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Lexicología y semántica I

Pérez Flores, Edwin Guillermo


Semestre 2019-1
La evocación: memorias sobre la lexicología y semántica

La lengua, en particular la española, es un producto cultural que inventó la humanidad con la


finalidad de satisfacer ciertas necesidades comunicativas, las cuales le permitirían agilizar los
procesos y actividades disimiles que realizarían laboriosamente en su azarosa cotidianeidad, las
cuales, en consecuencia, le otorgarían una herramienta eficaz para la (auto)construcción de la
especie humana cuya mayor manifestación se puede encontrar en las fascinantes civilizaciones que
aprovecharon dicho artilugio para no solamente elaborar discursos ingeniosos que ayudarían
enormemente al cumplimiento del circuito comunicativo (y, por tanto, construir las sociedades que
escribieron la historia), sino para anegar de literatura libertadora, poesía enajenante, ciencia
devoradora, tratados políticos ambiguos, filosóficos inefables, judiciales injustificables el universo
—interno y externo— virgen, infantil, vacío de los hombres gloriosos, de las divinas mujeres. Por
lo anterior, y por la formidable curiosidad del ser humano, surgió la necesidad de analizar
profundamente aquel instrumento tan sutil, tan seductor a fin de domesticarlo y, en consecuencia,
explotarlo en todas las situaciones (im)posibles: el resultado, la identificación de las partes que lo
conforman y (lo que me corresponde elucidar en este texto) las distintas funciones de la lengua.
La primera función a detallar es la registrar; la cual no sólo le posibilita almacenar, en diversos
dispositivos (electrónicos: bases de datos, laptop, smartphone; o físicos: papel, piedra, cortezas de
árboles), a los usuarios de una lengua la variedad de conocimientos que se lograron descubrir sobre
su esencia (registro de palabras no utilizadas, estructura lingüística), sino que les permite cultivar
y favorecer el crecimiento de la misma pues esta cautiva a los hablantes, con sus formas y
significados encantadores, para que con la constante creación discursiva se liberen de sí mismos y,
al mismo tiempo, consoliden los fundamentos de la lengua (tal y como sucedió en la época
denominada “Siglos de Oro”): las lenguas son dialectos que triunfan. Además, cabe agregar que
las diferentes variaciones que sufre esta herramienta, a lo largo de su existencia, se debe a que “la
costumbre es la maestra del habla”1, es decir, a que los usuarios de una lengua la transfiguran para
cumplir, entre algunas otras preceptivas, la ley del mínimo esfuerzo, la cual le exige al hablante
emplear palabras que no impliquen un esfuerzo innecesario del aparato fonador.

1
Esta frase la extraje de un comentario que el profesor emitió en clase sobre Quintanilla.

1
Otra función es la referencial. Esta modalidad requiere, primeramente, la creación de un
lenguaje culto, especializado puesto que se necesita un vocabulario preciso, capaz de construir los
conceptos y argumentos que construyen las teorías revolucionarias en que se sustentan la más
diversas innovaciones tecnológicas que el hombre consigue producir diariamente. Para ello, se
remite obligatoriamente a voces grecolatinas, ya que es patente la razón de su uso: son palabras
que lograron vencer los horrores del tiempo y, sobre todo, de la humanidad.
La función facultativa sobresale por solucionar los problemas comunicativos que surgen en el
ámbito académico, el cual requiere de una modalidad especifica de la lengua, es decir, una forma
que le permita a los habitantes de las aulas fabricar un discurso (tanto oral como escrito) que les
ayuden a transmitir adecuadamente conceptos abstractos, de tal modo que profesores,
investigadores sean comprendidos, en primer lugar, por sus alumnos; en segundo, por la población
en general pues esos conocimientos y descubrimientos servirán no sólo a quién los posee, sino
también a quien los recibe, ya que son ellos (así literatos, lingüistas, filólogos como comerciantes,
campesinos, ingenieros, doctores) quienes, con sus aportaciones, enriquecerán el mundo de todos.
Otra de las más importantes funciones de la lengua es la prescriptiva. Esta se distingue por
aquellas instituciones (como la RAE) que cristalizan ciertas leyes (en algunos casos extravagantes,
pero, sobre todo, arbitrarias) en gramáticas, manuales de ortografía o diccionarios que se imponen
al usuario de la lengua con el objetivo de que este opte por ciertas formas (elegidas como las más
óptimas, frente a otras vulgares) para que no entorpezcan el indispensable circuito de la
comunicación. Una de las ventajas de tales instituciones es que le otorgan un prestigio y
confiabilidad muy sólidos a la lengua. Una desventaja, es que se imponen la ideología política-
económica del grupo que detenta el poder.

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