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ENTENDIENDO LA BIBLIA POR COMPLETO

Este libro de texto es un extracto del curso de diecinueve semanas llama-


do “Entendiendo la Biblia por completo, de Génesis a Apocalipsis”, en-
señado por el autor y doctor en teología Jonathan Welton.

Si quieres devorar la Palabra, ¡este libro te dará el cuchillo, el tenedor y


hasta incluso la servilleta y las golosinas, y te enseñará cómo comer!

TEMAS INCLUIDOS:

Diferencias entre Teología Sistemática y Bíblica.

¿De dónde salió la Biblia?

Traducciones y herramientas de estudio.

Libre albedrío Vs. Predestinación.

Dispensacionalismo y Teología del Pacto.

Cesacionismo y Sobrenaturalismo.

Los Cinco Pactos Mayores: Noé, Abraham, Moisés, David, y el Nuevo


Pacto.

Las promesas cumplidas del Pacto.

Dios no es un monstruo del Antiguo Pacto.

Entendiendo el Sacrificio.

Teología del Nuevo Pacto.

La Transición del Mejor Pacto.


El fin del Siglo.

La revelación de Jesús.

La única ley del Nuevo Pacto.

EL DOCTOR JONATHAN WELTON (VISION INTERNATIONAL) ES


EL PROFESOR FUNDADOR DE LA WELTON ACADEMY SUPERNA-
TURAL BIBLE SCHOOL. ES UN AUTOR PROLÍFICO, CUYOS TRA-
BAJOS INCLUYEN DOS BEST SELLERS: “THE SCHOOL OF THE
SEERS” Y “RAPTURELESS”. EL DR. WELTON ES EL PADRE DEL
SISTEMA DE INTERPRETACIÓN CONOCIDO COMO TEOLOGÍA
DEL NUEVO PACTO (BETTER COVENANT THEOLOGY). HA MI-
NISTRADO ALREDEDOR DEL MUNDO Y ES MUY ACTIVO
CREANDO ARTÍCULOS DE GRAN VALOR EN LAS REDES SO-
CIALES.
Este libro de texto ha sido revisado y aprobado por:
Dr. Martin Trench
Dr. Stan DeKoven
Dr. Stan Newton.
DEDICATORIA
Con gran amor dedico este trabajo a mis padres, Jim y Carolyn Welton.
Ustedes me dieron un amor apasionado por la Palabra de Dios, que es
raro en mi generación, y ser su hijo ha sido el honor más grande de mi
vida. Sé que están orgullosos de mí, pero yo tengo el mismo orgullo hacia
ustedes. Nuestro Padre tendrá una gran celebración en honor a su fideli-
dad el día en que lleguen a Su regazo. Estaré muy triste cuando ese día
llegue, pero su legado vivirá por siempre por causa del amor por el Señor
que ustedes han contagiado en mi corazón, y que tengo el honor de des-
perdigar a través del mundo a través de mis libros.

Le doy las gracias a mi esposa, Karen Hannah Welton, por ser mi pilar a
través de las tormentas. Amo compartir mi vida contigo. Me has traído
gran ánimo, confianza, y aceptación. Me has amado, me has valorado y
me has animado en mis incontables horas de estudio, en las compras de li-
bros, y en mis conversaciones nerd de la Biblia. No sería ni de cerca el
hombre que soy hoy si no hubiese sido por tus constantes enseñanzas y
desafíos para que abra el corazón. ¡Te amo!

A mi primer hija, Hannah Elizabeth Welton. Tú me hiciste padre, y ha-


ciendo eso, me has mostrado cómo se siente el Padre respecto a mí. La
alegría que tu vida trae a mi vida es indescriptible. Eres una de las princi-
pales motivaciones en todo lo que escribo. Escribo con el deseo de que tu
generación vea claramente el corazón de Jesús y que por causa de eso, se
vean a sí mismos correctamente. Eres mi luz de sol, mi adorable luz de
sol.
CONTENIDOS

PARTE UNO
CIMIENTOS Y FILTROS
1. ENTENDIENDO TEOLOGÍA
Teología sistemática. Teología Bíblica. Exégesis y Eiségesis. Hermenéuti-
ca. Formas de estudio.

2. ENTENDIENDO LA BIBLIA
La historia del Canon. ¿Por qué hay sesenta y seis libros? La autoridad de
la Biblia. Cristianismo Académico Vs. Cristianismo Popular.

3. TRADUCCIONES BÍBLICAS Y HERRAMIENTAS DE ESTUDIO


Traducciones bíblicas. Herramientas de estudio. Cómo usarlos.

4. FILTROS: CALVINISMO
La historia del Calvinismo. Inmutable, Impasible, y Atemporal. Armini-
anismo. Teísmo Abierto. Molinismo. TULIP (O “Los cinco puntos del
Calvinismo”). La soberanía de Dios.

5. FILTROS: DISPENSACIONALISMO, TEOLOGÍA DEL PACTO, Y


TEOLOGÍA DEL NUEVO PACTO.
Dispensacionalismo. Teología del Pacto. Teología del Nuevo Pacto.

6. FILTROS: CESACIONISMO Y TEOLOGÍA LIBERAL.


Cesacionismo. Otras influencias. Teología liberal. El peso de la evidencia.

PARTE DOS
LOS CINCO PACTOS
7. CRONOLOGÍA BÍBLICA Y LOS CINCO PACTOS.
La organización del Antiguo Testamento. Una Cronología Revisada de la
Cronología del Nuevo Testamento. Los Cinco Pactos Mayores y Cánones.

8. EL PACTO NOÉTICO.
El Jardín del Edén. Caín y Abel. El Linaje. El diluvio. El Pacto. La torre
de Babel.

9. EL PACTO ABRAHÁMICO.
Comienza el Viaje. Melquisedec. Pacto de Corte. Agar e Ismael. Confir-
mando el Pacto. Sodoma y Gomorra. El Nacimiento de Isaac. El Sacrifi-
cio. La importancia de Sara.

10. EL PACTO MOSAICO. PARTE UNO.


El Peor Momento de Israel. De un Pacto de Concesión a un Pacto Monár-
quico. El Becerro de Oro. El Resultado. La Tierra Prometida. Los Cuaren-
ta Años.

11. EL PACTO MOSAICO. PARTE DOS.


De un Pacto Monárquico a un Pacto de Vasallaje. La Maldición de la Ley.
Su Fracaso Profetizado. No Demasiado Difícil. En Defensa de Dios. La
Canción de Moisés.

12. EL PACTO DAVÍDICO.


Una Casa para Dios. Las Cuatro Promesas Mayores. Comparación con
otros Pactos. Su Conexión con el Nuevo Pacto. La Naturaleza del Reino.
La Resurrección.

13. EL CUMPLIMIENTO DEL PACTO ABRAHÁMICO.


Jesús como Mesías. Jesús: Mayor que Abraham. La Importancia de la
Circuncisión. La Circuncisión del Corazón. La Ley y la Fe.

14. TEORÍA DEL SACRIFICIO.


Tres Perspectivas del Sacrificio. Perdón o Castigo. Los Tipos y Figuras.
Dios en Ambos Lados del Pacto. Algunas Objeciones. El Concepto de la
Ira.

15. PREGUNTAS FRECUENTES ACERCA DEL SACRIFICIO.


¿Por qué Jesús tuvo que sufrir? ¿Puede un Dios que perdona el pecado ser
justo? ¿Por qué Dios pidió sacrificios de animales? ¿Qué hay del chivo
expiatorio? ¿Cuándo terminó realmente el Antiguo Pacto? ¿Qué parte tu-
vimos en la muerte de Jesús?
PARTE TRES
TEOLOGÍA DEL MEJOR PACTO
16. ANUNCIANDO LA TEOLOGÍA DEL MEJOR PACTO
El Canon del Nuevo Pacto. El Problema de las Teologías Actuales. Los
Pilares de la Teología del Mejor Pacto. La Ley del Amor. Las Cinco Esfe-
ras.

17. HEBREOS: LA TRANSICIÓN DEL PACTO.


Los Principales Temas. Un Bosquejo de Hebreos. Christus Victor. El
Reino Inconmovible. El Siglo Venidero y Los Ultimos Días. La Inminen-
te Transición. Melquisedec.

18. DANIEL 9: UNA DEMOSTRACIÓN DEL NUEVO PACTO DE


AMOR.
El Reino Ahora. Creencias Populares de los Últimos Tiempos. El Enten-
dimiento Histórico de Daniel 9. Los Últimos Tres Años y Medio. La Abo-
minación de la Desolación. Embajadores de Amor.

19. MATEO 24: EL FIN DEL SIGLO.


Cuatro Perspectivas Básicas de la Escatología. Carismáticos, Teología del
Pacto, y Sionismo. Preterismo Parcial, Total y Kik. Doble Cumplimiento.
Solo Un Cumplimiento. Los Paralelos. Cuatro Diferencias. Tres Términos
Importantes. Mateo 25. Conclusiones.

20. APOCALIPSIS: EL FIN DEL PACTO MOSAICO


El Desafío de Apocalipsis. Apocalipsis como una Pintura. La Revelación
de Jesucristo. El Corazón de Dios en Apocalipsis. Un Estudio de Apoca-
lipsis.
PARTE UNO

CIMIENTOS Y FILTROS
CAPÍTULO UNO:

ENTENDIENDO TEOLOGÍA
Mucha gente se sienta en la iglesia todos los domingos, año tras
año, para escuchar un breve mensaje, pero aun así se sienten insatisfe-
chos. Tienen un deseo en marcha de aprender y comprender la Biblia,
pero un sermón dominical tópico de media hora realmente no les permite
“entender el libro”. Quizás aprendan acerca de determinados temas, de-
pendiendo de la iglesia a la que asistan, pero ese sano deseo de un mayor
entendimiento de las Escrituras sigue aún sin cumplirse. Algunas perso-
nas, para satisfacer este deseo, van a la escuela para aprender más. Quizás
vayan a una escuela de ministerio, en donde aprenderán cómo ministrar
a las personas (evangelismo urbano, profecía, orar por los enfermos, etc.).
O quizás elijan asistir a un seminario o a una escuela de teología, en
donde aprenderán teología sistemática. Una tercera opción para aprender
las Escrituras es una escuela de Biblia, en donde la gente aprende un en-
foque teológico diferente llamado teología bíblica. Este libro de texto
presenta una teología bíblica, o estudios bíblicos que ayudan a compren-
der la Biblia.

La siguiente tabla provee una simple explicación de las diferencias


entre teología sistemática y teología bíblica:

Teología Sistemática Teología Bíblica


Soteriología Estudio del Antiguo Testamento
Pneumatología Estudio del Nuevo Testamento
Teorías del Sacrificio Hermenéutica
Angeología/Demonología
Escatología
Eclesiología
Canonicidad

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
Los estudiantes de teología sistemática aprenden, como mínimo,
estas siete áreas de estudio. La Soteriología es el estudio de la doctrina de
la Salvación; la Pneumatología es el estudio del Espíritu Santo. Las Teo-
rías del Sacrificio se refieren a las varias teorías y entendimientos del sa-
crificio, que los teólogos estudian y debaten. Angeología y Demonología
son los estudios de ángeles y demonios. Escatología es el estudio de los
últimos tiempos. Eclesiología es el estudio del entendimiento de la Igle-
sia. Canonicidad es el estudio de la conformación de la Biblia. La forma
en la que estos temas son enseñados varían grandemente dependiendo del
seminario, pero todos serán cubiertos en una escuela de teología sistemá-
tica.

Nosotros vamos a usar Teorías del Sacrificio como un ejemplo de


cómo la teología sistemática funciona. Uno de los libros más conocidos
de teología sistemática es Teología Sistemática de Wayne Grudem. Tiene
acerca de 1290 páginas y se han impreso más de 400.000 copias. Grudem
es muy abierto al Espíritu Santo, así que cubre todos los temas que se en-
listaron anteriormente desde esa perspectiva. En comparación, Thomas F.
Torrence, un teólogo muy reconocido, ha escrito un libro de 500 páginas
titulado Sacrificio, cubriendo solo uno de los temas de la teología siste-
mática, teorías del sacrificio. Pero el libro de Torrence muestra solo una
de perspectivas del sacrificio, entre muchas. Lo que esto nos muestra es
que los teólogos pueden tomar el libro de Grudem, Teología Sistemática,
y literalmente multiplicarlo en quince o más libros de 500 páginas, dada
la variedad de puntos de vista existentes. El resultado final son muchos li-
bros extensos y apasionados desacuerdos. De esta manera, la teología sis-
temática aparenta ser un estudio interminable.

Los estudiantes de teología sistemática aprenden muchísima ter-


minología. Como en el campo médico, los teólogos tienen una jerga espe-
cífica respecto a la Biblia, que el cristiano promedio no entenderá. Esto
puede ser útil por causa de la precisión que involucra, pero también puede
arribar a distintos caminos que no llevan a ninguna conclusión verdadera
de lo que un pasaje bíblico en particular significa. La teología sistemática
crea una red con una gran habilidad de capturar ciertas ideas pero también
tiene huecos, y uno de los más grandes es la falta de conocimiento acerca
de versículos bíblicos específicos, las historias, y el contexto histórico de
la Biblia. Para llenar algunos de esos huecos, muchos seminarios han aña-
dido Estudios del Nuevo Testamento y Estudios del Antiguo Testa-
mento como cursos, que proveen una visión en conjunto del Antiguo y
Nuevo Testamento. El propósito de estas clases es ayudar a los estudian-
tes a entender, generalmente, la historia, los personajes principales y la
geografía de la Biblia. Casi siempre estos cursos ocupan solo una pequeña
parte del estudio de la teología sistemática.

Por causa de este énfasis en las ideas teológicas, los teólogos siste-
máticos tienden a aproximarse a la Escritura con el fin del debate. Ven a
la Biblia de acuerdo a las categorías teológicas que se estudian, y la usan
para probar sus posiciones en cada una de ellas. Este es un entendimiento
bíblico con el que la mayoría de las personas no se puede identificar, y es
por eso que deja insatisfechos a aquellos que están hambrientos por
mayor entendimiento de la Biblia. Cuando estos cristianos hambrientos
por conocer más de la Biblia van al seminario, van a aprender los temas
que se enumeraron anteriormente, y sabrán en dónde están los versículos
para defender sus opiniones personales dentro de los mismos. También
van a aprender cómo debatir con otros respecto a estos temas, usando la
jerga teológica. De todas maneras, cuando vuelven a la vida normal de
iglesia, siguen sintiendo la misma frustración que los condujo al semina-
rio. Siguen sintiendo que aún no entienden la Biblia. O quizás vayan al
seminario esperando ser pastores, pero eventualmente se dan cuenta de
que la mayoría de las cosas que aprendieron allí no es de ayuda para la
persona promedio de la iglesia, que espera enseñanzas prácticas sobre
cómo vivir la vida cristiana y ser un buen empleado y madre o padre. La
pieza perdida en la teología sistemática es que no prepara a los pastores
para darle a la gente instrucciones prácticas de la Biblia.

TEOLOGÍA BÍBLICA

En contraste, el segundo enfoque, la teología bíblica, es una combinación


de estudios del Antiguo y del Nuevo Testamento, como así también de
hermenéutica, que es simplemente la aplicación de métodos para inter-
pretar la Biblia. En la teología sistemática, la gente se aproxima a la Bi-
blia con un filtro, usando uno de los temas enlistados anteriormente. Por
ejemplo, cuando la gente estudia la Biblia usando el filtro de la Soteriolo-
gía, comienzan por delimitar los varios puntos de vista al respecto, y los
versículos utilizados para respaldar a los mismos. Es por esto que deci-
mos que es un filtro, porque no están simplemente leyendo la Biblia. Co-
mienzan con presuposiciones que determinan cómo van a leerla. Por otro
lado, la teología bíblica no comienza con nada sino con la Biblia. Los es-
tudiantes de teología bíblica simplemente leen la Biblia paso a paso, pro-
curando entender el texto desde las perspectivas del lector y escritor origi-
nales. Haciendo eso, muchas veces llegan a conclusiones completamente
diferentes que aquellos que usan la teología sistemática.

EXÉGESIS Y EISÉGESIS

Dos términos muy importantes para entender cómo estudiamos la


Biblia, son la exegesis y la eiségesis. Exégesis significa acercarse a la Bi-
blia y entender de ella lo que realmente quiere decir. Nosotros estamos
tratando de entender lo que la Biblia realmente dice y significa, sacando
conclusiones que ya están ahí mismo. En contraste, la eiségesis se da
cuando nos acercamos a la Biblia y le insertamos lo que pensamos, o lo
que pensamos que quiere decir.

Por ejemplo, una exégesis de Mateo 24 significa leer también los


capítulos que le preceden. En los mismos, encontramos a Jesús declaran-
do y soltando juicio sobre Jerusalén. Con este fundamento, es fácil enten-
der lo que los discípulos quisieron decir cuando le preguntaron, en Mateo
24, cuándo esas cosas acontecerían. Es claro que se estaban refiriendo al
juicio del que Jesús había hablado en los capítulos anteriores. Esto es lo
que quiere decir “sacar” conclusiones de la Escritura basándose en el con-
tenido y el contexto de la misma, sin ideas preconcebidas.

En contraste, muchos puntos de vista modernos de Apocalipsis


son un buen ejemplo de eiségesis. Por ejemplo, cuando la gente lee en
Apocalipsis acerca del águila que vuela y declara ayes (en Apocalipsis
8:13), se asume que el águila debe ser un símbolo de los Estados Unidos
dado que este animal es el símbolo nacional. Eso es eiségesis porque cla-
ramente no es a lo que Juan se estaba refiriendo. Los Estados Unidos no
existían en los días del apóstol, así que no pudo hacer mención a este país.

La raíz de este error es la manera en la que se interpreta la Biblia.


El problema con decir cosas como, “El Espíritu Santo me dijo que esto es
lo que Juan quiso decir en Apocalipsis…” es que 1 Pedro 20-21 dice que
las Escrituras no son de interpretación privada. Pensar que podemos des-
cubrir por nosotros mismos lo que la Biblia quiere realmente decir, puede
llevarnos a lugares peligrosos. Eventualmente, hacer esto nos puede guiar
a interpretarla sin probar adecuadamente lo que nosotros pensamos contra
lo que el resto de la Biblia dice. Esto es un camino rápido a una eiségesis
hecha y derecha…y sucede de manera muy habitual, sobre todo cuando se
ponen en juego factores culturales: si una iglesia está localizada en una
cultura o en un país en donde es aceptable oprimir a las mujeres, general-
mente la iglesia hará lo posible para justificar la opresión con la Biblia. La
iglesia americana de antes y durante la Guerra Civil es otro ejemplo del
poder de la eiségesis. En ese momento, muchas iglesias en Estados Uni-
dos predicaban a favor de la esclavitud. Para ello, sacaban de contexto al-
gunos versículos y decían, “Ven, es escritural”. Prácticamente podemos
hacer que cualquier versículo de la Biblia diga lo que nosotros queremos
que diga si empezamos a leerla con preconceptos en lugar de leerla con
un entendimiento dispuesto a sacar de la misma lo que Dios quiso expre-
sar. Darse cuenta de esto, puede llevar a la gente a preguntarse, “¿Cómo
sé si estoy interpretando la Biblia a partir de mis preconceptos, o si estoy
entendiendo lo que debería de entender?” Aquí es donde la hermenéutica
entra en escena.

HERMENÉUTICA

Hermenéutica es una palabra cuya raíz proviene del griego y sig-


nifica “interpretar”. Por lo tanto, la hermenéutica no solo está relacionada
con la teología sino también con cualquier estudio literario o histórico que
requiera de interpretación, tal como los escritos de Platón o Aristóteles.
Es el arte o la ciencia de la interpretación. Cuando leemos algo de Aristó-
teles, necesitamos una hermenéutica para ser capaces de interpretar lo que
él quiso decir. La hermenéutica que muchos estudiosos consideran ser la
más efectiva es la llamada hermenéutica histórica y contextual. En la
misma, la primer pregunta que se hace es “¿Qué es lo que esto significó
para el autor?”. La segunda pregunta es, “¿Qué es lo que esto significó
para el lector original?”

Estas preguntas implican el concepto de la relevancia del lector.


Cuando la gente leyó el libro de Apocalipsis en el siglo primero D.C., no
estaban pensando en los Estados Unidos cuando leyeron del águila. Esa
interpretación no tiene relevancia del lector alguna, así que no puede ser
lo que ese texto significa. Es de importancia crucial que, cuando se lee la
Biblia, nos pongamos en el lugar del autor y del lector originales. Para
muchos de nosotros, esto es todo un desafío porque venimos de culturas
muy diferentes de las de los escritores bíblicos. También tenemos una
brecha temporal muy importante, y esta afecta al lenguaje y al entendi-
miento, porque el uso y significado de las palabras cambian con el tiem-
po. Las palabras, de hecho, cambian de significado por causa de la in-
fluencia de la cultura. Un ejemplo muy común es la palabra gay, que
hasta hace unos cincuenta años atrás significaba feliz (en inglés). Ahora se
le ha dado un nuevo significado por la cultura y significa homosexual. Así
de rápido y de drástico el significado de las palabras puede cambiar. Por
lo tanto, no solo estamos lidiando con nuestro propio lenguaje que cambia
todo el tiempo, sino con los cambios dentro de los lenguajes de la Biblia
(hebreo, griego y arameo). Esto puede crear un gran desafío cuando que-
remos interpretar.

Otro ejemplo de esto está en 2 Pedro 3:7, y es la frase cielo y tie-


rra pasarán… usualmente entendido como literalmente cielo y tierra pa-
sando. El cristiano promedio lee ese versículo y cree que el cielo y la tie-
rra están reservados al juicio con fuego. Pero, si interpretamos el pasaje
con una hermenéutica histórica y contextual, descubriremos que la frase
original traducida como “cielo y tierra” se utilizaba para referirse al tem-
plo. Dentro del templo estaba el Lugar Santísimo, donde se ubicaba el
arca del pacto y en donde el querubín había sido cosido a las paredes.
Para los judíos, ese cuarto representaba el cielo. El área secundaria del
templo tenía un piso de tierra, los candelabros, la tabla con los panes, y
significaba la tierra. En los atrios, el recipiente grande de bronce represen-
taba el mar. Por esto, el templo se dividía en los cielos, la tierra, y el mar.

Como sea, más de 2000 años después, es fácil malinterpretar lo


que Pedro y Jesús quisieron decir cuando hablaron del cielo y la tierra,
por causa de la brecha temporal y cultural. Gracias a nuestra interpreta-
ción literal, pensamos que ellos estaban diciendo que los cielos y la tierra
literalmente pasarían. En lugar de eso, ellos estaban hablando en el len-
guaje vulgar de su cultura y sus oidores originales entendieron que esta-
ban describiendo al templo. De hecho, Pedro estaba escribiendo acerca de
la destrucción con fuego del templo apenas unos años antes que fuese
consumido por el fuego. Pero si no sabemos eso, pensamos que el cielo y
la tierra serán quemados con fuego en alguna clase de explosión nuclear.
Y en un abrir y cerrar de ojos, hemos errado por lejos el significado origi-
nal del texto y hacemos lugar para un montón de falsas enseñanzas.

Una teología bíblica sana comienza con dos presuposiciones. La


primera es una hermenéutica histórica y contextual. La segunda es enten-
der que Dios se revela progresivamente a través de la Biblia. Esta segunda
presuposición es muchas veces olvidada, especialmente en la teología sis-
temática. La Biblia fue literalmente escrita en el curso de 1500 años por
más de cuarenta autores. Ahora la tenemos compilada en un solo volumen
y el enfoque sistemático tiende a sacar versículos de aquí y allá, en lugar
de entender que tenemos que comenzar desde el principio y leer cronoló-
gicamente. De esta manera, leemos las Escrituras de acuerdo a la revela-
ción de Dios que la gente tenía cuando estaban escribiendo. Por ejemplo,
Noé no sabía nada acerca de la Ley o de los Diez Mandamientos. No
sabía nada respecto a adorar a Dios en el Tabernáculo o de la nación de
Israel. Él nació antes de todo eso, y tenemos que entender esto si quere-
mos comprender su historia adecuadamente.

Job es otro ejemplo de esto. La mayoría de los estudiosos creen


que el libro de Job es el primero de la Biblia, aunque no obstante en nues-
tra versión actual lo encontramos más bien en el medio. El resultado de
esto es que la gente lee este libro y asume que Job tenía una revelación
más grande de Dios de la que en realidad tenía. Parte de este problema es
que nuestra Biblia fue organizada según categorías: libros históricos, poé-
ticos, proféticos, etc., lo que quiere decir que todo está fuera de orden.
Nuestra Escritura no tiene cronología, lo que crea mucha confusión. Job,
en realidad, debería estar insertado luego de Génesis capítulo 3, pero en
lugar de eso sigue al libro de Ester, que cuenta la historia del exilio de los
israelitas. Claramente, nuestra cronología es un lío.

Los libros de Esdras y Nehemías también están completamente


fuera de lugar, lo que causa que el entendimiento histórico de la Biblia
muy difícil y confuso. Esdras y Nehemías en realidad deberían estar al
final del Antiguo Testamento, pero en cambio le siguen a 2 Crónicas, que
cuenta la historia de Salomón y los reyes de Judá hasta que la nación cae
en cautividad.

Aquí está la cronología del Antiguo Testamento: el Jardín del


Edén; Noé y la inundación; Abraham, Isaac, y Jacob; los doce hijos de
Jacob (Israel), incluyendo a José; Israel permanece en Egipto por 430
años; Israel se escapa de la esclavitud de Egipto bajo el mando de Moisés;
la Ley para Israel; los 40 años en el desierto; el liderazgo de Josué hacia
la Tierra Prometida; el reinado de los jueces en Israel; el Rey Saúl; el Rey
David; el Rey Salomón. La mayoría de los cristianos familiarizados con la
Biblia conocen estas historias del Antiguo Testamento, pero luego de Sa-
lomón, la línea histórica se vuelve confusa y la mayoría no la conoce muy
bien.

En el tiempo que le siguió al reinado de Salomón, la nación se di-


vidió en dos naciones y muchos reyes distintos (algunos buenos, pero la
mayoría, malvados) quienes tomaron el trono de Israel o Judá. Este fue el
período de Acab y Jezabel, y de Elias y Elíseo. Eventualmente, Babilonia
y Asiría vienen y toman posesión de las dos naciones. La mayoría de los
israelitas sobrevivientes caen en cautividad, incluyendo a Daniel. Este oró
lo que Jeremías había profetizado: el profeta Jeremías había hablado de la
cautividad, diciéndole a la gente que habrían de estar en cautividad por
setenta años. Cuando Daniel lee el libro de Jeremías, él oró: “Señor, ¿qué
es lo que va a suceder?” (Ver Daniel 19:2). Los sueños proféticos y las vi-
siones en su libro fueron una respuesta a esa pregunta. Finalmente, la
gente vuelve a la tierra, Nehemías reconstruye los muros de la ciudad, y
Esdras reconstruye el sistema del templo. Es por esto que Esdras y Nehe-
mías deberían aparecer al final del Antiguo Testamento, no antes de los li-
bros poéticos.

La organización de la Biblia por temas ha creado muchísima con-


fusión al cristiano promedio que trata de entenderla. De muchas maneras,
el resultado de esta organización tiene el mismo resultado que la teología
sistemática. En lugar de ser presentado de manera progresiva, el material
es agrupado de manera arbitraria. Por eso, los libros poéticos (Salmos,
Proverbios, Cantar de los Cantares y Lamentaciones) se ubican y se leen
todos juntos, aunque quizás no tengan relación alguna entre sí y cuando
algunos se escribieron en diferentes períodos históricos. Incluso dentro de
Salmos hay algunos de Moisés y David, que tienen períodos históricos
completamente distintos. Este tipo de organización simplemente no tiene
sentido. Cuando leemos así, no tomamos en cuenta el hecho de que Dios
se revela progresivamente en la Biblia.

Vemos claramente esta revelación progresiva en los nombres de


Dios en la Biblia, que fue una de las primeras maneras en las que se reve-
ló a sí mismo y a Su naturaleza a los israelitas. De hecho, uno de los sig-
nificados del nombre personal de Dios es Jehová (YHWH), que significa
“que se revela a sí mismo”. En otras palabras, Él se revela a sí mismo a
través de la adición de atributos a Su nombre. Entonces, Jehová Jiréh sig-
nifica “Dios Proveerá”. Como no leemos la Biblia progresivamente, fácil-
mente podemos perder cuán significativas fueron estas revelaciones del
nombre de Dios. Cada vez que Dios reveló un nuevo nombre, reveló un
nuevo aspecto de quién es como Dios. Antes de que Dios se llame a sí
mismo como Jehová Jiréh, nadie sabía que Él proveería para ellos.

A través de estos ejemplos, podemos ver la importancia de leer la


Biblia con una hermenéutica histórica y contextual y con un entendimien-
to de la naturaleza progresiva de la Escritura. Cuando estudiamos la Bi-
blia de esta manera, ya no comprenderemos las historias de una forma en
la que los personajes jamás la hubiesen entendido. Ya no agregaremos
ideas o significados que originalmente no estaban ahí. En lugar de eso,
vamos a ser capaces de dar un paso atrás y observar, sabiendo que enten-
demos lo que Dios estaba haciendo, pero que Abraham y Noé no lo enten-
dían. Por causa de nuestra perspectiva, somos capaces de ver ciertas cosas
que ellos no. Sabemos cómo terminaron sus historias, pero ellos no lo sa-
bían. Podemos ver más de lo que ellos podían, pero no podemos inyectar
lo que nosotros sabemos a sus pensamientos.

Ahora que hemos examinado las diferencias entre la teología siste-


mática y teología bíblica y las dos claves para entender la Biblia con la
teología bíblica, miraremos las maneras en las que podemos estudiar la
Biblia, o métodos de estudio.

MÉTODOS DE ESTUDIO

La pregunta natural que sale luego del tema anterior que se vio en
este capítulo es, “¿Cómo se supone que debo entender este libro?”. Como
aún no existe una buena Biblia cronológica1, ¿cómo leemos la Biblia con
una hermenéutica histórica y contextual y un entendimiento progresivo de
la revelación de Dios en las Escrituras? Para responder a esta pregunta,
debemos mirar las maneras en la que la gente ha estudiado la Biblia, o
métodos de estudios comunes. Esta tabla nos muestra una simple lista de
los mismos.

Métodos de estudio
Devocionales Estudio basado en una lectura pe-
queña lectura diaria de la Escritura
(ejemplo: 1 Timoteo 1).
Estudio temático Estudio basado en un tema en parti-
cular (ejemplo: morir a uno mismo)
y los pasajes relacionados.
Estudio Expositivo Estudio de un pasaje con su debido
contexto histórico.

1. Devocionales

El término devocional ha salido de la creencia moderna entre los cris-


tianos, que dice que debemos leer al menos un capítulo diario de la Biblia
para ser buenos cristianos. Mucha gente ha sido criada con esta idea y
sienten mucha culpa si no leen la Biblia a diario, pero esta idea tiene pro-
blemas graves, que analizaremos a continuación. La idea de devocionales
diarios es, en sí misma, defectuosa cuando consideramos que la mayor
parte del Nuevo Testamento está compuesta de epístolas (también conoci-
das como cartas). En la vida, no leeríamos una carta de un amigo en pe-
queñas porciones diarias. Eso haría innecesariamente difícil la tarea de se-
guir el flujo del mensaje y de comprender su contexto. Aun así, esto es lo
que muchos hacen con las cartas del Nuevo Testamento.

La carta de 1 Timoteo es un gran ejemplo de esto, especialmente por-


que los lugares en donde los cortes de los capítulos fueron insertados en el
texto, son algunas veces horriblemente confusos. La primera carta de Ti-
moteo se compone en seis capítulos, pero los cortes de los capítulos debe-
rían estar en lugares diferentes. En 1 Timoteo 1:15 dice, “Palabra fiel y
digna de ser recibidas por todos…”. Luego, en 1 Timoteo 3:1 dice, “Pa-
labra fiel…”. Luego, en 1 Timoteo 4:9 dice, “Palabra fiel es esta y digna
de ser recibidas por todos”. En estos tres versículos, Pablo destacó los
tres temas que les estaba escribiendo a Timoteo en su carta.

Si fuésemos a escribir 1 Timoteo como un blog, el comienzo (1 Timo-


teo 1:1 – 14) sería la introducción, ya que establece el fundamento. Luego
insertaríamos un subtítulo, quizás en letra negrita, que diga: Palabra Fiel
#1. Luego del texto de ese punto (1 Timoteo 1:15 – 2:15), insertaríamos el
subtítulo Palabra Fiel #2 (1 Timoteo 3:1 – 4:8), y luego Palabra Fiel #3 (1
Timoteo 4:9 – 6:11). El texto restante sería la conclusión, el encargo final
a Timoteo (1 Timoteo 6:12 – 21). Esta es una manera sensata de dividir a
1 Timoteo, ya que fluye con la intención del autor y el entendimiento tó-
pico. En lugar de eso, los quiebres de los capítulos no fluyen con el conte-
nido de la carta.

Esto, por supuesto, no es un problema si leemos la carta entera de una


sola vez, pero si leemos solo un capítulo por día nos puede crear todo un
desafío para nuestra habilidad de entender el contexto. Cuando dejamos
de leer en la mitad de un capítulo, en realidad nos detenemos en una de
las conclusiones de Pablo, y cuando volvemos a leer al día siguiente pro-
bablemente ya hayamos olvidado lo que leimos hace un día. Vemos los
capítulos y los separamos, y es por eso que no entendemos lo que Pablo
quiso decir. Debemos leer las cartas como una sola cosa y entender la idea
entera.

Tenemos que leer la carta por completo, siguiendo lo que el autor estaba
diciendo como un sobre-arqueo, y permitiendo que los quiebres naturales
salgan a la superficie. De otra manera, terminaremos con un acercamiento
devocional desarticulado. Leeremos nuestro primer capítulo, pero no en-
tenderemos el contexto o lo que se quiso decir como idea general. Como
resultado, no recibimos la revelación que necesitamos.

2. Estudio Bíblico Temático.

En segundo lugar, el método de estudio temático es lo que muchos


cristianos en todo el mundo experimentan en las reuniones de iglesia de
domingo. Si el pastor Bob elige el tema “Morir a uno mismo” como el
tema para enseñar el domingo, él elegirá muchos pasajes clave a partir de
los cuales desarrollará la enseñanza. Seguramente él empezaría con 1 Co-
rintios 15:31, que en la versión Reina Valera 1960 dice, “…cada día
muero”. El pastor Bob, de acuerdo a sus estudios de teología sistemática,
tomará este versículo, sin leerlo en contexto, y luego predicará por media
hora respecto a cómo todos necesitamos morir a nosotros mismos (a nues-
tros deseos, pasiones, sueños, y visiones). Él tomará otros versículos que
parecen apoyar a su idea, como Lucas 14:27, en donde Jesús le dice a Sus
discípulos “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser
mi discípulo” (RVR1960). Por causa de la forma en la que el pastor Bob
une a estos versículos, pareciera que la conexión entre ellos es natural…
hasta casi resulta lógico que Jesús y Pablo estén hablando de lo mismo.
Pero este acercamiento a la Escritura contiene problemas graves.

Primero, un estudio bíblico temático no da un entendimiento histórico


y contextual. Los pasajes son utilizados por fuera del contexto en el que
originalmente fueron escritos, sin mencionar las fallas en la comprensión
en las realidades históricas de esos tiempos. Si el pastor Bob leyese los
versículos anteriores y posteriores de 1 Corintios 15:31, su sermón se cae-
ría por completo. El versículo 30 dice, “¿Y por qué nosotros peligramos a
toda hora?”. Esto muestra claramente que la muerte diaria mencionada,
se refiere a una muerte física. Se vuelve más claro si leemos 1 Corintios
15:31 en versiones diferentes a Reina Valera 1960, que no ha traducido
adecuadamente el significado de estos versículos. La versión Traducción
en Lenguaje Actual dice:

Ustedes bien saben que todos los días estoy en peligro de muerte.
Esto es tan cierto como la satisfacción que tengo de que ustedes creen
en Cristo. En Éfeso luché con hombres que parecían fieras salvajes.
Pero, si es verdad que los muertos no vuelven a vivir, entonces ¿qué
gané con eso? Mejor hagamos lo que algunos dicen: «Comamos y be-
bamos, que mañana moriremos.» (1 Corintios 15:31-32)

Claramente, Pablo estaba hablando acerca de la persecución física y a


la amenaza de muerte que los primeros cristianos enfrentaban todos los
días. Esa no es la realidad de todos, pero era la realidad cuando escribió la
letra a los corintios. Pablo podía decir que se había enfrentado con fieras
salvajes porque eso era parte de su historia, pero no es parte de la historia
de la mayoría de las personas. En otras palabras, no es algo universal.
Esto significa que no es permisible aplicarlo para todos. Muchas veces ci-
tamos la Escritura como parte de nuestra historia personal cuando no lo
es. Eso no es un uso aceptable o exacto de la Escritura. Así podemos ver
el peligro de sacar un versículo o frase por fuera de su contexto y usarlo
para probar un punto que en realidad no se está probando en el mismo.

Este mismo principio aplica al pasaje que rodea al mandamiento de


Jesús de tomar nuestra cruz (Lucas 14:27). Mirando los versículos que le
anteceden, esto es lo que encontramos:

“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si al-


guno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e
hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no
puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de
mí, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14:25-27)

Para entender este pasaje apropiadamente, tenemos que recordar la


segunda clave de la teología bíblica: leer progresivamente. Cuando Jesús
dijo esas palabras, no había sido crucificado aún. Nuestro entendimiento
de la crucifixión de Jesucristo no puede ser inyectado en el entendimiento
de aquellos que estaban escuchando a Jesús en Lucas 14. Estaría mal
hacer eso. Ellos no entendían lo que nosotros entendemos acerca de la
muerte de Jesús en la cruz. Por eso, tenemos que pensar lo que la palabras
de Jesús significaron para aquellos que lo estaban escuchando en ese mo-
mento, que eran gente que no tenía idea de que Jesús iría a morir en una
cruz en el futuro. Otro factor importante para recordar es que Jesús no le
estaba hablando a cristianos, a la Iglesia, o a la gente que había estado con
él por años. Él les estaba hablando a grandes multitudes de no creyentes.
Es por esto que Él dice, “Si quieres ser mi discípulo…”. Él estaba dicien-
do, “Si vas a tomar la decisión de ser mi seguidor, tienes que saber el
costo que conlleva tomar tu propia cruz, y luego seguirme”. Les estaba di-
ciendo esto a incrédulos y no a creyentes. Esto significa que no podemos
aplicar este mensaje a grandes rasgos a la Iglesia, como muchos hacen.

Si seguimos leyendo este pasaje, obtendremos una idea general de


lo que esta cruz, o costo, al que Jesús se estaba refiriendo:

“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se


sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita
para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y
no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla
de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo aca-
bar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se
sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al
que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro
está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de
paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo
que posee, no puede ser mi discípulo.
Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sa-
zonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan
fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.” (Lucas 14: 28 – 35)

Aquí Jesús da dos imágenes diferentes para explicar lo que quería


decir: Un rey yendo a la guerra y un constructor construyendo una torre.
Él dijo, “No vayan hasta mitad de camino y abandones cuando tengas las
cosas construidas por la mitad, porque luego todos alrededor tuyo se bur-
larán y se reirán. No seas el rey que se va a la guerra sin suficiente gente,
o la gente se reirá de ti”. Dicho más simplemente, su punto era: Si vas a
ser un discípulo, no seas medio discípulo. Les estaba diciendo a los segui-
dores en potencia que no comiencen a seguirlo si luego iban a dar media
vuelta y marcharse porque sus amigos y familia se burlarían. Cuando en-
tendemos esto, entendemos porque Jesús habló de menospreciar a madre,
padre, esposa, hijos, hermanos y hermanas, en incluso la propia vida. Él
no les estaba diciendo a los cristianos que deberían odiar a todos los que
los rodeaban. Lo que estaba diciendo es que aquellos que querían seguir-
lo, no debían seguirlo a medias.

Esto comienza a tener más sentido cuando nos damos cuenta, en el


contexto más grande de la historia, que en ese momento la cruz era un te-
rrible castigo reservado solo para rebeldes y para la peor clase de delin-
cuentes. Los romanos crucificaban a los insurgentes, usando esta forma
específica de muerte como un signo de advertencia para los demás, di-
ciendo “si ustedes también se rebelan, terminarán así”. Esta conexión
entre el término crucifixión y hacer un escarmiento público de alguien,
permanece en nuestro lenguaje hasta hoy. Se suele decir, por ejemplo,
“Este político hizo un error, y los medios lo crucificaron”. La gente no
dice, “Este político se equivocó y los medios le dieron una inyección
letal”, porque no se está hablando de muerte sino de humillación pública.
La crucifixión siempre ha significado hacer un show público de alguien
para mostrarles a aquellos que hagan lo mismo que serían destruidos de la
misma manera. Por eso, en lo que Jesús dijo vemos que usó este término
como una metáfora que indicaba la humillación que los judíos de aquel
tiempo experimentarían si elegían seguirlo. Tenían que tomar en cuenta el
riesgo de manera muy tangible, porque se arriesgarían a sufrir el rechazo
de sus familias y amigos, y persecución política y religiosa. La decisión
de seguirlo literalmente significaba darle la espalda a todo lo que anterior-
mente habían tenido como una fuente de identidad y reputación. Si quere-
mos tener una interpretación hermenéutica correcta de este pasaje, no po-
demos decir que Jesús les estaba hablando a los cristianos respecto a
cómo vencer la tentación. Aún así, muchos pastores hacen esto. Sacan
versículos de contexto para crear enseñanzas temáticas o tópicas.

Por supuesto, es importante aclarar aquí que los sermones tópicos


no son necesariamente malos. El problema radica en cuando la gente saca
versículos de contexto para crear un mensaje tópico sin considerar lo que
esos versículos en realidad significaban en su contexto. Cuando la gente
hace eso, fuerzan múltiples versículos que no tienen nada que ver entre sí
con el solo fin de armar un sermón de un tema en particular (como vimos
con el ejemplo de morir a uno mismo). Como resultado, enseñan mensa-
jes no bíblicos que tienen la apariencia de serlo para aquellos que no tie-
nen estudios, causando mucha confusión respecto a lo que la Biblia real-
mente quiere decir. Esto es lo que nosotros no queremos. De todas mane-
ras, podemos crear un excelente y bíblicamente correcto sermón de un
tema en particular si usamos una hermenéutica histórica y contextual para
analizar todos los versículos de un tema en particular, tales como la ira de
Dios. (Vamos a ver este tema en profundidad en el capítulo 3). Los men-
sajes temáticos pueden ser maravillosos si somos cuidadosos al respetar el
contexto de los versículos que usamos. Si usamos un versículo sin tener
en cuenta su contexto, es importante aclararlo a nuestra audiencia, dicien-
do algo así: “Sé que este versículo en contexto se refiere a esto, pero el
Espíritu Santo me ha estado hablando a través del mismo y quiero com-
partírselos sin ignorar el significado y contexto originales”. Esta clase de
aclaración es crucial, y le da lugar a mensajes nuevos del Espíritu Santo
sin dejar de honrar (y sin contradecir) el mensaje original de la Escritura.
3. Estudio Bíblico Expositivo.

Por causa de que el cristianismo moderno occidental está basado en


sermones temáticos dominicales y devocionales diarios personales, mucha
gente ha llegado a conclusiones erradas de la Escritura. La pregunta es,
¿qué podemos hacer? ¿Cómo leemos la Escritura y nos direccionamos en
nuestro caminar cristiano de una manera que el camino sea exacto y vivi-
ficante? Una palabra describe la respuesta a nuestro dilema, y es expositi-
vo. Un estudio bíblico expositivo y una predicación expositiva simple-
mente expone lo que la Biblia está diciendo en su contexto. Esto es exac-
tamente lo que hicimos con los versículos que analizamos anteriormente:
expusimos lo que los versículos realmente significan en contexto. Un es-
tudio expositivo mira a un pasaje y ve su contexto, el lugar histórico, y
considera a quién se le está escribiendo y el contexto del autor. De esta
manera, el estudio expositivo puede tomar un pasaje para ayudarnos a en-
tender un tema en particular en su ubicación apropiada.

Algunas veces esto puede sonar muy parecido a una enseñanza tópica,
pero la diferencia es que el estudio expositivo respeta el contexto, el fluir,
el lugar histórico, la progresión, la audiencia original del pasaje, y la rele-
vancia para el lector moderno. En un estudio bíblico expositivo, tomamos
un pasaje y estudiamos su contexto mediante las preguntas: ¿Por qué se
escribió? ¿A quién se le escribió? Y ¿Cuáles fueron los propósitos, el
valor, y las intenciones del pasaje? Solo cuando nos hacemos esas pre-
guntas es que estamos listos para arribar a conclusiones precisas.

PREGUNTAS DE REPASO

1. ¿Cuál es la diferencia entre exégesis y eiségesis?


2. La hermenéutica más confiable para trabajar es llamada
______________. La pregunta que siempre hay que hacer es,
“___________________________________________________-
_____________?” La segunda pregunta sería
“_________________________________________________?”
3. En 1 Timoteo, la carta se divide en____ capítulos. La localización
de estos tres temas o palabras fieles de Pablo a Timoteo se encuen-
tran en _____________________________________________
4. La teología sistemática crea una ___________, que tiene una gran
capacidad de capturar ciertas cosas, pero que también tiene algu-
nos ______________, en donde terminas no sabiendo cómo res-
ponder ciertas preguntas.

PALABRAS CLAVE

Escuela de ministerio Canonicidad


Seminario Estudio del Antiguo Testamento
Escuela de teología Estudio del Nuevo Testamento
Teología sistemática Hermenéutica
Escuela de Biblia Exegesis
Teología bíblica Eiségesis
Soteriología Hermenéutica histórico-contextual
Pneumatología Relevancia del lector
Teorías del sacrificio Devocionales
Angeología/Demonología Estudio bíblico temático
Escatología Estudio bíblico expositivo
Eclesiología

MATERIALES RELACIONADOS

Gordon D. Fee and Douglas Stuart, How to Read the Bible for All Its
Worth.
Wayne Grudem, Systematic Theology.
Peter J. Leithhart, A House For My Name: A Survey of the Old Testament.
Peter J. Leithhart, Deep Exegesis: The Mystery of Reading Scripture
James Stuart Russell, The Parousia
Milton Spenser Terry, Biblical Hermeneutics.

1
Buena es un término relativo, y para la opinión del autor aún no existe
una buena Biblia cronológica. Welton Academy está en el proceso de
crear tal trabajo.
CAPÍTULO DOS

ENTENDIENDO LA BIBLIA
En nuestra cultura moderna, la gente generalmente conoce que la
Biblia es un libro que muchas personas creen que es la Palabra de Dios.
Nosotros estamos de acuerdo con esta apreciación. Creemos que la Biblia
es la Palabra de Dios y que necesita ser entendida, estudiada y enseñada
como verdad absoluta. Hasta el advenimiento del movimiento postmoder-
nista, estas verdades eran generalmente aceptadas por todos los cristianos.
Hoy, en cambio, muchos dicen cosas como “No hay tal cosa como la ver-
dad” o “La verdad es debatible”. Con este cambio cultural, uno de los ata-
ques principales del postmodernismo en contra del cristianismo ha sido en
contra de las Escrituras en sí. La gente dice, “La Biblia es simplemente
algo escrito por hombres, y si fue escrita por el hombre, puede ser mani-
pulada por ciertos sectores políticos y ser usada para oprimir a la gente”.
La gente se pregunta, “¿Cómo entendemos el valor y la integridad de la
Escritura si no conocemos su origen?”. Esa es realmente la cuestión. ¿De
dónde salió nuestra Biblia?

¿Cuál es su fuente, por qué tiene la forma que tiene, y cómo sabe-
mos que tenemos los libros correctos de la Biblia? La Biblia se compone
de 66 libros que fueron seleccionados de un canon más grande de escritos,
incluyendo libros como el Evangelio de Tomás y otros evangelios gnósti-
cos, como así también libros apócrifos y pseudoepigráficos. Si vamos a
tratar a la Biblia como la Palabra de Dios y como fuente de verdad abso-
luta, es importante para nosotros que entendamos por qué estos sesenta y
seis fueron escogidos de entre los demás y considerados como inspirados
por Dios. Una vez que entendamos esto, también seremos capaces de
tener una perspectiva apropiada de los libros que no pudieron entrar al
canon bíblico.

LA HISTORIA DEL CANON


El Canon Bíblico son los sesenta y seis libros que la Iglesia ente-
ra, a través de la historia de la Iglesia, ha aceptado como la Palabra de
Dios. Esto incluye todas las ramas del cristianismo (griegos ortodoxos,
católicos romanos, y protestantes). Todos aceptan la misma lista de libros
desde que fueron agrupados por primera vez en el siglo cuatro. La Biblia
Católica Romana contiene algunos libros extras, llamados apócrifos, pero
los católicos no los consideran como Escritura canonizada. Éstos son li-
bros importantes a nivel histórico, que complementan a la Escritura pero
que no están al mismo nivel.

Uno de los padres de la Iglesia, Eusebio, escribió un libro llamado


Historia Eclesiástica, que relata la historia de la Iglesia primitiva. Eusebio
vivió entre el 263 al 339 D.C. y esencialmente escribió lo que se conside-
ra la continuación del libro de los Hechos, ya que el relato comienza
cuando Hechos termina. En el mismo, Él cuenta cómo los libros de la Bi-
blia fueron aceptados, cuáles fueron debatidos, y cuáles fueron rechaza-
dos. En el siglo IV los líderes de la Iglesia dividieron a los libros en cua-
tro categorías: libros aceptados, libros en disputa, libros rechazados, y li-
bros heréticos. La primer categoría incluía a la mayoría de los libros que
tenemos actualmente en el Nuevo Testamento. La categoría de libros en
disputa incluía los libros de Judas, Segunda de Pedro, Segunda de Juan,
Tercera de Juan, y Santiago. El único libro del Nuevo Testamento inclui-
do en la lista de rechazados fue Apocalipsis, con una nota que decía que
muchos, no obstante, lo consideraban un libro aceptado (Eusebio mismo
creía esto). Finalmente, la categoría de libros heréticos incluía a libros
pseudoepigráficos, que explicaré con detalle más adelante.

Los libros en disputa eran todos cuestionados por una razón. Judas
fue puesto en disputa porque citaba al libro de Enoc, que no es aceptado
como parte del Canon del Antiguo Testamento. Segunda de Pedro fue de-
batido porque la manera de escritura del griego que utiliza es muy dife-
rente que la de Primera de Pedro. Los eruditos aún debaten si Segunda de
Pedro fue escrita por el mismo Pedro que escribió Primera de Pedro2. Se-
gunda y Tercera de Juan también fueron debatidos (hasta el día de hoy)
porque la persona que los escribe se presenta como “el anciano”. ¿Quién
era el anciano? Mucha gente ha asumido que es Juan, pero también esto
ha sido fuente de muchos debates.

El libro de Santiago también fue disputado. Técnicamente hablan-


do, el libro de Santiago es probablemente el primer libro escrito del
Nuevo Testamento. A pesar de esto, se debate por causa de que Santiago
habla acerca de que nuestra fe es probada a través de las obras. Alguna
gente ha tenido dificultades para entender cómo este libro complementa
perfectamente lo que el apóstol Pablo escribe en Romanos (que la fe debe
evidenciarse, y que nuestra fe establece y completa todo). Incluso Martín
Lutero, más de mil años después de que el canon bíblico fue formado,
cuestionó si Santiago debía o no estar en la Biblia. El debate sigue hasta
el día de hoy. De todas maneras, cuando es entendido adecuadamente, el
libro de Santiago y de Romanos se complementan muy bien el uno al
otro.

El libro de Apocalipsis aún sigue siendo muy debatido, y algunos


dicen que no debería estar en la Biblia por causa de que fue escrito más
adelante. Estas personas creen que el libro de Apocalipsis fue escrito en el
año 96 D.C., mucho tiempo después que el resto del Nuevo Testamento.
Algunos también dicen que Mateo, Marcos, y Lucas deben haberse escri-
to en el año 90 D.C. por causa de los pasajes paralelos de la destrucción
de Jerusalén (Ver Mateo 24, Marcos 13, y Lucas 21). Ellos piensan que
son demasiado perfectas para ser profecías. Si estos libros fueron escritos
antes del año 70 D.C., dicen, significaría que Jesús profetizó de manera
demasiado perfecta, lo que validaría al don de profecía. Por causa de que
algunos estudiosos, profesores, y académicos no creen en lo sobrenatural,
le han cambiado la fecha de escritura a los libros y claman que fueron es-
critos luego del año 70 D.C. para hacer que Jesús no luzca como un profe-
ta extraordinario.

Cuando se decidió respecto a cuáles serían los libros aceptados de


la Biblia, la Iglesia primitiva usó dos criterios principales. El primero se
desprendió del edicto del emperador romano Diocleciano (284 – 305
D.C.), que decía que los cristianos debían ser sacrificados a los dioses.
Además, este edicto les ordenaba a los cristianos quemar sus libros. Por
esta razón, la Iglesia primitiva tuvo que decidir cuáles eran los libros por
los que estaban dispuestos a morir. ¿Qué libros esconderían y protegerían
incluso si les costase sus vidas? Esos son los libros que luego fueron in-
cluidos en el Santo Canon que tenemos hoy. Los sesenta y seis libros de
la Biblia actual son los libros que la Iglesia primitiva literalmente estaba
dispuesta a defender con sus vidas.

El segundo criterio fue el asunto de la autoría. Aquí encontramos


el problema de la pseudoepigrafía, o libros que en realidad no fueron es-
critos por la persona que dice que los escribió. Esta es la razón por la que
algunas personas cuestionan la validez de Segunda de Pedro. Piensan que
alguna otra persona que no era Pedro escribió el libro, y que aunque está
firmada con su nombre, Pedro no es el autor. Este asunto es importante
porque si no fue escrito por él, entonces lo hizo un impostor y no tiene el
mismo valor. Todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos por
los apóstoles del siglo primero (Marcos y Lucas no eran apóstoles pero
escribieron lo que vieron para los otros apóstoles. Marcos esencialmente
escribió para Pedro, y Lucas lo hizo para Pablo). Si un libro dice que fue
escrito por uno de los apóstoles pero en realidad no lo fue, entonces se
considera que hubo pseudoepigrafía. No tiene el valor suficiente para in-
cluirse dentro del Canon Bíblico. Estos fueron los dos criterios que los
primeros cristianos usaron para decidir qué libro incluir: ¿Fue escrito por
un apóstol? ¿Era un libro por el que valía la pena morir?

La primera lista oficial de libros aceptados de la Biblia fue agrupa-


da por primera vez en el Concilio de Cartago en el año 397 D.C. Desde la
formación de la Biblia en este año, ha mantenido la misma composición
básica de estos sesenta y seis libros. Por supuesto, no obstante, ha cambia-
do con las traducciones. Recibimos a la Biblia en el año 397 D.C., pero ha
sido entendida de muchas maneras diferentes a través de los años por
causa de las traducciones.

¿POR QUÉ SESENTA Y SEIS LIBROS?

Hasta ahora, hemos visto algunos de los criterios utilizados para


categorizar y aceptar o rechazar libros con el potencial de estar en la Bi-
blia. Ahora vamos a mirar específicamente a la cantidad de libros (sesenta
y seis). Mientras podemos aceptar que la cantidad fue así por voluntad di-
vina, sin que los hombres tuviesen participación, también es bastante po-
sible que los líderes de la Iglesia primitiva usasen un patrón del Antiguo
Testamento para ayudarse a llegar a sesenta y seis libros. Esto es simple-
mente una teoría, no algo que podamos probar de alguna manera, dado
que ninguno de nosotros conoce lo que los líderes de la Iglesia de ese mo-
mento estaban pensando.

Debajo hay un dibujo de un candelabro, que fue tomado de Éxodo


25, en donde Moisés recibió la descripción de lo que debía construir para
el tabernáculo y los artículos que el mismo debía incluir.

ÉXODO 25
Comenzando en el versículo 31 dice:

Haz un candelabro de oro puro labrado a martillo. Su base, su


tallo y sus copas, cálices y flores, formarán una sola pieza. Seis de
sus brazos se abrirán a los costados, tres de un lado y tres del
otro. Cada uno de los seis brazos del candelabro tendrá tres
copas en forma de flor de almendro, con cálices y pétalos. El can-
delabro mismo tendrá cuatro copas en forma de flor de almendro,
con cálices y pétalos. Cada uno de los tres pares de brazos tendrá
un cáliz en la parte inferior, donde se unen con el tallo del cande-
labro. Los cálices y los brazos deben formar una sola pieza con el
candelabro, y ser de oro puro labrado a martillo.

Como explican estos versículos, los brazos del candelabro tenía


copas, cálices, y pétalos. Este patrón se repite a lo largo de los brazos, de
manera tal que cada brazo del lado izquierdo tenía nueve de esos ítems
(tres copas, tres cálices, y tres pétalos). Esto da un total de nueve copas,
nueve cálices, y nueve pétalos en uno de los lados del candelabro. Del
otro lado, había la misma cantidad. También, si se iba hacia abajo y llegá-
bamos al brazo del medio, o lámpara, había cuatro copas, cuatro cálices y
cuatro pétalos.

Así que, en total, contando los ítems del lado derecho e izquierdo,
tenemos nueve, nueve, nueve (ítems en los brazos izquierdos); doce
(ítems en la lámpara misma); y nueve, nueve, nueve (ítems en los brazos
derechos). Encontramos el significado de la lámpara en el Salmo 119:105,
que la conecta con la Palabra de Dios, siendo fuente de iluminación y de
guía: “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero”.
Esta era la mentalidad hebrea respecto a lo que entendían por lámpara.
Por lo tanto, no sorprende que si agregamos los números, encontremos la
misma cantidad de libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. El lado iz-
quierdo y el tallo medio del candelabro (9 + 9 + 9 +12), nos da un total de
treinta y nueve, mientras que el costado derecho (9+ 9 + 9) da un total de
veintisiete. Las decoraciones del lado izquierdo de la lámpara y las deco-
raciones de la lámpara misma representan los treinta y nueve libros del
Antiguo Testamento. Las decoraciones de los brazos del lado derecho re-
presentan los veintisiete libros del Nuevo Testamento.

La siguiente figura muestra al candelabro como la Palabra de


Dios, con treinta y nueve libros en el Antiguo Testamento y veintisiete li-
bros en el Nuevo Testamento.
Es también importante notar que el candelabro era hecho de oro
puro, lo que habla de su integridad y pureza. El Salmo 12:6 dice, “Las pa-
labras del SEÑOR son tan puras y verdaderas como oro o plata terrena-
les que han sido fundidas y purificadas siete veces en el horno”. En otras
palabras, es puro. También ha sido formado de una pieza entera de oro.
No son dos piezas unidas. No es una lámpara “antigua” y una “nueva”, es
una sola lámpara. De la misma manera, tenemos una Biblia. Aunque
tenga dos lados, es una unidad inseparable. Por último, la parte del medio
de la lámpara es entendida como un simbolismo de Cristo. Por esta causa,
Gálatas 4:4 dice que Jesús nació como hombre “bajo la ley”. El bastón
del medio está también ubicado en la parte que simboliza al Antiguo Tes-
tamento. Jesús apareció como hombre bajo la Ley y se movió con las
leyes del Antiguo Testamento, cumpliéndolas para llevarnos a lo nuevo.
Los paralelos entre la lámpara y la Palabra de Dios son llamativas, y es
muy posible que los cristianos primitivos usasen la lámpara para determi-
nar el número de libros del Nuevo Testamento incluidos en la Biblia. (In-
teresantemente, si se cuentan los accesorios de los seis brazos junto con
los del bastón principal, la lámpara terminaría teniendo 73 accesorios, que
es el número de libros aceptados por la Biblia Católica Romana).

Esta es otra posibilidad: la Iglesia primitiva haya, quizás, también


considerado la estructura del libro de Isaías en las decisiones respecto al
canon del Nuevo Testamento. En nuestra Biblia, Isaías es un solo libro,
pero en las Escrituras hebreas, se divide en Isaías 1 (del capítulo 1 al 39),
e Isaías 2 (capítulos 40 al 66). Es importante recordar que la división de
capítulos y versículos no ocurrió hasta cientos de años más tarde. La divi-
sión de capítulos corresponde a la cantidad de libros de la Biblia en el An-
tiguo Testamento y Nuevo Testamento.

Esto parece una coincidencia, hasta que miramos al texto de Isaías


40, que es el comienzo del segundo libro, que dice: “Voz que clama en el
desierto: Preparad camino a jehová; enderezad calzada en la soledad a
nuestro Dios.” (Isaías 40:3). Esta era una profecía acerca de Juan el Bau-
tista, y es citada en el primer libro del Nuevo Testamento, Mateo, en
donde dice: “Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando
dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, En-
derezad sus sendas.” (Mateo 3:3). Por lo tanto, Isaías 40, o el primer ca-
pítulo del segundo libro de Isaías, se corresponde con Mateo.

Isaías 66, el capítulo final, reafirma la idea del paralelo. En Isaías


66:22 leemos: “Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo
hago permanecerán delante de mí, dice jehová, así permanecerá vuestra
descendencia y vuestro nombre”. El último libro de Isaías habla de cielos
y tierra nueva, justo como el último libro del Nuevo Testamento, Apoca-
lipsis. Juan, el escritor de Apocalipsis, estaba citando a Isaías cuando usó
esa imagen. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo
y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.” (Apocalipsis
21:1). Algunas versiones ponen entre comillas simples a la expresión uti-
lizada en Apocalipsis, cielo nuevo y tierra nueva, porque es una cita de
Isaías 65 y 66. Por lo tanto, podemos ver estos paralelos entre Isaías y el
Nuevo Testamento:

1. Isaías (primer libro): Capítulos 1 al 39.


2. Isaías (segundo libro): Capítulos 40 al 66.
3. Isaías 40 corresponde a Mateo 3.
4. Isaías 65 y 66 se corresponden con Apocalipsis 21.

Los paralelos son muy fuertes para ser accidentales. Increíblemente,


tanto la imagen de la lámpara y los libros de Isaías son patrones que los lí-
deres de la Iglesia primitiva pudo haber usado para determinar el número
de libros en el Nuevo Testamento. No solo ambos patrones dan el mismo
número al dividirlos en dos mitades (treinta y nueve y veintisiete), sino
que el patrón de Isaías también provee el sentido del orden. El efecto no
sería el mismo si Mateo no fuese el primer libro de la Biblia y Apocalip-
sis, el último. Estos paralelos son una figura muy fuerte de cómo Dios usa
patrones y símbolos a través de la historia (incluso si los humanos involu-
crados eran conscientes de esto no). Como una gran parte de los primeros
cristianos eran judíos que tenían un conocimiento muy profundo de la his-
toria de sus creencias, es altamente posible que los líderes de la Iglesia
hayan participado intencionalmente con Dios al crear estos paralelo, aun-
que también es probable que hayan estado completamente inconscientes
de lo que Dios estaba haciendo. De cualquier manera, los paralelos nos
proveen imágenes interesantes.

Hebreos 8:5 habla acerca del poder de los símbolos en la Biblia:

…los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestia-


les, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo,
diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha
mostrado en el monte.
Colosenses 2:16-17 también muestra que el propósito de gran parte de
la Ley del Antiguo Testamento, junto con las prácticas religiosas, eran
simbolizar al Cristo real:

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días


de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo
que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.

Cuando miramos a la vida de Jesús en la Tierra, vemos cumplidas mu-


chas de las sombras y figuras del Antiguo Testamento. Por ejemplo, Jesús
recibió bautismo en aguas, que 1 Corintios 10:2 nos dice que era una figu-
ra de Israel atravesando el Mar Rojo. Como Israel, Jesús fue a través del
Mar Rojo, llegó al otro lado, fue bautizado en el Espíritu Santo, y luego
estuvo en el desierto por cuarenta días. Allí se encontró con un enemigo,
el diablo, y en lugar de intimidarse, Él se paró en Su identidad y Su rela-
ción con el Padre y lo resistió, caminando fuera del desierto en victoria.
En contraste, los israelitas caminaron cuarenta días en el desierto, fueron
intimidados, dudaron de Dios, se alejaron de Él, y comenzaron a quejarse.
Como resultado, tuvieron que pasar cuarenta años en el desierto. Muchas
veces, las acciones de Jesús en los Evangelios cumplieron o imitaron una
sombra del Antiguo Testamento que apuntaban a Él.

Claramente, el Antiguo Testamento contiene muchas sombras de la


realidad que ahora tenemos en Cristo. Esto es claramente lo que vemos en
la lámpara o candelabro, y el libro de Isaías. Son sombras muy claras de
la Biblia, antes de que la Biblia se convirtiese en el libro que hoy tenemos
entre nuestras manos. La realidad de Dios involucrándose íntimamente en
la formación de la Biblia nos muestra el nivel de autoridad que carga.

LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA

Cuando la gente habla de la Biblia como un libro y de su forma-


ción, a menudo usan palabras como autorizada, inspirada, o inequívoca
para describir lo que piensan de la Biblia. Antes de terminar este capítulo,
vamos a ver muchos de estos términos y lo que significan. Cuando la
gente dice que la Biblia es autorizada, significa que la misma tiene auto-
ridad como la Palabra de Dios, y que por eso se someten a los manda-
mientos que ésta dice. La idea de que la Biblia es inspirada simplemente
hace referencia a que Dios le habló a ciertos hombres para escribir la Es-
critura. Esto significa que deberíamos elevarla por sobre nuestro entendi-
miento humano, ya que no es de inspiración humana sino divina. Cuando
la gente clama que la Biblia es inequívoca, quieren decir que no tiene
errores. Similarmente, algunos usan también el término infalible para
decir que la Biblia no contiene errores o que es incapaz de estar errada.

Primero, cuando hablamos de Palabra autorizada, queremos decir


que la intención de la misma es la enseñanza, el crecimiento, la exhorta-
ción, el entrenamiento, y todo lo que está enlistado en 2 Timoteo 3:16-17,
y esto es producto de la autoridad de la Biblia. Esto mismo dice 2 Pedro
1:19, en donde nos dice que la Biblia es algo “completamente confiable”
y la “palabra profética más segura”. Lo que esto quiere decir es si la
gente cree haber oído algo de parte de Dios, pero contradice a la Escritu-
ra, entonces están oyendo mal. La Biblia es la palabra profética más segu-
ra. Tiene la autoridad máxima para determinar lo que Dios está diciendo,
y debemos siempre probar lo que creemos oír de Dios con la Palabra.

Segundo, para entender lo que significa que la Biblia sea la Pala-


bra inspirada de Dios, podemos mirar a 2 Pedro 1:20-21, que nos dice
cómo los humanos recibieron la Escritura:

…entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura


es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída
por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios habla-
ron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

En otras palabras, lo que dice es que aunque los autores eran hu-
manos, no estaban escribiendo su propia interpretación privada, sino lo
que el Espíritu Santo los inspiró. Es una realidad mística el entender que
fue el Espíritu Santo quien escribió a través de los autores de las Escritu-
ras. Sí, fue escrita por personas, pero fue inspirada por el Espíritu Santo
de una manera en la que otros documentos no. 2 Timoteo 3:16-17 añade a
este concepto:

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para


redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra.

Esto dice claramente que la Biblia fue inspirada, como así también
es autorizada. Por supuesto, debemos mantener en mente que cuando
Pedro y Pablo escribieron esos pasajes, no sabían que estaban escribiendo
parte de la Biblia. Las Escrituras a las que ellos se estaban refiriendo eran
a los 39 libros del Antiguo Testamento, lo que era llamado la Septuaginta,
o la versión griega del Antiguo Testamento. Ésta fue escrita 300 años
A.C., cuando setenta estudiosos hebreos trabajaron juntos para traducir
las Escrituras hebreas al griego. La Septuaginta, que en algunos lugares
difiere del Antiguo Testamento hebreo, era la Escritura de la Iglesia pri-
mitiva. Esto explica por qué en nuestras versiones en español a veces
vemos diferencias entre pasajes del Antiguo Testamento (que han sido
traducidos del hebreo), y citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testa-
mento (que han sido traducidas de la Septuaginta). A pesar de las peque-
ñas diferencias entre el Antiguo Testamento hebreo y griego, era la ver-
sión griega la que la Iglesia primitiva leyó y citó pasajes.

De todas maneras, encontramos en el Nuevo Testamento signos de


que incluso durante el siglo I, los cristianos habían comenzado a recono-
cer escritos que ahora forman parte del Nuevo Testamento. Uno de los
primero de esos signos se encuentra en 2 Pedro 3:15-16, en donde Pedro
habla de las cartas de Pablo:

Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para sal-


vación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la
sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus
epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay
algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstan-
tes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición.

En este pasaje, Pedro alude a algo impresionante. Cuando escribe


que los inconstantes e indoctos tuercen las cartas de Pablo “como hacen
con las otras Escrituras”, él está poniendo las cartas del apóstol a la par
de los escritos del Antiguo Testamento. Es tan sutil que muchas veces se
pasa por alto, pero Pedro estaba diciendo claramente que la misma gente
que distorsionada las Escrituras del Antiguo Testamento estaban ahora
también distorsionando a las Nuevas Escrituras, que serían las cartas de
Pablo. A pesar de que el Nuevo Testamento no sería formalizado hasta
cientos de años después, incluso en ese entonces ellos tenían la sensación
de que lo que estaban escribiendo también eran palabras autorizadas e ins-
piradas por el Señor, con las del Antiguo Testamento.

Tercero, algunas personas usan términos como inequívoca e infali-


ble para describir a la Biblia, pero los conceptos que encierran esos térmi-
nos son problemáticos. Por ejemplo, si decimos que la Biblia es la Palabra
inequívoca de Dios, tenemos que ir a los documentos originales inspira-
dos en hebreo y en griego. Cuando vayamos al Nuevo Testamento, encon-
traremos cinco mil manuscritos en griego que son casi idénticos, aunque
algunos de ellos contienen pequeñas diferencias. Eso fue lo que los tra-
ductores usaron para nuestras Biblias modernas. De todas maneras, los
humanos no fueron inspirados para traducir la Biblia de la misma manera
en la que los escritores originales lo fueron. Los traductores hacen los
mejor posible, de acuerdo a su entendimiento, pero están operando con
entendimiento humano y no divino. Son eruditos brillantes, pero inclusive
así a veces pasan por alto ciertas cosas. Es por esto que, desde una pers-
pectiva académica, no podemos decir que la Biblia es inequívoca, ya que
incluso las copias de los originales tienen ciertas diferencias, y las traduc-
ciones modernas que leemos son a veces muy diferentes. Un buen ejem-
plo de esto es Romanos 8:1. La traducción al español del griego dice:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús”, pero las traducciones modernas le han añadido a esta oración: “…
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
(RVR1960). Las variantes entre las traducciones al español hace difícil
decir que la Biblia es inequívoca o infalible. No solo eso, sino que tal de-
claración da como resultado ver a la Escritura de manera muy rígida, evi-
tando que la gente excave más profundo en la búsqueda de ganar mayor
entendimiento de lo que la Biblia realmente quiere decir. Algunos cristia-
nos están tan atascados en las palabras literales de sus traducciones al es-
pañol, que terminan apartándose a sí mismos de encontrar un mayor sig-
nificado de la Palabra de Dios. Describir a la Biblia como la Palabra auto-
rizada e inspirada es suficiente. Fue divinamente inspirada, y tiene la
mayor autoridad.

CRISTIANISMO POPULAR VS. CRISTIANISMO ACADÉMICO

Conectado a la idea del origen y formación de la Biblia, está la


manera en la que los cristianos piensan y discuten acerca de su sistema de
creencias. Antes de mirar a sistemas de creencias específicos y enseñan-
zas de la Biblia, debemos considerar la diferencia entre las dos subcultu-
ras más prominentes en la cultura cristiana: el cristianismo académico y el
cristianismo popular.

Desde una perspectiva antropológica, todas las culturas contienen


dos divisiones principales: una cultura de elite y una cultura popular. La
cultura de elite está compuesta típicamente por los sectores más ricos y
eruditos de la población. Esta gente aprecia las cosas finas: vinos caros,
cena costosa, música clásica, atuendos formales, etc. La cultura de elite es
una minoría de la cultura en general, pero carga un mayor poder e in-
fluencia. En contraste a la misma, existe la cultura popular (o cultura
pop), que incluye a la mayor parte de la población y determina lo que es
popular en la misma. Aquellos que están inmersos en la cultura popular,
suelen escuchar la música que suena en la radio e ir a ver las últimas pelí-
culas que están en la cartelera del cine. Comen en restaurantes baratos, y
compran en tiendas económicas. Un tercer grupo, llamado la cultura folk,
a veces emerge como reacción a la cultura popular. Pero en lugar de unir-
se a la cultura de elite, se separan de la norma e implementan sus propias
costumbres. Se enorgullecen de hacer elecciones contra-cultura. Por ejem-
plo, quizás sean veganos, tengan los partos de sus bebés en sus casas, de-
cidan no vacunar a sus hijos, escuchen música independiente y vean pelí-
culas que raramente lleguen al cine. Las diferencias entre estos tres gru-
pos son enormes, pero todos son parte de la cultura en general.

Dentro de la Iglesia, también vemos estos tres tipos de cultura. El


cristianismo popular es la cultura de la mayor parte de los cristianos. En
los Estados Unidos, esta cultura incluye cosas como los Cuentos de Vege-
tales, pulseras de WWJD3, y música cristiana pop. La cultura folk, a dife-
rencia de la cultura popular, prefiere música menos famosa y hace peque-
ños intentos por alejarse de la cultura predominante, pero para los propó-
sitos de nuestro estudio diremos que la cultura folk es esencialmente una
subcategoría del cristianismo popular. Cuando hablamos de teología y de
la Biblia, el cristianismo popular toma una visión muy rígida de la verdad.

En contraste, el cristianismo académico, que está compuesto


principalmente de teólogos e intelectuales, tiene un gran valor por las con-
versaciones teológicas y el debate. Algunos reconocidos teólogos moder-
nos, como N.T. Wright y Gordon Fee han cruzado hasta el círculo de la
cultura popular y están siendo leídos por no académicos. Cientos de otros
teólogos de los círculos académicos, hablan y escriben en lenguaje técni-
co, y sus materiales nunca llegan a la cultura popular. No es de sorprender
que los miembros de estos dos grupos se alejen de los miembros del
grupo contrario, pero es importante entender el valor de ambas culturas.

Uno de los riesgos potenciales del cristianismo académico se des-


cribe en la declaración de Pablo de 1 Corintios 8:1: “El conocimiento en-
vanece”. El conocimiento es bueno, pero debe siempre ser templado con
amor, que no es algo que los seminarios siempre enseñen. Si entendemos
toda la teología y sabemos todas las palabras griegas, pero como cristia-
nos tenemos grandes problemas con nuestras familias y amigos, entonces
tenemos un gran problema.

Como sea, una de las fortalezas del cristianismo académico se en-


cuentra en la diferencia de estos dos conceptos: no estar de acuerdo y fal-
tar el respeto. El cristianismo popular no sabe manejar muy el no estar de
acuerdo. Cuando los líderes disienten, tienden a tratarse el uno al otro con
un grado muy alto de falta de respeto, usando etiquetas como hereje, falso
maestro, blasfemo, o incluso anticristo. Generalmente, tales líderes no
están dispuestos a discutir sus diferencias de una manera tranquila y
abierta, sino que prefieren hacer declaraciones difamatorias y a apuntar
con el dedo. Tiene miedo de que sus seguidores sean atrapados por alguna
falsa enseñanza, así que tratan activamente de persuadir a aquellos que
están bajo su influencia para que no digan ninguna falsa doctrina. Como
resultado, influencian a sus seguidores para que también le falten el respe-
to a tal persona o movimiento. En otras palabras, esta falta de respeto es
un sistema que comienza con un líder que no está de acuerdo con algo, y
que se replica en las personas bajo su influencia.

En contraste, los cristianos académicos tienen una gran aprecia-


ción por el debate y la discusión de ideas sin faltar el respeto. Esto es im-
portante para todos los que quieren estudiar teología, porque necesitamos
ser capaces de examinar lo que las otras personas creen y opinan sobre
ciertos temas, mientras que los respetamos como personas y cristianos.
Los académicos valoran el defender su propia opinión, que se basa en sus
propios estudios, y por eso dicen algo como, “Creo en esto y en esto por
estas razones…”. Esto es simplemente una declaración de una opinión
personal y no tiene notas negativas. Para el cristianismo académico está
bien no estar de acuerdo y no ve a la disensión como una razón para faltar
el respeto. Está bien que la gente tenga opiniones diferentes y así y todo,
seguir siendo amigos.

La gente en la cultura del cristianismo académico hace declaracio-


nes personales si no están de acuerdo con algo, pero éstas no tienen el fin
de ejercer influencia en otros. En contraste, los líderes del cristianismo
popular hacen declaraciones difamatorias en contra de los líderes y de los
movimientos, provocando una red de falta de respeto que se replica rápi-
damente.
La mejor manera de acercarse a la teología es con una predisposi-
ción a no estar de acuerdo muchas veces, pero estando abierto a aprender
de los demás. El cristianismo académico ha hecho muy bien esta parte, y
sería muy sabio de nosotros el imitarlos en esto. Pensar como un académi-
co significa creen que necesitamos oír todas las distintas opiniones sobre
un tema para decidir racionalmente nuestra posición. En esta cultura,
somos libres de oír todos los diferentes entendimientos y arribar a nues-
tras propias conclusiones, incluso si las mismas son diferentes de aquellas
que tienen nuestros amigos o líderes. Esta es la razón por la que, en el
cristianismo académico, encontramos muchos libros que presentan dife-
rentes perspectivas sobre un tema en particular. Estos libros no están es-
critos por un autor que tiene una opinión de antemano y escribe mostran-
do cierta inclinación. En lugar de eso, son una compilación de escritos
elaborados por teólogos que explican sus propias creencias4. Otro tipo de
libro común en el cristianismo académico es un libro en respuesta, en
donde un teólogo escribe un libro en respuesta a los escritos de otro teólo-
go.5

Parte de lo que significa disentir de manera respetuosa es citar


aquello con lo que no se está de acuerdo, en una manera en la se presente
adecuadamente lo que la otra persona dijo, sin sacar de contexto. Los aca-
démicos son muy cuidadosos al hacer esto, pero desafortunadamente, mu-
chos líderes del cristianismo popular tergiversan a aquellos con los que no
están de acuerdo. Sacan sus palabras fuera de contexto y hacen presuncio-
nes acerca de lo que los otros quisieron decir y lo que realmente dijeron.
Estas clases de tergiversaciones, malentendidos, y ataques a los demás
son muy populares en ciertos sectores, pero no es honroso o de ayuda el
hecho de expresar la disensión de esta manera. En lugar de eso, necesita-
mos aprender cómo no estar de acuerdo con algo o alguien sin faltar el
respeto y sin deformar la realidad. A través de este curso, nuestro objetivo
será entender claramente las creencias de los demás para poder sacar
nuestras propias conclusiones.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Tenemos los 66 libros de la Biblia porque la Iglesia primitiva de-


cidió que por algunos de los libros que están en nuestro canon
valía la pena…¿qué cosa?

2. ¿En qué año se estableció la primera lista oficial de libros median-


te un Cónsul?

3. El candelabro o lámpara de Éxodo 25 está decorada desde la iz-


quierda hasta el medio con un patrón de nueve, nueve, nueve,
doce, lo que da un total de treinta y nueve decoraciones. Desde el
medio a la derecha hay nueve, nueve, nueve, que da un total de
veintisiete decoraciones. ¿Qué representan el treinta y nueve de la
izquierda y el veintisiete de la derecha?

4. Términos como autorizada e inspirada son adecuadas descripcio-


nes de la Biblia, pero, ¿qué otros términos deberían ser removidos
a la hora de describir a la Palabra?

5. ¿Cuál es la diferencia entre un entendimiento académico y un en-


tendimiento popular?

6. Tanto Hebreos 8:5 como Colosenses 2:16-17 hablan de que el An-


tiguo Testamento contiene ________________________, pero
que ahora en Cristo tenemos
______________________________________

PALABRAS CLAVE

Septuaginta Canon Bíblico


Teólogos liberales Apócrifo
Autorizada Pseudoepigrafía
Inspirada Cristianismo Académico
Inequívoca Cristianismo Popular
Infalible

MATERIAL RELACIONADO

James Beilby y Paul R. Eddy, Eds., The Nature of the Atonement: Four
Views, con colaboraciones de Gregory A. Boyd, Joel B. Green, Bruce R.
Reichenbach, y Thomas R. Schreiner

Eusebio, Historia Eclesiástica


Gregory E. Ganssle, Ed., God and Time: Four Views, con contribuciones
de Paul Helm, Alan G. Padgett, William Lane Craig, y Nicholas Wolters-
torff.

Stanley N. Gundry y C. Marvin Pate, Eds., Four Views of the Book of Re-
velation, con colaboraciones de Kenneth L. Gentry Jr., Sam Hamstra Jr.,
C. Marvin Pate, y Robert L. Thomas.

Peter J. Leithart, The Promise of His Appearing.

2
El estudioso altamente respetado, Peter J. Leithart, ha escrito un libro,
The Promise of His Appearing, que demuestra que Segunda de Pedro, de
hecho, fue escrita por el mismo Pedro que escribió la primer carta.
3 WWJD es una sigla que significa “What Would jesús Do?” (¿Qué haría
Jesús?) que se volvió popular en los Estados Unidos en los años ’90. Es
un recordatorio que usaban los sectores evangélicos para recordarse que
siempre deben actuar como Jesús.
4 Por ejemplo, el libro The Nature of the Atonement: Four Views contiene

contribuciones de cuatro teólogos con diferentes opiniones sobre el Sacri-


ficio de Jesús. De la misma manera, Four Views on the Book of Revela-
tion y God and Time: Four Different Views presentan perspectivas que di-
fieren entre sí, pero sobre un mismo tema.
5 Un gran ejemplo de esto es el libro de Kenneth Gentry, The Charismatic
Gift of Prophecy: A Reformed Response to Wayne Grudem. En el, Gentry
difiere fuertemente pero de manera respetuosa con las creencias de Gru-
dem sobre el Espíritu Santo, desde una perspectiva académica.
CAPÍTULO TRES

TRADUCCIONES BÍBLICAS Y
HERRAMIENTAS DE ESTUDIO
Antes de comenzar a estudiar la Biblia, uno debe entender la va-
riedad de traducciones de la misma y de herramientas de estudio disponi-
bles. En este capítulo, vamos a estudiar brevemente algunos de las más
prominentes traducciones bíblicas y herramientas de estudio, y luego
vamos a usarlas para examinar algunos de los temas más controversiales
de la Escritura.

TRADUCCIONES BÍBLICAS

La versión en uso más antigua de la Biblia en los Estados Unidos


es la versión King James (KJV)6. Algunos cristianos, como los integran-
tes del Movimiento King James7, defienden a la Biblia KJV como la
única traducción bíblica válida y creen que las traducciones más recientes
fueron escritas para incorporar enseñanzas y prácticas de la Nueva Era a
la Biblia. Esto es particularmente cierto en el sudeste de los Estados Uni-
dos. La Biblia KJV se remonta a 1611, y el lenguaje que emplea refleja la
brecha histórica entre ese tiempo y la actualidad. Mucha gente encuentra a
la Biblia KJV difícil de leer, pero otros creen que su antigüedad la vuelve
más confiable, especialmente dado que muchas copias dicen “Traducida
desde los lenguajes y dialectos originales”, pero esto, de hecho, no es
cierto. La Biblia KJV está precedida por dos traducciones: La Biblia de
Ginebra8 y la Biblia Bishop9. La decisión de crear esta nueva traducción
fue de un movimiento político inspirado por ciertas transiciones de la his-
toria de la Iglesia de Inglaterra. Por esta causa, los líderes políticos y reli-
giosos le dieron a los traductores once lineamientos que en realidad bus-
caban cambiar la manera en la que la Biblia sería traducida. Además, el
75% de la Biblia KJV fue tomada directamente de la Biblia Bishop. Fue
literalmente copiada en la nueva traducción sin volver a los manuscritos
originales.

Es por esto que la pretensión de la versión KJV al decir que fue


traducida de los lenguajes originales, es falsa. En algunos pasajes, los tra-
ductores sí recurrieron a los originales, pero no en la mayoría. Esto quiere
decir que la Biblia KJV no es la traducción más correcta, porque no fue
traducida de los manuscritos originales, a diferencia de muchas traduccio-
nes modernas.10

Recientemente, la versión KJV fue modernizada en la versión


New King James Version (NKJV). Los traductores de la versión NKJV
tampoco consultaron a los manuscritos originales, y solo cambiaron alre-
dedor de cuarenta mil palabras en la actualización de KJV a NKJV. Prin-
cipalmente, esto sirvió simplemente como una actualización de la versión
antigua. Suavizó el lenguaje de la KJV y facilitó su entendimiento para el
lector moderno.

Luego de las versiones KJV y NKJV, la traducción más usada es


la Nueva Versión Internacional (NVI), que fue creada en 1980. Mucha
gente prefiere esta versión simplemente porque es más fácil de leer. La
versión NVI y otra versión similar, la English Standard Version (ESV),
traducida en el año 2000, tomaron las cartas y libros en sus lenguajes ori-
ginales y tradujeron el texto idea por idea. En otras palabras, cuando los
traductores tradujeron las oraciones de la Palabra del griego al español e
inglés, pusieron su prioridad en que sea fácil de leer.

En comparación, una Biblia literal, tal como Young Literal


Translation (YLT) o la Weymouth Literal Translation (WYT), han
sido traducidas del griego al inglés palabra por palabra, siguiendo el
orden original de las palabras, sin importar que el resultado sea fácil de
leer o entender. La gente raramente lee las traducciones literales porque
son bastante difíciles de comprender. La estructura de las oraciones en el
griego y en el inglés son muy diferentes, y es por eso que una traducción
siguiendo el orden literal a veces resulta caótica. No obstante, las traduc-
ciones literales son una buena herramienta de estudio.

Otro tipo de Biblia son las llamadas Biblias parafraseadas. El


ejemplo más prominente de este tipo es la versión The Message11, que
fue escrita por Eugene Peterson en la década de los 90’. Las versiones pa-
rafraseadas por lo general traducen desde los lenguajes originales, sino
que toman la versión KJV y parafrasean en lenguaje moderno lo que los
autores querían decir. Estas versiones pueden ser útiles para los recién
convertidos que no se sienten cómodos leyendo ni siquiera la versión
NVI. A veces las versiones parafraseadas también pueden brindarnos una
nueva perspectiva de un versículo con el que ya estamos familiarizados.
No obstante, las paráfrasis no son herramientas de estudio útiles, dado que
la opinión personal del autor está implícita todo el tiempo.

Finalmente, tenemos otras dos traducciones, la Biblia de las Americas


(LBLA) y la Traducción Wuest del Nuevo Testamento, que le dan mu-
chísima importancia a los tiempos verbales. Muchas traducciones de la
Biblia tienen tiempos verbales incorrectos, lo que puede marcar una gran
diferencia en el significado del texto. Considera la diferencia entre decir
que uno se corrompe todos los días, a que uno fue corrompido. De esta
manera, estas traducciones pueden ser muy útiles para ayudarnos a deter-
minar el tiempo verbal correcto de varios versículos bíblicos. Existen mu-
chas otras traducciones de la Biblia, pero las mencionadas son las más
prominentes.12

Versión de la Bi- Enfoque de la traducción


blia
KJV Principalmente copiada de la Biblia Bishop, con míni-
mas referencias al lenguaje original.
NKJV Principalmente una modernización de la KJV, con mí-
nimas referencias a los idiomas originales.
NVI, ESV Traducidas idea por idea de los lenguajes originales.
YLT, WLT (Y Traducidas palabra por palabra de los lenguajes origi-
demás Biblias lite- nales.
rales)
The Message (Y Paráfrasis (no traducciones) de una Biblia más anti-
demás Biblias pa- gua, como la KJV, en un lenguaje moderno, basadas
rafraseadas) en la interpretación del autor.
LBLA, Traduc- Traducidas de los lenguajes originales. Les dan espe-
ción Wuest cial atención a la traducción de los tiempos verbales.

HERRAMIENTAS DE ESTUDIO

Ahora consideremos algunas de las más importantes herramientas


de estudio de la Biblia. Una Biblia paralela contiene múltiples traduccio-
nes de la Biblia comparadas en columnas, para hacer más fácil para el lec-
tor comparar traducciones. Una Biblia interlinear contiene las palabras
en el griego o hebreo originales, junto con la traducción en español deba-
jo. Muchas veces también va a tener el número de referencia de la palabra
en la Concordancia Strong, la transliteración (la conversión del texto al al-
fabeto español), y el análisis sintáctico. Por ejemplo, aquí está la palabra
“Jesús” de Mateo 1 de la Biblia interlinear de Biblehub.com:

2424 Número de referencia Strong


Iēsou Transliteración
Ἰησoῦ Palabra griega original
de Jesús Traducción al español
N-GMS Análisis sintáctico (Sustantivo – Masculino – Singular)

Esto puede ser útil para la búsqueda del significado original de pa-
labras en particular mientras van apareciendo en la Biblia. El compañero
infaltable de una Biblia interlinear es la Concordancia Exhaustiva
Strong, que contiene una gran lista de la aparición de todas las palabras,
haciendo diferencia entre el lenguaje original (griego o hebreo). Junto con
la concordancia, también necesitamos un diccionario. Los dos más reco-
nocidos son el Diccionario Bíblico Vine y el Diccionario Bíblico Moun-
ce. Por muchos años, el diccionario Vine ha sido el más conocido, pero el
más reciente, el diccionario Mounce, dice ser más exacto y detallado.

Otro libro de consulta es el Compact Bible Handbook13, que


hace una revisión de todos los libros de la Biblia y da un resumen com-
pacto, incluyendo al autor, la fecha de escritura, y la historia que rodeaba
al libro en cuestión. Este libro es más confiable que muchos de los resú-
menes disponibles en internet porque el autor, Thomas Nelson, ha investi-
gado y editado la información para estar seguro de que es lo más exacta
posible.

CÓMO USARLOS

Ahora miraremos a muchos ejemplos que nos mostrarán cómo


usar estas herramientas de estudio.

Ejemplo: La ira de Dios.

Para nuestro primer ejemplo, vamos a comenzar con la Concor-


dancia Strong. Para buscar la palabra “ira” vamos a ir al índice y buscare-
mos la letra I, y al ir bajando por la columna encontraremos la palabra ira.
Debajo, encontraremos varias oraciones como “y mi i se encenderá, y os
mataré…”, seguido por el versículo bíblico de referencia, Éxodo 22:14.
Aquí se enlistarán las partes de la Biblia que contienen la palabra que es-
tamos buscando. La i en la oración es por ira, y la referencia nos dice
dónde se puede encontrar ese versículo en particular. La Concordancia
Strong originalmente estaba basada en la versión KJV, pero ahora tam-
bién se basa en otras traducciones. Cuando buscamos palabras, es impor-
tante saber exactamente lo que estamos buscando. Un versículo que dice
“Dios está enojado”, no es lo mismo que un versículo que hable de la ira
de Dios, porque no se tradujeron de la misma palabra.

Al final de la lista de Strong, luego del versículo y de la referencia


escritural, hay un número que se corresponde con la sección del dicciona-
rio. Para el versículo anterior, el número es 639. Al seguir ese número,
llegaremos a la sección hebrea (el Antiguo Testamento es hebreo y el
Nuevo Testamento es griego), en donde descubrimos que la palabra he-
brea traducida como ira en Éxodo 22:24 es aph. Ahora podemos buscar
esa palabra en un diccionario bíblico y tener una definición de lo que que-
ría decir en hebreo.

