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NUEVA VISITA A LA HIPOTETIZACIÓN, LA CIRCULARIDAD Y LA


NEUTRALIDAD: UNA INVITACIÓN A LA CURIOSIDAD*

Gianfranco Cecchin MD**


Sistemas Familiares 1989

Este ensayo examina los principios sistémicos guía de la


neutralidad, hipotetización y circularidad, históricamente
desarrollados por el Equipo de Milán, compuesto por Selvini-
Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata (12,13). Con la reorganización
de estos miembros del equipo (ver 11 para el resumen de la
divergencia, entre el equipo de entrenamiento encabezado por
Cecchin y Boscolo), han evolucionado diferentes reconstrucciones
de los principios sistémicos originales: Ahora se hizo posible una
nueva comprensión de los conceptos de circularidad,
hipotetización y neutralidad, dada la epistemología sistémica en
la que se asentaba el temprano Modelo de Milán. Sin embargo, cabe
enfatizar que las ideas presentadas en este ensayo están
mayormente asociadas con el trabajo sistémico del equipo de
Cecchin y Boscolo.
Family Process 26:405-413,1987
A lo largo de los años, numerosas discusiones destacaron convincentemente
que es imposible permanecer neutral respecto del lenguaje. Todo
comportamiento, incluyendo el lenguaje, tiene una carga política. Cualquier
acción particular ayuda a organizar y restringir los posibles patrones de la
interacción social (15). Dicho de otro modo, el comportamiento de uno está
siempre en relación con el comportamiento de otros, “actuamos en relación”.

*Este artículo ha sido previamente publicado por Family Process. Vol 26, N4 diciembre, 1987,
pag.405-413, Traducción revisada por Cecile R. Herscovici.
**Co-Director, Centro Milanese di Terapia della Famiglia, Via Leopardi 19, 20123, Milano Italia

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La neutralidad
Aceptando nuestra inhabilidad de actuar en forma neutral y no-política, el
término de “neutralidad” fue originalmente usado para expresar la idea de
evitar activamente la aceptación de cualquier posición dada como siendo mas
correcta de otra. De este modo, la neutralidad fue empleada para ayudar
a orientar al terapeuta hacia una epistemología sistémica. Sin embargo, el
resultado fue que muchos terapeutas consideraron la neutralidad como el
cultivo de una posición de no-involucramiento, de no tener opiniones fuertes,
de no asumir responsabilidades cuando era necesario –o sea, cultivar la
posición fría e indiferente de un relativista.

Para evitar la trampa de sobresimplificar la idea de la neutralidad, propongo


describirla como la creación de un estado de curiosidad en la mente de un
terapeuta. La curiosidad lleva a la exploración e invención de puntos de vista y
movimientos alternativos, y los diferentes puntos de vista y movimientos
engendran curiosidad. En esta forma recurrente, la neutralidad y la curiosidad
se contextualiza la una a la otra en un compromiso para con las diferencias
evolutivas, con el concomitante distanciamiento de cualquier posición
particular.
El uso de algunos conceptos centrales de Maturana puede asistirnos en esta
revisión lingüística del significado de neutralidad. La enseñanza, el
entrenamiento y la terapia los contextos que utilizan el lenguaje, creando y
orquestando descripciones (8). Algunas veces nuestras descripciones sugieren
una explicación lineal que toma la forma “causa- efecto”. Estas descripciones
lineales se convirtieron en la manera habitual de mirar el mundo. Esto no es
necesariamente problemático; reconocemos con facilidad que el pensar lineal
puede ser útil en una situación apropiada.
Por ejemplo, cada vez que tratamos de explicar nuestro comportamiento,
encontramos, típicamente, que las descripciones causales son las mas
satisfactorias: “Llegue tarde a nuestra cita porque estaba enojado contigo”. Esta
declaración, falsa o verdadera, tiene poca importancia para la mayoría de
nosotros en nuestra interacción diaria. El criterio que generalmente aplicamos
en esta situaciones es el dela utilidad. A nivel pragmático, generalmente nos

