Indudablemente cada niño es distinto y su personalidad
dependerá de muchos factores. De todas formas, el niño de Educación Infantil se encuentra en una etapa ideal para educarle en la amistad.
Es una necesidad que siente, y es una obligación del
maestro el facilitarle el camino que conduce hacia el valor de la amistad. En este campo, encontramos que suelen ser una constante las siguientes características psicológicas:
1. Fuerte egocentrismo, por el que no separan su “Yo” del
mundo que les rodea. Presentan dificultad para tener en cuenta el punto de vista de los otros.
2. Todas las cosas tienen vida para él y llega a pensar que
las cosas actúan y desean de la misma manera que él.
3. Su pensamiento está organizado en torno a unos esquemas
mentales sencillos y básicos.
4. Se van adaptando a las normas y fácilmente adquieren
hábitos de convivencia.
5. A los tres años les gusta jugar al lado de otros niños,
pero no con ellos. Es a los cuatro cuando el niño adquiere mayor independencia y mayor seguridad en sí mismos. Pasan más tiempo con su grupo de juego. A los cinco años realizan solos las tareas cotidianas. Prefieren los juegos asociativos. Aparecen los juegos de reglas y el sentimiento de culpabilidad.
Dadas estas características básicas, ¿cómo podemos
favorecer su crecimiento en el valor de la amistad?
Un instrumento indispensable para el maestro son los juegos
colectivos, en los que todos los niños dependan de los otros, para construir un resultado colectivo valioso. Por ejemplo, un mural en el que cada niño debe pintar o colorear una parte; el trabajo de uno beneficia a otro. O, por ejemplo, una breve representación de un cuento o una canción.
En la medida en que el tiempo nos lo permita, procuraremos
que la mayoría de los juegos y actividades tengan como referente a los demás. Es decir, el niño debe ver que el fin último no es él mismo, sino el agradar o beneficiar al compañero. Por ejemplo, no se trata de hacer comiditas sin más, se trata de alimentar a un pobre náufrago que ha venido a su isla (y así potenciamos la imaginación).
Para potenciar el valor de la amistad y el de la
imaginación, podemos servirnos de cuentos específicos. No se trata de contar simplemente, no, se trata de que, a partir del cuento que les hemos contado y mostrado, ellos lo comentarán, lo dibujarán, lo escenificarán en grupo...
Desde aquí proponemos Un ladrón en casa de Rindert
Kromhout, S.M, 2000 (El Barco de Vapor, serie blanca, nº 81). Veamos cómo podemos trabajarlo.
El cuento narra la historia de dos niños, Bil y Wil. Estos
dos niños están en casa y creen haber oído algo extraño. Por supuesto, creen que ha entrado un ladrón. Bien, pero ¿qué puede robar? Ambos saben que los ladrones pueden robar cosas a las que quieras mucho. Bill piensa que para él lo más querido es Will y cree que lo podrían secuestrar. Así que Bill pide a Will que se aleje de la casa para que no le encuentre el ladrón. Pero éste no quiere dejarle solo y se esconde en el armario. Luego, los dos intentan meterse en el armario, pero no caben, ni el baúl tampoco. Al final deciden irse de la casa y sólo al amanecer deciden volver. La casa ha sido robada... pero, les ha quedado lo mejor: ellos mismos.
En este caso, con la ausencia de los adultos, los dos
amigos luchan contra un miedo, con base real, juntos. Sobre esta historia, podemos proponer las siguientes actividades por grupos de dos o tres:
1. Dibujando todos los componentes del grupo, se ilustrará
una parte del cuento (la que ellos elijan democráticamente). Por ejemplo, el momento en que escuchan los ruidos o el momento en que regresan a la casa.
2. Cada niño tiene un papel asignado ( Bill, Will, ladrón)
y dramatizará el cuento (puede ser sin palabras, sólo con gestos sin son muy pequeños). En esta actividad, la supervisión de la maestra será constante. De todas formas, es muy divertida y gratificante, tanto para los actores como para el público ( sus compañeros) que les verá.
3. En un coloquio con los niños, el maestro preguntará qué
otras actuaciones podrían haber hecho para luchar juntos contra el miedo. ¿Disfrazarse de fantasmas? ¿Atacar al ladrón? ¿Llamar a la policía? ¿Poner una trampa? Con niños de cuatro y cinco años, las propuestas son muy simpáticas y originales. Sólo es preciso que el maestro esté muy atento para sacarles jugo y comentarlas desde el punto de vista de la amistad. Los niños de Educación Infantil son muy pequeños para hacer complejas actividades. Sin embargo, las tres propuestas son muy sencillas, sirven para fijar una hermosa historia de amistad y les educan en el trabajo compartido. ¿Se puede pedir más?