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Niños y adolescentes

El suicidio en niños y adolescentes se produce como consecuencia de


acontecimientos estresantes de la vida. Lo que una persona joven percibe como
algo grave e insuperable, a un adulto puede parecerle leve, por ejemplo, los
problemas en la escuela o la pérdida de una amistad. En algunos casos, un niño o
un adolescente puede tener pensamientos suicidas debido a determinadas
circunstancias de la vida sobre las que no quiere hablar, entre ellas:

 Tener un trastorno psiquiátrico, como depresión

 La pérdida o un conflicto que involucre a amigos o a familiares cercanos

 Antecedentes de maltrato físico o abuso sexual

 Problemas de alcoholismo o drogadicción

 Problemas físicos o médicos, por ejemplo, quedar embarazada o tener una


infección de transmisión sexual

 Ser víctima de hostigamiento

 Sentir incertidumbre acerca de la orientación sexual

 Leer o escuchar la historia de un suicidio o haber conocido a un compañero


que se haya suicidado

Si estás preocupado por un amigo o un familiar, preguntarle sobre sus


pensamientos e intenciones suicidas es la mejor manera de identificar el riesgo.
En los últimos años, las tasas de suicidio de jóvenes han declinado después de más de una
década de aumento sostenido, sólo para comenzar a aumentar otra vez. No se conocen
claramente los motivos de estas fluctuaciones. Numerosos expertos consideran que uno de
los factores pueden ser las tasas cambiantes con las que se prescriben antidepresivos
(ver Trastornos depresivos en niños y adolescentes : El riesgo de suicidio y los
antidepresivos). Algunos expertos postulan que los antidepresivos ejercen efectos paradójicos,
que determinan que los niños y los adolescentes hablen más acerca de sentimientos suicidas,
pero disminuyen la probabilidad de que se suiciden. No obstante, aunque raro en niños
prepúberes, el suicidio es la segunda o tercera causa de muerte en jóvenes de 15 a 19 años
de edad y sigue siendo una preocupación sanitaria considerable.

Etiología
En los niños y adolescentes, el riesgo de la conducta suicida es influenciado por la presencia
de otros trastornos mentales y otros trastornos que afectan el cerebro, los antecedentes
familiares, factores psicosociales y factores ambientales (ver Factores de riesgo para
comportamiento suicida en niños y adolescentes).

Factores de riesgo para comportamiento suicida en niños y adolescentes


Tipo Ejemplos
Los trastornos mentales y los Trastornos del estado de ánimo* (p. ej., depresión
trastornos físicos que afectan el cerebro unipolar o bipolar)

Esquizofrenia

Consumo de alcohol y/o de sustancias

en adolescentes

Tendencias impulsivas y agresivas (trastornos de


conducta)

Intentos previos de suicidio

Lesión encefálica traumática

Trastorno por estrés postraumático (TEPT)


Antecedentes familiares Antecedentes familiares de conducta suicida

Madre con un trastorno del estado de ánimo

Padre con un historial de problemas con la policía

Mala comunicación con los padres


Factores psicosociales Medidas disciplinarias recientes† (más comúnmente,
suspensión en la escuela)
Tipo Ejemplos
Pérdida interpersonal (pérdida de una novia o novio,
sobre todo en los niños); separación de los padres)

Las dificultades en la escuela

El aislamiento social (en particular no trabajar o ir a la


universidad)

Minorías en hogar con movilidad ascendente

Víctima de acoso

Informes de suicidio en los medios de comunicación


(suicidio imitador)
Factores ambientales Fácil acceso a métodos letales (p. ej., armas de fuego)

Barreras o estigmas asociados con el acceso a servicios


de salud mental
*Se presentan trastornos del estado de ánimo en más de la mitad de los adolescentes suicidas.

