureza del castigo y del temor que provocó, los resultados fueron beneficiosos
para el nuevo pueblo. El miedo vino sobre todos (5:11). Aprendieron el valor que tiene, desde la
perspectiva de Dios, guardar la unidad y amor. A la vez, les obligó a evaluar la sinceridad de su
propia fe.
¡PENSEMOS!
Dios trató a Ananías y Safira en forma severa. ¿Habrá peligro de que suframos
semejante juicio? ¿Por qué? ¿Qué evidencia bíblica encuentra para apoyar su conclusión?
¿Bajo qué circunstancias volvería Dios a efectuar un juicio así? ¿Qué precauciones
podríamos tomar para evitarlo?
31
DISCIPLINA→PURIFICACION→CRECIMIENTO
Como respuesta al trabajo de los discípulos, muchos confiaron en Cristo (5:12–16). Los líderes
religiosos de Israel estaban preocupados y los aprehendieron nuevamente (5:17–18). No obstante,
Dios manifestó Su cuidado librándolos milagrosamente. A pesar de la oposición de los gobernantes,
Dios envió a Su ángel para animarles, instruyéndolos para que siguieran proclamando el mensaje
que les había dado, sin hacer caso de las amenazas.
Cuando volvieron para seguir su obra, se hizo patente que los representantes no tenían poder
para controlarlos (5:19–25), y que la influencia de los cristianos era mayor que la de ellos.
Los miembros del concilio volvieron a llamarlos para someterlos a otro interrogatorio (5:26–
28). Seguramente no habían entendido el significado de las señales que habían visto, porque trataron
de impedir que siguieran predicando el mensaje de Jesucristo. Pedro respondió que si lo hacían era
porque la autoridad y poder de Dios eran superiores a los de ellos. El había confirmado Su mensaje
y les había comisionado para anunciarlo, por lo que simplemente relataban las cosas que habían
visto. Los apóstoles no podían aclarar todas las dudas, ni entrar en debates teológicos, pero sí podían
hablar de lo que habían presenciado (5:29–32).
La acusación implícita en la respuesta de Pedro les enojó a tal grado, que los quisieron matar
(5:33). Sin embargo, Dios utilizó a Gamaliel, uno de los maestros más importantes del pueblo, para
advertirles que no debían destruirles. Siendo uno de los más respetados rabinos reconoció que
probablemente las señales tenían algún significado. Si el Señor no estaba detrás de este movimiento,
seguramente moriría porque ya había sido eliminado su líder principal, pero si fuera de procedencia
divina, jamás podrían pararla. Debían tener cuidado para no ser hallados peleando contra El (5:34–
39). Según el punto de vista de este gran maestro judío, la historia de la iglesia ha confirmado que
efectivamente es la obra de Dios. El concilio aceptó su consejo y libró a los apóstoles, después de
azotarlos y advertirles que dejaran de hablar acerca de Jesucristo (5:40).
¿Cómo respondieron los apóstoles al maltrato que habían sufrido? ¿Regresaron a casa a lamentar
su aflicción? ¿Oraron a Dios preguntando por qué les había pasado tal cosa? ¿Buscaron venganza?
¿Se sometieron a las intimidaciones de los dirigentes religiosos? ¡No! Alabaron a Dios por haber
32
sido considerados dignos de sufrir por causa de El y siguieron predicando con denuedo acerca de
Jesús (5:41–42; 1 Pedro 1:7; 4:12–19).
EN LUGAR DE PROTESTAR
O LAMENTAR ALABARON
A DIOS Y SIGUIERON
TESTIFICANDO DE CRISTO
¡PENSEMOS!
Considere por un momento la reacción de los apóstoles al maltrato que sufrieron. ¿Qué
haríamos nosotros en circunstancias semejantes? ¿En qué manera podemos imitar su
ejemplo? Identifique algunas circunstancias en su propia vida en que puede usted hacerlo.
¿Qué pasos específicos debe dar en cada caso?
Su Organización 6:1–7
El relato del nombramiento de los siete diáconos para atender las necesidades de las viudas
griegas tiene tres objectivos. Primero, demuestra cómo la iglesia se organizó para enfrentarse a un
problema administrativo. En segundo lugar, presenta a Esteban y Felipe, dos hombres reconocidos
como líderes espirituales, realizando otros trabajos necesarios para el desarrollo de la iglesia. La
controversia que resultó en persecución surgió a raíz del ministerio de Esteban (8:1–3). Tercero,
cómo inició Felipe la predicación entre samaritanos y prosélitos extranjeros (8:4–40).
Desde la perspectiva del desarrollo de la iglesia, parece que el motivo principal para incluir esta
historia aquí es enseñarnos cómo se resolvió una de las dificultades de mayor envergadura, a saber,
el conflicto entre los hebreos “puros” y los helenistas. Por lo que la naciente iglesia se hallaba
dividida.
Cuando esto comenzó, los apóstoles reconocieron que era de importancia secundaria, pero aun
así, le dieron la atención debida. Aceptaron que no podían manejarlo todo personalmente; la obra
había crecido demasiado. Por eso, nombraron a hombres respetados para hacerlo, pero exigieron
que cumplieran tres requisitos; que tuvieran buen testimonio, que estuvieran controlados por el
Espíritu Santo y que fueran conocidos por su sabiduría. Este arreglo resultó en un ejemplo positivo
ante la comunidad y en mayor expansión para la iglesia.
33
¡PENSEMOS!
¿Por qué era tan importante que los diáconos que iban a manejar una situación tan
delicada llenaran los requisitos indicados? ¿Qué nos enseña esto en cuanto a la selección
de dirigentes para la obra de Dios hoy? ¿Qué debemos aprender de la importancia que los
apóstoles dieron al caso y la manera en que actuaron para resolverlo?
Hasta este momento, la predicación en público había sido efectuada exclusivamente por los
apóstoles. Ahora, como resultado de los nuevos nombramientos, se describe el servicio de un
hermano que no lo era. La obra se extendió gracias a la intervención de otros, no sólo debido a los
doce. Esteban era diácono, sin embargo, su testimonio llegó a ser notorio. Lo mismo sucedió en el
caso de Felipe.
Esteban respondió a la acusación repasando la historia de Israel hasta el tiempo de Moisés (7:2–
33). Demostró cómo Dios se había interesado en el pueblo judío desde el principio, proveyendo
todo lo que le hacía falta. Había enviado a Moisés para librarles de la esclavitud (7:34). Aunque
siempre habían dudado de su autoridad sobre ellos, les había salvado (7:35–36). Este mismo Moisés
les prometió que algún día, vendría otro libertador para hacer lo mismo a favor de ellos: salvarlos
(7:37). A pesar de la provisión de Dios para Su pueblo y la evidencia de que Moisés era Su vocero,
le negaron y volvieron a adorar a los ídolos (7:38–50).
Ahora, esta generación seguía los mismos pasos de sus antepasados. El Mesías ya había venido,
tal como Moisés lo había profetizado, pero nuevamente lo habían rechazado. Israel siempre había
desobedecido a Dios y desechado a Sus enviados (7:51–53). Este mensaje no era nuevo. Los profetas
habían proclamado lo mismo muchas veces. Ellos eran quienes habían despreciado el templo y la
ley; profanándolo y desobedeciéndola porque eran rebeldes (7:39–42, 53). Por eso, el juicio vendría
contra los judíos.
¡PENSEMOS!
Considere las implicaciones de este evento para cada uno de los participantes. ¿Cuáles
fueron los resultados para cada uno? ¿Para los judíos involucrados? ¿Para la iglesia?
¿Para Saulo? ¿Para Esteban? ¿Qué principios podemos aprender del ejemplo y
experiencia de este último?
35
Este pasaje contiene varias lecciones de gran importancia. La aplicación para cada
lector será diferente. Considere una vez más los temas tratados. Defina un aspecto de su
propia vida que debe cambiar a la luz de los principios vistos en este capítulo. ¿Qué quiere
Dios que usted haga? ¿Qué pasos debe dar para hacerlo?
5
El Testimonio en Judea y Samaria
Hechos 8:4–40
En Hechos Cap. 6, Lucas presenta el ministerio de un nuevo grupo de líderes de la iglesia. Los
llamados diáconos, habían sido designados para encargarse de la distribución de la ayuda que debía
ser entregada a los necesitados de la iglesia. La tarea se había complicado tanto, que los apóstoles
no podían controlarla eficazmente. El nombrar a diáconos les permitió dedicarse al trabajo que se
les había encomendado: la enseñanza de la Palabra de Dios.
Ahora bien, el diaconado no se limitaba exclusivamente a la administración de las cosas
materiales. Lucas describe el testimonio poderoso de uno de estos servidores, Esteban, e incluye un
resumen de su último sermón predicado a los judíos. No obstante, fue rechazado por los líderes de
Israel y murió apedreado.
La muerte de Esteban dio inicio a una época de persecución sin precedentes en la vida del nuevo
pueblo que Dios utilizó para dispersar a la iglesia. Adonde quiera que iban, los seguidores de
Jesucristo proclamaban el evangelio.
LA PERSECUCION DE LA IGLESIA
36
PRODUJO LA DISPERSION Y
LA PROCLAMACION DEL EVANGELIO
El autor hace tres señalamientos para indicar que se estaba efectuando una transición en el
establecimiento de la iglesia:
1. La persecución por parte de los líderes del antiguo pueblo (8:1a).
2. El esparcimiento por toda Judea y Samaria (8:1b; 1:8).
3. La participación de Saulo en la persecución (8:1 y 3).
Cada uno de ellos introduce una nueva etapa en la historia, que se repite a través del
extendimiento del evangelio en Judea y Samaria (8:4–12:25).
