Está en la página 1de 168

AGENTES FISICOS

https://www.ugr.es/~eianez/Microbiologia/13agfisicos.htm

1 INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO Y CONTENIDO DE LA MICROBIOLOGÍA

2 DESARROLLO HISTÓRICO DE LA MICROBIOLOGÍA

2.1 PERIODO PREVIO AL DESCUBRIMIENTO DEL MICROSCOPIO

2.2 EL PERIODO DE LOS PRIMEROS MICROSCOPISTAS

2.3 EL DEBATE SOBRE LA GENERACIÓN ESPONTÁNEA

2.4 EL DEBATE SOBRE LOS FERMENTOS

2.5 LOS AVANCES TÉCNICOS

2.6 EL PAPEL DE LOS MICROORGANISMOS EN LAS ENFERMEDADES

2.7 DESARROLLO DE LA ASEPSIA, QUIMIOTERAPIA Y ANTIBIOTERAPIA

2.8 AUGE DE LA MICROBIOLOGÍA GENERAL

2.9 DESARROLLO DE LA INMUNOLOGÍA

2.10 ORIGEN Y DESARROLLO DE LA VIROLOGÍA

2.11 RELACIONES ENTRE LA MICROBIOLOGÍA Y OTRAS CIENCIAS


BIOLÓGICAS

3 OBJETO DE ESTUDIO DE LA MICROBIOLOGÍA

3.1 OBJETO MATERIAL: LOS MICROORGANISMOS

3.1.1 MICROORGANISMOS CELULARES

3.1.2 VIRUS Y PARTICULAS SUBVIRASICAS

3.2 OBJETO FORMAL


4 IMPORTANCIA DE LA MICROBIOLOGÍA

5. UBICACIÓN DE LOS MICROORGANISMOS EN EL MUNDO VIVO

BIBLIOGRAFÍA

SITIOS WEBS RECOMENDADOS

1 INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO Y
CONTENIDO DE LA MICROBIOLOGÍA
La Microbiología se puede definir, sobre la base de su etimología, como la ciencia que
trata de los seres vivos muy pequeños, concretamente de aquellos cuyo tamaño se encuentra
por debajo del poder resolutivo del ojo humano. Esto hace que el objeto de esta disciplina
venga determinado por la metodología apropiada para poner en evidencia, y poder estudiar, a
los microorganismos. Precisamente, el origen tardío de la Microbiología con relación a otras
ciencias biológicas, y el reconocimiento de las múltiples actividades desplegadas por los
microorganismos, hay que atribuirlos a la carencia, durante mucho tiempo, de los
instrumentos y técnicas pertinentes. Con la invención del microscopio en el siglo XVII
comienza el lento despegue de una nueva rama del conocimiento, inexistente hasta entonces.
Durante los siguientes 150 años su progreso se limitó casi a una mera descripción de tipos
morfológicos microbianos, y a los primeros intentos taxonómicos, que buscaron su
encuadramiento en el marco de los “sistemas naturales” de los Reinos Animal y Vegetal.

El asentamiento de la Microbiología como ciencia está estrechamente ligado a una


serie de controversias seculares (con sus numerosas filtraciones de la filosofía e incluso de la
religión de la época), que se prolongaron hasta finales del siglo XIX. La resolución de estas
polémicas dependió del desarrollo de una serie de estrategias experimentales fiables
(esterilización, cultivos puros, perfeccionamiento de las técnicas microscópicas, etc.), que a su
vez dieron nacimiento a un cuerpo coherente de conocimientos que constitituyó el núcleo
aglutinador de la ciencia microbiológica. El reconocimiento del origen microbiano de las
fermentaciones, el definitivo abandono de la idea de la generación espontánea, y el triunfo de
la teoría germinal de la enfermedad, representan las conquistas definitivas que dan carta de
naturaleza a la joven Microbiología en el cambio de siglo.

Tras la Edad de Oro de la Bacteriología, inaugurada por las grandes figuras de Pasteur
y Koch, la Microbiología quedó durante cierto tiempo como una disciplina descriptiva y
aplicada, estrechamente imbricada con la Medicina, y con un desarrollo paralelo al de la
Química, que le aportaría varios avances metodológicos fundamentales. Sin embargo, una
corriente, en principio minoritaria, dedicada a los estudios básicos centrados con ciertas
bacterias del suelo poseedoras de capacidades metabólicas especiales, incluyendo el
descubrimiento de las que afectan a la nutrición de las plantas, logró hacer ver la ubicuidad
ecológica y la extrema diversidad fisiológica de los microorganismos. De esta forma, se
establecía una cabeza de puente entre la Microbiología y otras ciencias biológicas, que llegó a
su momento decisivo cuando se comprobó la unidad química de todo el mundo vivo, y se
demostró, con material y técnicas microbiológicas que la molécula de la herencia era el ADN.
Con ello se asiste a un íntimo y fértil intercambio entre la Microbiología, la Genética y la
Bioquímica, que se plasma en el nacimiento de la Biología Molecular, base del espectacular
auge de la Biología desde mediados del siglo XX.

Por otro lado, el “programa” inicial de la Microbiología (búsqueda de agentes


infectivos, desentrañamiento y aprovechamiento de los mecanismos de defensa del
hospedador) condujeron a la creación de ciencias subsidiarias (Virología, Inmunología) que
finalmente adquirieron su mayoría de edad y una acentuada autonomía.

Por último, la vertiente aplicada que estuvo en la base de la creación de la


Microbiología, mantuvo su vigencia, enriquecida por continuos aportes de la investigación
básica, y hoy muestra una impresionante “hoja de servicios” y una no menos prometedora
perspectiva de expansión a múltiples campos de la actividad humana, desde el control de
enfermedades infecciosas (higiene, vacunación, quimioterapia, antibioterapia) hasta el
aprovechamiento económico racional de los múltiples procesos en los que se hallan
implicados los microorganismos (biotecnologías).

Así pues, la sencilla definición con la que se abrió este apartado, escondía todo un
cúmulo de contenidos y objetos de indagación, todos emanados de una peculiar manera de
aproximarse a la porción de realidad que la Microbiología tiene encomendada. En las
próximas páginas ampliaremos y concretaremos el concepto al que hemos hecho rápida
referencia. Realizaremos un recorrido por el desarrollo de la Microbiología a lo largo de su
historia, que nos permitirá una visión concreta de algunos de sus característicos modos de
abordar su objeto de estudio; finalmente, estaremos en disposición de definir este último,
desglosado como objeto material y formal.

2 DESARROLLO HISTÓRICO DE LA
MICROBIOLOGÍA.
La Microbiología, considerada como una ciencia especializada, no aparece hasta
finales del siglo XIX, como consecuencia de la confluencia de una serie de progresos
metodológicos que se habían empezado a incubar lentamente en los siglos anteriores, y que
obligaron a una revisión de ideas y prejuicios seculares sobre la dinámica del mundo vivo.

Siguiendo el ya clásico esquema de Collard (l976), podemos distinguir cuatro etapas o


periodos en el desarrollo de la Microbiología:

Primer periodo, eminentemente especulativo, que se extiende desde la antigüedad


hasta llegar a los primeros microscopistas.
Segundo periodo, de lenta acumulación de observaciones (desde l675
aproximadamente hasta la mitad del siglo XIX), que arranca con el descubrimiento
de los microorganismos por Leeuwenhoek (l675).
Tercer periodo, de cultivo de microorganismos, que llega hasta finales del siglo
XIX, donde las figuras de Pasteur y Koch encabezan el logro de cristalizar a la
Microbiología como ciencia experimental bien asentada.
Cuarto periodo (desde principios del siglo XX hasta nuestros días), en el que los
microorganismos se estudian en toda su complejidad fisiológica, bioquímica,
genética, ecológica, etc., y que supone un extraordinario crecimiento de la
Microbiología, el surgimiento de disciplinas microbiológicas especializadas
(Virología, Inmunología, etc), y la estrecha imbricación de las ciencias
microbiológicas en el marco general de las Ciencias Biológicas. A continuación se
realiza un breve recorrido histórico de la disciplina microbiológica, desglosando los
períodos 3º y 4º en varios apartados temáticos.

2.1 PERIODO PREVIO AL DESCUBRIMIENTO DEL


MICROSCOPIO
Si bien el descubrimiento efectivo de seres vivos no visibles a simple vista debió
aguardar hasta el último tercio del siglo XVII, sus actividades son conocidas por la
humanidad desde muy antiguo, tanto las beneficiosas, representadas por las fermentaciones
implicadas en la producción de bebidas alcohólicas, pan y derivados lácteos, como las
perjudiciales, en forma de enfermedades infecciosas.

Diversas fuentes escritas de la antigüedad griega y romana hablan de gérmenes


invisibles que transmiten enfermedades contagiosas. Lucrecio (96-55 a.C.), en su “De rerum
natura” hace varias alusiones a “semillas de enfermedad”. En el Renacimiento europeo,
Girolamo Frascatorius, en su libro “De contagione et contagionis” (1546) dice que las
enfermedades contagiosas se deben a “gérmenes vivos” que pasan de diversas maneras de un
individuo a otro. Estos inicios de explicación que renunciaban a invocar causas sobrenaturales
fueron probablemente catalizados por la introducción en Europa de la sífilis, una enfermedad
en la que estaba clara la necesidad de contacto para su contagio. Pero la “cosa” que se
transmite en la enfermedad siguió siendo objeto de conjeturas durante mucho tiempo.

2.2 EL PERIODO DE LOS PRIMEROS


MICROSCOPISTAS.
Ya en el siglo XIV, con la invención de las primeras lentes para corregir la visión,
surgió una cierta curiosidad sobre su capacidad de aumentar el tamaño aparente de los
objetos. En el siglo XVI surgieron algunas ideas sobre aspectos de la física óptica de las
lentes de aumento, pero no encontraron una aplicación inmediata. Se dice que Galileo hizo
algunas observaciones “microscópicas” invirtiendo su telescopio a partir de lentes montadas
en un tubo, pero en cualquier caso está claro que no tuvieron ninguna repercusión.

La primera referencia segura sobre el microscopio (1621) se debe a Constantijn


Huygens, quien relata que el inglés Cornelis Drebbel tenía en su taller un instrumento
magnificador, que recibió el nombre de microscopium en l625, en la Accademia dei Lincei, de
Roma.

Antonie van Leeuwenhoek


El descubrimiento de los microorganismos fue obra de un comerciante holandés de
tejidos, Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), quien en su pasión por pulir y montar lentes
casi esféricas sobre placas de oro, plata o cobre, casi llegó a descuidar sus negocios. Fabricó
unos cuatrocientos microscopios simples, con los que llegó a obtener aumentos de casi 300
diámetros. En 1675 descubrió que en una gota de agua de estanque pululaba una asombrosa
variedad de pequeñas criaturas a las que denominó “animálculos”. En 1683 descubre las
bacterias, por lo que se considera el “padre de la Microbiología”. Durante varias décadas
Leeuwenhoek fue comunicando sus descubrimientos a la Royal Society de Londres a través
de una serie de cartas que se difundieron, en traducción inglesa, en las “Philosophical
Transactions”. Sus magníficas dotes de observador le llevaron asimismo a describir protozoos
(como Giardia, que encontró en sus propias heces), la estructura estriada del músculo, la
circulación capilar, a descubrir los espermatozoides y los glóbulos rojos (por lo que también
se le considera el fundador de la Histología animal), así como a detallar diversos aspectos
estructurales de las semillas y embriones de plantas. Leeuwenhoek se percató de la
abundancia y ubicuidad de sus animálculos, observándolos en vinagre, placa dental, etc.

Microscopio simple de Leeuwenhoek Microscopio compuesto de Hooke

Aunque los descubrimientos de Leeuwenhoek despertaron interés al ser comunicados,


pocos intentaron o pudieron reproducirlos seriamente. Además, la fabricación de lentes
sencillas de gran aumento era difícil y el manejo de los microscopios simples, bastante
engorroso.

Simultáneamente el inglés Robert Hooke (1635-1703) usando microscopios


compuestos, describió los hongos filamentosos (1667), y descubrió la estructura celular de las
plantas (Micrographia, 1665), acuñando el término célula. Pero el trabajo con microscopios
compuestos aplicados al estudio de los “animálculos" languideció durante casi 200 años,
debido a sus imperfecciones ópticas, hasta que hacia 1830 se desarrollaron las lentes
acromáticas.
2.3 EL DEBATE SOBRE LA GENERACIÓN
ESPONTÁNEA.
La autoridad intelectual de Aristóteles por un lado, y la autoridad moral representada
por la Biblia, por otro, junto con las opiniones de escritores clásicos como Galeno, Plinio y
Lucrecio, a los que se citaba como referencias incontrovertibles en la literatura médica en la
Edad Media y Renacimiento, dieron carta de naturaleza a la idea de que algunos seres vivos
podían originarse a partir de materia inanimada, o bien a partir del aire o de materiales en
putrefacción. Esta doctrina de la “generatio spontanea” o abiogénesis, fue puesta en
entredicho por los experimentos de Francesco Redi (1621-1697), quien había acuñado la
expresión “Omne vivum ex ovo” (1668), tras comprobar que los insectos y nematodos
procedían de huevos puestos por animales adultos de su misma especie. Demostró que si un
trozo de carne era cubierto con gasa de forma que las moscas no podían depositar allí sus
huevos, no aparecían “gusanos”, que él correctamente identificó como fases larvarias del
insecto. Los descubrimientos de Redi tuvieron el efecto de desacreditar la teoría de la
generación espontánea para los animales y plantas, pero la reavivaron respecto de los recién
descubiertos “animálculos”, de modo que aunque se aceptó la continuidad de la vida en
cuanto a sus formas superiores, no todos estaban dispuestos a admitir el más amplio “Omne
vivum ex vivo”aplicado a los microorganismos.

Hubo que esperar un siglo más hasta que una serie de naturalistas recomenzaran el
ataque a la teoría preformacionista. Lazzaro Spallanzani (1729-1799) sostuvo una disputa con
J.T. Needham (1713-1781) en la que el primero demostró que los “infusorios” no aparecían
en muestras de maceraciones animales o vegetales sometidas durante tiempo suficiente a
ebullición en frascos herméticamente cerrados, pero volvían a aparecer si se practicaban
agujeros en el recipiente. Sin embargo los preformacionistas no se daban por vencidos; el
mismo Needham, recogiendo una idea ya expresada por Huygens, amigo de Leeuwenhoek,
replicó -con argumentos vitalistas muy propios de la época- que el calor había destruido la
“fuerza vegetativa” de las infusiones y había cambiado la “cualidad” del aire dentro de los
frascos.

Durante el primer tercio del siglo XIX la doctrina de la arquegénesis o generación


espontánea recibió un último refuerzo antes de morir, debido por un lado a razones
extracientíficas (el auge del concepto de transmutación producido por la escuela de la filosofía
de la naturaleza), y por otro al descubrimiento del oxígeno y de su importancia para la vida,
de modo que los experimentos de Spallanzani se interpretaron como que al calentarse las
infusiones, el oxígeno del aire se destruía, y por lo tanto desaparecía la “fuerza vegetativa”
que originaba la aparición de microorganismos. Theodor Schwann (1810-1882) presentó en
1836 un método seguro para refutar la teoría abiogénica: calentó maceraciones en frascos a
los que se había eliminado previamente el aire, pero no continuó trabajando en esta línea.

Para complicar más las cosas, la publicación de “Sobre el origen de las especies” por
Darwin en 1859, fue utilizada por algunos preformacionistas para apoyar sus argumentos. El
mismo Haeckel, en una fecha tan tardía como 1866, se mostraba escéptico ante las pruebas
aportadas por Pasteur.
Fue, efectivamente Louis Pasteur (1822-1895) el que asestó el golpe
definitivo y zanjó la cuestión a favor de la teoría biogénica. En un informe a
la Académie des Sciences de París, en 1860 (“Expériences rélatives aux
générations dites spontanées”) y en escritos posteriores comunica sus
sencillos y elegantes experimentos: calentó infusiones en matraces de
vidrio a los que estiraba lateralmente el cuello, haciéndolo largo, estrecho y
sinuoso, y dejándolo sin cerrar, de modo que el contenido estuviera en
contacto con el aire; tras esta operación demostró que el líquido no
desarrollaba microorganismos, con lo que eliminó la posibilidad de que un
“aire alterado” fuera la causa de la no aparición de gérmenes. Antes bien,
Pasteur comprobó que los gérmenes del aire quedaban retenidos a su paso por el
largo cuello sinuoso, en las paredes del tubo, y no alcanzaban el interior del
recipiente donde se encontraba la infusión, quedando ésta estéril
indefinidamente. Sólo si se rompía el cuello lateral o si se inclinaba el frasco
de modo que pasara parte de líquido a la porción de cuello, los gérmenes
podían contaminar la infusión y originar un rápido crecimiento.

Frasco con "cuello de cisne" de Pasteur, con el


que refutó las ideas sobre la generación
espontánea

En 1861 Pasteur publica otro informe en el que explica cómo se pueden capturar los
“cuerpos organizados” del aire con ayuda de un tubo provisto de un tapón de algodón como
filtro, y la manera de recuperarlos para su observación microscópica. De esta forma quedaba
definitivamente aclarado el origen de los microorganismos, y se abría la Edad de Oro del
estudio científico de las formas de vida no observables a simple vista.

Los últimos escépticos quedaron silenciados cuando en 1877 John Tyndall (1820-
1893) aplicó su sistema de esterilización por calentamiento discontinuo (hoy conocida
precisamente como tindalización), que evidenció la existencia de formas microbianas de
reposo muy resistentes al calor, lo cual fue confirmado poco más tarde por Ferdinand Cohn al
descubrir las esporas bacterianas.

2.4 EL DEBATE SOBRE LOS FERMENTOS


Un segundo factor contribuyente al nacimiento de la ciencia microbiológica fue el
establecimiento de la relación que une ciertas transformaciones químicas que se dan en las
infusiones con el crecimiento de los gérmenes en ellas existentes. Cagniard-Latour en 1836, y
Schwann y Kützing en 1837 habían sugerido que las levaduras eran las causantes de la
fermentación alcohólica por la que el azúcar pasa a alcohol etílico y dióxido de carbono, pero
se encontraron con la crítica adversa de los grandes químicos de la época (Berzelius, Wohler
y Liebig). Liebig, hacia 1840, había realizado importantes confirmaciones a la “teoría
mineral” sobre la nutrición de las plantas, enfrentándose a la “teoría del humus” sostenida por
Thaer, asestando un golpe a las ideas vitalistas heredadas de Leibniz. Puesto que se
consideraba a las levaduras como plantas microscópicas, se suponía que los procesos de
fermentación y putrefacción se debían a fenómenos químicos de descomposición y muerte
encuadrables en el marco de la teoría mineral de la fisiología vegetal. Su convencimiento de
que toda actividad vital se podía explicar en términos de química y física retrasó por algún
tiempo la adscripción de estos fenómenos a células vivas.

Fue Pasteur (que, desde sus primeros estudios sobre las propiedades ópticas de los
cristales de tartrato, venía suponiendo que estos compuestos tenían un orígen orgánico) quien
de nuevo intervino en el debate de forma decisiva. En 1857 demostró que los agentes de la
fermentación láctica eran microorganismos, trabajando sobre un problema que había surgido
entre los destiladores de Lille cuando en sus cubas la fermentación alcohólica se vio sustituida
por una indeseable fermentación láctica. Este fue el inicio de una larga serie de estudios que
habría de durar hasta 1876, en los que Pasteur identificó distintos microorganismos
responsables de diferentes clases de procesos fermentativos. Así, en 1860 adscribe
inequívocamente la fermentación alcohólica a ciertos tipos de levaduras, y en 1866, en
sus Études sur le vin resume sus hallazgos al respecto, inaugurando la Microbiología
Aplicada, una de las primeras derivaciones prácticas no empíricas emanadas de la Biología. A
finales del siglo XIX eminentes biólogos como Hansen, en Copenhague, y Beijerink, en Delft,
desarrollaban su actividad en industrias y destilerías.

Trabajando sobre los agentes de la fermentación butírica, Pasteur descubrió la


presencia de microorganismos que se desarrollaban en ausencia de oxígeno, lo cual desmentía
la creencia de que todas las formas de vida necesitan aire para crecer. Acuñó los términos
aerobiosis y anaerobiosis para denominar, respectivamente, a la vida en presencia y en
ausencia de oxígeno.

Tras el descubrimiento de la anaerobiosis, el mismo Pasteur comprendió las distintas


implicaciones energéticas subyacentes a la utilización de sustratos orgánicos en presencia y en
ausencia de oxígeno, demostrando que, en el segundo caso el rendimiento (medido como
crecimiento microbiano) era siempre menor, al no poder realizarse la degradación total de las
correspondientes sustancias.

Una profundización en los fenómenos de fermentación llegó cuando en 1897 Buchner


obtuvo, a partir de levaduras, una preparación enzimática (zimasa) que era capaz de realizar la
misma transformación de “fermentación” que las células vivas. Este descubrimiento, que
evocaba las propuestas de Berzelius y Liebig, supuso en realidad la confluencia de los
enfoques químico y biológico: las fermentaciones eran procesos químicos catalizados por
enzimas presentes dentro de células vivas, que podían ser estudiados extracelularmente. De
esta forma, la Bioquímica, nacida como una rama de la química fisiológica, que se venía
especializando en la enzimología, encontró una alianza fructífera y duradera con la joven
Microbiología.

2.5 LOS AVANCES TÉCNICOS


La doctrina del pleomorfismo, vigente durante buena parte del siglo XIX, mantenía
que los microorganismos adoptaban formas y funciones cambiantes dependiendo de las
condiciones ambientales. A estas ideas se oponían frontalmente investigadores como Koch,
Pasteur y Cohn, que estaban convencidos de la especificidad y constancia morfológica y
fisiológica de cada tipo de microorganismo (monomorfismo). El pleomorfismo había surgido
como una explicación a la gran variedad de formas y actividades que aparecían en un simple
frasco de infusión, pero ya Pasteur, en sus estudios sobre la fermentación, se había percatado
de que los cultivos que aparecían podían considerarse como una sucesión de distintas
poblaciones de microorganismos predominantes, que, a resultas de sus actividades,
condicionaban la ulterior composición de la comunidad microbiana. La solución definitiva a
esta cuestión dependía, de nuevo, de un desarrollo técnico, que a su vez iba a suministrar una
de las herramientas características de la nueva ciencia: los métodos de cultivo puro.

Los primeros cultivos puros fueron obtenidos por el micólogo Brefeld, quien logró
aislar esporas de hongos y cultivarlas sobre medios sólidos a base de gelatina. Por su menor
tamaño, este método se hacía inviable para las bacterias, por lo que se recurrió a un método
basado en diluciones: Lister, en 1878 realizó diluciones secuenciales de cultivos mixtos, hasta
lograr muestras en las que existía una sola célula. Pero la técnica era larga y tediosa y,
además, normalmente sólo se lograban aislar células del tipo bacteriano más abundante en el
cultivo original; sin embargo, el experimento sirvió para confirmar la naturaleza “particulada”
de los agentes de las fermentaciones.

Por aquella época Koch buscaba con ahínco métodos más


sencillos de cultivo puro, indispensables para proseguir sus
investigaciones sobre bacterias patógenas. Primero (y quizá de
forma un tanto casual) empleó rodajas de patata como sustrato
sólido nutritivo sobre el que se podían desarrollar colonias
macroscópicas de bacterias que presentaban morfología
característica, que Koch interpretó como resultantes del
crecimiento a partir de células individuales. Pero enseguida
recurrió a compactar el típico caldo de cultivo a base de carne
(diseñado por Loeffler) añadiéndole gelatina (1881). El medio
sólido así logrado era transparente, lo que permitía visualizar
fácilmente los rasgos coloniales, y contenía los nutrientes
adecuados para el crecimiento de una amplia gama de
bacterias. Éstas eran inoculadas en la superficie del medio con
un hilo de platino pasado previamente por la llama, por la
técnica de siembra en estría. Sin embargo, la gelatina
presentaba los inconvenientes de ser atacada por
determinados microorganismos, y de tener un bajo punto de
fusión; ambos problemas se solventaron cuando en 1882 el
médico alemán Walter Hesse, siguiendo una sugerencia de su
Robert Koch mujer Fanny, introdujo el agar-agar (polisacárido extraído de
algas rojas) como nuevo agente solidificante. El trabajo de
Koch ya citado tuvo la trascendental consecuencia de derribar
las ideas pleomorfistas, y supuso la primera propuesta del
concepto de especie dentro del mundo bacteriano. En 1887
Petri, un ayudante de Koch, sustituyó las engorrosas bandejas
de vidrio cubiertas con campanas, usadas hasta entonces para
los cultivos sólidos, por un sistema manejable de placas de
cristal planas, que se conoce como cajas de Petri.

El desarrollo de los medios selectivos y de enriquecimiento fue una consecuencia de


las investigaciones llevadas a cabo por Beijerinck y Winogradsky entre 1888 y los primeros
años del siglo XX, sobre bacterias implicadas en procesos biogeoquímicos y poseedoras de
características fisiológicas distintivas (quimioautótrofas, fijadoras de nitrógeno, etc.). Estos
medios, donde se aplica a pequeña escala el principio de selección natural, se diseñan de
forma que su composición química definida favorezca sólo el crecimiento de ciertos tipos
fisiológicos de microorganismos, únicos capaces de usar ciertos nutrientes del medio.

Otra importante aportación a este “período de cultivo” dentro del desarrollo de la


Microbiología surgió del uso de medios diferenciales, en los que se manifiesta algún rasgo
bioquímico o metabólico, lo que contribuye a la identificación microbiana. Fue Würtz quien,
en 1892, introdujo el uso de indicadores de pH, incorporados en los medios, lo cual permitía
revelar la producción de acidificaciones por fermentación en ciertas bacterias.

Mientras tanto, en la ciudad de Jena se había creado una atmósfera de progreso donde
confluían grandes naturalistas como Haeckel, Strassburger o Abbé interaccionando con una
pujante editorial especializada en Biología y Medicina (Gustav Fischer) y con una poderosa
industria óptica y química. Estas influencias recíprocas se plasmaron en numerosos proyectos
que reflejaban la efervescencia de las ciencias naturales tras la estela de Darwin (cfr. Jahn et
al., 1985). Concretamente, la industria óptica de Abbé y Zeiss, que se mantenía en conexión
con la compañía vidriera Schott, pudo satisfacer la necesidad de Koch de perfeccionar el
microscopio compuesto, introduciendo lentes acromáticas y una iluminación inferior provista
de condensador. El mismo Abbé desarrolló en 1878 el objetivo de inmersión en aceite. Por
otro lado, la industria química BASF, que por aquella época se encontraba en pleno auge de
patentes de nuevos colorantes, sumistró al laboratorio de Koch una serie de derivados de
anilina que teñían las bacterias permitiendo su fácil visualización al microscopio en frotis de
tejidos infectados. En 1875 Carl Weigert tiñó bacterias con pirocarmín, un colorante que ya
venía siendo usado desde hacía unos años en estudios zoológicos. En años sucesivos se fueron
introduciendo el azul de metileno (Koch, 1877), la fuchsina, y el violeta cristal. En 1882-1883
Ziehl y Neelsen desarrollan su método de ácido-alcohol resistencia para teñir Mycobacterium
tuberculosis. En 1884 el patólogo danés Christian Gram establece una tinción de contraste
que permite distinguir dos tipos bacterianos en función de sus reacción diferencial de tinción
y que, como se vería mucho más tarde, reflejaba la existencia de dos grupos de bacterias con
rasgos estructurales distintivos. En 1890 Loeffler logra visualizar flagelos bacterianos por
medio de su técnica de impregnación argéntica. Como veremos más adelante, la misma
industria de colorantes alemana previa a la primera guerra mundial fue decisiva también para
los comienzos de la quimioterapia.

Iluminación del
microscopio, fruto de
la colaboración entre
Koch y Abbe

Objetivo de
inmersión, fruto de la colaboración entre
Koch y la Industria óptica Carl Zeiss

Estas innovaciones técnicas (métodos de cultivo, microscopía y tinciones) fueron


fundamentales (junto con los sistemas de esterilización abordados en el anterior apartado)
para la consolidación de la Microbiología como ciencia, permitiendo eliminar las grandes
dosis de especulación que hasta entonces habían predominado.

2.6 EL PAPEL DE LOS MICROORGANISMOS EN


LAS ENFERMEDADES.
Durante el siglo XIX la atención de muchos naturalistas se había dirigido hacia las
diversas formas de animales y plantas que vivían como parásitos de otros organismos. Este
interés se redobló tras la publicación de los libros de Darwin, estudiándose las numerosas
adaptaciones evolutivas que los distintos parásitos habían adquirido en su peculiar estilo de
vida. Sin embargo, la adjudicación de propiedades de parásitos a los microorganismos vino
del campo médico y veterinario, al revalorizarse las ideas sobre el origen germinal de las
enfermedades infecciosas.

En 1835 Agostino Bassi (1773-1856) demostró que cierta enfermedad del gusano de
seda (mal di segno), que había hecho su aparición en Lombardía, se debía a un hongo
(Botrytis bassiana). Cuatro años más tarde J.L. Schönlein descubrió la asociación de un
hongo con una enfermedad humana de la piel. En 1840 Henle, de la escuela fisiológica de
Johannes Müller, planteó la teoría de que las enfermedades infecciosas están causadas por
seres vivos invisibles, pero de nuevo la confirmación de estas ideas tuvo que esperar a que la
intervención de Pasteur demostrara la existencia de microorganismos específicos responsables
de enfermedades.

Hacia mediados del siglo XIX otra enfermedad infecciosa (pebrina) comenzó a
diseminarse por los criaderos de gusano de seda de toda Europa, alcanzando finalmente a
China y Japón. A instancias de su maestro Jean Baptiste Dumas, Pasteur aceptó el reto de
viajar a la Provenza para investigar esta enfermedad que estaba dejando en la ruina a los
industriales sederos, a pesar de que nunca hasta entonces se había enfrentado con un problema
de patología. Es más que probable que Pasteur viera aquí la oportunidad de confirmar si sus
estudios previos sobre las fermentaciones podían tener una extensión hacia los procesos
fisiológicos del hombre y de los animales. Es sorprendente que, al principio no se mostrara
dispuesto a aceptar la idea de que la pebrina fuera una enfermedad ocasionada por un agente
extraño, creyendo durante los dos primeros años que se trataba de alteraciones meramente
fisiológicas. Tras una serie de tanteos, y en medio de una intensa actividad intelectual que le
obligaba a repasar continuamente los experimentos y las conclusiones extraídas, inmerso en el
drama personal de la muerte de su padre y de dos de sus hijas en un corto lapso de tiempo,
Pasteur llega finalmente, en 1869, a identificar al protozoo Nosema bombycis como el
responsable de la epidemia, y por medio de una serie de medidas de control, ésta comienza a
remitir de modo espectacular.

La intervención de bacterias como agentes específicos en la producción de


enfermedades fue descubierta a raíz de una serie de investigaciones sobre el carbunco o
ántrax, enfermedad que afecta a ganado y que puede transmitirse al hombre. C. Davaine, entre
1863 y 1868, encontró que en la sangre de vacas afectadas aparecían grandes cantidades de
microorganismos a los que llamó bacteridios; además, logró inducir la enfermedad
experimentalmente en vacas sanas, inoculándoles muestras de sangre infectada. En 1872 el
médico alemán C.J. Eberth consiguió aislar los bacilos filtrando sangre de animales
carbuncosos. Pero fue Robert Koch (1843-1910), que había sido alumno de Henle, quien con
su reciente técnica de cultivo puro logró, en 1876, el primer aislamiento y propagación in
vitro del bacilo del ántrax (Bacillus anthracis), consiguiendo las primeras microfotografías
sobre preparaciones secas, fijadas y teñidas con azul de metileno. Más tarde (1881), Koch y
sus colaboradores confirmaron que las esporas son formas diferenciadas a partir de los
bacilos, y más resistentes que éstos a una variedad de agentes. Pero más fundamental fue su
demostración de que la enfermedad se podía transmitir sucesivamente a ratones sanos
inoculándoles bacilos en cultivo puro, obtenidos tras varias transferencias en medios líquidos.

Este tipo de estrategias para demostrar el origen bacteriano de una enfermedad fue
llevado a una ulterior perfección en 1882, con la publicación de “Die Äthiologie der
Tuberkulose”, donde se comunica por primera vez la aplicación de los criterios que Henle
había postulado en 1840. Estos criterios, que hoy van asociados al nombre de Koch, son los
siguientes:

1. El microorganismo debe de estar presente en todos los individuos enfermos.

2. El microorganismo debe poder aislarse del hospedador y ser crecido en cultivo puro.

3. La inoculación del microorganismo crecido en cultivo puro a animales sanos debe


provocar la aparición de síntomas específicos de la enfermedad en cuestión.

4. El microorganismo debe poder ser reaislado del hospedador infectado de forma


experimental.

Fue asimismo Koch quien demostró el principio de especificidad biológica del agente
infeccioso: cada enfermedad infecciosa específica está causada por un tipo de bacteria
diferente. Estos trabajos de Koch abren definitivamente el campo de la Microbiología Médica
sobre firmes bases científicas.

Durante las dos décadas siguientes la Microbiología experimentó una auténtica edad
de oro, en la que se aislaron y caracterizaron muchas bacterias patógenas. La Alemania del
Reich, que a la sazón se había convertido en una potencia política y militar, se decidió a
apoyar la continuidad de los trabajos del equipo de Koch, dada su enorme importancia social
y económica, creando un Instituto de investigación, siendo Koch su director en el
Departamento de Salud. De esta forma, en la Escuela Alemana se aislaron los agentes
productores del cólera asiático (Koch, 1883), de la difteria (Loeffler, 1884), del tétanos
(Nicolaier, 1885 y Kitasato, 1889), de la neumonía (Fraenkel, 1886), de la meningitis
(Weichselbaun, 1887), de la peste (Yersin, 1894), de la sífilis (Schaudinn y Hoffman, 1905),
etc. Igualmente se pudieron desentrañar los ciclos infectivos de agentes de enfermedades
tropicales no bacterianas que la potencia colonial se encontró en ultramar: malaria
(Schaudinn, 1901-1903), enfermedad del sueño (Koch, 1906), peste vacuna africana (debida
al inglés Bruce, 1895-1897), etc.

Por otro lado, la Escuela Francesa, nucleada en el Instituto Pasteur, se concentró en los
estudios sobre los procesos infectivos, la inmunidad del hospedador, y la obtención de
vacunas, sobre todo a raíz de la vacuna antirrábica ensayada por Pasteur (1885),
contribuyendo al nacimiento de la Inmunología (ver apartado 2. 9)

2.7 DESARROLLO DE LA ASEPSIA,


QUIMIOTERAPIA Y ANTIBIOTERAPIA
Los avances de las técnicas quirúrgicas hacia mediados del siglo XIX, impulsados por
la introducción de la anestesia, trajeron consigo una gran incidencia de complicaciones post-
operatorias derivadas de infecciones. Un joven médico británico, Joseph Lister (1827-1912),
que había leído atentamente los trabajos de Pasteur, y que creía que estas infecciones se
debían a gérmenes presentes en el aire, comprobó que la aplicación de compuestos como el
fenol o el bicloruro de mercurio en el lavado del instrumental quirúrgico, de las manos y de
las heridas, disminuía notablemente la frecuencia de infecciones post-quirúrgicas y
puerperales.

Más tarde, Paul Ehrlich (1854-1919), que había venido empleando distintas sustancias
para teñir células y microorganismos, y que conocía bien el efecto de tinción selectiva de
bacterias por ciertos colorantes que dejaban, en cambio, incoloras a células animales, concibió
la posibilidad de que algunos de los compuestos de síntesis que la industria química estaba
produciendo pudieran actuar como “balas mágicas” que fueran tóxicas para las bacterias pero
inocuas para el hospedador. Ehrlich concibió un programa racional de síntesis de sustancias
nuevas seguido de ensayo de éstas en infecciones experimentales. Trabajando en el
laboratorio de Koch, probó sistemáticamente derivados del atoxilo (un compuesto que ya
Thompson, en 1905, había mostrado como eficaz contra la tripanosomiasis), y en 1909
informó de que el compuesto 606 (salvarsán) era efectivo contra la sífilis. Aunque el
salvarsán presentaba algunos efectos colaterales, fue durante mucho tiempo el único agente
disponible contra enfermedades producidas por espiroquetas, y sirvió para ilustrar
brillantemente la validez del enfoque de la llamada quimioterapia (término acuñado por el
mismo Ehrlich), de modo que encauzó toda la investigación posterior.

En 1927 Gerhard Domagk, en conexión con la poderosa compañía química I.G.


Farbenindustrie, inició un ambicioso proyecto de búsqueda de nuevos agentes
quimioterápicos, siguiendo el esquema de Ehrlich; en 1932-1935 descubre la acción del rojo
de prontosilo frente a neumococos hemolíticos dentro del hospedador, pero señala que esta
droga es inactiva sobre bacterias creciendo in vitro. La explicación la sumistra el matrimonio
Tréfouël, del Instituto Pasteur, al descubrir que la actividad antibacteriana depende de la
conversión por el hospedador en sulfanilamida. El mecanismo de acción de las sulfamidas
(inhibición competitiva con el ácido para-aminobenzoico) fue dilucidado por el
estadounidense Donald D. Woods. Las investigaciones de éste encaminaron a la industria
farmacéutica hacia la síntesis de análogos de metabolitos esenciales, introduciendo un
enfoque más racional frente a la época anterior, más empírica.

En 1874, el médico inglés W. Roberts había descrito las propiedades antibióticas de


ciertos cultivos de hongos (Penicillium glaucum) contra las bacterias, e introdujo en
Microbiología el concepto de antagonismo. Otros investigadores de finales del siglo XIX
realizaron observaciones similares, pero fue Fleming quien, en 1929, logró expresar ideas
claras sobre el tema, al atribuir a una sustancia química concreta (la penicilina) la acción
inhibidora sobre bacterias producida por el hongo Penicillium notatum. Fleming desarrolló un
ensayo crudo para determinar la potencia de la sustancia en sus filtrados, pudiendo seguir su
producción a lo largo del tiempo de cultivo, y mostrando que no todas las especies bacterianas
eran igualmente sensibles a la penicilina. Las dificultades técnicas para su extracción, junto al
hecho de que el interés de la época aún estaba centrado sobre las sulfamidas, impidieron una
pronta purificación de la penicilina, que no llegó hasta los trabajos de Chain y Florey (1940),
comprobándose entonces su gran efectividad contra infecciones bacterianas, sobre todo de
Gram-positivas, y la ausencia de efectos tóxicos para el hospedador.
Inmediatamente comenzó una búsqueda sistemática de microorganismos del suelo que
mostraran actividades antibióticas. En 1944 A. Schatz y S. Waksman descubren la
estreptomicina, producida por Streptomyces griseus, siendo el primer ejemplo de antibiótico
de amplio espectro. Los diez años que siquieron al término de la segundad guerra mundial
vieron la descripción de 96 antibióticos distintos producidos por 57 especies de
microorganismos, principalmente Actinomicetos.

En la década de los 60 se abrió una nueva fase en la era de los antibióticos al obtenerse
compuestos semisintéticos por modificación química de antibióticos naturales, paliándose los
problemas de resistencia bacteriana a drogas que habían empezado a aparecer,
disminuyéndose en muchos casos los efectos secundarios, y ampliándose el espectro de
acción.

Aparte de la revolución que supusieron en el campo de la aplicación clínica, los


antibióticos ha permitido notables avances en el desentrañamiento de determinados aspectos
de arquitectura y función moleculares de las células susceptibles (paredes celulares
microbianas, ribosomas, síntesis proteica, etc.).

2.8 AUGE DE LA MICROBIOLOGÍA GENERAL.


Gran parte de los avances en Microbiología descritos hasta ahora se debieron a la
necesidad de resolver problemas prácticos. Pero hacia finales del siglo XIX una serie de
investigadores -algunos de ellos procedentes de áreas más clásicas de la Historia Natural-
desarrollaron importantes estudios básicos que fueron revelando una enorme variedad de
microorganismos y sus actividades metabólicas, así como su papel crucial en ciclos
biogeoquímicos, sus relaciones con procesos de nutrición vegetal, etc. El descubrimiento de la
quimioautotrofía, obra del gran microbiólogo ruso Sergei Winogradsky (1856-1953), obligó a
revisar los conceptos previos, procedentes de la Fisiología Vegetal, de que el crecimiento
autotrófico dependía de la presencia de clorofila. Winogradsky había comenzado investigando
las bacterias del hierro descubiertas por Cohn en 1875, observando que podían crecer en
medios minerales, por lo que supuso que obtenían su energía de la oxidación de sales ferrosas
a férricas (1888). En 1889, combinando técnicas de observación secuencial de cultivos
microscópicos con ensayos microquímicos sobre bacterias del azufre (Beggiatoa, Thiothrix),
infirió que estos microorganismos oxidaban sulfuro de hidrógeno hasta azufre elemental
(acumulando éste como gránulos), y luego hasta ácido sulfúrico, obteniendo de este modo su
energía. Estas observaciones pueden haber sido el arranque del concepto de litotrofía. Pero el
descubrimiento de la quimioautotrofía llegó cuando al año siguiente Winogradsky y
Omeliansky pasaron a estudiar las bacterias nitrificantes, demostrando de manera clara que la
energía obtenida de la oxidación del amonio o del nitrito era usada para fijar CO2 (1889-
1890). Más tarde el mismo Winogradsky extendió la demostración a cultivos puros en los que
el agente solidificante de los medios era el gel de sílice. La explicación del proceso de
oxidación de los compuestos de azufre no llegó hasta los estudios de Dangeard (1911) y Kiel
(1912). Nuevas capacidades metabólicas fueron reveladas al estudiar los procesos
respiratorios de las bacterias que oxidan hidrógeno o metano (Söhngen, 1906).

El químico Berthelot había señalado (1885) que los microorganismos del suelo podían
incorporar nitrógeno molecular directamente del aire. Fue igualmente Winogradsky el
primero en aislar una bacteria capaz de fijar nitrógeno atmosférico (Clostridium
pasteurianum) y en explicar el ciclo del nitrógeno en la naturaleza (1890), siendo el holandés
Martinus Beijerinck (1851-1931) el descubridor de Azotobacter como bacteria aerobia
fijadora de vida libre (1901). Más tarde Beijerinck demostró por métodos químicos que, en
efecto, Azotobacter incorpora nitrógeno de la atmósfera mientras crece (1908). La
importancia de la fijación de nitrógeno para la nutrición vegetal llegó con los estudios sobre
bacterias formadoras de nódulos en las raíces de las leguminosas. Ya los experimentos
cuantitativos sobre plantas creciendo en recipientes, realizados por Boussingault a mediados
del siglo XIX, habían indicado que las leguminosas asimilaban nitrógeno de la atmósfera. En
1866 Voronin descubrió las bacterias de los nódulos radicales de esta familia de plantas.
Frank, en 1879, demostró que los nódulos parecían inducirse por las mismas bacterias
albergadas en ellos, y Ward (1887) usó bacterias procedentes de nódulos machacados para
inocular semillas, logrando la producción de nódulos en suelo estéril, y describiendo en un
bello trabajo el proceso de infección, con su producción de “hifas” (cordón de infección). Tras
la introducción del concepto de simbiosis por De Bary, en 1878, fue Schindler (1884) el
primero en describir los nódulos radicales como resultado de una simbiosis entre planta y
bacterias. Los trabajos de Hermann Hellriegel (1831-1895) y de su colaborador Hermann
Willfahrt (1853-1904), que trabajaban en la Estación Experimental de Bernburg, comunicados
en primer lugar en un congreso en Berlín, en 1886, y publicados en un artículo ejemplar en
1888, asociaron la fertilidad nitrogenada natural de las leguminosas con la presencia de sus
nódulos radicales, señalando que estos nódulos se inducían por microorganismos específicos;
de este modo lograron una brillante síntesis de las observaciones microbiológicas y químicas.
El mismo año de 1888 Beijerinck logró el cultivo puro in vitro de las bacterias nodulares (a
las que bautizó como Bacillus radicicola), observando que no reducían nitrógeno en vida
libre; más tarde (1890) aportó la prueba definitiva de que las bacterias aisladas eran capaces
de nodular específicamente ciertas especies de leguminosas, adquiriéndose de esta forma la
facultad de fijar nitrógeno en su asociación con la raíz de la planta. Irónicamente el nombre
definitivo para las bacterias de los nódulos de leguminosas (Rhizobium) fue propuesto por
Frank, quien durante mucho tiempo se había negado a reconocer los resultados de Hellriegel y
Willfahrt, y que había oscilado en sus opiniones, desde suponer que la fijación de nitrógeno
era un rasgo general de las plantas, hasta creer que las estructuras intranodulares observadas a
microcopio (bacteroides) eran gránulos de reserva (incluidas las que él mismo observó en
plantas no leguminosas de los géneros Alnus y Eleagnus, originadas por una bacteria
bautizada en su honor -Frankia); incluso cuando se convenció de que los simbiontes eran
bacterias (y no hongos o mixomicetes), pensaba que éstas sólo estimulaban a que las plantas
fijaran nitrógeno en sus hojas; su “conversión” (y aún así incompleta y con reticencias) no
llegó hasta 1892. El aislamiento de los bacteroides intranodulares (Prazmowski, 1890), y la
relación entre su formación y la fijación de nitrógeno (Nobbe y Hiltner, 1893) completó esta
primera oleada de investigación sobre este tema que tanta trascendencia presentaba para la
Agronomía. Estos estudios están en la base de todos los ulteriores trabajos de Microbiología
Agrícola, de modo que esta especiliadad fue incorporada tempranamente a los laboratorios
científicos y estaciones experimentales.

Las obras trascendentales de Winogradsky y Beijerinck abrieron un nuevo horizonte


para el estudio de la diversidad microbiana. La escuela de Beijerinck, en la Universidad
Técnica de Delft, fue continuada por por A.J. Kluyver y C.B. van Niel, siendo este último el
“padre” de la escuela norteamericana desde su establecimiento en California, ya que formó a
figuras tan importantes como R.Y. Stanier, R.E. Hungate o M. Doudoroff. La escuela
holandesa fundada por Beijerinck tuvo asimismo otra fructífera “colonia” en la ciudad
alemana de Konstanz, donde N. Pfennig continuó el trabajo emprendido junto a van Niel en
Delft. Todos estos autores, y sus colaboradores, fueron realizando contribuciones esenciales
sobre una amplia diversidad de bacterias, descubriendo la variedad de las bacterias
fotosintéticas, los tipos de organismos litotróficos, y profundizando en multitud de aspectos
estructurales y fisiológicos de las bacterias recién descubiertas. Como dice T.D. Brock en una
recensión de Kluyver (1961) “los hombres de la escuela de Delft de Microbiología General
fueron pioneros en una época en la que la mayoría de los investigadores estaban demasiado
fascinados por problemas aplicados en medicina, agricultura o industria, como para
preocuparse por microorganismos quimiosintéticos o fotosintéticos, o por aquellos que
muestran fermentaciones inusuales...”. Pero, como en tantas otras ocasiones, este enfoque de
ciencia básica ha sido extraordinariamente fértil, y aparte de la profundización en la unidad y
diversidad de la vida ha dado origen a penetrantes percepciones en multitud de problemas
planteados, tarde o temprano, a las ciencias biológicas.

2.9 DESARROLLO DE LA INMUNOLOGÍA


La inmunología es, en la actualidad, una ciencia autónoma y madura, pero sus orígenes
han estado estrechamente ligados a la Microbiología. Su objeto consiste en el estudio de las
respuestas de defensa que han desarrollado los animales frente a la invasión por
microorganismos o partículas extraños, aunque su interés se ha volcado especialmente sobre
aquellos mecanismos altamente evolucionados e integrados, dotados de especificidad y de
memoria, frente a agentes reconocidos por el cuerpo como no-propios, así como de su
neutralización y degradación.

