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Unidad I
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA CIENCIA SAGRADA
Lección 6
XXV Cábala
1
En hebreo llamado Olam Ha Atsiluth,
En este
diagrama (izquierda)
podemos ver el
Árbol Sefirótico
dividido en los cuatro
mundos cabalísticos,
que se relacionan
con los elementos
alquímicos que vimos
en la lección
anterior.
Estos cuatro
mundos, planos o
niveles, pueden
igualmente ser
considerados como tres, ya que Beriyah (Mundo o Plano de la Creación)
y Yetsirah (Mundo o Plano de las Formaciones) pueden ser tomados
como uno solo. Beriyah, correspondería a lo que la antigüedad
denominó las Aguas Superiores, y Yetsirah a las Aguas Inferiores, las
cuales están separadas –y unidas– por la "superficie de las aguas", tal y
como aparece en el gráfico. Las primeras se vinculan con el elemento
aire y son consideradas como constitutivas de la bóveda celeste, y las
segundas con el elemento agua, conformando los ríos y los océanos,
unidas ambas en la línea del horizonte. Estos dos planos pueden ser
tomados como un único nivel y corresponden a la intermediación entre
el primero (Atsiluth) y el último (Asiyah). Es en ellos en donde se realiza
todo el trabajo interno y hermético. Asimismo, estas seis sefiroth
llamadas en Cábala "de construcción cósmica", se corresponden en el
ser humano con su psiquismo superior (Beriyah) y el inferior (Yetsirah).
Asimismo, hay que tener presente que en cada plano hay un Árbol
Sefirótico completo: uno en el mundo de Asiyah, otro en el de Yetsirah,
otro más en Beriyah, y finalmente otro en el de Atsiluth. Nuestra visión
del Arbol cabalístico adquiere entonces tridimensionalidad, es decir que
lo podemos visualizar (sin que por ello pierda su unidad esencial), a
cuatro niveles de lectura, que están en todas las cosas, incluidos por
supuesto nosotros mismos. También los textos sagrados y revelados de
todas las tradiciones admiten ser leídos de esta manera. Dichos niveles
son, pues, grados jerarquizados de conocimiento. Por ahora
trabajaremos con el Arbol a nivel de Asiyah, es decir de la sefirah
Malkhuth, el plano físico y de la concreción material, que es el del
hombre condicionado por sus identificaciones egóticas y sus sentidos, y
desde ahí, invocando a Kether, iremos ascendiendo gradualmente por
distintos mundos, de lo más grosero a lo más sutil, de la cáscara al
núcleo, lo que nos permitirá conocer otros estados de nuestra
conciencia, que de esta manera se va universalizando hasta su plena
identificación con el Ser, el Adam Kadmon o Adán Primordial.
XXVI La Iniciación
XXVII Analogía
XXVIII Alquimia