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et Logica Magna]
Anónimo
VI
[Logica Directa (seu per se)
et Logica Magna]
Anónimo
Rector
P. Gerardo Remolina Vargas S.J.
Vicerrector Académico
Dr. Jairo Humberto Cifuentes Madrid
Vicerrector Administrativo
Ing. Roberto Enrique Montoya Villa
Derechos reservados
CEANTIC
Coordinación Diseño
Adriana Carolina Díaz
Diseño gráfico
Mónica Medina Correa
Sandro González Bustos
Diagramación
Claudia Rocío Martínez
INSTITUTO PENSAR
Asistente de edición
Ana Carolina Rodríguez
Viviana Dávila
Presentación general................................................................................... 8
I. Objetivo y características de la presente obra............................. 8
II. La producción filosófica del periodo colonial: Su importancia
y su estado de conservación...................................................... 10
III. Orígenes y características de las fuentes
filosóficas coloniales.................................................................. 17
IV. Índice temático........................................................................... 27
V. Orden cronológico de las obras................................................. 29
VI. Índice alfabético de autores...................................................... 31
VII. Índice alfabético de las obras..................................................... 33
VIII. Agradecimientos......................................................................... 35
Presentación de la obra............................................................................. 38
1. Datos bibliográficos..................................................................... 39
2. Descripción física......................................................................... 39
3. Estado de conservación............................................................... 40
4. Observaciones.............................................................................. 40
5. Índice reconstruido...................................................................... 42
Ante todo, para atender a la demanda que con frecuencia se nos hace
de esa obra, particularmente en las ocasiones en que se presenta
alguna muestra de nuestra Biblioteca Virtual. En segundo lugar,
porque en los dos últimos años, el desarrollo de la Biblioteca ha
logrado algunos avances de importancia –tanto en el contenido
científico como en la tecnología y el diseño editorial– que desbordan
en varios puntos a la edición anterior y exigen algunas modificaciones
que justifican la reedición de esta obra. Esto puede comprobarse
fácilmente si comparamos la edición anterior de este volumen (24
obras filosóficas del periodo colonial) con las dos últimas obras publicadas
en la Colección Fuentes Filosóficas (Serie I, Sección I, Volumen II: 22
manuscritos coloniales de filosofía y Serie I, Sección II, nº 001, Physica
Specialis et Curiosa).
Nota previa
Con la obra que el lector tiene ante sí, iniciamos la Colección Fuentes
Filosóficas, que constituye la base insustituible de nuestro proyecto
Biblioteca Virtual del Pensamiento Filosófico en Colombia (BVPFC)1.
.
1
El nombre inicial de nuestro proyecto –que aparece en la edición original de esta obra– fue: Hacia una historia
del pensamiento filosófico en Colombia, 1620- 2000, que en el año 2005 fue sustituido por el que aquí aparece
(BVPFC).
2
Esta división, sobre todo en lo que se refiere en los límites cronológicos de cada época, tiene que ser nece-
sariamente tentativa y provisional porque aún no han sido detectadas ni precisamente determinadas todas las
fuentes primarias de nuestra filosofía y, con más razón aún, porque entre aquellas fuentes que están plenamente
identificadas, son en verdad muy escasas las que han sido objeto de algún estudio aceptablemente amplio y
cuidadoso.
aquí, no es posible reproducir en orden cronológico, dentro de cada
serie, las fuentes que le pertenecen. Por lo tanto, ni la secuencia de
los volúmenes dentro de la serie, ni la secuencia de las obras dentro
de cada volumen, obedecen a un orden cronológico. Trataremos
de compensar, o por lo menos mitigar, las dificultades que puedan
derivarse de esa limitación, ofreciendo a los lectores la ayuda de
algunos índices o de otros indicadores, que les permita tener rápido
acceso al texto de cualquiera de las fuentes.
Como lo indica el título elegido para el presente volumen, todas las obras
que en él se contienen pertenecen a la primera Serie de la colección
y por consiguiente corresponden a la primera etapa de la historia de
nuestra filosofía. El presente volumen consta de nueve tomos. La
distribución de las obras en los distintos tomos, no obedece –como
ya se ha dicho– a ningún criterio temático ni cronológico, obedece
únicamente a criterios prácticos, como por ejemplo, que ninguna obra
quede fragmentada en varios tomos, que todas las obras de un mismo
autor se hallen en secuencia dentro del mismo tomo, etc.
