Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Un muro en la frontera
México-Estados Unidos
Muro
Foto: Jim Rorabaugh
En esta sección se presentan reflexiones generales sobre los muros, sus ori-
genes y sus consecuencias, desde el punto de vista ambiental como desde la
perspectiva de sus implicaciones sobre las sociedades humanas y las relaciones
entre vecinos. Tres de estos capítulos se basan en las conferencias magistrales
ofrecidas durante el taller.
Protección ambiental y seguridad
Paul Ganster
I ntroducción
A
continuación se presenta un resumen en esencia del contenido del
Décimo reporte de la Junta Ambiental del Buen Vecino (GNEB, por
sus siglas en inglés) Protección ambiental y seguridad fronteriza a lo
largo de la frontera México-Estados Unidos, que se relaciona directamente
con la discusión sobre la construcción del muro a lo largo de la frontera
entre México y Estados Unidos. Este ensayo comenta también el contexto
de la discusión sobre el muro fronterizo y las implicaciones de los asuntos
relacionados con la seguridad sobre la frontera y la cooperación entre ambas
naciones; y aunque el trabajo presenta partes del mencionado reporte , el
material adicional, la interpretación y las conclusiones son responsabilidad
del autor y no reflejan las políticas de la GNEB.
La Junta Ambiental del Buen Vecino es un panel federal estadounidense
que cada año envía al Presidente y al Congreso un reporte de carácter con-
sultivo sobre asuntos ambientales fronterizos. El grupo está constituido por
representantes de dependencias federales estadunidenses, de los estados y
municipios fronterizos, de las tribus de la región fronteriza, académicos,
miembros de la iniciativa privada y delegados de organizaciones no guber-
namentales; la junta, a grandes rasgos, es representativa de la frontera y sus
asuntos ambientales. El décimo reporte de la GNEB se publicó en marzo del
31
2007 (los reportes de la GNEB se pueden cnosultar en: www.epa.gov/ocem/
gneb/gneb_president_reports.htm).
Para su Décimo reporte al Presidente y al Congreso, la Junta analizó cómo
se entrecruzan las actividades de protección ambiental y de seguridad del
territorio nacional estadunidense (homeland security) en la frontera México-
Estados Unidos. Incluye una serie de recomendaciones sobre cómo el gobierno
federal de Estados Unidos puede ayudar a mantener una fuerte protección am-
biental en la zona fronteriza, fortaleciendo a la vez las actividades de seguridad
en la frontera. Aun reconociendo que algunas personas cruzan ilegalmente en
vehículos por las principales garitas, la Junta decidió enfocarse en los cruces
indocumentados, los problemas de seguridad y los asuntos ambientales en
las áreas rurales. El reporte también contempló el movimiento de materiales
peligrosos a través de las garitas, pero este tema no se relaciona directamente
con el asunto del muro fronterizo y por lo tanto no se tratará aquí.
Antes de hablar de los aspectos del Décimo reporte de la GNEB que se
relacionan a la discusión sobre el muro fronterizo, se presentarán los ante-
cedentes y las tendencias que hiceron que creciera la atención en materia de
seguridad en la frontera y el muro fronterizo. Estos incluyen una compleja
interacción de asuntos de seguridad, protección civil y asuntos ambientales
en la región fronteriza en el transcurso de la última década y media.
A ntecedentes
E l TLC y la migración
E ndurecimiento de la frontera
33
E l 11 de septiembre del 2001 y el D epartamento de S eguridad
del Territorio N acional
35
Estos retos incluyen la dificultad para administrar los recursos hídricos en
un contexto binacional; el conflicto que producen las demandas de agua que
genera un rápido crecimiento económico y urbano, con reservas limitadas de
agua en un clima árido; la complejidad de manejar especies amenazadas y en
peligro de extinción en una región transfronteriza; y abordar la contaminación
del aire dentro de las cuencas atmosféricas binacionales. Hoy en día, con la
preocupación exacerbada por la seguridad, estas condiciones ambientales,
de por sí frágiles, están siendo sujetas a presiones adicionales, tanto por el
incremento en actividades de seguridad como por el flujo de migrantes in-
documentados y contrabandistas.
