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Ricos y Pobres

“La religiosidad”
Serie: Religión práctica
Mensaje diez

“La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan
opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea
necesitado de venderse”
Jean Jacques Rousseau

La riqueza y la pobreza son dos partes de una misma realidad y hemos vivido
inmersos en ellas desde que el hombre pecó en el huerto del Edén. Riqueza
y pobreza son dos antónimos, así como también lo son sapiencia e
ignorancia, grandeza y pequeñez, fuerza y debilidad. Desde un punto de
vista practico, no tenemos que consultar un diccionario para conocer el
significado de las palabras riqueza y pobreza, ya que todos conocemos su
significado. Riqueza simplemente significa abundancia y pobreza
simplemente significa escasez. Sin embargo, la riqueza y la pobreza van un
poco más allá de la simple definición, porque particularmente la pobreza
está más en la mente que en los recursos, alguien podría no tener
absolutamente nada y ser rico y una persona podría poseer una fortuna y
ser tremendamente pobre ¿Como lo entendemos?

Hay ricos que lo único que poseen es dinero, y solo se les llama ricos por esa
condición, pero una persona que tiene lo necesario para vivir, que esta con
salud, que disfruta lo que hace en la vida, aunque no tenga mucho dinero
es verdaderamente rica.

Hace unos años salió un estudio en el New York Times sobre la verdadera
riqueza y contaba el cronista acerca de dos personas: El primero un doctor
estético que vivía en Beverly Hills, maneja un Mercedes Benz, una casa de
más de un millón de dólares y una jugosa cuenta en el banco. El segundo
un bombero de la zona de Pensilvania que tenia un pequeño y cómodo
rancho en las afueras de la ciudad, maneja un jeep de cinco años de uso y
una cuenta bancaría con el ahorro de su vida, el periodista hizo la
investigación de que pasaría si los dos se quedaran sin trabajo y tuvieran que
mantener su ritmo de vida de ahí en adelante y la conclusión fue que el
doctor en cuestión viviría un año y seis meses manteniendo el estilo de vida
que llevaba hasta agotar los recursos y comenzar a vender sus propiedades
para vivir; cosa que en algún momento se acabaría. El segundo
perfectamente podría vivir lo que le restaba de vida con los ahorros que
había logrado si mantenía el estilo de vida que llevaba, así que la conclusión
fue: ¿Quién es el verdadero rico? Y la conclusión es lógica.
En el caso de la pobreza, creo que generalmente está en la mente, es cierto
que las personas pasamos por estados de pobreza o de escases, pero aquel
que tiene control de sus actos y pensamientos realmente sabe que la
pobreza es un estado temporal y que en algún momento ya sea con
esfuerzo, con lucha, pero por sobre todo con la actitud correcta saldrá de
esa condición. Alguien escribió:

El rico es aquel que tiene más de lo que necesita y el pobre es aquel que
tiene menos de lo que necesita, así de sencillo.

En el mundo actual prevalece una muy notoria e innegable desigualdad en


lo que se refiere a la distribución de la riqueza; mientras hay algunas
personas inmensamente ricas también hay personas muy pobres. Una
realidad indiscutible es que la mayor parte de todas las riquezas del mundo
están concentradas en muy pocas manos; esto no quiere decir que sea algo
malo que existan personas poseedoras de grandes riquezas, ya que muchos
de ellos(as) dan empleo a muchas personas, es decir, de ellos dependen
muchas familias; pero mientras algunos de estos súper ricos dedican parte
de su vida a la filantropía, otros simplemente tienen en su vida como único
propósito el acumular la mayor cantidad de riqueza posible. Le preguntaron
a uno de los descendientes de los Rockefeller inmensamente millonario,
¿cuándo será suficiente? Y el respondió: Todavía un poquito más.

Mientras los ricos son capaces de adquirir no sólo lo que necesitan para vivir,
sino que también tienen la capacidad de vivir rodeados de lujos; hay
millones de personas en el mundo que no cuentan ni con lo mínimo
necesario para tener una vida digna.

