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CAPITULO IX

H.- ESTADO ACTUAL DE LOS SUELOS.

El suelo posee una biodiversidad compuesta por bacterias, hongos, ácaros, insectos, lombrices,
raíces, etc., por lo que debe considerarse un sistema viviente y no sólo como una mezcla de arcilla,
arena y humus en donde crecen plantas.

En la actualidad los estudios sobre los procesos dinámicos de los cambios en la cobertura del suelo
y la deforestación son imprescindibles porque proporcionan la base para conocer las tendencias
de los procesos de degradación, desertificación y pérdida de biodiversidad de una región
determinada. De hecho, la naturaleza propia de los ecosistemas encierra como motor esencial de
una serie de aspectos dinámicos.

Sin embargo, el hombre, considerado originalmente como una especie más que está sujeta a la
dinámica propia de cada ecosistema, durante los últimos tiempos se convirtió en el principal
desencadenador de la actividad transformadora de los ecosistemas. El impacto global de esta
situación provocó la pérdida de biodiversidad y el calentamiento de la atmósfera, lo cual generó
cambios climáticos que afectan a muchos ecosistemas. Todo lo anterior trajo como consecuencia
una grave alteración en los ciclos biogeoquímicos e hidrológicos, pérdida de hábitat, así como el
tráfico de especies en peligro de extinción.

Es muy importante reconocer que si la calidad del suelo se mantiene en un estado adecuado,
entonces cualquier cosa que se deposite sobre este suelo para diversos fines (agricultura,
silvicultura, vegetación natural) será sostenible.

No obstante, los seres humanos dañamos el suelo con las diversas acciones que ejercemos sobre
éste. Los siguientes conceptos están asociados con la pérdida de la calidad del suelo:

• La deforestación: definida como el proceso por el cual un terreno es despojado de sus


plantas, árboles o vegetación forestal, causa cierto aumento de temperatura e impacta de manera
negativamente en el bienestar y la calidad de vida de las comunidades humanas, pero sólo a nivel
micro climático no a nivel hidrológico regional o local. Aunque a veces el sobrecalentamiento
global es la suma de todos los calentamientos locales.

• La erosión: se define como la remoción y arrastre de las partículas del suelo, es ocasionada
por el viento (erosión eólica) y el agua (erosión hidráulica).

• La salinización: se refiere al incremento en la concentración de sales solubles que


deterioran los suelos y reducen su capacidad productiva.

Dentro de este proceso también se ubica a la solidificación y a la concentración de altos niveles


tóxicos en la capa superficial del suelo.

Además, la salinización del suelo es resultado de un inadecuado empleo de fertilizantes, pero


también es consecuencia del uso de aguas para riego con alto contenido de sales, mismas que se
vana cumulando por la evaporación. Este exceso de sales impide que las raíces de la mayoría de
las especies vegetales absorban de manera eficiente los nutrientes. El problema se incrementa
cuando se usa el riego por goteo, debido a que se aplica tan poca agua que no es posible drenar ni
bajar las sales a las capas inferiores del suelo.

I.- FACTORES QUE INFLUYEN EN EL DETERIORO DE LOS SUELOS.

En cuanto a la degradación de la cubierta vegetal, inicia con la alteración de los ecosistemas


naturales, que se aceleran debido a que las actividades productivas no contemplan medidas
destinadas a su manejo y conservación.

El deterioro de los suelos, fenómeno conocido como desertificación, provoca la degradación de las
tierras, lo cual se refiere al proceso que conduce a la pérdida de la capacidad de las tierras para
desarrollar algún tipo de vida y, por consiguiente, impide realizar actividades productivas
primarias. Esta condición está relacionada con la pobreza rural y la pérdida de servicios
ambientales.

Como resultado de la erosión, así como de ejercer de manera desmedida el pastoreo, los
pastizales semiáridos son prácticamente convertidos en desiertos, a este fenómeno se conoce
como desertificación. Así, los pastizales semiáridos que tradicionalmente se han utilizado para
pastoreo de ganado, con frecuencia son sobre utilizados hasta la extinción del pasto, dejando
expuestas áreas de suelo desnudo.

Si el pastoreo cesara podría pensarse que el suelo se regeneraría con rapidez; sin embargo, la
erosión eólica en estas áreas con frecuencia es severa y remueve de manera selectiva todos los
componentes fértiles del suelo, dejando sólo el material más grueso que tiene una capacidad
mínima de retención de agua. Dada la baja precipitación pluvial de estas áreas, esto es suficiente
para hacer la diferencia entre la capacidad del suelo para sostener pastizales o sólo especies
desérticas resistentes a la sequía. De manera que, debido a lo rápido y repentino que puede darse
este proceso (por ej., 50 años en algunas zonas adyacentes al desierto del Sahara) se están
tomando precauciones a nivel mundial.