Como tantas otras ciencias, la Inmumología presenta un prolongado período pre-


científico, de observaciones y aproximaciones meramente empíricas. La resistencia a
ulteriores ataques de una enfermedad infecciosa fue ya recogida en escritos de la antigüedad;
el historiador griego Tucídides (464-404 a.C.) narra que en una epidemia acaecida durante la
guerra del Peloponeso, los enfermos eran atendidos solo por aquellos que habían sobrevivido
previamente a la enfermedad, en la seguridad de que éstos no volverían a ser contagiados.
Igualmente, en la antigua China se había observado que las personas que en su niñez habían
padecido la viruela no la adquirían más adelante en su vida. Los mismos chinos, en el siglo XI
a. C., fueron los primeros en intentar una aplicación de estas observaciones que indicaban la
inducción de un estado protector por medio de una forma suave de la enfermedad: la
inhalación de polvo de escaras de viruela provocaba un ataque suave que confería resistencia
ante infecciones posteriores. Una modificación fue introducida en Occidente en el siglo XVIII
por Pylarini y Timoni, y fue popularizada en Gran Bretaña por Lady Mary Wortley Montagu,
esposa del embajador inglés en Constantinopla, tras una serie inicicial de pruebas sobre
“voluntarios” (sic, en realidad prisioneros). Sin embargo, este tipo de prácticas no llegaron a
arraigar ampliamente, ya que no estaban exentas de riesgos, entre los cuales figuraba la
posibilidad de transmisión de otras enfermedades.

El primer acercamiento a la inmunización con criterios racionales fue realizado por el


médico inglés Edward Jenner (1749-1823), tras su constatación de que los vaqueros que
habían adquirido la viruela vacunal (una forma benigna de enfermedad que sólo producía
pústulas en las manos) no eran atacados por la grave y deformante viruela humana. En mayo
de 1796 inoculó a un niño fluido procedente de las pústulas vacunales de Sarah Nelmes;
semanas después el niño fue inyectado con pus de una pústula de un enfermo de viruela,
comprobando que no quedaba afectado por la enfermedad. Jenner publicó sus resultados en
1798 (“An enquiry into the causes and effects of the variolae vaccinae...”), pronosticando que
la aplicación de su método podría llegar a erradicar la viruela. Jenner fue el primero en
recalcar la importancia de realizar estudios clínicos de seguimiento de los pacientes
inmunizados, consciente de la necesidad de contar con controles fiables.
La falta de conocimiento, en aquella época, de las bases microbiológicas de las
enfermedades infecciosas retrasó en casi un siglo la continuación de los estudios de Jenner,
aunque ciertos autores, como Turenne, en su libro “La syphilization” (1878) lograron articular
propuestas teóricas de cierto interés.

El primer abordaje plenamente científico de problemas inmunológicos se debió, de


nuevo, a Pasteur. Estudiando la bacteria responsable del cólera aviar (más tarde conocida
como Pasteurella aviseptica), observó (1880) que la inoculación en gallinas de cultivos
viejos, poco virulentos, las protegía de contraer la enfermedad cuando posteriormente eran
inyectadas con cultivos normales virulentos. De esta forma se obtuvo la primera vacuna a
base de microorganismos atenuados. Fue precisamente Pasteur quien dio carta de naturaleza
al término vacuna, en honor del trabajo pionero de Jenner. En los años siguientes Pasteur
abordó la inmunización artificial para otras enfermedades; concretamente, estableció de forma
clara que cultivos de Bacillus anthracisatenuados por incubación a 45ºC conferían inmunidad
a ovejas expuestas a contagio por carbunco. Una famosa demostración pública de la bondad
del método de Pasteur tuvo lugar en Pouilly le Fort, el dos de junio de 1881, cuando ante un
gentío expectante se pudo comprobar la muerte del grupo control de ovejas y vacas no
inoculadas, frente a la supervivencia de los animales vacunados. Años después, abordaría la
inmunización contra la rabia, enfermedad de la que se desconocía el agente causal. Pasteur
observó que éste perdía virulencia cuando se mantenían al aire durante cierto tiempo extractos
medulares de animales infectados, por lo que dichos extractos se podían emplear eficazmente
como vacunas. Realizó la primera vacunación antirrábica en humanos el 6 de julio de 1885,
sobre el niño Joseph Meister, que había sido mordido gravemente por un perro rabioso. A este
caso siguieron otros muchos, lo que valió a Pasteur reconocimiento universal y supuso el
apoyo definitivo a su método de inmunización, que abría perspectivas prometedoras de
profilaxis ante muchas enfermedades. Estos logros determinaron, en buena medida, la
creación del Instituto Pasteur, que muy pronto reunió a un selecto grupo de científicos, que
enfocarían sus esfuerzos en diversos aspectos de las inmunizaciones y de sus bases biológicas.
A su vez, los norteamericanos Salmon y Smith (1886) perfeccionaron los métodos serológicos
de Pasteur, lo que les permitió producir y conservar más fácilmente sueros tipificados contra
la peste porcina.

caricatura de Metchnikov

A finales del siglo XIX existían dos teorías opuestas sobre los fundamentos biológicos de las
respuestas inmunes. Por un lado, el zoólogo ruso Ilya Ilich Mechnikov (1845-1916), que
había realizado observaciones sobre la fagocitosis en estrellas de mar y pulgas de agua,
estableció, a partir de 1883, su “Teoría de los fagocitos”, tras estudiar fenómenos de
englobamiento de partículas extrañas por los leucocitos de conejo y de humanos. Informó que
existían fenómenos de eliminación de agentes patógenos por medio de “células devoradoras”
(fagocitos) que actuaban en animales vacunados contra el carbunco, y explicó la inmunización
como una “habituación” del huésped a la fagocitosis. Más tarde, ya integrado en el Instituto
Pasteur, propugnó la idea de que los fagocitos segregan enzimas específicos, análogos a los
“fermentos” digestivos (1900). Esta teoría de los fagocitos constituyó el núcleo de la teoría de
la inmunidad celular, de modo que la fagocitosis se consideraba como la base principal del
sistema de defensa inmune del organismo.

Por otro lado, la escuela alemana de Koch hacía hincapié en la importancia de los
mecanisnos humorales. Emil von Behring (1854-1917) y Shibasaburo Kitasato (1856-1931), a
resultas de sus trabajos sobre las toxinas del tétanos y de la difteria, observaron que el cuerpo
produce “antitoxinas” (más tarde conocidas como anticuerpos) que tendían a neutralizar las
toxinas de forma específica, y evidenciaron que el suero que contiene antitoxinas es capaz de
proteger a animales expuestos a una dosis letal de la toxina correspondiente (1890). La
intervención de Ehrlich permitió obtener sueros de caballo con niveles de anticuerpos
suficientemente altos como para conferir una protección eficaz, e igualmente se pudo disponer
de un ensayo para cuantificar la “antitoxina” presente en suero. Ehrlich dirigió desde 1896 el
Instituto Estatal para la Investigación y Comprobación de Sueros, en Steglitz, cerca de Berlín,
y, a partir de 1899, estuvo al frente del mejor equipado Instituto de Terapia Experimental, en
Frankfurt. Durante este último periodo de su vida, Ehrlich produce una impresionante obra
científica, en la que va ahondando en la comprensión de la inmunidad humoral. En 1900 da a
luz su “Teoría de las cadenas laterales”, en la que formula una explicación de la formación y
especificidad de los anticuerpos, estableciendo una base química para la interacción de éstos
con los antígenos. Por su lado, R. Kraus visualiza por primera vez, en 1897, una reacción
antígeno-anticuerpo, al observar el enturbiamento de un filtrado bacteriano al mezclarlo con
un suero inmune específico (antisuero). En 1898 Jules Bordet (1870-1961) descubre otro
componente sérico relacionado con la respuesta inmunitaria, al que bautiza como “alexina”,
caracterizado, frente al anticuerpo, por su termolabilidad e inespecificidad. (Más tarde se
impondría el nombre de complemento, propuesto por Ehrlich). El mismo Bordet desarrolló,
en 1901, el primer sistema diagnóstico para la detección de anticuerpos, basado en la fijación
del complemento, y que inició una larga andadura, que llega a nuestros días.

La conciliación de las dos teorías se debió a Almorth Wrigth y Stewart R. Douglas,


quienes en 1904 descubren las opsoninas, anticuerpos presentes en los sueros de animales
inmunizados y que, tras unirse a la superficie bacteriana, incrementan la capacidad fagocítica
de los leucocitos.

El área de la inmunopatología inicia su andadura con la descripción del fenómeno de


anafilaxia producido por introducción en un animal de un suero de una especie distinta
(Portier y Richet, 1902; Arthus, 1903), lo que a su vez abriría la posibilidad de métodos de
serodiagnóstico, con aplicaciones múltiples en Medicina, Zoología, y otras ciencias
biológicas. En 1905 Pirquet sugiere que la enfermedad del suero (un fenómemo de
hipersensibilidad) tiene relación directa con la producción de anticuerpos contra el suero
inyectado, introduciendo el término de alergia para referirse a la reactividad inmunológica
alterada.

La inmunoquímica cobra un gran impulso en las primeras décadas del siglo XX con
los trabajos de Karl Landsteiner (1868-1943). Su primera contribución de importancia había
sido la descripción, mediante reacciones de aglutinación, del sistema de antígenos naturales
(ABC0) de los eritrocitos humanos (1901-1902), completada (en colaboración con Von
Dungern y Hirzfeld), con las subdivisiones del grupo A y el estudio de su transmsión
hereditaria. Estos trabajos sirvieron de estímulo para avanzar en el desentrañamiento de la
especificidad química de los antígenos que determinan la formación de anticuerpos.
Landsteiner estudió sistemáticamente las características de inmunogenicidad y especificidad
de reacción de antígenos con anticuerpos, valiéndose de la modificación química de
antígenos, denominando haptenos a aquellos grupos químicos que por sí mismos no
desencadenan formación de anticuerpos, pero sí lo hacen tras ser conjugados a proteínas
portadoras.

La cuestión de las reacciones antígeno-anticuerpo se convirtió en otra polémica entre


escuelas hasta finales de los años 20. Mientras Ehrlich y sus seguidores mantenían que estas
reacciones tienen una base puramente química, Bordet y sus discípulos las explicaban como
fenómenos físicos de reacciones entre coloides. La resolución del debate debió aguardar hasta
finales de los años 30, al incorporarse avances técnicos como la electroforesis, la
cromatografía en papel, la ultracentrifugación y el microscopio electrónico. Heidelberg y
Kendall (1936) purificaron anticuerpos a partir de sueros por disociación de precipitados.
Tiselius (1939) demostró que los anticuerpos constituyen la fracción gamma-globulínica del
suero. Veinte años después R.R. Porter y G.M. Edelman establecen la estructura de las
inmunoglobulinas. Durante este lapso de tiempo se descubre que la síntesis de anticuerpos
ocurre en las células plasmáticas, aunque éstas no son puestas en relación aún con los
linfocitos; durante muchos años se siguió creyendo que los linfocitos eran células pasivas, sin
función inmune. Por aquella época se describe, también, la diversidad de inmunoglobulinas,
llegándose al establecimiento de una nomenclatura. Enseguida comienza la era de los
múltiples experimentos sobre timectomía en ratones neonatos y sobre bursectomía en aves,
así como los de reconstitución de animales irradiados, con timocitos y células de la medula
ósea, y que permiten afirmar el papel esencial de los linfocitos, encuadrarlos en tipos
funcionales T y B, y relacionarlos con las respuestas inmunes celular y humoral,
respectivamente.

Una importante faceta de la inmunología de la primera mitad del siglo XX fue la


obtención de vacunas. Se lograron toxoides inmunogénicos a partir de toxinas bacterianas, en
muchos casos por tratamiento con formol: toxoide tetánico (Eisler y Lowenstein, 1915) y
toxoide diftérico (Glenny, 1921). En 1922 se desarrolla la vacuna BCG contra la tuberculosis,
haciendo uso de una cepa atenuada de Mycobacterium tuberculosis, el bacilo de Calmette-
Guérin. La utilización de coadyuvantes se inicia en 1916, por LeMoignic y Piroy.

La inmunogenética nace cuando Bernstein describe en 1921 el modelo de transmisión


hereditaria de los cuatro grupos sanguíneos principales, basándose en el análisis estadístico de
sus proporciones relativas, y con el descubrimiento por Landsteiner y Levène (1927) de los
nuevos sistemas MN y P. Los experimentos de transfusiones sanguíneas interespecíficas
permitieron distinguir la gran complejidad de los antígenos sanguíneos, explicables según
unos 300 alelos múltiples.

Una contribución esencial a las ideas sobre el mecanismo de formación de los


anticuerpos la realizó el australiano Macfarlane Burnet (1899-1985), al establecer su teoría de
la selección clonal; ésta argumenta que cada linfocito B sintetiza un único tipo de anticuerpo,
específico para cada antígeno (determinante antigénico), de modo que la unión del antígeno
causa la proliferación clonal del linfocito B, con la consecuente síntesis incrementada de
anticuerpos específicos. Igualmente, Burnet lanzó una hipótesis sobre el mecanismo
subyacente a la auto-tolerancia inmunológica, que fue confirmada experimentalmente por
Peter Medawar. Más recientemente Niels Jerne ha realizado nuevas aportaciones y
refinamientos a la teoría de la selección clonal, proponiendo un modelo de regulación inmune
conocido como teoría de las redes idiotípicas.
Los avances en Inmunología durante los últimos años han sido espectaculares,
consolidando a ésta como ciencia independiente, con su conjunto propio de paradigmas, ya
relativamente escindida de su tronco originario microbiológico. Entre los hitos recientes hay
que citar la técnica de producción de anticuerpos monoclonales a partir de hibridomas,
desarrollada originalmente por César Milstein y Georges Kohler en 1975, y que presenta una
enorme gama de aplicaciones en biomedicina, o el desentrañamiento de los fenómenos de
reorganización genética responsables de la expresión de los genes de inmunoglobulinas, por
Susumu Tonegawa.

2.10 ORIGEN Y DESARROLLO DE LA VIROLOGÍA


La Virología ha sido la ciencia microbiológica de origen más tardío, habiendo surgido
como resultado del hallazgo de enfermedades infecciosas en las que la demostración de
implicación de microorganismos se demostraba esquiva con los medios habituales disponibles
a finales del siglo XIX. La euforia que se vivía en los ámbitos científicos y médicos, al
socaire de la edad de oro de aislamiento de bacterias patógenas, se plasmó en el prejuicio de
que la incapacidad de hacer crecer los agentes causantes de ciertas enfermedades se debía a
una técnica inapropida o mal aplicada.

El botánico ruso Dimitri Iwanovski había observado (1892) que la enfermedad del
mosaico del tabaco podía ser reproducida experimentalmente usando el fluido que atravesaba
los filtros de porcelana que normalmente retenían a las bacterias, pero siendo incapaz de aislar
y crecer el supuesto microorganismo, abandonó la investigación. Pocos años más tarde
(1898), y probablemente sin tener noticias del trabajo de Iwanovski, Beijerink realizó
experimentos similares con el mismo sistema, y en otro rasgo de su genio, enfrentándose a los
conceptos de la época, avanzó la idea de que el agente filtrable (un contagium vivum fluidum,
según su expresión), debía de incorporarse al protoplasma vivo del hospedador para lograr su
reproducción. Este tipo de agentes infectivos que atravesaban los filtros de porcelana fueron
llamados en principio “virus filtrables”, quedando más tarde su denominación simplemente
como virus. Aquel mismo año de 1898 Loeffler y Frosch descubren los virus animales al
comprobar que un virus filtrable es responsable de la glosopeda del ganado. En 1901 Reed
descubre el primer virus humano, el de la fiebre amarilla, y en 1909 Landsteiner y Pope
detectan el de la poliomielitis. A comienzos de siglo Copeman desarrolla su técnica de
multiplicación de virus animales en embriones de pollo, con la que P. Rous aisla y cultiva el
virus del sarcoma aviar (1911).

Los virus bacterianos fueron descubiertos en 1915 por F.W. Twort, si bien su trabajo
no alcanzó la elegancia y claridad del desarrollado poco más tarde por el canadiense Félix
d'Hérelle (1917); fue éste quien acuñó el término bacteriófago, y supuso correctamente que el
fenómeno de lisis por estos agentes debía de estar ampliamente difundido entre las bacterias.
Aunque su esperanza en la aplicación de los fagos como elementos bactericidas para uso
médico no pudo satisfacerse, la contribución de los virus bacterianos al avance de la genética
y biología moleculares ha sido decisiva: de hecho, los primeros estudios cuantitativos sobre
replicación virásica se realizaron sobre fagos de Escherichia coli, lo que suministró modelos
aplicables a otros virus, incluidos los de animales. En 1925 Bordet y Bal describen por
primera vez el fenómeno de lisogenia, pero las relaciones entre los ciclos lítico y lisogénico
de los fagos no fueron aclaradas hasta los estudios de André Lwoff (1950).

La primera visualización de un virus se debe a las observaciones a microscopio


ultravioleta del bacteriólogo inglés Barnard (1925), y en 1939 se realiza la primera fotografía
de un virus a microscopio electrónico. Pero los avances más significativos en el estudio de la
composición y estructura de los virus se inician con la purificación y cristalización, por
Wendell M. Stanley, del virus del mosaico del tabaco -TMV- (1935), aplicando
procedimientos típicos de la cristalización de enzimas. Inicialmente Stanley comprobó que el
TMV contenía gran proporción de proteína, pero poco más tarde detecta, además, la presencia
de ácido nucleico. A partir de aquí, la Virología entra en una fase de ciencia cuantitativa, en la
que participan numerosos físicos, bioquímicos y genetistas, en un esfuerzo interdisciplinar
que da origen a la moderna Biología Molecular.

Un importante avance metodológico para el estudio de los virus animales se debió a


Enders, Weller y Robbins (1949), al desarrollar por primera vez un método para la
multiplicación virásica sobre cultivos de tejidos de mamíferos, técnica que fue perfeccionada
más tarde por el equipo de Renato Dulbecco.

Los recientes progresos en las numerosas técnicas de biología molecular han


propiciado una auténtica explosión de descubrimientos sobre la biología de los virus y de sus
células hospedadoras; baste citar la replicación del genomio de ARN de los retrovirus por
reversotranscripción a ADN, los fenómenos de transformación oncogénica virásica y su
aplicación a los estudios generales del cáncer, el diseño de vacunas recombinantes por
manipulación in vitro de genomios virásicos, la próxima aplicación clínica de la primeras
terapias génicas en humanos recurriendo a vectores virásicos, etc. En el terreno de las
necesidades urgentes, la metodología existente ha permitido la rápida identificación y
caracterización del virus de la inmunodeficiencia humana, lo que se está traduciendo en una
intensa y racional búsqueda de procedimientos para prevenir y eliminar la inesperada
epidemia de SIDA.

En años recientes han sido descubiertos dos nuevos tipos de entidades infectivas,
subvirásicas: T.O. Diener describió en 1967 la existencia de ARN desnudos infectivos en
plantas, a los que llamó viroides, y en 1981 Prusiner puso de manifiesto que determinadas
enfermedades de mamíferos se deben a partículas proteicas aparentemente desprovistas de
material genético, a las que bautizó como priones.

2.11 RELACIONES ENTRE LA MICROBIOLOGÍA Y


OTRAS CIENCIAS BIOLÓGICAS.
El auge de la microbiología desde finales del siglo XIX se plasmó, entre otras cosas,
en el aislamiento de gran variedad de cepas silvestres de microorganismos, lo que suministró
un enorme volumen de nuevo material biológico sobre el que trabajar, aplicándose una serie
de enfoques que eran ya habituales en las ciencias naturales más antiguas; así, había que crear
un marco taxonómico (con sus normas de nomenclatura) para encuadrar a los organismos
recién descubiertos, era factible desarrollar trabajos sobre morfología y fisiología comparadas,
sobre variabilidad y herencia, evolución, ecología, etc. De este modo la joven Microbiología
fue objeto, en pocos años, de la utilización, a un ritmo acelerado, de los métodos taxonómicos
y experimentales que habían ido surgiendo y madurando desde el siglo XVIII en los ámbitos
de la “Historia Natural” clásica.

Aunque nos referiremos en otro apartado (véase cap. 2) a los avances de Taxonomía
Microbiana, vale la pena reseñar aquí los esfuerzos tempranos para lograr un clasificación
bacteriana por parte de Cohn (1875) y Migula (1894), que sustentaban su concepto de especie
predominantemente sobre caracteres morfológicos. Pero hacia 1900 era evidente la
arbitrariedad e insuficiencia de este tipo de clasificaciones, de modo que los intentos
posteriores hicieron uso de caracteres bioquímicos (Orma Jensen, 1909), o de una mezcla de
rasgos morfológicos, bioquímicos, patogénicos y de tinción (Buchanan, 1915). El sistema de
taxonomía bacteriana adquirió un nuevo impulso a partir de la 1ª edición del “Bergey's
Manual of Determinative Bacteriology” (1923), y de las propuestas de Kluyver y van Niel
(“Prospects for a natural system of classification of bacteria”, 1936). En cuanto a la
nomenclatura, no fue hasta 1958 en que cuajó un Código Internacional de Nomenclatura
Bacteriológica, aunque ya se venía aplicando desde hacía tiempo el procedimiento tipológico
para los microorganismos, con criterios similares a los de la Zoología y la Botánica.

El establecimiento de relaciones taxonómicas precisó el recurso a métodos cada vez


más amplios y afinados de análisis genético, estructural o fisiológico. En un apartado anterior
ya vimos las conexiones tempranas entre la Bioquímica y la Microbiología a propósito del
descubrimiento de la base enzimática de las fermentaciones, lo cual abrió el camino para
dilucidar el metabolismo energético microbiano, y para demostrar su similitud química con
rutas metabólicas de organismos superiores. Otro paso importante en la percepción de la
unidad bioquímica del mundo vivo deriva del descubrimiento de las vitaminas (término
acuñado por Funk en 1911), al establecerse que determinados factores de crecimiento
requeridos por algunos microorganismos eran químicamente similares a las vitaminas
necesarias en la dieta de los animales, y que este tipo de compuestos representa precursores
biosintéticos de coenzimas del metabolismo celular. Así pues, este tipo de investigaciones
sentó claramente la idea de la unidad química de los seres vivos, independientemente de su
encuadre taxonómico, y encauzó una buena parte de los trabajos bioquímicos hacia los
microorganismos, dadas sus cualidades de facilidad de manejo y cultivo en laboratorio.

En cuanto a las conexiones de la Microbiología con la Genética, ya Beijerink, en


1900, tras analizar la teoría de la mutación de De Vries, había predicho que los
microoganismos podrían convertirse en objetos de investigación más adecuados que los
sistemas animales o vegetales. Pero las primeras conexiones entre ambas ciencias arrancan de
la necesidad que hubo, a principios del siglo XX, de determinar la sexualidad de los hongos
con fines taxonómicos. En 1905 Maire demostró la existencia de meiosis en la formación de
ascosporas, y Claussen (1907) evidenció fusión de núcleos en Ascomicetos, mientras que
Kniepp, hacia finales de los años 30 había recogido un gran volumen de información sobre
procesos sexuales en Basidiomicetos. El sueco Lindegren (1936) realiza las primeras
cartografías genéticas en cromosomas de Neurospora, durante su estancia en el laboratorio
californiano de Morgan; este último, propugnador de la “teoría de los genes” (1926), confiaba
desde hacía años en ampliar sus éxitos, logrados en Drosophila, hacia el estudio de la
genética microbiana. En 1941, otros dos discípulos de Morgan, Beadle y Tatum, aislan
mutantes auxotróficos de Neurospora, con lo que se inicia el estudio de la base bioquímica de
la herencia, y convierten a este hongo en una valiosa herramienta de trabajo en esta línea de
investigación.

Las estrategias diseñadas por Beadle y Tatum fueron aplicadas por Luria y Delbrück
(1943) a cultivos bacterianos, investigando la aparición de mutaciones espontáneas resitentes
a fagos o estreptomicina. La conexión de estos experimentos con las observaciones previas de
Griffith (1928) sobre la transformación del neumococo, llevó a Avery y colaboradores (1944)
a demostrar que el “principio transformante” portador de la información genética es el ADN.
En 1949 Erwin Chargaff demuestra bioquímicamente la transmisión genética mediante ADN
en Escherichia coli , y en 1952 Alfred Hershey y Martha Chase, en experimentos con
componentes marcados de fagos, ponen un elegante colofón a la confirmación de la función
del ADN, con lo que se derribaba el antiguo y asentado “paradigma de las proteínas” que
hasta mediados de siglo intentaba explicar la base de la herencia. De esta forma, la
Microbiología experimental se sitúa en pleno centro del nacimiento de la Genética molecular,
de la mano de los avances paralelos en Bioquímica (análisis por rayos X de la estructura del
ADN debido a Maurice Wilkins y Rosalind Franklin, modelo de Watson y Crick de la doble
hélice del ADN, etc.), dando origen esta confluencia a lo que se ha llamado la “Edad de Oro”
de la Biología Molecular.

3 OBJETO DE ESTUDIO DE LA
MICROBIOLOGÍA
El objeto de estudio de una ciencia se puede desglosar en dos apartados: objeto
material y objeto formal.

3.1 OBJETO MATERIAL: LOS MICROORGANISMOS


La Microbiología es la ciencia que se ocupa del estudio de los microorganismos, es
decir, de aquellos organismos demasiado pequeños para poder ser observados a simple vista,
y cuya visualización requiere el empleo del microscopio. Esta definición implica que el objeto
material de la Microbiología viene delimitado por el tamaño de los seres que investiga, lo que
supone que abarca una enorme heterogeneidad de tipos estructurales, funcionales y
taxonómicos: desde partículas no celulares como los virus, viroides y priones, hasta
organismos celulares tan diferentes como las bacterias, los protozoos y parte de las algas y de
los hongos. De esta manera la Microbiología se distingue de otras disciplinas organísmicas
(como la Zoología y la Botánica) que se centran en grupos de seres vivos definidos por
conceptos biológicos homogéneos, ya que su objeto de indagación se asienta sobre un criterio
artificial que obliga a incluir entidades sin más relación en común que su pequeño tamaño, y a
excluir a diversos organismos macroscópicos muy emparentados con otros microscópicos.

A pesar de esto (o incluso debido a ello), la Microbiología permanece como una


disciplina perfectamente asentada y diferenciada, que deriva su coherencia interna del tipo de
metodologías ajustadas al estudio de los organismos cuyo tamaño se sitúa por debajo del
límite de resolución del ojo humano, aportando un conjunto específico de conceptos que han
enriquecido la moderna Biología.

Podemos definir, pues, a los microorganismos como seres de tamaño microscópico


dotados de individualidad, con una organización biológica sencilla, bien sea acelular o celular,
y en este último caso pudiendo presentarse como unicelulares, cenocíticos, coloniales o
pluricelulares, pero sin diferencianción en tejidos u órganos, y que necesitan para su estudio
una metodología propia y adecuada a sus pequeñas dimensiones. Bajo esta denominación se
engloban tanto microorganismos celulares como las entidades subcelulares.

3.1.1 MICROORGANISMOS CELULARES

Comprenden todos los procariotas y los microorganismos eucarióticos (los protozoos,


los mohos mucosos, los hongos y las algas microscópicas). El encuadre de todos estos grupos
heterogéneos será abordado en el próximo capítulo.
3.1.2 VIRUS Y PARTICULAS SUBVIRASICAS

Otro tipo de objetos de estudio de la microbiología son las entidades no celulares, que
a pesar de no poseer ciertos rasgos atribuibles a lo que se entiende por vida, cuentan con
individualidad y entidad biológica, y caen de lleno en el dominio de esta ciencia.

Los virus son entidades no celulares de muy pequeño tamaño (normalmente inferior al
del más pequeño procariota), por lo que debe de recurrirse al microscopio electrónico para su
visualización. Son agentes infectivos de naturaleza obligadamente parasitaria intracelular, que
necesitan su incorporación al protoplasma vivo para que su material genético sea replicado
por medio de su asociación más o menos completa con las actividades celulares normales, y
que pueden transmitirse de una célula a otra. Cada tipo de virus consta de una sola clase de
ácido nucleico (ADN o ARN, nunca ambos), con capacidad para codificar varias proteínas,
algunas de las cuales pueden tener funciones enzimáticas, mientras que otras son
estructurales, disponiéndose éstas en cada partícula virásica (virión) alrededor del material
genético formando una estructura regular (cápsida); en algunos virus existe, además, una
envuelta externa de tipo membranoso, derivada en parte de la célula en la que se desarrolló el
virión (bicapa lipídica procedente de membranas celulares) y en parte de origen virásico
(proteínas).

En su estado extracelular o durmiente, son totalmente inertes, al carecer de la


maquinaria de biosíntesis de proteínas, de replicación de su ácido nucleico y de obtención de
energía. Esto les obliga a un modo de vida (sic) parasitario intracelular estricto o fase
vegetativa, durante la que el virión pierde su integridad, y normalmente queda reducido a su
material genético, que al superponer su información a la de la célula hospedadora, logra ser
expresado y replicado, produciéndose eventualmente la formación de nuevos viriones que
pueden reiniciar el ciclo.

Los viroides son un grupo de nuevas entidades infectivas, subvirásicas, descubiertas


en 1967 por T.O. Diener en plantas. Están constituidos exclusivamente por una pequeña
molécula circular de ARN de una sola hebra, que adopta una peculiar estructura secundaria
alargada debido a un extenso, pero no total, emparejamiento intracatenario de bases por zonas
de homología interna. Carecen de capacidad codificadora y muestran cierta semejanza con los
intrones autocatalíticos de clase I, por lo que podrían representar secuencias intercaladas que
escaparon de sus genes en el transcurso evolutivo. Se desconocen detalles de su modo de
multiplicación, aunque algunos se localizan en el nucleoplasma, existiendo pruebas de la
implicación de la ARN polimerasa II en su replicación, por un modelo de círculo rodante que
genera concatémeros lineares. Esta replicación parece requerir secuencias conservadas hacia
la porción central del viroide. Los viroides aislados de plantas originan una gran variedad de
malformaciones patológicas. El mecanismo de patogenia no está aclarado, pero se sabe que
muchos de ellos se asocian con el nucleolo, donde quizá podrían interferir; sin embargo, no
existen indicios de que alteren la expresión génica (una de las hipótesis sugeridas); cada
molécula de viroide contiene uno o dos dominios conservados que modulan la virulencia.

En 1986 se descubrió que el agente de la hepatitis delta humana posee un genomio de


ARN de tipo viroide, aunque requiere para su transmisión (pero no para su replicación) la
colaboración del virus de la hepatitis B, empaquetándose en partículas similares a las de este
virus. A diferencia de los viroides vegetales, posee capacidad codificadora de algunas
proteínas.
Los ARNs satélites son pequeñas moléculas de tamaño similar al de los viroides de
plantas (330-400 bases), que son empaquetados en cápsidas de determinadas cepas de virus
(con cuyos genomios no muestran homologías). Se replican sólo en presencia del virus
colaborador específico, modificando (aumentando o disminuyendo) los efectos patógenos de
éste.

Los virusoides constituyen un grupo de ARNs satélites no infectivos, presentes en el


interior de la cápsida de ciertos virus, con semejanzas estructurales con los viroides,
replicándose exclusivamente junto a su virus colaborador.

Los priones son entidades infectivas de un tipo totalmente nuevo y original,


descubiertas por Stanley Prusiner en 1981, responsables de ciertas enfermedades
degenerativas del sistema nervioso central de mamíferos (por ejemplo, el “scrapie” o prurito
de ovejas y cabras), incluyendo los humanos (kuru, síndrome de Gerstmann-Straüssler,
enfermedad de Creutzfeldt-Jakob). Se definen como pequeñas partículas proteicas infectivas
que resisten la inactivación por agentes que modifican ácidos nucleicos, y que contienen
como componente mayoritario (si no único) una isoforma anómala de una proteina celular.
Tanto la versión celular normal (PrPC) como la patógena (PrPSc en el caso del “scrapie”) son
glicoproteínas codificadas por el mismo gen cromosómico, teniendo la misma secuencia
primaria. Se desconoce si las características distintivas de ambas isoformas estriban en
diferencias entre los respectivos oligosacáridos que adquieren por procesamiento post-
traduccional.

A diferencia de los virus, los priones no contienen ácido nucleico y están codificados
por un gen celular. Aunque se multiplican, los priones de nueva síntesis poseen moléculas de
PrP que reflejan el gen del hospedador y no necesariamente la secuencia de la molécula del
PrP que causó la infección previa. Se desconoce su mecanismo de multiplicación, y para
discernir entre las diversas hipótesis propuestas quizá haya que dilucidar la función del
producto normal y su posible conversión a la isoforma patógena infectiva.

Recientemente se ha comprobado que, al menos algunas de la enfermedades por


priones son simultáneamente infectivas y genéticas, una situación insólita en la Patología
humana, habiéndose demostrado una relación entre un alelo dominante del PrP y la
enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. El gen del prión (Prn-p) está ligado genéticamente a un gen
autosómico (Prn-i) que condiciona en parte los largos tiempos de incubación hasta el
desarrollo del síndrome.

3.2 OBJETO FORMAL


Todos los aspectos y enfoques desde los que se pueden estudiar los microorganismos
conforman lo que denominamos objeto formal de la Microbiología: características
estructurales, fisiológicas, bioquímicas, genéticas, taxonómicas, ecológicas, etc., que
conforman el núcleo general o cuerpo básico de conocimientos de esta ciencia. Por otro lado,
la Microbiología también se ocupa de las distintas actividades microbianas en relación con los
intereses humanos, tanto las que pueden acarrear consecuencias perjudiciales (y en este caso
estudia los nichos ecológicos de los correspondientes agentes, sus modos de transmisión, los
diversos aspectos de la microbiota patógena en sus interacciones con el hospedador, los
mecanismos de defensa de éste, así como los métodos desarrollados para combatirlos y
controlarlos), como de las que reportan beneficios (ocupádose del estudio de los procesos
microbianos que suponen la obtención de materias primas o elaboradas, y de su modificación
y mejora racional con vistas a su imbricación en los flujos productivos de las sociedades).

Finalmente, la Microbiología ha de ocuparse de todas las técnicas y metodologías


destinadas al estudio experimental, manejo y control de los microorganismos, es decir, de
todos los aspectos relacionados con el modo de trabajo de una ciencia empírica.

4 IMPORTANCIA DE LA
MICROBIOLOGÍA
La Microbiología es una ciencia biológica extraordinariamente relevante para la
humanidad, dado que los microorganismos están presentes en todos los hábitats y ecosistemas
de la Tierra y sus actividades presentan una gran incidencia en numerosísimos ámbitos de
interés:

Los microorganismos han sido los primeros en aparecer en la evolución, y


constituyen seguramente la mayor parte de la biomasa de nuestro planeta. Se
calcula que sólo hemos descrito menos del 10% de los microorganismos
existentes, por lo que los biólogos tienen una gran tarea por delante para estudiar
esta parte de la biodiversidad.
Las actividades microbianas sustentan los ciclos biogeoquímicos de la Tierra: los
ciclos del carbono, del nitrógeno, del azufre o del fósforo dependen de modo
fundamental de los microorganismos.
Las actividades metabólicas microbianas son excepcionalmente variadas, siendo
algunas de ellas exclusivas del mundo procariótico. La biolología básica tiene aquí
un gran campo de estudio.
El aspecto aplicado y la incidencia económica y social de los microorganismos es
ingente, y aquí daremos unas breves pinceladas:

Aspectos beneficiosos:

Todas las culturas desarrollaron de modo empírico multitud de bebibas y


alimentos derivados de fermentaciones microbianas: vino, cerveza, pan,
verduras fermentadas, etc.
Producción de multitud de productos industriales: alcoholes, ácidos orgánicos,
antibióticos, enzimas, polímeros, etc.
La ingeniería genética empezó con los microorganismos, que siguen
desempeñando un papel fundamental en la nueva generación de
medicamentos recombinantes y de terapias novedosas
En su aspecto perjudicial, la Microbiología dedica una especial atención a los
microorganismos patógenos, sobre todo a los que afectan a la humanidad

Las enfermedades microbianas han sido causa de grandes males a nuestra


especie. Baste recordar que la peste (muerte negra) causó a mediados del
siglo XIV la muerte de la tercera parte de la población europea, y ya en la
primera mitad del siglo XV llegó a afectar a más del 75%. Basta leer la literatura
o ver las pinturas de la época para darse cuenta del impacto terrorífico que
supuso, lo que a su vez supuso un factor esencial en el surgimiento de las
ideas del Renacimiento.
Desde la época del descubrimiento de América, las exploraciones han
conllevado el intenso trasiego de agentes patógenos de un lugar a otro. La
desaparición de buena parte de la población indígena se debió en buena parte
a no tener defensas frente a la viruela europea, pero a su vez los
descubridores importaron la sífilis a Europa.
No hace falta resaltar el papel que ha tenido la microbiología médica, desde la
época de Pasteur y Koch, en la lucha contra las enfermedades infecciosas
(antisepsia, desinfección, esterilización, quimioterapia). Y aunque ahora
tengamos nuevos retos (SIDA, fiebres hemorrágicas, etc.), no cabe duda de
que la Microbiología está contribuyendo a no perder esta permanente batalla
contra los gérmenes patógenos.
Aparte de todas estas actividades de los microorganismos sobre los humanos,
hay que tener en cuenta que existen gérmenes que afectan a animales,
plantas, instalaciones industriales, que afectan a alimentos, etc., representando
otras tantas áreas de atención para la Microbiología.

5 UBICACIÓN DE LOS
MICROORGANISMOS EN EL MUNDO
VIVO
Tras el descubrimiento de los microorganismos, a los naturalistas de la época les
pareció normal intentar encuadralos dentro de los dos grandes reinos de seres vivos conocidos
entonces: animales y plantas. De este modo, a finales del siglo XVIII las algas y los hongos
quedaron en el reino Plantae, mientras que los llamados “infusorios” se encuadraron en el
reino Animalia.

A mediados del siglo XIX se empezó a ver que esa clasificación era demasiado
sencilla, y que el grupo de los infusorios era muy heterogéneo. En 1866 Haeckel, seguidor de
Darwin, propone un famoso árbol filogenético con tres reinos:

Animalia
Plantae
Protista: todos los seres vivos sencillos, sean o no fotosintéticos o móviles. Dentro
de él consideraba los siguientes grupos:

Protozoos
Protozoos
Algas
Hongos
Moneras (=bacterias)

Pero esta clasificación iba a ser puesta en entredicho a mediados del siglo XX, cuando
las técnicas de microscopía electrónica y bioquímicas demuestran la gran diferencia de las
bacterias respecto del resto de organismos. De hecho, ya en los años 60 se reconoce que esta
diferencia representa la mayor discontinuidad evolutiva del mundo vivo. En 1974, el Manual
Bergeys (la biblia “oficiosa” de la clasificación bacteriana) considera que la clasificación al
máximo nivel del mundo vivo debe reconocer la existencia de dos “Reinos”:

Procaryotae (material genético no rodeado de membrana nuclear)


Eucaryotae (núcleo auténtico)

Pero en los años recientes, la incorporación a la taxonomía de los métodos de biología


molecular, especialmente la secuenciación de ARN ribosómico y la genómica, estáobligando
a nuevos planteamientos. Para resumir, hoy se asume lo siguiente:

Existen dos tipos de organización celular, la procariótica y la eucariótica.


Dentro de los seres vivos con organización procariótica, existen dos grandes
“dominios” o “imperios”: Bacteria (las eubacterias o bacterias “clásicas”)
y Archaea (antes llamadas arqueobacterias)
A su vez, el dominio eucariótico comprende numerosas líneas filogenéticas,
muchas de ellas de microorganismos. Los mismos Protozoos es un grupo muy
heterogéneo, que comprende líneas filogenéticas diversas y a veces muy
separadas en el tiempo evolutivo.

El alumno ampliará todo esto cuando comience su estudio de la taxonomía microbiana.

BIBLIOGRAFÍA
BALDRY, P. (1981): “La batalla contra las bacterias”. Reverté, Barcelona.

BROCK, T.D. (1961): “Milestones in Microbiology” (reedición de 1975). American Society


for Microbiology, Washington, D.C.

COLLARD, P. (1976): “The development of Microbiology”. Cambridge University Press,


Cambridge. Existe versión española: “El desarrollo de la Microbiología”, Ed. Reverté.

de KRUIJF, P. : “Cazadores de microbios”. Biblioteca Científica Salvat.

DEBRÉ, P. (1995): “Louis Pasteur”. Barcelona, Círculo de Lectores.

DUBOS, R. “Louis Pasteur”. Biblioteca Salvat de Grandes Biografías.

JAHN, I., R. LÖTHER, K. SENGLAUB (eds.) (1990): “Historia de la Biología”. Labor,


Barcelona. (Original alemán: VEB Gustav Fischer Verlag, Jena 1985).

KRIEG, N.R. (1988): Bacterial classification: an overview. Can. J. Microbiol. 34: 536-540.

MARGULIS, L., K.V. SCHWARTZ (1985): “Cinco Reinos”. Labor, Barcelona.

MURRAY, R.G.E. (1984): Higher taxa, or a place for everithing...?. En: “Bergey's manual of
Systematic Bacteriology”. Williams & Wilkins, Baltimore.
STACKEBRANDT, E. (1988): Phylogenetic relationships vs. phenotypic diversity: how to
achieve a phylogenetic classification system of the eubacteria. Can. J. Microbiol. 34: 552-556.

Sitios webs recomendados


Sitios sobre A. van Leeuwenhoek

http://www.spaceship-earth.org/Biograph/Antonvan.htm
www.ucmp.berkeley.edu/history/leeuwenhoek.html
http://www.euronet.nl/users/warnar/leeuwenhoek.html (una página muy completa
sobre la vida y el entorno de Leeuenhoek. Atención: archivo grande, tarda un poco
en descargar!)
http://www.bbc.co.uk/history/historic_figures/leeuwenhoek_antonie_van.shtml
http://www.iespana.es/natureduca/biog_leeuwenhoek.htm (breve biografía en
español)
http://es.rice.edu/ES/humsoc/Galileo/Catalog/Files/leewnhok.html (una ficha
técnica con datos sobre el Padre de la Microbiología)
http://www.microscopy.fsu.edu/optics/timeline/people/leeuwenhoek.html
http://www.whonamedit.com/doctor.cfm/1593.html

Pequeña biografía sobre Robert Hooke

Historia de los microscopios

http://inventors.about.com/library/inventors/blmicroscope.htm
http://inventors.about.com/gi/dynamic/offsite.htm?site=http://library.utmb.edu/scope
s/welcome.htm
http://www.zeiss.com/C12567A100537AB9/allBySubject/502879B33E50FC32C125
6B45003DA80F (colaboración de Koch con la industria Zeiss para sus nuevos
microscopios con objetivos de inmersión)
http://www.zeiss.com/C12567A100537AB9/allBySubject/B0DFBCF54A8B70D4C12
56D0900216F0E (el papel de Abbé y su colaboración con Koch en los
microscopios de lentes acromáticas)

Lous Pasteur

http://ambafrance-ca.org/HYPERLAB/PEOPLE/_pasteur.html
http://www.labexplorer.com/louis_pasteur.htm
http://php.pasteur.net/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=13
http://www.panspermia.org/pasteur.htm
http://www.louisville.edu/library/ekstrom/special/pasteur/cohn.html
http://www.pasteur.fr/pasteur/histoire/ (Pasteur y la creación del Instituto Pasteur)
http://www.worldandi.com/public/1987/october/ns3.cfm (Historia del Instituto
Pasteur)
http://www.bartleby.com/38/7/ (este sitio describe en detalle la contribución de
Pasteur en el descubrimiento del papel de los microorganismos en las
fermentaciones. Con imágenes)

Robert Koch

http://web.ukonline.co.uk/b.gardner/Koch.htm
http://www.nobel.se/medicine/laureates/1905/koch-bio.html
http://www.iah.bbsrc.ac.uk/schools/scientists/KOCH.htm (ficha con las principales
aportaciones de Koch)
http://www.infoscience.fr/histoire/biograph/biograph.php3?Ref=112 (en francés)

ÍNDICE

1 CARACTERES DISTINTIVOS DE LOS PROCARIOTAS

2 COMPOSICIÓN QUÍMICA BÁSICA DE LA CÉLULA PROCARIÓTICA

3 ESTRUCTURA GENERAL DE UNA CÉLULA PROCARIÓTICA

1 CARACTERES DISTINTIVOS DE LOS


PROCARIOTAS
Vamos a exponer los rasgos distintivos de los procariotas en forma de tabla
comparativa con los eucariotas, de modo que se aprecien mejor los rasgos distintivos de cada
tipo de organización celular:

Procariotas Eucariotas
Genóforo Un solo cromosoma Nucleoplasma Varios cromosomas
ADN c.d., c.c.c. (cadena doble, ADN c.d. lineal, terminado
circular cerrado covalentemente) en telómeros
No existe membrana nuclear Existe membrana nuclear
No histonas Histonas
Replicación del material genético: no Replicación del material genético: mitosis
mitosis
Organización del citoplasma Organización del citoplasma
No orgánulos de tipo Orgánulos (mitocondrias,
eucarióticos cloroplastos, retículo
endoplásmico, Golgi,
lisosomas, etc)
No citosqueleto (no corrientes Citosqueleto y corrientes
citoplásmicas) citoplásmicas
Ribosomas 70S Ribosomas 80S
Aparte de estos que acabamos de citar, existen otros rasgos que, aunque no
universales, caracterizan a numerosos procariotas:

Sus membrana plasmáticas carecen de esteroles, salvo los micoplasmas (pero en


este caso los esteroles proceden del hospedador eucariótico al que parasitan),
algunas especies de cianobacterias y de bacterias melitotrofas.
La movilidad no es universal, pero muchas bacterias se mueven en medios
acuáticos debido a unas estructuras llamadas flagelos, que nada tienen que ver
con los flagelos eucarióticos.
Las eubacterias (dominio Bacteria) poseen, salvo los micoplasmas, una pared
celular a base de una peptidoglucano (una macromolécula que no existe en
eucariotas). Muchas arqueas (dominio Archaea) poseen pared celular, diferente a
las del dominio Bacteria.

2 COMPOSICIÓN QUÍMICA BÁSICA DE


LA CÉLULA PROCARIÓTICA
El contenido en agua de una célula vegetativa bacteriana típica es de un 70%, mucho menor
que el de los eucariotas (que ronda el 90%).

Una célula de Escherichia coli, creciendo de forma equilibrada en un medio a base de


glucosa y sales minerales, a 371C, tiene la composición:

tipo de componente Porcentaje sobre peso


seco
proteína 55.0
ARN 20.5
ADN 3.1
Lípidos 9.1
Lipopolisacárido 3.4
Peptidoglucano 2.5
Glucógeno 2.5
total macromoléculas: 96.1
Pequeñas moléculas orgánicas: 2.9

Iones inorgánicos: 1.0

Obsérvese que:

las macromoléculas constituyen la porción mayoritaria de la masa celular (96%);


las proteínas representan más de la mitad de esta cantidad;
las bacterias poseen una proporción de ARN superior a la de los eucariotas;
la mayor parte de los compuestos son semejantes a los de eucariotas, pero dentro
de las macromoléculas encontramos dos que son exclusivas de los
procariotas (concretamente, de eubacterias, aunque no de todas):
lipopolisacárido (exclusivo de Gram-negativas); peptidoglucano (presente en
eubacterias Gram-positivas y Gram-negativas).
3 ESTRUCTURA GENERAL DE UNA
CÉLULA PROCARIÓTICA
Veamos de qué partes principales se compone una célula procariótica (consultar la
figura). Haremos una enumeración desde el exterior al interior celular. Los nombres en
rojo indican los componentes obligatorios de cualquier bacteria, mientras que los demás son
“dispensables” en el sentido de que no son universales, sino que están presentes en grupos
más o menos amplios de procariotas:

cápsula o capa mucilaginosa


capa S paracristalina
vaina
botones de anclaje
pared celular
protoplasto, que a su vez se compone de

membrana citoplásmica (que puede tener o no invaginaciones)


citoplasma, que incluye:

genóforo, constituido por

un cromosoma
en algunas especies, uno o varios plásmidos (elementos genéticos
extracromosómicos)
ribosomas
inclusiones
orgánulos
Pueden existir, además, apéndices filamentosos:

Flagelos
Fimbrias (= pelos)

Imagen "idealizada" de la estructura


de una célula procariota, con
algunos de sus componentes más
característicos.
En los próximos temas abordaremos el estudio de estos componentes de la célula procariótica,
centrándonos en su composición química, estructura y sus funciones o papeles.