“Todo lo que se come sin necesidad se roba al estómago de los pobres”


Mahatma Gandhi

Como lo he dicho muchas veces Dios no tiene problemas con las riquezas,
es más en la escritura se nos habla de hombres increíblemente ricos que
sirvieron y amaron a Dios: Abraham, David, Salomón, Job… Así que el
problema no es la riqueza sino el uso que hagamos de ellas. Se cuenta que:

Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por
el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las
gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completos
en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y
de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: ¿Qué te pareció el viaje?
¡Muy bonito papá! ¿Viste que tan pobre puede ser la gente? Si ¿Y que
aprendiste? Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina que llega desde el borde de la casa a la
mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin.
Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las
estrellas. Nuestro patio llega hasta el borde de la casa, el de ellos tiene todo
un horizonte. Ellos tienen tiempo para platicar y convivir en familia; Tu y mi
mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo. Al terminar
el relato, el padre se quedó mudo. Su hijo agregó:
¡Gracias papá por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!

La escritura nos cuenta de dos hombres que vivían en esos dos extremos, de
riqueza y pobreza y nos narra la historia de que pasó con cada uno de ellos
una vez que partieron de esta vida, porque la cuestión aquí no es lo que
suceda en esta vida, sino lo que viene después una vez que crucemos el
umbral de la eternidad, todos moriremos algún día y nuestra vida en esta
tierra determinará nuestro futuro eterno, esto es lo que Jesús quiso ilustrar
contando esta parábola. Valla conmigo a la escritura:

“Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos


banquetes todos los días. A la puerta de su casa se tendía un mendigo
llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas y que hubiera querido
llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se
acercaban y le lamían las llagas. Resulta que murió el mendigo, y los ángeles
se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico,
y lo sepultaron. En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los
ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él”
Lucas 16:19–23

La mayoría de los lectores de la Biblia están familiarizados con esta historia.


El cuadro presentado es tan vivo que casi podemos imaginarnos como
presentes y viendo todo aquello que aconteció. Pero es una cosa admirar
una historia y otra cosa distinta aprender sus lecciones espirituales. Miles de
personas conocen algo de esta narración, pero nunca consideran la
manera de aplicársela a ellos mismos. Les pido que consideremos las
verdades más importantes que esta historia nos enseña. Voy a limitar mis
comentarios sólo a los versículos leídos. Y ruego a Dios que el Espíritu Santo
imprima estas verdades sobre nuestras almas.

1. Dios asigna condiciones distintas a cada hombre


Hay un gran contraste entre estos dos hombres. El Señor Jesús habla del
hombre rico y del mendigo. El uno posee mucho de los bienes de este
mundo y el otro no tiene nada. Ambos son hijos de Abraham, ambos
pertenecen a la familia humana y ambos viven en el mismo país y bajo el
mismo gobierno. Sin embargo, son muy distintas son sus condiciones.
Debemos tener cuidado de no malinterpretar las lecciones de esta historia.
Los ricos no siempre son personas malas y por lo mismo no siempre van al
infierno. Por otro lado, tampoco los pobres son siempre personas buenas y
no siempre van al cielo. No es un pecado ser rico, ni tampoco ser pobre. El
Señor Jesús no alaba ni condena la condición de ninguno de estos hombres.
El simplemente describe las cosas tal como son en este mundo, y tal como
debemos esperar que sean.
Es muy popular creer que todos los hombres deberían ser iguales, pero
mientras que el mundo permanezca en su condición presente, tal sueño
nunca será posible. Mientras que hay algunos sabios hay otros necios,
algunos fuertes y otros débiles, algunos sanos y otros enfermos, algunos
trabajadores y otros flojos, (además de otros muchos factores de
desigualdad), siempre habrá algunos ricos y otros pobres. Hasta que el
pecado sea eliminado del mundo y los corazones de los hombres hechos
buenos y santos, nunca podrá existir la felicidad universal ni la igualdad.
Ningún gobierno ni sistema de educación, ni partido político podrá lograrlo.

Esto no significa que no deberíamos tratar de ayudar a los pobres o que no


deberíamos hacer nada para cambiar las cosas. Pero debemos entender
que hasta que el Señor Jesús venga otra vez, siempre habrá ricos y pobres
en el mundo.