Presentación general
1.1 Esta obra quiere ser mucho más que una Antología del Pensamiento
Filosófico Colonial de Colombia. En ella no se intenta una
compilación de las “mejores” obras filosóficas de nuestra etapa
colonial ni tampoco de las obras más nombradas, de las mejor
conservadas, de las más cercanas al pensamiento moderno o de
cualesquiera otras, seleccionadas con alguno de los innumerables
criterios que podrían establecerse para una antología más o
menos amplia. El objetivo inmediato de este primer volumen de
nuestra Colección Fuentes Filosóficas, consiste en presentar una
muestra aceptablemente representativa de la producción filosófica
en nuestra Etapa colonial, que permita al investigador tener un
primer contacto directo y fidedigno con las fuentes, y apreciar
las numerosas e importantes diferencias que se esconden tras la
aparente monotonía de los textos universitarios coloniales. Estas
diferencias afectan, tanto a los enfoques teóricos y a la calidad
filosófica, pedagógica y literaria de las fuentes, como al estado
de conservación del soporte material de cada una de ellas. La
muestra que presentamos servirá también como un indicador de
la cantidad, la calidad y la extensión de la bibliografía existente
sobre dichas fuentes. Persiguiendo este objetivo, hemos reunido
en esta obra una variada gama de textos del trienio Filosófico y de
la cátedra Teología moral, algunos textos de Teología Escolástica y
otro sobre la fundamentación del Derecho y del quehacer jurídico.
Reproducimos, desde una obra impresa y de gran envergadura
(De usu et abusu doctrinae Divi Thomae) –fruto de muchos años de
trabajo de un profesor eminente–, hasta dos pequeños tratados
que contienen simplemente los apuntes de clase, más o menos
completos y ordenados, de un estudiante desconocido. Incluimos
textos mutilados o inacabados, obras que presentan dificultades
serias para su lectura, debidas a daños de diversa índole, y
obras en muy buen estado de conservación. Presentamos un
Cursus Philosophicus completo y, en algunas ocasiones, reunimos
varias obras de un mismo autor pertenecientes a disciplinas o a
temas diferentes. Presentamos también aquí las dos obras más
antiguas que conocemos, entre las elaboradas por los Maestros
del Nuevo Reino de Granada, junto con otras, anónimas y muy
difíciles de ubicar cronológicamente. Finalmente, entre las obras
reproducidas en el presente volumen, se encuentran algunas
no reseñadas en ninguno de los catálogos conocidos, junto con
un número considerable de las obras más mencionadas por los
escasos investigadores que se han ocupado de nuestro patrimonio
filosófico colonial.
.
3
El alcance del término “filosóficas” debe entenderse en el sentido amplio expuesto en los párrafos 3.4 a 3.6 de
esta Presentación.
autor, del lugar y de la fecha de composición de la obra; d) La
transcripción latina del índice de la obra, realizada en todos los
casos por Erika Tanács; e) Un breve comentario sobre el texto. 2)
La edición “crítica” de las obras. Esta edición es la meta final de la
Colección de Fuentes Filosóficas. Ella completa y perfecciona lo que
en la sección anterior se ha logrado en la búsqueda del instrumento
fundamental para alcanzar la realización total de nuestro proyecto.
No parece éste el lugar adecuado para detenerse en los detalles de
la Edición Crítica, pues la obra que estamos presentando ahora no
va más allá de la Sección de recuperación del texto original, según
acabamos de describir.
.
4
He aquí algunos de los catálogos más amplios y conocidos: Rivas Sacconi, José Manuel: I, (7), 89-121; Quece-
do, Francisco O.F.M.: I, (4), 191-294; I, (5), 855-870. Redmond, Walter Bernand.: I, (6); Pinzón Garzón, Rafael:
I, (3); Lértora Mendoza, Celina: I, (2),. (Abarca un amplio número de obras coloniales de Lógica y Física, que la
autora reseña y describe con alguna amplitud).
vista se pueden encontrar indicadores, precisos e indubitables
(autor, título, tema, fecha, etc) que facilitan esa determinación,
pero a veces hay que acudir a otros indicadores que exigen una
lectura muy cuidadosa de las obras En este contexto, nosotros
consideramos que toda obra elaborada en el Nuevo Reino de
Granada debe ser contabilizada como una fuente independiente.
Así pues, en esta investigación, nos ocupamos primordialmente
del número de obras (es decir, de las piezas que abarcan los
manuscritos) más bien que del número de manuscritos5.
.
5
En el contexto de esta investigación, consideramos como “fuente filosófica colonial” a toda obra de carácter filosó-
fico, elaborada por un profesor universitario o por un “hombre de letras”, radicados en el territorio del Nuevo Reino
de Granada. Lo que entendemos por “fuente –u obra– de carácter filosófico” se irá precisando conforme lo vaya
exigiendo el desarrollo de esta presentación. Por ahora indicamos solamente que nuestro concepto de Fuente Filo-
sófica no se limita a los “Cursus Philosophicus” ni a las exposiciones más o menos amplias de las asignaturas o de
algunos de los temas o tratados propios de la Carrera de Filosofía. En las bibliotecas mencionadas se encuentran
numerosos manuscritos que son copias de obras, elaboradas e incluso impresas, en diferentes países.
discontinuidad en la numeración de los párrafos o la carencia
de títulos o subtítulos correspondientes a las divisiones o
subdivisiones del texto. Aunque aún no hemos podido siquiera
ojear la totalidad de los manuscritos, calculamos –dando fe a
algunas de las reseñas que aparecen en los catálogos bibliográficos
consultados y a otras noticias, directas o indirectas, aportadas
por algunos historiadores–, que más del 65 % de las obras que
en ellos se contienen, pueden ser leídas en todas sus partes, sin
lagunas y otros inconvenientes mayores. Entre las obras restantes,
son pocas las que no pueden ser leídas al menos en un 70% de
sus páginas. Casi todos los manuscritos están encuadernados
en pergamino; la cubierta (tapas y lomo), es de una sola pieza
y las hojas están cosidas con hilo de cáñamo. Por lo general el
estado de la encuadernación es aceptable aunque refleja, con
mucha frecuencia, el desgaste y las manchas propios de un uso
prolongado y, en bastantes casos, el deterioro que se deriva de
lugares y modos de conservación inapropiados o descuidados.