1 TAMAÑO DE LOS PROCARIOTAS

1.1 Consecuencias del pequeño tamaño de las bacterias

2 FORMA

3 AGRUPACIONES BACTERIANAS

4 FENÓMENOS DE MULTICELULARIDAD EN BACTERIAS

1 TAMAÑO DE LOS PROCARIOTAS


El tamaño es un parámetro que está determinado genéticamente, pero los valores
concretos para cada raza o cepa de bacterias vienen influidos por una serie de condiciones
ambientales (nutrientes, sales, temperatura, tensión superficial, etc).
Las bacterias suelen presentar un pequeño tamaño, por lo general menor que el de una
célula eucariótica típica. (Obsérverse en el esquema la comparación entre el tamaño de una
bacteria típica como Escherichia coli (0.5 x 2 m) y el de una célula eucariota).

Sin embargo, existe un amplio rango de tamaños, según las especies:

Una bacteria grande es Beggiatoa gigantea, con un tamaño similar al de muchas


células eucarióticas (40 m).
Sin embargo, los auténtico “gigantes” entre las bacterias se han descubierto hace
poco:

En 1993 se desubrió una bacteria que mide 0,5 mm de longitud. Se trata


de Epulopiscium, un comensal del intestino del pez cirujano.
En 1999 se descubrió en un lago de Namibia una bacteria (a la que se bautizó
como Thiomargarita) que alcanza los 700 m.
Bacillus megaterium mide 1.3 x 3 m.
Una bacteria relativamente pequeña es Haemophilus influenzae, que mide 0.25 x
1.2 m.
Los organismos celulares cultivables más pequeños que existen son los
micoplasmas, muchos de los cuales no superan los 0.2 m de diámetro.
Las nanobacterias o ultramicrobacterias miden en torno a 0.05 m, pero la
mayoría no se han podido cultivar, y sólo se pueden estudiar al microscopio.

1.1 Consecuencias del pequeño tamaño de las


bacterias:
Metodológicas:

Se necesita recurrir a microscopios para su visualización, y emplear técnicas


especiales adecuadas al pequeño tamaño;
Para sacar conclusiones sobre muchas características de las bacterias hay que
hacer estudios “promediados”, es decir, obtenidos a partir de una gran población
de células, y no sobre un solo individuo. (El estudio de células bacterianas aisladas
es posible, pero es complicado y no se emplea en la mayor parte de la
investigación habitual sobre procariotas).

Propiedades físicas: se derivan del comportamiento como partículas coloidales:

movimiento browniano (movimiento aleatorio derivado del empuje de moléculas de


agua alrededor de la bacteria);
capacidad de dispersar la luz (el llamado efecto Tyndall). Por esta razón, las
suspensiones acuosas relativamente densas de bacterias tienen una apariencia
“turbia” (traslúcida);
aumentan la viscosidad del medio donde van suspendidas.

Por tener carga eléctrica: migran en un campo eléctrico y aglutinan y precipitan a altas
concentraciones de sales.

Propiedades biológicas:
La relación superficie/volumen (S/V) es muy alta. En efecto, supongamos una
célula esférica; en dicha célula, la relación S/V es 3/r, (la superficie de una esfera
es 4πr2 mientras que su volumen es 4/3πr3). O sea, cuanto menor sea el radio (r)
mayor será esta relación. Esto significa que el pequeño tamaño de las bacterias
condiciona un mayor contacto directo con el medio ambiente inmediato que
las rodea, lo que se traduce en que reciben las influencias ambientales de forma
inmediata.
El pequeño tamaño condiciona una alta tasa de crecimiento. La velocidad de
entrada de nutrientes y la de salida de productos de desecho es inversamente
proporcional al tamaño de la célula, y a su vez, estas tasas de transporte afectan
directamente a la tasa metabólica. Por lo tanto, en general, las bacterias crecen
(se multiplican) de forma rápida.

2 FORMA
Los principales tipos de formas bacterianas son:

cocos (células más o menos esféricas);


bacilos (en forma de bastón, alargados),

que a su vez pueden tener varios aspectos:

cilíndricos
fusiformes
en forma de maza, etc.
Atendiendo a los tipos de extremos, éstos pueden ser:

redondeados (lo más frecuente)


cuadrados
biselados
afilados
espirilos: al igual que los bacilos, tienen un eje más largo que otro, pero dicho eje
no es recto, sino que sigue una forma de espiral, con una o más de una vuelta de
hélice.
vibrios: proyectada su imagen sobre el plano tienen forma de coma, pero en el
espacio suelen corresponder a una forma espiral con menos de una vuelta de
hélice.
Otros tipos de formas

filamentos, ramificados o no
anillos casi cerrados
formas con prolongaciones (con prostecas)

Estos distintos tipos de morfologías celulares deben de haberse originado por


mecanismos evolutivos, a saber, por selección y estabilización adaptativa frente a las distintas
presiones ambientales presentes en diferentes nichos ecológicos.

Relaciones entre tamaño y forma

Difusión citoplásmica: Este aspecto lo ilustraremos con una bacteria típica de


forma bacilar. Una proteína de unos 50 kDa difundiría desde la periferia del
citoplasma al eje longitudinal en menos de medio segundo, mientras que si
difundiera desde un polo de la célula al opuesto, tardaría unos 5 segundos. Como
vemos, el tiempo de difusión es muy breve.
Difusión desde el medio exterior: el entorno inmediato de las bacterias es
bastante peculiar, debido al bajo valor de número de Reynolds que poseen.

El número de Reynolds (R) es un parámetro muy empleado en Ingeniería y


Arquitectura para expresar la tensión o estrés que soporta una estructura determinada
inmersa en el medio local que la sustenta. R equivale a la relación entre la fuerza de
inercia y fuerza de fricción

Teniendo en cuenta la masa y velocidad de movimiento de una bacteria como E. coli:

m = 10 -12 g

v = 30 m/s

tenemos que el valor R para esta bacteria es de 10-5.

De aquí se deduce que la inercia es irrelevante, mientras que predominan las fuerzas
viscosas. Por lo tanto, las bacterias llevan, en su avance, un entorno local debido a la
resistencia por viscosidad. Este entorno es una fase fluida cuya forma reproduce,
ampliada, la forma de la bacteria en cuestión.

Mejora en las propiedades hidrodinámicas o de flotación: Es posible que la forma


también tenga relación con propiedades hidrodinámicas. Por ejemplo, las bacterias
móviles raramente son esféricas; la forma óptima sería aquí la bacilar. De hecho,
existen pocos casos de cocos flagelados.

Como veremos oportunamente, existe un grupo de bacterias alargadas pero


con morfología espiral y que están muy bien adapatadas a avanzar en
medios muy viscosos. Esta morfología de las espiroquetas ha debido ser
seleccionada evolutivamente precisamente por este factor ecológico.
Por otro lado, las formas con prostecas, prolongaciones, las morfologías en
disco o en lámina parecen estar especializadas en facilitar la flotación.
Las bacterias adoptan formas en las que optimizan la relación S/V, y por
consiguiente su entorno local. Veamos algunos ejemplos de valores S/V:

los menores valores los poseen las bacterias esféricas (cocos), en las que
S/V = 5.8. La forma esférica permite una mayor resistencia frente a la
desecación;
los bacilos alcanzan valores de S/V de alrededor de 10;
las formas espirales y las bacterias con prolongaciones vivas (prostecas)
tienen valores mayores que los de los bacilos;
la mejor relación S/V conocida (de 16) la posee la curiosa bacteria
cuadrada de Walsby.

3 AGRUPACIONES BACTERIANAS
Las bacterias normalmente se multiplican por fisión transversal binaria. En muchas
especies, las células hijas resultantes de un evento de división por fisión tienden a dispersarse
por separado al medio, debido a la actuación de fuerzas físicas (movimiento browniano,
cizallamiento, corrientes de convección, etc). Esto hace que al observar al microscopio una
población de estas bacterias veamos mayoritariamente células aisladas. Pero en algunas
especies las células hijas pueden permanecer unidas entre sí (al menos durante un cierto
tiempo tras la división de la que proceden) debido a que el tabique sea incompleto o a la
existencia de capas mucosas que retienen juntos los productos de la división.

Si la tendencia a permanecer unidas es baja, tendremos agrupaciones de dos células,


que dependiendo que sean de morfología esférica o alargada, se denominan como:

diplococos
diplobacilos

Si la tendencia a permanecer unidas es mayor (por más tiempo), nos encontramos con
varias posibilidades, dependiendo del número de planos de división y de la relación entre
ellos:

Si los tabiques son paralelos entre sí (o sea, existe un solo plano de


división): estreptococos (cadenetas arrosariadas de cocos)
y estreptobacilos (cadenetas de bacilos).
Si existe más de un plano de división, en el caso de cocos podemos encontrar tres
posibilidades:

dos planos perpendiculares: tétradas (4 céls. en un plano) o múltiplos;


tres planos ortogonales: sarcinas (paquetes cúbicos);
muchos planos de división: estafilococos (racimos irregulares).

En el caso de bacilos, se pueden dar variantes adicionales, debido a la posibilidad de que se


produzcan movimientos postfisionales (en algunos casos con desgarro):
bacilos en empalizada o en paquetes de cigarrillos (debido a giros de 180o)
dos bacilos en ángulo (en forma de letra V o L)
varios bacilos formando “letras chinas”.

4 FENÓMENOS DE
MULTICELULARIDAD EN BACTERIAS
Ciertos grupos de bacterias exhiben una pluricelularidad incipiente, de modo que se
dan conjuntos de células asociadas permanentemente. En muchos casos, dentro de estos
grupos celulares existen formas celulares diferenciadas y especializadas. Por supuesto, en
ninguna instancia se puede hablar de diferenciación de tejidos (algo exclusivo de eucariotas).

Mixobacterias. Como estudiaremos oportunamente, se trata de bacterias con dos


fases dentro de su ciclo de vida: una fase a base de enjambres donde todas las
células se mueven coordinadamente, y otra fase a base de cuerpos
fructificantes en los que se aloja un tipo especializado de célula
llamado mixospora.
Filamentos (= tricomas) de ciertos grupos de Cianobacterias. En ellos las
células vegetativas individuales están unidas entre sí por puentes citoplasmáticos
(permitiendo, por tanto, comunicación intercelular). Ciertas cianobacterias
filamentosas poseen, además, células especializadas (heteroquistes, aquinetos).
Los filamentos no son exclusivos de cianobacterias, ya que también se dan en
ciertas bacterias Gram-negativas no fotosintéticas.
Cuerpos circulares del género Thermus: unas 14 células se encuentran
englobadas por una pared externa común.
Filamentos cenocíticos ramificados de los Actinomicetos: constituyen las
denominadas “hifas” (por analogía con las de los hongos), que a su vez originan
“micelios”.

Cuerpos fructificantes de
A) Myxococcus fulvus;
(B) Stigmatella aurantiaca; y
(C) Chondromyces crocatus. S.
aurantiacamide unas 150 micras.
(De M. Dworkin, Microbiol Rev,
60:70-102, 1996)

Micrografías electrónicas de
barrido de cuerpos fructificantes
de Myxococcus xanthus. A la
derecha se puede ver detalle de
un cuerpo abierto, mostrando la
disposición d
ÍNDICE:

1 CÁPSULA

1.1 CONCEPTOS GENERALES

1.2 MÉTODOS DE OBSERVACION Y ESTUDIO

1.3 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA

1.4 FUNCIONES

1.4.1 PROPIEDADES O PAPELES GENERALES

1.4.2 PROPIEDADES PARTICULARES

2 CAPA “S” (CAPA SUPERFICIAL PARACRISTALINA)

3 VAINAS

4 BOTONES DE ANCLAJE

BIBILIOGRAFÍA

1 CÁPSULA
1.1 CONCEPTOS GENERALES
La cápsula se puede definir como una estructura superficial que presentan muchas
bacterias en sus ambientes naturales, consistente en acumulación de material mucoso o
viscoso, situado externamente respecto de la pared celular (o, en su caso, respecto de la capa S
y de la vaina). Las cápsulas se pueden describir en función de:

su grado de asociación con la superficie celular subyacente (sobre todo pared):0

Integral: íntimamente asociada con la superficie celular, a saber, con la P.C.


Periférica: asociada a la sup. celular sólo en determinadas condiciones, pero
finalmente se dispersa al medio exterior.
su consistencia y sus límites externos:

Rígida: con suficiente consistencia estructural como para evitar la entrada de


partículas como las de tinta china o nigrosina. Suele tener un límite exterior
definido.
Flexible: poca consistencia, de modo que no excluye partículas. Además, es
deformable y carente de límites precisos.

Hay una cierta confusión en la nomenclatura de las cápsulas. Nosotros usaremos los
siguientes conceptos:

Cápsulas en sentido estricto son aquellas de tipo rígido e integral.


Capas mucilaginosas son las de tipo flexible y periférico.
Glucocálix es el conjunto de estructuras superficiales bacterianas, exteriores
respecto de la pared celular, y compuestas de polisacárido.

Las cápsulas son estructuras inertes, “no vivas”, carentes de papel activo (metabólico),
pero que confieren a las bacterias importantes propiedades:

Adhesión a células hermanas, generando microcolonias y consorcios.


Adhesión a sustratos inertes o vivos, lo que les permite `la colonización de sus
nichos ecológicos (p. ej., tejidos de organismos superiores)
Protección contra agentes antibacterianos.

1.2 MÉTODOS DE OBSERVACION Y ESTUDIO


Su observación a microscopía óptica en fresco es difícil, ya que su índice de refracción
es similar al del medio. Al ser una estructura muy hidratada (99% de agua), su observación
con las técnicas habituales de microscopía electrónica de transmisión (MET) y de barrido
(MEB) revela una notable contracción de su estructura. Además, los colorantes habituales
tienen poca afinidad hacia ella.

Imagen a microscopía óptica de la cápsula del neumococo


(Streptococcus pneumoniae)

A microscopía óptica: Se recurre a tinción negativa por medio de nigrosina o tinta


china (resaltan como un halo transparente sobre el fondo oscuro del porta).
A microscopía electrónica: Hay que recurrir a la estabilización previa de la
estructura capsular (para evitar su contracción ulterior) por medio de anticuerpos
anticapsulares o de lectinas. Tras esta operación, se procede a la tinción por una
ferritina catiónica (p. ej., el rojo de rutenio), con afinidad hacia polianiones.

Para investigar más sobre la estructura de la cápsula se recurre igualmente


a difracción de rayos X del polisacárido capsular.

Aislamiento del material capsular:

El material de las capas mucosas (es decir, de las cápsulas flexibles y periféricas)
es muy fácil de aislar, ya que tiende a dispersarse continuamente en el medio de
cultivo. Por lo tanto, se puede aislar directamente de los sobrenadantes resultantes
de la centrifugación del cultivo correspondiente.
El material de las cáspulas rígidas e integrales puede aislarse tratando al cultivo
con agua caliente o con ácidos o álcalis débiles.

1.3 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA


En general, el material capsular se compone de macromoléculas asimétricas que, en
muchos casos constan de una serie de unidades repetitivas: polisacáridos o polipéptidos.

1) cápsulas polisacarídicas

a) Heteropolisacáridos aniónicos, cuyas unidades repetitivas constan de azúcares (osas),


aminoazúcares, ácidos urónicos, polioles (en muchos casos con radicales fosfato,
formiato, succinato, etc.).

b) Homopolisacáridos neutros, como

i) levanos (polímeros de unidades de fructosa unidas por (2 6)

ii) dextranos

iii) celulosa

c) alginatos (p. ej., en Azotobacter, Pseudomonas), consistentes en una alternancia de


distintos tipos de ácidos urónicos.

2) cápsulas polipeptídicas (sólo encontradas en el género Bacillus). Están formadas por


glutamil-polipéptidos. Así p. ej., en B. anthracis el péptido es sólo de D-glutámico.

Las cápsulas y capas mucilaginosas bacterianas constituyen el llamado antígeno K


(capsular). Una misma especie puede constar de distintas razas, cada una de ellas con un Ag
K distintivo, distinguible del de las demás por su composición química y su
inmunorreactividad. Por ejemplo, en Escherichia coli se encuentran unos 70 tipos diferentes
de especificidades de Ag K.

Las cápsulas polisacarídicas están unidas a la superficie subyacente, sobre todo a la


pared celular.

La estructura es a base de una matriz muy hidratada, con una ordenación regular radial, o a
veces, en láminas concéntricas.

1.4 FUNCIONES
En laboratorio, muchas bacterias suelen perder la capacidad de formar cápsulas al
cabo de varios subcultivos. Así pues, la posesión o no de cápsula es algo que no afecta a la
viabilidad de las bacterias. Pero en medios naturales, las cápsulas confieren a las bacterias una
serie de propiedades, que dependen del nicho ecológico particular donde viva cada bacteria.
Estudiaremos una serie de propiedades o papeles generales, comunes a todas las cápsulas,
para concluir con algunos ejemplos de papeles específicos.

1.4.1 PROPIEDADES O PAPELES GENERALES

1) Mejora en las propiedades de difusión de nutrientes hacia la célula. Los polisacáridos


extracelulares aniónicos funcionan como una resina de intercambio.

2) Protección contra la desecación

3) Protección contra la predación por parte de protozoos.

4) Protección contra agentes antibacterianos:

a) contra metales pesados

b) contra bacteriófagos

c) contra células fagocíticas (p. ej., la cápsula del neumococo)

d) contra detergentes

e) contra anticuerpos

5) Adhesión a sustratos:

a) sobre sustratos inertes: propiedad importante, sobre todo en medios acuáticos. La


mayoría de las bacterias acuáticas no son planctónicas, sino que viven en interfases
(superficies, sedimentos), donde los nutrientes difunden mejor. Veamos cómo se
produce el proceso:

i) la bacteria se adhiere por la cápsula al sustrato;

ii) la cápsula supone un aumento de superficie bacteriana, lo que se traduce en una


mejora en la capacidad de absorber nutrientes;

iii) la bacteria se multiplica, formándose una microcolonia donde los individuos


están más protegidos frente a los agentes antibacterianos;

iv) se forman consorcios con otros microorganismos. Ello permite una “alianza” o
colaboración metabólica entre distintas especies, por la que se produce la
degradación concertada de sustratos insolubles.

Esta propiedad tiene una serie de importantes secuelas económicas:

 corrosión y obstrucción de cañerías;

 formación de placa dental y caries;

 formación de biopelículas en catéteres y prótesis quirúrgicas


b) sobre sustratos vivos (tejidos de organismos superiores):

i) En sistemas “normales” (efectos benéficos): La flora (= microbiota) autóctona que


coloniza los epitelios de los animales superiores está englobada en glucocálix,
estando las bacterias adheridas a la superficie tisular. Es decir, las cápsulas pueden
actuar como adhesinas (moléculas para la adhesión). Otro ejemplo de ello lo da la
microflora autóctona de la simbiosis del rumen

ii) En sistemas patológicos: La cápsula es uno de los factores de virulencia, de los


que depende el inicio de muchas infecciones por parte de bacterias patógenas. Si,
además, la flora autóctona del individuo afectado está alterada o disminuida, esto
supone un nicho ecológico vacío o perturbado, que puede ser colonizado por
bacterias patógenas, en parte gracias a su glucocálix, que además las protege frente
a surfactantes, células fagocíticas, anticuerpos, etc. Muchas cápsulas
polisacarídicas no son reconocidas como material extraño por el sistema inmune,
debido a que su estructura “mimetiza” estructuras del propio hospedador. Otras
cápsulas sobrapasan la capacidad de respuesta del sistema inmune, o bien no
activan eficientemente al sistema complemento.

Imagen animada que muestra el modo en que la


cápsula bacteriana evade la acción del complemento del
hospedador mamífero: El componente C3b del
complemento tiende a fijarse sobre la superficie
bacteriana, pero esto es más difícil si la bacteria posee
cápsula. Por otro lado, la célula fagocítica, provista del
receptor para C3b no puede interacionar bien con la
bacteria, de modo que se evita la fagocitosis.

1.4.2 PROPIEDADES PARTICULARES

Entre las propiedades conferidas por las cápsulas a algunas bacterias tenemos:

1) Como receptores para ciertos bacteriófagos.

2) En las bacterias tropicales fijadoras de N2 atmosférico, de los


géneros Derxia y Beijerinckia la gruesa y espesa cápsula actúa como barrera frente a la
difusión de O2, con lo cual evitan la inactivación de la enzima nitrogenasa.

3) En Rhizobium (fijador de N2 en simbiosis con las raíces de leguminosas) el polisacárido


extracelular actúa en la fase de reconocimiento entre la bacteria y la planta específica, a
través de lectinas de esta última.
4) En Acetobacter xylinum la cápsula es a base de fibrillas de celulosa que retienen burbujas
de aire, lo cual hace que la bacteria flote hasta su nivel adecuado.

2 CAPA “S” (CAPA SUPERFICIAL


PARACRISTALINA)
Capa que, en muchas eubacterias (sobre todo Gram-positivas), envuelve a la pared
celular, formada por el ensamblaje regular de subunidades idénticas de proteínas o
glucoproteínas. En Gram negativas la capa S se une a la membrana externa, mientras que el
Gram positivas lo hace al peptidoglucano. En muchas Arqueas es la única capa que rodea al
protoplasto, por lo que en ellas cumple funciones de auténtica pared celular.

Disposición unidades morfológicas


simetría binaria: filas dímeros
oblicuas paralelas
simetría cuadrangular: tetrámeros
simetría hexagonal: hexámeros

La unión entre los monómeros se realiza por enlaces no covalentes:

hidrófobos
iónicos, bien directos, o por mediación de cationes
puentes de hidrógeno

Papel:

En eubacterias provistas de pared celular. la capa S cumple varios papeles

como tamiz molecular protector que impide la entrada de agentes


antibacterianos
Parece que en muchos casos también protege frente a fluctuaciones iónicas y de
pH, estrés osmótico, etc.
En algunas bacterias patógenas, puede ser un factor de virulencia, al proteger a
la bacteria frente al ataque del complemento y de los fagocitos.
En Arqueas da forma y rigidez a muchas especies, ejerciendo papeles
equivalentes al de una pared celular.

En arqueas halófilas (p. ej., Halobacterium) la capa S de glucoproteína contiene


glucopéptidos especiales, y está estabilizada por altas concentraciones de sodio,
presentes en su nicho.
En arqueas termoacidófilas (Sulfolobus) existen glucoproteínas en matrices
hexagonales, ricas en aminoácidos polares (Ser, Thr), estando la capa S
estabilizada por los bajos pH del medio.

3 VAINAS
Son estructuras tubulares (ramificadas o no) compuestas de un heteropolímero, a base
de proteína, lípido y polisacárido, que engloban a conjuntos de células bacilares en cadenetas
o filas. La vaina está en contacto con la pared celular subyacente, pero no hay enlaces entre
ambas. En Sphaerotilus y Leptothrix las vainas se recubren de acúmulos de óxidos e
hidróxidos de Fe y Mn. Conforme se dividen por fisión binaria, las células de los extremos del
filamento van sintetizando nuevo material de la vaina que las va rodeando.

Las Arqueas Methanothrix y Methanospirillum poseen vainas proteicas con


subunidades dispuestas en anillos, y son las que confieren la forma.

4 BOTONES DE ANCLAJE
Son acúmulos de mucopolisacáridos ácidos, segregados en puntos concretos de la
célula, a nivel de pared celular, extremos de prostecas y pedúnculos o de tallos inertes en
algún momento del ciclo de vida de ciertas bacterias. Facilitan la unión de las bacterias que
los poseen a sus sustratos. Como ejemplo, los discos adhesivos (“holdfast”) en el extremo de
las prostecas deCaulobacter .

BIBILIOGRAFÍA
BEVERIDGE, J.T. (1988): The bacterial surface: general considerations towards design and
function. Can. J. Microbiol. 34: 363-372.

BEVERIDGE, J.T., L.L. GRAHAM (1991): Surface layers of bacteria. Microbiol. Rev. 55:
684-705.

BOULNOIS, G.J., K. JANN (1989): Bacterial polysaccharide capsule synthesis, export and
evolution of structural diversity. Molec. Microbiol. 3: 1819-1823.

COSTERTON, J.W., G.G. GEESEY, K.-J. CHENG (1978): El mecanismo de adherencia en


las bacterias. Inv. y Ciencia (marzo): 66-77.

GOTTESMAN, S., V. STOUT (1991): Regulation of capsular polysaccharide synthesis


in Escherichia coli K12. Molec. Microbiol. 5: 1599-1606.

KOVAL, S.F. (1988): Paracrystalline protein surface arrays on bacteria. Can. J.


Microbiol. 34: 407-414.

LECHENER, J., F. WIELAND (1989): Structure and biosynthesis of prokaryotic


glycoproteins. Annu. Rev. Biochem. 58: 173-194.

1 INTRODUCCIÓN
2 PAREDES DE LAS EUBACTERIAS

2.1 EL PEPTIDOGLUCANO: COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA

2.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA BÁSICAS DEL


PEPTIDOGLUCANO

2.1.2 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

2.1.3 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-POSITIVAS

2.2 RELACIONES ENTRE ESTRUCTURA Y FUNCIÓN EN EL


PEPTIDOGLUCANO

2.3 OTROS COMPONENTES DE LA PARED CELULAR DE BACTERIAS


GRAM-POSITIVAS: LA MATRIZ

2.4 PARED CELULAR DE LAS BACTERIAS ÁCIDO ALCOHOL RESISTENTES

2.5 LA PARED DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

2.5.1 LA MEMBRANA EXTERNA DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

2.5.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA DE LA MEMBRANA


EXTERNA
2.5.1.1.1 Fosfolípidos (FL)
2.5.1.1.2 Lipopolisacárido (LPS)
2.5.1.1.3 La lipoproteína (LPP, lipoproteína de Braun)
2.5.1.1.4 Proteínas de la membrana externa
2.5.1.2 PAPELES Y FUNCIONES DE LA MEMBRANA EXTERNA

2.5.2 EL ESPACIO PERIPLÁSMICO

3 PAREDES DE LAS ARQUEAS

BIBLIOGRAFÍA

1 INTRODUCCIÓN
La mayor parte de los procariotas posee una pared celular (P.C.) rígida
rodeando al protoplasto. Las excepciones son los micoplasmas (dentro del
dominio Bacteria) y algunas arqueas, como Thermoplasma.
Al microscopio electrónico se puede observar como una capa en íntimo
contacto con la membrana citoplásmica, con un espesor que oscila entre 10 y 80 nm
(según especies) -frente a los 8 nm de la membrana celular- , y con una estructura
más o menos compleja, según los tipos bacterianos.

a) Las paredes celulares más frecuentes en eubacterias siguen dos modelos


alternativos que, como veremos comparten un componente común: paredes
de tipo Gram-positivo o de tipo Gram-negativo.

b) Unas pocas eubacterias (como las del gén. Planctomyces) poseen paredes a
base de proteínas.

c) Las Arqueas poseen paredes diferentes a las de eubacterias y se pueden


agrupar en diversos tipos.

El grueso de este capítulo está dedicado al estudio de las paredes Gram-positivas y


Gram-negativas, con sus principales variantes, pero finalizaremos con una alusión a
los principales modelos de paredes arqueanas.

Aunque el alumno realizará en prácticas de labororatorio la tinción de Gram,


vamos a explicarla aquí brevemente. La tinción de Gram es la más importante entre
las tinciones llamadas diferenciales (aquellas que no tiñen de la misma manera a
todos los tipos de bacterias). Resumiendo, esta tinción consta de varios pasos:

1. Imaginemos un frotis en
porta de vidrio con una
muestra de varios tipos de
bacterias, que se han
fijado por calor. En la
primera fase, esta
preparación de trata con
un primer colorante
llamado violeta cristal o
violeta de genciana.

2. A continuación se añade
una solución de lugol
(yodo-ioduro), que actúa
como “mordiente”,
formando una laca
relativamente resistente
con el violeta. En este
momento todas las
bacterias están teñidas de
color violeta.
3. Ahora realizamos una
descoloración diferencial
con etanol o una mezcla
de etanol y acetona. Lo
que ocurre es que algunas
bacterias (las que
llamaremos Gram-
negativas) pierden el color
violeta (quedarían
práctimante transparentes
al microscopio), mientras
que otras (las Gram-
positivas) resisten el
tratamiento, y retienen el
colorante violeta.

4. Finalmente, tratamos el
porta con un segundo
colorante (colorante de
contraste): se trata de un
colorante de color rojo o
rosa, como la fucsina o la
safranina. Este colorante
tiñe ahora a las bacterias
previamente descoloradas
por el etanol. Por lo tanto,
el resultado en la
observación al microscopio
es que las bacterias Gram-
positivas se ven de color
violeta, y las Gram-
negativas de color rosa o
rojo.

Como veremos enseguida, esta diferencia de comportamiento ante la tinción de


Gram refleja el hecho de que ambos tipos de eubacterias poseen dos tipos
estructuralmente diferentes de pared celular, aunque ambas posean en común la
posesión de peptidoglucano. A continuación estudiaremos con cierto detalle la pared
celular de eubacterias.

2 PAREDES DE LAS EUBACTERIAS


Consisten en un
esqueleto macromolecular
rígido, llamado peptidoglucano
(= mucopéptido o
mureína), que

en Gram-positivas se
encuentra inmerso en una
matriz aniónica de
polímeros azucarados;
y en Gram-negativas
está rodeada por una
membrana externa, e
inmersa en un espacio
periplásmico.

Comenzaremos abordando esa macrolécula tan peculiar llamada peptidoglucano,


para después estudiar globalmente y por separado la pared de Gram-positivas y
Gram-negativas, con algunas variantes que se pueden presentar.

2.1 EL PEPTIDOGLUCANO: COMPOSICIÓN


QUÍMICA Y ESTRUCTURA
En las bacterias Gram-positivas el peptidoglucano representa el componente
mayoritario de la pared celular (50-80% en peso), mientras que en Gram-negativas
supone sólo del 1 al 10%.

2.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA BÁSICAS DEL


PEPTIDOGLUCANO

Está formado por repeticiones de una unidad disacarídica fundamental unida


a su vez a un tetrapéptido. Distintas cadenas (formadas por el esqueleto de
azúcares) se unen entre sí por determinados enlaces peptídicos entre tetrapétidos
de cadenas diferentes. Veamos todo ello en su concreción química:

La unidad disacarídica repetitiva: consiste en N-acetilglucosamina (NAG) unida


por enlace ß(14) a N-acetilmurámico (NAM). Obsérvese que el NAM es el 3-O-D-
lactil-éter de la NAG (o sea, se deriva de unir el ácido D-láctico con el OH del C-3 de
la NAG).

Las distintas unidades disacarídicas se van uniendo entre sí por enlaces


ß(14) entre el NAM de una unidad y la NAG de la siguiente. Este enlace es
susceptible a la rotura catalizada por el enzima lisozima. El número de repeticiones
(n) puede oscilar entre 10 y 100.
La cadena tetrapeptídica: Desde el grupo carboxilo de cada ácido NAM, y
mediante un enlace amido, se encuentra unido el tetrapéptido. Un tetrapéptido típico
de muchas bacterias es:

L-alanina---D-glutámico---meso-diaminopimélico---D-alanina

Obsérvese la alternancia de aminoácidos D y L en el tetrapéptido.

La estructura global: Las distintas cadenas polisacarídicas, con sus respectivos


tetrapéptidos, se unen entre sí por medio de puentes o enlaces peptídicos, entre un
aminoácido de una cadena (p. ej., el aminoácido nº3, como el meso-DAP del
ejemplo) y otro aminoácido de una cadena adyacente (la D-ala terminal). De este
modo, la estructura global es una sola macromolécula gigante que envuelve al
protoplasto, formando un sáculo rígido, a modo de tejido continuo, que tiene el
volumen y la forma de la bacteria respectiva.
En bacterias Gram-negativas este sáculo está formado por una sola capa (o unas
pocas) de cadenas de PG.
En Gram-positivas existen varias capas (hay varios niveles de PG).

A continuación describiremos por separado el PG de Gram-positivas y Gram-


negativas, dando indicaciones de sus principales variantes.

2.1.2 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

En la mayor parte de Gram-negativas el peptidoglucano corresponde a la


composición y estructura que acabamos de describir. Sin embargo, en las
espiroquetas, el diaminoácido en posición 3, en vez de ser meso-DAP, está
sustituido por la L-ornitina (que también es un diaminoácido).

El enlace entre cadenas polisacarídicas se realiza normalmente


mediante unión peptídica directa entre el grupo carboxilo de la D-ala terminal y
el grupo -amino del meso-DAP. Ahora bien, en este enlace participan solamente
el 50% de los tetrapéptidos. Los demás péptidos no participan en enlaces, y entre
estos últimos se encuentran incluso dipéptidos y tripéptidos.

El resultado es una capa simple de PG (de 1 nm de espesor), a modo de malla


floja, y con grandes poros (los “huecos” dejados por las zonas donde no hay enlace
peptídicos). Ello explica el comportamiento de las bacterias Gram-negativas en la
tinción de Gram: al añadir el alcohol, se produce una deshidratación que tiende a
contraer la estructura del PG, pero los poros son grandes y por ellos sale el primer
colorante (el violeta de genciana). El ulterior tratamiento de la preparación con el
colorante de contraste (fuchsina o safranina) tiñe a estas bacterias de rojo.
2.1.3 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-POSITIVAS

Es más variado que el de Gram-negativas, sobre todo en función de


ciertas variantes en la composición del tetrapéptido y del tipo de enlaces entre
los tetrapéptidos.

Variantes en composición del tetrapéptido:

En bacterias Corineformes:

el grupo -CO- en  del D-glu (2) puede estar amidado o unido a una glicina
(Gly);
el aa (1) puede ser Gly o L-Ser, en lugar de la L-ala;
el hidroxilo en 6 del NAM puede estar acetilado, lo que hace que el PG de
estas bacterias sea resistente a la lisozima.
Muchas bacterias Gram-positivas carecen de meso-DAP (3), y en su lugar
puede existir:

LL-DAP
L-diaminobutírico (DAB)
L-lisina
L-homoserina
L-ornitina
Modalidades de uniones interpeptídicas:

enlace directo entre la D-ala(4) y el -NH2 libre del diaminoácido en (3)


enlace D-ala(4)--X--diaminoácido(3), donde X representa un puente, que puede
consistir en:

un solo aminoácido: L-ala, o D-iso-Asn


un péptido corto:

{L-ala--L-ala}
{L-ala}3
{L-ala}3 -- L-ornitina
{Gly}5
enlace D-ala(4) ---{mismo tetrapéptido}--- diaminoácido (3)
enlace entre D-ala(4) y el D-glu(2) (y no el aa en 3), por medio de un péptido en
el que debe de existir obligatoriamente un diaminoácido (p. ej., D-lys, D-
ornitina).
Desde el punto de vista estructural, el PG de Gram-positivas se caracteriza
por la existencia de múltiples capas, existiendo entrecruzamientos tanto entre
cadenas adyacentes en el mismo nivel como entre niveles distintos. El resultado es
una red tridimensional gruesa (hasta 50 capas en algunos Bacillus), y más
compacta que en Gram-negativas. De todas formas, el grado de compacidad varía
entre especies, y depende de:

nº de NAM que contengan tetrapétidos que participen en entrecruzamientos;


longitud del puente peptídico

Ello condiciona a su vez la intensidad de la gram-positividad en la tinción de Gram.

2.2 RELACIONES ENTRE ESTRUCTURA Y


FUNCIÓN EN EL PEPTIDOGLUCANO
La arquitectura molecular del sáculo de mureína está aún sujeta a debate.
Sin embargo, uno de los modelos recientes más aceptado se podría resumir de la
siguiente manera:

Los resultados de difracción de rayos X parecen indicar que las unidades


disacarídicas de las cadenas están giradas unas respecto de otras, formando una
estructura helicoidal de orden 4 o 5. A resultas de ello, los péptidos protruyen
alternativamente: hacia arriba, a la izquierda, hacia abajo, a la derecha, y vuelta a
empezar, etc. Esta organización permite que una cadena de PG se pueda unir con
cadenas cercanas de su mismo nivel, así como con cadenas por encima y por
debajo de su nivel, formando un perfecto entramado tridimensional (al menos en
las Gram-positivas).
La orientación de las cadenas azucaradas en relación con la superficie celular aún
está debatida. Parece que se disponen casi paralelas a la superficie celular, con
una tendencia a una forma espiral por encima de la membrana citoplásmica. Si
consideramos una bacteria de forma bacilar, esta espiral cerrada se dispone
siguiendo el perímetro circular (y no siguiendo el eje longitudinal). Los grupos
tetrapeptídicos salen perpendicularmente de los NAM, en sentido vertical hacia la
membrana. Sin embargo, cuando dos tetrapétidos de un nivel se unen entre sí,
forman un puente casi horizontal, formando ángulos de unos 90 o repecto de los
esqueletos carbonados, y siguiendo el eje longitudinal de la célula.

Esta estructura confiere una serie de importantes propiedades:

1) Gran rigidez, que contrarresta las fuerzas osmóticas a que está sometido el
protoplasto (aguanta presiones de unas 5 a 15 atmósferas). Esta rigidez depende
de:
a) el grado de entrecruzamiento;

b) el hecho de que el enlace ß(1 4) es muy compacto. La alternancia


regular entre anillos piranósicos de NAG y de NAM genera uno de los
polisacáridos más estables desde el punto de vista termodinámico, que
recuerda en su “estilo” a la quitina y a la celulosa;

c) la alternancia en el tetrapéptido, de aminoácidos en configuraciones D y


L supone una factor adicional que confiere aún más fuerza estructural, y
además permite que todas las cadenas laterales de estos aminoácidos se
dispongan hacia el mismo lado, facilitando la formación de puentes de H.

2) Pero, al mismo tiempo, la estructura permite una notable flexibilidad. Ello


colabora, junto con su rigidez, a soportar variaciones amplias de la tensión
osmótica del protoplasto.

3) Condiciona la forma celular. Aunque la química del PG, por sí misma, no


determina la forma, es su disposición espacial la responsable principal de esta
forma.

2.3 OTROS COMPONENTES DE LA PARED


CELULAR DE BACTERIAS GRAM-POSITIVAS: LA
MATRIZ
Como ya dijimos, el PG de las bacterias Gram-positivas se encuentra
inmerso en una matriz, que puede representar hasta el 50% del peso de la pared
celular, y que está constituida por largos polímeros denominados ácidos teicoicos,
pudiendo existir también (o en su lugar) los ácidos teicurónicos y
los lipoteicoicos. Estos componentes llegan a sobresalir de la superficie celular y
suministran especificidad antigénica.
Ácidos teicoicos:

Están presentes en muchas bacterias Gram-positivas, pero no en todas. Son


polímeros de hasta 30 unidades de glicerol-fosfato o ribitol-fosfato, unidas entre sí
por enlaces fosfodiéster, en los que la mayoría de los grupos -OH están sustituidos
por -H, azúcares, aminoazúcares o D-alanina.

Los ácidos teicoicos están unidos covalentemente al peptidoglucano,


concretamente al -OH en posición 6 del NAM, a través de una unidad de enlace,
variable según las especies. (Por ejemplo, en una especie de Micrococcus, el
elemento de enlace consiste en {glicerol-P}3 --NAG-P).

Ácidos teicurónicos:

Ciertas bacterias Gram-positivas, cuando se someten a un régimen de


limitación de fosfato son incapaces de sintetizar ácidos teicoicos, pero en su lugar
producen ácidos teicurónicos. Los teicurónicos consisten en polímeros aniónicos
formados por la alternancia de ácidos urónicos (que tienen grupos -COOH libres) y
aminozúcares como la N-acetil-galactosamina.

Ácidos lipoteicoicos:

Están presentes en todas las bacterias Gram-positivas, aun en condiciones


de carencia de fosfato. Se trata simplemente de ácidos glicerol-teicoicos que
se encuentran unidos a la membrana citoplásmica, concretamente se unen por
enlace fosfodiéster con glucolípidos de membrana, mientras que el otro extremo de
la cadena queda expuesto al exterior.

En Streptococcus pyogenes las cadenas de lipoteicoicos se encuentran


asociadas con la llamada proteína M, originando una microfibrillas que sobresalen
notablemente hacia el exterior celular (observables a microscopio electrónico), y que
facilitan la unión a las células de animales en que parasitan estas bacterias.

Funciones de los polímeros de la matriz:

Parece ser que su papel principal es suministrar una carga neta negativa a la
pared celular, lo que permite captar cationes divalentes (p. ej., Mg++), que a su vez
se necesitan para muchas actividades enzimáticas de la membrana citoplásmica o
del espacio periplásmico, que participan de la morfogénesis y división de la pared
celular.
Como ya dijimos, los ácidos teicoicos y teicurónicos son buenos antígenos.
Cuando no están cubiertos por estructuras más externas (como cápsulas),
constituyen el antígeno somático O de las bacterias Gram-positivas.
Finalmente, en algunas bacterias, sumistran, junto con el PG, receptores
específicos para la adsorción de ciertos bacteriófagos.
2.4 PARED CELULAR DE LAS BACTERIAS ÁCIDO
ALCOHOL RESISTENTES
Determinadas bacterias Gram-positivas (corineformes, Nocardia y, en
especial Mycobacterium) presentan una pared celular muy compleja,
con abundancia de lípidos (algo excepcional entre las Gram-positivas).

Estas bacterias no se tiñen con los colorantes normales, pero una vez que se
han teñido con fucsina (forzando mediante calentamiento de la preparación), tienen
resistencia a decolorarse por una mezcla de ácido clorhídrico al 3% en etanol de 96o.
Por ello se denominan como bacterias ácido-alcohol resistentes. Esta propiedad
depende esencialmente de la presencia, en su pared celular de unos lípidos
llamados ácidos micólicos.

Químicamente, esta pared celular consiste en un esqueleto formado por dos


tipos de polímeros, unidos covalentemente entre sí:

un peptidoglucano especial (la diferencia más importante es que en vez de N-acetil


murámico existe N-glucolil-murámico);
un arabinogalactano de gran peso molecular.
Ambos polímeros se encuentran enlazados a través de fosfodiéster entre una
unidad de murámico y una de las arabinosas. Pero a su vez, este esqueleto se une
covalentemente a los ácidos micólicos.

Los ácidos micólicos son ß-hidroxiácidos grasos ramificados en  , cuya


longitud de cadena es grande (desde C78 a C91 en Mycobacterium). Están unidos al
esqueleto de la P.C. de forma uniforme, a través de enlaces con los -OH en 5 de las
unidades de arabinosa.

Por lo tanto, el esqueleto de la P.C. de estas bacterias consiste en:

peptidoglucano---arabinogalactano---ácidos micólicos.

Pero aparte de este esqueleto complejo, la P.C. de las bacterias ácido-alcohol


resistentes exhibe una variedad de lípidos:

1) Glucolípidos:

a) Micolatos de trehalosa: dos unidades de trehalosa unidas entre sí por


enlace  (11´), y en donde los grupos 6 y 6´ están unidos con ácidos
micólicos. Constituyen el llamado factor de crecimiento en cuerdas, debido
a que son responsables de la agregación de los individuos bacterianos en
forma de “cuerdas”.
b) Sulfolípidos de trehalosa: están localizados en la periferia de la P.C., y
parecen ser impartantes factores de virulencia. En Mycobacterium
tuberculosis (el bacilo de la tuberculosis) estos sulfolípidos de trehalosa
funcionan como evasinas, es decir, facilitan el que la bacteria escape a la
acción de los macrófagos inhibiendo la fusión del fagosoma con el lisosoma,
lo cual puede explicar el hecho de que estosmicroorganismos tengan éxito
como parásitos intracelulares.

c) Micósidos: Localizados en la periferia, consisten en la unión por enlace éster


entre ácidos micólicos y azúcares (incluyendo ácidos urónicos, desoxiosas,
aminozúcares, etc.).

2) Ceras: Unión de ácidos micólicos con ftioceroles (alcoholes ramificados de alto


peso molecular: C30 - C34).

El alto contenido en lípidos confiere una serie de propiedades a estas bacterias


(aparte de la ácido-alcohol resistencia ya citada):

aspecto y consistencia cérea de sus colonias;


crecen formando grumos en medios líquidos;
gran impermeabilidad de la P.C., que a su vez condiciona una gran resistencia a la
desecación y gran resistencia a sustancias antibacterianas (detergentes,
oxidantes, ácidos, bases, etc).

2.5 LA PARED DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS


La pared de las bacterias Gram-negativas es estructuralmente más compleja
que la de Gram-positivas, cosa que se puede comprobar al observar un corte
transversal al microscopio electrónico: por encima de la membrana citoplásmica y
hasta el exterior se pueden apreciar 5 capas, alternándose las claras (L 2, L5) y las
oscuras (más densas a los electrones: L1, L3, L4).

La capa densa L4 corresponde al peptidoglucano (ya estudiado), que se


encuentra inmerso en la capa clara L5, que consiste en un espacio
periplásmico, limitado entre la membrana citoplásmica y una membrana externa.
La delgada capa de peptidoglucano no constituye más del 5-10% de la pared. A
continuación estudiaremos la peculiar membrana externa de las bacterias Gram-
negativas y el espacio periplásmico.

2.5.1 LA MEMBRANA EXTERNA DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

Se trata de una estructura de bicapa lipídica exclusiva de las bacterias Gram-


negativas. Como otras bicapas lipídicas, consta de una doble capa de lípidos, junto
con proteínas de matriz (estas últimas atravesando total o parcialmente la bicapa).
Por supuesto, en la bicapa lipídica, los grupos polares quedan hacia afuera, mientras
que los hidrófobos tienden al interior.

Ahora bien, la composición química y la disposición de los elementos de esta


membrana externa son muy distintos a los de una membrana típica:

la bicapa es altamente asimétrica:


en la capa externa existe un 60% de proteínas y un 40% de una macromolécula
exclusiva de esta membrana externa: el lipopolisacárido (LPS);
en la capa interna no hay LPS, existiendo fosfolípidos (FL), lipoproteínas (LPP) y
otras proteínas.

El conjunto es un mosaico fluido que permite el desplazamiento lateral de los


fosfolípidos, del LPS, y de las proteínas, pero no de las lipoproteínas unidas
covalentemente al peptidoglucano. Sin embargo, esta fluidez es menor que la de la
membrana citoplásmica.

2.5.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA DE LA MEMBRANA


EXTERNA

La membrana externa se encuentra unida con el peptidoglucano subyacente


a través de distintos componentes y tipos de enlaces:

enlaces iónicos, mediados por cationes divalentes, entre distintas proteínas de la


membrana externa y el PG;
enlaces hidrófobos entre fosfolípidos y proteínas de la capa interior de la
membrana externa con el PG;
enlaces covalentes entre algunas moléculas de lipoproteína y el PG.

Parece ser que la membrana externa está en contacto directo con la plasmática en
numerosos puntos, denominados zonas de adhesión. Puede que se trate de
regiones en las que produzca una auténtica fusión entre estos dos tipos de
membrana, facilitando quizá el transporte de ciertas sustancias desde el exterior al
interior celular.

Estudiaremos a continuación los componentes de la membrana externa, aludiendo a


su composición química, estructura y funciones.