Ejemplo: El fin del siglo.

Ahora consideremos Mateo 24:3, en donde los discípulos le hacen


tres preguntas a Jesús que muchas veces se citan como referencia al fin
del mundo o de los tiempos finales. La versión NVI dice, “…¿Cuándo su-
cederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?”. De
acuerdo a esta versión, estas preguntas parecieran estar refiriéndose al fin
del mundo. Pero la versión RVR1960 lo traduce de manera diferente: “…
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del
fin del siglo?”. Esto nos hace preguntarnos: ¿Es lo mismo el fin del siglo
que el fin del mundo? Para saber la respuesta, tenemos que investigar
quién tradujo esta palabra correctamente. Para hacerlo, debemos buscar la
palabra mundo (NVI) o siglo (RVR1960) en su lenguaje griego original.
Descubriremos que la palabra utilizada aquí es aion. Al buscar esta pala-
bra en un diccionario bíblico, veremos que significa “período de tiempo”.
En otras palabras, está hablando de un lapso de tiempo específico, no del
final del planeta.

Cuando miramos al contexto de este versículo, vemos que en


Mateo 21-24, Jesús había estado declarando destrucción venidera. En
Mateo 24, específicamente dice que el templo sería destruido. Esto es de
lo que Él estaba hablando justo antes de que los discípulos le hiciesen
esas tres preguntas. Lógicamente, podemos ver que le estaban preguntan-
do acerca de cuándo esos eventos que mencionó iban a pasar. No le esta-
ban preguntando acerca de Su regreso, porque en ese momento, los discí-
pulos ni siquiera entendían que Él los habría de dejar. Leer este pasaje
como referencia al fin del mundo simplemente no tiene sentido de acuer-
do al contexto y a la definición de la palabra aion. Esto tiene un impacto
impresionante de acuerdo a la manera de interpretar el pasaje.

Por eso es importante estudiar la Biblia. Muchos cristianos están


contentos con simplemente aceptar lo que sus pastores o maestros les
dicen sin estudiar por sí mismos. En lugar de eso, debemos ser creyentes
que sepan cómo usar las herramientas de estudio de la Biblia y hacer una
investigación de las palabras originales por sí mismos. Luego, estaremos
mejor equipados para entender la Biblia y también para saber cómo reac-
cionar ante las enseñanzas de los demás.

Ejemplo: El ministerio de la mujer.

Ahora consideraremos otro ejemplo en mucho más detalle: el pro-


blema de las mujeres en el ministerio. La mayoría de las enseñanzas en
contra del ministerio de la mujer están basados en tres versículos proble-
máticos porque parecen contradecir lo que el resto de la Biblia enseña.
Cuando encontremos versículos que parezcan contradecir los mensajes
generales de la Biblia, es un buen momento para sacar nuestras herra-
mientas de estudio y comenzar a excavar más profundo. Aquí haremos
eso con los versículos problemáticos relacionados con la mujer en la Igle-
sia.

Primero, para establecer el contexto adecuado, consideraremos el


rol de la mujer en la Biblia desde el comienzo. En el Jardín del Edén,
Dios creó a Eva como su compañera. Se han hecho muchos estudios res-
pecto a esta palabra, pero para ponerlo simple, se refiere a una posición
igualitaria. Adán y Eva fueron creados iguales, pero luego pecaron. Como
resultado de la Caída, parte de la maldición a Eva dice: “…tu deseo será
para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Génesis 3:16). En otras pala-
bras, su deseo sería ser igual que su marido, pero él se enseñorearía de
ella. Es importante notar que esta maldición fue entre la relación entre la
mujer y el hombre, y no entre la mujer y Dios. La maldición no hizo que
Dios cambiase la manera en que Él veía a la mujer. El no la veía menor
que los hombres, pero como resultado de esta maldición, el hombre la
vería de esta manera. Esta es una diferencia muy sutil, pero es importante
darse cuenta que la maldición afectó las relaciones humanas entre hom-
bres y mujeres, no entre las mujeres y Dios.

Se puede ver esta realidad en el trato de Dios a la mujer en el An-


tiguo Testamento. Por ejemplo, Miriam, la hermana de Moisés, era profe-
ta (Ver Éxodo 15:20). Hulda fue nombrada profeta (Ver 2 Reyes 22:14).
Débora era tanto profeta como jueza (líder político de la nación. Ver Jue-
ces 4:4). Incluso en el sistema del Antiguo Testamento, Dios colocó a las
mujeres cómo líderes políticas y espirituales. Esto nos dice algo acerca de
cómo Él ve a la mujer y acerca de si está de acuerdo o no con las mujeres
en el ministerio.

Encontramos un ejemplo pequeño respecto a la diferencia entre


los ideales de Dios y los ideales del hombre en la historia de Noé. Cuando
Noé y su familia entraron al arca, entraron en un orden específico que re-
flejaba los ideales de la cultura en la que habían crecido. Para entrar, hi-
cieron una sola fila. Primero estaba Noé, luego sus tres hijos, luego su es-
posa, y luego las esposas de sus hijos (Ver Génesis 7:13). Los hombres
precedían a las mujeres. Como sea, mientras estaban en el arca, Dios le
habla específicamente a Noé respecto a cómo debían salir del arca: “Sal
del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo.”
(Génesis 8:16). En otras palabras, Él les dijo que saliesen juntos como pa-
rejas, no separados por género. Así era cómo Dios quería comenzar el pla-
neta nuevamente, con igualdad entre el hombre y la mujer. No obstante,
Noé desobedece la orden, y él y su familia salen del arca de la misma ma-
nera en la que habían entrado: los hombres primero, y las mujeres des-
pués.

El Nuevo Testamento también nos da ejemplos de mujeres que tu-


vieron importantes posiciones en el liderazgo. La viuda Ana es nombrada
como profeta (Ver Lucas 2:36), lo que es muy significativo, ya que un
profeta es el segundo nivel más alto de autoridad dentro de la Iglesia: “Y
a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo
tercero maestros…” (1 Corintios 12:28). En la Iglesia, los apóstoles tie-
nen el nivel más alto de autoridad, seguido por los profetas y luego por
los maestros. Los otros dones dentro del ministerio quintuple, pastores y
evangelistas, ni siquiera están en esta lista (Ver Efesios 4:11). Es impor-
tante tomar nota de que la autoridad bíblica no significa control. Para de-
cirlo simplemente, tener autoridad significa tener una responsabilidad
para servir. Cuando uno tiene mayor autoridad, tiene más pies para lavar.
De acuerdo a este sistema, los apóstoles y los profetas tienen más autori-
dad que los pastores. A pesar de que a muchas personas les preocupe la
idea de que las mujeres puedan ser pastoras, la Biblia nos muestra que
hubo mujeres profetas, e incluso una mujer apóstol, Junias.
Romanos 16:7 dice, “Saludad a Andrónico y a Junias, mis parien-
tes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los
apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.” Uno de esos dos
apóstoles era una mujer. El nombre Junias deriva de la diosa griega Juno,
que se creía que dilataba el útero de la mujer durante el embarazo. En
otras palabras, era claramente un nombre muy femenino. Algunas traduc-
ciones han cambiado el nombre y le dieron una raíz masculina porque la
teología de los traductores no permite a una mujer apóstol. Junias era una
apóstol, y muy estimada entre los mismos. Como tenemos un ejemplo de
una mujer apóstol, y los apóstoles son la posición más alta de autoridad
dentro de la Iglesia, la conclusión lógica es que las mujeres también pue-
den ocupar las posiciones que están debajo.

A lo largo de la Biblia encontramos historias de mujeres en autori-


dad que tenían posiciones altas dentro del liderazgo, y vemos que Dios no
tiene problema alguno en poner a las mujeres en el liderazgo. Todo esto
suena genial, hasta que vemos tres pasajes problemáticos, 1 Corintios 14,
1 Timoteo 2, y 1 Pedro 3.

1 Corintios 14:34-35 dice:

…vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es


permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo
dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus mari-
dos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congrega-
ción.

Muchos artículos académicos y libros se han escrito para explicar


estos versículos, que parecen tan diferentes a la visión de la mujer que se
muestra a lo largo de la Biblia (y que ya hemos observado). En resumen,
la explicación más simple de estos versículos es que son una cita de una
carta que los corintios le habían escrito a Pablo14. En otras palabras, esta
no era la palabra de Pablo. Estaba citando lo que los corintios le habían
dicho. La prueba de este argumento es lo que sigue. El primer paso para
entender las cartas del Nuevo Testamento adecuadamente, como hemos
discutido en el capítulo 1, es leerlas de comienzo a fin, no en pequeños
segmentos. Entonces, para entender lo que Pablo dice en el capítulo 14,
tenemos que leer comenzando desde el capítulo 1. Esto nos da el contexto
completo.

Leyendo de esta manera, cuando llegamos a 1 Corintios 7:1, que


dice: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis…”, entendemos que
los capítulos que siguen son la respuesta de Pablo a la carta que los corin-
tios le habían enviado. Si seguimos leyendo, llegamos al capítulo 11. Allí
Pablo habla del velo en la cabeza, y como parte de la misma discusión, él
dice que las mujeres pueden profetizar mientras tengan sus cabezas cu-
biertas. Dejando de lado la pregunta respecto a la cobertura de la cabeza,
que la mayoría de los estudiosos están de acuerdo que era un mandato
cultural que no aplica para nosotros hoy, el punto aquí es que dice que las
mujeres pueden hablarle a la Iglesia. Pero, un par de capítulos después,
dice, “…le es deshonroso a la mujer hablar en la Iglesia”. Si hemos esta-
do leyendo desde el capítulo 1, reconoceremos que esto pareciera ser una
contradicción con lo que Pablo dijo apenas tres capítulos antes. Como sa-
bemos que es una carta en respuesta, y reconocemos la significante incon-
sistencia entre gran parte del capítulo 11 y estos dos versículos del capítu-
lo 14, comenzamos a hacernos preguntas. Empezamos a excavar en bús-
queda de una explicación en lugar de aceptar estos versículos como nos
los enseñaron, porque reconocemos que hay algo que no encaja.

Al final del capítulo 14, encontramos otra pista, si es que estamos


familiarizados con el Nuevo Testamento y el mensaje general del apóstol
Pablo. El versículo 34 dice, “vuestras mujeres callen en las congregacio-
nes; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como tam-
bién la ley lo dice.” Cualquiera que esté familiarizado con los escritos de
Pablo, se dará cuenta que esto no suena como él. Pablo fue el campeón de
la gracia, no de la Ley. Escribió la carta a los gálatas para reprender a los
cristianos que se estaban volviendo a la Ley, y la mayoría de sus escritos
son anti Ley, dado que esta estaba relacionada con el Antiguo Pacto. De
hecho, Pablo se refiere a la Ley como “el ministerio de muerte…” (2 Co-
rintios 3:7). Por lo tanto, la dura frase “como también la ley lo dice” de-
bería tener grandes banderas de advertencia. Es un indicador claro de que
estos dos versículos no son la voz de Pablo. Además, si vamos a la Ley,
vamos a encontrar que no dice nada respecto a las mujeres permaneciendo
en silencio. Simplemente no tiene sentido. Como sabemos que esto es una
carta en respuesta, es fácil ver que estos versículos han sido citados de la
carta de los corintios a Pablo.
Esto se vuelve más claro cuando leemos los versículos que le si-
guen a este pasaje, en los cuales Pablo, de hecho, reprende a las ideas ex-
presadas en los versículos 34-35:

¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a voso-


tros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca
que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ig-
nora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impi-
dáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con
orden.

Aquí, en contraste con el dicho “como también la ley lo dice”,


Pablo dice “reconozca que lo que os escribo son mandamientos del
Señor”. Él también incluyó a las mujeres en su mandato de profetizar y
hablar en lenguas. Termina con un llamado al orden, que se refiere en
realidad nuevamente al versículo antes de esta cita de los corintios: “pues
Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de
los santos” (1 Corintios 14:33). Estas dos declaraciones, los versículos 33
y 40, son delimitadores de la exhortación de Pablo. La esencia de esa ex-
hortación, en un lenguaje moderno, podría ser algo así: “Esto es lo que us-
tedes están diciendo: ‘Oprimamos a las mujeres para que nuestros servi-
cios sean buenos’. ¡No! No lo hagan. ¿Quiénes se piensan que son? ¿Us-
tedes escribieron la Palabra de Dios? No. Están fuera de lugar. En lugar
de eso, tienen que hacer lo que les digo, que es un mandamiento del
Señor: Permitan que todos profeticen, hombres y mujeres, y no prohíban
el hablar en lenguas, asegurándose que todo sea hecho con orden.”

Todo esto es claro cuando leemos el pasaje en contexto, sin la ne-


cesidad de hacer un estudio demasiado profundo. Cuando miramos al
griego, solo confirma estas conclusiones. En el griego, encontramos una
marca al comienzo del versículo 34. Esta marca, llamada eta en griego,
indica una pregunta retórica o una cita de lo que otra persona dijo. Clara-
mente, los versículos 34 y 35 son una cita de lo que los corintios le habían
escrito a Pablo, y como tal, no debería ser tomado como mandado para
nosotros. En lugar de eso, deberíamos aprender del error de las declara-
ciones de los corintios, que Pablo reprendió fuertemente:

El segundo pasaje problemático es 1 Timoteo 2:11-15:

La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no per-


mito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino
estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva;
y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, in-
currió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si per-
maneciere en fe, amor y santificación, con modestia.

Este pasaje es muy extraño, especialmente la parte que dice “(la


mujer) se salvará engendrando hijos”. Esto debería provocarnos cuestio-
namientos, ya que claramente contradice el mensaje del evangelio. Para
encontrar nuestras respuestas, debemos comenzar leyendo la carta desde
el comienzo hasta el fin. Esto es especialmente importante en 1 Timoteo,
porque los capítulos están divididos arbitrariamente y no siguen los cortes
lógicos del texto. 1 Timoteo está compuesta de una introducción, tres “pa-
labra fiel es esta”, y una conclusión. De todas maneras, la división de los
capítulos no se alinean con esas partes. Este es el bosquejo básico:

Introducción 1:1- 1:14


Palabra Fiel #1 1:14-2:15
Palabra Fiel #2 3:l-4:8
Palabra Fiel #3 4:9-6:10
Conclusión 6:11-21

El pasaje que estamos estudiando está al final de la parte de la pa-


labra fiel #1, que dice:

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo jesús
vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el
primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesu-
cristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo
de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al
Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea
honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Este es el contexto de la declaración que analizaremos. Luego de


decir “Palabra fiel”, Pablo se dirige específicamente a Timoteo (Ver 1 Ti-
moteo 1:18-20). Luego le da instrucciones a toda la iglesia (Ver 1 Timo-
teo 2:1-7). Más tarde, le habla específicamente a los hombres (Ver 1 Ti-
moteo 2:8), y luego a las mujeres (Ver 1 Timoteo 2:9-10). Luego, en los
últimos cinco versículos de esta sección, Pablo deja de hablar en plural
(todos, los hombres, las mujeres), y pasa a hablar en singular: una mujer
en particular. En otras palabras, en los versículos del 11 al 15, él no le está
hablando a todas las mujeres sino a esta mujer en particular.
Los comentaristas que han estudiado a este pasaje al detalle, dicen
que Timoteo recibió esta carta cuando comenzó a ser el líder de la iglesia
de Éfeso. Pablo había estado enseñando todos los días durante dos años
en la escuela de Tiranno (Ver Hechos 19:9). Ahora Timoteo era el apóstol
principal aquí, y estaba teniendo algunos inconvenientes dado que Éfeso
era la casa de culto a Diana (o Artemisa). Una de las enseñanzas del culto
a Diana era que Eva, como pináculo de la creación, había sido creada pri-
mero, y que Adán había sido el engañado en el Jardín del Edén. Por eso,
usaban esta creencia para culpabilizar a los hombres. El problema era que,
cuando esas mujeres adoradoras de Diana fueron salvas, tenían esta dura
teología acerca de la historia de la creación, que les había dado una acti-
tud negativa en torno a los hombres. Muchos estudiosos creen que había
una mujer en particular que le estaba causando problemas a Timoteo15. Es
por eso que Pablo dice, “no permito a la mujer enseñar, ni ejercer domi-
nio sobre el hombre”. Este era el contexto histórico.

Si miramos a la palabra griega traducida como autoridad, tendre-


mos incluso mayor claridad. La palabra griega usada aquí es authentian, y
no es la palabra común para autoridad. Authentian significa violenta usur-
pación de la autoridad. Mientras que la autoridad es algo bueno, authen-
tian nunca lo es. Pablo no estaba implicando que les iba a permitir solo a
los hombres ejercer la violenta usurpación de la autoridad. En otras pala-
bras, el género no es el problema en este asunto. En lugar de eso, lo que
en esencia estaba diciendo es “No voy a permitirle a esa mujer que siga
usurpando tu autoridad irrumpiendo lo que está pasando en tus servicios”.
Pablo estaba señalando el comportamiento inapropiado de esta mujer, y el
problema no estaba en su género sino en sus acciones. La gente estaba, li-
teralmente, gritando en el medio de las reuniones para tratar de tomar el
control con sus propias enseñanzas anti bíblicas. Esto es de lo que Pablo
está hablando. Y es por esto que él clarifica el orden de la historia de la
creación, para corregir las enseñanzas que esta mujer estaba esparciendo.

Todo esto es muy valioso, pero no explica el versículo 15: “Pero


se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santifica-
ción, con modestia.” Para un mejor estudio de este pasaje, necesitamos ir
a una Biblia interlinear. Así es como la Biblia interlinear analiza esta
parte del versículo:
La traducción literal aquí es, “Ella será salva además a través (espacio en
blanco) alumbramiento”. La versión NVI traduce esta parte del versículo
como, “Pero la mujer se salvará siendo madre…”. Lo que la traducción
deja afuera es la palabra tēs, que es el artículo “el”. Lo dejaron afuera por-
que parecía no tener sentido. ¿Qué quiere decir el versículo con el alum-
bramiento? Las traducciones a veces omiten artículos porque los traducto-
res piensan que algunos versículos tienen más sentido sin ellos. Algunas
versiones de la Biblia incluyen el artículo “el”, pero la mayoría lo omiten.
Esto es muy desafortunado, porque esta pequeña palabra clarifica el signi-
ficado de la oración de manera rotunda. El alumbramiento se refiere a que
la salvación viene a través del niño que fue nacido, Jesús. Las mujeres (y
todos nosotros) son salvas a través del alumbramiento, que finalmente
cumplió la profecía de Génesis 3:15 respecto al diablo: “Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta
te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” Cuando Jesús vino,
Él aplastó para siempre la cabeza del enemigo. Este es el verdadero signi-
ficado del pasaje.

El tercer pasaje problemático es 1 Pedro 3:7:

Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando


honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas
de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan es-
torbo.

Mucha gente usa este versículo para relegar a la mujer a una posi-
ción menor. Este es uno de los versículos en donde la versión RVR1960
tiene la traducción más adecuada: “vaso más frágil.” Si miramos a la pala-
bra que se tradujo como “vaso” o “compañera”, en otras versiones, descu-
briremos que se refiere a porcelana: vasos, platos, recipientes. Así que
cuando Pedro estaba hablando de un vaso más frágil, estaba comparando
a las mujeres a porcelana frágil, como fina porcelana china. Esto cambia
por completo la manera en la que leemos esto si insertamos este significa-
do en el versículo:

Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando


honor a la mujer como fina porcelana china, y como a coherede-
ras de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo.

Pedro estaba haciendo una declaración acerca de la calidad de las


mujeres, y aclaró que por causa de la misma necesitaban ser tratadas con
consideración y respeto. No estaba diciendo que las mujeres tenían menos
valor al ser un más débiles. La idea de ser considerado y respetuoso con
las mujeres porque son más débiles ni siquiera tiene sentido. En términos
modernos, él estaba diciendo que las traten como fina porcelana china. La
porcelana fina no se mete al microondas o al lavavajillas, porque necesita
un cuidado especial. Necesita ser lavada a mano y ponerla en una vitrina
para que todos puedan ver lo hermosa que es. Si las mujeres son porcela-
na fina, los hombres pueden ser comparados con porcelana Corelleware16,
que no se rompe fácilmente. La manera en la que las mujeres necesitan
ser tratadas es distinta que a los hombres, y Pedro estaba simplemente re-
cordándoles que traten a sus esposas con respeto y coherederas en Cristo.

En estos ejemplos, vemos cuán simple es usar las herramientas de


estudio de la Biblia y excavar más profundo en la Escritura. Si lo hace-
mos, mucha información y revelación nos estará esperando.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Algunas Biblias transmiten “idea por idea”, mientras que otras


también lo hacen______________ ________ ____________.

2. “Y mi i se encenderá, y os mataré…” ¿Qué palabra significa la


letra i si está en itálica en una Concordancia Strong?

3. Si los hombres son porcelana Corelleware, ¿qué son las mujeres?


_______________

PALABRAS CLAVE

King James Version Weymouth Literal Translation


New King James Version Parafraseo
Biblia Geneva Biblia The Message
Biblia Bishop Biblia de las Americas
Nueva Versión Internacional Traducción Weust
English Standard Version Biblias Paralelas
Biblia Literal Biblias Interlineares
Young’s Literal Translation Concordancia Exhaustiva Strong
Diccionario Bíblico Vine Diccionario Bíblico Mounce
Compact Bible Handbook

MATERIAL RELACIONADO

Harold L. Eberle, Living and Dying with the King James Bible.

George Knight y James Edwards, Eds., Compact Bible Handbook.

William D. Mounce, Mounce’s Complete Expository Bible Dictionary of


Old and New Testament Words.

James Strong, Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible.

W.E. Vine, Vine’s Complete Expository Bible Dictionary of Old and New
Testament Words.

6 Nota de traducción: En español, la Biblia King James Version (KJV) es


conocida como “Biblia del Rey Jacobo” y no es de uso popular en el
habla hispana. Para fines prácticos, diremos que el equivalente en español
de la versión King James en inglés, es la versión Reina Valera 1960
(RVR1960). Afirmamos esto solo y únicamente por su popularidad y ex-
tensión. No se está diciendo, de ninguna manera, que King James Version
y Reina Valera 1960 sean la misma traducción de la Biblia.
7
Grupo de cristianos de los Estados Unidos, que declara que la versión
King James es superior y la única traducción que se debería leer de la Bi-
blia.
8 En inglés, Geneva Bible (GNV)
9 Bishop Bible, en inglés.
10 Un pequeño libro de Harold Eberle, Living and Dying with the King

James Bible, explica la historia detrás de la versión KJV y algunos de los


problemas principales con la misma.
11 Nota de traducción: si bien hasta el momento no existe una traducción
de la versión The Message en español, las versiones parafraseadas más
comunes en el habla hispana son Dios Habla Hoy (DHH) y Traducción en
Lenguaje Actual (TLA).
12 La mejor herramienta para explorar las distintas versiones de la Biblia
es el sitio web http://www.BibleHub.com. Es actualizado periódicamente
y es gratuito (La versión completa del sitio web está disponible únicamen-
te en inglés. Existe una versión en español pero es parcial).
13
Nota de traducción: al momento de la traducción, este libro no se en-
cuentra disponible al español.
14 Grady, 10 Lies the Church Tells Women, página 57.
15 Cunningham y Hamilton, Why Not Women?, Páginas 205-216.
16 Corelleware es un tipo de porcelana americana muy resistente.
CAPÍTULO CUATRO

FILTROS: CALVINISMO
Como personas que estamos viviendo muchos años después del
comienzo de la Iglesia, culturalmente hemos heredado algunas percepcio-
nes y creencias acerca de Dios y la Biblia, formando un filtro subcons-
ciente o lente a través del que miramos cuando leemos la Biblia. Esto es
una realidad para todos nosotros, sin importar nuestro trasfondo: nuestras
experiencias y lo que hemos oído de otros nos han moldeado de maneras
particulares que afectan la manera en la que leemos y entendemos la Bi-
blia. Estos filtros provocan que miremos todo desde una perspectiva parti-
cular. La pregunta para estudiantes serios de la Biblia es: ¿Cómo pode-
mos estudiar este libro, sabiendo su historia y contexto, sin todos los fil-
tros que interfieren en nuestro entendimiento? A pesar de que es imposi-
ble evadir nuestros filtros por completo, si examinamos algunos de los
más comunes seremos más capaces de descubrirlos, mientras leemos y
entendemos la Escritura.

Parte de esto incluye liberar la creencia de que ya tenemos un en-


tendimiento completo de Dios y la Biblia, o de que Éstos nunca cambia-
rán y nunca deberían ser cuestionados. Como la base del cristianismo es
una relación con el Dios viviente, tenemos que entender nuestra amistad
con Dios y nuestro entendimiento de Él a través de la Biblia de la misma
manera en que entendemos una relación matrimonial. La misma siempre
debería estar creciendo y profundizándose. Un marido nunca debería lle-
gar a un punto en donde diga, “Esto es lo que entiendo de mi esposa. Es
todo lo que necesito conocer, así que por favor no cuestiones ninguna de
mis percepciones de ella.” Por el contrario, el marido y la esposa están
constantemente evolucionando en la relación con el otro. De la misma
manera, mientras más estudiamos la Biblia, más nos damos cuenta que
contiene algo más de lo que hemos oído a lo largo de nuestras vidas.
Vemos verdades que nunca antes vimos, y descubrimos que algunas cosas
que hemos creído quizás estén erradas. Examinar nuestros filtros nos ayu-
dará a esto: a dar un paso por fuera de nuestros supuestos y mirar a la Es-
critura de una nueva manera.
LA HISTORIA DEL CALVINISMO

Uno de nuestros más antiguos y prominentes filtros en el cristia-


nismo es el Calvinismo. Naturalmente, cuando oímos la palabra calvinis-
mo, pensamos en John Calvin o Juan Calvino en 1500, pero a pesar de
que el sistema se formalizó con este nombre, se originó muchos años
antes que él. Cuando observamos la historia de la Iglesia, vemos que el
calvinismo estuvo presente desde siempre. No sobresalió especialmente
durante la Reforma, y no es necesariamente protestante. De hecho, la Igle-
sia Católica Apostólica Romana (ICAR) también ha sido influenciada
profundamente por el calvinismo porque el creador del sistema era católi-
co. Calvino obtuvo sus ideas de San Agustín, quien vivió entre los años
354-430 D.C., en el mismo período que Eusebio, en los primeros años de
la historia de la Iglesia. San Agustín era un filósofo destacado en sus días,
incluso antes de convertirse en cristiano, y estaba altamente influenciado
por la filosofía griega. El mentor de San Agustín en sus comienzo, Plo-
tino, era un seguidor de Platón, y antes de que San Agustín se convirtiese
al cristianismo, éste adoptó las ideas de Plotino, basadas en obras de Pla-
tón. Así que en un sentido muy real, lo que ahora conocemos como calvi-
nismo fue, en realidad, originado por Platón.

Por causa de la longevidad de este sistema de creencias, ha in-


fluenciado a casi todas las ramas del cristianismo, incluso a aquellas que
dicen no ser calvinistas. La dificultad con esto, es que hoy en día muy
pocos cristianos entienden filosofía griega y no reconocen cuando sus
ideas están tomando lugar por encima de las Escrituras para interpretarlas
de cierta manera. Estas ideas son filtros subconscientes de nuestra mente,
que provocan que creamos e interpretemos de cierta manera, sin entender
el porqué. Por esta razón, es importante para todos los cristianos entender
las creencias y presunciones del calvinismo para reconocer cómo el filtro
ha influenciado sus perspectivas de la Biblia.

INMUTABLE, IMPASIBLE, Y ATEMPORAL.

El calvinismo yace sobre el fundamento de tres ideas acerca de la


naturaleza de Dios, inmutable (que no cambia), impasible (sin emoción),
y atemporal (sin tiempo). Los filósofos griegos Platón, Aristóteles y Só-
crates, quienes vivieron entre los años 500 y 300 A.C., se hicieron la pre-
gunta: “Si hay un dios creador que ha creado todo, ¿cómo tendría que
ser?”. Respondiendo esta pregunta solo con la perspectiva filosófica, arri-
baron a la conclusión de que el dios creador debía tener tres atributos: in-
mutable, impasible, y atemporal. Este es el origen del fundamento del cal-
vinismo.

El calvinismo es una teología sistemática, un brillante pensamien-


to filosófico, y un sistema de interpretación. No está basado directamente
en la Escritura, sino en ideas filosóficas acerca de Dios que son usadas
para interpretarla. Puede alardear de algunas de las mentes más brillantes
de la historia del cristianismo, e incluso hoy en día tiene algunos de los
más respetables líderes, como R.C. Sproul, pero el hecho de que mentes
brillantes adopten al calvinismo, no significa que tenga sentido con la Es-
critura. Aproximadamente un 80% de la Biblia encaja bien con el calvi-
nismo, pero luego los calvinistas tienen que hacer que el otro 20% restan-
te encaje en su sistema. Vemos esto claramente en los tres conceptos fun-
dacionales del calvinismo.

Calvinismo
Inmutable
Impasible
Atemporal

Inmutable

La creencia de que Dios no cambia es prominente a través de la


historia de la Iglesia. Después de todo, Hebreos 13:8 dice, “Jesucristo es
el mismo ayer, hoy, y para siempre.” La idea de que Dios no cambia es
muy confortante. Él siempre será amoroso, bueno, y justo. La Biblia deja
esto muy en claro. De todas maneras, es importante notar la diferencia
entre decir que Dios no puede cambiar y decir que Dios no puede cambiar
de parecer. La Biblia sí nos dice que Dios no cambia Su carácter e integri-
dad, pero no nos dice que Él no cambie de parecer. Como sea, mucha
gente, incluyendo a muchos maestros y teólogos prominentes a través de
la historia, que creen que Dios no cambia en lo absoluto, ni siquiera de
parecer. Esta es la posición calvinista. Por ejemplo, el clásico libro de
A.W. Tozer, Los Atributos de Dios, Vol. 2, contiene un capítulo entero
hablando de la inmutabilidad de Dios. El problema con esta idea es que
en el Antiguo Testamento dice en muchos lados que Dios cambió de pare-
cer (Ver Éxodo 32:14; 33: 1-3; 14; Números 16:20-35; 41-48; Deuterono-
mio 9:13-29; 1 Reyes 21:21-29; 2 Crónicas 12:5-8; Jeremías 26:2-3;
Amos 7:1-6; Jonás 3:10).
¿Cómo se entienden esos versículos a la luz de la inmutabilidad?
Aquellos que se acercan con el filtro del calvinismo, asumirán que esos
versículos no pueden significar que Dios cambió de parecer, porque creen
que Él no cambia. Es por eso que, cuando leen la historia de Dios deci-
diendo matar a los israelitas hasta que Moisés discute con Él y lo conven-
ce de que se arrepienta, ellos dirán que este versículo no significa que
Dios cambió de parecer, incluso cuando el texto claramente dice, “Enton-
ces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pue-
blo.” (Éxodo 32:14). Cuando esto es leído a través del sistema calvinista,
la única conclusión lógica es que Dios estaba jugando un juego con Moi-
sés. Dirán que Dios no cambió de parecer, sino que orquestó que Moisés
iba a tener esta discusión con Él y que el resultado fuese que Él no matase
a Israel. De la misma manera, cuando ellos leen Génesis 6:6, en donde
dice “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le
dolió en su corazón.”, manifiestan que esto no puede significar que Él
realmente se arrepintió de algo porque Él es un Dios que no cambia.

Esta clase de racionalización de una escrito para hacer que encaje


con determinado filtro se llama antropomorfismo, una explicación hu-
mana para lo divino. De esta manera, la gente dice que la Biblia no puede
realmente significar lo que aparenta significar, porque eso violaría sus
creencias racionales acerca de la naturaleza de Dios. Esto es algo muy
común entre los calvinistas, porque están trabajando con un sistema basa-
do en filosofía humana, no en la Biblia. Es la filosofía la que les ha dicho
que Dios es inmutable y que no puede cambiar de parecer, no la Palabra
de Dios.

Impasible

Lo mismo sucede con impasible, el concepto de que Dios no expe-


rimenta emoción. Los filósofos griegos tenían al estoicismo en alta estima
y consideraban a la emoción como parte de alguien de naturaleza menor,
algo para ser suprimido y superado, y por eso trataban de vivir sus vidas
en completo desapego emocional. Por esta razón, creían que un dios per-
fecto no podía tener emociones. Pero al mirar a la Biblia, nos damos
cuenta cuánto tendríamos que cambiar la Escritura para creer que Dios no
experimenta emoción. La Biblia está llena de declaraciones acerca de las
emociones de Dios (ira, placer, amor, alegría, etc.). Por ejemplo, de acuer-
do al lenguaje original, Jesús saltó y remolineó de alegría cuando los dis-
cípulos volvieron de su salida misionera y le dijeron que todos los demo-
nios habían sido echados fuera y que los enfermos habían sido sanados
(ver Lucas 10:21). Jesús es la representación exacta del Padre (Ver He-
breos 1:3) y Él mostró muchas emociones durante Su vida en la tierra.
Claramente, la idea de un Dios impasible no está representada en la Escri-
tura.

En consecuencia, para creer que Dios es impasible, la gente tiene


que hacer toda clase de explicaciones (antropomorfismos) para decir que
la Biblia en realidad no puede estar describiendo a un Dios emocional.
Como este concepto es tan ilógico, muchos calvinistas son inconsistentes
en este punto. Creen que Dios es impasible, pero también hablan de Su
ira. Por eso, algunos creen que Dios puede experimentar algunas emocio-
nes negativas, pero ninguna positiva. Es fácil ver cómo esta creencia
puede inhibir nuestra habilidad de entender a Dios como nuestro Padre. Si
Él no tiene emociones, o solo emociones como la ira o enojo, eso da
como resultado una relación fría y negativa con Él.

Atemporal

Las ideas de inmutabilidad e impasibilidad están ligadas muy ínti-


mamente con el tercer fundamento del pensamiento calvinista, la atempo-
ralidad. Platón pensaba que si existía un dios del universo, entonces debía
ser impasible por causa de su atemporalidad17. Si Dios está por fuera del
tiempo, entonces lógicamente nunca cambiaría y no experimentaría emo-
ción. Dios nunca estaría enojado o sorprendido acerca de los eventos en la
tierra porque siempre sabría de los mismos. Este concepto es muy popular
entre los cristianos. Suena realmente espiritual y parece lógico decir que
Dios vive en un plano en donde no hay tiempo. Comenzando con esta
idea, podemos extrapolarla usando Escrituras que la prueban, tales como
la promesa de que Él ve desde el fin hasta el comienzo (Ver Isaías 46:10),
para aplicarla a cada detalle de nuestras vidas. Así, concluimos que Él co-
noce cada pequeño detalle de todo lo que sucede, todo el tiempo. El famo-
so escritor cristiano C.S. Lewis escribió acerca de la atemporalidad de
Dios, diciendo que si comparamos a la historia de la humanidad con una
línea de tiempo que midiese literalmente una pulgada, entonces Dios esta-
ría por fuera, mirando a la pulgada entera al mismo tiempo.18

Pero, otra vez, la Biblia nos muestra algo diferente. Por ejemplo,
en la historia de Sodoma y Gomorra, los ángeles, incluyendo al Ángel del
Señor, fueron a visitar a Abraham. El Señor le dice a Abraham que Él
había oído las oraciones que habían subido desde Sodoma y Gomorra, y
que había venido a investigar para ver qué estaba pasando, para ver si era
realmente tan horrible como le habían reportado:

Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y


Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agra-
vado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su
obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré.
(Génesis 18:20-21)

Si pensamos en Dios como atemporal, tenemos que preguntar:


¿Por qué Dios descendería en forma del Ángel del Señor, junto con otros
dos ángeles, para investigar? ¿No debería haberlo sabido? No encaja con
la idea de Él estando por fuera del tiempo. Una vez que el Ángel del
Señor juzgó a Sodoma y Gomorra y decidió que las ciudades debían ser
destruidas, Él vuelve para decirle a Abraham, y éste se pone a negociar
con Dios respecto a cuántos justos serían suficientes para salvar a las ciu-
dades. Si leemos la historia con el lente de un Dios atemporal, la única
conclusión lógica es que Dios estaba jugando con Abraham, no discutien-
do con Él de verdad. En otras palabras, de acuerdo a esta perspectiva,
Dios sabía que Abraham se detendría al llegar a diez, y Él sabía que no
había diez justos en esas ciudades, pero le permitió a Abraham negociar
con Él para que éste se sintiese mejor acerca de la decisión de Dios de
destruirlas. De esta manera, la gente explica lo que Biblia en realidad
quiere decir para proteger sus doctrinas. El resultado final de la idea de un
Dios atemporal, es un Dios que es mucho menos relacional, porque Él ya
sabe todo y tiene todo resuelto, y nosotros pasamos a ser simplemente
peones en Su plan. Pero si examinamos lo que la Escritura realmente dice,
veremos que esta historia en realidad nos muestra que Dios no está por
fuera del tiempo y que no está al tanto de todo lo que irá a pasar.

Vemos esto claramente en otra historia. Cuando los israelitas esta-


ban sacrificando en el fuego a los niños en culto al ídolo Moloc, Dios les
dice a través del profeta Jeremías cuán sorprendido estaba por causa de lo
que habían hecho:

Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del


hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas
a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hi-
ciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá. (Jeremías
32:35)
Aquí Dios dice claramente que Él nunca siquiera pensó que harían
algo así. En otras palabras, Él no lo sabía de antemano.

Junto con la idea de que Dios está por fuera del tiempo, está la
idea de que el cielo también lo está. No obstante, la Biblia nos muestra
claramente lo contrario. El apóstol Juan, cuando estaba relatando su vi-
sión en el libro de Apocalipsis, dice que el cielo estuvo en silencio por
media hora (Ver Apocalipsis 8:1). De la misma manera, un ángel le dice a
Daniel que peleó contra el ángel de Persia en el plano espiritual por vein-
tiún días (Ver Daniel 10:12-13). Ambas historias indican alguna especie
de tiempo en el plano espiritual. No solo eso, sino que la Biblia nos dice
que la cruz cambió la realidad, tanto en lo natural como en lo espiritual.
Esto significa que el plano espiritual experimentó un cambio. Si el plano
espiritual realmente no tuviese tiempo, nada podría jamás cambiar, por-
que el cambio indica progresión, que requiere tiempo. Además, la Biblia
nos dice que en algún punto en el futuro el diablo será arrojado en el lago
de fuego (Ver Apocalipsis 20:1-3, 7-10). Este es un evento espiritual que
sucede en un lugar espiritual (el lago de fuego); no es una realidad aún
pero lo será en el futuro. En otras palabras, el plano espiritual tiene una
línea temporal. Quizás luzca diferente de nuestra concepción del tiempo,
pero eso no quiere decir que el tiempo no exista en lo absoluto en el plano
espiritual.

ARMINIANISMO

Calvinismo Arminianismo
Inmutable
Impasible
Atemporal Atemporal

Ninguna discusión del calvinismo estaría completa sin considerar


al arminianismo, una reacción al calvinismo desarrollada por Jacobus Ar-
minius o Jacobo Arminiano. El arminianismo no es lo opuesto al calvinis-
mo: es una respuesta y un reto para el mismo. El arminianismo, de hecho,
tiene algunas de las mismas fundaciones que el calvinismo. También dice
que Dios es atemporal, pero es más flexible respecto a si Dios puede o no
cambiar de parecer y a si tiene emociones o no. En respuesta al énfasis
calvinista sobre la soberanía de Dios, el arminianismo hace hincapié en el
libre albedrío que Dios le dio a la humanidad. A pesar de que el armini-
anismo no sea un sistema bien desarrollado como el calvinismo, tiene la
habilidad de llenar los huecos que éste no puede.19

TEÍSMO ABIERTO

Otra posición es la llamada teísmo abierto, también a veces lla-


mado Visión Abierta de Dios, la Visión Abierta del Futuro, la Visión
Abierta, o la Abertura. Uno de los líderes más conocidos del teísmo abier-
to es Gregory Boyd, un pastor y teólogo altamente respetado. Antes de
Boyd, el representante más famoso fue Clark Pinnock (1937-2010), quien
fue un pionero del teísmo abierto.20

El teísmo abierto está en la otra punta del espectro, siendo lo opuesto al


calvinismo y al arminianismo como respuesta al calvinismo, pero aun así
no desafía por completo a todos los fundamentos de estos sistemas. En
contraste, el teísmo abierto es otro sistema como el calvinismo, pero es
completamente diferente en sus conclusiones. El rasgo de Dios que los
calvinistas más destacan, es Su soberanía, o que Él está en control de
todo. Los arminianistas dicen que Su rasgo más distintivo es el libre albe-
drío que le ha dado a la humanidad, permitiéndoles hacer elecciones. En
contraste con estos dos énfasis, el teísmo abierto destaca como rasgo dis-
tintivo el hecho de que Dios es relacional.

Como resultado, los teístas abiertos dicen que Dios tiene emocio-
nes; que no puede cambiar Su naturaleza, pero sí de parecer; y que Dios
camina en el tiempo. El teísmo abierto no es tan antiguo como el calvinis-
mo, sino que es un concepto nuevo que no es ni una respuesta a otro siste-
ma, ni es nacido de una filosofía. El teísmo abierto trata de leer la Biblia
sin un filtro. Esto es algo completamente diferente a la manera en la que
los calvinistas leen la Escritura, y es por eso que muchos calvinistas y ar-
minianistas llaman al teísmo abierto una herejía, porque llegan a conclu-
siones que contradicen a sus tres puntos fundacionales. Como sea, en los
últimos años el teísmo abierto ha ganado mucha más credibilidad y un
creciente número de maestros y líderes han comenzado a enseñarlo.

Calvinismo Arminianismo Teísmo Abierto


Inmutable Cambia de Parecer
Impasible Emocional
Atemporal Atemporal Camina en el tiempo
El teísmo abierto no solo desafía a la creencia calvinista de un
Dios sin emociones, sino que también cuestiona la validez de la inmutabi-
lidad de Dios. Para expresarlo simplemente, lo que el teísmo abierto dice
es, “No puedo sacar conclusiones desde antropomorfismos. Dios quizás sí
tenga emociones, y a veces quizás sí cambie de parecer. El carácter de un
esposo no cambia si él decide tomar una decisión diferente. Somos la Es-
posa de Cristo, y si nuestro esposo, Jesús, toma una decisión diferente, no
cambiaría la naturaleza de Su carácter.” Esto desafía directamente a la
idea de la inmutabilidad.

Por último, el teísmo abierto contradice la creencia calvinista de


que Dios está por fuera del tiempo, y cree que, en realidad, Él camina
dentro del tiempo. Esta es una perspectiva muy diferente. Si creemos que
Dios camina dentro del tiempo, entonces tendremos un entendimiento
sorprendentemente diferente de Su naturaleza. Fuera del tiempo implica
distancia; no tiene la misma cercanía relacional implicada en la idea de un
Dios caminando dentro del tiempo. En lugar de pensar en Dios como al-
guien caminando por ahí, que sabe todo mientras nosotros tratamos de
descubrir a los tropezones qué es lo que Él querrá hacer, el teísmo abierto
piensa que Dios camina dentro del tiempo de una manera relacional. El
teísmo abierto apunta a los problemas de la idea de la atemporalidad a tra-
vés de pasajes como Génesis 22, en donde Dios prueba a Abraham orde-
nándole que sacrifique a Isaac. Para la mente calvinista, la idea de probar
a alguien no tiene sentido, dado que Dios ya sabe todo. Él ya ha visto
todo, y si Él sabe lo que la gente va a hacer, no necesitaría probarlos. Lo
mismo sucede con Deuteronomio 8:2, en donde Moisés le dice a los israe-
litas:

Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu


Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para pro-
barte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar
o no sus mandamientos.

Aquí claramente dice que Dios necesita probarlos para saber lo


que había en sus corazones, lo que es muy difícil de entender a través de
una perspectiva calvinista.

En contraste, el teísmo abierto ve al conocimiento de Dios desde


el fin desde el comienzo, pero de una manera direccional, de la misma
manera que un GPS sabe la dirección desde el comienzo de un viaje hasta
el final. Si nos salimos del camino indicado, iremos en una dirección in-
correcta y el GPS tendría que recalcular para volvernos a encaminar al
destino indicado. En otras palabras, de acuerdo a los teístas abiertos, Dios
sabe el final desde el principio. Sabe el proceso desde el comienzo del
viaje hasta el fin, y camina con nosotros. Él es el auto que nos lleva por el
camino. Cuando comparamos esta idea con la Escritura, veremos que esta
visión de Dios caminando dentro del tiempo realmente encaja muy bien.
Una y otra vez vemos a Dios caminando dentro del tiempo con la gente,
mientras que, al mismo tiempo, ciertas cosas parecieran estar predetermi-
nadas. La Biblia claramente nos muestra que algunos eventos están prede-
terminados, como la Segunda Venida de Cristo. La muerte de Jesús en la
cruz también estaba predeterminada, como vemos en las claras profecías
en la Biblia acerca de cuándo y cómo sucederían. Al mismo tiempo, las
cosas pueden cambiar, y Dios puede cambiar de parecer respecto a cómo
enfocarnos en algo o qué camino tomar.

Para alguien que viene de un trasfondo calvinista, un cambio tan


drástico puede ser difícil de aceptar. Mucha gente mira con sospecha a las
ideas nuevas. Creen que deben seguir aferrados a las ideas que los padres
de la Iglesia primitiva tenían, pero este temor está basado en un concepto
errado respecto a cuánto la gente en el pasado realmente entendía. Consi-
deremos algunos hechos:

• El Nuevo Testamento no fue canonizado hasta casi el 400 D.C., lo


que significa que muchos cristianos primitivos solo tuvieron acce-
so al Antiguo Testamento por muchos siglos.

• La Biblia no fue traducida a lenguajes comunes hasta casi el final


del siglo XIV; anteriormente estaba escrita y era leída únicamente
en latín. Esto significa que la gente no entendía ni tenía acceso a la
misma.

• La Biblia existía solo en copias manuscritas y fue, por la misma


razón, muy impopular hasta el siglo XVI, cuando la Imprenta Gu-
tenberg fue inventada. Este invento permitió la distribución e im-
presión de Biblias en múltiples lenguajes.

• En el siglo XVI, Martín Lutero trajo a la luz nuevamente el enten-


dimiento básico de salvación por gracia a través de la fe de la Igle-
sia. Anteriormente, este concepto había estado perdido por cientos
de años en gran parte de la Iglesia.
• Hasta comienzos del siglo XX, la Iglesia había perdido, casi en su
totalidad, la revelación del bautismo del Espíritu Santo. Esto fue
apenas cien años atrás.

Considerando que la mayor parte del cristianismo hasta el siglo XVI


no tenía acceso a la Biblia o ni siquiera entendía el mensaje básico de la
Salvación, no podemos decir que ellos tenían más entendimiento de las
Escrituras o del Evangelio que nosotros. Es cierto que parte del liderazgo
de la Iglesia primitiva tenía gran revelación de la Escritura, y que debería-
mos aprender de ellos, pero el punto es que la Iglesia tiene un entendi-
miento del Evangelio que va en aumento. Aprendemos de aquellos que
estuvieron antes que nosotros, pero colectivamente nuestra revelación de
Dios va en progreso. Esto significa que nuevas ideas y entendimientos no
son malos, siempre y cuando no contradigan a la Biblia.

No nos olvidemos de que un niño de octavo grado de hoy en día sabe,


en promedio, más acerca de geografía, política, economía y ciencia que lo
que Calvino sabía en su momento más brillante. En este momento de la
historia, tenemos un acceso al conocimiento significativamente mayor al
que tenía cualquier otra generación anterior. Aquellos que vivieron en
otros tiempos hicieron lo mejor que pudieron en el tiempo en el que vivie-
ron, pero no tenían el mismo grado de acceso a la información que noso-
tros tenemos. Podemos tomar lo que hicieron y, así sea que estemos de
acuerdo con ellos o no, se puede aprender. Es nuestra responsabilidad de-
cidir por nosotros mismos si queremos seguir avanzando, o si preferimos
quedarnos con lo que las generaciones anteriores tenían. Las creencias di-
ferentes siempre existirán, e incluso Juan Calvino tenía a Jacobo Armini-
ano como contemporáneo para discutir con él y aguzar hierro con hierro
(Ver Proverbios 27:17). En otras palabras, esta clase de diálogo y exami-
nación de ideas nos ayuda a crecer. Aceptar ciegamente lo que otros dicen
sin examinarlo a la luz de las Escrituras no ayuda a nadie.

MOLINISMO

Por supuesto, existen muchos puntos de vista diferentes respecto a


las tres ideas básicas de la naturaleza de Dios, según el calvinismo. A
continuación mencionaremos solo una más: el molinismo.
Uno de los mejores maestros del molinismo es el filósofo y teólo-
go William Lane Craig. De cierta forma, el molinismo es similar al teísmo
abierto, ya que representa a Dios caminando con nosotros (como lo que
cree el teísmo abierto), pero también dice que Dios conoce cada posibili-
dad de lo que podría pasar. Usando la analogía previa de un GPS, la pers-
pectiva del molinismo es que Dios sabe todos los caminos que existen. Él
sabe todo camino posible para llegar de un punto al otro. Esto pareciera
ser una posibilidad alentadora. En contraste, el teísmo abierto dice que
Dios está al tanto de cada posibilidad, pero al mismo tiempo se limita a sí
mismo para vivir en el presente con nosotros, aunque sabe de ciertas
cosas que inevitablemente pasarán en el futuro.

T.U.L.I.P. (O “LOS CINCO PUNTOS DEL CALVINISMO”)

Ahora que hemos visto las ideas fundacionales del calvinismo,


como así también diferentes puntos de vista de esas ideas, vamos a exami-
nar los cinco puntos del calvinismo, que pueden resumirse en el acrónimo
TULIP21.

Los Cinco Puntos del Cal-


vinismo
Depravación Total
Elección Incondicional
Sacrificio limitado
Gracia Irresistible
Constancia de los Santos

Si la gente cree que Dios es inmutable, impasible, y atemporal,


van a terminar siendo calvinistas. Esa es la base fundamental. Sobre ese
fundamento, están estos cinco principios, que vamos a examinar breve-
mente.22

1. Depravación Total.
El concepto de depravación total dice que todos nacemos con algo
llamado pecado original, o pecado que es transmitido por la línea sanguí-
nea desde Adán a todos los seres humanos. De acuerdo a esta perspectiva,
el pecado está en el corazón humano inherentemente, y las personas no
tienen habilidad para controlarlo. Este concepto fue originado por San
Agustín, quien tenía un gran asunto con el pecado sexual, como enseñó en
su trabajo The City Of God (“La Ciudad de Dios”)23. San Agustín expli-
có su creencia de la depravación total diciendo que el pecado original se
transmitía a las generaciones a través del contacto sexual, que él creía que
era pecaminoso y malvado. Por eso, para San Agustín, la creación de un
niño para otra generación requería necesariamente un acto pecaminoso
que le trasmitía el pecado al bebé, provocando que éste también creciera
con el pecado original. Claramente, él no tenía un gran entendimiento res-
pecto a la intimidad sexual, y no veía al sexo como un regalo de Dios
dentro del matrimonio. Su entendimiento se basaba es su estilo de vida in-
moral antes de ser cristiano, y en su lucha para superar la tentación, de los
cuales derivó la doctrina que ahora conocemos como depravación total.
Este concepto ha sido enseñado generación a generación, y, en gran parte,
ha hecho del sexo un tema tabú en muchas iglesias. También, ha influen-
ciado negativamente la percepción que los cristianos tienen del sexo. Por
eso, muchas personas hasta hoy en día ven al sexo como una clase de
“mal necesario”, provocando que muchos tengan dificultades para hablar
de eso, o para ser libres de disfrutarlo en el matrimonio.

Aquellos que no están de acuerdo con el punto de la depravación total,


apuntan a Génesis 4, en donde Dios habla con Caín luego de que el sacri-
ficio de Abel fuese aceptado y el suyo, rechazado. Caín se enoja, y Dios
le dice: “…el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No
obstante, tú puedes dominarlo.” (Génesis 4:7. NVI) Lo que los conceptos
de pecado original y depravación total enseñan es que el pecado está en
nuestros corazones inherentemente, y no tenemos la habilidad para domi-
narlo; pero en este pasaje, Dios se refiere al pecado como una fuerza exte-
rior buscando dominar a Caín. Dios le dice que tenía la habilidad para do-
minarlo, por lo que siempre fue una decisión de él el dejar entrar el peca-
do en el corazón o mantenerlo afuera. Este es un pensamiento opuesto,
que dice que los seres humanos nacemos inocentes, pero como vivimos
en un mundo en pecado y tenemos una naturaleza pecaminosa, en algún
punto todos vamos a elegir el abrirle la puerta al pecado. Algunos se refie-
ren a esto como el paso a la edad de imputabilidad.

Por causa de que los calvinistas creen que los seres humanos son inhe-
rentemente pecaminosos desde el nacimiento, muchas iglesias calvinistas
practican el bautismo de infantes. Les preocupa la idea de que los infantes
puedan llegar a morir antes de ser suficientemente mayores como para
confesar su fe en Jesús y, como resultado, vayan al infierno. En contraste,
aquellos que creen que los bebés nacen inocentes, pero luego le dan lugar
al pecado, usualmente no bautizan a la gente hasta que son suficientemen-
te maduros para tomar una decisión por sí mismos de seguir a Cristo. De
acuerdo a este punto de vista, los humanos eligen hacer el mal porque
quieren hacerlo, y no porque la naturaleza pecaminosa fluya de ellos in-
minentemente.

2. Elección Incondicional.

El segundo punto, la elección incondicional, que también a veces es


llamada doble predestinación, enseña que Dios ha elegido quiénes van a
ir al cielo y quiénes van a ir al infierno. Ninguno de nosotros sabe quién
se salvará y quién no, pero Dios ya lo sabe y Él hará todas las cosas con-
forme a Su voluntad. De acuerdo a esta perspectiva, como Dios sabe el
final y el principio y está por fuera del tiempo, nuestra responsabilidad es
simplemente alinearnos con lo que Él ya sabe y caminar en eso. Dicen
“Dios ya ha elegido a Su gente, y ya ha rechazado al resto”. Esta idea so-
cava el ímpetu por el evangelismo, aunque los calvinistas siguen hacién-
dolo porque no saben cuáles son los escogidos, y porque todos tenemos el
mandato de ir a evangelizar. En otras palabras, lo hacen únicamente por
obediencia.

3. Sacrificio Limitado.

El tercer punto del calvinismo es el sacrificio limitado. Enseña que la


sangre de Jesús fue únicamente derramada para aquellos que son incondi-
cionalmente elegidos. En otras palabras, cuando Jesús murió en la cruz y
derramó Su sangre, no se desperdició ni una sola gota, sino que murió
solo por los escogidos y no por aquellos que están predestinados a ir al in-
fierno. Muchos calvinistas han decidido alejarse de este punto, diciendo
que creen en un sacrificio ilimitado, es decir, que Jesús murió por todos,
pero no todos son escogidos. Tales calvinistas se refieren a sí mismos
como “calvinistas de cuatro puntos”.

4. Gracia Irresistible

Cuarto, el principio de gracia irresistible enseña que los escogidos,


es decir, aquellos por los que Jesús murió, no pueden resistir a la Salva-
ción. No podrán ser capaces de escapar de la misma, sin importan cuán
grave su pecado es o cuán duros sus corazones puedan ser. Sin importar
su situación, se convertirán al cristianismo porque Jesús derramó Su san-
gre por ellos y son incondicionalmente elegidos. No tienen posibilidades
de morir en pecado.

5. Constancia de los Santos

Por último, el concepto de constancia (o perseverancia) de los san-


tos puede ser resumido por la frase, “una vez salvo, siempre salvo”. El
versículo comúnmente citado para apoyar a esta posición es 1 Juan 2:19:

Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen


sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron
para que se manifestase que no todos son de nosotros.

Prácticamente hablando, esto significa que si un individuo ha estado


en la iglesia por años y pareciera ser un verdadero creyente, pero luego
decide alejarse de Dios, esa persona nunca ha sido verdaderamente salva.
Como los calvinistas creen que los cristianos son incondicionalmente ele-
gidos para recibir el sacrificio limitado de Cristo y están bajo la influencia
de la gracia irresistible, entonces también creen que es imposible para un
verdadero cristiano alejarse de Dios. En Juan, Jesús dice que Él tiene a Su
pueblo en Sus manos, y que Dios tiene a Jesús y a Su pueblo en Sus
manos (Ver Juan 3:35-36; 10:29). Generalmente, esto se usa para alentar
a los creyentes, diciéndoles que no necesitan preocuparse por caer en pe-
cado y alejarse de Dios.

Puntos de vista diferentes indican que la intención de Dios para Su


Hijo es una Esposa (la Iglesia), que está igualmente unida con Él de la
misma manera que leemos en 2 Corintios 6:14. Para que Cristo esté unido
con Su Esposa, ambos necesitan tener cierto nivel de libertad en la rela-
ción, hasta el punto en que la Esposa podría alejarse si lo desea, o tener un
corazón endurecido, porque necesita libertad de elección. Dentro del cal-
vinismo, no obstante, la gente no puede elegir el alejarse, porque esa deci-
sión indicaría que no serían verdaderos cristianos.

LA SOBERANÍA DE DIOS
Las implicaciones de lo que acabamos de estudiar concluyen en la
cuestión de la soberanía: ¿Está Dios en control, o está Dios a cargo? Los
calvinistas, los arminianistas, y los teístas abiertos están de acuerdo con
que Dios es soberano. No obstante, los calvinistas tienen una posición lla-
mada soberanía absoluta, que no solo dice que Dios está en control, sino
que también Él tiene dominio total sobre los eventos del mundo. Del lado
positivo, esto significa que los creyentes pueden reposar en la soberanía
de Dios porque creen que todo operará para bien. Creen que como Dios
tiene un propósito detrás de todo, se hará cargo también de los problemas
de sus vidas. Los calvinistas hacen un fuerte énfasis en el reposo en Dios
porque creen que Él está en absoluto control.

No obstante, esa línea de pensamiento implica que incluso cuando


una tragedia tiene lugar, Dios está en control. La gente explica las cosas
diciendo, “Los caminos de Dios son misteriosos” o “Todo pasa por una
razón”. La conclusión lógica de tales declaraciones es que esa tragedia fue
el juicio de Dios. El problema con la doctrina de la soberanía absoluta es
que si Dios está al control de todas las cosas, entonces cuando lo malo
pasa, Él tuvo el control, también. Esto crea una imagen de Dios muy os-
cura y confusa. Dios pasa a ser quien bendice, provee, protege, sana, etc.,
pero también está detrás del aborto, las violaciones, los asesinatos, el in-
cesto, el genocidio, la guerra, y toda otra clase de mal. El calvinismo se
justifica diciendo que como Dios tiene soberanía absoluta y vive fuera del
tiempo, incluso la tragedia y el mal son parte de Su plan preexistente. Asi-
mismo el diablo, el padre de la maldad, se ve como un títere del plan so-
berano de Dios. Esto implica que resistir al diablo sería esencialmente lo
mismo que resistir a Dios. En otras palabras, los calvinistas lógicamente
no pueden luchar contra principados, poderes, potestades y gobernadores
de los lugares celestes (como dice Efesios 6:5), si es que creen que Dios
es el que orquesta todo estos eventos malvados.

Además de la confusión que crea acerca del carácter de Dios, el


problema con la doctrina de la soberanía absoluta es que es difícil de en-
contrarla en la Escritura. En lugar de la idea de que Dios está en control
de todo y detrás de cada evento, la Biblia nos muestra que Dios está a
cargo. Estas palabras son similares, pero la diferencia conlleva grandes
implicaciones. Cuando decimos que Dios está a cargo, queremos decir
que Él es todopoderoso y que tiene autoridad sobre el universo y todo lo
que en el hay. Pero esto no quiere decir que Él está al control de toda si-
tuación. En otras palabras, si Dios está a cargo (pero no en control), en-
tonces la gente puede actuar en contra del plan de Dios. La gente puede
ser influenciada por el mal para hacer el mal, y Dios no tiene parte en eso.
Si Dios está a cargo, quiere decir que Él es como un rey sentado en el
trono mientras muchas cosas, buenas y malas, suceden en la tierra. La tie-
rra está llena de embajadores, con gente que tiene una relación con Él,
pero también rebeldes, demonios, y Satanás mismo. Él se sienta en el
trono como autoridad final, y es todopoderoso, pero no es el que causa
todas las cosas que tienen lugar en la tierra. Esta es la diferencia entre
estar en control y estar a cargo.

Si Dios controla todas las cosas, esto quiere decir que los humanos
no somos libres para hacer elecciones. La libertad implica la habilidad de
tomar una decisión. Ésta puede ser buena o mala, pero es según la volun-
tad de la persona, y no porque sea algo que esté predestinado. Las impli-
caciones lógicas de la idea de que Dios controla todo son un sólido argu-
mento en contra de la doctrina. Por ejemplo, si una persona está predesti-
nada a pecar, eso significa que Dios es el que causó el pecado. Si eso es
verdad, esa persona difícilmente asumirá la responsabilidad por el pecado,
aunque, según el calvinismo, será enviada al infierno por los pecados que
Dios predestinó que cometiera. En pocas palabras, el problema con la so-
beranía absoluta es que no tiene lógica, y ha causado que muchos se con-
viertan en ateos, porque no pueden aceptar a esa clase de Dios.

Aquellos que creen que Dios está a cargo pero no en control, arri-
ban a una conclusión completamente diferente respecto al mal, común-
mente denominada cosmovisión de guerra. Cuando ven al mal en el
mundo, creen que es el resultado de gente que está influenciada por Sata-
nás para tomar malas decisiones en contra de la voluntad de Dios. Pero
como creen que Dios está a cargo y que son Sus embajadores, creen que
tienen la autoridad para hacer algo con el mal. Pueden sanar a las perso-
nas, calmar tormentas, resucitar muertos, etc. Esta línea de pensamiento
cambia la pregunta “¿Por qué Dios dejó que esto pase?” por “¿Por qué de-
jamos que esto pase?”. Esto crea una responsabilidad personal basada en
la creencia de que el cielo es del Señor, y que Él le ha dado la tierra a la
humanidad (Ver Salmo 115:16). Él también le dio a Su gente el dominio
y propiedad para ser embajadores, y traer el cielo a la tierra.

En este escenario, el diablo es un agente rebelde que actúa en con-


tra de la voluntad de Dios, pero podemos resistirle y hacer que se someta
Su voluntad. Esto se alinea con el patrón escritural, en donde Jesús entre-
nó a Sus apóstoles para que, a su vez, entrenasen a la Iglesia para sanar a
los enfermos y echar fuera demonios. De una manera muy real, los huma-
nos están involucrados activamente en este proceso, y no son solamente
marionetas de Dios esperando que se cumpla la voluntad de un Dios sobe-
rano. Se les fue dada autoridad para actuar. Las implicaciones de esta au-
toridad es que Dios en realidad le ha dado a Su pueblo una porción de
control, lo que quiere decir que Él no puede estar en control de todas las
cosas. De acuerdo a esta cosmovisión de guerra, somos embajadores,
nuestros enemigos siguen aquí, y estaremos en guerra hasta que toda rodi-
lla se doble ante Cristo en el algún punto en el futuro.24

Otra implicación de este debate entre el control y el cargo, es el


problema de la voluntad de Dios para nuestras vidas. Si creemos que Dios
es un Dios controlador, vamos a preguntarnos continuamente si lo que es-
tamos haciendo es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Si Jesús es la
puerta y las pasturas en Su reino, cuando entramos a Sus pasturas como
Sus ovejas, esperaríamos que Él arranque cada trozo de pasto predestina-
do para que nosotros comamos, uno por uno. En contraste, aquellos que
ven a Dios a cargo, se ven a sí mismos teniendo libertad de elección y au-
toridad para hacer decisiones, siempre y cuando las mismas se alineen con
la naturaleza y propósitos del Reino de Dios. Ellos creen, como ovejas en
las pasturas del Reino de Dios, que Él les dice que pueden comer cual-
quier pasto dentro de la pastura. En otras palabras, la gente legítimamente
toma decisiones, y quizás no lleguen a las mismas esperando que Dios les
responda preguntas una por una. De acuerdo a esta perspectiva, la volun-
tad de Dios no es un plan rígido paso a paso, sino una manera de vivir y
relacionarse con Dios. Vemos esta realidad de la manera en que la Biblia
habla de la voluntad de Dios. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 5:16-18,
Pablo escribe: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en
todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús.” Aquí, la voluntad de Dios es explicada en principios generales
que pueden ser aplicados a todos los escenarios de la vida de uno. No se
trata de a dónde moverse o con quién casarse, sino con las actitudes y
prácticas que deberían ser parte de cada temporada de la vida. En estos
versículos, Dios está diciendo que quiere que seamos felices, en comuni-
cación con Él, y que estemos satisfechos. Estos son las mismas tres cosas
que un esposo desearía para su esposa.

Similarmente, 1 Pedro 2:15 dice, “Porque esta es la voluntad de


Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres in-
sensatos.” En otras palabras, la voluntad de Dios para nosotros es que vi-
vamos con tal integridad y carácter que siempre silenciemos a los insensa-
tos. En Filipenses 2:13, que dice “…porque Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”, aprende-
mos que Dios en realidad está en nosotros, trabajando para que estemos
en Su voluntad. Esto no tiene solo que ver con acciones y elecciones, sino
con lo que Él está creando dentro de nosotros. Romanos 12:2 dice al res-
pecto:

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la


renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Aquí, nuevamente vemos que la voluntad de Dios es a nivel


macro, no detallista. Su voluntad para nosotros es que tengamos la mente
renovada. Esta perspectiva de la voluntad de Dios está apoyada por San-
tiago 1:5, que dice, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pí-
dala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será
dada.” Este versículo no está hablando acerca de conocer la voluntad de
Dios, sino de la necesidad de sabiduría para hacer nuestras propias deci-
siones. Cuando vivimos dentro de la voluntad de Dios entendiéndola
como un estado de ser, podemos encontrar sabiduría para hacer nuestras
propias decisiones. Los discípulos y cristianos primitivos ciertamente mo-
delaron esta manera de vivir. Ellos no se preocuparon por tomar la deci-
sión correcta, sino que operaron bajo el principio de la luz verde. En otras
palabras, usando la figura de un semáforo, la luz es verde, a menos que se
vuelva roja.

Vemos esto en Hechos 16:6:

Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido


por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;

El viaje misionero fue bloqueado por el Espíritu de Jesús. No co-


menzaron su viaje preguntándole a Dios a dónde deberían ir, sino que de-
cidieron ir a algún lado, y si Él intervenía, irían a otro. Dios les había
dicho que prediquen el evangelio, y eso estaban haciendo. Vivieron desde
la perspectiva de la voluntad de Dios a nivel macro, sin tener en cuenta
los detalles de dónde. En el medio de ese estilo de vida, Dios a veces les
dio direcciones específicas, como con la historia que sigue más adelante
en el mismo capítulo:

Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio


estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúda-
nos.
Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedo-
nia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciá-
semos el evangelio. (Hechos 16:9-10)

Tenían la confianza de que si iban a dar un mal giro, Dios podía


detenerlos o redireccionarlos. Nosotros podemos vivir con la misma con-
fianza. Este conocimiento nos habilita a vivir de acuerdo al principio de la
luz verde e ir por ello, confiando en que Dios nos detendrá si estamos
yendo a la dirección equivocada.

PREGUNTAS DE REPASO

1. ¿Qué significa el término antropomorfismo?

2. La teología arminianista no es lo opuesto al calvinismo, es una


_______________ al calvinismo.

3. El calvinismo no se originó con Calvino; en realidad viene de un


padre de la Iglesia primitiva llamado _______________________,
quien adaptó las ideas de su mentor, Plotino, quien a su vez fue un
estudiante de las enseñanzas del filósofo
_____________________.

4. ¿Qué tres palabras forman el fundamento del calvinismo?


___________________ significa que Dios no tiene emociones;
___________________ significa que Dios no cambia; y asumir
que Él es _______________________ lo vuelve mucho menos re-
lacional con nosotros.

5. Verdadero o falso: El teísmo abierto dice


Dios tiene emociones_________
Dios no cambia de parecer _________
Dios camina dentro del tiempo con nosotros _________

6. ¿Cuáles son los cinco puntos del calvinismo? (Acrónimo TULIP)


______________________________________
______________________________________
______________________________________
______________________________________
______________________________________
7. En lugar de esperar que Jesús arranque cada fibra de pasto y nos
alimente como Sus ovejas, un pasto a la vez, ¿cuál debería ser
nuestra manera de pensar al entrar a las pasturas de Su reino?

8. La voluntad de Dios para nosotros es un estado de ser, que puede


ser resumido por tres cosas que un esposo quiere para su esposa en
un buen matrimonio. ¿Cuáles son?

PALABRAS CLAVE

Calvinismo Pecado Original


Inmutable Edad de Imputabilidad
Impasible Elección Incondicional
Atemporal Sacrificio Limitado
Antropomorfismo Gracia Irresistible
Arminianismo Constancia de los Santos
Teísmo Abierto Soberanía Absoluta
Molinismo Cosmovisión de Guerra
Depravación Total

MATERIAL RELACIONADO

Gregory Boyd, God at War: The Bible and Spiritual Conflict.

Gregory Boyd, God of the Possible.

Gregory Boyd, Is God to Blame?: Beyond Pat Answers to the Problem of


Suffering.

Gregory Boyd, Satan and the Problem of Evil.

Harold Eberle, Who is God?

Dave Hunt, What Love Is This?: Calvinism’s Misrepresentation of God.

David Steele, Curtis Thompson, y Lance Quinn, The Five Points of Calvi-
nism: Defined, Defended and Documented.
17 Platón, Timaeus, 7.38
18 C.S.Lewis, Mere Christianity, 168.
19 Un buen ejemplo de esto puede encontrarse en el libro de Dave Hunt,

What Love Is?: Calvinism’s Misrepresentation of God. En algunos de sus


otros libros, Dave Hunt ataca a lo sobrenatural, a la escatología victoriosa,
y a otro montón de ideas bíblicas de maneras que no son útiles, pero en
este libro él manifiesta una crítica muy útil del calvinismo.
20 Dos libros excelentes que explican la posición del teísmo abierto son

God of the Possible, de Gregory Boyd, y Who Is God?, de Harold Eberle.


21 Nota de traducción: El acrónimo TULIP tiene sentido solamente en el
idioma inglés. No obstante, se ha decidido mantener el nombre TULIP
debido a que muchos libros de teología en español han decidido conser-
varlo, y por esta causa, el acrónimo también es usualmente utilizado en el
habla hispana para referirse a los cinco puntos fundamentales del calvinis-
mo.
22 Una explicación más detallada del TULIP desde una perspectiva calvi-
nista puede encontrarse en un libro reciente, publicado por tres calvinis-
tas. “The Five Points of Calvinism: Defined, Defended and Documen-
ted”, por David Steele, Curtis Thompson, y Lance Quinn.
23 San Agustín, The City of God, 14:16-26
24 Gregory Boyd ha escrito muchos libros respecto a los problemas con la

soberanía absoluta: Satan and the Problem of Evil; The Bible and Spiri-
tual Conflict; y Is God Blame?: Beyond Pat Answers to the Problem of
Suffering.
CAPÍTULO CINCO

FILTROS: DISPENSACIONA-
LISMO, TEOLOGÍA DEL
PACTO, Y TEOLOGÍA DEL
NUEVO PACTO.
Ahora que hemos examinado el calvinismo, el segundo mayor fil-
tro que tenemos que entender es el dispensacionalismo, junto con las
perspectivas de la teología del pacto y la teología del nuevo pacto. Cada
uno de esos filtros presenta un punto de vista diferente de la historia de la
humanidad y de cómo Dios interactúa con la misma a través de la historia.

DISPENSACIONALISMO

El dispensacionalismo se originó mucho más recientemente que el


calvinismo, pero su impacto ha tenido mucho alcance. En primera instan-
cia, fue creado y sistematizado por John Darby en la década de 1830 y se
expandió a través de la Biblia de Estudio Scofield. En este capítulo,
vamos a estudiar al dispensacionalismo desde una perspectiva académica
para poder entender cómo los dispensacionalistas ven al mundo y cómo
su visión ha afectado e influenciado nuestras percepciones de la Biblia.

La premisa principal del dispensacionalismo es que la Biblia


puede ser entendida al dividirla en períodos de tiempo, llamados dispen-
saciones, comenzando con el Jardín del Edén y continuando hasta el Mi-
lenio en Apocalipsis. De esta manera, la historia de la humanidad se divi-
de en siete dispensaciones mayores: el Jardín; la Caída; la Inundación;
Abraham; Moisés; la Iglesia; y el Milenio.

Las Siete Dispensaciones


El Jardín
La Caída
La Inundación
Abraham
Moisés
La Iglesia
El Milenio

Estas dispensaciones se basan en un patrón percibido estudiando


la historia de la humanidad: Dios crea un plan, el ser humano comienza a
caminar en él, pero eventualmente falla, y como resultado, Dios debe co-
menzar nuevamente con una nueva dispensación. De esta manera, el dis-
pensacionalismo es, en parte, un sistema fatalista, porque pone su lente
sobre la Escritura que siempre le da un tinte negativo en el sentido que
inevitablemente el hombre terminará equivocándose.

En resumen, el entendimiento histórico dispensacionalista es algo


así: Dios crea un increíble Jardín lleno de inocencia, pero los humanos
eventualmente pecan. Luego de la Caída del hombre, Él los restaura, les
da ropas para que se cubran, e instituye un sistema de sacrificios. Para los
dispensacionalistas, esto es conocido como la era de la conciencia.
Ahora los humanos comienzan a vivir con conocimiento del bien y del
mal, lo que los llevó a un mayor mal. El planeta se volvió tan malvado,
que Dios tiene que eliminar a casi toda la humanidad con la Inundación.
Luego de eso, Él vuelve a crear el sistema, esta vez volviéndose a una era
de gobierno civil. Debajo de este sistema, Dios le dice a Noé que no per-
mita que los asesinos se queden sin culpa. La sangre clamaba desde el
suelo, y la justicia era requerida. Eventualmente, dentro de este mundo os-
curo, nació Abraham y Dios lo usó para introducir una nueva era de fe
que abarcó el período de los patriarcas. Esta dispensación falló cuando los
israelitas terminaron en cautividad en Egipto por cuatrocientos años y,
producto de eso, perdieron la revelación de Dios que habían tenido sus
antepasados. Para remediar este problema, Dios levanta a Moisés, quien
liberó a Israel de Egipto e introdujo la era de la Ley, que duró por 1300
años. De todas formas, como Israel era muy mala para cumplir la ley, fue-
ron eventualmente exiliados a Babilonia y Asiria.

Luego de un período de cuatrocientos años de silencio (entre el


Antiguo y Nuevo Testamento), Dios envío a Jesús para instituir la era de
la Iglesia o la era de la gracia. Esta era, que comienza con la primera ve-
nida de Jesús, culminará con su Segunda Venida. De acuerdo a este siste-
ma, dentro de la historia de la humanidad nosotros estaríamos en la era de
la Iglesia. Dado que no estamos aún al final de esta era, no hemos co-
rrompido completamente este sistema, pero como con toda otra dispensa-
ción previa, equivocarse sería inevitable. Esta perspectiva ve a la falla y a
la corrupción de la Iglesia como una señal de que estamos cerca del final
de la era (y, por lo tanto, del mundo). Muchos dispensacionalistas han di-
vidido a la era de la Iglesia en siete subcategorías de acuerdo a las siete
cartas a las iglesias en Apocalipsis 2-3. De esta manera, la primer carta
describiría a la Iglesia primitiva, y así sucesivamente, hasta que llegamos
a la carta a la iglesia de Laodicea, que se dice describiría la parte final de
la era de la Iglesia. Este último período es llamado por algunos como la
era de Laodicea. Como esta iglesia era tibia y se había deslizado, esto
encajaría con la expectativa dispensacionalista de que la Iglesia al final de
la era será débil, no una Iglesia levantándose en victoria.

Al final de la era de la Iglesia, los dispensacionalistas esperan un


breve período conocido como últimos tiempos, que incluiría al rapto, a los
siete años de tribulación, y al anticristo. No todos los dispensacionalistas
tienen la misma visión respecto a cómo esos eventos de los últimos tiem-
pos serán, pero todos están de acuerdo en que estos eventos tendrán lugar
al final de la era de la Iglesia. Como la historia en su momento más oscu-
ro, la era de la Iglesia llegará a un fin, y Jesús volverá para establecer Su
Reino Milenial, o la era del reino. Por causa de esta división entre la
Iglesia y el Reino, todas las partes del Nuevo Testamento en donde se
habla del Reino de Dios, son asignadas a la era del reino, no a nuestros
tiempos modernos. Como resultados, los dispensacionalistas típicamente
no esperan ver milagros o eventos sobrenaturales, porque tales cosas esta-
rían reservadas para el Reino. Ciertamente, no esperan que la Iglesia crez-
ca como un grano de mostaza, hasta ser un gran árbol, o como levadura
estirando toda la masa (Ver Lucas 13:18-21; Mateo 13:31-33). Solamente
esperan señales falsas de falsos profetas de los últimos tiempos, y ver la
maldad aumentando.

En aquellos que no han estudiado completamente el sistema de


creencias, pero han sido influidos por él, el dispensacionalismo los guiará
a una escatología negativa. Gracias a este filtro, mucha gente tiene proble-
mas con la idea de un Reino que avanza. Muchos creyentes carismáticos
han adoptado porciones del pensamiento dispensacionalista sin darse
cuenta de que es teológicamente inconsistente ser, al mismo tiempo, un
creyente del Reino lleno del Espíritu y un dispensacionalista. Esto se debe
a que los dispensacionalistas creen que la Iglesia está debilitándose, lo
que es lo contrario a creer que el Reino está avanzando. Sorprendente-
mente, algunos grupos carismáticos tratan de reconciliar estas dos ideas
opuestas de avanzar el Reino por un lado, y por el otro, tener una expecta-
tiva de ver a una Iglesia debilitada en los últimos tiempos. La realidad es
que ambos conceptos son completamente incompatibles entre sí.

Mientras que el dispensacionalismo enseña que la maldad del


mundo será cada vez peor hasta que Cristo vuelva por segunda vez, aque-
llos que creen que el Reino está siempre avanzando enseñan que el Reino
de Dios va siempre en aumento. Ellos miran a Daniel 2, en donde se pro-
fetiza a una roca (Cristo) que se convertiría en una montaña (el Reino de
Dios) y crecería hasta llenar toda la tierra (ver Daniel 2:34-35;45). De
acuerdo a esta imagen, el Reino está en continuo avance y crecimiento. Si
ese es el caso, entonces es muy difícil creer que estamos yendo hacia una
Iglesia debilitada y que nos convertiremos en la Iglesia tibia de Laodicea.
También es difícil de creer que estamos en la era de la Iglesia y que el
Reino no está disponible para nosotros…¿Cómo vamos a poder hacer ex-
tender un Reino al que ni siquiera podemos acceder? El dispensacionalis-
mo es un verdadero desafío, pero para seguir creciendo, es otro de los fil-
tros que debemos eliminar. Solo cuando el lente del dispensacionalismo
sea removido, la gente será capaz de abrazar por completo la idea de un
avance progresivo del Reino en este tiempo en que vivimos.

TEOLOGÍA DEL PACTO

La perspectiva opuesta al dispensacionalismo es la teología del


pacto. En lugar de dividir a la historia en dispensaciones, la teología del
pacto ve a la historia como una línea continua, y cree que Dios ha interac-
tuado con la humanidad de la misma manera a través del tiempo y que
cada pacto se construye en la cima del pacto previo. Por eso, un teólogo
que crea en esta teología diría que en nuevo pacto revelado en el Nuevo
Testamento es una renovación del antiguo pacto. Es el mismo pacto, pero
solo actualizado y mejorado.

Un teólogo del pacto también divide a la Ley del Antiguo Testa-


mento en tres partes: ceremonial, civil, y moral. Las leyes ceremoniales se
relacionan con las ceremonias del templo (cómo hacer un sacrificio, cómo
matar a los animales, cómo derramar la sangre, etc.) Las leyes civiles se
corresponden con las acciones que merecían un castigo civil. Por ejemplo,
si un joven maldecía a sus padres, tenían que juzgarlo y lapidarlo hasta la
muerte (ver Levítico 20:9). Las leyes morales estaban relacionadas al in-
cesto, la homosexualidad, la fornicación, y demás asuntos morales. Al di-
vidir las leyes en tres categorías, el teólogo del pacto es capaz de decir
que las leyes morales aún aplican bajo en nuevo pacto, pero no las cere-
moniales y civiles. Entonces, Jesús no habría removido la Ley de Moisés
por completo sino solo un segmento de la misma. En otras palabras, el
nuevo pacto es simplemente una nueva adición al antiguo pacto, que per-
manece intacto.

Como la Biblia en realidad no hace una división de la Ley en tres


partes (esta división recién aparece en la Iglesia en el siglo XIII), esta teo-
ría puede llevar a algunas malinterpretaciones de la Escritura. Dentro de
la teología del pacto, la pregunta es siempre, “¿Qué conservamos, y qué
removió Jesús?”. Como la Biblia no contiene ninguna línea divisoria en la
Ley, estas líneas deben necesariamente ser trazadas, y en dónde deberían
estar es algo que lleva a continuos y acalorados debates. Los seguidores
de la teología del pacto siempre están preguntando cosas como, “¿Puedo
hacerme tatuajes?”, o “¿Puedo comer tocino?”.

El verso clave que socava este punto de vista es Hebreos 8:7-10,


en donde el autor se refiere con claridad al nuevo pacto:

“Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no


se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque reprendién-
dolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré
con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como
el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano
para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecie-
ron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel. Des-
pués de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente
de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios,
y ellos me serán a mí por pueblo.”

Aquí Dios claramente dijo que el nuevo pacto no sería nada igual
al pacto que Él había hecho con sus ancestros. En otras palabras, Él no es-
taba renovando al antiguo pacto, sino creando algo completamente dife-
rente.

TEOLOGÍA DEL NUEVO PACTO


Una tercera perspectiva es la teología del nuevo pacto (TNP). A
diferencia de la teología del pacto, la teología del nuevo pacto reconoce
un claro quiebre entre en nuevo pacto y el antiguo pacto. Los teólogos del
nuevo pacto postulan que éste es un sistema completamente nuevo y que
no tiene nada en común con el antiguo. De todas maneras, ellos ven al
nuevo pacto como uno basado en la ley, lo que ha causado que lean el
Nuevo Testamento buscando mandamientos nuevos y catalogándolos
como leyes del nuevo pacto. Por eso, mientras el antiguo pacto tenía solo
613 leyes, el nuevo pacto tiene 1050. Los teólogos del nuevo pacto no
creen que esto sea un problema porque, como personas nacidas de nuevo
y llenas del Espíritu Santo, tenemos una habilidad extra para mantener
todas estas leyes.25

Mientras que es cierto que vivimos en un nuevo pacto que es com-


pletamente diferente del antiguo, en ninguna parte de la Biblia encontra-
mos un fundamento para decir que se trata de un pacto basado en la ley.
En lugar de eso, en el Nuevo Testamento Jesús lo dejó claro al decir que
la ley del nuevo pacto es la ley del amor: “Este es mi mandamiento: Que
os améis unos a otros, como yo os he amado.” (Juan 15:12). Bajo el anti-
guo pacto, a la gente se le ordenaba amar a su prójimo como a ellos mis-
mos. En otras palabras, solo podían amar a los demás en la misma medida
que se amaban a ellos mismos. El nuevo pacto levantó esta medida. De
acuerdo a Juan 15:12, nuestra medida no es cuánto nos amamos a noso-
tros mismos, sino el amor que Jesús tuvo por nosotros. La ley del nuevo
pacto es simplemente amar. Por supuesto, aquellos que están caminando
en amor no serán llenos con ira, amargura, falta de perdón, malicia, ni
ninguna otra clase de pecado que se muestra en la Escritura. De esta ma-
nera, el amor cumple la ley, haciendo la lista de 1050 leyes completamen-
te innecesaria.

Mirando a estas tres perspectivas de la relación de Dios con la hu-


manidad a través de los diferentes períodos históricos, podemos ver que la
Biblia en realidad sí contiene diferentes períodos de tiempo en donde las
realidades espirituales cambiaron. Como sea, la manera en que estos tres
sistemas dividen a la historia y explican la diferencia entre el antiguo y el
nuevo pacto no encaja con la explicación que da la Escritura respecto a
los pactos. Esto es algo que examinaremos con mayor detalle en los si-
guientes capítulos.

PREGUNTAS DE REPASO
1. John Nelson Darby creó un sistema fatalista que divide a la Biblia
en siete categorías según el momento histórico de la Iglesia.
¿Cómo se llama este sistema?

PALABRAS CLAVE

Dispensacionalismo Era de la gracia


Dispensaciones Era de Laodicea
Era de la consciencia Teología del Pacto
Era del gobierno civil Teología del nuevo pacto
Era de la fe Leyes del nuevo pacto
Era de la Ley

MATERIAL RELACIONADO

Steve Lehrer, New Covenant Theology Questions Answered.

John Reisinger, In Defense of Jesus, the New Lawgiver.

Charles Ryrie, Dispensationalism.

Tom Wells y Fred Zaspel, New Covenant Theology.

25
Algunos libros escritos desde la perspectiva de la teología del nuevo
pacto incluyen New Covenant Theology, de Tom Wells y Fred Zaspel; In
Defense of Jesus, The New Lawgiver de John Reisinger; y New Covenant
Theology: Questions Answered de Steve Lehrer.
CAPÍTULO SEIS

FILTROS: CESACIONISMO Y
TEOLOGÍA LIBERAL
El último filtro que vamos a examinar es el cesacionismo, o la
creencia de que los dones del Espíritu Santo no son para hoy en día. De
hecho, este término es una abreviatura para cesacionismo de los dones.
Los cesacionistas creen que los dones espirituales existieron durante el
tiempo en el cual la Biblia estaba siendo escrita, pero hoy por hoy han ce-
sado de estar en operación. Este filtro cruza muchas líneas denominacio-
nales, incluyendo a los presbiterianos, luteranos, bautistas, metodistas,
etc. También está íntimamente conectado con el calvinismo y el dispensa-
cionalismo. A pesar de que el calvinismo se originó mucho tiempo antes,
ganó popularidad en el siglo XVI, y el dispensacionalismo se extendió re-
cién en el siglo XIX. No mucho tiempo después, como una adición al dis-
pensacionalismo, el cesacionismo llegó a escena y fue popularizado por
líderes como B.B. Warfield, quien escribió un libro llamado Counterfeit
Miracles (Milagros Falsificados). Desde entonces, se ha hecho muy po-
pular.

El opuesto teológico a este creencia es el continuacionismo. Este


es un término académico. En el cristianismo popular, aquellos que creen
que los dones del Espíritu siguen en operación hasta hoy en día se llaman
carismáticos, o supernaturalistas. Un tercer grupo está compuesto por
los teólogos liberales, quienes ni siquiera creen que los milagros pasaron
alguna vez. Mientras que la teología liberal está primariamente confinada
a los círculos académicos, el cesacionismo es mucho más común para el
cristiano promedio.

CESACIONISMO

Gran parte del debate que ronda alrededor de los dones del Espíri-
tu se centra en 1 Corintios 13, que usualmente es conocido como el Capí-
tulo del Amor. En el capítulo 12, Pablo le da instrucciones a los corintios
acerca del uso correcto de los dones, continuando con las mismas en el
capítulo 14, pero justo en el medio hace una pausa para hablar de la im-
portancia del amor. El capítulo 12 lleva la discusión en torno al amor en
este versículo: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un
camino aun más excelente.” (1 Corintios 12:31). Este camino más exce-
lente es el camino del amor. El amor es más grande y es más importante
que los dones sobrenaturales. Esto es algo importante de recordar, porque
sin amor los dones no tienen ningún fin. Cuando actuamos en amor, sere-
mos capaces de usar los dones de una manera que honre a Dios y benefi-
cie a los otros. Luego de enlistar todos los atributos del amor, Pablo dice:

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y ce-


sarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conoce-
mos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, en-
tonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, habla-
ba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuan-
do ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espe-
jo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conoz-
co en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora
permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el
mayor de ellos es el amor. (1 Corintios 13:8-13)

Los cesacionistas tienden a tomar estos versículos, especialmente


el versículo 10, que dice, “mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que
es en parte se acabará.”, para probar que los dones han cesado. Ellos
postulan que “lo perfecto” (RVR1960) que se menciona en este pasaje,
hace referencia a la Biblia. Entonces dicen que, cuando lo perfecto (la Bi-
blia) fue establecido, los dones, que fueron “en parte”, se acabaron. Como
ahora tenemos la Biblia, ya no tenemos necesidad de la profecía, la reve-
lación, los sueños, y cosas así. Todo lo que necesitamos saber sobre Dios
ya está en las Escrituras. Esa es la perspectiva cesacionista.

Como sea, esta línea de razonamiento viola completamente a la


hermenéutica. Los corintios, quienes fueron los destinatarios originales de
esta carta, no entendieron que Pablo estaba hablando de la Biblia. De
hecho, ellos ni siquiera tenían idea de que habría una Biblia además del
Antiguo Testamento. La primera lista de libros de la Biblia no aparecería
hasta cientos de años después. En realidad, esta idea fue inyectada al texto
más de mil años después de que Pablo escribiese la carta. Claramente, el
apóstol no estaba hablando de la Biblia. No estaba profetizando, sino en-
señando de una manera lógica, que estaba conectada con las secciones an-
teriores y posteriores. En un contexto más amplio de su punto respecto a
la profecía, él estaba diciendo que profetizamos “en parte” y que en algún
punto, lo parcial se completaría. Él también compara a “lo parcial” con
ser como un niño. Cuando llega la madurez, lo parcial es dejado atrás.

Encontramos una pista de lo que es, para Pablo, una progresión de


lo parcial a la madurez en el versículo 12: “Ahora vemos por espejo, os-
curamente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte;
pero entonces conoceré como fui conocido”. En otras palabras, él estaba
hablando de algo que él no tenía en el presente: una interacción cara a
cara con el Amor mismo. El tema de 1 Corintios 13 es el amor, y la per-
fecta personificación del amor es Dios. Ahora solo vemos y experimenta-
mos a Dios de manera parcial, o incompletamente, en nuestros cuerpos
humanos. Pero cuando lo veamos a Él cara a cara, vamos a conocerlo
completamente, porque tendremos al perfecto amor. En otras palabras,
cuando muramos y veamos al Señor cara a cara, entonces vamos a cono-
cer cómo fuimos conocidos, de manera completa. En el cielo, las profe-
cías personales no serán necesarias. Si la profecía personal tiene que ver
con ayudarnos a alcanzar nuestro llamado o identidad, entonces no nece-
sitaremos nada de eso cuando muramos y estemos en la presencia del
Señor.

Algunos comentaristas ofrecen otra posible interpretación para


este pasaje, y dicen que “lo perfecto” será cuando Jesús regrese. Aquí
opera el mismo principio. Si Jesús aparece y todos lo vemos cara a cara,
nuestra necesidad de profecía o de otros dones espirituales se desvanece,
porque estamos en la presencia del Amor personificado. Esto se conecta
con lo que Juan escribió:

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado


lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. (1 Juan
3:2)

Aquí, otra vez, se muestra la idea de un conocimiento parcial que


será hecho perfecto cuando veamos a Cristo cara a cara. Cuando lo vea-
mos, ya sea en nuestra muerte o en Su Segunda Venida, vamos a ser
como Él. En un momento, seremos transformados para vivir en el plano
sobrenatural, y, en ese punto, ya no vamos a necesitar a los dones del Es-
píritu. Claramente, 1 Corintios 13 no indica una cesación de los dones en
la actualidad.