Entre los que fueron dispersados y que llegaron a Judea y Samaria predicando el evangelio, se
encontraba Felipe, uno de los siete hombres nombrados para ayudar a los apóstoles.
¡PENSEMOS!
Antes de estudiar este pasaje, observemos la vida de Felipe. ¿Qué clase de persona era?
¿Hasta qué punto era eficaz en su ministerio? Para contestar estas preguntas, estudie los
siguientes versículos y haga una lista de sus cualidades y actitudes: 6:3–6; 8:4–6, 26–31 y
38–40. ¿Qué debemos imitar en nuestro ministerio hoy?
sustituto, de tal manera que le transmitía su pecado para que lo expiara en su lugar (Exodo 29:10–
11).
En la situación de un individuo designado para realizar algún encargo determinado, los
participantes se identificaban por medio de la imposición de manos (Hechos 13:1–3). De la misma
manera, dos individuos lo hacían al unir su ministerio, para compartir el mismo espíritu y poder.
Esta situación se dio en la relación que existía entre Moisés y Josué (Deuteronomio 34:9).
Aunque el caso era distinto con los samaritanos, la imposición de manos sirvió para que los
apóstoles demostraran la identificación que había entre ellos y estos nuevos creyentes. Confirmaron
de esta manera, la autenticidad de su conversión y la interdependencia y unidad del cuerpo de Cristo,
la iglesia.
Al ver cómo los apóstoles utilizaban el poder de Dios en su ministerio, Simón pensó que podía
relacio narlo con su antiguo estilo de vida. Aunque parece que su decisión de seguir a Cristo era
genuina (8:13a), sus intereses materiales no habían cambiado (8:13b, 18–19). Pensaba en la
autoridad que podría tener si pudiera imitarles. Por lo tanto, ofreció dinero a cambio de que le
enseñaran a hacer lo mismo.
Al oír esta petición y observar su actitud, Pedro le condena (8:20–23). Sus palabras no se parecen
a las que se dirigen a un cristiano auténtico:
8:20 “Tu dinero perezca contigo”
8:21 “No tienes parte ni suerte en este asunto”
“tu corazón no es recto delante de Dios”
8:23 “estás en hiel de amargura”
“estás en cadena de injusticia”
¿Cuál fue el pecado de Simón? Además de fijarse sólo en lo espectacular, como había
demostrado antes, Pedro señala algunos otros problemas: Todavía no había entendido que ellos
habían venido a ofrecerles un don, y que no se puede comprar ni aprovechar para ganancia propia
lo que Dios ha regalado. Nuestro dinero o buenas obras no pueden obtener las dádivas que Dios nos
otorga libremente (8:20).
En segundo lugar, a pesar de su profesión de fe en Cristo, se le indica que su corazón no era
limpio. Los hombres no conocen lo que está en el interior; sólo Dios comprende los secretos más
profundos del hombre, y El había mostrado a Su enviado que el corazón de Simón no era recto
(8:21–22).
Por último, hay que notar que las dos expresiones que describen su estado espiritual fueron
tomadas del Antiguo Testamento (Deuteronomio 29:18; Isaías 58:6). Al estudiar las citas originales,
nos damos cuenta que se refieren a creyentes que se encuentran dentro del pueblo de Dios, pensando
que están seguros, pero cuyo corazón no es puro delante de Jehová (8:23). Es posible hacer una
profesión convincente de fe en Jesucristo, sin haber confiado en El de verdad (Mateo 13:5–6, 20–
21). En el análisis final, su reacción demuestra que no había habido una transformación profunda
en su vida.
LA BUSQUEDA DE SEÑALES
ESPECTACULARES PUEDE
LLEVARNOS A UNA FALSA
PROFESION DE FE
39
El caso de Simón nos sirve de advertencia. Desde el principio de la historia, se ha visto que
existen dos peligros potenciales cuando la iglesia está creciendo rápidamente y la mano de Dios está
sobre ella: Primero, que algunas personas hagan decisiones falsas aunque externamente
convincentes. En segundo lugar, que algunos busquen solamente lo espectacular. La reacción de
Simón a la exhortación que le hizo Pedro demuestra la condición de su corazón. Le dijo que debía
arrepentirse y pedir perdón por su pecado; que rogara porque le fuera perdonado ese pensamiento
equivocado en cuanto a Dios. Aunque este hermano reconocía la autoridad de Pedro, en lugar de
obedecerlo le pidió que ellos oraran por él: “Rogad vosotros por mí”; indicando que quería que las
cosas se hicieran a su manera; sin acatar lo que se le había dicho.
¡PENSEMOS!
Evalúe la experiencia de Simón (9–13, 18–24). ¿Cree usted que fue salvo de verdad?
¿Qué evidencia apoya su conclusión? ¿Qué-advertencias se presentan a los cristianos de
hoy en base a la experiencia de Simón?
Cuando su ministerio en la ciudad de Samaria terminó, Pedro y Juan predicaron en los pueblos
cercanos de regreso a Jerusalén. Aprendieron que Dios había empezado Su obra entre los no judíos
también. Ahora los samaritanos formaban parte del nuevo pueblo de Dios; y tenían que anunciarles
el evangelio.
ES EL HIJO DE DIOS
¿Qué le llama la atención en cuanto al bautismo del eunuco? Obviamente, sabía el significado e
importancia del bautismo. Se dio cuenta que quien confiara en Cristo como Mesías y Salvador debía
unirse con El por medio de ese acto. Al observar que se acercaban a un lugar donde había agua, no
quiso perder la oportunidad para obedecer el mandato de Cristo. Felipe tampoco se lo prohibió. No
le dio largas clases sobre ese sacramento ni dejó pasar un tiempo para comprobar la realidad de su
fe, a pesar de que procedía de un pueblo pagano.
El evangelista sólo quiso asegurarse de una cosa antes de hacerle descender a las aguas. ¿Qué
cosa? Le exigió la profesión verbal de su fe. Sin dudarlo un instante, afirmó que creía que Jesucristo
era el Hijo de Dios sin ninguna reserva, frente a todo su cortejo. Al escuchar su declaración, pararon
el carruaje y Felipe le bautizó.
¡PENSEMOS!
¿Qué lecciones nos enseña este ejemplo en cuanto al bautismo? ¿Seguimos este patrón
hoy día? ¿Por qué? ¿Qué cambios debemos hacer en nuestra práctica para conformarnos
al ejemplo bíblico? No se limite exclusivamente a este pasaje. ¿Cuáles son los requisitos
bíblicos que se deben exigir antes del bautismo?
¿Ha sido bautizado usted? ¿Qué se lo impide? Muchas personas ponen excusas para
no tomar este paso y lo posponen por años. ¿Habrá alguna justificación bíblica para esta
actitud? ¿Qué quiere Dios que usted haga al respecto?
¡PENSEMOS!
41
6
Un Milagro Sorprendente
Hechos 9
¿Ha sufrido algún tipo de persecución por causa del Señor Jesucristo desde que le aceptó como
su Salvador? La mayoría de los cristianos de hoy hemos sufrido poco. En algunos casos porque
nadie sabe que confiamos en El. En otros, cuando se da a conocer, lo más que hemos sufrido es un
poco de burla o aislamiento social por causa de nuestro distinto estilo de vida.
Aun así, ¿qué hemos sentido contra los que nos han molestado? ¿Cómo responderíamos si el
Señor nos convenciera de que debemos hablar directamente con esas personas acerca de El? ¿Se
animaría de todo corazón? ¿Qué resultado esperaría? Normalmente estaríamos muy pesimistas;
pensando que no tienen interés en el evangelio, ¿verdad? Esta fue la actitud que se manifestó en la
iglesia primitiva.
Aunque la persecución y padecimientos resultaron en la extensión del evangelio a nuevos
pueblos y en extraordinario crecimiento, la aflicción que soportaban los creyentes era real y difícil
de aguantar. A nadie le gusta sufrir, y estos nuevos cristianos no eran la excepción de la regla.
La persona más empecinada en perseguir al nuevo pueblo era un hombre llamado Saulo; un
fanático dedicado y entusiasta del judaísmo, apegado a las enseñanzas de los fariseos. Se había
entregado en cuerpo y alma a atacar y eliminar a la iglesia de Cristo. Por lo tanto, nadie se atrevía a
soñar con la posibilidad de que se convirtiera al Señor. Más bien, evitaban hablar con él, aun cuando
se publicó la historia de su encuentro con Dios; pensaban que era otro de sus trucos para engañarles
y castigarles más.
¡PENSEMOS!
La misión 9:1–2
Según el relato de Lucas, Saulo no iba a Damasco a hacer una visita social. Empeñado en su
propósito inicial, había decidido acabar con los voceros de la iglesia (8:1) y llevar a cabo la
persecución de quienes se habían entregado a este “Camino” sin importar dónde se encontraran (8:3;
9:1).
No le importaba si eran hombres o mujeres. Siempre que encontraba a algún seguidor de
Jesucristo, lo llevaba preso; este “crimen” era suficiente para que les condenara. Esta actitud estaba
motivada por su celo sincero de defender el Antiguo Testamento y las enseñanzas de los rabinos (
Filipenses 3:4–6).
