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Russo: No. “Está bien... Está bien”... no. Porque al final siempre me hacés ir de
nuevo. Ya te dije que no quiero pisar más allá. Y cuando digo que no quiero pisar,
Russo: Está bien, esta bien... (Pausa) ¿Cuántas veces te lo voy a tener que decir?
Cuando te digo que no quiero pisar quiere decir que no quiero pisar...
refrescando, eh?
Bobo: Ujumm... (Pausa. Señalando hacia el cielo) Eso que se ve por encima de la
Bobo: ¿Eh?
Russo: Que ¿qué estás diciendo? ¿Qué es de noche y es de día hasta más allá de
Russo: (Tajante) Ya sé que en el sur. Pero en el sur, qué: ¿es de noche o es de día?
Russo: (Triunfante) ¿Y entonces por qué iba ser luminosidad aquello? No estamos
en el sur.
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Bobo: Cierto.
Russo: (Consultando su reloj) Treinta y tres minutos. (Se levanta. Luego de una
pausa) Vos no sabés qué modos los del gallego ese. “Nada, viejo..! ¡Nada, viejo..!”
Pero, ¿será posible? ¿Quién se figurará que es? Y, aparte, a los gritos.... Y todo el
mundo se pone a mirar... (Pausa) ¿Yo le hablo a los gritos, acaso? Por eso que
cuando te digo que no quiero ir más, quiere decir que no quiero ir más. No me
Russo: Gracias. (Pausa) Al fin y al cabo ¿qué le pedí? Un poco de agua caliente.
Russo: ¿Qué?
Russo: (Sacando una vez más su reloj) Treinta y dos minutos. (Escucha el sonido)
Bobo se ríe, Russo no) Hoy me pasé todo el día pensando en esa historia del lugar
Bobo: Ese lugar que usan todos de cementerio, y que está lleno de sus colmillos...
Russo: ¿Mamíferos..? ¿De dónde sacaste esa manía de no llamar a las cosas por su
nombre? Sabés perfectamente que se llaman elefantes, ¿para qué les decís
mamíferos?
Russo: El otro día también se te dio por otra. ¿Cuál fue la que se te ocurrió el otro
día..?
Russo: La que se te ocurrió el otro día. Que también llamabas a una cosa con un
nombre diferente... ¿Cuál era? (Bobo hace un gesto de no recordar) ¡Pero, si..! Que
acordar.
Bobo: ¡Escuchá..!
Russo: (Orienta sus oídos hacia un lado y hacia otro. De pronto, como si hubiera
Russo: (Tocándose el cuello) ¿No la vas a terminar nunca con tus chistes viejos?
Bobo: ¿Escuchás..?
Russo: ¡De esto estoy hablando, asqueroso! De este grano de arroz inmundo que
me escupiste en el cuello.
Bobo: Yo no he sido.
Russo: “Yo no he sido...” El señor “no ha sido”... Que lenguaje tan delicado...
(Señalándole el pecho) Pero vos también tenés un grano de arroz, ¿ves? (Cuando
Joven: (Va entrando de a poco. Al principio solo se oye su canto, luego aparece)
“Eran tres alpinos que venían de la guerra, eran tres alpinos que venían de la
guerra, orí airá rataplán, que venían de la guerra. El más chiquitito traía un ramo
de flores, el más chiquitito traía un ramo de flores, orí airá rataplán, traía un ramo
Joven: (Señalando el cielo) Eso que se ve allá, por encima de la copa de los
atardecer, sino de las prosaicas y mercuriosas lámparas de neón: creo que se trata
que nadie se puso a mirar lo que estaba sucediendo entre usted y “ese gallego de
mierda”. En realidad sería más justo decir que hubo solamente una persona que
deslizó una mirada superficial sobre lo que pasaba, y al ver que no era nada
interesante, volvió a desviarla. Eso fue todo. El resto son excusas, amplificaciones,
Bobo: Bueno.
Joven: Es notable la ventaja que tienen los perros de olerse el culo. Nosotros, en
mano con dos dedos vendados desprolijamente) No tenían que tener miedo de
Joven: Ah.., eso complica las cosas.(Cambio al optimismo) Claro que cuando hay
Joven: El agua caliente que le pidió al gallego, era para hacer té, ¿no?