Con frecuencia se puede hallar en el lomo, en forma abreviada,
el nombre del autor (o a autores) y una referencia al título, o a la
temática de la obra (u obras) que contiene el manuscrito.
.
6
Nosotros realizaremos este trabajo para la edición “crítica” que está prevista para todas las obras de la Serie I de
nuestra Colección de Fuentes Filosóficas. Es probable que también se requiera una edición crítica para algunas
de las obras del siglo XIX.
Ninguno de los catálogos de nuestras fuentes coloniales, realizados
hasta hoy –cuya utilidad y mérito reconocemos y agradecemos–
y, ni siquiera el conjunto de todos ellos, puede garantizarnos la
exactitud de ese cálculo. En nuestra opinión, un catálogo completo
y plenamente fiable de nuestras fuentes filosóficas, solamente
será posible como uno de los últimos frutos de nuestro largo
proceso investigativo o de otro trabajo similar. No obstante todo
lo que acabamos de decir, para planear el desarrollo de nuestro
proyecto investigativo y editorial, resulta indispensable disponer
de algunos cálculos o aproximaciones, que puedan ofrecer una
garantía de fiabilidad para nuestras cifras de, por lo menos, un
85%. Nos hemos esforzado mucho para llegar a esa meta, pero
no estamos seguros de haberlo logrado7.
.
7
Con lo expuesto en este párrafo pretendemos, principalmente, advertir al lector para que sea precavido en el
posible manejo de los datos numéricos que ofrecemos a continuación.
8
En estas páginas, el término académico, aunque incluye al término universitario, no coincide adecuadamente
con él. Académico se aplica también a un tipo de textos (especulativos, científicos y profesionales) que, sin estar
destinados directamente a la docencia o a la discusión universitaria, alcanzan un nivel intelectual igual o superior
al que es usual en las aulas. Aunque en el periodo colonial este tipo de obras son poco frecuentes, tienen gran
importancia para nuestro conocimiento de la filosofía de esa época.
obras académicas coloniales, es considerablemente más alto que el
consignado en las catalogaciones realizadas hasta ahora. Creemos
fundadamente que el número total de esas obras es próximo a 330
(trescientos treinta). La extensión de esas obras es muy diversa: las
hay con más de trescientos folios y con menos de quince, es decir,
con más de seiscientas páginas y con menos de treinta. Aplicando
a esas obras los criterios establecidos para determinar las que, entre
ellas, deben tenerse como Fuentes filosóficas neogranadinas, –criterios
que en el próximo apartado [2] quedarán plenamente precisados–, se
puede llegar a la suma de ciento sesenta fuentes filosóficas, de acuerdo
con el sentido que reservamos para este término. La distribución
cronológica de tales fuentes puede establecerse así: No hallamos
ninguna fuente del siglo XVI, aunque pueden contarse unas treinta y
dos obras académicas de ese siglo traídas de España o de otros lugares
de Hispanoamérica. Del siglo XVII, según nuestros datos, se conservan
aproximadamente ochenta y cuatro obras académicas, entre las cuales
pueden encontrarse treinta y ocho fuentes filosóficas. Del siglo XVIII
parece posible hallar unas doscientas cuatro obras académicas, de
las cuales ciento dieciocho serían fuentes filosóficas. De las primeras
décadas del S. XIX, pueden hallarse cuatro o cinco obras de carácter
filosófico muy probablemente escritas en el Nuevo Reino.
3.1 La inmensa mayoría de las fuentes filosóficas, –igual que las de las
restantes disciplinas–, son producto de la actividad docente de los
distintos centros de Estudios Superiores que funcionaron durante
el periodo colonial; esto es: universidades, colegios mayores,
colegios conventuales y seminarios. Todas las fuentes filosóficas
de esta época, excepto una, impresa en Europa, son manuscritos.
