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¿Idiotas o Ciudadanos?

Félix Ovejero Lucas

A
bundan las señales de que los ciuda- tancial, no es reparable sazonando a la ciu- asuntos colectivos, daría cuenta de la falta de
danos han perdido interés por la po- dadanía con unas gotas de “educación cívi- cultura, “a qué informarse, si no me voy a
lítica. La constatación de esa circuns- ca”. El diseño institucional del mecanismo poner en ello”, vendrían a decir1.
tancia acostumbra a preceder a un lamento democrático y la propia naturaleza de la ac- Las dos tendencias, empaquetadas, se
y, poco más tarde, a la recomendación de tividad política se combinan para hacer im- han descrito como síntomas del “deterioro de
alentar la cultura ciudadana. Casi siempre. probable el buen funcionamiento del mer- la cultura cívica”2. Un modo de explotar las
Porque el lamento no es generalizado y, con cado político. inacabables ambigüedades de la palabra “cul-
frecuencia, ni siquiera es honesto. Para una En lo que sigue empezaré por acotar al- tura”3. Pero es mejor no escamotear los dos
parte importante del pensamiento conserva- gunos de los ámbitos de deterioro de la cul- asuntos, los dos sentidos de la fórmula “cul-
dor, la democracia puede prescindir de los tura cívica. Después evaluaré el alcance de tura cívica”: el laxo, casi antropológico, que
ciudadanos. Incluso más: es mejor que pres- los argumentos de quienes sostienen que es apunta al compromiso con los conciudada-
cinda. Llanamente, no serían de fiar. Para mejor prescindir de la voz de los ciudadanos. nos, con los valores de la comunidad, y, el
llegar a esa conclusión se han aducido diver- Se verá que los problemas que señalan, rea- más ceñido, que se refiere al conocimiento de
sos argumentos. Por lo general, todos ellos les, tienen más que ver con las instituciones los mecanismos y los protagonistas de la polí-
diversas variantes de una idea bien sencilla: que con los ciudadanos. En cierto modo la tica. En el primer sentido, incluso dispone-
los ciudadanos serían poco menos que idio- denuncia sobre la pérdida de cultura cívica mos de diagnósticos, de explicaciones de su
tas y, por ende, sus elecciones idiotez super- tiene algo de paradójico si no de hipócrita: por qué: la abstención sería la natural conse-
lativa. Idiotas en cualquiera de las acepciones lamentan lo inevitable, lo que forma parte cuencia de la extensión de eso que vagamente
de la palabra: en la griega, la que se aplica al del programa. Las instituciones liberales, en se etiqueta como “individualismo”4. Inter-
ciudadano vuelto hacia sí mismo, que ignora particular la democracia, han sido pensadas
a los demás, lo público; o en las más recien- –en la medida en que las instituciones son
tes, la originariamente francesa, como igna- resultado de “un pensamiento”, de una pla- 1 Diversas investigaciones confirman que la probabi-

ro, como desinformado, o, la más común, nificación– para prescindir de la voz de los lidad de votar aumenta con el nivel educativo. El desacuer-
do se da al explicar esa relación, cf. S. Tenn, “The Effect of
como trastornado, como incoherente. ciudadanos. La ignorancia y el desinterés se-
Education on Voter Turnout”, Political Análisis, 2007, 15.
Cuando se sopesan los problemas invo- rían su natural combustible. Algo que, como 2 Un panorama sobre las investigaciones sobre la cul-

cados para desconfiar de los ciudadanos, se tal, no es condenable. No está escrito en las tura política, P. Lichterman, D. Cefaï, “The Idea of Political
repara en que atañen menos a la calidad de estrellas que la vida más plena sea la vida del Culture”, R. Goodin, Ch. Tilly (edt.), The Oxford Con-
textual Political Análisis, Oxford U.P. Oxford, 2006, págs.
los ciudadanos que al diseño de las institu- ciudadano activo y hay instituciones como 392-416 (y en general los diversos trabajos contenidos en la
ciones. Un diseño que responde a la exigen- el mercado que, mal que bien, parecen fun- quinta parte del volumen: “Culture Matters”).
3 En sus acepciones más tradicionales R. Fox, B.
cia liberal de asegurar la libertad negativa, cionar con el egoísmo y la desinformación
King, Anthropology Beyond Culture, Oxford: Berg, 2002. A.
de minimizar las intromisiones en la vida de sus protagonistas. El problema, como se Kroeber, C. Kluchohn, Culture. A Critical Review of Concepts
de los ciudadanos, como se verá. En reali- argumentará, es que ese no es el caso de la and Definitions, Harvard U.P. Cambridge, Mass., 1952. En
dad, la democracia moderna está pensada democracia. los últimos años, al hilo de los debates sobre la complicada
relación culture-nature, las definiciones han puesto el acento
para operar con ciudadanos ignorantes y
en la transmisión individual de información y en el tipo
egoístas, despreocupados por la cosa públi- El deterioro de la cultura cívica de soporte. Así, por ejemplo: “cultura es la información
ca. Al modo del mercado, las reglas del jue- Entre las diversas tendencias que podemos capaz de afectar la conducta de los individuos y que éstos
go asegurarían que, sin información y sin expurgar en la evolución de las democracias adquieren de otros miembros de sus especie por medio de
enseñanza, imitación y otras formas de transmisión social”,
virtud, se alcancen los buenos resultados: la hay dos que dan pie a quejumbres generali- P. Richerson, R. Boyd, Not by genes alone, Chicago U. P.
asignación de los recursos de un modo más zadas: el aumento de la abstención y la des- Chicago, 2005, pág. 5.
4 Una extendida explicación apela a la pérdida “del
o menos eficiente. Hay algunas dudas acer- información de los ciudadanos respecto a los
capital social”, una controvertida categoría con la que el
ca de que el mercado, el real, funcione con negocios políticos. En un sentido trivial, los autor –no sin exageración– quiere referirse “a la fraternidad,
máxima eficacia. Con la democracia no las dos aspectos parecen estar relacionados, in- tal y como la entendían los demócratas franceses”, R.
hay. Sencillamente, no funciona, no asegu- cluso causalmente: la ignorancia, la falta de Putnam, Solos en la bolera, Círculo de lectores, Barcelona,
2002, pág. 475. Para tratamientos más afinados de esa
ra las mejores decisiones, las que, por ejem- cultura, explicaría la abstención. Pero tam-
controvertida noción: P. Dasgupta, I. Serageldin (ed.)
plo, adoptarían –si se eligieran– los más bién cabría un camino de vuelta: la absten- Social Capital: A Multifaceted Perspective, World Bank,
competentes. Y el problema no es circuns- ción, el desinterés de los ciudadanos por los Washington, D.C., 2000.

