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INVESTIGACIÓN

Contaminación ambiental en los


polígonos de tiro y las armas químicas en
la Isla San José, Panamá

Enero 2019
ÍNDICE DE CONTENIDO

Página

Introducción ............................................................................................................. 1

Síntesis histórica de la contaminación con desechos militares en Panamá ............ 2

El Proyecto de Defensa del Canal de Panamá .................................................... 2

El proyecto San José ........................................................................................... 4

Programas de armas químicas en la década de 1950 ......................................... 6

Pruebas de agentes nerviosos ............................................................................ 6

Disposición de los artículos de prueba ................................................................ 7

Actividad posterior a 1968 ................................................................................... 7

Quien contamina ha de limpiar ............................................................................ 8

La responsabilidad de los Estados Unidos .......................................................... 9

Lo más reciente acerca de la limpieza de los desechos militares y químicos.... 12

Otras acciones emprendidas por la República de Panamá ............................... 14

Conclusiones ......................................................................................................... 16

Referencias consultadas ....................................................................................... 17

ii
Introducción
En el presente trabajo de investigación se describen someramente alguno de los
eventos más resaltantes que conllevaron a generar un alto grado de contaminación
con desechos militares, químicos y balísticos en áreas ocupadas por los EE. UU.

Panamá permitió que el ejército norteamericano usara la isla San José para
experimentar armas tóxicas, con ocasión de la campaña del Pacífico de la Segunda
Guerra Mundial. Por lo destacado en algunos informes de fuentes norteamericanas,
difundidos por medios de comunicación de ese país, se reseñan realidades
perturbadoras de como se experimento en la isla de San José con el gas mostaza
bajo las premuras que demandaba la Primera Guerra Mundial y de cómo se
arrojaron miles o centenares de bombas en la selva muchas de las cuales no
llegaron a detonar, convirtiéndose en amenazas latentes contra personas y el
ecosistema tropical. Ante estas y otras revelaciones sobrecogedoras que someten
a grave riesgo la integridad de personas y la conservación del ecosistema, Estados
Unidos ha tenido dificultades para ir reconociendo su compromiso en el
saneamiento y descontaminación de las áreas de experimentación armamentista,
tanto en la zona adyacente al canal, como en otras alejadas, como es el caso de la
isla de San José.

El cierre de las bases militares en el territorio panameño representó uno de los


beneficios que recibió Estados Unidos por su victoria en la guerra fría. Enormes
recursos, antes dedicados a las tareas de seguridad y defensa, ahora pudieron ser
destinados al desarrollo social y la consolidación de su supremacía como Estado;
sin embargo, el costo para Panamá resultó en un problema de contaminación militar
y de elementos químicos en estas bases, y una incesante búsqueda de recursos y
alternativas y presiones al gobierno norteamericano para tratar de lograr el
saneamiento correspondiente. Panamá no ha cesado en su lucha por el
saneamiento de las bases militares que se revirtieron, una vez retiradas las fuerzas
armadas de Estados Unidos, a sus costos, sin que ello involucrase la presencia
militar en nuestro país.

1
Los campos minados y con municiones no detonadas forma parte de una agenda
ambiental global que gestiona la idea de territorios libres de minas, artefactos
explosivos y municiones sin detonar.

Desde el que se firmó el tratado del Canal de Panamá de 1977 se iniciaron en la


República varias transiciones. En particular aquellas relacionadas con las tierras en
donde se situaban las bases militares estadounidenses a las cuales la mayoría de
los panameños nunca tuvo acceso formal y ahora pasaban bajo la jurisdicción de
Panamá el 31 de diciembre de 1999.

Sin un ejército nacional ni los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos, las
tierras se han ido adaptando para adaptarse a la identidad emergente de Panamá,
circunstancias fundamentales para que los panameños logren incrementen aún mas
el nacionalismo. Pero también, con estos cambios era perentorio que los Estados
Unidos cooperaran para garantizar que la transición no dejara atrás los peligros para
la salud y la seguridad humana y ambiental, y que se transfiriera a los panameños
la documentación sobre las historias de las tierras que se entregaban a Panamá.

Los tratados firmados, por Panamá como el de la Convención sobre el uso de armas
químicas (CWC) y del Canal de Panamá de 1977 (Torrijos-Carter) comprenden las
principales obligaciones de los tratados relacionadas con las armas químicas en
Panamá. Otros convenios y convenciones firmados por la República panameña
señalan el camino para asegurar las áreas implicadas en esa grotesca campaña
norteamericana, todavía sin terminar, para que Panamá declare una limpieza de
estos materiales de conformidad.