La preocupación ambiental en relación con el muro fronterizo va más allá
de lo referente a la construcción de la infraestructura. Por el contrario, el muro
se comprende mejor si se contempla como parte de un complejo de actividades
y estructuras físicas asociadas ael aumento de seguridad en la frontera. Esto
incluye rutas de acceso, el incremento de agentes y vehículos, la construcción
de muros y barreras para los vehículos, caminos de patrullaje, los reflectores
tipo estadio y los sensores a distancia (sensores enterrados, cámaras de video,
entre otros). El impacto del paso de indocumentados también es significativo.
Los migrantes indocumentados han abierto veredas en algunas áreas de veg-
etación previamente virgen dentro de áreas protegidas; estas veredas no sólo
destruyeron un hábitat valioso, sino que crearon nuevos canales para el escur-
rimiento pluvial, acelerando la erosión y la sedimentación. En las áreas donde
los contrabandistas pudieron derribar cercos o donde no existían barreras
contra vehículos, los transportes no autorizados abrieron nuevos caminos, que
también perturbaron el hábitat y la fauna y provocaron la erosión acelerada
en muchas zonas. El área total ocupada por veredas y caminos generados por
actividades ilícitas es sorprendentemente elevada.
Visto contra este telón de fondo, es evidente el conflicto de roles entre las
dependencias encargadas de la protección ambiental y las responsables de la
seguridad en la frontera. El reto global que la GNEB eligió abordar en su Déci-
37
mo reporte fue: cómo equilibrar las actividades de seguridad en la frontera con
la calidad ambiental. La GNEB contempló estos problemas en dos diferentes
contextos geográficos: 1) las áreas rurales a lo largo de la frontera, donde se
localiza la mayoría de las áreas naturales protegidas; y 2) los cruces urbanos
en las garitas. Sin embargo, este trabajo se enfocará sólo a los aspectos rurales
del muro fronterizo descritos en el reporte de la Junta.
La GNEB señaló que, debido al gran impacto del paso de migrantes indo-
cumentados en áreas rurales, el incremento en protección fronteriza, que
incluye una combinación de barreras físicas, un despliegue de tecnología y
un aumento de personal, en ocasiones surtía un efecto inmediato benéfico
sobre el medio ambiente. Por ejemplo, la construcción de cercos de lámina
de acero y la presencia de más agentes de la patrulla fronteriza en el sector de
San Diego puso fin al tráfico peatonal a través de los sitios de reproducción
de aves en peligro de extinción en la Reserva Nacional para Investigación
del Estuario del Río Tijuana. O en Arizona, aumentar las barreras físicas y la
vigilancia en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabeza Prieta permitió
que el murciélago hocicudo regresara a sus nidos tradicionales en las cuevas
cercanas a la instalación del muro fronterizo.
2. Los migrantes indocumenta- • Proporcionar ayuda del gobierno federal para ayudar a
dos y los contrabandistas dejan las tribus, los terratenientes particulares, las comunidades
basura y desechos sólidos. rurales y las dependencias de manejo de tierras a mitigar
el problema.
por parte de la Junta se relaciona con el diseño de los muros y barreras a ser
construidos a lo largo de la frontera. Es evidente, señala la Junta, que un mismo
diseño estandarizado no puede funcionar en todos los tramos de la frontera.
En algunas áreas que son corredores importantes para la migración de vida
silvestre o que son hábitats transfronterizos conectados, será necesario desa-
rrollar alternativas permeables. Esto requerirá una mezcla de infraestructura
innovadora, tecnología de barreras y despliegue de personal.