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que en otro tiempo se proveían fuera del mer-
cado de modo más o menos altruista, ha lle-
vado a ejercer la mirada contable a casi todo6.
En el otro sentido, el común, como sim-
ple ignorancia, quizá hay más datos que expli-
caciones. Los datos, desde luego, son muchos.
Y llamativos. Después de la cumbre de Gine-
bra entre Gorbachov y Reagan, recogida sin
tregua por los medios de comunicación, una
mayoría de norteamericanos ignoraba quién
era el presidente de la URSS. En 1992, el
86% de los votantes conocía el nombre del
perro de su presidente pero apenas un 15%
sabía que los dos candidatos eran partidarios
de la pena de muerte. Un 30 % de los ameri-
canos no sabe quien gobierna en la Casa
Blanca, la mitad ignora que cada Estado tiene
dos senadores y las tres cuartas partes desco-
noce la duración de su mandato7. Conviene
añadir que los datos no se ciñen a la política:
el 79% de los adultos cree que la Tierra da
vueltas alrededor del Sol8. Ni a un país. Uno
vendría de forma inmediata, de frente: los ción de los centros de trabajo como espacios de cada cuatro británicos cree que Churchill
ciudadanos no verían razones para perder el de politización5. fue un personaje de ficción. Entretanto, un
tiempo en informarse, en sopesar candidatos Entre una y otra explicación, entre el au- 58% cree que Sherlock Holmes existió9.
y votar. Por dos razones: porque el voto perso- mento del egoísmo y las consecuencias de la Estas tendencias necesitarían del matiz.
nal, uno entre millones, resulta irrelevante y extensión del mercado, una tercera destaca los Del matiz y del plazo. Seguramente, en esca-
porque la política tiene un alto coste de opor- cambios en la estructura cognitiva de las gen- las históricas de larga duración, no resultan
tunidad, porque cada vez resulta más prove- tes derivados de la mercantilización. Dicho en tan claras. Frente a las visiones románticas de
choso emplear el tiempo en otras actividades, plata: los individuos cada vez echan las cuen- las revoluciones democráticas como aconteci-
que han mejorado su productividad de un tas a propósito de más asuntos y es el caso que mientos en los que cunde el activismo políti-
modo que no parece estar al alcance de los las normas se ven socavadas cuando los indi- co, en las que una multitud de ciudadanos in-
trajines cívicos. viduos echan cuentas. Muchas personas dis- formados controla la gestión de los políticos,
Pero, además, el individualismo también puestas a colaborar de modo altruista en una quizá no esté de más completar el cuadro re-
desencadena la abstención por vías indirectas, actividad pública o fraterna dejan de hacerlo cordando que sus protagonistas lamentaban
de costado, con subproducto de otras cosas, cuando aparece un asomo de retribución. El la indiferencia de sus conciudadanos, en par-
de procesos de atomización social que acom- pago por aquello que hacían de balde lleva a ticular la abstención. Se lamentaban e inten-
pañan al moderno capitalismo como la fatiga “clasificar” mentalmente la actividad en el ne-
al ejercicio y que han hecho trizas a ecosiste- gociado de los costes y beneficios; y, desde esa
6 R. Lane, The Market Experience, Cambridge U.P.
mas tradicionales de socialización política. En contabilidad, las cuentas no salen. La amplia-
N. York, 1991; K. Voks, N. Mead, M. Goode, “The Psy-
particular, dos procesos no han pasado des- ción de los procesos sociales regulados por el chological Consecuences of Money”, Science, 2006.
apercibidos: los cambios en la familia, clásico mercado, el que ahora tengan precio bienes 7 M. Della Carpini, “In search of the Informed

centro de movilización electoral, como conse- Citizen: What Americans Know about Politics and Why
cuencia de la incorporación de las mujeres al it Matters”, texto presentado en la conferencia sobre The
Transformation of Civic Culture, Nov. 1999.
mercado laboral, y los cambios en las formas 5 C. Braconnier, J–Y. Dormagen, La démocratie de 8 O en otros asuntos: http://gallup.com/poll/.

de producción, que han supuesto la desapari- l´abstention, Gallimard, París, 2007. 9 The Telegraph, 4/2/2008.