En contraste con los líderes religiosos del pueblo, quienes no se interesaban en conocer la
verdad, Saulo quería obedecer a Dios de todo corazón y participar en el avance de Su obra. Creía
que al eliminar esta “secta”, estaría sirviéndole. Su búsqueda genuina provocó el encuentro con el
Señor que se narra en este capítulo.
Después de haber echado en la cárcel a muchos cristianos de Jerusalén, Saulo quiso frenar el
crecimiento del nuevo pueblo en otras áreas también. Para lograrlo, consiguió cartas oficiales de
presentación autorizándolo para ir a las sinagogas de Damasco y apresar a los judíos que se habían
identificado con Cristo. Ese era el motivo de su viaje.
EL PERSEGUIDOR SINCERO
SE CONVIRTIO EN
TESTIGO CONVENCIDO
Al oír el plan, Ananías decidió que Dios sabía lo qué hacía y se animó a ir para sanarle y
prepararle para su futuro encargo. Al imponerle las manos, Saulo recibió la vista de nuevo y se
bautizó para identificarse con Jesucristo. En ese momento, fue lleno del Espíritu Santo, quien le
capacitó para empezar su obra (9:17–19).
¡PENSEMOS!
¿Qué cambios ocurrieron en la vida de Saulo cuando entregó su vida a Cristo? (9:15–
16, 20–25, 28–30; Filipenses 3:4–8) ¿Cómo se puede explicar una transformación tan
radical? (9:3–12, 17–19).
¿Qué lecciones debemos aprender de este caso para nuestra vida? ¿Qué cambio debe
esperarse en el individuo como resultado de aceptar el evangelio? ¿Qué esperanza nos dará
esta historia que relata la conversión de un perseguidor?
Mientras Dios hacía esta obra notable en la vida de Saulo, Pedro seguía su ministerio también.
Lucas señala su efectividad, sobre todo en la región de la costa, donde sanó a Eneas en Lida (9:32–
35) y levantó a Dorcas de la muerte en Jope (9:36–43).
¡PENSEMOS!
Considere la vida de los personajes centrales presentados en este capítulo. Haga una
lista de las características que se deben imitar de cada uno. Por ejemplo, ¿qué lecciones
debemos aprender del ejemplo de Saulo? ¿Qué nos enseñan Ananías, Bernabé, Pedro y
Dorcas? ¿Qué pasos debe dar para realizar lo indicado?
7
La Proclamación a los Gentiles
Hechos 10–12
46
El momento más tenso en la historia de la iglesia llegó cuando Dios anunció Su plan de dar
entrada a los gentiles en el nuevo pueblo. Hasta ese momento, el asunto no se había tratado por ser
una discusión académica inútil. Según la opinión popular de los judíos, los “paganos” nunca tendrian
interés en acercarse a Dios.
Durante toda su historia, habían utilizado esta clase de razonamiento para justificar su actitud
discriminatoria, convirtiendo en racista y exclusivista la revelación de Dios acerca de la importancia
de llevar una vida distinta, separada de las actividades del mundo gentil. Se les había olvidado el
propósito misionero que Dios tenía para ellos, en el sentido de que fueran luz en medio de la
oscuridad para que atrajeran a otros.
Esta misma actitud se había infiltrado en la iglesia, porque Dios no había dado indicaciones al
respecto. Aun las palabras del Señor Jesucristo parecían apoyar esta suposición errónea. En muy
pocas ocasiones predicó a los gentiles, y en otra, repitió el dicho popular: “la salvación es de los
judíos” (Mateo 10:5–6; Marcos 7:26–27; Juan 4:9, 22). Así que, aparentemente no había hecho nada
para cambiar ese punto de vista. Según la opinión de ellos, si alguien quería ser salvo, primero tenía
que hacerse prosélito del judaísmo.
En el nuevo pueblo de Dios, todos los extranjeros mencionados hasta ese momento, eran judíos
ciudadanos de otras naciones o bien, convertidos al judaísmo. No habían considerado las
posibilidades de llevar el evangelio a los gentiles y no estaban preparados para lo que Dios pensaba
hacer. Ni aun Pedro, el vocero de Dios, pensaba en ello (Hechos 10:28–29; 11:2–3, 19; Gálatas
2:12–14).
Desde sus comienzos, la iglesia tenía entre sus fieles a los judaizantes. Poco a poco, Dios les
reveló que esto no provenía de El. Ellos pensaban que la salvación era sólo para los judíos, pero
Dios utilizó el incidente que se narra en el pasaje que nos ocupa, para demostrar que no hace
acepción de personas; sino que la ofrece a todo el mundo porque no quiere que ninguno perezca
(Hechos 10:34–35; 11:17–18; Efesios 2:11–18; 2 Pedro 3:9).
LA SALVACION DE CORNELIO 10
Cornelio señala algo más que la salvación del primer gentil que Dios admitió en la iglesia. También
presenta el cambio de plan de buscar solamente adherentes a la religión existente por la posibilidad
de aceptar a los gentiles en la iglesia sin hacer distinción entre razas y culturas. De este momento
en adelante, todos aquellos que quisieran acercarse a Dios ya no tendrían que hacerlo por medio del
judaísmo, sino únicamente por confiar en Cristo, lo cual los incorporaría al cuerpo de Cristo.
Después de esta introducción, Cornelio empezó a contarle la forma en que el Señor había
preparado todo para esa ocasión. Estando en casa unos días antes, mientras oraba, un mensajero le
había hablado diciendo que mandara a traer a Pedro. Por eso, con todo el deseo de oir la Palabra de
Dios, había reunido a su gente. Esta disposición que tenía el “pagano”, hace un notable contraste
con la actitud de los líderes religiosos de Israel que ni siquiera querían oir de ella (10:30–33).
El mensaje que Dios les comunicó a través de Pedro era el mismo que había sido dado
primeramente a los judíos: las buenas nuevas de paz por medio de Jesucristo, Señor de todo el
mundo. Les explicó que se había esparcido por toda Judea a partir del ministerio de Juan Bautista.
Jesús había mostrado abundantes evidencias de que Dios le había enviado. La presencia del Espíritu
Santo y el poder de Dios fueron obvios para quienes vieron Sus obras y milagros al sanar a los
afligidos, lo cual había convencido a los testigos de que Dios estaba con El (10:36–38).
A pesar de las pruebas contundentes de que la divinidad estaba con El, vistas por Pedro y los
otros apóstoles, los judíos lo habían crucificado. El Señor mostró Su poder levantándolo de la tumba,
aunque no todo el pueblo pudo atestiguar de Su resurrección porque Dios sabía que muchos no
creerían. Por ello, eligió a algunos de entre Sus seguidores para que lo vieran en persona.
Después comisionó a estos testigos para que fueran a anunciar la verdad en cuanto al Salvador,
y a decir que lo había puesto por juez, tanto de vivos como de muertos. Estas palabras concuerdan
con lo dicho por los profetas en el sentido de que El sería la fuente de perdón para todos los que
creyeran en El. Pedro les dio la esencia de las buenas nuevas de salvación para todos, tanto judíos
como gentiles: que todo aquel que confía en Cristo es perdonado de sus pecados (10:39–43).
por Cristo a Sus discípulos (Juan 14:16–17) de que el Consolador establecería Su residencia dentro
de los gentiles tal como había hecho con los judíos. Ya no habría distinción entre ellos.
¿Cómo pudieron saber que los paganos habían recibido al Espíritu Santo? Por medio del don de
lenguas, que era la señal de que verdaderamente el Señor los había aceptado. Hablaban en otros
idiomas y glorificaban a Dios de tal manera, que los judíos presentes se convencieron más allá de
toda duda (10:44–46).
Pedro estaba maravillado de que Dios aceptara a los gentiles sin hacer ninguna diferencia, no
podía negar la evidencia de que El estaba detrás de esta obra. En este punto, el apóstol procedió a
bautizar a estos nuevos miembros del pueblo de Dios.
¡PENSEMOS!
La Acusación 11:1–3
Cuando las noticias en cuanto a las actividades de Pedro llegaron a Jerusalén, los otros apóstoles
se asustaron. Pensaban que se le había pasado la mano esta vez. Convocaron una sesión para discutir
lo que había hecho. Lo acusaron de haber entrado en casa de un gentil para comer con él y otros.
Para la mentalidad judía esta era una ofensa severa.
La Respuesta 11:4–17
Pedro respondió explicando cómo Dios le había revelado Su plan y lo que había sucedido,
empezando con la visión. Les presentó las cuatro evidencias que Dios utilizó para convencerlo:
1. La visión que recibió 11:4–10.
2. La orden del Espíritu para que acompañara a los mensajeros 11:11–12.
3. La visión de Cornelio 11:13–14.
4. La manifestación del Espíritu en ellos 11:15–17.
Al describir esto último, Pedro menciona lo que había pensado. Primero recordó la promesa que
había hecho el Señor Jesucristo cuando dijo que ellos serían bautizados con el Espíritu Santo, la cual
se había cumplido el día de Pentecostés. Al comparar ésto con lo sucedido en casa de Cornelio, se
dio cuenta de que era exactamente igual. No podía negar la obra de Dios entre estos gentiles sin
dudar de la validez de su propia experiencia.
Como estaba seguro de lo que Dios había hecho entre los apóstoles, asimismo lo estaba de lo
que deseaba para los gentiles. El había utilizado el don de lenguas en ambas ocasiones para
confirmar que era el autor de las señales, y no podía oponerse a ellas.