Más allá de la evidencia de 1 Corintios 13, una de las principales


razones por las que el cesacionismo no puede ser verdad, es encontrado
en Efesios 4:11-13:

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,


evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a
los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y
del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medi-
da de la estatura de la plenitud de Cristo.

La expresión “hasta que” es un indicador que muestra claramente


que la temporada de necesidad de los dones espirituales no se acabó. Los
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, y maestros, serán hasta que
“todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo.” David B. Barrett, George T. Kurian, y Todd M. Johnson han es-
crito la Enciclopedia Cristiana Mundial, que enlista más de 33.000 deno-
minaciones. ¡Claramente, aún no hemos alcanzado la unidad de la fe!

La unidad de la fe puede ser entendida de esta manera: cada deno-


minación contiene fortalezas y debilidades. La unidad será alcanzada
cuando todos comencemos a honrar las fortalezas de los demás. En otras
palabras, la unidad no significa conformismo. Tampoco significa que
todos estemos de acuerdo o tengamos la misma doctrina, porque, en reali-
dad, eso no pasará hasta que Cristo vuelva y nos dé Su perfecta teología.
La gente usualmente se refiere a Amós 3:3, que dice, “¿Andarán dos jun-
tos, si no estuvieren de acuerdo?” (RVR1960). Algunos interpretan este
versículo para decir que dos grupos no pueden trabajar juntos si no están
de acuerdo en su doctrina. Como sea, si consideramos este versículo a
nivel relacional, nos vamos rápidamente a dar cuenta de que no tiene sen-
tido. Si necesitásemos que nuestros amigos estén de acuerdo con nosotros
en absolutamente todo, entonces no tendríamos amigos. Un esposo y una
esposa no siempre están de acuerdo, pero están dispuestos a caminar jun-
tos. Esto es porque su acuerdo no se basa en sus ideas, sino en una deci-
sión de caminar juntos en amor. La versión NVI traduce este versículo
como: “¿Pueden dos caminar juntos sin antes ponerse de acuerdo?”. En
otras palabras, el acuerdo se basa en una decisión de caminar juntos, no
en la doctrina. La unidad de la fe significa elegir caminar juntos por causa
del amor, no por causa de un acuerdo doctrinal. En resumen, la Iglesia no
está ni siquiera cerca de caminar en esta realidad. Esto significa que los
dones del Espíritu deben seguir en operación, y que el cesacionismo no
puede ser verdadero.

OTRAS INFLUENCIAS

Como sea, el cesacionismo no está únicamente basado en 1 Corin-


tios 13 sino en el lente del dispensacionalismo, que ya hemos analizado
en el capítulo anterior. Muchos cesacionistas son también dispensaciona-
listas. Esto es significativo porque el dispensacionalismo enseña acerca de
siete dispensaciones históricas, ubicando al momento histórico actual en
la sexta dispensación, o la era de la Iglesia. Como los cesacionistas dis-
pensacionalistas esperan que la Iglesia actual sea tibia como la iglesia de
Laodicea, las únicas señales que en realidad están buscando son falsos mi-
lagros y señales, que apuntarían al fin del mundo: “Y entonces se manifes-
tará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y
destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es
por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos.”
(2 Tesalonicenses 2:9). Por causa de esta mentalidad, cuando ven algo mi-
lagroso, inmediatamente su respuesta es que es parte del engaño de Sata-
nás. Esto pone en las personas un filtro que los hace nunca esperar algo
milagroso de parte de Dios. En esta era de la Iglesia, todo lo que esperan
es debilitamiento y apostasía hasta que Jesús regrese para establecer Su
reino.

La séptima y última era, la era del reino, no sucederá hasta que


Jesús regrese. Solo entonces experimentaremos las realidades del Reino
que la Biblia menciona (incluyendo a los dones del Espíritu). Los dispen-
sacionalistas creen que Jesús ofreció el Reino a los judíos durante sus tres
años y medio de ministerio, pero como lo rechazaron a Él y a Su reino,
todas las cosas buenas del mismo fueron quitadas y reservadas para el Mi-
lenio. De todas maneras, como Jesús había entrenado a sus doce apóstoles
y les impartió Su Espíritu, mientras éstos vivieron la presencia del Reino
reposó sobre la tierra. Una vez que los apóstoles murieron, los dones ce-
saron. Este período a veces se denomina como la era apostólica.

No obstante, ¡la historia no nos da ninguna evidencia de que los


milagros se detuvieron con la muerte de los apóstoles! Primero, el Nuevo
Testamento muestra un total de veintidós apóstoles, no solo a los doce
apóstoles originales, y es claro que esos otros apóstoles también se mo-
vieron en milagros. El apóstol Pablo es un buen ejemplo. A pesar de que
Él no fue uno de los discípulos de Jesús durante Su vida en la tierra, Pablo
se trasformó en un siervo que se movió en milagros luego de su conver-
sión. No solo eso, sino que también personas que no eran apóstoles tam-
bién operaron en lo sobrenatural. Esteban, el primer mártir, vio en visión
al cielo abierto y a Jesús, y él era solo un diácono (Ver Hechos 7:55-56).
Felipe, que tampoco era un apóstol, causó un avivamiento masivo en la
zona de Samaría a través de la predicación del Evangelio y de los mila-
gros y sanidades (Ver Hechos 8:5-8). Esta realidad se alinea con lo que
Pedro dijo en Hechos 2:

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días,


dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros
hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visio-
nes, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis
siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Es-
píritu, y profetizarán. (Hechos 2:16-18)

En otras palabras, el Espíritu ya fue derramado sobre todos, y


todos los creyentes en Jesús se moverán en milagros, no solo los apósto-
les.

Segundo, Eusebio de Cesarea, el historiador de la Iglesia primiti-


va, escribió en el año 367 D.C. la continuación de los milagros sobrenatu-
rales de la Iglesia. Y no solo él, sino que muchos, muchos milagros fue-
ron registrados a lo largo de la historia, incluyendo la resucitación de los
muertos. Por ejemplo, cerca del año 400 D.C., San Patricio resucitó a un
joven de la muerte.26 De hecho, San Patricio resucitó a más de 33 perso-
nas.27 El hecho de que los miembros de la Iglesia siguieron operando en
milagros a lo largo de la historia continuó mostrando que los dones no ce-
saron con los apóstoles.

Una segunda influencia al cesacionismo es el calvinismo. Acerca


de los dones del Espíritu Santo y lo sobrenatural, los calvinistas dirían:
“Si Dios quiere sanar a alguien, Él lo haría soberanamente. No tenemos
que orar por las personas. No estamos en guerra con el diablo. Dios puede
hacer lo que Él quiera porque es Dios, y si Él quiere sanar a alguien, lo
hará.” En resumen, ellos removieron el involucramiento humano en lo so-
brenatural y pusieron la responsabilidad únicamente en Dios. Si Dios, en
su soberanía absoluta, quiere hacer un milagro, entonces puede y lo hará,
pero para ellos no tiene sentido creer que podemos colaborar con Dios
para que eso pase. Ya hemos discutido los problemas con esta creencia en
el capítulo anterior, pero, en resumen, el problema con esta perspectiva de
soberanía absoluta es que no deposita responsabilidad alguna en el cre-
yente. Nos vuelve robots que no tienen nada que decir ante los eventos
del mundo, previniéndonos de hacer lo que Jesús nos mandó que hagamos
(predicar el evangelio, orar por enfermos, echar fuera demonios, etc.). La
verdad es que Dios está buscando embajadores que quieran ser Sus com-
pañeros en esta tarea. Está buscando a una esposa que esté igualmente
equipada que Él. Esto significa que Dios no quiere controlarnos, sino tra-
bajar a través de nosotros al pararnos en nuestra identidad, autoridad, y
dignidad, como representantes del Rey.

Cuando examinamos la evidencia histórica a la luz de la Escritura,


el sistema de creencias del cesacionismo se derrumba rápidamente. A
continuación, examinaremos brevemente otro punto de vista que también
se opone a lo sobrenatural.

TEOLOGÍA LIBERAL

La teología liberal es otra escuela teológica de pensamiento que


no cree en lo sobrenatural, pero por razones completamente diferentes a
las del cesacionismo. Los cesacionistas creen que los dones existieron en
tiempos bíblicos; y es por eso que leen las historias de Moisés, Abraham,
David, y los apóstoles del Nuevo Testamento, y creen que los milagros
fueron absolutamente ciertos. Creen que los dones espirituales fueron
parte de la Iglesia del Nuevo Testamento para confirmar la verdad del
Evangelio predicado, pero no creen que tales cosas sucedan en la actuali-
dad.

En contraste, los teólogos liberales dicen que los milagros en la


Biblia no sucedieron en la manera en la que fueron escritos. Por ejemplo,
cuando leen acerca de las diez plagas de Egipto, buscarán por razones na-
turales por las cuales esas diez plagas tuvieron lugar. Es un hecho históri-
co que un volcán entró en erupción en el Nilo en ese momento, y por eso
los teólogos liberales dicen que esa erupción derramó cenizas rojas en el
agua, de tal manera que cuando el caudal llegó a Egipto, tenía un color
colorado. Para ellos, no fue un episodio sobrenatural, sino simplemente
agua roja, no sangre. De esta manera, la teología liberal trabaja para expli-
car las historias sobrenaturales y darles una explicación lógica y natural.
Leen la Biblia con una actitud como la siguiente, “En la historia antigua,
la gente escribió cosas como sobrenaturales porque no tenían otra explica-
ción, pero en realidad fueron cosas naturales. Simplemente, la gente que
escribió la Biblia no tenía otras herramientas. Ahora nosotros podemos
explicarlas porque tenemos a la ciencia.”

Por ejemplo, tratan de explicar la huida de Israel cruzando el Mar Rojo di-
ciendo que en realidad no cruzaron el Mar Rojo28 sino Mar de Cañas29,
que solo tiene ocho pulgadas de profundidad (aproximadamente, veinte
centímetros). El problema obvio con este cambio es que luego se nos pide
que creamos que la armada egipcia entera se ahogó ¡en solo veinte centí-
metros de agua! Un grupo de estos estudiosos liberales formó algo llama-
do el Jesus Seminar, en el cual estos individuos inteligentes y muy bien
educados debaten cuál de los milagros de Jesús fue, en realidad, un verda-
dero milagro. Por ejemplo, estas personas han dicho que la historia de la
multiplicación de los panes y los peces no pudo haber sido sobrenatural,
así que debió haber sido un derramamiento de generosidad: si el mucha-
cho compartió su pan y los discípulos comenzaron a pasarlo, otra gente
debió también tomar sus bolsas para comenzar a compartir su pan, un pan
que se habían olvidado que tenían. Y así esto continuó, hasta terminar con
doce cestas de sobras de comida.

La teología liberal es prominente en algunas de las universidades


de Ivy League, tales como Yale, Harvard, y Princeton, como así también
en cualquier otro seminario teológico asociado con la que a veces se de-
nomina alta crítica. Para ponerlo simplemente, el término alta crítica se
refiere a la idea de que no podemos leer la Biblia literalmente. Es cierto
que no podemos entender la Biblia literalmente, en el sentido que requiere
una interpretación. Por ejemplo, no podemos leer un poema de la Biblia y
volverlo algo literal, porque es un poema. Y no deberíamos leer una pro-
fecía sin interpretarla a través del simbolismo de ese momento, porque ne-
cesitamos entender qué significó para la audiencia original. Esto es parte
de la hermenéutica. De todas maneras, eso no significa que se deban ra-
cionalizar los hechos históricos presentados en la Escritura, pero eso es
exactamente lo que la teología liberal y la alta crítica hacen. Todo es rein-
terpretado a través de un lente científico moderno, pero esto no es una
hermenéutica confiable: la Escritura no puede significar algo diferente
ahora, que lo que significó para la audiencia y escritor originales. Esto no
quiere decir que deberíamos descartar todo lo que dice este ámbito, pero
es de gran ayuda estar al tanto respecto al lente que utilizamos para inter-
pretar.

EL PESO DE LA EVIDENCIA

Considerando la cantidad significativa de bases bíblicas para creer


en lo sobrenatural, el peso de la evidencia yace en los liberales y cesacio-
nistas, que dicen que esto no es para hoy. Bíblicamente, no tienen pruebas
para hacer tal declaración. En lugar de eso, la realidad es que la Biblia nos
ofrece un mejor pacto con mejores provisiones. Hebreos 7:22 dice, “…
Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.” Comparado con el antiguo
pacto, tenemos un mejor pacto, y por eso tenemos mejores problemas y
un mejor fiador. Esto incluye a todas las cosas buenas que tenía el antiguo
pacto, y más. En otras palabras, dado que el antiguo pacto contiene mila-
gros y eventos sobrenaturales, el nuevo pacto verdaderamente no sería
mejor si no los tuviera.

No obstante, y por causa de estos filtros, mucha gente está blo-


queada para entender el mensaje general de la Escritura. Estos tres filtros
en particular (calvinismo, dispensacionalismo, y cesacionismo) trabajan
juntos de una manera que limita la habilidad de entender la Biblia y cami-
nar en el llamado del creyente como embajador del Reino. En última ins-
tancia, estos filtros nos paralizan de vivir en lo que la Biblia dice. Es por
esto que debemos entender los filtros engañosos antes de examinar la Bi-
blia en contexto. Removerlos nos ayudará a leer la Escritura con un enten-
dimiento nuevo.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Si alguien dice que en realidad Israel cruzó el Mar de Cañas en


lugar del Mar Rojo, ¿cuál sería una buena pregunta para rebatir tal
planteo?

2. El cesacionismo cree que lo perfecto de 1 Corintios 13 ya ha veni-


do y que los dones del Espíritu Santo han cesado. De acuerdo a
esta interpretación errada, ¿qué es lo perfecto?

3. En el Nuevo Testamento, hubo veintidós __________________.

4. Un base bíblica para creer que tenemos sanidad disponible para


hoy en día está en Hebreos 7:22, que dice que tenemos ¿qué cosa?

PALABRAS CLAVE

Cesacionismo Teología Liberal


Continuacionismo Alta Crítica
Carismáticos Era apostólica
Supernaturalistas

MATERIAL RELACIONADO

David B. Barrett, George T. Kurian, y Todd M. Johnson, Enciclopedia


Cristiana Mundial.

B.B. Warfield, Counterfeit Miracles.

26
Pychtes, 231-232
27
Hebert, 191-192
28
Red Sea, en inglés.
29 Reed Sea, en inglés. Claramente se ve un juego de palabras que no se

aprecia en el idioma español.


PARTE DOS

LOS CINCO PACTOS


CAPÍTULO SIETE:

CRONOLOGÍA BÍBLICA Y LOS


CINCO PACTOS
En el Capítulo 1 hablamos brevemente de la dificultad de la cro-
nología bíblica. Muchos libros del Antiguo Testamento no están organiza-
dos cronológicamente, lo que le ha causado una gran confusión al cris-
tiano promedio, especialmente cuando se llega a la segunda mitad del An-
tiguo Testamento. Como sea, las Biblias cronológicas no son de mucha
ayuda, tampoco, por una variedad de razones. Por ejemplo, muchos estu-
diosos dicen que Job estuvo en algún momento histórico entre Noé y
Abraham (en el libro de Génesis). Si se coloca el libro de Job antes de Gé-
nesis, entonces lo tendríamos antes de la historia de la Creación, pero si se
lo coloca después de Génesis, entonces estaría entre el pueblo de Israel
como esclavo en Egipto y el Éxodo, lo que tampoco es el lugar correcto.
La solución más correcta, quizás, sería dividir Génesis en la mitad, e in-
sertar el libro de Job luego de la historia de Noé. Hacer cambios tan signi-
ficativos, no obstante, haría a esa Biblia muy difícil de usar, por ejemplo,
en un sermón de domingo en la iglesia. Claramente, no es un problema
fácil de resolver.

El mejor método para superar este problema es simplemente estar


conscientes de la debilidad de la organización de la Biblia y del tiempo
histórico al que cada libro pertenece.

LA ORGANIZACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO

El primer gran problema que existe en la cronología del Antiguo


Testamento es que está organizada en cuatro categorías mayores: libros
históricos, libros poéticos, profetas mayores, y profetas menores. La si-
guiente tabla muestra los libros que se encuentran en las categorías men-
cionadas:
De cierta forma, esta organización funciona, en la manera en la
que categoriza a los libros según su tipo. Toda la historia está por un lado,
junto con la poesía. Además, todos los profetas mayores están separados
de los profetas menores. El desafortunado resultado, no obstante, es la
confusión que produce en la línea de tiempo. ¿En dónde encajan los libros
proféticos en la historia, y de qué eventos están hablando? Esto es espe-
cialmente importante de entender cuando nos damos cuenta, como vimos
en el capítulo 1, que Dios se revela progresivamente a sí mismo a lo largo
de la historia. Así que entender en dónde encaja un libro en la historia es
importante para saber el grado de revelación que el escritor tenía de Dios.

Brevemente, estudiaremos la organización de cada libro y luego


consideraremos en dónde encajaría más adecuadamente. El principio de la
Biblia, desde Génesis hasta el Primer y Segundo libro de Samuel, es bas-
tante exacto. Estos son libros históricos, y línea temporal es bastante acer-
tada.

• Génesis: desde la historia de la Creación, hasta la esclavitud de Is-


rael en Egipto.

• Éxodo: desde la historia del escape de Israel de Egipto, hasta el


viaje a la Tierra Prometida.

• Levítico: instrucciones para los sacerdotes dadas durante el éxodo.

• Números: la historia de los cuarenta años de Israel en el desierto.

• Deuteronomio: la renovación del pacto, que fue heredado desde


Moisés a su sucesor Josué.

• Josué: la historia de la entrada de Israel a la Tierra Prometida.

• Jueces: las historias de los jueces que guiaron a Israel luego de


Josué.

• Ruth: un pequeño libro acerca de la historia de una mujer.


• Primer y Segundo libro de Samuel: las historias de Samuel, el
Rey Saúl, y el Rey David.

Estos libros son bastante fáciles de leer, sin confusión respecto a su


ubicación en la línea temporal. Los libros que le siguen son otra historia:

• Primer y Segundo libro de Reyes: la historia del Rey Salo-


món y la división de la nación en dos diferentes reinos, Judá e
Israel. Luego le siguen las historias de los reyes de ambos
reinos hasta que ambos son exiliados a Asiria y Babilonia.

• Primer y Segundo libro de Crónicas: las historias del Rey


Saúl, el Rey David, del Rey Salomón, y de los reyes de Judá
(esto es, el linaje de David), hasta el exilio a Babilonia.

En estos últimos cuatro libros encontramos muchísimas historias


repetidas y paralelos. Tanto el Segundo libro de Reyes y el Segundo libro
de Crónicas terminan con la nación de Judá siendo exiliada a Babilonia.
Luego están Esdras y Nehemías, dos libros que cuentan la reconstrucción
de Jerusalén. Este es un salto importante hasta adelante en la línea de
tiempo, pero no hay explicación alguna de lo que ha pasado entremedio.
Luego de Nehemías está Ester, la historia de una muchacha durante la
cautividad, y no pareciera encajar con el resto. Ester está al final de los li-
bros históricos. Después está Job, una historia contemporánea a los días
de Noé, seguido por los Salmos, que fueron escritos por una variedad de
personas en diferentes períodos históricos. Le siguen Proverbios, Ecle-
siastés, y Cantar de los Cantares. Este último fue escrito completamente
por Salomón, y es contemporáneo al Primer Libro de Reyes.
Los libros poéticos fueron escritos en momentos históricos muy
diferentes, y por eso mismo tendemos a perder el sentido del tiempo al
leerlos de corrido. Se tornan libros aislados de su contexto histórico, que
es justamente lo que nosotros no queremos.

Luego de los libros poéticos están los profetas mayores: Isaías, Je-
remías, Lamentaciones (también escrito por Jeremías), Ezequiel, y Daniel.
Los primeros cuatro profetizaron el futuro exilio de Israel y Judá durante
el período histórico del Segundo Libro de Reyes y el Segundo Libro de
Crónicas. Estos cuatro profetizaron la destrucción, de la que luego Esdras
y Nehemías profetizaron la reconstrucción. No obstante, estos cuatro li-
bros históricos están situados después de Esdras y Nehemías, creando un
caos en el entendimiento del lector promedio de la Biblia, porque es poco
claro cómo estas profecías encajan con la historia. Daniel, el último profe-
ta mayor, profetizó en un momento histórico diferente que los otros profe-
tas mayores, como podemos ver por el hecho de que él se refiere a la pro-
fecía de Jeremías (Ver Daniel 9:1). Daniel era un muchacho cautivo en
Babilonia, y se volvió un hombre de influencia y profeta durante el exilio.
Sus profecías tomaron lugar al final del exilio babilónico, y algunos de
ellas hablaban del regreso de su gente a sus tierras. En otras palabras, las
profecías de Daniel hablaban de lo que está registrado en los libros de Es-
dras y Nehemías.

Siguiendo a los profetas mayores, están los profetas menores. La


mayoría de ellos eran contemporáneos a Isaías, Ezequiel, y Jeremías, y
son similares en la manera en la que todos ellos profetizan la destrucción
de Israel y Judá por Asiría y Babilonia. Las excepciones son Hageo, Zaca-
rías, y Malaquías, quienes profetizaron durante el tiempo de la reconstruc-
ción de Jerusalén y declararon una gloria postrera mayor que la primera.

En la anterior exposición de los libros del Antiguo Testamento,


podemos ver la potencial confusión causada por ubicar los libros proféti-
cos, que hablaban del año 586 A.C. y la destrucción de Jerusalén y el exi-
lio a Asiría y Babilonia, después de los libros acerca de la reconstrucción
de Jerusalén. La línea histórica de nuestra Biblia está completamente da-
ñada.

UNA CRONOLOGÍA REVISADA

Debajo hay una tabla que muestra una organización bíblica que
funcionaría mucho mejor. No es perfecta, pero al menos da mayor sentido
de cómo la historia muestra lo escrito en los libros proféticos.

Aquí, la profecía se divide en dos porciones, una antes del exilio y


otra después. Al final de la Historia, en donde los reinos se han dividido y
los reyes se están volviendo cada vez más malvados, están los profetas del
Pre-Exilio (exceptuando a Daniel) y los profetas menores. Por eso, las
profecías que hablan del exilio en manos de Asiría y Babilonia están ubi-
cados más cerca de los momentos históricos. Finalmente, el Antiguo Tes-
tamento concluiría con la vuelta de un remanente de Judá a Jerusalén para
reconstruir la ciudad y el templo, como está escrito en Daniel, Esdras, y
Nehemías, seguidos por los tres libros proféticos del Post-Exilio. Esto nos
daría una imagen cronológicamente más exacta del Antiguo Testamento.
Los libros poéticos podrían ser agregados de muchas maneras di-
ferentes. Podríamos dividirlos, ubicando los salmos escritos por Moisés
luego de Deuteronomio, los salmos escritos por David luego del Primer
Libro de Samuel, y el material escrito por Salomón luego del Segundo
Libro de Samuel. También podrían ser agregados en una sección solo
para libros poéticos. La pregunta de Job, por supuesto, es capciosa. Qui-
zás se podría insertar una nota en el medio de Génesis en donde Job debe-
ría aparecer cronológicamente, guiando a los lectores a Job, que podría
aparecer inmediatamente después de Génesis. Quizás falte mucho tiempo
para que los libros de la Biblia sean reorganizados de esta manera, pero
tener esta organización en nuestras mente nos puede ayudar a que el texto
tenga sentido mientras leemos. Será de gran ayuda recordar que Isaías es-
taba profetizando sobre la destrucción que tuvo lugar al final del Segundo
Libro de Reyes, no de algo en nuestro futuro. Desafortunadamente, hay
mucha confusión respecto a las profecías del Antiguo Testamento, y esto
se debe a la falta de entendimiento respecto al momento histórico, a los
eventos a los que se estaban refiriendo, y a cuándo estos eventos tuvieron
lugar en Israel. Simplemente entender la cronología bíblica nos ahorrará
de caer en malentendidos.

CRONOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO

La cronología del Nuevo Testamento está muy lejos de ser tan


problemática. La organización realmente no importa tanto en el Nuevo
Testamento porque todos los veintisiete libros transcurren en el lapso de
cuarenta años. En comparación, solo Génesis relata 2417 años, y el resto
del Antiguo Testamento, otros 1300 años. Si consideramos eso, entonces
cuarenta años son solo un punto en la línea histórica. En otras palabras, el
Nuevo Testamento fue escrito solo en una generación por autores que vi-
vieron en el mismo ambiente social y político. Como mencionamos pre-
viamente, algunos estudiosos hacen hincapié en probar que algunos de los
libros del Antiguo Testamento fueron escritos en el año 80 D.C. o des-
pués. Como sea, John A. T. Robinson, un prominente teólogo y académi-
co, ha escrito un libro llamado Re-Dating the New Testament, en donde
ha demostrado por qué todos los libros del Nuevo Testamento deben
haber sido escritos entre el año 30 D.C. y el 70 D.C. Kenneth Gentry tam-
bién escribió su doctorado, Before Jerusalem Fell, que aún no ha sido re-
futado, en donde prueba que Apocalipsis fue escrito bajo el reinado de
Nerón en algún momento de los años 60 D.C. Como lo demuestran estos
autores, hay pruebas suficientes para decir que en Nuevo Testamento ha
sido escrito en su totalidad entre el 30 y el 70 D.C., en solo cuarenta años.
Por esta razón, la cronología del Nuevo Testamento no es demasiado im-
portante.

LOS CINCO PACTOS MAYORES Y LOS CÁNONES

Ahora que hemos discutido respecto a la cronología de la Biblia, y


particularmente el Antiguo Testamento, vamos a considerar la trama de la
misma. Obviamente, entender la cronología es muy importante a la hora
de entender la trama. La historia de la Biblia no es solamente una historia
de una religión, es la historia de los pactos de Dios con la humanidad. Las
historias yacen en el fundamento de los pactos de Dios con la gente a lo
largo del tiempo, y no podemos entenderlas completamente si no com-
prendemos los pactos y los cánones que les corresponden.

En el mundo antiguo, cuando dos partes hacían un pacto juntos, lo


escribían y lo firmaban, y eso era algo legal que había que cumplir.
Luego, sobre el curso del cumplimiento de ese pacto, las dos partes agre-
garían algo llamado un canon, o la historia de cómo las dos partes habían
cumplido ese pacto. Esto incluía poesía, música, arte, y cultura formada
durante el mismo. Un canon es un cuerpo literario. Lo que encontramos
en la Biblia son cinco pactos mayores entre Dios y un humano (o una na-
ción), y el canon que los rodeaba:

1. Pacto de Dios con Noé.

2. Pacto de Dios con Abraham.

3. Pacto de Dios con Moisés.

4. Pacto de Dios con David.

5. Nuevo Pacto de Jesús.


Cada uno de estos pactos tiene un canon que lo rodea. El canon
para el Nuevo Pacto es el Nuevo Testamento entero, pero los otros cuatro
pactos y sus cánones están dentro del Antiguo Testamento. El siguiente
diagrama representa a los pactos como círculos grises, con un círculo
blanco que los rodea, en representación del canon de ese pacto.
Basados en el tamaño del canon de literatura que rodea cada pacto,
el círculo que rodea el pacto Noético debería ser, incluso, más pequeño.
El pacto Mosaico es realmente muy grande. El pacto Davídico es un poco
más pequeño, mientras que el Nuevo Pacto, el Pacto de Jesús, tiene el
canon más extenso (veintisiete libros).
Si no entendemos que el Antiguo Testamento en realidad posee
cuatro pactos y cánones, no vamos a tener una idea clara de los eventos
que tuvieron lugar y de sus porqué. Por ejemplo, todo lo que sucede entre
Génesis 1 a Éxodo 19, tiene lugar del pacto con Moisés, que comienza en
el Monte Sinaí en Éxodo 20. Interesantemente, antes de Éxodo 20, Dios
nunca les dice lo que le provocaba ira. La primera vez que Dios les dice lo
que le provocaría ira, aparece en Éxodo 22, y está relacionado a la negli-
gencia hacia los huérfanos y viudas. Si la gente quería hacer enojar a
Dios, esa era la manera de hacerlo. Antes de eso, Sodoma y Gomorra ha-
bían sido destruidos, y el Diluvio había traído destrucción, pero la Biblia
no menciona la palabra “ira de Dios”. En lugar de eso, en el Diluvio el co-
razón de Dios estaba dolido, y en Sodoma y Gomorra, Él respondió en
justicia a los actos horrorosos que le habían llegado de esas dos ciudades.
Pero solo dos capítulos después del establecimiento de la Ley, la ira de
Dios hace su primera aparición. Esto tiene más sentido cuando leemos en
Romanos 4:15, que dice, “La ley produce ira…”. En otras palabras, la ira
de Dios vino con la Ley. Esto no era parte de los pactos o cánones ante-
riores, lo que es de consideración a la hora de entender la trama. Incluso
con una cronología adecuada, vamos a malinterpretar gran parte del Anti-
guo Testamento si lo leemos como una sola gran cosa, sin entender las di-
ferencias entre cada pacto y su canon correspondiente. No están interco-
nectados, sino que son diferentes pactos, y sus cánones cuentan diferentes
historias de la relación de Dios con la gente.
El problema viene cuando nosotros, creyentes del Nuevo Pacto,
tratamos de aplicar para nosotros mismos aspectos de un viejo pacto que
no fue escrito para nosotros. El libro de Job no tiene nada que ver con
nuestro pacto y canon, y no podemos leer como si hubiese sido escrito
para nosotros. Sí, podemos aprender de él, pero estamos viviendo un
nuevo pacto, con diferentes circunstancias y una relación diferente con
Dios. Por eso, tenemos que entender las diferencias entre los pactos y cuá-
les aplican para nosotros hoy. Esto es, a veces, complicado, por el hecho
de que algunas de las promesas en los cánones de los antiguos pactos
están cumplidos en el Nuevo Pacto.
Leer la Biblia desde la perspectiva de los pactos y sus cánones
cambia completamente nuestra perspectiva. En lugar de empezar en Gé-
nesis 1 y leerlo como una simple historia, nos damos cuenta de que Géne-
sis 1 y los capítulos que le siguen son parte de un canon que está contando
la historia del pacto de Dios con Noé. Está dando el contexto mostrando
cuán malvado era el mundo, y cuán necesaria era un Diluvio. Lo mismo
aplica para el pacto de Dios con Abram (Abraham), un hombre de Dios
elegido para hacer pacto con Él. Israel aún no existía, y la gente de ese
momento no sabía casi nada respecto a Dios. Abram creció como un ado-
rador de ídolos, como sus vecinos, pero Dios lo llamó y comenzó una re-
lación con él. El despliegue de la historia rodea al pacto.
Luego, años después, encontramos a Moisés y a los israelitas en
esclavitud en Egipto. Dios los llama y crea un pacto completamente
nuevo con la nación, creando un sistema concreto de alabanza y la Ley.
Todas las leyes y las historias son parte del canon de este pacto. Muchos
años después de eso, David aparece en escena y quiere construir una casa
para el Señor. Dios le dice que Él no habitaría en casas creadas por el ser
humano, pero le dice que le daría a David una casa para establecer un
pacto con él y su linaje sanguíneo. Luego, finalmente, cuando Jesús vino,
estableció un Nuevo Pacto a través de Su muerte y resurrección30.

Cuando se trata de entender la trama de la Biblia, los cristianos


han usado tradicionalmente unos de los tres filtros analizados en el capítu-
lo 5: dispensacionalismo, teología del pacto, y teología del nuevo pacto.
Pero ninguno de esos filtros funciona. La Biblia no puede encajar en nin-
guno de esos tres sistemas. En lugar de eso, se compone de cinco pactos
diferentes y cánones que los rodean. En los siguientes capítulos, examina-
remos cada uno de esos pactos y sus cánones en mucho más detalle.
Mientras los analizamos en orden cronológico, vamos a ver cómo se co-
nectan, lo que sucedió, la transición hacia el siguiente pacto, y cómo algu-
nas de las promesas anteriores se cumplieron.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Génesis a Ester, Job a Cantar de los Cantares, Isaías a Daniel, y


Oseas a Malaquías, representan la división actual de la Biblia den-
tro de cuatro categorías. ¿Cuáles son?

2. Genesis abarca _________ años, y de Éxodo a Malaquías se abar-


can _______ años. El Nuevo Testamento, no obstante, abarca
______ años en su totalidad.
PALABRAS CLAVE

Pacto Canon

MATERIAL RELACIONADO

Kenneth Gentry, Before Jerusalem Fell.

Scott Hahn, Kinship by Covenant.

John A. T. Robinson, Re-dating the New Testament.

30
Este sistema de interpretación está tomado, en gran parte, del libro de
Scott Hahn, Kinship by Covenant. Hahn es un académico católico brillan-
te y muy respetado, y en este libro examina los cinco pactos y sus cáno-
nes. También examina las tres clases de pactos, porque no todos los cinco
pactos son iguales, y el tipo de pacto marca una diferencia significativa.
CAPÍTULO OCHO

EL PACTO NOÉTICO
Luego de haber establecido un fundamento en los primeros siete
capítulos, comenzaremos a estudiar el texto bíblico. Vamos a leerlo de
una manera diferente a lo que muchos teólogos y seminarios lo hacen, ya
que no vamos a hacer un curso del Antiguo y Nuevo Testamento, estu-
diando algunas de las tramas principales. En lugar de eso, vamos a leer la
historia desde la perspectiva de los cinco pactos y sus cánones, comenzan-
do por el primero: el pacto Noético.

El pacto con Noé tiene lugar en Génesis 9, pero su canon comien-


za en Génesis 1:1 y va hasta el final de Génesis 11. Génesis 1 nos da un
resumen de la historia de la Creación, diciéndonos que todo fue creado en
siete días (creándose la humanidad en el día sexto), y terminando con el
descanso del Señor. Luego, en Génesis 2 la historia de la creación de la
humanidad se cuenta en mucho más detalle, incluyendo aspectos del Jar-
dín del Edén. En Génesis 3, se relata la Caída del hombre. La serpiente
engaña a Adán y a Eva, y desobedecen a Dios. Como resultado, en Géne-
sis 4 son echados fuera del Jardín, y comenzamos a leer las historias de
Caín, Abel, y Set. Génesis 5 cuenta el linaje de Adán a Noé. Génesis 6
habla acerca de la maldad del hombre, que llenaba la tierra, y se introduce
a Noé. A éste, Dios le cuenta respecto al futuro Diluvio y le promete
hacer pacto con él. Génesis 7 cuenta el viaje dentro del arca durante el Di-
luvio. Génesis 8 encapsula el desembarque y cuenta la historia de Noé en-
viando al cuervo y a las palomas. En Génesis 9, como prometió, Dios
hace Su pacto con Noé. Este capítulo también cuenta la historia de éste
emborrachándose. En Génesis 10, se muestra el linaje de los tres hijos de
Noé, Sem, Cam, y Jafet. Génesis 11, relata la historia de la torre de Babel,
y otro linaje desde Sem a Abram. Este es el fin del canon que rodea al
pacto de Noé, y Génesis 12 comienza con la historia de Abram.

El Pacto Noético en Génesis


Génesis 1 Siete días de Creación.
Génesis 2 La creación de la Humanidad en detalle, el Jardín del Edén.
Génesis 3 La Caída del Hombre.
Génesis 4 Caín y Abel.
Génesis 5 El linaje, desde Adán a Noé.
Génesis 6 Maldad del Hombre, Noé, la promesa del Pacto.
Génesis 7 Dentro del arca.
Génesis 8 Desembarque en tierra.
Génesis 9 Pacto de Dios con Noé, Noé se emborracha.
Génesis 10 El linaje de Sem, Cam, y Jafet.
Génesis 11 La torre de Babel, el linaje desde Sem a Abram.

En este capítulo, vamos a resaltar algunas de las partes del pacto


con Noé junto con su canon, que nos brindarán un entendimiento general.
Nuestra meta con este libro es entender la Biblia entera, lo que no signifi-
ca saber todas las palabras. Vamos a saltear muchísimo material, pero, al
mismo tiempo, vamos a construir un fundamento para comprender el cua-
dro entero. Cuando tengamos eso, seremos capaces de estudiar dentro del
cuadro y descubrir que el texto tiene sentido de una manera en la que no
habíamos entendido anteriormente.

EL JARDÍN DEL EDÉN

Para entender el pacto de Noé apropiadamente, debemos primera-


mente mirar al contexto o a la historia que contienen los primeros ocho
capítulos de Génesis. El primer capítulo de Génesis, nos cuenta la historia
de la Creación en siete días; Génesis 2 relata una versión detallada de la
creación de la Humanidad, y nos cuenta acerca del jardín del Edén, lo que
observaremos en mayor detalle:

Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al


hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra
todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el
árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien
y del mal. Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se
repartía en cuatro brazos. El nombre del uno era Pisón; éste es el
que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; y el oro de
aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. El nom-
bre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra
de Cus. Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al
oriente de Asiría. Y el cuarto río es el Eufrates. (Génesis 2:8-14)
La primera pieza importante de información aquí, es que el río
fluía desde Edén hasta el jardín y luego continuaba. La gente a veces se
refiere a este jardín como el Jardín del Edén, pensando que Edén era el
nombre del mismo. En realidad, Edén era el nombre de la tierra, y dentro
de esa tierra, había un jardín. Entonces, el río fluía desde Edén hasta den-
tro del jardín.

El agua del jardín venía desde Edén. Mientras fluía hacia fuera del
jardín, se dividía en cuatro brazos: Pisón, Gihón, Hidekel, y Eufrates. El
siguiente diagrama nos da una vista aérea. El pasaje no nos dice hacia qué
direcciones los ríos fluían, así que están ubicados arbitrariamente:
Otra manera de describir al jardín sería como un oasis en la tierra
de Edén. Un gran río fluía hacia él, y luego se dividía en cuatro ríos más
pequeños. En el lugar de esta división, una acuosa, pantanosa, y fértil área
se creaba, en donde crecían toda clase de árboles y cultivos. Este era el
jardín. Desde aquí, los ríos se expandían, el Gihón hacia la tierra de Cus;
el Pisón hacia la tierra de oro, bedelio y ónice; el Hidekel (o Tigris) hacia
el oriente de Asia; y el Eufrates. A través del resto de la Biblia, el Tigris y
el Eufrates son mencionados, pero nunca más oímos del río Pisón o
Gihón, y ni siquiera sabemos dónde se localizaban. Incluso el Tigris y el
Eufrates que se mencionan más adelante en la Escritura, quizás no tuvie-
sen la misma dirección de antes debido al Diluvio e inundación que acon-
teció apenas unos capítulos después.

A menudo, cuando consideramos al Jardín del Edén, pensamos en


él como un concepto teológico, no como un mapa. Cuando pensamos en
un mapa, nos damos cuenta de que Edén debería haber estado en un lugar
más alto que el jardín, que estaba ligeramente hacia el este del Edén, y
que el paisaje debajo del jardín debería estar muy bien regado. Con esto
en mente, el siguiente diagrama nos mostrará algo muy importante:
El círculo en el medio representa al jardín. Dentro del círculo hay
dos árboles, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del
mal. A Adán y Eva se les permitió comer del fruto del primer árbol, pero
no del segundo. Hacia el este del jardín, había un ángel con una espada.
Cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, dice en Génesis 3:24, “Echó,
pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y
una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el
camino del árbol de la vida.” Dios los envío hacia el este cuando los
echó, para que no pudiesen regresar al jardín. Este detalle direccional nos
muestra un importante patrón que se repite a través de la Escritura:
Cuando, en la Biblia, los humanos van hacia el este, es algo malo.
Cuando se mueven hacia el oeste, es algo bueno, porque se dirigen hacia
la dirección del jardín y eso es algo bueno. Este simbolismo continúa a
través de la Escritura. Por ejemplo:

• Cuando Caín fue echado de la tierra, deambuló en una tierra llama-


da Nod, al este de Edén (Ver Génesis 4:16).

• Lot se movió hacia el este y se asentó cerca de Sodoma (Ver Géne-


sis 13:11).

• Cuando Israel dejó Egipto, en realidad fueron alrededor de Moab y


cruzaron el Jordán yendo de este a oeste. Lo hicieron así para
poder cruzarlo desde el oeste, ya que ir hacia la Tierra Prometida,
era, en esencia, volver al Jardín (Ver Josué 5:1).

• Cuando Israel fue al exilio en Babilonia, muchos años después,


fueron hacia el este.

• Cuando Israel salió del exilio y fue a reconstruir Jerusalén bajo


Nehemías y Esdras, se movieron en dirección al oeste, yendo en
dirección al Jardín.

• Cuando los reyes magos fueron a ver a Jesús de bebé, fueron de


este a oeste (Ver Mateo 2). Fueron hacia el oeste para encontrar el
Jardín y el árbol de la vida en Jesús.

Encontramos otro ejemplo de esto en el campamento de Israel mien-


tras vivía en el desierto. Donde sea que la luna se movía, el campamento
se levantaba y la seguía. Cuando se detenía, asentaban un campamento si-
guiendo un orden específico establecido en Números 2. El siguiente dia-
grama muestra el tabernáculo en el medio del campamento, con tres de las
doce tribus (representadas con las líneas) en cada dirección:
La disposición que el tabernáculo debía tener, decía que el cuarto
hacia el oeste, el Lugar Santísimo, debía contener al arca del pacto. El
cuarto del medio era el lugar intermedio, y el cuarto hacia el este eran los
atrios. De esta manera, el lugar del tabernáculo mostraba que mientras
más al oeste uno fuese, más cerca estaba de Dios. El sacerdote entraba
desde el lado este y avanzaba en dirección oeste hacia el Lugar Santísimo.
Cuando dejaba el tabernáculo, tenía que hacerlo yendo hacia el este.

De todo esto podemos ver que el Jardín del Edén fue el símbolo
original de la presencia de Dios en la tierra, seguido por el arca del pacto,
Jesús, y ahora cada creyente. Y dentro de este símbolo tenemos el concep-
to del este a oeste como una progresión en dirección a la presencia de
Dios.

Mirando al diagrama del campamento de Israel, encontramos otro


hecho interesante. Las tribus hacia el oeste del tabernáculo eran las más
pequeñas, mientas que hacia el este la tribu más alejada del tabernáculo
era la de Judá, que tenía un campamento más grande que las demás. Las
tribus hacia el norte y hacia el sur eran iguales en tamaño. El resultado era
que el campamento tenía forma de cruz, con la parte de arriba de la
misma estando hacia el extremo oeste del campamento.
Una foto aérea de las doce tribus acampando alrededor de la pre-
sencia de Dios, que más tarde sería Jesús, nos daría una foto de una cruz.
En todo esto podemos ver los llamativos símbolos incrustados en los deta-
lles del Jardín del Edén. Es importante aclarar que si seguimos avanzando
en la lectura de la Biblia con esto en mente, nos daremos cuenta de que
los pequeños detalles pueden contener un gran significado que el que ori-
ginalmente le dábamos.31

CAÍN Y ABEL

Luego del Jardín del Edén, en Génesis 3, llegamos a la historia de


la Caída de la humanidad. Como resultado de la misma, Adán y Eva tie-
nen que dejar el Jardín y se asientan hacia el este, en donde tienen dos
hijos, Caín y Abel.

En Génesis 4:6-7, el Señor le dice a Caín:

Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué
ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y
si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti
será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

Como ya hemos mencionado en el capítulo 4, respecto a la discu-


sión del pecado original, este pasaje crea un gran contraste para la visión
popular del pecado. Aquí, Dios le dice a Caín que el pecado estaba fuera
de él, pero que puede dominarlo, lo que nos muestra que enseñorearse
sobre el pecado es posible. En ese momento de la historia, nadie había
sido jamás asesinado. El pecado que conocían era haber comido la fruta
del jardín. No se habían movido demasiado de esa realidad, y Dios pone
las cosas simples para Caín: haz lo que es correcto, y serás aceptado. En
ese momento, no existían ni la ley ni los pactos, pero como vemos que
Dios le dice a Caín que haga lo que es correcto, se deja entrever que te-
nían un código inherente respecto a lo que estaba bien y a lo que estaba
mal. El asesinato claramente estaba mal.

Algunos todavía se preguntan si, hasta ese momento, Caín real-


mente sabía lo que era la muerte, dado que era miembro de la primer fa-
milia de la tierra. No obstante, vemos que Dios mata a un cordero para
vestir a Adán y Eva, por lo que podemos asumir que ellos continuaron
con ese método para vestir a sus hijos; por lo que el concepto de la muerte
en animales, existía. Algunos cristianos creen que la muerte no existía
antes de la Caída, pero lo que Dios le dice a Adán y Eva: “Cuando coman
del fruto de este árbol, de cierto morirán”, no quiere decir que la muerte
existía. De hecho, la ecología básica y biología muestran que este mundo
necesita del ciclo de la vida y la muerte de plantas y animales para funcio-
nar. Incluso el hecho de comer una panta es una forma de muerte para la
misma, así que el ciclo de la vida en el jardín incluía la muerte de anima-
les y plantas, pero la humanidad estaba exenta de este ciclo hasta la
Caída. Originalmente, teníamos una única forma de vida, diferente del
resto de la creación, que estaba libre de la muerte, pero Adán y Eva re-
nunciaron a ese privilegio cuando eligieron pecar.

Como sea, la decisión de pecar no hizo a la descendencia inheren-


temente pecaminosa (como la doctrina del pecado original enseña). Esta
es la razón por la que Dios le dice a Caín que él tenía que elegir si elegía
pecar o no. Muchos teólogos usan Romanos 5:12 como base para apoyar
la idea del pecado original. El mismo dice:

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre


(Adán), y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron.

Adán pecó, y a través del pecado, la muerte entró al mundo, que


fue heredada a toda la humanidad. Todos después de Adán tienen muerte
por causa del pecado de Adán. No obstante, el siguiente versículo nos da
un detalle muy importante:

Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no


hay ley, no se inculpa de pecado. (Romanos 5:13)

La Ley es el antiguo pacto o el pacto mosaico. En Romanos 5,


Pablo estaba señalando al pasado, para decir que el pecado estaba en el
mundo desde antes del pacto mosaico. Históricamente, hubo 2847 años
desde Adán hasta el éxodo de Egipto, cuando los israelitas recibieron la
Ley. Esto es casi 3000 años sin la Ley. Es un tiempo muy largo, compara-
do con los 1300 años de duración que tuvo el pacto mosaico. El pasaje
continúa:

No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los


que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es
figura del que había de venir. (Romanos 5:14)

En otras palabras, a pesar de que la Ley no existía, la muerte aún


reinaba incluso sobre aquellos que no habían pecado al no romper ningún
mandamiento. En ese momento, no había mandamientos, así que no había
pecado por el cual ser inculpado. Luego Pablo hace un salto de mil años
en el tiempo, y se refiere a la muerte y resurrección de Jesús, y compara a
Jesús con Adán:

Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la trans-


gresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho
más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de
un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de
aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de
un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de
muchas transgresiones para justificación. (Romanos 5:15-16)

De la misma manera que Adán causó que todos después de él reci-


bieran la muerte, Jesús vino a distribuir gracia sobreabundante para mu-
chos. El don de la gracia en Jesús triunfó sobre la maldición del pecado,
que vino a través de Adán. La condenación vino después del pecado, pero
el don fue capaz de anular el impacto de millones de pecados sobre el
curso de miles de años en la historia. Pablo termina con esta triunfante de-
claración:

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho


más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de la justicia. (Romanos 5:17)

A través de Adán, a la muerte le fue dada el poder para reinar,


pero a través de Cristo, recibimos el regalo de la justicia y la habilidad
para reinar en vida. ¡Qué verdad más maravillosa!

Romanos 5 contiene un detalle importante que a menudo es leído


para apoyar la idea del pecado original, pero que en realidad significa jus-
tamente lo contrario. El concepto del pecado original dice que el pecado
es pasado al ser humano desde la concepción, como un linaje sanguíneo,
como el siguiente diagrama muestra:
Pero, Romanos 5 nos muestra una imagen muy diferente:
El versículo 12 nos dice que el pecado entró al mundo a través de
un hombre. Entró al mundo, no a la familia mundial o al linaje sanguíneo
de la humanidad. En lugar de eso, literalmente entró en la creación. En el
diagrama anterior, se muestra que los humanos están colocados sobre la
tierra, mostrando el mandato a enseñorearse sobre el planeta que habían
recibido del Señor. Los humanos eran, literalmente, los guardianes del
planeta tierra, y podían elegir si dejaban que el pecado entrase en la at-
mósfera o mantenerlo afuera. Cuando pecaron, invitaron a la muerte al
mundo. Como guardianes, Adán y Eva permitieron que el pecado entrase
al mundo, lo que trajo muerte. De esta manera, “la muerte pasó a todos
los hombres, por cuanto todos pecaron”. Este siguiente diagrama muestra
a Adán permitiendo el pecado entrar en la atmósfera del mundo:
Por causa de la elección de Adán, cada persona, en algún momen-
to de su vida, elegirá voluntariamente rebelarse contra Dios, y pecar. El
momento en la historia de cada persona es cuando el pecado entra en la
vida de la misma. No entra al nacer, sino como elección voluntaria de re-
belarse como Adán. Esta es la imagen que Romanos 5 muestra. Adán,
como soberano sobre la creación, abrió la puerta y le dio el permiso al pe-
cado para dominar la tierra, trayendo con él, a la muerte. Ahora el pecado
está en la atmósfera, y como resultado, la gente crece y eventualmente
elige pecar. Abren la puerta como Caín lo hizo.32

La teoría del sacrificio es un tema muy amplio y complejo que no


podemos desarrollar aquí (pero que examinaremos detalladamente en los
capítulos 14 y 15). En resumen, por los primeros mil años de cristianismo,
la mayor parte de los cristianos tenía un solo punto de vista respecto al sa-
crificio, llamado Christus Victor. Esta perspectiva establece que a Adán
y Eva les fueron dadas las llaves para reinar sobre el planeta tierra, para
sojuzgarla, llenarla, y multiplicarla. Cuando cayeron en tentación, les die-
ron las llaves (su autoridad) al diablo. El diablo luego reinó bajo el poder
del pecado y de la muerte hasta que Jesús vino como hombre, como el
“nuevo Adán”, para vivir como un segundo Adán y recuperar las llaves
bajo el dominio de la muerte y del diablo, y que estaban en el Hades. En-
tonces, Cristo es victorioso (Christus Victor). Hoy en día, hay muchas
perspectivas respecto al sacrificio. El concepto desarrollado anteriormen-
te, de Adán sobre la tierra permitiendo que el pecado entre a la atmósfera,
se alinea con la perspectiva Christus Victor del sacrificio o expiación.

Luego de la historia de Caín y Abel en Génesis 4, encontramos la


breve historia del descendiente de Caín, Lamec. La Biblia no nos dice
mucho acerca de él, pero nos dice que “Lamec tomo para sí dos muje-
res…” (Génesis 4:19). Esta es la primera vez que la poligamia es mencio-
nada en la Biblia. La tentación en el Jardín y la pelea entre Caín y Abel
fueron inspirados por la envidia, pero aquí la tentación sexual, en forma
de poligamia, aparece por primera vez. Un par de versículos después, la
Escritura dice:

“Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; mujeres de


Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, y
un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en
verdad setenta veces siete lo será.” (Génesis 4:23-24)
Lamec, como se describe a sí mismo, poseía un gran nivel de
amargura y de enojo. ¡Había matado a alguien por haberlo herido! Eso es
extremo. Lo que vemos aquí es una conexión entre la amargura y la poli-
gamia. Jesús también se refiere a esto en los evangelios, cuando les dice a
los judíos que Moisés había dado el permiso de divorciarse por causa de
la dureza (amargura) del corazón (Ver Mateo 19:8). Esta es una buena
imagen de por qué los divorcios suceden. Si ambos tienen corazones sua-
ves serán capaces de trabajar con sus problemas, pero si uno o ambos tie-
nen corazones endurecidos, será imposible arreglar el matrimonio. Simi-
larmente, Lamec estaba extremadamente amargado y enojado, y también
fue la primer persona en tener dos esposas. Por causa de la dureza de su
corazón, una mujer no era suficiente para satisfacerlo. Esta es una pieza
significativa en el problema del pecado sexual. Cuando las personas retie-
nen amargura y enojo y permiten que sus corazones se endurezcan, tienen
tendencia a necesitar más de una esposa. En tiempos modernos, esto suele
traducirse en tener amantes o volverse adictos a la pornografía.

EL LINAJE, DE ADÁN A NOÉ

Cuando la mayoría de las personas llega a Génesis 5, la primer ge-


nealogía de la Biblia, suelen pasar de largo hasta el siguiente capítulo.
Allí, se escribe la genealogía de Adán. Uno de los más famosos miembros
del linaje de Adán fue Enoc, quien caminó con el Señor. Génesis 5:22-24
dice:

Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén,


trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días
de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con
Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.

La gente generalmente entiende esto como un rapto de una perso-


na, en donde Enoc fue llevado directamente al cielo sin experimentar la
muerte. Un hecho importante a destacar de Enoc es que caminó con Dios
pero también tuvo hijos e hijas. En otras palabras, no era un místico ermi-
taño viviendo en una cueva. Era un hombre casado y tenía una familia
mientras caminó fielmente al lado del Señor por trescientos años. Como
un padre de familia, se encomendó tan profundamente al Señor que fue
trasladado en el espíritu y simplemente no se cuenta más. Esto contradice
las ideas místicas que muchas personas tienen, que para ser verdadera-
mente santo uno no debe tener una vida normal, debe mantener una cierta
dieta mística, y vivir en reclusión. Pero Enoc, uno de nuestros más gran-
des ejemplos de una persona en santidad, era claramente un padre de fa-
milia viviendo en el medio de su cultura, pero aun así caminaba íntima-
mente con Dios.

Como sea, hay más en esta genealogía que una simple lista de
nombres. Lo que muchos pasan por alto, por causa de nuestra cultura y
lenguaje moderno, es la significancia de los nombres enlistados en la
misma. El capítulo 5 nombra a los siguientes individuos: Adán, Set, Enós,
Cainán, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, y Noé. Si miramos
los significados de estos nombres en orden, encontraremos un mensaje se-
creto:

Adán: Hombre
Set: Determinación
Enós: Mortal
Cainán: Pena
Mahalaleel: El bendito Dios
Jared: Descender
Enoc: Enseñanza
Matusalén: Su muerte traerá
Lamec: Fatigado
Noé: Descanso

En conjunto, dice: “El hombre determinó mortal pena. El bendito


Dios descenderá con enseñanza. Su muerte traerá al fatigado descanso”.
Esto es una profecía mesiánica. Cuando los hebreos leen este mensaje en
la Torá ven este mensaje profético, porque leen el hebreo original y en-
tienden la importancia detrás del significado de los significados de los
nombres.33

Es interesante meditar en qué debieron haber pensado los hombres


acerca de esta genealogía mientras iba avanzando. Obviamente, no podían
ver la imagen más grande, como lo hacemos nosotros, pero quizás hayan
notado el significado de los comienzos del mensaje. Matusalén, quien fue
la persona más anciana de la que haya registro en la historia, vivió 969
años. Su nombre significa “Su muerte traerá”. Además del significado
mesiánico, que Matusalén no conocía, su nombre también profetizaba un
evento mucho más próximo. Quizás la mayor parte de su vida Matusalén
se haya preguntado qué era lo que su muerte traería, y luego, en el mismo
año que murió, el Señor cerró la puerta del arca de Noé. Noé nació mu-
chas generaciones después que Matusalén, pero como éste vivió tanto
tiempo, aún estaba vivo durante los años que Noé estuvo construyendo el
arca. Uno se pregunta si él conectó los puntos y creyó lo que Noé dijo res-
pecto a una futura inundación. Quizás Noé también haya notado la impor-
tancia del significado del nombre de Matusalén y se haya preguntado si la
muerte de éste se alinearía con la inundación que Dios le dijo que estaba
por venir.

EL DILUVIO

Génesis 6, que cuenta la historia de Noé, comienza con este muy


interesante pasaje:

Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para


siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días cien-
to veinte años. (Génesis 6:3)

Mucha gente usa este pasaje para definir lo que llaman como “la
edad del hombre”, y dicen que después del Diluvio, Dios limitó la vida de
los seres humanos a 120 años. Como sea, esto no es en lo absoluto lo que
Dios estaba diciendo. Sabemos esto porque luego del Diluvio cada indivi-
duo enlistado en la genealogía entre Noé y Abram en Génesis 11 vivió
más de 120 años. En lugar de eso, Dios estaba declarando el tiempo que
quedaba hasta la inundación, cuando Él destruiría a los humanos que vi-
vían en ese tiempo, para comenzar de nuevo con la familia de Noé. Él es-
taba diciendo, “serán sus días (hasta que los mate), ciento veinte años”.
Podemos ver que esto es verdad basándonos en la edad de Noé, el tiempo
del Diluvio, el momento en el que recibió la orden de construir, y cuánto
tiempo le llevó construir el arca.34

El punto al comienzo de los versículos de Génesis 6 es que Dios


estaba dolido con la humanidad. Era tiempo de un cambio.

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le


dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tie-
rra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia,
y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haber-
los hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. (Géne-
sis 6:6-8)
En otras palabras, Dios se estaba diciendo a sí mismo, “Esto no está
yendo como debería. Esta gente está siendo completa e increíblemente
malvada los unos con los otros y con este planeta que creé, y me arrepien-
to de esto”. Su corazón estaba “dolido” o “con mucho dolor” (DHH). Lo
que estamos viendo aquí es, en la historia del Diluvio, una imagen de lo
que estaba pasando, desde la perspectiva de Dios. El Diluvio no había
sido motivado por un furioso, enojado e iracundo Dios. Había sido moti-
vado por el dolor de Dios al ver cuán malvada la gente se había transfor-
mado y se dio cuenta de que debía ponerle un fin a eso. La gente a veces
lee historias de Génesis, como el Diluvio, la Torre de Babel, y Sodoma y
Gomorra a través de los lentes del antiguo pacto (pacto mosaico). Ven
estos eventos como un acto de la ira de Dios, pero esa es una interpreta-
ción errada, como lo deja en claro Génesis 6:6-8. Como se mencionó pre-
viamente, la ira de Dios ni siquiera se menciona en la Biblia hasta la ins-
tauración del pacto mosaico. La historia del Diluvio no es producto de la
ira de Dios, sino de Su gran dolor ante la increíble maldad humana. Como
resultado, Dios decidió limpiar la tierra y comenzar de nuevo con Noé,
quien había hallado favor ante Sus ojos.

Así que Dios le reveló Su plan a Noé:

Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus


hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. Y de todo lo que
vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para
que tengan vida contigo; macho y hembra serán. De las aves
según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil
de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán conti-
go, para que tengan vida. Y toma contigo de todo alimento que se
come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. Y lo
hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó. (Géne-
sis 6:18-22)

Esta es la primera vez que oímos del pacto, y no se menciona otra


vez hasta que Dios establece Su pacto con Noé en Génesis 9:9. Mientras
tanto, en Génesis 7-8, Noé construye y entra al arca, y el Diluvio viene y
destruye todo lo que está fuera del arca. Luego de cuarenta días y noches,
la lluvia termina, y eventualmente Noé, su familia y los animales pueden
salir del arca y caminar en la nueva tierra.

Hay mucha discusión respecto a en dónde en realidad ocurrió el


Diluvio. Algunos teólogos dicen que fue una inundación local que mató
todo en una gran región del Medioeste. La gente de esa época no se había
desperdigado mucho más lejos del Jardín del Edén, así que una inunda-
ción mundial no era necesaria para barrer con toda la humanidad.35 Aque-
llos que se aferran a esta posición, dicen que el lenguaje original indica
más bien una región local de tierra, no el mundo entero (no muy diferente
de lo que sucede con la palabra usada en Mateo 24:15, que ya hemos dis-
cutido previamente)36. La otra posición dice que hubo una inundación a
nivel mundial, y se basan en la evidencia fósil que dan prueba de una
inundación de este tipo. Geológicamente, están las evidencias para hablar
de una inundación mundial. Esta postura también dice que hubo un solo
continente, Pangea, que luego se dividió en todos los demás continentes,
explicando así lo que la Biblia dice, que “fueron rotas todas las fuentes
del abismo” (Génesis 7:11)37. Mucha gente se debate en estas posiciones,
pero ninguna es plausible. Claramente, todos fuera del arca murieron, y
ese es el punto que nos interesa. Luego, si las aguas se extendieron por
todo el mundo o solo en una determinada zona geográfica, es debatible.

También, otro resultado importante del Diluvio es la desaparición


del Jardín del Edén. Hasta la inundación, el Jardín del Edén aún permane-
cía, custodiado por un ángel, pero luego del Diluvio, desapareció. Los
cuatro ríos que fluían desde el jardín, o desaparecieron o tuvieron un
nuevo cauce. Dos de los ríos, el Tigris y el Eufrates, se mencionan nueva-
mente en la Biblia, pero es probable que no estuviesen localizados en el
lugar de los ríos originales por causa del impacto masivo del Diluvio en la
geografía.

EL PACTO CON NOÉ

En Génesis 9, luego de que Noé y su familia salen del arca, Dios


cumple su promesa de hacer pacto con él. Comenzó con una orden, “…
Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra.” (Génesis 9:1). Esto se pare-
ce mucho a Génesis 1:28, en donde Dios les da un mandato similar a
Adán y Eva. La diferencia es que, mientras en ambos mandamientos men-
ciona el fructificarse y el llenar la tierra, esta vez no le da a Noé el manda-
to de sojuzgar la tierra, como les había dicho a Adán y Eva. Esto se debe a
que Adán ya había entregado la autoridad de la humanidad de reinar sobre
la tierra. La muerte ya estaba reinando sobre la atmósfera, y la victoria de
Jesús aún no se había manifestado. Noé no tenía la autoridad que tenía
Adán. Simplemente se le ordenó llenar la tierra, no sojuzgarla, como
debía hacer el primero. El pacto que Dios hace con Noé era una promesa
de nunca jamás volver a destruir la tierra para comenzar nuevamente:

He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros


descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que
está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que
está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta
todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no
exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá
más diluvio para destruir la tierra. (Génesis 9:9-11)

Para entender el impacto de este pacto, tenemos que considerar lo


que Noé y su familia acababan de experimentar. Nunca antes en la histo-
ria de la tierra había llovido, pero por cuarenta días y cuarenta noches no
había cesado de llover, y todos el mundo, excepto ellos, se había ahogado
en la inundación que había causado el Diluvio. Imagina el miedo con el
que el corazón de Noé se llenó cada vez que comenzaba a llover, luego de
haber vivido el Diluvio. Mientras todos sus amigos y familia extendida
estaban muriendo, la familia de Noé estaba encerrada en el arca con un
gran número de animales, tratando de alimentarlos y tranquilizarlos. El
estrés de esa situación, junto con el desconocimiento de lo que habría de
pasar, debió haber sido inimaginable. Además, cuando todos se bajaron
del arca y pisaron la tierra seca, el paisaje de la tierra había cambiado sig-
nificativamente, y todo lo que conocían se había ido. Es difícil para noso-
tros imaginar esta clase de trauma en sus vidas. No hay dudas de por qué
Noé construyó un viñedo y se emborrachó (Ver Génesis 9:20-21). Habían
pasado por un momento muy difícil, y el pacto de Dios con ellos y con la
nueva tierra mencionaba el trauma que acababan de experimentar.
“Nunca más”, dijo Dios, “haré lo mismo.” Esta no solo es una gran pro-
mesa para la humanidad, sino también un gran consuelo para el corazón
de Noé. No debía preocuparse cada vez que lloviese. No debía construir
otro arca jamás. Esta promesa fue esencial para la habilidad de la familia
de Noé de cumplir el mandato de Dios de fructificarse. Solo cuando se
sintiesen seguros serían capaces de asentarse y comenzar a tener niños. El
pacto les permitió comenzar de vuelta.

La señal del pacto fue el arcoíris. Cuando Noé y su familia lo


veían, recordaban la promesa de Dios de nunca jamás enviar otra inunda-
ción para destruir la tierra. Esto implicaba que, en el futuro, Dios trataría
con la maldad humana de una manera diferente, como profetizó en la ge-
nealogía de Génesis 5.
Luego de que Dios hace Su pacto con Noé, leemos que éste cons-
truye un viñedo y se emborracha. Mientras estaba ebrio y desnudo en su
tienda, su hijo Cam lo ve y les dice a sus hermanos, aparentemente para
burlarse de su padre. Pero los otros dos hermanos, Sem y Jafet, encuen-
tran una capa y la colocan en la espalda de su padre para cubrirlo de ma-
nera honorable. Cuando Noé se despierta y descubre lo que pasó, maldice
a Cam, pero bendice a Sem y Jafet.

Y dijo: Maldito sea Canaán (Cam); siervo de siervos será a sus


hermanos. Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, y sea
Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, y habite en las tien-
das de Sem, y sea Canaán su siervo. (Génesis 9:25-27)

Los descendientes de Cam fueron conocidos como los cananitas,


quienes luego se convirtieron en enemigos de Israel. Sem fue el ancestro
de Abram, quien fue el padre de la nación de Israel. De él, deriva la pala-
bra Semita, que se refiere al grupo de personas descendientes de la zona
del sudoeste de Asia, incluyendo árabes y judíos. Estos son los descen-
dientes de Sem. Cuando sus descendientes en la nación de Israel entraron
a la Tierra Prometida, pelearon contra los descendientes de Cam y toma-
ron la tierra que éstos habitaban. En otras palabras, la profecía de Noé se
cumplió.

En Génesis 10 encontramos la genealogía de los tres hijos de Noé


mientras sus descendientes se esparcían alrededor de la tierra.

LA TORRE DE BABEL

Génesis 11 es el capítulo final del canon del pacto noético. En él,


encontramos la historia de la misteriosa Torre de Babel. La historia co-
mienza con un grupo de gente yendo hacia el este, que es un simbolismo
de apartarse de Dios. Esta es la primer pista para pensar que lo que va a
acontecer será problemático. La segunda, es que esta gente establece un
plan para ir a Sinar, lo que nos dice quiénes son: descendientes de Cam,
quien había sido maldecido por Noé: “Y fue el comienzo de su reino
Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar.” (Genesis 10:10). Ha-
bían sido maldecidos por Noé, quien tenía una relación con Dios, así que
marcharon hacia el este para construir algo como rebelión en contra de
Dios. El texto continúa:
Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo
con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto
en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad
y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre,
por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. (Génesis
11:3-4)

Esto nos dice tres cosas muy importantes: primero, esta gente no
quería esparcirse sobre la faz de la tierra, justo lo contrario del mandato
de Dios a Adán y Eva, que luego también les dio a Noé y sus hijos. Se-
gundo, esto también significa que querían convertirse en una nación pode-
rosa con grandes ejércitos con la habilidad de oprimir a las personas. Ter-
cero, construyeron una torre con el fin de alcanzar el cielo. Debido a la
manera en la que está redactado, algunas personas leen este versículo y se
imaginan un edificio muy alto que llegó a tocar al cielo, de manera tal que
incomodó a Dios. Claramente, esto no pudo ser así porque ninguna torre
podría ser jamás tan alta como para incomodar a Dios. Una mejor manera
de traducir esta frase sería, “una torre para honrar al cielo”. En otras pala-
bras, estaban construyendo un templo de culto a la astrología, o a algún
tipo de creación. Este tipo de edificios antiguos eran llamados zigurats, y
eran de construcción común en el mundo antiguo. Este fue el primero de
esta clase. El zigurat más elaborado de la historia estaba localizado en Ba-
bilonia, que fue el nombre posterior para el lugar conocido aquí como
Babel. En otras palabras, era la misma locación, y la torre estaba específi-
camente conectada con el culto a la astrología y al ocultismo.

También, es importante notar aquí el nivel de habilidad y de inteli-


gencia que la gente tenía. Habían inventado ladrillos, algunos de los cua-
les quizás sigan estando de pie en las ruinas del zigurat de Babilonia. Esto
fue solo un par de generaciones después del Diluvio, pero las personas ya
habían desarrollado esta habilidad increíble para la construcción. El punto
aquí es que esta gente no era menos inteligente que nosotros: habían uni-
ficado el lenguaje y fueron capaces de organizarse para construir una torre
enorme con materiales que acababan de inventar. Desde el comienzo, la
raza humana ha sido increíblemente creativa e inteligente. No hemos
cambiado de seres humanos menos inteligentes a más inteligentes, porque
desde el comienzo hemos sido creados a imagen de Dios. En esta instan-
cia, la gente estaba usando sus propias habilidades para exaltarse a sí mis-
mos. No obstante, el versículo 5 nos dice, “Y descendió Jehová para ver
la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.” Esta idea
suena extraña, pero está expresada de esta manera para mostrarnos algo:
no importa cuán grande o cuán magnífica la torre era, aún así estaba tan
lejos de Dios que Él tuvo que “descender” para verla. De la misma mane-
ra en la que Adán y Eva trataron de engrandecerse sin Dios, los descen-
dientes de Cam estaban tratando de construir un imperio alejados de Él.
Como veremos en el siguiente capítulo, las acciones de estas personas es-
taban contrastadas con Abram, a quien Dios le prometió: “Y haré de ti
una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás de
bendición.” (Génesis 12:2). Por causa de que el poder de Abram venía de
Dios, sería de bendición. Por el contrario, los constructores de la Torre de
Babel intentaron usar su propio poder para engrandecerse. Si Dios hubie-
se permitido que Babel se hiciese un nombre grande para sí misma, no
hubiese sido de bendición para la tierra. Así que después de confundir a
los constructores de Babel, Dios hizo algo diferente llamando a Abram di-
ciéndole, “engrandeceré tu nombre.”

En respuesta al intento de la gente de crear su propio imperio,


Dios confunde su lenguaje y provoca que se esparzan por toda la tierra:

Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un


solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir
ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y
confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla
de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz
de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue lla-
mado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el
lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de
toda la tierra. (Génesis 11:6-9)

El texto dice que Babel indica confusión; pero también tienen un


significado literal en hebreo: Babel se compone de dos palabras, bab, que
significa “puerta” y el, que significa “Dios”. Por lo tanto, Babel significa
“puerta de Dios”. La gente estaba tratando de construir un zigurat, que
serviría como una puerta entre el cielo y la tierra. Los historiadores creen
que el uso práctico de los zigurats era establecer una plataforma en las al-
turas, en donde se creía que el dios de la ciudad descendería del cielo, ate-
rrizaría en la plataforma, y le hablaría al sacerdote. El zigurat era, literal-
mente, entendido como una puerta entre los dioses de los cielos y la tie-
rra.38 De esta manera, la torre era una copia burda del Jardín del Edén, en
donde el cielo y la tierra originalmente se encontraban el uno al otro. Dios
descendía y caminaba con Adán y Eva allí. Ahora, la gente estaba tratan-
do de replicar un lugar de encuentro entre el cielo y la tierra, pero en sus
propios términos y con sus propios dioses. A pesar de que la gente de
Babel intentó que la torre sea “la torre de la puerta de dios”, Dios la re-
nombró y la llamó, “la torre de la confusión”. Luego, en Génesis 28,
cuando Dios desciende y se encuentra con Jacob, Éste no le muestra la
puerta de Dios (Babel), sino la casa de Dios (Betel). Esto nos muestra la
diferencia entre el dios de Babel, con un gran templo y rituales meticu-
losos, y el Dios de Betel, quien simplemente encontró a un humano en un
lugar desconocido, cuando Jacob ni siquiera lo estaba buscando.

La respuesta de Dios para Babel, fue confusión. Pero, un día en un


distante futuro, Él revertiría lo que había pasado en Babel. Esto fue profe-
tizado en Sofonías 3:9-10:

En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos la pureza de labios,


para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan
de común consentimiento. De la región más allá de los ríos de
Etiopía me suplicarán; la hija de mis esparcidos traerá mi ofren-
da.

Esta profecía se cumplió en Hechos 2:6-12, en el día de Pentecos-


tés:

Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos,


porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban
atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos
estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada
uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos,
elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Ca-
padocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y
en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí resi-
dentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos
hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban
todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere
decir esto?

En el plano natural, en la Torre de Babel, Dios esparció a la gente


hacia muchas naciones, tribus, subculturas, y lenguajes; pero lo que Sofo-
nías profetizó, y lo que sucedió dentro del nuevo pacto, es que Dios los
volvió a juntar. A través del don de lenguas, Él atrajo a la gente de vuelta
en el Espíritu. Esto no significa que todos hablamos todos los lenguajes,
pero el lenguaje espiritual del amor que nos ha sido dado, cruza todas las
barreras idiomáticas de la tierra. El don de lenguas es un vistazo de la re-
versión completa de la confusión que trajo la Torre de Babel, que sucede-
rá en el cielo. En Génesis 11:6, Dios notó el poder de hablar un solo len-
guaje, diciendo, “nada les hará desistir de lo que han pensado hacer”.
Esto, también, fue restaurado en Pentecostés, y en el nuevo pacto Dios de-
claró que nada sería imposible para la gente en Su Reino (Ver Mateo
17:20). El poder que Dios le quitó a la gente de Babel, nos ha sido entre-
gado a nosotros gratuitamente.

PREGUNTAS DE REPASO

1. El río fluía desde la Tierra de ____________ hasta el Jardín, y


luego continuó desde allí.

2. Moverse hacia el este es algo _____________; cuando la gente iba


hacia el oeste era algo _____________, porque en esencia estaban
volviendo hacia el __________________________

3. ¿Qué forma tiene una imagen aérea de las doce tribus acampando
alrededor del Tabernáculo?

4. ¿Cuál es el nombre de la perspectiva que dice que a Adán y Eva


les había sido entregada autoridad, y que se la dieron a la serpiente
hasta que Jesús vino como hombre y recuperó las llaves?

5. ¿Quién tenía un gran nivel de amargura, que estaba relacionada


con su poligamia?

6. En la genealogía de Génesis 5, si escribes el significado de los


nombres de Adán a Noé, ¿qué oración se forma, que comienza con
la palabra hombre y termina con la palabra descanso?

7. En Génesis 6, Dios no estaba limitando la vida humana a 120


años, sino que estaba diciendo que quedaban 120 años para, ¿qué
evento?

8. ¿Qué evento en Hechos 2 fue lo contrario de lo que sucedió en


Génesis 11?
PALABRAS CLAVE

Christus Victor Zigurats

MATERIAL RELACIONADO

Kevin Conner, The Tabernacle of Moses: The Riches of Redemption’s


Story as Revealed in the Tabernacle.

Kevin Conner, The Tabernacle of David: The Presence of God as Expe-


rienced in the Tabernacle.

Kevin Conner, The Temple of Solomon: The Glory of God as Displayed


Through the Temple.

Harold Eberle, Precious in His Sight: A Fresh Look at The Nature of


Man.

31 Un excelente recurso en este tema son los materiales del autor Kevin
Conner, quien ha escrito una serie de libros basados en el tabernáculo de
Moisés, el tabernáculo de David, y el templo de Salomón.
32
El libro de Harold Eberle, Precious In His Sight: A Fresh Look at the
Nature of Man, provee una buena discusión de la conexión entre Roma-
nos 5, la creación, y la doctrina del pecado original.
33 Tomado de Chuck Missler, en “Meanings of the Names in Genesis 5”.
Missler, de la iglesia Koinonia Chapel, ha hecho un gran trabajo en la in-
vestigación de los nombres del Antiguo Testamento y su significado
según las raíces originales.
34
Noé se tomó menos de ochenta años, no ciento veinte años, para cons-
truir el arca. Sabemos esto porque el texto dice que Noé concibió tres
hijos cuando tenía 500, y también dice que tenía 600 años cuando entró al
arca. Cuando Dios le ordena a Noé construir el arca, incluyó a sus hijos y
a las esposas de sus hijos, lo que significa que al comienzo de la construc-
ción todos sus hijos debían ser suficientemente mayores como para estar
casados. Por eso podemos decir que, como mínimo, cuando Noé comenzó
a construir el arca tenía 520 y concluyó cuando tenía 600.
35 Collins, “Yes, Noah’s Flood May Have Happened”
36 Concordancia Exhaustiva Strong, Hebreo #776
37
“Pangea in the Bible?”
38 Hamblin y Peterson, “Ziggurats are temple platforms of ancient Meso-
potamia” (Los zigurats son tamplos y plataformas de la Mesopotamia an-
tigua); Alemán, “Ziggurat of Ur”
CAPÍTULO NUEVE

EL PACTO ABRAHÁMICO
El pacto abrahámico es el segundo de los cinco pactos mayores de
la Biblia. El pacto con Abraham y su canon es mucho más extenso que el
pacto anterior y, por lo tanto, contiene más material que el pacto noético.
Está contenido primariamente en Génesis 15-25, pero en realidad se ex-
tiende hasta Génesis 50. Incluso solo el resumen de los capítulos 15 al 25
ocuparía mucho más espacio del que se dispone para este capítulo; y es
por eso que solamente vamos a resaltar las partes clave y lo esencial para
entender este pacto en rasgos generales.

El pacto con Abraham es significativo para el nuevo pacto y men-


cionado a menudo en el Nuevo Testamento. No obstante, nuestro objetivo
aquí es analizarlo aisladamente, quitando nuestro lente de personas vi-
viendo miles de años después bajo en nuevo pacto. En el capítulo 13, exa-
minaremos el pacto abrahámico dentro del Nuevo Testamento, pero para
nuestros propósitos aquí trataremos de analizarlo como lo hubiese hecho
Abram, dentro de lo posible.

EL VIAJE COMIENZA

El pacto comienza con la historia de Abram y su esposa Sarai, que


se relata inmediatamente después de la historia de la Torre de Babel, y la
genealogía de Sem hasta Abram. En Génesis 12, Dios le dice a Abram
que deje la casa de su padre porque le daría una gran bendición:

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu paren-


tela, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré; y
haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu
nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que bendijeren, y a los
que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las fami-
lias de la tierra. (Génesis 12:1-3)
Esencialmente, Dios llamó a Abram y le prometió engrandecer su
nombre incluso cuando no era algo que Abram estuviese buscando; fue
algo que el Señor simplemente le dio. A veces pensamos en Abram como
el padre de la fe, pero en realidad él no fue llamado por Dios para empe-
zar una nueva religión. En lugar de eso, fue llamado para comenzar una
nueva nación, la misma que eventualmente se convertiría en Israel. Es
fácil olvidar esto si leemos con el lente del nuevo pacto, pero Abram en-
tendió este llamado simplemente como una comisión para comenzar una
nueva nación. Sabía que Dios había prometido bendecirlo, engrandecer su
nombre, hacer grande a esta nueva nación, y bendecir a toda la tierra a tra-
vés de él. Abram no entendió este llamado como Dios separándolo del
resto de las personas para crear una nueva religión. Si no entendemos
esto, partes de la historia de Abram no van a tener sentido. De la misma
manera, no podemos leer eventos de su vida a través del lente del pacto
mosaico, porque el pacto y La Ley aún no existían. Como Noé, todo lo
que Abram tenía era la conciencia.

Cuando Abram y Sarai se fueron de la casa del padre de Abram,


se llevaron a su sobrino Lot, como así también a sus sirvientes y bienes.
Uno de los primeros lugares en los que se detuvieron fue cerca de Betel,
en donde Abram construyó un altar a Dios. Como hemos discutido en el
capítulo anterior, Betel es “la casa de Dios” (en contraste con Babel, “la
puerta de Dios”). Betel, la casa de Dios, se menciona una y otra vez en
Génesis.

Cerca del final del capítulo 12, leemos de la gran hambruna que
causó que Abram lleve a su familia a Egipto. Aquí es importante ubicar la
historia de Abram en la línea de tiempo. Las personas a menudo imaginan
que las pirámides de Egipto fueron construidas por los esclavos hebreos
durante los cuatrocientos años de cautiverio. No obstante, la historia indi-
ca que las pirámides habían sido construidas 500 años antes de que
Abram arribe a Egipto.
Cuando Abram y Sarai entraron a Egipto, algunos eventos intere-
santes tomaron lugar:

Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai


su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso as-
pecto; y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me ma-
tarán a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues, di que eres mi
hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma
por causa de ti. (Génesis 12:11-13)

Por causa de su inseguridad, Abram tuvo miedo de que los egip-


cios lo matasen para tomar a su esposa, así que pensó en esta mentira.
Como resultado, Faraón, creyendo que Sarai era la hermana de Abram, la
llevó a su palacio para que fuese parte de su harén. No obstante, la Escri-
tura sigue diciendo: “Mas Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes
plagas, por causa de Sarai mujer de Abram.” (Génesis 12:17). Al final,
Abram y Sara se van de Egipto. Incluso cuando Abram había mentido,
Dios protegió a su esposa a través de las plagas que le envió a Faraón.
Esto no quiere decir que la mentira estuvo bien, pero el punto es que
Abram no tenía un mandamiento que le dijese que mentir estaba mal. En
lugar de eso, como Pablo escribió en Romanos 1, antes de La Ley Dios li-
diaba con las personas de acuerdo a su conciencia. Como la conciencia de
Abram estaba llena de miedo, pensó que la respuesta correcta para esta si-
tuación era engañar a los egipcios.

En el próximo capítulo, Génesis 13, Abram y su sobrino Lot se se-


paran porque ya no tenían espacio suficiente para todas sus posesiones.
Lot eligió ir hacia el este, en dirección a Sodoma. En este momento, So-
doma no era como la malvada Sodoma que Dios luego destruyó, pero
como sabemos que ir hacia el este simboliza apartarse de la presencia de
Dios, entendemos que este era un símbolo de algo malo.

En Génesis 14, los reyes de la región comienzan una guerra, pe-


leando y tomando cautivos. Uno de esos reyes tomó cautivos a Lot y a su
familia, así que Abram llamó a sus criados y a los nacidos en su casa, for-
mando una armada de 318 hombres. El propósito era atacar a estos reyes
y rescatar a Lot y su familia. Esto se convierte en un patrón en la vida de
Lot: es una víctima que necesita todo el tiempo ser rescatado.
MELQUISEDEC

Luego de que Abram derrotó a los reyes enemigos y liberó a los cautivos,
el rey de Sodoma y el rey de Salem, Melquisedec, salió a su encuentro.

Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que


con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save,
que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sa-
cerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo:
Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la
tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en
tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo. (Génesis 14:17-20)

Melquisedec es una persona misteriosa, de quien no sabemos


mucho, y en torno al cual circulan diversas teorías. Discutiremos su im-
portancia en mucho más detalle en el capítulo 17. Lo que sabemos aquí es
que Melquisedec era el rey de Salem, que fue el primer nombre para la
ciudad que luego se llamó Jerusalén; como así también que fue el primer
sacerdote de Dios que se menciona en la Escritura. También, de Hebreos
7, capítulo que habla de este personaje, sabemos que Melquisedec no era
un nombre propio sino un título. Jesús fue un sacerdote según el orden de
Melquisedec. Este fue un título que significaba “rey de justicia” o “el
justo”. Luego de que Melquisedec bendice a Abram, éste le da el diezmo
de los botines de la guerra, siendo esta la primera vez que aparecen los
diezmos en la Escritura.

Luego, el rey de Sodoma, cuyo pueblo y bienes habían sido resca-


tados por Abram, le dice que él se llevaría a su gente, pero también le dice
a Abram que se quedase con los bienes en honor por haberlos rescatado.
No obstante, Abram responde:

Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jeho-


vá Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un
hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es
tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram; excepto solamen-
te lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fue-
ron conmigo, Aher, Escol y Mamre, los cuales tomarán su parte.
(Génesis 14:22-24)

Este fue un momento intenso. El rey de Sodoma quería bendecir y


recompensar a Abram por la pelea que había librado, pero Abram dura-
mente lo rechaza. Dios le había dicho que no tomase nada del rey de So-
doma, y él obedeció. Lo más probable es que él ya hubiese discernido del
corazón malvado del rey de Sodoma. Aceptar un regalo de él los hubiese
puesto en una relación de pacto, que era justamente lo que Abram y Dios
no querían.

En el capítulo 15, inmediatamente después de esto, Dios confirma


la obediencia de Abram: “Después de estas cosas vino la palabra de
Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo,
y tu galardón será sobremanera grande.” En otras palabras, Dios estaba
alentando a Abram diciéndole que Él era su verdadero galardón, mejor
que cualquier recompensa del rey de Sodoma, y que también era su verda-
dero protector. Ninguna recompensa o alianza con el rey de Sodoma se
comparaba con el galardón y protección del pacto con Dios. Cuando
Abram tomó la decisión de obedecer, al rechazar al rey de Sodoma, Dios
inmediatamente vino y tomó el lugar que Abram había apartado para Él.

PACTO DE CORTE

No obstante, Abram le responde a Dios señalándole su falta de he-


redero:

Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que


ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Elie-
zer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he
aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. (Génesis
15:2-3)

Antiguamente, si un hombre no tenía herencia, el sirviente que


había estado en su casa por el mayor tiempo recibía la herencia. Mientras
Abram escuchaba la promesa del Señor de ser su escudo y galardón, él se-
guramente se preguntó de qué le serviría todo eso si no tenía a quién here-
dárselo. Esencialmente le estaba diciendo a Dios: “¿Y qué hay de tu pro-
mesa de que me ibas a convertir en una gran nación? ¿Qué sentido tiene
recibir recompensa si no tengo heredero y termino dándole todo a mi sier-
vo Eliezer?” El mismo Eliezer sería, muchos años después, el siervo fiel a
quien Abram le encomendase la tarea de encontrarle esposa a su hijo
Isaac. Eliezer seguramente estuviese expectante ante la idea de recibir
toda la herencia de Abram una vez que éste muriese, pero, no obstante,
cuando el niño del milagro nació a una edad muy avanzada de Abram,
Eliezer permaneció fiel a la familia. Aquí hay una importante actitud en
su carácter para tener en cuenta.

Dios no culpabilizó ni castigo a Abram por sus quejas, sino que le


respondió con esperanza para su futuro:

Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará este,


sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le
dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes
contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le
fue contado por justicia. (Génesis 15:4-6

Luego, en Génesis 15, Dios viene a Abram y le dice que tome


ciertos animales, los corte a la mitad, y que hiciese un camino poniendo
las mitades una enfrente de la otra. En la antigüedad, esta era una forma
habitual de hacer un pacto. Cuando se hacían esos “pactos de corte”,
ambas partes caminaban a través de los animales cortados a la mitad, de-
clarando, “Si no cumplo las obligaciones del pacto, que sea hecho conmi-
go lo mismo que se ha hecho con estos animales.” En otras palabras, este
era un ritual de pacto muy sangriento e intenso. Abram siguió las instruc-
ciones de Dios; pero luego, mientras él esperaba por Dios, las aves de ra-
piña descendieron para comer los cuerpos muertos. Hasta donde sabemos,
Abram no sabía exactamente las intenciones de Dios, así que esperó hasta
que Él apareciera. Eventualmente, llegó la tarde y Abram se durmió pro-
fundamente. El Señor finalmente aparece mientras estaba durmiendo, y
dice:

Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descenden-


cia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida
cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán,
juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú ven-
drás a tus padres en paz, y serán sepultado en buena vejez. Y en la
cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su
colmo la maldad del amorreo hasta aquí. (Génesis 15: 13-16)

Luego, en la oscuridad, mientras Abram seguía durmiendo, un


horno humeando y una antorcha de fuego pasó por entre los animales cor-
tados a la mitad. Y así Dios hizo pacto con Abram:

En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu des-


cendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río
grande, el río Éufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los
cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los
cananeos, los gergeseos y los jebuseos. (Génesis 15: 18-21)

Mientras Abram dormía, Dios le dice lo que les sucedería a sus


descendientes en el futuro distante y le promete la tierra de los amorreos
una vez que estos se hayan vuelto tan malvados que Él debiese castigar-
los. En otras palabras, Dios le da a los amorreos cierto tiempo mientras
los israelitas crecían como nación bajo el yugo egipcio. No obstante, para
el final de esos cuatrocientos años, Dios sabía que los amorreos alcanza-
rían un punto en donde necesitarían ser castigados por su maldad. La con-
quista de la tierra de los amorreos por parte de Israel sería un castigo de
Dios para el primer pueblo, pero antes de eso, recibieron misericordia de
Dios porque aún no habían llegado al límite de su maldad.

Dios confirmó su promesa apareciéndose como horno humeando y


antorcha de fuego, y pasando por entre los animales. Interesantemente,
Abram no pasó por entre los animales puesto que estaba dormido. En
otras palabras, Dios estaba declarando cumplir Su parte del pacto con
Abram, pero no presiona a éste a cumplir su parte. De hecho, si Abram
hubiese tenido que cumplir algo, hubiese estado despierto (o Dios lo hu-
biese despertado) y hubiese caminado entre los animales como había
hecho Dios. Esto nos muestra el tipo de pacto que Dios hizo con Abram.
En aquellos días, había tres tipos comunes de pacto:

1. Pacto de Concesión (o Subvención): es un pacto en donde


una de las partes es mayor, más importante, o más poderosa; y
la otra es menor, o menos poderosa. La más poderosa tomaba
todas las obligaciones. El menor solamente necesitaba tomar
lo que el mayor le otorgaba.

2. Pacto de Parentesco: es un pacto en donde dos partes iguales


se unen, como sucede en el matrimonio. Este tipo de pacto
tenía una pequeña lista de obligaciones, que se dividía igual-
mente entre las dos partes. El pacto de parentesco es también
conocido como pacto de paridad.

3. Pacto de Vasallaje: es un pacto que contiene, al igual que en


el pacto de concesión, un mayor y un menor. La diferencia es
que el pacto se basa en la habilidad del mayor de destruir al
menor. En lugar de destruirlo, el mayor le ofrecía seguridad al
menor, y a cambio recibía impuestos y tributos, servidumbre,
etc. Se daba típicamente cuando un reino conquistaba una na-
ción y le concedía a la gente de esa región el derecho a seguir
viviendo, a cambio de un nivel de servicio. Como resultado, en
este pacto el mayor tiene todo el poder, y el menor tiene que
cumplir un gran número de obligaciones. El pacto de vasallaje
también es conocido como pacto de soberano.39

Claramente, un pacto de concesión es el mejor, seguido por el


pacto de parentesco. Un pacto de vasallaje es completamente indeseable.
En esta lista de cinco pactos bíblicos mayores, tanto el pacto noético
como el abrahámico son pactos de concesión. Dios simplemente se les
aparece a Noé y a Abraham y les hace promesas que Él mismo cumpliría,
sin ninguna estipulación u obligación de las otras partes. Cuando Dios
pasa a través de los animales, prácticamente estaba diciendo, “Me estoy
amenazando de muerte a mí mismo para probar que absolutamente voy a
cumplir mi pacto contigo.” A esto es a lo que se refiere el libro de He-
breos cuando dice: “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no
pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo” (Hebreos 6:13). A
pesar de que es obviamente imposible que Dios recibiera la misma suerte
que los animales, Él usa esta imagen para comunicar Su nivel de compro-
miso con Abram, y mientras éste dormía, Dios toma todas las obligacio-
nes. Este es un pacto de concesión. No tuvo ningún tipo de especulación
sobre Abram. Dios no le dijo a Noé, “Nunca más enviaré una inundación
para destruir la tierra, excepto que tú…” Tampoco le dijo a Abram, “Le
daré esta tierra esta a tu descendencia, pero sólo si tú…” No. Dios hizo
grandes promesas que no requerían nada de la otra parte.