2.5.1.1.1 Fosfolípidos (FL)

Se localizan en la lámina interna de la m. ext. La composición en fosfolípidos


es similar a la de la membrana citoplásmica, con un ligero enriquecimiento en
fosfatidil-etanolamina.
2.5.1.1.2 Lipopolisacárido (LPS)

Se trata de una macromolécula exclusiva de la lámina externa de la


membrana externa de bacterias Gram-negativas, responsable de muchas de las
propiedades biológicas de estas bacterias. Se le conoce también con el nombre
de endotoxina (toxina termoestable, no difusible). Se trata de un glucolípido
complejo, que podemos considerar compuesto de tres regiones o dominios:

lípido A, que es la porción más proximal, y de carácter hidrofóbico;


región intermedia, llamada oligosacárido medular;
región distal (cadena lateral específica, polisacarídica) a base de repeticiones de
unos pocos azúcares. Es de carácter hidrofílico y constituye el antígeno somático
O de las 6bacterias Gram-negativas.

i) El lípido A: esta región es prácticamente idéntica en todas las bacterias Gram-


negativas. Consiste en un disacárido formado por dos unidades de glucosamina
unidas por enlace ß(16), pero donde todos los grupos -OH (menos uno) y -
NH2 están sustituidos (unidos a otras moléculas): Obsérvese que

existen 5 (a veces 6) ácidos grasos, todos ellos saturados, con predominio de ß-


hidroximirístico (un ácido graso C14).
El -OH original en 4´ está sustituido por arabinosamina-fosfato.
El -OH en 1 está sustituido por fosforil-etanolamina (a veces pirofosforil-
etanolamina).

ii) El oligosacárido medular (también llamado corazón o núcleo): se une al lípido


A a través del -OH en 3´. Se pueden considerar dos fracciones:

la fracción del núcleo interno, a base de dos tipos de azúcares exclusivos de


Gram-negativas: 2-ceto-3-desoxioctónico (KDO) y L-glicero-D-manoheptosa (Hep).
Alguna de las Hep y alguno de los KDO pueden a su vez estar unidos a fosforil-
etanolamina (o pirofosforil-etanolamina). Esta región es muy rica en grupos
cargados, especialmente con carga negativa (de los fosfatos y KDO).
La fracción del núcleo externo está constituida a base de hexosas (glucosa,
galactosa, NAG, y a veces algunas hexosas más raras).

iii) Cadena lateral específica: polisacárido repetitivo, que se proyecta hacia el


exterior celular, y que constituye el Ag somático O de bacterias Gram-negativas.
Consiste en la repetición (hasta 40 veces) de unidades tri-, tetra- o
pentasacarídicas (en estos dos últimos casos uno de los azúcares de cada
repetición queda lateral respecto del esqueleto lineal que forman los demás).

De todas estas regiones del LPS la única indispensable para la viabilidad


es el lípido A. Los mutantes incapaces de sintetizar las cadenas laterales o el
oligosacárido medular dan colonias rugosas y están afectados en distintas
propiedades biológicas, pero pueden sobrevivir.

PAPELES Y FUNCIONES DEL LPS

1. Papel estructural: el LPS es el componente esencial de la membrana


externa. La porción hidrofóbica (las cadenas de ácidos grasos del lípido A) se
proyectan hacia el interior de esta membrana. Precisamente es la estructura
del lípido A la principal responsable de la menor fluidez de dicha membrana, y
por lo tanto de la mayor resistencia física. (Obsérvese que, mientras cualquier
fosfolípido tiene dos cadenas de ácido graso, el lípido A posee 5 o 6, todas
ellas unidas al mismo disacárido, generando una molécula más “masiva.”).

2. A su vez, la propiedad anterior hace que sea menos soluble a detergentes


y más resistente a disolventes orgánicos.

3. Es menos permeable a muchas moléculas hidrofóbicas, incluyendo


antibióticos, debido a las largas cadenas laterales hidrofílicas.

4. Se une a cationes divalentes (como Mg++ o Zn++), lo que contribuye a la


mayor estabilidad de la membrana externa. Esta presencia de cationes
suministra un ambiente adecuado para muchas funciones de la P.C. (Si
añadimos un agente quelante como el EDTA, o eliminamos el Mg++ y lo
sustituimos por Ca++, se produce la desorganización de la membrana
externa).

5. Como ya dijimos, el LPS constituye la endotoxina de las bacterias Gram-


negativas. La función como endotoxina se debe a la región del lípido A. Sus
propiedades como endotoxina están en el origen de muchos síntomas
patológicos propiciados por patógenos Gram-negativos:

a. pirogenicidad (inducción de fiebre)

b. hipotensión

c. en casos graves, choque letal, por fallo cardíaco


d. actividad necrótica de tejidos.

6. Pero igualmente, tiene efectos beneficiosos: estimula una serie de


mecanismos defensivos del hospedador, incluyendo la activación del
complemento, que puede ocasionar la lisis de la bacteria, mejora las
propiedades de los fagocitos, etc. Es decir, a pesar del nombre de
endotoxina, el LPS no es intrínsecamente tóxico, sino que su efecto depende
de la respuesta del hospedador. El macrófago es la célula del hospedador
principal responsable de la mediación de los efectos del LPS, tanto los
positivos como los negativos. El macrófago posee receptores de membrana
para detectar el LPS bacteriano, y en respuesta a él, libera una serie de
moléculas mediadoras (citoquinas) que actúan a su vez sobre diversas partes
del sistema inmunitario. De hecho, los efectos negativos se deben a
comportamientos incontrolados desencadenados en el propio sistema
inmunitario.

7. El LPS, y concretamente las cadenas laterales constituyen el antígeno


somático O, cuya especificidad viene determinada por la secuencia repetitiva
de azúcares. Esta porción condiciona la virulencia de las bacterias Gram-
negativas patógenas, por lo que debe de ser esencial en la interacción
hospedador-parásito.

2.5.1.1.3 La lipoproteína (LPP, lipoproteína de Braun)

Su porción polipeptídica es una pequeña proteína (7.2 kDa) muy abundante


en la membrana externa, y es la responsable de la unión covalente entre ésta y el
peptidoglucano. La proteína tiene una configuración mayoritaria en -hélice, que
atraviesa el espacio periplásmico, y parece que se agrega formando trímeros. Una
de las LPP del trímero (por término medio) se une covalentemente con el
peptidoglucano.

El aminoácido N-terminal es una cisteína cuyo grupo sulfhidrilo está unido


por enlace tioéter a un diglicérido, y cuyo grupo amino se une por enlace amido con
un ácido graso (p. ej., palmítico). De este modo, la porción N-terminal de la LPP está
embebida en la lámina interna de la membrana externa.

El aminoácido C-terminal es una lisina. Una de cada tres moléculas de LPP


usa esta Lys para establecer un enlace peptídico entre su propio grupo -NH2 libre y
el -COOH libre del meso-DAP del PG. Por término medio, por cada diez unidades
disacarídicas del PG, existe un enlace covalente con la LPP.

La principal (y probablemente única) función de la lipopproteína es


meramente estructural: estabilizar el complejo entre peptidoglucano y membrana
externa. Esta unión es tan fuerte que permite aislar la membrana externa y el
peptidoglucano como una unidad.
2.5.1.1.4 Proteínas de la membrana externa

Están intercaladas en esta membrana, participando en la estabilización de la


arquitectura tridimensional, interaccionando unas con otras y con los lípidos. Entre
ellas, las más importantes son las porinas.

Las porinas son proteínas de unos 35 kDa, que se agregan


formando trímeros con canales interiores, y que atraviesan la membrana de parte a
parte. Su función es permitir el paso de sustancias a través de dichos canales
interiores, siempre que su peso molecular sea compatible con el tamaño de los
canales (suelen ser moléculas entre 500 y 700 dalton). En las enterobacterias, las
porinas colaboran en la protección contra las sales biliares que existen en el
ecosistema intestinal donde pasan parte de su vida.

Existen otras proteínas minoritarias parecidas a porinas, que actúan


como canales específicos que permiten el paso de ciertas moléculas: vitamina B12,
quelatos de Fe, nucleósidos, maltodextrinas, etc. Algunas de ellas sirven
simultáneamente como receptores de fagos.

2.5.1.2 PAPELES Y FUNCIONES DE LA MEMBRANA EXTERNA

1) Actúa como tamiz molecular, que permite la difusión únicamente de moléculas


relativamente pequeñas. Esto supone una protección frente a muchos agentes
antibacterianos: colorantes, ácidos biliares, antibióticos, enzimas (p. ej., la
lisozima, que podría alcanzar y atacar al PG). Recuérdese que las porinas sólo
permiten el paso de sustancias hidrofílicas por debajo del tamaño especificado
por el diámetro de los canales.

2) Condiciona propiedades de superficie:

a) grado de humedad (humectabilidad)

b) adhesividad

c) carga eléctrica.

3) Es la estructura donde se fijan los componentes del complemento (sistema


defensivo de los animales superiores que conduce a la inserción, en la
membrana externa, de una serie de proteínas llamadas complejo de ataque a la
membrana, que agujerea dicha membrana y ocasiona la lisis de la bacteria).

4) Ciertas proteínas y cadenas laterales del LPS pueden ser lugares de adsorción
(receptores específicos) de fagos y bacteriocinas.

5) Punto de anclaje del anillo externo (“L”) del corpúsculo basal de los flagelos.
2.5.2 EL ESPACIO PERIPLÁSMICO

Entre la membrana externa y la membrana citoplásmica existe un


compartimento acuoso bañando al peptidoglucano, denominado periplasma o
espacio periplásmico. El volumen de este compartimento puede llegar a
representar un 20-40% del volumen celular total. El contenido del periplasma (el “gel
periplásmico”) incluye:

RNasa y fosfatasa, que digieren moléculas que por sí mismas no pueden pasar al
citoplasma.
Penicilinasa: degrada penicilina, evitando destrucción de PG
proteínas de transporte de nutrientes (p. ej., de maltosa)
proteínas de transporte de nutrientes (p. ej., de maltosa)
proteínas de unión a estímulos químicos.
En bacterias desnitrificantes y quimiolitoautotrofas, existen proteínas implicadas en
el transporte de electrones.

El periplasma cumple una función de osmorregulación: El periplasma es


una solución densa, con alta concentración de macromoléculas, y que participa en la
regulación de la osmolaridad celular frente a la tonicidad del medio exterior. Para
ello, existe en este espacio periplásmico un oligosacárido derivado de la
membrana citoplásmica (ODM, o según sus iniciales inglesas, MDO), a base de 10
unidades de ß-D-glucosa (unidas entre sí por enlaces 12) con sustituyentes
ácidos.

En medios de alta osmolaridad (por ejemplo, en los fluidos corporales), disminuye


la concentración del oligosacárido.
En ambientes de baja osmolaridad (p. ej., aguas fecales), aumenta mucho la
concentración de dicha molécula. De este modo, la presión de turgor del
protoplasto se transmite contra el peptidoglucano, que como sabemos ya, es la
estructura de la pared celular. que aguanta las variaciones de presión osmótica.

3 PAREDES DE LAS ARQUEAS


Aunque las arqueas pueden comportarse como Gram-positivas o como
Gram-negativas, no se suele aludir a esto en este dominio de procariotas, ya que
sus paredes tienen poco que ver con las de eubacterias. Exceptuando el
género Thermoplasma, carente de pared celular, las demás arqueas poseen, por
encima de la membrana citoplásmica, algún tipo de estructura con funciones de
pared celular.

En muchos casos las funciones de pared celular son ejercidas simplemente por
una capa S paracristalina (véase tema 4), a base de disposición regular de
subunidades idénticas de una proteína o glucoproteína (p. ej., Methanococcus,
Methanogenium). Recuerde que en ciertas arqueas de ambientes extremos, esta
capa S está estabilizada por factores de esos ambientes: En el halófilo
obligado Halobacterium las subunidades de glucoproteína se estabilizan por altas
concentraciones de ión Na+. En el termoacidófilo Sulfolobus la estabilidad la
confieren los bajísimos pH.
En Methanospirillum y en Methanothrix varias células, cada una con su capa S, se
encuentran englobadas por una vaina común, a base de proteínas y carbohidratos,
con una estructura a base de anillos paralelos.
En Methanosarcina y Halococcus la capa S se encuentra rodeada
de metanocondroitina, un polímero a base de N-acetil-galactosamina,
glucurónico, glucosa y manosa. (Esta metanocondroitina es similar al condroitín
sulfato presente en tejido conjuntivo de animales).
Finalmente, los miembros del orden Methanobacteriales poseen una pared
de pseudomureína, un extraño peptidoglucano no basado en NAM. Consiste en
un esqueleto de unidades repetitivas de NAG unidas por enlace ß(13) con N-
acetil-talosaminourónico (NAT, un azúcar exclusivo de estos organismos). El grupo
-NH2 del NAT va unido a su vez con un tetrapéptido, pero en éste sólo participan
aminoácidos de la serie L. Al igual que en la mureína de las eubacterias, las
diversas cadenas se unen entre sí por enlaces peptídicos entre el aminoácido
terminal (4) de un tetrapéptido y el diaminoácido (3) de otra cadena.

BIBLIOGRAFÍA
ARTÍCULOS DE DIVULGACIÓN

CASTILLO, F. y otros (2003): El periplasma procariota. Investigación y


Ciencia 321 (junio): 74- 82.

FISCHETTI, V.E. (1991): Proteína estreptocócica M. Inv. y


Ciencia 179 (agosto):

RIETSCHEL, E.T., H. BRADE (1992): Endotoxinas bacterianas. Inv. y


Ciencia 193: 16-24.

ARTÍCULOS DE REVISIÓN

FERGUSON, S.J. (1992): The periplasm. en “Prokaryotic structure and


function: a new perspective”. Society for General Microbiology & Cambridge
University Press, pp.311-339.
HANCOCK, R.E.W. (1991): Bacterial outer membranes: evolving
concepts. ASM news 57: 175-182.

HANCOCH, R.E.W., R. SIEHNEL, N. MARTIN (1990): Outer membrane


proteins of Pseudomonas. Molec. Microbiol. 4: 1069-1075.

NIKAIDO, H. (1996): Outer membrane. En: “Escherichia


coli and Salmonella typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª
edición (F.C. Neidhart, ed.). American Society for Microbiology Press.
Washington, D.C. (1996), págs. 7-22.

OLIVER, D.B. (1996): Periplasm. En: “Escherichia coli and Salmonella


typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart,
ed.). American Society for Microbiology Press. Washington, D.C. (1996),
págs. 88-103.

PARK, J.T. (1996): The murein sacculus. En: “Escherichia


coli and Salmonella typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª
edición (F.C. Neidhart, ed.). American Society for Microbiology Press.
Washington, D.C. (1996), págs. 48-57.

RAETZ, C.R.H. (1990): Biochemistry of endotoxins. Annu. Rev.


Biochem. 59: 129-170.

SCHIRMER, T., J.P. ROSENBUSCH (1991): Prokaryotic and eukaryotic


porins. Curr. Opin. Struct. Biol. 1: 539-545.

Actualizado el miércoles, 15 febrero 2006

ÍNDICE:

1 INTRODUCCIÓN

2 BIOSÍNTESIS DEL PEPTIDOGLUCANO DE MUREÍNA

3 CRECIMIENTO DE LA PARED CELULAR

3.1 CRECIMIENTO DE LA PARED EN UNA BACTERIA GRAM-


NEGATIVA: Escherichia coli
3.2 CRECIMIENTO Y SEPTACIÓN EN UNA BACTERIA GRAM-
POSITIVA: Enterococcus faecalis

4 PROTOPLASTOS Y ESFEROPLASTOS

5 FORMAS L

BIBLIOGRAFÍA

1 INTRODUCCIÓN
En el capítulo anterior estudiamos la composición química, estructura y funciones de
los principales tipos de paredes celulares procarióticas. En este capítulo trataremos un aspecto
dinámico del tema de las paredes: cómo se sintetiza el peptidoglucano de las eubacterias, y
cómo se produce el proceso general de crecimiento de la pared, incluyendo el evento
particular de formación del septo transversal que marca el “nacimiento” de dos células hijas.
Nos concentraremos en la biosíntesis del peptidoglucano, debido a su interés intrínseco y
aplicado (sobre este proceso actúan diversos antibióticos, algunos de gran importancia
clínica).

Desde el punto de vista topológico, todas las capas de las envueltas bacterianas
(membranas, pared celular) son superficies cerradas sobre sí mismas, físicamente
continuas para mantener la integridad y viabilidad de la célula.
Pero por otro lado, deben de ser susceptibles de expandirse durante el crecimiento
por incorporación de nuevos materiales. Además, todos los constituyentes deben
crecer coordinadamente e incorporarse en los lugares precisos. Por ejemplo, en el
caso de las bacterias Gram-negativas, distintos componentes deben de ir a parar a
diferentes localizaciones: periplasma, PG, membrana externa, e incluso medio
exterior.
Durante cada ciclo celular, hay una fase en la que los materiales de las envueltas
(y concretamente, de la pared celular que nos ocupa ahora) deben de facilitar la
división de la célula en una descendencia de dos células hijas.
Finalmente, queda el problema de la energía. Los procesos biosintéticos requieren
aporte de energía química, pero el ATP y compuestos similares no pueden salir del
protoplasto.

Precisamente en este capítulo vamos a ver algunas de las estrategias bioquímicas y


moleculares que las bacterias han evolucionado para solventar estos puntos para el caso del
peptidoglucano. Veremos que la estrategia implica varias fases:

Síntesis de precursores en el citoplasma


Ensamblaje parcial en membrana
Transporte a la cara externa externa de la membrana
Ensamblaje final en el exterior, mediante reacciones que no precisan energía
2 BIOSÍNTESIS DEL
PEPTIDOGLUCANO DE MUREÍNA
Consta de 4 etapas:

1. Síntesis de precursores solubles en el citoplasma.

2. Estos precursores son transferidos a un transportador lipídico situado en la membrana


citoplásmica (un poliisoprenol fosfatado llamado undecaprenil-fosfato), donde se forman
las unidades disacarídicas con el pentapéptido.

3. Las unidades disacarídicas se polimerizan en cadenas lineales fuera de la membrana, pero


aún unidas al undecaprenil-fosfato de la membrana.

4. Unión del polímero lineal así formado al peptidoglucano preexistente en la pared celular,
por entrecruzamiento de (al menos) parte de sus péptidos respectivos.

A estas etapas hay que añadir una fase adicional de regeneración del transportador lipídico,
una vez que ha cumplido su misión, para que pueda ser operativo en un nuevo ciclo de
síntesis.

Veamos, pues, en más detalle, cómo ocurre este interesante proceso:


Fase 1:. Los monosacáridos que luego van a constituir la unidad disacarídica repetitiva del
esqueleto del peptidoglucano (NAM y NAG) se activan al unirse a uridín difosfato
(UDP). (En general, los monosacáridos que han de incorporarse a polímeros de pared celular
bacteriana se activan mediante su unión con nucleósidos-fosfato.)

Por lo tanto, en esta fase se sintetizan por separado:

NAG-UDP
NAM-UDP

Luego se va produciendo la adición secuencial y ordenada de los distintos aminoácidos al


NAM (en reacciones que requieren energía e iones Mn++):

1. L-ala

2. D-glu

3. m-DAP (u otro diaminoácido; p. ej. L-lys en Staphylococcus aureus)

4. D-ala-D-ala
Observar que no se produce un tetrapéptido, sino un pentapétido. El último paso de
adición de aminoácidos es la unión del dipéptido D-alanil-D-alanina, que se ha sintetizado en
dos fases:

una racemasa convierte la L-ala a D-ala;


creación de enlace peptídico entre dos D-ala.

Fase 2: El UDP-NAM-pentapéptido se transfiere ahora a un transportador de membrana,


llamado undecaprenil-fosfato (que abreviaremos como Lip-P), en una reacción catalizada
por una translocasa específica.

El undecaprenil-fosfato es un poliisoprenoide de 55 átomos de C (C55, derivado de la


repetición 11 veces de la unidad isoprenoide, con un fosfato terminal). Se le conoce también
con el nombre de bactoprenol, pero hoy se sabe que no es exclusivo de bacterias. El
bactoprenol permite el transporte y ensamblaje de sustancias que, como los azúcares, son
hidrofílicas, y no podrían pasar por sí mismas la barrera hidrofóbica de la membrana.

Una vez que el NAM-pentapétido está unido al undecaprenil (por medio de


pirofosfato), una transferasa transfiere a éste la NAG desde el UDP-NAG. Se genera pues el
enlace ß(14) entre NAG y NAM. Por lo tanto, se obtiene: Lip-P-P-NAM(pentapéptido)-
NAG.

En esta situación es cuando se producen la modificaciones que ya


estudiamos en la estructura básica del PG. Por ejemplo:
en Staphylococcus aureus el grupo -COOH del D-glutámico en posición (2)
es amidado (pasa a --CO-NH2. Por otro lado, se introducen los puentes
peptídicos, que en el caso de esta bacteria consisten en una pentaglicina,
que se une al grupo amino terminal de la L-Lys en posición (3).

Tanto la traslocasa como la transferasa está localizadas en el lado


citoplásmico de la membrana, de modo que el precursor Lip-P-P-
NAM(pentapéptido)-NAG, en este momento está “colgando” hacia el
citoplasma, anclado a la lámina interna de la membrana a través de
bactoprenol.

Fase 3: Polimerización de varias unidades disacarídicas: Ahora el


bactoprenol “se da la vuelta” en la membrana (una especie de flip-flop
desde la capa interna hasta la externa), de modo que logra que el
precursor resultante de la fase 2 quede expuesto hacia el medio acuoso
exterior a la membrana. Entonces tiene lugar la polimerización de varias
unidades disacarídicas: ello se logra en una reacción
de transglucosidación. Consiste en la unión de cada unidad disacarídica
(con su pentapéptido) unida a su respectivo Lip-P-P, con el extremo libre
(reductor) de una cadena preexistente que a su vez está unida a otra
molécula de Lip-P-P.

En el proceso se libera uno de los Lip-P-P (o sea, el undecaprenil, pero en forma


pirofosforilada). Sobre este Lip-P-P actúa una fosfatasa específica, que elimina el fosfato
terminal, regenerándose el undecaprenil-fosfato, que queda dispuesto para otro ciclo como el
descrito.

Fase 4: El polímero surgido de la fase anterior es una cadena lineal de PG sin entrecruzar, y
unido aún al transportador lipídico de membrana. Ahora este polímero naciente (con sus
pentapéptidos) reacciona, por transpeptidación, con un PG aceptor preexistente. En esta
reacción se ven implicados el grupo C=O de la D-ala (4) del PG naciente y el grupo -
NH2 libre del diaminoácido (3) del PG aceptor (o del último aminoácido del puente
peptídico).

Esto es lo mismo que decir que el enlace peptídico entre D-ala (4) y D-ala
(5) del PG naciente se ve sustituido por otro enlace peptídico, entre dicha
D-ala (4) y el diaminoácido del PG naciente.

La energía para esta reacción la suministra la hidrólisis concomitante del enlace


peptídico entre las dos D-ala terminales. Es decir, en cada reacción de transpeptidación se
libera una D-ala, correspondiente a la que ocupaba la posición (5).

Ya dijimos en el capítulo anterior que no todos los tetrapéptidos participan en


entrecruzamientos. Las D-ala terminales (en 5) de los péptidos no implicados en tales
entrecruzamientos son eliminadas por una enzima llamada D-D-carboxipeptidasa. Esta
enzima explica no sólo que en el PG maduro existan tetrapéptidos (y no los pentapéptidos
originales), sino también la existencia de tripéptidos.

Muchas bacterias controlan el grado de entrecruzamiento de su PG maduro. Incluso


algunas pueden eliminar totalmente muchos de los péptidos originalmente unidos al NAM,
mediante enzimas conocidas genéricamente con el nombre de autolisinas. Así por
ejemplo, Micrococcus luteus -un coco Gram-positivo- merced a su actividad NAM-L-ala-
amidasa, presenta un PG que no está entrecruzado en un 50-70%.

Antibióticos que actúan a nivel de la biosíntesis de peptidoglucano:

Estos antibióticos tienen un efecto bactericida sobre bacterias en crecimiento. Ello se


debe a que, al inhibir determinados pasos del ciclo de síntesis y ensamblaje del PG, provocan
la acumulación de precursores de dicho PG, lo que a su vez desencadena la activación de
las autolisinas de la bacteria, que degradan el PG y que finalmente provoca la lisis celular (en
medios hipotónicos), por entrada masiva de agua a la célula.

1. Fosfomicina: actúa inhibiendo la formación del 3-O-D-lactil-éter de la NAG (o sea, del


NAM). Parece ser que la base molecular estriba en la semejanza estructural entre el este
antibiótico y el PEP (es decir, la fosfomicina es análogo estructural del PEP, lo que lleva a
la inactivación de la enzima correspondiente a esta reacción).

2. Cicloserina: Se comporta como análogo estructural de la D-alanina, por lo que inhibe la


actuación de la racemasa que convierte la L-ala a D-ala, así como de la reacción de unión
de dos D-ala.

3. Tunicamicina: inhibe la traslocasa que cede el NAM unido hasta entonces al UDP y lo
pasa al bactoprenol (fase 2ª).

4. Vancomicina y ristocetina: inhiben la segunda transglucosidación (fase 3ª), es decir, la


unión de diversas unidades disacarídicas.

5. Bacitracina: se une al undecaprenol-pirofosfato, bloqueando su desfosforilación, e


impidiendo por lo tanto, la regeneración del transportador de membrana.

6. Antibióticos ß-lactámicos (p. ej.: penicilinas, cefalosporinas): inhiben la reacción de


entrecruzamiento por transpeptidación. (Estudiaremos su mecanismo de acción en más
detalle en el capítulo 20 sobre Quimioterápicos y Antibióticos).

3 CRECIMIENTO DE LA PARED
CELULAR
Como ya dijimos al comienzo de este tema, aunque la pared celular es una estructura
cerrada y sin solución de continuidad, debe permitir su expansión (crecimiento), y esto
supone que se han de romper ciertos enlaces si se quiere que el nuevo material se ensamble
con el preexistente mediante nuevas uniones, es decir, debe existir una acción concertada de
mureín-hidrolasas y de mureín-sintasas. Por otro lado, hay que tener en cuenta que en el
crecimiento de la pared celular se producen dos tipos de procesos: la expansión (aumento de
tamaño) de esa pared, y la formación del tabique transversal en el centro de la célula.

El crecimiento y septación del peptidoglucano están basados en la actividad


controlada y localizada en puntos determinados, de una gama de autolisinas, especialmente
las dotadas de actividad transglucosidasa y/o transpeptidasa. Debido a que estas enzimas son
los sitios de acción de las penicilinas (y otros antibióticos ß-lactámicos), se les conoce
también con el nombre de PBP(de penicillin-binding proteins; véase la tabla 1).

TABLA 1

Propiedades de las PBPs de Escherichia coli

PBP Nº moléculas/ Actividad enzimática Posibles funciones


célula conocida
PBP 1ª, 1B 100 cada una Transglucosilasa/transpeptidasa Síntesis de PG durante la
elongación celular

PBP 2 20 Transpeptidasa Crecimiento de la forma bacilar

PBP 3 50 Transglucosidasa/transpeptidasa Síntesis de PG durante la septación


(tabique)
PBP 4 110 D-D-endopeptidasa/ Hidrólisis de los entrecruzamientos
durante la elongación
D-Dcarboxipeptidasa
PBP 5 1800 D-D-carboxipeptidasa Destrucción del pentapéptido no
entrecruzado

3.1 CRECIMIENTO DE LA PARED EN UNA


BACTERIA GRAM-NEGATIVA: Escherichia coli
El crecimiento de la pared en E. coli se puede considerar dividido en dos fases:

1. Crecimiento en longitud (elongación), mientras la célula crece en tamaño.

2. Producción del tabique transversal (septación), que conduce a la formación de dos células
hijas.

Elongación

Las PBPs 1 son las encargadas de la elongación de las cadenas de PG naciente


(por transglucosidación de las unidades disacarídicas) y simultáneamente, por
transpeptidación, logran el entrecruzamiento.
Las cadenas nacientes del PG se intercalan en la parte cilíndrica del sáculo de PG
gracias a que las PBP4 y PBP5 cortan enlaces del PG preexistente.
La PBP2 interviene aquí también para transpeptidación. La cadena de PG se va
elongando unidireccionalmente alrededor de la circunferencia de la célula. Se
calcula que existen unos 200 sitios de inserción de nuevo material en cada
célula, dispersos de forma más o menos uniforme por toda la superficie de la
célula. La maquinaria biosintética tarda 8 minutos en completar cada
circunferencia de elongación.

Formación del tabique transversal


La división de la bacteria por fisión binaria simétrica se logra por medio de una invaginación
circular de las envueltas (membrana citoplásmica y peptidoglucano) en mitad de la célula
madre. En el inicio de este proceso tiene un papel esencial la proteína FtsZ, y más tarde
intervienen otras proteínas Fts.

FtsZ es una proteína imprescindible, presente tanto en eubacterias como en arqueas,


que muestra parecido con las tubulinas eucarióticas. Al parecer, al igual que las tubulinas, la
FtsZ se une a GTP, con lo que se promueve su polimerización. Bajo control del ciclo celular,
la FtsZ se ensambla poco antes de la división en el centro de la célula, formando un “anillo
citocinético” en el lado citoplásmico de la membrana celular. Existen indicios fuertes de que
la formación de este anillo de FtsZ señaliza el sitio por donde se producirá la división y se
activará el crecimiento del peptidoglucano del tabique transversal. Una vez que FtsZ ocupa el
lugar del futuro septo, entran en acción otras proteínas Fts, formando un complejo
llamado “divisoma”.

En las fotografías a microscopio electrónico se ve cómo bajo la


invaginación de membrana que constituye la “avanzadilla” del septo, se
localizan las moléculas de FtsZ.

La hipótesis señala que los polímeros de FtsZ se van “contrayendo”, de modo que “tiran” de
las envueltas hacia el interior, provocando la típica invaginación alrededor del centro del
bacilo, y que simultáneamente, la FtsZ provoca la activación de la PBP3 (=FtsI), que es una
transglucosidasa/transpeptidasa específica del tabique transversal.

A microscopio electrónico se observa que este tabique está formado por dos láminas
de PG (densas a los electrones) separadas entre sí por otra transparente. El final de la división
ocurre como consecuencia de la invaginación de la membrana externa entre las dos láminas
de PG.

¿Cómo se ensambla la membrana externa con relación al PG? Parece ser que esta
membrana se ensambla en buena medida por procesos espontáneos guiados por interacciones
entre el LPS y proteínas, sirviendo el PG subyacente como andamio que facilita el montaje
de toda la estructura. Parece ser que las zonas de adhesión (junturas de Bayer) son
importantes para la correcta colocación de LPS y proteínas de la membrana externa.
3.2 CRECIMIENTO Y SEPTACIÓN EN UNA
BACTERIA GRAM-POSITIVA: Enterococcus faecalis
A diferencia de lo visto en E. coli, en el enterococo (Enterococcus faecalis) el
crecimiento del PG no es difuso, sino zonal, comenzando en el centro (zona ecuatorial) y
avanzando hacia afuera.

Véase en la figura el experimento de marcado de pared celular con anticuerpos


fluorescentes, con ulterior seguimiento del marcaje al microscopio:

tras unos 15 minutos después del marcado se observa que existe una banda
ecuatorial oscura (no marcada, por lo tanto está constituida por material nuevo
recién insertado), mientras que los polos de las células siguen enteramente
marcados.
Tras 30 o 60 minutos observamos células enteramente sin marcar, intercaladas
entre células con uno de sus polos marcados.

El proceso se puede describir así:

1. En la célula adulta antes de la división aparece una banda ecuatorial donde la pared
celular se hace más gruesa.

2. Debajo de esta zona engrosada (hacia el interior del citoplasma) se va depositando nuevo
material, lo que marca el inicio de la formación del tabique transversal. Enseguida aparece
una muesca en la banda ecuatorial.

3. El tabique, con un grosor doble al de la pared celular de la superficie celular, sigue


avanzando, hasta que...
4. ... se completa. Simultáneamente a los pasos 3º y 4º la zona de nueva síntesis de P.C.
superficial alcanza el ecuador de las celúlas hijas nacientes.

5. El tabique completo de doble grosor va siendo escindido en dos mitades desde el exterior
hacia el centro, por acción de autolisinas. De esta forma se le adjudica a cada célula hija la
nueva pared correspondiente a uno de sus polos (el otro procede, intacto, de la célula
madre).

Véase igualmente la figura que muestra en más detalle la formación del tabique. La idea que
se saca del proceso en esta bacteria es que posee una sola zona de crecimiento de PG, con dos
regiones de deposición de nuevo material: la región del tabique transversal propiamente
dicho, y la región adyacente, ya en la superficie celular, responsable de la expansión de la
pared periférica, a ambos lados del tabique.

4 PROTOPLASTOS Y
ESFEROPLASTOS
Mediante procedimientos de laboratario se puede lograr eliminar total o parcialmente
la pared celular bacteriana. Se denominan protoplastos las células bacterianas a las que se ha
desprovisto totalmente de pared celular, mientras que esferoplastos son aquellas células
bacterianas que poseen restos de pared.

Obtención. Existen dos posibles métodos alternativos:

1. Por destrucción del entramado del PG mediante enzimas líticas (lisozima, peptidasas). En
el caso de bacterias Gram-negativas, previamente hay que desorganizar la membrana
externa para hacerla permeable a estas enzimas. Ello se logra usando el quelante EDTA
y/o sometiendo las células a bajas temperaturas.

2. Por inhibición de la formación de nuevo PG en las células en crecimiento, tratándolas p.


ej., con penicilina. Si se parte de un mutante auxotrofo para un componente del PG basta
hacer crecer a la bacteria en un medio carente de dicho componente.

Estos métodos permiten:

en el caso de Gram-positivas, la desorganización total de su pared, por lo que se


obtienen protoplastos;
en el caso de las Gram-negativas, quedan restos de membrana externa y de
peptidoglucano atrapados en ella, por lo que se obtienen esferoplastos.

En ambos casos, protoplastos y esferoplastos pueden revertir a la forma normal eliminando el


tratamiento (retirando la lisozima, o la penicilina).
Los protoplastos son
osmóticamente
sensibles:
En un medio
hipotónico, estallan
(lisis osmótica)
En un medio iso- o
hipertónico se
mantienen.

Protoplastos y esferoplastos son formas osmóticamente sensibles debido


precisamente a que al no existir o estar desorganizado parcialmente el PG, ya no se pueden
contrarrestar las fuerzas de presión osmótica existentes en los medios hipotónicos en que
normalmente se cultivan o suspenden las bacterias. Por lo tanto, si se quieren obtener
suspensiones estables de estas formas, hay que obtenerlas en medios o soluciones isotónicos o
ligeramente hipertónicos, para evitar su lisis:

soluciones de NaCl 0,25-0,5 M;


sorbitol o sacarosa 0,1-0,5 M;
polietilénglicol (PEG) al 7,5%.

En estos medios los protoplastos y esferoplastos poseen formas esféricas, independientemente


de la forma que tuviera la bacteria con pared de que proceden.

Se emplean en varios aspectos de investigación básica:

método suave para luego obtener extractos libres de células y fracciones


subcelulares.
en algunas bacterias, método para hacerlas permeables al ADN, en experimentos
de transformación genética.
para realizar fusión entre protoplastos de diferentes cepas de la misma especie e
incluso entre especies distintas. Se trata de un método de obtención de
“recombinantes somáticos” usado para determinados estudios genéticos en
bacterias que no tengan sistemas naturales de transferencia genética.

5 FORMAS L
Son células bacterianas carentes total o casi totalmente de P.C., con formas
pleomórficas, irregulares y globulares, que se producen de forma espontánea en algunas
especies bacterianas (p. ej., Streptobacillus moniliformis) cuando se cultivan en medios a base
de suero (que son hipertónicos).

Las colonias de las formas L naturales son muy características: en “huevo frito”,
bifásicas.

Se pueden obtener de forma inducida formas L en diversas bacterias Gram-positivas y


Gram-negativas, tratándolas con penicilina en medios hipertónicos.

Las formas L inestables se generan por tratamientos breves, y pueden revertir con
frecuencia a la forma normal con pared. Poseen algo de PG, aunque éste se encuentra alterado
respecto al PG de la célula normal.

Las formas L estables se producen por tratamientos más prolongados, y no suelen


revertir al tipo normal. La mayoría carecen totalmente de peptidoglucano.

Así pues, en las formas L el peptidoglucano ha sido eliminado total o parcialmente,


pero de manera que ya no puede servir de aceptor de nuevo PG.

BIBLIOGRAFÍA
CAPÍTULOS DE LIBROS DE REFERENCIA

VAZQUEZ, D. (1986): Biosíntesis del peptidoglucano: mecanismos de acción y selectividad


de los antibióticos inhibidores. En: Bioquímica y Biología Molecular (Coordinador: L.
Cornudella). Salvat, Barcelona, págs. 133-140.

WHITE, D. (1995): “The physiology and biochemistry of Prokaryotes”. Oxford University


Press, Nueva York y Oxford. Consultar el capítulo 10.

ARTÍCULOS DE REVISIÓN

KENNEDY, E.P. (1996): Membrane-derived oligosaccharides. En: “Escherichia


coli and Salmonella typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart,
ed.). American Society for Microbiology Press. Washington, D.C. (1996), págs. 1064-1071.

LUTKENHAUS, L. (1993): FtsZ ring in bacterial cytokinesis. Mol. Microbiol. 9: 403-409.

LUTKENHAUS, J., A. MUKHEEERJEE (1996): Cell division. En: “Escherichia


coli and Salmonella typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart,
ed.). American Society for Microbiology Press. Washington, D.C. (1996), págs. 1615-1625.

NANNINGA, N. (1991): Cell division and peptidoglycan assembly in Escherichia coli. Mol.
Microbiol. 5: 791.795.
NANNINGA, N., F.B. WIENTJES, E. MULDER, C.L. WOLDRINGH (1992): Envelope
growth in Escherichia coli. Spatial and temporal organization. En "Prokaryotic structure and
function: a new perspective. Society for General Microbiology & Cambridge University
Press, Cambridge, pp. 185-221.

RAETZ, CH.R.H. (1996) Bacterial lipopolysaccharides: a remarkable family of bioactive


macroamphiphiles. En: “Escherichia coli and Salmonella typhimurium. Cellular and
molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.). American Society for Microbiology Press.
Washington, D.C. (1996), págs. 1035-1063.

VAN HEIJENOORT, J. (1996): Murein synthesis. En: “Escherichia coli and Salmonella
typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.). American
Society for Microbiology Press. Washington, D.C. (1996), págs. 1025-1034.

VICENTE, M., J. ERRINGTON (1996): Struture, function and controls in microbial division.
Mol. Microbiol. 20: 1-7.

VINELLA, D., P. BOULOC, R. D'ARI (1993): GTPase enters the ring. Curr. Biol. 3: 65-66.

Actualizado el miércoles, 15 febrero 2006

ÍNDICE:

1 MEMBRANA CITOPLÁSMICA

1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA

1.1.1 CARENCIA, EN GENERAL, DE ESTEROLES

1.1.2 LÍPIDOS

1.1.3 PROTEÍNAS

1.2 ESTRUCTURA

1.3 FUNCIONES DE LA MEMBRANA CITOPLASMICA

1.3.1 PARTICIPACIÓN EN PROCESOS BIOENERGÉTICOS

1.3.2 PARTICIPACIÓN EN BIOSÍNTESIS DE POLÍMEROS DE LAS ENVUETAS

1.3.3 PUNTO DE ANCLAJE DEL CROMOSOMA Y DE ALGUNOS PLÁSMIDOS

1.3.4 BARRERA SELECTIVA

1.3.5 EXPORTACIÓN DE MOLÉCULAS DE SUPERFICIE


2 TRANSPORTE DE NUTRIENTES

2.1 TRANSPORTE PASIVO INESPECÍFICO O DIFUSIÓN SIMPLE

2.2 TRANSPORTE PASIVO ESPECÍFICO O DIFUSIÓN FACILITADA

2.3 TRANSPORTE ACTIVO

2.3.1 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE PROTONES

2.3.2 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE IONES SODIO

2.3.3 TRANSPORTE ACTIVO DIRIGIDO POR ATP

2.3.4 TRANSPORTE ACOPLADO A TRANSLOCACION DE GRUPOS

2.4 TRANSPORTE DE HIERRO

3 ESTRUCTURAS MEMBRANOSAS INTRACITOPLÁSMICAS

3.1 MESOSOMAS

3.2 CROMATÓFOROS

3.3 OTRAS INVAGINACIONES

3.4 TILACOIDES

BIBLIOGRAFÍA

ENLACES

1 MEMBRANA CITOPLÁSMICA
1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA
La membrana citoplásmica bacteriana es la estructura de tipo bicapa proteo-
lipídica que delimita al protoplasto. Su proporción proteínas: lípidos es superior a la
de las membranas celulares eucarióticas, llegando a alcanzar valores relativos de
80:20.

1.1.1 CARENCIA, EN GENERAL, DE ESTEROLES

Las membranas procarióticas, a diferencia de las de eucariotas, carecen de


esteroles (con las salvedades de Cianobacterias, ciertas bacterias metilotrofas;
además, los micoplasmas presentan colesterol, pero lo “secuestran” de las células
eucarióticas a las que parasitan).

Pero en cambio, en muchas bacterias existe una peculiar clase de


compuestos policíclicos, denominados hopanoides (triterpenoides pentacíclicos)
que parecen condicionar parte de la rigidez de las membranas citoplásmicas. Los
hopanoides se sintetizan a partir del mismo tipo de precursores que los esteroles.
(Por cierto, como dato curioso diremos que los sedimentos de combustibles fósiles
como el petróleo presentan cantidades gigantescas de hopanoides, lo que confirma
el papel que tuvieron las bacterias en su formación).

1.1.2 LÍPIDOS

Abundan sobre todo los fosfolípidos derivados del ácido fosfatídico:

fosfatidiletanolamina
fosfatidilglicerol
cardiolipina (difosfatidilglicerol)

En bacterias Gram-positivas, además se


encuentran glucolípidos y glucofosfolípidos.

La composición y proporción concretas de los distintos tipos de lípidos son


variables entre distintas cepas bacterianas, y dentro de cada cepa, en función de las
condiciones de cultivo (temperatura, pH, etc.).

Los ácidos grasos esterificados con el glicerol en los fosfolípidos son principalmente:

1) saturados, como p. ej.:

a) palmítico (16:0)

b) mirístico (14:0)

c) de cadena ramificada (muy frecuentes en muchas bacterias Gram-positivas)

2) monoinsaturados (sobre todo en Gram-negativas), como p. ej.:

a) palmitoleico (cis-9, 16:1)

b) cis-vaccénico (cis-11, 18:1)

A diferencia de eucariotas, no existen ácidos grasos poliinsaturados, con la


excepción de las Cianobacterias. Este grupo de bacterias fotosintéticas tiene,
además, la capacidad de modificar mediante desaturasas el grado de saturación de
sus ácidos grasos, lo que representa un mecanismo adaptativo frente a cambios de
temperatura.

Las bacterias pueden modificar la proporción entre ácidos grasos


insaturados y saturados, con objeto de mantener un estado de fluidez adecuado
en la membrana, como adaptación a cambios de temperatura:

a altas temperaturas, aumenta la proporción de ácidos grasos saturados,


a bajas, aumenta la de los insaturados. Las bacterias psicrófilas (amantes del frío)
presentan casi todos sus ácidos grasos de tipo insaturado.

En Arqueas, en lugar de los habituales lípidos a base de ésteres de ácidos


grasos con glicerol, existen lípidos a base de éteres de alcoholes de cadena
larga con glicerol (p. ej., difitanil-glicerol-diéteres). Los alcoholes suelen ser
derivados poliisoprenoides. Este tipo de membranas son más rígidas que las de
eubacterias. Incluso existen arqueas con membranas a partir de tetrafitanil-diglicerol-
tetraétereres, que consituyen bicapas monomoleculares.

Como ya vimos en el tema anterior, la membrana citoplásmica alberga un


transportador lipídico de tipo politerpenoide, llamado undecaprenil-fosfato,
presente en pequeña cantidad (<1%). Igualmente se dan quinonas
isoprenoides (como la menaquinona o la ubiquinona) que, como veremos en otro
capítulo, participan en cadenas de transporte de electrones. En algunas bacterias
existen igualmente variedades de pigmentos carotenoides.

1.1.3 PROTEÍNAS

Constituyen la mayor parte de la membrana bacteriana (hasta el 80% en


peso seco). Existe una gran variedad de tipos de proteínas en una misma bacteria
(hasta 200), pero la composición y proporción concreta varía según las condiciones
de cultivo.

Según su localización en la membrana, y su grado de unión con la porción


lipídica, se distingue entre:

proteínas integrales de membrana (=endoproteínas): son proteínas


estrechamente unidas a la membrana, por lo general atravesadas en plena bicapa
lipídica. Son difíciles de extraer, teniéndose que recurrir a detergentes y/o
disolventes orgánicos para separarlas respecto de los lípidos. Las proteínas
integrales pueden desplazarse lateralmente en la bicapa lipídica, pero no son
capaces de rotar, por lo que siempre presentan una determinada orientación o
polaridad. Algunas presentan hidratos de carbono que sobresalen hacia la
superficie externa (glucoproteínas).
Proteínas periféricas (= epiproteínas): unidas a la superficie de la membrana, de
forma más débil, por lo que son más fáciles de extraer y purificar. Incluso algunas
establecen contactos sólo transitorios con la membrana.

1.2 ESTRUCTURA
Métodos de observación y estudio

A microscopio óptico, se recurre a la tinción con Azul Victoria. A microscopio


electrónico, en cortes ultrafinos, se observan una estructura de unos 7 nm de grosor,
con dos capas externas densas a los electrones limitando una capa central
transparente.

Los estudios mediante difracción de rayos X y de resonancia magnética


nuclear (RMN) demuestran una estructuración básica a base de cadenas de
fosfolípidos en una bicapa, según se describe a continuación.

Estructura

Consiste en una bicapa lipídica, con los grupos polares (hidrófilos) hacia
afuera, y las cadenas hidrofóbicas de ácidos grasos (o, en el caso de
Arqueobacterias, de alcoholes) hacia adentro, ajustándose al modelo de mosaico
fluido de Singer y Nicholson. Inmersas en esta bicapa se encuentran las abundantes
proteínas, que pueden moverse lateralmente en el mosaico de moléculas de lípidos,
igualmente dotados de una rápida movilidad. Parece ser que no existe movilidad de
lípidos entre las dos capas.

La membrana citoplásmica es asimétrica (aunque no tanto como la


membrana externa de Gram-negativas). Esto se traduce en el hecho de que muchos
de los procesos que tienen lugar en la membrana sean vectoriales (tengan una
dirección determinada).

1.3 FUNCIONES DE LA MEMBRANA


CITOPLASMICA
La membrana citoplásmica de los procariotas es una notable estructura
multifuncional (como uno podría esperar de la constatación del gran número de tipos
de proteínas), siendo el sitio donde se producen muchos procesos metabólicos
complejos, en un grado desconocido en el resto del mundo vivo.

Citemos brevemente las principales funciones de la membrana procariótica (aunque


en este y otros temas las estudiaremos en detalle):

Barrera osmótica (que mantiene constante el medio interno), impidiendo el paso


libre de sales y de compuestos orgánicos polares
Es el límite metabólicamente activo de la célula: establece la frontera entre el
protoplasto y el medio externo, impidiendo la pérdida de metabolitos y
macromoléculas del protoplasto.
Ahora bien, merced a sistemas de transporte, permite selectivamente el paso de
sustancias entre el exterior y el interior (y viceversa).
Interviene, además, en procesos bioenergéticos (fotosíntesis, respiración)
Participa en la biosíntesis de componentes de membrana, de pared y de
cápsulas,
En la secreción de proteínas.

Desglosaremos brevemente estos diversos tipos de papeles de la membrana.

1.3.1 PARTICIPACIÓN EN PROCESOS BIOENERGÉTICOS

Contiene todos los componentes requeridos para la transducción de energía


y la producción de ATP, por procesos respiratorios. En el caso de una bacteria
quimiotrofa, esto incluye:

deshidrogenasas
cadenas de transporte de electrones (con quinonas, citocromos, etc.)
ATP-asas (ATP sintasas/hidrolasas)

Algunas bacterias fotosintéticas anaerobias también incluyen este tipo de


componentes en la membrana citoplásmica.

En un capítulo posterior veremos en más detalle cómo explica la teoría


quimiosmótica de Mitchell el acoplamiento entre el funcionamiento de las cadenas
de transporte electrónico (o de la ATP-hidrolasa) y la generación de un gradiente de
protones a través de la membrana (potencial electroquímico o fuerza protón-motriz),
el cual a su vez puede:

generar ATP (desarrollo de un trabajo químico)


promover transporte de ciertos nutrientes (trabajo osmótico)
promover movimiento flagelar (trabajo mecánico).