50
La Aceptación 11:18
Cuando entendieron la evidencia de que el Espíritu Santo se había derramado sobre los paganos,
quedaron convencidos al igual que Pedro. Si el Señor había hecho entre los gentiles lo mismo que
había hecho entre ellos, obviamente les había aceptado también. Comprendieron que el que éstos
aceptaran y confiaran en Jesús como Salvador, había sido acto de Dios, para permitirles recibir la
vida eterna.
De esta manera, el don de lenguas sirvió a los cristianos judíos como señal de que Dios había
aceptado a los gentiles. Los apóstoles asumieron de nuevo sus funciones como portavoces del Señor
para afirmar Su voluntad y así realizar en la tierra lo que El ya había decretado desde Su trono en el
cielo (Juan 20:23).
¿Cuál fue el resultado final de este evento para la historia de la iglesia? Una vez confirmado que
Dios había aceptado a los gentiles en el nuevo pueblo, se abrió la puerta para testificarles acerca de
Jesucristo.
El primer lugar donde se desarrolló esta obra formalmente fue Antioquía, ciudad cercana en la
cual los judíos tenían mucha influencia. La presencia de gran número de creyentes que habían
escapado de Judea durante la persecución, dio muchas oportunidades para compartir el evangelio
con los gentiles. Muchas personas escucharon las buenas nuevas de Jesucristo y confiaron en El
(11:19–21).
Cuando la obra en Antioquía empezó a crecer y a desarrollarse, los apóstoles enviaron a Bernabé
para investigar la situación. Todos le apreciaban en gran manera por causa de su discernimiento
espiritual y fe. El control del Espíritu Santo en su vida era evidente a todos. Al examinar lo que Dios
estaba realizando, se sintió altamente emocionado (11:22–24).
En lugar de quedarse allí para ministrar solo entre los nuevos creyentes, Bernabé decidió ir en
busca de Pablo, a quien Dios había escogido para dirigir ese aspecto de la obra en el futuro. Este se
convirtió en discípulo de Bernabé mientras estaba listo para encargarse del trabajo. Laboraron juntos
por un año y la obra se fortaleció de tal manera, que los de la ciudad les empezaron a llamar
“cristianos” por primera vez, para denotar que pertenecían a un movimiento notable (11:25–26).
Al revelarse un mensaje profético en que se predijo que habría escasez en todo el mundo romano,
se recogió una ofrenda especial para ayudar a los hermanos necesitados de Judea. Se pidió a Bernabé
y Saulo que la llevaran a los ancianos allá (11:27–30).
51
¡PENSEMOS!
El inicio de la obra gentil nos enseña varias lecciones importantes para la realización
adecuada del ministerio en la actualidad. Observe el carácter e intervención de Bernabé
en este pasaje. ¿Qué debemos imitar de él y su forma de trabajar?
LA SALVACION DE PERSECUCION 12
¡PENSEMOS!
8
El Primer Viaje Misionero
Hechos 13–14
La salvación de Cornelio confirmó el plan de Dios de aceptar a los gentiles en el nuevo pueblo
de Dios sin obligarles a convertirse en prosélitos. Por eso, cuando la iglesia se dispersó alrededor
del mundo por causa de la persecución, los cristianos predicaban el evangelio en todas partes. Así
empezó su extensión hasta lo último de la tierra (13–28). Este movimiento abrió paso para viajes
53
misioneros a distintas regiones. Pablo se convirtió en uno de los principales portadores de las buenas
nuevas.
El primer viaje con este objeto que se describe en la Palabra de Dios, fue el que Saulo y Bernabé
hicieron a las islas cercanas y a Asia Menor (conocida hoy como Turquía). La estructura del pasaje
bíblico se basa en el orden en que visitaron las ciudades (13–14). El énfasis era primordialmente
evangelístico.
Conforme al desarrollo de su argumento, Lucas nota que esta travesía es de gran importancia,
porque en ella se estableció el patrón de comportamiento, que se repite a través del libro, de rechazo
y oposición de parte de los judíos y aceptación de parte de los gentiles. Cuando Saulo surgió como
líder indiscutible de la obra, se dirigió principalmente a ellos.
EL PRIMER VIAJE
ESTABLECIO EL PATRON:
RECHAZO JUDIO 13:4–12
ACEPTACION GENTIL 13:13–52
OPOSICION JUDIA 14:1–20
Bernabé y Saulo no eran los únicos siervos del Señor que colaboraban en Antioquía. Se
identifica por nombre a otros tres hombres que actuaban como maestros o profetas. Mientras estos
varones de Dios trabajaban y buscaban la voluntad de Dios, el Espíritu Santo les indicó que tenía
un ministerio especial para los dos primeros.
Aunque no se describió en ese momento la naturaleza del encargo, los versículos siguientes
indican que quería mandarlos a los pueblos cercanos para llevar las buenas nuevas. Antes de que
salieran, sus compañeros oraron por ellos.
El ayuno mencionado, tanto antes como después del nombramiento, nos muestra algo de la
persistencia, seriedad e intensidad con que deseaban obedecer al Señor. Una vez convencidos de lo
que quería de ellos, les impusieron las manos y los despidieron.
Este acto no se utilizaba como una manera de conseguir la bendición de Dios, sino como símbolo
de identificación. Al imponer las manos sobre otros, daban testimonio de que reconocían el
llamamiento especial del escogido, y deseaban ser contados como colaboradores en su ministerio.
Demostraba unidad en el trabajo del Señor.
Cuando salieron para comenzar esta misión, anunciaron la Palabra de Dios en los pueblos
cercanos. Primeramente lo hacían en las sinagogas. Al llegar a Pafos, su encuentro con Barjesús
señaló un nuevo paso en el desarrollo del programa de Dios.
54
Barjesús era un judío conocido como falso profeta que practicaba la hechicería (6). Trató de
oponerse a Bernabé y Saulo evitando que Sergio Paulo creyera. Por su lado, este procónsul pagano
quería escuchar la Palabra de Dios, porque buscaba la verdad.
Aunque era miembro del “pueblo de Dios”, este mago desobedecía la ley contra las hechicerías
(Deuteronomio 18:9–12) y se oponía al mensaje acerca del Mesías. Sin embargo, el pagano, de
quien no se esperaría interés, quería oirlo. Cuando lo hizo, Sergio Paulo confió en Jesucristo. Esta
contradicción se observa a través del resto del libro.
Las distintas decisiones que tomaron estos dos hombres, nos sirve de advertencia. El judío, que
creía ver, quedó temporalmente ciego por causa de su oposición a la Palabra de Dios. Por el contrario
el gentil, a quien los judíos considerarían ciego (Romanos 2:17–20), recibió la vista espiritual para
comprender la verdad.
Después de la confrontación con Barjesús, siguieron su viaje. Lucas eligió esta ocasión para
indicar el cambio del nombre del apóstol de la forma hebrea Saulo, a la forma griega de Pablo (13:9).
Este era un cambio lógico para el que había sido enviado a predicar la Palabra de Dios a los gentiles.
Además de esto, Lucas invierte el orden de los nombres (13:13). Hasta entonces, el primer lugar se
había dado a Bernabé, quien había sido el líder principal en este ministerio, pero Pablo había sido
quien había tomado la iniciativa para resolver la situación en Pafos, y al mismo tiempo, manifestó
la autoridad que Dios le había dado para ser líder en Su obra.
¡PENSEMOS!
La manera en que Bernabé buscó a Saulo y lo llevó consigo, nos enseña algunas
lecciones importantes en cuanto a la visión y ministerio de Bernabé (11:22–26). Sin
embargo, su reacción frente al dinamismo cada vez más destacado del apóstol Pablo fue
más notable.
Señale las características que ha observado. ¿Manifiestan estas cualidades los líderes
de la actualidad? ¿Cómo responde usted frente a una persona nueva o más jóven que está
madurando y que aspira a avanzar en la obra de Dios? ¿Qué quiere Dios que aprendamos
del ejemplo de Bernabé?
En Antioquía de Pisidia, después que Juan Marcos se retiró, Pablo y Bernabé tuvieron la
oportunidad de hablar en la sinagoga de esa ciudad (13:13–14). Los dirigentes judíos los invitaron
a hacerlo por si traían algún mensaje de estímulo (13:15).
Pablo, ahora aceptado como líder, tomó la palabra para predicar las buenas nuevas acerca de
Jesucristo. Presentó un resumen de la historia de Israel hasta el tiempo de David (13:16–22). Les
dijo que a través de todo ese tiempo, Dios había estado manifestando Su gracia a quienes no la
55
merecían. Eligió a un pueblo extranjero y sin herencia para hacerlo Suyo y sacarlo de Egipto. Los
sostuvo en el desierto por cuarenta años y después les dio la tierra como herencia. Sin embargo, la
característica más notable de la nación había sido que le resistían.
David, por el contrario, había sido un varón conforme al corazón de Dios. El quería hacer la
voluntad del Señor ante todo. De su descendencia, y de acuerdo con la promesa anunciada por medio
de los profetas, Dios levantó otro varón conforme a Su corazón que quería realizar Su deseo,
designando a este hijo de David como Salvador a Israel (13:23).
Cuando Jesús, el hijo de David, vino a hacer lo mismo que su padre había hecho, Juan preparó
el camino para El y dio testimonio de quién era (13:24–25). Sin embargo, lo rechazaron y lo
crucificaron, tal como las Escrituras decían (13:26–29).