Síntesis histórica de la contaminación con desechos


militares en Panamá
Proyecto de defensa del Canal de Panamá
La presencia militar estadounidense en Panamá databa de 1903 en el Tratado Hay-
Bunau Varilla, esta remonta a mediados del Siglo XIX en negociaciones de
Colombia-Estados Unidos. La aparición de las armas químicas se origina como un
componente de las tácticas de defensa del canal de los Estados Unidos desde los

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primeros años del canal, cuando EE. UU. se preparó para ingresar en la primera
Guerra Mundial. El canal se completó sólo unos días antes del estallido de la
Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, guerra en la que se utilizó el gas
mostaza por primera vez en la batalla.

El general William Sibert, el ingeniero del Ejército que había diseñado las esclusas
de Gatún en Panamá ordenó a la primera división de las tropas estadounidenses ir
al extranjero en la guerra, navegando a Francia en junio de 1917. Sin máscaras
antigás y con actividades de guerra química, Estados Unidos no estaba bien
preparado para enfrentar ataques de gas.

En el transcurso de un año, Sibert fue nombrado director del nuevo Servicio de


Guerra Química, consolidado, se convirtió en un defensor vigoroso de todas las
formas de guerra química y en base a su interés, ya para el final de la guerra,
Estados Unidos estaba produciendo más gas letal que cualquier otro país. Este
general defendía la tesis de que esta guerra “lejos de ser inhumana, era uno de los
instrumentos más humanos de la guerra, si podemos aplicar la palabra humanitaria
a la muerte y herida de seres humanos".

En 1921 el Servicio de Guerra Química del ejercito americano implementó la


elaboración de planes para la defensa de la Zona del Canal y otras posesiones
periféricas de los Estados Unidos, con los primeros planes de defensa química en
1923, los cuales se actualizaron cada año hasta 1946.

Existían condiciones inusualmente favorables en Panamá para el empleo de


agentes químicos en defensa del canal, y se desarrolló un equipo químico y antigás.
El plan para implementar la defensa incluía bombardear con gas mostaza los
senderos y rutas que llevaban tierra adentro desde playas de desembarco, tanto en
las costas del Atlántico como del Pacífico, rociar las playas y disparar morteros
químicos contra objetivos militares.

En 1930 llegó otro partidario de las armas químicas, el general de división Preston
Brown, momento en que el ejército mantenía una compañía química compuesta por
dos oficiales y 77 hombres quien opinaba: "Durante mucho tiempo he opinado que

3
la jungla tropical cálida, húmeda y sin aliento ofrece condiciones ideales para el uso
de gas persistente", en comunicación dirigida a Washington en marzo de 1931.
Brown creía que, en caso de una invasión terrestre, las tropas podrían usar gas para
la defensa.

La entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial incrementó la


sensibilidad militar a la vulnerabilidad del Canal al ataque y trajo consigo nuevas
áreas de responsabilidad y control.

Además de defender el canal utilizando municiones químicas, los militares


planearon usar las llamadas “ollas de humo” que quemaban petróleo o mezclas de
productos químicos para proyectar visualmente el canal en caso de que los
enemigos atacaran el canal por aire. Varios cientos de las ollas de humo fueron
enviadas a la Zona del Canal en 1942, donde fueron operadas por las tropas del
Servicio de Guerra Química americano.

Proyecto San José


Los Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá colaboraron estrechamente en la
década de 1940 en las pruebas y el desarrollo de armas químicas. La colaboración
incluyó el intercambio de datos de sitios de prueba en Australia, India, la provincia
canadiense de Alberta y Bushnell en Florida. Anticipando el posible uso defensivo
u ofensivo de armas químicas contra los japoneses, los aliados buscaron una
comprensión de cómo podrían usarse las armas químicas en caso de nuevas
invasiones de los ocupados por los japoneses en islas del pacifico. Los datos
obtenidos de estas pruebas de campo eran luego analizados por un Comité Asesor
tripartito sobre la efectividad del material de guerra de gases en los trópicos.