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interesa más la utilidad de nuestra explicación acerca de nuestro


comportamiento que su valor como verdad.
Aquí, la utilidad se refiere al potencial para dar una explicación a fin de que
nuestro mundo (nuestras interacciones) nos sean comprensibles, tal vez para
ayudarnos a cambiar o, por lo menos, comprender el cambio o la falta del
mismo. Sin embargo, el problema en que, históricamente, hemos empeñado la
distinción entre utilidad y verdad. Lo útil es lo que la comunidad llega a creer
que es verídico.
Como clínicos deberíamos aceptar las explicaciones lineales siempre que no
creamos en ellas, porque este tipo de orientación descriptiva del mundo, de
causa y efecto, no nos ayuda a construir un marco de curiosidad. Las
explicaciones lineales, tal como lo demostró Bateson (1), tienen el efecto de
terminar el dialogo y las conversaciones: “¿por qué caen las manzanas?”. “A
causa de la gravedad”. La descripción de la caída de una manzana explicada,
apretada dentro del marco de la causalidad. Cuando suponemos que ya
tenemos una explicación, a menudo dejamos de buscar otras descripciones. Así
renunciamos a una postura de curiosidad porque creemos haber “descubierto”
una descripción que “encaja”; las descripciones tienden a ayudarnos a evitar
una postura neutral ya que no estimulan nuestra curiosidad.
Una conclusión que puede ser sacada de esta observación, es que deberíamos
evitar totalmente las descripciones. Por supuesto, esto es imposible. En la
práctica, descripciones y explicaciones son repetidamente entrelazadas y
confundidas. Por ejemplo: el esfuerzo de un terapeuta para explicar el proceso
que organiza la acalorada pelea de la pareja depende, típicamente, de la
descripción de cómo la mujer actuó de un modo, mientras el marido actuó de
otro modo. De manera similar la descripción de la conducta humana por un
conductista, es, en términos de estímulo y respuesta, las que posteriormente
se convierten en explicaciones de la conducta (5).
Una explicación no es necesariamente problemática. Sin embargo, cuando
creemos que nuestras explicaciones son, o bien veraces o falsas, nos resulta
fácil de creer que ciertas conexiones causales son mas correctas que otras. Por
desgracia, esto nos lleva a la conclusión global de que la compleja interacción

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humana puede ser reducida y trivializada hasta convertirse en algunos sencillos


postulados de procedimiento.
La perspectiva alternativa es aquella que celebra la complejidad de la
interacción e invitar a tomar una orientación polifónica respecto de la
descripción y explicación de la interacción. Si adoptamos este encuadre de
encuadres, abandonamos el intento de determinar si las explicaciones son
verídicas o falsas. En cambio, un proceso evolutivo de inventar múltiples
puntuaciones de un comportamiento, interpretaciones, eventos, relación, etc.,
ayuda a desarrollar una visión más sistémica (3).
¿Qué es lo que alienta al desarrollo de múltiples perspectivas y voces?
Volvemos nuevamente a la idea deque la curiosidad facilita el desarrollo de la
multiplicidad y de las polifonía. En esta orientación sistémica generamos
descripciones dentro de un marco de curiosidad más bien que dentro de un
marco de explicaciones verídicas y falsas.

Estética /Patrones
Otra idea central al desarrollo de un estado de curiosidad es el concepto de la
estética. Al describir a los artistas, a los que estaban enseñando en la Escuela
de Bellas Artes de California, Bateson reconoció que “respondían al patrón que
conecta” (2 pág. 8). Una orientación hacia el patrón, opuesta a la orientación
hacia entidades discretas, es más sugestiva del ámbito artístico. Pro otro lado,
la creencia ha sido históricamente caracterizada como enfatizando
comparaciones cuantitativas de entidades discretas.
El desplazamiento hacia la estética en la terapia subraya nuestra sensibilidad
al patrón. “Una base estética.... requiere que tengamos el valor de construir y
encontrar diferencias” (6, pag.198) y proporcionar un “marco contextual para
la acción práctica” (p.8). Esta propuesta está vinculada a la discusión sobre la
curiosidad ya mencionada.
Adoptar una orientación estética hacia el estudio de la interacción, no sólo
traslada nuestro foco hacia el patrón, sino que también enfatiza la
multiplicidad de posibles patrones. Mientras existe una pluralidad de
alternativas, podemos mantener un estado de curiosidad. Esta curiosidad
aumenta merced a la excitación de tener miles de “historias” aplicables para