Joven: ¡Ah, bueno..! Es lo mismo. Con tal de tomar algo caliente... Está fresca la
más allá de los grillos.., del ladrido de los perros.., y aún del murmullo del viento
restregando las hojas de los árboles, van a escuchar las voces y las risas de la gente
en el cobijo de sus casas. ¿Lo oyen? (Pausa) Hasta el ruido de los cubiertos al
golpear sobre los platos.., o los vasos, al apilárselos cuando se los lleva a lavar...
(Pausa) No hay nada más lindo que tener un techo seguro a estas horas de la
noche. (A Bobo, que le alcanza el mate) Gracias. (Larga pausa, incómoda, durante
la cual el joven toma mate. Los tres miran el piso, el cielo o la distancia). Pero eso
Casi como haberse muerto. (Acercándoles un viejo bolso) Esto es para ustedes.
nada.
Joven: “Nada, viejo... Nada, viejo... “Casi las mismas palabras que decía el
“gallego de mierda” ese, cuando le pidió el agua caliente... ¿Saben por qué los
perros fruncen el morro, descubren sus dientes y gruñen? Porque tienen miedo.
Cuanto más miedo tienen, mas se erizan y ladran. No son bravos: están asustados
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Pero el perro gruñe, amenazador, y uno no sabe lo que pasa por la cabeza del
lentamente para que el bicho no se asuste más y ataque, uno busca algo en alguna
parte... (Mete su mano adentro del bolso y saca una gran llave inglesa) Algo con
Tranquilo. Y lo encuentra. (Pausa) Ahora si. Ahora los dos están armados, listos y
aterrados... (Lentamente) Nadie sabe lo que pasa en la mente del otro, y han
origen del saludo dándose la mano, también es una forma de lucha? Se daban la
mano así los combatientes, para estar seguros de que el otro no pudiera sacar su
Bobo: Gracias.
Russo: (Molesto) Hasta la terminal del que viene por esta vía.
Joven: No sé cual es. No conozco los recorridos. Preguntaba por preguntar. Para
entablar conversación...
meteorológicos.
Russo: ¿Cómo?
Russo: (Que escuchó) No soy nervioso. Me gusta estar atento. Faltan veinticinco
minutos todavía. (Pausa) No soy nervioso. Estoy atento y evito las sorpresas.
Bobo: No...
Bobo: Un sorbete...
Joven: Y así me salgo del camino. Voy por un atajo, descubro otros paisajes, y me
Joven: ¡Bien! ¡Buena respuesta! Bien pensada... Pero totalmente errónea. No hay
porqué sentirse molesto: (Canturrea) “Estercita , las luces te hicieron mal, hoy te
llaman Milonguita”... Hay muchos que dan pistas. (Pausa) ¿No dicen que las luces
del centro atraen? Uno busca alejarse de las tinieblas, y va siendo conducido hacia
¿Ustedes quieren esconderse? (Casi policial) ¿De qué? (Larga pausa. Russo
Joven: No. (Levantándose) Voy a estirar un poco las piernas. Las tengo
entumecidas.
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habla, sin que nadie le pregunte nada. ¿Qué querrá? (A Bobo, molesto) ¿Y qué
tenés que andar ofreciéndole mate, ni nada?¿Justo a esta hora te tenés que poner
tan obsequioso?
paz.
Russo: Si, hace frío... (Casi cálido dentro de su humor cortante) No pensés en eso:
Bobo: ¿Así?
Russo: Si, así. O mejor sin levantar las puntas. Te vas a cansar menos.
Bobo: ¿Así?
Russo: Sin levantar las puntas.(Para ejemplo, él también lo hace) Golpeando los
Bobo: Cierto.
Russo: (Lo están haciendo en conjunto) Y aunque sea un ritmo más lento, igual te
activa la circulación.
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una pausa, como recordando) Cuando era chico fui a un lugar que se llamaba
Juárez.
Russo: ¿Y?