AGAR E ISMAEL

En Génesis 16, Abram y Sarai deciden tomar la promesa de Dios


en sus manos y tratan de cumplirla por sí mismos:

Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenia una sierva


egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya
ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues
a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego
de Sarai. (Génesis 16:1-2)

Esta era una costumbre común en aquellos tiempos, pero no era el


plan de Dios para ellos. Como resultado de sus propias maquinaciones,
Agar queda embarazada y el conflicto entre Sarai y Agar se comienza a
generar. Llegó a tal punto que, incluso cuando esta fue originalmente una
idea de Sarai, ésta maltrata a Agar tan severamente que se ve obligada a
huir al desierto. No obstante, el Señor encuentra a Agar, le dice que regre-
se y se sujete a su ama, y le hace una promesa en torno a su hijo.

Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el de-


sierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. Y le dijo:
Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella
respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. Y le dijo el ángel
de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. Le
dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descenden-
cia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. Además le
dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz
un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu
aflicción. (Génesis 16:7-11)

Aquí Agar se convierte en la primera de las únicas cuatro personas


en las Escrituras a quienes Dios les revela el nombre de sus hijos mientras
aún están en el vientre. Ismael fue el primero, y luego Isaac. Luego no
vuelve a suceder nuevamente hasta el Nuevo Testamento, primero con
Juan el Bautista, y después con Jesús. Solo estos cuatro fueron nombrados
por Dios en el vientre. Ismael significa “Dios escucha”, y para Agar fue
una promesa de que Dios había oído su aflicción y de que no la olvidaría.
En respuesta, Agar llama al Señor “el Dios que me ve”, y luego regresa a
Abram y Sarai, en donde eventualmente da a luz a su hijo Ismael. Este
mismo Ismael luego sería el padre de las naciones arábicas de esa región,
mientras que Isaac se convierte en el padre de los israelitas.

CONFIRMANDO EL PACTO

El siguiente capítulo retoma la historia trece años después, cuando


Abram tenía 99 años. El Señor nuevamente se le aparece y le dice, “Yo
soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi
pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.” (Génesis 17:1-2).
Esto le debió haber parecido algo raro a Abram. Después de todo, Dios ya
había hecho pacto con él en Génesis 15. Aquí Dios menciona el pacto
como algo que debía pasar en el futuro, y algo muy similar dice en Géne-
sis 22. Con las traducciones modernas, esto puede parecer muy confuso.
Puede sonar como Dios diciendo, “Haré un pacto contigo”, cuando lo
cierto es que ya había hecho un pacto con Abram. Lo que Dios en reali-
dad estaba comunicándole era esto: “Voy a confirmar mi pacto contigo”.
No quiere decir que Él no había hecho el pacto aún, sino que estaba vi-
niendo para confirmar un aspecto en particular del mismo. Aquí hay una
pequeña guía del proceso del pacto en la vida de Abram:

1. En Génesis 12, Dios le promete cinco cosas a Abram: Te bendeci-


ré; engrandeceré tu nombre; a quien te bendijese, bendeciré; a
quien te maldijese, maldeciré; y tu descendencia será una bendi-
ción a toda la tierra.

2. En Génesis 15, Dios hace pacto con Abram.

3. En Génesis 17, Dios comienza a confirmar el pacto al cambiar el


nombre de Abram a Abraham, y al introducir la señal de la circun-
cisión.

4. En Génesis 22, Dios finaliza la confirmación de su pacto a través


de la prueba a la que somete a Abraham en el Monte Moriah.

Por esta razón, no podemos señalar solo a un único capítulo para ha-
blar del pacto abrahámico. Fue explicado y confirmado a lo largo de una
serie de años.

En Génesis 17, Dios se aparece ante Abram para confirmar el pacto y


le dice:

He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gen-


tes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre
Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.
Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes sal-
drán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia des-
pués de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios,
y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descenden-
cia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en
heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. (Génesis 17:4-8)

Dios continúa y menciona la circuncisión. No vamos a discutir este


tema en profundidad, pero es importante notar que la práctica de la cir-
cuncisión era común entre los pueblos de la antigüedad. No fue un con-
cepto nuevo introducido por Dios; y por eso Abram sabía exactamente lo
que Dios le estaba pidiendo. Dios solamente introduce esta práctica den-
tro del pueblo israelita y también les da un nuevo nombre a Abram y
Sarai. Abram (“padre enaltecido”) fue llamado Abraham (“padre de na-
ciones”), y Sarai (“contenciosa”) fue llamada Sara (“princesa”). 40

SODOMA Y GOMORRA

En Génesis 18, tres visitantes (ángeles) vienen a Abraham y Sara


en su camino a Sodoma y Gomorra para ver si la maldad de estos pueblos
era tan malo como lo que se oía de ellos, y si lo era, soltar juicio. Cuando
se detienen para visitar a Abraham, ellos le dan esta palabra: “De cierto
volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer ten-
drá un hijo.” (Génesis 18:10) Mientras tanto, Sara, que estaba escuchan-
do en la tienda, se ríe, pensando que la promesa era algo imposible dado
que ya era de edad muy avanzada. No obstante, el Señor la reprende, di-
ciéndole:

Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara di-


ciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay
para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y
según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. (Génesis 18:13-
14)

Luego el Señor anuncia Su plan de ir a comprobar la maldad de


Sodoma y Gomorra, y Abraham empieza a discutir con Dios respecto a
cuántos justos eran necesarios para salvar a las ciudades de la destrucción.
Éste le dice a Dios:

Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el


impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destrui-
rás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta
justos que estén dentro de él? (Génesis 18:23-25)

Dios le responde, y siguen discutiendo respecto a 50 justos, 45,


40, 30, 20, 10. Abraham estuvo satisfecho con diez, pensando que habría
al menos diez justos en las dos ciudades. Como la Ley aún no existía, de-
bemos preguntar lo que Abraham entendía por justos. No había aún un
concepto estructurado de lo que significaba ser justo, más que vivir de
acuerdo a la conciencia de uno mismo y honrar a Dios. La única califica-
ción para justicia enlistada en las Escrituras hasta ese entonces era: “Y
creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.” (Génesis 15:6) En otras pa-
labras, la gente que creía a Dios era considerada justa. No obstante, inclu-
so con esos estándares, solo encontraron seis justos: Lot, su esposa, sus
dos hijas, y sus dos yernos. Si Abraham le hubiese preguntado a Dios solo
una vez más y hubiese disminuido la cantidad necesaria de justos hasta
llegar a cinco, quizás hubiese salvado a Sodoma y Gomorra. Pero el resul-
tado final fue que las ciudades fueron destruidas, y en Génesis 19, dos án-
geles descienden para advertir a Lot y a su familia, para que huyesen de la
ciudad. No obstante, sus dos yernos no le creen a Lot cuando éste les dice
que un juicio estaba viniendo.

Los ángeles le dicen a la familia de Lot: “Y cuando los hubieron


llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en
toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.” (Génesis
19:17) Le dicen que eviten ser atrapados en esta destrucción. No obstante,
Lot les dice que él ya era muy viejo para ir hacia la montaña y les pregun-
ta si pueden ir, en cambio, a otra ciudad. Los ángeles están de acuerdo
con esto, y Lot y su familia huyen. Cuando habían alcanzado la ciudad de
Zoar, Dios hace llover azufre y fuego del cielo sobre Sodoma y Gomorra,
destruyendo por completo las ciudades y todo lo que en ellas había, inclu-
yendo las plantas.

A pesar de esto, la esposa de Lot mira hacia la destrucción y se


convierte en estatua de sal. Mientras muchos tienden a pensar en este
hecho como una especie de juicio divino sobre la esposa de Lot, la mayo-
ría de los comentaristas apuntan a causas naturales. Cuando Dios hizo llo-
ver azufre, destruyó absolutamente todo; y es por esto que les dice a los
ángeles que huyan y no miren atrás. Literalmente, la destrucción estaba
aconteciendo a sus espaldas mientras ellos corrían, y la esposa de Lot co-
mete el error de detenerse y mirar atrás, quedando atrapada en la lluvia de
azufre y fuego. De acuerdo a muchos comentarios, es muy posible que la
mujer hubiese estado suficientemente cerca del azufre ardiente que se
había cristalizado por el calor. Al tomar contacto con ella, la mujer debió
cristalizarse también. En esencia, se cristalizó tomando la apariencia de
un fósil de sal, creencia que es substanciada por los hallazgos arqueológi-
cos encontrados en esta región.

La historia de la esposa de Lot se vuelve incluso más interesante


cuando miramos a dos tárgums, o documentos escritos religiosos que a
veces incluyen historias y linajes no hallados en la Escritura. Tanto el
Tárgum de Jonathan y el Tárgum de Jerusalén indican que la esposa
de Lot (cuyo nombre no se menciona en la Escritura), se llamaba Aedith y
era nativa de Sodoma. Es muy interesante considerar esa posibilidad. Mu-
chos años antes del juicio a las ciudades, cuando Abram y Lot vivían jun-
tos, Lot decide ir hacia el este hacia Sodoma y casarse con una mujer de
esta región. Si esto es cierto, significa que Aedith tenía una relación emo-
cional a la ciudad, lo que pudo haber causado que no quisiese huir y, en
lugar de eso, mirar hacia la destrucción que estaba tomando lugar a sus
espaldas.

También, es muy importante entender que la sal es un elemento de


pacto. Vemos esto en Números 18:

Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de
Israel ofrecieren a Jehová, las he dado para ti, y para tus hijos y
para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; pacto de sal perpe-
tuo es delante de Jehová para ti y para tu descendencia contigo.
(Génesis 18:19)

En aquellos días, muchos pactos eran como tratados entre las per-
sonas, que podían ser cambiados y transformados a través del tiempo,
cuando los individuos renovaban el pacto. Como sea, un pacto de sal era
diferente.41 Era un pacto eterno, que no podía cambiar. En el mundo anti-
guo, la gente usaba una pequeña bolsa con sal en la cadera. Cuando dos
hombres hacían un pacto de sal entre ellos, uno tomaba un poco de sal de
su bolsa y la ponía en la bolsa del otro, y viceversa. Esto significaba, “Si
puedes alcanzar mi bolsa de sal y tomar únicamente los granos de sal que
tú has puesto, entonces podrás cambiar o romper tu pacto conmigo.” Ob-
viamente, esto era imposible, lo que hacía que el pacto de sal fuese per-
manente. Es por esto que, anteriormente, Abram se había negado tan ro-
tundamente al rey de Sodoma cuando éste le ofreció todas las riquezas. Él
no quería una obligación de pacto con Sodoma.

En la esposa de Lot encontramos una situación completamente


opuesta. Era nativa de Sodoma y no pudo dejar atrás su tierra. Estaba co-
nectada a través de un pacto con la ciudad y por eso no podía dejarla
atrás, incluso a expensas de su propia vida. La esposa de Lot es mencio-
nada solo una vez más en la Escritura, en Lucas 17:31-32, cuando Jesús
estaba profetizando de la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C.
Mientras hablaba respecto a lo que habría de pasar, Jesús se refiere a la
mujer de Lot y dice:
En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no
descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva
atrás. Acordaos de la mujer de Lot.

No sean como la esposa de Lot, quien se volvió atrás porque su


corazón estaba conectado a la ciudad y a las posesiones que tenía allí. De
acuerdo a la declaración de Jesús, parte de la conexión de la esposa de Lot
con Sodoma estaba basada en su materialismo. No podía dejar ir sus
cosas, incluso cuando le costó perder su propia vida.

EL NACIMIENTO DE ISAAC

Génesis 20 comienza con una historia similar a otra, en donde


Abraham miente respecto a Sara, y dice que es su hermana en vez de su
esposa, pero esta vez se lo dice a Abimelec. Otra vez, a Abraham le preo-
cupaba la idea de ser asesinado por causa de su bella esposa. Esta vez,
también, Dios protege a Sara, volviendo estériles a todas las personas de
su casa. De repente, nadie era capaz de tener hijos.

Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su


mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos. Porque Jehová había ce-
rrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec, a causa
de Sara mujer de Abraham. (Génesis 20:17-18)

Este escenario en nuevamente desconcertante. ¿Por qué Abraham


miente? ¿Por qué aunque mintió Dios lo respaldó? Encontramos la res-
puesta a esto en Génesis 17:18-21, en donde Abraham le pregunta a Dios
si Ismael podría ser el hijo prometido. En esencia, Dios le dice: “No. Solo
haré Mi pacto con el hijo que Sara te dará.” En otras palabras, el pacto
no solo era con Abraham sino también con Sara, por eso Él declaró que
ella sería madre de naciones, así como Abraham sería padre de naciones.
Por esta causa, Dios no aceptaría el hijo de Abraham nacido de Agar.
Cuando entendemos la importancia de Sara para el pacto podemos com-
prender por qué Dios protegió tanto su pureza, incluso cuando su esposo
se equivocaba. Dios necesitó protegerla para cumplir su pacto a través de
ella.

En el capítulo siguiente, esto es exactamente lo que Dios hace.


Cuando Abraham tenía cien años, Sara queda embarazada y da a luz al
hijo prometido, Isaac. En el octavo día después de su nacimiento, lo cir-
cuncidan tal como Dios había mandado. Este es un detalle interesante que
tiene muchísima importancia. Abraham no sabía por qué Dios le había
dicho que debía circuncidar a su hijo en el octavo día, pero fue obediente.
No obstante, hay una razón científica para esto: cuando los bebés nacen,
su nivel de vitamina K, que ayuda con la coagulación de la sangre, au-
menta progresiva y significativamente durante los primeros siete días de
vida. No obstante, en el octavo día de vida, los niveles de vitamina K au-
mentan por sobre el cien porciento…¡dándole a los bebés, en ese día, más
vitamina K que en cualquier otro momento de sus vidas!

Es por esto que Dios le dice a Abraham que circuncide a Isaac en


su octavo día de vida. Si lo hubiese hecho antes, hubiese arriesgado la
vida de su hijo, dado que la habilidad de Isaac de coagular la sangre era
muy baja durante la primer semana. En la actualidad, la comunidad médi-
ca usualmente les da a los bebés varones una gran dosis de vitamina K y
practican la circuncisión dentro de los dos días de vida. Abraham no sabía
nada de esto, lo que nos muestra la increíble bondad de Dios escondida en
sus mandamientos. Más tarde, algunas de las leyes de Dios tendrían como
objetivo proteger a los israelitas de las enfermedades de Egipto.42

Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres


lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y
guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que
envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sana-
dor. (Éxodo 15:26)

Dios otorgó leyes específicas acerca de lo que podían o no podían


tocar o comer, y cómo purificarse. Las mismas estaban conectadas direc-
tamente para prevenir la enfermedad en ese momento histórico, cuando la
higiene era muy extraña y las enfermedades prevenibles, muy comunes.
Él prometió que si cumplían Su Ley, no tendrían ninguna de esas enfer-
medades, y ahora, con la ayuda de la ciencia médica, sabemos por qué
esto era cierto.
Otro aspecto interesante de la historia es el nacimiento de Isaac
desde la perspectiva musulmana. Éstos también se refieren a Abraham
como su padre, pero dicen que Ismael fue el hijo prometido, diciendo que
en realidad fue Isaac el hijo de la esclava. Cuando Abraham lleva a su
hijo a la montaña para sacrificarlo, los musulmanes dicen que llevó a Is-
mael, no a Isaac.43 Es importante para nosotros entender esto si llegamos
a hablar con un musulmán, dado que su historia ha dado vuelta los perso-
najes para hacer de Ismael y de los árabes el pueblo escogido por Dios.
Luego de que Isaac fue destetado, Sara vio a Ismael burlarse de
hijo, y les demandó a él y a su madre que se fuesen porque no quería que
compartiesen el legado de su hijo. Abraham, como un buen padre, se en-
tristeció porque amaba a sus dos hijos. No obstante, Dios lo confortó di-
ciéndole que Él cuidaría de Agar e Ismael. Dios le prometió a Ismael una
nación, también, por ser hijo de Abraham. Éste le creyó a Dios y envió a
Agar e Ismael al desierto con agua y comida. Cuando se les acaba el agua,
Agar le dice a Ismael, quien en este punto tendría catorce o quince años,
que se recueste debajo de un arbusto. Luego ella se apartó un poco de él y
comenzó a llorar, porque creyó que ambos iban a morir y no quería ver
morir a su hijo. Mientras ella lloraba, Dios la llama:

Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar


desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque
Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. Levántate, alza
al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una
gran nación. (Génesis 21:17-18)

Luego Dios le abre los ojos para ver una fuente de agua. Agar
llena su odre y le da de beber a Ismael. Desde entonces, Dios estuvo con
Ismael mientras creció. Con el pasar de los años, éste se convirtió en un
arquero y se casó con una mujer egipcia. De esta manera, Dios cumplió su
promesa de darle protección y cuidado a Ismael. Es importante para noso-
tros recordar esto mientras leemos la historia de Abraham. Él ya tenía una
relación afianzada con el Señor, mostrando siempre su confianza de que
Él le proveería en situaciones difíciles.

EL SACRIFICIO

Génesis 22 cuanta la historia del sacrificio del sacrificio de Isaac,


que debe ofrecer Abraham en el Monte Moriah. Esta historia es frecuente-
mente malentendida porque en ella Dios le pide a Abraham que mate a su
hijo, algo que luego Él prohibió bajo la Ley Mosaica. Muchos han acusa-
do a Dios de ser cruel, pero esto es porque están leyendo la historia desde
la perspectiva moderna y no desde la perspectiva de Abraham, como al-
guien que no tenía la Ley. Todo lo que Abraham conocía, es que todas las
religiones que había visto demandaban el sacrificio de niños a los dioses.
Ahora, este Dios que él estaba conociendo el pedía hacer lo mismo, ex-
cepto que Él lo interrumpió para evitar que sacrifique a su hijo. Puede ser
difícil, desde nuestra perspectiva, ponernos en los pies de Abraham para
entender su experiencia, pero debemos intentarlo especialmente en histo-
rias desafiantes como esta.

Para hacer esto, empezaremos desde el primer versículo: “Aconte-


ció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham.” (Génesis 22:1).
Esta es nuestra primera pista: lo que estaba pasando era solo una prueba.
No fue una expresión del deseo de Dios. Para probar a Abraham, Dios le
dice: Y dijo: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a
tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes
que yo te diré.” (Génesis 22:2). En español, esto suena como un mandato,
pero algunos estudiosos han señalado que en realidad esta frase, en he-
breo, implica un tono de súplica, sonando casi como si le agregásemos las
palabras por favor.44 Podría haberse negado, y Dios lo hubiese aceptado.
En un parafraseo moderno, la esencia de lo que Dios quería comunicar
sería algo así: “Mira, sé que tu hijo significa muchísimo para ti. Es tu
único hijo y aquel a quien amas. Lo entiendo. Pero, ¿harías lo que te
pido?” En otras palabras, Dios estaba pidiendo algo, y Abraham podía es-
coger. Dios ya había hecho un pacto de concesión con Abraham, así que
las promesas no estaban en juego. Abraham simplemente necesitó escoger
si honraría el pedido de su compañero de pacto. Esta fue una prueba difí-
cil, no solo porque Abraham amaba a Isaac, sino porque éste era el único
hijo que le quedaba. Ismael ya se había ido porque él había confiado que
Dios lo tendría en Sus manos. Abraham, el hombre de la fe, decidió con-
fiar en Dios con este hijo, también.

Abraham le dijo que sí a Dios y se preparó para irse con Isaac.


Hizo esto con la esperanza de que Dios resucitaría a Isaac, dado que era el
hijo de la promesa. Es por esto que le dice a sus sirvientes, “Entonces dijo
Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho ire-
mos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.” (Génesis 22:5).
Esto era lo que Abraham creía. El escritor de Hebreos medita sobre esta
historia: “Pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los
muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.” (He-
breos 11:19). Leyendo esto cuatro mil años después, podemos ver que el
escenario entre Abraham e Isaac no es más que una sombra de Dios en-
viando a Su Hijo para morir en la cruz y resucitar. No es una figura per-
fecta, en el sentido que Isaac en realidad nunca muere, pero sí es una som-
bra de la muerte de Cristo porque Abraham entendió que Isaac moriría y
resucitaría de entre los muertos. Abraham nunca antes había oído de una
resurrección, y es por esto que se lo llama el padre de la fe. Él creyó la
promesa de Dios para hacer de él una nación grande a través de Isaac, y
sabía que Dios cumpliría la misma, incluso si implicaba resucitar a al-
guien de la muerte.

Al llegar a la montaña, Abraham estaba a punto de sacrificar a


Isaac cuando Dios lo detiene y le provee un carnero para que sea el sacri-
ficio. Luego, él y su hijo vuelven juntos de la montaña, tal como él había
esperado. Abraham había pasado la prueba. Poco tiempo después, Dios le
habla a Abraham nuevamente y le dice:

Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has
hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto
te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del
cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descenden-
cia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán
benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a
mi voz. (Génesis 22:16-18)

Esto parecería ser una repetición del mismo pacto, pero es la con-
firmación de lo que había mencionado previamente. Dios estaba diciendo
que la decisión de Abraham de ofrecer a Isaac le había asegurado una des-
cendencia infinita. Previamente, Dios había confirmado parte del pacto al
pasar entre los animales muertos; y luego otra parte a través de la intro-
ducción de la circuncisión; y aquí confirma el resto con la prueba de
Abraham. Lo que Abraham recibió de Dios a través de este pacto de con-
cesión fue tan grande y significante, que Dios eligió confirmarlo en tres
partes, entre Génesis 12 y Génesis 22. En Génesis 12 le da una lista de
promesas. Luego, en Génesis 15, 17, y 22, consecutivamente confirma
porciones del pacto. Esta era la confirmación final.

LA IMPORTANCIA DE SARA

Génesis 23 nos cuenta la historia de la muerte de Sara. El hecho


de que la Biblia dedique un capítulo entero a su muerte, su edad, y su
lugar de sepultura nos muestra la importancia de esta mujer. El primer
versículo de este capítulo nos dice que Sara vivió 127 años. Esta es la
única vez, en toda la Biblia, que la edad de una mujer aparece registra-
da. Luego de que Abraham lloró a su esposa, va a los hititas para negociar
y comparar un sitio para su sepultura. Inicialmente, los hititas simplemen-
te querían darle cualquier parte de la tierra que él quisiese por causa del
gran respeto que sentían hacia él, pero Abraham insistió en pagar. Lo que
esta historia nos muestra no es solo el amor que Abraham sentía por su
esposa, sino el amor de Dios hacia Sara.

Usualmente se lee la historia de Abraham centrada primariamente


en él, dándole a Sara un rol mínimo. La realidad es que Dios hace Su
pacto con Abraham y Sara como matrimonio. Vemos esto, como se men-
cionó anteriormente, en el hecho de que Dios no aceptó el hijo que éste
tuvo con otra. El hijo de la promesa debía venir únicamente de Sara y de
Abraham, y éstos debían unirse para que la promesa comenzase a fructifi-
car. Esta es una verdad poderosa, y muestra, nuevamente, el deseo de
Dios de igualdad entre el hombre y la mujer. Abraham no lo entendió,
pero el anhelo del Señor era cambiar el entendimiento humano de la rela-
ción entre el hombre y la mujer. No fue que luego de Jesús cambió el co-
razón de Dios respecto a la igualdad entre los sexos. Sara es una figura
que muestra que Dios quiso la igualdad desde el comienzo. Él no ignoró a
Sara o la dejó de lado. En lugar de eso, la honró igualmente junto con
Abraham como su compañera de pacto, como la madre de naciones (Ver
Génesis 17:16). El Nuevo Testamento confirma esta perspectiva de Sara
en muchas partes. En Gálatas 4, Pablo honra a Sara usándola como una fi-
gura del nuevo pacto. Luego, en Hebreos 11, Sara es una de las pocas mu-
jeres incluidas en la lista de los héroes de la fe. Tenemos una tendencia
natural a minimizarla, pero Dios la pone junto a Abel, Noé, Abraham,
Isaac, Jacob y Moisés. Ella es la madre de la fe. Por último, en 1 Pedro 3,
Pedro les dice a las mujeres cristianas que imiten a Sara, y que sean hijas
como ella (Ver 1 Pedro 3:6). Ningún otro personaje femenino del Antiguo
Testamento fue exaltado con el mismo nivel de consideración que Sara.
No debemos menospreciar su importancia en la historia del pacto.

Luego de que Sara muere, la Biblia registra solo un evento signifi-


cativo antes de la muerte de Abraham. En Génesis 24, Abraham envía a
su siervo Eliezer a buscarle esposa a Isaac, quien estaba en mucho dolor
por la muerte de su madre. Eliezer encuentra a Rebeca y vuelve con ella, e
Isaac la amó y fue confortado luego de la muerte de su madre. Luego, en
Génesis 25, leemos la muerte de Abraham y el linaje de algunos de los
hijos de Ismael, como así también de los hijos de Isaac, Jacob y Esaú.
Este es el fin de la historia primaria que rodea el pacto abrahámico, a
pesar de que el canon continúa hasta el éxodo de los israelitas desde Egip-
to y el establecimiento del pacto mosaico. El énfasis principal de esta his-
toria del pacto entre Dios y Abraham es simplemente el caminar por fe.
Abraham comenzó oyendo la voz de Dios, caminó en pos de Sus prome-
sas, y obedeció lo que Él decía. No tuvo reglas, ni Ley, ni condiciones; él
simplemente caminó en fe y como le creyó a Dios, fue considerado justo.
Este entendimiento tan simple de la relación con Dios es el que el libro de
Romanos trata de señalarnos al hablar del nuevo pacto. Por esta causa, el
pacto abrahámico tiene más en común con el nuevo pacto que el pacto
mosaico. Es por esto que Hebreos 8:8-9 se refiere a que la promesa de
Dios de crear un nuevo pacto con Su pueblo no sería como el pacto que
había hecho con Sus ancestros que salieron de Egipto (Ver también Jere-
mías 31:31-32). El nuevo pacto no es como el pacto mosaico, es más
como el abrahámico. El nuevo pacto tiene que ver con caminar con Dios
por la fe, y con ser justos simplemente por causa de la fe en Dios. Esta es
la figura que obtenemos de Abraham.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Antes de que fuese dada la Ley, Dios lidiaba con la gente de


acuerdo a…¿qué cosa?

2. ¿Era Melquisedec un nombre o un título? ¿Qué significaba? (Ver


Hebreos 7:2).

3. Nombra los tres tipos de pacto.

4. ¿Dónde se menciona, en la Biblia, la frase “pacto de sal”?

5. Dios le dice a Su pueblo que circunciden a los infantes en el octa-


vo día porque en este día los bebés tienen más alto el nivel de…
¿qué cosa?

6. Solo se menciona la edad de una sola mujer en la Biblia. ¿Cuál era


su nombre y cuántos años tenía cuando murió?

PALABRAS CLAVE

Pacto de concesión Tárgums


Pacto de parentesco Tárgum de Jonathan
Pacto de paridad Tárgum de Jerusalén
Pacto de vasallaje Pacto de sal
Pacto de soberano
MATERIALES RELACIONADOS

H. Clay Trumbull, The Salt Covenant.

H. Clay Trumbull, The Blood Covenant.

H. Clay Trumbull, The Threshold Covenant.

S.I. McMillan, None of These Diseases.

Faisal Malick, The Destiny of Islam.

Paul Copan, Is God a Moral Monster?: Making Sense of the Old Cove-
nant God.

39
Hahn, Kinship By Covenant, 29
40
“Sarah, Sarai, Sara.” Elsdon C. Smith sugiere que Sarai puede haber
significado “contenciosa” o “enfadadiza”, pero fue cambiado a Sara, no
accidentalmente, por Dios mismo para que sea una señal de Su propósito.
Este nuevo nombre significaba “princesa, o fuente de naciones y reyes.”
41
H. Clay Trumbull estudió los pactos antiguos del Noreste y escribió
muchísimos libros sobre este tema: The Salt Covenant (El Pacto de Sal);
The Blood Covenant (El Pacto de Sangre); y The Threshold Covenant (El
Pacto Límite). Esto nos da una perspectiva de los diferentes tipos de pac-
tos durante ese momento histórico.
42 S.I. McMillan ha escrito un libro llamado None of These Diseases (Nin-

guna de Estas Enfermedades), en donde estudia la ciencia médica que hay


detrás de muchas de las leyes que Dios le dio a Israel.
43
Faisal Malick, un exmusulmán que es ahora un líder cristiano, ha escri-
to acerca de esto en su libro The Destiny of Islam in the End Times (El
Destino del Islam en los Últimos Tiempos)
44 Copan, Is God a Moral Monster? (¿Es Dios un Monstruo Moral?), 47.
Copan estudia esta historia en detalle, demostrando que el mandato en
realidad estaba formulado como una pregunta, dándole a Abraham la
oportunidad de decir que no.
CAPÍTULO DIEZ

EL PACTO MOSAICO PARTE


UNO
El pacto mosaico es un tema muy largo. Como muestra la tabla
que sigue, el pacto mosaico se divide en dos partes, no solo por su exten-
sión sino también por su contenido.

Estudio de los Pactos y los Cánones


Noético (Génesis 1 – 11)
Abrahámico (Génesis 12 – 50)
Mosaico Parte 1 (Éxodo 1 – 45; Números; Levítico)
Mosaico Parte 2 (Deuteronomio)

La primera parte del pacto mosaico es un pacto de parentesco o


paridad, pero la segunda parte es un pacto de vasallaje. En otras palabras,
el pacto de Dios con Moisés y la nación de Israel cambió con el tiempo.
La segunda parte será el tema de estudio del próximo capítulo. En este ca-
pítulo, vamos a examinar la primera parte del pacto mosaico, enfocándo-
nos primariamente en el libro de Éxodo.

Por causa de la extensión del canon que rodea este pacto, salteare-
mos Éxodo 1-18, incluyendo los primeros años de Moisés, las plagas, y el
escape de Egipto. Vamos a retomar la historia en el monte Sinaí, cuando
los israelitas cometen el peor error en la historia de su nación.

EL PEOR MOMENTO DE ISRAEL

El pacto de paridad registrado en Éxodo se desprende del peor


momento de Israel como nación. En Éxodo 19, los israelitas alcanzan el
pie del monte Sinaí, guiados por la nube de la presencia de Dios. En los
capítulos 19 y 20, Dios da la Ley a los israelitas. En los 2847 años de his-
toria humana anteriores, no existía la Ley. Luego de que la Ley fue dada,
pasaron alrededor de 1300 años hasta que Jesús vino. Hubo más de la
mitad del tiempo sin la ley, que con ella. Con el advenimiento de la Ley,
vino el drástico cambio que Pablo menciona en 2 Corintios 3:6: “el cual
asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la
letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.” En
otras palabras, cuando la letra de la Ley fue dada, trajo muerte. Por eso
encontramos un patrón de muerte y castigo luego de Éxodo 19 y 20 que
no existían anteriormente. Considera estos ejemplos:

Antes de que la Ley fuese dada:

• Éxodo 15:22-26: las quejas de los israelitas al comienzo de su


viaje no trajeron ningún castigo.

• Éxodo 16:1-15: las quejas de los israelitas respecto al maná y las


codornices no trajeron ningún castigo.

• Éxodo 16:27-30: la violación del Sábado trajo como resultado una


reprimenda.

• Éxodo 17:1-7: las quejas de los israelitas sobre el agua no trajeron


ningún castigo.

Luego de que la Ley fue dada en el monte Sinaí:

• Números 11:1-3: las quejas de los israelitas llevaron a la destruc-


ción con fuego.

• Números 11:33-34: las quejas de los israelitas acerca del maná y


las codornices llevaron a una plaga mortal.

• Números 15:32-36: la violación del Sábado resultó en muerte por


lapidación.

• Números 21:4-6: las quejas de los israelitas sobre la comida y el


agua trajeron como consecuencia que el Señor envíe serpientes ve-
nenosas sobre la gente.

En otras palabras, algo cambió radicalmente en el monte Sinaí con


la entrega de la Ley. Para entender lo que pasó, necesitamos comenzar
desde el principio, cuando Dios inició Su pacto con los israelitas.

Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, dicien-


do: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Is-
rael: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé
sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis
oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial
tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vo-
sotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son
las palabras que dirás a los hijos de Israel. (Éxodo 19:3-6)

Aquí, Dios comenzó el pacto con una maravillosa oferta, propo-


niéndoles un pacto de concesión. Él les prometió protección divina y el
privilegio de ser una nación de sacerdotes para Él. En otras palabras,
todos tendrían libre acceso a Dios. Esta era una oferta increíble. En el ver-
sículo 8, la gente sabiamente acepta esta oferta, diciendo: “Haremos todo
lo que el Señor ha dicho.”

Luego, en los versículos del 9 al 13, Dios le da a Moisés las ins-


trucciones mostrándole cómo debían prepararse para la ceremonia del
pacto. Les dijo que se consagren y se laven por tres días, ya que al tercer
día Dios descendería a la montaña en una densa nube. Les dijo que no de-
bían tocar la montaña o acercarse a ésta hasta que oyesen el largo sonido
de una bocina. Luego de este sonido, debían acercarse. Estaban invitados
a acercarse, pero solo después del tercer día. La gente hizo lo que Dios le
pidió. En los versículos 16-17, en la mañana del tercer día, una densa
nube descendió sobre la montaña, con relámpagos, truenos, y un fuerte
sonido de bocina. Todos en el campamento, temblaron. Moisés los guió a
encontrarse con Dios en el pie de la montaña. La historia continúa:

Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido


sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y
todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la boci-
na iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respon-
día con voz tronante. (Éxodo 19:18-19)

Este es el punto de la historia en donde necesitamos más informa-


ción. En Deuteronomio 5 vemos el detrás de escena de lo que sucedió
cuando la gente oyó a Dios hablar en Éxodo 19:19.

Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las


tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí,
todos los príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos, y dijis-
teis: He aquí Jehová nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su
grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos
visto que Jehová habla al hombre, y éste aún vive. Ahora, pues,
¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá;
si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos.
Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente
que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún
viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro
Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y
nosotros oiremos y haremos. (Deuteronomio 5:23-27)

La gente se asustó y le dijo a Moisés que ya no querían oír a Dios,


y que fuese él en nombre de todos para simplemente recibir las reglas que
obedecerían. Por causa de la mentalidad de esclavos, temieron, y sacrifi-
caron la relación pidiendo, en cambio, reglas. Ahora podemos entender el
resto de la historia en Éxodo 19.

Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del


monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés
subió. Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que
no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud
de ellos. Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acer-
can a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago. Moisés
dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú
nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo.
Y Jehová le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo;
mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a
Jehová, no sea que haga en ellos estrago. Entonces Moisés des-
cendió y se lo dijo al pueblo. (Éxodo 19:20-25)45

Podemos ver de esto que el Señor se ajustó al pedido de los israe-


litas. Por eso, en lugar de que toda la nación fuese a tener una relación
con Dios, solo Moisés y Aarón subieron para obtener las reglas.

Este fue el momento más trágico de Israel, porque cuando Dios


descendió y habló audiblemente a toda la nación en Éxodo 19:19, ellos
decidieron, incluso cuando ya habían oído su voz y habían vivido, que no
querían oírlo nunca más. En lugar de eso, escogieron a Moisés como in-
termediario por causa del temor producto de su mentalidad de esclavos.
Estaban tan aterrados por la majestuosidad de Dios que se presentó frente
a ellos, que eliminaron la posibilidad de una relación con Él. Dijeron,
“Tenemos miedo de morir en Su presencia”, incluso cuando Dios ya les
había demostrado que nadie moriría. Por eso, le pidieron a Moisés que ha-
blase con Dios para saber lo que Él quería, y ellos se limitarían a obede-
cer. Este fue un terrible punto de giro.

Es interesante notar que esta es la primera instancia en la Biblia


donde se registra que la gente estaba tan aterrada de Dios que eligieron
escaparse y rechazar la interacción con Él. Incluso Adán y Eva, quienes se
escondieron de Dios, vinieron ante Él cuando los llamó. No podemos
saber a ciencia cierta por qué los israelitas respondieron de esta manera a
Dios, como nunca nadie había hecho. Lo más probable es que, luego de
430 años de esclavitud, su perspectiva e imagen de Dios haya sido altera-
da, y simplemente no supieran quién era su padre. Los únicos dioses que
conocían eran los de Egipto, que luego fueron derrotados de una manera
muy dramática por el Dios de sus ancestros. Quizás esto pudo haber crea-
do preocupación y temor en los israelitas. Más allá de la razón de su
miedo, Dios intentó mostrarles que no debían estar atemorizados. Tal
como Dios había probado a Abraham con el mandamiento de sacrificar a
Isaac para mostrarle que Él era diferente de otros dioses, Dios también
probó a los israelitas aquí, así como Moisés les señaló en Éxodo 20:20.
Dios estaba probándolos para mostrarles cuál era Su verdadera identidad,
pero los israelitas se aferraron al espíritu de temor en lugar de permitir la
prueba y caminar hacia la nube, en donde Dios les iba a mostrar cuál era
Su verdadera apariencia.

Esto puede ser difícil de aceptar para algunas personas, pero en la


Escritura muchas veces Dios usa la ofensa. Jesús hizo cosas ofensivas
muchas veces en Su ministerio. Le dijo a un cojo que se levante y camine.
Hizo barro con saliva y lo untó sobre los ojos de un hombre ciego. Luego
le dijo al ciego que caminase a cierto estanque para que pudiese quitarse
el barro. Esto debió haber sido terriblemente ofensivo, pero el hombre su-
peró la ofensa que Jesús había hecho, y como resultado recibió sanidad.
El Señor usa estos abordajes ofensivos como pruebas, para ver si perseve-
ramos en la relación con Él, o si decidimos echarnos atrás por causa de la
misma. Esto es exactamente lo que Dios hizo con los israelitas, y, lamen-
tablemente, ellos decidieron que no querían relación. Habían visto a Dios
hacer cosas maravillosas. Había destruido a sus captores, abierto el mar
para que pudiesen pasar caminando sobre la tierra seca, los protegió de
los enemigos, le había dado a Miriam una extensa canción profética, los
había alimentado con codornices y maná, etc. Todas estas cosas eran sig-
nos que ya les habían mostrado qué clase de persona era Dios, y si debían
o no confiar en Él. Aun así, cuando Él probó su entendimiento para ver si
confiaban en Su carácter y Su verdad, fallaron rotundamente. Rechazaron
Su oferta de un pacto de concesión en donde cada persona sería un sacer-
dote, y eligieron a Moisés como mediador. En otras palabras, eligieron las
reglas por sobre la relación, e iniciaron un pacto de paridad o parentesco
en lugar del pacto de concesión que Dios les había propuesto.

DE PACTO DE CONCESIÓN A PACTO DE PARIDAD

Así es como, en el peor momento de Israel, cambiaron su pacto


con Dios de un pacto de concesión a un pacto de paridad. En Éxodo 19:3-
6, Dios propuso un pacto de concesión, pero en Éxodo 19:19 y en pasaje
paralelo de Deuteronomio 5:23-27, los israelitas respondieron a Dios en
temor y le pidieron a Moisés que sea el mediador (esto se reitera en
Éxodo 20:18-19). Inmediatamente a esto, sigue el otorgamiento de los
Diez Mandamientos, en una ceremonia de un pacto de paridad. A diferen-
cia de lo registrado en Éxodo 20, mostrando que Dios quería hacer de
todos sacerdotes, una nación santa, un especial tesoro, se registra una ce-
remonia de un pacto de paridad. Cualquier persona del mundo antiguo
que hubiese leído lo sucedido, hubiese entendido el cambio de la ceremo-
nia de un pacto de concesión a uno de paridad.

Esta es la manera en la que una ceremonia normal de un pacto de


paridad se desarrollaba: si dos grupos de personas querían hacer un pacto,
se ponían de acuerdo, como iguales. Juntos, harían una lista de reglas que
ambos grupos debían obedecer. Esta lista de reglas sería el cuerpo del
pacto que acordarían. Esto es lo que sucedió en la historia de los Diez
Mandamientos.

No obstante, nuestras ideas modernas de los Diez Mandamientos


se han convertido en un velo que nos impiden entender lo que en verdad
eran. Generalmente, nos imaginamos dos tablas redondeadas hechas de
piedra con los mandamientos numerados con números romanos, cinco en
una tabla y cinco en otra. Pero, en el mundo antiguo, esto se hubiese con-
siderado un gran desperdicio de materiales. En lugar de eso, las tablas
eran rectangulares, con los mandamientos del 1 al 5 al frente, y del 6 al 10
en el revés. Es en Éxodo 32:15 cuando se nos dice que las tablas estabas
inscriptas en ambos lados: “Y volvió Moisés y descendió del monte, tra-
yendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por
ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas.” En otras palabras, en
ambas tabletas estaban los Diez Mandamientos.
La segunda tableta era una copia, un duplicado, lo que era una
práctica normal en el mundo antiguo (como lo es al día de hoy). De esta
manera, cuando las dos partes se reunían para hacer la lista de reglas que
compondrían el pacto, cada parte se podía llevar consigo una de las copias
del acuerdo del pacto. Esta era una práctica normal en una ceremonia de
pacto de paridad.
Cuando los delegados de las naciones que habían hecho pacto vol-
vían a sus pueblos, llevaban las copias del pacto al templo o tabernáculo,
en donde lo ponían dentro de una caja llamada “arca”. Israel no fue la pri-
mer nación en tener un arca; esto era una práctica común en esos tiempos.
Era únicamente utilizada para contener las copias de los acuerdos del
pacto. Por eso, era llamada “el arca del pacto.”
En el diagrama anterior, vemos al delegado 1 volviendo a su tribu
y colocando la tableta en el arca de su dios (dios 1). El delegado 2 hace lo
mismo, colocando la tableta en el arca de su dios (dios 2). El entendi-
miento era el siguiente: si la tribu 1 viola el pacto con la tribu 2, el dios de
la tribu 1 los castigaría por la violación. En otras palabras, su propio dios
los castigaría por violar el pacto, porque era el dios en quien creían, y no
creían en el dios de la otra tribu. Por lo tanto, cuando estas tribus hacían
un pacto de paridad, ellos prácticamente acordaban: “Si violamos nuestro
pacto con ustedes, entonces nuestro propio dios nos castigará.” Este era el
concepto normal de un pacto de paridad, pero en el caso de Israel y Dios,
no funcionó de la misma manera. Esto se debe a que, como muestra el si-
guiente diagrama, Dios se estaba representando a Sí mismo.
Del lado derecho, Dios estaba solo. No tenía un pueblo o tribu, ni
ningún Dios sobre Sí mismo. No tenía un templo para guardar Su copia
de la tableta. Por eso, cuando el Señor va al encuentro con Moisés y éste
le comunica el deseo de Israel de tener un pacto de paridad, Moisés guar-
da ambas copias de las tablas del pacto. Israel tenía que construir un ta-
bernáculo, y Dios les dice cómo debían hacerlo porque nunca antes ha-
bían tenido uno. Eran una nación de exesclavos que nunca antes habían
tenido una religión. Todo esto puso a Dios en una posición bastante extra-
ña, porque no había ninguno sobre Él para asegurarse de que Él mantuvie-
se Su palabra, y es por esto que se dice de Él, “has engrandecido Tu nom-
bre, y Tu palabra sobre todas las cosas” (Salmos 138:2b). En otras pala-
bras, Él eligió ponerse a Sí mismo bajo Su Palabra como una promesa de
que Él cumpliría Su pacto, sin importar qué.

COMPAÑERO Y CASTIGADOR

La parte más incómoda del arreglo era que Dios tenía que cumplir
los roles del dios 1 y del dios 2 en la ecuación. Él era aquel que estaba ha-
ciendo el pacto, poniéndose a Sí mismo como garante de cumplir Su Pala-
bra, pero también debía ser el garante de Israel, su compañero de pacto,
para asegurarse de que también lo cumpliese. Esto lo puso en una posi-
ción horrible como el castigador de Su compañero de pacto, cuando éste
violaba la Ley. Es importante para nosotros entender que esta no era la
idea de Dios sino la de Israel. A través de este pacto de paridad propuesto
por los israelitas, se puso a Dios en una posición que Él nunca quiso, for-
zándolo a castigarlos.

Dios quería una nación de sacerdotes que tuvieran un acceso di-


recto a Él y lo representaran en el resto del mundo. Él quería un especial
tesoro y una nación santa. En lugar de eso, le pidieron este arreglo de pa-
ridad, que se parecía más a lo que habían visto en Egipto. Realmente, el
pacto de concesión tenía demasiadas bendiciones para que la gente con
mentalidad de esclavos lo comprendiese o aceptara. Por eso, eligieron un
pacto de paridad que inicialmente sonaba como algo que suponía igual-
dad, pero que luego se comprobó que estaba destinado a fallar. Incluso
cuando Dios reconoció que esto era una mala idea, Él acordó hacerlo a la
manera de los israelitas.

Este es el pacto con el que vivieron por cuarenta años, mientras


estuvieron en el desierto. Estaba compuesto por los Diez Mandamientos,
como así también las instrucciones para construir el tabernáculo, el arca, y
los elementos para el tabernáculo. También incluía una guía que le mos-
traba a los sacerdotes la manera en que debían tomar cuidado del taber-
náculo. Dios solamente les dio estas instrucciones básicas. Pero incluso
los simples Diez Mandamientos ponían a Dios en una posición en donde
Él tenía que castigar a Israel cada vez que violaban el pacto, lo que suce-
día muy frecuentemente. Esto explica la diferencia entre las respuestas de
Dios antes y después del monte Sinaí ante las quejas de Israel. Antes del
Sinaí, Dios los corregía sigilosamente, porque Él anhelaba que se convir-
tiesen en una nación de sacerdotes; pero después del Sinaí, estuvo forzado
por el pacto a castigarlos por violar la Ley. Esta fue una situación horrible
para el Señor.

El otro aspecto del pacto de paridad es que puso a Dios en conflic-


to con todos los enemigos de Israel. Él ahora estaba obligado por el pacto
a hacer llover juicio contra los cananeos, hititas, ferezeos, y cualquier otro
pueblo que estuviese en contra de Israel. Bajo un pacto de concesión, Él
no hubiese tenido que hacer esto porque Su gente hubiese sido sacerdote
para representarlo a Él ante la humanidad. Pero bajo el pacto de paridad
en el que estaban, Dios era el compañero de Israel y debía unírsele y pe-
lear en contra de los enemigos de Israel, algo que Él nunca quiso.
En otras palabras, Dios no solo tuvo que ser el castigador que
nunca quiso, sino que también tenía que ser un aliado en las peleas que Él
nunca deseó o eligió. Es por esto que 2 Corintios 3-4 Pablo dice que el
pacto mosaico, o el antiguo pacto, puso un velo sobre Dios. Solo en Cris-
to el velo es quitado. Es por esta causa que el pacto de concesión que
Dios ofreció en Éxodo 19 vino de Su corazón, mientras que el pacto de
paridad de la Ley provino del corazón de la gente. Ese pacto no lo repre-
sentaba ni a Él ni a Su corazón en torno a la humanidad. No presentaba
Sus intereses o Sus deseos para el planeta. Por eso, el pacto de paridad y
la Ley pusieron un velo sobre Dios, disfrazando los verdaderos deseos de
Su corazón. Como resultado, por los siguientes 1300 años, la gente estuvo
confundida respecto a Dios. Muchos aún lo están, porque miran hacia la
Ley, lo que oscurece la imagen real del Padre.

Esto es lo que debemos recordar: la Ley es un velo. Es algo que


Dios nunca pidió o deseó, y no vino de Su corazón. Pero incluso en la
Ley, Dios hizo lo mejor que pudo para mostrar Su corazón. Por ejemplo,
los israelitas recién habían salido de la esclavitud de Egipto, en donde ha-
cían ladrillos bajo circunstancias muy difíciles, siete días a la semana. No
tenían descanso. Por eso, en el medio de los Diez Mandamientos, Dios in-
cluyó un día para que lo tuviesen libre del trabajo y se dediquen solamen-
te a descansar. En otras palabras, Él estaba tratando de inyectar Su cora-
zón incluso en este arreglo horrible, pero Su gente no podía verlo. Es por
eso que en lugar de tomar el Sábado como una bendición, se les volvió
una carga agobiante. Es por esto que Jesús, reflejando lo que la gente
había hecho con el Sábado, dijo: “También les dijo: El día de reposo fue
hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de repo-
so.” (Marcos 2:27)

Encontramos otra muestra del corazón de Dios en Éxodo 23:28-


30, cuando Él le dice a Moisés Sus planes de vaciar la Tierra Prometida
para que los israelitas pudiesen poseerla:

Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cana-


neo y al heteo, de delante de ti. No los echaré de delante de ti en
un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten con-
tra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré de delante de
ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

En otras palabras, Él iba a usar las fuerzas naturales (no la guerra)


para echarlos fuera. Él iba a causar que se fuesen por sus propios medios
en lugar de hacer que Israel los atacase para preservar muchas vidas, tanto
de Israel como de las otras naciones. No obstante, y desafortunadamente,
la gente que había sido echada por causas naturales comenzó a atacar a Is-
rael, lo que llevó a un ataque en respuesta y demandó la intervención del
Señor para salvar a Israel. Más tarde, en el libro de Josué, la situación
había cambiado, lo que discutiremos luego cuando hablemos sobre Deute-
ronomio. Pero inicialmente, el plan de Dios no era hacer la guerra.

Es también interesante notar que luego de que Dios le habló los


Diez Mandamientos audiblemente a la nación, en la ceremonia de pari-
dad, fue la última vez en la que Dios habló de esta manera a un grupo de
personas en el Antiguo Testamento. Dios dejó de hablar corporativamente
porque la gente había pedido un mediador, así que desde entonces, Él solo
le habló a Moisés. Es por esto que, inmediatamente después de que los
Diez Mandamientos fueron otorgados, Moisés se dirige a la oscura y
densa nube en donde Dios estaba, para hablar con Él y recibir más man-
damientos para la gente (Ver Éxodo 20:21). Esta fue la transición oficial
del deseo original de Dios, al deseo de la gente de tener un mediador entre
ellos y el Señor. Desde entonces, la voz audible no volvió a escucharse
corporativamente hasta Jesús. Moisés estuvo en la nube por cuarenta días
recibiendo las instrucciones de Dios. Cuando volvió a la gente, descubrió
que habían hecho un becerro de oro.

EL BECERRO DE ORO

Mientras Moisés estuvo en la montaña hablando con Dios, dejó a


Aarón a cargo. Luego de un tiempo, la gente empezó a razonar: “No sa-
bemos lo que ha pasado con Moisés. Probablemente esté muerto. Hagá-
monos un dios.” Acababan de oír a Dios audiblemente hablar con ellos y
darles los Diez Mandamientos, incluyendo el mandamiento en contra de
los ídolos, pero casi inmediatamente después se hacen uno. Menos de
cuarenta días después del pacto, la gente ya había violado los primeros
dos mandamientos. Claramente, el pacto de paridad no iba a funcionar
muy bien para ellos. En una violación directa al pacto, la gente hace que
Aarón le construya un becerro de oro para ellos.

Cambiaron al creador del universo por un pequeño becerro dorado


del tamaño de un becerro real. Algunos se han imaginado esta figura
como una estatua enorme, pero esto no es lo que el texto nos muestra. El
mismo dice que Aarón hizo un becerro de un molde y que lo moldeó con
una herramienta (ver Éxodo 32:4). Esto nos muestra que la figura necesitó
ser lo suficientemente pequeña como para poder hacer un molde para ella.
Esta imagen es obviamente muy inferior al Dios que los había sacado de
Egipto, pero ellos estaban dispuestos a atribuirle el milagroso escape a
este becerro: “Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te saca-
ron de la tierra de Egipto.” (Éxodo 32:4). Le dieron al becerro el crédito
por lo que Dios había hecho.

Luego, después de que el becerro fue construido, adoraron en la


manera que habían aprendido en Egipto:

Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y pre-


sentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber,
y se levantó a regocijarse. (Éxodo 32:6)

Muchas versiones de la Biblia traducen la última frase como “re-


gocijarse” o “alegrarse”, pero lo que estaba pasando aquí era algo mucho
más serio. Lo que la gente estaba ofreciendo, en realidad, eran orgías. De
esta manera, la gente entró en una ceremonia de un sacrificio pagano, in-
cluyendo sacrificios a este ídolo y participando en prácticas sexuales a
modo de ofrenda. Los traductores realmente han usado palabras muy sua-
ves para presentar la grave situación de Éxodo 32:6. Esto es importante
porque ayuda a entender la severidad del juicio de Dios contra ellos.

Luego de que Dios le dice a Moisés lo que la gente había hecho,


Él dice:

Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por


cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se en-
cienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación
grande. (Éxodo 32:9-10)

De acuerdo al pacto que la gente había escogido, este hubiese sido


el castigo merecido. Dios estaba listo para cumplirlo, porque el pacto de
paridad no estaba funcionando. No obstante, Moisés hizo algo extraordi-
nario:

Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh


Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú
sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?
¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó,
para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la
tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal
contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus
siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo
multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y
daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y
la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se arre-
pintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo. (Éxodo
32:11-14)

Aquí Moisés suplicó a Dios en base al pacto de concesión con


Abraham, no a Su pacto de paridad con Israel. El pacto de paridad hubie-
se supuesto una gran razón para matarlos a todos inmediatamente, así que
Moisés apeló a las promesas de Dios hacia Abraham, Isaac y Jacob, y
hacia la descendencia que tendrían. Se aferró al pacto de concesión que
tuvo en un tiempo anterior para que Dios mostrase misericordia hacia el
pacto de paridad. Dios estuvo de acuerdo con Moisés y decidió no des-
truir a la nación, pero sí a aquellos que estuvieron involucrados en el culto
a los ídolos. Cuando Moisés descendió de la montaña, destruyó las table-
tas del pacto que Dios había escrito para él. Luego:

Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada


uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta
por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su
amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al
dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil
hombres. Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a
Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su her-
mano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros. (Éxodo
32:27-29)

El mandamiento de matar suena muy arbitrario a menos que uno


recuerde la orgía que estaba tomando lugar. Entonces cuando Moisés libe-
ró a los levitas para matar, éstos mataron a aquellos involucrados en la
adoración y en la orgía para los ídolos.46 Esto terminó arrojando un total
de 3000 personas. En el mismo día en que la Ley fue finalizada a través
de la escritura de las tabletas, tres mil personas murieron. En contraste, en
el día de Pentecostés, cuando el Espíritu del Señor fue dado, 3000 perso-
nas fueron salvas. Es por esto que el apóstol Pablo escribió: “La letra
mata, pero el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6). Este es el contraste entre
el antiguo pacto y el nuevo pacto, entre el pacto que las personas desearon
y el pacto que Dios deseaba.

EL RESULTADO

Ahora que los adoradores de ídolos había sido destruidos, Dios


tuvo que decidir lo que seguía. ¿Cómo podía manejar este pacto de pari-
dad de la mejor manera posible? Por eso le dice a Moisés:

Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sa-


caste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham,
Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré; y yo enviaré
delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al
heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche
y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de
dura cerviz, no sea que te consuma en el camino. (Éxodo 33:1-3)

En otras palabras, Él estaba diciendo: “Mantendré Mi pacto, pero


Yo voy a tomar un paso al costado aquí y en cambio voy enviar al ángel
con ustedes, porque son tan testarudos que quizás termine matándolos a
todos.” Esto quizás suene duro, pero era la valoración de Dios respecto a
la situación y a la incapacidad de los israelitas de ser buenos compañeros
de pacto. De esta manera, Él estaba tratando de ser misericordioso con
ellos, a pesar de la traición que habían cometido. Esto era serio, y causó
que los israelitas se lamentasen y llevasen luto. Luego, Moisés tomó una
tienda y la ubicó en las afueras del campamento como un lugar en donde
la gente pudiese encontrarse con el Señor. Luego Dios vino a él en un
pilar de nube y habló con él cara a cara, como un amigo. Moisés habló
con el Señor acerca de la situación, pidiéndole que fuese con ellos. Le
rogó a Dios que reconsidere la situación y que siguiese con ellos, basán-
dose en el hecho de que él había hallado favor ante Sus ojos y que lo co-
nocía por nombre. El Señor estuvo de acuerdo con su pedido.

Luego Moisés le pide al Señor que le muestre Su gloria. Este es un


pasaje muy conocido, pero muchas veces se pasan por alto algunos deta-
lles. Cuando Moisés le pide a Dios que le muestre Su gloria, aún estaban
juntos en la tienda de reunión. Moisés aún no estaba en la montaña, en
donde Dios lo escondió en la hendidura de una roca. En respuesta al pedi-
do de Moisés, Dios dice:
Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre
la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura
de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Des-
pués apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi
rostro. (Éxodo 33:21-23)

Esta era una promesa de Dios para Moisés, que aún no se había
cumplido. Inmediatamente después, Dios le dice a Moisés que prepare
dos tablas de piedra como las que había roto, para que Él pudiese escribir
los mandamientos otra vez. Entonces, la primera vez Dios preparó las ta-
bletas y escribió en ellas, y la segunda vez, Moisés prepara las tabletas
pero Dios las escribe. Moisés hizo tal como Dios le dijo que hiciese, y
lleva las tabletas hacia la montaña para el Señor. Allí, Dios pasó frente a
él, como prometió:

Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando


el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, procla-
mó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo
para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda mise-
ricordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pe-
cado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que
visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos
de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moi-
sés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. Y dijo:
Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el
Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz;
y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu
heredad. (Éxodo 34:5-9)

En los siguientes cuarenta días, Moisés nuevamente recibió todas


las instrucciones del Señor para la gente en torno al tabernáculo, la consa-
gración de los sacerdotes, los festivales, etc. Cuando descendió a las per-
sonas, habían pasado ochenta días desde que el pacto de paridad fue crea-
do. El resto de Éxodo dice cómo comenzaron a caminar en las instruccio-
nes de Dios. De Éxodo 35 al 37, juntan los materiales y comienzan a
construir el arca, el tabernáculo, la tabla, el altar del incienso, y el cande-
lero. De Éxodo 38 al 39, hacen los adornos sacerdotales y construyen el
lavabo. Éxodo 22 al 30 da las instrucciones para estos ítems, y ahora los
israelitas las estaban siguiendo. Para Éxodo 40, todo estaba terminado y el
tabernáculo estaba acomodado de acuerdo a las instrucciones de Dios.
Luego de esto:
Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria
de Jehová llenó el tabernáculo. Y no podía Moisés entrar en el ta-
bernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria
de Jehová lo llenaba. Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo,
los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; pero si la
nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alza-
ba. Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo,
y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Is-
rael, en todas sus jornadas. (Éxodo 40:34-38)

Aquí vemos que los israelitas sabían que la presencia del Señor es-
taba ahí, con ellos, y sabían que Dios estaba con Moisés. Tenían una
prueba tangible de Su presencia, pero habían rechazado la relación y Él ya
no interactuaba con ellos personalmente. A pesar de que podían ver la
presencia de Dios con sus ojos, eligieron escoger la distancia. Este fue el
trágico punto de giro en la historia de Israel, y las cosas solo empeoran
desde entonces. Cuando apartaron a Dios, todo comenzó a declinar. No
podemos saber a ciencia cierta qué hubiese pasado si Israel hubiese acep-
tado el pacto de concesión que Él había propuesto. Si el Señor iba a crear
un sacerdocio divino, como dijo en Éxodo 19:6, todo indicaría que Él hu-
biese inaugurado lo que nosotros conocemos como nuevo pacto allí
mismo, en el monte Sinaí. Obviamente, Dios hubiese tenido que hacer
algo respecto al nuevo nacimiento de la gente, pero si hubiesen aceptado
Su pacto de concesión, Él seguramente hubiese tenido un plan respecto a
cómo restaurar sus identidades de pecadores. En lugar de eso, la Ley fue
creada y perduró por 1300 años.

HACIA LA TIERRA PROMETIDA

Luego de Éxodo viene el libro de Levítico, que es una guía para el


sacerdocio, para que éstos supiesen cómo manejar el tabernáculo de Dios
que Moisés acababa de establecer. Levítico también incluye instrucciones
respecto a qué animales eran considerados limpios o inmundos para
comer.47 Esta lista de animales inmundos no era algo únicamente perti-
nente a Israel o a los patriarcas, sino que era una creencia común en las
personas que vivían en el mundo antiguo. Si podemos ubicar la Biblia
dentro de la cultura en donde fue escrita, tendrá mucho más sentido. Por
ejemplo, el concepto de animales limpios e inmundos era muy conocido,
y se originó en los días de Noé (dado que él supo dividir a los animales
entre limpios e inmundos). Para decirlo simplemente, los animales que se
alimentaban de la basura eran considerados inmundos, y el resto de los
animales eran limpios. Esto nos muestra que este concepto no se originó
con la Ley, y que la intención de Dios nunca fue ser restrictivo sino pro-
tector. Él estaba afirmando el entendimiento de esos días de que los ani-
males que se alimentaban de la basura eran, verdaderamente, inmundos
(no aptos para ser consumidos), y que debían ser evitados. A pesar de que
esta gente del mundo antiguo no tenía un entendimiento científico de los
animales saludables, como lo tenemos nosotros, la dieta que Dios les dio
era muy sana.48

La línea de tiempo de los israelitas se resume en el libro de Núme-


ros, que comienza con un censo. Luego leemos de los israelitas celebran-
do las primeras Pascuas, lo que significaba que habían estado al pie del
monte Sinaí por un año. En Números 10, comienzan su viaje desde el
monte Sinaí hacia la Tierra Prometida. En Números 11, la gente se queja
respecto al maná, entonces Dios envía codornices, pero con la queja vino
también una plaga. Como se mencionó previamente, esto era porque
ahora estaban viviendo bajo el pacto de paridad que ellos habían pedido.
En Números 12, Miriam y Aarón se revelan contra Moisés, y como resul-
tado, el Señor vuelve leprosa a la mujer. No obstante, Miriam fue sanada
a través de la intercesión de Moisés.

En Números 13, Dios le dice a Moisés que envíe doce espías a la


Tierra Prometida: “Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Ca-
naán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres en-
viaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos.” (Números 13:2). El con-
cepto aquí es que uno de los compañeros del pacto le estaba pidiendo al
otro que envíe a un equipo a mirar la tierra que el primer compañero esta-
ba a punto de darle al segundo. En otras palabras, Dios no les pidió que
fuesen a evaluar si podían tomar la tierra o no; simplemente les pidió que
fuesen a mirarla. Así es como Moisés les da esta orden a los doce espías:

Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, dicién-


doles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, y observad la
tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si
poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala;
y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas
fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay
árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiem-
po de las primeras uvas. (Números 13:17-20)
Dios ya había prometido darles la tierra, pero aun así diez de los
doce líderes malentendieron la misión y pensaron que debían obtener la
tierra por sus propios medios. Por eso, se centraron en los gigantes de la
tierra, y, al final de los cuarenta días, volvieron con gran temor, desperdi-
gando un reporte desfavorable respecto a la Tierra Prometida por todo el
campamento. Solo Caleb y Josué tuvieron un reporte positivo. Como re-
sultado, en Números 14:1-10, la gente planea una conspiración para matar
a los líderes y volver a Egipto. Esto era algo ridículo, sobre todo conside-
rando cuántas pruebas Dios les había dado desde que habían salido de
Egipto. Todos los días Él les daba comida del cielo. Más de un año des-
pués, Su nube seguía estando en el tabernáculo de reunión. Además,
cuando Moisés se encontraba con Él, su rostro comenzaba a brillar por
causa de la gloria de Dios. Pero a pesar de esta revelación de la gloria y
del poder de Dios, ¡los israelitas se preocupan tanto por causa de los gi-
gantes que querían matar a Moisés y regresar a la esclavitud de Egipto!
No es de sorprender que Dios amenace con matarlos a todos y comenzar
todo de cero con Moisés, como ya había considerado hacer en Éxodo 32 y
33.

Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pue-


blo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he
hecho en medio de ellos? Yo los heriré de mortandad y los des-
truiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que
ellos. (Números 14:11-12)

Una vez más, Moisés interviene, diciendo:

Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios,


porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder; y
lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú,
oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara apa-
recías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día
ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna
de fuego; y que has hecho morir a este pueblo como a un solo
hombre; y las gentes que hubieren oído tu fama hablarán, dicien-
do: Por cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de
la cual les había jurado, los mató en el desierto. Ahora, pues, yo
te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablas-
te, diciendo: Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia,
que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo
tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los pa-
dres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Perdo-
na ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu mi-
sericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto
hasta aquí. (Números 14:13-19)

Aquí Moisés apeló no solo a la reputación que tendría Dios con


las otras naciones, sino también a Su amor. A pesar de que la gente había
amenazado con pecar al planificar matar a los líderes y volver a Egipto,
Moisés le pide a Dios que los perdone nuevamente y continuase con el
plan. Como tenían un pacto de paridad, Dios tenía todo derecho a des-
truirlos, basándose en la rebelión en contra del pacto, pero Moisés apela a
Su naturaleza de perdón. Es por esto que vemos a Dios extender Su per-
dón y Su gran amor sobre gente que ni lo merecía, ni lo apreciaba. Como
compañero de Su pacto, Israel era terrible, pero Dios continuó perdonán-
dolos. En lugar de destruirlos, Dios decide castigarlos causando que
deambulen en el desierto por cuarenta años antes de entrar a la Tierra Pro-
metida. Por cada día que los espías habían estado en la tierra, la gente ten-
dría que deambular por un año en el desierto (Ver Números 14:34). Los
diez espías que habían dado reportes negativos, fueron asesinados inme-
diatamente. Aun así, los cuarenta años en el desierto eran, en realidad, una
sentencia de muerte, como Dios revela en Números 14:29-30:

En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los


que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los
cuales han murmurado contra mí. Vosotros a la verdad no entra-
réis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría ha-
bitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo
de Nun.

Para el final de los cuarenta años, Israel estaba compuesta de una


nueva generación, la que finalmente entró en la Tierra Prometida.

LOS CUARENTA AÑOS

Por esta misma razón, Israel tuvo que estar cuarenta años cami-
nando en el desierto cuando podrían haberlo cruzado en aproximadamente
once días. Para el final de los cuarenta años, los de veinte años tendrían
sesenta, y todos aquellos con mentalidad de esclavos de la generación an-
terior estarían muertos, excepto por Josué y Caleb. Esto marca otro cam-
bio muy significativo en la historia y en la manera de pensar israelita.
Antes, cuando se habían rebelado contra Dios, incluso bajo el pacto de
paridad, Él había respondido primariamente con misericordia, solo casti-
gando a aquellos directamente responsables de la rebelión. Ahora la gene-
ración completa debía pagar las consecuencias, y habían aprendido el sig-
nificado de las palabras de Dios: “Cuarenta años llevarán a cuestas su
maldad, y sabrán lo que es tenerme por enemigo” (Números 14:34. NVI).
Luego de perdonarlos una y otra vez, Dios se había dado por vencido con
esa generación. Esta es la primer experiencia como esta en la historia de
Israel.

Aquí es importante mencionar que el Antiguo Testamento no nos


da la misma claridad respecto al cielo y al infierno como lo da el Nuevo
Testamento, y esta historia no dice que la generación entera se fue al in-
fierno. En lugar de eso, simplemente dice que Dios los hizo a un lado por-
que no podía seguir trabajando con ellos, y por eso esperaría a la siguiente
generación para cumplir Su promesa. Cuando los israelitas establecieron
el sistema de sacrificios, durante sus años en el desierto, creían que el Me-
sías vendría en el futuro, y el hecho de que fueron excluidos de la Tierra
Prometida en la tierra no quiere decir necesariamente que fueron exclui-
dos del cielo. Incluso a Moisés no se le permitió entrar a la Tierra Prome-
tida.

Números desde el capítulo 15 al 36 contiene la historia del viaje


de los cuarenta años. Durante este tiempo, los cananeos comenzaron a
venir al desierto para atacar a Israel, lo que significó que Dios tuvo que
defenderlos como su compañero de pacto. En Éxodo 23, Dios había pro-
metido echar a los cananeos a través de causas naturales, y esto es lo que
Él hubiese hecho si los espías no hubiesen esparcido un reporte negativo.
Ahora, los israelitas estaban atrapados en una deambulación sin sentido
en el desierto por cuarenta años, y durante este tiempo, los cananeos se
volvieron agresivos en torno a ellos. Esto estableció un escenario entre los
israelitas y cananeos que se resolvería en la conquista de la tierra de Ca-
naán años después. No obstante, esta no era la intención original de Dios.
Cuando los israelitas llegaron al final de los cuarenta años, experimenta-
ron otro cambio significativo en el pacto. El mismo pasó de ser un pacto
de paridad a un pacto de vasallaje, lo que analizaremos en el próximo ca-
pítulo.

PREGUNTAS DE REPASO
1. “La letra _____________ pero el Espíritu ________________”
(2 Corintios 3:6)

2. ¿Cuál fue el peor momento en la historia de Israel?

3. En el mundo antiguo del Noroeste, ¿quién era considerado un sa-


cerdote en cada casa?

4. Moisés apeló a la misericordia de Dios hacia Israel apoyándose en


un pacto anterior…¿Cuál era ese pacto y quién era su compañero
de pacto?

MATERIAL RELACIONADO

Mary Douglas, Purity and Danger.

Jordan S. Rubin, The Maker’s Diet.

45 Aquí es importante señalar que cuando Dios menciona a los sacerdotes,


no se está refiriendo a los sacerdotes que vinieron después de la Ley, por-
que la Ley no había sido dada aún. En lugar de eso, se está refiriendo al
entendimiento que había en el antiguo Noroeste, en donde el miembro
varón más viejo de cada casa era automáticamente el sacerdote de esa fa-
milia. Así era como el sistema de patriarcado funcionaba. Así que, cuando
Dios se refiere a los sacerdotes en este pasaje, se estaba refiriendo a las
cabezas de las casas, asegurándose de que conocieran que el mandamien-
to de la consagración también aplicaba para ellos.
46
Edersheim, Bible History: Old Testament, 218.
47
El libro de Mary Douglas, Purity and Danger, es un libro de antropolo-
gía que analiza a las civilizaciones antiguas y los conceptos de los ritua-
les, los animales inmundos, y otros factores pertinentes a nuestro entendi-
miento del mundo antiguo.
48 Rubin, The Maker’s Diet.
CAPÍTULO ONCE

EL PACTO MOSAICO PARTE


DOS
Como mencioné en el capítulo anterior, el libro de Deuteronomio
marca un cambio en el pacto mosaico, de un pacto de paridad a un pacto
de vasallaje. Por eso, el libro comienza con la proclamación de Moisés a
los israelitas en el primer día del mes once del año cuarenta en el desierto.
Ahora que los cuarenta años estaban terminando, era tiempo para el Libro
de la Ley, también conocido como Deuteronomio. Hasta entonces, las
leyes primordiales que los israelitas tenían eran aquellas mencionadas en
Éxodo y Levítico, que hablaban respecto a qué comer, cómo manejar las
enfermedades, las funciones de los levitas y sacerdotes, etc. Moisés ahora
tenía 120 años, y estaba listo para morir. No le fue permitido entrar a la
Tierra Prometida, y por eso necesitó pasarle el liderazgo de la nación a
Josué. Hacer eso dentro de un pacto de paridad, requería una renovación
del pacto. Moisés, en representación de Israel, y Dios, eran compañeros
de pacto. Ahora que Moisés estaba listo para morir, Dios estaba pronto a
perder a su compañero. Es por esto que Israel tuvo que suplirse de un
nuevo representante, Josué. La entrada en escena de este nuevo compañe-
ro requirió una renovación del pacto, lo que también necesitó un informe
de cómo el pacto había funcionado hasta el momento.

DE UN PACTO DE PARIDAD A UN PACTO DE VASALLAJE

Si dos reyes estaban juntos en un pacto de paridad, pero uno de


ellos era un compañero de pacto horrible, cuando ese rey moría se hacía
una renovación del pacto con su sucesor. El otro rey sería el que pediría
un cambio en el pacto, dado que anterior no había funcionado bien. No
podía cambiarlo mientras estuviese aún en un pacto con el primer rey,
pero cuando su sucesor entraba en escena, entonces podía hacerlo. Esto es
exactamente lo que pasó entre Dios y Josué. Mientras Dios estaba en un
pacto con Moisés, no podía cambiarlo, y es por esta razón que Él nunca
amenazó con destruir a Moisés junto con el pueblo. Él era su compañero
de pacto. Si Dios hubiese destruido la nación, Él hubiese podido comen-
zar de nuevo con Moisés.

No obstante, cuando Josué entra en escena, Dios instituye un


nuevo pacto con él en el libro de Deuteronomio, en donde el pacto fue ba-
jado de categoría a uno de vasallaje. Mientras que un pacto de paridad se
daba entre dos iguales, un pacto de vasallaje se daba entre un gran rey y
un rey de menor importancia. En otras palabras, entre personas que no es-
taban en situación de igualdad. Encontramos la prueba de que Deuterono-
mio es un pacto de vasallaje en su estructura, que se separa en las mismas
cinco partes usadas en los pactos de vasallaje, como era costumbre en el
mundo antiguo.49 Así es cómo las cinco partes de un pacto de vasallaje se
cumplen en el libro de Deuteronomio:

1. El Preámbulo: Deuteronomio 1:1-5

Cada uno de estos pactos de vasallaje y sus arreglos comenzaban


con un preámbulo que indicaba la fecha cuando el pacto tuvo lugar, y
quién era el mediador del pacto. Servía como una introducción.

2. Prólogo Histórico: Deuteronomio 1-4

A continuación sigue la historia del pacto, o la historia de cómo


los dos compañeros habían caminado juntos en el pacto anterior, inclu-
yendo si alguno de los mismos había faltado al pacto.

3. Estipulaciones/Obligaciones: Deuteronomio 5-26

Esta sección enlista lo que era requerido para vivir dentro del
pacto de vasallaje. Siempre era la parte más larga de las cinco que compo-
nían al pacto. Es por esto que Deuteronomio contiene capítulos y capítu-
los llenos de reglas. Estas son las estipulaciones del pacto.

4. Sanciones Finales/Ratificación del Pacto: Deuteronomio 27-30

Este es el arreglo del pacto, en donde el rey menor llega a un acuerdo


con las estipulaciones del rey mayor.

5. Continuidad del Pacto/Sucesión de la Dinastía: Deuteronomio


31-34

Aquí es donde se indica quién será el sucesor del pacto. Enlista


quién era el rey que estaba por morir, y quién sería la persona que ocupa-
ría su lugar.

Hacia el final de Deuteronomio, luego de que Moisés escribe la


Ley, Dios le dice que la ubique junto al arca del pacto como testigo contra
Israel (Ver Deuteronomio 31:26). Anteriormente, las dos tabletas del
pacto de paridad (los Diez Mandamientos) estaban ubicados dentro del
arca, pero el libro de Ley estaba afuera. En otras palabras, era un apéndi-
ce. El pacto de paridad era el pacto real que habían recibido en la piedra,
pero por causa de que Israel había hecho un muy mal trabajo cumpliéndo-
lo, esta adición cambió el pacto con un arreglo de vasallaje. Como resulta-
do, todas estas nuevas obligaciones fueron añadidas. Esto muestra el peso
extra que trajo el libro de la Ley sobre Israel.

LA MALDICIÓN DE LA LEY

A continuación echaremos un vistazo más de cerca de la ratifica-


ción de la Ley. Dios estableció el formato de esto en Deuteronomio
27:14-15.

Y hablarán los levitas, y dirán a todo varón de Israel en alta voz:


Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición,
abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en
oculto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén.

El resto de Deuteronomio 27 toma este ritmo, en donde los levitas


declaran una maldición para la desobediencia, y la gente debía responder
“Amén.” En otras palabras, las estipulaciones de Dios y las consecuencias
de la desobediencia debían ser declaradas en voz alta, y la gente debía res-
ponder en afirmación. Esto nos muestra que el pacto ya no era entre igua-
les, sino que un rey mayor (Dios) les estaba dando una lista de reglas, y a
ellos les era requerido obedecer. Esto se basaba en el hecho de que Israel
había violado su pacto de paridad con Dios en repetidas oportunidades, lo
que le dio a Él el derecho de esencialmente decirles: “Ustedes deben obe-
decer estas estipulaciones, o morirán.” Dicho de otra manera, Él estaba te-
niendo misericordia al ofrecerles otra chance, en lugar de simplemente
lanzar el castigo que se merecían por sus violaciones al pacto de paridad.
Este concepto continuó en Deuteronomio 28, que contiene las
bendiciones por la obediencia y las maldiciones por la desobediencia. Las
bendiciones de Deuteronomio 28 son aplicables para nosotros, en el senti-
do de que fueron sombras y figuras de las mayores bendiciones que serían
reservadas para nosotros en el nuevo pacto. Es por esto mismo que pode-
mos tener más bendiciones que las que se enlistan en Deuteronomio 28 si
las reclamamos para nuestras vidas. No obstante, es importante notar que
las maldiciones no aplican en el nuevo pacto, porque ahora tenemos per-
dón cuando pecamos. Ya no podemos ser maldecidos, porque nuestro
compañero de pacto no utiliza estos métodos bajo el nuevo pacto. Esto no
significa que no experimentemos las consecuencias por nuestras acciones.
El principio bíblico de la siembra y la cosecha aún aplica, y si sembramos
pecado, cosecharemos de acuerdo a ese género. Ese no es Dios poniendo
una maldición sobre nosotros. Eso es simplemente las consecuencias de
nuestras decisiones estúpidas. Todos tenemos la libertad para tomar deci-
siones que no nos harán bien, pero no es recomendable. La diferencia
entre el nuevo y el antiguo pacto es que Dios no nos maldice por nuestras
pobres decisiones. A diferencia de nosotros, los israelitas vivían bajo el
peso de una realidad en la que, si desobedecían al pacto, Dios los malde-
ciría.

EL FRACASO PROFETIZADO

En Deuteronomio 29, cuando Moisés renovó el pacto, él profetizó


el fracaso y la destrucción de Israel. Esta es solo una parte de esta profe-
cía:

Y dirán las generaciones venideras, vuestros hijos que se levanten


después de vosotros, y el extranjero que vendrá de lejanas tierras,
cuando vieren las plagas de aquella tierra, y sus enfermedades de
que Jehová la habrá hecho enfermar (azufre y sal, abrasada toda
su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hier-
ba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomo-
rra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor
y en su ira); más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo
esto Jehová a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran
ira? Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el
Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los sacó de
la tierra de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se incli-
naron a ellos, dioses que no conocían, y que ninguna cosa les ha-
bían dado. Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tie-
rra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este
libro; y Jehová los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con
grande indignación, y los arrojó a otra tierra, como hoy se ve.
(Deuteronomio 29:22-28)

Aquí Moisés está mostrando una figura de la destrucción que ten-


dría lugar durante los exilios de Asiría y Babilonia. Toda la gente había
terminado de ratificando el pacto al decir amén a todas las maldiciones
por la desobediencia. Luego Moisés profetizó el fracaso. Él les recordó,
“Esto es lo que ustedes pidieron. Traté de hacerlos una nación de sacerdo-
tes, pero ustedes no lo quisieron. Ustedes optaron por un mediador. Luego
dudaron de su mediador y trataron de volver a Egipto. Este pacto es un re-
sultado de sus propias decisiones, y sé que fallarán porque son gente tes-
taruda.”

Luego, en Deuteronomio 30, Moisés les dice que regresarían a la


tierra luego de la destrucción:

Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas,


la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arre-
pintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arro-
jado Jehová tu Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obede-
cieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus
hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces Jehová
hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a
recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido
Jehová tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las par-
tes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jeho-
vá tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a
la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te
multiplicará más que a tus padres. (Deuteronomio 30:1-5)

Esto profetiza el regreso del exilio bajo el mando de Nehemías y


Esdras, cuando los judíos volvieron y reconstruyeron Jerusalén y el tem-
plo. No se refiere a los últimos tiempos, como algunos enseñan. Sabemos
esto porque el versículo seis nos dice el período histórico:

Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu des-


cendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y
con toda tu alma, a fin de que vivas. (Deuteronomio 30:6)
Esta es la primera vez que la Biblia menciona la circuncisión del
corazón, y es una de las primeras menciones de un futuro nuevo pacto. En
otras palabras, a través de Moisés, Dios estaba profetizando que luego de
que los israelitas volviesen del exilio a su tierra, Él instituiría un nuevo
pacto. Esto significa que este pasaje se refiere a un período histórico ante-
rior al nuevo pacto, y no hay posibilidad de que se refiera a los últimos
tiempos. Luego de que Moisés profetizara sobre el fracaso de Israel y el
exilio, Él también prometió el futuro advenimiento de un nuevo pacto,
uno diferente que incluiría la circuncisión del corazón. Así, escondida en
la mala noticia de su situación actual, estaba la promesa de algo mucho
mejor para el futuro.

NO DEMASIADO DIFÍCIL

Es importante notar aquí que incluso a pesar de que Moisés profe-


tizó el fracaso de Israel, era completamente posible para ellos tener éxito.
Mucha gente dice, “No podemos cumplir la Ley porque es demasiado di-
fícil. Es humanamente imposible.” No obstante, Deuteronomio 30 dice
exactamente lo contrario:

Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado


difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas:
¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará
oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para
que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo
traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy
cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la
cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la
muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu
Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus
estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y
Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar
posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te
dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo
os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros
días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar
en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos
hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte,
la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas
tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su
voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación
de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a
tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. (Deute-
ronomio 30:11-20)

Hay muchísimo para analizar en este pasaje. Primero, debemos


considerar lo que algunas personas consideran un narcicismo implícito.
Par algunos, el mandamiento de amar a Dios suena arrogante y narcisista
de Su parte. Pero este es un malentendido cultural. El mandamiento de
amar al rey mayor era simplemente parte del pacto de vasallaje, porque lo
contrario del amor es el odio, y ese sentimiento hubiese movido a las per-
sonas a romper las leyes del pacto. Por esto, se utiliza el mandato de
“amar” a la obediencia y a un servicio fiel. Algunas personas también han
malinterpretado las sanciones de Dios contra la idolatría, y creen que se
trata de narcisismo. Pero la realidad era que, dentro de un pacto, adorar a
otros dioses era equiparable al adulterio. Como ellos estaban en un pacto
con Dios y lo aclamaban como su Señor, cuando adoraban a otros dioses
estaban engañando a su compañero de pacto. Dios fue un compañero fiel
a Israel. No hizo pactos con otras naciones, y El deseaba que Israel lo
honre de la misma manera al no adorar a otros dioses. Es por esto que, en
un mundo politeísta, los israelitas fueron llamados a adorar al único Dios
de Israel.

Segundo, estudiaremos el mito de que la Ley era demasiado difícil


de cumplir para los humanos. El siguiente diagrama ilustra lo que Dios
dijo de ellos respecto a la accesibilidad de la Ley:
En otras palabras, “La Ley no está en el cielo, lejos de tu alcance.
No está del otro lado del mar, para que nades una gran distancia para al-
canzarla. En realidad, está cerca: en tu corazón y en tu boca.” Esto es muy
diferente de lo que normalmente se piensa. Mucha gente cree que Jesús
vino a cumplir la Ley al pie de la letra porque ningún hombre lo había
hecho antes. Ese pensamiento no solo contradice la Biblia, sino que tam-
poco tiene sentido porque Jesús no vino a ganar las bendiciones de la Ley,
que eran bendiciones materiales. Él no compró las bendiciones de Deute-
ronomio 28 al cumplir Deuteronomio a la perfección. En lugar de eso,
vino a establecer un nuevo pacto completamente diferente. Desarrollare-
mos más a fondo este tema más adelante, pero el punto aquí es que Jesús
no fue la primer persona en obedecer el antiguo pacto.

Si ese hubiese sido el caso, y si hubiese sido imposible para una


persona cumplir la Ley, hablaría muy mal de Dios. ¿Realmente creemos
que Él podría darle una Ley que nadie podría cumplir y condenar a los is-
raelitas a fallar? Eso está muy lejos de la verdad, como el pasaje mostrado
anteriormente indica. Lo que debemos recordar es que el antiguo pacto es-
taba basado en bendiciones y maldiciones, y el resultado de obedecer el
pacto eran bendiciones para la vida. Cuando leemos el Antiguo Testamen-
to, y pensamos que al seguir la Ley obtendremos salvación, estamos ob-
viando algo muy importante: ni la salvación, ni la vida eterna se mencio-
nan en la Ley. La recompensa por la obediencia era simplemente bendi-
ción para la vida. La Ley no tenía nada que ver con la vida eterna, así que
si incluso la gente la obedecía perfectamente, debía ser reemplazada al ser
un pacto inferior al nuevo pacto. Es crucial que entendamos esto. Por su-
puesto, la Ley sí revela la maldad de los corazones de las personas, como
Pablo señala en Romanos 3:20: “(…) porque por medio de la ley es el co-
nocimiento del pecado.” También 1 Corintios 15:56 dice: “ya que el
aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.” La Ley
revela el pecado, pero eso no significa que es imposible de cumplir.

Vemos esto en Filipenses 3, en donde Pablo escribe acerca de su


propia experiencia antes de su salvación:

Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servi-


mos a Dios y nos gloriamos en Cristo jesús, no teniendo confianza
en la carne. Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne.
Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: cir-
cuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benja-
mín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a
celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la
ley, irreprensible. (Filipenses 3:3-6)

Aquí, Pablo claramente dice que él era justo conforme a la Ley, y


que la obedeció irreprensiblemente. Respecto a Zacarías y Elizabeth,
Lucas 1 dice: “Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensi-
bles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.” (Lucas 1:6)

La gente a veces obtiene la idea de que no podemos cumplir la


Ley de Santiago 1, en donde dice que si violamos una sola parte de la
Ley, la rompemos por completo. En otras palabras, requiere un 100% de
consistencia. Esto es verdad, y eso hace a la Ley dificil, pero no la vuelve
imposible. Santiago y los otros apóstoles predicaron en contra de la reins-
tauración de la Ley, no porque fuese imposible cumplirla, sino porque
ahora había un pacto mejor. Le estaban diciendo a la Iglesia que no se
volvieran a la Ley, y que permanecieran en el nuevo pacto. En otras pala-
bras, les decían, “Incluso si sigues la Ley sin falta, ¿cuál es el punto? Ga-
narías bendiciones en tu vida, pero te perderías las mejores promesas del
nuevo pacto.” Es mucho mejor vivir en el nuevo pacto (un pacto de con-
cesión), en donde nuestros corazones están circuncidados y no necesita-
mos preocuparnos por cumplir la Ley para evitar la muerte. El nuevo
pacto es muy superior al antiguo, así que la idea de volver a la Ley es ridi-
cula. Esto es lo que los apóstoles querían decir. No indicaban que la Ley
era imposible de seguir.

Encontramos otros ejemplos de la accesibilidad de la Ley en la


historia del joven rico, quien aclamó que había cumplido los mandamien-
tos desde que era un niño. Jesús no lo reprende por tal declaración, dicien-
do que tal cosa era imposible. Él aceptó lo que el joven había dicho, y lo
invitó a vender todo y a seguirlo si quería obtener vida eterna (Ver Mateo
19:16-21). Este concepto contradice lo que le fue enseñado a muchos cris-
tianos: que Dios dio una Ley imposible de cumplir.

Como padre, pedirle a mi hija de dos años que lleve una piedra de
veinte kilos en la cabeza mientras camina a través del patio (porque si no
lo hace, no la alimentaré), haría de mí un psicópata que necesita ser ence-
rrado cuanto antes. La idea de Dios pidiéndole a los israelitas que siguie-
sen algo imposible de cumplir haría que Dios se vea como un padre terri-
ble.
Algunos han dicho que el nuevo pacto es una renovación del anti-
guo, y que ahora somos capaces de cumplir la Ley porque somos nuevas
creaciones y tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros. Eso contradice
completamente lo que dice la Ley: “Porque este mandamiento que yo te
ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.” (Deuteronomio
30:11). La Ley era posible de cumplir para ellos, incluso sin ser regenera-
dos por el Espíritu.

EN DEFENSA DE DIOS

Ahora vamos a estudiar a la falsa imagen de Dios que muchas per-


sonas han obtenido de los libros de Levítico y Deuteronomio. Estos dos
libros probablemente han provocado un mayor número de ateos que cual-
quier otro libro de la Biblia. Mucha gente lee las leyes y piensan que nos
muestran cómo es Dios. Por ejemplo, piensan que para Él está bien la es-
clavitud, maltratar a las mujeres, y toda esa calse de cosas que suenan ho-
rribles para nosotros. Por esta causa, han comenzado a desarrollar una
imagen errónea de Dios.

Muchos líderes modernos del ateísmo, tales como Christopher


Hitchens, Sam Harris, y Richard Dawkins, leen la Escritura a través de los
lentes de Deuteronomio. Sacan esas leyes raras, que son estipulaciones
del pacto de vasallaje entre Dios e Israel en Deuteronomio 5-26, y las
usan para decir, “Tu Dios es un loco. Mira a estas leyes. ¿Por qué para Él
está bien esto?” Por ejemplo, Richard Dawkins, uno de los más reconoci-
dos ateos del mundo, escribió:

Podría decirse que el Dios el antiguo pacto es el personaje más


desagradable de toda la ficción: celoso y orgulloso de serlo; un
quisquilloso; un injusto; un rencoroso maníatico del control; un
reivindicativo, hambriento de sangre; un discriminador; un misó-
gino; un homofóbico, racista, genocida, pestilente, megalomaniáti-
co; un sadomasoquista; y un abusivo caprichoso y malevolente.

Todos esos conceptos están tomados de las leyes de Deuterono-


mio. Desafortunadamente, cuando se encuentran con declaraciones como
esta, la mayoría de los cristianos no saben cómo explicar el propósito de
la Ley y cómo es (y cómo no es) la naturaleza de Dios.

Encontramos otros ejemplos, este más gracioso, en una carta escri-


ta a la Dra. Laura Schlessinger, una personalidad radial. Un escritor anó-
nimo le envió la siguiente carta basada en sus intentos de ser consistente
como una persona ortodoxa judía de acuerdo a la Ley. Él le responde
frente a su declaración que, para un ortodoxo judío y de acuerdo a Levíti-
co 18:22, la homosexualidad es una abominación y no está permitida.

Querida Dra. Laura:

Gracias por lo mucho que hace para educar a las personas respecto a la
Ley de Dios. He aprendido muchas cosas de su programa, y trato de ense-
ñarles ese conocimiento a la mayor cantidad de personas que puedo.
Cuando alguien trata de defender el estilo de vida homosexual, por ejem-
plo, yo simplemente le recuerdo lo que dice Levítico 18:22, y le digo que
eso es una abominación. Fin del debate.

No obstante, necesito algunos consejos de usted respecto a algunos otros


conceptos de la Ley de Dios y cómo cumplirlos:

1. Levítico 25:44 dice que puedo tener esclavos, tanto hombres como
mujeres, que provengan de naciones vecinas. Un amigo mío dice
que eso aplica para los mexicanos, pero no para los canadienses.
¿Puedes aclararme esto? ¿Por qué no puedo obtener canadienses?

2. Me gustaría vender a mi hija a la esclavitud, como dice en Levíti-


co 21:7. En este tiempo y cultura, ¿cuál cree usted que sería el pre-
cio justo por ella?

3. Sé que no puedo estar en contacto con ninguna mujer mientras


ésta esté menstruando porque está “inmunda”, como dice Levítico
15:19-24. El problema es, ¿cómo me doy cuenta? Intenté pregun-
tarles, pero la mayoría de las mujeres se ofende.

4. Cuando quemo un toro en el altar como sacrificio sé que crea un


olor fragante para el Señor, como dice Levítico 1:9. El problema
son mis vecinos. Me dicen que el olor no es fragante para ellos.
¿Debo golpearlos?

5. Tengo un vecino que insiste en trabajar en el día Sábado. Éxodo


35:2 claramente dice que debería ser asesinado. ¿Estoy moralmen-
te obligado a matarlo yo mismo, o debería pedirle a la policía que
lo haga?
6. Un amigo mío siente que comer de manera egoísta es una abomi-
nación, como dice Levítico 11:10, y que ésta es una abominación
menor que la homosexualidad. Yo no estoy de acuerdo. ¿Podría
aclarar esto? ¿Hay diferentes grados de abominación?