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describir una interacción. Por medio de la mirada de historias comenzamos a


ver la descripción y la explicación subsiguiente de manera más neutral.
Supongan que estamos conduciendo una entrevista inicial con una familia que
se definió como necesitada de terapia. Si creemos que hay una descripción de la
interacción que explicará el problema de la familia, probablemente buscamos
la mejor descripción entre la que nos fueron proporcionadas por los miembros
de la familia. Esto puede significar la aceptación de la descripción ofrecida por
un miembro, sin tomar en cuenta la de otros. O bien, puede significar una
combinación de las descripciones de todos o de algunos de los miembros, a fin
de formar la descripción correcta. Finalmente, podría significar que el/la
terapeuta suministra su propia descripción (utilizando tal vez partes de la
descripción de uno/algunos/todos los miembros de la familia). En esta
situación, nuestra curiosidad se concentra en descubrir cuál de las
descripciones provee la explicación más lógica. Este tipo de curiosidad puede
ser apropiadamente llamada “explicación científica” en el sentido tradicional.
Por otro lado, si aceptamos la orientación estética, perdemos el interés en
descubrir la mejor descripción y/o explicación del problema familiar. En
cambio, nuestro enfoque sobre un patrón genera una especie de curiosidad
acerca de cómo se ajustan entre di las descripciones de los miembros de la
familia ¿Cómo es que estas descripciones particulares son similares? ¿Cómo es
que estas descripciones particulares son diferentes? ¿A qué vienen esas
descripciones en este momento? ¿Cuáles descripciones se ofrecieron en puntos
más tempranos en la historia familiar? ¿Qué descripciones podrían ser
construidas en el futuro? Y así seguido. Observen el alto nivel de curiosidad
generada por un marco estético. No estamos seleccionando la mejor
descripción. Mas bien estamos buscando un patrón a fin de descubrir de qué
modo estas descripciones se ajustan entre si. A medida que sentimos más
curiosidad acerca de las posibles formaciones de patrones, nuestro análisis se
torna cada vez más estéticamente placentero.
Aquí podemos ver que los patrones crean un estado mental que podríamos
llamar “neutralidad”. La neutralidad, a su vez, se describe mejor como in estado
de curiosidad. Si somos curiosos, actuamos de cierto modo frente a los
sistemas que estamos estudiando. Esta es la clase de actuación que llegó a ser

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definida como neutral. Cuando nos sentimos curiosos acerca de los patrones o
relaciones entre ideas, gente, eventos y comportamientos, perturbamos (8) el
sistema con el cual estamos interactuando pero en formas diferentes de las
perturbaciones basadas en nuestros intentos de descubrir la
descripción/explicación correcta (o sea conexiones causales).
Específicamente, recurriendo al trabajo de Maturana (8), el tipo de curiosidad
producido por el marco causal incorpora la noción de “interacción instructiva”,
la curiosidad dentro del marco estético no lo hace. La interacción instructiva
puede describirse como actuando “como si algunos individuos “instruyeran” a
otros individuos acerca de qué hacer y cómo hacer lo que hacen” (4, pág. 246).
Si creemos en la interacción instructiva, tratamos de cambiar a la gente
dirigiéndola. Esto se puede lograr solamente cuando tenemos una descripción
“exacta” del problema. Esta es la orientación de la ciencia e ingeniería lineal
tradicional. Por otra parte, una ciencia estética centrada en la curiosidad
“abandona” el intento de dirigir a la gente.
Además, podemos notar que la curiosidad y la preocupación estética por el
patrón, generan respeto, casi del mismo modo que el respeto genera un sentido
de curiosidad y de estética. En la vida diaria, la mayoría de la gente no siente
curiosidad y estética (en el sentido neutral) acerca de la gente, eventos, ideas o
comportamientos para los cuales no siente respeto. Y, recursivamente, es típico
que no sintamos respeto por la gente, eventos, ideas o comportamientos que no
despiertan nuestra curiosidad. Desde luego que podríamos identificarnos como
curiosos respecto del comportamiento de una persona que no respetamos.
Empero, esta curiosidad es de sentido lineal puesto que se orienta a
“descubrir” y, por consiguiente, a “explicar” por qué esa persona se comportó
de tal manera. En estas situaciones estamos interesados, típicamente, en
“descubrir” más y más evidencia de que nuestra falta de respeto es “correcta” y
“bien fundamentada”.
Por otro parte, la curiosidad desde una perspectiva estética (que es la clase de
curiosidad que nos interesa desde el punto de vista sistémico), está basada en
la noción que cada sistema tiene una lógica en su interacción. Esta lógica no
es mi buena ni mala, ni correcta ni incorrecta. Es, simplemente operativa.
Desde esta perspectiva respetamos la integridad del sistema. Y, nuevamente,