Bobo: Que fue allí dónde aprendí a andar en bicicleta. Era la casa de una señora
amiga de mi abuela. En el campo. Y era una tarde fría, de otoño, en que se estaba
levantando una tormenta. Anduvimos, con las tres chicas de la casa, hasta que la
llamaba Carmen. Era rubiecita y muy delgada. Tenía doce años. ¿Te acordás del
Bobo: Esas. Es el olor que había en la casa cuando volvimos, todos empapados. Ni
Carmen, dijo que se sentía muy cansada y que se iba a acostar. (Asombrado) Raro,
porque después de la cena venía la parte más divertida, que era jugar a las cartas. A
Bobo: En serio.
Bobo: Si.
Russo: ¿Ah, no? (Suspicaz) ¿Y como puede ser que a alguien le hayan pasado
todas las cosas que me venís contando desde que nos conocimos? Cada vez que
Russo: Ni aunque hubieras vivido las siete vidas de siete gatos, habría lugar para
Russo: Eso suena un poco mejor: adornás, y adornás bastante. Casi como si
inventaras. (Ahora más conforme) ¿Se te pasó un poco el frío, por lo menos?
Bobo: Un poco.
Russo: Entonces es un buen remedio. Podés inventar todo lo que quieras. A ver,
Bobo: (Mientras Russo le toma las manos y se las friega para hacérselas entrar en
calor) Inventar es crear de la nada. Mis historias tienen una base real.
Bobo: (Sigue con su tema) Puede ser que, con el tiempo, se hayan desdibujado un
poco. Por eso te digo que adorno: las retoco para poder contarlas enteras.
menos comeríamos.
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Bobo: No cuento historias para ganar plata, sino para recordar que estoy vivo.
Russo: No hace falta que te tomes tanto trabajo. Te lo digo yo: estás vivo y con las
Bobo: ¿Quién?
Russo: Nunca se sabe. A lo mejor está llena de papeles, o de trapos viejos... Viste
Bobo: No lo sé.
Russo: No lo creo. Si tuviese cosas de valor no iba a dejarlo todo ahí, tirado, y se
Bobo: Revisásela.
Russo: (Significativo) ¿Te das cuenta que no sabe quienes somos nosotros?
Russo: Y le dijimos que no. (Dando por terminada la cuestión) Mejor ocupate de
tus manos.
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Bobo: Falta...
¡Falta, viejo amigo! ¡Falta! Va a haber que esperar. (Cambio) Contame lo del
teléfono a manija...
Bobo: O ese sonido de los vasos que se apilan cuando se los lleva a lavar..
Russo: Ah...! A ver, callate. (Los dos escuchan atentamente). Oigo los grillos... Y
Bobo: Si...
nublando.
una iglesia: Santa Elisa. Así creo que se llamaba. Íbamos los domingos a la tarde,
humedad. Y así, con la mano dura y quieta para que se fueran acostumbrando,
permanecíamos algunos minutos con los ojos cerrados y casi sin respirar...(Pausa,
vez, igual que como habían venido, invisibles bajo el verde manto de moho...
Bobo: Si...
Russo: Es muy posible. Como se pone el cielo cuando está a punto de llover.
Russo: Verdoso.
Russo: Porque no sos observador. Verdoso con algunos listones de color plateado
Russo: Y no solamente eso, sino que, cuando empieza a caer el agua, el aire se
la palabra “MENTIROSO”...
Bobo: ¿Yo?
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lo menos comeríamos...
Russo: Si, si, si.., cambiemos de tema. (Breve pausa) ¿Sabés por qué me di
cuenta?
Russo: Porque dijiste que estaban “casi sin respirar y con los ojos cerrados”.
Bobo: Perspicaz...
Russo: ¿Inventabas?
El joven: ¡Señores, la mesa está servida! (Pirueta) ¡Mesas por acá, por acá, por
allá..! ¡Mesas y mesas tendidas con manteles blancos que llegan hasta el suelo y
reparar en sus dos amigos). ¡Señores, sepan disculparme por tan imperfecta
atención! (Sacude con su pañuelo los alrededores de los dos hombres y coloca
desconcierto y la quietud, Russo abre la bolsa y saca una empanada. Luego le hace
Russo: Gracias.
esto para que podamos tomar. (Saca una botella de cerveza) Y esto, para que
Russo: (Al ver que el muchacho, después de la primera pitada se queda como
Joven: (Irguiéndose veloz) No, nada. Nada que les pueda interesar a ustedes. Sólo
una garza veloz en vuelo hacia otro continente. (Los mira fijamente) Son todos
mandar más. No digas que lo dijiste, cuando en ningún momento lo dijiste. ¿Me lo
dijiste. Por eso no contestás. (Un instante) Contestame: ¿Me lo dijiste..? (Otro
Bobo: No.