Otro factor que contribuye a la desertificación es la deforestación, la eliminación de bosques de un


área disminuye la proporción del agua de lluvia que se infiltra al subsuelo, lo cual aumenta el agua
que se dispersa por la superficie; con ello, la humedad del suelo resulta insuficiente para los
requerimientos de la vegetación original, pero adecuada para aquella adaptada a condiciones
similares a las del desierto (plantas con espinas, hojas pequeñas y duras, o bien cierto tipo de
cactáceas).

Por ejemplo, en una zona de bosque tropical seco, con una precipitación anual de 700 mm, es
posible esperar la infiltración de unos 450 mm (aporte de agua adecuado para las especies típicas
de este ecosistema) y el escurrimiento de 250 mm de lluvia, en tanto que en el mismo sitio, pero
en condiciones de pérdida de bosque, esta situación se invertiría al infiltrase sólo 250 mm (
cantidad en la que pueden sobrevivir diferentes especies, similares a las que se desarrollan en las
zonas desérticas) y perderse 450 mm por escurrimiento.

Aunque es posible revertir el proceso de desertificación, resulta lamentable el daño que produce
en periodos de generaciones humanas, ya que el remedio puede tomar el tiempo de ciclos
geológicos.

La deforestación (eliminación de bosques) es una práctica muy común en diversas zonas del país
donde se desmontan terrenos con el fin de utilizarlos para cultivos, explotación maderera o zonas
de pastoreo para ganado. Cuando esta práctica no es realizada de manera adecuada, lo cual
ocurre la mayoría de veces, es el primer paso en los múltiples problemas asociados con el
deterioro y la pérdida de los suelos. Esta situación se agrava más conforme aumenta la inclinación
del terreno, como ocurre en lomas y montañas.

En la actualidad, y debido en parte a la sobrepoblación, estos ciclos de recuperación se han


acortado o eliminado por completo, lo cual deriva, en muchos casos, en un agotamiento total de
los suelos.

Los suelos tropicales, que son terrenos ricos en aluminio y fierro, resultan particularmente
sensibles a este fenómeno, además, con frecuencia son de escasa profundidad y presentan poca
capacidad de retener nutrientes. La pérdida de la cubierta vegetal, aunada a las lluvias de estas
zonas, acelera la pérdida por erosión al arrastrar nutrientes por medio de lixiviación a lugares
inaccesibles para las raíces de las plantas.

En una selva el lixiviado tarda sólo de dos a tres años, en cambio en una pradera este proceso se
demora de 15 a 20 años; de esta manera, en caso de fuertes lluvias, las selvas tropicales no
constituyen una alternativa adecuada para la producción de alimentos, debido al tipo y reducido
grosor de la capa del suelo, por lo que resulta evidente que la selva es un ecosistema cuyos suelos
resultan lábiles.

J.- LA DEGRADACIÓN FISICA, BIOLÓGICA Y QUÍMICA DEL SUELO

a.- La Degradación Física del Suelo:

Este se produce como consecuencia de varios procesos, tal como el encostramiento, la reducción
de permeabilidad, la compactación, la cementación y la degradación de la estructura. El deterior
afecta 20% de la superficie total del país.

Entre las actividades más comunes que degradan físicamente al suelo y ocasionan un exceso de
agua que origina la putrefacción de las raíces de las plantas, se encuentra la producción pecuaria y
el uso inmoderado de maquinaria agrícola pesada, la cual puede compactar el suelo al grado de
provocar cierta impermeabilización que impida su oxigenación. A la capa compactada del suelo se
le conoce como “callo del arado” y se forma a unos 25 – 40 cm de profundidad, lo que provoca la
acumulación de la humedad a ese nivel, causando anoxia (falta de oxígeno) en la superficie sin que
ésta sea aparente, así como putrefacción de las raíces.
b.- La Degradación Biológica del Suelo:

Se considera como segundo proceso de la degradación de los suelos por ejemplo en suelos
mexicanos, y ocurre en este caso en 80% de su territorio nacional. Consiste en el aumento en la
velocidad de mineralización de la materia orgánica (humus), como consecuencia del continuo paso
de arado, lo cual aumenta la intemperización y afecta la estructura de aquélla.

c.- La Degradación Química del Suelo:

En un proceso que se refiere a la pérdida de nutrientes. La lixiviación de las bases se presenta en


lugares con pendientes menores al 3%, donde la precipitación es mayor que la evapotranspiración.
Se sabe que 15% del territorio nacional (México) está siendo afectado por este fenómeno.

Los procesos que más contribuyen a la degradación química del suelo son:

• La erosión eólica que afecta en diferentes grados.

• La disminución de la materia orgánica del territorio

• La erosión hídrica.

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