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nuestro respeto hacia le sistema acrecienta nuestra curiosidad acerca de cómo


ideas, comportamientos y eventos participan en la creación y el mantenimiento
de la integridad del sistema. Respetar un sistema significa que actuamos hacia
el sistema con la recurrente comprensión de que el sistema simplemente hace
lo que hace y que esta acción es la misma que lo hace.
También es necesario reconocer los límites de lo que sabemos acerca de los
seres humanos. Específicamente, las situaciones sociales y el estilo de vida
familiar cambian con el correr del tiempo. Sólo sabemos lo que ocurrió en el
pasado; no sabemos cuáles serán los patrones culturales del futuro. Por lo
tanto, no podemos enseñar a una pareja cómo ser una pareja, a un padre
cómo ser un padre y al niño como ser un hijo o una hija.
Como terapeutas familiares no podemos inventar una familia. Lo mejor que
hacemos es traer a la luz patrones mediante la interacción con la familia. No
podemos pensar en nosotros mismos como en maestros que enseñan a la
familia mejores guiones a fin de ser familias. Sin embargo, al no saber cuál
guión específico tendrá éxito en una familia específica, sólo nos queda
interactuar de laguna manera que tal vez perturbará el sistema detal forma
que encontrará su propio guión nuevo (o reescrito). Por lo tanto se vuelve
necesario un marco estético, para que dentro de él se pueda realzar la
curiosidad.
Desde esta perspectiva, el respeto por el sistema no es una posición de control
social (pese a que ciertamente deberíamos reconocer y aceptar nuestra
obligación legal de actuar en ese rol), sino una posición desprovista de
control social y de interacción instructiva. En lugar de concentrarnos en
enseñar, podemos concentrarnos en aprender, en el sentido que, mediante la
interacción (entrevistando en el contexto clínico) generamos más curiosidad que
realza al aprendizaje.
Responsabilidad y control social
Por desgracia, la mayoría de nosotros fuimos criados en un contexto social en
el cual la responsabilidad se confunde con el control social. En la práctica
terapéutica se nos pide que nos centremos en el comportamiento considerado
inmoral y/o ilegal por la sociedad. Por ejemplo, si sospechamos o tenemos
conocimiento de un incesto en una familia que estamos tratando, es nuestra

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responsabilidad social el ser organizados por esa información y actuar como