En la búsqueda de un campo de pruebas de armas químicas en la jungla, el Servicio


de Guerra Química buscó un sitio en la jungla con "falta de habitación humana,
distancias seguras a las islas cercanas, jungla tropical, buena agua, ausencia de
enfermedades y serpientes venenosas y accesibilidad a las cercanías Aeródromos
controlados por el ejército estadounidense”. En octubre de 1943, el coronel Robert
McLeod recorrió las costas de Costa Rica, Nicaragua, Perú, Panamá y las Islas

4
Galápagos de Ecuador. Descartó la colonia penal de Panamá en la isla de Coiba
debido a que la presencia de prisioneros podría "complicarlo todo" y otras áreas
debido a la distancia desde los aeródromos, McLeod se estableció en la isla de San
José, la segunda isla más grande del grupo de Perlas en la Bahía de Panamá.

Había una percepción militar hacia lo interno que daba una visión de temor y así era
cómo los militares norteamericanos entendían el terreno tropical en el que estaban
entrando. Pensaban que era algo salvaje para nada importante para ellos, donde
los nativos masacraban a los que quisieran establecerse en el lugar.

Para los militares, esas historias de los indígenas señalaban los peligros de ingresar
a una jungla que estaba compuesta por plantas venenosas, y con esta mala
concepción de lo que representaba la isla, el general de brigada Egbert F. Bullene,
quien había sido designado para dirigir el Proyecto San José, realizó una visita
personal a la isla en noviembre de 1943 y consideró que ese era el sitio idóneo para
el proyecto. Pero por un giro en los valores ambientales, el Estado Mayor del Ejército
retrasó la aprobación de la isla San José como un sitio para experimentos químicos
hasta que se les asegurara que no se dañarían la flora o la fauna rara o no conocida.
Después investigaciones de la no existencia de fauna rara u otra cosa en San José,
el Estado Mayor dio su visto bueno.

El 20 de diciembre de 1943, el Cónsul de los EE. UU. propuso llevar a cabo "ciertas
pruebas de guerra química en las condiciones de la selva existentes" durante
períodos renovables de 60 días en la isla de San José. El acuerdo se hizo con el
gobierno de Panamá y con los propietarios privados de la isla, una firma de la
Ciudad de Panamá llamada Huertematte & Co. Se acordó una tarifa de alquiler de
$15,000 al año. Igualmente, los Estados Unidos solicitaron el consentimiento de
Panamá para construir senderos y muelles, e incorporar este nuevo acuerdo al
acuerdo base de 1942 firmado el año anterior.

El proyecto comenzó formalmente el 6 de enero de 1944, dos días después de que


Panamá concediera el permiso a los Estados Unidos para realizar "pruebas de
guerra química" en la isla. A los pocos días, cientos de ingenieros del Ejército

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llegaron a la isla para despejar carreteras y utilizaron la pista de aterrizaje y
construyeron muchos edificios para operaciones y las viviendas que el proyecto uso.
Más de 400 hombres alistados estaban estacionados en la isla a mediados de 1945,
así como cerca de 200 oficiales y civiles de los Estados Unidos, Panamá y otros
países, muchas de las tropas del Ejército eran soldados puertorriqueños.

Programas de armas químicas en la década de 1950


Desde febrero de 1953 hasta febrero de 1957, el grupo de la prueba tropical, una
unidad del cuerpo químico, bajo el mando de los Laboratorios de Pruebas
Ambientales de Dugway Proving Ground de Utah, realizó pruebas de gas de
mostaza destilada cada tres meses en Panamá. Las pruebas incluyeron pruebas de
presión de contenedores de una tonelada de mostaza, así como la congelación de
mostaza destilada.

El equipo de prueba incluyó a 20 miembros del personal, que llegaron a Panamá en


noviembre de 1952. Este equipo también realizó muchas pruebas de materiales
tóxicos en las cercanías de la ciudad de Panamá, las cuales incluían la detonación
de minas químicas para pruebas limitadas de gases y líquidos tóxicos.

Pruebas con agentes nerviosos


Los documentos muestran que se realizaron al menos cuatro pruebas en Panamá
con municiones químicas vivas desde 1964 hasta 1968. Las pruebas fueron parte
de un rango de pruebas en condiciones árticas, desérticas y tropicales. A las que
normalmente se sometían municiones químicas.

Las minas se almacenaron al aire libre en paletas durante la prueba; los ciclos de
almacenamiento variaron de 30 días a más de dos años, dependiendo del "ciclo de
almacenamiento" asignado a cada mina. El monitoreo de las minas durante el
almacenamiento incluyó el muestreo y análisis periódicos del agente neurotóxico
VX y las pruebas de fugas de las minas, luego finalmente, cada mina era detonada.