Esta característica que se prolonga hasta las primeras décadas del
siglo XIX, (es decir, hasta trescientos ochenta años después de la
invención de la imprenta), se debió a dos circunstancias íntimamente
ligadas entre sí. La primera, consistía en la imposibilidad práctica
de ofrecer o de exigir a los estudiantes el uso de textos impresos
para el estudio de las asignaturas que integraban el currículo. La
utilización de un texto guía impreso, era un recurso pedagógico
que, a comienzos del siglo XVII, ya no era infrecuente en los
centros de estudios superiores de Europa. Sin embargo, y pese al
empeño de algunas órdenes religiosas para introducir esa práctica
en las aulas de América9, no fue posible lograrlo. Entre nosotros
esa imposibilidad se originaba, por un lado, en la carencia de una
imprenta local10 y, por otro lado, en los elevados costos que suponía,
tanto para las instituciones educativas como para los estudiantes,
la importación de manuales impresos en el Viejo Mundo. Igual, o
aún más costosa, era la importación de las obras de los grandes
autores de la tradición o de los maestros escolásticos más famosos
.
9
Rivas, Sacconi, José Manuel: I, (7), 89-91 (notas 1, 2, 3 y 4) La práctica del dictado y las dificultades que ella
entraña se hicieron notar en toda la América Hispánica. (cfr. John T. Lanning: II, (13) 276 ss.). Con el recurso a
un texto impreso se buscaba que la clase fuera más activa y con mayor altura teórica que la usual en bastantes
claustros. Se pretendía igualmente que el tiempo de estudio de los alumnos tuviese un carácter más reflexivo y
menos memorístico. Más concretamente, se quería evitar que los profesores ocuparan la mayor parte del tiempo
de la clase en dictar el texto, en lugar de dedicarlo a explicar a fondo los temas y a ampliar y comentar crítica-
mente el texto impreso. Por otra parte, con ese recurso bibliográfico se garantizaba al estudiante un horizonte
intelectual más amplio que el de sus cuadernos de apuntes. Los problemas del “dictado” se fueron acrecentando
con el correr de los años y en proporción directa a la falta de competencia y de actualización científica o filosófica
de los profesores.
10
La primera imprenta que funcionó en el Nuevo Reino de Granada, llegó a Santafé en 1737, enviada desde Espa-
ña al Colegio Máximo de la Compañía de Jesús (Universidad Javeriana), por el Procurador General de Indias para
dicha Orden. Las primeras publicaciones aparecieron en 1738. El número total de publicaciones fue bastante
reducido, lo mismo que el número de páginas de cada una de ellas. Las trabas que puso la Administración Estatal
al funcionamiento de esta imprenta, su limitada capacidad y las dificultades técnicas y financieras que tuvo que
afrontar, impidieron su desarrollo. La imprenta vuelve a funcionar en el Nuevo Reino, de un modo definitivo, en
1780, y fue entonces una imprenta montada por el Estado. No se conocen publicaciones impresas de Filosofía
anteriores a la tercera década del siglo XIX. Cfr. Higera, Tarcisio: II, (10),. 70-83.
en los siglos XVI al XVIII. Por múltiples razones, la utilización de
estas obras, o de fragmentos de ellas, como base de la clase de
Filosofía o de Teología, resultaba aún más impracticable que la
utilización de manuales impresos. La segunda circunstancia que
se halla en la base de la proliferación de manuscritos universitarios
de Filosofía y de Teología, fue la funcionalidad y la eficacia que
tales manuscritos demostraron durante más de siglo y medio en
las labores de docencia, y además el notable influjo que ejercieron
en el trabajo profesional de los graduados. Estos factores positivos
debieron compensar, al menos parcialmente, los peligros que se
pretendía sortear con la adopción de un libro de texto impreso.
.
11
Con lo expuesto en este numeral [3.2], pretendemos, entre otros objetivos, prevenir al lector sobre las deficien-
cias que pueden hallarse en la calidad de nuestras fuentes filosóficas y advertir sobre la eventual conveniencia de
no incluir entre las fuentes filosóficas algunos de los textos escolares que han llegado hasta nosotros. En estos
casos, realmente extremos, dejaremos clara constancia de su existencia y del lugar en que se conservan.
recayese directamente en manos de la Iglesia y, sobre todo, en
las manos de la Ordenes Religiosas12. Los Dominicos (Universidad
Tomística), los Jesuitas (Universidad Javeriana) y los Ermitaños
de San Agustín (Universidad de San Nicolás)13, regentaron con
suficiente autonomía sus propias universidades, pugnando por la
hegemonía doctrinal y social y, por ello, marcando exageradamente
y con bastante cautela sus diferencias dentro del campo, más
bien estrecho, de lo que en esa época se consideraba ortodoxo.
El Colegio Mayor de Nuestra señora del Rosario (Clero Secular),
sin poseer propiamente el título de universidad, fue uno de los
centros de estudios universitarios más prestigiosos del Nuevo
Reino. También el Colegio de San Buenaventura (Franciscanos) y el
Colegio-Seminario de Popayán (Jesuitas) –que entre 1744 y 1767
fue reconocido como universidad, con el nombre de Academia
de San José–, desarrollaron cursos de nivel universitario durante
muchos años. Después de la expulsión de los jesuitas (1767),
se establecieron en el Real Colegio Mayor y Seminario de San
Bartolomé, varias cátedras universitarias. Todas de las fuentes
filosóficas coloniales que hasta hoy se conocen, son producto de
la actividad docente llevada a cabo en los centros de estudios
.