controladores sociales. Al aceptar el requerimiento de servir como controladores
sociales, nos coloca en una posición en la que resulta difícil mantenernos
neutrales porque perdemos fácilmente nuestro sentido de curiosidad.
Perdemos nuestra perspectiva estética. Dejamos de buscar patrones y dejamos
de barajar la multiplicidad de patrones. Regresamos a explicaciones perezosas
de los comportamientos discretos, tildándolos de malos, incorrectos, inmorales,
etcétera.
Por desgracia no podeos ignorar totalmente las construcciones sociales
impuestas por sistemas legalísticos, sociales y culturales. El incesto está
denunciado como crimen. Cuando estamos limitados a trabajar con la
construcción social del crimen, debemos reconocer que no debemos reconocer
que no podemos actuar terapéuticamente, sino que estamos, más bien,
constreñidos a actuar legalmente. Estamos en una posición diferente frente al
sistema.
Si aceptamos la posición legal, ¿cómo podemos responder a la necesidad de ser
terapéuticos? Volviendo a nuestro argumento anterior, debemos co-desarrollar
un sentido de curiosidad que difiere del sentido de moralidad lineal. En
muchos casos, trabajar con un equipo terapéutico nos ayuda a actuar tanto
legalmente como terapéuticamente. El equipo alejado de la interacción directa
con la familia, queda libre para hipotetizar y cuestionar las premisas y
creencias de la familia. Durante las conferencias con el equipo, el/la terapeuta
puede desarrollar su curiosidad. Para aquellos de nosotros que no podemos
darnos el lujo de trabajar con un equipo, los colegas y amigos se tornan
importantes ya que nos pueden ayudar a construir un contexto terapéutico
neutral. Amigos, colegas y miembros de equipos pueden ayudar a liberar al
clínico al fin de que pueda actuar en múltiples formas que incluyan ser legal y
moral y que aumenten su curiosidad.

Síntomas de la no neutralidad
Cuando el / la terapeuta se desplaza de la posición sistémica experimenta
menos curiosidad. Afortunadamente, existen varios síntomas que indican el
deslizamiento desde un marco estético, sistémico y polifónico, hacia un marco

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lineal y monofónico. La siguiente discusión presenta dos clases de síntomas: el


aburrimiento y la experiencia psicoanalítica.

El Aburrimiento
El aburrimiento ocurre con frecuencia cuando sentimos como si fácilmente
sabemos lo que está ocurriendo. Los casos clínicos se convierten en clisés
más bien que en metáforas estimulantes. En otras palabras, no hay ninguna
nueva información que signifique algo para el terapeuta. Por ejemplo, imagínese
que está jugando a un sencillo juego de naipes con un niño. Siendo adulto,
resulta fácil sentirse aburrido debido a la sencillez del juego, porque ya
conocemos todas las estrategias. Además, los niños, cuando están aprendiendo
a menudo muestran sus cartas a sus oponentes porque todavía no han
aprendido la estrategia del encubrimiento. Así, al adulto no se le ofrece
ninguna información nueva. El juego es interesante sólo cuando el niño trata de
inventar nuevas reglas mientras juega, y sólo entonces nos sentimos menos
aburridos ya que de ese modo se introduce nueva información en el sistema.
En el contexto clínico se encuentra a menudo una situación similar.
Frecuentemente sentimos como si “supiéramos” lo que hacen los miembros
familiares, cómo piensan o cómo llegaron a la situación actual. Llegando a tal
punto, sentimos que cualquier información proporcionada por las historias y
descripciones de los miembros de la familia es redundante. Dejamos de
escuchar,. Nos identificamos como aburridos por la familia y si la familia nos
aburre, es natural sentirnos inútiles en nuestra profesión y, por consiguiente,
en nuestras vidas. A veces la persistente fantasía-síntoma toma la forma de
“qué lindo sería ser plomero” o “qué lindo ser si fuera empleada en una
confitería”.
También podemos definir el aburrimiento como un síntoma de no-neutralidad.
Si el permanecer neutral significa mantener una postura de curiosidad y
deleitarse con la invención y descubrimiento de múltiples patrones, entonces la
falta de neutralidad implica el abandono de nuestra curiosidad creyendo que
hemos descubierto la interpretación correcta, e ignorando los patrones
alternativos por conocer. En este escenario actuamos como “trivializados”

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obreros de una fábrica. Sacrificamos la estética de la terapia sobre el altar de


una visión simplista de la condición humana.