El informe disponible indica que las minas VX pudieron haber sido detonadas con
un agente vivo en su interior. El informe explicaba que, durante cada ciclo, tres

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minas (VX o rellenas con simulador) se sometían a una prueba de disparo para
determinar la funcionalidad de las minas y los componentes.

Disposición de los residuos artículos de prueba


Al finalizar cada prueba cíclica, el área contaminada por la detonación de las minas
se descontaminaba y los restos de municiones se eliminaban de acuerdo con lo
estipulado en el protocolo; sin embargo, a pesar de la referencia al gas estimulante,
la lista de materiales para esta prueba no incluía saber si quedaba o contenía el
gas, algunas ojivas pudieron haber sido enviadas a sitios de descarte con gas. Si el
plan de trabajo se implementaba correctamente, no podía haber problema alguno y
podríamos sentirnos seguro de todos los materiales que se habían estudiado y
detonado correctamente las rondas probadas habían sido dispuestos a posteriori
adecuadamente, ¿Eso fue así?

Otras pruebas de 1964 a 1968 incluyeron "pruebas ambientales" de cohetes M55


llenos de VX y sarín, ambos elementos químicos de acción destructiva masiva. Las
pruebas incluyeron el someter las municiones o el equipo a condiciones ambientales
específicas (por lo general, trópico, desértico, ártico o templado) durante períodos
de tiempo específicos para comprender cómo esos climas afectaban los materiales.
Estas pruebas no necesariamente incluyeron el disparo de municiones, por lo que
queda la duda de su destrucción.

Los Estados Unidos suspendieron la producción del agente VX, así como el cohete
M55, en 1968. La producción de Sarín cesó en 1957, pero se mantuvo en las
reservas de los Estados Unidos hasta la actualidad.

Actividad posterior a 1968


No se ha encontrado documentación del almacenamiento o prueba de agentes
químicos letales vivos en Panamá desde 1968. El 19 de noviembre de 1969, el
Congreso norteamericano aprobó la Ley Pública 91-121, que prohibió el despliegue,
almacenamiento o eliminación de agentes químicos o biológicos letales fuera de los
Estados Unidos y para ubicaciones en el extranjero bajo la jurisdicción de los EE.
UU. la ley exigía una notificación previa al Congreso.

7
Sin embargo, se exceptuó para su uso en Panamá desde 1968: el gas lacrimógeno.
El ejército de los Estados Unidos ha reconocido las pruebas de laboratorio limitadas
y controladas de algunos gases lacrimógenos en Panamá desde 1979.

Finalmente, es así como podemos observar que la hegemonía impuesta por lo EE.
UU. para la disposición de las áreas de su estrategia militar, de muchas formas
eludía la participación panameña. Particularmente en la Isla San José se constituyó
en un laboratorio para experimentación con armas químicas de acción masiva, tanto
la imposición y las acciones de contaminación y destrucción del ambiente se
sustentaron en la presión global de la Guerra Fría, donde privaba más los intereses
de los norteamericanos y una defensa del Canal, muy a pesar del criterio de
neutralidad de la nación panameña. A medida que se abre la información militar
norteamericana, se van acumulando nuevas evidencias de que el Comando Sur usó
buena parte del territorio panameño como campo de experimentación de armas
tóxicas, altamente nocivas para seres humanos y el medio ambiente.

Lo más grave y contradictorio del problema es que, sin medir las consecuencias, los
responsables panameños de los tratados canaleros aprobaron entre los convenios
anexos la autorización expresa para realizar pruebas armamentistas para
determinar su efectividad bajo el medio ambiente.

Quien contamina ha de limpiar


Las antiguas bases estadounidenses en Panamá, que cerraron en 1999 afectaron
el entorno básicamente de dos formas: por un lado, crearon un enclave en la zona
del Canal, distorsionando el desarrollo con la creación de dos polos, una zona
relativamente “impoluta” y acomodada, y otra pobre y víctima de la explotación
medioambiental; en segundo lugar, las actividades militares dejaron tras de sí
materiales tóxicos y explosivos, sobre todo municiones convencionales y químicas
sin detonar, en los antiguos campos de tiro, con lo que grandes extensiones de tierra
quedaron improductivas. La presencia de municiones y armas químicas sin detonar
supone que los terrenos no podrán ser recuperados para volver a cultivarlos o vivir
en ellos.

