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Las luces golpean con blanca brutalidad. Demasiada, hasta para un foco navideño.

Parece incluso
que es la brutalidad la que golpea con blancas luces, como encarnándose ella misma en fotones de
dolor. Como si su propia condición rabiosa se expresara en el lenguaje de unos adornos lumínicos
colganderos sobre las calles. Los ojos irritados cuyo enrojecimiento

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