Síntomas psicosomáticos
La segunda clase de síntomas es aquella de la experiencia psicosomática. Esta
también se encuentra relacionada con la neutralidad. Los dolores de cabeza
son probablemente la expresión más común, a pesar de que la transpiración,
presión alta y dolor de espalda son también quejas frecuentes. Cada terapeuta
debería aprender a reconocer sus respuestas psicosomáticas. Una secuencia
típica puede incluir un conflicto entre le terapeuta y el contexto en el cual
el/ella trabaja. Si los terapeutas trabajan para una institución legalmente
subordinada al mandato de tratar sólo a familias que necesitan control social
(por ejemplo, incesto o drogadicción), es fácil que pierdan su posición
terapéutica y se conviertan en una nulidad en términos de lo que habían sido
entrenados para hacer. Si los/las terapeutas sienten que no pueden ser
terapéuticos probablemente sentirán que no tienen valor alguno. Sin embargo,
al mismo tiempo y en virtud de su profesión, deben defender a la familia contra
la sociedad y, a menudo, contra sí misma.
En tal contexto, la institución está en contradicción directa con la idea de un
marco estético. La curiosidad del terapeuta es fácilmente sofocada.
En estos casos colegas y/o amigos a veces ayudan a regenerar la curiosidad
del terapeuta preguntando simplemente por qué él o ella tiene tan mal
aspecto. Tales preguntas, cuando son sentidas como preocupación, ayudan al
terapeuta a iniciar nuevas preguntas y renovar su curiosidad con el fin de
encontrar nuevos patrones.
Una de las estrategias para manejar este síntoma de no neutralidad es hacer lo
que exige el contexto –o sea actuar como agente de control social- peor,
simultáneamente, evitar asumir la responsabilidad de controlar el problema.
Asumir plena responsabilidad para controlar el problema de la familia significa
suponer que el trabajo del terapeuta es instruir. Hacerse cargo del problema es
limitador oculta la habilidad de sentirse curioso acerca del contexto. Hacerse
cargo y actuar terapéuticamente responsable no es la misma cosa. La
responsabilidad del terapeuta comienza con ver su propia posición en el

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sistema. Muchas veces solo esto significa simplemente reconocer el poco poder
que uno tienen y, al mismo tiempo, conservar el respeto por el sistema.
Nuevamente, la curiosidad ayuda a crear un puente entre estos
reconocimientos distintos.
Una de las estrategias para manejar este síntoma de no-neutralidad, es hacer
lo que exige el contexto –o sea actuar como agente de control social- pero,
simultáneamente, evitar asumir toda la responsabilidad de controlar el
problema. Asumir plena responsabilidad para controlar el problema de la
familia significa suponer que el trabajo del terapeuta es instruir. Hacerse cargo
del problema es limitador oculta la habilidad de sentirse curiosos acerca del
contexto. Hacerse cargo y actuar terapéuticamente responsable no es la
misma cosa. Ka responsabilidad del terapeuta comienza con ver su propia
posición en el sistema. Muchas veces esto significa simplemente reconocer el
poco poder que uno tiene y, al mismo tiempo, conservar el respeto por el
sistema. Nuevamente, la curiosidad ayuda a crear un puente entre estos
reconocimientos distintos.
Consideran la posición de intentar encargarse totalmente del problema. Con
demasiada frecuencia esto acarrea un sentido de indignación moral. Para
tener el derecho de control sobre la gente debemos sentirnos como alguien que
lo sabe todo, reconoce el mal y el bien que puede indicar el camino correcto.
Las familias a menudo esperan de nosotros que actuemos de ese modo (por
ejemplo, las familias que están en tratamiento por incesto, esperan vernos
fruncir el ceño ante la conducta). Sin embargo, al sentirnos moralmente
indignados asumimos la responsabilidad de intervenir para que esa conducta
inmoral no se repita. En lugar de buscar recursos (que es lo que el terapeuta
tradicionalmente trata de hacer) gastamos nuestro tiempo tratando de
controlar a la familia. Dejamos de buscar recursos dentro de la propia familia
porque estamos demasiado ocupados rotulando el patrón correcto o incorrecto.
Aún seguimos confrontando un dilema. Si no disuadimos el comportamiento de
la familia ¿quién lo hará? una forma de manejar el asunto del control social es
empezar por la suposición de que vivimos en un mundo lleno de violencia. Esta
es, obviamente, una posición moralística. Por otra parte, si arrancamos desde la
perspectiva de la curiosidad, llegamos a dos importantes observaciones: a) el