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¿ Id iotas o C i udadanos?

taban ponerle remedio: “un ayuno de tres Las dos perspectivas comparten una va- nes, según algunos, la participación sería un
días, para expiar la enormidad de ese cri- loración positiva de la participación. Sólo que modo seguro de llevar a las peores decisiones.
men”, era la propuesta del poeta y activista mientras para la mirada más radical la parti- La argumentación es menos terminante
revolucionario francés Théophile Mandar10. cipación es una condición necesaria y sufi- de lo que parece. Por lo pronto, que las socie-
La calidad de la cultura cívica de la revolu- ciente del buen funcionamiento de las insti- dades sean complejas no quiere decir que para
ción americana también dejaba mucho que tuciones, para la segunda es tan sólo una desenvolverse en ellas se requiera más infor-
desear. Michael Schudson ha descrito cómo condición suficiente. La primera diría que la mación. La complejidad es deudora de mu-
eran realmente las cosas11: un individuo (va- democracia no funciona porque no hace lo chas circunstancias, entre ellas el nivel de edu-
rón, blanco y propietario) analfabeto que que los electores quieren. La segunda que cación, nuestra capacidad computacional, y el
perdía varias horas en desplazarse hasta el lu- funciona porque hace lo que quieren. diseño de las instituciones democráticas, más
gar de la votación, se veía obligado a dar pu- Frente a ambas, una tradición liberal exactamente, de la base informativa que nece-
blicidad de su voto en presencia de las pode- conservadora sostiene algo más rotundo: la sitan para funcionar18. El mercado es un
rosas familias locales de las que surgían los democracia no funciona cuando hace lo que buen ejemplo de cómo la administración de
candidatos, votaba sobre asuntos de los que los electores quieren16. Dicho de otro modo: la complejidad no requiere competencia en el
tenía información escasa y poco fiable y, que la mejor democracia es la que menos atiende manejo de la información por parte de los
muy probablemente, más tarde, en el camino a la voluntad de los ciudadanos. Esa argu- agentes. Con antendibles razones, sus apolo-
hasta las decisiones finales, se modificarían mentación, que desconfía de la participación, gistas lo han repetido una y mil veces. En un
una y mil veces12. ha apelado a diversas razones. Todas ellas mercado competitivo toda la información re-
Estos son los datos. Las valoraciones, por comparten una pésima opinión de los ciuda- levante está contenida en los precios: qué se
lo general, son lamentos. Al menos para las danos. Todas tienen sus problemas. debe producir, en qué cantidad, cómo deben
miradas más radicalmente comprometidas asignarse los recursos19. Thomas Sowell siste-
con el ideal democrático. A su parecer, el “de- Las justificaciones matiza y generaliza la tesis:
terioro de la cultura cívica” tiene consecuen- de la indiferencia ciudadana
cias desastrosas: falta de legitimidad de las de- Los argumentos a los que se ha acudido han “¿Cuál es entonces la ventaja intelectual de la civi-
cisiones, secuestro de la política en manos de sido muchos en una historia que se confunde lización sobre las sociedades primitivas? Pues que no es
necesario que cada hombre civilizado tenga más conoci-
los poderosos, pérdida de calidad derivada de con la historia de la democracia17. Aquí me miento, sino menos. Un salvaje primitivo debe ser capaz
la ausencia de publicidad y de control del po- ocuparé tan sólo de aquellos que han encon- el mismo de producir una amplia variedad de bienes y
der13. Por otra parte, no faltan quienes sostie- trando continuidad hasta ahora mismo. De servicios (....). Por el contrario, el contable civilizado o el
nen lo contrario: que la abstención es una distinta manera, arrancado de reales proble- experto electrónico, etc, apenas necesita saber nada más
forma de legitimidad. La indiferencia ciuda- mas de la democracia, han apuntado a “pro- que sobre contabilidad o electrónica. La comida llega al
supermercado local a través de procesos que probable-
dana sería señal de buen funcionamiento del blemas con los ciudadanos” y han acabado
mente ignora. Vive en casas construidas a través de una
sistema democrático: los ciudadanos no inter- por concluir que lo mejor es limitar o de fil- trama de procesos cuyas complejidades políticas, econó-
vienen en política porque les parece bien có- trar su voz en las decisiones que les afectan, micas y técnicas apenas puede llegar a imaginar(...) La
mo van las cosas. Implícitamente parece asu- de dejar la política a los profesionales. Una civilización es un enorme dispositivo para economizar
mirse que si se sintieran a disgusto, protesta- conclusión precipitada, En realidad, la debili- información”20.
rían14. En cierto modo, la segunda interpreta- dad de los argumentos invita a pensar que la
ción parece suponer una visión más optimista explicación hay que buscarla en otra parte, en Nadie discutirá que en los otros dos as-
de los ciudadanos: si no se ocupan de la polí- el diseño de las instituciones democráticas. pectos, el nivel de educación y las herramien-
tica no es por desidia, sino por convicción. Sencillamente, no están pensadas para contar tas para capturar y procesar información, nos
Una visión optimista de los ciudadanos pero con los ciudadanos. encontramos hoy mucho mejor que hace dos-
también del propio mecanismo democrático: cientos años. Desde los automóviles hasta los
se mostraría sensible a la participación, aun- a) Los ciudadanos son ignorantes ordenadores, todos hemos tenido la experien-
que puede funcionar sin participación15. La primera argumentación arranca con cia de cómo el avance y la sofis-ticación de la
una constatación. Nuestras sociedades resul- técnica han ido acompañados de un menor
tan enormemente complejas. Las decisiones grado de exigencia de conocimiento de los
10 P. Gueniffey, La revolución francesa y las elecciones,
legislativas atañen a múltiples asuntos, cada
FCE, México, 2001, pág. 212.
11 M. Schudson, The Good Citizen: A History of Amer- uno de ellos provisto de mil matices. Para
ican Public Life, Free Press, N. York, 1998. abordarlos necesitamos cada vez más conoci- 18 Para propuestas acerca de cómo mejorar la com-
12 De hecho, al menos en el caso de la información
mientos. Resulta impensable que los ciudada- petencia cívica, A. Lupia, “Questioning Our Competence:
en el corto plazo, también hay razones para pensar que las nos puedan formarse opiniones meditadas improving the Practical Relevance of Political Knowledge
cosas no han cambiado respecto a lo que sucedía cincuenta Measures” Paper presented at the annual meeting of the
años atrás: M. Jennings, “Political Knowledge Over Time sobre planes hidrológicos, políticas ambienta- The Midwest Political Science Association, Chicago, Illinois,
and Across Generations”, The Public Opinion Quarterly, les, relaciones exteriores, tipos del cambio o Abril, 2005; S. Elkin, K. Soltan (edts), Citizen Competence
1996, 60, 2; S. Bennett, “Trends in Americans’Political In- administración de justicia. En esas condicio- and Democratic Institutions, Penn State Press, University
formation, 1967-1987”, American Politics Quarterly 1989, Park, 1999.
17; S. Bennet, Changing levels of political information in 19 F. A. Hayek, “Economics and Knowledge”, Eco-

