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La Franja

Claudio Biondino

Shon-Atán había soportado sólo doce inviernos, pero esta vez tendría que luchar junto a
los mayores. Todo varón capaz de portar un arma debía defender la Franja. Los
enemigos eran demasiados, y no se limitarían a robar provisiones; ya no había
suficientes para todas las bandas. Recostado contra la Torre Central, el joven escuchaba
la arenga de Kappo:
—No van a esperar que salga el sol. Ahora nomás vamos a ver quiénes tienen más
aguante, si los de Franja Afuera o Franja Adentro. ¡Vamos a ver quiénes son más
machos, mierda!
El grito grupal no se hizo esperar: —¡Franja Adentro se la banca, carajo!
Shon aferró el palo con clavos que le habían dado, y el terror lo dominó. Miraba la
oscuridad, Franja Afuera. Apenas entreveía los escombros del territorio enemigo.
Suponía que eran iguales a los escombros y chatarras de su propio lado de la Franja,
pero nunca había caminado entre ellos. Sintió una mano en el hombro; su abuelo quería
confortarlo. Aferrado a Shon, el anciano contemplaba la Torre, pensativo.
—Es un obelisco —dijo, recitando una de sus historias incomprensibles—. Así le
decían en la época de mi abuela. Y por la Franja, que era la más ancha del mundo, la
gente tenía que viajar en las chatarras, porque no existían los carros ni los caballos.
Pero Shon no lo escuchaba: sólo tenía oídos para los bombos y las canciones del
enemigo, que ya entonaba su murga de la guerra.

Octubre 2007
Una versión ligeramente distinta fue publicada en publicada en Grageas. 100 cuentos
breves de todo el mundo. Desde la Gente, Buenos Aires, 2007
Publicado en Breves no tan Breves. Agosto 2008
http://brevesnotanbreves.blogspot.com/2008/08/la-franja-claudio-biondino.html

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