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El Almuerzo de San Martín

“El hogar es el santuario doméstico; su ara es el fogón; su sacerdotisa y guardián natural,


la mujer”

Con estas palabras inicia el prólogo de “Cocina Ecléctica” de Juana Manuela


Gorriti y ciertamente que en un santuario la misión de quien está al cuidado del
mismo, es conciliar y armonizar. Por otro lado la palabra santuario designa a un
lugar sagrado o importante y valioso. Es por ello que bien vale el epíteto de
santuario doméstico para definir al hogar, y evidentemente, dentro de ese
santuario la cocina es el lugar más importante, porque es allí en donde la magia
y el ingenio serán los artífices de las invenciones más sabrosas que harán de la
mesa un encanto. Las reflexiones entre ollas y sartenes son nutritivos consejos
que mitigan el hambre y alimentan la esperanza.

Cuentas las abuelas que en una ocasión, en que el general San Martín cabalgaba
cerca de Metán, justo a la hora del almuerzo, uno de los pobladores salió a su
encuentro y le ofreció un dorado. Los otros paisanos, algo celosos, no se quedaron
atrás y le ofrecieron a Don José algunos huevos de gallinas, carne fría en picadillo,
aceitunas y nueces. El padre de la Patria, sonriente agradeció la valiosa
colaboración e indico a su cocinero que introdujera todos esos ingredientes
dentro del vientre del dorado, luego cerraron el vientre con una costura y lo
asaron. Calentito el dorado a la San Martín fue el menú de aquél histórico
almuerzo.

Mario Alfredo Capalbi

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