Casi la mitad de los suicidios consumados se producen después de una acción disciplinaria
reciente.
Otros factores que contribuyen pueden ser la falta de estructura y límites, que generan un
sentimiento abrumador de falta de dirección, e intensa presión parental para triunfar
acompañada de la sensación de no cumplir las expectativas. Un motivo frecuente para un
intento de suicidio es tratar de manipular o castigar a otros con la fantasía "Verás cómo lo
sientes cuando haya muerto".

Los factores de protección incluyen

 La atención clínica eficaz para trastornos mentales, físicos y trastornos por consumo
de sustancias
 Fácil acceso a las intervenciones clínicas
 Soporte familiar y comunitario (conectividad)
 Las habilidades en la resolución de conflictos
 Las creencias culturales y religiosas que desalientan el suicidio
Uno de los mitos existentes sobre las personas que hablan de suicidarse, y aquellos
que realmente lo intentan, es que se trata simplemente de una llamada de atención
o de una petición de ayuda. Los niños que hablan o escriben acerca de matarse no
son tomados en serio y se les considera excesivamente melodramáticos:
¡obviamente no lo dicen en serio! Pero no debemos nunca ignorar una amenaza de
suicidio, incluso cuando provenga de una niña que ha amenazado con suicidarse ya
tantas veces que estamos tentados a dejar de tomarla en serio. Es importante
responder seria y cuidadosamente a dichas amenazas y a otras señales de
advertencia. Estas no significan que un niño vaya a intentar suicidarse. Pero es una
posibilidad que no se puede descartar.

Cuando se reflexiona sobre este tema, resulta útil conocer los factores que hacen
que los más jóvenes sean más o menos propensos a considerar o intentar
suicidarse. ¿Qué sabemos de los jóvenes que intentan quitarse la vida, o de aquellos
que finalmente mueren por suicidio? Analicemos los factores de riesgo (aquellos
que aumentan las probabilidades de que un niño manifieste conductas suicidas) y
los factores protectores, es decir, aquellos que reducen el riesgo.

Si un niño tiene muchos factores de riesgo y apenas factores protectores, es razón


suficiente para preocuparse sumamente por él. Por otro lado, si tiene una cantidad
razonable de factores de riesgo pero tiene muchos factores protectores, puede
preocuparse algo menos, aunque aún así, por supuesto, debe seguir preocupándose
por él.

Algunos factores de riesgo:

 Una pérdida reciente o seria. Esto puede incluir la muerte de un miembro de


la familia, un amigo o una mascota. Los niños pueden sentir que la
separación o el divorcio de los padres, o una ruptura con el novio o la novia
es como una profunda pérdida, además de la pérdida del empleo de uno de
los padres, o que la familia pierda su casa.
 Un trastorno psiquiátrico, particularmente un trastorno del estado de
ánimo, como la depresión, o un trastorno relacionado con estrés.
 Intentos de suicidio anteriores aumentan el riesgo para otro intento de
suicidio.
 Trastorno de consumo de alcohol y otras sustancias, así como también
involucrarse en muchos problemas, tener problemas disciplinarios,
involucrarse en comportamientos de alto riesgo.
 Tener dificultades con su orientación sexual en un ambiente que no sea
respetuoso o que no acepte dicha orientación. El problema no es si el niño es
homosexual o la niña es lesbiana, sino si tiene dificultades en un entorno
que no le apoya.
 Un historial familiar de suicidio es algo que puede ser realmente
significativo y preocupante, como lo es también un historial de violencia
doméstica, abuso o negligencia infantil.
 La falta de apoyo social. Un niño que no siente el apoyo de un adulto
importante en su vida, así como también de sus amistades, puede aislarse
tanto que el suicidio le puede parecer la única salida a sus problemas.
 Acoso. Sabemos que ser víctima de acoso es un factor de riesgo, pero
también hay cierta evidencia de que niños que son acosadores pueden tener
un riesgo más alto de comportamiento suicida.
 Tener acceso a productos y/o artículos letales, como armas de fuego y
pastillas.
 El estigma asociado a pedir ayuda. Una de las cosas que sabemos es que
mientras más desesperadas y desamparadas las personas se sienten, tienen
más probabilidad de elegir hacerse daño a ellos mismos y terminar con su
vida. También si ellos sienten mucha culpa o vergüenza, o si ellos se sienten
que no valen nada o si tienen baja autoestima.
 Barreras para acceder a servicios: Dificultades para recibir servicios que
necesitan de verdad incluyen la falta de proveedores de servicio bilingües,
medios de transporte no confiables, y el costo financiero de los servicios.
 Las creencias culturales y religiosas de que el suicidio es una manera noble
para resolver un dilema personal.
ESTO ES LO MAS CERCANO QUE ENCONTRÉ AMOR:
Suicidio

