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1.-Emprender y empresa
• La creación de valor
• Tipos de emprendimiento
• La responsabilidad
• La autoestima
• Aversión al riesgo
La creación de empleo se concentra cada vez más en las empresas nuevas y pequeñas, y
no, como se suele pensar muchas veces, en las grandes. Los países con aumento de los
índices de iniciativa empresarial tienden a mayores reducciones del desempleo. La
iniciativa empresarial también contribuye a fomentar la cohesión económica y social en
regiones cuyo desarrollo se está quedando rezagado. Estimulando la actividad
económica se puede integrar en el trabajo a desempleados y personas desfavorecidas.
El espíritu emprendedor es crucial para la competitividad
Además de las motivaciones materiales (dinero y posición), los empresarios eligen serlo
como un medio de realizarse (libertad, independencia y retos). Para quienes no
encuentran un empleo regular que les satisfaga, la decisión de convertirse en
empresarios puede ser una salida a su vida laboral
b) Creación de valor
Emprender está ligado a crear valor para las personas ayudar a la sociedad y generar
riqueza, no solo para la persona que emprende ya que al crear una empresa y puestos
de trabajo crea riqueza para toda la sociedad.
Empresario y emprendedor
Por definición lingüística el empresario es aquel que posee o dirige una empresa,
mientras que el emprendedor acomete un negocio con ideas innovadoras. No obstante,
por la naturaleza de la actividad que desarrollan, la diferencia entre empresario y
emprendedor a veces no es tan clara y conviene fijarse en otros aspectos para poder
establecerla fielmente.
Como similitud, podemos definir que tanto el emprendedor como el empresario buscan
satisfacer necesidades e inquietudes mediante la creación de una empresa. Según el
origen de las personas a las que se busca ofrecer el producto o servicio en cuestión,
podríamos diferenciar que los empresarios se encargan de dirigirse a segmentos o
grupos de personas ya definidos mientras que el emprendedor se centra en un cliente
más potencial y menos definido. Mientras al emprendedor se le asocia con ideas creadas
para satisfacer un reto personal, el empresario por lo general persigue un retorno de
tipo económico a su esfuerzo.
Teniendo claro que existen notables diferencias entre estos papeles, conviene señalar
algunas de ellas que quizás ayuden a comprender la separación existente entre el perfil
de empresario frente al de emprendedor:
Los empresarios no planifican, se mueven por instinto. A pesar de que la intuición juega
un papel importante en la toma de decisiones, los empresarios de éxito además de
trabajadores infatigables, son personas con una gran capacidad de análisis y
planificación. –
Los empresarios nacen, no se hacen. Aunque las personas nacen con una dotación
natural de cualidades y habilidades emprendedoras, se puede aprender a ser
empresario, es decir desarrollar las capacidades necesarias para tener éxito
emprendiendo. –
Para ser empresario sólo hace falta tener dinero. Las personas con capacidad de trabajo
y buenas ideas, encuentran financiación para su proyectos, mientras que existen muchas
personas que han perdido todo su capital por su falta de capacidad de trabajo o su nula
visión empresarial. –
Para tener éxito empresarial hay que tener mucha suerte. Aunque es cierto que en
determinados momentos las circunstancias pueden ser decisivas, por lo general, a
probabilidad de éxito depende más de una buena planificación y de un trabajo duro.
d) Tipos de emprendedores
Muchas personas que tienen una buena idea no la ponen en marcha porque
tienen miedo a fracasar, es normal tener miedo al fracaso, pero si uno es capaz de
controlar la incertidumbre, que es la falta de seguridad o certeza sobre lo que va a pasar
y es realista en la valoración de sus opciones
2.3 Creatividad
Uno de los métodos que sirven para saber si estamos gestionando bien nuestro
tiempo es el método GTD ( getting things done), este método se basa en que hay que
liberarse de las tareas y actividades pendientes de realizar y concentrarse en la que se
está llevando a cabo.
El método de trabajo que se usa en GTD tiene cinco etapas, todas ellas igual de
importantes para mantener el control de nuestro sistema y ser capaces de trabajar de la forma
más eficiente posible.
Recopilar o capturar: con el objetivo de conseguir que todas tus preocupaciones, ideas, tareas,
pensamientos, cosas estén en tu sistema, en tus bandejas de entrada, y no en tu cabeza.
Procesar: todo lo que has recopilado y has dejado en tus bandejas de entrada tiene que
procesarse. En GTD entendemos por procesar el hecho de convertir las cosas que hemos dejado
ahí en acciones.
Organizar: todo lo que hemos procesado tiene que ir a algún sitio organizado de cierta forma
concreta. En GTD organizar significa coger todo lo que estamos procesando y distribuirlo según
su objetivo: si no es necesario tirarlo a la papelera, si es material de referencia archivarlo, si es
algo que tienes que hacer en tu lista de próximas acciones y proyectos, etc.
Evaluar: es decir, decidir qué hacer, tanto después de procesar y organizar como de forma
periódica con tus revisiones.
Hacer: el objetivo de todo el proceso de control es acabar realizando eficientemente todos los
compromisos que hemos adquirido, tanto si son acciones siguientes como si son compromisos
en nuestra agenda.
ESPECÍFICO: Cuanto más específico sea el objetivo que nos propongamos conseguir mayores
serán las probabilidades de éxito pues podremos establecer mejor los medios. Debemos
preguntarnos:
¿Dónde?
¿Cuándo?
“Ponerme en forma” no es específico. “Correr todos los días 30 min.” / “Correr una carrera
popular a final de año” sí lo son.
MEDIBLE: Esta característica nos permitirá evaluar si estamos cumpliendo o no, de manera
objetiva con el objetivo que nos hemos propuesto.
REALISTA: El objetivo debe estar en sintonía con tu visión del mundo, de tus valores y debe
poder lograrse con los recursos de los que dispones.
Puede que para lograr un objetivo que es alcanzable necesites de la colaboración de personas
que no estén dispuestas o de acuerdo por lo que no será realista.
TIEMPO DETERMINADO: Fijar una fecha nos permite evaluar si se ha cumplido el objetivo o no.
La clave para que un objetivo sea motivante y evitar la frustración está en establecer
adecuadamente esa “fecha límite”.