12
Resulta relativamente frecuente hallar historiadores del pensamiento científico y filosófico en el Nuevo Reino,
que ven en este hecho un factor determinante de algunas de las limitaciones más pronunciadas del desarrollo
científico y cultural de este Virreinato. Ven, concretamente en este hecho, una causa profunda del alto grado de
aislamiento y enclaustramiento teórico que se advierte entre muchos de nuestros maestros universitarios, con
respecto al pensamiento científico y filosófico de su época; aislamiento, que según tales historiadores, fue no-
tariamente muy superior al registrado comúnmente en Hispanoamérica. Es este, sin duda, un tema interesante
que bien merece un estudio amplio y detallado que pueda arrojar plena luz sobre la extensión y la solidez de esa
hipótesis. (Véase, por ejemplo, Lértora Mendoza, Celina: I, (2), 21-31; Martínez-Chavanz, Regino: II, (14), 81 ss;
Marquínez, Germán: II, (16), 56-60; 86-89, quienes muestran divergencias sobre el tema).
13
Esta Universidad funcionó durante 77 años. Inició sus labores en 1698 y fue suprimida por la propia orden
agustina en 1775. Los primeros cuarentaiún años tuvo su sede en el propio convento de los agustinos. En 1739
la universidad se trasladó a un local independiente del convento y “vivió” una época de apertura hacia las “ciencias
útiles” y hacia la crítica a los formalismos escolásticos. Cfr. Salazar, José Abel: II, (28), Rodríguez Cruz, Agueda
María, O.P.: II, (27).
superiores referidos en este párrafo. La inmensa mayoría de estas
fuentes se originaron en la Universidad Javeriana, en la Universidad
Tomística y en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
En el momento actual de nuestro proceso investigativo, no es
posible ofrecer datos más precisos sobre este punto.
.
14
Entendemos aquí por obra filosófica, no solo los textos universitarios de filosofía sino también los otros escritos
académicos que pretenden abordar con profundidad y rigor una temática reconocida como filosófica, esto es,
como propuesta de justificación, fundamentación o iluminación teórica última acerca del conocimiento, del origen
y constitución de la naturaleza y sobre el sentido, la orientación y los comportamientos de la vida humana.
15
Con este nombre o también con los de Teología Sistemática, Teología Escolástica o Teología Especulativa, se
designaba al área más teórica de la Teología, en cuanto unidad orgánica de doctrina, y se la distinguía de otras
áreas como la Moral, la Exégesis Bíblica y la Teología Histórica o Positiva.
Liberalium Artium ineundum curriculum; las Summulæ o Logica Minor,
que contenía un compendio lógico—metodológico puramente
instrumental necesario para la comprensión y organización del
discurso filosófico y para el manejo de la argumentación en
las discusiones escolásticas; y la Logica Mayor, que comprendía
las cuestiones básicas de la teoría aristotélico-escolástica del
conocimiento y la fundamentación teórica de la Lógica y la
Metodología científica. Esta era la temática del primer año cuya
exposición ocupaba generalmente el primer volumen del Cursus
Philosophicus. El segundo año se dedicaba al estudio de la Física
aristotélica y, ocasionalmente, a informar sobre algunas teorías
y planteamientos de la ciencia moderna, que, por lo general
eran criticados aunque pocas veces en actitud de total rechazo.
El estudio de la Física aristotélica, no se limitaba al estudio de
algunos pasajes de los libros del gran tratado aristotélico que hoy
conocemos como Física. Tal estudio constituía normalmente la
columna vertebral del curso básico de Física. A veces la temática
general del segundo año se designaba con el título más amplio de
de Filosofía de la Naturaleza o Philosophia Naturalis. De hecho, con
el correr de los años, se incrementó el estudio de algunos temas
específicos de la Filosofía Natural, abordados ya por Aristóteles
en tratados particulares, más cercanos a la observación empírica
y con mucha menor carga especulativa que los “ocho libros de
la Gran Física”. En la medida en que los tratados o los temas
particulares de Física ocupaban más espacio, en el currículo solía
acortarse, y a veces hasta esquematizarse, aquella problemática
metafísico– especulativa que antes se consideraba lo esencial del
segundo año de Filosofía. Sin embargo tenemos la impresión de
que lo especulativo prevaleció sobre lo práctico hasta el final de la
Colonia. Con todo, es necesario destacar que la Física es la materia
de la carrera de Filosofía sobre la que se registra un mayor número
de obras y que, numerosos y destacados maestros (Martínez
de Ripalda, Mimbela y Ferraro, entre otros), la señalaban como
particularmente grata e interesante para los alumnos. La temática
central del tercer año fue la Metafísica o Filosofía Primera que, según
uno de los filósofos más destacados de todo el periodo colonial,
tenía la misión de “debatir con sumo cuidado las controversias
más productivas y de más peso [o influjo] de toda la filosofía”16.