2. La condición de un hombre en este mundo, no es una evidencia de su


condición espiritual
Muchos considerarían la posición del hombre rico como algo ideal, como lo
mejor posible. Parece que tenía todo lo que su corazón pudiera desear. Pero
la verdad es que aquel hombre rico era desesperadamente pobre. Cuando
las buenas cosas de esta vida le fueron quitadas, el no tenía nada que le
ayudase para la siguiente vida.

 El tenía riquezas en la tierra, pero ningún tesoro en el cielo.


 El tenía ropa fina, pero ninguna ropa de justicia para cubrir su pecado
y su desnudez.
 El tenía amigos en la tierra, pero ningún amigo ni mediador a la diestra
de Dios.
 El nunca probó el pan de vida, y cuando dejó su espléndida casa, no
tuvo ningún hogar celestial a donde acudir. Su “riqueza” no era
realmente ninguna riqueza, porque estaba sin Cristo, sin fe, sin perdón
y sin santidad. Cuando él murió fue al infierno. En verdad, estaba
desesperadamente pobre.

Por otro lado, Lázaro no tenía literalmente nada en este mundo. Sería difícil
imaginarnos un caso de mayor pobreza y miseria. Pero en el más alto
sentido, Lázaro era rico.
 Era un hijo de Dios con una herencia en el cielo. Sus riquezas eran
duraderas y verdaderas.
 El tenía la mejor ropa posible, es decir, la justicia perfecta de Cristo.
 El tenía el mejor amigo, Dios mismo.
 Y como comida o alimento, probó el pan de vida. Y estas cosas las
tuvo para siempre, tanto en su muerte como en su vida.
 Lázaro no era pobre sino verdaderamente rico.

Entonces se puede ver que debemos medir a los hombres por las normas de
Dios y no por las del mundo. Un mendigo convertido es más honorable ante
los ojos de Dios, que un presidente o un primer ministro inconverso. Un
hombre puede ser grande y admirado por un tiempo y después
experimentar las tinieblas y la miseria para siempre. Otro puede ser
menospreciado en este mundo y, no obstante, pasar la eternidad en la
gloria con Cristo. Las riquezas y la grandeza mundana no son en ningún
sentido pruebas o evidencias del favor divino. Frecuentemente son una
trampa y un impedimento para el alma, porque hacen que uno ame al
mundo y se olvide de Dios. Por otra parte, la pobreza y las aflicciones, no son
evidencias del enojo y castigo de Dios. Frecuentemente son bendiciones
disfrazadas, enviadas en amor y en sabiduría para apartar al hombre del
mundo y enseñarle a poner su corazón en las cosas de arriba. Ellas son
enviadas para mostrar al hombre su propio corazón y hacer que el pueblo
de Dios sea más fructífero en buenas obras.

Uno de los grandes secretos de la felicidad en esta vida consiste de tener un


espíritu de contentamiento. Trate de tomar en cuenta todos los días que esta
vida no es el lugar de recompensa. Cuando el día del juicio llegue, todas las
cosas serán puestas en su verdadero orden. Solamente entonces será
evidente cuán grande es la diferencia entre aquellos que sirven a Dios y los
que no lo hacen.

3. Tanto los ricos como los pobres mueren


Aunque ellos fueron muy diferentes en sus vidas, ambos, Lázaro y el hombre
rico encontraron el mismo final. Ambos murieron. Este es el destino de todos
los hombres y será también el suyo, a menos que el Señor Jesús venga antes.
La muerte es el gran enemigo del cual nadie puede escapar. No pasa por
alto a ninguno ni respeta a nadie. La muerte no esperará hasta que usted
esté listo, sino que vendrá a la hora señalada por Dios.
Todos los hombres conocen estas cosas, pero la mayoría no las sienten como
realidades. Si lo hicieran, actuarían de acuerdo a ello. Si hay algo
verdaderamente necio es poner nuestros corazones en este mundo
moribundo y sus placeres temporales, y así perder la vida eterna.