1988 and 1990, Political Behavior, 1994, 16, 1. nomica, 1937, 4. Cf. más en general: G. O´Driscoll, “Spon-
13 C. Paterman, Participation and Democracy Theory, si las cosas no les gustasen, se lanzarían a protestar, a los taneous order and the coordination of economic activities”,
Cambridge U.P., Cambridge, 1970; B. Barber, Strong De- momentos revolucionarios. Journal of Libertarian Studies, 1977, 1, 2.
mocracy: Participatory Politics for a New Age, University of 16 El punto de vista de la famosa “comisión trilateral”, 20 T. Sowell, Knowledge and Decisions, N. York: Basic

California Press, Berkeley, 1984. M. Croizier, S.. Huntington y J. Watanuki, Crise of Democ- Books, 1980, p. 7. Al cabo, sabemos que la domesticación
14 B. Ackerman, We the People, Mas. Harvard U.P. racy, New York U. P. N. York, 1975. de ciertas especies (como los lobos) se ha traducido en una
Cambridge, 1991. 17 S. Giner, Sociedad masa, Península: Barcelona, disminución de la complejidad de su cerebro, J. Allman,
15 Hay algo de paradójico en esta contraposición: los 1979; A. Kahan, Aristocratic Liberalism, Oxford U.P. Evolving Brain, Scientific American Library, N. York,
menos radicales tendrían una visión más optimista y revo- Oxford, 1992; J. Femia, Against the Masses, Oxford U.P, 1999, págs: 204-207. (Debo esta pista a mi amigo Ignacio
lucionaría de los ciudadanos. Implícitamente asumen que Oxford, 2001. Morgado).