8
Ciertas organizaciones no gubernamentales han marcado pautas con grupos
estadounidenses y latinoamericanos, en la idea de que el Gobierno de los Estados
Unidos cumpla con los compromisos que asumió en virtud de los Tratados del Canal
en materia de limpieza del medio ambiente panameño. En estos grupos que
reclaman estas acciones aplican el principio de la limpieza medioambiental el cual
es muy simple, y se basa en el aprendizaje familiar de que “cuando ensucias algo,
lo limpias. Esto es algo fundamental en el caso de agentes químicos y explosivos
tóxicos y peligrosos. Sin embargo, es muy poca la voluntad política de Panamá o
los Estados Unidos para llevar a cabo una buena limpieza medioambiental de los
campos de tiro, donde los estadounidenses abandonaron más de 100.000
proyectiles sin detonar y en el caso de la Isla de San José, donde se han constatado
la existencia de bombas de gas mostaza dejadas por los Estados Unidos.

La responsabilidad de los Estados Unidos


En el tratado Torrijos-Carter se estableció que la República de Panamá y los
Estados Unidos de América quedaron comprometidos a aplicar este tratado de
modo consistente con la protección del ambiente natural de la República. Asimismo,
establecieron una comisión mixta sobre el ambiente natural para supervisar la
aplicación de la norma ambiental y adoptar medidas para mitigar los efectos
negativos. Además, soportado por la Doctrina Internacional de la responsabilidad
de los Estados, la cual consagra que el Estado que incurra en el incumplimiento de
una obligación internacional debe proceder a la reparación e indemnización por el
daño causado al Estado lesionado.

Al término de cualquier actividad u operación en virtud del Tratado de 1977, los


Estados Unidos estaban obligados a tomar todas las medidas necesarias para
garantizar que todo peligro para la vida humana, la salud y la seguridad y que se
eliminaría de cualquier sitio de defensa o área militar de coordinación. o cualquier
parte de este, en la fecha en que las Fuerzas de los Estados Unidos ya no estuvieran
autorizadas a usar dicho sitio. Antes de la transferencia de cualquier instalación, los
dos gobiernos debían consultar sobre: (a) su condición, incluida la eliminación de

9
los peligros para la vida humana, la salud y la seguridad; y (b) compensación por su
valor residual, si existía alguna.

A finales del año 1998, se expresaba en la prensa panameña que, dentro del
contexto de la conciencia global contraria a la contaminación ambiental, tanto
Estados Unidos como Panamá habían suscrito tratados multilaterales para la
erradicación de armas químicas y en general contra la utilización de sustancias
degradadoras del ecosistema terrestre. Las obligaciones norteamericanas en
materia ambiental, en consecuencia, no estaban circunscritas a los tratados del
Canal, sino que involucraban todas las zonas del territorio nacional donde habían
experimentado, arrojados o sepultado armas o sustancias contaminantes. Sin dejar
de lado irreflexiva flexibilidad de los negociadores panameños que autorizaron la
instalación del Centro de Pruebas Tropicales sin medir las consecuencias. Ya era
hora de que el gobierno reclamara seriamente el cumplimiento de las obligaciones
ineludibles de los Estados Unidos.

En armonía con las aspiraciones y preferencias de la comunidad internacional la


Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, en sus tareas de
codificación y desarrollo progresivo del Derecho Internacional, tomó buena nota en
sus sesiones de 1995, del Principio 22 de la Declaración de Estocolmo y del
Principio 13 de la Declaración de Río en los que alientan a los Estados a cooperar
para continuar desarrollando el Derecho Internacional en lo que se refiere a la
responsabilidad y la indemnización por daños ambientales causados por las
actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control.

Los Estados Unidos no sólo han incurrido en la violación de una obligación


convencional, sino que a la vez han incurrido en una violación de un derecho
humano fundamental que les asiste a todos y cada uno de los habitantes de la
República de Panamá.

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Se trata, por una parte, de una norma de jus cogens1 de imperativo acatamiento al
tenor de lo dispuesto en la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.
Por otra parte, no pueden los Estados Unidos sustraerse de su obligación de
respetar el derecho humano reconocido internacionalmente en la esfera ambiental
y que tiene el carácter de erga omnes2, sujeta al general acatamiento de los Estados
Miembros de la Comunidad Internacional.

La reafirmación del Instituto de Derecho Americano (The American Law Institute),


ha aceptado las obligaciones erga omnes, incluyendo en esa categoría las
obligaciones de Derecho Internacional Consuetudinario referentes a los derechos
humanos y a la protección del medio ambiente.

