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Ticio Escobar E] mito del arte y el mito del pueblo Cuestiones sobre arte popular ediciones/metales pesados ren ein: li de ry et mio del parle Caton sire pep, RO Balnc ae dl Ba Aten, 1386 st ISBN: 978 Reg. de Prop. Diseio y diagramacién: Paloma Castillo Conresiin: Deis Es ul de San Francisco Sokino, cio Escobat. ‘comunidad de Tnmpresi: Sales Impreores SA. edicionesmetales pesados Sanviago de Chile, 2008 Prélogo ala segunda edicién Introduccién. Revisar con criterio editorial una obra propia escrita hace iis de veinte afios resulta una tarea complicada: Fl mito del arte yel mito del pueblo fue redactado entre 1985 y 1986 en el contexto de circunstancias histéricas muy diferentes alas actuales; pero también en la escena de un debate que a lo largo de dos décadas ha desplazado perspectivas e incorpora- do otras cuestiones. Creo que, a pesar de estos cambios (o incluso, en razén de ellos mismos) puede resultar teil reedi- tar un texto que traduce (a su manera) cl estado de aquel debate y arriesga una interpretacién del lugar del arte en un terreno poco claro. El trabajo de revisidn se vio dificultado, ademas, por el intento de respetarel sentido de la primeraedicién, su valor documental y su caricter testimonial de época. Por eso, este reajuste editorial se aclaraciones y reordenamientos minimos del material, cui- itd a realizar correcciones e introducit dando que esas intervenciones no alterasen el contenido dela publicacién de 1987 ni modificasen el estilo de su escritura, 5 Scha circunserito ast, ciertos puntos la sintaxis y agregar decerminados subtitulos. “También ha aftadido notas aclaratorias de situaciones hist6ri- ales, asi como datos relativos a cambios abreviar algunos parralos, aligerar en cas muy coyul ocurridos Inego de la primera publicacién, En lo posible se han conservado las Fotografias originales, pero ante la pérdi- da de algunas de elas y la oportunidad de contar con nuevas imagenes que aportasen ala del tema, se ha opta- do por incluir también éstas. Por tiltimo, este prélogo vuelve sobre algunos concep- tos empleados en el texto original desde la perspectiva de pensamientos posteriores y destaca cuestiones que, esbozadas de manera incipiente en aquel texto, adquieren interés en la discusién contemporsnea sobre el tema La escena propia El mito del arte... fae escrito durante la dictadura de Alfredo Strocssner (1954-1989); el fatidico régimen se en- , Peto entonces no se intufa contraba yaa pocos afios dest. su tan deseado detrocamiento: el mito de la dictadura hacia que ésta fuera percibida como eterna. Ya se sabe que el go- bierno ar stroessnerista se basaba en rigurosos sistemas de represién y censura, de modo que la escrituta del libro, por mds que osara nombrar algunas figuras innombrables, hhubo de recurrira prudences rodeos y omi del libro de Giuseppe Prestipino titulado La controversia es- sética en el marsismo, cuvo que ser amputada, de modo que “en el marxismo” qued6 afuera. Quise conservar la cicatriz de esa mutilacién —que en cualquier otra circunstancia const tuirfa un atentado al rigor académico— como una pieza pe- quefia de la memoria: un gesto de testimonio personal de las frases calladas, as palabras prohibidas y los libros quemados, confiscados o enterrados durante esas décadas demasiado lar- gas. No es casual que la portada correspondiente a la primera cedicién, disefiada por Osvaldo Salerno, se encontrara ilustra- dacon la imagen de un grafitti callejero censurado: las tupi- das manchas negras pintadas por la policia aparectan sofocan- do las cifras propiciacorias del clamor ola esperanza. 1982 yo habia publicado un libro, Una interpreta- itn de las artes visuales en el Paraguay, cuya escrivara me Ieyé a enfrentar la cuestién del arce popular: sus imagenes cenfan (siguen teniendo) una presencia tan fuerte que se vol- via inevitable considerarlas a la hora de hablar de arte. No resulta necesario aclarar que el Paraguay es un pais duro de vivir, Pero tiene sus compensaciones: una de ellas consiste en la petiddica elasién de antiguas formas desconocidas, consi- deradas extinguidas 0 ignoradas por los estudios de la cultura (no digamos ya del arte), Entre 1984 y 1986, quienes escéba- mos trabajando en el Museo del Barro, inaugiarado pocos afios antes, tuvimos acceso (“descubsimos” esa palabra, aun- ‘que suene pretenciosa) a rituales potentes que, en Una inter _presacién, .. figuraban como perecidas: la desmesurada cere- ia de los ishir, el ritual de los chiriguano-guarant y las

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