E jemplos de cooperación
39
Fronterizas (Borderlands Management Task Force, BMTF) en Yuma, Arizona,
lanzó este proyecto, que engloba dependencias locales estatales, federales y
tribales: la Patrulla Fronteriza, el DHS, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército
de Estados Unidos (U.S. Army Corps of Engineers), la Oficina de Manejo de
Tierras (BLM), la Oficina de Recuperación (Bureau of Reclamation), la Nación
cocopah, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (USFWS),
los Campos de Prueba de Yuma (Yuma Proving Grounds), el Departamento
de Caza y Pesca de Arizona (Arizona Game and Fish), y la Oficina del Sheriff
del Condado de Yuma. El trabajo consiste en la remoción y adelgazamiento
del cedro salino para mejorar el acceso y la visibilidad y también restaurar
la vegetación nativa de álamo, mesquite y sauce. Esto mejora la seguridad,
aborda problemas culturales de la Nación cocopah y restaura la vegetación
natural de la zona.
D iscusión
El Décimo reporte de la GNEB plantea una variedad de cuestionamientos
con respecto al muro fronterizo y la reacción negativa que ha producido en
las comunidades fronterizas en México y Estados Unidos. Con frecuencia, los
efectos ambientales negativos se exageran o no están basados en un análisis
científico suficiente. Al mismo tiempo, los efectos positivos de la construcción
del muro y de las barreras normalmente no se mencionan. Contrariamente a
la percepción generalizada, el DHS sí realiza revisiones ambientales regulares
y estudios de impacto ambiental, pero no los abre a discusión en los foros co-
munitarios convocados para obtener retroalimentación del público. Como a
muchos investigadores, grupos ambientalistas, agentes locales y ambientalistas
no se les mantiene informados, suponen que no se están considerando los
impactos ambientales de los proyectos de seguridad en la frontera. La reacción
negativa se debe en gran medida a la falta de un adecuado programa de rela-
ciones públicas de parte del DHS. En la misma línea, la falla de las autoridades
estadunidenses al no notificar a las autoridades mexicanas de la construcción
del muro, originó un considerable resentimiento en los círculos oficiales, entre
los ambientalistas y los miembros de la comunidad en México.
En mayo del 2007, aparecieron artículos en la prensa local y nacional sobre
los planes del DHS de construir secciones del muro en la parte baja del Río
Bravo (véase, por ejemplo, Brezosky 2007),lo que produjo una fuerte reacción
negativa entre los residentes y los funcionarios electos de las comunidades del
Valle de la Parte Baja del Río Bravo. Al estar separados por el río, por la zona de
inundación y por los diques en ambas márgenes del río, muchos funcionarios
locales no veían la necesidad de construir un nuevo muro. Al mismo tiempo,
estas comunidades tiene una relación estrecha con las comunidades al otro
lado del río y no querían poner en riesgo los vínculos productivos, por lo que
a sus ojos era una infraestructura innecesaria. Incluso miembros de la Patrulla
Fronteriza entrevistados recientemente por el autor de este trabajo manifesta-
ron que construir un muro no era necesario en las áreas en cuestión.
A pesar de los errores evidentes, desde que salió el Décimo Reporte de la
GNEB en marzo del 2007, parece haber una conciencia creciente en la DHS
de que el asunto del muro fronterizo requiere de enfoques diferentes en las
distintas áreas de la frontera. El 7 de junio del 2007, en la Onceava Confer-
encia de Asuntos Fronterizos Parlamentarios de México-Estados Unidos de
la Cámara de Comercio de México-Estados Unidos en Washington, D.C.,
David V. Aguilar, Jefe de la Patrulla Fronteriza, reconoció con claridad que se
requieren diferentes combinaciones de asignación de personal, tecnología e
infraestructura, para las diversas secciones de la frontera, y así poder atender
las preocupaciones ambientales. Pláticas informales del autor con agentes de
la Patrulla Fronteriza en el campo tuvieron como resultado un análisis similar
de la necesidad de ser sensible a las diversas condiciones a lo largo de la fron-
tera, al momento de instalar el muro. La presión de ajustar un solo modelo
para todos parece venir de parte de los jefes de dependencias y miembros del
Congreso que no están familiarizados con la realidad de la frontera y que no
comprenden las diferencias regionales en condiciones ambientales, sociales
y políticas.