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Félix Ovejer o Lucas

usuarios acerca de los entresijos de su funcio- pocos, la información les resulta inmanejable. al menos tres opciones, no es seguro que se
namiento. Por el contrario, una vez resulta accesible para pueda obtener algo parecido a una preferencia
En el caso de la política, la posibilidad de cualquiera, se da la oportunidad de que los colectiva que “sume” sus preferencias. Es más,
transmitir información sin costes asociada a interesados (y en condiciones de interpretar la con frecuencia, se dará un movimiento cíclico
las nuevas tecnologías abre nuevasoportunida- información) adviertan a los demás, a aque- perpetuo entre las diversas opciones: la opción
des. Hoy no hay ninguna imposibilidad téc- llos con los que mantienen lazos estables y de A ganará a la B, ésta a la C, que a su vez gana-
nica para que todos puedan acceder a los pre- confianza. El número antes que un problema rá a la A, y vuelta a empezar.
supuestos del Estado. Ello no quiere decir que es una solución: siempre se podrán encontrar Bastantes comentaristas han interpretado
cada ciudadano esté en condiciones de valorar ciudadanos competentes e interesados, a dife- el teorema de Arrow como una descalificación
o entender cada información. El reto no es rencia de lo que sucede en el parlamento. No de la idea de voluntad general: no es que no
que todos sepamos de todo sino que siempre se trata de que todos estén en todo, sino de se pueda conocer, sino que no hay nada que
que alguien quiera pueda acceder a la infor- que siempre quede la posibilidad de que al- conocer25. Su descalificación se refiere a la
mación sobre los asuntos públicos y sobre su guien pueda acceder a la parte del todo que le idea y, detrás de ella, a la justificación de la
gestión. interese y a los demás para poderles hacer lle- democracia como un sistema que permite to-
En todo caso, en lo que atañe a la demo- gar sus conclusiones22. mar en cuenta las preferencias de los ciudada-
cracia, aún aceptando la tesis de la compleji- nos sobre los estados de cosas (y, por supues-
dad de los problemas, difícilmente se puede b) Los ciudadanos son inconsistentes to, con más razón, como una forma de
tomar como una premisa a favor de las élites En este caso, la crítica a la participación “autogobierno colectivo”). A su parecer, la
políticas. La misma argumentación, tomada arranca recordando ciertos resultados de la teo- idea de voluntad general es una muestra de
en serio, recomendaría prescindir de los polí- ría social que dificultarían hablar con sentido una falacia (de la composición) que lleva a ex-
ticos. Fuera de su limitado ámbito de compe- preciso de los “deseos de la mayoría” o de “vo- trapolar a la colectividad propiedades que, a
tencia profesional un político no está mejor luntad general”. Según ciertos autores, no ha- lo sumo, valen sólo para los individuos. Ra-
pertrechado que un ciudadano. Un represen- bría manera de traducir las preferencias de los cionalidad, voluntad o autogobierno son atri-
tante con formación como abogado o médico ciudadanos en una preferencia colectiva inteli- butos de los individuos, no de las sociedades.
es improbable que entienda el funcionamien- gible23. La voluntad general sería inconsistente La democracia viable, la liberal, concluyen,
to del mercado financiero. En el mejor de los en el mismo sentido en el que es inconsistente nada tiene que ver con la participación y la
casos, las clases políticas se nutren de profesio- quien prefiere Andrea a Berta, Berta a Carmen voluntad general. Es un simple sistema para
nales (economistas, abogados) cuyas discipli- y, a la vez, Carmen a Andrea. Pues bien, eso, penalizar y seleccionar élites políticas a través
nas están subdivididas en múltiples campos. que en pequeñas dosis todos padecemos, pero de la competencia electoral.
Un excelente profesor de economía laboral que mal que bien nos vemos obligados a resol- La discusión en torno a las implicaciones
puede ser un perfecto ignorante en economía ver porque tenemos que tomar una decisión y de este y otros los teoremas de la elección es
internacional o en hacienda pública. Un cons- quedarnos con una de las tres, sucede con bas- inacabable y con un alto grado de tecnicis-
titucionalista no tener ni idea de las compleji- tante naturalidad cuando se trata de elecciones mo26. Las réplicas a la interpretación expuesta
dades del Derecho civil, el tributario o el in- colectivas. Hay una mayoría, dentro del mis- tradicionalmente han adoptado la estrategia
ternacional. En la mayor parte de las decisio- mo conjunto de individuos, que prefiere A a de debilitar o reformular algunos de los axio-
nes están subordinados a técnicos que les des- B, otra B a C y una tercera que entre A y C, se mas y, por ende, de los resultados que servían
criben y estructuran los problemas y, con queda con C. Al cabo, los famosos versos de de partida a los críticos de la participación.
ellos, buena parte de “las soluciones”. El reco- Song of my Self: “I contradict myself/(I am lar- En otras ocasiones se ha discutido las lectura,
nocimiento de esa circunstancia está detrás de ge, I contain multitudes)”. la interpretación, mostrado el limitado alcan-
una parte importante de la clásica teoría eco- El punto de partida más sólido es un im- ce empírico de tales resultados, cuando no la
nómica de la burocracia21. Muy en general, portante resultado de la teoría de la elección simple falsedad de los invocados27. En todo
esa teoría muestra que los diversos organismos social que demuestra que no existe un meca- caso, cuesta entender por qué los críticos de la
de la administración tienen una posición de nismo democrático de toma de decisiones (la participación detienen sus críticas en las puer-
monopolio de suministro de información res- regla de la mayoría, p.e.), respetuoso con ele- tas de la democracia liberal. En tanto las teo-
pecto a los departamentos políticos con pato- mentales principios, que sea capaz de reunir rías invocadas se refieren a cualquier sistema
lógicas consecuencias: entre otros asuntos, ad- sin sombra de ambiguedad las preferencias de de elección, sus argumentos también deberían
ministran el peso de losproblemas, la relación los votantes en una preferencia agregada “in- descalificar al mecanismo de selección y pena-
entre el presupuesto concedido y la actividad teligible” 24. El teorema (de Arrow) generaliza lización de elites.
real desarrollada. Los políticos pueden des- y formaliza una conocida paradoja (de Con- Por otra parte, no cabe descartar que
confiar, pero, a la hora de la verdad, están dorcet) que nos dice que cuando al menos nuevos diseños institucionales, también de-
perdidos. tres individuos participan en una elección con mocráticos, eviten o aligeren los problemas de
En principio, la solución, para ciudada- agregación28. En particular, cabe pensar en
nos y para políticos, vendría a ser la misma: 22 Cf. P. Rosanvallon, La contra–democracie, Seuil,
técnicos confiables que asesoren y perfilen en París, 2006.
debate público las preguntas y los dilemas. En 23 Rousseau distinguía entre “voluntad general”, 25 W. Riker, Liberalism against populism. A confronta-