La detección sistemática de los aspectos relacionados con la salud mental debe


realizarse en todas las consultas habituales del niño sano desde el inicio de la
infancia hasta la adolescencia e incluir síntomas afectivos y cualquier problema del
comportamiento. En la actualidad, más de 800.000 personas se suicidan
cada año (1). Por cada suicidio, hay muchas más tentativas de suicidio cada año.
Entre la población en general, un intento de suicidio no consumado es el factor
individual de riesgo más importante.

En el grupo de 15 a 29 años, el suicidio es ya la segunda causa principal


de defunción. El Manual Harriet Lane de pediatría señala
como principales factores de riesgo:

 Sexo masculino
 Orientación bisexual u homosexual
 Aislamiento o vivir en soledad
 Antecedente de factor estresante agudo o pérdida reciente
 Antecedente familiar de suicidio, antecedente familiar o personal de intento
de suicidio
 Problemas de salud mentales personales o de los padres
 Malos tratos físicos o abusos sexuales
 Consumo de drogas y armas de fuego en el domicilio (incluso si se guardan y
protegen en lugar seguro)

Lo más apropiado es hacer las preguntas de cribado sobre ideas suicidas después
del interrogatorio inicial sobre factores de estrés, estado de ánimo y síntomas
depresivos. La irritabilidad, los síntomas somáticos inespecíficos o múltiples y los
problemas conductuales pueden indicar depresión en un adolescente.

Además de los factores de riesgo señalados, la valoración del riesgo suicida


debe analizar también si el paciente tiene un plan, la mortalidad posible de
dicho plan, el acceso a los medios para aplicarlo y si lo ha intentado alguna vez.

Todo adolescente con factores de riesgo y un plan suicida debe ser


considerado de riesgo inminente y no debe permitirse que abandone la
consulta. Los profesionales sanitarios deben contactar con las asociaciones locales
de apoyo ante una crisis y deben solicitar de inmediato una consulta con un
profesional de salud mental; deben individualizarse las opciones posibles, pero
consisten en cita de salud mental el mismo día, traslado a un servicio de urgencias
psiquiátrico o ingreso hospitalario psiquiátrico. En caso de que el joven no tenga un
plan o una preparación del suicidio, debe ser considerado de riesgo
moderado. Hay que proporcionarle un plan inmediato de tratamiento de salud
conductual, información sobre los centros de urgencia e ideas para estrategias de
afrontamiento.

Trastornos de ansiedad

Abordamos aquí el capítulo de los trastornos de ansiedad, uno de los problemas de


salud mental más frecuente en las consultas de pediatría general. Se calcula que el
4,7% de todos los niños de 3-17 años están afectados, y la mayoría
comienza antes de los 25 años, con una prevalencia creciente (15-20%)
en adolescentes de 13-17 años 26-28. Los niños pueden desarrollar nuevos
trastornos de ansiedad con el tiempo, y tienen más riesgo de sufrir trastornos
depresivos y ansiosos que los adultos. También están en riesgo de presentar
deterioro social, familiar y académico.