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sistema con que tratamos esta vivo y, por tanto, algo debe funcionar. b) si hay
violencia, en la familia no significa necesariamente que el terapeuta tiene el
derecho de ser a su vez violento con la familia. La violencia puede no ser
estética en y pos sí misma, pero es ciertamente un patrón. No todos los
patrones son estéticamente placenteros.1
El trabajo del terapeuta es ayudar al sistema familiar a desarrollar patrones
más estéticos. Nuestro trabajo como terapeutas incluye ayudar a que los
sistemas parezcan lógicos. En primer lugar esto requiere aceptarlos tal como
son. Esto no significa que no aspiremos al cambio – particularmente en
patrones identificados por nuestra cultura como inmorales o ilegales-. Debemos
recordar que esperar un cambio es una consecuencia inevitable de vivir en
una cultura que creó la profesión de terapeuta. El cambio desde la perspectiva
estética, mas probablemente tenga lugar cuando el sistema no está instruido
directamente, sino más bien cuando se le ofrecen opciones diferentes.
Demostrara la lógica de un sistema, incluyendo el violento, sólo puede ser
logrado a través de una postura de curiosidad y un enfoque estético al observar
una amplia variedad de patrones. La confirmación de la lógica de un sistema,
basada en una postura de neutralidad, es una estrategia que difiere del juicio
rígido y posteriores esfuerzos para corregirlo.
Hipotetizando
La curiosidad nos impulsa a continuar buscando descripciones y explicaciones
diferentes aun cuando no podamos imaginar de inmediato la posibilidad de que
existan otras, en este sentido la hipotetización tiene que ver más con la técnica.
La curiosidad es una postura, mientras la hipotetización es lo que se hace para
tratar de mantener esa postura.
Una manera de generar hipótesis útiles, es el uso de la metáfora del relato de
las historias. Las familias son maravillosas narradoras de historias porque
tienen guiones tan interesantes para describir. Llegan a la terapia con esos
guiones apretadamente escritos.

1. Desde esta perspectiva, la violencia terapéutica es definida como un intento del terapeuta de
instruir a la familia según su propio patrón. Esto es consistente con la definición de Maturana (8) de la
violencia estarían convenciendo de tener una opinión verdadera que la opinión de otro es falsa y debe
cambiar.

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Su problema es que sus guiones no los ayudan a funcionar del modo que ellos
consideran útil. Como clínicos, ofrecemos a la familia nuevos guiones (basados
en nuestras hipótesis) a los cuales la familia responda adaptando su propio
guión, el que, a su vez, nos ayuda a cambiar el nuestro, y así seguido.
Cuando nos sentimos incapaces de desarrollar hipótesis, sabemos que hemos
aceptado el guión de la familia y perdido así nuestro sentido de curiosidad.
Sin embargo, el tratamiento clínico de las familias no es el único contexto en el
cual resulta difícil generar hipótesis. Hemos notado que los estudiantes
frecuentemente encuentran difícil captar la idea de formar hipótesis o de
hipotetizar acerca de un sistema. Esto ocurre probablemente porque hemos
sido educados en un contexto cultural en el cual la creencia común es que los
maestros saben más que los estudiantes. Nos inclinamos a respetar a “aquello
que es”. Resulta difícil desarrollar un estado de curiosidad dentro de este tipo
de contexto. El respeto por la autoridad, al punto de sentirnos incapaces de
influenciar o cuestionar la posición de la autoridad, es una señal de
pensamiento lineal, el cual es, además, marcado por creer en lo que dice la
familia. Es imposible ser curiosos cuando somos “verdaderos creyentes”.
La historia del mundo occidental se caracteriza por nuestra búsqueda de
explicaciones exactas. Con semejante historia, no es sorprendente que a todos
nos resulte difícil de generar hipótesis, lo cual requiere la sus pensión de la
búsqueda de una explicación. En el trabajo del Equipo de Milán de los primeros
pioneros (12), se sugirió que la “tiranía del condicionamiento lingüístico” era
parte de ha herencia. Para ayudarnos a superar explicaciones lineales se
sugirió evitar el uso del verbo autoritario “ser”. Cuando describimos a la gente,
eventos y creencias como “siendo”, tendremos a dejar de buscar hipótesis en
lugar de actuar en horma de diálogo” desafiando constantemente las
historias/hipótesis de las familias y nuestras propias historias/hipótesis
previas.