1.3.2 PARTICIPACIÓN EN BIOSÍNTESIS DE POLÍMEROS DE LAS


ENVUETAS

Como ya hemos visto en temas anteriores, la membrana alberga


transportadores (como el undecaprenil-P) y enzimas relacionados con fases de la
biosíntesis de polisacáridos de la cápsula, peptidoglucano, ácidos teicoicos y
teicurónicos y lipopolisacárido. Igualmente en ella se localizan los enzimas
implicados en la síntesis de los lípidos de la propia membrana.

1.3.3 PUNTO DE ANCLAJE DEL CROMOSOMA Y DE ALGUNOS


PLÁSMIDOS

Como veremos, sigue estando debatido si un tipo de invaginación de la


membrana, llamado mesosoma (ver más adelante, en este capítulo, apartado 3.1) es
o no un artefacto, pero parece fuera de duda que el cromosoma se ancla de alguna
manera a la cara interna de la membrana (sea a los mesosomas, o como proponen
otros, a la cara interna de los anillos perisépticos). En la zona de anclaje parecen
residir algunos de los enzimas encargado de la replicación. La membrana tiene
igualmente un papel en la separación (segregación) de las dos copias del
cromosoma replicado a las células hijas.

1.3.4 BARRERA SELECTIVA

Mantiene la constancia del medio interno (impidiendo la salida de iones,


metabolitos y macromoléculas), pero simultáneamente permite o promueve
activamente la entrada de nutrientes y la salida de los productos de desecho o
de ciertas moléculas excretadas. La función de transporte de nutrientes será
tratada en detalle más adelante en este capítulo.
1.3.5 EXPORTACIÓN DE MOLÉCULAS DE SUPERFICIE

Se trata de un sistema por el que ciertas proteínas son trasladadas a su localización


definitiva en la membrana citoplásmica, por la intervención de la proteína YidC, que
interacciona con zonas hidrofóbicas de aquellas. Un ejemplo de proteínas insertadas
de este modo lo constituye la ATP-sintasa de eubacterias. Este sistema, al parecer
filogenéticamente primitivo, aparece en eubacterias, parte de arqueas (euriarqueas)
y en mitocondrias (donde se denomina Oxa1) y cloroplastos (Alb3), pero no en
eucariotas.

2) SISTEMA Sec

El sistema Sec es un sistema universal para la secreción de proteínas, es decir,


aparece en los tres dominios de la vida, aunque con variantes en cada uno de ellos.
Nosotros vamos a describir el caso de las eubacterias.

Las proteínas secretadas se sintetizan como pre-proteínas dotadas en el extremo


N-terminal de un péptido señal, de unos 20-30 aminoácidos. Dicha zona consta a
su vez de un extremo N-terminal cargado positivamente, seguida de un trecho
hidrofóbico, y termina con una zona más polar dotada al final del sitio que va a ser
roto por la peptidasa del líder.
Cuando aún está en el citoplasma, la pre-proteína naciente se une a la proteína
SecB (una chaperona específica de esta ruta), la cual impide que la pre-proteína
se pliegue totalmente.
La proteína SecA, que forma un homodímero, reconoce el complejo SecB-
preproteína, y lo traslada al complejo de proteínas de membrana SecYEG, que
tiene un canal interior de unos 20-30 Å. (Al parecer el canal consta de 3-4
complejos SecYEG).
Ahora, la proteína SecA, con gasto de ATP, logra que los primeros 20-30
aminoácidos de la pre-proteína entren a través del canal Sec, con lo que el péptido
señal aparece por el lado exterior de la membrana.
Una vez que el péptido señal asoma por el otro lado de la membrana, es cortado
en el sitio específico por la peptidasa líder, lo que ayuda a liberar al exterior la
parte madura de la proteína secretada.

3) SISTEMA SRP

El sistema SRP procariótico es mucho más sencillo que el homólogo SRP que se
encuentra en la membrana del retículo endoplásmico de eucariotas. En este
sistema, el extremo N-terminal de la proteína naciente es reconocido por la partícula
de reconocimiento de señal, conocida por sus siglas SRP.

La SRP eubacteriana consta de un pequeño ARN y una proteína (Ffh).


Una vez que la SRP reconoce el extremo N-terminal de la proteína naciente,
parece que provoca la detención momentánea de la traducción, y conduce a esa
proteína naciente hasta el receptor de la partícula SRP (SR), a nivel de membrana
citoplásmica.
A su vez esto provoca la interacción del péptido naciente con el complejo Sec, que
será el que logre la secreción o inserción en membrana de la proteína madura.

4) SISTEMA Tat

Este sistema se ha empezado a caracterizar recientemente, y solo se ha descubierto


en procariotas y en cloroplastos, pero no en mitocondrias ni en eucariotas. Se
caracteriza por trasladar al exterior (o al espacio periplásmico de Gram-negativas)
proteínas ya en su configuración nativa, y en su caso, dotadas ya de sus cofactores
(grupos FeS, molibdopterina, cofactores nucleotídicos, etc.). Es decir, a diferencia de
los anteriores, las proteínas se pliegan /y en su caso adquieren los cofactores) antes
de ser trasladadas. Este sistema se llama Tat debido a que reconoce una secuencia
señal en la que existen dos argininas “gemelas” (una a continuación de otra, “twin
arginine transport”). Consta de al menos tres tipos de proteínas de membrana: TatA,
TatB y TatC. Varias unidades de TatA atraviesan la membrana formando una
empalizada que deja un gran canal de unos 60 Å. Cómo se logra el transporte a
través de este gran agujero en la membrana sin que se pierda su capacidad de
barrera selectiva es una “hazaña” que se está investigando.

2 TRANSPORTE DE NUTRIENTES
Lo primero que tiene que hacer un microorganismo a la hora de su nutrición
es captar los nutrientes que necesite desde el medio exterior. Debido a que la
bicapapa lipídica actúa como barrera que impide el paso de la mayor parte de las
sustancias, esto significa que deben existir mecanismos específicos para lograr la
entrada de los nutrientes. Además, teniendo en cuenta que las bacterias suelen vivir
en medios diluidos, deben realizar un “trabajo” para trasladar muchos de esos
nutrientes en contra del gradiente de concentración.

Tradicionalmente se viene considerando tres métodos principales de


transporte de sustancias a través de la membrana:

transporte pasivo inespecífico (= difusión simple);


transporte pasivo específico (= difusión facilitada);
transporte activo.

Como veremos, los más importantes en procariotas son los sistemas de transporte
activo.
2.1 TRANSPORTE PASIVO INESPECÍFICO O
DIFUSIÓN SIMPLE
Este transporte consiste en la difusión pasiva de ciertas sustancias para las
que la membrana es impermeable, debido a la diferencia de concentración (C) a
ambos lados de dicha membrana (la sustancia tiene mayor concentración fuera que
dentro de la célula). Aparte de esta diferencia de concentración, en la difusión pasiva
influyen:

la constante de permeabilidad (P), es decir, el grado de permeabilidad de la


membrana a la sustancia en cuestión;
el área o superficie total (A) a través de la que se produce el transporte.

Las membranas citoplásmicas son impermeables en sí mismas a la mayor


parte de las moléculas. Sólo se da en el caso de O2, CO2, NH3, agua y otras
pequeñas sustancias polares no ionizadas.

La difusión simple se produce por el paso de estas sustancias a través de


poros inespecíficos de la membrana citoplásmica.

2.2 TRANSPORTE PASIVO ESPECÍFICO O


DIFUSIÓN FACILITADA
Es un proceso que permite el paso de compuestos por difusión a través de
transportadores estereoespecíficos y (al igual que en el caso anterior) sobre la base
de un gradiente de concentración (en la dirección termodinámicamente favorable).

El transportador suele ser una proteína integral de membrana (permeasa o


facilitador), cuya conformación determina un canal interior, y por el cual un
determinado sustrato puede alcanzar el interior, sin gasto de energía. Se piensa que
cuando el soluto se une a la parte de la permeasa que da al exterior, esta proteína
sufre un cambio conformacional que libera la molécula en el interior. Como al entrar
la molécula, enseguida entra en el metabolismo y desaparece como tal, esto basta
para mantener el gradiente de concentración que permite esta difusión. La difusión
facilitada exhibe propiedades similares a las de las reacciones enzimáticas:

Especificidad de sustrato: cada permeasa transporte un solo tipo de sustratos


químicamente parecidos.
Cinética de saturación de tipo Michaelis-Menten, es decir, la velocidad de
transporte aumenta con la concentración de sustrato, hasta un valor límite (Vmax)
por encima del cual ulteriores aumentos del soluto no aumentan dicha velocidad
(debido a que todas las porinas disponibles están ya totalmente ocupadas):
Velocidad de entrada: Vent = Vmáx · [Sext] /Km + [Sext]

Velocidad de salida: Vsal = Vmáx · [Sint] /Km + [Sint]

Aunque este sistema de transporte es muy común en eucariotas, es muy raro


encontrarlo en bacterias. La explicación evolutiva es que los procariotas suelen vivir
en ambientes con pocas concentraciones de nutrientes, y por lo tanto no es
frecuente que se den gradientes adecuados. Una de las pocas excepciones la
constituye el glicerol, que es transportado por difusión facilitada en una amplia gama
de bacterias, tanto Gram-positivas como Gram-negativas. Conforme el glicerol entra,
es rápidamente convertido a glicerol-fosfato; por lo tanto, la concentración interna de
glicerol como tal es prácticamente nula, lo que facilita esta difusión incluso a bajas
concentraciones exteriores de esta sustancia. En Zymomonas existe un facilitador
de membrana que transporta glucosa.

2.3 TRANSPORTE ACTIVO


Consiste en el transporte de sustancias en contra de un gradiente de
concentración, lo que requiere un gasto energético. En la mayor parte de los
casos este transporte activo (que supone un trabajo osmótico) se realiza

a expensas de un gradiente de H+ (potencial electroquímico de protones)


previamente creado a ambos lados de la membrana, por procesos de respiración
y fotosíntesis;
por hidrólisis de ATP.

Los sistemas de transporte activo son los más abundantes entre las
bacterias, y se han seleccionado evolutivamente debido a que en sus medios
naturales la mayoría de los procariotas se encuentran de forma permanente o
transitoria con una baja concentración de nutrientes.

Los sistemas de transporte activo están basados en permeasas específicas


e inducibles. El modo en que se acopla la energía metabólica con el transporte del
soluto aún no está dilucidado, pero en general se maneja la hipótesis de que las
permeasas, una vez captado el sustrato con gran afinidad, experimentan un cambio
conformacional dependiente de energía que les hace perder dicha afinidad, lo que
supone la liberación de la sustancia al interior celular.

Estudiaremos los siguientes tipos de transporte activo:

transporte activo ligado a simporte de protones;


transporte activo ligado a simporte de iones Na+
transporte activo dirigido por ATP
transporte acoplado a translocación de grupos.

2.3.1 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE PROTONES

Como se recordará, el simporte se puede definir como el transporte


simultáneo de dos sustratos en la misma dirección, por un mismo transportador
sencillo. En el caso del transporte activo ligado a simporte de protones, lo que ocurre
es que uno de los sustratos (H+) ha creado previamente un gradiente de
concentración, cuya disipación es aprovechada por el otro sustrato para entrar con
él. Este otro sustrato puede ser:

una molécula de carga negativa: en este caso, su simporte ligado a protones


tiende a disipar sólo el gradiente de concentración. Ejemplos: transporte de iones
fosfato, de glutamato, etc.
una molécula neutra: en este caso, su simporte tiende a disipar no sólo el
gradiente de concentración, sino también el gradiente eléctrico. Ejemplo:
en Escherichia coli, la lactosa usa una ß-galactósido-permeasa, que es una de las
permeasas bacterianas más intensamente estudiadas.

Por otro lado, ciertas moléculas catiónicas (iones K+, lisina), son transportadas
directamente a través de permeasas, en ausencia de simporte de protones.

2.3.2 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE IONES SODIO


Se puede considerar una versión modificada del anterior: algunas sustancias
no son transportadas activamente de forma directa por el potencial electroquímico
de protones, sino indirectamente, a través de un gradiente de Na+ que a su vez se
origina a expensas de dicha fuerza protón-motriz (fpm).

El sustrato entra por una permeasa, junto con iones Na +, pero a su vez este
sodio se recicla por un sistema de antiporte, a expensas de la disipación del
potencial de protones.

Ejemplo: el azúcar melibiosa, en el caso de la enterobacteria E. coli.

Estos dos tipos de transporte activo ligados a simporte quedan inhibidos si tratamos
las células con algún agente ionóforo (p. ej., el antibiótico valinomicina), que
destruye el potencial electroquímico de protones.

El transporte activo ligado a simporte de iones (H+, Na+) resulta muy


económico, ya que sólo se gasta un protón por cada molécula transportada,
mientras que por cada ATP sintetizado se suelen gastar 3 protones que se disipan
en las ATPasas. Las permeasas que realizan este transporte suelen ser proteínas
integrales de membrana provistas de unos 12 segmentos transmembranosos en
configuración de -hélice.

2.3.3 TRANSPORTE ACTIVO DIRIGIDO POR ATP

El tipo paradigmático de este tipo de transporte se denomina


de transportadores ABC o ATPasas de tráfico, y se conocen muchos ejemplos en
eubacterias y arqueas. Vamos a describir el caso de un sistema ABC en
enterobacterias (como E. coli). Se trata de un sistema de varios componentes, en el
que existen proteínas periplásmicas que captan el sustrato con gran afinidad, y lo
llevan hasta unas proteínas de membrana, las cuales acoplan el paso de dicho
sustrato hasta el citoplasma (sin alteralo químicamente) con la hidrólisis de ATP.

La denominación de "transportadores ABC" se debe a que en todos ellos existe una o dos proteínas
periféricas de membrana citoplásmica que poseen un dominio (de unos 200 aminoácidos) conservado
evolutivamente, denominado "cassette de unión a ATP" (las iniciales de ATP-binding cassette
generan la sigla "ABC"). Al parecer este dominio ABC conservado es muy antiguo, y parece que ya
existía antes de la divergencia evolutiva entre procariotas y eucariotas. Existen muchos ejemplos de
proteínas ABC, tanto en procariotas como eucariotas (de hecho constituyen la mayor familia de
proteínas filogenéticamente relacionadas de todo el mundo vivo). Los primeros ejemplos de esta gran
familia estaban implicados en transportar sustancias a uno u otro lado de la membrana. En otro tema
veremos ejemplos de transportadores ABC que funcionan "al revés" de los de este tema: son
"exportadores" de proteínas recién sintetizadas que deben insertarse en las envueltas bacterianas o
ser excretadas al medio. Pero se ha descubierto que la gran familia de proteínas ABC está implicada
en otros procesos (regulación genética, reparación de ADN, patogenicidad, etc).

Elementos de este tipo de sistema:

Porinas u otras proteínas de membrana externa para lograr la difusión del sustrato
desde el medio hasta el espacio periplásmico.
Proteína(s) solubles de espacio periplásmico que se unen al sustrato con gran
afinidad.
Un heterodímero formado por dos proteínas integrales de membrana (cada una de
ellas posee 5 o 6 trechos en -hélice que atraviesan la membrana citoplásmica),
que son la permeasa propiamente dicha del sistema (el canal por donde pasa el
sustrato).
Dos proteínas periféricas de membrana citoplásmica, adosadas al lado
citoplásmico, que incluyen el módulo conservado ABC que acopla la hidrólisis de
ATP con el transporte unidireccional del sustrato a través de la membrana.

Modelo del mecanismo de este sistema:

1. El sustrato exógeno normalmente entra al periplasma a través de algún canal


inespecífico o porina de membrana externa (por ejemplo, en enterobacterias se
pueden usar las porinas generales conocidas como OmpF y OmpC).

2. La proteína periplásmica específica, antes de su unión al sustrato tiene una


determinada configuración (denominada “abierta”), con dos grandes lóbulos
globulares unidos formando un ángulo (la forma recuerda una almeja a medio
abrir). Cuando el sustrato pasa al periplasma, la correspondiente proteína de
unión periplásmica se une a él con gran afinidad (0.1-1 M), y al unirse cambia
de conformación. En esta configuración, llamada “cerrada”, el sustrato se
encuentra “enterrado” entre los dos lóbulos de la proteína (“almeja cerrada”).

3. Mientras tanto, el dímero de proteínas integrales de membrana (antes de la


unión con la proteína periplásmica) se encuentra en un estado energizado pero
incapaz de transportar sustrato. En esta situación, puede unirse (por la parte que
da al periplasma) al complejo formado por la proteína periplásmica (en
configuración “cerrada”) ligada al sustrato. Al hacer esto, el heterodímero de
membrana cambia de conformación, de modo que ahora muestra mayor afinidad
hacia la proteína periplásmica y se abre su canal para dejar entrar el sustrato.

4. Entonces, el complejo de membrana alcanza su estado de mínima energía, y


con ello descarga el sustrato en el citoplasma y se logra la separación de la
proteína periplásmica (que vuelve a su configuración “abierta”).

5. Finalmente, la hidrólisis de ATP catalizada por las proteínas periféricas ABC


(adosadas a la membrana y asociadas a las proteínas integrales) suministra la
energía para que el heterodímero de membrana vuelva a su estado energizado
inicial, preparado así para otro ciclo de transporte.
El sistema ABC de bacterias Gram-negativas, queda puesto de manifiesto cuando lo impedimos
por algún procedimiento que altere o elimine la membrana externa (conversión a esferoplastos):
Por ejemplo: tratemos E. coli con el quelante EDTA en una solución tamponada isotónica (con un
20% de sacarosa). Centrifugamos y el sedimento de células lo resuspendemos en una solución
de MgCl2 en frío (0ºC). El resultado es que las proteínas del periplasma escapan al medio
externo. Esto es un caso de tratamiento por choque osmótico que origina pérdida de contenidos
del periplasma. Se comprueba que ciertos sistemas de transporte quedan inutilizados, debido a
que requieren para su funcionamiento, amén de proteínas de membrana citoplásmica, otras
específicas del espacio periplásmico. Por contra, este sistema no se ve afectado por los
agentes ionóforos. Por esta razón, a este sistema en Gram-negativas se le ha llamado durante
mucho tiempo “transporte activo sensible a choque osmótico”.

Los sistemas ABC de bacterias Gram-positivas están menos estudiados, pero en


general se parecen a los de Gram-negativas, salvo que carecen del transportador
libre periplásmico. En su lugar existe una proteína con funciones equivalentes
(captar el nutriente del exterior), pero que está anclada al lado externo de la
membrana citoplásmica, cerca del heterodímero integral de membrana (la unión es
mediante su cisteína N-terminal, que se une a un fosfolípido).

Existen muchos ejemplos de transportadores procarióticos de tipo ABC, y


cada uno de ellos está especializado en transportar un sustrato específico o varios
sustratos parecidos. Ejemplo de sustratos transportados de esta forma:

Monosacáridos como arabinosa, galactosa, maltosa, ribosa, xilosa, etc.


Oligosacáridos
Iones orgánicos e inorgánicos
Aminoácidos como histidina, glicina, leucina, etc.
Oligopéptidos
Algunas vitaminas y metales.
Sideróforos con hierro

2.3.4 TRANSPORTE ACOPLADO A TRANSLOCACION DE GRUPOS

Es un sistema de transporte que acopla la entrada del sustrato con su


modificación química por unión covalente con un grupo químico. Estrictamente
hablando, no es un transporte activo, porque no funciona en contra de un gradiente
de concentración, pero se considera de hecho como activo, ya que la concentración
del sustrato modificado dentro de la célula supera con creces a la del sustrato sin
modificar en el exterior.

Este sistema supone un ahorro de energía metabólica: aunque en el


transporte se gasta un enlace rico en energía, el sustrato queda modificado en su
paso a través de la membrana en la forma que la bacteria emplea como primer
intermediario de su ruta metabólica. Es decir, con un solo proceso se cumplen dos
funciones distintas: transporte y preparación química para la ruta, que de todas
formas habría que realizar. No es de extrañar que este tipo de transporte haya sido
seleccionado frecuentemente en la evolución bacteriana, y que hoy lo encontremos
en muchos procariotas, especialmente en bacterias anaerobias o aerobias
facultativas que recurren a fermentaciones (recordar que las fermentaciones tienen
un rendimiento energético menor que los procesos respiratorios; por lo tanto, es
“lógico” que se seleccionen mecanismos ahorradores como el descrito).

El caso mejor estudiado de esta clase de transporte lo constituye el


llamado sistema de fosfotransferasa de azúcares (según las
casi inevitables iniciales inglesas: PTS).

En E. coli el sistema PTS permite el transporte de glucosa, manosa, fructosa


y los polioles sorbitol y manitol.

Consta de varios componentes que funcionan como una cadena de


transportadores del grupo fosfato de alta energía del fosfoenolpirúvico (PEP) hasta
el azúcar a transportar en cuestión.

Las dos primeras proteínas son inespecíficas respecto del azúcar (son comunes a
los diversos sustratos a transportar), tienen localización citoplásmica y
su síntesis es constitutiva. Se conocen como

Enzima-I (EI)
HPr (esta última es una pequeña proteína termoestable, rica en histidina).
El otro componente, llamado Enzima II (EII) es específico de cada azúcar, y su
síntesis es inducible por el correspondiente sustrato: Suele estar compuesto
por tres subunidades o dominios:

EIIA (hasta hace poco llamado EIII) es citoplásmico y soluble;


EIIB es un dominio periférico de membrana: aunque es hidrófilo, se liga al lado
citoplásmico de la membrana a través de EIIC.
EIIC es una proteína integral de membrana

Veamos cómo funciona el sistema:

1. Por un lado, el azúcar se une al enzima EIIC específico, pero éste por sí mismo
no puede liberar al azúcar sin modificar en el interior celular.

2. Mientras tanto, la EI cataliza (en presencia de Mg++) la transferencia del fosfato


de alta energía del PEP a la HPr.

3. La HPr fosforilada (HPr-P) transfiere el fosfato al enzima IIA específico del


azúcar [p. ej., la glucosa (EIIAGlc ) o el manitol (EIIAMtl)].

4. La EIIA-P rápidamente, y en presencia de Mg++, transfiere el fosfato a la enzima-


IIB específica con la que se asocia (p. ej., EIIBGlc), que a su vez fosforila el
azúcar (en el caso de la glucosa convirtiéndola en glucosa-6-P): en este
momento la EIIC pierde su afinidad por el azúcar modificado, que de esta forma
entra en el citoplasma, preparado ya para actuar como sustrato de la primera
reacción del catabolismo de este azúcar.

Otros ejemplos de transporte acoplado a translocación de grupos:

Entrada de ácidos grasos mediante un sistema de transferencia de Coenzima A,


que los transforma en acil-CoA.
Entrada de purinas y pirimidinas, mediante un sistema de fosforribosil-
transferasas:

purina o pirimidina (exterior) + PRPP  NMP (interior) + P

(PRPP = fosforribosil-pirofosfato)

(NMP = nucleósido monofosfato)

En bacterias es frecuente encontrar varios sistemas de transporte para un


mismo nutriente (p. ej., Escherichia coli posee cinco sistemas para transportar la
galactosa y tres sistemas para algunos de los aminoácidos. Los diversos sistemas
se diferencian en cuanto a su requerimiento energético, su afinidad, su regulación,
etc. Lógicamente, la evolución ha debido seleccionar esta redundancia de sistemas
de transporte con objeto de permitir que el microorganismo sobreviva bajo diversas
circunstancias ambientales.

2.4 TRANSPORTE DE HIERRO


El hierro es un cofactor de muchas enzimas y citocromos, por lo que las
bacterias necesitan captarlo. La captación de hierro se complica porque el ión férrico
(Fe3+) es muy insoluble. Además, las bacterias que viven dentro de animales
superiores tienen un problema: en los fluidos y tejidos de sus patrones el hierro libre
es muy poco abundante (el hierro suele estar acomplejado con proteínas), por lo que
se vuelve vital aprovisionarse con este elemento de alguna manera.

Muchas bacterias secretan unas moléculas de bajo peso molecular llamadas


en general sideróforos, que son capaces de formar quelatos (complejos) con el
hierro férrico. Por ejemplo, Escherichia coli secreta un sideróforo llamado
enterobactina. Cuando la enterobactina se une al hierro, forma un complejo
octaédrico, que luego se engarza con un receptor específico de la membrana
externa, tras lo que el hierro se libera al espacio periplásmico, desde donde entra al
citoplasma por medio de una proteína de unión periplásmica acoplada a un sistema
ABC similar al visto más arriba.

3 ESTRUCTURAS MEMBRANOSAS
INTRACITOPLÁSMICAS
3.1 MESOSOMAS
Son estructuras membranosas intracitoplásmicas que se observan en la
mayor parte de las bacterias, constituidas por invaginaciones de la membrana
citoplásmica.

Observación:

A microscopio óptico se pueden detectar con tinción negativa con ácido


fosfotúngstico. A microscopio electrónico se observa que, por lo general, el
mesosoma se ubica en determinadas localizaciones: sitios donde se inicia la división
celular; tabiques transversales en crecimiento (incluyendo los que delimitan el
compartimento de la endospora); zonas cercanas a los nucleoides (cuerpos
nucleares). Desde hace mucho tiempo se viene discutiendo si los mesosomas son
en realidad estructuras auténticas de la bacteria, o como dicen otros, meros
artefactos de las técnicas microscópicas empleadas. El debate aún no está
apagado, según algunos destacados microbiólogos.

Estructura y composición:
Los mesosomas más característicos y patentes son los de bacterias Gram-
positivas. Su aspecto al microscopio electrónico es el de repetidas invaginaciones de
la membrana: una invaginación primaria en forma de sáculo irregular, de la que
surge una invaginación secundaria, llamada túbulo mesosómico, que rellena el
hueco de la invaginación primaria. El túbulo mesosómico suele consistir en un
conjunto de pequeñas vesículas arrosariadas, o túbulos, conectados entre sí, a
veces con aspecto de cebolla.

Los mesosomas de Gram-negativas son menos conspicuos y menos


complejos: se manifiestan como pequeñas invaginaciones de la membrana, con
forma laminar o a base de tubos dispuestos de forma verticilada.

Funciones:

La porción de membrana del mesosoma correspondiente a la invaginación


primaria (pero no así a la secundaria) posee una composición semejante a la de la
membrana citoplásmica, por lo que se le pueden aplicar los papeles que ya hemos
estudiado (transporte de electrones, síntesis de componentes de las envueltas...).
Probable papel en la síntesis del septo transversal, quizá regulando las autolisinas
implicadas en la división celular (véase tema 5bis).
Puntos de anclaje del cromosoma bacteriano (y quizá de algunos plásmidos),
actuando en la segregación de los cromosomas hijos a las células hermanas (y en
el caso de las bacterias esporuladas, en la segregación de los cromosomas a los
compartimentos de la célula madre (esporangio) y de la preespora.
Zonas de secreción de ciertas exoenzimas (p. ej., penicilinasa en Bacillus).

3.2 CROMATÓFOROS
Son invaginaciones de la membrana citoplásmica de las bacterias purpúreas
(un grupo de bacterias fotosintéticas anoxigénicas) que albergan su aparato
fotosintético. Dependiendo de las especies, pueden adoptar formas variadas:

A modo de vesículas huecas;


capas de repliegues concéntricos, a modo de láminas paralelas, cercanas a la
membrana citoplásmica;
formando túbulos, aislados o en haces.

Los cromatóforos suponen obviamente una adaptación para aumentar la


superficie de membrana útil capaz de realizar las funciones propias de la
fotosíntesis.

3.3 OTRAS INVAGINACIONES


En muchas bacterias quimiolitoautrofas (especialmente las nitrificantes)
existen invaginaciones de la membrana (a menudo denominadas citomembranas)
que permiten una mayor superficie para la realización de sus actividades
respiratorias. Sus formas y disposiciones son igualmente muy variadas (véanse
fotomicrografías).

En Azotobacter, una bacteria aerobia fijadora de nitrógeno atmosférico, y que


presenta una altísima tasa respiratoria, se pueden detectar también invaginaciones
de membrana que aumentan la superficie disponible para sus intensos procesos de
oxidación.

3.4 TILACOIDES
Son sacos membranosos aplastados presentes en las cianobacterias,
que no están en continuidad con la membrana citoplásmica; en su cara externa
se disponen filas de ficobilisomas (véase capítulo 7). El conjunto de membrana
tilacoidal + ficobilisomas es el responsable de la fotosíntesis oxigénica en este grupo
de procariotas.

BIBLIOGRAFÍA
BOOS, W., J.M. LUCHT. (1996): Periplasmic binding protein-dependent ABC
transporters. En: “Escherichia coli and Salmonella typhimurium. Cellular and
molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.). American Society for Microbiology
Press. Washington, D.C., págs. 1175-1223.

DANCHIN, A. (1987): Membrane integration of carbohydrate transport in bacteria.


Microbiol. Sci. 4: 267-269.

DREWS, G. (1992): Intracytoplasmic membranes in bacterial cells: organization,


function and biosynthesis. En “Prokaryotic structure and function: a new perspective”.
Society for General Microbiology & Cambridge University Press, Cambridge, pp. 249-
274.

GLAZER, A.N. (1982): Phycobilisomes: structure and dinamics. Ann. Rev.


Microbiol. 36: 173-198.

GOLDFINE, H., T.A. LANGWORTHY (1988): A growing interest in bacterial ether


lipids. Trends Biochem. Sci. 13: 217-221.

KABACK, H.R., E. BIBI, P.D. ROEPE (1990): Beta-galactoside transport


in Escherichia coli: a functional dissection of lac permease. Trends Biochem. Sci. 15:
309-314.
KADNER, R.J. (1996): Cytoplasmic membrane. En: “Escherichia coli and Salmonella
typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.).
American Society for Microbiology Press. Washington, D.C., págs. 58-86.

MALONEY, P.C., T. HASTINGS WILSON (1996): Ion-coupled transport and


transporters. En: “Escherichia coli and Salmonella typhimurium. Cellular and
molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.). American Society for Microbiology
Press. Washington, D.C., págs. 1130-1147.

POSTMA, P.W., J.W. LENGELER, G.R. JACOBSON (1996): Phosphoenol-pyruvate:


carbohydrate phosphotransferase systems. En: “Escherichia coli and Salmonella
typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.).
American Society for Microbiology Press. Washington, D.C. (1996), págs. 1149-
1173.

WHITE, D. (1995): “The physiology and biochemistry of Prokaryotes”. Oxford


University Press, Nueva York y Oxford. Consultar el capítulo 15 (transporte de
solutos).

ENLACES

Repaso a composición química y estructura de las membranas (con abundantes


ilustraciones)

Unas sencillas animaciones sobre los mecanismos de transporte (nececitas tener


instalado el programa gratuito Shockwave)

Más animaciones sobre transporte, de Wiley

En esta página encontrarás información útil sobre sistemas de transporte, y varios


modelos 3-D que podrás mover a placer con tu ratón (necesitas tener instalado un
programa tipo Chime, RasMol, etc.)I

Índice:

1 CITOPLASMA BACTERIANO: VISIÓN DE CONJUNTO

2 MATERIAL GENÉTICO: EL NUCLEOIDE

2.1 EL CROMOSOMA PROCARIOTA

2.1.1 MÉTODOS DE OBSERVACIÓN Y ESTUDIO


2.1.2 COMPOSICIÓN QUÍMICA, ESTRUCTURA Y
ORGANIZACIÓN DEL CROMOSOMA

2.2 PLÁSMIDOS

2.2.1 DEFINICIÓN Y CONCEPTOS GENERALES

2.2.2 FENOTIPOS DETERMINADOS POR LOS PLÁSMIDOS

2.2.3 REPLICACIÓN DE LOS PLÁSMIDOS

2.2.4 REGULACIÓN DEL NÚMERO DE COPIAS

2.2.5 REPARTO DE LAS COPIAS A LAS CÉLULAS HIJAS

2.2.6 INCOMPATIBILIDAD ENTRE PLÁSMIDOS Y GRUPOS DE


INCOMPATIBILIDAD

2.3 ELEMENTOS GENÉTICOS MÓVILES

2..3.1 ELEMENTOS TRANSPONIBLES "CLÁSICOS"

2.3.2 "NUEVOS" ELEMENTOS GENÉTICOS MÓVILES

3 RIBOSOMAS; SÍNTESIS Y PLEGAMIENTO DE PROTEÍNAS

3.1 ESTRUCTURA DEL RIBOSOMA EUBACTERIANO

3.2 EL MECANISMO DE LA SÍNTESIS DE PROTEÍNAS

3.3 EL PLEGAMIENTO DE LAS PROTEÍNAS: PAPEL DE LAS


PROTEÍNAS CELADORAS (“CHAPERONAS”)

4 INCLUSIONES Y ORGÁNULOS PROCARIOTAS

4.1 INCLUSIONES DE RESERVA

4.1.1 INCLUSIONES POLISACARÍDICAS

4.1.2 GRÁNULOS DE POLI-ß-HIDROXIBUTÍRICO (PHB) Y DE


POLI-HIDROXIALCANOATOS

4.1.3 INCLUSIONES DE HIDROCARBUROS

4.1.4 GRÁNULOS DE CIANOFICINA

4.1.5 GRÁNULOS DE POLIFOSFATOS


4.1.6 GLÓBULOS DE AZUFRE

4.2 OTRAS INCLUSIONES

4.2.1 INCLUSIONES DE SALES MINERALES

4.2.2 FICOBILISOMAS

4.3 ORGÁNULOS PROCARIÓTICOS CITOPLÁSMICOS

4.3.1 CARBOXISOMAS (= CUERPOS POLIÉDRICOS)

4.3.2 VACUOLAS DE GAS

4.3.3 CLOROSOMAS

4.3.4 MAGNETOSOMAS

ENLACES

1 CITOPLASMA BACTERIANO: VISIÓN


DE CONJUNTO
El citoplasma bacteriano es la masa de materia viva delimitada por la membrana
citoplásmica. En su interior se albergan:

cuerpos nucleares (nucleoide);


plásmidos (no en todas las cepas bacterianas);
ribosomas;
inclusiones (no en todas);
orgánulos (no en todas).

Al igual que en los demás seres vivos, el citoplasma es un sistema coloidal cuya fase
dispersante es agua junto con diversas sustancias en solución (citosol), y cuya fase dispersa
está constituida por macromoléculas y conjuntos supramoleculares (partículas
submicroscópicas). La viscosidad es mayor que la del citoplasma eucariótico, estando
desprovisto de corrientes citoplásmicas.

Observación:

A microscopía óptica, obviamente es poco lo que se puede distinguir en él. En las


células jóvenes se suele teñir de modo uniforme, teniendo un carácter basófilo (debido a la
abundancia de ARN). En las células viejas se tiñe irregularmente, debido a la aparición de
inclusiones y a la acumulación de sustancias de desecho.
A microscopía electrónica destaca el carácter granulado, producido por los
numerosos ribosomas (que a los aumentos habituales aparecen como partículas esféricas),
aunque se observa una zona irregular hacia el centro, más transparente a los electrones, que se
debe a los cuerpos nucleares (nucleoide). En los intersticios entre las partículas granuladas
existe una sustancia amorfa en la que no se pueden distinguir más detalles, y que corresponde
a la fase dispersante acuosa de la que hablábamos más arriba.

La nueva visión del citoplasma bacteriano (2005)

Los nuevos métodos citológicos y moleculares nos están dando una nueva visión en la
que el citoplasma bacteriano está más organizado y es más dinámico de lo que pensábamos
hasta hace poco. Resumiremos esta nueva imagen:

en el citoplasma bacteriano hay una clara separación espacial y funcional entre la


zona central, donde se localiza el nucleoide y en la que se da la transcripción,
respecto de la zona periférica rica en ribosomas, en la que se da la síntesis de
proteínas.
La maquinaria para la replicación del cromosoma (replisoma) se localiza en un sitio
concreto, hacia el centro de la célula, y muy probablemente ligado a la membrana.
Por el replisoma fijo va pasando el cromosoma para su replicación, empezando
por el origen oriC. Los cromosomas hijos van siendo desplazados hacia los polos
(segregación), de modo que conforme avanza la replicación, cada oriC se sitúa
cada vez más cerca de un polo celular.
La proteína FtsZ es homóloga de la tubulina eucariótica, y al comienzo de la
división se polimeriza formando un anillo por debajo de la membrana en el centro
de la célula. Este anillo parece servir de andamio para el “divisoma”, implicado en
la formación del septo transversal que conduce al nacimiento de las dos células
hijas.
Hay una proteína homóloga de la actina, que se polimeriza formando amplias
hélices que recorren la célula de polo a polo, y que junto con el peptidoglucano,
determina la forma celular
Se han descubierto proteínas que oscilan rápida y continuamente de un extremo a
otro de la célula (en cuestión de segundos), y que parecen implicadas en la
regulación del ciclo celular.
En resumidas cuentas, hoy sabemos que el citoplasma procariótico es más dinámico,
estructurado y complejo que lo que creíamos hace unos pocos años.

-------------------------------

En este capítulo nos dedicaremos al estudio de las principales estructuras y


macromoléculas que alberga el citoplasma. Comenzaremos con la organización a gran escala
del material genético bacteriano, seguiremos con una rápida revisión sobre los ribosomas y la
síntesis y plegamiento de las proteínas, y terminaremos con las inclusiones y orgánulos
especiales que presentan algunas bacterias.
2 MATERIAL GENÉTICO: EL
NUCLEOIDE
El ADN es el material genético de los procariotas, al igual que del resto de seres vivos
(celulares). Dicho ADN está contenido en una región concreta del citoplasma,
denominada nucleoide, en la mayoría de los casos sin estar separado por membrana (hay un
par de bacterias en las que se ha descubierto una membrana rodeando al nucleoide).
El genoma es el conjunto de genes y secuencias de ADN de un organismo. En el caso de
bacterias, el elemento obligatorio del genoma es el cromosoma, aunque es frecuente encontrar
unidades de replicación autónomas llamadas plásmidos, que son dispensables (si se pierden,
la bacteria sigue siendo viable).

2.1 EL CROMOSOMA PROCARIOTA


2.1.1 MÉTODOS DE OBSERVACIÓN Y ESTUDIO

A microscopía óptica

En las células en fresco, los nucleoides se pueden poner de manifiesto (usando


microscopio de contraste de fases) ajustando el índice de refracción del medio (haciendo que
dicho índice sea igual al del resto del protoplasma). Se logra más detalle usando los recientes
microscopios confocales de barrido.

Usando tinciones (en preparaciones fijadas previamente): se pueden emplear


colorantes básicos (como los de tipo Feulgen), siempre que previamente se destruya el ARNr
(que podría enmascarar al nucleoide) mediante hidrólisis ácida o enzimática. Otro buen
sistema es emplear el bromuro de etidio, colorante que se intercala en la doble hélice del
ADN y que permite visualizar los nucleoides de color anaranjado con un microscopio
provisto de luz ultravioleta.

A microscopía electrónica de transmisión

Para evitar artefactos de laboratorio, frecuentes en la fase de fijación para la


microscopía electrónica, se recurre a un método de congelación rápida seguida de
criosubsitución. Las imágenes muestran al nucleoide como una región más o menos
delimitada y libre de ribosomas, dentro del citoplasma, no rodeada de membrana, con muchos
lóbulos y un aspecto fibroso. Nuevas técnicas de microscopía electrónica combinada con
análisis computerizado de imágenes acaban de revelar que el nucleoide de las células en
reposo (en fase estacionaria) se empaqueta de un modo muy ordenado, formando toroides
espirales recubiertos de subunidades de una proteína especial.

Métodos de obtención

Para obtener nucleoides “intactos” se recurre a la lisis suave de las células (con
detergentes no iónicos) en altas concentraciones de sales (p ej., NaCl) con posterior
ultracentrifugación en gradientes de densidad de sacarosa. Si el procedimiento se realiza a
25ºC el nucleoide se aisla relativamente libre de restos de membrana, pero si se hace en frío
(4ºC) el nucleoide queda asociado a grandes restos de envueltas.

Estudios moleculares

La biología molecular, especialmente a través de las técnicas de ADN recombinante,


permite la caracterización física detallada de los genomas. Muchos genomas de procariotas
han sido cartografiados mediante mapas de restricción, pero en la actualidad ya contamos con
más de 400 genomas totalmente secuenciados, lo que está permitiendo avances espectaculares
en todos los ámbitos de la genética y bioquímica de estos microorganismos.

2.1.2 COMPOSICIÓN QUÍMICA, ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN


DEL CROMOSOMA

Los cromosomas aislados muestran una composición de un 60% de ADN, 30% de


ARN y 10% de proteínas.

El ADN sigue el modelo clásico de Watson y Crick: dos hebras antiparalelas en doble
hélice de 2 nm de diámetro, paso de rosca de 3,4 nm y 10 pares de nucleótidos por cada vuelta
de la espiral. La mayor parte de este ADN está en conformación B, aunque existen zonas
donde se puede dar la configuración Z.

En la mayor parte de las bacterias este ADN constituye un solo cromosoma circular,
cerrado covalentemente (ADN c.c.c.). Existen algunas excepciones, en el sentido de que
podemos encontrar cromosomas lineares o incluso más de un grupo de ligamiento (más de un
cromosoma):

en el género Borrelia el cromosoma es lineal con los extremos cerrados


covalentemente (es decir, los extremos forman una especie de bucle de horquilla);
bacterias del género Streptomyces también poseen un cromosoma lineal, pero sus
extremos contienen secuencias cortas repetidas y están acomplejados con
proteínas, lo que recuerda de algún modo los telómeros eucariotas;
algunas bacterias parecen poseer dos o más cromosomas:

Rhodobacter sphaeroides, Vibrio, Leptospira y Brucella presentan dos


cromosomas circulares
Sinorhizobium melitoti presenta tres cromosomas circulares
Distintas cepas de Burkholderia cepacia presentan entre 2 y 4 cromosomas
Agrobacterium tumefaciens cuenta con un cromosoma lineal y otro circular.

Las bacterias son organismos haploides: poseen un solo cromosoma. Sin embargo,
cuando las células bacterianas se encuentran en crecimiento activo, y debido al desfase de la
división celular respecto de la replicación, cada individuo puede albergar varias copias de ese
cromosoma. Por ejemplo, E. coli puede llegar a 10 copias. Azotobacter puede llegar hasta las
100 copias al final de la fase de crecimiento exponencial. Un caso extremo lo constituye la
bacteria gigante Epulopiscium, que aumenta el número de copias en cuatro órdenes de
magnitud (¡unas 10.000 veces!), aunque se desconoce el significado de este descomunal
“exceso”.

Tamaño del cromosoma


Una bacteria típica, como Escherichia coli posee un cromosoma con 4.700 pares de
kilobases (kb). Pero los rangos de tamaño oscilan entre las 700 kb de Mycoplasma
genitalium (una bacteria carente de pared y parásita) y las más de 12 000 kb de ciertas
bacterias capaces de diferenciación celular y fenómenos de multicelularidad (cianobacterias,
actinomicetos).

Organización del cromosoma y de la cromatina bacterianos

Si desplegáramos el cromosoma de E. coli de modo lineal, mediría 1 mm, es decir,


1000 veces más de lo que mide la longitud de la bacteria. Si además tenemos en
consideración que el cromosoma ocupa sólo 10% del volumen celular, nos daremos cuenta
que debe de estar densamente empaquetado. ¿Cómo es la organización a gran escala de este
cromosoma dentro de la célula? Esta es una cuestión que aún desconocemos en todos sus
detalles. A continuación exponemos un resumen de lo que se sabe (o sospecha) actualmente:
La doble hélice está superenrollada negativamente sobre sí misma. Parte de este
superenrollamiento se debe al equilibrio entre la actuación de dos enzimas:

ADN girasa, que es un tipo especial de topoisomerasa-II que tiende a introducir


superhelicidad negativa;
ADN topoisomerasa-I, que tiende a relajar la superhelicidad negativa, cortando
cada vez en una de las dos cadenas de la doble hélice, pasando la cadena
intacta por el hueco, y volviendo a sellar el enlace fosfodiéster que antes
rompió.

Aparte de este superenrollamiento producido por “topoenzimas”, el material genético


bacteriano presenta interacciones con una serie de proteínas estructurales. El conjunto de
ADN y proteínas estructurales se denomina “cromatina”, pero, nunca aparecen histonas.
Salvo en algunas arqueas, esta cromatina procariótica tiene menos densidad de proteínas que
la cromatina de eucariotas. Veamos algunas de esas proteínas.

En Escherichia coli, existe la proteína básica HU, un heterodímero (HU-, HU-ß),


que presenta cierto parecido con las histonas auténticas (pero sin guardar
homología con ellas). No forma auténticos nucleosomas con el ADN. En otras
bacterias, existen proteínas homólogas con la HU. En todos los casos se unen
débilmente al ADN “normal”, pero en cambio lo hacen con gran afinidad hacia ADN
curvado o que forme bucles, induciendo mayores curvaturas en ese ADN. La unión
de HU no depende del reconocimiento de ninguna secuencia particular. Parece
que su papel no sólo es estructural, sino que también colaboran con otras
proteínas en procesos de recombinación homóloga, recombinación específica,
reparación del ADN y expresión genética.
La IHF (llamada así por las iniciales inglesas de factor de hospedador para la
integración) es una proteína que reconoce un tipo de secuencia de 13 pares de
bases, y que al unirse al surco menor de la doble hélice provoca grandes
curvaturas locales en ella. De esta forma colabora en procesos de recombinación
específica (lo veremos en la sección de Genética) y de expresión de ciertos genes.
Recientemente se ha descubierto un importante tipo de proteína estructural para
el mantenimiento del cromosoma (SMC). Se trata de un homodímero con forma
de "V" en el que cada brazo de la "V" es un monómero. Ambos monómeros
interaccionan por la base de la V. Las dos puntas de esa V contienen dominios de
unión e hidrólisis del ATP, e interactúan a su vez con una serie de proteínas
accesorias relacionadas con la organización y mantenimiento del ADN durante la
replicación y segregación de los cromosomas hijos.

Como se ve, tanto el superenrollamiento como la compactación generada por las


proteínas estructurales tienen una notable influencia sobre las funciones del ADN, ya que
modulan procesos tan importantes como la replicación, transcripción, recombinación y
expresión génica, aunque estamos lejos de conocer exactamente los mecanismos implicados.

El papel biológico del ARN que se detecta en los nucleoides aislados in vitro tampoco
está claro. Este no es un ARN especial, sino ARN naciente, y parece servir para mantener
“sujetos” los diversos dominios superenrollados.

Ya aludimos antes al descubrimiento reciente de que en la fase estacionaria, cuando


las bacterias carecen de fuente de energía y no pueden seguir creciendo, el nucleoide
experimenta una reorganización radical, en la que el ADN se arrolla de formando toroides
espirales separados entre sí por una capa de subunidades de una proteína especial (Dps), y
dando lugar a una macroestructura co-cristalina muy regular. Probablemente esto suponga una
adaptación para proteger el ADN sin gastar energía.

Finalmente, otro tema largamente debatido es el modo de asociación del cromosoma


con la membrana citoplásmica (¿quizá a través de mesosoma?). Hay indicios de que el
cromosoma, y concretamente su origen de replicación (oriC), se encuentra “anclado” a
determinadas proteínas de la membrana (proteínas que probablemente estén implicadas en el
inicio de la replicación cromosómica). En los cromosomas circulares, la replicación avanza
bidireccionalmente desde el sitio oriC, hasta que las dos horquillas se encuentran a 180º de
ese lugar, terminándose la replicación.

2.2 PLÁSMIDOS
2.2.1 DEFINICIÓN Y CONCEPTOS GENERALES

Aunque en general es adecuado decir que el genoma de los procariotas consta de un


solo cromosoma, muchas bacterias poseen, además, uno o varios elementos genéticos
accesorios extracromosómicos, a los que denominamos plásmidos.

Se definen como elementos genéticos extracromosómicos con capacidad de


replicación autónoma (es decir, constituyen replicones propios). Todos los plásmidos
bacterianos estudiados son de ADN de cadena doble. La inmensa mayoría son circulares
cerrados covalentemente (c.c.c.) y superenrollados (aunque en Borrelia y algunos
Actinomicetos existen plásmidos lineares). Algunos plásmidos poseen, además, la capacidad
de integrarse reversiblemente en el cromosoma bacteriano: en esta situación se replican junto
con el cromosoma (bajo el control de éste), y reciben el nombre de episomas.