Pablo continuó diciendo que Dios mostró Su plan de salvación, por medio de la resurrección de
Cristo, confirmando ante muchos testigos la esperanza profética que David expresó en los salmos
(13:30–37).
Finalmente, expresó que el hijo de David aprobado por Dios, era el único camino para obtener
el perdón de pecados que nunca habían podido lograr por medio del cumplimiento de la ley. Todo
aquel que confiara en Jesucristo sería declarado justo por medio de El (13:38–39).
La reacción de Israel a este mensaje era de gran importancia. Pablo les recordó la cita de
Habacuc 1:5 que profetizaba la amenaza de una invasión extranjera. Tal como en esa ocasión
histórica, ahora se acercaban al mismo peligro. Si no confiaban en El, serían juzgados por una nación
pagana que Dios enviaría contra de ellos (13:40–41).
Muchos de los circunstantes querían saber más y les pidieron que volvieran a la semana
siguiente. Se nota que los gentiles, quienes permanecían afuera, tenían más interés y entusiasmo que
la mayoría de los presentes en la sinagoga. Les rogaron que también a ellos les anunciara el mensaje
(13:42).
Aunque la congregación en general se despidió, un número de judíos y prosélitos genuinamente
interesados siguieron a Pablo para aprender más. Este les exhortó a depender de la gracia de Dios
(13:43), pues su enseñanza entraría en conflicto con la actitud de la mayoría del pueblo, que se
mantenía bajo las leyes y tradiciones de Israel. Les advirtió que la salvación no provenía de éstas,
sino de la gracia de Dios. Los que querían acercarse al Señor, tenían que reconocer esta verdad y
aceptar Su misericordia.
La siguiente semana, casi toda la ciudad se reunió de nuevo, conforme a la petición que les
habían hecho. Al ver la gran cantidad de personas, los judíos se llenaron de celos y empezaron a
oponerse a lo que Pablo decía. Por eso, los apóstoles se dirigieron en especial a los gentiles, quienes
deseaban oir las buenas nuevas acerca de Jesucristo. En esta forma, se dio a conocer la verdad en
toda esa región (13:44–49).
Una vez más, Lucas señala que se repite el mismo comportamiento anotado anteriormente:
Rechazo de los judíos 13:44–45.
56
¡PENSEMOS!
¿Cómo reaccionaron los seguidores de Cristo a la persecución? ¿Cree usted que les
gustaba sufrir? ¿Por qué respondieron así?
¿En qué manera sufrimos por Jesucristo? ¿Cómo respondemos cuando nos toca
padecer de alguna manera por Su causa? ¿Qué debemos aprender del ejemplo de Pablo y
Bernabé en esta ocasión? ¿Qué cambio de actitud hace falta de nuestra parte?
Después de visitar las ciudades señaladas, regresaron por las congregaciones que se hallaban en
cada lugar. Al pasar por estos pueblos donde ya habían sufrido persecución, intentaron animar a los
creyentes y exhortarles a permanecer fieles en cuanto a lo que habían creído. A la vez, les advertían
de los padecimientos que iban a pasar por causa de la fe. Por último, nombraron ancianos para cada
iglesia y oraron con ellos, encomendándoles al Señor (14:21b–23).
Cuando llegaron de nuevo a Antioquía, reunieron a los hermanos que los habían enviado. Les
informaron de lo que Dios había hecho y cómo había realizado Su obra entre los gentiles (14:24–
28).
58
A raíz de este viaje, surgió un nuevo conflicto en cuanto al trabajo entre ellos. Habiendo decidido
antes que Dios los había aceptado para formar el nuevo pueblo, ahora tenían que definir cómo se
haría esto. Los judaizantes seguían insistiendo en que tenían que ajustarse a la ley para ser salvos,
exigiendo que fueran circuncidados. Por eso, se reunió un concilio en Jerusalén para decidir qué
actitud adoptarían. El informe de esta reunión, clave para el desarrollo de la iglesia, se presenta en
Hechos 15.
¡PENSEMOS!
Aunque cada lugar donde la iglesia se establece es distinto y tiene sus propias
características, el ministerio de Pablo y Bernabé presenta una estrategia válida para
principiar cualquier obra misionera. Repase estos dos capítulos y haga una lista de los
pasos que tomaron para establecer las nuevas iglesias.
¿Seguimos este ejemplo en nuestro ministerio hoy día? ¿Qué cambios podrían
ayudarnos a hacer una obra más eficaz? ¿Qué cosas podría hacer usted, o su iglesia, para
conformarse mejor a este patrón bíblico?
9
El Debate acerca de los Gentiles
Hechos 15:1–35
¿Qué tengo que hacer para ser salvo? Esta pregunta ha despertado el interés general y ha
provocado las discusiones más fervorosas dentro de la iglesia desde los primeros días de su historia
hasta la fecha. Siempre ha habido buen número de legalistas que quieren exigir como requisito la
obediencia a la ley mosaica, o a otra lista de reglas. La controversia nunca ha sido más intensa que
al inicio de la iglesia, cuando Dios abrió la puerta a los gentiles. Los judíos se resistieron, tratando
de imponerles las normas que ellos seguían antes de reconocerlos como creyentes auténticos.
Aunque la cuestión había sido resuelta por revelación divina a Pedro, el trasfondo de muchos
creyentes siguió causando problemas. Al principio, la discusión se concentró en cómo podían ser
salvos. Si los gentiles no tenían que convertirse en prosélitos ¿qué condiciones eran indicadas?
El debate presentado en Hechos 15 obligó a la iglesia a considerar formalmente si la obediencia
a la ley del Antiguo Testamento era indispensable para la salvación o no. Algunos insistían en que
se circuncidaran y siguieran la ley de Moisés. Este tema llegó a la atención de los apóstoles a raíz
del primer viaje misionero, cuando el nuevo pueblo se extendió a las naciones paganas debido al
ministerio de Pablo y Bernabé. El concilio de Jerusalén fue convocado con este objeto.
59
¡PENSEMOS!
Aunque no tenemos que enfrentarnos hoy día a los judaizantes, no faltan los legalistas
que quieren imponernos alguna otra norma. ¿Cuáles son algunas? Al seguir con el estudio
de este debate histórico, tome nota de los principios señalados que se pueden aplicar a
situaciones actuales.
habían creído que sólo ellos podían considerarse como tales. Sin embargo, aun los profetas del
Antiguo Testamento habían anticipado este aspecto del plan divino.
Después citó la profecía que se encuentra en Amós 9:10–11 donde se dice que vendría un día en
que los gentiles buscarían al Señor y serían identificados con Su nombre. Jacobo no quería decir
que ésta ya se había cumplido; sino que la salvación de los paganos concuerda con esta predicción
de la edad mesiánica. Ellos serían bendecidos, sin tener que convertirse en prosélitos judíos. Desde
el principio, su salvación había sido incluida en el plan divino (15:15–18).
Finalmente, propuso que los dejaran en paz. No debían ser restringidos por la iglesia, pues Dios
mismo no lo había hecho (15:19). No obstante, recomendó que les escribieran, pidiéndoles que no
anduvieran de una manera ofensiva para los judíos, especialmente aquellos que se reunían en las
sinagogas para escuchar la lectura de la ley de Moisés. Asimismo, mencionó algunas sugerencias
específicas para evitar que fueran tropiezo (15:20–21).
El pueblo gentil se sintió agradecido y gozoso por la respuesta que habían recibido a su inquietud
espiritual. Su fe aumentó al contar con el apoyo de los líderes de la iglesia en Jerusalén. Los enviados
especiales se quedaron por un tiempo, y cuando llegó el día de regresar a casa, uno decidió
permanecer en Antioquía para colaborar allí. Pablo y Bernabé siguieron enseñando la Palabra de
Dios y evangelizando a muchos otros. De esta manera, la obra siguió avanzando por medio del
competente liderazgo que Dios había dado a Su iglesia.
62
¡PENSEMOS!
¿Acerca de la iglesia?
10
El Segundo Viaje Misionero
Hechos 15:36–18:22
Pablo y Bernabé decidieron visitar las nuevas congregaciones en un segundo viaje. En él, se
muestra la manera en que los creyentes del primer siglo aceptaron la decisión del concilio celebrado
en Jerusalén. Los evangelistas llevaron estas buenas nuevas a los pueblos gentiles de todo el mundo
conocido. Además, el autor aprovecha para relatar el desarrollo histórico de la iglesia y cómo
aumentó la persecución, especialmente de parte de los judíos, pero también de los paganos.
llevándolo con ellos, pues consideraba que el trabajo era para el Señor y no deseaba malgastar el
tiempo con alguien que ya había mostrado su falta de madurez e inconstancia en la obra.
Bernabé tenía otra perspectiva. Reconocía la capacidad y potencial de Marcos para el ministerio
y quería que viajara con ellos. Como siempre, mostraba su carácter, deseoso de invertir el tiempo
necesario para animar a otros a realizar la tarea que Dios quería. La desaveniencia entre Pablo y
Bernabé fue tan fuerte, que decidieron separarse.
No se critica a estos dos varones de Dios en el libro. La única referencia al problema es la
expresión “tal desacuerdo”, que en el idioma original indica una discusión fuerte, inconveniente
para la buena realización de la obra de Dios. Cada uno tenía un punto de vista razonable y válido.