La circularidad

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La circularidad, junto con la hipotetización es una técnica alimentada por la


curiosidad. Es una técnica empleada en el desarrollo de las hipótesis y en el
sostenimiento de la neutralidad. Hay muchas bellas discusiones acerca de la
técnica del interrogatorio circular y tipos de preguntas circulares (7, 9, 10,14).
En línea con la presente discusión, el interrogatorio circular puede entenderse
como un método con el cual el clínico crea curiosidad dentro del sistema
familiar y del sistema terapéutico. Pueden observarse consecuencias
interesantes que surgen de la construcción de un contexto mediante el proceso
interrogativo, merced al cual la familia misma puede tornarse algo neutral hacia
sus propias hipótesis.
El interrogatorio circular ofrece la posibilidad de socavar el sistema de creencias
familiares que está asentando en “verdades” y en uso continuo del verbo “ser”
(“mi hijo es perezoso”; mi hija es obstinada”; mi padre es un alcohólico”). Las
preguntas circulares socavan el sistema de creencias de la familia usando el
lenguaje de relación y no el de “qué es”. Eso se puede hacer por medio de
preguntas que comienzan por un “si”, y preguntas orientadas al futuro (por
ejemplo ¿si tu madre dejara de preocuparse por ti, qué haría tu padre?). En el
momento en que una pregunta sacude el sistema de creencias crea
oportunidades para nuevas historias.
En suma, estos tres principios: hipotetización, circularidad y neutralidad
pueden ser vistos como recurrentemente entrelazados de modo que la
neutralidad proporciona el contexto para formar muchas hipótesis, a su vez las
múltiples hipótesis suministran un contexto para ver los patrones circulares
(opuestos a relaciones lineales de causa efecto), y hacer preguntas circulares.
La técnica del interrogatorio circular se usa para desarrollar, refinar y
descartar hipótesis acerca de la familia, lo cual ayuda a construir un contexto
de curiosidad y neutralidad.
Ver las relaciones entre estos principios básicos, sugiere que cuando las
preguntas circulares no ayudan a generar hipótesis, nos hemos mudado al
ámbito de la técnica y perdido nuestro sentido de curiosidad. De modo similar,
cuando las hipótesis dejan de ayudarnos a formular preguntas circulares o no
nos ayudan a mantener le sentido de curiosidad, probablemente hemos
tropezado con una hipótesis en la que estamos muy dispuestos a creer y

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aceptar (como decimos generalmente nos “casamos” con nuestra propia


hipótesis) –lo que representa una señal muy molesta para un terapeuta
sistémico-. Y, finalmente, cuando nuestra posición neutral deja de ayudarnos
a generar hipótesis, hemos perdido, sin duda alguna, nuestra curiosidad y nos
hemos convertido en contralores sociales.
Si somos curiosos, cuestionamos, las premisas –nuestras propias y las de la
familia que tratamos-. La interacción de la familia con nosotros debería facilitar
el cuestionamiento de nuestras propias premisas. No solo estamos
interviniendo en su sistema, sino que las familias también intervienen en
nuestro sistema ayudándonos a ser mejores pensadores sistémicos. La idea de
una relación entre la neutralidad, la hipotetización y la circularidad como
principios básicos, propone un marco que nos invita a ser más curiosos acerca
de los síntomas en la terapia, tanto de las familias como del terapeuta.

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