Presentación clínica. Muchos adolescentes manifiestan temor o


preocupación, y no reconocen que su miedo es irracional. Con frecuencia
refieren quejas somáticas de cefalea y dolor de estómago. Puede afectar al
rendimiento escolar con posible rechazo a acudir al colegio. El llanto, la
irritabilidad, estallidos de ira y conductas dañinas son otro tipo de expresiones
frecuentes de temor y de esfuerzos por evitar estímulos que les desencadenan
ansiedad.

Los criterios de diagnósticos varían en función del trastorno específico: trastorno


de ansiedad generalizada; por ansiedad de separación; de ansiedad social; mutismo
selectivo, fobia específica; trastorno de pánico o agorafobia.

El diagnóstico diferencial, aparte de los enumerados anteriormente, son el


trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de estrés postraumático y el trastorno
de estrés agudo. En cuanto al tratamiento, el Manual Harriet Lane de
pediatría apunta la psicorapia con terapia cognitivo-conductual (TCC), con o sin
farmacoterapia, basado en el trastorno y en la intensidad.

Trastornos depresivos

Nos referimos al grupo de trastornos caracterizado por cambios en el estado de


ánimo, así como síntomas somáticos y cognitivos que alteran el funcionamiento. El
Trastorno depresivo mayor afecta al 2% de los niños y entre el 4 y 8% de
los adolescentes.

Los trastornos concomitantes más frecuentes son el trastornos de ansiedad, los


trastornos de conductas dañinas, TDAH y consumo de drogas (adolescentes). En
estos casos se recomienda al profesional un cribado sistemático en todos los
pacientes de ≥ 11 años; el Patient Health Questionnaire (PHQ-2) es un instrumento
breve, pero eficaz, para usar en los adolescentes. Otros instrumentos de cribado son
el Center for Epidemiological Studies Depression Scale for Children (CES-DC).
Todos los pacientes con sospecha de síntomas depresivos deben someterse a un
cribado de ideas suicidas y ser remitidos para una evaluación urgente si se
demuestran pensamientos serios y/o planes de acción.

Diagnóstico. A. Criterios diagnósticos de trastorno depresivo mayor:

 1/ Cinco o más síntomas durante al menos 2 semanas:


o Debe incluir estado de ánimo deprimido/irritabilidad o anhedonia.
o Cambios en el apetito/peso, sueño, o la actividad; cansancio o
pérdida de energía; culpabilidad/inutilidad; disminución de la
concentración; ideas suicidas.
 2/ Los síntomas causan un deterioro significativo del funcionamiento.
 3/ No se deben a consumo de sustancias o enfermedades médicas.
 4/ Sin antecedentes de episodios maníacos.

B. Otros trastornos depresivos se definen por sus propios criterios


diagnósticos

 1/ Trastorno de disregulación del estado de ánimo dañina


 2/ Trastorno depresivo persistente (distimia)
 3/ Trastorno disfórico premenstrual.

C. El diagnóstico diferencial incluye el trastorno bipolar y el trastorno


de adaptación

Tratamiento. La administración de inhibidores selectivos de la recaptación de


serotonina (ISRS) puede iniciarse en la consulta de atención primaria. Puede ser
necesario remitir a un especialista en función de la gravedad o en el caso de fracaso
terapéutico. La bibliografía demuestra que la medicación antidepresiva y la
TCC combinada constituyen el tratamiento más eficaz, seguido de la
medicación sola y luego de la TCC sola.

Los ISRS tienen una advertencia especial, en el sentido de un posible aumento de


los pensamientos o conductas suicidas en niños y adolescentes tras el inicio del
tratamiento. Se recomienda vigilar estrechamente a los pacientes durante las 2-4
primeras semanas, después cada 2 semanas.

Amor aquí te dejo este link tbm habla de transtornos pero no sé mucho, así que mejor te lo dejo:

http://www.guiasalud.es/egpc/depresion_infancia/completa/documentos/apartado09/apartado0
9.pdf

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