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No es nada personal, Estoy en mi perfecto derecho, No tengo madera de héroe, Todas

las opiniones son respetables… Todas estas sentencias son, para Aurelio
Arteta (Navarra, 1945), tópicos: frases que rellenan nuestras conversaciones a diario
pero que esconden “efectos perversos”. El filósofolleva 15 años analizando tópicos y ha
recogido algunos de los que, a su juicio, son más preocupantes en Tantos tontos
tópicos (Ariel). Con el libro, Arteta quiere alertar de que “hay que poner bajo crítica”
muchas de estas expresiones que, según el filósofo, se usan casi de manera automática
sin valorar lo que realmente se está diciendo.
¿Qué son los tópicos?
No tengo ninguna etiqueta ni ninguna definición absolutamente precisa. Pero serían
algo así como unos comodines verbales, frases, expresiones reiteradas y comunes que
nos sirven fundamentalmente para dos cosas: para ahorrarnos el pensar por cuenta
propia y para acomodarnos al grupo, al “se dice” o “se comenta”.
¿Son prejuicios?
De alguna manera sí. Diría que casi todos los tópicos son inmensos prejuicios porque en
realidad no son más que las expresiones más universales, cotidianas… de las creencias
vigentes en una sociedad.
¿Qué problema les ve?
Su falta de fundamento y que provocan daño en nuestras conductas. … Hacen daño. Si
yo digo Al enemigo ni agua estoy diciendo desde un punto de vista político pero
también desde un punto de vista familiar que mi enemigo, solamente por serlo, no
puede tener razón y que mi enemigo, solo por serlo, es malo. Esto es muy grave. O si
digo No es ni mejor ni peor, simplemente distinto ¿Le suena?
Lo he oído muchas veces.
¿Muchas? ¡Muchísimas! Antes de que hoy se meta en la cama lo va a oír unas cuantas
más (risas). El significado de esto es que la gente no quiere o no se atreve a juzgar por
no meter la pata, o por no quedar mal, o porque no está seguro de lo que dice…
Este tópico dice que por el mero hecho de ser distinto, vale. No vale por la cantidad de
belleza que tenga o la verdad que acumule. Nadie se atreve a decir que una cosa es más
ni menos que otra. Y por su puesto no se debe juzgar nada y por tanto tampoco se debe
juzgar a nadie. Entonces dejaremos tranquilos a Hitler, a los grandes asesinos, a los
grandes sinvergüenzas… porque no hay que juzgar a nadie.
¿Abusamos de los tópicos?
Todo tópico por definición es un abuso en la medida de que el que los usa no se da
cuenta de cuáles son las consecuencias, no tiene fundamento o tiene un fundamento
perverso.
Usted dice que los tópicos son el cemento de nuestras relaciones.
Sí, de nuestras relaciones cotidianas pero al mismo tiempo falsas por impersonales.
Muchas veces bastantes tópicos cumplen una función positiva porque con una frase
condensamos nuestra experiencia de manera que así la explicamos perfectamente. Pero
en más de una ocasión esa frase dice otras muchas cosas más de lo que creemos. Dice
cosas literalmente falsas.
¿Puede poner algún ejemplo?
¡Todos! (risas). Si digo Condenamos la violencia venga de donde venga estoy diciendo
una barbaridad porque eso es decir que condenamos igualmente la violencia del ladrón
que roba la cartera que la del policía que finalmente debe hacer cierta fuerza física o
violencia para detenerle y recuperarla.
¿Cómo puede ser entonces que se tengan como verdades absolutas si usted dice que
algunos tópicos son burradas?
Se me ocurre que hay muchos mecanismos psicológicos y sociales. La voluntad de huir
del dogma. Como venimos de una educación excesivamente dogmática o acrítica ahora
parece que hay que ir contra el dogma. ¡Pues no señor! Dos y dos son cuatro lo diga
quien lo diga. De repente hemos entrado en una etapa de lo no razonable, de que se
puede decir todo. ¡Pues no es verdad! La palabra tiene sus leyes, la moral también las
tiene y la política. Decir Somos la mayoría y con eso nos basta no es democrático. La
democracia es mucho más que una regla de la mayoría.
¿En la escuela se enseñan muchos tópicos?
Naturalmente. En las escuelas, en las familias, en las reuniones de las cuadrillas de
amigos, en los periódicos…
¿Y en la televisión es donde más?
No he hecho ningún cálculo, pero supongo que sí. Y ¿a qué se debe? A que los tópicos
inmediatamente caen bien porque estamos predispuestos a escuchar esas cosas. Y por
otra razón. Si yo digo un tópico con el que usted está de acuerdo por eso es tópico,
porque solemos estar de acuerdo en ellos, entonces confiamos el uno en el otro. O por lo
menos confiamos en que no nos vamos a pegar, que no vamos a discutir…
Usted pide que no se abuse de los tópicos.
¡No! ¡Digo que no se usen! ¡Reniego de los tópicos! Hay mucha gente que me dice que
algunos se pueden salvar o que tienen aspectos positivos. ¡Qué no! (risas). Dígame uno
de los tópicos que aparece en el libro y que le parezca menos malo o bueno.
… Respeto sus ideas pero no las comparto ¿Le parece malo?
¿Usted le diría eso a un nazi?
No, pero lo podría usar, por ejemplo, si estuviera discutiendo con alguien sobre si
los bares en Barcelona deben cerrar a una hora determinada…
Las ideas no se respetan, están hechas precisamente para ser contradichas, para combatir
entre ellas y quedarnos con las que nos ofrezca mayor rigor, mayor grado de
verosimilitud…. Quienes necesitamos ser respetados somos usted y yo. El ejemplo que
me ha puesto está bien tomado pero es bastante cómodo. Aunque incluso en estos casos
más leves (risas), si usted tiene una idea contraria a la de su amigo no es verdad que esté
usted respetando la idea de su amigo ¡está usted respetándole a él y él a usted!

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