7. Levítico 21:20 dice que no me acerque al altar de Dios si tengo un


defecto en la vista. Tengo que admitir que uso lentes de lectura.
¿Mi visión tiene que ser 20/20 o estoy bien así?

8. La mayoría de mis amigos varones tienen cabello corto, incluyen-


do el de alrededor de sus sienes. Levítico 19:27 lo prohíbe expre-
samente. ¿Cómo deben ser puestos a muerte?

9. Sé de Levítico 11:6-8 que tocar la piel de un cerdo muerto me


hace inmundo. ¿Puedo seguir jugando con la pelota si uso guan-
tes?

10. Mi tío es un granjero. Viola lo que dice en Levítico 19:19 al plan-


tar diferentes cultivos en el mismo campo. Su esposa también lo
hace al usar prendas de vestir que tienen diferentes géneros (poli-
ester y algodón). Él también maldice y blasfema mucho. ¿Es real-
mente necesario que juntemos a toda la ciudad para que sean apre-
dreados? (Como dice Levítico 24:10-16). ¿No podemos quemarlos
de manera privada, como se hace con la gente que duerme con sus
cuñados y cuñadas? (Levítico 20:4). Sé que usted ha estudiado
mucho sobre estas cosas, así que estoy seguro de que usted podrá
ayudarme. Gracias otra vez por recordarnos que la Palabra de Dios
es eterna y que no cambia.

Su discípulo y su fan.
AJC

P.D: Realmente es terrible no poder comprar canadienses.

El punto aquí, obviamente, es que debemos pensar mejor las cosas


de lo que muchas veces hacemos. Si decimos que parte de la Ley aplica
para nosotros, debemos ser consistentes. No tiene sentido decirle a al-
guien que no puede tatuarse mientras que sí puede comer tocino. Es in-
consistente. Pero lo que es más importante, debemos recordar que no esta-
mos bajo la Ley sino bajo Jesús. Somos parte del nuevo pacto, no del an-
tiguo. La realidad es que algunas leyes son muy difíciles de comprender
debido a nuestro manera de pensar moderna.

En el año 144 D.C., un líder de la Iglesia primitiva llamado Mar-


ción creó un sistema de creencias que luego se denominó como Marcio-
nismo. No tenemos copias de sus escritos, pero Tertuliano, un reconocido
padre de la Iglesia, escribió una serie de cinco volúmenes refutando a
Marción. De esto podemos deducir que este personaje fue de gran in-
fluencia en aquellos tiempos. De las refutaciones de Tertuliano, podemos
entender qué era lo que Marción creía. El concepto central detrás de su
enseñanza era que el Dios el Antiguo Testamento no era el padre de Jesús.
Esto se basa en el razonamiento de que Jesús, el reflejo de Dios el Padre,
no es como el Dios el Antiguo Testamento. Basándose en las leyes del
Antiguo Testamento, ese Dios era diferente del padre de Jesús. Por eso,
decía, había dos dioses en la Escritura. Claramente, la disparidad entre el
Dios del Nuevo y del Antiguo Testamento es algo que ha inquietado a la
Iglesia desde sus comienzos. Los cristianos modernos han ofrecido toda
clase de respuesta a este problema, muchas de las cuales tienen una falta
de entendimiento de los pactos bíblicos.

Por ejemplo, algunos maestros dicen que Satanás no fue mencio-


nado muchas veces en el Antiguo Testamento porque la gente de ese en-
tonces le atribuía todo a Dios, tanto el bien como el mal. Entonces, cuan-
do los israelitas morían por causa de las plagas u otros “juicios”, se lo
atribuían a Dios, pero en realidad era obra de Satanás. Esto requiere que
uno lea la Escritura con un filtro que malinterpreta lo que el texto en reali-
dad dice. Otros maestros intentan hacer encajar a Jesús en cada parte del
Antiguo Testamento, incluyendo la Ley. Esto requiere ser realmente am-
plios de mente. Ciertamente, el Antiguo Testamento está lleno de sombras
y figuras, pero la Ley no es una de ellas. No apunta a Jesús excepto en la
promesa de que Dios eventualmente circuncidaría sus corazones en un
nuevo pacto. La idea de hacer que todo apunte a Jesús es muy popular,
pero la realidad es que la Ley apuntaba a la situación de Israel y al proble-
ma en que ellos mismos se habían metido al rechazar la oferta de Dios de
un pacto de concesión, y luego no ser fieles al pacto de paridad con Él.
Solo entenderemos esto adecuadamente cuando estudiemos la Escritura a
la luz de los cinco pactos mayores y sus cánones.

La clave para entender la rareza de las leyes en Levítico y Deute-


ronomio es el patrón de leyes popular en esos tiempos. Muchos otros paí-
ses alrededor de Israel también tenían libros de leyes que servían como un
intento temprano de ley civil. Uno de los más conocidos libros de leyes de
ese período es el Código de Hammurabi, que contiene 282 leyes. Siguien-
do el mismo patrón, Dios le dio a Su gente un libro de leyes llena de re-
glas que podían obedecer. Lo que la mayoría de los cristianos no sabe es
que las leyes que Dios le dio a Su pueblo eran muy similares a las leyes
antiguas de los pueblos vecinos, con la excepción de que la Ley de Dios
era mejor que las otras leyes. Por ejemplo, si los hititas tenían que juzgar
a un ladrón, le hubiesen cortado la mano. En Israel, el mismo ladrón hu-
biese tenido que pagar cuatro veces el valor de lo que había robado (pero
conservaría su mano). En aquellos tiempos, la mutilación era un castigo
muy común, y el Código de Hammurabi incluye al menos dieciséis casti-
gos que involucraban mutilaciones. En contraste, ninguna de las leyes en
Levítico y Deuteronomio instituían la mutilación como parte de la Ley.
De esta forma, la Ley fue mejor que las otras leyes que tenían las nacio-
nes vecinas a Israel.50

Esta es la desconexión que a veces le sucede al lector moderno. Pensamos


que estas leyes representan el corazón de Dios o lo ideal de Dios, pero eso
está muy lejos de la verdad. El ideal de Dios es la forma en la que las
cosas eran en el Jardín del Edén. En el nuevo pacto, Su Jardín está al final
de Apocalipsis para guiarnos a la ciudad del Jardín, que es Su ideal. Pero
la Ley del Antiguo Testamento no era acerca de que los israelitas volvie-
sen al Jardín. Simplemente fue una adición en la Ley para llegar a un arre-
glo y estar en un pacto de vasallaje. Como parte del pacto de vasallaje, te-
nían que tener leyes. Aun así, en la bondad de Dios, les dio una Ley que
era mejor que las que tenían las naciones vecinas. No obstante, no era el
ideal del Edén. No reflejaba Su corazón.51

La existencia de la exclavitud no está en el corazón de Dios. No


está en Su corazón que los padres vendan a sus hijos a la esclavitud. Ni si-
quiera está en el corazón de Dios que los ladrones tengan que pagar cua-
tro veces el valor de lo que robaron. El corazón de Dios tiene perdón, an-
hela ver a la gente restaurada, regenerada, y cambiada. Pero dentro de una
sociedad civil sin gente regenerada por el Espíritu, Él tuvo que darles
leyes. En su sabiduría y bondad, les dio leyes que eran superiores a cual-
quier otra en ese tiempo. No obstante, debemos entender que este código
de la ley no era, de ninguna manera, el ideal de Dios. No reflejaba Su co-
razón porque Israel había escogido otro estilo de vida. Habían rechazado
la regeneración y un pacto de concesión, así que Él les dio lo mejor que
pudo dentro de esa situación, pero no era el Jardín del Edén. Algunas per-
sonas dicen que necesitamos poner la Ley Mosaica en nuestros gobiernos
para que los gobernantes puedan aplicar los “ideales de Dios” en nuestras
naciones…¡Pero la Ley del antiguo pacto no era el ideal de Dios! Era
simplemente una mejora de una situación horrible que Israel había escogi-
do.

En el nuevo pacto, encontramos el ideal de Dios en el mandamien-


to de Jesús: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como
yo os he amado.” (Juan 15:12). Un par de versículos más adelante, Él
dice de nuevo: “Esto os mando: Que os améis unos a otros” (Juan
15:17). La medida del antiguo pacto era “Ama a tu prójimo como a ti
mismo” (Levítico 19:18), que estaba basado en amor condicional. En
otras palabras, era amar a otros basándose en una medida propia. Jesús
subió la medida en el nuevo pacto cuando Él mandó a amar como Él ama,
lo que supone un tipo de amor incondicional. ¡Existe una gran diferencia
entre el amor condicional del antiguo pacto y el amor incondicional del
nuevo pacto! Su ideal no se reveló en el antiguo.

Como se ha mencionado en el capítulo anterior, el antiguo pacto


en realidad veló a Dios. A pesar de que las leyes eran ligeramente mejores
que aquellas que tenían los pueblos vecinos a Israel, no estaban ni siquie-
ra cerca de mostrar el corazón o los ideales de Dios. Por ejemplo, Él no
estaba diciendo que aprobaba la esclavitud, sino algo como lo siguiente:
“Si van a tener esclavos por causa de esta horrible situación como gente
sin regeneración, y yo estoy en un pacto con ustedes y sé que no están ha-
ciendo las cosas bien, no voy a darles una ley tan difícil que sea imposible
para ustedes de cumplir. Voy a darles una ley que está muy cerca de uste-
des. No voy a darles una ley basada en Mis ideales, en donde todos somos
libres e iguales, en donde el racismo y la misoginia no existen, y todos
somos iguales…Tal ley los mataría, y nunca podrían cumplirla porque no
están regenerados. En lugar de eso, voy a bajar a su nivel, y voy a darles
una ley que es similar (pero mejor) a la que tienen los otros pueblos que
los rodean, para que puedan cumplirla.” Esa es la Ley que Él les dio, pero
no fluyó de Su corazón. No lo representa ni muestra quién realmente Él
es. En lugar de eso, nos muestra cómo el descendió al nivel de los israeli-
tas para darles una ley con la que pudieran identificarse y obedecerla.

Desafortunadamente, mucha gente ha leído la Ley como una des-


cripción de quién es Dios. Esto ha puesto un velo sobre los ojos, que no
los deja ver Su corazón, y todo lo que ven es leyes locas. Tres mil años
después, no podemos entender esas leyes en lo absoluto por causa de que
nuestras actuales leyes en los códigos civiles modernos del mundo occi-
dental son significativamente mejores que el Código de Hammurabi u
otras leyes del mundo antiguo, incluyendo la Ley de Dios. La civiliza-
ción, en general, no ha parado de mejorar. La gente promedio del mundo
actual vive muchísimo mejor que los israelitas del mundo antiguo, y esto
a veces nos confunde porque no nos damos cuenta de que Ley fue un re-
flejo de un período histórico y no del corazón de Dios.

LA CANCIÓN DE MOISÉS

Luego de que el pacto fuese ratificado y de que el fracaso de Israel


fuese profetizado, Dios le dice a Moisés que escribiese una canción profé-
tica sobre eso:

Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y


este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la
tierra adonde va para estar en medio de ella; y me dejará, e inva-
lidará mi pacto que he concertado con él; y se encenderá mi furor
contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi
rostro, y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y
angustias, y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males
porque no está mi Dios en medio de mí? Pero ciertamente yo es-
conderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán
hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos. Ahora pues, escribios
este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de
ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de
Israel. Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus pa-
dres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán, y engor-
darán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán, y me enojarán,
e invalidarán mi pacto. Y cuando les vinieren muchos males y an-
gustias, entonces este cántico responderá en su cara como testigo,
pues será recordado por la boca de sus descendientes; porque yo
conozco lo que se proponen de antemano, antes que los introduz-
ca en la tierra que juré darles. Y Moisés escribió este cántico
aquel día, y lo enseñó a los hijos de Israel. (Deuteronomio 31:16-
22)

La canción entera está registrada en Deuteronomio 32. Moisés re-


cita las palabras de la canción desde el principio hasta el final mientras la
asamblea de Israel oía. Él terminó con estas palabras en Deuteronomio
32:46-47:
…y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo
os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de
que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no
os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis
prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el
Jordán, para tomar posesión de ella.

Inmediatamente después, en Deuteronomio 32:48-52, se registra la


muerte de Moisés. En Deuteronomio 33, Moisés bendice a las tribus. Esto
está un poquito fuera de orden, pero esto se debe a que fue él quien escri-
bió la mayor parte de la Ley. Luego, su sucesor, Josué, añadió el hecho de
la muerte de Moisés. Este era el procedimiento estándar cuando alguien
renovaba los votos y le pasaba los derechos a su sucesor. Deuteronomio
34 nuevamente registra la muerte de Moisés. Esto, también, debió haber
sido algo que añadió Josué para completar el pacto de vasallaje de Deute-
ronomio.

Luego de esto, la Biblia no menciona otras renovaciones de este


pacto. Una vez que el pacto de paridad fue cambiado por un pacto de va-
sallaje, no necesitó renovarse cuando cambiaba el sucesor. Simplemente
pasaba de generación en generación. Luego de Josué vino una serie de
Jueces. Luego Israel tuvo una sucesión de tres reyes, Saúl, David, y Salo-
món. Luego de Salomón, el reino se divide, y comienza una sucesión de
distintos reyes que gobernaron sobre Israel y Judá hasta que cayeron en
cautividad. Durante la historia de Israel, y hasta que Jesús vino con un
nuevo pacto, el pueblo vivió bajo el pacto de vasallaje que se registra en
Deuteronomio. Esencialmente, este pacto se extiende desde Números 1
hasta el final del Antiguo Testamento, con un pequeño cambio durante el
reinado de David (tema que estudiaremos en el capítulo que sigue.)

PREGUNTAS DE REPASO

1. El libro de Deuteronomio está basado en la misma estructura de


los antiguos pactos de vasallaje, y por eso se divide en…¿cuántas
partes?

2. En un pacto de vasallaje, el rey mayor establecía las reglas y espe-


raba que el rey menor dijiese “amén”; esta parte del arreglo del
pacto era llamada ______________________
3. Verdadero o Falso: Dios dio una Ley que era imposible de cum-
plir, haciendo a Jesús el único que capaz de cumplirla.

4. ¿Cuáles son los dos libros de la Biblia que han causado el mayor
número de ateos?

PALABRAS CLAVE

Marcionismo

MATERIAL DE REPASO

Pablo Copan, Is God A Moral Monster?: Making Sense of The Old Cove-
nant God.

Scott Hahn, Kinship By Covenant.

Meredith G. Kline, Treaty of the Great Kings.

Jason Meyer, The End of The Law: Mosaic Covenant in Pauline Theo-
logy.

John H. Walton, Ancient Near Eastern Thought and the Old Covenant.

49 Ancient Near Eastern Thought and the Old Testament de John H. Wal-
ton muestra pactos de vasallaje entre otras naciones contemporáneas a Is-
rael, encontrados en excavaciones arqueológicas. Todos contienen la
misma estructura de cinco partes. Otro libro excelente en este tema es
Treaty of the Great King, de Meredith G. Kline, quien fue una de las per-
sonas más eminentes en el estudio de los pactos antiguos. Este libro es un
comentario a través del libro de Deuteronomio y explica cómo las cinco
partes del pacto funcionan.
50 Copan, Is God a Moral Monster?, 121. Aquí Copan muestra cómo las

malas traducciones han hecho que la Ley en algunas partes suene como si
incluyese mutilaciones en algunos lugares, pero en realidad no es así.
51 El libro de Jason Meyer, The Enf of the Law: Mosaic Covenant in Pau-

line Theology muestra el contraste entre el nuevo pacto y el pacto mosaico


dentro del Nuevo Testamento.
CAPÍTULO DOCE

EL PACTO DAVÍDICO
Muchos años después de la inauguración del pacto mosaico, Dios
hace un pacto especial con David en el medio del mismo. Era muy distin-
to, como veremos, al pacto con Moisés. Luego de establecer un pacto de
vasallaje con Josué, los israelitas conquistaron la Tierra Prometida. Al
final de su vida, Josué no levantó a un sucesor, lo que resultó en una serie
de jueces que gobernaron sobre Israel. Estos están registrados en el libro
de Jueces, que cuenta la historia del ciclo de Israel alejándose de Dios,
hasta que la calamidad venía y Dios enviaba a un juez para rescatarlos.
Cuando un juez moría, el ciclo se repetía. Eventualmente, el profeta Sa-
muel comienza a liderar la nación como un juez, y unge al primer rey de
Israel, Saúl. A pesar de que éste comenzó bien, se apartó de Dios y nece-
sitó ser reemplazado por el rey más grandioso de Israel, David.

A pesar de que algunas personas debaten respecto a si Dios quería


o no que Israel tuviese reyes, vemos que en las promesas de Abraham
Dios menciona que futuros reyes vendrían de su linaje (Ver Génesis
17:6). Él le repite esta promesa de futuros reyes al nieto de Abraham,
Jacob (Ver Génesis 35:11). Aquí no vemos que el problema era necesaria-
mente con los reyes. En lugar de eso, cuando estudiamos la historia de
Saúl, vemos que el problema era que la gente había apartado sus corazo-
nes de Dios, rechazándolo y buscando el favor de un rey terrenal. Como
resultado, obtuvieron a Saúl. No obstante, si hubiesen esperado a que
Dios estuviese listo para darles un rey, quizás David hubiese sido su pri-
mer rey, y no hubiesen tenido que soportar los cuarenta años de liderazgo
déspota de Saúl.

Cientos de años después de Josué y el cambio del pacto de paridad


a uno de vasallaje, llegamos al rey David y su pacto, que se encuentra en
2 Samuel 7 y en el Salmo 89. El canon para el pacto davídico incluye 1
Samuel, 2 Samuel, 1 Crónicas, 2 Crónicas, 1 Reyes, 2 Reyes, Cantar de
los Cantares, Proverbios, Eclesiastés, y algunos de los Salmos. No todos
los 150 salmos son parte del canon porque tuvieron diferentes autores y
fueron escritos en distintos tiempos históricos. Por esta razón, no todos
encajan dentro del pacto davídico.

UNA CASA PARA DIOS

En 2 Samuel 7, vemos que David era un líder adulto y maduro,


que había pasado la mayor parte de su liderazgo como un maravilloso
adorador de Dios. Ahora había decidido construir una casa para Dios. Él
ya había construido su propia casa, y sentía cierta condenación respecto al
hecho de que Dios tuviese que vivir en una tienda (el tabernáculo), mien-
tras él estaba viviendo en un palacio. Cuando David le comenta al profeta
Natán respecto a su idea de construir una casa para Dios, éste le responde:
“Haz lo que sea que esté en tu corazón.” Esta fue la respuesta intuitiva de
Natán, porque no había pasado ningún tiempo orando al respecto. Sabe-
mos esto porque en la mitad de la noche, Dios le habla a Natán y le dice
que Él no quería que David le construyese una casa, y también le hace
muchas promesas a David.

Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de


edificar casa en que yo more? Ciertamente no he habitado en
casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto
hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. Y en
todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado
yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado
apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis
edificado casa de cedro?

Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de


los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para
que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; y he estado
contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a
todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre
de los grandes que hay en la tierra. Además, yo fijaré lugar a mi
pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca
más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio,
desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te
daré descanso de todos tus enemigos.

Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. Y cuando tus


días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré des-
pués de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y
afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré
para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me
será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de
hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia
no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de de-
lante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delan-
te de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a
todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló
Natán a David. (2 Samuel 7:5-17)

Este es el pacto que Dios hace con David. En respuesta, éste entra
en la presencia del Señor y, en el versículo 19, dice: “Y aun te ha pareci-
do poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu
siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová?”
Las versiones actuales de la Biblia no han traducido fielmente lo que este
versículo en verdad muestra. De hecho, algunas traducciones ponen una
nota al pie y cambian “el hombre” por “con la raza humana”. Eso no da
un sentido más real de lo que David estaba comunicando. En el lenguaje
original, se ve que es claro que David estaba muy entusiasmado acerca de
lo que Dios acababa de decirle, y producto de este sentimiento, dice:
“Esto es tan grande, que no es solo para mí, sino para toda la raza huma-
na.” Estaba declarando una poderosa verdad y promesa para el futuro.
Este es en verdad el núcleo del pacto davídico. Pero completamente se
pasa por alto si leemos sin prestar atención al lenguaje original.

David sigue diciendo en los versículos 28-29:

Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad,
y tú has prometido este bien a tu siervo. Ten ahora a bien bende-
cir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente de-
lante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendi-
ción será bendita la casa de tu siervo para siempre.

Los estudiosos de la Biblia han debatido largamente respecto a si


Dios hizo o no pacto con David, o si simplemente éste tuvo promesas. En
el Salmo 89, que fue escrito por Etán, uno de los tres videntes que sirvie-
ron en la tienda de adoración de David. Acerca de este evento, Etán escri-
bió:
Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo:
Para siempre confirmaré tu descendencia. Y edificaré tu trono por
todas las generaciones. (Salmo 89:3-4)

Aquí vemos que durante ese período histórico, la gente no veía a


las promesas de Dios a David como simples palabras, sino como un
pacto.

CUATRO PROMESAS PRINCIPALES

Este pacto entre David y Dios contiene cuatro promesas principa-


les:

1. Engrandeceré tu nombre.

2. Yo seré su padre, y él será Mi hijo.

3. Te construiré una casa.

4. Tu casa, tu reino, y tu trono no tendrán fin.

1. Engrandeceré tu nombre.

Esto repite la promesa de Dios a Abram en Génesis 12. En con-


traste a lo que la gente anhelaba al construir la Torre de Babel para hacer-
se un nombre grande para sí mismos, Dios elige a Abram y le promete en-
grandecer su nombre. Aquí, Él hace lo mismo con David. Él resume la
historia de Su relación con David (Ver 2 Samuel 7:8-9), y luego le ofrece
este pacto que repetía algunas cosas del pacto con Abraham: “Yo he esta-
do contigo por dondequiera que has ido, y por ti he aniquilado a todos
tus enemigos. Y ahora voy a hacerte tan famoso como los más grandes de
la tierra.” (2 Samuel 7:9. NVI) Como el pacto abrahámico, este era un
pacto de concesión. Aparentemente, Dios siempre quiere hacer pactos de
este tipo. Hizo pactos de concesión con Noé y Abraham, y trató de hacer
uno así con Israel, pero lo rechazaron y pidieron uno de paridad, que
eventualmente llegó a ser un pacto de vasallaje. En el medio de este siste-
ma de vasallaje, David se erige como un hombre que genuinamente quería
honrar al Señor, y, en respuesta, el Señor lo honra. Así que la primer parte
de la promesa de Dios a David es hacer su nombre grande o famoso.
2. Yo seré su padre, y él será Mi hijo.

En la segunda parte de la promesa a David, Dios habla de Su rela-


ción con el hijo de David, el primer sucesor de su línea familiar. Acerca
de él, Dios dice:

Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el


trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si
él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes
de hijos de hombres. (2 Samuel 7:13-14)

Estos versículos hablan del hijo de David, Salomón.

3. Te construiré una casa.

En su deseo de honrar a Dios, David quería construirle una casa,


así que Dios en respuesta quiere construirle una casa a David, o un linaje.

…desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te


daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace
saber que él te hará casa. Y cuando tus días sean cumplidos, y
duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu li-
naje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. (2 Sa-
muel 7:11-12)

En el mundo antiguo, si la gente hablaba de “la casa de David”, se refe-


rían al linaje y a los sucesores que seguían con el reinado. Así que la ter-
cera parte de la promesa de Dios a David fue un linaje.

4. Tu casa, tu reino, y tu trono no tendrán fin.

La cuarta promesa que Dios le hace a David se encuentran en los


versículos 13 y 16: “…y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.”,
“Y será afirmada tu casa (linaje) y tu reino para siempre delante de tu
rostro, y tu trono será estable eternamente.” En otras palabras, Él le pro-
mete a David un linaje eterno.
COMPARATIVA ENTRE LOS PACTOS

Como este pacto era un pacto de concesión, tiene muchas similitu-


des con el pacto abrahámico. Como cualquier pacto de concesión, no
tiene la cláusula “a menos que te equivoques y arruines todo”. Era incon-
dicional. También, ambos pactos prometían una bendición de todas las
naciones a través de una simiente. Estamos más familiarizados con este
término con el pacto abrahámico porque Pablo lo interpretó en Gálatas 3-
4 para ayudarnos a entender que Dios estaba hablando de Jesús. La si-
miente que le fue prometida a Abraham no fue simplemente Isaac, sino
también Jesús. Así que, cuando Abraham recibió el pacto de que sería de
bendición para todas las naciones de la tierra, significaba que bendeciría a
todos, lo que tuvo lugar en el nuevo pacto. El diagrama que sigue muestra
el efecto del pacto abrahámico:
El mismo concepto existe en 2 Samuel 7:12-14:

Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo


levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus
entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo
afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre,
y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara
de hombres, y con azotes de hijos de hombres

Aquí, Dios estaba hablando de Salomón, el hijo de David en el


contexto inmediato, pero también estaba hablando en un contexto más
amplio de Su Hijo Jesús, quien claramente era tanto Hijo de Dios como
descendiente de David. Este lenguaje habla de una distancia futura y de
promesas mucho más grandes de las que cualquier otro rey terrenal había
jamás experimentado. Esto se confirma en Hebreos 1:5, en donde el escri-
tor cita este pasaje en referencia a Jesús: “Porque ¿a cuál de los ángeles
dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo
seré a él Padre, y él me será a mí hijo?” Al citar directamente de la pro-
mesa a David, el escritor de Hebreos nos está mostrando que la misma en
realidad se cumplió de una manera más amplia en Cristo. Jesús, el Hijo de
Dios e hijo de David, fue en realidad el cumplimiento perfecto, no solo
Salomón.

De hecho, la promesa en 2 Samuel 7:14: “Yo seré su padre, y él


será a mí hijo…” se refiere más bien a Jesús que a Salomón. No obstante,
la segunda parte del versículo muestra que este versículo no habla única-
mente de Jesús. La promesa sigue diciendo: “Y si él hiciere mal, yo le
castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres” obvia-
mente, eso no encaja con Jesús, porque Él no hizo el mal (Ver Hebreos
4:15). Esta parte está dirigida a Salomón, quien hizo el mal al final de su
reinado. También, algunas versiones (como la NVI) traducen esta frase
como “cuando haga mal”, y otras versiones dicen, “si hiciera el mal”,
mostrando en realidad el carácter condicional. Salomón no estaba predes-
tinado a hacer el mal, sino que tenía opciones. En el caso de optar por
hacer el mal, Dios había prometido corregirlo.

Vemos una similitud significativa entre los pactos abrahámico y


davídico, como se ilustra en el diagrama que sigue a continuación. El
pacto de Dios con David fue una bendición para David en ese momento; y
el pacto de Dios con Abraham también fue una bendición para Abraham,
pero ambos, cuando el nuevo pacto llegó, se volvieron una bendición para
la humanidad. Dios le prometió a Abraham que su simiente algún día
sería de bendición para todas las naciones, y lo mismo hizo con el linaje
de David.
Esto muestra un contraste con el pacto mosaico, que jamás tuvo la
intención de ser de bendición para todas las naciones. De hecho, en reali-
dad se convirtió en un horrible peso sobre Israel. Como hemos discutido
previamente, Dios también quería bendecir a Israel con un pacto de con-
cesión. Vemos en Su ofrecimiento que Él quiso extender la promesa de
ser de bendición para toda la tierra, también. Esto es lo que significaba ser
una nación de sacerdotes. Como una nación cuyos individuos tuviesen
una relación directa con el Señor, Israel hubiese sido la representante de
Dios en la tierra. A través de ellos y de su relación con Él, Dios quería
bendecir a la tierra entera al atraer a las personas a Su presencia. Esa fue
la intención de Dios, pero Israel la rechazó. Como resultado, el pacto mo-
saico no fue una bendición para todo el mundo. Podía bendecir a Israel
solo si cumplían su parte del pacto y no traían maldiciones sobre sí mis-
mos. No obstante, eso no pasó muy a menudo.

Otra similitud entre los pactos con Abraham y David, es la men-


ción de Melquisedec. La Escritura solo menciona a Melquisedec en tres
lugares. La primera es en Génesis 12, cuando Abram lo conoce. La segun-
da, en el Salmo 110, cuando David escribe sobre él. La tercera, está en el
capítulo 7 de Hebreos. En otras palabras, en el Antiguo Testamento, Mel-
quisedec solo se menciona en el contexto de Abraham y David. Significa-
tivamente, el Salmo 110 es el pasaje del Antiguo Testamento más citado
en el Nuevo Testamento (citado más de 30 veces). Es un salmo increíble-
mente importante dentro del Nuevo Testamento, que fue escrito por
David y que menciona a Melquisedec. La tercera mención, en el libro de
los Hebreos, es en el contexto de la transición del antiguo pacto al nuevo
pacto. Vamos a ampliar este tema en detalle en el capítulo 17. Por ahora,
el hecho importante es que a través del Antiguo Testamento, solo
Abraham y David se refirieron a Melquisedec.

Luego de la muerte de David, en las siguientes generaciones la na-


ción se divide en dos y declinan hacia la maldad. A través de esos años de
apostasía, los profetas regularmente hablaban de la restauración de la casa
de David, refiriéndose al cumplimiento del pacto davídico. En Isaías 9,
11, y 55; Jeremías 3 y 23; Ezequiel 34 y 37; Miqueas 5; y Amos 9, Dios
habla a través de Sus profetas acerca de un futuro levantamiento del “ta-
bernáculo caído de David”, que es una referencia a la casa o dinastía de
David. Una y otra vez, Dios promete restaurarlo y cumplir Su promesa a
David. El pasaje más famoso de los anteriores es Amos 9, que se cita en
Hechos 15 para probar que el Reino de Jesús es la restauración del taber-
náculo caído de David. En contraste, ninguno de los profetas habló de la
restauración o del cumplimiento del pacto mosaico. En ningún momento
profetizaron respecto a Dios atrayendo a la nación para volver al pacto
mosaico. De hecho, no se profetizó nada positivo respecto a la Ley en lo
absoluto. En lugar de eso, los profetas hablaban de la restauración del
pacto davídico. Esto es una diferencia significativa entre ambos pactos.

De esta manera, el pacto davídico se situaba en una postura muy


diferente respecto a la naturaleza del pacto mosaico imperante en aquellos
días. En el medio del pacto de vasallaje de Dios con Israel, David recibe
un pacto de concesión simplemente porque su corazón fue recto. Él amó
al Señor y quiso honrarlo, y por eso el Señor pudo darle un pacto de con-
cesión mientras que el resto de Israel aún vivía bajo el sistema del pacto
de vasallaje de Deuteronomio. El resto de Israel veía a Dios a través de
este velo, porque habían entenebrecido Su identidad, pero David de algu-
na manera fue capaz de ver a través del velo y amar al Señor de una ma-
nera en la que no se había visto hasta entonces. De esta manera, el pacto
davídico se separa del contexto más amplio que se estaba viviendo en ese
entonces, y se convierte en una pieza clave del nuevo pacto.

LA CONEXIÓN CON EL NUEVO PACTO

Mateo 1:1 marca el comienzo del Nuevo Testamento con estas pa-
labras: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de
Abraham.” Este es el comienzo del canon del nuevo pacto, y comienza
con una referencia a David y a Abraham, los únicos dos que tuvieron pac-
tos de concesión en el Antiguo Testamento. El nuevo pacto comenzó
entre la Última Cena y la muerte de Jesús en la cruz, pero Mateo 1:1
marca el comienzo de la historia del nuevo pacto, mostrando una cone-
xión entre el pacto davídico y el pacto abrahámico al decir que Jesús, el
Mesías, era hijo de David e hijo de Abraham. En otras palabras, Él es el
cumplimiento de las promesas hacia Abraham y David. Luego Mateo de-
talla la genealogía desde David hasta Jesús para mostrar que, literalmente,
era del linaje de David. No era un hijo simbólico de David, sino que te-
nían la misma sangre. Lucas también demuestra esto en su genealogía.
Jesús es el hijo de David profetizado y prometido.

En Lucas 1, cuando el ángel Gabriel visita a María, él específica-


mente menciona al pacto davídico en su declaración:
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia de-
lante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llama-


rás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del
Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá
fin. (Lucas 1:30-33)

2 Samuel 7 contiene cuatro promesas específicas, que ya enlista-


mos al comienzo. Cuando Gabriel apareció, declaró el cumplimiento de
cada una de esas promesas hechas a David. No hay dudas de por qué
María quedó sorprendida ante sus palabras. No solo le estaba diciendo
que ella iba a tener un hijo siendo virgen (lo que ya es sorprendente) sino
que también su hijo sería el cumplimiento del pacto davídico que todo Is-
rael había estado esperando. Esta es la lista de las promesas y su cumpli-
miento en Jesús:

Promesas del pacto davídico:

1. Engrandeceré tu nombre.

2. Yo seré su padre, y él será Mi hijo.

3. Te construiré una casa.

4. Tu casa, tu reino, y tu trono no tendrán fin.

Cumplimiento en Jesús en Lucas 1:32-33:

1. Este será grande.

2. Será llamado Hijo del Altísimo.

3. Dios le dará el trono de su padre David.

4. Reinará para siempre y Su reino no tendrá fin.

Aquí, las mismas cuatro promesas del pacto davídico se repiten en


el Nuevo Testamento, pero la mayoría de los cristianos no están al tanto
de esto.

A través del Nuevo Testamento, Jesús es llamado el Hijo de Dios.


Esto, por supuesto, hace referencia a Su identidad como miembro de la
Trinidad. Pero en realidad es más que eso. La referencia a Jesús como
Hijo de Dios hace referencia a la promesa que David recibió, cuando Dios
dijo “Seré Su padre, y él será a mí hijo” (2 Samuel 7:14). Cuando la
gente llamaba a Jesús como Hijo de Dios, se estaban refiriendo al pacto
con David. En otras palabras, el razonamiento era: “Jesús es el Hijo de
Dios que le fue prometido a David.” Él es el Hijo de Dios y el Hijo de
David. Ambos términos son usados para referirse a este concepto. Por eso
el ciego Bartimeo clamó, “Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de
mí!” (Marcos 10:47). Él estaba llamando a Jesús identificándolo como
Aquel que había cumplido la promesa dada a David. Esto quiere decir que
cuando leemos Hijo de Dios en el Nuevo Testamento, tenemos que poner-
lo en un contexto apropiado para entender su correlación con el pacto da-
vídico.

De la misma forma, cuando la gente llamaba a Jesús como Hijo de


Dios o Hijo de David, en contexto se referían al hijo prometido que toma-
ría el trono de David y cuyo trono no tendría fin. Decirle a Jesús Hijo de
Dios o Hijo de David era lo mismo que decirle Rey. Por eso, cuando
Jesús menciona al Reino, estaba hablando acerca de tomar el pacto con
David como el rey que tomaría el reino y se sentaría en un trono que no
tendría fin. La diferencia está, por supuesto, en que lo que fue prometido
a David en lo natural fue cumplido por Jesús en el reino del Espíritu. Esto
explica la confusión que tuvieron algunos de los seguidores de Jesús.
Ellos sabían que Él era el cumplimiento del pacto davídico, pero no en-
tendieron que el Reino sería espiritual. Ellos pensaron que Él se sentaría
en un trono terrenal en Jerusalén y reinaría sobre Jerusalén. Jesús trató de
cambiar sus pensamientos con declaraciones como, “…El reino de Dios
no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he
aquí el reino de Dios está entre vosotros.” (Lucas 17:20-21) Es fácil en-
tender ahora por qué todos estaban tan confundidos cuando incluso Jesús
mismo trazó una comparación entre Él y Sus discípulos y David y su
compañía:

Aconteció en un día de reposo, que pasando jesús por los sembra-


dos, sus discípulos arrancaban espigas y comían, restregándolas
con las manos. Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué ha-
céis lo que no es lícito hacer en los días de reposo? Respondiendo
jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuan-
do tuvo hambre él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa
de Dios, y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lí-
cito comer sino sólo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los
que estaban con él? Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun
del día de reposo. (Lucas 6:1-5)

Durante el tiempo en que estuvieron con Él, los discípulos pensa-


ron todo el tiempo respecto a Jesús y Su Reino en términos naturales. No
fue hasta después de la muerte y resurrección de Jesús que se dieron cuen-
ta de que Su Reino era, en realidad, un reino espiritual que también im-
pacta el plano natural. Lo que es importante que nosotros entendamos es
la perspectiva del pacto davídico a través de todo el ministerio de Jesús,
como así también cuando hizo referencias al Reino de Dios, y de todas las
veces que la gente lo llamaba Hijo de Dios o Hijo de David. Ocasional-
mente, también fue llamado Hijo de Abraham. Así, es incluso más claro
entender que Jesús vino como un cumplimiento tanto el pacto davídico
como abrahámico.

No obstante, Él no vino a cumplir el pacto mosaico o antiguo


pacto, sino a reemplazarlo. La Ley no tenía promesas que necesitasen ser
cumplidas en el futuro, como los pactos con Abraham y David. En lugar
de eso, fue un sistema temporal con promesas de las bendiciones de la
obediencia y las maldiciones de la desobediencia. Como vemos en Deute-
ronomio, Dios le dice a los israelitas que fallarían y que irían a un exilio,
pero también les dice que Él los traería de vuelva y circuncidaría sus cora-
zones. En otras palabras, Él comenzaría un nuevo pacto. El punto es que,
así como el nuevo pacto es el cumplimiento de los pactos davídico y
abrahámico, también es la destrucción del pacto mosaico.52 Esto marca un
cambio muy fuerte en la manera de pensar de muchas personas, que ven a
todos los pactos como similares e interconectados. En realidad, son com-
pletamente diferentes y separados de los otros. Los pactos davídico y
abrahámico se cumplieron en Jesús y continuaron a través de Su Reino
eterno. Pero el pacto con Moisés no continúa. Fue un arreglo temporal, y
ya no aplica. Nunca tuvo la intención de ser algo eterno. Este tema se es-
tudiará más en detalle en los últimos capítulos.

LA NATURALEZA DEL REINO

Vemos una conexión más profunda entre el pacto davídico y el


nuevo pacto en el libro de los Hechos, que continúa la historia de Jesús y
Sus discípulos que comienza en el libro de Lucas. El libro comienza refi-
riéndose a la historia de Jesús que se cuenta en Lucas. Nos dice que luego
de que Su resurrección, Jesús se aparece a Sus discípulos y les enseña del
Reino de Dios por cuarenta días (Ver Hechos 1:13). El único tema del que
Jesús enseñó antes de dejar la tierra, fue del Reino. Durante este tiempo le
dio a Sus discípulos este mandamiento:

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino


que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de
mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros se-
réis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
(Hechos 1:4-5)

La orden es muy importante. Primero, Él les enseñó del Reino;


luego des dice que esperen la promesa del Padre de darles el Espíritu
Santo. La primera respuesta de los discípulos fue preguntar si ya había
llegado el tiempo en que Jesús cumpliría la promesa de David al restau-
rarle un reino terrenal a Israel. Claramente, aún no entendían del Reino.
Habían estado oyendo todas las enseñanzas del Reino, y cuando Jesús les
habla de la promesa del Padre, lo interpretaron en un contexto de un reino
natural. Aún pensaban que Jesús sería un rey terrenal. Jesús les responde
diciéndoles: “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sa-
zones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). En otras pa-
labras, Él les dijo que no les diría cuándo sucedería. Luego agregó: “Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría, y hasta lo úl-
timo de la tierra.” (Hechos 1:8) Inmediatamente después, la Escritura
sigue: “y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le reci-
bió una nube que le ocultó de sus ojos.”(Hechos 1:9)

Lo que los discípulos no se dieron cuenta en ese momento es que


esta promesa del Espíritu Santo era, en realidad, la respuesta a sus pregun-
tas respecto a la restauración del Reino. Jesús les dijo, “No voy a decirles
exactamente cuándo, pero sí les diré cómo: Recibirán poder cuando el Es-
píritu Santo venga sobre ustedes.” Esto es incluso más claro cuando mira-
mos el texto en el griego original. En el versículo 6, cuando los discípulos
le preguntan: “…Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”,
la palabra reino viene de la palabra griega basileia, que significa autori-
dad (también realeza y reinado)53. Le estaban preguntando cuándo le de-
volvería la autoridad a Israel, pero Jesús les responde: “No os toca a vo-
sotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola po-
testad (basileia). Pero recibirán poder (dunamis54)…”, para contrastar la
diferencia entre lo que los discípulos esperaban y la naturaleza de Su
Reino. Él les estaba diciendo, “No voy a restaurar una estructura de auto-
ridad. Voy a darles el poder para que sean mis testigos o delegados”

Un erudito escribió esto:

Respecto a la pregunta de los discípulos en torno a la restauración


del reino a Israel y los tiempos y sazones, Jesús inmediatamente
establece: “Pero recibirán poder con la venida del Espíritu Santo
sobre ustedes y sean mis testigos en Jerusalén, Judea, Samaría, y
hasta lo último de la tierra.” Esta es una pista muy grande respecto
a su pregunta. Ellos le estaban preguntando acerca de la restaura-
ción de la autoridad o dominio, y Jesús responde que recibirían
autoridad o poder cuando el Espíritu Santo viniese sobre ellos.
Cuando Jesús estuviese reinando en Su Reino, en la verdadera Is-
rael en el Cielo, Él les enviaría Su autoridad y poder para dominar
el Israel de Dios en la tierra a través de sus creyentes, por medio
del Espíritu Santo. Así comenzó la restauración del Reino.55

Esto expresa, en parte, el cambio al que Jesús los estaba guiando.


Él los estaba desafiando a que dejen de pensar en un reino natural y co-
menzasen a entender el poder sobrenatural necesitado para operar y reinar
sobre Su Reino.

Otro ángulo sobre este tema puede verse claramente en Lucas 20,
un poco antes en la historia:

Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?


Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos (citado del
Salmo 110): Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta
que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. David, pues, le
llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo? (Lucas 20:41-44)

Los fariseos le habían hecho a Jesús la pregunta antagónica a la


que le habían hecho los discípulos, y Él les da una genial respuesta que
los deja callados. Luego Él les hace esta pregunta, para la que ninguno
tuvo respuesta. De hecho, Su respuesta fue abrumadora para ellos. Él esta-
ba estableciendo, “Como el Mesías, voy a sentarme en la diestra del Padre
mientras todos Mis enemigos son puestos bajo Mis pies.” Los fariseos es-
taban sorprendidos e incluso amenazados por la respuesta de Jesús. Dos
capítulos después, Jesús reintroduce esta idea en la Última Cena, cuando
dijo:

Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí,


para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en
tronos juzgando a las doce tribus de Israel. (Lucas 22:29-30)

Algunas traducciones usan la palabra pacto en lugar de la palabra


reino. Puede ser traducida de ambas maneras, dependiendo del contexto.
En realidad, significaba ambas: Él les estaba dando el Reino del pacto, o
el Reino que le había sido pactado a David. El Padre había llamado a
Jesús como Su Hijo y le había dado un Reino como heredero de las pro-
mesas de David. Ahora Jesús, al final de Su ministerio, impartió ese
Reino a Sus seguidores. Él se refirió a ellos como el nuevo liderazgo
sobre la tierra, de la misma manera en la que el Padre lo había hecho el
primer líder de la tierra. Los discípulos no entendieron lo que Jesús había
querido decir, y es por esta razón por la que Él les enseñó del Reino por
cuarenta días luego de resucitar. Él les estaba dando el gobierno del Reino
sobre la tierra.

LA RESURRECCIÓN

En Lucas 24, Jesús explica las promesas del pacto a los dos discí-
pulos camino a Emaús. Cuando Jesús aparece y comienza a caminar con
ellos, no lo reconocen. Cuando Él les pregunta respecto a su desánimo,
ellos le dan su entendimiento respecto a la muerte de Jesús, incluyendo
esta declaración: “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de
redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que
esto ha acontecido.” (Lucas 24:21) Esta era la imagen que ellos tenían de
Jesús: un gran profeta, poderoso en Sus palabras y frente a las personas,
pero que ahora los fariseos lo habían entregado y había sido crucificado.
Ellos estaban esperando que Él cumpliese el pacto davídico en el plano
natural y redimiese a Israel. Claramente, no tenían ni idea de lo que en
verdad estaba sucediendo. Luego le dicen a Jesús respecto a la mujer que
había dicho que había resucitado. Cuando ellos terminaron, Jesús “co-
menzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba
en todas las Escrituras lo que de él decían.” (Lucas 24:27) Como ellos no
entendían, Jesús los llevó a las Escrituras y les mostró cómo todas apunta-
ban a Él, y a Su muerte y resurrección, que tendría como resultado el ser
glorificado. Jesús les explica la importancia de la resurrección, algo que
es importante entender hasta el día de hoy.

Bajo el sistema mosaico, un cordero debía morir para cubrir los


pecados de la gente. Por causa de la dispersión de sangre, Israel era per-
donado por otro año. Luego llegó Jesús como el cordero perfecto y sin pe-
cado, con sangre perfecta, y murió por nuestros pecados. Pero, en su
muerte, Él emitió perdón. Si Él hubiese muerto pero no hubiese resucita-
do, todos estaríamos, igualmente, perdonados. Ninguno de los corderos
del Antiguo Testamento resucitó jamás, así que en Su muerte, Él ya había
cumplido esa sombra y figura. ¿Cuál es, entonces, la importancia de Su
resurrección? La respuesta es simple. A través de Su muerte, Él nos dio
perdón; y a través de Su resurrección, Él hizo una nueva creación. Es por
esta razón que Jesús es llamado la primicia: Él fue el primero en ser le-
vantado de la muerte. Y ahora, como Él y por el poder de Su muerte y re-
surrección, nuestros viejos hombres mueren y son resucitados como nue-
vas criaturas, que son empoderados para vivir justificados por la gracia.
Por esta razón, salimos de nuestras vidas de muerte y pecado, que Él ha
perdonado y limpiado, y caminamos en una nueva vida. En otras palabras,
si Jesús solamente hubiese muerto, seríamos perdonados, pero no sería-
mos empoderados para vivir de una manera diferente. Esto es muy impor-
tante pero a veces lo pasamos por alto en el mensaje del Evangelio. A tra-
vés del libro de los Hechos, los apóstoles pusieron un mayor enfoque en
la resurrección de Jesús, en la ascensión, y en la entronización a la diestra
del Padre. Esta era lo más importante en su mensaje de salvación. Sin eso,
la promesa de David no hubiese podido ser cumplida.

Esto es evidente en el sermón de Pedro en Hechos 2, en el día de


Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección de Jesús. Cuando el
Espíritu Santo se derramó en los creyentes, los que los miraban estaban
confundidos y pensaron que estaban borrachos. Por eso, Pedro tiene que
explicar que lo que estaba sucediendo era el cumplimiento de la profecía
de Joel 2:

Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre


toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros
jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de
cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días de-
rramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en
el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de
humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes
que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo. Varones israelitas, oíd
estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vo-
sotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre
vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste,
entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento
de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificán-
dole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por
cuanto era imposible que fuese retenido por ella. (Hechos 2:22-
24)

Aquí vemos la doctrina de Christus Victor. Jesús no sufrió la ira


del Padre, sino que el Padre y el Hijo planearon juntos enviar a Jesús a la
tierra para morir y quitarle el poder a la muerte. Esto es claramente evi-
dente por la declaración: “era imposible que fuese retenido por la muer-
te.” Cristo vino y la venció. Luego de establecer esto, Pedro comienza a
predicar desde el Salmo 16, escrito por David:

Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí;


porque está a mi diestra, no seré conmovido. Por lo cual mi cora-
zón se alegró, y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en
esperanza; porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás
que tu Santo vea corrupción. Me hiciste conocer los caminos de la
vida; me llenarás de gozo con tu presencia. (Hechos 2:25-28)

Desde el versículo 25 en adelante, el sermón tiene un foco muy


davídico, ya que Pedro comienza a comparar a David con Jesús, mostran-
do cómo Jesús cumplió las promesas del pacto de Dios con David.
Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca
David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros
hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con jura-
mento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a
la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo… (Hechos
2:29-31)

¿Cómo se sentó Jesús en el trono de David? De acuerdo a Pedro,


la promesa de que David tendría una descendencia en el trono se cumplió
con la resurrección de Jesús. El sermón continúa:

…que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrup-


ción. A este jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos
testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo reci-
bido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto
que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero
él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. (Salmo
110) Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este
jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y
Cristo. (Hechos 2:31-36)

En otras palabras, Jesús no solo fue el Mesías, sino también el rey,


el rey que habían estado esperando que se sentase en el trono de David
para restablecer su reinado. Él era el cumplimiento de la profecía del
Salmo 110, porque Él había ascendido al cielo y se había sentado a la
diestra del Padre. La ascensión de jesús cumplió la promesa hecha a
David, aquella que decía que él tendría una descendencia que reinaría en
un reino eterno que no tendría fin.

Cuando la gente oyó esta verdad, la que decía que ellos mismos
habían crucificado al verdadero rey que habían estado esperando durante
tanto tiempo, se compungieron de corazón. En respuesta, Pedro les dice
que se arrepintiesen y que sean bautizados en el nombre de Jesús, para el
perdón de los pecados. Luego, recibirían al Espíritu Santo. El tema central
del mensaje evangelístico de Pedro fue el pacto davídico. De eso se trata
el nuevo pacto, del cumplimiento de las promesas hechas a Abraham y a
David.

En esos dos pactos, vemos las dos caras del nuevo pacto: Jesús
como rey y como Mesías. En cumplimiento del pacto davídico, Jesús era
ahora el rey que reina sobre todo y cuyo Reino no tiene fin. Ante este
Reino, todos estamos subyugados.

Para que en el nombre de jesús se doble toda rodilla de los que


están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda len-
gua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre. (Filipenses 2:10-11).

En cumplimiento del pacto abrahámico, Jesús es también el Me-


sías: el perfecto cumplimiento de la figura dada en la historia de Abraham
e Isaac como hijo crucificado. Esta es la manera en la que los primeros
cristianos predicaban el evangelio. En ese contexto, los judíos de ese
tiempo lo entendían. Muchos cristianos modernos pasan por alto este
tema central por causa de la falta de entendimiento respecto a los pactos
davídico y abrahámico, pero aquellos que oyeron el mensaje predicado el
día de Pentecostés entendieron exactamente lo que Pedro quiso decir.
Como resultado, tres mil personas se convirtieron al Señor, en lo que fue
el primer mensaje luego de la ascensión de Jesús y la inauguración del
nuevo pacto (en contraste a los tres mil que habían muerto con la inaugu-
ración del antiguo pacto). Verdaderamente, la Ley mata, pero el Espíritu
da vida (ver 2 Corintios 3:6).

Desafortunadamente, los cristianos modernos no entienden cómo


Jesús ya cumplió los pactos con Abraham y David al ascender y sentarse
a la diestra de Dios el Padre, y es por esto que muchos creen que Jesús
volverá en algún momento a la Jerusalén terrenal y se sentará en el trono
de David para establecer Su reino en el futuro. La Biblia no enseña eso.
Hay muchísima confusión respecto al tema del reino de mil años que se
menciona en Apocalipsis 20. No obstante, ese pasaje en ninguna manera
indica un reinado físico en la tierra desde Jerusalén. Esa idea ha sido in-
sertada por personas que no entienden que Jesús ya se ha sentado en el
trono de David en el cielo. Han malinterpretado Hechos 2, y como resul-
tado, han creado algunos entendimientos erróneos acerca del futuro y del
reinado de Jesús. Irónicamente, los discípulos también esperaban que
Jesús volviera y se sentase en un trono terrenal en Jerusalén, y también es-
taban completamente errados. No fue hasta el día de Pentecostés que en-
tendieron cómo Dios cumplió las promesas a David. Por causa de que esta
realidad fue el foco del primer mensaje evangelístico luego de la ascen-
sión de Jesús, no podemos pasarlo por alto.

El resultado final es este: el pacto davídico está consumado. Ya se


ha cumplido en su totalidad en Cristo, y ahora estamos viviendo dentro
del Reino del Rey Jesús como Sus embajadores en la Tierra. El pacto da-
vídico ha hecho de Jesús un rey, y Su Reino nos ha sido otorgado a noso-
tros, Sus representantes. Una de las maneras en las que podemos demos-
trar Su Reino es a través de lo sobrenatural, porque Su Reino no es uno
terrenal sino uno espiritual, pero que ejerce influencia sobre la tierra.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Cuando el Señor dice que Él le construiría una casa a David, Él no


estaba hablando literalmente de una casa, sino que le daría un
l__________ y que haría su nombre grande.

2. ¿Qué clase de pacto son tanto el pacto abrahámico como davídico?

3. Verdadero o Falso: El pacto mosaico eventualmente se convirtió


en una bendición para la humanidad.

4. ¿Qué versículo nos muestra que Jesús era tanto el Hijo de David
como el de Abraham?

5. Bajo el antiguo pacto, tres mil personas _________________ en


un día; mientras que en el nuevo pacto, tres mil personas fueron
____________ en un día

6. El tema principal del primer mensaje evangelístico de Pedro en el


día de Pentecostés fue el cumplimiento del pac-
to______________.

52
Una prueba sólida de esta declaración se encuentra en el libro de
Don Preston, Torah to Teleos: The Passing of the Law of Moses. A
pesar de que Preston sea un preterista total, es muy significante su es-
tudio respecto al fin de la Ley en el año 70 D.C.
53 Concordancia Strong, Griego #932
54 Ibid., #1411
55 McLarty
CAPÍTULO TRECE

EL CUMPLIMIENTO DEL
PACTO ABRAHÁMICO
En el capítulo 9, hablamos del pacto abrahámico desde la perspec-
tiva del Antiguo Testamento. En este capítulo, vamos a examinarlo desde
la perspectiva del Nuevo Testamento. Como se mencionó en el capítulo
anterior, la introducción al Nuevo Testamento es: “Libro de la genealogía
de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” (Mateo 1:1) De esto se
trata todo el Nuevo Testamento. Es el cumplimiento de los pactos davídi-
co y abrahámico, y el cierre de la Ley de Moisés. En el capítulo anterior
hemos visto cómo esto aplica para el pacto entre Dios y David; y en este
estudiaremos a fondo cómo también aplica para el pacto entre Dios y
Abraham.

JESÚS COMO MESÍAS

Vamos a comenzar con Mateo 1:17, que termina la genealogía de


esta manera: “De manera que todas las generaciones desde Abraham
hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia,
catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.” Aquí,
en esta división, encontramos cuatro personajes o temas: Abraham,
David, el exilio, y el Mesías. Todos estos se relacionan con el pacto de
una manera muy directa. Abraham y David recibieron sus pactos del
mismo Dios. El exilio fue parte del pacto mosaico al final de Deuterono-
mio, cuando Dios dice:

“Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas,


la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arre-
pintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arro-
jado Jehová tu Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obede-
cieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus
hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces Jehová
hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a
recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido
Jehová tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las par-
tes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jeho-
vá tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a
la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te
multiplicará más que a tus padres. Y circuncidará Jehová tu Dios
tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a
Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de
que vivas.” (Deuteronomio 30:1-6)

En otras palabras, incluso cuando Dios envía a Israel al exilio, se-


guía estando en pacto con ellos. Por último, el Mesías viene a inaugurar
un nuevo pacto, circuncidando los corazones de la gente.

Lucas 1, que cuenta la historia del nacimiento de Jesús y de Juan


el Bautista, también arroja importante información respecto a este tema.
Luego del nacimiento de Juan, su padre Zacarías fue lleno del Espíritu y
comenzó a profetizar:

Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su


pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David
su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron
desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de la mano
de todos los que nos aborrecieron. (Lucas 1:68-71)

Aquí, no estaba hablando de su hijo Juan sino del Mesías, quien


vendría de la casa de David. Luego, en los siguientes versículos, profetizó
respecto a cómo el Mesías también cumpliría el pacto con Abraham:

Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su


santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre,
que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos,
sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él,
todos nuestros días. (Lucas 1:72-75)

Finalmente, Zacarías comienza a profetizar respecto a su hijo


Juan, quien anunciaría el camino al Mesías. Es muy significativo que en
estos dos evangelios, la historia de Jesús es introducida con referencias a
Su cumplimiento de los pactos davídico y abrahámico. Este es un funda-
mento sumamente importante para un entendimiento adecuado del mensa-
je del evangelio: el Nuevo Testamento se trata del cumplimiento de estos
pactos previos. Es por esta razón que los autores del Nuevo Testamento
con frecuencia se refieren a las Escrituras (el Antiguo Testamento). Inclu-
so Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece
que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de
mí.” (Juan 5:39) Cuando la gente de aquel tiempo leía el Antiguo Testa-
mento, leían las promesas de Dios a Abraham y David acerca de una si-
miente que algún día vendría y bendeciría al mundo entero. Ese era el
Mesías que ellos estaban esperando. Cuando Mateo, Marcos, Lucas y
Juan testificaron al escribir los Evangelios, se estaban embarcando en
algo muy arriesgado para su cultura. Estaban declarando que lo que todo
el mundo había anticipado y estaba esperando, ya había sucedido. El Me-
sías ya había venido.

Como hemos discutido en el capítulo anterior, en Hechos 2, Lucas


cuenta la historia del día de Pentecostés y el sermón de Pedro, que revela
a Jesús como el cumplimiento de las promesas a David. Hechos 3 cuenta
la historia de Pedro y Juan sanando a un hombre cojo en las puertas del
Templo La Hermosa. Luego de que el hombre es sanado, Pedro y Juan
comienzan a predicar, pero esta vez fue el turno del pacto abrahámico.

Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo
con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán
benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente,
Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendije-
se, a fin de que cada uno se convierta de su maldad. (Hechos
3:25-26)

Este es el fin del segundo sermón registrado luego de la ascensión,


que enfatiza el cumplimiento del pacto abrahámico. En el siguiente capí-
tulo, leemos que muchos de los que escucharon el mensaje, creyeron, y
como resultado el número de creyentes aumentó a 5000. Este mensaje del
Evangelio, basado en el cumplimiento de los pactos, es muy diferente del
típico mensaje de Salvación moderno. Esencialmente, ellos predicaban:
“Esta persona que ustedes crucificaron es el cumplimiento de las prome-
sas de estos dos pactos. Ahora Él está entronizado a la diestra de Dios, y
necesitan arrepentirse, entregarle sus vidas a Él, y creer que Él es el cum-
plimiento de las promesas de Dios a Abraham y David.” Esto es también
lo que vemos en Romanos 10:9-10, cuando Pablo dice que “Crean con
todo su corazón que Jesús es el Señor” y que “Dios le levantó de entre
los muertos” para ser salvos. Este es el mensaje básico del Evangelio:
crean que Jesús es el Señor y que Dios le levantó de entre los muertos
para recibir Salvación.

Esas dos creencias están conectadas con los pactos hechos a David
y Abraham. Como se mencionó en el capítulo anterior, el hecho de que
Jesús es el Señor cumple el pacto de David, y el hecho de que fue levanta-
do de entre los muertos se conecta con el pacto de Abraham. En Génesis
22, Abraham pone a su hijo de la misma manera en la que Dios el Padre
estaba dispuesto a enviar a Su Hijo para morir por nosotros. Esos eran los
elementos del evangelio que tenían que entenderse, de acuerdo a la Iglesia
primitiva.

JESÚS: MAYOR QUE ABRAHAM

En Juan 8 encontramos un debate entre Jesús y algunos de los ju-


díos que habían creído en Él:

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si voso-
tros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le
respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido es-
clavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? (Juan 8:31-33)

Aquí estos judíos responden de manera muy literal y completa-


mente malentendiendo el punto. Habían oído la promesa de Jesús (“La
verdad os hará libres”) a través de una perspectiva natural, y por eso res-
pondieron: “¡Pero nosotros no somos esclavos! No necesitamos ser libres.
Somos descendientes de Abraham.” Entonces, Jesús les explica lo que
había querido decir:

Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel


que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en
la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el
Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois des-
cendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi pala-
bra no halla cabida en vosotros. (Juan 8:34-37)

Jesús le estaba hablando a gente que creía en Él, pero no obstante


procuraban matarlo porque no podían tolerar ni recibir Su mensaje de su
esclavitud espiritual. No le dieron cabida a Su palabra. Esta es la palabra
que Él había oído de Su Padre (Dios), que Él contrastó con lo que estas
personas habían oído de su padre.

Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que


habéis oído cerca de vuestro padre. (Juan 8:38)

Ellos decían ser hijos de Abraham su padre, pero Jesús los trae a
la realidad:

Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les


dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.
Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la
verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros
hacéis las obras de vuestro padre (…) (Juan 8:39-41)

Si ellos realmente hubiesen sido hijos de Abraham, no hubiesen


estado deseando matar a Jesús. Como Jesús les había demostrado que no
eran hijos de Abraham, ellos enseguida dijeron que eran hijos de Dios, di-
ciendo: “Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos,
que es Dios.” (Juan 8:41). Finalmente, Jesús les dice quién era su padre:

Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente


me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he
venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis
mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros
sois de vuestro padre el diablo (…) (Juan 8:42-44)

Jesús continuó con declaraciones muy fuertes respecto a sus ver-


daderas intenciones y deseos, pero también les mostró que la solución es-
taba en Él:

(…) y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homi-


cida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque
no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; por-
que es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la ver-
dad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?
Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es
de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros,
porque no sois de Dios. (Juan 8:44-47)
En otras palabras, Él les dice que ser descendientes naturales de
Abraham no importaba si no tenían la misma fe que él. El linaje natural
no significa, necesariamente, tener el mismo linaje espiritual. En lugar de
ser como Abraham, ellos eran como su verdadero padre, el diablo. Los ju-
díos, sorprendentemente, se ofendieron y le respondieron: “¿No decimos
bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?” (Juan
8:48).

La discusión entre ellos continuó así:

Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y


vosotros me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la
busca, y juzga. De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi
palabra, nunca verá muerte. Entonces los judíos le dijeron: Ahora
conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y
tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. ¿Eres
tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los
profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús:
Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el
que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero
vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le
conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guar-
do su palabra. Abraham vuestro padre se gozó de que había de
ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún
no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo:
De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. To-
maron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió
y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.
(Juan 8:49-59)

En resumen, lo que Jesús les dijo es que no importaba la descen-


dencia sanguínea, sino que creyesen en Sus palabras, porque Él es Dios.
Es fácil para nosotros pasar por alto este hecho, pero en este pasaje los ju-
díos claramente entendieron que Jesús estaba diciendo ser Dios. Cuando
Él les dijo “Antes de que Abraham fuese, yo soy.”, Él estaba repitiendo la
declaración de Dios de Su nombre a Moisés desde la zarza ardiente: “YO
SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14). Hacer una declaración como tal, mere-
cía, para los judíos, ser lapidado hasta la muerte. Es por esta razón que to-
maron las piedras. Ellos entendieron lo que Él estaba queriendo decir, y
no estaban dispuestos a aceptarlo. Encontramos otro ejemplo de esto en
Juan 5:18: “Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no
sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era
su propio Padre, haciéndose igual a Dios.” Es tan cierto hoy en día como
lo fue en ese momento: declarar que Jesús es Dios molesta y ofende a la
gente. A nadie le ofende decir que Él fue un gran profeta o un santo, pero
decir que Jesús es Dios requiere una sumisión a Él. Muchas personas,
como los judíos, no están dispuestos a aceptarlo. Al declarar ser mayor
que Abraham, Jesús claramente dijo, “Yo soy Dios. Soy la palabra que es-
taba con Dios, y que era Dios.” Los verdaderos descendientes de
Abraham, el padre de la fe, reconocerían a Jesús como el Mesías prometi-
do.

Esta creencia fundamental del nuevo pacto, que dice que Jesús es
mayor que Abraham, se desarrolla más ampliamente en el libro a los He-
breos, donde se muestra la interacción de Abraham con Melquisedec (Ver
Hebreos 6:13-7:3). En este pasaje, el autor a los Hebreos primero habla de
la promesa de Dios a Abraham. Luego comienza una transición para ha-
blar respecto a Jesús como sacerdote según el orden de Melquisedec, un
tema que se extiende hasta el capítulo 7. La posición de Jesús en el orden
de Melquisedec es importante por la relación entre Abraham y este perso-
naje. Cuando Abraham le da el diezmo de todo el botín de guerra, declaró
que Melquisedec era más grande que él. Por eso, si Jesús es según el
orden de Melquisedec, y éste era más grande que Abraham, entonces
Jesús también es mayor que él. Como Jesús era según este orden, está por
encima de Abraham. Esto es lo que Jesús dijo en Juan 8, y fue una decla-
ración muy fuerte para esta cultura, en donde Abraham era el padre y el
héroe de su fe. De esta manera, Jesús declaró que Él era el cumplimiento
de las promesas de Abraham.

LA IMPORTANCIA DE LA CIRCUNCISIÓN

El cumplimiento del pacto abrahámico en el nuevo pacto también


se ve con el problema de la circuncisión. Cada uno de los pactos del Anti-
guo Testamento vino con una señal que sirvió como un símbolo o recor-
datorio de que ambas partes estaban juntas en un pacto. Entonces, cada
vez que Moisés veía un arcoíris, era un recordatorio de que Dios no en-
viaría otra inundación mundial. Abraham tenía la circuncisión como un
recordatorio diario de su pacto con el Señor. Moisés y los israelitas tenían
la celebración de la Pascua como un recordatorio de su pacto con Dios,
como también de la liberación de la esclavitud de Egipto. El símbolo de
David es menos certero, porque aunque él vio las promesas de Dios como
un pacto, no hubo una ceremonia de pacto. Entonces, el símbolo del pacto
pudo haber sido el trono, pero también es posible que este pacto no tuvie-
se un signo como los otros. El punto es que, para Abraham, la circunci-
sión era una señal del pacto con Dios. Todos los hombres de su familia
eran circuncidados como signo de que eran parte del pacto de Abraham y
Dios.

Cuando la Ley fue introducida años después, la misma decía que


los varones debían ser circuncidados al octavo día después de nacer. De
esta manera, la circuncisión pasó de ser un signo del pacto abrahámico a
ser parte de la Ley. Luego, como ya no fue un signo, se fue convirtiendo
en un peso. Con el paso del tiempo, el concepto de la circuncisión cam-
bió. Cuando Jesús estuvo en la tierra, la importancia de la circuncisión era
la siguiente: “Somos hijos de Abraham. Somos mejores que el resto de las
naciones del mundo. Tenemos un pacto con Dios porque hemos sido cir-
cuncidados.” Este es un cambio sutil pero muy significativo. Estaban con-
fiando más en la señal del pacto en lugar de confiar en el pacto en sí. Ha-
bían cumplido con la circuncisión porque la Ley así lo decía, pero la
misma no era más que una señal del pacto abrahámico y la relación entre
Abraham y Dios el Padre. Mientras Abraham confió en su pacto con
Dios, los judíos comenzaron a confiar en la circuncisión (la señal) en
lugar de en la relación. Esto sería como poner tu confianza en tu anillo de
casamiento, que es una señal de tu matrimonio, en lugar de desarrollar
una relación matrimonial. El Bautismo también es una señal, pero la rela-
ción es lo que trae Salvación. Este era el problema que estaba teniendo
lugar en el tiempo en que Jesús estuvo caminando en la tierra.

Luego de la muerte y resurrección de Jesús, la circuncisión se vol-


vió un tema de debate en la Iglesia primitiva. Muchos se preguntaban,
“¿Tenemos que seguir enseñando la circuncisión?” De acuerdo a las ense-
ñanzas de los apóstoles Pablo, Pedro, Santiago, y Juan, la circuncisión
que Jesús trajo fue la del corazón, lo que quería decir que los hombres ya
no necesitan un signo en su carne como un signo del pacto. El nuevo
pacto es un pacto interior y espiritual a través del cual Dios pone un
nuevo corazón (un nuevo espíritu) en nosotros. Él nos hace participantes
de la naturaleza divina, y hace cambios invisibles dentro de nuestros cora-
zones. Esto significa que ya no necesitamos el signo exterior de la circun-
cisión. No obstante, por muchos años este tema fue de gran debate en la
Iglesia primitiva, porque la gente aún se estaba ajustando a las realidades
del nuevo pacto. Muchos de los judíos convertidos al cristianismo querían
que los nuevos cristianos fuesen circuncidados al convertirse, porque pen-
saban que la misma era un necesario signo del pacto.56

Pablo hace una declaración muy fuerte en contra de aquellos a


favor de la circuncisión en Gálatas 5:12: “¡Ojalá se mutilasen los que os
perturban!” Pablo estaba muy disgustado con el movimiento a favor de la
circuncisión, porque él lo entendía como lo que era: un paso atrás hacia el
antiguo pacto. Pablo veía la insensatez de aquellos que vivían en el nuevo
pacto, pero aun así cumplían y enseñaban la Ley. No obstante, no muchos
lo entendían, tal como hasta el día de hoy muchos siguen sin entenderlo.
Para probar este punto, Pablo se refirió a la historia de la circuncisión bajo
el pacto abrahámico y dijo, “Porque en Cristo jesús ni la circuncisión
vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación”. (Gálatas 6:15).
En otras palabras, dijo: “Este signo ya no tiene importancia. Lo que im-
porta es ser una nueva creación, a través de una circuncisión del corazón.”
Al decir esto, Pablo estaba diciendo que nada del antiguo pacto tenía im-
portancia ahora que había llegado el nuevo pacto. El nuevo pacto había
dejado obsoleto al antiguo pacto. De esta manera, puso fundamento res-
pecto al sistema de la Ley en el nuevo pacto.

LA CIRCUNCISIÓN DEL CORAZÓN

Esta idea fue un golpe para la religión judía del siglo I, como
vemos en la historia de Esteban, quien en realidad fue lapidado hasta
morir por hablar del tema de la circuncisión. En Hechos 6, Esteban estaba
ante un tribunal por predicar el Evangelio. Los judíos habían traído un
testigo falso para hablar en contra de él. En respuesta, en el capítulo 7, Es-
teban comienza a dar un discurso maravilloso que fue esencialmente un
resumen bíblico de los pactos mayores, comenzando con Abraham y cul-
minando con Jesús. Luego de eso, él reprende a los judíos por su rechazo
a Jesús como el Mesías prometido:

¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros


resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así tam-
bién vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros
padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida
del justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y ma-
tadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles,
y no la guardasteis. Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus co-
razones, y crujían los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del
Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y
a jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los
cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de
Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y
arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le
apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un
joven que se llamaba Saulo. (Hechos 7:51-58)

No fue únicamente lo que dijo respecto a Jesús lo que los ofendió.


Lo que en realidad les molestó a los judíos fue la declaración en contra de
ellos: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos!” En la
misma, él se estaba refiriendo a Deuteronomio 30:6, que profetizó que
luego del exilio a Babilonia la gente sería nuevamente reunida por Dios y
sus corazones serían circuncidados. Esteban los estaba acusando de recha-
zar el cumplimiento de esa profecía al rechazar el nuevo pacto y a Aquel
que había sido enviado a circuncidarles el corazón. Esto, nuevamente, nos
muestra la realidad de que lo que la Iglesia primitiva predicaba era única-
mente el cumplimiento de los pactos hechos a David y a Abraham. A tra-
vés del Nuevo Testamento, este énfasis es claro. Justamente, ese mensaje
fue lo que causó que los judíos apedreasen a Esteban hasta la muerte acu-
sado de blasfemia. Los judíos rechazaron aceptar la posibilidad de que
Jesús había sido el Mesías y de que no habían podido identificarlo. Esta
es la importancia de la circuncisión en el Nuevo Testamento. La transi-
ción de un signo físico a través de la circuncisión, a uno interno e invisi-
ble a través de la circuncisión del corazón fue la piedra angular de la tran-
sición del antiguo pacto al nuevo. La eliminación del mandato de circun-
cidar significaba la eliminación por completo del antiguo pacto.

LA LEY Y LA FE

Hay un debate en el Nuevo Testamento conectado profundamente


con el tema anterior, y es la discusión entre la Ley y la fe, diferencia cen-
tral entre el antiguo pacto y el nuevo pacto. Puede ser resumida de la si-
guiente manera: “¿Vas a vivir de acuerdo a tu habilidad de cumplir la
Ley, o vas a caminar en la fe de Abraham, que fue considerado justo?” En
Gálatas 3:1-2, Pablo deja en claro esta división:

¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la


verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado
claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero
saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley,
o por el oír con fe?

Él le estaba preguntando a los gálatas si habían recibido al Espíritu


por seguir la Ley o por haber creído (fe). Pablo continúa:

¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora


vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en
vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os sumi-
nistra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por
las obras de la ley, o por el oír con fe? (Gálatas 3:3-5).

Ahora les está preguntando si los milagros de Dios con ellos ha-
bían provenido como resultado de la Ley o de la fe. La respuesta obvia es
la fe. Esto es muy importante. Mucha gente se enoja cuando un ministro
conocido que se mueve en milagros y señales, termina cayendo en pecado
o en corrupción financiera, y dicen cosas como: “¿Cómo pudo Dios obrar
milagros en su ministro cuando éste estaba cometiendo tantos pecados?”,
o “No debió ser Dios el que hizo esas señales, porque había pecado oculto
en su vida.” Ambos declaraciones son erróneas. Los milagros suceden por
causa de la fe, no por causa de la Ley. Lo que eso significa es que una
persona puede ser un desastre total, pero tener una enorme cantidad de fe.
Por esta misma razón, los milagros pueden suceder a través de esa perso-
na. Eso sucede a pesar del hecho de que esa persona esté emocionalmente
enferma, o sea inmadura, o esté lidiando con el pecado. Sansón es un
buen ejemplo de esto. De hecho, muchos de los héroes del Antiguo Testa-
mento fueron usados poderosamente por Dios a pesar de sus problemas
personales. En el Nuevo Testamento, Pedro sanaba a las personas con su
sombra, pero seguía siendo un racista. Hasta que Dios no cambió su cora-
zón, Pedro tenía un racismo muy arraigado que afectaba la manera en la
que trataba a los gentiles. No obstante, por causa de su fe en Jesús, él obró
en milagros extraordinarios en su ministerio. El punto es que la fe es lo
que causa los milagros, no las obras de justicia hechas para cumplir la
Ley.

Muchos creyentes tienen la falsa percepción de que los milagros


son una señal de la justicia y rectitud de una persona, y cuando ven mila-
gros que acontecen a través de la misma, asumen que esa persona debe ser
un cristiano increíble con un carácter impecable. La verdad es que los mi-
lagros sucederán a través de cualquiera que crea, es decir, a través de
cualquiera que tenga fe.
En Gálatas 3:6-7, Pablo continúa hablando de Abraham, el padre
de la fe: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed,
por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.” En otras
palabras, Abraham fue justo por causa de su fe, no por seguir la Ley, que
ni siquiera existía en ese entonces. Cuando vivimos según la fe y no
según la Ley, somos hijos de Abraham. El versículo 8 sigue: “Y la Escri-
tura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de
antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas
todas las naciones.” Todas las naciones no recibieron bendición a través
de la Ley, pero todas las naciones sí recibieron bendición a través de la fe
de Abraham. La Escritura sigue: “De modo que los de la fe son bendeci-
dos con el creyente Abraham.” (Gálatas 3:9). Si tenemos fe, somos ben-
decidos como lo fue Abraham, no en base a nuestras obras sino en base a
nuestra fe.

En contraste, la Ley trae una maldición: “Porque todos los que


dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:
Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el
libro de la ley, para hacerlas.” (Gálatas 3:10). ¡Aquellos que dependan
de la Ley serán malditos, pero el que dependa de la fe será bendito! Pablo
lo dejó en claro para que no quede lugar para la duda: “Y que por la ley
ninguno se justifica para con Dios, es evidente…” (Gálatas 3:11). No solo
aquellos que estén bajo la Ley serán malditos, sino que tampoco serán
justificados. Pablo hizo su comparación entre la Ley y la fe de la siguiente
manera:

La ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá
por ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de
Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiése-
mos la promesa del Espíritu. (Gálatas 3:12-14)

En otras palabras, Cristo removió la maldición de la Ley para que


podamos ser benditos con Abraham. No solo Cristo nos justifica, sino que
también lanzó bendición sobre nosotros. Al remover la maldición de la
Ley de Moisés, abrió la puerta para que heredemos la bendición de la fe
de Abraham, que es ser de bendición para todas las naciones de la tierra.
Las bendiciones de Deuteronomio 28 estaban limitadas a aquellos que es-
taban circuncidados y seguían la Ley dentro del pacto de vasallaje. Jesús
no nos ofreció una bendición minúscula, sino que removió la maldición
que colgaba del mandamiento de obedecer, y abrió la puerta de la bendi-
ción a través de la fe. Luego de esa comparación, Pablo sigue con un
ejemplo que era muy claro para los lectores de la época: “Hermanos,
hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez
ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.” (Gálatas 3:15) Para los lectores
originales, esto era perfectamente entendible, pero no es claro para noso-
tros, miles de años después. A lo que Pablo se estaba refiriendo era al en-
tendimiento de que una vez establecido, un pacto no podía ser cambiado.
Vemos esto en el comentario de Pablo respecto al pacto abrahámico:

Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su si-


miente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos,
sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. (Gálatas
3:16)

A Abraham le fueron hechas ciertas promesas, y estas no decían


“tus simientes” (sus descendientes físicos, Israel), sino “tu simiente”
(Cristo). Por esto, la promesa de Abraham no fue para una nación de des-
cendientes, sino para su simiente, Jesús. Pablo continúa:

Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para


con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no
lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es
por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a
Abraham mediante la promesa. (Gálatas 3:17-18)
La Ley no desvaneció las promesas hechas a Abraham. No las in-
validó, ni tampoco las reemplazó. Simplemente apareció como un pacto
diferente. Esto significa, como dijo Pablo, que la Ley no cumplió las pro-
mesas a Abraham. En lugar de eso, la promesa fue antes de la Ley y estu-
vo basada en la fe. Luego, Pablo señala el propósito de la Ley:

Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las


transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la
promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un me-
diador. Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.
¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna
manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera
verdaderamente por la ley. (Gálatas 3:19-21)

Podría decirse que, según estos versículos, este fue un gran inter-
cambio. El punto de Pablo aquí fue contrastar la Ley la fe. La primera no
fue dada para justificarnos, porque no era posible. La Ley no vino para
traer justicia, sino como resultado de la trasgresión. Esos son dos propósi-
tos muy diferentes. Por eso, en los años entre Moisés y Jesús, los israeli-
tas vivieron bajo la sombra de la Ley, esperando el tiempo cuando la pro-
mesa de Abraham (anterior a la Ley) se cumpliese. La promesa de una si-
miente, el Cristo, finalmente se cumplió con la llegada de Jesús.

Pablo continuó:

Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la prome-


sa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero
antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerra-
dos para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley
ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuése-
mos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo
ayo. (Gálatas 3:22-25)

La traducción más reveladora del versículo 22 es la versión Dios


Habla Hoy (DHH), que dice: “Pero, según lo que dice la Escritura, todos
son prisioneros del pecado, para que quienes creen en Jesucristo puedan
recibir lo que Dios ha prometido.” En otras palabras, durante el tiempo
entre la Ley hasta Jesús, los israelitas estuvieron bajo un ayo o guardián, o
bajo la custodia de la Ley. Literalmente, eran prisioneros de la Ley. Algu-
nos usan estos versículos para decir que la Ley nos conduce a Cristo, por
causa del uso de la palabra ayo o guardián, pero ese no es el significado
de este versículo. El significado es un carcelero. La Ley los mantuvo pri-
sioneros hasta que la simiente prometida vino. Hasta entonces, estuvieron
“encerrados”, como muestra el versículo 22.

Pablo describe el resultado final de esta manera:

Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque


todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis re-
vestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no
hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham
sois, y herederos según la promesa. (Gálatas 3:26-29)

En otras palabras, aquellos que le pertenecen a Cristo, quien es la


simiente de Abraham, son hechos herederos de acuerdo a la promesa. Ya
no somos esclavos sino hijos de Dios y, por lo tanto, herederos de la
misma promesa del Hijo de Dios. Pablo lo resume de la siguiente manera:

Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada


difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tu-
tores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así tam-
bién nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo
los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del
tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios
envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama:
!!Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por medio de Cristo. (Gálatas 4:1-7)

En estos versículos, es importante notar que Cristo nació bajo la


Ley (ver Gálatas 4:4). Dicho de otra manera, la Ley seguía en operación.
No terminó con Su nacimiento, sino que vivió y ministró bajo la Ley
hasta que la Ley terminó con la cruz. A través de Su muerte en la cruz,
Jesús liberó a los israelitas de la Ley al remover el sistema del pacto mo-
saico. Él les dijo, “Ya no son esclavos sino hijos de Dios, para que ahora
puedan heredar las promesas de Dios.” De esta manera, Cristo los liberó
de la Ley para que pudiesen vivir y ser justos, como Abraham, por la fe.
Pablo establece el mismo contraste entre la Ley y la fe en Romanos 4.
Algunos han tenido problemas para aceptar esta realidad por causa
de Santiago 2; misma causa que casi provocó que la Iglesia primitiva eli-
minase la carta de Santiago del canon bíblico. Algunos vieron un conflic-
to entre este pasaje, con el mensaje claro de Gálatas 3-4 y Romanos 4. Por
esta razón, debemos considerar el pasaje antes de terminar nuestra discu-
sión del debate entre la Ley y la fe. Santiago 2 dice:

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe,
y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una
hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de
cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y sa-
ciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuer-
po, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es
muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo
obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por
mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los de-
monios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que
la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras
Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el
altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la
fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que
dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue
llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es jus-
tificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también
Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a
los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuer-
po sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muer-
ta. (Santiago 2:14-26)

La declaración de Santiago, “…el hombre es justificado por las


obras, y no solamente por la fe” ha molestado a muchas personas. Otros
la han aceptado, y es por eso que el debate entre la Ley (obras) y la fe
continúa. Hoy en día, gran parte de este debate se centra en Obras vs.
Gracia. Aquellos del lado de la gracia dicen que las obras que los cristia-
nos hacemos no son necesarias porque el Evangelio es acerca de la gracia
y de lo que ya hemos recibido en Cristo. Pero, de hecho, el Evangelio no
se trata de la gracia. La gracia es parte de él, porque es el empoderamiento
que viene con el Evangelio, pero el mensaje central es el nuevo pacto, del
cual la gracia es solo una parte.

La confusión respecto a estos temas provienen de un pensamiento


de “un solo lente”, en donde grupos y movimientos enteros toman solo un
aspecto del Evangelio y lo transforman su enfoque central, hasta el punto
en que pierden otros aspectos de la vida en el nuevo pacto. Por ejemplo,
algunos se han centrado tanto en su enfoque en la gracia, que no hacen
ningún tipo de obra. La verdad es que la obras nunca te justificarán, pero
el fruto de la fe son las obras. Esto es lo que Santiago quería explicar en
este pasaje. Él estaba viendo cristianos que decían vivir por fe, pero que
no ayudaban a sus hermanos y hermanas en necesidad, y estaba señalando
que eso estaba mal. Santiago no estaba diciendo que la Ley (obras) nos
justifican, sino que si tenemos fe la misma debería evidenciarse porque la
fe da frutos de buenas obras. Las mismas, si nacen de nuestra fe, son la
prueba evidente de que efectivamente la tenemos. Ambas van juntas, y
cuando nos centramos solamente en un aspecto y eliminamos el otro, per-
demos la esencia del mensaje del nuevo pacto.

En resumen, es muy bueno salir del sistema de la Ley para ir a la


fe. El mensaje del nuevo pacto es libertad, y cuando nos movemos en pos
de la fe, la gracia de Dios nos empodera para caminar en fe, lo que nos
hace dar frutos, que son buenas obras. El movimiento moderno de la hi-
pergracia le ha recordado a muchas personas la importancia de la gracia
en nuestras vidas, pero ha enfatizado por demás a la gracia y a la fe, que
nos hace hijos de Dios. Como Santiago claramente establece, la fe, si es
verdadera, nos hará dar fruto. No podemos tener fe sin frutos, y la gracia
es el empoderamiento que nos hace caminar en el fruto de nuestra fe. La
división bíblica no es entre la Ley y la gracia, sino entre la Ley y la fe. Si
estamos caminando en la fe de Abraham y creemos que la simiente pro-
metida (Jesús) ha venido para liberarnos de la Ley, entonces deberíamos
tener evidencia de esa fe fluyendo de nuestras vidas. Si verdaderamente
somos hijos de Dios, vamos a tener la evidencia en nuestra vidas porque,
como Jesús, haremos las mismas obras que hace nuestro Padre. Vamos a
heredar los rasgos de nuestra familia.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Era muy importante que Jesús fuese del orden de Melquisedec,


porque éste era más importante que, ¿qué personaje bíblico?

2. Cada uno de los pactos vino con un signo. Enlista los signos co-
rrespondientes a estos tres pactos: Noé, Abraham, y Moisés.
3. Confiar más en la señal más que en el pacto y la relación con Dios
equivale a una pareja casada que confía más en sus
_______________, que en su relación.

4. ¿Qué versículo de Deuteronomio 30 citó Esteban?

5. Los milagros suceden por causa de la ______________.

6. ¿Cuál fue el carcelero desde el tiempo de Moisés hasta Jesús?

56
Algunos pasajes importantes respecto al debate de la circuncisión in-
cluye Romanos 2:25-3:1; 4:11; 1 Corintios 7:19; Gálatas 2:12; 5:6-12;
6:11-15; Efesios 2:11; Filipenses 3:3; Colosenses 2:11; Tito 1:10. La can-
tidad de pasajes muestra cuán grande era el debate en ese momento.
CAPÍTULO CATORCE

TEORÍA DE LA EXPIACIÓN
En este capítulo y en el siguiente, estudiaremos un fundamento de
la teología, llamado la expiación. Una definición simple explica que la ex-
piación es una relación que se restaura entre dos compañeros. Cuando la
teología cristiana se refiere a este término, se refiere a lo que tuvo lugar
en la cruz. Existe una gran cantidad de perspectivas respecto a este tema
debido a que los pensadores cristianos lo han estado estudiado por casi
dos mil años. El Antiguo Testamento contiene muchas sombras y figuras
respecto a lo que sucedió en Cristo. No vamos a enfocarnos en los tipos
de expiación del Antiguo Testamento, pero necesitamos entenderlos para
comprender la realidad en Cristo. Como ya hemos estudiado los diferen-
tes pactos del Antiguo Testamento, ahora nos enfocaremos en el nuevo
pacto, mientras que ocasionalmente volveremos a las sombras y a las fi-
guras del viejo pacto.

TRES PERSPECTIVAS DE LA EXPIACIÓN

Vamos a estudiar este tema de manera histórica, analizando los


puntos de vista principales de la expiación según el período histórico,
desde la cruz hasta el presente.

1. Teoría Christus Victor

Desde la cruz hasta el año 1100 D.C., solo existió una sola pers-
pectiva de la expiación llamada Christus Victor, que son las palabras en
latín para “Cristo es Victorioso.” Otro nombre para esta creencia es pers-
pectiva de la redención. Christus Victor es el nombre oficial, pero “Pers-
pectiva de la redención” y “Perspectiva del rescate” también son usadas
para referirse a la misma.
De acuerdo a Christus Victor, Dios le dio la autoridad sobre la tie-
rra a Adán y Eva. No obstante, el diablo los engañó y ellos le dieron su
autoridad a él. Como resultado, el diablo tomó autoridad sobre la tierra.
Para remediar esto, el Rey Jesús vino y tomó las llaves del mismo in-
fierno y luego se las volvió a dar sobre la humanidad. Este es el concepto
de Christus Victor, que como humano, “segundo Adán” que es sin peca-
do, Jesús vino para tomar la autoridad sobre la tierra que Adán y Eva ha-
bían perdido. Atravesó toda clase de tentaciones y pruebas, murió, pero
también resucitó. Al morir, liberó a los cautivos, y, con las llaves (la auto-
ridad), vació el infierno. En otras palabras, recuperó todo lo que el enemi-
go había robado de Adán y Eva, y se lo devolvió a la humanidad. Esto se
ve en Lucas 22, en la Última Cena, cuando Jesús le dijo a sus discípulos:
“Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí.” (Lucas
22:29). Por eso cuando le dijo a Pedro “Y a ti te daré las llaves del reino
de los cielos” (Mateo 16:19), le estaba mostrando Su intención de volver
a darle el Reino a la humanidad. Esta es la idea fundamental que plantea
la teoría Christus Victor, que la Iglesia primitiva creyó por lo primeros
1100 años de historia, junto con los padres de la Iglesia.

2. Teoría de la Satisfacción

Alrededor de 1100 D.C., un hombre llamado Anselmo era el reve-


rendo de Canterbury, una posición altamente estimada en la Iglesia. Él
planteó una nueva teoría respecto a lo que sucedió en la cruz, que se co-
noce como la teoría de la satisfacción. En lugar de centrarse en la devo-
lución de la autoridad a la humanidad, esta teoría se centró en el hecho de
que la humanidad había deshonrado a Dios, creando una gran pared divi-
soria entre la gente y el Señor. En otras palabras, de acuerdo a esta teoría,
el pecado era el foco de la expiación, y no el haberle devuelto la autoridad
e identidad a la humanidad. Entonces, planteó que Jesús vino a morir por
el pecado, por causa de la deshonra que la humanidad le había provocado
a Dios. Esta idea fue tomada de Romanos 6:23, que dice: “Porque la
paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cris-
to Jesús Señor nuestro.” Por eso el pecado, que se había vuelto tan gran-
de, necesitó como paga que alguien (Jesús) volviese y satisficiese a Dios
para traer justicia. Alguien tenía que venir a pagar la deuda que había ge-
nerado el pecado, porque Dios es un Dios justo.

Cuando Anselmo presentó este concepto en el año 1100 D.C., no


dijo que alguien necesitaba ser castigado por el pecado. En cambio, dijo
que Dios había sido deshonrado y que alguien tenía que volverlo a honrar,
pero como ninguna de nuestras obras era suficientes para honrarlo, Jesús
vino a la tierra y vivió una vida como hombre para hacerlo.

3. Teoría de la Sustitución Penal

En el año 1500, Juan Calvino agregó una tercera teoría de la ex-


piación. Él planteó que el pecado había deshonrado a Dios, y que el
mismo requería castigo. Esta teoría, conocida como sustitución penal,
cambió bastante el entendimiento de lo que en realidad sucedió en la cruz.
De acuerdo a Juan Calvino, cuando Jesús murió, tomó el lugar de
la humanidad. El ser humano necesitaba ser castigado por causa del peca-
do, y Dios debía enviar un juicio sobre nosotros. En lugar de eso, decidió
enviarlo sobre Jesús. Por eso, Jesús tomó nuestro lugar y recibió el casti-
go para que pudiésemos ser libres. En otras palabras, el foco de esta pers-
pectiva es que el pecado demandaba justicia.

A pesar de que esta teoría no existió durante los primeros 1500


años del cristianismo, hoy en día está muy expandida y muchos cristianos
creen que esta perspectiva es la teoría “normal” de la expiación: que Jesús
necesitó venir y ser castigado en nuestro lugar. Junto con esto, Calvino
también planteó la idea de una expiación limitada, que hemos estudiado
en el capítulo 4. Para explicarlo simplemente, la expiación limitada dice
que Jesús tomó el castigo de ciertos cristianos (los escogidos), pero no los
del resto de la humanidad, lo que significa que éstos recibirán el juicio.
Esto es lo que muestra el siguiente diagrama. Los cristianos están protegi-
dos del juicio de Dios por la “burbuja” de Jesús, pero los no cristianos no,
y son castigados. Los elegidos están protegidos por Jesús, pero aquellos
que no, no están protegidos del juicio.
Es fácil desterrar esta teoría basándonos en 1 Juan 2:2, que dice:
“Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Por causa de este ver-
sículo, incluso muchos calvinistas han rechazado la idea del sacrificio o
expiación limitada. Aun la sombra y figura de la expiación no encaja con
la idea de la limitación. En el Día del Sacrificio, el cordero era sacrificado
por todo Israel, y eso incluía a los buenos israelitas y a los malos israeli-
tas. Todos en Israel recibieron el beneficio del sacrificio.