También en el tercer año se solían estudiar las cuestiones sobre
filosofía de la vida, correspondientes a los tratados aristotélicos De
Generatione et Corruptione y específicamente al De Anima. La mayor
parte de las fuentes filosóficas que hoy se conservan, provienen
del trienio Filosófico, aunque no siempre formaron parte de un
Cursus Philosophicus completo. Parece que no pocas veces los
profesores escribían solamente el texto de alguna, o algunas de
las asignaturas del currículo. Acontecía también que, los alumnos
o los encargados de las bibliotecas, copiaban o mandaban copiar,
solamente aquellos tratados que consideraban de mayor interés.
De hecho, los “Cursus philosophicus” que se conservan completos,
son bastante escasos. La causa de esta escasez podría ser, tanto
la pérdida de algunos volúmenes del “Cursus” como que el autor
no los hubiera escrito.
.
16
Juan Martínez de Ripalda: De usu et abusu doctrinæ divi Thomæ, Leodii. GH Streel. 1704, Pars I, Opusc. I
proemium p.23
trascendencia doctrinal en la época, que por falta de madurez
en gran parte del alumnado, apenas podían ser esbozados en
los cursos de Filosofía. Pero otras veces se trata también de
planteamientos que por exigencias internas de la sistemática
escolástica o, sencillamente por tradición, se posponían hasta la
última y más alta etapa de la formación universitaria, es decir,
la Teología17. Esta gradualidad en el estudio de la problemática
filosófica y la imbricación de lo filosófico y lo teológico, que son
características de la formación y del pensamiento escolástico18,
nos platean un grave problema práctico a la hora de definir
concretamente qué obras de Teología deben ser consideradas como
fuentes filosóficas. Para hacer frente a este problema nos basamos
en dos convicciones: Por una parte, que no todas las obras de
Teología contienen alguna profundización o ampliación de temas
o de argumentaciones propiamente filosóficas lo suficientemente
extensas o novedosas que merezcan ser rescatadas como una
muestra paradigmática –o por lo menos sobresaliente– de un
autor, de una escuela o de una corriente filosófica. Por otra parte,
también estamos convencidos de que no es posible aceptar que
cualquier obra de Teología, por el sólo hecho de ser tal, pueda
tomarse como una fuente filosófica. Esto supondría, entre otros
despropósitos teóricos e históricos, desconocer las enérgicas
aseveraciones de los maestros coloniales sobre las diferencias
entre las “Scientiæ naturales” y la “Scientia Theologica”, a la que,
en cierto modo y medida, las otras ciencias le están sujetas y le
.
17
Conviene recordar que en los cursos de Filosofía se hallaban con frecuencia estudiantes de 12 y 13 años de
edad y que, en algunos casos, hubo bachilleres en Filosofía de sólo 13 años. Por esto, se hacia necesario reto-
mar –o simplemente abordar por primera vez– el estudio de cuestiones filosóficas particularmente complejas, sólo
cuando, ya en la facultad de Teología, el estudiante hubiera alcanzado mayor madurez intelectual y cultural. (Cfr.
Germán Marquínez: II, (16), 20-23.)
18
No es posible analizar aquí el origen y motivos de estas características.
sirven de instrumento, sin que de esto pueda seguirse jamás que
la Teología tenga la potestad de interferirlas, o sustituirlas en
los terrenos que les son propios19. Supuestas estas convicciones,
nos hemos propuesto resolver el problema práctico señalado, de
la forma siguiente: 1. Analizaremos brevemente aquellas obras
Teológicas –especialmente las de los autores más connotados–,
que traten con cierta amplitud temas o problemas comúnmente
estudiados en la Filosofía, y elaboraremos un catálogo de ellas.
2. Aunque no todo el contenido de una obra seleccionada sea de
interés filosófico, reproduciremos la obra en su totalidad para
evitar la descontextualización de las doctrinas expuestas en ella.
3. Reconociendo de antemano que nuestra selección puede tener
deficiencias importantes, publicaremos un catálogo bibliográfico
de las obras no seleccionadas. Así se facilitará, en una segunda
edición, de cada uno de los volúmenes de fuentes, la inclusión de
algunas obras no seleccionadas, o la sustitución de alguna de las
seleccionadas.
.
19
Esto no impide que, incoherentemente y con falta de precisión conceptual, en la práctica, se haya actuado en
contra de tales convicciones.
filosóficas. Se incluirán efectivamente todas las que cumplen
con los dos requisitos mínimos exigidos para incluir entre las
fuentes filosóficas alguna obra proveniente de otras disciplinas,
a saber: Contener un discurso racional, riguroso y sólidamente
estructurado, sobre una temática reconocida como filosófica en
el medio cultural de su época, y haber sido elaborada por un
maestro universitario u otro “hombre de letras”, nacido en el
Nuevo Reino de Granada o radicado en él.
Physica
Mateo Mimbela S.J.
Physices Tractatus. (Vol. I. Tomo II. Obra No. 2)
Mateo Mimbela S.J.
Brevis notitia de coelo et astris. (Vol. I. Tomo II. Obra No. 3)
Ignacio Ferrer S.J.
[Physicæ Disputationes]. (Vol. I. Tomo III. Obra No. 6)
Manuel Balzategui S.J.