realidad, con la participación las cosas po- una voluntad colectiva orientada al interés común, y “vo- tion between the theory of democracy and the theory of social
luntad de todos”, la simple suma de las voluntades parti- choice, Freeman, San Francisco, 1982.
drían mejorar. A los parlamentarios, que son culares, orientadas por el interés privado. Aquí se entiende 26 Ch. List, Mission Impossible? The Problem of Demo-
“voluntad general” como “voluntad de todos”, aun si, en cratic Aggregation in the Face of Arrow´s Theorem, (http://
principio, los resultados de la teoría de la elección colectiva personal.lse.ac.uk/LIST/research.htm).
21 W. Niskanen, Bureaucracy and Representative Go- 27 G. Mackie, Democracy Defended, Cambridge U.P.,
nada presumen acerca de la calidad de las preferencias que
vernment: Edward Elgar, Cheltenham, UK, 1971; “La se suman. Cambridge, 2003.
peculiar economía de la burocracia “, Hacienda Pública, 24 K. Arrow, Social choice and individual values, John 28 J. Coleman, J. Ferejohn, “Democracy and Social
1978, 18, 52. Wiley & Sons, Inc., N. York, 1951. Choice”, Ethics, 2006, 97; D. Miller “Deliberative Democ-

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¿ Id iotas o C i udadanos?

procesos deliberativos que filtren las distintas la deliberación, antes que simplificar las deci- La argumentación anterior tiene dos pies,
opciones a la luz de criterios de imparcialidad siones, las complique. Hay muchos modos en dos supuestos: uno antropológico, según el
y justicia. La argumentación permitiría redu- los que la deliberación puede dificultar la cual el ciudadano es un homo economicus,
cir las alternativas o bien ordenarlas según je- convergencia: es lenta y los problemas a resol- egoísta y racional; otra institucional, que hace
rarquías de principios. La primera posibilidad ver se pueden modificar antes de recalar en que a ese individuo, que va echando las cuen-
se ampara en el supuesto, fundamental para una decisión; puede propiciar un aumento en tas aquí y allá, no le resulte interesante la acti-
las propuestas deliberativas de que, aunque el número de propuestas a considerar, al “des- vidad política. Las dos son discutibles.
todas las opiniones han de estar en condicio- cubrir” algunas que antes “no se nos habían l El homo oeconomicus tiene por cerebro
nes de poder expresarse, no todas valen igual. ocurrido”; al hilar fino, con más matices, pue- una caja registradora. Las opciones se conta-
Antes de “sumarse”, las preferencias habrían de introducir nuevos ordenes de votación, bilizan como costes o beneficios. Explora las
de justificarse en una pública discusión que otras miradas; y, por diversos mecanismos psi- distintas acciones abiertas ante sí, examina sus
las ponderase y cribase. Con menos opciones, cológicos, puede contribuir a calentar las dis- consecuencias y, atendiendo a su posibilidad y
eliminadas las manifiestamente irracionales o cusiones y a polarizar las opciones30. a su provecho, escoge aquella que le beneficia.
inmorales, es menos probable que aparezcan Lo demás, los afectos, las lealtades, las nor-
los problemas de “inconsistencia” en una vo- c) Los ciudadanos son egoístas mas, no le importan. Solo existen instrumen-
luntad general en la que no todo ha de inte- Esta estrategia viene a decir que lo del zo- talmente, que es dejar de existir como tales
grarse. Con esa estrategia, se “circunvalan”, om politikon es un cuento, que “los ciudada- afectos, lealtades o normas. Un personaje que
por así decir, algunos de los axiomas del teo- nos pasan de la política”. Y que no le faltan se corresponde bien poco con la realidad32.
rema de Arrow y, por ende, sus pesimistas razones. La actividad política exige tiempo y En nuestra vida cotidiana se percibe con fre-
conclusiones. esfuerzos. Hay que informarse, comparar y, cuencia la resistencia a actuar como calcula-
La otra posibilidad apunta al reconoci- por lo menos, ir a votar. Todo ello, en nombre dores egoístas33. No nos parece bien que ór-
miento de que la deliberación permite identi- de los intereses generales. Además, la probabi- ganos para trasplante o los emparejamientos
ficar afinidades, jerarquizar las propuestas y lidad de que el propio voto, uno entre millo- se subasten, que el que más pague se los lleve.
reducir las dimensiones de los problemas. Se nes, tenga impacto es casi nula. Es difícil pen- No engrasaría la relación con nuestros suegros
podría, por ejemplo, mostrar que según cier- sar que la gente dedique tiempo y esfuerzo a el que, después de una excelente comida navi-
to criterio normativo las iniciativas A, B y C, una tarea prácticamente inútil y que, en todo deña, les ofreciéramos una retribución por el
que parecen diferentes, están ordenadas. De caso, beneficiará por igual a quienes lo hacen tiempo empleado en su preparación. El infor-
ese modo cabría conmensurar propuestas como a quienes no. A esto se añade la cir- mático que dedica sus tardes en dar clases gra-
–agrupando algunas desde consideraciones cunstancia ya mencionada de que, por su tuitas en un colegio, seguramente dejará de
energéticas, por ejemplo– en una misma es- propia naturaleza, la política siempre va a la hacerlo si quieren darle dinero. Si nuestro jefe
cala y, con ello, reducir los ámbitos de elec- zaga respecto a otras actividades a la hora de nos pide que vayamos a otra ciudad, quizá, a
ción a las opciones más básicas comprometi- mejorar su productividad. Dicho de otro mo- desgana, aceptemos, aunque suponga separar-
das en la elección. En la comunidad política do, cada vez es mayor el coste (de oportuni- nos de nuestros seres queridos. Si nos dice
sucedería algo parecido a lo que sucede en el dad) de emplear el tiempo en los asuntos pú- que nos paga dinero simplemente porque nos
ámbito personal. Yo puedo querer entregar- blicos31. En suma, un mal negocio. alejemos de nuestra familia, ni siquiera consi-
me a la disipación (D) y, a la vez, cultivar mi deraremos la propuesta. En todos esos casos el
espíritu (E), trabajar en algo que me gusta egoísta puro hubiera actuado de otro modo34.
(T) y hacerme rico (R), pero, después de una 30 C. Sunstein, Republic.com. 2.0., Princeton U.P.,