Sin embargo, no se basaban en el amor. Este último debía sobrepasar el conocimiento (1 Corintios
8:1–3), pero en este caso no fue así.
Dios utilizó esta falta de entendimiento entre los dos líderes para llevar a cabo Su propósito. El
ministerio de Pablo resultó fructífero; y después, él mismo dio testimonio del valor de Marcos en la
obra, confirmando así que Bernabé había tenido razón en su iniciativa (Colosenses 4:10–11; 2
Timoteo 4:11).
A raíz de la diferencia con Bernabé, Pablo eligió a Silas como compañero y volvió a visitar las
mismas iglesias que había fundado con el fin de fortalecerlas. No quería que nadie viniera a destruir
la obra que él había iniciado y que tanto amaba.
¡PENSEMOS!
Describa alguna ocasión en que usted haya observado a dos hermanos en Cristo luchar
por convicciones válidas pero violando la ley del amor. ¿Qué resultados hubo? ¿Qué debían
haber hecho? ¿Qué lección debemos aprender de tales casos?
Este caso presenta algunas características de interés. Habrá que recordar que Timoteo no era
gentil, sino hijo de madre judía y padre griego. Por esta causa, desde la perspectiva judía, era peor
que gentil, por ser considerado “contaminado”.
¡PENSEMOS!
En la actualidad, las exigencias legalistas y los conflictos entre hermanos no son iguales
a los del tiempo de Pablo, pero siempre encontramos casos semejantes. ¿En qué forma se
manifiestan? ¿Cómo debemos responder frente a tales situaciones? ¿Por qué?
También vale la pena observar el impacto que tuvo en la familia la decisión de este hombre. En
muchas ocasiones, se observa en la Biblia que el compromiso adoptado por el padre ha acarreado
bendición a todos los suyos (Josué 24:15; Lucas 19:9; Hechos 10:2; 11:14; 18:8; y otros). Como
padres, debemos comprometernos con el Señor de tal modo, que nuestra familia decida seguirnos
para identificarse con el mismo Dios.
Pablo siguió su viaje dirigiéndose a Tesalónica, donde había una sinagoga, predicando las
buenas nuevas acerca de Cristo. Algunos judíos y muchos gentiles aceptaron su mensaje (17:1–4).
Al ver la cantidad de personas que confiaron en Cristo, los judíos se pusieron celosos. Debido a
ello, iniciaron un alboroto contra Pablo. Una vez más, mientras los paganos recibían la verdad, los
judíos se resistían a ella y trataban de impedir la predicación (17:5–9; 1 Tesalonicenses 1:5–3:7).
Al ser liberado, Pablo salió hacia Berea. Los judíos allí querían escuchar la verdad, y muchos
creyeron (17:10–12). Sin embargo, cuando los judíos de Tesalónica oyeron que Pablo estaba allá,
fueron para agitar las multitudes en su contra (17:13–15).
En el centro cultural pagano de Atenas, Pablo estaba protegido de la oposición de los judíos,
pero enfrentó otra clase de resistencia. Conoció allí a los filósofos más prominentes de la época,
quienes se burlaban de él, pero que sin embargo, estaban dispuestos a escuchar cualquier propuesta
novedosa, porque a eso dedicaban todo el tiempo. Atendieron a todo lo que Pablo presentó, pero lo
tomaron como una “nueva idea religiosa” (17:16–21).
Pablo predicó el mensaje del único Dios verdadero, diciéndoles que no era un ídolo; sino una
persona. El había pasado por alto la necedad de los hombres y les invitaba a arrepentirse y entregarse
a El. Si no lo hacían, cambiando sus conceptos equivocados para acercarse al Dios verdadero, serían
juzgados por aquel que El había levantado de entre los muertos (17:22–31).
Aunque desde la perspectiva de Pablo lo más importante era enseñar cómo debía ser la relación
del hombre con el Dios verdadero del universo, para los filósofos griegos lo más difícil de entender
fue la resurrección y algunos se mofaron. Otros le dijeron que estarían dispuestos a escucharle más
adelante. Sólo unos pocos de estos intelectuales creyeron. Observe que para entonces ya habían
dejado de predicar a los judíos fieles que esperaban la venida del Mesías. Por lo tanto, ya no eran
67
multitudes las que creían. En el mundo pagano, parecido al nuestro, sólo una parte relativamente
pequeña se interesa en el evangelio de Jesucristo. En general, muy pocos están dispuestos para
aceptar las buenas nuevas de salvación (17:32–34).
Desde Atenas, Pablo continuó hasta llegar a Corinto donde se quedó por un año y medio. Allí
conoció a Priscila y Aquila, con quienes se unió para colaborar en la fabricación de carpas para
ganarse la vida. Ellos estaban en Corinto por causa de la persecución religiosa de los judíos
instrumentada a través de los romanos y habían sido expulsados de Roma (18:1–3).
Durante esa época, Pablo se dedicó a anunciar en la sinagoga que Jesús es el Cristo. Cuando los
judíos rechazaron el mensaje, se volvió a los gentiles. Una vez más, Lucas anota que, quienes debían
regocijarse por causa de las buenas nuevas, las rechazaban, mientras que los paganos las aceptaban.
Por eso, el apóstol hizo un acto simbólico de rechazo contra ellos también. Les dijo que si no se
consideraban dignos del evangelio, entonces iría a quienes sí deseaban escuchar la Palabra de Dios
(18:4–6).
A pesar de la aversión que había contra los evangelistas en general, su ministerio fue recibido
por unos pocos judíos individualmente y por muchos otros ciudadanos de Corinto (18:7–8). Dios
les prometió que a pesar de la oposición, siempre les protegería (18:9–11).
Esta afirmación divina se confirmó cuando los judíos intentaron tomar acción legal contra Pablo.
El gobernador rehusó involucrarse en una discusión que sabía era un debate religioso interno. Se
mantuvo firme aun cuando golpearon a un líder de la sinagoga frente a él. Su posición al respecto
demostró que según él, no había hecho nada ilegal ni digno de condenación (18:12–16).
En vía de protesta, tomaron a Sóstenes, el encargado de la sinagoga y lo golpearon para llamar
la atención de Galión, el procónsul. Sin embargo, éste no hizo caso. Podemos preguntarnos por qué
tomarían a uno de su propios líderes. Dos motivos pueden sugerirse: Sóstenes había permitido que
Pablo predicara en la sinagoga y más adelante se identifica como seguidor de Cristo en la carta a la
iglesia que el apóstol mandó al mismo pueblo (1 Corintios 1:1). Los judíos estaban preocupados
porque veían que varios de sus dirigentes se convencían y abrazaban la nueva fe (18:17).
Al salir de Corinto, Pablo regresó a Antioquía dando por terminado el turbulento segundo viaje
misionero. Mientras tanto, la persecución iniciada contra Pablo durante esa visita siguió afligiendo
a las iglesias que él fundó en las ciudades mencionadas.
¡PENSEMOS!
Al considerar los eventos de este viaje, ¿qué lecciones podemos aprender que debamos
aplicar a nuestra vida?
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11
El Tercer Viaje Misionero
Hechos 18:23–21:16
Después de pasar un tiempo en Antioquía, Pablo salió para emprender un tercer viaje con el
propósito principal de fortalecer a las iglesias. Visitó primero las regiones de Galacia y Frigia
(18:23).
Cuando Pablo investigaba su posición, dio por sentado que ya habían creído (19:1–2). Sin
embargo, admitieron que no habían oído nada en cuanto al Espíritu Santo, aunque debían haberlo
sabido, porque esta verdad se enseñaba en el Antiguo Testamento (Isaías 48:16; Joel 2:28–29;
Salmos 139). No obstante, nada conocían acerca de Su venida en Hechos 2. Por lo tanto, sería mejor
traducir su respuesta de la siguiente manera: “Ni siquiera hemos oído que el Espíritu Santo está
presente”. No estaban enterados de Su llegada.
Entonces les preguntó en cuanto a su bautismo, que era la profesión pública para identificarse
con alguna persona o movimiento religioso. Quería averiguar con qué grupo se habían afiliado. Ellos
respondieron que lo habían hecho con Juan y sus seguidores (19:3). Pablo procedió a explicarles
que el bautismo de Juan era para arrepentimiento y para prepararles para la llegada del Mesías
(19:4). A continuación, les enseñó a confiar en Jesús como su Salvador.
Se puede pensar que la explicación de Pablo a este grupo de discípulos fue bastante corta. Es
probable que después les enseñó más exactamente sobre la venida del Espíritu Santo.
Cuando escucharon este mensaje, se dieron cuenta de que algo les faltaba y decidieron bautizarse
para unirse a Jesús y Su nuevo programa (19:5–6). Una vez más, Lucas comprueba que son los
verdaderos seguidores de Jehová los que quieren oir la verdad, la reconocen, y confían en Jesucristo.
Pablo les impuso las manos para señalar su identificación y para demostrar que habían sido
aceptados por Dios. El Señor confirmó esto por medio de una manifestación externa del Espíritu
Santo, enviándolo sobre ellos, tal como había hecho con los demás anteriormente. Esta no constituyó
una nueva venida, sino la extensión de la primera para incluirlos a ellos.
Fue en esta ocasión que el don espectacular de lenguas se evidenció por última vez en el libro
de Los Hechos, para confirmar que Dios aceptaba a los discípulos de Juan como parte del nuevo
pueblo. ¿Por qué sería necesaria esta señal en este caso? ¿No eran éstos judíos también? Obviamente
sí. Sin embargo, el sello divino tuvo otro propósito.