Russo: Ah..! Ya me parecía... Tomá. (Le pasa la cerveza). Siempre te gusta decir
que dijiste cosas que no dijiste. ¿Por qué tendrás esa manía?
Central, casa central, microcentro, banco central, sucursal centro... Nos llevan de
la nariz, y ni siquiera hay que pensar. Mucho menos inventar, ni revisar. Miedo, si.
Miedo y reglas. ¿Y qué es lo peor? Ser tomado por un descentrado. Un loco. Nos
Hace frío y el tren tarda. Necesitamos comida, cerveza y cigarrillos, para poder
problema mío”, me dice. ¿De quien es el problema?, le pregunto. “No sé, pero mío
Joven: (Toma) Lo entregó con todo gusto. Ahora el problema, también es de él.
pierden en el todo circular. Hasta volver a empezar. Todo por el mismo caminito,
bien asfaltado y bien iluminado, que conduce a donde quieren que vayamos.
(Prolijamente enumerativo) Este por aceptar, éste por concordar, éste “porque no
queda otro remedio”, éste por las presiones, éste por las coyunturas... Todos al
Joven: Este hombre si que sabe entender. Y yo digo: me las aguanto. Yo me las
aguanto. Pero a disgusto. No tengo por qué, y no voy a aceptar. (A Bobo) ¿O no?
Joven: Otro trago. Para brindar. (Levanta el vaso) Como si estuviéramos en una
hermosa fiesta de gala (Una lejana música de vals va creciendo), rodeados por
dulces mujeres perfumadas, cuyos ojos oscuros y afiebrados, nos persiguen, y con
Joven: ¿Y hay trabajo allí? Digo, porque se supone que hay más basura en la
ciudad...
Russo: ¿Y usted?
Russo: ¿De qué trabaja? ¿De policía..? (Harto) ¡Viejo, preguntas y más
paseo, suficiente. Ni una palabra más. Eso si, pasear no paseó. Está aquí, con
Bobo: Russo...
Russo: (Levantándose y paseando de un lado para otro) ¡Es que me cansa, viejo..!
Me gustaría poder concentrarme en esa palabra rara que dijiste el otro día en el
parque Lezama. Pero no. Aquí estamos. Haciendo sociales. ¿Con qué necesidad?
(Arrinconándolo a Bobo) ¿Vos querés conversar con él? Te pregunto: ¿vos querés
Bobo: No necesariamente.
Russo: Bueno, entonces no te metas. (Un instante) ¡Sos siempre tan apático..!
todo caso, alguna de tus historias. Yo soy así: yo paso. (Se aleja un poco)
atención de Russo que no contesta) Chau, Russo. (A Bobo). Chau. (Se marcha)
Russo: (Luego de unos instantes en que espía la ida y alejamiento del joven) Ya lo
perro, y no va a haber un alma que me llore... Pero ya soy muy grande, y a esta
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altura de mi vida es muy difícil que pueda cambiar... (Pausa) Ahora viene el largo
preparado para resistirlos... (Pausa) ¿Por qué siempre que hay que optar, aunque se
un comino, optás en contra mío..? (Pausa) ¿No pensás hablar? Te pregunto, ¿no
que voy a sobrevivir. (Mira hacia un lado y hacia otro de las vías). Nada por aquí.
Nada por allá. Todo oscuro como boca de lobo. En el cielo: ya está todo cubierto.
iguales, exactamente iguales para toda la vida. Puede parecer que cambiamos, pero
mirarle los ojos, adentro, muy adentro: desde allí, muy sonriente y divertido, te
saludará un pequeño niñito”. (Canta un viejo charleston) ) “Ay, papá, que te pasa
con mamá, que se pasan todo el día charles viene, y charles va. Ay papá, que te
pasa con mamá, que se pasan todo el día charles viene y charles....
mí?