Es un hecho evidente que en el Tratado se estipuló que la fecha del cese de la


autorización para el uso de las áreas afectadas por las Fuerzas Norteamericanas
fuese el mediodía, hora de Panamá́ , del 31 de diciembre de 1999 (Artículo II del
Tratado del Canal y Artículo V del Tratado de Neutralidad Permanente del Canal).

La relación armónica y el respeto recíproco de los dos países exigían de los Estados
Unidos, la diligencia oportuna, la prudente previsión y el cumplimiento honorable de
los requerimientos exigidos para que al 31 de diciembre de 1999 toda amenaza a la
vida, la salud y la seguridad humana estuviese removida de los sitios afectados. No
hacerlo así implicaría negligencia, incumplimiento de una obligación internacional,
imprevisión y falta de prudencia para no apartarse de la letra y el espíritu de un
compromiso contractual pactado de buena fe.

La justicia, el derecho, la equidad y la moral están de parte de Panamá. El Artículo


VI del Tratado del Canal de 1977, referente a la "Protección del Ambiente Natural",

1jus cogens: como el conjunto de normas imperativas de derecho internacional general, establecidas
por la comunidad internacional de Estados en su conjunto. Las normas de jus cogens no pueden ser
derogadas, salvo por otra norma del mismo rango. Cualquier tratado internacional contrario a una
norma de ius cogens es nulo.
2erga omnes: es una locución latina, que significa "respecto de todos" o "frente a todos", utilizada
en derecho para referirse a la aplicabilidad de una norma, un acto o un contrato. Significa que aquel
se aplica a todos los sujetos, en contraposición con las normas inter partes que solo se aplican a
aquellas personas que concurrieron a su celebración.

11
estableció como un compromiso de honor aplicar el Tratado de forma consistente
con la protección del ambiente natural de la República de Panamá.

No obstante que el Artículo VI antes citado contempla mecanismos para la consulta


y la colaboración; que se estableció el compromiso de que los Estados Unidos
proporcionaría una información completa sobre cualquier acción que pudiera tener
un efecto significativo sobre el ambiente natural, y que se creó una Comisión Mixta
sobre el Ambiente Natural, facultada para recomendar medidas para evitar, y si esto
no fuera posible, mitigar los efectos ambientales adversos, a pesar de estos
compromisos, repito, los Estados Unidos no proporcionaron a Panamá la
información completa de que habla el Tratado, con los detalles técnicos para
identificar y localizar las áreas contaminadas y el carácter y naturaleza de la
contaminación, susceptibles de poner en peligro la salud y la seguridad de nuestra
población civil.

Y no se diga, a modo de excusa, que los Tratados fueron firmados en 1977 y que
entraron en vigencia en 1979, porque el Gobierno norteamericano tenía la
́ ica y moral desde que se firmaron esos Tratados, por una parte, de
obligación jurid
hacerle honor al compromiso de cumplir con la protección del ambiente natural de
la República de Panamá, y en forma prioritaria, cumplir con la obligación de adoptar
las medidas necesarias para asegurar que toda amenaza a la vida, salud y
seguridad humanas estuviese removida de cualquier sitio de defensa, área de
coordinación militar o porción del mismo, en la fecha en que cesase la autorización
para su uso por las fuerzas de los Estados Unidos (Artículo IV, numeral 4 del
Acuerdo para la ejecución del Artículo IV del Tratado del Canal de Panamá).

Lo más reciente acerca de la limpieza de los desechos militares y


químicos
De acuerdo con lo expresado en el Diario el Clarín, Mundo de Panamá en
septiembre de 20173, “existe consenso entre los panameños, y a nivel de todas sus

3 Contaminación de las Bases Militares / Ambiente Ecológico WWW. El traspaso del Canal
Estados Unidos destruye las armas químicas que dejó abandonadas en Panamá. 2017. Consulta en
línea en la URL: http://www.ambiente-ecologico.com/revist63/accio63j.htm

12
organizaciones, de que el Gobierno panameño no ha hecho lo suficiente para que
Estados Unidos cumpla con la letra de los Tratados del Canal de 1977 que lo obliga
a limpiar las bases militares contaminadas. Igualmente, existe conciencia de que
EE. UU. no tiene interés en sanear las áreas contaminadas con explosivos sin
detonar”.