En cuanto al tamaño, existe una amplia gama: desde plásmidos muy pequeños (de
unas 2 kb) hasta plásmidos muy grandes (ciertos plásmidos de Pseudomonas tienen 500 kb).
Incluso existen “megaplásmidos” en ciertos Rhizobium que llegan a tener 1600 kb. (De hecho,
ciertos “megaplásmidos” se ha visto que son imprescindibles, por lo que se han recalificado
como cromosomas).
Cada tipo de plásmido tiene un número medio de copias por célula característico. Por
regla general, los grandes plásmidos tienen una o dos copias por célula (plásmidos
con control estricto de la replicación), mientras que los pequeños suelen estar presentes
como varias copias (>10), denominándose plásmidos de control relajado.

En función de que los plásmidos sean o no transmisibles de una bacteria a otra por
medio de contactos intercelulares, se pueden distinguir:

plásmidos conjugativos (autotransmisibles), que son aquellos que se transfieren


entre cepas por medio de fenómenos de conjugación. Algunos de estos
plásmidos no sólo se transfieren entre cepas de la misma especie, sino que son
capaces de hacerlo entre especies y géneros muy diversos, recibiendo el muy
apropiado nombre de plásmidos promiscuos o de amplio espectro de
hospedadores, permitiendo transferencia horizontal de información
genética entre grupos bacterianos filogenéticamente alejados.
plásmidos no conjugativos, carentes de esta propiedad de conjugación. Dentro
de esta categoría existe un subgrupo, el de los plásmidos movilizables: son
aquellos no autotransmisibles que pueden ser transferidos por la acción de un
plásmido conjugativo coexistente en la misma bacteria.

(Ampliaremos el estudio de los plásmidos conjugativos en la sección de Genética


bacteriana).

2.2.2 FENOTIPOS DETERMINADOS POR LOS PLÁSMIDOS

Los plásmidos no suelen ser indispensables para la viabilidad de la bacteria, y muchos


de ellos se pierden en ausencia de una presión selectiva. Una bacteria puede ser “curada” de
su(s) plásmido(s), es decir, se le pueden eliminar, bien de forma espontánea, bien por una
serie de tratamientos en el laboratorio (incubando las bacterias a temperaturas cercanas a la
máxima o por agentes químicos como el naranja de acridina, que se insertan entre las bases
del ADN). La razón de esta curación de los plásmidos es que esos tratamientos interfieren con
su replicación sin afectar a la replicación del cromosoma. Esto hace que en sucesivas
divisiones de una bacteria, el plásmido se vaya “diluyendo” en la población resultante.

Los plásmidos no suelen determinar productos esenciales para el crecimiento (por eso
son dispensables), pero en la naturaleza parece que resultan favorecidas las bacterias con
algún plásmido, quizá porque acarrean ventajas selectivas en determinados ambientes o en
determinadas condiciones. Existe una variedad de fenotipos y funciones determinados por
plásmidos:

Resistencia a antibióticos (plásmidos R; los estudiaremos en la sección


de Genética).
Resistencia a metales pesados (por ejemplo, resistencia a mercurio).
Plásmidos de virulencia: producción de toxinas, factores de penetración en tejidos,
adherencia a tejidos del hospedador, etc., en ciertas bacterias patógenas.
Producción de bacteriocinas (proteínas tóxicas producidas por bacterias que
matan a otras de la misma especie).
Producción de sideróforos (quelatos para secuestrar iones Fe3+).
Utilización de determinados azúcares.
Utilización de hidrocarburos, incluyendo algunos cíclicos recalcitrantes
(degradación de tolueno, xileno, alcanfor, etc.) en Pseudomonas.
Inducción de tumores en plantas (plásmido Ti de Agrobacterium tumefaciens).
Interacciones simbióticas y fijación de nitrógeno en ciertos Rhizobium.
etc...

Obsérvese que la mayor parte de estos fenotipos no están directamente relacionados


con el proceso de crecimiento bacteriano, sino que se pueden calificar como funciones para
ocupar nichos ecológicos y resistir circunstancias adversas. Los dos fenotipos de
“utilización de...(fuente alternativa de C)” nos recuerdan que muchas bacterias están
sometidas a períodos alternos de hambrunas y de “festines de comida”: ciertas bacterias,
como Pseudomonas se adaptan a los períodos de hambre de las fuentes habituales de
C recurriendo a fuentes “exóticas”, como hidrocarburos cíclicos. La información para los
enzimas degradativos correspondientes la llevan en plásmidos.

¿Por qué, entonces, si determinadas propiedades conferidas por plásmidos son tan
útiles, no han pasado a lo largo de la evolución a ser codificadas por el cromosoma? No
podemos contestar a ciencia cierta a esa pregunta, pero cabe especular que resulta ventajoso
que algunas poblaciones bacterianas dispongan de ciertos genes en replicones distintos del
cromosoma, de modo que los cromosomas no lleguen a ser demasiado grandes. Cuando no
hay presión selectiva para los rasgos conferidos por un plásmido, éste se puede perder de
parte de la población. Pero cuando existe dicha presión selectiva (p. ej., un antibiótico),
sobreviven y se multiplican preferencialmente las bacterias portadoras del plásmido, de modo
que en poco tiempo, la población contiene mayoritariamente dicho elemento. Además, como
muchos plásmidos son autotransmisibles o movilizables, pueden transferirse a cepas que
originalmente carecían de ellos. En resumen, se logra una gran flexibilidad adaptativa sin
“cargar” demasiado el cromosoma o replicón principal.

Hay plásmidos que, aunque se pueden evidenciar por métodos físicos (p. ej.,
electroforesis), no se ha podido demostrar que determinen ningún rasgo fenotípico: tales
plásmidos se califican como crípticos, constituyendo un ejemplo de “ADN egoísta” (sólo se
mantienen por su capacidad de replicación, sin necesidad de aportar ventaja selectiva clara a
la bacteria que los alberga).

2.2.3 REPLICACIÓN DE LOS PLÁSMIDOS

Como dijimos, los plásmidos son replicones, es decir, unidades de replicación


autónoma, pero ello no significa que codifiquen toda la maquinaria para su propia replicación.
De hecho, la mayoría de los plásmidos sólo codifican unas pocas proteínas para este fin, y
aprovechan la maquinaria de replicación de la bacteria huésped (ADN polimerasas, ligasas,
primasas, etc), que actúa sobre unas secuencias del plásmido denominadas secuencias oriV,
donde tiene lugar el inicio de esa replicación. Cada tipo de plásmido se replica por uno de dos
principales tipos de mecanismos:

1. Modelo de replicación en  (theta): comienza por la separación de las dos cadenas en el


sitio oriV, creando una estructura que se parece a la letra griega  (theta). En algunos
plásmidos, la replicación es unidireccional (sólo hay una horquilla de replicación , que
avanza a lo largo de la molécula, hasta que vuelve al sitio oriV, en el que las dos
moléculas hijas se separan). Otros plásmidos se replican en  por un modelo bidireccional
(dos horquillas de replicación de sentidos opuestos, que se encuentran cerca de la mitad de
la molécula). La replicación en  es frecuente en plásmidos de bacterias Gram-negativas.
2. Modelo de replicación en  (sigma), o modelo del círculo rodante: una de las dos
cadenas es rota a nivel de oriV, de modo que el extremo 3’ suministra el cebador para la
replicación de la “cadena adelantada”. La cadena desplazada (cadena “menos”) funciona
como cadena retrasada (“lagging”) y debe ser replicada a partir de sitios de cebado
especiales. Este tipo de replicación es frecuente en plásmidos de bacterias Gram-positivas.

2.2.4 REGULACIÓN DEL NÚMERO DE COPIAS

La regulación del número medio de copias de cada plásmido en cada bacteria es una
propiedad característica dependiente de cómo se controla el inicio de replicación, siendo
diferentes los mecanismos en los plásmidos de alto número de copias (con control relajado) y
en los plásmidos de bajo número de copias (de control estricto).

En general, los plásmidos de control relajado tienen mecanismos que inhiben el


inicio de replicación sólo cuando el número de copias ha llegado a un cierto
nivel.
En cambio, los plásmidos de control estricto tienen mecanismos que logran que
sólo se repliquen una vez o un pequeño número de veces en cada ciclo celular.

2.2.5 REPARTO DE LAS COPIAS A LAS CÉLULAS HIJAS

Muchos plásmidos poseen sistemas de reparto (= partición), que tienden a asegurar que
una vez que el plásmido ha sido replicado, cada una de las células hijas va a recibir al menos
una copia. A falta de un tal sistema, y si el reparto fuera aleatorio, de vez en cuando, las
propias fluctuaciones de la segregación aleatoria harían que parte de la progenie no recibiera
una copia, con lo que quedaría curada de ese plásmido.

El reparto de las copias a las células hijas se suele deber a las llamadas funciones par,
que están cerca de los genes rep y de la zona ori. Se trata de cortas secuencias de ADN que de
alguna manera aún no aclarada, debe unirse a alguna zona de la membrana de la bacteria que
se duplica durante la división celular, de modo que cada copia, unida a una de esas zonas, se
segrega a una célula hija.

2.2.6 INCOMPATIBILIDAD ENTRE PLÁSMIDOS Y GRUPOS DE


INCOMPATIBILIDAD

Cada plásmido, dentro de la amplia diversidad de los que se conocen, se suele


clasificar según el grupo de incompatibilidad al que pertenece (los grupos de
incompatibilidad se suelen denominar con las siglas Inc seguidas de una letra mayúscula (por
ejemplo IncP, IncFII, etc.). Se dice que dos plásmidos son incompatibles cuando no pueden
coexistir establemente en la misma bacteria en ausencia de una presión selectiva permanente.
Grupo de incompatibilidad es el conjunto de plásmidos incompatibles entre sí. La
incompatibilidad depende del hecho de que los distintos miembros de un mismo grupo
poseen el mismo tipo de sistema de control del número de copias y de reparto de dichas
copias a las células hijas. En cada célula con dos plásmidos distintos del mismo grupo de
incompatibilidad, el número total de copias nA+nB = N (determinado por el sistema de
control) no varía, pero por fluctuaciones aleatorias en el reparto, algunas células heredan más
copias de uno de los plásmidos que del otro, y tras varias generaciones aparecen células
carentes de uno o del otro plásmido (nA = 0 y nB = N, o viceversa).
2.3 ELEMENTOS GENÉTICOS TRANSPONIBLES
En los años 70 del pasado siglo se descubrieron en bacterias los primeros ejemplos de
ADN “saltarín”, elementos que presentaban la por entonces novedosa propiedad de moverse
de un lado a otro de los genomas, pasando desde plásmidos a cromosomas (o viceversa) o
desde un plásmido a otro de la misma bacteria (para entendernos, los llamaremos elementos
genéticos transponibles “clásicos”, por el simple hecho de que son los que fueron estudiados
en primer lugar). Pero desde hace unos 15 años se están descubriendo nuevos tipos de
elementos genéticos móviles, que no encajan en el modelo de los clásicos. En conjunto, esta
gama de elementos nos están mostrando que en los genomas procarióticos existe una especie
de “pool” de ADN con propiedades especiales de movilización, que confieren a veces
notables rasgos fenotípicos a las cepas que los poseen,. Además bien por ellos mismos o bien
por el hecho de que a veces son transportados entre cepas de la misma especie o de diferentes
especies (mediante plásmidos conjugativos y fagos), se pueden transferir de unas bacterias a
otras, constituyendo un “pool” compartido de material genético. Y finalmente, estos
elementos aportan una notable plasticidad a los genomas, suministrando una base potente
sobre la que actúa la selección y por lo tanto la evolución de los procariotas.

2.3.1 ELEMENTOS GENÉTICOS TRANSPONIBLES "CLÁSICOS"

Son entidades genéticas discretas que forman parte de cromosomas y de plásmidos,


capaces de moverse de un lugar a otro del genoma (pasando a otros lugares del replicón
original, o a otros replicones presentes en la misma bacteria). Como estudiaremos
oportunamente en la sección de Genética, esta capacidad de transponerse se debe a un tipo de
recombinación específica denominado transposición. Existen varias clases de mecanismos de
transposición, pero muchas de ellas suponen la simultánea replicación del elemento, de modo
que queda una copia en el sitio original y aparece una copia nueva en la nueva localización.

Los elementos genéticos móviles acarrean una serie de reorganizaciones en los


genomas: inversiones de segmentos genéticos, delecciones, cointegraciones entre dos
replicones, etc. Hay que resaltar que estos elementos no son replicones, es decir, no poseen la
capacidad de replicación autónoma que hemos visto en cromosoma y plásmidos, sino que son
partes integrantes de los genomas de muchas bacterias, confiriendo plasticidad
genética sobre la que pueden actuar mecanismos evolutivos. Esto hace que los genomas
bacterianos, y sobre todo los plásmidos, sean relativamente dinámicos y maleables a escala
evolutiva.
2.3.2 "NUEVOS" ELEMENTOS GENÉTICOS MÓVILES

Como dijimos, en los últimos años se han descrito nuevos tipos de elementos móviles
que no se ajustan a los clásicos. Algunos de ellos poseen funciones simultáneamente de
plásmidos y transposones, otros tienen mezclas de rasgos de fagos y de plásmidos, etc.
Describiremos brevemente algunos de ellos:

Uno de los primeros tipos de “nuevos” elementos son los llamados transposones
conjugativos, que presentan la propiedad de promover su diseminación de una
bacteria a otra por conjugación.
Los transposones movilizables consisten en un transposón que posee un
sitio oriT similar al de ciertos plásmidos conjugativos, y que puede ser transferido
“pasivamente” a otra célula mediante un plásmido conjugativo co-residente (es
decir, presente en la misma célula de origen).
Las islas genómicas son elementos discretos de ADN con tamaños de entre 10 y
500 kb, presentes en ciertas cepas de una especie pero ausentes en otras, y que
confieren notables ventajas adaptativas (para ocupar nichos ecológicos). Muchas
islas genómicas se asemejan a enormes transposones atípicos, que se insertan
preferentemente en o cerca de ciertos genes cromosómicos (como p. ej., genes de
ARNt), que están enmarcados por secuencias cortas repetidas (similares a las que
usan ciertos fagos, como el fago λ), y que de hecho codifican una enzima de tipo
integrasa como la del propio fago λ. Algunas de estas islas a su vez pueden
transferirse activamente a otras células debido a que poseen también genes
parecidos a los de los plásmidos conjugativos. A su vez, las islas genómicas son
de varios tipos en función de la ventaja adaptativa que confieren a las cepas que
las albergan:
Las primeras en descubrirse fueron las llamadas islas de patogenicidad.
Tienen la capacidad de conferir a la cepa notables capacidades patogénicas
sobre animales, debido a que llevan genes de toxinas, adhesinas, sideróforos,
etc). Ejemplos:

la “inocente” Escherichia coli se convierte en una bacteria uropatógena cuando


adquiere una cierta “isla”;
el temible bacilo del cólera (Vibrio cholerae) parece proceder de inocuos
parientes que, de vez en cuando adquieren una de esas islas, y que codifica la
toxina colérica;
casos similares se han visto en otras bacterias Gram-negativas (Yersinia,
Salmonella, Neisseria) y Gram-positivas (Listeria, Clostridium)
Mientras que los casos anteriores son islas de patogenicidad localizadas en el
cromosoma, se han descubierto también ejemplos de islas situadas en
plásmidos. Tal es el caso del bacilo del carbunco (mal llamado ántrax en
español) (Bacillus anthracis), que produce sus tres toxinas debido a genes de
una isla genómica plasmídica.
Algunas bacterias patógenas de plantas (Xanthomonas, Erwinia) también poseen
islas genómicas.
Algunas bacterias (como ciertos Pseudomonas) poseen en islas catabólicas los
genes que les confieren la propiedad de degradar compuestos contaminantes
(xenobióticos).
Algunas especies del grupo de Rhizobium poseen islas Sym (de symbiotic)
donde se localizan genes responsables de la interacción simbiótica con las
raíces de ciertas leguminosas.

En resumidas cuentas: los elementos móviles permiten que los genomas procarióticos sean
relativamente “modulares” y “maleables”, y habida cuenta de que por sí mismos o por el
efecto de plásmidos y fagos se pueden movilizar entre cepas y especies
diferentes, suministran mecanismos rápidos de cambio evolutivo. En el caso de la
adquisición de islas genómicas, observa que el fenotipo de la bacteria cambia
espectacularmente (p. ej., de no patógena a patógena, de no simbiótica a simbiótica, etc), por
lo que este fenómeno se ha calificado como de “evolución por saltos cuánticos”.

_______________________
Antes de terminar esta parte del tema sobre el ADN procariótico, debemos decir que
la mayor parte del genoma bacteriano consta de genes y conjuntos de genes (y a diferencia de
eucariotas, existe poco ADN “no génico” y pocas secuencias cortas repetidas sin función
clara). La mayoría de los genes codifican proteínas, bien sean estructurales o enzimáticas. La
“ruta” de expresión por la que la secuencia de un gen se decodifica hasta proteína consta de
dos fases: transcripción y traducción.

Un concepto muy importante a tener ya en cuenta, y que distingue la organización


genética procariótica de la eucariótica es que los genes bacterianos relacionados con una
misma función genética suelen estar agrupados de forma contigua, formando una unidad de
transcripción y de regulación genética que se denomina operón, bajo el control unitario de
unas secuencias de ADN colocadas en el lado 5’, entre las que siempre existe una llamada
promotor, que es el lugar de entrada de la ARN polimerasa.

3 RIBOSOMAS; SÍNTESIS Y
PLEGAMIENTO DE PROTEÍNAS
3.1 ESTRUCTURA DEL RIBOSOMA
EUBACTERIANO
La ausencia de membrana nuclear en los procariotas hace que la traducción de un
mensaje ocurra mientras ese mensaje aún no ha terminado de formarse: tan pronto como ha
comenzado la transcripción de un operón, los ribosomas se unen al extremo 5' del mensajero
naciente, y da comienzo enseguida la traducción del mensaje. Esto constituye otro rasgo
distintivo de la expresión genética en procariotas: la transcripción y la traducción están
estrechamente acopladas. Igualmente característico de las eubacterias es el hecho de que el
primer aminoácido que se incorpora no es la metionina, sino la N-formil-metionina.

Como ya vimos, en las micrografías electrónicas de cortes finos de bacterias el


citoplasma aparece muy granulado, correspondiendo estos granos a los 10.000 a 15.000
ribosomas que posee cada célula (dependiendo de la fase de crecimiento).

El ribosoma es probablemente el complejo supramacromolecular más estudiado, a


pesar de lo cual, y debido a su extraordinaria complejidad, aún reserva una buena cantidad de
aspectos no totalmente comprendidos.

Nos referiremos a la composición y estructura del ribosoma eubacteriano


(concretamente, de la especie en que está mejor estudiado: Escherichia coli, por supuesto).

El ribosoma está compuesto de un 63% de ARN (que a su vez representa más del 90%
del ARN total de la bacteria) y un 37% de proteínas. El ribosoma eubacteriano posee un
coeficiente de sedimentación de 70S, frente al de 80S de los ribosomas citoplásmicos
eucarióticos. Bajando la concentración de iones Mg++ cada ribosoma se disocia en sus dos
subunidades: la pequeña (30S) y la grande (50S). In vivo esta disociación ocurre cada vez que
se completa la síntesis de una molécula de proteína, para volver a unirse las dos subunidades
al inicio del mensaje de otro gen.
Múltiples técnicas moleculares (algunas relativamente recientes) permiten desentrañar
aspectos de los ribosomas:

difracción de rayos X;
difracción de neutrones;
inmunoelectromicroscopia.

Subunidad pequeña (30S)

Papeles:

Está implicada principalmente en decodificar la información del ARNm.


Contiene los sitios de unión para los ARNt cargados.
Tiene un papel central en el inicio de la traducción.

Composición y estructura:

Contiene un solo tipo de ARN: el ARNr 16S, con una característica estructura
secundaria con zonas de emparejamiento intracatenario (de cadena doble) y
bucles.
Posee 21 tipos de proteínas, denominadas S1, S2 ... S21. Las posiciones relativas
de algunas de estas proteínas han podido ser “cartografiadas” en el conjunto de la
estructura de la subunidad 30S por las técnicas citadas arriba.

Subunidad grande (50S)

Papeles:

Interviene principalmente en la formación del enlace peptídico entre el aminoácido


situado en el sitio A (ligado a su ARNt) y el péptido naciente (unido a un ARNt) del
sitio P.

Composición y estructura:

Posee dos tipos de ARN: ARNr 23S y ARNr 5S, cada uno con su correspondiente
y peculiar estructura secundaria (En general, los ARNr presentan abundantes
zonas de emparejamientos intracatenarios y bucles de cadena sencilla).
Contiene 32 tipos de proteínas diferentes, denominadas L1 ... L32. La L7 y la L12
tienen la misma secuencia, pero la L7 está modificada químicamente en su
extremo amino por unión con un radical acetilo. Con excepción de L7/L12, que
están presentes en 4 copias cada una, las demás aportan una sola molécula cada
una a la subunidad grande. Véase en la figura la localización de algunas de estas
moléculas dentro de la estructura global.

La secuencia primaria y la estructura secundaria de los ARNr están muy conservados


evolutivamente: hay pocas diferencias entre bacterias muy alejadas desde el punto de vista
filogenético (¿Podría el alumno explicar el porqué de esta notable conservación química y
estructural?). Parece ser que el papel principal de los ARNr es suministrar un “núcleo” sobre
el que se van ensamblando ordenadamente las proteínas ribosómicas, interaccionando con
sitios específicos de los ARN y con otras proteínas.
Recientemente se están acumulando pruebas de que el ARNr pueda jugar, además,
algún papel funcional, aparte del estructural:

El ARNr 16S, además de unirse por su extremo 3' con la secuencia de Shine-
Dalgarno del extremo 5' del ARNm, parece representar un papel en la terminación
de la síntesis de proteínas.
El ARNr 23S tiene un papel en la elongación, interaccionando con factores EF.
Incluso existe la sospecha de que es una ribozima necesaria para la actividad
peptidil-transferasa.

3.2 EL MECANISMO DE LA SÍNTESIS DE


PROTEÍNAS
Aún no tenemos un cuadro completo de cómo coordina el ribosoma la compleja serie
de reacciones que forman parte de la traducción: unión y liberación de los ARNt,
transpeptidación, movimientos coordinados del molde de ARNm y del péptido naciente, etc.
Sin embargo, el intenso estudio al que se están sometiendo el ribosoma y el proceso de la
traducción desde los años 60 ha permitido notables profundizaciones. El alumno de biológicas
puede recurrir a los conocimientos que se imparten en otras asignaturas de la Licenciatura
(Bioquímica, Genética, Biología Molecular) y a alguno de los excelentes textos modernos.

El sitio de entrada del ribosoma al ARNm es la secuencia de Shine-Dalgarno (S-


D), cerca del extremo 5’ del mensajero, de unas 9 pb, y complementaria de extremo 3’ del
ARNr 16S (de la subunidad pequeña del ribosoma). Esta secuencia de S-D está situada dentro
de una región más amplia de secuencia no aleatoria que abarca desde la base –20 a la +13.
También es importante la distancia entre la S-D y el codón iniciador.

La formación del complejo iniciador con la subunidad ·30 S requiere los factores de
iniciación IF1, IF2 e IF3, el ARNm y un ARNt especial, cargado normalmente con
el aminoácido N-formil-metionina. (El grupo formilo bloquea el grupo amino de ese
aminoácido iniciador, de modo que obliga a que la síntesis proceda sólo en una
dirección).

No siempre el codón de inicio es AUG (met), sino que a veces lo son GUG (Val) y UUG (Phe).

Entonces se añade la subunidad 50S, formándose el ribosoma 70S, y liberándose


los factores de iniciacion
El ARNt fMet se encuentra en el sitio P del ribosoma. Al lado de él, en el sitio A, ha
entrado el ARNt correspondiente al siguiente codón, cargado con su aminonácido.
En la fase de traslocación, el ribosoma, junto con el factor de elongación EF-G
forma un enlace peptídico entre estos dos aminoácidos, forzando la liberación del
f-Met de su ARNt y moviéndose el ribosoma un codón adelante. Las dos moléculas
de ARNt permanecen unidas al ribosoma, pero ahora el ARNt descargado se sitúa
en el sito E (exit=salida), y el ARNt con la cadena naciente (por ahora de 2
aminoácidos) queda en el sitio P.
Un nuevo ciclo comienza: entra el tecer ARNt cargado al sitio A, y en presencia del
factor de elongación EF-Tu, libera al ARNt descargado del sitio E.
Y continúan los ciclos de elongación (por traslocación) hasta llegar al codón de
parada. Hay tres codones que no tienen sentido (no equivalen a ningún
aminoácido): UAA; UAG, UGA. Cuando uno de estos codones llega al sitio A, no
hay ARNt que lo traduzca, y la cadena proteica queda liberada del ribosoma.

Como los procariotas suelen tener mensajes policistrónicos, cuando un ribosoma llega
al final de un gen, se puede mover hasta encontrar otro codón iniciador, pero si el espacio
intercistrónico es muy grande, se puede disociar el ribosoma, de modo que las subunidades
deben reensamblarse para continuar la lectura del mensaje.

3.3 EL PLEGAMIENTO DE LAS PROTEÍNAS:


PAPEL DE LAS PROTEÍNAS CELADORAS
(“CHAPERONAS”)
Hasta hace poco se pensaba que el polipéptido naciente adquiría espontáneamente su
configuración funcional al ser sintetizado en el ribosoma. Pero hoy se sabe que tanto el
correcto plegamiento de las proteínas como su adecuado ensamblaje en complejos requiere el
concurso de unas proteínas especiales, conocidas como proteínas celadoras o “carabinas
moleculares”, debido a que su papel es vigilar y eventualmente corregir el plegamiento. (Se
está imponiendo, para denominarlas, la castellanización de su nombre inglés: chaperonas,
procedente de chaperones).

Estas proteínas están presentes en todos los seres vivos. Algunas de ellas se inducen ante determinados estrés
ambientales; de hecho se descubrieron como proteínas inducibles ante un aumento de temperatura, por lo que se
denominaron como proteínas del choque térmico ( con su acrónimo inglés Hsp).

En Escherichia coli se han estudiado especialmente la DnaK, DnaJ, GrpE, GroEL y


GroES. Parece que actúan de un modo secuencial:

1. Cuando el ribosoma aún está sintetizando la proteína y ya ha “asomado” la primera


porción del polipéptido, se une la DnaJ a esa parte del polipéptido aún sin plegar.

2. Enseguida se une la DnaK, que ha formado antes un complejo con el ATP, y se produce
hidrólisis de este ATP (pero quedando el ADP unido a DnaK), lo que aumenta la afinidad
de DnaK por el polipéptido sin plegar.

3. Cuando se ha sintetizado toda la proteína, la GrpE se une al complejo polipéptido-DnaJ-


DnaK-ADP, liberando el ADP.

4. Nuevas moléculas de ATP se unen ahora a DnaK, con lo que se facilita la disociación de
las proteínas DnaK y DnaJ respecto del polipéptido. En este momento, muchos
polipéptidos pueden haber adquirido su configuración final, pero otros necesitan aún un
paso final de “refinamiento”:

5. El polipéptido pasa al canal interior formado por GroEL y GroES, que catalizan (con
gasto de ATP) la correcta isomerización, de modo que la proteína adquiere su plegamiento
nativo biológicamente activo.
4 INCLUSIONES Y ORGÁNULOS
PROCARIOTAS
4.1 INCLUSIONES DE RESERVA
Son acúmulos de sustancias orgánicas o inorgánicas, rodeadas o no de una envuelta
limitante de naturaleza proteínica, que se originan dentro del citoplasma bajo determinadas
condiciones de crecimiento. Constituyen reservas de fuentes de C o N (inclusiones orgánicas)
y de P o S (inclusiones inorgánicas).

Estudiaremos:

1) Inclusiones orgánicas:

a) inclusiones polisacarídicas

b) gránulos de poli-ß-hidroxibutírico (o, en general de poli-ß-hidroxialcanoatos)

c) inclusiones de hidrocarburos

d) gránulos de cianoficina

2) Inclusiones inorgánicas:

a) gránulos de polifosfato

b) glóbulos de azufre

4.1.1 INCLUSIONES POLISACARÍDICAS

Son acumulaciones de (14) glucanos, con ramificaciones en (16),


principalmente almidón o glucógeno (según especies), que se depositan de modo más o
menos uniforme por todo el citoplasma cuando determinadas bacterias crecen en medios con
limitación de fuente de N, pero donde aún sean abundantes las fuentes de C y energía. En
esta situación, se detiene prácticamente la síntesis de proteínas y de ácidos nucleicos, y la
mayor parte del C asimilado se convierte rápidamente en estos materiales de reserva. Cuando
a estas células las pasamos a un medio rico en N, pero carente de fuente de C, estas
inclusiones se usan como fuente interna de C para la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas.

Estas inclusiones actúan, pues, como sistemas de almacenamiento de


carbono osmóticamente inertes (la célula puede albergar grandes cantidades de glucosa que,
si estuvieran como moléculas libres dentro del citoplasma, podrían tener efectos osmóticos
muy negativos).

Para observarlas se recurre a la tinción con una solución de I2 + IK (como el lugol)

glucógeno: aparece de color pardo-rojizo;


almidón (amilopectina): color azul

4.1.2 GRÁNULOS DE POLI-ß-HIDROXIBUTÍRICO (PHB) Y DE POLI-


HIDROXIALCANOATOS

Los gránulos de poli--hidroxibutírico son acúmulos del poliéster del ácido ß-


hidroxibutírico (= 3-hidroxibutírico), rodeados de una envuelta proteínica, y que al igual que
en el caso anterior, se producen en ciertas bacterias como reserva osmóticamente inerte de
C en condiciones de hambre de N. Además de la protección osmótica, estos gránulos suponen
la ventaja de neutralizar un metabolito ácido (el grupo carboxilo de cada unidad de ß-
hidroxibutírico desaparece como tal, al intervenir en el enlace éster con la siguiente unidad).
En las especies de Bacillus constituye la fuente de carbono y energía al inicio de la
esporulación. Una función semejante parece implicada a la hora del enquistamiento
de Azotobacter.

Una célula puede contener de 8 a 12 de estos gránulos, que miden unos 0.2-0.7 m de
diámetro, y que van provistos de una envuelta proteica de unos 3-4 nm de grosor. Pueden
llegar a representar el 80% en peso de la célula.

A diferencia de los acúmulos de polisacáridos, los gránulos de PHB son visibles a


microscopio óptico en fresco, debido a su elevado índice de refringencia. Se tiñen bien
mediante Negro-Sudán.

En los últimos años está quedando patente que los gránulos descritos de PHB son un
ejemplo de una clase más amplia de gránulos de poli-ß-hidroxi-alcanoatos.

Por ejemplo: cuando determinadas especies de Pseudomonas crecen en n-octano como fuente de
carbono, se acumula un polímero de ésteres del ácido ß-hidroxi-octanoico, con una función
metabólica semejante a la del PHB.

Ciertas cepas de Ralstonia eutropha, cuando crecen en glucosa y propiónico producen copolímeros
aleatorios de unidades de -hidroxibutírico y -hidroxivalérico (=3-hidroxipentanoico).

Existen interesantes perspectivas de aprovechamiento económico de estos polímeros, ya que los


PHA se comportan como excelentes termoplásticos biodegradables. Por ejemplo, la empresa
británica ICI tiene patentados procesos industriales para fabricar PHA donde casi el 90% de las
unidades son de hidroxivalérico, que da un polímero flexible comercializado con el nombre de
Biopol ®. Los polímeros a base de 4- o 5-hidroxibutírico y 3-hidroxibutírico son más largos, más
elásticos y más biodegradables (se han empleado en la fabricación de envases)

4.1.3 INCLUSIONES DE HIDROCARBUROS

Son acúmulos de reserva (con envuelta proteinica) de los hidrocarburos que


determinadas bacterias (especialmente Actinomicetos y relacionados) usan como fuente de C.

4.1.4 GRÁNULOS DE CIANOFICINA

Muchas cianobacterias (Oxifotobacterias) acumulan grandes gránulos refringentes de


reservas nitrogenadas cuando se acercan a la fase estacionaria de crecimiento. Estos gránulos
de cianoficina son acúmulos de un copolímero de arginina y aspártico: consta de un núcleo de
poliaspártico, en el que todos los carboxilos de las cadenas laterales están unidos con L-
arginina. Su síntesis no está basada en el mecanismo habitual en ribosomas, ya que no se ve
inhibida por el cloramfenicol.

4.1.5 GRÁNULOS DE POLIFOSFATOS

Se denominan también gránulos de volutina o metacromáticos. El nombre de


“metacromáticos” alude al efecto metacromático (cambio de color): cuando se tiñen con los
colorantes básicos azul de toluidina o azul de metileno envejecido, se colorean de rojo. A
microscopio electrónico aparecen muy densos a los electrones.

Son acúmulos de polifosfato, polímeros lineales del ortofosfato, de longitud variable


(por término medio, unas 500 unidades), que representan un modo osmóticamente inerte de
almacenar fosfato. Parece ser que la parte central de estos gránulos constituye un núcleo
formado por lípidos y proteínas. En algunos casos pueden constituir una fuente de energía, en
sustitución del ATP (¿se trata en este caso de una especie de “fósil bioquímico?”).

Se acumulan cuando algún otro nutriente distinto del fosfato se hace escaso (sobre
todo cuando va desapareciendo el sulfato). En estas condiciones se detiene la síntesis de los
ácidos nucleicos, y la volutina se acumula a la espera de su utilización para esta síntesis de
nucleicos, cuando aparezca el nutriente originalmente limitante.

4.1.6 GLÓBULOS DE AZUFRE

Las inclusiones de S aparecen en dos grupos de bacterias que usan sulfuro de


hidrógeno (SH2):

las bacterias purpúreas del azufre (que usan el SH2 como donador de electrones
para la fotosíntesis);
bacterias filamentosas no fotosintéticas como Beggiatoa, Thiomargarita o Thiothrix,
que lo usan como donador de electrones para sus oxidaciones.

En ambos casos, el sulfuro de hidrógeno es oxidado a azufre elemental (S0), que en el


citoplasma se acumula como glóbulos muy refringentes y rodeados de envuelta proteínica.
Estos glóbulos son transitorios, ya que el S0 se reutiliza por oxidación hasta sulfato, cuando en
el medio se agota el sulfuro.

4.2 OTRAS INCLUSIONES


4.2.1 INCLUSIONES DE SALES MINERALES

Acúmulos grandes, densos y refringentes de sales insolubles de calcio (sobre todo


carbonatos) que aparecen en algunas bacterias (como Achromatium), cuyo papel parece
consistir en mantenerlas en el fondo de los lagos y ríos.

4.2.2 FICOBILISOMAS

Son estructuras supramacromoleculares, en forma de cilindros o bastones, adosadas a


la superficie de la membrana tilacoidal de las Cianobacterias, confiriendo a ésta un típico
aspecto “granuloso” en las micrografías electrónicas.
Como se puede ver en el esquema, están constituidas por pilas de discos a base
de ficobiliproteínas, cromoproteínas que sirven como “antenas” para la captación de luz en la
fotosíntesis de estos procariotas. Los grupos cromóforos son: ficocianinas, aloficocianinas y
ficoeritrina. Como veremos oportunamente, la disposición ordenada de los distintos
pigmentos tiene un papel central en la “canalización” de la energía de la luz hacia los centros
de reacción (ubicados ya en plena membrana tilacoidal) donde se localizan los complejos
fotosintéticos proteínas-clorofilas.

4.3 ORGÁNULOS PROCARIÓTICOS


CITOPLÁSMICOS
Como ya dijimos, en procariotas no existen por regla general orgánulos citoplásmicos
rodeados por unidad de membrana. Las únicas excepciones están constituidas por los
tilacoides de las Oxifotobacterias, ya estudiados en el capítulo anterior. En algunos grupos
bacterianos se pueden encontrar orgánulos citoplásmicos no rodeados por unidad de
membrana (o sea, sin bicapa lipídica). Muchos de ellos presentan envueltas basadas en
subunidades de proteínas:

carboxisomas
vacuolas de gas
clorosomas
magnetosomas.

4.3.1 CARBOXISOMAS (= CUERPOS POLIÉDRICOS)

Estructuras presentes en bacterias fotoautotrofas (Cianobacterias y ciertas bacterias


purpúreas) y quimioautotrofas (nitrificantes, Thiobacillus), de apariencia poliédrica con
tendencia a esférica. Su diámetro oscila entre 50 y 500 nm, y están rodeadas de envuelta
monocapa proteinica de unos 3,5 nm. El interior tiene aspecto granular, debido a la
acumulación de la enzima ribulosa-bifosfato-carboxilasa (RuBisCo, la carboxidismutasa, el
enzima clave en el ciclo de Calvin de asimilación de CO2). Aunque se pensó que eran los sitos
de fijación del CO2, parece más bien que se trata de reservas de dicha enzima.

4.3.2 VACUOLAS DE GAS

Son orgánulos muy refringentes al microscopio óptico, que al electrónico muestran


una estructura a base de agrupaciones regulares de vesículas de gas. Cada vesícula tiene
una forma de cilindro bicónico (200-1000 nm de longitud y unos 70 nm de diámetro), rodeado
de una monocapa de unidades globulares de proteína ensambladas helicoidalmente que dan un
aspecto a bandas (“costillas”). Esta envuelta es impermeable al agua, pero permeable a los
gases, por lo que la composición y concentración del gas dentro de la vesícula depende de las
que existan en el medio. Conforme se sintetizan y ensamblan las vesículas, el agua va siendo
eliminada del interior.

Las vesículas de gas están constituidas por dos tipos de proteína: la mayoritaria GvpA
es una pequeña proteína rígida y muy hidrófoba. Su rigidez está en la base del hecho de que
las vesículas y vacuolas de gas aguanten presiones externas. La proteína minoritaria GvpC
tiene como función reforzar las vesículas de gas.
La función de estas vacuolas es mantener un grado de flotabilidad óptimo en los
hábitats acuáticos a las bacterias que las poseen, permitiéndoles alcanzar la profundidad
adecuada para su modo de vida (según los casos, para obtener una intensidad adecuada de luz,
concentración óptima de oxígeno o de otros nutrientes).

Las vacuolas de gas son muy frecuentes en eubacterias fototrofas (Cianobacterias y


bacterias fotosintétiocas purpúreas y verdes); también se dan en algunas arqueas
(Halobacterium, algunas metanógenas) y en bacterias prostecadas (Ancalomicrobium,
Prosthecomicrobium).

4.3.3 CLOROSOMAS

Son vesículas oblongas situadas por debajo de la membrana citoplásmica, que


contienen los pigmentos antena de las bacterias fotosintéticas verdes (antigua
familia Chlorobiaceae). Soninvisibles a microscopía óptica; miden 100-150 nm de longitud y
unos 50 nm de anchura, estando rodeadas de una monocapa de proteínas. Se disponen por
debajo de la membrana citoplásmica, sin estar en continuidad con ella, aunque en muchos
casos aparecen conectadas a través de un pedúnculo de naturaleza no lipídica.

4.3.4 MAGNETOSOMAS

Son orgánulos sensores del campo magnético terrestre, que aparecen en ciertas
bacterias acuáticas flageladas microaerófilas o anaerobias (p. ej., en Aquaspirillum
magnetotacticum). Consisten en cristales homogéneos de magnetita (Fe3O4), de formas cubo-
octaédricas o de prisma hexagonal delimitados por una envuelta proteínica. Los diversos
cristales suelen disponerse en filas paralelas al eje longitudinal de la bacteria, o en otras
agrupaciones regulares de varios unidades, hasta varias decenas.

Fueron descubiertas en 1975, y se sabe que permiten la orientación magnética a las


bacterias que las poseen (bacterias magnetotácticas), determinando la orientación de su
natación. En el hemisferio Norte, el campo magnético está orientado hacia abajo, y en el sur
hacia arriba. Las bacterias magnetotácticas del hemisferio septentrional se orientan al N, y las
del meridional, al S. Por consiguiente, cuando las bacterias son removidas de los fondos
donde viven, por magnetotaxia pueden volver al fondo, que es donde encuentran las
concentraciones de oxígeno adecuadas para su modo de vida.

Enlaces
Una breve página sobre cromosomas bacterianos
Una animación en formato Flash para recordar lo esencial del mecanismo de
replicación de ADN
Replicación de plásmidos de resistencia a antibióticos
Control de la replicación y del número de copias de los plásmidos
Una web especializada en todo tipo de secuencias de inserción (IS)
El transposón Tn7 (web de Nancy Craig)
Glóbulos de azufre
Galería de imágenes de magnetosomas
Actualizado el miércoles, 15 febrero 2006

ÍNDICE:

1 FLAGELOS

1.1 INTRODUCCIÓN: LA MOVILIDAD EN LAS BACTERIAS

1.2 ASPECTOS MORFOLÓGICOS

1.3 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA

1.3.1 FILAMENTO

1.3.2 CODO O GANCHO

1.3.3 CORPÚSCULO BASAL

1.4 ENSAMBLAJE DEL FLAGELO

1.5 MOVIMIENTO FLAGELAR

1.5.1 DESCRIPCION DEL MOVIMIENTO DE UNA BACTERIA PERITRICA

1.5.2 MECANISMO DEL MOVIMIENTO ALEATORIO (EN AUSENCIA DE


ESTÍMULO)

1.5.2.1 EL MOTOR ES ROTATORIO Y GIRA EN AMBOS SENTIDOS


1.5.2.2 COMPONENTES DEL MOTOR Y DEL CONMUTADOR
1.5.2.3 ASPECTOS ENERGÉTICOS

1.5.3 LAS TAXIAS

1.5.3.1 DEFINICIONES
1.5.3.2 TIPOS DE TAXIAS
1.5.3.3 ESTUDIO DE LA QUIMIOTAXIA Y DE LA ADAPTACIÓN
1.5.3.3.1 ESTÍMULOS DEL SISTEMA DE
RECEPCIÓN, TRANSDUCCIÓN DE SEÑAL Y ADAPTACIÓN
1.5.3.3.2 EL CICLO DE EXCITACIÓN-ADAPTACIÓN

2 FLAGELOS PERIPLÁSMICOS
3 FIMBRIAS O PELOS (= PILI)

3.1 FIMBRIAS ADHESIVAS

3.2 PELOS SEXUALES DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

4 PROSTECAS

5 TALLOS O PEDÚNCULOS

ENLACES

DIAPOSITIVAS

1 FLAGELOS
1.1 INTRODUCCIÓN: LA MOVILIDAD EN LAS
BACTERIAS
Los procariotas capaces de moverse lo hacen por alguno de estos sistemas:

Por flagelos provistos de un motor rotatorio


Por pelos de tipo IV, que dan lugar a dos tipos de desplazamiento:

Por sacudidas o contracciones en ciertas especies (de los


géneros Neisseria y Pseudomonas)
Movilidad “social” por deslizamiento sobre superficies sólidas en mixobacterias
Por secreción de sustancias mucosas a través de “toberas” (conjuntos de poros
especiales) en la superficie celular: lo que da origen a deslizamiento en ciertas
cianobacterias y en mixobacterias, a modo de “patinaje” de la célula sobre el moco
depositado sobre la superficie.
Por un mecanismo de trinquete, responsable del deslizamiento en especies del
grupo Cytophaga-Flavobacterium. En este caso existen un doble juego de
proteínas, uno de membrana citoplásmica y otro de membrana externa. Ambos
juegos están engarzados entre sí probablemente a nivel del peptidoglucano. Las
proteínas de membrana citoplásmica se desplazan, y a su vez provocan
movimiento en las de membrana externa. Todo ello se asemeja a una “correa sin
fin” o cadena de un tanque, que al moverse en un sentido sobre una superficie,
impulsan a la célula en el sentido opuesto.

El mejor estudiado de todos esos sistemas es de los flagelos. Los flagelos


eubacterianos típicos son largos apéndices filamentosos extracelulares, helicoidales,
responsables del desplazamiento en medios líquidos de la mayor parte de las
bacterias móviles. Aunque empleamos la misma palabra para designar a los
orgánulos locomotores de procariotas y eucariotas, ambos son totalmente diferentes,
tanto en estructura como en mecanismo de funcionamiento:

El filamento del flagelo bacteriano, que constituye su porción externa más visible,
consta generalmente de un solo tipo de proteína, y en él no se realiza ningún
trabajo quimiomecánico.
El mecanismo del flagelo bacteriano es rotatorio, con un motor reversible (funciona
en los dos sentidos de giro).
La energía que propulsa a este motor no es ATP ni ninguna otra molécula con
enlaces energéticos, sino que deriva directamente del gradiente de protones
(fuerza protón-motriz).

1.2 ASPECTOS MORFOLÓGICOS


En preparaciones en fresco a microscopía óptica normal no se pueden detectar los
flagelos individuales, debido a su extrema delgadez (están ligeramente por debajo
del límite resolutivo del microscopio). El microscopio de contraste de fases logra
visualizar los penachos densos de flagelos de ciertas bacterias.
En cambio, la microscopía óptica de alta intensidad en campo oscuro, así como la
microscopía fluorescente sí logra discernir los flagelos.
Pueden estudiarse fácilmente mediante impregnación argéntica en preparaciones
previamente fijadas por procedimientos suaves que no destruyan la estructura
(alcohol-éter) y con mordientes que la engruesan artificialmente: ácido tánico,
sales de Al y Cr. (remitimos al alumno a la correspondiente práctica).

Los flagelos se observan como filamentos helicoidales largos y finos. La


longitud es variable (no está determinada de modo fijo): de 5 a 10 m, pero su
anchura o diámetro es constante y uniforme para cada especie: en Escherichia
coli es de 20 nm. El carácter helicoidal del filamento es propio e intrínseco: para
cada especie los parámetros de la hélice (longitud de onda y amplitud) son fijos y
característicos.

Existe una serie de especies Gram-negativas (Vibrio, Photobacterium,


Bdellovibrio) que poseen flagelos muy engrosados, debido a que están envueltos en
una vaina que presenta continuidad con la membrana externa.

El patrón de flagelación (es decir, el número y localización de los flagelos) varía


entre especies, y reviste interés en la determinación taxonómica:

un solo flagelo: bacterias monotricas. Normalmente la inserción del flagelo (en


bacterias bacilares) es polar o subpolar.
dos o más flagelos formando un penacho, normalmente en un polo: lofotricas.
(por ejemplo, en Spirillum volutans hay más de 80 flagelos en el penacho).
dos penachos de flagelos, uno en cada polo: bacterias anfitricas.
flagelos repartidos por toda la superficie: bacterias peritricas. (Por
ejemplo, Escherichia coli posee 10 flagelos, mientras que Proteus mirabilis posee
cientos, dando aspecto muy denso a la disposiciòn de éstos).
Ciertas bacterias presentan flagelos de inserción lateral, bien en penachos
densos (Selenomonas), bien diseminados (Pectinatus).

Existe una serie de especies Gram-negativas (Vibrio, Photobacterium,


Bdellovibrio) que poseen flagelos muy engrosados, debido a que están envueltos en
una vaina que presenta continuidad con la membrana externa

1.2 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA


El flagelo eubacteriano es una de las estructuras procarióticas más complejas,
formada por más de 20 tipos de proteínas estructurales. Ya a microscopía
electrónica se pueden distinguir tres partes o subestructuras:

filamento helicoidal largo; está conectado a un corto segmento curvado


denominado...
codo o gancho, que a su vez está unido al...
corpúsculo basal. Este corpúsculo basal está inmerso en las envueltas
(membrana citoplásmica y pared), y consta esencialmente de un cilindro que
ensarta 1 o 2 parejas de anillos. En los últimos años se ha visto que, relacionado
con este corpúsculo existen más subestructuras. En conjunto, este corpúsculo
“ampliado” que ahora conocemos tiene varias funciones:

anclar el flagelo a las envueltas


suministrar el mecanismo del movimiento (un motor rotatorio que puede girar en
ambos sentidos)
albergar la maquinaria de exportación de subunidades de proteínas para su
ensamblaje en la estructura flagelar “acabada”
Estructura de un
flagelo de una
bacteria Gram-
negativa

1.3.1 FILAMENTO

El filamento es una estructura cilíndrica fina, hueca y rígida, con aspecto helicoidal.
Está constituido por el arrollamiento de miles de subunidades idénticas de una
proteína llamada flagelina. La flagelina es una proteína globular relativamente
elongada, con pesos moleculares variados, según las especies (desde unos 15 kDa
en algunos Bacillus hasta unos 62 kDa en algunas enterobacterias). Las
subunidades de flagelina se disponen formando una matriz cilíndrica, en la que se
distinguen 11 hileras cuasi-axiales (casi verticales) de subunidades; las hileras
cuasi-axiales se denominan fibrillas. El cilindro está hueco (deja un canal en su
interior de unos 3 nm). El filamento es notablemente rígido, de modo que durante
el movimiento activo sólo se producen pequeñas deformaciones, pero sin afectar a
los parámetros de la hélice.