reflexión acerca de la idea de vida que me pa- Princeton, 2007. Incluso puede dar pie a nuevas paradojas
rece razonable, puedo ordenar esas preferen- de agregación. Imaginemos a tres ciudadanos que, después mejor retribuidas las horas que antes se dedicaban a lavar
de deliberar si X es un problema lo bastante importante y o cocinar y dejar a otros –con técnicas de producción
cias desde otras más ponderadas (metaprefe- de si Y (una medida costosa) es eficaz para paliar X, han más eficientes: lavanderías, restaurantes– tales trabajos.
rencias), desde principios más básicos acerca de tomar una decisión. Naturalmente, para estar a favor Pero ello no sucede con todas las actividades. Algunas
de qué tipo de vida me parece importante de la propuesta , hay que creer que X es importante y de ellas, desde la perspectiva económica, no mejoran
que Y sirve. Dadas esas circunstancias, podría darse que su productividad y no pueden suplirse sin convertirse
llevar, y reducir las opciones: si quiero ser un una mayoría crea que X es importante, otra mayoría creer en otra cosa o desvirtuarse. Sucede con la amistad, un
libertino, he de elegir el paquete L, con el or- que Y sirve y, sin embargo, la mayoría estar en contra de “bien relacional”, esto es, un bien cuyo consumo no
den (D, R, T, E); si quiero ser un filósofo, adoptar la medida. Sería el caso, por ejemplo, si 1 piensa es excluyente, no se puede adquirir en forma delegada,
que X es un problema real pero que Y no sirve, que 2 crea no tiene precio (desaparece el bien) y, sobre todo, cuyo
otro F, con el orden (E, T, D, R)29. Por una que X no es importante, aunque esté convencido de que Y único input es el tiempo: el tiempo que se le dedica es
vía o por otra, por el filtrado o por la jerar- es eficaz y que 3 esté de acuerdo en la importancia de X y el producto que aumenta. Por ello, por definición, no
quía de las preferencias, la deliberación ayu- en la eficacia de Y. P. Pettit, “Deliberative Democracy and puede mejorar su productividad. La amistad, comparada
daría a encontrar vías de solución el proble- the Discursive Dilemma. Noûs, 2001, 35. Para otros prob- con otras actividades, tiene cada vez un mayor coste de
lemas: C. List, “The imposibility of Paretian Republican”, oportunidad. La participación política podría encontrarse
ma de la agregación. Economics and Philosophy, 20, 2004; “Deliberation and en esa misma situación, C. Uhlander, “Relational Goods
Con todo, no cabe ignorar que las cosas Agreement”, S. Rosenberg (ed.), Can the People Decide? and Participation”, Public Choice, 1989, 62, 3; F-Ch.
también pueden ir en sentido contrario: que Theory and Empirical Research on Democratic Deliberation Wolff, L. Prouteau, “Relational Goods and Associational
(en prensa). Participation”, Annals of Public & Cooperative Economics,
31 Una característica de las actividades orientadas ha- 2004, 75, 3.
cia el mercado es que, tendencialmente, han mejorado su 32 C. Camerer, G. Loewenstein, R. Rabin, (eds.), Ad-
racy and Social Choice”, Political Studies, 40, 1992. John productividad. Cada vez se necesita menos tiempo para ob- vances in Behavioral Economics, Princeton U.P.. Princeton,
S. Dryzek and Christian List, “Social Choice Theory and tener el mismo resultado (en rigor no sería así: todo cambio NJ, 2003.
Deliberative Democracy: A Reconciliation”, British Journal técnico en los sistemas de producción acostumbra a conlle- 33 En este epígrafe recupero modificados algunos ar-
of Political Science, 2003, 33. var cambios en el producto, cf. N. Rosenberg, Perspectives on gumentos desarrollados más extensamente en La libertad
29 J. Harsanyi, “Cardinal Welfare, Individualistic Eth- Technology, Cambridge U.P., Cambridge, 1976). En otros inhóspita, Paidos, Barcelona, 2002.
ics, and Interpersonal Comparisons of Utility.” Journal of casos, donde por circunstancias técnicas –como sucede con 34 El dinero deteriora “el comportamiento virtuoso”
Political Economy, 1955, 63; H. Franfurkt, “Freedom of la producción doméstica– la productividad no resultaba de dos modos, por lo menos: a) la gente dispuesta a co-
the Will and the Concept of a Person” Journal of Philosophy sencilla de mejorar, es el coste de oportunidad el que lleva a laborar cuando se le quiere pagar deja de hacerlo (al po-
1971, 68. acabar con la actividad. Se prefiere dedicar a las actividades ner precio a la actividad el bien desaparece, quizá porque