Disputationes in Universam Aristotelis Physicam. (Vol. I. Tomo V.
Obra No. 12)
Manuel Balzategui S.J.
Tractatus de principiis extrinsecis sive de causis. (Vol. I. Tomo V.
Obra No. 13)
Francisco Javier Trías S.J.
Physica Specialis et Curiosa. (Vol. I. Tomo VI. Obra No. 15)
Anónimo
[Brevis Tractatus de Generatione et Corruptione]. (Vol. I. Tomo VII.
Obra No. 18)
José Yarza S.J.
Dissertationes Scholastico-empiricæ in Generalem Aristotelis
Physicam iuxta utriusque doctoris, Angelici et Eximii, mentem
elaboratæ. (Vol. I. Tomo VIII. Obra No. 21)
José de Urbina S.J.
Disputationes in Octo libros Physicorum Aristotelis Stagyritæ. (Vol.
I. Tomo IX. Obra No. 24)
Metaphysica
Juan Martínez de Ripalda S.J.
De usu et abusu doctinæ Divi Thomæ. (Vol. I. Tomo I. Obra 1)
Mateo Mimbela S.J.
Tractatus de Divina essentia et attributis [Dei]. (Vol. I. Tomo II. Obra
No. 4)
Ignacio Ferrer S.J.
Disputationes in Libros [Aristotelis] de Methaphysica. (Vol. I. Tomo
III. Obra No. 7)
Francisco Javier Trías S.J.
Metaphysica Aristotélica. (Vol. I. Tomo VI. Obra No. 14)
De Anima
Ignacio Ferrer S.J.
Disputationes Scholasticæ in Aristotelis libros de Anima. (Vol. I.
Tomo III. Obra No. 8)
Anónimo
[Brevis tractatus de Anima]. (Vol. I. Tomo VII. Obra No. 19)
Moral
Juan Antonio Varillas S.J.
Tractatus de Conscientia. (Vol. I. Tomo IV. Obra No. 9)
Juan Antonio Varillas S.J.
Tractatus perutilis de Actibus Humanis. (Vol. I. Tomo IV. Obra No. 10)
Juan Antonio Ferraro S.J.
[De Iustitia et Iure]. (Vol. I. Tomo VII. Obra No. 17)
Martín de Eussa S. J.
Controversia de Restitutione Necesaria Pro Injuriis et Damnis in Omnibus
Humanorum Bonorum Generibus. (Vol. I. Tomo VIII. Obra No. 20)
Jacinto Antonio Buenaventura
Tractatus de actibus humanis. (Vol. I. Tomo IX. Obra No. 23)
Anónimo
[Brevis tractatus de Anima]. (Vol. I. Tomo VII. Obra No. 19)
Anónimo
[Brevis Tractatus de Generatione et Corruptione]. (Vol. I. Tomo VII.
Obra No. 18)
Anónimo
[Logica Directa (seu per se) et Logica Magna]. (Vol. I. Tomo VI. Obra
No. 16)
Manuel Balzategui S.J.
Disputationes in Universam Aristotelis Physicam. (Vol. I. Tomo V.
Obra No. 12)
Manuel Balzategui S.J.
Logica universa iuxta Doctoris Eximii mentem elaborata. (Vol. I.
Tomo V. Obra No. 11)
Manuel Balzategui S.J.
Tractatus de principiis extrinsecis sive de causis. (Vol. I. Tomo V.
Obra No. 13)
Jacinto Antonio Buenaventura
Tractatus de actibus humanis. (Vol. I. Tomo IX. Obra No. 23)
Jerónimo Escobar S.J.
[Lógica] Summulæ seu Introductio ad Aristotelis Dialecticam. (Vol. I.
Tomo VIII. Obra No. 22)
Martín de Eussa S. J.
Controversia de Restitutione Necesaria Pro Injuriis et Damnis in
Omnibus Humanorum Bonorum Generibus. (Vol. I. Tomo VIII. Obra
No. 20)
Juan Antonio Ferraro S.J.
[De Iustitia et Iure]. (Vol. I. Tomo VII. Obra No. 17)
Ignacio Ferrer S.J.
Disputationes in Libros [Aristotelis] de Methaphysica. (Vol. I. Tomo
III. Obra No. 7)
Ignacio Ferrer S.J.
Disputationes Scholasticæ in Aristotelis libros de Anima. (Vol. I.
Tomo III. Obra No. 8)
Ignacio Ferrer S.J.
[Logica]. (Vol. I. Tomo III. Obra No. 5)
Ignacio Ferrer S.J.
[Physicæ Disputationes]. (Vol. I. Tomo III. Obra No. 6)
Mateo Mimbela S.J.
Brevis notitia de coelo et astris. (Vol. I. Tomo II. Obra No. 3)
Mateo Mimbela S.J.
Physices Tractatus. (Vol. I. Tomo II. Obra No. 2)
Mateo Mimbela S.J.