En el extremo distal del filamento existe un “capuchón” formado por un


pentámero de una proteína distinta (HAP2). Entre el filamento y el codo existen dos
discos estrechos con dos tipos de proteínas (HAP3 y HAP1). Son estructuras
adaptadoras que permiten la correcta interacción entre filamento y codo.
El filamento tiene un papel “pasivo”, actuando de manera análoga a la hélice
de un barco. El movimiento de rotación del motor (situado, como veremos, en el
corpúsculo basal) se comunica (a través del codo) al filamento helicoidal rígido, lo
que permite el avance de la bacteria.

Tanto la flagelina nativa aislada como los filamentos intactos son buenos
antígenos, constituyendo el denominado antígeno H flagelar, específico para cada
especie e incluso para cada estirpe o raza.

1.3.2 CODO O GANCHO

Es una estructura curvada, acodada, de 55 nm de longitud, y 22 nm de


diámetro, que conecta el filamento al corpúsculo basal. Consta de unas 120
unidades de una proteína elongada, distinta de la flagelina (42 kDa), dispuestas
igualmente en una matriz cilíndrica de 11 fibrillas. Parece ser que el codo actúa a
modo de juntura universal o flexible entre el filamento y el corpúsculo basal.

Entre el codo y el filamento existen dos discos de proteínas accesorias del


codo (HAP1 y HAP3). Cada uno de los discos consiste en dos giros de hélice, e
intervienen en el control del ensamblaje del flagelo. Son estructuras adaptadoras
que permiten la correcta interacción entre filamento y codo.

1.3.3 CORPÚSCULO BASAL

Entendido el corpúsculo basal en su sentido actual (más amplio de lo que sabíamos


hace unos años), es una notable estructura que, inmersa en la membrana
citoplásmica y en la pared celular, posee varias funciones:

ancla el flagelo a la célula


está relacionada con la función del motor rotatorio y del conmutador (cambio del
sentido de giro)
alberga el aparato para la secreción y correcto ensamblaje de la mayor parte del
flagelo

En Gram-negativas, consta de dos pares de anillos coaxiales atravesados


por un cilindro central hueco, junto con otra serie de subestructuras anejas a todo lo
anterior:

Los dos anillos exteriores se denominan L y P, y están relacionados


respectivamente con la membrana externa y con el peptidoglucano. (A veces estos
dos anillos están conectados por una pared cilíndrica que enmascara la porción
del cilindro central).
Los dos anillos interiores se denominan S y M: el S está en el espacio
periplásmico, inmediatamente por encima de la membrana citoplásmica, y el M
está inmerso plenamente en dicha membrana. Como ambos anillos están muy
juntos, a veces se alude a ellos como “anillo MS”.
Ya hacia el lado citoplásmico de la membrana, por debajo del anillo M (y en
contacto con él) existe un quinto anillo, llamado anillo C, en el que existen tres
proteínas. Una de ellas, (FliG) parece ser el elemento central del rotor, mientras
que las tres (FliG, FliM y FliN) están implicadas en la conmutación del sentido
del giro del motor: permiten que el motor pueda girar en sentido de las agujas del
reloj y en el sentido contrario al de las agujas del reloj.
Rodeando al corpúsculo basal, a modo de empalizada cilíndrica, existen
subunidades de dos proteínas integrales de membrana: MotA y MotB. Su papel
parece ser doble:

Constituyen el estator del motor. Se sabe que MotB se proyecta hacia el espacio
periplásmico, y probablemente establece contactos con el peptidoglucano.
Por otro lado forman una especie de canal por donde pueden entrar los protones
al citoplasma, lo que constituye la base del mecanismo que surte de energía al
motor.
En el hueco interior formado por los anillos MS y C se aloja una serie de proteínas
implicadas en la secreción de los monómeros de componentes del flagelo.

Con todo ello, la hipótesis que se maneja hoy es que, con el “carburante” de
protones, el rotor gira respecto del estator. Este giro se comunica al cilindro central,
que a su vez debe de estar bien engarzado con al menos alguno de los otros cuatro
anillos. El giro se transmite al codo y, de éste al filamento. Como el filamento es una
hélice rígida, al girar hace avanzar a la bacteria en el medio acuoso.

En Gram-positivas la estructura del corpúsculo basal es más sencilla: cilindro


central y una sola pareja de anillos (el M y el S). Probablemente el anillo S está
conectado con el peptidoglucano (sería análogo en realidad al anillo P de las Gram-
negativas).

1.4 ENSAMBLAJE DEL FLAGELO


En la “construcción” del flagelo bacteriano intervienen unas 50 proteínas,
entre proteínas estructurales que formarán parte de la estructura definitiva (unas 20),
y proteínas accesorias que sólo sirven durante este ensamblaje (unas 30). Debido a
esta complejidad, y a que, además, diversas partes del flagelo deben de
interaccionar con las envueltas bacterianas (membrana, pared), no es de extrañar
que este ensamblaje esté bien ajustado ni que la síntesis de las diversas “piezas”
esté sometida a un estricto control genético.

El orden de ensamblaje es en su mayor parte lineal y secuencial: tiene lugar


desde las subestructuras más proximales hasta las más distales.
Los componentes integrales de membrana (excluyendo a las proteínas Mot), el
doble anillo MS y el anillo C emplean la “habitual” ruta Sec (procesamiento de pre-
proteínas con escisión del péptido líder).
Pero la mayor parte de las proteínas cuyo destino está más allá de la membrana
citoplásmica usan una ruta especial, que es una variante del denominado
sistema III de exportación. Como dijimos, el aparato para esa exportación se
alberga en el hueco de los anillos MS. Este aparato va exportando ordenadamente
las subunidades de las distintas subestructuras, las cuales viajan “en fila india” a
través del canal interior continuo (que a su vez se va construyendo) del
cilindro  codo  filamento. Las subunidades se van añadiendo en el
correspondiente extremo distal de la subestructura en formación, y evitan su
escape al medio merced a unas proteínas de “capuchón” en dichos extremos
distales.

Por ejemplo, el filamento en construcción siempre dispone en su extremo distal


de un capuchón del pentámero de la proteína HAP2. Dicho capuchón es plano
hacia el exterior, pero posee cinco “patas” hacia abajo, que forman una especie
de cavidad relativamente amplia. Cuando por el hueco interior viaja una nueva
unidad de flagelina (aún sin terminar de plegar), al llegar a la cavidad, hay un
cambio de conformación en las patas de HAP2 que a su vez favorece el
plegamiento adecuado de la flagelina y su inserción en el lugar correcto. Cada
vez que llega una subunidad de flagelina, el pentámero sufre el cambio
conformacional, y para acomodar la nueva subunidad se desplaza
rotacionalmente, es decir, en el ensamblaje, el pentámero de HAP2 está girando
continuamente.

1.5 MOVIMIENTO FLAGELAR


En este apartado nos vamos a plantear dos objetivos de estudio principales:

descripción del movimiento por flagelos (apartados 1.5.1)


mecanismo del movimiento en ausencia de estímulos (1.5.2)
cómo se ve modificado el mecanismo flagelar básico ante la llegada de estímulos
ambientales captados en la superficies celular (1.5.3).

1.5.1 DESCRIPCION DEL MOVIMIENTO DE UNA BACTERIA


PERITRICA

Vamos a estudiar en primer lugar cómo se produce el movimiento en bacterias


peritricas como Escherichia coli o Salmonella tiphymurium.

1. En ausencia de estímulos, en un medio ambiente uniforme, se puede observar


un movimiento tridimensional aleatorio, formado por periodos de unos pocos
segundos de natación en linea recta o ligeramente curvada (carreras o
corridas), interrumpidos por breves episodios (décimas de segundo) de un
movimiento angular caótico de la bacteria (viraje o cabeceo), tras de lo cual la
célula entra en una nueva fase de natación en línea aunque con una nueva
dirección.

2. En un gradiente espacial de un estímulo ambiental, la bacteria responde


modificando el anterior patrón. Se alteran las probabilidades relativas de carreras
y de virajes, de modo que la bacteria prolonga estadísticamente los periodos de
natación hacia la dirección favorable (es decir, acercándose hacia un estímulo
positivo y alejándose de uno negativo), y disminuye la frecuencia de cabeceo. De
esta manera se obtiene una locomoción aleatoria pero estadísticamente
sesgada, que propicia el avance neto en la dirección favorable. Este movimiento
se denomina taxia.

3. El comportamiento táxico dura un tiempo limitado, que oscila de segundos a


minutos, dependiendo de la naturaleza e intensidad del gradiente. Tras la fase de
excitación inicial y de taxia, la bacteria se va adaptando al estímulo, de modo
que regresa finalmente al patrón aleatorio de movimiento, sin avance neto en
ninguna dirección.

Así pues, en las próximas páginas veremos la base de estos fenómenos:

existencia de un rotor flagelar de tipo rotacional, que es reversible.


Veremos que la bacteria tiene mecanismos para detectar un gradiente espacial de
un estímulo, y comprobaremos que este mecanismo actúa como si la bacteria
estuviera detectando de hecho un gradiente temporal.
Conectado con el sistema de detección de estímulos, hay un sistema que hace
que se vuelva al patrón aleatorio ante la persistencia del estímulo (mecanismo de
adaptación).

1.5.2 MECANISMO DEL MOVIMIENTO ALEATORIO (EN AUSENCIA


DE ESTÍMULO)

Vamos a resumir lo que veremos con más detalle a continuación:

El motor es rotatorio y tiene dos estados: giro en sentido antihorario, es decir


contrario a las agujas del reloj (CAR), y sentido horario, igual al de las agujas del
reloj (AR)
Componentes y funcionamiento del motor y del conmutador y su relación con la
movilidad por carreras y con las volteretas
Aspectos energéticos del motor: el “carburante” del motor es la disipación de
protones a través de cierta parte del corpúsculo basal.

1.5.2.1 EL MOTOR ES ROTATORIO Y GIRA EN AMBOS SENTIDOS


Desde hace varios años, por experimentos en los que las bacterias
quedaban unidas a cubreobjetos por anclaje a ellos de los filamentos flagelares, se
dedujo que el motor flagelar funciona como una máquina rotacional reversible, o
sea, tiene dos sentidos: el de las agujas del reloj (AR) y el contrario (CAR).

Veamos a continuación las relaciones que se dan entre estos estados


funcionales del motor y los fenómenos de rotación en línea y virajes bruscos.

La natación en línea (carrera) se debe a la rotación continua, durante un periodo


de unos segundos, del motor, en sentido CAR. En las bacterias peritricas, las
fuerzas hidrodinámicas y mecánicas hacen que los filamentos de los distintos
flagelos se enrollen formando un haz o penacho paralelo al eje longitudinal de la
célula. En este penacho, cada flagelo gira independientemente. El giro de los
diversos filamentos helicoidales del penacho, empuja a la célula, originando la
natación en linea recta, con una velocidad de unos 25 m/seg.
Cuando el motor gira en sentido inverso, o sea AR, la nueva carga torsional que
hace que el flagelo cambie de conformación. Mientras está cambiando esa
conformación, cada filamento tira independientemente de un lado de la célula, lo
que hace que esta pegue una voltereta que la reorienta de modo aleatorio.

1.5.2.2 COMPONENTES DEL MOTOR Y DEL CONMUTADOR

Como ya dijimos, parece que la empalizada de proteínas integrales Mot A y


Mot B forman parte del estator del motor. Esta empalizada rodea al doble anillo
MS, y probablemente sobre esta base fija gira el rotor (FliG) situado bajo el doble
anillo MS. Por debajo de éste, el anillo C, con sus tres tipos de proteínas (FliG, M y
N) actúa como conmutador del sentido de giro. El giro se transmite solidariamente
al cilindro central, de él al codo, y de ahí al filamento helicoidal.

Si no existiera sistema de conmutación del sentido de giro, el motor giraría


siempre en sentido antihorario o sea, el sentido intrínseco (“por defecto”) de
rotación del motor flagelar es el CAR. Pero el motor recibe la influencia del
sistema conmutador del anillo C, que de vez en cuando invierte el sentido de giro
(AR). Como veremos luego, a su vez el sistema conmutador recibe información
sensorial lo que se supondrá que se alteraren las proporciones de tiempo en que el
motor gira en un sentido o en otro.

1.5.2.3 ASPECTOS ENERGÉTICOS

En condiciones normales con disponibilidad de nutrientes energéticos en el


medio ambiente de la bacteria, la forma de energía que alimenta el motor flagelar es
la fuerza protón motriz (f.p.m.), es decir, el potencial electroquímico de protones (y
en las bacterias marinas y alcalófilas, la fuerza motriz de los iones Na +).
La hipótesis actual sobre la manera en que se acopla el flujo de protones al
motor con la rotación dice lo siguiente: cuando los protones cruzan la membrana
citoplásmica, se unen a un determinado aspártico de la proteína MotB, lo cual le
provoca un cambio conformacional. Este cambio conformacional del estator hace
que el motor realice un paso de rotación (una fracción de un giro). Luego, ese protón
sale de la proteína MotB y entra al citoplasma, con lo que se regenera la
configuración original del estator. Para que el motor haga un giro completo, se
necesitan unos 1000 protones. A su vez, el motor gira a la “vertiginosa” velocidad de
1000 revoluciones por minuto. De todas formas, la velocidad de rotación es variable,
y depende de la intensidad del gradiente de protones.

De ese modo, la bacteria nada a altas velocidades relativas, de hasta


100 m/seg., (si un coche corriera a la misma velocidad relativa…¡rompería la
barrera del sonido!).

1.5.3 LAS TAXIAS

1.5.3.1 DEFINICIONES

En ausencia de un gradiente de estímulo, el movimiento de cada célula es a


base de períodos de 2-4 segs de natación separados por virajes. El movimiento en
un gradiente de estímulo se logra variando la frecuencia de virajes: si la
concentración de un atrayente aumenta, o la de un repelente disminuye, las células
no viran tan frecuentemente como lo harían en un entorno uniforme. Por lo tanto, el
resultado es que nadan en la dirección favorable más tiempo, y este sesgo respecto
de la natación aleatoria hace que exista un movimiento neto en relación con el
gradiente.

Este mecanismo no es una taxia en sentido estricto (se le puede llama


clinocinesis, aunque este término apenas se emplea); es un 50% menos efectivo
que una taxia auténtica, pero probablemente requiere mucha menos inversión en
maquinaria sensorial y motora.

1.5.3.2 TIPOS DE TAXIAS

Se distinguen principalmente aerotaxia, fototaxia y quimiotaxia.

1) aerotaxia: respuesta de migración ante un gradiente de oxígeno molecular.

Bacterias anaerobias aerotaxia negativa.


Bacterias microaerófilas  atraídas a tensiones óptimas de O2 (menores que la
atmosférica).
Todas las bacterias aerobias y anaerobias facultativas  aerotaxia positiva.
La aerotaxia positiva, al menos en enterobacterias, y en bacterias purpúreas
en crecimiento heterotrófico, tiene un mecanismo diferente del mecanismo táxico
hacia otros atrayentes químicos: no existe en realidad un receptor específico del
oxígeno. La señal estimulatoria consiste en la utilización del oxígeno como aceptor
final de electrones en las cadenas transportadoras respiratorias. Esto provoca una
alteración de la f.p.m., que de alguna manera provoca un cambio que aumenta la
probabilidad de giro del rotor en sentido CAR.

2) Las fototaxias de las bacterias fotosintéticas anóxicas dependen de un


mecanismo similar: detectan un gradiente de intensidad de luz, no mediante un
receptor especial, sino por medio del transporte de ee - fotosintético, que a su vez
provoca un cambio en el gradiente electroquímico de H+. Este cambio afecta al
motor flagelar.

3) Las quimiotaxias, especialmente las de Enterobacterias, son las taxias mejor


estudiadas. Las abordaremos a continuación con cierto detalle.

1.5.3.3 ESTUDIODE LA QUIMIOTAXIA

Cuando se coloca a una bacteria en un gradiente de estímulo químico se


observa a lo largo del tiempo una respuesta con 3 fases distintas:

fase de latencia (que dura unos 0.2 seg.), en la que el patrón de rotación no se
modifica.
rápida excitación (medida aquí como la probabilidad de encontrar al rotor girando
en sentido CAR).
fase de adaptación lenta, hasta que se restablece el patrón inicial.

El comportamiento de quimiotaxia se pone en marcha cuando un estímulo


químico determinado (un quimioefector) se une en la superficie bacteriana a
un receptor específico, lo que a su vez desencadena un proceso de transducción
intracelular de esta señal, que finalmente llega al complejo conmutador del
corpúsculo basal flagelar, lo que cambiará las proporciones iniciales de giro en
sentido CAR y AR. Si el quimioefector produce una taxia positiva, se denomina
quimioatrayente, mientras que si desencadena una taxia negativa se denomina
quimiorrepelente.

El sistema sensorial de la bacteria, ante un gradiente espacial de atrayente o


repelente, origina una migración neta (acercamiento o alejamiento,
respectivamente) haciendo que la duración de una carrera en la dirección
favorable sea mayor, y para ello influye sobre el conmutador flagelar binario
que determina el sentido de rotación.
La bacteria capta ese gradiente espacial, detectándolo de hecho como si
fuera un gradiente temporal autogenerado por ella misma mientras va
moviéndose. Como veremos, la bacteria compara, mediante el mismo receptor de
membrana que captó el estímulo, la concentración actual de la sustancia con la
que tenía en los segundos anteriores.
Además, la bacteria vuelve al patrón aleatorio de movimiento tras varios segundos
o minutos del contacto inicial con el gradiente: existe un mecanismo
de adaptación al estímulo que, como veremos, implica una modificación
covalente de los receptores.

Estos son los aspectos que vamos a pasar a considerar a continuación.

1.5.3.3.1 ELEMENTOS DE RECEPCIÓN, TRANSDUCCIÓN DE SEÑAL y DE


ADAPTACIÓN

En enterobacterias se ha estudiado bien la quimiotaxis dependiente de un


tipo de proteínas sensoras de estímulos químicos denominadas MCP, acrónimo
inglés de “proteínas quimiotácticas aceptoras de metilo”, o
simplemente transductores. En Escherichia coli se han identificado cinco MCP, y
cada una responde a un conjunto determinado de quimiatrayentes y/o
quimiorrepelentes. Por ejemplo, la MCP llamada Tar detecta los atrayentes aspártico
y maltosa y los repelentes cobalto y níquel.

Todas las MCP son proteínas integrales de membrana citoplásmica, con


un dominio periplásmico preparado para unirse a los quimioefectores y
un dominio citoplásmico dotado a su vez de dos zonas funcionales: una de ellas
es la región transductora que genera la señal intracelular que va a llegar al motor
flagelar, y la otra es la región metilable, con varios glutámicos que pueden aceptar
radicales metilo (-CH3).

Los transductores MCP transmiten información al flagelo por medio de una


cascada de transducción intracelular de la señal, en la que están implicadas seis
proteínas: CheA, CheW, CheY, CheZ, CheR y CheB.

CheA: Es una proteínquinasa que se autofosforila en una His concreta cuando el


MPC se une a un quimioefector. Es el regulador central del sistema quimiotáctico,
ya que en su forma fosforilada (CheA-P) fosforila a CheY y a CheB.
CheW: es necesaria para el acoplamiento entre CheA y el dominio citoplásmico
del MCP.
CheY: la proteína CheY es fosforilada en un determinado aspártico por la CheA-P,
y en su forma CheY-P interacciona con el conmutador del anillo C del flagelo, lo
cual incrementa la probabilidad de una inversión del giro desde el CAR al AR, con
lo que aumenta la probabilidad de virajes.
CheZ: contrarresta la señal de viraje al facilitar la desfosforilación de CheY-P en
CheY.
CheR: es una metil-transferasa que cataliza la transferencia de grupos metilo
desde la S-adenosil-metionina (SAM) hasta los glutámicos del dominio
citoplásmico del MCP.
CheB: cuando esta proteína es fosforilada por la CheA-P, se convierte en una
metilasa (CheB-P) que retira los metilos previamente unidos a los glutámicos del
MCP.

Como veremos, la “memoria celular” para que la bacteria detecte gradientes


de concentración en función del tiempo es el resultado de la metilación de las MCP
por la CheR, y de su desmetilación por CheB-P.

1.5.3.3.2 EL CICLO DE EXCITACIÓN-ADAPTACIÓN

1. En un ambiente neutro (ausencia de estímulo), la MCP tiene un nivel basal de


metilación (una media de un solo glutámico metilado en su dominio
citoplásmico). En esta situación, la CheA tiene un nivel basal de fosforilación, que
sirve para fosforilar a CheY y a CheB. El motor flagelar presenta un patrón de
giro de unos cuantos segundos en sentido CAR ( natación en línea recta), y
breves períodos de sentido AR ( virajes), que es la base del movimiento
aleatorio de la bacteria. Ahora veremos cómo este flujo basal de información
hacia el flagelo y de metilación del MCP se altera con una sustancia atrayente.

2. Cuando añadimos el atrayente, éste se une al dominio periplásmico del MCP, lo


que provoca un cambio conformacional que se transmite hasta el dominio
citoplásmico, de modo que se produce una modificación de la región efectora
de este dominio que transmite la señal hacia el motor flagelar. El tiempo que
tarda en llegar al motor explica el periodo de latencia. Durante esta fase el nivel
de metilación no se altera, pero el cambio conformacional deja “activados” a los
glutámicos metilables.

3. Transducción intracelular de la señal: el cambio conformacional del dominio


citoplásmico tiene el efecto de inhibir la activación de la CheA, de modo que
desciende el nivel basal de su autofosforilación, lo que se traduce en que se
fosforilan menos moléculas de CheY y de CheB. Al haber menos CheY-
P, llegan menos señales al conmutador flagelar de que cambie a sentido igual al
de las agujas del reloj. Por lo tanto, se prolongan los períodos de natación en
línea recta (y es más probable que la bacteria se acerque al estímulo químico).

4. Mientras tanto, ha estado actuando la metiltransferasa (CheR), que ha ido


añadiendo metilos a los glutámicos del dominio citoplásmico de la MCP. Si
pasa un cierto tiempo y el dominio periplásmico sigue ocupado por el
quimioatrayente, se alcanza un gran nivel de metilación en ese dominio
citoplásmico. Esto hace que el dominio efector citoplásmico vuelva a una
configuración “nula”, o sea, deja de emitirse señal excitadora. A ello colabora
igualmente que el nivel de metilesterasa (la proteína CheB-P, es decir la forma
fosforilada) sea bajo. Esta es la explicación molecular de por qué ocurre al cabo
de unos segundos la adaptación lenta al estímulo. Como la metilación es
relativamente lenta, esto significa que si en un determinado momento la
concentración actual de quimioefector (detectada por el grado de ocupación del
dominio periplásmico) es similar a la concentración unos segundos antes
(manifestada por el nivel de metilación del dominio citoplásmico), la bacteria
“sabe” que lleva ya un cierto tiempo acercándose al estímulo. Si la metilación se
ha estabilizado a un nivel alto, se produce un cambio conformacional por el que
el MCP deja de emitir señal (estado nulo), y la bacteria se ha adaptado al
estímulo.

Como ejercicio, veamos qué pasaría si ponemos un repelente: la unión del repelente al MCP
provoca un cambio conformacional que hace que el dominio citoplásmico interaccione ahora con el
complejo CheW·CheA de modo que se aumenta la tasa de autofosforilación de CheA. Ahora esta
CheA-P fosforila tanto a CheY como a CheB. La CheY-P difunde a la base del flagelo e interacciona
con el conmutador (anillo C), y "da la orden" de que se cambie más a menudo a giro en sentido de las
agujas del reloj (AR), lo que hace que la bacteria vire caóticamente más a menudo. Con ello
aumentan sus probabilidades de que encuentre una dirección de natación más favorable (en sentido
opuesto al gradiente), en cuyo caso tendríamos un patrón similar a cuando se une un atrayente.
Mientras tanto, la CheR ha encontrado más difícil acceder a los glutámicos, y el mayor nivel de la
metilesterasa (CheB-P) hace que se eliminen metilos.

Esquema del
funcionamiento del
sistema de
transducción de la
señal de un
quimioatrayente (lee
el texto para una
explicación
completa)

2 FLAGELOS PERIPLÁSMICOS
Son un tipo de flagelos que presenta exclusivamente el grupo de las
Espiroquetas. Estas bacterias Gram-negativas son extremadamente finas y de forma
helicoidal. Están compuestas de:
cilindro protoplasmático, formado por el protoplasto rodeado de la capa de
peptidoglucano. El sáculo de mureína de este PG tiene forma helicoidal, y es
responsable de la típica morfología de estas bacterias;
membrana externa;
entre el cilindro protoplasmático y la membrana externa se encuentran los
peculiares flagelos, insertados subpolarmente y enrollados alrededor del
cilindro. Estos flagelos se denominan flagelos periplásmicos (= endoflagelos =
fibrillas axiales).

Estructura: Cada flagelo, en sí mismo, es similar al tipo de flagelo clásico ya


estudiado:

corpúsculo basal, con dos pares de anillos (excepto en Leptospira, con sólo un
par);
codo
filamento, a base de subunidades de flagelina.

Ahora bien, lo característico es la disposición de los flagelos que salen de cerca de


cada extremo, en relación con el cuerpo celular:

Esquema de
los flagelos
periplásmicos
de las
espiroquetas

En la mayoría de las especies, cada flagelo se extiende a lo largo del eje


bacteriano, paralelo a la superficie del cilindro protoplasmático, hasta
alcanzar los 2/3 de la longitud total; esto se traduce en que los flagelos que
salen de cada extremo se solapan en la zona central (la excepción la
tenemos en el gén. Leptospira, en que no se solapan).
Las distintas fibrillas provenientes de cada extremo discurren paralelas y cercanas.
El conjunto de estas fibrillas se manifiesta como filamento axial, recubierto por
membrana externa.

Obsérvese en el esquema el corte transversal de Cristispira, con sus numerosas


fibrillas (=flagelos) axiales, que conjuntamente determinan un filamento axial
prominente (cresta), envuelto, por supuesto, en membrana externa.

Papel de los endoflagelos en la movilidad de las espiroquetas

Los flagelos de estas bacterias, paralelos al eje longitudinal de la célula,


están anclados al cilindro protoplasmático, que es rígido (mientras que la
membrana externa es flexible). Al girar los flagelos de los dos extremos en el mismo
sentido, obligan a girar al cilindro rígido en un sentido, y a la membrana externa en
sentidos contrarios. El efecto es que el cilindro protoplasmático gira en torno del
filamento axial formado por los flagelos periplásmicos. Esta es la base de los
distintos tipos de movimientos que podemos observar en estas bacterias:

En medios líquidos se mueven

por avance muy rápido a modo de torniquete (el cuerpo bacteriano se comporta
como un sacacorchos)
se pueden ver también contorsiones, “latigazos”, etc.
Sobre la superficie de medios sólidos:

por rodamiento de la hélice. Esto se debe a que el filamento axial confiere


movimiento de rotación a la membrana externa, lo que se traduce en que la
bacteria pueda rodar. (Tome el alumno un muelle, deposítelo sobre una mesa y
déle un empujón).
Flexiones. Se provocan ondas propagables del cilindro. La bacteria puede
avanzar a modo de las larvas de las mariposas geómetras

Todos estos tipos de movimiento son adaptaciones evolutivamente conseguidas


que permiten el rápido avance en medios de alta densidad (fangos espesos,
mucosas de los animales, etc), medios donde los flagelos típicos ya no pueden
servir adecuadamente. La evolución ha hecho que las espiroquetas se adapten, por
su peculiar estructura y la de sus flagelos, a medios muy viscosos: de hecho, se
mueven con mayor rapidez a 300-500 cP que a 10-50 cP. Presentan,
además taxias positivas hacia esos medios viscosos.

3 FIMBRIAS O PELOS (= PILI)


Son apéndices filamentosos rectos y rígidos, más cortos y más finos (3-10 nm de
diámetro) que los flagelos, y que aparecen en muchas bacterias (sobre todo Gram-
negativas). La mayoría están compuestos por un solo tipo de proteína (la pilina),
de unos 17-25 kDa, cuyas subunidades se disponen en una matriz helicoidal que
deja un pequeño hueco central.
Están implantados a nivel de membrana citoplásmica.
Número variable: desde 1 a varios cientos o miles por célula.
Disposición: alrededor de todo el perímetro celular, y a veces, de inserción polar.
Aislamiento: por simple agitación mecánica de las células, seguido de
ultracentrifugación.
Composición: ensamblaje de subunidades de pilina, proteína globular muy
hidrófoba.
Ensamblaje: inserción de subunidades de pilina en la base del pelo en
crecimiento, a partir de pre-pilina, que se procesa por escisión del
correspondiente péptido-líder a su paso por la membrana citoplásmica.
Existen dos tipos principales de pili (pilus, en singular):

fimbrias adhesivas
pelos sexuales

3.1 FIMBRIAS ADHESIVAS


Son pelos de 4 a 7 nm de diámetro (según especies), repartidas por toda la
superficie y que funcionan como adhesinas, es decir como estructuras para la
adhesión a sustratos vivos o inertes. Condicionan varias propiedades biológicas,
derivadas de sus propiedades adhesivas:

microcolonias y velos (los velos son películas formadas por acúmulos de bacterias
en medios estáticos -en reposo-).
adhesión a superficies inertes
adhesión superficies vivas. En el caso de bacterias patógenas, esta capacidad
tiene que ver con su virulencia, invasividad del tejido. Ejemplos de función como
adhesinas:

en la formación de la placa dental, por coagregación de individuos de distintas


especies sobre el diente;
factores de colonización de tejidos, por ejemplo en el gonococo (Neisseria
gonorrhoeae) y en las cepas uropatogénicas de Escherichia coli.

La función de adhesina no reside en la pilina que constituye la inmensa mayoría de


la fimbria, sino en una proteína especial de la punta del pelo. La mayoría de estas
proteínas de la punta pertenecen a la clase de las llamadas lectinas, es decir,
proteínas o glucoproteínas capaces de unirse con gran afinidad a cadenas
laterales de polisacáridos presentes en la membrana citoplásmica de las células
del hospedador a las que se adhieren.
Aspectos genéticos:

Los genes codificadores de las proteínas de los pelos adhesivos son


de localización cromosómica.
En muchas bacterias patógenas se da un fenómeno de variación de fase: se trata
de cambios rápidos y reversibles por los que células piliadas (Fim +) pueden
convertirse en no piliadas (Fim--), y viceversa. El significado adaptativo es que los
individuos Fim+ son los más capaces de iniciar la colonización del animal
hospedador, pero son más sensibles a la fagocitosis, mientras que una vez que
han colonizado el epitelio, el cambio a Fim-- permite que los individuos resistan
mejor la fagocitosis.
Pero además, existe otro interesante mecanismo adaptativo: las células Fim + de
algunas especies experimentan fenómenos de variación antigénica, es decir, por
una serie de mecanismos genéticos, cambian la especificidad antigénica de su
pilina, lo que supone una estrategia de evitación contra el sistema inmune del
hospedador (un caso más de esa “carrera de armamentos” evolutiva que se libra
entre microorganismos y organismos superiores).

Algunas pilinas (por ejemplo, en los géneros Moraxella y Neisseria) sirven


también como parte del aparato necesario para la transformación genética por ADN
exógeno.

3.2 PELOS SEXUALES DE BACTERIAS GRAM-


NEGATIVAS
Son más largos y más gruesos (unos 10 nm de diámetro) que las fimbrias
adhesivas. Aparecen en menor número (de 1 a 10 por célula), y su función es la
de permitir los contactos iniciales en la conjugación, como órgano de
reconocimiento entre la bacteria donadora, dotada del pelo sexual, y la receptora,
carente de él. Sus genes son de localización plasmídica.

Hay dos clases principales de pelos sexuales: los de de tipo F y los de tipo I,
cada uno con un tipo de proteína distinta (genéricamente conocida como pilina
sexual). Son usados como receptores específicos por parte de algunos fagos.

Hablaremos de los pelos sexuales cuando abordemos el capítulo de


Conjugación bacteriana.

4 PROSTECAS
Son prolongaciones semirrígidas vivas, propias de ciertas bacterias, con
un diámetro menor que el cuerpo celular. Es decir, son apéndices del cuerpo celular
rodeados por membrana y pared celulares.
Funciones:

1) En algunas bacterias prostecadas funcionan en la reproducción (prostecas


reproductivas o “hifas”). Ejemplos: Hyphomicrobium, Hyphomonas.

2) En Caulobacter actúa como apéndice para unión a sustratos inertes o para


la formación de rosetas de varios individuos, merced al botón de
anclaje situado en el extremo

3) En general, suponen un modo de aumentar la relación superficie/volumen, lo


cual redunda en:

a) mayor capacidad de flotabilidad para ciertas bacterias planctónicas;

b) mayor superficie para la captación de nutrientes en ambientes oligotróficos.

Ejemplos: Ancalomicrobium, Prosthecomicrobium, Stella, etc.

5 TALLOS O PEDÚNCULOS
Son estructuras filamentosas no vivas, terminadas en botones de
anclaje (discos adhesivos), producidas por secreción continua de materiales
polisacarídicos en una zona concreta de la superficie bacteriana.

Función: Permite la unión de ciertas bacterias de hábitats acuáticos a sustratos


sólidos, vivos o no.

Ejemplos:

Gallionella: es una bacteria con forma de media luna, de cuyo lado cóncavo surgen
de 3 a 40 filamentos helicoidales, terminados en botones de anclaje.
Planctomyces: es una bacteria con forma de pera, con flagelo subpolar, que pasa
parte de su vida anclada a sustratos por medio de un tallo constituido por
numerosas fibras rectas.

ENLACES
Para empezar, un artículo de una enciclopedia on-line que describe brevemente
los flagelos procariotas y eucariotas.

Interesantes vídeos sobre la movilidad por flagelos (Universidad de Harvard)


Para no perderse: El proyecto "nanomáquina" nos asombra con unos
espectaculares videos en 3-D sobre el flagelo. El que trata sobre el ensamblaje es
para quitarse el sombrero

El profesor Howard Berg escribe una estupenda página sobre el flagelo y la


quimiotaxis, con figuras muy instructivas

El profesor Macnab, uno de los máximos especialistas en flagelos bacterianos nos


deleita con una revisión centrada en el motor flagelar

Una serie de imágenes tridimensionales sobre el ensamblaje del flagelo

Una página sobre quimiotaxis mantenida por la Universidad de Bristol

Una página sobre el curioso movimiento por sacudidas, debido a pelos de tipo IV
(con videos)

Una página sencilla sobre los distintos tipos de fimbrias y pelos (Universidad de
Newcastle)

ÍNDICE:

1 INTRODUCCION: EFECTO DE LOS FACTORES AMBIENTALES SOBRE


LOS PROCARIOTAS

2 EFECTO DE LA TEMPERATURA

2.1 EFECTO DE LA TEMPERATURA SOBRE EL CRECIMIENTO

2.2 CLASES DE MICROORGANISMOS SEGÚN LA TEMPERATURA:


ADAPTACIONES EVOLUTIVAS

2.2.1 MICROORGANISMOS PSICRÓFILOS

2.2.2 MICROORGANISMOS MESÓFILOS

2.2.3 MICROORGANISMOS TERMÓFILOS

2.3 EFECTO LETAL DEL CALOR

2.3.1 CALOR HÚMEDO

2.3.2 CALOR SECO

2.4 EFECTO DE LAS BAJAS TEMPERATURAS SOBRE LAS BACTERIAS


3 LIOFILIZACION

4 EFECTO DE LA DESECACION SOBRE LAS BACTERIAS

5 EFECTO DE LAS RADIACIONES SOBRE LAS BACTERIAS

5.1 CONCEPTOS GENERALES SOBRE RADIACIONES Y BIOMOLÉCULAS

5.2 EFECTOS DE LAS RADIACIONES IONIZANTES Y SUS APLICACIONES

5.3 EFECTOS DE LAS RADIACIONES ULTRAVIOLETA

5.3.1 FOTOPRODUCTOS DEL ADN OCASIONADOS POR LA LUZ UV

5.3.2 MECANISMOS DE REPARACION DE LOS FOTOPRODUCTOS

5.3.3 APLICACIONES PRACTICAS DE LA LUZ UV

5.4 EFECTOS DE LA LUZ VISIBLE

6 EFECTOS DE LAS ONDAS SONORAS

7 EFECTO DE LA PRESION HIDROSTATICA

8 EFECTOS DE LA PRESIÓN OSMÓTICA

9 EFECTO DEL pH

1 INTRODUCCION: EFECTO DE LOS


FACTORES AMBIENTALES SOBRE
LOS PROCARIOTAS
Debido a su pequeño tamaño y a su estilo de vida individual, las células procarióticas
sufren los cambios ambientales de un modo mucho más directo e inmediato que las células de
los organismos pluricelulares. A lo largo de miles de millones de años, los procariotas han
venido estando sometidas a diversas presiones ambientales, y han respondido evolutivamente
creando numerosos mecanismos de adaptación. Actualmente, las únicas formas de vida
existentes en determinados ambientes extremos son exclusivamente procarióticas. Desafiando
a nuestras ideas preconcebidas de lo que es la vida “normal”, encontramos extraordinarios
seres vivos unicelulares viviendo “cómodamente” a pHs muy ácidos o muy alcalinos,
medrando en salmueras y salinas, o reproduciéndose a temperaturas de más de 100ºC y a
grandes presiones. Este tipo de microorganismos que habitan medios que los humanos
consideramos como “extremos” reciben el calificativo de extremófilos. En este capítulo
veremos algunas de estas notables adaptaciones.
Hasta ahora hemos venido considerando el crecimiento de las bacterias en función de
su fondo genético, en relación con los nutrientes, y en unas hipotéticas condiciones ideales
(óptimas). Sin embargo, el trabajo experimental con microorganismos ha de tener en cuenta
los factores ambientales, es decir, una serie de agentes físicos y químicos que

1) modifican la velocidad de crecimiento, provocando cambios que, a determinados valores


de dichos factores pueden llegar a ocasionar la muerte de microorganismos;

2) condicionan la distribuición de los microorganismos en sus ecosistemas y hábitats


naturales;

3) permiten a los humanos controlar el crecimiento microbiano, por medio de la fijación de


parámetros para:

a) la mutagénesis,

b) la esterilización y desinfección,

c) la quimioterapia.

No todos los microorganismos toleran del mismo modo un determinado factor


ambiental. Así, unas determinadas condiciones pueden ser nocivas para una especie
bacteriana, y en cambio ser neutras o beneficiosas para otra.

Antes de abordar el estudio de distintos agentes ambientales, conviene distinguir entre


los efectos que un determinado agente puede tener sobre la viabilidad y los efectos que
pueden simplemente afectar al crecimiento, a la capacidad de diferenciación (si la hubiera) o
de reproducción.

Los principales tipos de factores a considerar se pueden desglosar de la siguiente manera:

Agentes físicos (tema 13) Agentes químicos (tema 14)


Temperatura Desinfectantes y antisépticos

Desecación Quimioterápicos de síntesis

Radiaciones Antibióticos

Ondas sonoras

Presión hidrostática

Presión osmótica

pH

2 EFECTO DE LA TEMPERATURA
2.1 EFECTO DE LA TEMPERATURA SOBRE EL
CRECIMIENTO
La temperatura es uno de los parámetros ambientales más importantes que
condicionan el crecimiento y la supervivencia de los microorganismos.

La temperatura afecta a la velocidad de crecimiento (y, por lo tanto al tiempo de


generación, g). Cada bacteria (y suponiendo que el resto de condiciones ambientales se
mantienten constantes) muestra una curva característica de tasa de crecimiento en función
de la temperatura, donde podemos distinguir tres puntos característicos
llamados temperaturas cardinales:

Temperatura mínima: por debajo de ella no hay crecimiento;


Temperatura máxima: por encima de ella tampoco existe crecimiento;
Temperatura óptima: permite la máxima tasa de crecimiento (o sea, g mínimo).

El margen entre la temperatura mínima y la máxima se suele llamar margen de crecimiento, y


en muchas bacterias suele comprender unos 40 grados.

La temperatura mínima se puede explicar en función de un descenso de la fluidez de


la membrana, de modo que se detienen los procesos de transporte de nutrientes y el
gradiente de protones.

Por encima de la temperatura mínima la tasa de crecimiento va aumentando


proporcionalmente hasta alcanzar la temperatura óptima, debido a que las reacciones
metabólicas catalizadas por enzimas se van aproximando a su óptimo. En dicha temperatura
óptima las enzimas y reacciones se dan a su máxima tasa posible.

A partir de la temperatura óptima, si seguimos subiendo la temperatura se produce un


descenso acusado de la tasa de crecimiento hasta alcanzar la temperatura máxima. Dicha
temperatura refleja desnaturalización e inactivación de proteínas enzimáticas
esenciales, colapsamiento de la membrana citoplásmica y a veces lisis térmica de la
bacteria.

Obsérvese en el gráfico que la temperatura óptima está más cerca de la máxima que de la
mínima.

2.2 CLASES DE MICROORGANISMOS SEGÚN LA


TEMPERATURA: ADAPTACIONES EVOLUTIVAS
Cada especie o cepa bacteriana tiene temperaturas cardinales distintas, de modo que
una bacteria puede presentar una temperatura óptima superior a la temperatura máxima de
otra, o inferior a la temperatura mínima de una tercera. Según el rango de temperaturas al que
pueden crecer las distintas bacterias, se pueden establecer tres tipos principales:

2.2.1 MICROORGANISMOS PSICRÓFILOS

Las psicrófilas o criófilas: crecen a partir de entre -5 a 5ºC.

a) Las llamadas psicrófilas obligadas tienen temperatura óptima a 15-18ºC, como por
ejemplo Flavobacterium. La bacteria Polaromonas vacuolata, recientemente aislada
en aguas heladas de la Antártida es lo que pudiéramos llamar un psicrófilo extremo:
tiene su óptimo de crecimiento en 4ºC, y es incapaz de crecer a 14ºC (¡se muere de
calor!).

b) Las psicrófilas facultativas o psicrotolerantes (también llamadas psicrotrofas)


presentan temperatura óptima en torno a los 20-30ºC y máximas a los 35ºC. Las
bacterias y hongos psicrotrofos son los responsables de que los alimentos guardados
en nevera se estropeen al cabo del tiempo.

Ejemplos de medios permanentemente fríos son la mayor parte de las aguas oceánicas (cuya
temperatura media es de unos 5oC, pero que en las profundidades alcanzan sólo 1-2ºC por
encima de cero) y las áreas permanentemente heladas del Ártico y de la Antártida. En los
medios helados existen pequeñas bolsas o microcavidades de agua líquida, donde pueden
medrar algunos microorganismos. Un ejemplo no bacteriano muy característico es el alga de
las nieves (Chlamydomonas nivalis), que llega a conferir color rojo a la nieve en algunas
zonas de montaña a mitad de la estación estival.

Las principales adaptaciones bioquímicas a medios fríos exhibidas por estos


microorganismos psicrófilos son:

enzimas más resistentes al frío;


sistemas de transporte adaptados a bajas temperaturas;
los fosfolípidos de la membrana celular aumentan la proporción de ácidos grasos
insaturados (y en algunas bacterias, poliinsaturados, con entre 4 y 9 dobles
enlaces); ello supone que la membrana sigue en su estado semifluido, evitándose
su congelación.

Los psicrotrofos (psicrófilos facultativos) son más abundantes, ya que están adaptados
a soportar grandes oscilaciones térmicas, y en verano pueden crecer a unos 30ºC-40ºC.
Algunas bacterias y hongos pueden crecer en alimentos (carne, leche, frutas y hortalizas) que
se guardan en frigoríficos, alterando las cualidades organolépticas e incluso, echándolos a
perder (una experiencia que casi todos hemos tenido).

2.2.2 MICROORGANISMOS MESÓFILOS

Los mesófilos presentan temperaturas óptimas a los 25-40ºC y máximas entre 35 y


47ºC. La mayor parte de las eubacterias (incluyendo las patógenas) pertenecen a esta
categoría. La mayor parte de los microorganismos que viven en ambientes templados y
tropicales, incluyendo los simbiontes y parásitos, pertenecen a esta categoría.

2.2.3 MICROORGANISMOS TERMÓFILOS

Las únicas formas de vida capaces de vivir por encima de 65ºC son todas procariotas.
Los termófilos presentan óptimos a 50-75ºC y máximos entre 80 y 113ºC. Dentro de esta
categoría se suele distinguir las termófilas extremas (=hipertermófilas), que pueden llegar a
presentar óptimos cercanos a los 100ºC, y que taxonómicamente pertenecen al dominio de
las Archaea.

Los hábitats naturales con temperaturas permanentemente altas (por encima de 45-
50ºC) están restringidos a unas pocas zonas de la biosfera, normalmente relacionadas con
fenómenos volcánicos:

fuentes termales volcánicas terrestres (en zonas de EE. UU., Japón, Nueva
Zelanda e Islandia);
fuentes termales submarinas: los llamados “humeros” (fumarolas hidrotermales)
asociados a las grandes dorsales oceánicas);
fumarolas
Los materiales en fermentación como acúmulos de abono (compost) y ensilados
pueden alcanzar 65ºC.

Como ejemplo “clásico”, muy conocido por documentales de divulgación, recordemos que en el famoso
Parque Nacional de Yellowstone, en EE UU, existe la mayor concentración mundial de fuentes volcánicas,
con géiseres que emiten a más de 100oC, siendo esta temperatura bastante constante, con oscilaciones de +/-
1 ó 2oC. Cuando esta agua sale, lo hace a punto de ebullición. El riachuelo que genera va bajando su
temperatura en su recorrido, de modo que se genera un gradiente de temperatura en el que se pueden
estudiar fascinantes comunidades microbianas adaptadas a esas diversas temperaturas. Allí fue donde T.D.
Brock descubrió la eubacteria termófila Thermus aquaticus, de la que se extrae la ADN polimerasa
termorresistente (Taq) empleada en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) automatizada.
Recientemente se está recurriendo a usar la polimerasa de una arquea hipertermófila, Pyrococcus furiosus,
que funciona muy bien a 100ºC.

Los hipertermófilos, con óptimos por encima de los 80ºC son de hecho
incapaces de crecer a menos de 37oC, como las citadas arqueas
(ej., Thermoproteus, Pyrococcus, Pyrodictium). La arquea Pyrolobus fumarii,
habitante de los humeros termales submarinos tiene su óptimo nada menos
que a 105ºC y puede llegar a aguantar 113ºC, y parece que detiene su
metabolismo (por “frío”) a la “agradable” temperatura de 90ºC (!).
Las termófilas facultativas pueden crecer a menos de 37ºC, como p. ej. la
eubacteria Thermus aquaticus.

Se han aislado bacterias termófilas en medios artificiales, como calentadores de agua


domésticos e industriales.

Las principales adaptaciones bioquímicas a altas temperaturas en células


vegetativas bacterianas son:

enzimas termorresistentes. Algunas de ellas tienen un interior molecular muy


hidrófobo;
ribosomas termorresistentes;
membranas ricas en ácidos grasos saturados, que permiten enlaces hidrofóbicos
más fuertes.
En Arqueas hipertermófilas los lípidos son muy especiales: en vez de basarse en
ésteres de ácidos grasos con el glicerol, se trata de éteres de hidrocarburos
unidos al glicerol (el enlace éter es más resistente). Algunas, además, en vez de la
típica bicapa lípídica, exhiben una monocapa bioquímica de C40-bifitanil-
tetraéteres (resultado de unirse “cola con cola” dos C20-fitanil-diéteres), que
condicionan una extrema resistencia a agentes ambientales. (repasar tema 6).