PERDÓN O CASTIGO

Esto trae a la luz una pregunta muy importante que muestra la di-
ferencia entre la perspectiva original (Christus Victor) y las dos más mo-
dernas (Teoría de la Satisfacción y Sustitución Penal): El pecado, ¿fue
perdonado o fue pagado?
Algunas personas dicen que fue pagado y que fue perdonado al
mismo tiempo, pero debe ser una de las opciones o la otra. Si una persona
tiene una hipoteca con el banco, esa persona tiene dos opciones para
pagar su casa. O puede pagar completamente el valor, o el banco puede
perdonarle la deuda. Si la persona paga la hipoteca, no es lo mismo que el
banco se la haya perdonado. Lo mismo aplica para el debate entre el casti-
go y el perdón. O nuestros pecados fueron pagados, y Jesús llevó el casti-
go que merecíamos, o fueron perdonados, sin castigo.

Desde el año 1100, el énfasis había cambiado respecto al concepto


original del perdón, por uno de castigo. Esto se vio mucho más desde la
formalización del calvinismo en el año 1500. Por eso, la Iglesia ha adop-
tado este concepto de sala de justicia, en donde un Padre Dios enojado
juzga y demanda paga por la deuda del pecado. Jesús interviene, como
hombre perfecto, y dice, “moriré en su lugar por sus pecados.” Los histo-
riadores se han referido a este concepto como la “legalización del cristia-
nismo”. El mismo fue inventado por Juan Calvino, quien había trabajado
como abogado. Por causa de su trasfondo en las leyes, Calvino vio al
Padre como un juez en lugar de como un papá, y percibió el mensaje del
Evangelio a través de lentes de legalismo en lugar de lentes de relación57.
Este fue el origen de la sustitución penal.

Conectado muy de cerca a este concepto, está la idea de un Dios


enojado. Si el pecado necesitó de un castigo, entonces Dios debió haber
estar muy enojado por causa de que su santa Ley estaba siendo violada
continuamente. Por eso, durante los años en que la humanidad rebelde
pecó contra Dios, habían provocado que Dios acumule mucha ira, que
culminó en la cruz, donde Jesús sufrió la ira de Dios en nuestro lugar.
Como aquellos beneficiarios del sufrimiento de Jesús, deberíamos estar
tristes de que Él haya sufrido la ira de Dios, pero también agradecidos de
que haya sido sobre Él y no sobre nosotros. Jesús tomó nuestro lugar fren-
te al arbitrario y enojado Padre, y tomó el castigo que nos merecíamos.
Esta idea es especialmente fácil de aceptar para las personas que han teni-
do un padre enojado en lo natural, por causa de que encaja con su expe-
riencia respecto a cómo es un padre. Incluso para aquellos que tienen pa-
dres terrenales buenos, este concepto de un Dios enojado les provoca una
distancia emocional entre ellos mismos y Dios. Por eso, ellos pueden leer
una historia como la del hijo pródigo (ver Lucas 15) y pensar: “Eso no
tiene sentido para mí. Me identifico con el hijo, pero, ¿es el Padre real-
mente así?” De esta manera, la imagen de Dios como un juez enojado
sirve como un lente que colorea la forma en la que la gente lee y entiende
la Biblia. Ven la relación con Él ligada al sufrimiento de Jesús en nuestro
lugar. Jesús pagó la deuda para que podamos tener una relación con el
enojado y justo Padre.

De hecho, esta enseñanza también está conectada con el Movi-


miento de la Gracia. Algunos de sus maestros son tan pro-gracia, que en-
señan la perspectiva de la sustitución penal.58 En otras palabras, Dios el
Padre derramó toda Su ira en Jesús en la cruz, lo que significa que Dios
ya no tiene ira en contra de nosotros. La derramó por completo en Jesús, y
por esa misma razón, ya nunca está enojado con nosotros. Esta es la con-
clusión lógica y fundamento del Movimiento de la Gracia. El problema
con el mismo es, obviamente, que cuando leemos el Nuevo Testamento
descubrimos que hay más ira. El tema de la ira de Dios aparece repetida-
mente en el Nuevo Testamento, lo que no tiene sentido si Dios derramó
toda Su ira sobre el cuerpo de Jesús. En lugar de eso, si miramos lo que
dice el Evangelio y nos preguntamos, “¿en dónde vemos que Dios derra-
mó ira en la cruz?”, la respuesta será que no encontraremos ninguna evi-
dencia. El Nuevo Testamento no conecta la ira con la cruz. La ira de Dios
no estuvo presente ni tuvo que ver, de manera alguna, con la crucifixión
del Hijo.

Soy consciente de que tal declaración es muy fuerte, pero es de-


mostrable, como veremos en este capítulo. Como sea, eliminar la idea de
la ira no responde la pregunta de si los pecados son perdonados o paga-
dos. Técnicamente, Dios podría haber castigado sin ira, o sin sentir ningu-
na emoción. Por lo tanto, no podemos usar la eliminación de la ira para
probar que Dios no castiga el pecado. No obstante, en la Escritura vere-
mos que es evidente que el pecado fue perdonado, y no pagado. Todos te-
níamos una deuda con el pecado, pero en lugar de castigar a Jesús en
nuestro lugar, el Padre eligió simplemente perdonar la deuda sin un pago
sustitutorio. Comprobaremos que esto es cierto a través de la examinación
de las sombras y figuras de la expiación que Jesús vino a cumplir.

LAS SOMBRAS Y FIGURAS

Lo que las ideas modernas sobre la expiación pasan por alto es un


buen lugar en donde comenzar. Muchos estudiosos solo toman las pers-
pectivas históricas de las teorías de la expiación en la Iglesia, y tratan de
determinar cuál estaba más acertada. ¿Fue Calvino? ¿Fue Anselmo? ¿Fue-
ron los padres de la Iglesia? Se debaten entre estas tres perspectivas que
comenzaron después de la cruz, en lugar de ir a las sombras y figuras que
hacían referencia a la cruz. Si queremos entender la expiación adecuada-
mente, esta es la verdadera pregunta que deberíamos hacernos: ¿A dónde
apuntaban las sombras y figuras, al perdón o al castigo?

El Antiguo Testamento contiene tres tipos principales de sombras


y figuras de la expiación:

1. Abraham e Isaac.

2. El Cordero de la Pascua.

3. El día de la expiación o el cordero expiatorio.

Estas tres imágenes fueron dadas a los judíos como tipos y figuras,
de manera tal que cuando el año 30 D.C. llegase y estuviesen parados
frente a la cruz, entendiesen perfectamente lo que estaba sucediendo.

1. Abraham ofrece a Isaac

En la historia de Abraham e Isaac, vemos tres personajes principa-


les. Isaac fue con su padre y estaba inmovilizado. Abraham estaba a punto
de sacrificarlo, pero el ángel lo detiene, mostrándole un carnero a quien
sacrificar en lugar de a su hijo. De acuerdo a Gálatas 4:21-31, Isaac, como
la simiente prometida y el hijo de la promesa, era una figura del nuevo
pacto y Jesús. El otro hijo, Ismael, era la figura del antiguo pacto. Por eso,
Hebreos 11:17-19 habla de cómo Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a
su hijo, creyendo que si moría Dios podía levantarlo de entre los muertos.
Claramente, este es un paralelo del Padre y el Hijo. Por eso, podemos ver
que Isaac (no el carnero) fue la sombra y figura de Jesús en la historia. El
cordero no cumplió una parte predominante en la historia.

Ahora debemos considerar la dinámica de esta situación y por qué


ocurrió. Como una sombra y figura de la expiación, ¿qué nos dice respec-
to a la naturaleza de la misma? Primero, es importante notar, como hemos
discutido en el capítulo 9, que Dios le pidió a Abraham que sacrifique a
Isaac para probarlo. No fue porque Él estuviese enojado con Abraham, o
porque Abraham tuviese una deuda con el Señor. De hecho, al final de la
historia, Abraham fue declarado justo por su fe, y tuvo a la simiente pro-
metida, Isaac, junto con las promesas del pacto. En otras palabras, Isaac
no estaba muriendo en lugar de otra persona para pagar una deuda. En
lugar de eso, Abraham fue probado, como el compañero de pacto de Dios,
y Él también le estaba probando a Abraham que Él era diferente a otros
dioses (porque no requería el sacrificio de un niño). Por eso, el sacrificio
de Isaac fue una ofrenda del pacto. En aquellos días, esa era una parte
normal de mostrar lealtad a un dios, que demandaba la vida de un primo-
génito como prueba de que la otra parte estaba comprometida con el
pacto. Así que, recordando las normas de los días de Abraham, Dios le
pidió que sacrifique a Isaac como una prueba de lealtad. No obstante,
Dios interrumpió el sacrificio y proveyó un carnero como sustituto, en
lugar de Isaac. En otras palabras, Él estaba declarando que no era como
los otros dioses, y que estaba en contra del sacrificio de niños.

En resumen, en esta primera sombra y figura del pacto, tenemos


dos lecciones muy importantes. La primera, que no fue un castigo por el
pecado, y que Isaac no fue un sustituto de lo que en realidad merecía
Abraham. La segunda, se relaciona con la aprobación de la relación de
Abraham e Isaac dentro del pacto con Dios.

2. La Pascua

La siguiente sombra y figura de la expiación es la Pascua. En el


diagrama a continuación, Dios está de un lado, y Moisés e Israel del otro,
con la gran nube oscura en medio de ellos, representando el ángel de la
muerte. Debajo de la nube, está el cordero de la Pascua, que es la figura
de Jesús en esta historia. Vemos esto claramente en el Nuevo Testamento,
en la declaración de Pablo: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para
que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua,
que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” (1 Corintios 5:7) Jesús
también le dejó esto en claro a sus discípulos cuando usó la cena de la
Pascua para profetizar sobre Su muerte y resurrección, en lo que se con-
virtió en la Eucaristía o Cena del Señor (ver Lucas 22:19-20). Jesús fue el
cordero de la Pascua.
Otro rol importante en esta historia, no mostrado en el diagrama,
fue Egipto. Israel había estado cautivo en Egipto, y, a través de Moisés,
Dios había soltado nueve plagas sobre este lugar. El ángel de la muerte
fue la décima y final plaga, en donde todos los primogénitos y animales
murieron. No obstante, Dios había protegido a los israelitas, para que sus
primogénitos no muriesen. Para hacer que el ángel de la muerte pasase
sobre ellos59, las familias israelitas debían matar un cordero, poner la san-
gre en la puerta, y comer juntos una cena del pacto. Vemos la importancia
de la comida en el mandamiento de que aquellos con familias pequeñas
debían sumarse a los demás para que haya suficientemente gente para dis-
frutar de la comida. El punto de todo esto fue mostrar que aquellos que te-
nían la sangre, tenían una relación con Dios. Aquellos que no tenían la
sangre, no tenían una relación con Él. Dios estaba marcando a los israeli-
tas como Su gente a través de esta cena, y la sangre en las puertas era un
símbolo de que la muerte no podía tocarlos y de que Dios los protegía. Lo
que no vemos aquí es ira, o justicia, o venganza. El cordero moría para
poder tener una cena del pacto, lo que muestra la relación que la gente
tenía con Dios.

Cuando la gente trata de forzar la sustitución dentro de la imagen,


dicen que el cordero murió en lugar del primogénito. No obstante, lo que
vemos aquí es un rito ancestral llamado cena del pacto. La relación de
Dios con los israelitas no tenía nada que ver con el castigo. En cambio,
los estaba rescatando de la esclavitud y protegiéndolos sobre las plagas
que fueron sobre sus opresores. La ira de Dios en torno a los israelitas,
como ya hemos mencionado previamente, no entró en escena hasta Éxodo
20, con la iniciación del pacto de paridad. Dios no le dijo a Israel, “¡Estoy
muy ofendido contigo, así que mejor matas a un cordero y derramas la
sangre sobre las puertas, porque si no, te mataré!” Ni Dios estaba mos-
trando ira para con Israel, ni el cordero de la Pascua tuvo que ver con el
castigo del pecado. Todo esto tuvo que ver con la relación.

3. El cordero expiatorio.

En tercer lugar, está el cordero expiatorio, explicado en Levítico


16. Bajo un pacto de paridad con Él, Dios le da a Israel estas indicaciones
para la expiación. El sumo sacerdote, Aarón en ese momento, debía sacri-
ficar un toro como una ofrenda por sus propios pecados. Luego él debía
tomar dos corderos, uno que sería inmolado, y otro que sería dejado en li-
bertad. El sumo sacerdote luego debía cortar el cuello del cordero inmola-
do y desangrarlo. Luego, debía tomar la sangre del cordero y llevarla al
Lugar Santísimo, al arca del pacto, y salpicar el arca con la sangre, que
expiaba los pecados de Israel del año anterior. En otras palabras, era un
día al año en donde se hacía el sacrificio de la expiación. Luego de esto,
Aarón debía salir del Lugar Santísimo, y, con sus manos todavía llenas de
sangre del cordero inmolado, debía tomar al segundo animal y declarar el
resto de los pecados e iniquidades de Israel, poniendo las manos sobre su
cabeza. Luego el cordero debía ser llevado al desierto y puesto en liber-
tad. Ambas ofrendas, el cordero inmolado y el que era puesto en libertad,
debían hacerse en el día de la expiación. De esta manera, un cordero era el
sacrificio del pacto que cubría los pecados de la gente, mientras que el
otro debía cargar los pecados de estos. Ambos animales representaban
cosas diferentes. 60

Hay muchas cosas que suceden aquí. Primero, Hebreos 10 muestra


que Jesús cumplió los dos roles en su sombra y figura de la expiación. Él
es el sumo sacerdote, pero, a diferencia de Aarón, no necesitó ser limpia-
do por la sangre de un toro antes de poder entrar al Lugar Santísimo. No
solo es un sumo sacerdote más grande, sino que también es el cordero de
la expiación. Entonces, como el Sumo Sacerdote que ya no debía ser lim-
piado por la sangre de un toro, tomó Su propia sangre, como el cordero
inmolado, al tabernáculo celestial y puso Su sangre en la cima del arca
que está en el cielo (ver Apocalipsis 15). Jesús es muy diferente de Aarón,
porque Él es perfecto y pudo tomar ambos roles, como sacerdote y como
sacrificio.

Segundo, el cordero no era un sustituto de un sacrificio humano.


En otras palabras, el significado no fue: Aarón debe morir, pero el corde-
ro tomará su lugar. De hecho, el cordero ni siquiera era un sacrificio por
Aarón; era la ofrenda de un toro lo que lo había limpiado para que pudie-
se llevar la sangre del cordero al Lugar Santísimo. La idea de un sacrificio
en sustitución simplemente no tiene lugar en esta figura. En lugar de eso,
lo que vemos aquí es un sacrificio del pacto. Este sacrificio proveía per-
dón de pecados, no castigo por los mismos. Ni castigo ni ira eran derra-
mados sobre el cordero. No se golpeaba ni se torturaba al animal; simple-
mente cortaban su garganta. Por eso, vemos que Jesús, como el sumo sa-
cerdote y cordero inmolado, fue ofrecido como un sacrificio del pacto
para restaurar la relación entre Dios y la humanidad.

Cuando un cordero expiatorio se sacrificaba cada año, era una ce-


remonia de renovación, que restauraba y renovaba la relación entre Israel
y Dios. El centro nunca estuvo en que el animal estaba muriendo en lugar
de ellos. Por el contrario, era una reafirmación y un volver a empezar del
pacto que habían estado rompiendo todo el año. Era una renovación, un
restablecimiento, un regreso a la relación. Por eso, la sangre, el símbolo
de la relación de Dios con Israel, era salpicada en el arca del pacto, que
contenía los Diez Mandamientos (el arreglo del pacto que habían violado
durante todo el año). Cuando Aarón entraba al Lugar Santísimo, ponía la
sangre en el arca como un símbolo del Mesías que vendría en el futuro.
Hacían esto en fe, creyendo que Dios los perdonaría. En respuesta a esta
fe, Él recibía el sacrificio y perdonaba los pecados. De esta manera, la
sangre cubría el pecado y permitía la restauración de la relación entre las
dos partes del pacto.

Mucha gente cree que la expiación significa que Jesús estaba pa-
gando por nuestros pecados. No obstante, esto contradice completamente
los tipos y figuras respecto a la expiación que se encuentran en el Antiguo
Testamento. Israel no hubiese podido nunca pagar la deuda de sus peca-
dos. Como compañeros de pactos con Dios, hubiesen y debiesen haber
sido aniquilados, pero esto no fue así por causa de que el perdón de Dios
se extendió sobre ellos año tras año. El sacrificio del cordero no servía
para satisfacer la ira de Dios por el pecado. Por eso, el sacrificio del ani-
mal era un acto de fe hacia Dios y sus promesas, esperando que los perdo-
nase. Dentro del pacto temporal que Israel había demandado, Dios creó
para ellos una manera de hacer este sacrificio de fe para que recibiesen
perdón, basándose en lo que haría Jesús en el futuro. Los israelitas podían
cumplir la sombra y figura de la expiación, yendo en fe hacia Él como su
compañero de pacto, y recibir el perdón del Señor año tras año. De esta
manera, Dios continuamente perdonó en respuesta a la fe de Israel, de-
mostrada en el día de la expiación, hasta que eventualmente Su Hijo se
ofreció como el cordero inmolado, cuyo sacrificio permite que Dios per-
done de manera permanente.
Jesús no solo cumplió la sombra y figura del antiguo pacto. Esta
sombra y figura fue implantada en el antiguo pacto, que la gente deman-
dó, pero el mismo veló a Dios y no representaba Su corazón. Incluso den-
tro de este sistema espantoso, Dios implantó una sombra y figura -el día
de la expiación- que apuntaría a Su Hijo. Por eso, la cruz en sí, la muerte
de Jesús como el cordero inmolado, fue el establecimiento del nuevo
pacto. Jesús se volvió Isaac, el cordero de la Pascua, y el cordero inmola-
do del nuevo pacto. Su Sangre fue derramada para sellar un trato comple-
tamente nuevo, en el cual Él cumplió las promesas a David y a Abraham,
y destruyó el antiguo pacto. Hebreos 8:13 declara claramente: “Al decir:
Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se
envejece, está próximo a desaparecer.” Él destruyó el antiguo pacto e
inauguró el nuevo pacto en su lugar.

DIOS EN AMBOS LADOS DEL PACTO

Consideremos lo siguiente: Dios el Padre siempre ha estado en


uno de los lados del pacto. En el otro lado del antiguo pacto estaban Moi-
sés e Israel. Ahora, en el otro lado del nuevo pacto está Jesús. Cuando Is-
rael y Moisés estaban del otro lado, nunca pudieron cumplir el arreglo del
pacto. Continuamente necesitaban renovar el pacto en el día de la expia-
ción, recibiendo perdón por sus errores una y otra vez. Aun así, Israel
siempre falló. Por eso, bajo el nuevo pacto, Jesús se hizo hombre y fue el
compañero del pacto con Dios el Padre. En otras palabras, ahora Dios está
en ambos lados del pacto. Jesús no hubiese podido hacer eso como Dios;
tenía que hacerlo como humano. Es por eso que Jesús es tanto hombre
como Dios, lo que es una doctrina muy bien cimentada en la Iglesia, lla-
mada unión hipostática. Jesús es completamente hombre y completamente
Dios. Como Dios hecho hombre, Jesús está en uno de los lados del pacto,
como Dios y como hombre (el Hijo de Dios/el Hijo del Hombre), para
poder cumplir perfectamente ese lado del pacto.

Jesús es el sumo sacerdote para toda la humanidad, no solo para


Israel. No solo eso, sino que Jesús también es el perfecto cordero inmola-
do en el medio del pacto. Por eso, las dos partes pueden juntarse, Dios el
Padre y Dios el Hijo. Jesús es también el cordero que sella el nuevo pacto.
Esta es la razón por la que Él puede ser el sumo sacerdote que lleva Su
propia sangre al tabernáculo celestial y llevarla hasta el trono de miseri-
cordia, limpiando y proveyendo perdón y limpieza de pecados de manera
permanente, para toda la humanidad. (Ver Hebreos 9)
1 Juan 2:2 declara: “Y él es la propiciación por nuestros pecados;
y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
En otras palabras, Jesús estuvo en lugar de la humanidad ante Dios, y per-
donó pecados del pasado, del presente, y del futuro. Esto ha confundido a
la gente, provocando que se vuelvan Universalistas, creyendo que todos
van al Cielo. No obstante, lo importante es esto: Jesús ha perdonado los
pecados de todos, pero necesitamos recibir ese perdón para estar reconci-
liados con Dios.

Este es el punto: Dios, en ambos lados del pacto, ha hecho todo lo


posible para reconciliar al mundo consigo mismo. Él ha hecho un perfecto
pacto dentro de la Trinidad. El nuevo pacto no es entre la Iglesia y Dios
de la forma en la que el antiguo pacto fue entre Israel y Dios. El nuevo
pacto es entre el Padre y el Hijo. Es por esta razón que el Hijo no pudo
haber sido simplemente un buen profeta o un buen hombre que nunca
pecó. ¡Él es, literalmente, la encarnación de Dios! El Señor está en las dos
partes del trato, como un ser eterno, para crear un pacto perfecto y sin fin
consigo mismo. Aquí claramente vemos que la cruz no tuvo que ver con
la ira de Dios, y que el Padre no estaba en desacuerdo con el Hijo sino
que estaba con Él. 2 Corintios 5:18-19 nos da una mejor perspectiva de lo
que estaba sucediendo entre el Padre y el Hijo:

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo


por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios
estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles
en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación.

Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo en Cristo.


Dios el Padre estaba en uno de los lados de la ecuación, y Dios el Hijo es-
taba en el otro. En este versículo, vemos que el Padre entró dentro del
Hijo. Dios mismo estuvo en Cristo reconciliando a la humanidad entera
consigo. En otras palabras, el Padre no abandonó al Hijo, ni lo castigó con
ira. El Padre estaba por completo en el Hijo, y juntos, reconciliaron al
mundo con Dios. Colosenses 2:9 repite esta idea cuando dice que en Cris-
to habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Jesús tenía en Sí
mismo al Espíritu Santo, a Sí mismo por completo como la segunda per-
sona de la Trinidad, y al Padre. ¡Esa es la Deidad que Jesús cargó! Son
tres en uno solo.
Como ahora estamos en un nuevo pacto, la humanidad ahora está
o “en Cristo”, o aún sigue viviendo “en Adán.” Esas son las únicas dos
opciones disponibles. Si estamos “en Cristo”, recibimos todas las bendi-
ciones del nuevo pacto. Esto es lo que dice Efesios 1:3: “Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda ben-
dición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” Cuando esto pasa,
estamos unidos con Él, y nos volvemos uno solo. “Pero el que se une al
Señor, un espíritu es con él.” (1 Corintios 6:17) Como Su Esposa, recibi-
mos todo lo que está en Él. Cuando la fusión toma lugar, recibimos todas
las bendiciones del nuevo pacto. En contraste, aquellos que aún están en
Adán viven bajo la realidad de la Caída.

ALGUNAS OBJECIONES

Dos pasajes en la Biblia, en particular, le han dificultado a las per-


sonas el aceptar la perspectiva Christus Victor, pero esto se debe simple-
mente a que han sido interpretados erróneamente bajo el lente calvinista.
Ahora estudiaremos esos pasajes brevemente para mostrar que en realidad
apoyan la teoría Christus Victor.

El primer pasaje conflictivo es la cita de Jesús del Salmo 22 mien-


tras estaba en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desampara-
do?” (Mateo 27:46). Este pasaje frecuentemente ha sido enseñado como
un juicio en donde Jesús sufrió la completa separación del Padre mientras
que todo el pecado de la humanidad era sobre Él. Como el Padre no podía
mirar al pecado, tuvo que apartarse del Hijo, y Éste experimentó una com-
pleta desconexión de una manera que nunca había vivido hasta entonces.
Es una idea espantosa. Afortunadamente, eso no fue para nada lo que
pasó. Cuando Jesús clamó, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desam-
parado?”, estaba citando la primera línea del Salmo 22, que es un salmo
mesiánico. Para los judíos de los tiempos de Jesús, citar una sola línea de
un salmo era lo mismo que citar el salmo entero.61 Ese era el entendi-
miento judío de la época, y sabían lo que el salmo entero decía porque de-
bían estudiarlos y memorizarlos. Citar solo una línea era una especie de
resumen. Esto significa que Jesús se estaba refiriendo a la totalidad del
Salmo 22, no solo a la primera frase. Cuando leemos este salmo, descu-
brimos que no habla de una separación entre el Padre y el Hijo, sino de
Christus Victor.

El salmo 22 comienza con la famosa línea, “Dios mío, Dios mío,


¿por qué me has desamparado?” (Salmo 22:1), luego de lo cual habla de
la dolorosa experiencia de Jesús de ser traicionado y crucificado. No obs-
tante, la separación del Padre no fue parte de Su experiencia, como vemos
en el versículo 24: “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del
afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó.”
El salmo en realidad llega a la conclusión opuesta de lo que la mayoría de
las personas cree al leer la primera línea. Comenzando en el versículo 27,
el salmo claramente apoya a la perspectiva Christus Victor.

Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tie-


rra, ytodas las familias de las naciones adorarán delante de ti.
Porque de Jehová es el reino, y él regirá las naciones. Comerán y
adorarán todos los poderosos de la tierra; se postrarán delante de
él todos los que descienden al polvo, aun el que no puede conser-
var la vida a su propia alma. La posteridad le servirá; esto será
contado de Jehová hasta la postrera generación. Vendrán, y
anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él
hizo esto. (Salmo 22:27-31)

Esto explica por qué la Iglesia primitiva podía leer esto e interpre-
tarlo como Christus Victor, mientras que los lectores posteriores, que
están mucho más alejados del contexto original, pueden llegar a una con-
clusión completamente opuesta. Cuando los judíos y los creyentes presen-
tes en la crucifixión, como así también los primeros cristianos que leyeron
esto después, oyeron la cita de Jesús del Salmo 22:1, entendieron que Él
estaba equiparando Su experiencia en la cruz con la historia del Salmo 22.

El segundo pasaje conflictivo es Isaías 53, en donde habla de


Jesús como el siervo sufriente. Lo que debemos entender primeramente
respecto a Isaías 53 es que ha sido manipulado en la traducción a través
de los años, basándose en las diferentes teorías de la expiación. Esto sig-
nifica que muchas de las traducciones modernas han sido gravemente in-
fluenciadas por el pensamiento calvinista. Esto no solo es cierto con este
pasaje, sino con la Biblia entera; sin embargo, es especialmente relevante
en este pasaje. Por causa de que nuestras Biblias tienen influencia calvi-
nista, debemos ir mucho más atrás para ver lo que el texto en realidad
decía. La mejor opción es la Biblia Septuaginta LXX, que es la traducción
que Jesús hubiese leído, ya que se produjo alrededor del año 200-300
A.C. Era la Biblia más común de la época.

Si estudiamos la versión LXX y algunas de las traducciones litera-


les de Isaías 53, llegaremos a conclusiones muy diferentes que a las que
llegamos con nuestras Biblias modernas. Esencialmente, la diferencia
principal es que la Biblia moderna parece encajar mejor con la teoría de la
sustitución penal, en donde el Padre derrama su ira sobre Jesús; mientras
que mejores traducciones muestran que Jesús tomó el pecado sobre sí
mismo como si fuese una plaga, y luego el Padre lo limpió de la plaga del
pecado:

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros


pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fui-
mos nosotros curados. (Isaías 53:5. RVR1960)

Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras


iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y
gracias a sus heridas fuimos sanados. (Isaías 53:5. NVI)

Pero él fue herido por nuestros pecados, y enfermo está por nues-
tras iniquidades; la enseñanza de nuestra paz fue sobre él; con su
herida nosotros fuimos sanos. (Isaías 53:5. LXX)

La gran diferencia entre estas traducciones se encuentran en que el


pecado Lo enfermó para que nosotros seamos sanos. No tenía que ver con
derramar ira sobre el Hijo; sino de proveer sanidad para el pecado y para
la enfermedad de la humanidad. Luego en Isaías 53:6, leemos: “Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su ca-
mino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” 62 Esa es la
parte de expiación de la historia, no que Dios lo molió a los golpes por
causa de Su ira, Su enojo, y Su castigo. En lugar de eso, el sufrimiento, la
iniquidad, la transgresión, y toda la maldad fue puesta sobre Jesús como
cordero expiatorio. Esa es una idea muy diferente de Jesús siendo castiga-
do por Dios por nuestros pecados.

Si seguimos adelante, en el versículo 8 leemos:

Por la rebelión de mi pueblo fue herido. (Isaías 53:8. RVR1960)

Por la transgresión de Mi pueblo, él fue infestado (Isaías 53:8.


YLT63)

La traducción RVR1960 sugiere sustitución, mostrando que noso-


tros debimos haber sido aquellos que debíamos recibir el castigo. Una
mejor traducción, como es la YLT, dice que por causa de la transgresión,
Él fue infestado, como si hubiese sido una enfermedad. En otras palabras,
la infestación se refiere a lo que significó para Él cuando, como el cordero
perfecto, saludable, y sin pecado, la enfermedad (pecado) de Israel fue
puesta sobre Él. Por su transgresión, Él fue infestado.

El pasaje continúa:

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padeci-


miento… (Isaías 53:10. RVR1960)

Y el Señor quiere purificarle de la plaga… (Isaías 53:10. LXX)

Dos versículos atrás, dice que la plaga o enfermedad fue puesta


sobre Él, y ahora aquí dice que Dios quería purificarlo de la misma. Para
reafirmar esto, en este pasaje se refiere al pecado como una enfermedad
que la humanidad tenía, y que el cordero expiatorio, Jesús, el siervo su-
friente, vino y tomó esta enfermedad sobre Sí mismo, cargando nuestros
pecados, penas, cargas, y toda esa clase de plagas en la cruz. A través de
su muerte y resurrección, Él llevó la plaga a la tumba, y cuando salió de la
misma, dejó toda plaga dentro. Como resultado, Él inauguró una nueva
creación y una nueva raza, diferente del primer Adán. Obtenemos una
imagen muy diferente de este pasaje cuando lo vemos traducido sin el
lente de las teorías modernas de la expiación, que proponen un Padre y un
Hijo enfrentados.

EL CONCEPTO DE LA REDENCIÓN

Otro problema que ha tenido la perspectiva Christus Victor es un


sobre-énfasis sobre el tema de la redención. Como se mencionó anterior-
mente, esta perspectiva a veces es llamada la perspectiva de la redención
o teoría del rescate, porque en Marcos 10:45 dice: “Porque el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate (redención) por muchos.” Las implicaciones de la palabra rescate
ha causado confusión a algunas personas, porque se hacen esta pregunta:
“¿Quién tenía el dinero?” Dado que Jesús murió para vencer al enemigo,
¿eso quiere decir que Él le pagó para liberarnos? Esto nos lleva de vuelta
a la imagen original de Dios, la humanidad, y el diablo, en donde la hu-
manidad estuvo sujeta al enemigo hasta que Jesús vino y recuperó las lla-
ves que tenía, para devolvérselas a la humanidad. Algunos de los padres
de la Iglesia primitiva tomaron esto de manera muy literal, en un sentido
errado, diciendo que la muerte de Jesús fue un pago de un rescate al
enemigo, para recuperar a la humanidad. Obviamente, esta idea no tiene
mucho sentido, lo que ha provocado que eventualmente algunas personas
miren a otras teorías para explicar la expiación. La idea del rescate había
comenzado a tener demasiado énfasis, a diferencia de la perspectiva origi-
nal que propone Christus Victor. Esencialmente, es por esta razón que
Anselmo desarrolló la teoría de la satisfacción, porque desenfatizaba al
diablo. Fue una respuesta a la perspectiva del rescate, que lo sobre enfati-
zaba

Un libro de 1931, Christus Victor, de Gustaf Aulen, un teólogo lu-


terano sueco, nos da una clave muy importante para entender el elemento
de la redención o rescate de la perspectiva Christus Victor. Gustaf Aulen
colaboró con la teología de una manera extraordinaria, estudiando a los
primeros padres de la Iglesia, lo que dijeron y lo que creían. Su libro
cubre la progresión desde la Iglesia primitiva hasta Anselmo de Canter-
bury, explicando la teoría de la satisfacción y por qué cambió. Luego es-
tudia a Calvino y a los cambios que le hizo a su perspectiva de la expia-
ción. Finalmente, explica por qué estamos donde estamos (refiriéndose a
las teorías modernas de la expiación), y llamando a una vuelta a la pers-
pectiva Christus Victor. También destaca muchas de las diferentes cosas
de las que Jesús nos liberó. El concepto original de Christus Victor, con
un énfasis sobre el concepto de la redención o rescate, se enfocaba dema-
siado en el diablo, diciendo que Dios envió a Jesús a rescatarnos del dia-
blo, quien había tomado nuestra autoridad. Cuando Jesús vino, recuperó
las llaves que tenía el diablo y nos la dio para que echemos al diablo de
este mundo. La clave que Gustaf Aulen arroja aquí es que Jesús vino a li-
brarnos del pecado, de la carne, de la muerte, del diablo, y por último, de
la Ley. En otras palabras, no nos liberó solamente del diablo. En un mo-
mento, Aulen señala que el apóstol Pablo en realidad argumentaba desde
esta teoría, pero enfatizando la victoria de Jesús sobre la Ley, en lugar de
sobre el diablo. En otras palabras, lo que Jesús hizo en la cruz estableció
un nuevo pacto de victoria que reemplazó al antiguo pacto de muerte.64

En las epístolas del apóstol Pablo, Christus Victor se centra en la


Ley, porque Jesús vino y cumplió la Ley, volviéndose victorioso y esta-
bleciendo un nuevo pacto. No se centró en el pago de un rescate al diablo
por nuestras vidas. En lugar de eso, Cristo vino y tomó la maldición del
antiguo pacto, muriendo como un sacrificio del nuevo pacto para reem-
plazarlo. Por esta razón, Él mismo es la paga que nos liberó del antiguo
pacto. La paga no fue dada al diablo. Fue el pago de la deuda que se le
debía al antiguo pacto. Su muerte creó un nuevo pacto de perdón. Al
mismo tiempo, Él fue un pago, pero no dado al diablo para rescatar a la
humanidad, sino para rescatar a su propia gente que estaba viviendo bajo
un carcelero (la Ley). Entonces, el carcelero (la Ley) recibió el pago. La
mayoría de la gente no sabe dónde poner el elemento del rescate o reden-
ción dentro de este rompecabezas de la expiación, pero Gustaf Aulen nos
dio una pista, a pesar de que no tenía un concepto muy claro. Cuando lee-
mos la Escritura a través de los cinco pactos mayores, tiene sentido que el
rescate haya sido pagado a la Ley.

En resumen, la única perspectiva de la expiación que encaja con


las imágenes bíblicas, es que Jesús cumplió las sombras y figuras al con-
vertirse en el sacrificio del pacto para crear un nuevo pacto. Mucho de lo
que la Iglesia ha creído en los últimos años respecto a la expiación, está
errado:

1. Jesús no murió en nuestro lugar como un sustituto.

2. Jesús no pagó la “penalidad” por nuestros pecados.

3. Jesús no recibió la ira de Dios.

En lugar de eso, lo que sucedió en la cruz fue el establecimiento


del nuevo pacto de perdón y la remoción del antiguo pacto y el viejo sis-
tema. Él causó que se volviese viejo y obsoleto, y lo removió para esta-
blecer e introducir el nuevo pacto. Entonces, Jesús murió para establecer
un nuevo pacto de perdón, para redimirnos de la Ley, que se había vuelvo
una maldición para la humanidad, y para cancelar nuestra deuda con el
antiguo pacto.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Dentro del cristianismo, ¿a qué se refieren los cristianos cuando


usan la palabra expiación?

2. ¿Qué versículo refuta rápidamente la teoría de la expiación limita-


da?

3. El pecado, ¿fue perdonado o fue pagado? ¿Qué ejemplo ilustra por


qué no puede ser ambas?

4. Enlista tres sombras y figuras de la muerte de Jesús.

5. ¿Qué restauraba el cordero expiatorio ofrecido en sacrificio?

6. El nuevo pacto es entre el __________________ y el


_____________________

PALABRAS CLAVE

Christus Victor Sustitución Penal


Teoría de la Satisfacción

MATERIAL RELACIONADO

Gustaf Aulen, Christus Victor.

James Beilby y Paul R. Eddy, Eds., The Nature of the Atonement: Four
Views.

Kevin Conner, The Tabernacle of Moses.

57
Calvino, Institución, III, xi, 2.
58
Prince, Destined to Reign, 49-60.
59
Pésaj, la palabra hebrea para Pascua, literalmente significa “pasar por
alto”, en referencia a que el ángel de la muerte pasó sobre Israel.
60
El libro de Kevin Cooner, The Tabernacle of Moses, estudia este proce-
so con mucho detalle. A pesar de que tenga algunas enseñanzas calvinis-
tas, el mensaje simbólico de este libro es excelente.
61 Kruger, 58-62
62 De acuerdo a los comentarios Barnes de la Biblia, “La palabra no nece-

sariamente denota castigo, a pesar de que a menudo se usa en ese senti-


do…Aquí no puede propiamente significar castigo, porque no hay castigo
donde no hay culpa, y el Redentor no había cometido pecado, sino que
significa que él tomó sobre sí mismo los sufrimientos que asegurarían la
paz para aquellos por quienes Él murió. Éstos, si hubiesen podido sopor-
tar por sí mismos, hubiesen efectuado las paces con Dios. La palabra paz
significa evidentemente su paz con Dios, reconciliándose con su Crea-
dor.” El comentario completo está disponible en Biblehub.com
63 Young Living Translation. Esta versión de la Biblia no se encuentra
disponible en español al momento de la traducción, pero se ha traducido
este versículo por fines prácticos.
64 Aulen, Christus Victor, capítulo 4, sección 2.
CAPÍTULO QUINCE

PREGUNTAS FRECUENTES
ACERCA DEL SACRIFICIO
En el capítulo anterior examinamos las teorías básicas del sacrifi-
cio o expiación, y las sombras y figuras que se encuentran en el Antiguo
Testamento, concluyendo que la perspectiva Christus Victor es la que
mejor encaja con lo que expone la Biblia. En este capítulo, vamos a res-
ponder algunas preguntas acerca de la perspectiva Christus Victor respec-
to al sacrificio, y sus implicaciones.

¿POR QUÉ JESÚS TUVO QUE SUFRIR?

Si Jesús no tuvo que ser castigado por nuestros pecados, ¿por qué
tuvo que ser golpeado brutalmente y morir de una manera tan horrible?
Muchos cristianos han respondido esta pregunta diciendo que fue la ira de
Dios derramada sobre el cuerpo de Jesús en la cruz, pero, como ya hemos
visto, la ira de Dios no estuvo presente en la cruz, y Jesús no fue castiga-
do. Además, ninguna de la sombras y figuras de la expiación presentes en
el Antiguo Testamento (Isaac, el cordero de la Pascua, o el cordero expia-
torio) implicaban un castigo, burla, o tortura. A ninguna de estas sombras
se las golpeó mientras otras personas se burlaban. A ninguna de ellas se
les arrancó el pelo o se les hizo llevar una corona de espinas. Ninguna de
ellas murió de una manera lenta y tortuosa. Tampoco ninguna de ellas fue
crucificada. Por el contrario, los corderos morían de una manera muy rá-
pida y simple, cortándoles el cuello. Esta falta de consistencia entre las
sombras y figuras, y el cumplimiento de las profecías en Jesús debería
provocarnos cuestionamientos.

Para encontrar la respuestas a estas preguntas, debemos primero


considerar esta realidad: si Jesús hubiese muerto de la misma manera en
la que morían los corderos, también hubiésemos sido perdonados. De
acuerdo a las sombras y figuras, era la muerte de un cordero y el derrama-
miento de su sangre lo que provocaba el perdón de los pecados. En otras
palabras, Él no tuvo que ser castigado para alcanzar perdón para nosotros.
A Jesús simplemente se le pudo haber cortado el cuello, y hubiese cum-
plido con las sombras y figuras de manera perfecta, dando como resultado
el perdón de los pecados; pero Él fue más allá. La horrible tortura que su-
frió tuvo el propósito de comprar lo que llamaríamos, en términos moder-
nos, “el paquete de beneficios.” En otras palabras, estaba comprando
todos los beneficios del nuevo pacto: no solo quiso darnos perdón perma-
nente, sino que quiso darnos realidades maravillosas, como la sanidad. Es
por esta razón que Isaías 53:5 dice que “por sus heridas fuimos sanados.”

El sistema de sacrificios del antiguo pacto solo garantizaba el per-


dón de los pecados. No incluía sanidad, aunque a veces Dios sanó a algu-
nos por causa de su naturaleza de Jehová Raffa, el Señor nuestro Sana-
dor. La sanidad era una bendición extra al que la gente podía acceder me-
diante la fe en Dios. En el nuevo pacto, no obstante, Dios decidió hacerlo
de manera diferente, y puso sanidad del arreglo del pacto, de manera tal
que la sanidad es parte del mismo como lo es el perdón, todo gracias a
este “paquete de beneficios.”

Isaías 53 dice que Él cargó nuestra vergüenza, lamento, y dolor.


Hebreos 2:9-10 dice que Jesús sufrió “a fin de llevar muchos hijos a la
gloria.” Aquí vemos un intercambio tomando lugar. Él tomo nuestra
vergüenza y nos dio gloria. En Juan 17, Jesús oró para que sus discípulos
fuesen glorificados como el Padre lo había glorificado a Él. En el nuevo
pacto, Jesús se llevó nuestra vergüenza y nos dio Su gloria. Él también
experimentó la muerte para darnos vida, y se volvió maldición para dar-
nos bendición (Ver Gálatas 3 y Efesios 1:3). Mientras que en el sistema
del antiguo pacto la gente era bendecida o maldecida de acuerdo a sus
obras, en el sistema del nuevo pacto somos bendecidos antes de hacer
algo por causa de que Jesús murió por nosotros. No podemos ser maldeci-
dos por Dios bajo el nuevo pacto, porque no hay maldición, solo perdón.
Esta es una diferencia muy drástica. Muchos cristianos han mezclado
ambos pactos, y aunque se consideran cristianos del nuevo pacto, basan
su vida de acuerdo a sus obras. La gente que vive la vida buscando hacer
obras para agradarle a Dios, cree que será bendecida cuando obre bien. La
realidad del nuevo pacto es que ya somos bendecidos, y por esa misma
causa, hacemos obras porque somos nuevas criaturas. Somos capaces de
vivir sin pecado porque somos justos. No obstante, muchas personas sa-
botean esta realidad en sus vidas porque aún están tratando de vivir en el
sistema del antiguo pacto, haciendo obras para agradarle al Señor, y no
entienden la gloriosa verdad de la nueva creación.

La verdad es que, desde el momento en que aceptamos el regalo


de Jesús del nuevo pacto, ya somos nuevas criaturas. Esta es nuestra reali-
dad actual. Ahora, como nuevas creaciones, tenemos que aprender cómo
caminar en nuestra nueva realidad. Es un proceso de crecimiento. Desde
el día uno somos nuevas criaturas que tienen Su santidad y no tienen man-
cha, justos, glorificados, y sin arruga. Pero en el día uno, no tenemos ni
idea de cómo caminar en esas realidades. ¡Eso es un proceso! Esto es lo
que Filipenses 3:16 dice: “Vivamos de acuerdo con lo que ya hemos al-
canzado.”

En 2 Corintios 8:9 vemos que el sufrimiento de Jesús hizo un in-


tercambio a nuestro favor: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro
Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico,
para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” Parte del “pa-
quete de beneficios” del nuevo pacto es que Jesús se humilló para hacer
un intercambio. Nos proveyó sanidad en intercambio de nuestra enferme-
dad; nos dio prosperidad en intercambio de nuestra pobreza; nos dio ben-
dición en intercambio de nuestra maldición; y alegría en intercambio de
nuestra pena y dolor. Él sanó a los quebrantados de corazón y liberó a los
cautivos. Todos esos intercambios pueden tomar lugar porque Él tomó el
lugar del sufrimiento y humillación. En lugar de sustitución, se ve un in-
tercambio. La encarnación significa que Jesús vivió como humano de una
manera completa. A través de su encarnación, Él hizo estos intercambios.
Ese fue el propósito de Jesús sufriendo en la cruz.

Cuando no experimentamos este intercambio en nuestras vidas, es


porque estamos creyendo mentiras. Cualquier experiencia que sea menor
que lo que el pacto declara, no es de parte de Dios. Jesús fue avergonzado
para que nosotros no lo seamos. Cargó la enfermedad para que nosotros
no lo hagamos. En realidad, está mal que carguemos cualquier cosa que
Él ya cargó por nosotros. En el nuevo pacto, ser un buen compañero de
pacto significa recibir lo que Él nos dio y darle a Él todo lo que vino a
tomar. Debemos darle nuestra vergüenza, enfermedad, pena, etc. y en in-
tercambio recibiremos todos los beneficios del pacto.65

¿POR QUÉ JESÚS RESUCITÓ?

Como hemos discutido en el Capítulo 12, el en capítulo del pacto


davídico, el propósito de la resurrección de Jesús fue hacer una nueva
creación. Por causa de Su muerte, fuimos perdonados, incluso si no hu-
biese resucitado. No obstante, no seríamos nuevas criaturas. Es por esta
razón que Jesús es llamado la “primicia”: a través de Su resurrección, Él
nos dio una nueva naturaleza que nos permite vivir como justos. Cuando
Jesús murió en la cruz, Él lanzó perdón para aquellos que éramos viejas
criaturas. Cuando resucitó, nos transformó en algo completamente nuevo.
Si Él no lo hubiese hecho, nosotros seguiríamos atrapados en nuestra na-
turaleza pecaminosa. Afortunadamente, a través de Su resurrección, Jesús
nos hizo participantes de la naturaleza divina (Ver 2 Pedro 1:4)

A través de Su resurrección, Él también limpió nuestras concien-


cias. Bajo el sistema del antiguo pacto, incluso aunque los pecados de la
gente eran perdonados en el día de la expiación, las conciencias seguían
sintiéndose culpables, y la ofrenda servía como un recordatorio del peca-
do (Ver Hebreos 10:1-4). En contraste, bajo el nuevo pacto nuestras con-
ciencias son limpias, y podemos experimentar libertad.

¿CÓMO PUEDE SER JUSTO UN DIOS QUE PERDONA EL PECA-


DO?

Si Dios perdonó el pecado (en lugar de castigarlo), ¿cómo puede


ser justo? Para muchas personas, la idea del perdón parece ser contradic-
toria con la imagen de un Dios justo. Si hubo perdón, pareciera que no
hubo justicia. El primer paso para entender que Dios perdonó, es com-
prender que Él no decidió simplemente perdonar a la gente: creó un
nuevo pacto de perdón. Este pacto era necesario para que el perdón de los
pecados no violase la identidad del Padre como un Dios justo. Algunas
personas ven al perdón como una clase de varita mágica, pero el nuevo
pacto de perdón de Dios va de la mano de una nueva creación, que inter-
cambia nuestra humanidad pecaminosa por la naturaleza divina. Por eso,
no implicó solo perdón sino también empoderamiento para vivir de mane-
ra justa. Él creó un nuevo sistema que le permitió tanto perdonar, como
hacer una nueva creación. Este nuevo pacto era necesario para que un per-
dón permanente fuese posible.

Lo que esto significa es que al perdonar, Dios no pasó por alto ni


desobedeció a la Ley, porque creó una nueva ley en un nuevo pacto que
permitió el perdón. Lo que cualquier juez justo hace, al tomar el dominio
de un territorio nuevo, es crear leyes y ordenar que se cumplan. Esto es
exactamente lo que Dios ha hecho en el nuevo pacto. Él perdonó el peca-
do al cambiar la ley y establecer un nuevo pacto. Hebreos 7:12 dice:
“Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio
de ley.” La Ley del antiguo pacto cambió, y la ley bajo la que ahora vivi-
mos es un nuevo pacto de perdón. Esto significa que, para ser un juez
justo, Dios debe perdonar. Si Él tratase de aplicar el antiguo pacto con no-
sotros, estaría siendo injusto porque ya no estamos bajo la Ley. Dios vive
dentro del pacto que establece, y será fiel al mismo, porque Él es justo y
siempre opera dentro del pacto en el que está. Cumplir el nuevo pacto en
el que estamos, significa que siempre hay perdón, bendición, prosperidad,
sanidad, y gloria.

¿POR QUÉ DIOS PIDIÓ SACRIFICIOS DE ANIMALES?

Cuando se mira al tema de la expiación desde lejos, incluyendo a


las sombras y figuras de Antiguo Testamento, algunas personas se pre-
guntan por qué Dios requería sacrificios de animales. Esta pregunta pri-
mariamente se desprende de la idea detrás de la palabra propiciación, que
se usa cuatro veces en el Nuevo Testamento, dependiendo de la traduc-
ción (Ver Romanos 3:25; Hebreos 2:17; 1 Juan 2:2; 1 Juan 4:10) La pala-
bra griega que a veces se traduce como propiciación es hilasmos66. En el
siglo primero, el entendimiento popular de esta palabra era llevarle un sa-
crificio a un rey o dios enojado, para aplacarlo. Esta idea, obviamente, en-
caja muy bien con el pensamiento calvinista, y ha contribuido grandemen-
te a la malinterpretación de la expiación y de la naturaleza de Dios. En las
culturas paganas del siglo primero (y de siglos anteriores, también), la
gente le llevaba granos, animales, y hasta incluso niños como sacrificios a
sus dioses para aplacar su enojo. Este no era el concepto encerrado en el
sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, pero cuando el Antiguo
Testamento fue traducido al griego, la palabra hilasmos era la única pala-
bra disponible para expresar el concepto hebreo de la expiación, incluso
cuando la connotación cultural de la palabra era muy diferente. De esta
manera, cuando los setenta estudiosos tradujeron la Biblia Septuaginta
LXX, usaron la mejor palabra que pudieron encontrar. No obstante, por
causa de que estaban traduciendo a un lenguaje basado en la cultura paga-
na, la palabra no expresaba correctamente el significado hebreo. Simple-
mente no describe a las sombras y figuras del Antiguo Testamento, o la
realidad en la cruz.

Aplacar la ira nunca ha sido parte del concepto bíblico de la expia-


ción, ni siquiera con los sacrificios del sistema del antiguo pacto. A través
de los sacrificios de animales, los israelitas no estaban tratando de “pagar-
le” a Dios para aplacar su enojo y sus juicios hasta el año siguiente. La
idea de que un cordero o un toro hubiese sido pago suficiente para el pe-
cado humano es casi cómica. Claramente, tales sacrificios no pagaban, de
ninguna manera, la deuda de los israelitas con el pecado. En lugar de eso,
el concepto detrás del sacrificio de animales era una comida del pacto.

Para el lector moderno, la presencia de tanta sangre y sacrificios


en el Antiguo Testamento pueden hacer que Dios parezca un Dios sedien-
to de sangre. Después de todo, vivimos en una cultura esterilizada en
donde nosotros casi nunca matamos a los animales que comemos, y ni si-
quiera los vemos en una forma que se asemeje al animal del que nos esta-
mos alimentando. Estamos muy desconectados de esa idea, pero era algo
muy normal dentro de la vida de los israelitas (como lo sigue siendo en
algunas partes del mundo). El mundo antiguo era agricultor. Su existencia
se basaba en plantar cultivos y criar ganado. Por eso, cuando los visitaba
un invitado, la mejor manera de honrarlo era tomar lo mejor del ganado
(un cordero, un chivo, o una oveja, por ejemplo), y sacrificarlo para la
cena. Este sacrificio del animal honraba al invitado y facilitaba la relación
entre las dos partes.

Este era el contexto en el que Dios le pedía a los israelitas que le


sacrificasen animales. Estos sacrificios del pacto no tenían que ver con la
idea de un Dios enojado que necesitaba sangre para aplacarse. Por el con-
trario, era la forma de honrar a Dios y de renovar la relación del pacto
entre ellos. Era como si Dios les dijese: “Soy su compañero del pacto. Us-
tedes son el otro compañero de esta relación. Cuando nos reunimos en el
día de la expiación, tenemos que tener una comida del pacto juntos. En-
tonces, van a sacrificar un animal y van a poner la sangre sobre el arca del
pacto, porque dentro de esta están las tablas de piedra que traen muerte.
La sangre salpicada allí representará una renovación de nuestra relación y
nuestra comida del pacto juntos, y como resultado, perdonaré sus pecados
del año pasado.” Como hemos discutido previamente, Dios podía perdo-
nar sus pecados basándose en la fe manifestada en el sacrificio de un cor-
dero en el día de la expiación. Esta fe era un acto profético en torno al
Mesías, quien vendría a circuncidar los corazones. Incluso bajo el sistema
del antiguo pacto, los pecados eran perdonados por la fe. No eran perdo-
nados por causa de que la sangre del cordero era especial, sino porque al
esparcir la sangre del animal los israelitas mostraban que creían que Dios
era su compañero del pacto, quien los perdonaría. A través del sacrificio,
restauraban y renovaban la relación incluso cuando la gente había pecado
todo el año anterior. De la misma manera, Dios no instituyó los festivales
para perpetuar el derramamiento de sangre sino para tener relación con Su
gente.

¿QUÉ SIMBOLIZABA EL CORDERO QUE QUEDABA LIBRE?

En el día de la expiación, que fue una sombra y figura del sacrifi-


cio cumplido en Cristo, había dos corderos. Uno, como ya hemos discuti-
do, era asesinado, y su sangre era salpicada en el arca del pacto. El otro, el
cordero que escapaba, era dejado en libertad en el desierto, para cargar los
pecados de la gente, en donde se asumía que sería devorado por las bes-
tias. Literalmente, la palabra original significa “el cordero que partía.”67
Los israelitas ponían la sangre (simbolismo del pecado) en la cabeza de
ese cordero, y debía ser dejado en libertad. El primer cordero (el cordero
inmolado) era figura de Cristo. No obstante, los teólogos se debaten res-
pecto a dónde encaja la figura del segundo cordero. ¿Cómo se cumplió la
sombra y figura del cordero que escapaba en el nuevo pacto? Mucha
gente ha tratado de decir que Jesús es ambos corderos, pero esa interpreta-
ción no encaja con la figura bíblica. En ningún lugar del Nuevo Testa-
mento se hace referencia a Jesús como el cordero que escapaba. Este es
un problema teológico que se sigue debatiendo hasta hoy en día.

No obstante, podemos encontrar una pista para responderlo al


mirar más de cerca al concepto de la ira. En la línea de tiempo que se
muestra a continuación, Génesis 1 es el comienzo del tiempo. Éxodo 22,
en donde la ira de Dios se menciona por primera vez, está un poco más
adelante en el tiempo. La cruz se localiza cerca del final de la línea de
tiempo, en el año 30 D.C., seguido por la destrucción de Jerusalén en el
año 70 D.C.
Como se mencionó previamente, Dios no expresa lo que le provo-
ca ira hasta Éxodo 22, con la institución del pacto mosaico. Como Pablo
dijo en Romanos 4:15, “la Ley trae ira.” De Éxodo 22 a la cruz en el año
30, la ira de Dios continuó. Como sabemos, ésta no se derramó sobre
Jesús en la cruz, sino que estableció una nueva realidad, una opción dos,
que es el perdón. El nuevo pacto es la opción 2.
No obstante, por causa de que la ira de Dios no fue derramada en
la cruz, el antiguo pacto continuó por un tiempo más. La cruz estableció
un nuevo pacto, pero el antiguo pacto continuó hasta el año 70 D.C. He-
breos 8:13 hace referencia a esto cuando dice: “Al decir: Nuevo pacto, ha
dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está
próximo a desaparecer.” En otras palabras, cuando Jesús estableció el
nuevo pacto en la cruz, Él volvió obsoleto al antiguo pacto, pero no hizo
que desapareciera. Al momento de la escritura de Hebreos, el antiguo
pacto aún existía, pero Dios no tenía interacción con él y no estaba hon-
rándolo como un pacto real. Aquellos que eligieron seguir bajo el antiguo
pacto ya no eran Sus compañeros, y por eso Él los entregó a la destruc-
ción que tuvo lugar en el año 70 D.C.

Es por esta razón que el Nuevo Testamento contiene tantas men-


ciones de la ira de Dios luego de la cruz. Los escritores se estaban refi-
riendo a “la ira venidera” (el fin del sistema del antiguo pacto en la des-
trucción de Jerusalén, cuando todos los sacerdotes fueron asesinados y los
registros genealógicos de los linajes sacerdotales fueron quemados). Los
judíos nunca podrán restablecer el sistema sacerdotal sin los registros ge-
nealógicos, lo que significa que el antiguo sistema nunca podrá volver.
No solo eso, sino que en la destrucción total de Jerusalén, fueron asesina-
dos más de 1.1 millones de judíos. Este fue un punto decisivo en la histo-
ria, pero aconteció tiempo después de que la Escritura terminó de escribir-
se. La Biblia no habla sobre la destrucción del año 70 D.C. (excepto pro-
féticamente), porque fue escrita en su totalidad antes de este año. Todas
las referencias del Nuevo Testamento de la ira venidera hablan de este
episodio que puso un fin al sistema del antiguo pacto.

En Mateo 23, cuando Jesús profetizó la destrucción venidera de


Jerusalén, hizo una declaración muy interesante:

Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha de-
rramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la
sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el
templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre
esta generación. (Mateo 23:35-36)

Aquí, Jesús estaba declarando que la sangre por los pecados de las
generaciones anteriores, sería derramada en esa generación. No mucho
tiempo después, cuando Jesús fue entregado, Pilato realizó un intento de
salvar a Jesús de la demanda de los judíos de una crucifixión. Lavó sus
manos, diciendo: “Soy inocente del derramamiento de la sangre de este
hombre…Es su responsabilidad” (Ver Mateo 27:24) En respuesta, todos
los judíos respondieron: “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros
hijos” (Mateo 27:25) En estos versículos se ve que es muy probable que
aquella Jerusalén, la del siglo primero, sea el cordero que era dejado en li-
bertad, el animal sobre quien eran todos los pecados del pueblo. Jesús,
como el cordero inmolado, creó un nuevo pacto en el año 30 D.C., y Jeru-
salén fue el segundo cordero, que era dejado en libertad en el desierto
(lejos del nuevo pacto con Dios), que eventualmente fue devorado por la
bestia (Roma) en el año 70 D.C. Este es un paralelo muy importante con
Apocalipsis 17, en donde se habla de una ramera con blasfemias escritas
sobre ella, que está en el desierto y que eventualmente es asesinada por la
bestia.

De esta manera, pareciera que la sangre de Jesús, como la sangre


del antiguo pacto y de la Ley, fue sobre la cabeza de la gente del antiguo
pacto. En el año 70 D.C., cuando Dios destruyó y removió el antiguo
pacto, Él no estaba actuando en ira contra individuos en particular, sino
contra el antiguo pacto. Aquellos que se aferraron al antiguo pacto, cuan-
do éste era como una nave que se hundía, se ahogaron junto con él. Algu-
nas personas se preguntan cómo un Dios de amor pudo hacer algo así. La
respuesta simple es que Él no quiso, pero que fue obligado a hacerlo por
el sistema del antiguo pacto. Estuvo obligado a hacerlo para que el siste-
ma desapareciera completamente (Ver Deuteronomio 32 y Apocalipsis
15:3). La canción de juicio de Moisés tenía que cumplirse. Por eso, todo
la maldición del antiguo pacto recayó sobre una sola generación. Dios no
se estaba vengando de aquellos que habían matado a Jesús, sino que esta-
ba destruyendo el antiguo pacto. Él les pidió a los judíos que abracen Su
nuevo pacto, y esperó cuarenta años (desde la muerte y resurrección de
Jesús hasta la destrucción de Jerusalén) porque Él “es paciente…no que-
riendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimien-
to.” (2 Pedro 3:9) Jesús había profetizado que la destrucción vendría
sobre “esta generación” (Mateo 23:36), lo que en terminología bíblica
significan cuarenta años. Por eso, a pesar de que Dios podría haber traído
la destrucción en cualquier momento dentro de esos cuarenta años, deci-
dió esperar hasta el último momento para que más judíos pudiesen ser sal-
vos y evitar la destrucción. Fue hasta el final de esa generación que Él fi-
nalmente destruyó al sistema del antiguo pacto, como a aquellos que pre-
firieron aferrarse a él.

Asumiendo que el libro de Apocalipsis fue escrito antes de la des-


trucción de Jerusalén en el año 7068, podemos ver en Apocalipsis 15:1
cómo todo esto se relaciona con la ira de Dios: “Vi en el cielo otra señal,
grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras;
porque en ella se consumaba la ira de Dios.” Aquí claramente dice que la
ira de Dios fue consumada, y que la destrucción de Jerusalén fue el último
derramamiento de la misma, y por eso nunca se repetirá. Esto tiene senti-
do, porque si “la Ley trae ira” (Romanos 4:15), entonces el razonamiento
es que cuando la Ley fue destruida, la ira también lo fue. Por eso, cuando
Jerusalén y el sistema del antiguo pacto fueron dejados en libertad en el
desierto, como el segundo cordero, y fueron destruidos por la bestia, se
llevaron los pecados de las generaciones anteriores, asociados con la Ley.
Sobre ellos se derramó la ira de Dios por completo, y finalmente, nunca
más volverá a aparecer. Cuando el antiguo pacto fue destruido, la ira se
destruyó también, lo que significa que no hay ira asociada al sistema del
nuevo pacto. Entonces, no solo vivimos en un pacto de perdón, sino que
vivimos en un pacto sin ira.

¿CUÁNDO TERMINÓ EL ANTIGUO PACTO?

Cuando hablamos del sacrificio de Jesús desde una perspectiva


Christus Victor, una de las preguntas lógicas es: “¿Cuándo terminó el an-
tiguo pacto, entonces?” Sabemos que la muerte de Jesús estableció un
nuevo pacto, pero no es tan fácil ver cuándo fue el final del antiguo pacto,
especialmente si sabemos que Dios no derramó su ira en la cruz. La res-
puesta a esta pregunta se conecta con la pregunta en sí, porque como
hemos visto, entre la muerte de Jesús en el año 30 D.C. y la destrucción
de Jerusalén en el año 70 D.C., hubo un período de coexistencia entre
ambos pactos, a pesar de que el antiguo pacto estaba muriéndose. Este pe-
ríodo de cuarenta años fue el momento en el que todo el Nuevo Testa-
mento fue escrito. Todas las historias que se cuentan allí hacen referencia
a este momento. Esto explica todos los debates entre los creyentes y algu-
nos elementos y creencias del antiguo pacto. Los mismos se debían a que
los cristianos primitivos estaban tratando de entender el cambio del anti-
guo al nuevo pacto. No entendían cómo aplicar el nuevo pacto de una ma-
nera práctica. Por eso, se debatían respecto a la circuncisión, la autoridad
de la mujer, la posición de los gentiles, si debían comer o no ciertos ani-
males inmundos según la Ley, entre otras cosas. Este período de transi-
ción duró cuarenta años, lo que es un número bíblico significativo, a me-
nudo relacionado con una transición de algo malo a algo bueno. Por ejem-
plo:
1. Saúl fue rey de Israel por cuarenta años antes de que David lo
fuese (Ver Hechos 13:21). Por causa del corazón rebelde de Saúl,
Dios lo rechazó como rey al comienzo de esos cuarenta años. En
ese mismo año, el profeta Samuel ungió a David como el futuro
rey elegido por Dios. Aun así, fue cuarenta años después cuando
David finalmente tomó el trono de Israel. Esto es un paralelo con
lo que sucedió con los pactos antiguo y nuevo.

2. Los israelitas tuvieron que vivir como nómades en el desierto por


cuarenta años, luego de lo cual entraron a la Tierra Prometida. Du-
rante esos cuarenta años, la generación sin fe tuvo que morir para
que la generación nueva pudiese acceder a la promesa.

3. Luego en Gálatas 4, Pablo compara al antiguo pacto con Agar e


Ismael, y al nuevo pacto con Sara e Isaac. En la historia de
Abraham, esos dos hijos (simbolismo de los pactos) coexistieron
por un período. Ismael tenía trece cuando Isaac nació, y el niño
mayor se burlaba del menor, hasta que Sara ordenó que fuesen en-
viados al desierto. De la misma manera, el antiguo pacto (los fari-
seos, el sistema del templo, el Sanedrín) persiguió al nuevo pacto
hasta que el antiguo fue destruido. Pablo trazó este paralelo en Gá-
latas 4, y es una figura muy exacta de la transición.

Muchos cristianos no reconocen este período transicional entre los


dos pactos, sino que asumen que hay una línea divisoria clara que indica
cuándo empezó un pacto y terminó el otro. Algunos incluso dicen que el
antiguo pacto termina al final del Nuevo Testamento (con Malaquías).
Esta presunción está claramente errada, dado que Jesús nació bajo la Ley
(Ver Gálatas 4:4), y fue Su muerte, no Su nacimiento, lo que introdujo al
nuevo pacto. Otra teoría que otros proponen respecto a este tema es que el
antiguo pacto terminó con la muerte de Juan el Bautista, dado que Jesús
se refirió a él como el más grande de los profetas, pero el menor en el
Reino. Otros sugieren que el Monte de la Transfiguración marcó el mo-
mento en que el antiguo pacto terminó, porque Moisés (la Ley) y Elias
(los profetas) aparecen junto con Jesús. Ninguna de estas teorías encajan
con el texto del Nuevo Testamento. La Ley claramente siguió presente.
Sí, esos fueron eventos de gran importancia que apuntaban al período de
transición, pero ninguno de ellos marcó la transición en sí.

Por último, muchos otros han adoptado una perspectiva del quie-
bre entre los pactos antiguo y nuevo en algo que los teólogos llaman “el
Evangelio Paulino.” Ellos dicen que como Jesús nació bajo la Ley (Ver
Gálatas 4:4), Él operó completamente bajo el antiguo pacto, y que incluso
sus enseñanzas y predicaciones son parte del antiguo pacto. Ellos sitúan la
línea divisoria entre el nuevo y el antiguo pacto en la cruz, y proponen
que por eso mismo debemos prestar atención únicamente a lo que sucedió
después de la cruz. Es por eso que se llama el Evangelio Paulino, porque
recae mayormente en los escritos de Pablo y los otros apóstoles después
de la cruz. Esta es una perspectiva peligrosa, porque excluye a Cristo del
Evangelio. Ciertamente, Jesús estaba cumpliendo partes del antiguo testa-
mento, como así también citando algunas partes de la Ley para mostrarles
el verdadero significado escondido en las leyes. Pero decir que Jesús fue
un predicador del antiguo pacto es perder completamente la transición
entre los pactos. Uno de los principales problemas al decir que la línea di-
visoria es la cruz, es el hecho de que siguieron apareciendo problemas
respecto a la Ley después de la muerte de Jesús. Esto crea un montón de
dilemas en la gente que cree que el antiguo pacto culminó con la cruz,
porque el Nuevo Testamento está lleno de historias muy similares a las
del antiguo pacto, como la de Ananias y Safira (Ver Hechos 5), la muerte
del rey Herodes (Ver Hechos 12), y el libro de Apocalipsis.

El punto clave es que no existe una clara línea divisoria, y cuando


la gente trata de encontrar una, terminan pasando por alto ciertas partes de
la Escritura para hacer que sus teorías funcionen. Eso no es lo que noso-
tros queremos hacer. En lugar de una línea divisoria clara, lo que se ve en
el Nuevo Testamento es que estos cuarenta años fueron un período de
transición, donde la gente estaba aprendiendo cómo caminar en el nuevo
pacto. Es por esta razón que la Iglesia primitiva enfrentó tantos desafíos
teológicos y prácticos: estaban aprendiendo cómo era la transición entre el
antiguo y el nuevo pacto. Por eso, el Nuevo Testamento registra para no-
sotros el proceso de la transición a la libertad. Cuando entendemos que
tanto el antiguo como el nuevo pacto estaban en operación en el Nuevo
Testamento, podemos comenzar a entender lo que pasaba en aquellos pa-
sajes que a veces son tan problemáticos.

Quizás el pasaje problemático más prominente en el Nuevo Testa-


mento es la historia de Ananias y Safira, en Hechos 5. La gente piensa
que, como esto sucedió después de la cruz, el perdón debió gobernar ese
día, no el juicio. No obstante, dado que sabemos que ambos pactos co-
existieron y estaban en operación, entendemos que eso no es necesaria-
mente cierto. Para entender la historia de Ananias y Safira, tenemos que
prestar atención al momento en que Santiago y Juan quisieron que llovie-
se fuego del cielo sobre Samaría (Ver Lucas 9:54-56) En respuesta, Jesús
los reprendió, diciéndoles, “…Vosotros no sabéis de qué espíritu sois.”
(Lucas 9:55) Él no dijo que no podían hacerlo. Los discípulos hicieron
esta pregunta con Elias en mente, recordando cómo él había hecho des-
cender fuego del cielo en diferentes ocasiones para matar a los soldados
que lo estaban persiguiendo. En otras palabras, estaban tratando de aplicar
un concepto del antiguo pacto. Es por esto que Jesús habló del espíritu
que tenían. Él se estaba refiriendo al espíritu del antiguo pacto, y estaba
diciendo que no iban a operar en él.

El punto es que los discípulos tenían el poder para orar dentro del
antiguo pacto, lo que explica cómo Pedro tuvo el poder de lanzar muerte
sobre Ananias y Safira. En otras palabras, Pedro actuó en el espíritu erra-
do en Hechos 5. Estaba actuando de acuerdo el juicio del antiguo pacto,
no en el perdón del nuevo pacto. Esta no fue la única vez que Pedro actuó
así. Es notable notar que Pedro se mantuvo siendo racista durante años
luego del advenimiento del nuevo pacto, como se evidencia en su renuen-
cia a predicarle a los gentiles (Ver Hechos 10), y en la exhortación de
Pablo en Gálatas 2. A pesar de su racismo y de su idiosincrasia propia del
antiguo pacto, Pedro tenía una autoridad y un poder increíbles, por eso
cuando descubrió el pecado de Ananias y Safira y declaró muerte sobre
ellos, estos murieron. El hecho que tuviese poder no significa que sus ac-
ciones expresasen el corazón de Dios. En ningún lugar en Hechos dice
que las acciones de Pedro estuvieron bien, o que fue Dios el que los mató.
Hechos es simplemente el registro de lo que sucedió, pero no significa
que todo lo que pasó fue voluntad de Dios. La historia de Ananias y Safi-
ra se vuelve más clara cuando la estudiamos a la luz del período transicio-
nal entre los pactos. De una manera muy real, Pedro tenía un pie en cada
pacto. Luego, Pablo lo corrige, y mientras la transición continuó, los dis-
cípulos aprendieron más respecto a cómo caminar por completo en el
nuevo pacto.

Ahora, en el otro lado del año 70 D.C., no deberíamos tener nada


del antiguo pacto mezclado sobre el nuevo pacto. Durante el período de
transición, mucho del pensamiento del antiguo pacto continuó, pero ya no
debería ser un problema en nuestros días. No deberíamos repetir los erro-
res de la Iglesia primitiva solo porque esos errores están registrados en la
Escritura. Por ejemplo, el hecho de que los mártires en Apocalipsis orasen
violentamente (maldiciendo y pidiendo juicio contra sus enemigos), no
significa que debamos hacer lo mismo. En el nuevo pacto, no tenemos de-
recho de lanzar juicio sobre otras personas. No obstante, durante el perío-
do único de transición entre los pactos, los cristianos oraron por juicio en
contra del sistema del antiguo pacto que los estaba persiguiendo y matan-
do. Ahora que el antiguo pacto desapareció y estamos por completo en el
nuevo pacto, no estamos llamados a hacer esta clase de cosas.

Todos los debates respecto a los diferentes aspectos del antiguo


pacto, terminaron en el año 70 D.C., porque la destrucción de Jerusalén y
el templo terminó para siempre con el judaismo del antiguo pacto. Por
causa de que la religión judía dependía en el templo y en el sistema sacer-
dotal, la destrucción de estos elementos marcó un cambio permanente en
el judaismo. Ya no pueden ofrecer sacrificios, lo que significa que no
pueden cumplir la Ley del antiguo pacto. Su mundo entero ha sido des-
truido, y, literalmente, el antiguo pacto ha muerto, porque es imposible
seguir cumpliendo con la Ley. Esto marcó el comienzo del judaismo rabí-
nico, o judaismo moderno, que se centra en las sinagogas y en el rabí.69

¿QUÉ PARTE TUVIMOS EN LA MUERTE DE JESÚS?

Mucha gente presenta el Evangelio como “Jesús murió para que tú


no tengas que morir” o “Jesús tomó la muerte que nosotros merecíamos.”
En otras palabras, lo presentan como una sustitución…pero ese es un con-
cepto que está completamente errado, porque cuando Él murió, nosotros
morimos con Él. 2 Corintios 5:14-15 lo deja muy en claro:

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si


uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió,
para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que
murió y resucitó por ellos.

En otras palabras, estamos unidos con Él en su muerte. En lugar


de sustitución, es identificación. Cuando Él murió, nosotros morimos. El
pasaje continúa:

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las


cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo
esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios esta-
ba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la pa-
labra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nom-
bre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os ro-
gamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no co-
noció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fué-
semos hechos justicia de Dios en él. (2 Corintios 5:17-21)

A través de la muerte con Cristo, también resucitamos con Él para


una nueva vida como una nueva creación. Lo nuevo ha venido, y lo viejo
se ha ido. Esto también está muy claro en Romanos 6:

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo


jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepul-
tados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plan-
tados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también
lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro
viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuer-
po del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pe-
cado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y
si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él.
(Romanos 6:3-8)

Nuevamente, es claro que Jesús no vino a tomar nuestro lugar,


sino que nosotros morimos con Él, no físicamente sino a través de la iden-
tificación. Cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, se produce
una unión en la que espiritualmente vamos a la tumba y somos resucita-
dos junto con Él. Como resultado, estamos unidos con Él en Su resurrec-
ción y podemos vivir como nuevas criaturas.

Uno de los más famosos versículos respecto a este tema es Gálatas


2:20:

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive


Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

La segunda mitad de este versículo puede sonar como sustitución


si nos salteamos la primera parte, pero es claro, leyendo el versículo ente-
ro, que Jesús no murió para que nosotros no tengamos que hacerlo, sino
que Él murió para que podamos ser resucitados espiritualmente junto con
Él y tener una nueva vida. Jesús nos ha dado el poder que Él mismo tiene
sobre el pecado y la muerte, porque resucitamos junto con Él. No solo
somos perdonados, sino que también recibimos el poder de la gracia.
Como Pablo dijo en Romanos 5:17, “Pues si por la transgresión de uno
solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesu-
cristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justi-
cia.” A través de la identificación con su muerte y resurrección, recibi-
mos su gracia abundante para vivir como justos. Esta es una perspectiva
muy diferente de la historia de la sustitución que cuentan muchas iglesias,
pero es lo que la Biblia enseña. Es también la manera en la que la Iglesia
primitiva, por muchos siglos, entendió el sacrificio.

Clemente de Alejandría, uno de los padre de la Iglesia primitiva,


describió la expiación de esta manera: “El Logos de Dios se ha hecho
hombre para podamos aprender de un hombre cómo un hombre puede
convertirse en Dios.”70 Similarmente, el teólogo del siglo tercero, Oríge-
nes, escribió: “En Cristo comenzó la unión de lo Divino con lo humano,
para que el humano, en comunión con lo Divino, pueda también volverse
Divino.”71 Atanasio de Alejandría, un padre dentro de la Iglesia Occiden-
tal Ortodoxa, tuvo un entendimiento de Dios lejos del platonismo, que se
manifestó a través de San Agustín. Respecto a la encarnación, éste escri-
bió: “La Palabra se hizo hombre para que podamos ser hechos Dios.”72

Citas como las anteriores pueden asustar a muchas personas.


Suena como demasiado, quizás, el reclamar ser como Dios. No obstante,
para nuestra participación en la naturaleza divina es realmente importante
nuestra identificación como la Esposa de Cristo, porque Cristo necesitó
casarse con un igual. Esto, por supuesto, no significa que nosotros nos
volvemos Dios. La Trinidad, la Deidad, es divinidad sin un comienzo,
eterna, siempre omnipresente y omnipotente. La Deidad es única y nunca
será replicada. No obstante, como la Esposa de Cristo, nos volvemos “di-
vinidad creada.” Dios encarnó para ayudar a que los humanos se encarnen
en Él. Por eso, Él no nos deja cuando pecamos sino que nos exalta y nos
da el poder para reinar en la vida. Él nos permite estar sentados en Cristo
en lugares celestiales a la diestra de Dios el Padre. De esta manera, nos
podemos convertir en una digna Esposa de Cristo.

Pedro habló de nuestra divinidad cuando escribió:

Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas pro-


mesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la natu-
raleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el
mundo a causa de la concupiscencia (2 Pedro 1:4)
En Colosenses 2:9, Pablo escribió, “Porque en él habita corporal-
mente toda la plenitud de la Deidad.” Luego, en Efesios 3:17-19, él agre-
ga que, como Cristo, seamos llenos de la plenitud de Dios:

Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de


que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces
de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longi-
tud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios.

De esta manera, nos volvemos participantes de la naturaleza divi-


na. Este es el significado completo de la nueva creación. Es mucho más
que simplemente ser capaces de vivir por sobre el pecado. A través de la
revelación y el conocimiento de Su amor (una revelación que sobrepasa el
entendimiento), podemos ser llenos de la plenitud de Dios. Esto es real-
mente algo impresionante. Es por esto mismo que Pablo reprende a los
corintios al decirles, “Dejen de actuar como si fuesen simplemente huma-
nos.” (Ver 1 Corintios 3:3) Luego, en la misma carta, él los reprende nue-
vamente al decirles, “¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?”
(1 Corintios 6:3). Básicamente, los estaba reprendiendo por no entender
quiénes eran realmente, por no comprender el nivel que habían alcanzado
a través de ser nuevas criaturas. Ya no eran simplemente humanos.

Mucha gente tiene miedo de esta idea por causa del desbalance y
de la herejía que a veces se desprende de esta verdad. Por eso es siempre
importante aclarar que no somos Dios, pero que Él nos ha hecho partici-
pantes de Su naturaleza divina. Él está dentro de nosotros, y de la misma
manera en que se encarnó en Jesús, somos encarnaciones de Dios en esta
tierra. Por causa de la misma, Dios vive en nosotros. Somos Sus templos,
los portadores de Su presencia en la tierra, porque hemos muerto con
Cristo y fuimos resucitados con Él para tener vida divina.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Verdadero o Falso: Toda la Biblia es aplicable para hoy en día.


Por ejemplo, es posible que tengas una experiencia como la que
tuvo Job.

2. La mayoría de las personas que rechazan el Evangelio lo hacen


porque han recibido una _________________ del antiguo y del
nuevo testamento.

3. Dado que la ira de Dios no tuvo lugar en la crucifixión y en el su-


frimiento de Jesús, porque la tortura no era parte del sacrificio de
los corderos ni de las sombras y figuras, ¿por qué Jesús tuvo que
sufrir una muerte tan horrible?

4. Verdadero o Falso: Jesús no tuvo que resucitar para que recibamos


perdón.

5. El “paquete de beneficios” incluye: Jesús toma tu enfermedad y te


da ____________; toma tu deshonra y te da _______________;
toma tus maldiciones y te da ________________; y se vuelve
pobre para que a través de Su pobreza puedas ser
__________________.

6. A pesar de que no hay sustitución, hubo un gran


i_______________. La encarnación no es simplemente una cele-
bración en Navidad, fue Jesús siendo un _____________ por com-
pleto.

7. Los sacrificios de sangre no tuvieron el fin de aplacar a un Dios


sediento de sangre, sino que fueron una c_______________ del
p_______________. A través de misma, se producía una renova-
ción en la r_________________. Es por esta misma razón que los
festivales fueron instituidos.

8. Romanos 8:25; 1 Juan 2:2; 1 Juan 4:10; y Hebreos 2:17 son cuatro
referencias en el Nuevo Testamento en donde encontramos qué
palabra para referirse a la expiación.

MATERIAL RELACIONADO

Brad Jersak y Michael Hardin, Eds., Stricken by God?: Nonviolent Identi-


fication and the Victory of Christ.

65
Relacionado a esta idea del intercambio hay un libro excelente, Stri-
cken by God?: Nonviolent Identification and the Victory of Christ, editado
por Brad Jersak y Michael Hardin. Es una compilación de escritos de mu-
chos teólogos, quienes destierran a la sustitución penal, y los conceptos
que encierra.
66 Concordancia Strong. Griego #2434, 2435
67 Concordancia Exhaustiva Strong, hebreo #5799
68 Para más información y una explicación más extensa de este tema, ver

el libro de Gentry, Before Jerusalem Fell.


69 El libro History of the Jewish Nation: After the Destruction of Jerusa-
lem Under Titus, de Alfred Edersheim, es un estudio exhaustivo de los
cambios que tuvieron lugar como resultado de la destrucción del año 70
D.C. y del fin del antiguo pacto.
70 Jersak y Hardin, Stricken by God?, 49.
71 Ibid.
72 Ibid.
TERCERA PARTE

TEOLOGÍA DEL MEJOR


PACTO
CAPÍTULO DIECISÉIS

ANUNCIANDO LA TEOLOGÍA
DEL MEJOR PACTO
Ahora que hemos estudiado a la transición del antiguo al nuevo
pacto y cómo afecta a la forma en la que creemos, tenemos que considerar
las implicaciones de este sistema de creencias. Por causa de que la mayor
parte de la Iglesia sigue viviendo en ambos pactos, vivir y pensar acorde
al nuevo pacto propone un cambio significativo a la norma.

EL CANON DEL NUEVO PACTO

Lo primero a considerar es el rol del Nuevo Testamento. Como


hemos discutido en el último capítulo, los cuarenta años entre la muerte
de Jesús y la destrucción de Jerusalén fueron un período de coexistencia
entre ambos pactos. Volviendo a los cinco pactos mayores que hemos
nombrado en este libro, en los cuales cada uno está rodeado por un canon;
vemos que el Nuevo Testamento por completo, escrito en esos cuarenta
años de transición, compone el canon del nuevo pacto. El mismo cuenta
la historia de cómo se estableció el nuevo pacto, registra los primeros
pasos de los primeros cristianos, y cómo éstos aprendieron a caminar en
esta nueva relación con Dios. También profetiza la destrucción del anti-
guo pacto, en el año 70 D.C., pero no incluye registros de ese final, que
tuvo lugar después de que el canon del nuevo pacto fuese escrito.

El Nuevo Testamento es el canon del nuevo pacto. Como tal, con-


tiene lo que necesitamos saber del pacto que rodea. A través del mismo,
deberíamos ser capaces de entender apropiadamente lo que es el nuevo
pacto y cómo vivir en él. Por eso, el Nuevo Testamento es el fundamento
de una teología adecuada basada en el nuevo pacto.
EL PROBLEMA CON LAS TEOLOGÍAS EXISTENTES

Por supuesto, como se mencionó en el capítulo 5, hay muchos fil-


tros teológicos que “contaminan” la manera en la que muchos leen y en-
tienden el Nuevo Testamento. Examinaremos tres filtros: teología dispen-
sacionalista, teología del pacto, y teología del nuevo pacto. Sin repetir
todo lo que ya se mencionó en el capítulo 5, vamos a hacer un pequeño
repaso.

1. Teología Dispensacionalista

Los dispensacionalistas dividen la Biblia de esta manera: el Anti-


guo Testamento, desde Moisés a Jesús, como la Dispensación de la Ley.
De la misma manera, desde la cruz hasta nuestros días y nuestro futuro in-
mediato compone la Dispensación de la Gracia. Como resultado, terminan
con un gran debate entre la Ley y la gracia. No obstante, como ya hemos
visto en el capítulo 13, el debate escritural es, en realidad, entre la Ley y
la fe.

2. Teología del Pacto

La teología del pacto quita el énfasis entre la diferencia entre el


antiguo y el nuevo pacto. Trata de conectarlos de tal manera que, para
ellos, el nuevo pacto es un pacto “renovado” en lugar de un pacto comple-
tamente diferente. Ese es el error fatal de la teología del pacto, porque el
Nuevo Testamento deja en claro que el nuevo pacto no es como el antiguo
(Ver Hebreos 8:9)

Uno de los movimientos más significativos que se ha desprendido


de la teología del pacto es el Movimiento Mesiánico. El mismo depende
de este tipo de teología porque la misma plantea que no hay desconexión
entre el antiguo y el nuevo pacto. Esto es muy importante, porque una vez
que la gente ve la desconexión entre ambos, no pueden volver atrás y
traer cosas del antiguo pacto al nuevo, por ejemplo, re-implementando las
festividades judías, guardando el Sábado, y cumpliendo muchas leyes del
antiguo pacto. Los cristianos mesiánicos dicen algo como, “Esto es parte
de nosotros, también.”, pero la realidad es que el Nuevo Testamento deja
en claro que no hay punto de comparación entre ambos pactos. De esta
manera, la teología del pacto mantiene a la gente viviendo tanto en la ley
del espíritu de vida y en la ley de la muerte. Vivir con un pie en cada
pacto, es estar vivo a medias.
Otro movimiento basado en la teología del pacto se llama Teono-
mía o Teonómica. El concepto del mismo es que nosotros, como la gente
de Dios del nuevo pacto, tenemos que instaurar el reino de Dios en la tie-
rra exactamente de la misma manera en la que Moisés instauró la Ley en
el gobierno civil de Israel. En otras palabras, los teonómicos son partida-
rios de un ley civil basada en el nuevo pacto para el mundo, en donde se
implementen todas las leyes de Deuteronomio en nuestra sociedad moder-
na. Sin la teología del pacto, la teonomía no tiene sentido, porque es fácil
ver que el antiguo pacto no provino del corazón de Dios. Tratar de instau-
rar las leyes del antiguo pacto en un gobierno moderno, no representaría
correctamente a Dios porque ese pacto vela quien realmente Él es.

La teología del pacto también divide a la Ley en tres partes: civil,


ceremonial, y moral, diciendo que las primeras dos divisiones no aplican,
pero que la parte moral, sí. No obstante, esta no fue la manera en la que el
antiguo pacto funcionó. Nadie dividió la Ley de esta manera, porque el
entendimiento era que si una persona rompía solo una parte de la Ley,
había violado la Ley en su totalidad. Nadie contemporáneo al antiguo
pacto lo dividió de esa manera. La Escritura deja en claro que no podemos
elegir y seleccionar solo parte de la Ley: o la cumplimos en su totalidad, o
la desechamos. Este es uno de los principales errores de la teología del
pacto, pero aun así ha contaminado gran parte de la doctrina de la Iglesia.
Es por esta razón que mucha gente piensa que no puede tatuarse (entre
muchas otras cosas), basándose en la Ley de Deuteronomio.

3. Teología del Nuevo Pacto

La Teología del Nuevo Pacto básicamente dice que Jesús vino


como un nuevo Moisés. Como resultado, los teólogos del nuevo pacto han
estudiado el Nuevo Testamento buscando cuáles son las leyes que se
deben cumplir en el nuevo pacto. En lugar de encontrar 613 leyes, como
en el antiguo pacto, han encontrado 1050 nuevas leyes del pacto. Nueva-
mente, el problema es que pasan por alto el hecho de que el nuevo pacto
no se parece en nada al antiguo pacto (Ver Hebreos 8:9) No es un pacto
basado en leyes. Es completamente diferente.

Estas son las tres principales corrientes teológicas al momento de


estudiar la Biblia, pero cada una tiene un error fatal cuando se compara lo
que proponen con lo que dice la Escritura. Por eso, en esta siguiente sec-
ción, introduciremos algo que hemos estado estudiando en todo este libro:
una nueva corriente para estudiar la Biblia, llamada Teología del Mejor
Pacto.

LOS PILARES DE LA TEOLOGÍA DEL MEJOR PACTO

El nombre de este sistema de creencias se basa en Hebreos 8:6,


que dice: “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es media-
dor de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.” A continua-
ción se presentarán los diez pilares o puntos fundamentales de la Teología
del Mejor Pacto. Los razonamientos detrás de la mayoría de cada uno de
estos puntos ya han sido explicados en los capítulos anteriores; pero la ex-
plicación para el punto 8 y 10 se desarrollará en los siguientes capítulos.
Con el propósito de definir esta nueva teología, se presentarán sus funda-
mentos en una lista sencilla y fácil de entender, que muestra las bases de
la Teología del Mejor Pacto.

1. El nacimiento de Jesús fue el cumplimiento del pacto abrahá-


mico.

2. La muerte de Jesús creó un nuevo pacto.

3. El nuevo pacto es entre el Padre y el Hijo.

4. La ascensión de Jesús y el hecho de que esté sentado el en


Trono Celestial, marcaron el cumplimiento del pacto davídico.

5. La destrucción del año 70 D.C. removió el antiguo pacto para


siempre y cumplió Hebreos 8:13.

6. Entre la cruz y el año 70 D.C. existieron cuarenta años de tran-


sición para la Iglesia.

7. Durante el período de transición, el antiguo pacto y el nuevo


pacto coexistieron.

8. El fin del siglo y los últimos tiempos fueron referencias que los
líderes del siglo primero usaron para referirse a los últimos
días del antiguo pacto y al final de la era del antiguo pacto.

9. Ningún tipo de aplicación del pacto mosaico (ni de paridad, ni


de vasallaje) es válida hoy en día: los festivales, Sábados,
leyes civiles, leyes ceremoniales, y leyes morales, dejaron de
aplicar con la destrucción del antiguo pacto.

10. La ley del nuevo pacto es: “Ámense los unos a los otros como
yo los he amado.”

Estas son las diez características principales de la Teología del


Mejor Pacto. Son rasgos grandes y amplios, pero si los entendemos, la Bi-
blia entera comenzará a tener sentido, porque comenzaremos a entender la
línea histórica, las transiciones, y el porqué de Dios actuando tan diferente
según el período histórico. Este sistema de creencias es la culminación de
todo lo que hemos estudiado en este libro.

LA LEY DEL AMOR

El punto número 10 de este sistema de creencias habla de la ley


del amor del nuevo pacto, y está basado en la declaración de Jesús a Sus
discípulos: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;
como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34)
Para tener un entendimiento apropiado de este mandato de amar, debemos
primero entender los dos grupos que existieron en el siglo primero: los ju-
daizantes y los antinomianos. Los judaizantes del siglo primero eran los
teólogos del momento. Querían arrastrar costumbres del antiguo pacto al
nuevo pacto. Pablo escribe el libro entero de Gálatas en respuesta al error
de los judaizantes, porque batalló contra sus falsas enseñanzas durante
todo su ministerio. Del lado opuesto a los judaizantes, estaban los antino-
mianos, quienes decían que no había ley. Anti significa “en contra”, y
nomia significa “ley.” Literalmente, este grupo estaba en contra de cual-
quier tipo de ley. Creían que la gracia significaba que podían pecar cuanto
quisieran. Pablo escribe en contra de este grupo en Romanos.