Tractatus de Divina essentia et attributis [Dei]. (Vol. I. Tomo II. Obra No. 4)
Juan Martínez de Ripalda S.J.
De usu et abusu doctinæ Divi Thomæ. (Vol. I. Tomo I. Obra 1)
Francisco Javier Trías S.J.
Metaphysica Aristotélica. (Vol. I. Tomo VI. Obra No. 14)
Francisco Javier Trías S.J.
Physica Specialis et Curiosa. (Vol. I. Tomo VI. Obra No. 15)
José de Urbina S.J.
Disputationes in Octo libros Physicorum Aristotelis Stagyritæ. (Vol. I.
Tomo IX. Obra No. 24)
Juan Antonio Varillas S.J.
Tractatus de Conscientia. (Vol. I. Tomo IV. Obra No. 9)
Juan Antonio Varillas S.J.
Tractatus perutilis de Actibus Humanis. (Vol. I. Tomo IV. Obra No. 10)
José Yarza S.J.
Dissertationes Scholastico-empiricæ in Generalem Aristotelis
Physicam iuxta utriusque doctoris, Angelici et Eximii, mentem
elaboratæ. (Vol. I. Tomo VIII. Obra No. 21)
VIII. Agradecimientos
P resentación
de l a obra
.
[Logica Directa (seu per se) et Logica Magna]
Presentación de la obra
1. Datos bibliográficos
Entidad Depositaria: Biblioteca del Instituto Caro y Cuervo, Yerbabuena
Ciudad: Bogotá
Autor: Anónimo
Presentación: Manuscrito
2. Descripción física
Tamaño: 20.5 X 15 cm. Lomo: 2 cm
Papel: De Cereal
Tinta: Caparrosa
Índice: No tiene
3. Estado de conservación
En términos generales: Muy bueno
Desperfectos
c Tinta: En los títulos y subtítulos la tinta traspasa frecuentemente el papel
pero no impide la lectura
c Manchas: Algunas manchas de tinta, especialmente hacia el final de la
obra
4.Observaciones
El título lo hemos reconstruido a partir de las divisiones internas de la obra y
de la terminología utilizada en tales divisiones. Hay bastantes indicios internos
de que las dos grandes partes en que se divide el texto (Logica Directa y
Logica Magna) están concebidas como una sola obra que consta de una parte
Del autor no tenemos indicio sólido alguno. En la primera Prolusio, tras una
breve reseña biográfica de Descartes, promete exponer, en la Física –que solía
estudiarse en el segundo año de carrera–, el sistema cartesiano del mundo.
Por el enfoque, el contenido y los autores citados, puede pensarse que el autor
fue un jesuita. Profesor de la Javeriana. Critica enérgica y constantemente a los
tomistas. Sus autores más citados son Francisco Suárez y otros jesuitas. Sólo
un cuidadoso examen del texto y un cotejo con otras obras de la época, podrán
ofrecernos algunas pistas seguras sobre el autor y la fecha de esta obra.
Hemos denominado a este texto “Pieza 1” porque, hacia el final del volumen,
hay un texto en español que consta de 15 folios, y lleva el título de Arte
poética de Horacio. Tampoco aparecen ni la fecha, ni alusión alguna al autor de
este breve texto, escrito con una letra muy distinta a la del texto filosófico, y
probablemente en una fecha bastante posterior a la de éste.
En el catálogo elaborado por el profesor Rafael Pinzón Garzón: I, (3), 88, esta
obra aparece registrada con el número 229 y bajo el título: Prolutio Prima de
scientia, origine, nomine, fine et fortuna philosophiæ, que en realidad, corresponde
al primero de los tres “preludios” con que comienza la obra. La profesora
Celina Lértora Mendoza: I, (2), 246-252, ha reseñado y resumido brevemente
esta obra.
5. Índice reconstruido
E r i ka Ta n á c s
Prooemium
Prolutio prima de essentia, origine, nomine, fine et fortuna philosophiae
Prolutio secunda, arguenti et respondenti leges indicuntur
Prolutio tertia, tres mentis operationes proponit
Logica Magna
Prooemium
Liber primus, de logicae prooemialibus
Disputatio prima, essentia, perfectiones, necessitatem et causas logicae
inquirit
Sectio prima, logica directa definitur
Sectio secunda, de logicae perfectionibus agit
Sectio tertia, de necessitate logicae agit
Sectio quarta, adversariorum argumentis respondet
Sectio quinta, de causis, influxu et subalternatione logicae
Disputatio secunda, de divisionibus logicae directae agit
Sectio prima, logica speciatim dividitur
Sectio secunda, de divisione logicae in practicam et speculativam
Sectio tertia, de divisione logicae in actualem et habitualem
Sectio quarta, solvit argumenta contraria
Disputatio tertia, de objecto logicae in communi et in particulari
Sectio prima, nostra sentencia de objecto logicae
Sectio secunda, thomistarum sententia de objecto logicae proponitur et
rejicitur
Sectio tertia, audiuntur thomistae
Sectio quarta, de conceptibus pure objectivis
R eproducción
digital
de l a obra
original
.