La controversia en torno a los planes para el muro fronterizo y la enérgica
reacción en esta región y en México revela una falla estructural en las relaciones
ambientales entre México y Estados Unidos para esta porción del territorio.
Aunque el espíritu del Acuerdo de La Paz y otros convenios binacionales
sugieren que se envíe notificación cuando algún proyecto de un lado de la
frontera pueda causar impactos al otro país, no existe un procedimiento de
rutina para que esta comunicación ocurra ni un mecanismo estructurado
para analizar y mitigar impactos ambientales transfronterizos. Por ejemplo,
no se consultó a México cuando se otorgaron permisos para una gran planta
generadora de electricidad en San Diego, en Mesa de Otay, a varios kilómetros
de la frontera. No se le informó a Estados Unidos cuando México permitió la
instalación de dos grandes plantas generadoras de electricidad en Mexicali.
Todas estas instalaciones aportan a las cuencas atmosféricas grandes canti-
dades de contaminantes que afectan a la población en ambos países. No se
41
tomaron en cuenta los impactos ambientales transfronterizos del revestimiento
del Canal Todo Americano en Valle Imperial cuando se diseñó e implementó
el proyecto. Finalmente, los efectos ambientales transfronterizos de la con-
strucción del muro aparentemente no fueron valorados ni comunicados a las
partes afectadas en México. En consecuencia, muchos residentes fronterizos
y otras partes afectadas, así como el gobierno de México, han expresado su
preocupación por la construcción del muro fronterizo.
A mitad de la década de 1990, la Comisión de Cooperación Ambiental
(CCA), un organismo trilateral, comenzó a redactar un acuerdo transfron-
terizo que proporcionaría un proceso transparente para abordar asuntos
con probables impactos ambientales transfronterizos entre Estados Unidos
y Canadá, y entre Estados Unidos y México.3 Los gobiernos de estas dos últi-
mas naciones se enfrascaron en discusiones sobre dicho documento y nunca
llegaron a un acuerdo. En consecuencia, ambas comparten la responsabilidad
por las controversias actuales en torno a los impactos transfronterizos de los
proyectos en la región, ya sea en relación al muro fronterizo, el revestimiento
del Canal Todo Americano o el otorgamiento de permisos para ubicar infrae-
structura energética en sitios cercanos a la frontera.
B ibliografia
Brezosky, L. 2007. Border fence riles Valley Leaders. The Eagle.com (Bryan-College
Station, TX) (Associated Press wire story, published May 2, 2007 in The Eagle.
com). Disponible en: http://209.189.226.235/stories/050207/texas_20070502024.
php. Consultado: el 25 de octubre de 2007.
GNEB annual reports. Disponibles en: http://www.epa.gov/ocem/gneb/gneb_presi-
dent_reports.htm.
Mumme, S. 2005. The Real ID Act and the Tijuana Border Fencing: The New Politics
of Security and Border Environmental Protection”. Paper presented at the Annual
Conference of the Association for Borderlands Studies, Phoenix, A.
Wolf, A., A. Spitz, G. Olson, A. Zavodska y M. Algharaibeh. 2003. Characterization of
the Solid Waste Stream of the Tohono O’odham Nation. Journal of Environmental
Health 65(8): 9-15.
3 El sitio web de la CCA contiene un análisis de antecedentes, una redacción del tratado y otros mate-
riales relacionados con el Texto del Acuerdo de Norteamérica para la valoración de impactos ambienta-
les transfronterizos: http://www.cec.org.