2.3 EFECTO LETAL DEL CALOR


Al subir la temperatura por encima de la temperatura máxima de crecimiento, se dejan
sentir los efectos sobre la viabilidad: la pérdida de viabilidad significa que las bacterias dejan
de ser capaces de crecer y dividirse, aun cuando las transfiramos a un medio idóneo. La
muerte por calor es una función exponencial de primer orden:

dN/dt = -KT·N

O sea, y como se puede constatar en el gráfico adjunto, la acción del calor supone la
muerte de una fracción constante (KT) de la población sobreviviente en cada momento.

La cinética de primer orden sugiere que no existen efectos acumulativos, sino que la muerte
se debe a la destrucción o inactivación irreversible de una molécula o estructura esencial
(como p. ej. el ADN cromosómico o por creación de un daño irreparable en la membrana).

¿Cómo podemos caracterizar o medir en la práctica la inactivación por calor de una


suspensión bacteriana? He aquí algunos parámetros utilizados:

tiempo térmico mortal: es el tiempo mínimo requerido para que mueran todas las
bacterias de una determinada suspensión a una determinada temperatura;
tiempo de reducción decimal: es el tiempo requerido para reducir al 10% la
densidad de la suspensión, a una determinada temperatura (también llamado valor
D);
punto térmico mortal: es la temperatura mínima que mata a todas las bacterias
en un tiempo determinado (normalmente el tiempo de referencia empleado es de
10 min).
Ejemplos

punto térmico mortal Especies


55oC Escherichia coli
60oC Mycobacterium tuberculosis
120oC endosporas de especies muy resistentes de Bacillus.

Estos tres parámetros se emplean frecuentemente en industrias alimentarias, como en


las de fabricación de conservas, centrales lecheras, etc.

Antes de seguir adelante, es importante tener claro que, dependiendo de la temperatura


y el tiempo a que sometamos un material a tratamiento térmico, lograremos inactivación
parcial de la población microbiana (es decir, queda una fracción de células viables) o
bien esterilización (=inactivación total).

En general, entendemos por esterilización todo tratamiento de un material con un


agente físico (como el calor, que nos ocupa en este momento) o químico (como veremos en el
capítulo 14) que acarrea la eliminación de toda forma de vida en él. Una vez estéril, el
material sigue estéril indefinidamente con tal de que esté encerrado en un compartimento
estanco, sellado y libre del contacto con microorganismos del ambiente exterior.

Centrándonos de nuevo en el calor, la inactivación parcial o la esterilización se pueden lograr


por calor húmedo o por calor seco.

La inactivación (total o parcial) por calor se debe a la desnaturalización de proteínas y


a la fusión de lípidos de membrana, debido a que se rompen muchos enlaces débiles, sobre
todo los puentes de hidrógeno entre grupos -C=O y H2-N-. Estos enlaces se rompen más
fácilmente por calor húmedo (en atmósfera saturada de vapor de agua), debido a que las
moléculas de agua pueden desplazar a los puentes de hidrógeno.

2.3.1 CALOR HÚMEDO

Por lo tanto, la inactivación por calor húmedo requiere menores temperaturas que la
que se realiza en ausencia de agua. Veamos algunos ejemplos de condiciones de inactivación
total por calor húmedo:

Microorganismo condiciones
La mayoría de células vegetativas, de bacterias, levaduras y 80oC , 5-10 min
hongos
Bacilo tuberculoso 58oC , 30 min
Bacilo tuberculoso 59oC , 20 min
Bacilo tuberculoso 65oC , 2 min
Staphylococcus aureus, Enterococcus faecalis 60oC , 60 min
La mayoría de esporas de bacterias patógenas 100oC , pocos min
esporas del patógeno Clostridium botulinum 100oC , 5,5 horas
esporas de Clostridium y Bacillus saprofitos 100oC , muchas horas
esporas de Clostridium y Bacillus saprofitos 120oC , 15 minutos

Veamos los métodos principales de lograr esterilización de materiales por calor


húmedo:

Autoclave (introducido por Chamberland en 1884): Es un aparato que permite calentar


muestras por calor húmedo a temperaturas superiores a las de ebullición del agua (sin que ésta
hierva), debido a que el tratamiento se efectúa en un compartimento estanco saturado con
vapor de agua y a presiones superiores a la atmosférica. (El funcionamiento del autoclave será
oportunamente explicado en clases prácticas). Los parámetros de esterilización suelen ser:
temperatura 121ºC y 10-15 min. Como se puede deducir, estos parámetros vienen fijados por
la resistencia de las esporas de especies saprofitas (ver última línea de la tabla anterior), que
son las formas de vida que más aguantan el calor sin perder viabilidad.

(Hay que tener en cuenta que, en la práctica, a veces hay que emplear condiciones
diferentes; por ejemplo: si queremos esterilizar grandes volúmenes de líquido, habrá
que prolongar el tratamiento, 30 o 40 min, ya que el centro del recipiente donde va el
líquido tarda más en alcanzar la temperatura de esterilización. Los medios de cultivo
que incluyen glucosa deben esterilizarse a 115oC, ya que a temperaturas superiores
la glucosa "carameliza"; por lo tanto, en estas ocasiones, el tiempo también es
mayor: 30 min).

La acción rápida del calor húmedo depende en buena parte del alto valor de calor
latente del agua (540 cal·g-1); ello hace que los objetos más fríos (como las muestras a
esterilizar) se calienten rápidamente por condensación de agua en su superficie.

Tindalización (nombre en honor de John Tyndall): Es un método de esterilización


fraccionada para materiales que se inactivan o estropean a más de 100ºC. Consiste en someter
el material a varios ciclos (normalmente 3 ó 4) de dos fases sucesivas cada uno:
a) en la primera fase el material se calienta a una temperatura entre 50 y 100ºC, durante
1 ó 2 horas;

b) en la segunda fase el material se incuba en una estufa, a 30-37ºC durante 24 horas.

Durante las fases de tipo a) mueren todas las células vegetativas de la muestra, pero
permanecen viables las esporas, que quedan activadas para germinar. Durante las fases de tipo
b) se produce la germinación de las esporas activadas en la respectiva fase anterior. En la
siguiente fase de tipo a) morirán las células vegetativas procedentes de la germinación en la
fase anterior; y así sucesivamente, hasta que al cabo de unos cuantos ciclos no queda ningun
microrganismo en la muestra.

Como se puede ver, este método es bastante engorroso y consumidor de tiempo, por lo
que en los últimos años ha sido reemplazado por otro método de esterilización, aunque ya no
dependiente del calor: se trata de la esterilización por filtración. Consiste de hacer pasar una
solución a través de una membrana o filtro de un tipo de material (normalmente nitrato de
celulosa) que presenta poros de un tamaño inferior al de cualquier célula bacteriana (diámetro
de poro =0,22 m).

Aplicaciones principales del calor húmedo:

1. En la práctica cotidiana del laboratorio de microbiología, en la esterilización de medios de


cultivo y soluciones.

2. En la esterilización de material quirúrgico.

3. En la esterilización o inactivación parcial, en las industrias alimentarias (conservas, leche


y derivados).

a) En la industria láctea se emplean como métodos de esterilización la llamada


uperización. La uperización o tratamiento UHT consiste en un tratamiento de calor
húmedo donde se emplean temperaturas muy altas durante unos pocos segundos (p.
ej.: 135-150ºC durante 1-2 seg).

b) Pero no siempre es imprescindible esterilizar la leche, sino que puede bastar eliminar
los posibles microorganismos patógenos que pueden contaminarla, y que son más
sensibles al calor que los saprófitos inofensivos. Con esta inactivación parcial de la
población microbiana de la leche logramos que ésta se conserve durante unos días, sin
alterar apenas sus cualidades organolépticas y nutricionales. He aquí los
procedimientos más habituales para conseguir esto:

i. La pasteurización (en honor a Pasteur, que la introdujo en los años 1860)


consiste en tratar la leche a 63oC durante 30 min, tras los cuales se enfría y
envasa rápidamente.

ii. La pasteurización instantánea (también conocida por sus siglas en inglés


HTST, de high temperature-short time) se logra calentando a 72ºC durante
sólo 15 segundos, tras de lo cual la muestra se enfría rápidamente. Esta técnica
es la más usada actualmente, ya que:
mata más rápidamente;
mata mejor organismos más resistentes;
altera menos el sabor;
actúa en flujos continuos (y permite procesar grandes volúmenes de
leche).

Tras la pasteurización, el número de bacterias viables desciende un 97-99%. Los


potenciales patógenos que pueda llevar la leche (Brucella, Salmonella, bacilo
tuberculoso, Streptococcus, etc) son eliminados fácilmente. La pasteurización también
se emplea para la preparación de vacunas a base de microorganismos inactivados por
el calor.

2.3.2 CALOR SECO

Como ya dijimos, la esterilización por calor seco necesita recurrir a mayores


temperaturas que la efectuada por el calor húmedo, ya que al no existir agua, la rotura de
puentes de hidrógeno y la desnaturalización de proteínas, así como la fusión de membranas,
se efectúan a mayores energías. Otros efectos del calor seco son los daños por oxidación y el
provocar un aumento de la concentración de electrolitos.

Aplicaciones del calor seco:

1. El llamado horno de Pasteur, mediante calentamiento a 160-170ºC durante 2-3 horas


permite esterilizar materiales inertes de laboratorio resistentes al calor: material de vidrio
y metálico, aceites y jaleas, etc.

2. Flameado a la llama (hasta el rojo) de asas metálicas de siembra, con las que se inoculan
las bacterias.

3. Incineración de materiales de desecho.

2.4 EFECTO DE LAS BAJAS TEMPERATURAS


SOBRE LAS BACTERIAS
Las bajas temperaturas (por debajo de la temperatura mínima) no son útiles para la
esterilización, ya que, aunque existen algunas bacterias que mueren por congelación (p. ej.,
especies patógenas de Neisseria), el efecto de este tratamiento sobre otras muchas es, sobre
todo, bacteriostático, sin contar aquellos organismos psicrófilos o psicrotrofos.

Los efectos de someter una suspensión bacteriana a temperaturas menores de 0ºC


dependen de:

el medio donde están suspendidas las bacterias;


el modo en que se realice la congelación y una ulterior descongelación.

Cuando la temperatura es ligeramente inferior al punto de congelación del medio, el


citoplasma queda en sobrefusión (sin congelar) entre -1 y -10ºC. Pero como la tensión de
vapor de agua en el interior es mayor que en el exterior, existe una tendencia a restablecer el
equilibrio, que puede ser:
por pérdida de agua de la célula (cuando la congelación se efectúa lentamente), o
bien
por cristalización de agua en el interior (cuando la congelación se realiza
rápidamente).

En ambos casos la consecuencia es que las sales intracelulares se concentran, lo que supone
que la solución del citoplasma puede llegar a saturarse, con precipitación de sales. Ello
conlleva varias consecuencias: los cristales de sales y la alta concentración de electrolitos
provocan la desnaturalización de proteínas y daños a la membrana; otro efecto de menor
importancia es el daño mecánico a la pared celular y a la membrana provocado por los
cristales de hielo.

En general, el enfriamiento rápido es más lesivo que el lento, existiendo una


velocidad óptima. Cuando una bacteria se enfría rápidamente a -35ºC se producen cristales de
hielo que provocan daños cuando la muestra se descongela.

Por lo tanto, otro factor a tener en cuenta es la manera de realizarse la


descongelación, y el número de ciclos de congelación-descongelación. La descongelación
lenta es más letal que la rápida, ya que aumenta el volumen de cristales de hielo.

Aplicaciones de la congelación:

La congelación se aplica, en laboratorio, para preservar muestras bacterianas


durante largos periodos de tiempo. Como acabamos de ver, y con objeto de maximizar la
viabilidad bacteriana el mayor tiempo posible, es importante cómo se efectúa tanto la
congelación como la descongelación. Una vez congeladas, las bacterias supervivientes
conservan su viabilidad durante mucho tiempo, siempre que la temperatura se mantenga por
debajo del punto eutéctico:

en nieve carbónica (CO2 sólido), a -78ºC;


en nitrógeno líquido, a -180ºC.

Por ello, este método es usado en el laboratorio para guardar cultivos durante largas
temporadas. El inconveniente de emplear nieve carbónica o nitrógeno líquido es que hay que
reponerlos con relativa frecuencia. Como veremos enseguida, hay métodos menos engorrosos
y caros de mantener viables muestras microbianas durante largos periodos de tiempo.

Para preservar aún mejor las bacterias a bajas temperaturas, se recurre a añadir a la
suspensión ciertas sustancias, como por ejemplo:

Sustancias no ionizables de bajo peso molecular que provocan la solidificación


amorfa y vítrea, en lugar de la cristalización, evitando así la formación de zonas
intracelulares con alta concentración de sales: glicerina, sacarosa, lactosa,
dimetilsulfóxido (DMSO).
Materiales ricos en proteína: leche, suero, extracto de carne.
Proteínas purificadas (p. ej., la albúmina).
Determinadas macromoléculas: polivinilpirrolidona (PVP), dextranos.
La suspensión bacteriana puede aguantar varios meses congelada con estas sustancia
entre -25 a -30ºC, en congelador. Si se hace con nitrógeno líquido, la conservación puede ser
de varios años.

3 LIOFILIZACION
La liofilización es la desecación al vacío de una muestra previamente congelada.
Aplicada a bacterias, es uno de los métodos que mantiene por más tiempo la viabilidad
bacteriana (varios años). Para obtenerla, el cultivo bacteriano se adiciona de leche o suero
(véase epígrafe anterior), se congela sobre nieve carbónica (-78ºC), y se conecta a una bomba
de vacío, que provoca la desecación. La eliminación de toda el agua sobre la muestra
congelada aumenta la viabilidad de ésta, que se guarda en ampollas cerradas de vidrio a
temperatura ambiente, hasta su uso, que como vemos, puede ser incluso muchos años
después.

4 EFECTO DE LA DESECACION
SOBRE LAS BACTERIAS
La desecación al aire (sin vacío) mata a las células vegetativas bacterianas, pero no a
las endosporas. La sensibilidad a la desecación varía de una especie a otra. Ejemplos:

Mycobacterium tuberculosis (el bacilo tuberculoso) es muy resistente al aire (en


ausencia de luz), de ahí que pueda aguantar varios meses a partir de los esputos
de enfermos.
En cambio, el vibrión colérico (Vibrio cholerae) muere expuesto al aire al cabo de
sólo dos horas.

Las causas de la muerte son, principalmente:

el aumento de concentración intracelular de sales, lo que conlleva efectos tóxicos y


desnaturalizantes de proteínas;
daños por oxidación.

La mayor eficacia de la desecación al aire se logra con 50% de humedad relativa.

5 EFECTO DE LAS RADIACIONES


SOBRE LAS BACTERIAS
5.1 CONCEPTOS GENERALES SOBRE
RADIACIONES Y BIOMOLÉCULAS
Se puede definir la radiación como la propagación de energía por el espacio. Los
principales tipos de radiaciones que pueden tener efectos sobre los seres vivos son:
radiación electromagnética  (longitudes de onda, en nm)
radiación infrarroja (IR) 800-106
radiación visible 380-800
ultravioleta (UV) 13,6-380
rayos X 0.14-13.6
rayos  0.001-0.14
rayos cósmicos < 0.001

Los efectos derivados de la absorción de radiación dependen de:

la energía de la radiación absorbida;


la naturaleza del material.

1) Si la energía es E>10 eV, hablamos de radiaciones ionizantes: son los rayos X y los
rayos  (estos últimos se emiten como resultado de la desintegración de radioisótopos). Un
fotón de gran energía incide sobre un átomo, provocando la expulsión de un electrón de gran
energía (fotoelectrón), y quedando el átomo en forma ionizada (cargado positivamente). El
electrón expulsado suele tener energía suficiente para originar una nueva ionización, de la
cual surge otro electrón de alta energía, etc... produciéndose una cadena de ionizaciones, con
transferencia linear de energía,hasta que ésta se disipa en el material: el último electrón de
la cadena es captado por otro átomo o molécula, que queda cargado negativamente.
El resultado final es que se forman pares de iones (uno positivo y otro negativo). A su vez,
esos iones originados tienden a experimentar reorganizaciones electrónicas ulteriores, que dan
pie a cambios químicos en el sistema que se había sometido a la irradiación.

2) Si la energía es E<10 eV, no se producen ionizaciones: los electrones del átomo o


molécula pasan transitoriamente (de 10-8 a 10-10 segundos) a un nivel energético superior
(entonces se habla de que el átomo o molécula están excitados), pero enseguida dicho
electrón vuelve al estado energético inicial. En su regreso a su nivel energético previo, el
electrón puede dar origen a una variedad de fenómenos:

fluorescencia: emisión de energía a una longitud de onda mayor que la del fotón
incidente;
fotosensibilización: la energía se transfiere a otra molécula;
reacciones fotoquímicas: se origina un cambio químico;
emisión de calor: la energía simplemente se disipa en colisiones entre moléculas.

La luz visible y UV pueden dar origen a reacciones fotoquímicas, aparte de calor. Pero
la radiación infrarroja sólo conduce a disipación de calor, si bien ciertas bacterias
fotosintéticas anoxigénicas pueden aprovechar el infrarrojo para la fotosíntesis.

5.2 EFECTOS DE LAS RADIACIONES IONIZANTES


Y SUS APLICACIONES
Aunque la unidad de radiación emitida es el roentgen (R), a efectos biológicos se usan
parámetros que miden la energía absorbida por el sistema: las unidades son el rad (100 erg/g)
y el gigaray (1Gy = 100 rads).
En general, los microorganismos son más resistentes a las radiaciones ionizantes que
los seres superiores. Por ejemplo, la dosis de reducción decimal (D10) para las endosporas de
ciertas especies de Clostridium es de 2000-3000 Gy. Las células vegetativas de la
bacteria Deinococcus radiodurans (observe el nombre específico) es de 2.200 Gy. Otras
especies más “normales” poseen una dosis de reducción decimal en torno a 200-600 Gy.
Compara estos datos con el valor de sólo 10 Gy como dosis letal para humanos.

Las fuentes de radiaciones ionizantes son los aparatos de rayos X, los rayos  y los
radioisótopos, como el Co60 o el Cs137.

Los efectos de las radiaciones ionizantes son letales, tanto directos como indirectos,
así como mutagénicos. Los efectos letales directos se logran a altas dosis de radiación,
mientras que los letales indirectos y mutagénicos se consiguen a menores dosis.

1. Efecto letal directo: por impacto de cuantos de radiación ionizante sobre alguna
molécula esencial para la vida, que es el ADN (ya que obviamente es absolutamente esencial
y suministra una sola copia de la mayoría de los genes bacterianos). Los daños al ADN son,
principalmente: roturas en ambas cadenas, y entrecruzamiento entre dichas cadenas, que no
puedan repararse.

2. Efecto mutagénico: deriva de la producción de daños menores al ADN que pueden


repararse por mecanismos propensos a error.

3. Efecto letal indirecto: este tipo de efecto es el más importante, y deriva de la radiolisis
del agua, que genera hidrógeno naciente (H·) y radical hidroxilo (OH·). El radical
hidroxilo reacciona fácilmente con macromoléculas, sobre todo con ADN, provocando
roturas en ambas cadenas, lo cual se traduce en efectos de letalidad. Si, además, la bacteria
está expuesta al oxígeno mientras se la está irradiando, el efecto es aún más intenso,
debido a que el O2 reacciona con los radicales libres, originando cadenas de reacciones
de autooxidación, muy destructivas, y promoviendo la formación de peróxidos y
epóxidos, asimismo letales.

H· + O2 ·HO2

2 ·HO2  H2O2 + O2

Las principales aplicaciones de las radiaciones ionizantes son la esterilización de:

material farmacéutico (antibióticos, hormonas, etc);


material médico-quirúrgico (guantes de cirujano, suturas de nylon, jeringas
desechables, agujas, bisturíes, catéteres, prótesis, etc);
alimentos envasados (aunque en algunos países aún sigue abierta la polémica por
parte de ciertos grupos sobre la seguridad de este tratamiento).

5.3 EFECTOS DE LAS RADIACIONES


ULTRAVIOLETA
La radiación UV tiene un efecto letal y mutagénico, que depende de su longitud de
onda. Ello se debe a la absorción selectiva de longitudes de onda por parte de ciertas
moléculas biológicas:

Las proteínas tienen dos picos (es decir, máximos) de absorción: uno a 280 nm,
debido a los aminoácidos aromáticos (Trp, Tyr, Phe), y otro a 230 nm, debido a los
enlaces peptídicos.
El ADN y el ARN absorben a 260 nm, debido al enlace doble entre las posiciones 4
y 5 de las bases púricas y pirimidínicas.

Los rayos UV no tienen actividad ionizante, pero provocan cambios químicos en las
moléculas absorbentes, de modo que aparecen moléculas alteradas denominadas
genéricamente fotoproductos. Los fotoproductos originan la inactivación de macromoléculas,
aunque, como veremos enseguida, el ADN dispone de mecanismos para paliar o eliminar
estas modificaciones potencialmente lesivas.

Las consecuencias de inactivar proteínas o ARN no se dejan sentir a efectos de


letalidad, ya que existen muchas copias de cada uno de estos tipos de macromoléculas, y se
pueden volver a sintetizar. En cambio, la inactivación del único cromosoma de la bacteria
tiene efectos letales primarios y efectos mutagénicos secundarios. Por lo tanto, el espectro de
acción biológica de la luz UV equivale al de absorción del UV por el ADN (260 nm).

5.3.1 FOTOPRODUCTOS DEL ADN OCASIONADOS POR LA LUZ UV

Los fotoproductos generados por la luz UV en el ADN derivan principalmente de


alteraciones en las bases pirimidínicas (citosina, timina):

a) dímeros de pirimidina (anillo ciclobutano)

b) fotoproducto de la endospora (5-timinil-5,6-dihidrotimina)

c) hidratos de pirimidina

Los dímeros de pirimidina son los fotoproductos más importantes en las células vegetativas
bacterianas. El principal es el dímero de timina (T-T), aunque también se producen T-C y C-
C. Como se puede observar, se trata de aductos (uniones) entre dos pirimidinas adyacentes en
la misma hebra de ADN, mediante la creación de un anillo de ciclobutano. Su efecto principal
es la distorsión local de la configuración de la doble hélice, que interfiere en el normal
emparejamiento de bases complementarias; ello, a su vez, provoca una interferencia en los
procesos de replicación y transcripción, y secundariamente en el crecimiento y la respiración.

A dosis muy altas de rayos UV se forman también dímeros entre pirimidinas de las
dos cadenas, es decir, se provocan entrecruzamientos de las dos hebras que igualmente
afectan a la replicación y a la transcripción, aunque este tipo de daños reviste menos
significación biológica.

El fotoproducto de la espora es la 5-timinil-5,6-dihidrotimina. Como vimos en el capítulo 9,


se forma en la endospora bacteriana debido al alto grado de deshidratación, pudiendo ejercer
igualmente efectos inactivantes.
Los hidratos de pirimidina (como la 6-hidroxi-5,6-dihidrotimina) se forman a altas dosis de
luz UV. Tienen efecto mutagénico (no letal), favoreciendo la aparición de transiciones T=A a
CG.

5.3.2 MECANISMOS DE REPARACION DE LOS FOTOPRODUCTOS

Debido al carácter esencial del ADN como molécula central informativa de los seres
vivos, la evolución ha desarrollado una serie de mecanismos capacitados para enfrentarse con
los posibles daños ocasionados por la luz ultravioleta. Los principales mecanismos hallados
en bacterias se pueden agrupar así:

1) Mecanismos prerreplicativos:

a) reparación fotoenzimática o fotorreactivación, que permite la reparación directa del


daño en sí

b) reparación por escisión y resíntesis

2) Mecanismos posreplicativos:

a) reparación por recombinación

b) reparación inducible de emergencia (SOS)

A) Reparación fotoenzimática

Se debe a la actuación de una enzima denominada fotoliasa o enzima


fotorreactivante, que muchas bacterias sintetizan de manera constitutiva. Las fotoliasas
reparan directamente los dímeros de pirimidina, en una reacción que requiere luz visible de
300-500 nm de longitud de onda (luz azul). Estas enzimas poseen dos grupos prostéticos
coloreados (cromóforos):

flavina reducida (FADH2)


una pterina.

Mecanismo

1) La primera fase del mecanismo es independiente de la luz. La fotoliasa reconoce el


dímero de pirimidina, y se une a él, formando un complejo enzima-sustrato [E-S].

2) La flavina reducida (FADH2) de la fotoliasa, en presencia de luz (=300-500), se excita,


y dona electrones al anillo de ciclobutano del dímero de pirimidina, rompiéndolo, y
regenerando las dos pirimidinas sin alterar.

Aunque se sabe que el segundo cromóforo (la pterina) favorece la reparación, no está
claro cuál es su papel exacto.
No todas las bacterias tienen enzimas fotorreactivantes, pero en cambio la fotorreparación está
muy extendida entre eucariotas.

B) Reparación por escisión-resíntesis

La distorsión en la doble hélice provocada por el dímero es reconocida por un


complejo proteico con actividad de endonucleasa correctora, conocido
como correndonucleasa o escinucleasa. El daño se repara indirectamente (es decir, no se
actúa sobre el propio fotoproducto), sino que las bases dañadas se eliminan (se escinden)
formando parte de un oligonucleótido, y el hueco resultante se rellena por resíntesis
reparadora de ADN.

Mecanismo:

1) Un complejo formado por dos subunidades de la proteína UvrA y una de la UvrB


(Uvr[A2B]) se une cerca del dímero de pirimidina, usando la energía de la hidrólisis del
ATP, y merced a su actividad helicasa, desenrolla localmente la doble hélice.

2) Se une la proteína UvrC, con lo que se completa el complejo Uvr[A2BC], es decir, la


correndonucleasa, unido a la cadena dañada del ADN, cerca del dímero.

3) La correndonucleasa realiza dos cortes en la cadena afectada por el dímero: corta el 8º


enlace fosfodiéster “a la izquierda” del dímero (o sea, hacia el lado 5') respecto de la
localización del dímero y corta el 4º o 5º enlace fosfodiéster “a la derecha” (en dirección
3' del dímero). Por lo tanto, se produce y libera un fragmento de unos 12 nucleótidos de
longitud, que incluye al dímero de pirimidina, al mismo tiempo que se retira la
escinucleasa, que se separa en sus polipéptidos constituyentes.

4) Queda, pues, un hueco de cadena sencilla en el ADN. Este hueco es ocupado ahora por
la ADN-polimerasa-I y por la ADN-helicasa-II (codificada por el gen uvrD), que llevan
a la síntesis de nuevo ADN para rellenar el hueco (por supuesto, en sentido 5'  3'),
tomando como molde la cadena intacta, y usando como cebador (“primer”) el extremo 3'-
OH que se había generado en la fase anterior.

5) Finalmente, la actuación de la ADN-ligasa sella la cadena (regeneración del enlace


fosfodiéster del lado 5').

C) Reparación por recombinación

Cuando la ADN-polimerasa-III bacteriana (que es la enzima que normalmente replica


el cromosoma) se encuentra, en la cadena que está usando como molde, con un dímero de
pirimidina, deja de replicar esa zona, y “salta” unos 1000 nucleótidos más adelante para
seguir la replicación. Por lo tanto, deja un gran hueco o mella de unos 1000 nucleótidos. Esta
discontinuidad (llamada mella post-replicativa) se puede rellenar por el mecanismo de
reparación por recombinación general, recurriendo a la proteína RecA, que verifica una
recombinación con la hebra parental homóloga intacta.

Mecanismo:
1) Numerosas unidades de proteína RecA recubren la zona de cadena sencilla de la mella
posreplicativa, formando estructuras helicoidales.

2) La proteína RecA promueve emparejamiento homólogo de la cadena sencilla a la que


recubre con la doble cadena “hermana” intacta.

3) Se produce un intercambio recíproco de cadenas.

4) El extremo 3'-OH libre de la cadena dañada (que merced al intercambio recíproco está
ahora emparejada con la cadena complementaria procedente de la doble hélice “hermana”)
sirve de cebador a la ADN-polimerasa-I, que sintetiza ADN nuevo usando como molde la
cadena complementaria intacta del dúplex.

5) Ligación e isomerización espontáneas, que produce la llamada “estructura de Holliday”,


una figura en “X” donde hay dos sobrecruzamientos (“crossing-over”) que mantienen
unidos entre sí a los dos duplex.

6) Resolución de los dos sobrecruzamientos por sendas roturas y religaciones, lo cual genera
dos dobles hélices ininterrumpidas. Como se ve en la figura, uno de estos dúplex lleva el
dímero de pirimidina, y el otro es una doble cadena intacta, aunque parte de ella contien
ADN de nueva síntesis.

Como se puede ver, el mecanismo de reparación por recombinación no repara por sí


mismo la lesión en el ADN, pero logra reparar la mella postreplicativa, evitando que se
detenga la replicación del cromosoma. Al final del proceso el dímero como tal sigue sin
reparar, pero ahora tendrá una oportunidad de ser reparado por algún otro mecanismo, como
el de escisión-resíntesis.

D) Reparación de emergencia (SOS) propensa a error

Cuando la bacteria se somete a dosis elevadas de luz UV o a determinados agentes


químicos que dañan severamente el ADN, o que interfieren seriamente con la replicación,
puede ocurrir que los sistemas de reparación que hemos visto hasta ahora no sean suficientes
para reparar todos los daños; en estas circunstancias se pone en marcha un nuevo mecanismo,
que es inducible y que calificamos como de emergencia, ya que tiende a salvaguardar la
viabilidad de la célula, a costa de acumular mutaciones con frecuencia elevada (y por eso lo
llamamos también propenso a error).

Descripción del sistema en una célula normal (no sometida a daños al ADN):

El gen lexA posee un nivel basal de expresión, de modo que codifica la proteína LexA,
que actúa como represor sobre su propio gen (represión autógena), así como sobre los
genes recA, uvrA, B, C, umuDC. La represión no es total, sino que se da un nivel basal de
producción de los polipéptidos correspondientes a estos genes. Así, por ejemplo, el nivel de
proteína RecA es suficiente para efectuar los procesos normales de recombinación, y los
niveles de UvrABC son suficientes para reparar pequeños daños en el ADN.

Descripción del sistema en una célula severamente dañada:


Una célula seriamente afectada por un agente que daña el ADN o interfiere con su
replicación poseerá zonas de cromosoma con ADN de cadena sencilla (c.s.) sin reparar. Pues
bien, este ADN de c.s. constituye una señal de situación de emergencia para la proteína RecA:
dicha proteína se une a esas regiones de c.s., de modo que adquiere una actividad proteasa
muy específica (para distinguir esta actividad, usamos la nomenclatura RecA*). La proteína
RecA* (activada como proteasa) induce la proteolisis del represor LexA (rompiéndolo entre
dos aminoácidos concretos hacia la mitad de la molécula). Por lo tanto, ya no hay suficiente
proteína LexA intacta como para seguir reprimiendo a los genes citados (recA, uvrABC,
umuDC). Dichos genes (llamados genéricamente genes SOS) se pueden expresar ahora a altos
niveles, de modo que:

Aumentan los niveles de RecA, lo que conlleva un aumento de la eficiencia de la


reparación por recombinación;
Aumentan los niveles de la escinucleasa (Uvr[A2BC]), lo que supone mejorar la
reparación por escisión-resíntesis;
Se expresan los genes umuDC, lo que se traduce en un aumento de la
mutagénesis. Pero ¿por qué aumenta la mutagénesis? El mecanismo exacto no
está claro. Se sabe que en esta situación de emergencia algunos dímeros de
pirimidina son procesados con la intervención de los productos de recA y
de umuD y umuC, de modo que hay una síntesis de emergencia de ADN que
acarrea la frecuente introducción de bases incorrectas (es decir, es un
proceso de reparación propenso a error).

De esta manera, la célula salvaría su integridad en esta situación “límite”, pero a costa
de adquirir frecuentes mutaciones. (¡Es mejor sobrevivir aunque sea con unas cuantas
mutaciones a morirse!).

5.3.3 APLICACIONES PRACTICAS DE LA LUZ UV

La luz UV se puede producir artificialmente en lámparas de vapor de mercurio de baja


presión, que emiten el 90% de su radiación a 254 nm. La unidad de energía de radiación se
mide en watts/(seg·cm2).

Por ejemplo, una lámpara de 15 watios emite una energía de 38watts·cm-2·seg-1, a una muestra
situada a 1 metro de la lámpara.

La luz UV es efectiva sobre bacterias Gram-positivas y Gram-negativas. La dosis letal


para células vegetativas suele estar entre 1800 y 6500 watt·cm-2, pero las endosporas
requieren 10 veces más dosis.

El uso práctico de la luz UV como agente esterilizante está limitado, ya que tiene
poco poder penetrante: no entra en objetos sólidos, y además se ve apantallada por el cristal
y penetra poco en los líquidos. Su aplicación concreta más frecuente es en el control de
infecciones por vía aérea: lámparas de desinfección en salas de hospitales y de laboratorios de
investigación. En Microbiología se emplea la luz UV como agente mutagénico en bacterias
(en muchos estudios que requieran obtener mutantes correspondientes a cualquier tipo de
fenotipos, para conocer las correspondientes bases genéticas).

5.4 EFECTOS DE LA LUZ VISIBLE


A diferencia de la UV, la luz visible es de baja energía, y además, sus cuantos no
tienen efectos selectivos sobre el ADN, por lo que no sería de esperar, en principio, que este
tipo de radiación tuviera efectos negativos sobre las bacterias. Sin embargo, la luz visible
puede ejercer un efecto negativo indirecto, en el fenómeno de sensibilización fotodinámica.

La luz visible de fuerte intensidad (p. ej., exposición a pleno sol) es capaz de matar las
bacterias, debido a que ciertas moléculas de éstas (riboflavinas, porfirinas, citocromos)
absorben la energía de los cuantos y se excitan durante 10-6-10-8 seg, tras lo cual reemiten la
energía a otras moléculas, originando fotooxidaciones en residuos His y Trp de las proteínas
y en las bases de los ácidos nucleicos. También se puede generar oxígeno singlete (1O2), que
es un radical muy reactivo, oxidante, que puede destruir la célula con rapidez.

Así pues, la moraleja práctica es: no dejarse los cultivos bacterianos expuestos a la luz
solar, sino que habrán de cultivarse en oscuridad (salvo el cultivo de las bacterias fototrofas).

Ciertas bacterias (entre ellas las fotosintéticas, y las que se propagan vía aérea) poseen
abundantes pigmentos de tipo carotenoide que las protegen de estos efectos
fotosensibilizadores. (Los carotenoides captan la energía del oxígeno singlete y la reenvían al
estado basal, no excitado).

6 EFECTOS DE LAS ONDAS


SONORAS
Las ondas sonoras audibles para los humanos poseen un rango de frecuencias entre los
9 kilociclos y los 20 kilociclos/segundo. Por encima de 20 Kc se sitúan las ondas supersónicas
(hasta los 200 Kc/seg) y las ultrasónicas (desde 200 hasta 2000 Kc/seg). Estos tipos de ondas
de frecuencias superiores a las audibles (sobre todo las ultrasónicas) tienen el efecto
de desintegrar las células.

El fundamento de esta acción es el siguiente: el paso del sonido a través de un


líquido produce cambios de presión alternantes (por los sucesivos frentes de ondas), que a
grandes frecuencias originan cavidades (burbujas de gases disueltos) de unos 10 m de
diámetro (fenómeno de cavitación). Dichas cavidades van aumentando de tamaño y terminan
colapsando violentamente, dando lugar a enormes presiones locales (de hasta 1000
atmósferas o 10 Tm/cm2). Las consecuencias del colapso son:

la célula se desintegra;
si existe oxígeno en el líquido de suspensión, se forman peróxidos (como el H2O2);
despolimerización de macromoléculas;
cortes en ambas hebras del ADN.

Las bacterias son variables en cuanto a su susceptibilidad a las vibraciones sonoras. En


general, son más sensibles las Gram-negativas y más resistentes las Gram-positivas. Sin
embargo, ante un tratamiento por ultrasonidos siempre cabe la posibilidad de que sobrevivan
algunos individuos, por lo que este método no tiene utilidad para la esterilización.

El uso habitual de los supra- y ultrasonidos en laboratorio es para la


llamada “sonicación” o disrupción ultrasónica de células para obtener extractos celulares,
en investigaciones bioquímicas. El tratamiento se realiza en un aparato llamado generador de
ultrasonidos o “sonicador”, que opera en un rango de frecuencias desde 9 hasta 100 Kc/seg.

7 EFECTO DE LA PRESION
HIDROSTATICA
La mayor parte de las especies bacterianas de hábitats continentales no pueden crecer
(e incluso mueren) cuando son sometidas a altas presiones (unos 600 Kg/cm2). Ello se debe a
los siguientes efectos adversos:

aumento de la viscosidad del citoplasma;


disminución de la capacidad de las enzimas de unirse a sus respectivos sustratos;
interferencia en la división celular: las bacterias se alargan, se filamentan, pero sin
producción de tabique transversal (crecimiento sin división celular).

Sin embargo, existen bacterias (sobre todo marinas) que toleran o requieren altas presiones
(barotolerantes y barófilas, respectivamente):

Bacterias barotolerantes: Crecen a la presión atmosférica, pero aguantan hasta


unas 500 atmósferas. Su hábitat son las aguas oceánicas, entre los 2000 y los
4000 metros de profundidad.
Bacterias barófilas: Crecen óptimamente a más de 400 atmósferas. Podemos
distinguir entre barófilas moderadas (facultativas) y barófilas extremas (obligadas):

Las barófilas moderadas son aquellas bacterias que pueden crecer a presión
atmosférica, aunque su óptimo está a unas 400 atmósferas. Habitan
profundidades entre los 5000 y 7000 metros.
Las barófilas extremas presentan óptimos de crecimiento a muy altas presiones
(por encima de 600-700 atmósferas), y son incapaces de crecer a presión
atmosférica. Se han llegado a aislar a más de 10000 metros de profundidad.
Debido a que a esas profundidades la temperatura del agua es de sólo 2-3oC,
suelen ser simultáneamente criófilas. Este tipo de bacterias está empezando a
ser investigado actualmente, y su manejo es engorroso, ya que hay que
cultivarlas en cámaras especiales presurizadas que suministran las altas
presiones que requieren.

Aplicación práctica de las altas presiones a bacterias barosensibles:

La llamada prensa de French (que frecuentemente se denomina incorrectamente como


“prensa francesa”) es un aparato de laboratorio que permite aplicar grandes presiones y brusca
descompresiones, lo que logra la rotura mecánica de las bacterias, con objeto (al igual que la
sonicación) de obtener extractos libres de células.

8 EFECTOS DE LA PRESIÓN
OSMÓTICA
(Repasa en el capítulo 11 el concepto de potencial de agua o actividad de agua, aw)

Exceptuando los micoplasmas, que carecen de pared celular, las bacterias pueden vivir
en medios tanto hipotónicos como hipertónicos, debido a la protección de una pared celular
rígida y a la membrana citoplásmica semipermeable.

Normalmente el citoplasma de las bacterias poseen una osmolaridad ligeramente


superior a la del entorno, lo que garantiza el paso de agua al interior. La presión de
turgor es relativamente constante porque la membrana citoplásmica se topa con la
rigidez de la pared celular. Esta presión de turgor permite que la bacteria aguante
cambios bruscos de concentración de solutos en su entorno (dentro de ciertos
límites). Pero esto plantea una pregunta (que intentaremos responder a
continuación): ¿cómo logra la bacteria ajustar su osmolaridad interna a esos
cambios exteriores?

A) En medios hipotónicos (con una aw>aw del citoplasma) es la pared celular la que ejerce
todo el papel: su rigidez se opone a la entrada de agua, y por lo tanto, evita que la membrana
citoplásmica tienda a sufrir una presión de turgor excesiva.

B) En medios hipertónicos (cuando la aw del exterior es menor que la del citoplasma). Las
bacterias poseen mecanismos compensatorios por los que tienden a aumentar la osmolaridad
interior por encima de la del medio (para garantizar la entrada de agua del ambiente y
mantener su metabolismo). Ello se logra esencialmente aumentando la concentración de un
soluto muy soluble en agua en el interior celular, soluto llamado genéricamente soluto
compatible, lo cual se puede lograr por varios posibles mecanismos:

bombeando iones al interior;


sintetizando una molécula orgánica osmóticamente activa;
bombeando sustancias osmoprotectoras.

1) En el caso de los iones, el ión bombeado suele ser el potasio (K+), por un sistema de
antiporte K+/H+.

2) Como ejemplos de síntesis de solutos orgánicos compatibles y osmóticamente activos


tenemos el glutamato, la glutamina y la trehalosa. En levaduras es frecuente que el soluto
compatible sea un poliol (sorbitol, manitol, etc.).

Ahora bien, si el medio es muy hipertónico, estos mecanismos ya son incapaces de evitar
la salida de agua desde el citosol, lo cual conlleva una retracción de la membrana
citoplásmica. La pérdida de agua puede suponer la deshidratación del citoplasma, lo que
conlleva la detención del crecimiento.

En Gram-positivas se produce una plasmolisis auténtica (retracción de la


membrana citoplásmica respecto de la pared rígida suprayacente)
En Gram-negativas no existe auténtica plasmolisis, ya que la pared celular y la
membrana citoplásmica se retraen al mismo tiempo. Las bacteria entéricas
crecen lentamente por encima de 0.65M de NaCl.

3) Sin embargo, las bacterias pueden crecer a osmolaridades superiores a la máxima teórica,
si en el medio existen determinados compuestos llamados osmoprotectores. La
bacteria bombea esos compuestos a su interior, usándolos como solutos compatibles.
Ejemplos de osmoprotectores exógenos que pueden ser bombeados al interior celular:

Prolina (p. ej., en Salmonella typhimurium y Staphylococcus aureus)


Betaína (glicínbetaína), un derivado trimetilado de la glicocola (en cianobacterias y
en algunas Gram-positivas).
Colina (en Escherichia coli).
Ectoína en enterobacterias.

Por ejemplo, S. typhimurium crece muy lentamente en 1M de ClNa, pero mejora si al


medio se añade 1mM de prolina. Un método normal de aislar S.aureus es
comprobar el crecimiento en medio con 7.5% de ClNa en presencia de prolina.

Existen ciertos microorganismos especializados que viven en medios hipertónicos, y en


general se llaman osmófilos. Entre los osmófilos podemos distinguir los sacarófilos y los
halófilos.

Uno de los mejores ejemplos de microorganismos sacarófilos no es una bacteria,


sino las levaduras, que viven en jugos vegetales, néctares, zumos, etc. Utilizan
como solutos compatibles polioles como el sorbitol, el ribitol, etc.
Entre los organismos halófilos, podemos distinguir los halófilos moderados y los
halófilos extremos o hiperhalófilos.

Halófilos moderados: suelen ser bacterias marinas (ej.: Vibrio fischeri) que
viven en 3.5% de NaCl, y que ven inhibido su crecimiento a concentraciones
mayores o menores de sales. Los halófilos moderados tienen requerimientos
concretos de una aw equivalente a la de agua de mar, así como concentraciones
determinadas de iones Na+. El papel jugado por este Na+es:

mantenimiento de los sistemas de membrana citoplásmica y transporte;


estabilización de la pared celular;
requerimiento por parte de muchas enzimas.
Halófilos extremos (hiperhalófilos), representados paradigmáticamente por las
arqueas del género Halobacterium, que viven en (y de hecho requieren)
concentraciones saturantes de sales (salitrales, lagunas salinas). Usan como
soluto compatible el K+, concentrándolo a partir del medio donde viven, hasta
que el citoplasma queda prácticamente saturado con él (4 a 7 M). Esta gran
concentración de potasio es esencial para mantener la estabilidad y actividad de
sus ribosomas, enzimas y sistemas de transporte. Pero las estructuras
superficiales de estas arqueas requieren altas concentraciones de cloruro sódico.

Dejando aparte las bacterias halófilas, hay algunas bacterias halotolerantes (como por
ejemplo, Staphylococcus aureus), pero la inmensa mayoría de los procariotas viven a valores
de actividad de agua de 0.98. Por ello, un método que ya se conocía empíricamente en la
antigüedad para conservar ciertos alimentos era el desecarlos o salarlos, o añadirles grandes
cantidades de azúcar (como en las mermeladas).

9 EFECTO DEL pH
La mayoría de las bacterias pueden crecer dentro de un margen de pH de su medio,
manteniendo al mismo tiempo su pH interno óptimo prácticamente constante.

Por ejemplo, Escherichia coli puede crecer bien entre pH 6 y pH 8, pero su pH


interno es siempre 7.6 o muy cercano a ese valor.

Respecto del margen normal de pH a los que crecen las bacterias, éstas se pueden clasificar
en:

Neutrófilas, si crecen de modo óptimo en torno a la neutralidad (entre pH 5.5 y 8).


Acidófilas, si crecen normalmente entre pH 0 y pH 5.
Alcalófilas, si crecen entre pH 8.5 y pH 11.5.

La mayor parte de las bacterias son neutrófilas. Muchas bacterias


neutrófilas modifican el pH del medio, y resisten entornos relativamente
ácidos o alcalinos. Por ejemplo, algunas bacterias fermentativas excretan
ácidos, mientras otras alcalinizan el medio, p. ej., produciendo amonio a
partir de desaminación de aminoácidos. Por otro lado, la mayor parte de los
hongos y levaduras requieren pHs ligeramente ácidos (en torno a 4-5).

Aunque los microorganismos pueden crecer en un margen más o


menos amplio de pH (alrededor de un óptimo), los cambios bruscos
pueden ser lesivos (afectando a la membrana y al transporte de solutos, e
inhibiendo enzimas). Si el pH citoplásmico cae rápidamente hasta 5 o
menos, la bacteria puede morir.

Uno de los mecanismos que, al menos en neutrófilos parece


controlar el pH interior es un sistema de antiporte H+/K+: a pH ácidos, el
interior celular puede quedar en principio más alcalino que el exterior. Este
sistema introduce protones en el interior y saca iones potasio. De esta
manera neutralizan el pH interior y siguen teniendo un potencial de
membrana para establecer una fuerza protón motriz que les suministre
energía.

Si el pH interior cae en torno a 6 o 5.5, bacterias como E. coli o S.


typhimurium inducen una respuesta de tolerancia a ácidos, consistente en
ATPasas translocadoras de protones (expulsan protones al exterior) y
chaperonas (proteínas celadoras) para corregir las proteínas
desnaturalizadas.

Existen algunos notables procariotas cuyo pH óptimo es muy bajo


(acidófilos extremos u obligados): Algunas eubacterias del
género Thiobacillus (T. thiooxidans, T. ferrooxidans) y las arqueas de los
géneros Sulfolobus, Thermoplasma y Ferroplasma tienen su óptimo a pH 2,
y generan ellas mismas estos bajos pH al oxidar sulfuros hasta ácido
sulfúrico. (Sulfolobus es un Secciones un termoacidófilo). De hecho, estas
bacterias necesitan esas altas concentraciones de H + para mantener la
integridad de sus membranas y envueltas: a pH neutro esas envueltas se
desintegran. Una arquea sorprendentemente acidófila es Picrophilus
oshimae, cuyo pH óptimo es nada menos que 0.7 (aparte de que es una
termófila que necesita temperaturas de más de 60ºC).

Las especies alcalófilas obligadas tienen óptimos de pH en torno


a 10-11. Por ejemplo, Bacillus alcalophilus , cuyo pH interno es de 9. Sus
hábitats típicos son suelos carbonatados y lagunas alcalinas (algunos son
también halófilos, como Natronobacterim gregoryi). Estos organsimos
tienen gran interés industrial, porque de ellos se obtienen enzimas
hidrolíticas como proteasas y lipasas que se usan como aditivos en
detergentes.

También podría gustarte