Sigue siendo el interés del pueblo panameño el tener la garantía de que se realice
una descontaminación total de esos residuos militares de tantos años, que ahora
por los procesos propios de la degradación y corrosión natural se vuelven más
peligrosos para los seres vivos que puedan circular en esas áreas. Esta acción que
puede ser realizada unilateralmente entre los países o en cooperación.

Dice el informe de prensa que la antigua Zona del Canal, que alojaba las bases
militares norteamericanas que rodeaban el Canal de Panamá, tenía una extensión
de 143.219 hectáreas. En la actualidad, quedan por revertir menos de 35.000
hectáreas, de las cuales 17.000 corresponden a los polígonos de Nuevo Emperador,
Balboa Oeste y Piña.

El Ejército norteamericano, ha sugerido la posibilidad de que Panamá convierta un


total de 3.250 hectáreas contaminadas con bombas sin detonar en los polígonos en
áreas boscosas con acceso prohibido; sin embargo, la Cancillería panameña ha
rechazado esa propuesta por considerar que no se ha hecho lo suficiente para
limpiar las bases. En torno a la limpieza de las bases se ha desatado una polémica
entre los Gobiernos de Panamá y Estados Unidos, dado que los Tratados del Canal
Torrijos-Carter son claros sobre la obligación de Estados Unidos de limpiar todas
las áreas donde realizaron ejercicios los militares norteamericanos. Además,
también existen otros Tratados del Canal que también se sobreponen a esta acción,
Convenciones de Biodiversidad de 1992 y la de Armas Químicas de 1998. En esta
última se establecieron los métodos para la descontaminación de estas armas.

En la referida nota de prensa se ha evidenciado inquietud por parte de algunos


medios de comunicación en los EE. UU, sobre la limpieza de las bases militares
norteamericanas a orillas del Canal de Panamá en donde se ha denunciado que

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ese país abandonó cuantiosas bombas sin detonar en los polígonos de tiro en
Emperador, Balboa Oeste y Piña.

En la controversia se han escuchado, desde el principio de las negociaciones de


1977, opiniones diversas, muchas de ellas sustentadas por el gobierno
norteamericano en boca de sus voceros, señalándose por ejemplo se señaló que
los EE. UU. sólo estaban obligados a efectuar limpiezas hasta donde fuera práctico,
o que el Departamento de Defensa cumpliría con lo que establecía los Tratados
hasta el 31 de diciembre de 1999, y que luego cualquier conversación para el
saneamiento debía efectuarse por los canales diplomáticos. Igualmente se ha
opinado que un 20% de las áreas utilizadas para polígonos de tiro tendrían que
mantenerse como sitios de reserva ecológica debido al alto peligro que etas
representan para la población, advirtiéndose, que las antiguas áreas de tiro sólo
podrían ser utilizadas parcialmente.

Estados Unidos presentó inventarios iniciales en 1998 sobre material bélico


recolectado en algunos sitios presentado al gobierno panameño, donde se incluía
la metodología empleada para la recolección; sin embargo, se la hizo una gran
crítica al mismo debido a que no contó con un mecanismo apropiado de auditoría
científico y con soporte histórico de las acciones previas durante las actividades
militares. Este informe no fue sometido al Departamento de Defensa de los EE. UU.
y no hubo participación del gobierno panameño en ninguno de las etapas de su
concepción, planificación y ejecución.

Dada la inconstancia y la fidelidad de cumplimiento en los acuerdos para la


descontaminación de las áreas militares con restos de materiales tóxicos y
explosivos, se hace difícil establecer que se ha realizado una limpieza satisfactoria
de dichas áreas.

Otras acciones emprendidas por la República de Panamá


Por su parte Panamá en el transcurso de la firma del tratado de 1977 hasta la fecha
ha realizado acciones emprendidas a buscar apoyo internacional a través de la firma
de otros convenios tales como:

14
Convenio sobre Armas Químicas (CAQ). Este tratado entro en vigor el 29 de abril
de 1997, e el se exige la destrucción de todas las armas químicas del planeta dentro
de los próximos 1 a 15 años. Este convenio incluye las armas almacenadas en
cualquier país en espacio y tiempo., siendo la autoridad nacional para la
implementación de la Convención de Armas Químicas es el Ministerio de Salud.

Tratado de las Naciones Unidas sobre la diversidad biológica, de 1992, en su


Artículo 14 se refiere a la evaluación del impacto y reducción al mínimo, del impacto
adverso al medio de este tipo de actividad.