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Bobo: Quería que lo supieses: así como fuiste de efusivo para ser agresivo y
echarlo, me hubiese gustado que lo fueses para ser afectuoso y reconocido. Eso es
todo.
Russo: ¡Esperá, esperá, esperá! No te vuelvas a meter tan pronto en esa enorme y
sacarte. Por el amor de Dios, dame tiempo. Dame tiempo para poder pensar, para
Russo: Soy una bestia. Y encima me tomé hasta la última gota de cerveza. ¿Vos
tomaste?
Bobo: Es posible.
Russo: La próxima vez si, pero es ésta la que no tiene remedio. (Pausa) ¿No se
Russo: ¡Escuchá!
Russo: ¿Te acordabas de esa canción? “Eran tres alpinos que venían de la
Bobo: No.
Bobo: Darse cuenta a tiempo y elegir el lugar donde van a morir... Qué cosa tan
rara.
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Bobo: ¿Cuál?
Russo: No sé...
Russo: ¿Azules?
Bobo: Era como un sueño. Caminaban por la tierra, por el barro, por el desierto...
Había uno que tenía una montura con un toldito, como las que se usan en Asia...
bosque, que estaba lleno de huesos y de colmillos. ¿Será cierto que existen lugares
como ese?
Russo: (Conciliador) Pero es muy posible que haya también elefantes, y bosques...
Bobo: ¿Cómo?
Russo: (Feliz por el descubrimiento) ¡Que no puede haberse ido! Ahí está todavía
la bolsa.
Russo: (Atajándolo) ¡Ya sé, no me lo digas! ¡Ya sé lo que dije antes! (Se levanta y
camina por el borde del andén) Hablar, hablar, hablar... Toda la gente habla. Antes
porque tenían miedo, para aturdirse. Ahora porque creen saber. ¡Por supuesto que
sé lo que dije antes! Dije cualquier cosa, porque especulaba. ¿Qué sé yo si dejó la
bolsa porque pensaba volver, porque la había olvidado, o porque no valía nada?
Uno siempre dice cualquier cosa porque dice lo que desea. ¡Quiere construir un
mundo con las palabras! ¿No quiero que vuelva? En esa bolsa debe haber basura y
trapos viejos... ¿Quiero que vuelva? En esa bolsa debe estar encerrada su alma...
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desierto, incluso bosques, y claros en los bosques... Y yo te digo que si, que es
posible, porque al fin y al cabo es como un sueño. No lo hago por mal; y sin
que sea cierto. Lo que verdaderamente importa... (Repara en que Bobo está
demasiado abstraído) ¿Te dormiste? (Se sienta a su lado para confirmarlo) ¿Estás
dormido..? (Pausa) Mejor. ¿Para qué escuchar? Hay que decir algo más que
firmamento) Además hace frío... Y el cielo está cubierto del todo. ¿Estás bien así?
(Pausa) Ojalá no se le dé por llover. Elefantes azules... ¡Me encantan tus historias!
Tus mentiras, tu silencio... Y las extrañas palabras que a veces sacás a pasear por el
o a tararear algo)
Russo: Es una declaración de amor. Que no estoy dispuesto a hacer cuando tengas
los ojos abiertos, ni cuando me discutas, ni cuando estés armado para la lucha, ni
cuando tengas tus propias ideas. Y defiendas tu propia opinión. Sino cuando
recibirme.
Russo: No es una propuesta sexual. Pero cada uno puede tener su opinión.
Bobo: (Imitándolo) “Porque todos creen tener derecho a emitir su opinión, pero
nadie se siente obligado a mejorar su opinión. Porque no todas las opiniones valen
lo mismo, sino exactamente el valor de quien las emite...” ¿Te cité bien?
Russo: Perfectamente. (Junto con Bobo que lo imita como repitiendo algo que ha
oído miles de veces) Algo has aprendido. (Se levanta, va hacia el borde del anden.)
Russo: ¡Soledoso!
Bobo: ¿Qué..?