La posición de la Teología del Nuevo Pacto no es ninguna de esas


dos, ni tampoco toma una postura de balance, ubicándose en el medio de
ambas. Es algo completamente nuevo, porque la ley de Cristo no encaja
con ninguna de esas dos ideas. No es la Ley del antiguo pacto, y no es un
rechazo a cualquier tipo de ley, como plantean los antinomiamos. Es una
idea completamente diferente, llamada la ley de Cristo. Cuando decimos
que la ley de Cristo es el amor, es un resumen bastante acertado, pero es
solo un resumen. La gente puede escuchar eso y llegar a conclusiones
muy diferentes, y hasta puede guiar a algunos a tomar decisiones inmora-
les. La pregunta que yace en el fondo de toda esta cuestión es: ¿Quién de-
fine lo que el amor es? En otras palabras, la ley del amor puede ser muy
subjetiva.

Por esa misma razón, aclararemos lo que la ley del amor del nuevo
pacto es, según el Nuevo Testamento. Para comenzar, vamos a estudiar lo
que típicamente se conoce como el Gran Mandamiento. En Mateo 22, un
letrado se acerca a Jesús y le pregunta: “Maestro, ¿cuál es el gran man-
damiento en la ley?” (Mateo 22:36) En otras palabras, le estaba pregun-
tando a Jesús cuál era el mandamiento más importante del antiguo pacto.
Jesús le responde:

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con


toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley
y los profetas. (Mateo 22:37-40)

Aquí es importante notar que Jesús no dijo, “Esta es Mi norma


para ustedes.” Él simplemente resumió el antiguo pacto en dos manda-
mientos. Eso está muy claro en Su declaración, “De estos dos manda-
mientos depende toda la ley y los profetas” Este es un resumen del anti-
guo pacto, no un mandamiento del nuevo pacto.

Si entendemos eso, podemos entonces ir a Juan 13:34-35, en


donde Jesús dice a Sus discípulos:

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como


yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto cono-
cerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con
los otros.

Su mandamiento no fue “amen a su prójimo como a ustedes mis-


mos.”, sino “ámense los unos a los otros como yo los he amado.” En otras
palabras, Él dijo que debemos amar a los demás de la misma manera en la
que Él los ama. Jesús ama a todo el mundo de la misma manera, perfecta-
mente, e incondicionalmente. Esta es la medida, el nuevo mandamiento
que debemos seguir. Si buscamos la palabra mandamiento en la Concor-
dancia Strong, lo que vamos a encontrar es que este mandamiento es el
único mandamiento que Jesús dio. Por ejemplo, más tarde en Juan Él
dice, “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os
he amado.” (Juan 15:12) y, “Esto os mando: Que os améis unos a otros.”
(Juan 15:17)

Cuando Jesús le dio a Sus discípulos lo que ahora llamamos la


Gran Comisión, Él les dice que le enseñen a los nuevos discípulos a “que
guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:20). A los discí-
pulos no se les fue dicho que “enseñen todo lo que hice o dije”, sino que
“enseñen a obedecer todo lo que he mandado.” ¡La única cosa que Jesús
mandó fue a amar como Cristo los había amado!

Vemos otra mención del mandato de Jesús de amar en la segunda


carta de Juan, donde éste escribe:

Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo manda-


miento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos ame-
mos unos a otros. Y este es el amor, que andemos según sus man-
damientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vo-
sotros habéis oído desde el principio. (2 Juan 1:5-6)

Por esto mismo, en 1 Juan 3:23 dice: “Y este es su mandamiento:


Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a
otros como nos lo ha mandado.” Justo unos versículos antes de esto, en el
verso 16, Juan da una definición del amor: “En esto hemos conocido el
amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos
poner nuestras vidas por los hermanos.” (1 Juan 3:16). En otras palabras,
Jesús es la definición de amor; y estamos llamados a amar como Él ama.
Esto, de hecho, es la prueba que Juan considera que muestra que somos
salvos: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que
amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en
muerte.” (1 Juan 3:14) Somos verdaderamente cristianos si amamos
como Jesús amó. Jesús hizo la misma declaración cuando dijo: “En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con
los otros.” (Juan 13:35) Vivir en el amor de Cristo es la evidencia de
nuestra fe. Como estamos unidos con Él, el amor fluye en nosotros de la
misma manera en la que fluyó en Él.

Pablo también afirma esto en 1 Timoteo 1:5: “Pues el propósito


de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena
conciencia, y de fe no fingida.” Luego, en la misma carta, Pablo continúa
con este razonamiento al decir:
Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justi-
cia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la
cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión
delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da
vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la
buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el manda-
miento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro
Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado
y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que
tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno
de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el im-
perio sempiterno. Amén. (1 Timoteo 6:11-16)

El mandamiento de Pablo se estaba refiriendo a, como dice el ver-


sículo 11, una versión extendida de la ley del amor: “perseguir la justicia,
la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” Es esencialmen-
te el mismo mandamiento de amar que había dado Jesús, que es el que en-
contramos una y otra vez en el Nuevo Testamento. El mandamiento siem-
pre habla del amor.

Pablo hace un contraste en 1 Corintios 7 entre los antiguos manda-


mientos y el nuevo. Hablando de la circuncisión a la Iglesia, él dice:

Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a


cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias. ¿Fue llama-
do alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado
alguno siendo incircunciso? No se circuncide. La circuncisión
nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los manda-
mientos de Dios. (1 Corintios 7:17-19)

Su mención de la circuncisión es una referencia a la Ley del anti-


guo pacto, en donde la señal del pacto era la circuncisión. La señal del
nuevo pacto es, “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tu-
viereis amor los unos con los otros.” (Juan 13:35) Vivir en el amor de
Cristo es la señal de que estamos en Cristo, caminando en el nuevo pacto.
El punto de Pablo fue que la Ley ya no interesa; lo que importa ahora es
cumplir el nuevo mandamiento de Dios (la ley de Cristo). Pablo específi-
camente menciona esta ley cuando dice, “Sobrellevad los unos las cargas
de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” (Gálatas 6:2). Cumplimos la
ley de Cristo al amar a los demás. Aquí, Pablo le da una aplicación prácti-
ca a este tipo de amor: sobrellevar las cargas de los demás.

Pablo también menciona la ley de Cristo en 1 Corintios 9:21,


cuando dice, “A los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no es-
tando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que
están sin ley.” Pablo estaba diciendo que cuando él estaba con los gentiles
(la gente sin Ley), él se hacía como ellos, no porque no tuviese ley sino
porque su ley era la ley de Cristo, que incluye libertad para ministrar a los
gentiles de una manera en la que ellos se puedan identificar. Él estaba
libre de la Ley (el antiguo pacto), pero no libre de toda ley, porque estaba
bajo la ley de Cristo, la ley del amor.

En los pasajes bíblicos sobre el mandamiento del nuevo pacto, a


veces se usa la palabra en singular (el mandamiento) y a veces en plural
(los mandamientos). La razón de esto es que el mandamiento básico,
amar como jesús, se materializa en muchos mandamientos periféricos que
caen dentro del gran mandamiento de amar, lo que es la ley de Cristo. En-
tonces, a través del Nuevo Testamento, Pablo y otros apóstoles expusie-
ron lo que el mandamiento de Cristo significaba de una manera concreta,
adhiriendo mandamientos más específicos para darle un fin práctico a la
ley del amor.

Por ejemplo, Pablo escribió: “Así también ordenó el Señor a los


que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.” (1 Corintios 9:14)
Haciendo eso, él estaba mostrando que una de las maneras de cumplir la
ley del amor es ocupándose financieramente de aquellos a quienes el
Señor había llamado al Cuerpo para equipar y servir a la Iglesia. En otras
palabras, dar dinero para apoyar a ministerios del Evangelio es parte de la
ley del amor. De la misma manera, la igualdad de género es parte de la
ley del amor, como se evidencia en la represión de Pablo a los corintios
por tratar a las mujeres como “inferiores.” Cerró su argumento al decir,
“Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo
son mandamientos del Señor.” (1 Corintios 14:37) Al utilizar la palabra
mandamiento, Pablo estaba diciendo que la igualdad de género era parte
de la ley del amor. Otro ejemplo es la igualdad racial, que Pablo toca en
Efesios 2:14-16:

Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derri-


bando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne
las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en orde-
nanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hom-
bre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a
ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.

Algunas personas enseñan que esto se cumplirá en algún momento


en el futuro, pero el pasaje claramente dice que Jesús ya lo ha hecho. Él
ya ha creado una nueva humanidad y, por lo tanto, declaró ilegal el racis-
mo dentro de la ley del amor. Mientras que la Ley del antiguo pacto trae
división y racismo entre los grupos y los géneros, la nueva ley de Cristo
trae igualdad. Esto significa que podemos amar a todos de igual manera.

La ley de Cristo es la ley del amor, que tiene muchas diferentes


manifestaciones y aplicaciones. Otra manera en la que podemos expresar
esto es que la ley de Cristo es la ley del Espíritu y la ley de la libertad.
Pablo mostró la conexión entre el nuevo pacto y el Espíritu cuando escri-
bió: “El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo
pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espí-
ritu vivifica.” (2 Corintios 3:6) La naturaleza de esta nueva ley, es espiri-
tual. No está escrita ni en letra, ni en piedra. Da vida, no muerte. De ma-
nera similar, Romanos 7:6 dice: “Pero ahora estamos libres de la ley, por
haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirva-
mos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la
letra.” En otras palabras, la ley del Espíritu no está escrita en una serie de
reglas. En Gálatas 6:15, Pablo también dice: “Porque en Cristo jesús ni la
circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.”
En el nuevo pacto, siendo una nueva creación, no estamos guiados por
una serie de reglas sino por la naturaleza de Cristo viviendo en nosotros y
por la ley del amor. Pablo a veces se refiere a este estilo de vida como la
vida en el Espíritu: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el
Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envi-
diándonos unos a otros.” (Gálatas 5:25-26) En lugar de vivir de acuerdo a
una serie de reglas, vivimos caminando en el Espíritu. Es por esto que, “si
sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.” (Gálatas 5:18) Cuando
somos guiados por el Espíritu, estamos siguiendo la ley de Cristo, que se
recapitula en lo que Pedro llamó “el santo mandamiento” (2 Pedro 2:21):
el mandato de amar como Dios ama. Esta es la esencia del nuevo pacto,
que es el pacto de la vida y el perdón, no de muerte y juicio.

Una pregunta que la gente muchas veces hace respecto a la reali-


dad del nuevo pacto de perdón y amor, es: ¿Qué pasa cuando pecamos?
Claramente, a pesar de que no estamos bajo la Ley del antiguo pacto, es-
tamos bajo la ley de Cristo, que nos manda a vivir de cierta manera
(amando como Él ama). Dado que Dios ya nos ha perdonado permanente-
mente en la cruz, ¿cuál es la consecuencia del pecado en nuestras vidas?
La ira de Dios ya no existe, lo que significa que Él no se enoja cuando pe-
camos. Somos pre-perdonados y eternamente amados, lo que quiere decir
que Él nos perdonará siempre por cualquier cosa que hagamos. No obs-
tante, cuando pecamos, contristamos al Espíritu Santo, tema que Pablo
trata en Efesios 4. Cuando elegimos pecar, no estamos viviendo de acuer-
do a nuestra verdadera identidad en cristo, y no estamos amando a los
demás en la manera en la que deberíamos. Eso contrista al Espíritu Santo,
porque Él conoce nuestro potencial, y se hiere cuando ve que Sus hijos se
lastiman los unos a los otros. No es un asunto de que deje de perdonarnos
o de amarnos; es un asunto de que debemos caminar en luz, conforme a
nuestra identidad. Parte de caminar con el Espíritu Santo es ser vulnera-
bles y transparentes, viviendo con un corazón abierto. Cuando hacemos
esto, cada vez es menos y menos probable que contristemos al Espíritu
Santo con nuestras acciones y actitudes.

LOS CINCO PLANOS

Ahora que hemos establecido con exactitud lo que la Teología del


Nuevo Pacto es, vamos a terminar este capítulo mostrando cómo esta re-
velación transformará a la Iglesia para que sea una Esposa de Cristo más
madura. Para hacer esto, vamos a considerar la realidad desde la perspec-
tiva de los cinco planos. Cada persona sobre la tierra vive en alguno de
estos planos, y dentro de cada uno de estos planos hay una progresión,
porque la gente está diseñada para ir avanzando de uno a otro a lo largo
de sus vidas.

1. El plano del Mundo

Este el punto de inicio. Aquellos que viven en el mundo no son


cristianos. No caminan con el Señor.

2. El plano de la Iglesia

Cuando las personas se convierten en creyentes de Jesús, entran al


plano de la Iglesia. En el mismo, aprenden de compañerismo, de la Cena
del Señor, del bautismo, y el mensaje básico del Evangelio. Algunos
viven toda su vida en el plano de la Iglesia, con un entendimiento muy bá-
sico de la Palabra.
3. El plano Sobrenatural

Otra gente en el plano de la Iglesia comienza a darse cuenta de


que debe haber algo más, y hacen una transición al plano de lo sobrenatu-
ral. Quizás comiencen a escuchar a Sid Roth, a Patricia King, a las ense-
ñanzas de Bill Johnson y Bethel, o a cualquier otro ministro carismático
reconocido; lo que hace que comience el hambre por lo sobrenatural en
ellos. Comienzan a pensar, “No puedo simplemente ir a sentarme en la
iglesia. Tiene que haber algo más.” Como resultado, comienzan su bús-
queda por lo sobrenatural. He notado que típicamente el período de transi-
ción que se necesita para pasar del Plano de la Iglesia al Plano Sobrenatu-
ral funciona así: por cada diez años que la persona haya pasado en el
Plano de la Iglesia, necesitará de a uno a dos años de reajuste para entrar
al Plano Sobrenatural. Eventualmente, luego de este período de transi-
ción, lo sobrenatural se vuelve parte de su vida, y parte de su vida de igle-
sia, porque, además, esta gente buscará llevar lo sobrenatural a las activi-
dades de la iglesia.

4. El Plano del Reino

Una vez que la gente se ha aclimatado al Plano Sobrenatural, sue-


len moverse a otro plano llamado el Plano del Reino. Esto es lo que pasa
cuando la gente comienza a decir, “Estamos sanando a la gente en la igle-
sia, pero quiero ver a mi ciudad transformada. Quiero ver a mi vecindario,
a mi familia, a mi negocio, a mi gobierno local, a todos estos siendo trans-
formados.” Es un paso más allá de lo sobrenatural, para expandir el
Reino. El concepto de Lance Wallnau de las siete montañas se conecta
con este plano, como también las enseñanzas de la iglesia Bethel de Red-
ding, California.73 En el Plano del Reino, el pensamiento de la gente es:
Esto es más grande que mi grupo local o que la iglesia sanando gente en
el púlpito los domingos a la mañana. Tenemos que impactar a la ciudad.
Necesitamos estar involucrados en algo mayor. Por eso, el Plano del
Reino es más grande que el Plano Sobrenatural, y el Plano Sobrenatural
es más grande que el Plano de la Iglesia. Cada plano expande la experien-
cia de cada persona mientras que la perspectiva de la misma, progresa.

5. El Plano del Nuevo Pacto

Finalmente, tenemos el Plano del Nuevo Pacto, que es la actual


reforma de la Iglesia. En los últimos cincuenta años, la Iglesia se ha vuel-
vo más balanceada y más bíblica respecto al entendimiento de la expan-
sión del Reino, y respecto a lo que significa traer el cielo a la tierra. Esto
es muy importante. Pero el Plano del Nuevo Pacto es otro paso en la di-
rección a la que estamos yendo. Parte de lo que la gente se pierde si no
viven el Plano del Nuevo Pacto es que no conocen el corazón de Dios el
Padre respecto a ellos. Una de las evidencias más obvias es la forma en la
que la gente que vive en cualquiera de los planos anteriores responde a la
tragedia o a los desastres naturales. Cuando pasan estas cosas terribles,
esta gente no sabe si fueron causadas por Dios, por el diablo, o por el pe-
cado de los seres humanos. Se preguntan, “¿Fue eso un juicio, ira, o algo
más?” La razón por la que no entienden esto es porque no entienden que
Dios actúa en correspondencia al pacto en el que está. Como no entienden
la progresión de los pactos, no saben cómo diferenciar entre la manera en
la que Dios obraba en el antiguo pacto y en la que actúa en el nuevo
pacto.

Esta es la razón por la que la gente hace declaraciones tontas


como, “Dios tiene una manera de actuar misteriosa.” Eso no es verdad. Él
no actúa de manera misteriosa. De hecho, cuando el Nuevo Testamento
habla de misterio, está hablando del misterio de quitar el velo de Cristo, lo
que ya no es un misterio, dado que todo velo ha sido quitado. Lo que una
vez fue misterioso, está ahora revelado para nosotros en el nuevo pacto:

Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha prepa-
rado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros
por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo pro-
fundo de Dios. (1 Corintios 2:9-10)

La primera parte de este versículo es una cita de Isaías 64:4, del


antiguo pacto. Pablo está diciendo que lo que había estado escondido,
ahora ha sido revelado por el Espíritu. Dios ya no lo está escondiendo de
nosotros. Como Dios siempre actúa en correspondencia al pacto en el que
está, ahora sabemos lo que Él va a hacer. ¡Y también sabemos lo que Él
no va a hacer! Esa es nuestra relación dentro del pacto que tenemos con
Dios. Si sabemos que tenemos este tipo de relación con Él, entonces sa-
bremos lo que está en Su corazón. Entonces, cuando algo trágico suceda,
sabremos Su corazón y su posición respecto a ese evento, porque estamos
conectados con el mismo. Todas esas preguntas se responden al entender
el pacto en el que estamos.

A la inversa, una falta de entendimiento de los pactos previos


puede velarnos la imagen de Dios. Si no entendemos el antiguo pacto, se
vuelve un velo que nos impide ver Su corazón y Su personalidad. Por eso
mismo, a veces algunos ven al antiguo pacto y viven con temor, incluso
cuando ya no estamos en ese pacto. El hecho importante que la gente pasa
por algo, y que ya hemos mencionado anteriormente, es que el antiguo
pacto no salió del corazón de Dios, sino de la gente. La gente lo pidió y
Dios cumplió, incluso cuando el pacto que pedían era horrible. La Ley fue
un pacto temporal, que Dios desde el principio prometió destruir y reem-
plazar con la circuncisión del corazón, que es el nuevo pacto. Por eso el
Plano del Nuevo Pacto nos ayuda a entender cómo el Rey se siente res-
pecto a nosotros. Muchos cristianos tratan de expandir el Reino, pero ni
siquiera saben cómo es el corazón de Dios respecto a ellos.

Es importante que entendamos estos cinco planos para que cuando


hablemos con otros podamos determinar en qué plano están. Aquellos que
están en Plano Sobrenatural son los que más fácilmente pueden ser lleva-
dos al Plano del Nuevo Pacto. Su posición está muy cerca, y por eso mu-
chas veces entenderán y abrazarán rápidamente la progresión (ciertamente
mucho más rápido que alguien en el Plano de la Iglesia). Mientras empe-
zamos a comunicarles a los demás todo lo que hemos aprendido acerca
del nuevo pacto, es importante determinar primeramente en qué lugar
están. Si tenemos esta división en mente, será más fácil saber cómo comu-
nicarnos con cada persona.

De todos los planos mayores, probablemente el Plano del Nuevo


Pacto sea el que se comunique mejor con el Plano del Mundo. En Hechos,
el Evangelio es presentado como el Evangelio del nuevo pacto. Por ejem-
plo, la palabra ministro aparece siete veces en el Nuevo Testamento en
conexión con el Evangelio. En seis de estos lugares, dice “ministro del
Evangelio de Jesucristo.” Eso es tanto muy sencillo como increíblemente
impreciso. 2 Corintios 3:6 dice, “el cual asimismo nos hizo ministros
competentes de un nuevo pacto…” Esto nos lleva a la pregunta, “¿Cuál es
el Evangelio que predicamos?” ¿De qué mensaje somos hechos minis-
tros? El Evangelio que predicamos es el Evangelio del Reino. Como
hemos aprendido previamente, este Evangelio es el cumplimiento de las
promesas a David de un reino y un trono eternos. Entonces, el nuevo
pacto es el evangelio del Reino. Son sinónimos. El Evangelio del nuevo
pacto es también el Evangelio de la fe de Abraham, que se cumplió en la
simiente, Jesús. El nuevo pacto cumple tanto la promesa del reino a
David, y de la simiente de Abraham. En otras palabras, el nuevo pacto es
el Evangelio que le presentamos a la gente.
No obstante, a través de los años, la Iglesia ha perdido de vista del
mensaje del nuevo pacto y presentó a la Biblia entera como la Palabra y la
voluntad de Dios. Así es como la gente comienza a creer que todo lo que
está en la Biblia es aplicable para todo el mundo, en todo momento. Eso
no es verdad, porque algunas de las cosas que están en la Biblia pertene-
cen al antiguo pacto, en el cual nadie vive en la actualidad. Podemos leer
y aprender de esos pasajes, pero no son aplicables para nosotros de la
misma manera en la que lo fueron para los receptores originales. Como
Pablo dijo, “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas
para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los
siglos.” (1 Corintios 10:11) Podemos aprender de estos ejemplos, pero no
aplicamos la Ley o alguna situación del antiguo pacto para nuestras vidas.
Algunas personas han tratado de decir que la Biblia es un libro en el que
todo aplica de la misma manera; y que todo lo que dice es voluntad de
Dios. Esto está muy lejos de la verdad del nuevo pacto, presentada en el
Nuevo Testamento. Es por esta misma razón que el Plano del Nuevo
Pacto tiene el potencial de ser el mejor de los planos para evangelizar al
mundo, porque en este plano la gente no mezcla los pactos en su presenta-
ción.

Mucha gente rechaza el evangelio porque el mensaje que reciben


de la Iglesia es una mezcla del antiguo y del nuevo pacto, y no pueden
aceptarlo. Un mensaje del nuevo pacto sin diluir causará una aceleración
en las conversiones y cambiará vidas. Desafortunadamente, tenemos esta
mezcla que ha sido un problema desde los tiempos de la Iglesia primitiva.
De hecho, Pablo pasa la mayor parte de su ministerio luchando en contra
de la mezcla en el mensaje del Evangelio, particularmente de los judai-
zantes, quienes estaban tratando de arrastrar a la gente del nuevo pacto y
llevarlas nuevamente al antiguo pacto. Todo Hebreos y Gálatas, y una
gran parte de otras cartas, hablan de este problema. El mismo problema de
la mezcla entre los pactos existe hoy en día, y se ha infiltrado en muchísi-
mas áreas diferentes dentro de la Iglesia, causándole problemas en sus ra-
zonamientos. Es por esta razón que el Plano del Nuevo Pacto es tan im-
portante. La reforma que Dios está trayendo sobre la Iglesia tendrá que li-
diar con todo este pensamiento del antiguo pacto, para establecer las men-
tes de la gente en un pensamiento del nuevo pacto. Demolerá el temor, la
paranoia con los últimos tiempos, el legalismo, la desigualdad de género,
el racismo, y todas aquellas áreas en las que la Iglesia aún está en falta.
Hacia allí es donde la Iglesia mundial está yendo. Esto lo que el Espíritu
Santo está haciendo en nuestros días: una reforma.
PREGUNTAS DE REPASO

1. ¿Desechar el antiguo pacto es lo mismo que desechar el Antiguo


Testamento? Sí o No

2. Nombra tres sistemas de teología con los que el autor no está de


acuerdo.

3. Basándose en Hebreos 8:6, ¿cuál es el nombre de este nuevo en-


tendimiento teológico?

4. ¿Cuál es la ley del nuevo pacto?

5. Nombra a aquellos dos grupos del siglo primero: 1. Aquellos que


querían mezclar el antiguo pacto con el nuevo. 2. Aquellos que de-
cían que no había ley, y que por lo tanto se podía pecar tanto como
queramos.

6. Mateo 22:34-40; Juan 13:34; 15:12; 15:17; Mateo 28:20b; 1 Ti-


moteo 1:5; y 1 Corintios 7:17b-19, son todas referencias que nos
dan una idea de cómo debemos obedecer la ley de Cristo. Este
mandamiento dice que hagamos, ¿qué cosa?

7. ¿Qué cinco planos debemos entender?

8. Generalmente, por cada diez años que uno haya pasado en el


Plano de la Iglesia, ¿cuántos años le lleva aclimatarse al Plano So-
brenatural?

9. Verdadero o Falso: Dios tiene una manera de actuar que es miste-


riosa.

10. Si miras a la palabra ministro en el Nuevo Testamento, verás que


aparece siete veces, de las cuales seis son similares. ¿En dónde se
puede encontrar en la Biblia el versículo que dice algo diferente?

PALABRAS CLAVE

Movimiento Mesiánico Judaizantes


Teonomía Antinomianos
Teología del Mejor Pacto

MATERIAL RELACIONADO

Alfred Edersheim, History of the Jewish Nation: After the Destruction of


Jerusalem Under Titus.

73
Johnson, 92-108.
CAPÍTULO DIECISIETE

HEBREOS: LA TRANSICIÓN
DEL PACTO
En este capítulo, vamos a examinar la transición del pacto a partir
del libro de Hebreos. Más que ningún otro libro del Nuevo Testamento,
Hebreos conecta lo que estaba sucediendo en el sistema del antiguo pacto
con los cambios que tuvieron lugar gracias a la instauración del sistema
del nuevo pacto. Desafortunadamente, muchos cristianos no han prestado
demasiada atención a Hebreos. Esto sucede porque a menudo no entien-
den la importancia de los pactos y Hebreos habla todo el tiempo de los
mismos. Para muchos, Hebreos es tan misterioso como el libro de Apoca-
lipsis. No obstante, si entendemos Hebreos, vamos a entender Apocalip-
sis. Se complementan bastante bien, a pesar de estar escritos de una mane-
ra muy diferente. No sabemos a ciencia cierta quién escribió Hebreos,
pero hay mucha similitud en el contenido de ambos libros. Uno de los
principales temas de ambos, es la transición que tuvo lugar hasta el esta-
blecimiento por completo del nuevo pacto y la destrucción del antiguo
pacto.

El siguiente diagrama ilustra la transición del pacto:


Como hemos discutido previamente, los pactos abrahámico y da-
vídico se cumplieron en Jesús y se expandieron para ser de bendición e
impactar toda la tierra. Pero el pacto mosaico, o la Ley, fue diferente. En
lugar de continuar dentro del nuevo pacto, éste tuvo un final marcado. Por
eso, cuando en el diagrama el antiguo pacto se intersecta con el adveni-
miento del nuevo pacto, continúa una corta distancia hasta que se detiene.
Llegó a un fin en su totalidad en el año 70 D.C.

LOS TEMAS PRINCIPALES

Es importante entender que el libro de Hebreos fue escrito cerca


del año 65 D.C., justo unos años antes de la destrucción de Jerusalén. En
ese tiempo, los cristianos a quienes se les escribió esta carta estaban vol-
viéndose al antiguo pacto. Este es el trasfondo histórico, como vemos en
Hebreos 6:4-8:

Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gus-
taron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu
Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los po-
deres del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados
para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al
Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. Porque la tierra que
bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba
provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición
de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está
próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.

Mucha gente ha tomado este pasaje fuera de su contexto original y


lo usa de una manera muy condenatoria. Pero una vez que lo leemos en-
tendiendo el trasfondo histórico, tiene sentido. No podemos aplicarlo para
nosotros mismos, y esta frase nos dice el porqué: “gustaron de la buena
palabra de Dios y los poderes del siglo venidero…” Este es un indicador
histórico que nos muestra que el autor se estaba refiriendo a una realidad
del siglo (o era) que estaba por venir, que se establecería en el año 70
D.C. En otras palabras, como fue escrito en el período de transición, con
la esperanza puesta en el establecimiento total del nuevo pacto, no puede
ser aplicado para nosotros, porque ya no vivimos en ese período histórico
de transición entre los dos pactos. El siglo venidero, de acuerdo al pensa-
miento judío, se refería a la creencia popular de los dos siglos (o eras): la
era antigua (o el siglo antiguo), y la nueva era (o el siglo venidero). La era
antigua era el pacto mosaico, y ellos esperaban el día en que la nueva era
llegase para establecer un Reino Mesiánico. Esta es la era (o siglo) al que
el autor se está refiriendo. Viviendo en ese período, en donde el antiguo
pacto seguía en vigencia, el autor esperaba el momento en que el antiguo
pacto fuese destruido. Por eso, se habla acerca de aquellos que pusieron
un pie atravesando la línea y probaron lo que vendría después del año 70,
solo para después echarse atrás.

Él agrega esto: “Crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de


Dios…” Cuando Jesús fue crucificado, sucedió porque los judíos lo re-
chazaron como Mesías. Muchas de las personas a las que esta carta estaba
dirigida, habían sido parte del rechazo original de Jesús en el año 30 D.C.
Al rechazarlo nuevamente, se estaban volviendo a identificar con el siste-
ma del antiguo pacto, que había literalmente matado a Jesús. De esta ma-
nera, estaban, metafóricamente hablando, “crucificando de nuevo” a
Jesús. Viviendo dos mil años después, es imposible para nosotros volver a
identificarnos con el antiguo sistema, porque no hemos vivido en ese pe-
ríodo histórico. No obstante, algunas personas han interpretado este pasa-
je para referirse a las personas, cada vez que estas pecan. Claramente, eso
no fue lo que el lector original entendió.

El peligro principal para la Iglesia de ese momento histórico, justo


antes del año 70, era caer en la tentación de echarse atrás y volver a atarse
al sistema del templo, que estaba a punto de ser destruido. Por esta causa,
el autor de Hebreos se concentró en estos tres temas principales:

1. Estaban viviendo los últimos tiempos, y el antiguo pacto estaba a


punto de desaparecer.

2. El sacrificio se trató de Christus Victor.

3. Jesús y el nuevo pacto son mejores que el antiguo pacto.

Algunas personas que no han entendido la importancia de los pac-


tos bíblicos, discuten respecto a si Hebreos es simplemente una interpreta-
ción de las sombras y figuras. Estas mismas personas aún ponen un pie en
el antiguo sistema y en el nuevo. Mientras que es cierto que Hebreos
habla de las sombras y figuras, la realidad más grande se centra en la su-
perioridad de Jesús y el nuevo pacto. Este fue el mensaje del autor, con el
propósito de desalentar a las personas que se estaban volviendo al antiguo
pacto.

UN BOSQUEJO DE HEBREOS

Hebreos tiene 13 capítulos, así que para tener una idea general del
libro, tenemos que considerarlo en un bosquejo. Primero, el libro puede
ser dividido en tres grandes secciones:

1. Hebreos 1-7: Jesús es mejor

2. Hebreos 8-10: El nuevo pacto es mejor

3. Hebreos 11-13: La fe es nuestra respuesta

Una versión más detallada del bosquejo, sería así:

1. Hebreos 1-7: Jesús es mejor

a) Hebreos 1-2: Jesús es completamente hombre y completa-


mente Dios, y es superior a los ángeles.

b) Hebreos 3-4:13: Jesús el apóstol es superior a Moisés.

c) Hebreos 4:14-6:12: Jesús el sumo sacerdote es superior


que Aarón.

d) Hebreos 6:13-7: Jesús es superior que Melquisedec.

2. Hebreos 8-10: El nuevo pacto es mejor

a) Hebreos 8: El nuevo pacto se basa en mejores promesas.

b) Hebreos 9:1-10: El nuevo pacto tiene un mejor santuario.

c) Hebreos 9:11-28: El nuevo pacto tiene un mejor sacrificio.

d) Hebreos 10:1-18: El nuevo pacto tiene mejores resultados.

3. Hebreos 11-13: La fe es nuestra respuesta


a) Hebreos 10:19-39: La fe es la respuesta natural a las
“cosas mejores” del nuevo pacto, y nos conectamos a él a
través de la fe.

b) Hebreos 11: Adam, Noé, Enoc, y muchos otros nos dieron


el ejemplo de cómo conectarnos por fe.

c) Hebreos 12: La fe es la base de una mejor relación.

d) Hebreos 13: La fe es una mejor manera de vivir.

CHRISTUS VICTOR

Uno de los más importantes mensajes de Hebreos es la afirmación


de la perspectiva Christus Victor del sacrificio. Vemos esto en el comien-
zo de Hebreos 2, que habla de la superioridad de Jesús respecto a los án-
geles. En este contexto, dice:

Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual


estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, dicien-
do: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del
hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los án-
geles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las
obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en
cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él;
pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Pero
vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a
jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de
la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos. (Hebreos 2:5-9)

Todo este pasaje habla de Christus Victor. Resume cómo Dios su-
jetó todas las cosas a la humanidad en la Creación, y cómo luego perdie-
ron esa autoridad. En respuesta a esto, Jesús vino, como hombre, sufrió la
muerte y fue resucitado con gloria y honor. En otras palabras, Él recuperó
la autoridad sobre la tierra, que la humanidad había perdido. Jesús no
murió como una víctima, sino que cuando murió, en realidad fue exalta-
do. Salió victorioso.

Es importante notar el versículo 8, en donde dice, “pero todavía


no vemos que todas las cosas le sean sujetas.” La realidad es que Cristo
es victorioso, pero aun así, no todas las cosas están viviendo bajo victoria.
Esto no significa que la victoria esté fuera de nuestros límites o de nuestro
alcance. En lugar de eso, apunta a la realidad de nuestra lucha con el
enemigo. La batalla continúa hasta el día de hoy, y algunas cosas todavía
necesitan ser puestas bajo los pies de Jesús. Algunas personas han adopta-
do la postura Christus Victor de una forma desbalanceada y extrema,
hasta el punto de negar esta realidad en nuestras vidas. Sí, Jesús obtuvo la
victoria, pero todavía estamos aprendiendo cómo caminar en esa victoria
aquí en la tierra. Es por esta razón que aún hay enfermedad, daños emo-
cionales, y derrota en la vida de muchas personas. En Su victoria, Él pro-
veyó victoria para nosotros. Nos hemos sentado con Él en lugares celes-
tiales y fuimos constituidos hijos de Dios (Ver Hebreos 2:10-11) Aun así,
no todo está sujeto a Él; está en proceso, y nosotros somos parte del
mismo.

Somos participantes en la extensión del nuevo pacto. Él sigue


siendo victorioso; y sigue estando sentado a la diestra del Padre…¡pero
aún nos queda mucho trabajo por hacer! Tenemos que poner nuestras
vidas en alineación con Su victoria. No se trata de nuestras obras, sino de
nuestra participación en expandir el efecto de la victoria de Jesús en la tie-
rra.

Siguiendo por el versículo 14, vemos Christus Victor otra vez:

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él


también participó de lo mismo, para destruir por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y li-
brar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante
toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no soco-
rrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus herma-
nos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo
que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. (He-
breos 2:15-17)

Aquí, el autor resalta la encarnación, mediante la cual Dios se vol-


vió humano para ser capaz de estar en ambos lados del pacto. Así es como
el Padre hizo un pacto con su Hijo, quien era completamente humano y
completamente Dios. A través de la encarnación, Cristo se metió dentro
de la humanidad para ganar la victoria y recuperar la autoridad que se
había perdido en el Jardín del Edén. En Hebreos, este concepto de la en-
carnación y de Christus Victor aparecen una y otra vez.

UN REINO INCONMOVIBLE

Ahora consideraremos otro mensaje principal de libro de Hebreos:


el reino inconmovible. Para hacer esto, vamos a comenzar en Hebreos 12:

Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que


ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al
sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la
oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían so-
portar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será
apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía,
que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando. (Hebreos 12:18-
21)

Aquí, comenzando con lo negativo, el autor comienza con la esce-


na del Monte Sinaí en Éxodo 19-20, donde los israelitas estuvieron asus-
tados y como resultado, rechazaron la oferta del pacto de Dios. El autor
está contrastando el nuevo pacto con el antiguo pacto de Éxodo, diciendo,
“Este viejo pacto en la montaña, lleno de temor y penumbras, no es para
lo que ustedes han venido al mundo.”

…sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del


Dios vivo, jerusalén la celestial, a la compañía de muchos milla-
res de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están
inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espíritus de
los justos hechos perfectos, a jesús el Mediador del nuevo pacto, y
a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. (Hebreos
12:22-24)

La palabra mejor aparece una y otra vez en Hebreos, y aquí se usa


al decir. “la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” La sangre
de Abel se refiere al asesinato de éste en manos de su hermano Caín, y a
la declaración de Dios al respecto: “Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz
de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.” (Génesis 4:10)
La implicación es que la sangre de Abel hablaba una palabra de juicio,
condenación, justicia, venganza, o vindicación. En contraste, en el nuevo
pacto tenemos “a jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rocia-
da que habla mejor que la de Abel.” La sangre de Jesús habla de algo
mejor: perdón, no condenación. Por esta causa, el autor de Hebreos dice:

Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon


aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra,
mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde
los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora
ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente
la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica
la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que
queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino
inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es
fuego consumidor. (Hebreos 12:25-29)

Su conclusión al contraste entre el tenebroso Monte Sinaí de


Éxodo 19 (el viejo pacto y Jerusalén) y el alegre Monte de Sión (el nuevo
pacto y la Jerusalén celestial) es que una vez más “Dios va a conmoverlo
todo”, y luego de eso, solo las cosas inconmovibles permanecerán. Esta es
una imagen de la destrucción del antiguo pacto y Jerusalén, luego de la
cual lo único que quedó fue la gente de Dios y el Reino inconmovible. En
otras palabras, esta es otra figura de los cuarenta años de transición cuan-
do ambos pactos (montañas) coexistieron, y termina con una profecía de
la destrucción del viejo y movible pacto, para que solo el nuevo e inamo-
vible permanezca. 74

El pasaje sigue diciendo, “conmoveré no solamente la tierra, sino


también el cielo”, que es una frase usada para referirse al templo en el
Nuevo Testamento. El templo tenía tres compartimientos principales: el
Lugar Santísimo, el patio interior, y el patio exterior. El Lugar Santísimo,
que contenía el arca del pacto y el velo cubierto con un querubín, era una
representación del cielo. El patio interior, o el Lugar Santo, representaba
la tierra. Finalmente, el patio exterior, que contenía la vasija de bronce
(un gran tazón de agua utilizado en el ritual de limpieza), representaba el
mar. Esta era la imagen del templo entendida en el mundo en esos mo-
mentos, como registran Josefo, Maimónides, y otros.75

Esto nos da una pauta de lo que Jesús quiso decir en Mateo 5,


cuando dijo: “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la
tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya
cumplido.” (Mateo 5:18) Es obvio que Jesús no pudo estar refiriéndose a
un fin del mundo literal, porque luego del año 70 fue imposible cumplir
cualquier aspecto de la Ley, dado que ni el sacerdocio ni el templo exis-
tían. Por eso, la Ley desapareció cuando “el cielo y la tierra” (el sistema
del templo) desaparecieron. Conocer la historia de esta frase nos ayudará
a entender a lo que Jesús se refirió. Jesús utilizó el mismo concepto más
tarde en Mateo 24, cuando profetizó la destrucción del templo. Cerca del
final de la discusión, Él dice, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis pala-
bras no pasarán.” (Mateo 24:35) En otras palabras, el templo y el sistema
del antiguo pacto se presentan junto con la idea de que pasarán, pero, no
obstante, Su palabra y el nuevo pacto permanecerán para siempre. La
gente que lo escuchó, hubiese entendido exactamente lo que Él quiso
decir.

De esta manera, Hebreos 12 hace un contraste entre las dos mon-


tañas y las dos ciudades (como figuras de los pactos), y concluye con una
profecía de la destrucción de unas y con la permanencia de otras. Un con-
traste similar sucede en Gálatas 4, en donde Pablo habla de dos ciudades y
dos mujeres (como figuras de los pactos). El contraste es tan similar que
vale la pena leer este pasaje:

Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?
Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la escla-
va, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne;
mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues
estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí,
el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el
monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues
ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. (Gálatas 4:21-25)

De un lado tenemos la imagen de la Jerusalén actual, el Monte


Sinaí, y Agar, la mama de Ismael. Estos representan al antiguo pacto, en
donde la Ley traía esclavitud. Luego Pablo describe el otro lado en com-
paración, en donde están la Jerusalén celestial, el nuevo pacto, y Sara, la
madre del Isaac prometido:

Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es


libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a
luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de
parto; porque más son los hijos de la desolada, que de la que
tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos
hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido
según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu,
así también ahora. (Gálatas 4:26-29)

Ismael, quien tenía trece años cuando nació Isaac, se burlaba de


Isaac y lo perseguía. En la misma manera, el antiguo pacto persiguió al
nuevo pacto durante el período de cuarenta años de coexistencia entre los
pactos. Esta es la conclusión de Pablo:

Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo,


porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De
manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la
libre. (Gálatas 4:30-31)

En otras palabras, los dos pactos no son compatibles, y por eso el


antiguo necesitaba ser demolido. Necesitó ser desechado, como la esclava
y su hijo. Interesantemente, el libro de Apocalipsis también habla de dos
mujeres (la ramera y la novia), dos ciudades (Jerusalén terrenal y celes-
tial), y dos pactos. Es muy importante que entendamos estos contrastes
entre Hebreos, Gálatas, y Apocalipsis, porque de otra manera no com-
prenderemos adecuadamente la transición entre los dos pactos, ni la razón
por la que el antiguo pacto necesitó ser destruido y el nuevo pacto, perma-
necer para siempre.

EL SIGLO VENIDERO Y LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

Una parte fundamental de la descripción en Hebreos del período


transicional, se resume en dos frases muy malentendidas a lo largo del
tiempo: el siglo venidero (o era venidera) y los últimos tiempos. Del pri-
mer término, hemos hablado brevemente al comienzo del capítulo. A con-
tinuación estudiaremos estos términos al detalle, para desenmascarar el
mito popular que dice que los mismos se refieren al fin del mundo.

El comentador William Barclay escribió acerca del concepto judío


de los dos siglos o eras:

Los judíos dividieron todo el tiempo en dos eras: estaba, por un


lado, la era o el siglo presente (la era mosaica). Ésta representaba
todo lo malo, porque estaba fuera de la redención. No podía ser re-
formada, porque para la misma solo había un solo destino: des-
trucción y obliteración. Los judíos, entonces, esperaban el final de
esta era. Por otro lado, también estaba la era venidera o el siglo
venidero (la era mesiánica). La misma sería buena y justa; el siglo
dorado de Dios. La gente de Dios sería vindicada, y recibiría el
lugar que era suyo por derecho. 76

Incluso antes de que Jesús viniese al mundo, los judíos ya sabían


que estaban viviendo en una era de oscuridad que no podía ser salvada.
Por lo tanto, su esperanza estaba en la era venidera, en donde todo sería
muchísimo mejor. Entender esto nos ayudará a comprender por qué los
escritores del Nuevo Testamento usaban esta frase tan a menudo. Estaban
comunicándole el mensaje a los judíos de sus días, usando un concepto
que éstos entendían y que para esta cultura tenía implicaciones poderosas.

De manera similar, la frase últimos días (o últimos tiempos, y tam-


bién postreros días) se refería al tiempo de transición precedente a la des-
trucción de Jerusalén. Por eso, Hebreos comienza:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en


otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y
por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1-2)

Aquí, la frase es usada en un sentido comparativo, contrastando el


pasado con “estos postreros días” (el presente del autor que estaba escri-
biendo Hebreos). La comparación es simple. En el pasado, Dios habló a
través de numerosos profetas bajo el antiguo pacto; pero ahora Él ha ha-
blado a través de Su Hijo en el nuevo pacto. Esta es la introducción del
autor, como premisa de todo el libro: lo nuevo es mejor que lo anterior.
Les dejó en claro que en esos últimos tiempos, habían recibido un Reino
eterno.

El período de transición es el único período histórico, pasado o fu-


turo, que puede llamarse como últimos días, porque eran, literalmente, los
últimos días del antiguo pacto. Indicaban que la era en la que vivían esta-
ba a punto de acabarse. Por esto, no podemos aplicar el término últimos
tiempos para nuestro futuro, porque ningún escritor del Nuevo Testamen-
to estaba escribiendo con esa intención. El Nuevo Testamento fue escrito
como en canon del nuevo pacto; no fue escrito para predecir nuestro fu-
turo. No obstante, dentro del mismo se hablaba del fin del antiguo pacto y
el establecimiento completo del nuevo pacto. Estas predicciones fueron
para su futuro inmediato, no para dos mil años después. Por eso, el tér-
mino últimos días no puede aplicar para nuestro futuro, porque vivimos
en un Reino que no puede ser conmovido. Es un pacto eterno.

Por supuesto, como hemos aprendido en Hebreos 2, no todo está


de la manera en la que debería; no todo está bajo Sus pies. Efesios 1:10
habla de unir todo lo que está en la tierra con el cielo, bajo el reinado de
Cristo. Esto sucederá en nuestro futuro, mientras el Reino continúe cre-
ciendo y expandiéndose. No obstante, es a lo que se referían los autores
con el término últimos días. Ésta era una frase siempre usada para referir-
se al fin de la era mosaica. Eso aplica para cada vez que esta expresión
aparece en la Biblia. En 1 Juan 2:18, dice: “Hijitos, ya es el último tiem-
po; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido
muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” ¡Esta es
una declaración para el tiempo presente de los lectores originales, no para
nosotros! Juan no está diciendo “El último tiempo será en algún momen-
to, dos mil años más adelante.” De la misma manera, en 2 Tesalonicenses
2:7 dice: “ya está en acción el misterio de la iniquidad.” En ningún lugar
dice que ese poder duraría por más de dos mil años. En lugar de eso, fue
una realidad por un corto período de tiempo, durante el entrecruzamiento
entre el antiguo pacto y el nuevo pacto, que culminó con la destrucción de
Jerusalén.

LA INMINENTE TRANSICIÓN

Para los escritores del Nuevo Testamento (y para los lectores ori-
ginales), el sentido de una transición estaba inminentemente claro. Sabían
que el fin del antiguo pacto estaba próximo. Hebreos 8:13 es uno de los
indicadores más obvios de esta transición: “Al decir: Nuevo pacto, ha
dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está
próximo a desaparecer.” En este momento, el antiguo pacto era obsoleto
y estaba envejeciendo, pero no había desaparecido por completo. Sobrevi-
vió hasta su remoción total en el año 70 D.C. Este concepto se repite una
y otra vez en el Nuevo Testamento. Los siguientes son apenas algunos
ejemplos:

Pablo, en 2 Corintios 3:10-11, habló de la gloria del nuevo pacto,


que traería más gloria que el antiguo pacto. Muchas versiones de la Biblia
no han hecho una buena traducción, porque usan el tiempo verbal inco-
rrecto. Una traducción más certera, tendría los verbos en tiempo presente.
77
Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en
comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece
tuvo (tiene) gloria, mucho más glorioso será (es) lo que permane-
ce.

En otras palabras, Pablo estaba indicando que, en aquel tiempo, la


gloria del antiguo pacto aún se estaba desvaneciendo, pero no había desa-
parecido por completo. Durante esos cuarenta años, la gloria del antiguo
pacto estaba desvaneciéndose. No obstante, también aclaró que la gloria
sin fin del nuevo pacto era mucho mayor.

De la misma manera, Hebreos 9:26 dice:

De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces


desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de
los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí
mismo para quitar de en medio el pecado.

En esta frase, la consumación de los siglos, el autor nos da, por un


lado, una imagen de la era de Moisés y el antiguo pacto, por el otro, la era
del nuevo pacto. Entre ellos, en el lugar en donde ambas eras coexistían,
estaba la consumación o culminación de los siglos.
La transición era, entonces, la culminación de las eras; en la que el
antiguo pacto desaparecía para siempre, y el nuevo pacto se levantaba
para ser completamente establecido.

Encontramos otra prueba de la transición en Hebreos 10:8-9:

Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiacio-


nes por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se
ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh
Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer
esto último.

La última oración es muy clara. Jesús quita lo primero, para esta-


blecer lo último. Luego, en el mismo capítulo, dice:

Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las


buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen
por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca. (Hebreos 10:24-25)

Con la frase “aquel día”, el autor se está refiriendo a un día muy


específico. En otras palabras, estaba hablando acerca de cómo debían
vivir a la luz de la destrucción próxima de Jerusalén y el sistema del viejo
pacto. En aquella realidad, le estaba pidiendo a las personas que no se aís-
len. Debían seguir con sus reuniones, porque un peligro muy grande esta-
ba a la vuelta de la esquina, y necesitaban estar preparados y prestar aten-
ción a las señales para escapar del juicio que venía a Jerusalén. Vivían en
una época de constante desorden, guerras, rebeliones, y revueltas. Por eso,
necesitaban estar en comunidad para darse cuenta, juntos, cuándo era el
tiempo de dejar Jerusalén. Sabemos que los cristianos oyeron esta adver-
tencia, y la cumplieron, porque la historia dice que todos escaparon cuan-
do vieron que las fuerzas romanas rodearon Jerusalén. Eusebio, el primer
historiador de la Iglesia (300 D.C.), registró que ningún cristiano murió
en la destrucción de Jerusalén. 78 Dado que Hebreos fue escrito cinco
años antes de las destrucción de Jerusalén, fue un recordatorio importante
de la destrucción venidera para los creyentes de ese tiempo.

Hebreos 13:14 vuelve a repetir esta realidad cuando dice: “porque


no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.”
Este es un claro pronóstico de la inminente destrucción de Jerusalén y de
la transición entre ambos pactos, que culminaría con el establecimiento
final de “la ciudad por venir”, que es la Jerusalén celestial. Por supuesto,
ya eran parte del mundo del nuevo pacto y de la Jerusalén celestial, pero
estaba a punto de ser completamente develada cuando fuese lo único que
permaneciese luego de que todas las cosas fuesen conmovidas. En estos
pasajes vemos el constante trasfondo, en el libro de los Hebreos, de los úl-
timos días y la transición entre los pactos. Ese era el período histórico en
que vivieron, justo antes del año 70. Nuestra realidad es muy diferente, y
el antiguo pacto ya ha sido completamente removido.

MELQUISEDEC

Otro personaje muy importante en el libro de los Hebreos es el


misterioso Melquisedec. Lo hemos estudiado brevemente en el capítulo 9
y en el 13. Ahora, examinaremos la importancia de Melquisedec a la luz
de la transición entre ambos pactos.

Como se dijo previamente, Melquisedec solo se menciona tres


veces en la Escritura (Génesis 14; Salmo 110; y Hebreos 6-7). El Salmo
110, que dice de Jesús: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden
de Melquisedec.” (Salmo 110:4), es citado en el Nuevo Testamento más
que ningún otro salmo. Lo que es importante considerar es que Jesús no
estaba calificado para ser sumo sacerdote, porque no era levita. Él no des-
cendió de la tribu del sacerdocio de Israel. Esta es una característica im-
portante de Melquisedec, porque no era del orden de Aarón. Implicado en
esto, está que Él es superior a Aarón, dado que Melquisedec era mayor
que Abraham, quien es el padre de los israelitas. Melquisedec fue anterior
y superior que el sacerdote levítico. A pesar de que Jesús no fue levita, Él
pudo convertirse en el más grande de los sumo sacerdotes por Su asocia-
ción con Melquisedec. Esto es también muy importante, como se mencio-
nó previamente, porque la idea de Dios no era tener simplemente una
tribu de sacerdotes. Él quería una nación entera de sacerdotes para Él; en-
tonces, si Jesús hubiese sido sacerdote según el orden de Aarón, hubiese
sido de un orden defectuoso. Por eso, Él fue bajo el sacerdocio de Melqui-
sedec, que estaba alineado con el diseño de Dios.

Cuando Abram se encontró con Melquisedec, éste era tanto rey


como sacerdote, y Abram decidió darle el 10% de su botín de guerra. Esto
genera muchos interrogantes. Primero, ¿cómo es posible que fuese tanto
rey como sacerdote? La respuesta se encuentra en la historia y cultura: el
hombre más anciano de cada familia, era considerado sacerdote de esa
casa. Melquisedec, entonces, debió haber sido el patriarca de su familia,
lo que lo volvió sacerdote. El segundo interrogante que sale de este esce-
nario confuso es el siguiente: ¿Por qué Abram, quien hacía poco tiempo
que era seguidor de Dios (dos capítulos atrás), le dio el diez porciento de
su botín de guerra a un sacerdote de cualquier familia? La respuesta es
que Melquisedec no era un sacerdote cualquiera. De hecho, la única ma-
nera de que esto tenga sentido es que Melquisedec tuviese un lazo sanguí-
neo con Abram y, por eso, como hombre más viejo de la familia, fuese el
sacerdote de la misma. De otra manera, Abram le hubiese dado el diezmo
a un sacerdote pagano de otra familia, y eso no fue lo que sucedió. ¡No lo
quiera Dios! Increíblemente, en un mundo pagano, este Melquisedec era
un sacerdote del Dios Altísimo, y servía la mismo Dios que Abram.
¿Quién pudo haber sido este pariente de Abram? Algunos estudiosos
creen que Melquisedec era, en verdad, Sem, el hijo de Noé, de quienes los
israelitas (o semitas) descendieron. 79

En la genealogía de Génesis 5, de Noé a Abraham, encontramos


que Sem era doce generaciones más viejo que Abram. Esto pareciera
hacer imposible el hecho de que estos personajes se cruzasen; pero si
comparamos el tiempo que vivió Sem con lo vivió Abraham, ¡descubrire-
mos que Sem en realidad vivió treintaicinco años más que Abraham! Sem
era doce generaciones más viejo que Abram y había estado en el Diluvio.
Conocía al mismo Dios que Abraham conocía, porque había visto cómo
este había salvado a toda su familia. Considerando esto, ¿por qué la Biblia
se refiere a Sem como Melquisedec? La respuesta es simple. Su nombre
era Sem; Melquisedec era su título. Los judíos entendían esto y sabían a
quién Abram le había dado su dinero. Podemos ver esto en Hebreos 7:2,
que dice: “a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo
nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem,
esto es, Rey de paz.” Él era el rey de Salem (que significa paz), y su gente
le había dado el título Rey de Justicia, lo que traducido es Melquisedec.
Por eso, Melquisedec fue un título, no un nombre.

Algunas personas tienen dificultad para aceptar esta idea por el si-
guiente versículo en Hebreos 7, que dice: “sin padre, sin madre, sin ge-
nealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho seme-
jante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.” (Hebreos 7:3)
Usan este versículo para decir que Melquisedec debió haber sido una es-
pecie de Cristo pre-encarnado, o incluso un extraterrestre. No obstante,
este versículo no significa lo que nosotros, dos mil años después, creemos
que significa. En lugar de esto, este versículo marca un contraste entre
Melquisedec y el sacerdote según el orden levítico. A los sacerdotes leví-
ticos les era requerido comenzar su ministerio a los treinta años, y retirar-
se a los cincuenta. También, se les pedía que llevasen sus registros genea-
lógicos todo el tiempo con ellos, para probar quiénes eran sus padres y su
legitimidad como sacerdotes levíticos. Este era el procedimiento estándar
en los tiempos de Jesús. Entonces, cuando el autor de Hebreos dice que
Melquisedec era “sin padre, sin madre, sin genealogía”, estaba diciendo
que Melquisedec precedía al sacerdocio levítico y no era parte del mismo.
Él no tenía registro genealógico que lo calificase como levita. Jesús, tam-
poco los tenía. Por eso, no fue sacerdote según el orden establecido, sino
según el de Melquisedec.

De la misma manera, la declaración “ni tiene principio de días, ni


fin de vida” creó otro contraste con los levitas, quienes tenían un tiempo
establecido para cumplir su ministerio. Melquisedec no comenzó su mi-
nisterio a los treinta y lo terminó a los cincuenta, como los levitas, y tam-
poco lo hizo Jesús. En lugar de eso, Melquisedec duró mucho más que
veinte años, y Jesús, siguiendo el orden de Melquisedec, fue establecido
como el Gran Sumo Sacerdote para siempre. En otras palabras, este ver-
sículo no está diciendo que Melquisedec es eterno, sino que está compa-
rando la duración de su ministerio con los rígidos requerimientos del sa-
cerdocio levítico.

El autor de Hebreos señala todo esto para indicar que Jesús no es-
taba sometido a los requerimientos del sacerdocio levítico. En el versículo
14, dice: “Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de
Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.” Esta era la
pregunta en la mente judía del primer siglo: “¿Cómo puede Jesús ser un
sacerdote siendo de la tribu de Judá?” Por eso, el autor de Hebreos hace
esta maravillosa explicación para mostrar que el sacerdocio de Jesús es
más grande que el levítico por ser según del orden de Melquisedec: sin
padre, sin madre, y sin genealogía; y sin comienzo y fin de su ministerio.

Esta información trae mucha claridad a este pasaje que ha confun-


dido a muchas personas por tanto tiempo. Abram honró a Sem (el rey lla-
mado Melquisedec) por ser el más anciano y por lo tanto, el sacerdote de
su familia, al darle el diez porciento del botín de guerra. Lo que es más
asombroso de este hombre, quien sería utilizado como sombra y figura
del futuro Rey de Justicia (Jesús), le trajo a Abram pan y vino, los ele-
mentos de la comunión o cena del Señor. Este evento fue miles de años
antes de la Última Cena de Jesús con Sus discípulos, pero marcó una
sombra y figura de lo que Jesús haría como Gran Sumo Sacerdote, según
el orden de Melquisedec. Verdaderamente, Melquisedec es una gran figu-
ra profética de Cristo, quien fue tanto el Gran Sumo Sacerdote como el
Rey de Justicia, quien reina para siempre sobre la ciudad de la paz (la Je-
rusalén celestial). Esta es la importancia de Melquisedec.

Es importante que entendamos esto por causa de la conexión entre


el sacerdocio y el pacto. Hebreos 7:12 deja esto en claro: “Porque cam-
biado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.” En
otras palabras, si Jesús hubiese sido un sacerdote según el orden de Leví,
el antiguo pacto no hubiese sido abolido. Por eso, Él vino según el orden
de un sacerdocio diferente y con un nuevo pacto. Jesús comenzó un siste-
ma completamente nuevo de sacerdocio, conectado con Melquisedec,
quien no tenía la Ley. Por eso, como el sacerdocio había sido cambiado,
la Ley debía cambiar también. De esta manera, la conexión de Jesús con
Melquisedec muestra la necesidad de terminar con el antiguo pacto y esta-
blecer el nuevo pacto de una manera eterna. Este versículo claramente
prueba que el antiguo pacto no puede continuar coexistiendo con el
nuevo. De la misma manera, en Romanos 7:1-4, Pablo habla acerca de
estar casado con la Ley, diciendo que cuando nosotros morimos en Cristo,
ya no estamos atados a la Ley del antiguo pacto y somos libres para casar-
nos nuevamente. En otras palabras, cuando llegamos al nuevo pacto,
nuestra conexión con el antiguo pacto es eliminada. Hemos terminado con
ese matrimonio a través de la muerte, y ahora somos libres para estar uni-
dos con Cristo.

Esta es la maravillosa realidad escondida en la figura de Melquise-


dec. El sacerdocio de Jesús sobrepasa por mucho al sacerdocio levítico, y
gracias a eso, Jesús estableció un nuevo pacto. Comparado al antiguo mo-
delo de sacerdocio levítico, Jesús salva para siempre, vive para siempre,
es un sacerdote para siempre, y nos limpia para siempre.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Si entiendes Hebreos, probablemente entenderás otro libro de la


Biblia que tiene un contenido similar. ¿Cuál es ese libro?

2. Si los pactos estuviesen divididos en líneas, veríamos que los pac-


tos abrahámico y davídico siguieron teniendo bendiciones extra
para la humanidad cuando el nuevo pacto fue creado en la cruz.
Pero, ¿qué pasó con el antiguo pacto?

3. ¿Quién fue el autor del libro de Hebreos, y cuándo fue escrito?

4. La carta a los Hebreos tiene una estructura que puede ser dividida
simplemente en tres secciones. Nombra las tres secciones que co-
rresponden a Hebreos 1-7, 8-10, y 11-13.

5. ¿Qué es lo que hablaba la sangre de Abel, y por qué la sangre de


Jesús habla mejor que la de él?

6. Cuando en la Biblia algo es sacudido o conmovido, usualmente se


refiere a la destrucción de…¿qué cosa? Cuando las cosas son sa-
cudidas, solo las inconmovibles permanecen. ¿Qué es lo único in-
conmovible?

7. Los cielos, la tierra, y el mar pasarán. ¿Cómo era entendido el sig-


nificado de esta frase en el siglo primero y qué era lo verdadera-
mente que iba a pasar?

8. Dado que los últimos días no tienen nada que ver con el fin del
mundo, ¿de qué habla el Nuevo Testamento? ¿Cuándo fueron los
últimos días, entonces?

MATERIAL DE REPASO

Alfred Edersheim, History of the Jewish Nation: After the Destruction of


Jerusalem under Titus.

74 Cuando en el Antiguo Testamento se hablaba de algo siendo conmovi-


do o sacudido, era un simbolismo de la destrucción de la ciudad. Ver el
libro Raptureless (Sin Rapto) de este mismo autor, para ejemplos bíblicos.
Por esta razón, en este pasaje lo que es conmovido es Jerusalén y el siste-
ma del antiguo pacto, y lo único que permanece es el nuevo pacto y el
Reino, que son inconmovibles.
75 Welton, Raptureless, 129-131.
76 Barclay, The Revelation of John, Vol 1, 3-4.
77 Algunas traducciones más modernas, como la versión Young Living
Translation, traduce ambos verbos en presente.
78 Eusebio, The Church History (Historia Eclesiástica), Capítulo 5, Sec-

ción 3.
79 Hahn, Kinship by Covenant, 132.
CAPÍTULO DIECIOCHO

DANIEL 9: UNA DEMOSTRA-


CIÓN DEL AMOR DEL NUEVO
PACTO DE DIOS
La escatología futurista conecta partes del libro de Daniel con el
libro de Apocalipsis, como si hablasen de los mismos eventos en nuestro
futuro. No obstante, ese es una interpretación incorrecta. Daniel y Apoca-
lipsis no tocan los mismos temas, y ciertamente no relatan eventos que
acontecerán en nuestro futuro. Como hemos aprendido en capítulos ante-
riores de este libro, tomar capítulos de libros como Daniel y Ezequiel y
unirlos con Apocalipsis, es una violación a la hermenéutica histórico-con-
textual. Aun así, mucha gente lo hace intentando predecir algunos supues-
tos eventos futuros.

EL REINO AHORA

A menudo esto pasa porque la gente no tiene en claro de la reali-


dad actual del Reino. Hemos estudiado este tema anteriormente, y es es-
pecialmente importante entenderlo a la luz de nuestro tema a tratar en este
capítulo que hablará de Daniel 9. Trataremos dos perspectivas principales
en relación con el nuevo pacto: la perspectiva dispensacionalista y la pers-
pectiva de pacto dual, en donde ambas plantean un establecimiento com-
pleto del nuevo pacto en algún momento del futuro.

Primero, estudiaremos la perspectiva dispensacionalista. Hebreos


13:20 se refiere al nuevo pacto como “un pacto eterno”, pero los dispen-
sacionalistas no creen que el mismo lo sea porque creen que la Iglesia no
era parte del plan original de Dios. De acuerdo a ellos, Dios nunca profe-
tizó a la Iglesia en el Antiguo Testamento porque la misma, dicen, fue un
resultado del rechazo de los judíos del siglo primero hacia Jesús. Éstos re-
chazaron a su Mesías, por lo tanto, la Iglesia sería “el plan B” de Dios
cuando Éste tuvo que volverse a los gentiles. De acuerdo a esta perspecti-
va, Dios dejó de lado el nuevo pacto para relacionarse con los gentiles, de
manera tal que ahora no viviríamos en el verdadero nuevo pacto, porque
no somos judíos.80 Por eso, los dispensacionalistas plantean que los cris-
tianos estamos esperando hasta el día cuando la Iglesia sea raptada para
que Dios pueda establecer Su nuevo pacto con Su gente “de verdad”: los
judíos de sangre. Esta creencia de que la Iglesia es un plan B y que Dios
aún tiene preferencia por los judíos (haciendo, de esta manera, cristianos
de segunda clase a los gentiles) es una forma de racismo cristiano que es
completamente ajena a la Escritura.

Segundo, un sistema de creencias similar, llamado sistema de


pacto dual, enseña que Dios aún honra, por un lado, Su pacto con
Abraham a través de la gente judía, mientras que por el otro tiene un
nuevo pacto a través del Mesías con los gentiles. Por eso, un sistema de
pacto dual entiende que hay dos pactos en operación, uno para los judíos
y otro para los gentiles.81 Esto, no obstante, divide entre los que recibie-
ron un pacto y el otro cuando, en realidad, tanto Abraham como David
anhelaban el día en que sus pactos se completasen y expandiesen hacia el
mundo entero a través del nuevo pacto. Dentro del pacto de Abraham,
vemos el verdadero corazón de Dios, que quiere bendecir a todo el
mundo. Por eso, un sistema que divide es esencialmente un regreso a las
categorizaciones del antiguo pacto, entre el Israel natural (de sangre) y
aquellos que eran paganos y gentiles. Ese sistema no representa el cora-
zón de Dios.

Algunos llevan estas ideas al extremo de creer que el antiguo


pacto se restablecerá literalmente en Jerusalén luego del rapto (incluyendo
sacrificios de animales, un sacerdocio, y todas las insignias reales) Creen
que Dios honrará otra vez el antiguo pacto por un período de siete años,
durante el cual el anticristo se convertirá en “la abominación de la desola-
ción”, y que se reconstruirá el templo. Entonces, al final del período de
los siete años, Dios establecerá el nuevo pacto con los judíos.

La verdad es que ya estamos en un pacto eterno (Ver Hebreos


13:20). No estamos esperando que aparezca en el futuro. No esperamos
que se cumplan las promesas a David y Abraham porque ya se han cum-
plido (como hemos discutido a lo largo de este libro)

No estamos esperando por nada. La última vez que la gente tuvo


que “esperar en Dios” fue en Hechos 2. Luego, el Espíritu Santo vino y
como resultado, ya no estamos esperando. Ahora, es Dios quien está espe-
rando a Su Iglesia. No estamos esperando a Dios, porque ya lo tenemos.
No tenemos que sentirnos desconectados porque Su Espíritu vive dentro
de nosotros, y tenemos un pacto eterno con Él. En otras palabras, tenemos
el Reino ahora. Definido simplemente, el Reino ahora es una frase utili-
zada para decir que Jesús, el Rey, trajo el Reino, y que ha estado crecien-
do siempre desde que Él nos dejó como embajadores. Es nuestro trabajo
trabajar para hacer expandir el Reino, y no sentarnos a esperar que algún
día Él lo traiga. Él nos hizo embajadores del Reino para traer el cielo a la
tierra.

En Mateo 13:31-33, Jesús comparó al Reino con una levadura que


se pone dentro de una masa, y la leuda en su totalidad. También lo com-
paró con la más pequeña de las semillas del jardín, la semilla de mostaza,
que crece como un arbusto, luego sigue creciendo hasta ser un árbol, y
sigue creciendo hasta ser el árbol más grande del jardín. De esta misma
manera, el Reino siempre se expande. Incluso estadísticamente, vemos
prueba de esto en la historia. En el año 100 D.C. una de cada 360 perso-
nas era cristiano. Hoy, en la década de 2010, aproximadamente uno de
cada tres personas lo es.82 El Reino se está expandiendo, no solo en nú-
meros sino también en influencia.

Uno de los argumentos que plantean aquellos que dicen que aún
no estamos viviendo en el Reino, es usualmente el siguiente: “Aún esta-
mos esperando que se cumplan las promesas a Abraham (o a David o
Moisés)” Ellos creen que el antiguo pacto no ha desaparecido por comple-
to porque aún hay promesas que no se cumplieron. No obstante, un ver-
sículo de Josué que a veces se pasa por alto, deja en claro que no estamos
esperando que se cumplan ninguna de las promesas del antiguo pacto:

De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jura-
do dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. Y Jehová
les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a
sus padres; y ninguno de todos sus enemigos pudo hacerles frente,
porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos. No
faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había
hecho a la casa de Israel; todo se cumplió. (Josué 21:43-45)

Cada una de las promesas de la tierra y otras promesas asociadas a


la nación de Israel, se cumplieron en la generación que entró a la Tierra
Prometida. Como hemos estudiado anteriormente, las promesas a
Abraham y David de una futura simiente y un futuro reino, se cumplieron
en Cristo. En otras palabras, no estamos esperando que ninguna de las
promesas del antiguo pacto se cumplan, porque ya lo han hecho.

CREENCIAS POPULARES RESPECTO A LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

Desafortunadamente, muchos cristianos creen que estamos espe-


rando el cumplimiento de ciertas promesas del Antiguo Testamento, y esa
creencia ha moldeado su escatología. En lugar de abrazar el Reino ahora,
han ubicado al Reino en algún momento del futuro que seguirá a los “últi-
mos tiempos.” Esta perspectiva escatológica es comúnmente llamada fu-
turismo. La misma fue introducida gracias a malinterpretaciones de varias
porciones de la Escritura, incluyendo Daniel 9. Para apreciar la importan-
cia de una correcta interpretación de Daniel 9, debemos primeramente en-
tender las perspectivas futuristas más comunes, en donde los eventos rela-
tados en Daniel 9 se juntan con el libro de Apocalipsis, y se aplican a un
futuro distante.

La siguiente línea de tiempo muestra la perspectiva futurista bási-


ca del período de siete años que ellos llaman “la Gran Tribulación”
Lo primero que se ve en la línea es el rapto de la verdadera Iglesia,
dejando a los cristianos no-reales en la tierra. Luego de este evento, el sol,
la luna, y las estrellas caerán a la tierra y causarán daño. La marca en los
tres años y medio es significativa, porque antes el templo será reconstrui-
do en Jerusalén. Durante este nuevo tiempo de templo, por tres años y
medio los sacrificios de animales y el antiguo pacto serán reinstituidos
para honrar a Dios.83 De acuerdo a esta creencia, el templo debe ser re-
construido antes del levantamiento final de la figura al final de la línea de
tiempo: el anticristo, un hombre malvado lleno de demonios, que traerá
terror a la tierra. En la marca del medio de los tres años y medio, el anti-
cristo se sentará en el nuevo templo, que es la abominación que causa de-
solación. Por causa del anticristo, Dios enviará Su ira con una fuerza sin
precedentes a toda la tierra. Finalmente, al final de esta tribulación, Jesús
volverá a Jerusalén, en donde se sentará en el trono por mil años como el
rey que finalmente cumple las promesas del pacto davídico. De acuerdo al
futurismo, todos estos drásticos eventos tendrán lugar en el futuro, y se
llevarán a cabo en siete años.

Este es el entendimiento común del futurismo, aunque claramente


contradice un entendimiento bíblico correcto de los pactos. En los capítu-
los 12 y 13 se describe la manera en que Jesús cumplió completamente
los pactos davídico y abrahámico. En esos capítulos, también hemos estu-
diado que no necesitamos un futuro cumplimiento de esas promesas, ¡por-
que ya se han cumplido!

Ahora nos centraremos en solo uno de los aspectos del futurismo:


la tribulación de siete años. Este es el fundamento sobre el cual yace toda
la teoría, pero ningún período de siete años se menciona en Apocalipsis o
en alguno de los evangelios (incluyendo el Discurso de los Olivos en
Lucas 21, Marcos 13, y Mateo 24). De hecho, no se menciona en ninguna
parte del Nuevo Testamento. Esta es la razón por la que, hasta la llegada
de la teología de John Nelson Darby en 1800, aquellos que estaban en la
Iglesia y que creían en una futura tribulación, creían que sería de solo tres
años y medio, porque ese es el número registrado en Apocalipsis. Clara-
mente, hay una pieza perdida muy importante en la creencia futurista mo-
derna. Entonces, ¿de dónde sacaron los futuristas esta idea de una tribula-
ción de siete años? Lo hacen de Daniel 9.

Gracias a la influencia de libros futuristas como The Late Great


Planet Earth (La Agonía del Gran Planeta Tierra), de Hal Lindsey, que
fue un mega best-seller en la década de 1970, el futurismo se ha vuelto la
escatología dominante en el cristianismo moderno. La misma, influencia
la manera en la que la gente lee y entiende la Biblia. Por causa de que mu-
chos cristianos no han entendido los pactos o cómo estudiar adecuada-
mente la Biblia, la Iglesia moderna está cimentada sobre el fundamento
del futurismo y el dispensacionalismo. Como resultado, no pueden entrar
al plano del Reino porque los dispensacionalistas creen que todo está em-
peorando todos los días y que estamos yendo hacia una gran apostasía.
Engranado a este sistema está un evangelismo fatalista, que espera que los
números en las iglesias crezcan, pero no espera impactar la sociedad, ya
que el Reino no vendrá hasta después de los últimos tiempos.

Todo este pensamiento está basado en un entendimiento erróneo


de Daniel 9, que ha llevado a una creencia de una tribulación de siete años
y todo lo demás que ya vimos que sigue. No obstante, Daniel 9 en reali-
dad es una profecía de la venida del Mesías. Ese era el entendimiento his-
tórico de Daniel 9 antes de la llegada del Darbyismo. Mientras estudiemos
el texto, veremos cómo encaja tan perfectamente con la historia de Jesús.

EL ENTENDIMIENTO HISTÓRICO DE DANIEL 9

Daniel era un israelita cautivo en Babilonia, luego de la destruc-


ción babilónica de Jerusalén. Mientras estuvo cautivo, leyó el libro de Je-
remías, en el cual Jeremías había profetizado que el juicio estaba vinien-
do. Esta profecía se cumplió con la invasión de Babilonia. En la profecía
de Jeremías, Daniel también vio que los israelitas estarían en cautividad
por setenta años. Por eso, él comenzó a orar cerca del final de los setenta
años de cautividad, pidiéndole a Dios que liberase a Israel para que pudie-
sen volver a su nación y a su tierra. Esta oración fue respondida después,
como se registra en el libro de Esdras y Nehemías. Mientras Daniel oraba,
tuvo un encuentro angélico:

Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el peca-


do de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová
mi Dios por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en
oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión
al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del
sacrificio de la tarde. (Daniel 9:20-21)

Este ángel, Gabriel, le dio una profecía a Daniel:


Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu
santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al peca-
do, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y se-
llar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. (Daniel
9:24)

Gabriel enlista seis actividades y dice que “setenta semanas” ha-


bían sido decretadas para las mismas y para la ciudad santa. El ángel con-
tinuó:

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para res-


taurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y
el muro en tiempos angustiosos. (Daniel 9:25)

Al leer esto, cualquiera sin un pensamiento dispensacionalista en-


tendería la frase el Mesías Príncipe, pensaría en Jesús. Esta es una manera
muy común de referirse a Él en la Escritura, pero Darby interpretó que
esta frase se estaba refiriendo, en realidad, al anticristo. Este es un cambio
rotundo y drástico. La profecía de Gabriel acerca del Mesías Príncipe con-
tinúa:

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Me-


sías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir
destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y
hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra se-
mana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana
hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedum-
bre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la
consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el de-
solador. (Daniel 9:26-27)

Esto nos muestra una imagen tan clara de Jesús, a quien le fue qui-
tada la vida y puso un fin al sacrificio y a la ofrenda. No obstante, los fu-
turistas ven el final del sacrificio y la ofrenda (el antiguo pacto) como
algo malo, por lo que dicen que el Príncipe Mesías debe ser, en realidad,
el anticristo, quien haría esto en el futuro. Es necesario aclarar que casi
todo el mundo creía que Daniel 9 era una profecía que hablaba de Jesús,
hasta la llegada de John Darby. Matthew Henry, un renombrado comenta-
rista, escribió esto de Daniel 9:24-27: “En Daniel 9 tenemos una de las
predicciones de Cristo y del Evangelio de la gracia más destacables de
todo el Antiguo Testamento.”84 ¡Es increíble cómo la gente puede hacer
de una de las profecías más impresionantes acerca de Jesús un relato del
levantamiento del anticristo y de los últimos tiempos!

Para entender lo que realmente sucede en este pasaje, debemos ir


más profundo. La primera de las cuestiones es las “setenta semanas” o los
“setenta sietes”. Los teólogos de todos los campos están de acuerdo en
que esta frase significa setenta series de siete, lo que da como resultado
490 (70x7=490). El entendimiento es que estos sietes indican años. Algu-
nas traducciones usan la palabra semanas en lugar de sietes; pero éstas no
significan semanas literales sino que eran referencias proféticas judías en
referencia a los años. Por eso, 490 se refiere a 490 años. Luego, en el ver-
sículo 25, dice: “…y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas…” Aquí hay otra ecuación, en
donde 62 sietes se suman a los 7 sietes, el resultado del cual son 69 sietes
(62+7=69). Esto significa que de los 70 sietes (490), 69 sietes ya habían
pasado. Como 69 de los 70 sietes ya habían sucedido, eso nos da un total
de 483 (69x7=483). Eso nos deja con un solo siete. Este es el entendi-
miento con el que están de acuerdo todos los teólogos, de todas las dife-
rentes áreas futuristas y preteristas. Este último siete es el siete de la
cuestión. De acuerdo al pensamiento futurista, aquí es donde la tribula-
ción de siete años comienza.

No obstante, la interpretación histórica de este pasaje es un poco


diferente. Los 490 años fueron un período de tiempo dado a Daniel en el
cual ciertas cosas sucederían. En el versículo 25, Gabriel clarificó que esa
línea de tiempo no comenzaría de inmediato, sino cuando el mandato de
restaurar y reconstruir Jerusalén se emitiera. Desde ese mandato hasta que
el Príncipe Mesías viniese, serían 483 años (69 de los 70 sietes). Ese de-
creto de restaurar y reedificar Jerusalén fue más tarde dado a Esdras 7:12-
26 por el rey Artajerjes en el año 457 A.C. Entonces, el período de tiempo
comenzó en el año 457 A.C. y continuó por 490 años. En la línea de tiem-
po, los 69 sietes iniciales (483 años) terminan en el año 27 D.C.
Jesús nació en el año 3 D.C., lo que significa que en el año 27
D.C., tenía treinta años. En otras palabras, Él comenzó Su ministerio pú-
blico en el momento exacto en que los 483 años estaban terminando, que
fue cuando se profetizó en Daniel 9 que el Príncipe Mesías entraría en es-
cena. El ministerio de Jesús en la tierra duró tres años y medio, lo que en
la línea temporal sería en el año 30 D.C. cuando lo terminó y, a través de
Su muerte, puso fin al sacrificio y a las ofrendas. Cuando murió en la
cruz, a los ojos de Dios se puso un fin al sacrificio y a las ofrendas; ya
que Jesús había vuelto al antiguo pacto obsoleto, viejo, y próximo a desa-
parecer. (Ver Hebreos 8:13)
El versículo 25 dice, hablando de Jerusalén: “Se volverá a edifi-
carla plaza y el muro en tiempos angustiosos.” Y después continúa: “Y
después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no
por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudady el
santuario…” (Daniel 9:26) La primer parte de este versículo marca la
crucifixión de Jesús. La segunda mitad comienza hablando de otra perso-
na, de un príncipe que ha de venir y destruirá la ciudad y el santuario. Es
importante entender esta línea divisoria en el versículo 26. Luego de que
al Mesías (Jesús) le fuese quitada la vida, el tema lógicamente gira hacia
otro personaje. La profecía respecto al segundo individuo (el príncipe)
continúa: “y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad
y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones.” (Daniel 9:26). Todo esto habla del príncipe
que habría de venir en contra de Jerusalén. A través de toda la historia de
la Iglesia, esto ha sido interpretado como una referencia al General Tito,
quien destruyó la ciudad y el santuario en el año 70 D.C. Luego, en el
versículo 27, el versículo vuelve a hablar de Jesús, diciendo: “Y por otra
semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará
cesar el sacrificio y la ofrenda” Este versículo habla del último “siete”,
durante el cual Jesús confirmó un pacto con muchos a través de Su minis-
terio terrenal. En el medio de estos siete años, Él le puso un fin al sacrifi-
cio a través de Su muerte. Como estamos leyendo una traducción al espa-
ñol, puede que no entendamos la estructura de la profecía, y por eso pode-
mos perdernos este ida y vuelta entre los dos personajes de la profecía;
pero así era como esto era entendido en la Iglesia hasta la llegada de
Darby, quien cambió el sujeto de esta predicción y dijo que hablaba del
anticristo.

Lo que en realidad nos presenta Daniel 9, es una profecía de cinco


partes acerca del Mesías y de los eventos que rodeaban a la introducción
del nuevo pacto:

1. Predice el año de la llegada del Mesías. Literalmente predijo el


año exacto en que Jesús entraría en escena: 27 D.C.

2. Predice la muerte del Mesías.

3. Predice el fin del antiguo pacto. Esto se muestra cuando el texto


habla del “fin del sacrificio y de la ofrenda” ¡Eso es el fin del anti-
guo pacto!
4. Predice la confirmación de un nuevo pacto. Esto está implicado
en el versículo 27, donde dice: “Y por otra semana confirmará el
pacto con muchos” En otras palabras, el Mesías establecería un
nuevo pacto.

5. Predice la destrucción de Jerusalén.

Todo esto se predice en solo cuatro versículos. En resumen, 483


años (desde el año 457 A.C. al 27 D.C.) pasaron desde el mandato de res-
taurar Jerusalén hasta que el Mesías apareció en escena. La primera mitad
de los últimos siete años fueron el ministerio terrenal de Jesús, que culmi-
nó en el año 30 D.C., cuando Jesús puso un fin al sacrificio y estableció
un nuevo pacto a través de Su muerte y resurrección. No detuvo el sacrifi-
cio de animales, pero sí puso un fin al antiguo pacto ante los ojos de Dios
el Padre. Ahora Jesús es el perfecto sacrificio, haciendo nulo al antiguo
pacto. Luego de eso, quedan otros tres años y medio, llegando hasta el
año 33 D.C.
Antes de estudiar los últimos tres años y medio, vamos a ver una
breve referencia que hizo Jesús respecto a esta profecía de Daniel 9:

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor; ¿cuántas veces per-


donaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le
dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
(Mateo 18:21-22)

Este uso de setenta veces siete era una alusión a Daniel 9, que era
una profecía muy conocida y debatida en el primer siglo. Los judíos reco-
nocían que las 69 semanas de Daniel estaban pasando, y que era tiempo
de que el Príncipe Mesías entrase en escena. Por eso, todos estaban espe-
rando ansiosamente para ver cuando esto sucediese. Es por esta razón que
este período histórico estuvo tan lleno de falsos mesías. El pensamiento
general de estos falsos mesías era: “estamos cumpliendo el final de la pro-
fecía de Daniel 9.” Por eso, Jesús usó esta profecía para enseñarle a Pedro
una lección sobre el perdón. Cuando Jesús le dijo que debía perdonar
“hasta setenta veces siete”, estaba haciendo alusión a los 490 años de
gracia que el Padre le había dado a Israel para que se arrepintiese. Él no
estaba, como se enseña popularmente, usando un número grande simboli-
zando infinitas veces. En lugar de eso, se estaba refiriendo a una profecía
que todos sabían y estaba enseñando que deberíamos perdonar como per-
dona Dios, quien le había dado a Israel 490 años de gracia. En contexto,
Daniel 9 era muy conocido. Los judíos estaban en búsqueda del Príncipe
Mesías, pero Lo crucificaron porque éstos no habían preparado sus cora-
zones para recibirlo a Él y a Su nuevo pacto.

LOS ÚLTIMOS TRES AÑOS Y MEDIO

Luego de la muerte de Jesús y Su resurrección, de acuerdo a la


línea temporal de Daniel 9, quedaban tres años y medio del período de
gracia de 490 años para Israel. Estos últimos tres años y medio nos llevan
a la muerte de Esteban en Hechos 7:

Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los


dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos
los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a jesús que estaba a la
diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo
del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando
grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra
él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos
pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Y
apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor jesús,
recibe mi espíritu. (Hechos 7:54-59)

Esto marcó el fin de los 490 años de gracia, esa temporada en


donde los israelitas estaban preparados para aceptar a Jesús como su Me-
sías. Con la lapidación de Esteban, la ventana se cerró. El Padre había
abierto una oportunidad para que Israel entendiese y recibiese al Mesías
incluso bajo el antiguo pacto. Esto es exactamente lo que Esteban explicó
en su monólogo ante el Sanedrín. No obstante, rechazaron el mensaje y
decidieron matarlo por hereje. Esto, por supuesto, no significa que ningún
judío fue salvo después de esto. Simplemente quiere decir que la oportu-
nidad de los judíos para ver a Jesús bajo el antiguo pacto (antes de su des-
trucción) había terminado. Con el asesinato de Esteban, los judíos sella-
ron su destino, que Jesús había profetizado en Mateo 23:

Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha de-
rramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la
sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el
templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre
esta generación. (Mateo 23: 35-36)

Al final del año 33 D.C., los judíos decididamente escogieron el


antiguo pacto y rechazaron al Mesías. No mucho tiempo después, la Igle-
sia comenzó a ponerse en marcha desde Jerusalén hacia todas las naciones
vecinas, y recibieron a los gentiles en el Reino. Por eso, el final de los 490
años marcó un cambio de paradigma significativo. Tres capítulos después,
Pedro recibe una visión en donde Dios le dice que no llame inmundo a lo
que él había purificado (los gentiles). Ahora el Evangelio era para todos.
Por supuesto que siempre fue para todos, pero pudo haber sido para todos
incluyendo a Israel, siendo más grandioso.

LA ABOMINACIÓN DE LA DESOLACIÓN

La última parte de Daniel 9 aún necesita explicarse: “la abomina-


ción que causa desolación” (Daniel 9:27). Jesús mencionó esta parte de
Daniel 9 específicamente en Mateo 24:
Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desola-
dora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), enton-
ces los que estén en Judea, huyan a los montes. (Mateo 24:15-16)

Jesús citó el último versículo de Daniel 9 y esperó que su audien-


cia lo entendiese. Incluso el escritor del libro de Mateo añadió, “el que
lee, entienda.” En otras palabras, no era un concepto difícil de entender, y
se refería a algo que aquellos que oyeron a Jesús fuesen capaces de reco-
nocer de manera tal que pudiesen “huir a los montes.” Tuvo que haber te-
nido sentido para ellos, y sabemos que lo tuvo, dado que, de hecho, esca-
paron de Jerusalén al huir a las montañas. Para entender esto completa-
mente, también debemos considerar los versículos que le siguen:

Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté
en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que
esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas !ay de
las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad,
pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;
porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido
desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. (Mateo
24:16-21)

Este versículo pone a la abominación de la desolación en un con-


texto histórico:

1. “Orad, pues, que vuestra huida no sea…en día de reposo” Hay


que recordar que esto sucedió en el siglo primero, cuando era ile-
gal para un judío caminar más de tres cuartos de milla en un día de
reposo (Ver Hechos 1:12). Por eso, si tenían que huir un Sábado,
hubiese sido difícil llegar lejos sin ser arrestados por violar el día
de reposo.

2. “El que esté en la azotea, no descienda” Esto también habla de


algo cultural del siglo primero, cuando era común que la gente tu-
viese casas con azoteas, en donde las personas solían pasar mucho
tiempo. Jesús estaba diciendo, “Si estás en la azotea, no pierdas
tiempo yendo a buscar tus cosas adentro, sino huye pronto.”

3. !Ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!
Esto se refiere a la dificultad de huir desde Jerusalén a las monta-
ñas a pie, mientras se estaba embarazada o cargando un bebé.
4. “Los que estén en Judea, huyan a los montes” Más que en ningún
otro versículo, esto indica que se trataba de un evento local que
solo aplicaba para los que vivían en Judea.

Luego de describir la prisa con la que debía huir, Jesús les cuenta
la ferocidad de lo que habría de ocurrir: “porque habrá entonces gran tri-
bulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora,
ni la habrá.” (Mateo 24:21). Aquí encontramos una gran pista que indica
que este evento no puede tratarse del fin del mundo. Si esos eventos esta-
ban programados para que sucediesen al final de la historia de la humani-
dad, Jesús no hubiese tenido necesidad de decir, “ni la habrá.” Esta frase
indica que la historia continuaría después. Algunos dicen que esto debe
pasar al final del mundo porque, en su opinión, eventos más recientes en
la historia fueron peores que la destrucción del año 70 D.C. Ciertamente,
si nos centramos solamente en números, la destrucción de Jerusalén no
fue la peor de la historia. No obstante, Jesús no estaba diciendo que sería
el peor evento jamás registrado, sino que sería el peor evento en la histo-
ria de los judíos. Cuando consideramos no solo el sufrimiento y el baño
de sangre, sino también la implicancia que tuvo para el judaismo, pode-
mos decir que sin duda lo acontecido en el año 70 D.C. fue el peor evento
de la historia del pueblo israelita. Luego de la destrucción babilónica, los
judíos reconstruyeron el templo y volvieron a Jerusalén. Pero incluso
1900 años después de la destrucción romana, los judíos siguen sin tener
un templo hasta hoy en día. Incluso peor, los registros del sacerdocio fue-
ron destruidos, lo que significa que si incluso reconstruyesen el templo,
no podrían restablecer auténticamente el sacerdocio levítico. Por eso, el
judaismo no podrá volver a ser jamás el mismo que era antes del año 70.
En resumen, más allá de la destrucción, esto es lo que sufrieron los judíos:

1. Su templo fue destruido.

2. Todo el sacerdocio (8500 sacerdotes) fueron asesinados.

3. Murieron 1.1 millones de judíos, muchos de ellos de maneras ho-


rribles.

4. Los registros genealógicos fueron destruidos, lo que significa que


nunca más podrán instaurar un verdadero sacerdocio levítico.

Por eso, el judaismo tuvo una transición del judaismo mosaico al


judaismo rabínico. La versión moderna del judaismo ni siquiera está co-
nectada con la versión antigua, porque ya no pueden juntarse en el templo
para ofrecer sacrificios. Por eso, la destrucción de Jerusalén en el año 70
fue verdaderamente un evento devastador para los israelitas.

No obstante, hasta ahora esto no nos dice a qué se estaba refirien-


do Jesús cuando mencionó la abominación. En el pasaje paralelo, Lucas
21, encontramos la identificación de Jesús de los eventos que Daniel
llamó la abominación de la desolación:

Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed en-


tonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en
Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y
los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son
días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que
están escritas. Mas !ay de las que estén encintas, y de las que
críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra,
e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán lleva-
dos cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por
los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
(Lucas 21:20-24)

Aquí Jesús dice que “la abominación que causa desolación” se-
rían los ejércitos que rodearían a Israel para desolarla. Algunas traduccio-
nes usan la palabra destrucción, pero una traducción más certera es de-
solación. Los ejércitos que vinieron y destruyeron Jerusalén eran la abo-
minación. Él claramente les estaba diciendo, “Cuando ven a los ejércitos,
huyan a los montes.” Y esto fue exactamente lo que hicieron los cristianos
primitivos. Aproximadamente 1.1 millones de judíos no cristianos se que-
daron en Jerusalén y fueron asesinados, mientras que ningún cristiano se
quedó en Jerusalén. Todos ellos huyeron al Monte Pella cuando vieron a
los ejércitos romanos.85 Esto fue posible porque, de acuerdo a Flavio Jo-
sefo, el General Cestio Galo primero vino en contra de Jerusalén, pero de
repente se detuvo y se retiró por un corto tiempo. Durante este retiro, los
cristianos en la ciudad huyeron rápidamente. Luego de esto, Cestio Galo
volvió y continuó su ataque. Eventualmente, fue sustituido por Tito, quien
redujo la ciudad a cenizas.

Mientras los cristianos huían, el resto de los judíos se quedaron en


Jerusalén, porque asumieron que Cestio Galo había ido por comida. Pen-
saron que Dios estaba de su lado, y que por eso no podían perder. Nunca
se imaginaron que Jerusalén podía ser tomada, saqueada, y destruida; lo
que provocó que los judíos se revelasen incluso más en contra de Roma.
Esta rebelión constante causó que los romanos destruyesen Jerusalén
hasta dejar la ciudad en cenizas. Este contraste entre las acciones de los
cristianos y los judíos, fueron la prueba más grande de que los primeros
habían interpretado Mateo 24 correctamente. Jesús les advirtió todo lo
que debía pasar; y los cristianos siguieron Sus instrucciones y huyeron rá-
pidamente, salvándose de la destrucción. La historia prueba que la profe-
cía de Jesús fue inmensamente certera.