Al repasar la historia de la venida del Mesías, se nota que ésta principió con el nacimiento
milagroso de Su precursor, Juan el Bautista. Así que la transición que resultó en la formación de la
iglesia, en realidad empezó con Juan, pasando por la vida, ministerio y rechazo de Jesús, y
terminando con la formación de ésta. Cuando Pablo llegó a Efeso, finalmente se habían unido todos
los elementos que la constituían.
El “equipo de transición”, compuesto por Juan y sus discípulos, había terminado su tarea y ya
no hacía falta. Por eso, Dios permitió su disolución. De aquí en adelante, quienes habían participado
en ese ministerio pasarían a formar parte íntegra del cuerpo de Jesucristo.
La mención especial que hace Lucas de las cuatro ocasiones en que las lenguas evidenciaron la
voluntad de Dios, no quiere decir que su aparición se limitara a esas veces. El apóstol parece indicar
en 1 Corintios 14 que se manifestaron con ese mismo fin en otros momentos. Sin embargo, Lucas
sólo se refirió a ellas cuando eran necesarias para enseñar a los judíos, a los apóstoles, o a la iglesia
en general, que Dios admitía la incorporación de un nuevo grupo a Su pueblo.
El don de lenguas confirmó la aprobación divina para:
1. El establecimiento del nuevo pueblo y la incorporación de los judíos fieles Hechos 2:1–41.
2. La admisión de los samaritanos 8:14–17.
3. La aceptación de los gentiles 10:34–48.
4. La incorporación de los discípulos de Juan 19:1–7.
Después de tratar el caso de los discípulos de Juan, Pablo volvió a dirigir su atención a la
predicación en la sinagoga. Pero cuando los judíos se endurecieron y opusieron a él, prefirió ir de
nuevo a los gentiles, quedándose en Efeso dos años más, donde muchos decidieron confiar en Cristo.
¡PENSEMOS!
¿Cómo resultó este caso para los hijos de Esceva? ¿Cómo afectó a los que se dieron
cuenta? ¿Cuál fue la reacción posterior de los cristianos? ¿Qué debemos hacer nosotros?
Persecución 19:21–41
Por aquel tiempo, Pablo decidió ir a Jerusalén y empezó a planear su viaje (19:21–22). Mientras
estaba en Efeso, algunos de los fabricantes de ídolos se dieron cuenta de la amenaza que
representaba para su negocio. Su interés no estaba provocado por el celo sincero de su religión, sino
por la pérdida que representaba (19:25). Por eso, agitaron el pueblo y empezaron un alboroto,
trayendo una reacción demasiado exagerada (19:23–41).
Había mucha confusión, de manera que algunos ni sabían de qué se trataba. Tomaron a
Alejandro de entre la multitud porque era judío. Los devotos paganos no podían distinguir entre los
dos grupos de judíos presentes. Sólo se imaginaban que ninguno apoyaba la adoración de Diana y
por lo tanto, eran una amenaza a su religión.
Después de dos horas de trifulca, el funcionario municipal responsable se dirigió al pueblo para
llamarles al orden. Les mostró que su conducta era precipitada e inconveniente. Les advirtió que
podrían ser acusados formalmente ante Roma por causa de ella. Debían aprovechar los recursos
legales disponibles para demandar a los seguidores de Cristo, si es que eran culpables. Lucas utilizó
las palabras del escribano para demostrar que todo era una injusticia. No había causa que perseguir.
Al finalizar el alboroto, Pablo reanudó sus preparativos para visitar Macedonia y Grecia para
después seguir a Jerusalén. Dejó Efeso para ministrar en esas regiones, donde se quedó
aproximadamente tres meses. Cuando estaba listo para continuar, cambió sus planes y regresó por
los mismos lugares para evitar caer en un complot preparado por los judíos.
Mientras viajaba, predicó en Troas también. Uno sólo de sus mensajes se prolongó hasta la
medianoche. Sucedió que un joven, sentado en una ventana del tercer piso, se quedó dormido por el
cansancio, cayendo de ella y muriendo. Pablo demostró el poder de Dios al resucitarlo.
Reconociendo que tal vez le fuera imposible regresar a Efeso, aprovechó la oportunidad para
animar a los ancianos de esa iglesia mientras se quedaba en Mileto. Les urgió a que cuidaran
fielmente del rebaño que Dios les había encomendado y que lo protegieran de los lobos rapaces que
entrarían por en medio de ellos buscando la oportunidad de dañarlos.
Por dondequiera que iba, Pablo escuchaba rumores de que iba a ser arrestado cuando llegara a
Jerusalén. Sin embargo, se sentía obligado por el Espíritu Santo a ir. Dios le había revelado Su plan
y él estaba dispuesto a obedecer, sin importar el costo personal (20:22–24).
¡PENSEMOS!
Estudie Hechos 20:22–24; 21:11–14; 9:15–16 y 23:11. Haga una lista de las cosas que
apoyan ambos puntos de vista. Tenga cuidado para poder distinguir entre las palabras del
Espíritu Santo y los deseos humanos. ¿Qué opina al respecto? ¿Qué debemos aprender del
ejemplo de Pablo?
72
Pablo afirmó que su deseo mayor era cumplir fielmente el ministerio que Dios le había dado
(20:24), y en muchas ocasiones advirtió a otros sobre la importancia de obedecer al Señor antes que
otra cosa. Desobedecer ahora habría sido una evidencia, que se conocería desde Grecia hasta
Jerusalén, de que no hacía lo que enseñaba, o de abierta rebelión. En todo tiempo, dio muestras de
estar sujeto a la voluntad de Dios.
¡PENSEMOS!
Siguiendo su camino con destino a Jerusalén, se quedó para colaborar en la obra en Tiro. Allí
también el Espíritu Santo le reveló lo que le esperaba adelante. Interpretaron la profecía como una
advertencia para que no fuera. Sin embargo, esto sólo reflejaba su deseo de proteger al apóstol y
conservarlo con ellos.
En ese lugar, se repitió la misma profecía: Pablo sería maniatado y entregado a los gentiles. Por
causa de esa predicción, sus amigos le pidieron que no siguiera su viaje (10–12). Sin embargo,
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estaba decidido obedecer a Dios, aunque le costara la vida. Debido a su compromiso, negó sus
propios deseos y los de sus amigos y compañeros, y continuó a Jerusalén (13–16).
¿Estaríamos nosotros dispuestos a pagar semejante precio por obedecer al Señor?
12
El Camino a Roma
Hechos 21:17–28:31
Aun antes de la llegada de Pablo a Jerusalén, se hizo evidente que en realidad su destino final
era Roma. El apóstol sabía de antemano que iba a ser encarcelado, sin embargo siguió adelante,
seguro de que estaba haciendo la voluntad de Dios. Durante el viaje y ya en Roma, siguió dando
testimonio acerca de Jesucristo. Este era el propósito para el cual Dios lo había llamado (Hechos
9:15–16).
Su Detención 21:17–36
Cuando llegó a Jerusalén, antes que nada, rindió su informe a los ancianos en cuanto al trabajo
realizado entre los pueblos paganos que Dios le había señalado (21:17–20a). Estos estaban
preocupados porque algunos creyentes habían oído que Pablo animaba a los judíos a convertirse en
gentiles y no hacer caso de la ley mosaica (21:20b–22).
Para demostrar que las acusaciones eran falsas, Pablo se identificó con algunos que por ese
entonces estaban practicando un voto voluntario a Dios y se purificó con ellos conforme lo marcaba
el Antiguo Testamento (21:23–26). En este caso, la ley se usó con el fin de demostrar lo que es justo
ante Dios; no para hacer méritos delante de El.
Estos hombres eran creyentes auténticos, interesados en llevar un estilo de vida correcto, acorde
con la justicia que Dios requiere y que la ley revela. Obedecían ésta última para demostrar que el
Señor estaba obrando en sus vidas, no para justificarse delante de El. Por lo tanto, Pablo no estaba
adaptando sus principios cristianos a las circunstancias para ganar la aprobación de ellos (compare
Hechos 15, 16:1–5; y Gálatas con Hechos 21:24–25).
¡PENSEMOS!
74
¿Cuáles son los principios en cuanto a la vida cristiana que Pablo aplicaba en este caso?
¿Cuáles podríamos usar nosotros hoy?
Parece que el pasaje se refiere a dos actividades distintas: la purificación de los cuatro hombres
y la de Pablo. Probablemente los primeros habían hecho un voto de nazareo semejante al
mencionado en Hechos 18:18. Según la tradición de los rabinos, éste tenía que observarse durante
treinta días y concluía con la presentación de un sacrificio (Números 6:13–21). Se permitía que otras
personas apoyaran a los participantes pagando sus gastos como un acto de piedad. Es difícil que los
cuatro participaran en el acto de limpieza de Pablo, porque todos tendrían que haberse contaminado
exactamente una semana antes en la misma fecha.
La segunda podría ser que, como Pablo acababa de viajar por territorio gentil, estaba considerado
como inmundo. Antes de tomar parte en cualquier acto religioso en Jerusalén, necesitaría hacer un
rito de limpieza por una semana, que requeriría de la purificación con agua al tercero y séptimo días.
Tal vez el apóstol había entrado al templo con el fin de informar a los sacerdotes de sus intenciones
de llevar a cabo estos dos actos.