Russo: ¡La palabra del Parque Lezama! Decías “soledoso” en lugar de decir
solitario...
Russo: ¿Soledoso..?
Bobo: Existe.
Bobo: (Un tanto exaltado) ¡Existe! Nadie te prohibe que sigas diciendo solitario,
¡pero existe! Podés burlarte todo lo que quieras, pero existe... Como la enorme
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cantidad de cosas con las que no te cruzarás en tu vida, pero eso no les quita su
existencia.
Bobo: No me molestaste.
Russo: ¿ De veras?
Bobo: Un poco.
Bobo: Ya lo sé.
Russo: (Caminando y golpeando los piés contra el suelo) Yo no tengo frío. Tengo
calor.
Russo: Y me encanta ser un elefante azul, porque es como decir “una mosca
blanca”; algo especial, algo único. Y aunque la noche se haya cerrado, y el viento
ulule por todos los rincones arrasando los plateados envoltorios de las golosinas, y
levantando una niebla londinense con el fino polvillo del cemento de los andenes,
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voy a seguir teniendo calor y siendo un elefante asiático. Primero: porque estoy
Bobo: (Cambiando el rumbo de sus palabras) ¡Qué falta te hace actualizar algunas
cosas..! ¿Cuánto tiempo hace que los envoltorios de caramelos han dejado de ser
de papel metálico? Ahora sólo se ven rodar pedazos de plástico... o bolsas enteras.
enteras... Estás hablando de mis recuerdos. Son mis recuerdos, son mis
pertenezca, a cada pensamiento, a cada idea que tenga, a cada cosa que esté dentro
Russo: Porque cada una de ellas soy yo, son pedacitos míos que se fueron
pegando, uno al lado del otro, hasta construirme. Y si no puedo impedir que nos
roben, que nos saqueen, que nos despojen de las cosas reales que nos rodean... al
menos voy a impedir que me vacíen, que me succionen, que me desintegren por
dentro.
Russo: ¿Qué quedaría si dejara que me arrancaran esas cosas que fueron
Bobo: ¿Qué dije ahora? ¿Qué fue lo que dije? Supongo que no estoy a tiempo de
ser dueño de unas escasas, de unas ínfimas ideas para caer en la frivolidad de
Russo: ¡Por supuesto que no! ¡Quiero conservarlas..! Puedo aceptar revisarlas,
cultivarlas, hasta modificarlas, aún desecharlas. Y si tuvieran algún valor las legaré
a la posteridad. ¿Por qué habría de cambiarlas por las tuyas? ¿O por las de
cualquier otro? ¿Quién me garantiza que esas tengan algún valor? ¿Son
este momento en que abundan tanto... Sobre todo las originales. ¡No! ¡No quiero
cambiar ideas! ¡No acepto cambiarlas tan fácilmente, como si fueran mercadería
de segunda mano! Buenas o malas son mías, y las aprecio por ello. Y si quisiera
Russo: Robarlas.
Russo: Ro-barlas.
Russo: Ro-bar-las.
Bobo: Robarlas.
Bobo: Tenela vos. Hace frío. Necesitás abrigo.( El diálogo toma una extraña
cadencia)
Russo: Ya no. Ni platos, ni vasos, ni voces lejanas. Ni siquiera los grillos, ni ranas,
ni ladridos de perros.
oir)
Russo: Ujummm...
Russo: Ujumm...
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Bobo: Jura Margulis... De las “Fantasías” de Schuman, opus 12... “Des abends”...
Bobo: Ujumm...
Bobo: Lo conocí.
Bobo: Era uno de los pianistas más famosos del mundo, y estaba haciendo la que
Bobo: Septiembre del sesenta y pico. Pero tuvo un accidente menor durante una
caminata, una mañana de sol, por los nevados caminos del sur... donde están las
Bobo: Le quedó fracturada. Le hicieron las primeras curaciones. Pero como era
una personalidad muy importante, prefirieron traerlo a una ciudad. Ahí lo conocí.
Russo: Lo conocimos.