4. El alma del creyente es muy preciosa a los ojos de Dios


¡Cuán preciosa es a los ojos de Dios el alma de los creyentes! El hombre rico
murió y fue sepultado. Probablemente le hicieron un espléndido funeral,
pero la próxima cosa que leemos es que enseguida fue atormentado.
Ciertamente que Lázaro no tuvo un funeral espléndido, pero fue llevado por
los ángeles a un lugar de descanso en el seno de Abraham. Esta parte de la
historia nos ayuda a entender la relación entre los creyentes y Dios su Padre.
Nos muestra un poco del cuidado que el Rey de reyes tiene de los más
pequeños y más insignificantes de sus discípulos.

Nadie tiene amigos y ayudantes como los que tienen los creyentes. Los
ángeles se regocijan cuando nace de nuevo, lo protegen en este mundo,
se encargan de su alma en la hora de la muerte y lo llevan sano y salvo al
hogar. Aunque él se vea a sí mismo como lo más vil y más bajo, sin embargo,
el creyente más pobre y humilde es cuidado por su Padre celestial, con un
cuidado más grande de lo que podemos entender.

El Señor es su Pastor y nada me falta… Salmo. 23:1


Cuando un hombre acude sinceramente a Cristo, recibe todos los beneficios
de un pacto firme y seguro. Todos sus pecados son perdonados y su corazón
es renovado. Cristo soportará su ignorancia y le enseñará toda su verdad.
Cristo estará con él en todo tiempo y nada le podrá afectar sin su permiso.
Aquellos que le persiguen en realidad persiguen a Cristo mismo, recordemos
a Pablo; el perseguidor de los creyentes, cuando cae de rodillas ante el
Señor:

Entonces pregunté: “¿Quién eres, Señor?” “Yo soy Jesús, a quien tú


persigues —me contestó el Señor—.
Hechos. 26:15

Todas sus pruebas son sabiamente controladas; y todas las cosas colaboran
para su bien. Y cuando su obra termine, los ángeles de Dios vendrán y lo
llevarán a su hogar en la gloria. Mis amados, ustedes no saben el pleno
alcance de sus privilegios y posesiones. Aprenda más a vivir por la fe.
Conozca los grandes tesoros que le esperan en Cristo aún ahora. Viva, más
para él que para los placeres terrenales y tendrá una vida eterna junto a el.

5. El egoísmo es un enemigo peligroso que arruina el alma


Por último, quiero llamar su atención al hecho de que el egoísmo es un
pecado peligroso y arruinador. No había nada abiertamente pecaminoso
acerca de la vida externa de este hombre rico. No era un asesino, ni ladrón,
ni adúltero, ni mentiroso. Y, sin embargo, fue a un lugar de tormento.
Seguramente hay lecciones que debemos aprender de esto.
Lecciones:

1.Debemos tener cuidado de vivir sólo para nosotros mismos. No es


suficiente decir: “Vivo correctamente, cumplo mi deber en cada aspecto
de la vida”. La pregunta es si usted está viviendo para sí mismo o para Cristo.
¿Cuál es su propósito y su motivación en la vida?
¿Puede decir que ya no vive para sí mismo, sino para aquel que murió por
usted? Pablo dice:

Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para
el que murió por ellos y fue resucitado.
2 Corintios. 5:15.
Si usted se parece al hombre rico viviendo para sí mismo, entonces usted se
perderá.

2. Debemos aprender el peligro de no hacer lo que deberíamos. El hombre


rico no estuvo en tormento debido a lo que hizo, sino más bien debido a lo
que no hizo. El simplemente dejó a Lázaro echado en su puerta. En el día del
juicio Cristo dirá a muchos: “Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron
nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber; fui forastero, y no
me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y
en la cárcel, y no me atendieron”
Mateo 25:42–43

3. Debemos aprender que las riquezas traen consigo un peligro especial.


Muchos dedican sus vidas a la búsqueda de riquezas, y sin embargo las
riquezas traen un gran peligro espiritual. Ellas tienden a endurecer el alma, a
cerrar los ojos a las cosas espirituales y nos ayudan a olvidarnos de Dios. Jesús
dijo:
Los discípulos se asombraron de sus palabras. —Hijos, ¡qué difícil es entrar en
el reino de Dios! —repitió Jesús—. Le resulta más fácil a un camello pasar por
el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
Marcos 10:24

Debemos aprender a ser especialmente cuidadosos con el egoísmo en


estos últimos días. Pablo le escribe a Timoteo y le dice:

“Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos
difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos,
arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos...
2 Timoteo 3:1–2

Mucha gente rica no da nada a nadie, o sólo una pequeña parte de su


abundancia. La Biblia tiene mucho que decir en contra del egoísmo y el
amor al dinero. Veamos la parábola que Jesús relató acerca del rico
insensato que hizo para sí tesoro y no fue rico para con Dios.