Por eso, a través de la profecía de Jesús de la abominación de la


desolación, podemos entender lo que Daniel 9 quiere decir: Jesús comen-
zó su ministerio en el año 27 D.C. para “confirmar su pacto con mu-
chos.” Jesús incluso citó este pasaje en Mateo 26:28: “Porque esto es mi
sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada
como sacrificio para perdonar los pecados de muchos.” (NTV) Él con-
firmó su pacto con muchos. Jesús estaba parafraseando intencionalmente
Daniel 9. Luego de confirmar el pacto, puso un fin al sacrificio a través de
Su propia muerte en el año 30 D.C. En el año 33 D.C., la ventana de 490
años de gracia, se cerró, y la historia comenzó a moverse en pos del clí-
max de la profecía de Daniel 9 en la destrucción de la ciudad y el santua-
rio a través de la abominación que traería desolación, lo que aconteció en
el año 70 D.C. Desde ese punto en adelante en la historia, estamos en un
pacto eterno y vivimos en un Reino inamovible.

EMBAJADORES DE AMOR

Un entendimiento correcto de Daniel 9 y de la lectura apocalíptica


del Nuevo Testamento, nos llevará a darnos cuenta de varias conclusio-
nes:

• La ira de Dios quedó en el pasado.

• El antiguo pacto desapareció.

• Vivimos en un nuevo pacto eterno, y en un Reino inamovible.

• El Reino está avanzando y creciendo, como la levadura que leuda


toda la masa.

• El Reino del nuevo pacto tiene una ley: “Ámense los unos a los
otros como yo los he amado.”

Estas realidades del Reino nos liberan del legalismo, el racismo, el


machismo, la ira, y la creencia de un Dios enojado. Sin esos engaños de la
religión, tenemos el mandato esencial: amar a los demás como Cristo nos
amó, haciendo avanzar el Reino como embajadores de amor.

Con esta misión, nuestro futuro como Iglesia se expresa en Efesios


1:9-10:

dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplá-


cito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las
cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiem-
pos, así las que están en los cielos, como las que están en la tie-
rra.

Nuestro futuro espera la unificación de todo lo que está en el cielo


con lo que está en la tierra. Ahora mismo, el cielo y la tierra no están en
unidad, lo que significa que estamos yendo en pos de la misma. En donde
sea que la hambruna, la guerra, la corrupción política, el adulterio, el
abuso, las mentiras, la enfermedad, la muerte, y toda otra clase de maldad
exista, crean desunión entre el cielo y la tierra. Estamos aquí, como emba-
jadores de Cristo, para establecer esa unidad. En esto es lo que tenemos
que trabajar: en traer el cielo a la tierra. Contrariamente al pensamiento
futurista, no estamos esperando mayor desunión en la tierra para ser cada
vez menos parecidos al cielo. En lugar de eso, el cielo esta esperando que
nosotros comencemos a caminar en nuestra verdadera identidad y podero-
samente lo traigamos a la tierra. Algo está sucediendo en este momento.
No se trata de una diferente teología o una diferente perspectiva del futu-
ro. Estamos dentro de un nuevo pacto, lo que significa que ya estamos vi-
viendo como embajadores, bajo la ley del amor. Podemos ver esta ley del
amor muy claramente en la primer carta de Pablo a los Tesalonicenses:

Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de


tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con
mucho deseo ver vuestro rostro; por lo cual quisimos ir a voso-
tros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estor-
bó. Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que
me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesu-
cristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo. Por lo
cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos solos en
Atenas, y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios
y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros
y exhortaros respecto a vuestra fe, a fin de que nadie se inquiete
por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para
esto estamos puestos. Porque también estando con vosotros, os
predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha aconteci-
do y sabéis. Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más,
envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tenta-
do el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano. (1 Tesalo-
nicenses 2:17-3:5)

Aquí Pablo habla con una gran pasión de su gran anhelo de ver a
los cristianos de Tesalónica. Podemos sentir su corazón. A pesar de que
no estaba físicamente con ellos, sus pensamientos estaban continuamente
en ellos, y sentía dolor al estar separado de la iglesia, incluso por un breve
tiempo. Por causa de este profundo e intenso amor, él había hecho esfuer-
zos para verlos. Esto fue muy emocional, sincero, y amoroso de Pablo; y
es la clase de corazón que empezamos a desarrollar cuando vivimos en el
nuevo pacto. Radicalmente nuestros corazones se volverán tiernos y lle-
nos de emociones, tal como el de Pablo. En el nuevo pacto, nuestros cora-
zones no funcionan como nuestros antiguos corazones lo hacían. Nuestros
viejos corazones estaban llenos de inseguridades, miedos, legalismo, y
toda clase de basura que nos impedía vivir amando plenamente a los
demás. Pero nuestros corazones están diseñados para ser intensos, para
anhelar la conexión con los demás, y para sentirse solos cuando nos aleja-
mos de nuestras relaciones cercanas. Para algunos, eso puede haber sona-
do muy extremo, pero la verdad es que estamos llamados a vivir con estos
corazones apasionados del nuevo pacto, llenos de amor a la gente. Y, de
hecho, nuestros corazones del nuevo pacto están programados para amar
de esta manera. No es difícil o complicado; es la maravillosa manera en la
que Dios nos creó.

Cuando abramos nuestro corazón con las personas y mantengamos


una conexión, veremos que incluso cuando seamos heridos o haya
desacuerdos, seremos capaces de superar la situación con una mayor pa-
sión y un mayor amor. Este amor es la demostración del nuevo pacto.
Muchos de nosotros ya hemos aprendido a demostrar el Reino a través del
poder sobrenatural y de la autoridad. De la misma manera, nuestra demos-
tración del nuevo pacto es el desarrollo de una familia de la fe, con cora-
zones abiertos, y relaciones apasionadas libres del legalismo, el miedo, y
la inseguridad. Podremos saber que estamos viviendo en el nuevo pacto
cuando la gente pueda mirarse los unos a los otros a los ojos y hablar de
las cosas más profundas, y de sus problemas personales, porque se habrán
encontrado con una verdadera familia. Esta es la manera en la que el
nuevo pacto se demuestra.

PREGUNTAS DE REPASO

1. ¿Cuándo viviremos en un pacto eterno y en un Reino inconmovi-


ble?

2. ¿Qué versículo del libro de Josué demuestra que ya no estamos es-


perando que promesas del antiguo pacto se cumplan?

3. ¿En dónde se menciona el período de siete años en el libro de


Apocalipsis, y en dónde se menciona en los evangelios sinópticos?
Cita todas y cada una de las veces en que el Nuevo Testamento
mencione a este período.

4. ¿Cuáles son las cinco partes de la profecía de Daniel 9?

5. ¿Por qué fue el año 70 D.C. lo peor que le pudo haber pasado
jamás al pueblo judío?

6. ¿Cuál fue la abominación que causa desolación?

80
Showers, There Really Is a Difference?, 103-111. Showers, un dispen-
sacionalista devoto, explica la diferencia entre las dos perspectivas y de-
muestra las conclusiones lógicas del verdadero pensamiento dispensacio-
nalista.
81 Hagee, Final Dawn over Jerusalem, 108-109. El Capítulo 3: Zion’s Ch-
ristian Soldiers?, provee una perspectiva de gran ayuda para comprender
esta perspectiva.
82
Weigel, “Christian Number-Crunching”
83
Originalmente, los futuristas decían que el templo se reconstruiría en su
lugar original, en la Cúpula de la Roca, que es también uno de los lugares
más sagrados para el Islam. No obstante, debido a que la probabilidad de
que esto suceda es muy baja, en los últimos años algunos han sugerido
que el templo en realidad se construiría en un lugar diferente y en una lo-
cación menos problemática.
84
Henry, Matthew Henry Commentary, Daniel 9.
85 Eusebio, Historia Eclesiástica, Vol 3., Capítulo 5, Sección 3.
CAPÍTULO DIECINUEVE

MATEO 24: EL FIN DEL


MUNDO
En el último capítulo, nos centramos en el estudio de una interpre-
tación apropiada de Daniel 9 y cómo se relaciona con el nuevo pacto. En
este capítulo, vamos a echarle un vistazo a Mateo 24 a la luz del nuevo
pacto.86

CUATRO PERSPECTIVAS BÁSICAS DE LA ESCATOLOGÍA

La escatología es importante porque moldea la manera en la que


la gente entiende el Reino y lo que significa vivir en el nuevo pacto. El
tema central de la escatología es el cambio de pacto, del antiguo al nuevo.
La palabra escatología es una combinación de la palabra eschatos (que
significa “lo último” o “las últimas cosas”) con el sufijo –logia (que signi-
fica “el estudio de”). Entonces, la escatología es “el estudio de las últimas
cosas.” Otros términos que también se utilizan a menudo en la Biblia para
definir este concepto son el fin del mundo, el fin del siglo, o el fin de la
era. Como hemos discutido en el Capítulo 17, los últimos tiempos no
están en nuestro futuro. No obstante, un término muy similar, el último
día, sí está en nuestro futuro. Los últimos tiempos tuvieron lugar en el
siglo primero, entre el año 30 D.C. y el 70 D.C. Esos fueron los últimos
tiempos, no del planeta, sino del sistema del antiguo pacto. El día cuando
el templo fue destruido fue el último de los últimos días. El Nuevo Testa-
mento por completo fue escrito antes de, y para la preparación de la cul-
minación de los últimos tiempos, mediante la destrucción de Jerusalén y
el templo. Esta creencia sobre los últimos tiempos, que es una creencia
central de la Teología del Mejor Pacto, difiere de muchas de las perspecti-
vas modernas.

Para entender esto, primero examinaremos brevemente cada una


de las principales perspectivas imperantes de la escatología: futurismo,
idealismo (o perspectiva espiritual), historicismo, y preterismo.

El futurismo es la creencia básica de los eventos apocalípticos


descriptos en la Escrituras, que postula que los mismos acontecerán en el
futuro. Dentro de este campo, hay tres divisiones relacionadas a cuándo la
Iglesia será raptada: pre-tribulacion, mediados de la tribulación, y post-tri-
bulación.

El idealismo, también conocido como perspectiva espiritual, en-


tiende el libro de Apocalipsis y pasajes relacionados como alegorías. En
otras palabras, lo concibe como una historia en donde cada cosa tiene un
lenguaje simbólico. Por eso, de acuerdo a esta perspectiva, el libro de
Apocalipsis no fue escrito como una guía para ser aplicada por individuos
específicos dentro de un período histórico determinado. En cambio, creen
que se trata de una colección de imágenes que siempre significan lo
mismo para todos nosotros. Siempre habrá sistemas bestiales en los go-
biernos del mundo, y siempre podemos ser animados cuando leemos que
debemos estar firmes con la palabra de nuestro testimonio y la sangre del
Cordero. Esta es una perspectiva moderna, que tiene aproximadamente
cien años.

El historicismo ubica los eventos del libro de Apocalipsis en los


últimos dos mil años y lo alinea con diferentes personajes históricos. Ex-
tiende el libro de Apocalipsis sobre toda la historia y le asigna diferentes
eventos a diferentes períodos históricos. Por ejemplo, muchos de los pasa-
dos historicistas, han identificado a Napoleón Bonaparte como la Bestia
de Apocalipsis 13. Esto significaría que el material de los primeros 12 ca-
pítulos ya se han cumplido en la historia, pero también que los capítulos
que le siguen se cumplirían en el futuro hasta el fin del libro y el fin del
mundo. Como es difícil de apoyar, especialmente cuando la llamada bes-
tia muere, muchos la han combinado con el idealismo para decir que algu-
nos personajes históricos, como Napoleón, representan al espíritu o al
principado de la bestia.

El preterismo deviene de una palabra en latín cuyo significado es


“pasado.” En otras palabras, esta es la perspectiva que dice que los even-
tos apocalípticos pronosticados en el Nuevo Testamento ya han sucedido
en nuestro pasado, en el año 70 D.C. Por eso, es lo opuesto al futurismo.
Dentro del preterismo existen dos campos principales: preterismo parcial
y preterismo total. Hay una tercera división a la que voy a llamar preteris-
mo Kik (basada en el nombre de su creador, J. Marcellus Kik.)

CARISMÁTICOS, TEOLOGÍA DEL PACTO, Y SIONISMO.

Los cristianos carismáticos son aquellos que han avanzado del


Plano de la Iglesia al Plano Sobrenatural, y a veces hasta el Plano del
Reino. Aun así, muchos de ellos no pueden seguir avanzando al Plano del
Nuevo Pacto por su lente teológico. Hemos examinado muchas veces las
implicaciones del dispensacionalismo y de la teología del pacto. Sin repe-
tir todo lo que dijimos antes, ahora vamos a resaltar cómo estos dos gru-
pos se relacionan con el movimiento carismático.

Primero, los dispensacionalistas por lo general no son carismáti-


cos, porque éstos creen que vivimos en la era de la Iglesia, y que la era de
sobrenatural está después o durante el milenio. Para ellos, todo lo sobre-
natural está reservado para algún día en el futuro. Los dispensacionalistas
usualmente también creen que cuando el último de los apóstoles origina-
les murió, la era de los apóstoles culminó, y que los dones sobrenaturales
cesaron hasta el milenio. Algunas variaciones existen respecto a cuándo
creen que los dones cesaron, pero el punto es que no creen que los dones
sobrenaturales existan hoy. Por lo tanto, es muy raro que un dispensacio-
nalista sea carismático porque estos dos se contradicen el uno al otro.

En contraste al dispensacionalismo, están aquellos que se aferran a


la teología del pacto. Éstos creen que los pactos son una revelación pro-
gresiva, y que cada pacto se construye en la cima del anterior. Basándose
en esto, el nuevo pacto es esencialmente un antiguo pacto renovado. El
problema con esto es que, como hemos discutido largamente en capítulos
anteriores, es la falla en reconocer los distintos tipo de pacto (de conce-
sión, de paridad, y de vasallaje) y por lo tanto, el importante cambio entre
el antiguo pacto y el nuevo pacto. Como resultado, los teólogos del pacto
combinan todos los pactos en uno. Entonces, a pesar de que vivimos en el
nuevo pacto y que el antiguo pacto se ha extinguido, ellos no creen que ha
desaparecido para siempre. De acuerdo a ellos, no tenemos que hacer sa-
crificios o ir al templo, ni seguir leyes civiles o alimenticias, pero sí nece-
sitamos seguir algunas leyes de la Ley del antiguo pacto. La mayoría de
los cristianos carismáticos pertenecen a este grupo. Es la base de su doc-
trina, aunque no se la identifique ni se la nombre como tal. Vemos no la
prueba de esto, no obstante, en el nacimiento de movimientos como el
Movimiento Mesiánico, cuyo fin en restablecer algunas partes del antiguo
pacto.

Otro trasfondo de gran parte del movimiento carismático está en-


focado en Israel, y se llama Sionismo. El sionismo cristiano es un movi-
miento en sí mismo, que está íntimamente relacionado con el movimiento
carismático. Muchos creen que el sionismo cristiano es increíblemente
positivo para los judíos. No obstante, lo que no se menciona es la creencia
fundacional de este movimiento (que tiene una escatología futurista). La
misma consiste en la esperanza de que ciertas profecías de Zacarías se
cumplan en el futuro, incluyendo las promesas que hablan de dos tercios
del total de los israelitas siendo destruidos en algún momento.87 El énfasis
en llevar a los judíos de vuelta a su tierra natal está basado, al menos en
parte, en la creencia que de su regreso iniciaría el tiempo final. Luego,
ellos creen, la Iglesia será raptada e Israel será atacada ferozmente, dando
como resultado que solo un tercio del total de judíos sobrevivan para ver
el regreso de Jesús a Jerusalén. Mientras que algunos cristianos creen que
no ser sionista es anti-semita, en realidad es lo opuesto. El cristianismo
sionista es, en su fundamento, anti-semita, porque cree y espera una des-
trucción de la mayoría de los judíos. Los cristianos sionistas también han
perpetuado la creencia de que los judíos y los gentiles aún siguen separa-
dos, y que Dios tiene planes diferentes para cada uno.88 Esto contradice
directamente la realidad del nuevo pacto explicada en Efesios 2, en donde
dice que la pared de separación entre los judíos y gentiles ha sido demoli-
da. Como resultado, somos “una nueva humanidad” en Cristo Jesús (Efe-
sios 2:15)

Esta es una de las creencias fundamentales de gran parte del cris-


tianismo carismático, causando que muchos de ellos vivan en el antiguo
pacto con un foco en lo que creen que pasará en los últimos tiempos. Si
entendemos el cambio de pacto que estaba tomando lugar en el siglo pri-
mero, luego será fácil entender el tema de la escatología. Aferrándose a
una teología del pacto, es casi imposible entenderla apropiadamente. Para
entender el cambio de pacto, necesitaremos estudiar el preterismo en
mayor detalle.

PRETERISMO TOTAL, PARCIAL, Y KIK

El preterismo total está compuesto por muy pocos representan-


tes, incluso históricamente hablando, pero su influencia se ha incrementa-
do en los últimos veinte años. Éstos claman que cada una de las profecías
de la Biblia se cumplió en el año 70 D.C., lo que significa que no queda
nada por cumplir en nuestro futuro. En contraste, la mayoría de los prete-
ristas integran el campo del preterismo parcial, que enseña que la mayo-
ría de las profecías ya se han cumplido, pero que aún quedan algunas por
cumplir en nuestro futuro, por ejemplo: el regreso de Jesús, la resurrec-
ción de los muertos, y el juicio final. Algunos se refieren a los preteristas
totales como hiper-preteristas, obviamente de manera despectiva. En res-
puesta, los preteristas totales se llaman a sí mismos preteristas consisten-
tes. Pero esa clase de terminología no es ni necesaria ni constituye un len-
guaje académico que sea de ayuda.

La creencia de que Jesús volverá en el futuro es una parte funda-


mental del preterismo parcial. Se basa, en parte, en 1 Corintios 13:10, en
donde dice: “Mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte
se acabará.”, hablando de los dones espirituales. En otras palabras, cuan-
do venga lo perfecto, ya no vamos a necesitar hablar en lenguas, ni profe-
tizar, ni sanar a los enfermos. La mayoría de las personas interpretan a “lo
perfecto” como el regreso de Cristo, porque entonces esos dones no serán
necesarios. No obstante, los preteristas totales creen que este versículo ya
se ha cumplido, y es por esta razón por la que los éstos no creen en los
dones sobrenaturales. El preterismo parcial encaja mucho mejor con la
creencia carismática de que los dones del Espíritu siguen en operación
hasta hoy. Interesantemente, muchos preteristas parciales son cesacionis-
tas y no creen que los dones del Espíritu sigan en ejercicio.

Como he mencionado, hay una tercer campo dentro del preteris-


mo, que yo he llamado preterismo Kik. En 1971, J. Marcellus Kik publi-
có su excelente libro, An Eschatology of Victory. En él, se estudia la histo-
ria del año 70 D.C. y conecta los puntos de cómo se cumplieron, pieza por
pieza, las profecías de Jesús en Mateo 24 en este evento. Este libro fue un
trabajo importantísimo para el momento en que fue publicado, y hace un
trabajo excelente al mostrar el cumplimiento de Mateo 24.

La debilidad del preterismo Kik es que divide las tres preguntas de


Mateo 24:3, y plantea que se cumplirán en dos períodos diferentes:

1. ¿Cuándo sucederán estas cosas? (70 D.C.)

2. ¿Cuál será la señal de tu venida?89 (70 D.C.)

3. ¿Y del fin del siglo? (Algún día en nuestro futuro)


Al interpretar la profecía de Mateo 24 de esta manera, Kik mostró
que no tenía entendimiento del cambio de pacto que estaba teniendo lugar
en el siglo primero. Kik esencialmente tomó las predicciones de Jesús y
las alineó con su cumplimiento histórico, lo que es de ayuda; pero no
tomó en cuenta que Jesús estaba hablando del fin de la era del antiguo
pacto. Por eso, aquellos que siguen el método de Kik pueden ver las pro-
fecías de Jesús tomando lugar en el pasado, pero no pueden ver el cambio
de pacto.

Cuando la gente no reconoce este cambio, no pueden ver que los


últimos tiempos o últimos días eran términos usados para referirse a la
transición entre el año 30 al 70 D.C. Como consecuencia, algunos cristia-
nos “estiran” los últimos días para que encajen desde la cruz de Cristo
hasta el regreso de Cristo…por lo tanto, dicen, ¡estamos viviendo los últi-
mos tiempos desde siempre! Como resultado del preterismo Kik, un gran
grupo de cristianos creen que en el año 70 D.C. se cumplió Mateo 24,
pero no le dan importancia al cambio de pacto. En lugar de eso, creen que
los últimos días han continuado desde la cruz hasta el presente. Hechos 2
es uno de los pasajes que suelen utilizarse para apoyar a esta creencia:

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días,


dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros
hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visio-
nes, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis
siervos y sobre mis siervas en aquellos día derramaré de mi Espí-
ritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales
abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se con-
vertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del
Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo. (Hechos 2:16-21)

Ellos no comprenden que este pasaje ya se ha cumplido, porque


interpretan que el cumplimiento de la misma es Dios derramando de Su
Espíritu sobre cada persona sobre el planeta. Por eso, entienden que los
últimos días se extienden hasta nuestro futuro, hasta que en algún mo-
mento cercano al fin del mundo, cada persona tendrá al Espíritu. Los pre-
teristas Kik se aferran ardientemente a la creencia de que el fin del siglo
se refiere al fin del mundo; pero el hecho es que la Biblia no menciona de
ninguna manera al fin del mundo. Por el contrario, muchos versículos ha-
blan de una tierra que no tendrá fin (Ver Eclesiastés 1:4; Salmos 78:69;
Salmos 104:5) No solo eso, sino que la palabra traducida como siglo en la
frase el fin del siglo (Ver Mateo 24:3) es aion, que significa “un período
histórico.” En contraste, la frase el fin del mundo requeriría el uso de la
palabra griega kosmos, que significa “el mundo, el universo.” Claramente,
esta creencia acerca de que los últimos días o el fin del siglo hablan del
fin del mundo, es problemática es muchos niveles.

En la Teología del Mejor Pacto, entendemos que Hechos 2 se re-


fiere a la transición del antiguo pacto, en donde solo unos pocos indivi-
duos tenían al Espíritu Santo; al nuevo pacto, en donde todos los creyen-
tes tenemos al Espíritu. Por esta razón, no habla de algo que se cumplirá
en el futuro, sino de algo que Jesús consiguió en la cruz. Ahora todas las
personas pueden tener al Espíritu derramado sobre ellos, sin importar su
edad, su género, o su posición. El bautismo del Espíritu Santo está dispo-
nible para todos, y ese fue el punto del que estaba hablando Pedro. No se
trata de la cantidad (cuántos son llenos), sino de la inclusión de los genti-
les (cuántos pueden ser llenos). En el nuevo pacto, el Espíritu está dispo-
nible para todos de una manera en la que nunca estuvo. El hecho de que la
profecía de Joel se refiera a un tiempo específico entre el año 30 y el 70
D.C., se confirma con el recordatorio de esta profecía, que continúa hasta
predecir el evento que tuvo lugar en el año 70 D.C. Usando el típico len-
guaje apocalíptico que en toda la Biblia se utiliza para referirse a la des-
trucción de una ciudad, Joel profetiza:

Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y co-


lumnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en
sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y
todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque
en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha
dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado. (Joel
2:30-32)

Este pasaje habla de lo que sucedió en el año 70 D.C. Esta clase


de imágenes se usan simbólicamente a través del Antiguo Testamento;
pero, no obstante, muchas personas quieren interpretar el mismo lenguaje
en el Nuevo Testamento de manera literal, diciendo que hasta que estos
eventos apocalípticos pasen, las profecías estarán sin cumplirse. El pro-
blema con esto es, por supuesto, que no solo que viola a la interpretación
de la Biblia en sí, sino que también es completamente irrealista. Por ejem-
plo, imagina si Apocalipsis 6:12-14 se cumpliese literalmente:

Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremo-


to; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió
toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un
fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se
enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.

Eso marcaría prácticamente el fin del planeta tierra. Aun así, el


libro de Apocalipsis continúa por dieciséis capítulos más. La gente judía
entendía este simbolismo, pero miles de años después, muchos cristianos
lo han pasado por alto completamente.

UN SOLO CUMPLIMIENTO

Una táctica común de los futuristas es decir que las predicciones


de Jesús en el año 70 D.C. fueron exactas, pero que en realidad fueron
una mera figura de lo que será el verdadero cumplimiento, que será en el
fin del mundo. Para un preterista Kik, no hay defensa contra este razona-
miento. Pero para un verdadero preterista parcial, la refutación es fácil y
obvia. Si entendemos Mateo 24 y el año 70 D.C. a la luz del cambio del
antiguo pacto al nuevo pacto, nos daremos cuenta de que estos eventos
jamás podrán suceder nuevamente. Mateo 24 habla del fin de la era del
antiguo pacto, y eso es algo que jamás se repetirá porque ahora vivimos
en un pacto eterno que jamás será reemplazado.

Mirando nuevamente al contexto, vemos cómo claramente Jesús


predijo la destrucción venidera. En Mateo 21, luego de Su entrada triunfal
en Jerusalén, Jesús contó muchas parábolas acerca de la dureza del cora-
zón de los judíos, incluyendo la parábola de los viñadores (Ver Mateo
21:33). Al final, Él pregunta: “Cuando venga, pues, el señor de la viña,
¿qué hará a aquellos labradores?” (Mateo 21:40) Los fariseos respondie-
ron:

Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su


viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.
(Mateo 21:41)

Así, declararon su propio fin. No obstante, un par de versículos


después, dice: “Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los
fariseos, entendieron que hablaba de ellos.” (Mateo 21:45). Ellos clara-
mente entendieron que Él estaba prediciendo su destrucción. Eso significa
que sus discípulos también lo entendieron. En el siguiente capítulo, Jesús
continúa haciendo declaraciones muy duras sobre los judíos con la pará-
bola del banquete de las bodas, que termina con estas palabras: “Al oírlo
el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas,
y quemó su ciudad.” (Mateo 22:7) Luego, en Mateo 23, él pronunció siete
lamentaciones sobre los fariseos. Al final del capítulo, declara:

Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha de-
rramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la
sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el
templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre
esta generación. (Mateo 23:35-36)

Inmediatamente después, declara la destrucción del templo en los


primeros dos versículos de Mateo 24:

Cuando jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípu-


los para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les
dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí pie-
dra sobre piedra, que no sea derribada. (Mateo 24:1-2)

En este punto, los discípulos debieron haberse sentido abrumados


y quizás atemorizados por lo que Jesús había dicho. Sabían que eso los
afectaría a ellos y a su mundo en un futuro inmediato, entonces le pregun-
taron a Jesús cuándo estas cosas sucederían y qué señales les mostrarían
que estaban cerca del cumplimiento. Claramente, en el contexto de todo
lo que Jesús acababa de decir, no le estaban preguntando respecto al fin
del mundo sino acerca de la destrucción venidera, que marcaría el fin de
la era del antiguo pacto.90

LOS PARALELOS

En Mateo 24:3 hay tres preguntas: ¿Cuándo serán estas cosas, y


qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?, mientras que en los pa-
sajes paralelos de Lucas y Marcos solo contienen dos preguntas:

Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué


señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? (Lucas 21:7)

Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando


todas estas cosas hayan de cumplirse? (Marcos 13:4)

Los preteristas Kik creen que las dos preguntas Marcos y Lucas,
como así también las dos primeras preguntas de Mateo, se han cumplido
en el año 70 D.C; pero plantean que la tercer pregunta de Mateo 24:3 es
acerca del fin del mundo. Llegan a esta conclusión porque piensan que
Mateo 24:36-51 profetiza eventos que no están incluidos en Lucas 21 y
Marcos 13. Si ese razonamiento es cierto, entonces las parábolas de
Mateo 24:36-51 no deberían tener paralelos en Marcos o Lucas, pero
como podemos ver en la siguiente tabla, los paralelos sí existen:

Mateo 24: Tres preguntas Lucas 21: Dos pre- Marcos 13: Dos pre-
guntas guntas
Mateo 24:36-41 Lucas 17:20-36 ----------

Días de Noé/Dos hombres en


un campo
Mateo 24:42-44 Lucas 21:34-36 Marcos 13:32-37

Estén atentos
Mateo 24:45-51 Lucas 12:39-46 Marcos 13:34-37

Siervo fiel

De acuerdo a Kik, Mateo 24:36-51 se separa y habla únicamente


del regreso de Cristo y del fin del mundo.91 No obstante, lo que Kik pasó
por alto es que estas tres enseñanzas también aparecen en pasajes parale-
los en Lucas y Marcos, a pesar de que éstos no registran la pregunta res-
pecto al fin del siglo y, por lo tanto, ¡se supone que se cumplió en el pasa-
do! En otras palabras, el preterismo Kik solo puede seguir en pie si no se
examinan los paralelos de Marcos y de Lucas.

De hecho, cuando comparamos los tres pasajes más de cerca, lo


que vemos es que el orden de las parábolas y de las enseñanzas es com-
pletamente diferente en cada libro. Lucas, por ejemplo, registra estas tres
enseñanzas en tres capítulos diferentes y en un orden diferente que el que
aparece en Mateo 24. Es importante reconocer esto, porque nos muestra
que los pasajes profetizaron solo de un evento: el año 70 D.C. Si solo te-
nemos un evento en vista, el orden no importa; pero si tenemos en cuenta
el año 70 D.C. y el fin del mundo, el orden es muy importante. La falta de
una clara línea divisoria, cuando se comparan a los tres evangelios sinóp-
ticos, es una prueba más de que Jesús estaba hablando de un solo evento.

En resumen, de acuerdo a un contexto histórico, todo lo relatado


en Mateo 24 es una profecía de eventos que sucedieron en su totalidad en
el año 70 D.C., que fue el fin del siglo. Es cuando nos damos cuenta de
esto que finalmente entendemos que el punto del fin del siglo era el fin
del sistema del antiguo pacto. Esto, si somos honestos, debería hacer que
dejemos la teología del pacto a un lado y que nos demos cuenta de que no
podemos seguir haciendo uso de un pacto que ya no existe. Como Pablo
dijo en Romanos 10:4, “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a
todo aquel que cree.” Cristo marcó el fin. Él es el telos de la Ley para
traer justicia a todos aquellos que creen. El fin no es algo que sucederá en
nuestro futuro, sino algo que Jesús trajo para nosotros: el fin de la Ley.

CUATRO DIFERENCIAS

Esta es una pequeña explicación de cómo los preteristas Kik difie-


ren de los preteristas parciales:

1. Los preteristas Kik extienden el período de los últimos días desde


la cruz hasta el fin del mundo, porque no entienden que los últi-
mos días son una referencia al fin del antiguo pacto.

2. Los preteristas Kik se apoyan en la teología del pacto, y por lo


tanto, no ven diferencia entre el antiguo pacto y en nuevo pacto.

3. Los preteristas Kik asocian el fin del siglo con el fin del mundo,
en lugar de hacerlo con la era mosaica/la Ley.

4. Los preteristas Kik descartan la hermenéutica histórico-contextual


a favor de la teología del pacto. Primariamente, porque no entien-
den correctamente el término el fin del siglo.

TRES TÉRMINOS IMPORTANTES

Todo esto nos lleva nuevamente a nuestra interpretación de tres


palabras griegas en el Nuevo Testamento: era o siglo (aion), fin, (telos) y
últimos (eschatos). Estas tres palabras aparecen en muchas partes del
Nuevo Testamento, y cómo las entendamos determinará si entendemos
adecuadamente la Escritura. Los escritores del Nuevo Testamento usaron
consistentemente estos términos para decir que estaban en los últimos días
o en el fin del siglo (es decir, que la era del antiguo pacto estaba por ter-
minar y que la era del nuevo pacto estaba comenzando) Este es un tema
central en el Nuevo Testamento, pero es pasado por alto por la mayoría de
los lectores modernos. En el capítulo 17, hemos discutido el uso de estas
frases para mostrar el período de transición entre los pactos y la expectati-
va de los cristianos primitivos en ver el fin del antiguo pacto. En este ca-
pítulo, vamos a estudiar estos términos nuevamente, pero desde una pers-
pectiva un poco diferente: para demostrar que los cristianos primitivos no
utilizaron estos términos para referirse al fin del mundo.

1. Siglo o Era (Aion)

Como se ha mencionado en el capítulo 17, los judíos del siglo pri-


mero entendían que el tiempo se dividía en dos eras o siglos: la era pre-
sente, malvada; y la era por venir, gloriosa. Lamentablemente, a pesar de
que la estaban esperando, muchos de ellos la dejaron pasar cuando vino.
Ese era el trasfondo con el que los escritores del Nuevo Testamento traba-
jaron, para que fuese entendido por los lectores originales. Como el famo-
so teólogo y escritor, N.T. Wright, estableció:

Si Jesús y la Iglesia primitiva utilizaron este lenguaje relevante de


la misma manera en la que sus contemporáneos, es muy poco pro-
bable que se hubiesen referido a un fin del mundo literal; y es alta-
mente probable que se hubiesen referido a eventos dentro del es-
pacio y tiempo en los que ellos interpretaban como la llegada del
Reino.92

Los judíos de los días de Jesús anticipaban un tiempo cuando la


era presente y malvada terminaría, y la nueva era, a menudo llamada el
Reino Mesiánico, fuese establecida. Claramente, no estaban enfocados en
el fin del planeta sino en el fin de la era malvada de la Ley. Vemos esta
creencia de las dos eras o siglos en muchos pasajes del Nuevo Testamen-
to. en Mateo 12:32, Jesús dijo:

A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hom-


bre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu
Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.

Aquí, Él claramente se refiere a estos dos siglos. Vemos el mismo


concepto en Marcos 10:

Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que


haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o
mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no
reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el
siglo venidero la vida eterna.

De la misma manera, en Efesios 1:21, Pablo escribe acerca del do-


minio de Jesús, que es “…sobre todo principado y autoridad y poder y
señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino
también en el venidero.” Este fue el comentario de Pablo luego de la
cruz, pero durante el período transicional. Por eso, él aún se refería a la
era malvada del presente, porque no se había terminado con el antiguo
pacto. Vemos referencias similares a la malvada era presente en muchos
otros pasajes (Ver Lucas 20:34; Romanos 12:2; 1 Corintios 2:6-8; 3:18; 2
Corintios 4:4; Gálatas 1:4) Estos versículos claramente presentan un con-
traste entre la era antigua (presente para el primero siglo), que estaba a
punto de desaparecer con el antiguo pacto, y la nueva era, que había llega-
do con Cristo y pronto sería establecida por completo. No obstante, los
preteristas Kik arrastran estos versículos al futuro y dicen que hablan del
fin del mundo, argumentando que estamos en la era malvada. Los prete-
ristas Kik están confundidos, porque creen que el fin del siglo y la culmi-
nación de los siglos sucederán en el futuro. No obstante, 1 Corintios
10:11 demuestra justo lo contrario:

Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para


amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los
siglos.

Pablo claramente estableció que la culminación de los siglos había


sucedido entre la gente de su tiempo. De la misma manera, en Hebreos
9:26 dice que Cristo apareció “…en la consumación de los siglos, se pre-
sentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de
en medio el pecado” Esto ya sucedió en el primer siglo. La palabra tradu-
cida como “consumación” en este pasaje es una versión de la palabra grie-
ga para “fin”, telos.93 Una de las definiciones de esta palabra es: “no es
estrictamente la terminación sino la consumación o la terminación que
marca el comienzo de una nueva época, era, o edad.” Esto es lo que esta
consumación quiere decir en este versículo. La consumación de los siglos
completó a la era antigua y marcó el comienzo de la nueva era. Claramen-
te, fue un evento del siglo primero.

También, era un evento que los discípulos esperaban, como pode-


mos ver en su pregunta en Mateo 24:3. Como cualquier otro judío durante
ese tiempo, esperaban que su era presente terminase. Jesús abordó sus ex-
pectativas cuando Él les dijo a los discípulos que Él estaría con ellos
siempre y hasta el fin del siglo (algunas versiones han traducido esta pala-
bra como mundo. Ver Mateo 28:20) Él estaba respondiendo a su preocu-
pación respecto a la llegada del fin del siglo al asegurarles que Él estaría
con ellos. Esta declaración solo tiene sentido si se refiere a algo que suce-
dería en sus vidas.

En Mateo 13, Jesús usó el término el fin del siglo para profetizar
los eventos del año 70 D.C., cuando Jerusalén fue reducida a cenizas:

El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo;


y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca
la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este
siglo…. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán
a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego;
allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 13:39-40, 49-50)

Muchos cristianos han interpretado esto como el fin del mundo,


pero no es lo que los discípulos entendieron. Ellos interpretaron correcta-
mente porque estaba en la jerga de sus días, y entendieron que el fin del
siglo se refería al fin del antiguo pacto. Y ellos creyeron que pasaría pron-
to. Jesús les había dicho que en el fin del siglo se separaría lo bueno de lo
malo, y esto pasó en el año 70 D.C., cuando los cristianos huyeron al
Monte Pella justo antes de que la ciudad fuese reducida a cenizas. En un
sentido muy real, aquellos que habían aceptado a Jesús y a Su nuevo
pacto se separaron de aquellos que no. En otras palabras, Mateo 13 no
aplica para nuestro futuro o para el fin del mundo.

Mateo 13 comienza con la parábola del sembrador. Luego, en el


versículo 24, se relata la parábola de las semillas. Los versículos del 31 al
35 hablan acerca del Reino siendo como una semilla de mostaza y como
levadura. Luego, comenzando en el versículo 36, encontramos la explica-
ción de la parábola de las semillas. El versículo 44 comienza con la pará-
bola del tesoro escondido y la perla. Esto culmina con la visión de la se-
paración y el juicio en el fin del siglo:
Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echa-
da en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la
sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo
malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y
apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el
horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 13:
47-50)

En conclusión para todo lo que Él había dicho, Jesús luego le pre-


gunta a Sus discípulos, “jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas
cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor.” (Mateo 13:51) En respuesta, Jesús
dice:

Él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es
semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nue-
vas y cosas viejas. (Mateo 13:52)

Esa es la conclusión para todo Mateo 13. Les estaba diciendo que,
en ese período histórico, si la gente salía del mundo del antiguo pacto e
iba al mundo del nuevo pacto, serían aquellos que podrían ir y obtener los
ejemplos escritos para ellos, (Ver 1 Corintios 10:6, 11) como tesoros del
Antiguo Testamento para traerlos dentro del entendimiento del nuevo
pacto. En otras palabras, tal gente sería capaz de entender tanto el antiguo
pacto como el nuevo. Serían capaces de ir al Antiguo Testamento para
sacar tesoros de él.

2. Fin (Telos)

Otra palabra en el Nuevo Testamento relacionada como lo que


hemos examinado es la palabra fin (telos). ¿El fin de qué? Los cristianos
modernos han interpretado muchos pasajes y dicen que hablan del fin del
mundo, pero esta palabra en realidad está contextualmente conectada con
la frase anterior, el fin del siglo. Por esta razón, puede ser de ayuda que
cuando veamos que se hable del fin en el Nuevo Testamento, insertemos
“del siglo.” Por ejemplo, en Mateo 10:22 dice: “Y seréis aborrecidos de
todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin (del
siglo), este será salvo.” Si pensamos en lo que este versículo está dicien-
do, nos daremos cuenta de que no puede estar hablando de salvación eter-
na, ni del fin del mundo. Ya recibimos salvación al aceptar a Jesús como
nuestro Salvador, no por perseverar hasta el fin. Lo que en realidad este
versículo dice, es que aquellos que permaneciesen firmes en su fe y no re-
gresasen al antiguo pacto, serían salvos de la destrucción venidera del año
70 D.C. De la misma manera, Mateo 24:13 dice, “Mas el que persevere
hasta el fin (del siglo), éste será salvo.”

Similarmente, Jesús se refirió al fin del siglo cuando dijo, “Y oi-


réis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es
necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin (del siglo).”
(Mateo 24:6) y “Y será predicado este evangelio del reino en todo el
mundo (oikoumene94), para testimonio a todas las naciones; y entonces
vendrá el fin (del siglo).” (Mateo 24:14)

Pablo también usó este término para referirse al juicio venidero


hacia el sistema del antiguo pacto, como podemos ver en Romanos 10:4:
“Porque el fin de la ley (o del fin del siglo) es Cristo, para justicia a todo
aquel que cree.” El fin de la ley y el fin del siglo eran sinónimos, porque
era la era de la Ley la que estaba terminando.

La ira de Dios iba a derramarse sobre aquellos que no creyesen


hasta el fin del siglo, y el fin de la Ley. En contraste con aquellos que es-
taban yendo a una destrucción segura, Pablo les promete a los creyentes:
“El cual también os confirmará hasta el fin (del siglo), para que seáis
irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Corintios 1:8) Él
no estaba prometiendo que Dios los mantendría firmes hasta el fin del
mundo. Eso no tendría sentido, dado que los lectores originales murieron
hace mucho tiempo, y el mundo sigue existiendo. Por el contrario, Pablo
estaba hablando del fin del siglo, que muchos lectores originales vivieron
para ver. Similarmente, el autor de Hebreos escribió: “Pero Cristo como
hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta
el fin (del siglo) la confianza y el gloriarnos en la esperanza.” (Hebreos
3:6) El único fin que los cristianos primitivos tenían en mente era el fin
del siglo en el que estaban viviendo. Estaban enfocados en ver el fin del
antiguo pacto, no el fin del mundo.

3. Último (Eschatos)

La tercer palabra griega, eschatos95, se traduce como “último” o


“postrero.” Muy a menudo aparece en la frase los últimos días o últimos
tiempos, expresiones que aparecen en las cartas del Nuevo Testamento.
Por ejemplo, en 2 Timoteo 3:1, Pablo escribe: “También debes saber
esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos…” Pablo le
estaba declarando esto a Timoteo, quien era contemporáneo a esos tiem-
pos peligrosos. No estaba haciendo una declaración acerca de un día en
un futuro distante. Esos tiempos horribles quedaron atrás. De la misma
manera, Pedro escribe de los últimos días: “…sabiendo primero esto, que
en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias
concupiscencias.” (2 Pedro 3:3) Los futuristas leen estos versículos y asu-
men que los postreros días hacen referencia a algo en el futuro; no obstan-
te, como dejó en claro el escritor de Hebreos, el tiempo en que los postre-
ros días tuvieron lugar fue en el siglo primero: “En estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por
quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2)

Similarmente, el apóstol Santiago le escribe a los cristianos primi-


tivos acerca del peligro de estar distraídos por cosas materiales en el siglo
primero:

Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará con-


tra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Ha-
béis acumulado tesoros para los días postreros. (Santiago 5:3)

Al final de esta exhortación, él dice: “Tened también vosotros pa-


ciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se
acerca.” (Santiago 5:8) Él estaba hablando de la venida del Señor en jui-
cio contra Jerusalén, no de su Segunda Venida. Su venida en juicio estaba
muy próxima en aquellos tiempos, y a la luz de eso, Santiago le advirtió a
los cristianos primitivos que no debían abarrotarse de cosas materiales,
porque debían huir rápidamente cuando viniese el tiempo.

En 1 Pedro, Pedro escribe:

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su


grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva,
por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una heren-
cia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los
cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios me-
diante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para
ser manifestada en el tiempo postrero. (1 Pedro 1:3-5)

En el versículo 20, agregó: “Cristo, a quien Dios escogió antes de


la creación del mundo, se ha manifestado en estos últimos tiempos en be-
neficio de ustedes.” (NVI) “Éstos últimos tiempos” se refiere a los días en
los que Pedro vivió, el siglo primero.
El apóstol Juan también testificó de los últimos días. Escribió:
“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo
viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que
es el último tiempo.” (1 Juan 2:18)96 De la misma manera, Judas escribió:

…los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que


andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan di-
visiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu. (Judas 18-19)

En tiempo presente, Judas describe a los que estaban causando di-


visiones en el siglo primero. Esta gente, decía, eran los que se había pro-
fetizado que aparecerían en los últimos días. De estos versículos, pode-
mos ver que los apóstoles entendieron que los últimos días hacían referen-
cia al tiempo en el que ellos estaban viviendo, el tiempo hasta el final del
siglo con la destrucción de Jerusalén. Esto significa, para nosotros, que
los últimos días estuvieron en el pasado, y no estarán en nuestro futuro.

MATEO 25

Una pregunta lógica, como ya hemos estudiado Mateo 24, es “¿y


qué pasa con Mateo 25?” Mateo 25 habla acerca de las ovejas y de los ca-
britos y del gran Trono Blanco. De acuerdo a una perspectiva preterista
parcial, estos eventos sí hablan de eventos que sucederán en nuestro futu-
ro. Parte de la razón para esta creencia es que Mateo 25 no tiene paralelos
con otros evangelios. Está completamente separado. Una segunda razón
puede encontrarse en el contraste entre Mateo 24 y Mateo 25. En Mateo
24:48, el siervo malo se dice, “Mi señor tarda en venir.”, y comienza a
golpear a sus consiervos y a comer y beber con los borrachos. Pero estaba
equivocado: el señor vino inmediatamente (tal como el juicio del año 70
D.C. era inminente). En contraste, Mateo 25 dice: “luego de un largo
tiempo” el señor vino a sus siervos para ponerse a cuenta con ellos. En
Mateo 25, el tiempo al que se hace referencia es en verdad muy largo,
mientras que en Mateo 24 se pensó que sería muy largo, pero fue un tiem-
po muy corto. También, en Mateo 25:5 dice: “Y tardándose el esposo, ca-
becearon todas y se durmieron.” Esto suena mucho más como una refe-
rencia a la historia de la Iglesia, que a la ventana de cuarenta años entre el
año 30 y 70 D.C., cuando la Iglesia estaba activamente esperando Su re-
greso y Su juicio contra Jerusalén. De acuerdo a Milton Terry, la mayoría
de los comentarios trazan una línea en Mateo 25, diciendo que aquí Jesús
comenzó a hablar de un futuro realmente distante.
PENSAMIENTO FINAL

A pesar de que muchos líderes usen la terminología que hemos es-


tudiado en este capítulo y los relacionan con su sistema de creencias basa-
do en una teología de pacto, la verdad es: No estamos viviendo los últi-
mos tiempos. Los últimos tiempos hacen referencia a un tiempo horrible
en la historia humana que, gracias a Dios, pasó hace dos mil años. Ahora,
estamos viviendo en un nuevo pacto y en el Reino inconmovible. Estamos
haciendo avanzar el Reino, y mientras lo hacemos, Dios “está haciendo
nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 2:15). Aún estamos haciendo avan-
zar el Reino, para que cuando Jesús vuelva a la tierra, en el futuro, el cielo
y la tierra se encuentren y se combinen por completo. Ese evento aún está
en nuestro futuro, pero no es la culminación de los siglos. La culminación
aconteció cuando los dos pactos se encontraron en el siglo primero, y el
antiguo quedó obsoleto, para ser finalmente destruido por el nuevo.

PREGUNTAS DE REPASO

1. Los dispensacionalistas típicamente no son carismáticos. ¿Por


qué?

2. ¿Cuál es el tema central de la escatología?

3. Los preteristas totales creen que todas las profecías ya se cumplie-


ron, pero los preteristas parciales creen que todavía hay tres cosas
por cumplirse en el futuro. ¿Cuáles son?

4. ¿Cuáles son las palabras griegas traducidas para último, fin, y


siglo?

PALABRAS CLAVE

Escatología Preterismo
Futurismo Preterismo total
Idealismo Preterismo parcial
Historicismo Preterismo Kik
MATERIAL RELACIONADO

J. Marcellus Kik, An Eschatology of Victory

86
Para un estudio en profundidad de Mateo 24, se recomienda leer el
libro del mismo autor, Raptureless: An Optimistic Guide to the End of the
World (Sin Rapto: Una Guía Optimista del Fin del Mundo)
87 “Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras par-

tes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en


ella.” (Zacarías 13:8)
88 Sizer, 40-73
89 La palabra venida está conectada, en el pensamiento judío, con Dios vi-
niendo en juicio sobre una ciudad o nación. Lógicamente, no podían estar
preguntándole a Jesús respecto a su Segunda Venida, porque Él todavía
no había muerto y los discípulos no tenían ningún entendimiento de Su
regreso. En lugar de eso, claramente le estaban preguntando cuándo iba a
venir en juicio en contra de Jerusalén.
90
Como se mencionó previamente, el concepto del fin del mundo no está
en la Escritura y era una idea completamente extraña para los discípulos.
91
Kik, An Eschatology of Victory, 158-165.
92
Wright, jesús and the Victory of God, 2:321
93
Concordancia Strong, Griego #4930
94
Concordancia Strong, griego #3625: una región localizada, no el plane-
ta tierra.
95
Concordancia Strong, Griego #2078
96
El término anticristo solo se usa cuatro veces en el Nuevo Testamento,
tres veces en 1 Juan, y una en 2 Juan. Siempre y únicamente se usa para
referirse a una falsa enseñanza del siglo primero, que clamaba que Jesús
no había venido en carne. Esta era parte de la herejía gnóstica del siglo
primero. Welton, Raptureless, 138-141.
CAPÍTULO VEINTE

APOCALIPSIS: EL FIN DEL


PACTO MOSAICO
El énfasis fundamental de la escatología es el cambio del antiguo
pacto al nuevo pacto. Si realmente queremos entender el libro de Apoca-
lipsis, debemos reconocer esta verdad.

EL DESAFÍO DE APOCALIPSIS

De alguna manera, el libro de Apocalipsis parece encajar mejor


con los libros proféticos del Antiguo Testamento que con los del Nuevo
Testamento. Es el único libro de este tipo (literatura apocalíptica) del
Nuevo Testamento. de hecho, la típica literatura de este tipo de la época,
escrita por los griegos y romanos, nunca tuvo el fin de ser interpretada. En
lugar de eso, algunos escritos tenían una gran cantidad de símbolos sin in-
terpretación, con el único fin de mostrar que algo horrible, trágico, y
épico había tenido lugar. Esa era la versión pagana de la literatura apoca-
líptica, en donde el libro de Apocalipsis en realidad no encaja demasiado,
porque está lleno de símbolos que sí necesitaban ser interpretados y en-
tendidos.

Muchos estudiosos dicen que el libro de Apocalipsis es el libro


más hebreo del Nuevo Testamento, porque tiene casi el doble de la exten-
sión del libro de Hebreos y está lleno de citas del Antiguo Testamento. La
mayoría de estas citas vienen del libro de Ezequiel, pero también hay un
número significativo de citas de Isaías y Jeremías. Estos tres profetas pro-
fetizaron inmediatamente antes de la destrucción de Jerusalén en manos
de Babilonia. Ese es un factor importante a considerar, pero que examina-
remos en más detalle más adelante en este mismo capítulo.

Como el libro de Apocalipsis es tan hebreo, no puede ser entendi-


do sin el trasfondo de la cultura e historia hebrea del Antiguo Testamento.
No obstante, muchos cristianos nuevos se fascinan por este libro por las
interpretaciones sensacionalistas que los medios le han dado. Por eso, se
saltean los otros sesenta y cinco libros de la Biblia y estudian Apocalipsis
de lleno. El problema con esto es que están tratando de entenderlo sin en-
tender apropiadamente a los otros libros, y eso los lleva a una interpreta-
ción errónea e ingenua. Del otro lado del espectro, tremendos maestros de
la Biblia de todas las generaciones, incluidos algunos reformadores, se
han abstenido de comentar el libro de Apocalipsis por considerarlo dema-
siado hermoso, profundo, complejo, y misterioso. Creían que un simple
comentario de ellos sobre este libro no le haría la justicia que se merece,
así que no opinaron respecto al mismo.

Es una realidad muy trágica la realidad de que algunos de las men-


tes más brillantes del cristianismo no hayan hablado del libro de Apoca-
lipsis, mientras que novatos se fascinen con él y creen doctrinas extrañas,
separando completamente el libro de su contexto. Algunas de estas doctri-
nas han impactado de manera significativa la forma en la que el cristianis-
mo popular entiende el libro de Apocalipsis y los últimos tiempos en ge-
neral. Esto hace que sea fundamental para nosotros entender el libro co-
rrectamente, dentro de su contexto.

A través de este libro, nos hemos referido a los cinco pactos y sus
cánones, o el material que los rodea. El libro de Apocalipsis es parte del
canon del nuevo pacto, pero muchos lo separan del resto, especialmente
aquellos que creen que se está cumpliendo de manera progresiva (histori-
cismo) o que se cumplirá en el futuro (futurismo). Solo cuando entenda-
mos las intrincadas conexiones de este libro con el nuevo pacto, seremos
capaces de comprenderlo adecuadamente. Es completamente ilógico asu-
mir que, en el medio una temporada de gran prueba y persecución, Juan
escribiese un libro para la Iglesia primitiva que contuviese símbolos raros
que no ésta no entendiese, sobre un futuro muy distante. Tal idea no tiene
sentido alguno. En cambio, Juan escribió Apocalipsis, uno de los libros
más extensos del Nuevo Testamento, para animar y consolar a los creyen-
tes que estaban experimentando gran persecución, al mostrarles lo que es-
taba pasando en el Reino de Dios y que muy pronto habría un alivio para
su sufrimiento.

El razonamiento lógico, entonces, es que la Iglesia primitiva en-


tendió exactamente lo que Apocalipsis quería decir. Estaban familiariza-
dos con el simbolismo y con la historia hebrea, y entendieron acerca de lo
que Juan estaba profetizando. De otras manera, no hubiese sido de aliento
ni de consuelo para ellos. Por causa de nuestra distancia temporal y cultu-
ral, tenemos dificultades para entender esto, pero para ellos tenía sentido.
Solo cuando nos tomemos el trabajo de leerlo desde su perspectiva cultu-
ral, tomando en cuenta el contexto hebreo y la conexión de este libro con
el canon del nuevo pacto, seremos capaces de entenderlo apropiadamente.

APOCALIPSIS COMO UNA PINTURA

Mucha gente quiere acercarse a Apocalipsis con un microscopio,


analizando cada símbolo de manera individual. No obstante, al hacer esto
se apartan del entendimiento más amplio del libro en su totalidad. Es por
esto que debemos estudiar el libro como un crítico de arte se acercaría a
una pintura. La historia de Apocalipsis no es acerca de detalles, tal como
el significado de una pintura no puede ser hallado en un solo aspecto de la
misma. Los verdaderos críticos del arte saben que primero deben dar un
paso atrás y apreciar la pieza de arte desde la distancia. Esta perspectiva
les permitirá, entonces, entender luego los detalles a la luz del contexto en
general. Para hacer esto, el crítico de arte debe primero responder estas
preguntas:

1. ¿Cuándo fue pintada la obra?

Si estamos mirando una gran pintura de una escena de batalla,


sería importante para nosotros saber cuándo la obra fue pintada y a qué
período histórico perteneció, para saber acerca de qué evento se trata. Sin
ese entendimiento, sería imposible para nosotros entender muchos de los
detalles de la pintura, ya que éstos están relacionados al evento y al mo-
mento histórico.

De la misma manera, es crucial entender cuándo el libro de Apo-


calipsis fue escrito. Hay dos opiniones principales acerca de la fecha. Un
campo de la teología dice que fue escrito alrededor del año 65 D.C., justo
antes de la destrucción de Jerusalén. El otro campo lo data después, en el
año 96 D.C., veintiséis años después de la caída de Jerusalén. La posición
historicista ha adoptado, en su mayoría, la fecha del año 96 D.C. No obs-
tante, la mayor parte de la evidencia dentro de la Escritura indica que el
libro fue escrito antes de la caída de Jerusalén. A pesar de esto, algunos
teólogos modernos apuntan a la fecha del año 96 D.C. porque el líder de
Roma en este año era Domiciano, y el historiados de la Iglesia, Ireneo de
Lyon, quien escribió alrededor del año 120 D.C., aparentemente dijo que
Apocalipsis fue escrito durante el reinado de Domiciano.97 El problema
con Ireneo de Lyon es que ha perdido credibilidad entre algunos teólogos
porque también escribió que Jesús comenzó su ministerio a los treinta, y
lo terminó a los cincuenta (en lugar de haber sido un ministerio de tres
años y medio)98 El error en esto ha causado que muchas personas cuestio-
nen la credibilidad de este historiados en torno a las fechas y números.
También es interesante notar un detalle poco conocido, encontrado por
Frank Viola en su libro, The Untold Story of the New Testament Church
(La Historia No Contada de la Iglesia del Nuevo Testamento): Domi-
ciano fue en realidad emperador de Roma por un período de seis meses en
el año 70 D.C.; y luego fue nuevamente emperador desde el año 81 al 96
D.C. Esto significa que, incluso si Ireneo de Lyon escribió correctamente,
se pudo estar refiriendo al primer período, que fue antes de la caída de Je-
rusalén.99

Además de los cuestionamientos respecto a los registros de Ireneo


de Lyon, podemos encontrar sólidas pruebas de que Apocalipsis se escri-
bió antes del año 70 D.C.:

1. La primera versión del Nuevo Testamento, llamada la Peshitta


o Biblia Siríaca, incluye una oración al comienzo del libro de
Apocalipsis que dice: “Nuevamente, la revelación que fue
sobre el santo Juan, el evangelista de Dios cuando estuvo en
la isla de Patmos, mientras gobernaba el emperador Nerón.”
Nerón gobernó el Imperio Romano desde el año 54 al 68 D.C.

2. Apocalipsis 17:10 dice: “y son siete reyes. Cinco de ellos han


caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es
necesario que dure breve tiempo.” El primero de cinco empe-
radores romanos, quienes ya habían muerto, fueron Julio
César, Augusto, Tiberio, Caligula, y Claudio. El sexto empera-
dor fue Nerón, quien era el emperador al momento en el que
Juan escribía. Luego de Nerón vendría el séptimo: “y el otro
aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure
breve tiempo.” Después de Nerón, quien había estado en el
poder por catorce años, Galba estuvo en el trono y gobernó
solo por seis meses. En otras palabras, Juan estaba hablando
de los pasados emperadores romanos, del actual emperador
(Nerón), y del que iba a venir, quien Juan profetizó que estaría
en el poder solo por un breve tiempo. Esta es una profecía im-
presionantemente acertada, que claramente muestra que el
libro se escribió en el reinado de Nerón.

3. Apocalipsis 1:7 dice que “los que le traspasaron” verían la


venida de Jesús. Esto ubica estos eventos (y la escritura de
Apocalipsis) dentro de la esperanza de vida de aquellos que
habían sido adultos en el momento de la crucifixión de Jesús.
Aquellos quienes literalmente Lo habían traspasado, verían Su
regreso en juicio.100

4. Apocalipsis 6-7 habla sobre la persecución judía sobre los cris-


tianos, que también se registra en el resto del Nuevo Testa-
mento y en registros históricos. No obstante, toda la persecu-
ción judía cesó luego del año 70 D.C., porque su mundo entero
había desaparecido.

5. La influencia de la herejía judaizante se menciona en las cartas


a las siete iglesias en Apocalipsis 2-3, y se reprenden en mu-
chos versículos (Ver Apocalipsis 2:6, 9, 15, 3:9). Esto data a
Apocalipsis antes del año 70 D.C., porque los judaizantes
esencialmente se desvanecieron luego de la destrucción del
templo. Ya no había manera de regresar al antiguo pacto.

6. Apocalipsis 11 habla acerca de medir el templo en Jerusalén,


que ya obviamente no existía después del año 70 D.C. Si esta
visión hubiese tenido lugar veintiséis años después, el templo
hubiese estado destruido, como ya se mencionó. En cambio, el
autor habla de Jerusalén y del templo como si todavía estuvie-
sen de pie.

7. En Apocalipsis 1:1, y en 1:3; como así también en el 22:10 y


en el 22:20, encontramos indicadores temporales que declaran
“el tiempo está cerca”, “estas cosas sucederán pronto”, “Él
viene pronto”, y “Mira, Él viene pronto” Juan claramente in-
dica que el tiempo del juicio estaba próximo. Esto solo tiene
sentido si el libro fue escrito antes de la destrucción de Jerusa-
lén.

8. Uno de los padre de la Iglesia, San Jerónimo, escribió en uno


de sus libros que “Juan había sido visto en público en el año
96 D.C., y tuvo que ser ayudado por otras personas para mo-
verse. Solo pudo hablar unas pocas palabras con la gente debi-
do a su avanzada edad”101 Juan estaba débil y enfermo por su
edad en el año 96 D.C. No obstante, en Apocalipsis 10:11,
Dios le dice a Juan: “Y él me dijo: Es necesario que profetices
otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”
Esto indica que tendría que haber vivido bastante y estar sano
para viajar y hablar delante de muchos pueblos, lo que nos
lleva a concluir que Apocalipsis fue escrito mucho antes que el
año 96 D.C.

9. A Daniel, quien profetizó acerca de eventos que sucederían


cientos de años después, le fue dicho, “Daniel, cierra las pala-
bras y sella el libro hasta el tiempo del fin…” (Daniel 12:4).
En contraste, a Juan le fue dicho, “…No selles las palabras de
la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.” (Apo-
calipsis 22:10). Mientras que a Daniel le fue dicho que sellase
el libro porque faltaba mucho tiempo (alrededor de 500 años),
a Juan le fue dicho que no lo sellase porque el tiempo estaba
cerca. En otras palabras, estos eventos hablaban del año 70
D.C.

10. La existencia de solo siete iglesias en Asia Menor (como se ve


en Apocalipsis 2-3) indica una escritura anterior a la gran ex-
pansión del cristianismo en la región, que tuvo lugar después
de la caída de Jerusalén.

Claramente, la evidencia abrumadora muestra que la escritura de


Apocalipsis fue antes del año 70 D.C.102

2. ¿Cómo (con qué elementos) se realizó la pintura?

Ahora que sabemos el período histórico al que pertenece, la si-


guiente pregunta que debemos hacernos es cómo, o con qué elementos, se
realizó la pintura. ¿Por qué el artista eligió hacer la pintura de esa mane-
ra? En el arte, siempre hay una razón detrás de los elementos con el que el
artista trabaja. También, se desarrollaron diferentes materiales en diferen-
tes períodos históricos, entonces la combinación del período histórico y
del elemento con que fue pintada, puede decirnos bastante al respecto.
Cuando consideramos el libro de Apocalipsis según esta óptica, veremos
que es obviamente diferente del resto del Nuevo Testamento. La pregunta
es: ¿Por qué Juan escribió de esta manera? La respuesta para esto puede
no ser muy obvia, y esto es porque la mayoría de los cristianos no com-
prenden muy bien el Antiguo Testamento, especialmente el hilo que va
desde Salomón a Mateo. Por esta causa, no reconocemos que en Apoca-
lipsis, Juan estaba haciendo un paralelo muy parecido al libro de Eze-
quiel. Usó las imágenes de Ezequiel (y de Isaías y Jeremías), que hablaba
de la destrucción venidera de Jerusalén en manos de los babilonios, en el
año 586 A.C. Como su materia era muy similar, Juan usó las imágenes y
la estructura de Ezequiel para profetizar la próxima destrucción de Jerusa-
lén. Cuando comparamos estos libros, encontramos que Ezequiel y Apo-
calipsis son un paralelo asombroso. Cada uno de estos elementos está en
ambos libros:

CONTENIDO APOCALIPSIS EZEQUIEL


La visión del Trono 4 1
El Libro 5 2-3
Las Cuatro Plagas 6:1 – 8 5
Los Muertos bajo el Altar 6:9 – 11 6
La Ira de Dios 6:12 - 17 7
El Sello Sobre la Frente de los Santos 7 9
Los Carbones del Altar 8 10
No Más Demora 10:1 – 7 12
Comer el Libro 10:8 – 11 2
Medir el Templo 11:1 – 2 40 - 43
Jerusalén y Sodoma 11:8 16
La Copa de Ira 14 23
La Viña de la Tierra 14:18 – 20 15
La Gran Ramera 17- 18 16 - 23
El Lamento sobre la Ciudad 18 27
La Celebración de los Mártires 19 39
La Primera Resurrección 20:4 – 9 37
La Batalla con Gog y Magog 20:7 – 9 38 - 39
La Nueva Jerusalén 21 40 - 48
El Río de Vida 22 47

Los lectores del primer siglo entendieron este paralelo y sus impli-
caciones. Hubiesen entendido que Juan estaba profetizando de un evento
muy similar al que Ezequiel había profetizado. La única diferencia fue el
destructor (Roma en lugar de Babilonia), y el resultado final. Mientras
que Ezequiel profetizó un regreso después del exilio y una reconstrucción
de Jerusalén, Juan no profetizó lo mismo. En cambio, profetizó que Jeru-
salén sería reemplazada por un cielo nuevo y una tierra nueva, y una
nueva Jerusalén (celestial). Los lectores originales entendieron esta dife-
rencia, también, y el cambio significativo en la profecía. La realidad de
este paralelo está confirmado por el hecho histórico de que la destrucción
de Jerusalén en el 586 A.C., y la destrucción del templo en el año 70
D.C., tuvieron lugar en el mismo día en el calendario judío (el noveno día
de Av.) El asombroso paralelo entre estas dos fechas y la ironía profética
de que hayan acontecido en el mismo día, confirma que estas profecías
contenían el mismo concepto, excepto que esta vez no habría reconstruc-
ción y restauración. En lugar de volver al antiguo pacto, iban a hacer una
transición por completo al nuevo pacto. Esta es la razón por la que Juan
escribió de la manera en la que lo hizo. Usando la misma estructura y las
mismas imágenes de Ezequiel, Isaías y Jeremías, hizo una clara compara-
ción entre lo que había pasado antes, y lo que habría de acontecer nueva-
mente.

3. ¿Por qué el artista realizó esta pintura?

La tercer pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué el artista


escogió pintar esta pintura? ¿Cuál fue su objetivo? Cuando hablamos de
Apocalipsis, sabemos que Jesús ya lo había profetizado del año 70 D.C.
en su Discurso del Monte de los Olivos, como se registra en Mateo 24,
Lucas 21, y Marcos 13. Los cristianos primitivos ya tenían estos libros,
entonces, ¿cuál fue el objetivo de Juan en escribir el libro de Apocalipsis
treinta y cinco años después?

Podemos encontrar la respuesta a esto, primeramente, en el hecho


de que el Evangelio de Juan no tiene declaraciones respecto al año 70
D.C. y a la destrucción venidera. De alguna manera, entonces, el libro de
Apocalipsis es un paralelo con el Discurso del Monte los Olivos registra-
do en los tres otros evangelios. Juan fue una especie de rebelde, en el sen-
tido que no escribió su Evangelio de la misma manera en que los otros
tres lo hicieron. Él tuvo un enfoque completamente diferente y registró
historias arriesgadas (como el mandamiento de Jesús de comer Su carne y
beber Su sangre), que los otros omiten. Tiene sentido, entonces, que Juan
no escribiese el Discurso del Monte de los Olivos de manera normal, sino
que escribiese el altamente simbólico libro de Apocalipsis, que hacía un
paralelo con los profetas del Antiguo Testamento. Esto encaja mucho más
con la personalidad de Juan como escritor, que con cualquier otro escritor
del Nuevo Testamento.
Segundo, cuando Jesús se le apareció a Juan le dio una visión que
era un paralelo de la destrucción de Jerusalén en el Antiguo Testamento,
que también sirvió como una actualización y un estímulo para los cristia-
nos que habían estado creyendo por los últimos treinta y cinco años que
Jesús vendría en juicio en cualquier momento. Él les estaba recordando
que debían seguir estando alertas porque lo que habían estado esperando,
estaba a la vuelta de la esquina. En este punto, muchos de los compañeros
de Juan habían sido asesinados por los romanos, y Apocalipsis sirvió
como una especie de último lamento y un recordatorio de: “Está llegando.
¡No perdamos la esperanza! ¡Mantengámonos firmes y perseveremos!”
Fue tanto un paralelo de Juan del Discurso del Monte de los Olivos, como
un recordatorio a los cristianos de ese tiempo de que se mantuviesen fir-
mes.

4. ¿En dónde se hizo la pintura?

La siguiente pregunta es: ¿En dónde se hizo la pintura? ¿A qué lo-


cación hace referencia? La locación hace una gran diferencia en el enten-
dimiento histórico de la pieza. Lo mismo es cierto para Apocalipsis. Des-
cubrir en dónde fue escrito geográficamente provee un importante marco
de referencia para nuestra interpretación. Muchos, leyendo desde una
perspectiva futurista, asumen que Apocalipsis habla de una catástrofe a
nivel mundial. No obstante, el texto en realidad habla de un evento regio-
nal.

Una y otra vez, el texto habla de tercios (un tercio del césped, un
tercio de los árboles, un tercio de la tierra) Por causa de los errores de tra-
ducción, es fácil para nosotros leer esto en un contexto global. No obstan-
te, la palabra griega a menudo traducida como “tierra” o “planeta” sería
mejor traducida como “región.” El lenguaje griego tiene dos palabras
usualmente traducidas como tierra en el Nuevo Testamento, kosmos, que
significa “el planeta entero”103; y ge, que significa “una tierra local, tierra
poblada, o región.”104 Esta palabra ge es usada 64 veces en Apocalipsis,
mostrando claramente que se trataba de un evento que afectaría solo a una
región, no al planeta entero. En contraste, kosmos se utiliza solo tres veces
en Apocalipsis.

El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el


cielo, que decían: Los reinos del mundo (kosmos) han venido a
ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de
los siglos. (Apocalipsis 11:15)
Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no
estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmola-
do desde el principio del mundo (kosmos). (Apocalipsis 13:8)

…Y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están


escritos desde la fundación del mundo (kosmos) en el libro de la
vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será (Apo-
calipsis 17:8b)

Cada uno de estos versículos usan el término kosmos en referencia


al planeta entero. El recordatorio del libro de Apocalipsis se refiere a los
eventos de un área local. Obviamente, hay una gran diferencia entre decir
un tercio del césped y árboles de Israel serán quemados, que un tercio del
césped y árboles del planeta tierra. Cuando pensamos en el daño que los
ejércitos le hicieron a la región, este número es muy lógico en un contexto
limitado. Y es exactamente lo que sucedió localmente en la zona de Israel.

LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO

Otro aspecto importante de cualquier pintura es el nombre. Lo


mismo es verdad para cualquier otro libro. El nombre del libro es Apoca-
lipsis es “La Revelación de Jesucristo.” No es el libro de las revelaciones
en general, sino la revelación de algo específico: Jesucristo. Esto debería
hacernos preguntar ciertas cosas. Primero, ¿por qué esto es diferente del
nacimiento y muerte de Jesús? ¿Fue completamente revelado en su naci-
miento, en su ministerio, en su muerte y resurrección? ¿O era necesaria
otra revelación? Segundo, si Él aún necesitaba ser revelado, ¿qué lo esta-
ba velando?

Las ideas escondidas tras estas preguntas parecen contradecir


mucho de lo que hemos aprendido en el cristianismo, pero encajan bien
con los escritores del Nuevo Testamento, quienes escribieron de una in-
minente revelación o manifestación de Jesús. Por ejemplo, Pedro escribió:

…para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que
el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea halla-
da en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucris-
to. (1 Pedro 1:7)

Un poco más adelante, Pedro vuelve a repetir esta idea cuando


dice: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y
esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo
sea manifestado” (1 Pedro 1:13). Como se mencionó previamente, la ve-
nida de Jesús era una jerga del siglo primero usada en la Escritura para re-
ferirse a la venida en destrucción. Pedro no estaba hablando de la Segun-
da Venida Final de Jesús en este pasaje, sino de la venida en destrucción
sobre Jerusalén.

De la misma manera, en 2 Tesalonicenses 1:6-7, hablándole a la


gente que estaba sufriendo una tremenda persecución, Pablo escribe:

Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que


os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con
nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con
los ángeles de su poder

Esto es exactamente lo que pasó en el año 70 D.C., cuando la des-


trucción de Jerusalén acabó con aquellos que perseguían a la Iglesia. La
persecución judía hacia los cristianos cesó, y aunque los romanos conti-
nuaron persiguiéndolos, la severidad de los castigos decrecieron luego de
la muerte de Nerón en el año 68 D.C. Todo esto sucedió cuando Pablo
dijo que sucedería: “…Cuando se manifieste el Señor Jesús.” En su pri-
mera carta a los corintios, Pablo también escribió: “de tal manera que
nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro
Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:7). Estos son solo algunos ejemplos de
un tema prominente en el Nuevo Testamento. Estaban esperando por la
revelación o manifestación completa de Jesús en un futuro cercano, y lo
conectaban con la destrucción de Jerusalén. Entonces, cuando Juan nom-
bró al libro de Apocalipsis, estaba claro que estaba hablando de la revela-
ción de Apocalipsis. Este era el evento por el que estaban esperando.

Esto se conecta con la segunda pregunta: ¿Qué estaba escondiendo


(o velando) a Jesús? La respuesta está en 2 Corintios 3, en donde Pablo
habla del antiguo pacto:

Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con


gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el
rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había
de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del
espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria,
mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Por-
que aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en
comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece
tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. (2 Co-
rintios 3:7-11)

La gloria del nuevo pacto era mucho mejor que la gloria del anti-
guo pacto, entonces Pablo concluye:

Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no


como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los
hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de
ser abolido. Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque
hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el
mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun
hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto
sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el
velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Es-
píritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mi-
rando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:12-18)

En otras palabras, era el antiguo pacto lo que velaba a Jesús. Lo


veló cuando nació, lo veló cuando murió, y lo veló cuando resucitó. No
fue hasta el Apocalipsis, la revelación, que el velo fue quitado. Lo que
este libro profetizó se hizo realidad cuando el templo y el antiguo pacto
fueron destruidos. El velo del juicio de muerte, a través del cual la gente
había visto a desde el día del pacto de paridad, finalmente había sido re-
movido. El antiguo pacto había evitado que la gente viese la verdadera
imagen de Dios, y todo lo que veían era juicio y condenación. Pero del
otro lado del año 70 D.C., el velo se removió, y ahora podemos ver a Dios
como el Padre amoroso que realmente es. Los creyentes del siglo primero
entendieron de qué se trataba Apocalipsis: una profecía de la destrucción
del antiguo pacto, que había velado a Dios, y una revelación completa de
la gloria de Jesús y Su nuevo pacto.

EL CORAZÓN DE DIOS EN APOCALIPSIS

Cuando la gente lee Apocalipsis sin el entendimiento de su tras-


fondo y su propósito, puede sonar muy terrorífico, perturbador, trágico y
confuso. Los futuristas viven con miedo de experimentar esos eventos en
algún momento de sus vidas, e incluso algunos preteristas miran a esos
eventos históricos con horror. No obstante, cuando lo leemos con el en-
tendimiento del nuevo pacto y su canon, comenzamos a ver el corazón de
Dios en el libro. Ciertamente, la pérdida de las vidas fue trágica y terrible.
No queremos pasar por alto ese hecho. No obstante, para Dios los eventos
del libro de Apocalipsis fueron hermosos porque iniciaron el anticipado
momento en la historia cuando el velo finalmente se removió. Dios había
sufrido mil quinientos años de ser malentendido y rechazado, todo por
causa del velo que los mismos israelitas habían creado cuando rechazaron
Su ofrecimiento del pacto y pidieron la Ley. Ahora, el velo no puede pre-
venir a la gente de relacionarse con Él. Si entendemos esto, veremos cuán
glorioso este evento en verdad fue.

Apocalipsis no se centró en la destrucción de las personas, sino en


la destrucción de un sistema con errores que había velado al Señor por
años. Fue la revelación del nuevo pacto de Jesucristo. Vemos esto en
Apocalipsis 11:19, en donde dice:

Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se


veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremo-
to y grande granizo.

El arca terrenal del pacto se había perdido en la primera destruc-


ción de Jerusalén en el año 586 A.C. No había sido vista por muchísimos
años. Cuando Jesús murió, el templo se sacudió y el velo se rasgó, mos-
trando el cuarto vacío en donde el arca debería estar. Cuando Juan vio el
arca del pacto, no estaba viendo el arca del antiguo pacto, que se había
perdido. Él en verdad estaba viendo el templo en el cielo, en donde Jesús
entró y, de acuerdo a Hebreos, salpicó Su sangre en el arca celestial del
pacto. Si Jesús hubiese puesto Su sangre en el arca del antiguo pacto, Él
hubiese sido el perfecto cordero inmolado, y nos hubiese sellado dentro
del antiguo pacto para siempre. Afortunadamente, Él, en cambio, puso Su
sangre en el arca del nuevo pacto en el templo en el cielo. ¡Esta fue una
transición asombrosa y gloriosa, de la carga de la Ley a la libertad de la
fe!

Vemos aun más evidencia de Apocalipsis siendo canon del pacto


en este pasaje tan frecuentemente malinterpretado:

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de


este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él
las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de
las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del
libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están es-
critas en este libro. (Apocalipsis 22:18-19)

El mandamiento de no agregar o quitar palabras, también se en-


cuentra en otro lado de la Escritura: “No añadiréis a la palabra que yo os
mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de
Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.” (Deuteronomio 4:2). De hecho,
esta era una frase que era común en el lenguaje antiguo, que se usaba para
“sellar” un pacto entre dos partes.105 Por eso, tiene sentido absoluto que
una declaración como tal selle el último libro del canon del nuevo pacto.
El propósito de Apocalipsis 22:18-19 no es asustar a la gente, sino demos-
trar la posición de este libro dentro del canon del nuevo pacto. Era otra
manera de mostrar que el libro entero era un libro del pacto, uno que era
muy importante para los cristianos del siglo primero, quienes dependían
de estas instrucciones para escapar de la destrucción de Jerusalén. Es por
esta razón que era tan importante no agregar ni quitar nada.

UN RESUMEN DE APOCALIPSIS

Ahora que entendemos el trasfondo y el contexto de Apocalipsis,


haremos un pequeño resumen de los contenidos de los capítulos del 1 al
20. El libro de Apocalipsis se divide en nueve partes. Comienza con una
introducción y termina con un epílogo; en el medio hay siete visiones.

1. La Introducción

2. Primera Visión: Las Siete Iglesias

3. Segunda Visión: Los Siete Sellos

4. Tercera Visión: Las Siete Trompetas

5. Cuarta Visión: Los Seguidores del Cordero o Los Seguidores


de la Bestia

6. Quinta Visión: Los Siete Cuencos


7. Sexta Visión: La Ramera Babilónica y la Novia

8. Séptima Visión: Cielos Nuevos y Tierra Nueva

9. Epílogo

Por lo que resta de este capítulo, nos centraremos en la séptima vi-


sión; pero antes estudiaremos brevemente Apocalipsis 18-19, que cuenta
la caída de Babilonia.

LA CAIDA DE BABILONIA

En Apocalipsis 18, comenzando con el versículo 9, encontramos


una sección a menudo referida como la “Triple Lamentación sobre la
Caída de Babilonia.” La primera pregunta que debemos hacer es: ¿De qué
ciudad estaba hablando Juan al referirse a Babilonia? La respuesta puede
ser encontrada al examinar el uso de una frase usada a menudo en Apoca-
lipsis: la gran ciudad o la ciudad fuerte. La identidad de la ciudad se cla-
rifica en Apocalipsis 11:8, en donde habla de dos testigos: “Y sus cadáve-
res estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se
llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.”
En otras palabras, la grande ciudad es Jerusalén. Allí es donde el Señor
fue crucificado. Vemos que Juan estaba usando nombres simbólicos en su
declaración: “en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto” Esto signi-
fica que, cuando vemos los nombres de Sodoma y Egipto en Apocalipsis,
son referencias a Jerusalén. Como Jerusalén se había convertido como So-
doma y Egipto a los ojos de Dios, las plagas y la destrucción que una vez
habían venido sobre estas dos ciudades, estaban ahora viniendo a Jerusa-
lén. Estos dos nombres son usados como una imagen de Jerusalén a través
del libro.

La otra imagen de Jerusalén es Babilonia. Sabemos esto porque


Babilonia también es referida como la ciudad fuerte. Esta es nuestra pista
de que es otro símbolo de Jerusalén y la destrucción venidera. Vemos este
término usado a través de Apocalipsis 18, en donde habla de la caída de
Babilonia:

…parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: !Ay, ay,


de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una
hora vino tu juicio! (Apocalipsis 18:10)
…y diciendo: !Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de
lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de
piedras preciosas y de perlas! Porque en una hora han sido con-
sumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en
naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon
lejos (Apocalipsis 18:16-17)

…y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué


ciudad era semejante a esta gran ciudad? (Apocalipsis 18:18)

Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y la-


mentando, diciendo: !Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos
los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus rique-
zas; pues en una hora ha sido desolada! (Apocalipsis 18:19)

Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de


molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será
derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.
(Apocalipsis 18:21)

Juan claramente conectó a Babilonia, la gran ciudad, con la gran


ciudad mencionada en Apocalipsis 11:8: Jerusalén. Por eso, podemos ver
en Apocalipsis que los nombres de Babilonia, Egipto y Sodoma (como así
también La Gran Ramera) están hablando simbólicamente de Jerusalén.
Las tres lamentaciones sobre la caída de Babilonia son, en realidad, la-
mentaciones sobre la caída de Jerusalén. En el capítulo 19, encontramos
“El Gran Aleluya Sobre la Caída de Babilonia.” Esta es la perspectiva
opuesta sobre le mismo evento. Mientras que Apocalipsis 18 muestra el
lamento de la humanidad sobre la destrucción de Jerusalén, que era una
ciudad comercial muy importante, la ciudad santa, y la ciudad de los an-
cestros; Apocalipsis 19 muestra una perspectiva del cielo, que no fue una
lamentación sino un regocijo. El cielo se regocijó con la caída de Jerusa-
lén, porque marcó el fin para siempre del antiguo pacto y el comienzo de
la gloria del nuevo pacto en su totalidad.

LOS CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA

Esto nos lleva a la séptima revelación de Apocalipsis: cielos nue-


vos y tierra nueva, en Apocalipsis 21-22. Muchos cristianos han pensado
que esta debe ser una imagen del cielo luego del juicio final. El problema
con esta idea es, no obstante, que al final del capítulo 22, Juan dice: “Esto
sucederá pronto.” La pregunta es: ¿La palabra esto incluye todo lo que
está en Apocalipsis? ¿Todo lo que está en el libro sucederá pronto, o solo
parte de él?

Cuando estudiamos Apocalipsis 21-22 sin asumir que se está ha-


blando del cielo, encontraremos algunos paralelos con el nuevo pacto. El
Cielo ciertamente existe como la morada de Dios y de los creyentes des-
pués de la muerte (y después del futuro regreso final de Cristo). Pero este
pasaje no describe solo algo en la eternidad, sino algo que podemos expe-
rimentar ahora mismo. Es la “era por venir”, la era que los judíos creían
que reemplazarían a la era malvada de la Ley. Esto es exactamente lo que
Juan describió simbólicamente aquí. A continuación hay nueve evidencias
de que Apocalipsis 21-22 no es una descripción del cielo sino una des-
cripción del mundo del nuevo pacto:

1. El río de vida (Ver Apocalipsis 22:1). Esto representa la Sal-


vación de Dios. Jesús habló de esto en Juan 4 con la mujer sa-
maritana. También habló de esto mismo en Juan 7. Estamos
invitados a ir y a beber de este río.

2. Los doce fundamentos con los nombres de los apóstoles es-


critos en ellos (Ver Apocalipsis 21:14). Pablo también escri-
bió que la Iglesia estaba cimentada sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, en Efesios 2:20. Eso no es solamente para
el futuro, sino para el presente.

3. Jerusalén celestial en un cubo (Ver Apocalipsis 21:16). La


ciudad es descripta como un cubo, en donde cada lado mide
1200 estadios, que en términos modernos serían aproximada-
mente 2255 kilómetros. Si midiésemos desde Roma hasta Je-
rusalén desde el Este hacia el Oeste, y desde el borde norte al
borde sur del Imperio Romano de aquellos días, nos daría
2255 kilómetros por 2255 kilómetros, con la isla de Patmos
exactamente en el medio de esa medición.106 Entonces el
mundo del nuevo pacto de aquellos tiempos, medía 2255 kiló-
metros cuadrados (o 1200 estadios), y Juan estaba en la isla
ubicada en el medio. También se extiende hasta el cielo, lo que
hace que tenga forma de cubo.

4. La ausencia de templo en la Nueva Jerusalén (Ver Apoca-


lipsis 21:22). El templo no existe en la Nueva Jerusalén por-
que el trabajo en la cruz ha removido al necesidad del mismo.
Nosotros somos los templos ahora, de acuerdo a 1 Corintios 3
y 6.

5. Las naciones caminarán a su luz (ver Apocalipsis 21:24).


Esto sugiere que las naciones aún existen como entidades na-
cionales separadas, lo que nos lleva a la conclusión de que es
una condición presente, no la eterna, la condición celestial.
Jesús también se refirió a la Iglesia como “la luz de este
mundo.” (Mateo 5:14)

6. Las puertas están siempre abiertas (Ver Apocalipsis


21:25). Esto ilustra la tarea del evangelismo.

7. Los inmundos practican abominación y mentira (Ver Apo-


calipsis 21:27). Aquí nuevamente vemos evidencia de un pre-
ajuste del juicio final. El cielo no admitirá gente de este tipo.

8. El árbol de vida tiene hojas para sanidad de las naciones


(Ver Apocalipsis 22:1-2). Esta declaración indica que las na-
ciones no habían sido sanadas aún.

9. Los hechiceros, la gente inmoral, los asesinos, los idólatras,


y aquellos que amen y practiquen la mentira están afuera
de las puertas (Ver Apocalipsis 22:15). Esta gente está justo
afuera de las puertas y pueden entrar en cualquier momento.
Esto muestra nuestra realidad presente, no la vida después del
juicio final. Siguiendo al juicio final, esta gente será enviada al
lago de fuego. Pero esa no es la imagen que vemos aquí. En
lugar de eso, vemos que detrás de nuestras puertas se viven
toda clase de inmundicias, pero éstas están abiertas para que
las personas puedan ser salvas y entrar en cualquier momento.

Lo que vemos descripto en Apocalipsis 21-22 es el mundo del


nuevo pacto, con la Nueva Jerusalén, la Esposa de Cristo, los cielos nue-
vos, y la tierra nueva, y el nuevo templo. Todo esto describe el mundo del
nuevo pacto en el que vivimos ahora mismo.

LO QUE RESTA
El hecho de que Apocalipsis describa eventos que tuvieron lugar
en el pasado, no lo hace menos relevante para nosotros. Después de todo,
los otros relatos históricos de la Biblia (tales como el nacimiento de Jesús,
su muerte, y su resurrección) aún tienen mucha relevancia para nosotros
muchos años después. La Biblia está llena de información relevante para
nosotros, incluso cuando la mayor parte de la misma no sucederá en nues-
tro futuro. La relevancia no cambia solo porque las profecías de Jesús ya
se han cumplido. Estamos viviendo en el maravilloso resultado del cum-
plimiento de aquellas profecías (el mundo del nuevo pacto, con una puer-
ta abierta en la que todos pueden entrar)

No obstante, también hay algunas profecías que deben cumplirse


en nuestro futuro. Sabemos que esto es verdad basándonos en Apocalipsis
21:5, que dice: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo
hago nuevas todas las cosas.” Esto está en tiempo presente. Dios no ha
terminado. El mundo aún no es perfecto. En cambio, Él está en el proceso
de hacer todas las cosas nuevas, y nosotros tenemos la oportunidad de
trabajar en la expansión del Reino en la tierra. Somos sus colaboradores,
su Esposa, y estamos sentados en lugares celestiales con Él. Por eso, po-
demos hacer todas las cosas nuevas como embajadores en la tierra. Esto
es un proceso gradual que eventualmente llegará a un punto de perfección
en el futuro, que aún no hemos alcanzado.

En conclusión, estas son cinco cosas en la que vemos que entender


Apocalipsis es importante y valioso para nosotros. cuando tenemos un en-
tendimiento apropiado de este libro, nos damos cuenta de:

1. Hemos sido completamente establecidos en el nuevo pacto con


nuestro Esposo, el Rey Jesús.

2. Toda la ira fue derramada en el sistema del antiguo pacto y


nunca jamás se repetirá. El sistema del nuevo pacto no tiene
ira, tiene perdón.

3. Estamos trabajando con el Rey para hacer nuevas todas las


cosas.

4. No tenemos razón para tener miedo de un gobierno único en el


futuro, gobernado por la bestia; ni de ningún otro pronóstico
futurista acerca de los tiempos finales.
5. Jerusalén no debería ser un ídolo del cristianismo moderno.
Vivimos en la Jerusalén celestial y somos parte del mundo del
nuevo pacto. El antiguo pacto quedó en el pasado, y Dios
clamó tres veces aleluya sobre la destrucción de esta ciudad.
Jerusalén no debería ser el centro de nuestra escatología.

Apocalipsis cierra el canon del nuevo pacto porque es la palabra


final del fin del antiguo pacto y el establecimiento del nuevo pacto. Ahora
estamos para siempre en el nuevo pacto, en donde Jesús está revelado y la
libertad fue lanzada. Las puertas están abiertas para todos, y estamos invi-
tados a colaborar con Jesús para hacer nuevas todas las cosas.

PREGUNTAS DE REPASO

1. ¿Cuándo se escribió el libro de Apocalipsis?

2. ¿Bajo el reinado de qué emperador escribió Juan el libro de Apo-


calipsis, según la Peshitta?

3. Juan tomó imágenes y símbolos de tres libros del Antiguo Testa-


mento para escribir Apocalipsis. ¿Qué libros fueron?

4. ¿En qué día se destruyó el templo, tanto en el año 586 A.C. y en el


año 70 D.C.?

5. En el griego, ¿cuántas veces aparece en Apocalipsis la palabra ge


(indicando un evento local) para hablar de un tercio de la tierra
siendo destruida? ¿Cuántas veces en el mismo libro aparece la pa-
labra kosmos (hablando del planeta entero)?

6. ¿Qué estaba velando a Jesús, de acuerdo a 2 Corintios 3?

7. ¿De qué ciudad hablan los términos Egipto, Sodoma, y Babilonia


en el libro de Apocalipsis?

MATERIAL RELACIONADO

Kenneth Gentry, Before Jerusalem Fell.


John A. T. Robinson, Re-dating the New Testament.

Frank Viola, The Untold Story of the New Testament Church.

97
Gentry, Before Jerusalem Fell, 45-67
98
Ibid. 63-64
99 Viola, The Untold Story of the New Testament Church, 176.
100 La frase “viniendo en las nubes” es usada en Ezequiel, Jeremías, e

Isaías en referencia a Dios viniendo en juicio sobre una ciudad o nación.


Ya sea que fuese sobre Babilonia, Edom, Egipto, o Israel, este idioma sig-
nificaba que Él estaba viniendo para traer juicio. Era un lenguaje profético
comúnmente entendido en el siglo primero, y no habla del fin del mundo.
101 Eberle y Trench, Victorious Eschatology, 127.
102 Un libro importante sobre este tema es Before Jerusalem Fell, del Dr.
Kenneth Gentry, el principal líder preterista del libro de Apocalipsis. En
él, Gentry analiza evidencia interna y externa que muestran que el libro se
escribió antes del año 70 D.C. Otro libro de gran ayuda en este tema es
Re-Dating the New Testament, de John A. T. Robinson, en donde él con-
cluye que el Nuevo Testamento en su totalidad fue escrito antes del año
70 D.C.
103
Concordancia Exhaustiva Strong, Griego, #2889
104
Ibid., Griego #1093
105
Kline, Treaty of the Great King, 59
106 Mulholland, Revelation, 122.

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