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Saturno No Siempre Ha Tenido Anillos
Saturno No Siempre Ha Tenido Anillos
Cuando Cassini se coló por el hueco de aproximadamente 2.000 kilómetros de ancho que
existe entre Saturno y sus anillos, dejó que el sistema la arrastrara. Esto ha permitido a un
equipo internacional de científicos realizar la primera estimación precisa de la cantidad
de material que existe en sus anillos, pesándolos en función de su fuerza gravitacional.
Según estos resultados, los anillos tienen alrededor del 40% de la masa de Mimas, una luna
de Saturno lisa y redonda, de 246 km de diámetro y 2.000 veces más pequeña que nuestra
Luna. Este mundo se distingue por un gran cráter de impacto que la hace parecerse a la
«Estrella de la Muerte» de las películas de Star Wars.
Nubes de 9.000 km
Los resultados de las mediciones implican que los anillos son relativamente recientes: se
originaron hace menos de 100 millones de años y quizás sean tan «jóvenes» como 10
millones de años. Su corta edad aplaca una larga discusión entre los científicos planetarios.
Algunos pensaban que los anillos se formaron junto con el planeta hace 4.500 millones de
años a partir de restos de hielo que permanecieron en órbita después de la formación del
Sistema Solar. Otros creían que los anillos eran muy jóvenes y que Saturno, en algún
momento, capturó un objeto del cinturón de Kuiper o un cometa y lo redujo gradualmente a
escombros en su órbita. Ahora, esta última teoría cobra más fuerza.
Núcleo rocoso
Los científicos también calcularon que las nubes de superficie en el ecuador de Saturno
giran un 4% más rápido que la capa de 9.000 kilómetros de profundidad. Esa capa más
profunda tarda 9 minutos más en rotar que las nubes en el ecuador, que recorren el planeta
una vez cada 10 horas y 33 minutos.
Curiosamente, esta joya del Sistema Solar también podría volver a desaparecer. Un estudio
de NASA publicado recientemente señalaba que los anillos dejarán de existir dentro de 100
millones de años, antes de lo que se creía, arrastrados por la gravedad del planeta como una
lluvia polvorienta de partículas de hielo. Aunque parezca mentira, ha sido una suerte verlos.