Entonces les contó esta parábola: —El terreno de un hombre rico le produjo
una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No
tengo dónde almacenar mi cosecha”. Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer:
derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda
almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes
cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza
de la vida”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar
la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” Así le sucede al
que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.
Lucas. 12:16–21

¿Tiene usted dinero? Entonces le recuerdo las palabras de Jesús escritas en


el evangelio de Lucas:

“¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia;


la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes».
Lucas. 12:15

Ciertamente es posible que usted sea salvo, porque Abraham, Job y David
fueron hombres ricos. Pero piense en su peligro. Recuerde que el dinero es
un buen siervo, pero un mal patrón. Muchas personas dedican su vida a
hacer dinero y se olvidan de vivir realmente la vida, dedican su tiempo a
amalgamar una fortuna que nunca disfrutan y que los lleva a la
desesperación.

¿Tiene usted poco o ningún dinero? No envidie a la gente que es más rica
que usted. Sienta lástima por ellos, ore por ellos, y no se apresure a juzgarlos.
Porque quizás usted no sería mejor que ellos en las mismas circunstancias.
Recuerde que es el amor al dinero lo que es la raíz de toda clase de mal (1
Tim. 6:10) y usted puede amar al dinero, aunque no lo tenga. Tenga cuidado
de no pensar que la pobreza sea un mérito que lo salvará, Lázaro no fue al
cielo por ser pobre, sino porque tenía a Cristo.

¿Quiere saber el remedio para el egoísmo? Nada, salvo un conocimiento


real del amor de Cristo puede curarlo. Usted tiene que sentir su propia
condición pecaminosa y experimentar el poder de la sangre de Cristo para
perdonarle; tiene que probar la paz con Dios a través de Cristo y sentir el
amor de Dios en su corazón.

Cuando esto suceda entonces, el conocimiento de Cristo, le hará entender


que ninguna cosa es demasiado para dársela a El. El egoísmo puede estar
oculto detrás de una naturaleza bondadosa y también detrás del deseo de
ser alabado o aún detrás de ideas equivocadas acerca de la auto
negación. Pero solamente el amor a Cristo puede mortificarlo realmente y
conducirle a vivir y obrar por Cristo.

Conclusión
Tres palabras de aplicación:

1. Le ruego que se examine a sí mismo. ¿Que está haciendo? ¿Hacia dónde


se dirige? ¿Cuál será su condición después de la muerte? Estas son
preguntas solemnes, pido para que el Espíritu Santo conduzca a muchos a
hacerlas.

2. Ruego a los creyentes que den generosamente para todas las obras de
caridad y misericordia. Usted no puede guardar su dinero para siempre, y
algún día tendrá que rendir cuentas por lo que hizo con él. No quiero decir
que debemos regalar todo a los necesitados, descuidando nuestro trabajo
y nuestra familia. Debemos trabajar duramente y proveer para los que
dependen de nosotros. Siempre debemos pensar acerca de cómo
podemos hacer el máximo bien con nuestro dinero, nuestra corta vida. ¿No
podríamos gastar menos en nosotros mismo y más en otros? Recuerde que
espiritualmente éramos como Lázaro. Yacíamos enfermos, incapaces y
muriendo de hambre en la puerta hasta que Cristo vino a aliviarnos. Cristo
anduvo haciendo bienes y murió en la cruz para salvarnos. Seamos como El
en hacer bien a otros.

3. Invito a todos los que necesitan ser salvos a que acudan de inmediato a
Cristo en oración. Busquen al Señor mientras que pueda ser hallado (Isa.
55:6) El recibe a los pecadores (Lucas. 15:2) Pero un día será demasiado
tarde, como descubrió el hombre rico.
Pastor Carlos Umaña R
Comunidad Cristiana Lifehouse
20/21 octubre 2018

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