Cuando los judíos supieron que Pablo estaba en el templo, incitaron al pueblo acusándole de
predicar contra Israel, la ley y el templo. También le echaron en cara que permitía que los griegos
entraran al santuario (21:27–29).
La primera parte era parcialmente cierta. Efectivamente había anunciado que Dios iba a dejar
de lado a Israel; profetizaba el fin de la ley y la destrucción del templo. Sin embargo, Pablo estaba
a favor del pueblo porque siempre promovía una perspectiva correcta en cuanto a la ley y el uso
santo del templo, que sus detractores habían pervertido. El infundio en cuanto a los griegos era
totalmente falso; no dejaba de ser una suposición que no había sido investigada ni comprobada.
Debido a la violencia que desató la multitud en su intento por matar a Pablo, el comandante
militar intervino para arrestarlo y averiguar los alegatos en su contra. Estaban viviendo días difíciles
de gran tensión con Roma. El funcionario deseaba mantener la paz, por eso optó por detenerlo. No
comprendía de qué lo acusaban, pero lo que quería era evitar mayores problemas. Sin embargo,
concedió a Pablo el derecho de hablar para defenderse (21:30–36).
Su Defensa 21:37–23:10
Su Salvación 23:11–35
Frente a estas intenciones, Pablo necesitaba el estímulo de una revelación divina. Así lo hizo
Dios, para asegurarle de Su protección hasta que Ilegara a Roma para que diera testimonio allí
también (23:11). Este cuidado divino se evidenció además cuando los “representantes de Jehová”,
hicieron un complot para matarle. El plan fue descubierto y Pablo fue llevado de noche hasta Cesarea
donde podrían protegerlo mejor (23:12–24).
El comandante escribió una carta para explicar a Félix por qué lo estaba enviando. En ella,
presenta testimonio claro de lo que opinaba del proceso. Habiendo escuchado todas las evidencias,
concluyó diciendo que “Pablo no había hecho nada digno de muerte o de prisión”. Además, tenía
miedo de que los judíos cometieran algún acto ilegal para eliminar a Pablo. ¡Qué testimonio más
impresionante para los respetados líderes del “pueblo elegido de Jehová” ante los gobernantes
romanos! (23:25–35).
Mientras la causa legal contra Pablo continuaba, se hacía cada vez más obvio que no había
cometido ningún crimen que mereciera ser castigado. Sin embargo, la oposición siguió creciendo.
Lucas relata un resumen del procedimiento seguido contra él en Cesarea.
¡PENSEMOS!
Lea el relato del proceso en contra de Pablo en Cesarea contenido en Hechos 24:1–
26:32. Señale brevemente los elementos principales en cada audiencia:
¿Qué nos enseñan estos relatos acerca de las acusaciones dirigidas contra Pablo?
¿Qué nos dicen en cuanto a su culpabilidad?
Pablo respondió que sus dichos no tenían fundamento. Jamás había debatido con nadie en
Jerusalén ni mucho menos había provocado un alboroto (12). La única queja que podían presentar
contra él tenía que ver con su manera de adorar a Dios, pero esto estaba permitido por la ley (13–
16). Continuó diciendo que algunos judíos de Asia le habían acusado de actividades prohibidas y
estos dirigentes les habían creído. Sin embargo, los detractores originales no estaban presentes (17–
20).
Felix reconoció que no había ninguna base para castigar a Pablo. No obstante, amplió el plazo
para analizar las pruebas, tratando de agradar a los judíos o tal vez de ganar un soborno de parte de
alguno de los contendientes. Así que mantuvo a Pablo en prisión por dos años sin llegar a condenarle
de ningún crimen (21–27). El trato que se le concedió demuestra que era inocente, pues no era la
forma en que se manejaba a un provocador de alborotos (23).
En la Nave 27
Normalmente en estos viajes, los soldados romanos abusaban de su autoridad y maltrataban a
sus prisioneros. Sin embargo, en el que iba Pablo a Roma, éste se ganó la amistad y confianza del
centurión que estaba al mando. Cuando el barco se encontró en problemas, tomó muy en cuenta la
revelación profética hecha al apóstol en cuanto a su destino, para tomar las decisiones indicadas. Su
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consejo les salvó del naufragio, y al final, la vida. Lucas menciona este incidente como una evidencia
más de la inocencia de Pablo, además que ninguno de los jueces lo había considerado culpable.
En Malta 28:1–15
Mientras estaban en la isla de Malta, testificó con eficacia también. Cuando una serpiente
venenosa lo mordió, todos esperaban que muriera, pues consideraban que debía haber cometido un
crimen tremendo. No obstante, Pablo fue salvado por Dios y sobrevivió. Al observar este milagro,
todos cambiaron de opinión y en lugar de considerarle un delincuente peligroso, le reconocieron
como un dios. Asimismo, sanó a algunos enfermos, y gracias a su ministerio, todos los prisioneros
recibieron buen trato.
Por fin, después de tres meses en la isla, siguieron a Roma. En esa ciudad también llegó a ser
obvio que Pablo había sido condenado por causa de Jesucristo, no por algún delito que hubiera
cometido y nuevamente obtuvo la confianza del centurión y bastante libertad personal para predicar
mientras esperaba su sentencia (28:16).
Según la ley, si los acusadores vivían fuera de Italia, tenían que presentarse dentro de los
siguientes dieciocho meses para continuar con el juicio, pero en esta ocasión se hizo evidente que
no iban a llegar (28:17–31). Por eso, según su carta a los Filipenses, Pablo expresó que esperaba
que le soltarían dentro de poco (2:24).
Mientras tanto, siguió predicando el evangelio en Roma. Los judíos representantes de su nación,
estaban divididos en cuanto al mensaje de Jesucristo. Debido a que no podían decidirse a seguirle
como su Salvador, Pablo los dejó y se dedicó a predicar a los gentiles (28:23–29). Entendía que su
ceguera espiritual era el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. No aceptaban el
mensaje porque no lo querían oir. Por eso, Dios haría un pueblo nuevo entre los gentiles que
quisieran escuchar la verdad.
Finalmente, el gobierno pagano romano es presentado como un instrumento de Dios,
permitiéndole hacer lo que los judíos, “el pueblo elegido de Dios”, habían querido frenar. En Roma,
pudo predicar libremente la Palabra de Dios a todos los que llegaban a escucharle. Así, la obra de
Dios continuó a pesar de la oposición judía (28:30–31).
¡PENSEMOS!
79
Cuando Lucas se sentó a escribir esta historia, se dio cuenta del paso rápido de los años y del
significado importante de las grandes obras de Dios que había presenciado durante sus años de
ministerio en la iglesia. El Mesías había sido rechazado por lo judíos. Inclusive lo habían
crucificado. Sólo los despreciados de la sociedad estaban dispuestos a confiar en El como su
Salvador. Un nuevo pueblo se había formado entre éstos. Pablo había viajado a varias naciones
paganas predicando el evangelio y ya había terminado sus tres viajes misioneros. Los apóstoles
estaban muriendo, la mayoría por causa de las distintas olas de persecución que afectaban a la
iglesia. La aflicción de los demás se intensificaba cada vez más, y tenían que poseer un fundamento
firme para mantenerse fieles frente a tan grandes sacrificios. Tenían que conocer su origen.
Ese fue el objetivo de Lucas al escribir su documento sobre lo que había oido. Esperaba que la
comprensión del trasfondo de la iglesia les animara a resistir la aflicción y les motivara a seguir
adelante. Les proporcionó un informe de cómo se había desarrollado la iglesia y les relató cómo
Dios había obrado para formar Su nuevo pueblo.
El eje central de la historia es la presencia del Espíritu Santo, quien vino a formar un nuevo
pueblo entre los despreciados que reconocían a Jesucristo como su Salvador. Su venida les dio poder
para ser testigos, primero en Jerusalén, despues en Judea y Samaria y finalmente, hasta lo último de
la tierra (1:8). Este versículo presenta el bosquejo del libro.
El libro de los Hechos no intentó presentar la historia completa, ni mucho menos un compendio
doctrinal que sirviera como norma para la iglesia a través de los siglos. El propósito del autor era
confirmar a los hermanos en cuanto a la fe que se les había enseñado. Por lo tanto, se vio obligado
a señalar los puntos de mayor importancia en su desenvolvimiento, dando un énfasis especial a las
transiciones principales y al significado de cada una:
* La resurrección y ascensión del Señor.
* La venida del Espíritu Santo.
* La incorporación de los judíos a la iglesia.
* La incorporación de los samaritanos a la iglesia.
* La incorporación de los gentiles a la iglesia.
* La definición del método de salvación de los gentiles.
* La incorporación de los discípulos de Juan en la iglesia.
* El rechazo definitivo del Mesías por parte de los judíos.
* La respuesta positiva al evangelio de parte de los gentiles.
Al comprender la grandeza de la obra de Dios al formar este nuevo pueblo conforme a Su
voluntad y a través de Sus portavoces, los hermanos afligidos debían sentir un gran estímulo para
seguir adelante confiando en el Señor. Esa era la esperanza del autor. Ese debe ser también el
resultado el día de hoy, al entender lo que Dios ha realizado en la formación de Su iglesia.
¡PENSEMOS!
Identifique dos o tres principios prácticos que pueda aplicar en su vida y que Dios
le haya enseñado por medio del estudio de Hechos. ¿Qué pasos debe dar para ponerlos
por obra?