Convenio de Derecho Internacional Humanitario, referente a la Convención de


Ginebra sobre armamentos inhumanos, así como la de Varsovia sobre armas
incendiarias. Prohíbe el minado de bosques y otro tipo de cubierta forestal.

Entre otras convenciones y acuerdos internacionales tenemos: Convención en


materia ambiental como el Derecho del Mar; contaminación marina; objetos
espaciales; accidentes nucleares y otros, que funcionan con el principio
internacionalmente reconocido de que: "el que contamina paga", ya comentada
antes. Firma y ratificación de convenios internacionales como el Convenio de
Basilea para el control de movimientos transfronterizos.

La Autoridad de la Región Interoceánica (ARI), la Autoridad Nacional del Ambiente,


ANAM y la ley General de Ambiente, No. 41

Se estableció el fideicomiso con fines de protección ambiental (Fundación Natura).

Se han expedido leyes sobre protección y manejo de la vida silvestre, convención


de minas antipersonales de varios estudios de impacto ambiental en el área.

Negociaciones bilaterales con los EE. UU. para la descontaminación de las áreas
revertidas. Ejemplo de ellas, es la creación del Grupo de Trabajo Conjunto Estados
Unidos-Panamá, grupo informal para ayudar a manejar temas relacionados con los
campos de tiro que revertieron a Panamá.

15
Monitoreo de Cuencas que realizó el Instituto de Recursos Hidráulicos y
Electrificaciones (IRHE).

Proyecto del Ministerio de Salud. Evaluación del riesgo a la salud en las poblaciones
aledañas a los polígonos de tiro y ares de bombardeo. Educación ambiental en
salud dirigido a las poblaciones ubicadas en área de riesgo. Dos cursos de
capacitación para facilitadores regionales y locales de salud, en la identificación y
manejo de riesgo por Municiones no Detonadas (MDN).

Transferencia de los polígonos, acciones de seguridad: Los EE. UU. están tomando
medidas agresivas para reducir el asociado con la presencia de MDN en los campos
de tiro de Emperador, Balboa Oeste y Pina.

Conclusiones
La contaminación con sustancias neurotóxicas y de los restos de municiones no
detonadas esparcidas en las superficies o enterradas en las áreas de tiro de las
antiguas bases militares norteamericanas son problemas prioritarios que no se han
resuelto en su totalidad a la retirada del Ejercito de los EE. UU., sobre todo por que
ha habido mucha negligencia en darle el finiquito definitivo con el aseguramiento y
confiabilidad requerido para que los ciudadanos panameños se sientan seguros en
el tránsito y uso de esas áreas.

Se siente, por los múltiples hechos y expresiones de los voceros norteamericanos


que ha habido como cierta indolencia en tomar las acciones para resolver este
peligroso acto de contaminación que cada día se torna más peligroso dado el
transcurrir del tiempo y el grado de corrosión que puedan haber sufrido esos
desechos, que los hace uno de los problemas ambientales mas complejos y
sensibles que tiene que enfrentar nuestro país. La recuperación de esas áreas es
costosa y de mucha dificultad técnica.

Si bien en el Tratado Torrijos-Carter de 1977, se dejó claro que la entrega del Canal
y las áreas militares debían ser bajo condiciones de la consideración ambiental, con
el tiempo esto no ha sido logrado del todo, a pesar de que los EE. UU. han intentado

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consignar algunas evidencias de que han emprendido, negligentemente, acciones
para eso.

En un inicio, el gobierno panameño no tomó las acciones de auditoria y supervisión


apropiadas para la confirmación de las acciones emprendidas por los
norteamericanos, en la Isla San José y áreas aledañas al Canal eso dejó muchas
dudas de la acción más profunda de descontaminación que se pudiera haber
realizado y que fue presentada en algunos informes del Ejercito de los EE. UU., de
manera unilateral.

Se observa que existen muchas dudas de que se haya realizado un grado aceptable
de descontaminación en las áreas implicadas, por lo que el Estado ha realizado
acciones importantes para contrarrestar las acciones negligentes de los EE. UU.
apoyándose en tratados y convenios internacionales que respaldan de manera
globalizada.

En la comunidad internacional se entiende que hay una clara responsabilidad del


estado norteamericano en el grado de contaminación que dejaron en las áreas
ocupadas y que fueron utilizadas como laboratorio para sus pruebas militares
durante el tiempo de ocupación, el cual debe ser resarcido.

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