Bobo: No era nada grave. A pesar de sus ochenta y tantos años, no había que
problemas en las vías urinarias... Bajó veinte kilos en unos pocos días. Desvariaba.
coqueto. No me dejó acercar. Le hizo una débil seña al enfermero, y murmuró algo
alcanzaba algo y Jura hacía un furtivo y disimulado movimiento. ¡No quería que lo
Russo: Pobre...
Bobo: Estuve hablando un buen rato con él, que no contestaba una sola palabra.
Sólo miraba el vacío. Y cuando decidí irme, para animarlo, le dije: “Vamos, Jura,
se lo ve muy bien. Fuerza, va a ver como mejora...” Y fue entonces que me miró a
los ojos por primer vez, y me dijo lenta, pero definitivamente: “Si quiero...(Pausa)
Y no quiero.”
Bobo: Dos días después. Lo había sentido. Como en el claro del bosque...
Bobo: Mirá...
Russo: Garúa.
Russo: Lo miro...
Bobo: Y mostrate interesado... Y conversemos sobre ello. Sobre lo mal que está el
tiempo. (En un susurro) El muchacho nos está mirando...(A partir de ahora los
Bobo: Guardá tu reloj. Enfrente. En la parte baja del andén. Prácticamente en las
vías.
Bobo: Tranquilo. Para el lado del farol. Dónde se proyecta la sombra del tanque de
agua.
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Russo: Ya está.
Russo: Si
Russo: Ya está.
Russo: ¿Acuclillado?
Bobo: Ese.
Bobo: Ese.
Bobo: Ese.
Bobo: No sé. (Russo se levanta y camina por el andén. Mirando como garúa, y ve
Russo: No, al ciprés... Por qué no viene? ¿No ve que está lloviendo?
Russo: ¿En el medio de las vías? Se está mojando. Hace frío y llueve.
Bobo: Sigue.
Russo: Me está volviendo loco. ¿Qué puede estar haciendo ahí, quieto,
Joven: ¿A mi..?
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Russo: ¡No se da cuenta de que está ridículo, ahí, acuclillado y con un pedazo de
diario en la cabeza..?
Russo: ¡No tendría que haberlo llamado! ¿Ves lo que me pasa por bocón? No lo
hubiera llamado y en este momento ya estaría aquí. Cada vez que lo echaba
Bobo: No.
Russo: ¿Yo?
Bobo: Que es un cabeza dura..., que está ridículo.., que está molestando...
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Bobo: Es verdad.
muchas cosas que quisiera y que pienso. Pero no me animo. Quisiera, y de todo
aseguro que no me vanaglorio. Sufro. Sufro por eso. (Firmemente) Así que no me
te ocupás del trabajo sucio. Yo quiero que venga. A vos te lo puedo decir.
Bobo: Igual que vos. Porque vos también querés, aunque no te lo confieses.
Russo: Intentalo.
Russo: Llamarlo.
llamando..!
Russo: Venga.
prometo.
Russo: (El joven se sacude las gotas que tiene sobre la cabeza y en la ropa) Usted
Russo: (Casi furioso) ¡Por empaparse, hombre! Y con el frío que hace...
Joven: Ah, por eso... No es nada. Salvo por la lluvia todo sigue igual. (Luego de
un instante) Escuche, es cierto lo que le digo. No los quiero molestar, de modo que
si estoy demás...
Russo: (La conducta del joven es distinta, como cautelosa. Mira. Mira a otra parte.
¿Qué le pasa?
Joven: Nada. Llueve. Todo sigue igual, salvo que llueve. (Se acuclilla, como
encogiéndose)
Joven: (Se incorpora, como con respeto) Nada. Escuche, ¿es verdad?
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Joven: Antes. Si, antes. Antes dijimos muchas cosas. (Se da golpecitos en el
Joven: Conozco a alguien que me echó por hacer tantas preguntas, don Russo...
Joven: ¿Quiere saber la verdad o algo que lo tranquilice? Lo que espera que le
diga...
Russo: ¿Buscando?
Russo: (Pausa. Le ofrece un trapo que le alcanza Bobo de entre sus bolsas) Tome,
séquese...
gracias.
