Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CALENTAMIENTO GLOBAL
Expertos proponen una insólita gran migración asistida por el ser humano para
salvarlos
MANUEL ANSEDE
11 JUL 2015 - 12:21 CEST
“Un mundo sin abejorros sería silencioso, triste y más pobre”, lamenta el
biólogo Jeremy Kerr. “Muchas especies de plantas entrarían en declive, y los
jardines y la agricultura de Norteamérica y Europa sufrirían pérdidas económicas.
No creo que nadie sea capaz de imaginar cuántos daños habría”, continúa. “Los
tomates, por ejemplo, dependen de los abejorros”.
Kerr, de la Universidad de Ottawa (Canadá), no está preparando un libro de ciencia
ficción. Su equipo acaba de constatar que el planeta se queda poco a poco sin
abejorros, esos insectos polinizadores que pululan por el campo en busca de néctar
y en su periplo intercambian polen entre las partes femeninas de una flor y sus
partes masculinas. Sin esta polinización, y la llevada a cabo por las abejas y otros
animales, no habría reproducción vegetal. No habría frutos ni semillas. El 35% de la
producción mundial de alimentos procede de cultivos que dependen de los
polinizadores.
“Las regiones en las que estos efectos son peores, con pérdidas en el rango de
distribución de hasta 300 kilómetros, están en el sur de Europa y de Norteamérica.
Lugares como España, Italia y el sur de Francia”, alerta Kerr. Su estudio se publica
hoy en la revista Science.
Los abejorros han desaparecido en las tres últimas décadas de la franja sur que
ocupaban entre 1901 y 1974, cuando el clima era menos cálido. “Tan solo en los
últimos 35 años, las áreas que hemos estudiado se han calentado entre dos y tres
grados”, incide el biólogo. “Nuestros resultados sugieren que especies como los
abejorros simplemente no son capaces de adaptarse a estos cambios. Están
desapareciendo”, advierte.
España es uno de los países más afectados, con pérdidas del rango de
distribución de 300 km por el sur
“Un bicho que solo se encuentra a partir de los 2.000 metros de altitud en área
mediterránea tiene muy poco margen de supervivencia. Si sube por el calor, se
queda sin territorio”, apunta Castro.
Kerr hace una propuesta osada para salvar a los abejorros, más allá de reducir las
emisiones de CO2 para detener el calentamiento global. El profesor canadiense
propone “una migración asistida”, extraer las colonias amenazadas de su hábitat
natural y llevarlas a regiones menos cálidas en el norte. “Esto nunca se ha intentado
a escala continental ni para un grupo grande como este, pero hemos llegado al
punto en el que es necesario discutirlo”.
Los abejorros prefieren climas más fríos, hacia los trópicos abundan más las abejas
El ecólogo, director de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad en Mieres
(Asturias), ya mostró en 2013 que el rango de distribución de los abejorros de la
cordillera Cantábrica se estaba elevando, en respuesta a un calentamiento regional
de 0,8 grados en las últimas dos décadas. Dos especies, Bombus
cullumanus y Bombus laesus, se extinguieron localmente. El nuevo estudio
de Science “es muy valioso para establecer pautas a escala global de lo que ya
sabíamos para determinados lugares de Europa y Norteamérica”, según Obeso.
El trabajo de Kerr, sin embargo, deja una laguna, a juicio del investigador español:
¿por qué los abejorros huyen del sur y no colonizan nuevos lugares más al norte?
“Hay una hipótesis muy clara. Para colonizar tienen que encontrar sus fuentes de
alimento, las plantas a las que polinizan, pero los vegetales no se desplazan a la
misma velocidad”, conjetura. Esta hipótesis obligaría a planificar muy bien la
migración asistida que plantea Kerr.
El enemigo de los abejorros quizá no sea exactamente el calor, sino los parásitos,
aventura el ecólogo español. “Los abejorros en lugares de mayores temperaturas
presentan más parasitosis, aunque esto de momento es solo una hipótesis”,
reconoce.