Russo: No hay porqué. (Se da vuelta hacia Bobo, para devolver el trapo)
Joven: Por preocuparse por mí. (Se oye el sonido de una lluvia recia que hace
crujir los yuyos del campo) Parece el fin del mundo... Cada vez que hay lluvia,
parece que llegara el final. Había una canción que se llamaba: “Donde va la gente
cuando llueve? La gente... La gente, los pájaros, los animales, todos... Es el peor
Joven: No hay peor cosa que el agua. Es imparable. Imparable. ¿Cuánto falta?
hablábamos..?
Bobo: De la lluvia.
Joven: Exacto. Siempre quise ser centro. Llamar la atención... Por eso estaba
suburbanas... el centro. Todo como un gran farol. Las mariposas del campo se
hacinan en los suburbios. Las de los suburbios mueren por llegar al asfalto. Barrio,
Joven: ¿Y allí? ¿Se acaba el camino? ¿Toda esa gente apelotonada se desbarranca
irremediablemente en el río? No. Las mariposas, las más bellas mariposas, las de
construyeron... O atraídos por un nuevo centro, con una nueva y mejor luz. De
garganta.
Bobo: (Busca una de sus botellas. Russo lo ayuda a sentarse) Eso es por haberse
empapado.
Joven: Un poco cansado, nada más. (Toma el agua) Gracias.(Pausa) No hay nada
que pueda preverse, Russo. Uno sabe como son las cosas pero se equivoca,
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siempre. Como la memoria, ¿eh, muchachos?, se olvida para poder seguir. Uno
ahoga los momentos pasados, los dolores, las traiciones, porque de lo contrario se
ahogaría en ellos. Yo, por ejemplo, no tengo pasado. Apenas tengo presente. Y,
puedo decir que se hayan equivocado. (Pausa) Así que a la terminal... (Se ríe) Creo
que voy para el mismo lado. (Canturrea) “Eran tres alpinos que venían de la
guerra...” La vida es una guerra. Y como en toda guerra hay muertos, hay
sobrevivientes y... hay heridos. (Se abre el saco, y tiene el pecho tapizado de
usted, amigo Russo, porque sé que no le gustan. Les estuve mintiendo. (Tiene un
acceso de tos y de sangre que le sale por la boca. Russo lo sostiene y lo ayuda con
su propio pañuelo.
Joven: ¿Qué clase de elefante soy, Bobo? (Pausita) ¿Un pequeño elefante de circo
que harto de que le clavaran el trinchante decidió de una vez y para siempre
Bobo: Tome, (le ofrece algo que saca de entre las ropas), tome un sorbo de esto.
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Bobo: Siempre guardo una gota para las emergencias. (Le ayuda a tomar)
Russo: Y la herida...
Joven: ¡Nada, viejo, nada...!(Tose) No quiero estar solo...y para cuando usted
Russo: (A Bobo) Dame tu manta... (Bobo se la pasa sobre los hombros al jóven, y
Joven: “Eran tres alpinos... que venían de la guerra...” Este fue un buen lugar para
llegar....
Joven: (Canturrea) “Eran tres alpinos, que venían de la guerra... ori, airá,
rataplan...”
Russo: “El más chiquitito.., traía un ramo de flores”...(Se suman los otros) “...el
más chiquitito, traía un ramo de flores, orí, airá, rataplan, traía un ramo de
quiero”
Bobo: Entregarse.
Russo: ¿Ves?
Bobo: ¿Qué?
Russo: Andá pensando historias para contar, porque ahora somos tres.
Bobo: Para él va a ser como si fuera nueva. (Russo se levanta) ¿A dónde vas?
Russo: (No contesta y va hasta el borde del andén) ¿Escuchás..? Allá viene...
asiento. Miran al tren y a los supuestos pasajeros como si fueran niños, azorados,
felices, alegres. Los comentarios que siguen son hechos en privado, en voz baja,
apenas audibles)
Russo: ¡No se lo tragó, se lo metieron por el cu...! (Las risotadas los tapan)
Bobo: ¿Y la de la pluma? Tiene cara de... (Se lo dice al oído. Más risas)
(El tren empieza a andar. Ceden las risas. Pausa. Sus rostros siguen la
marcha del tren al alejarse. Pausa. Han perdido expresión, son casi dos máscaras
FINAL