26 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 184 ■


Félix Ovejer o Lucas

valores y la vinculación con esas valores es


emocional: nos indignamos ante la injusti-
cia; nos avergonzamos cuando violamos las
normas. Algo que sólo se puede entender si
las disposiciones sobre las que las normas
operan tienen un anclaje biológico36.
Los humanos somos bastante más cosas
que egoístas. Unas veces, en unos contextos,
vamos a la nuestra; en otros, nos falta tiem-
po para acudir en ayuda de otros. Ninguna
persona informada puede hoy sostener que
nacemos con la mente en blanco, que lo que
somos sea una exclusiva cuestión de educa-
ción, de “cultura”. Está en nuestra naturale-
za. Presentamos procesos emocionales diver-
sos, repertorios de compromisos flexibles,
variedad de vínculos entre normas y emo-
ciones37. Tenemos disposiciones innatas o
que, aunque no sean innatas, están progra-
madas en nuestros genes y se desarrollan lo
largo de nuestra vida, como sucede con la
dentición o el deseo sexual. Nacemos “sa-
biendo” bastantes cosas: tenemos ciertas
ideas espaciales, psicológicas, competencias
para el lenguaje, para la captación de las ex-
presiones faciales, para establecer relaciones
de casualidad, para realizar clasificaciones38.
Lo discutible es que solo el egoísmo esté en-
tre tales disposiciones. No hay nada parecido
a “una motivación única y final”, sino dispo-
siciones distintas que operan y coexisten en
distintos procesos cognitivos, ante distintos
escenarios.
l La existencia de disposiciones diver-
sas nos conduce a la segunda premisa: a la
posibilidad de diseñar las instituciones te-
Nada de ello se entendería si la especie sulta imposible para el homo economicus, que niendo en cuenta cómo pueden alentarse
humana estuviera exclusivamente amasada siempre prefiere algo a nada. Si los valores las cívicas y canalizar las egoístas para que
con la simplicidad psicológica del homo oeco- “funcionan” y aseguran la vida social, es pre- se traduzcan en los resultados que nos inte-
nomicus. Este solo tiene en cuenta sus benefi- cisamente porque no se asientan en el cálcu- resan, para que también al homo economicus
cios, carece de memoria, de sentimientos de lo, porque son valores, porque nos indigna- las cuentas le salgan de otro modo. La dis-
justicia y de lealtades, de rencores y de envi- mos y estamos dispuestos a comportarnos posición a participar depende en buena
dias. Si cumple una amenaza o respeta un según ellos aunque suponga perder dinero. medida de la percepción por parte de los
pacto es solo porque le resulta ventajoso. Lo Y por ello, como todos los sabemos, tene- ciudadanos de la importancia que se otorga
malo es que, cuando “se echan las cuentas”, mos una razón adicional para resistirnos a a sus voces. Si las instituciones están diseña-
en el terreno de la emociones o la moral, des- desatar en los demás comportamientos que das para prescindir de su participación, es
aparecen los posibles beneficios. La dignidad “no atienden a razones”, a estafarlos o humi-
“estratégica” no sirve. Solo sirve si es sentida e llarlos. Mal que bien, la sociedad, incluido el
irrenunciable35. Un comportamiento que re- mercado, funciona porque una parte impor- 36 Prueba adicional de ello es que los humanos

tante de nuestras acciones no se rigen por el adoptamos las mismas repuestas en los dilemas morales
(aunque no estemos de acuerdo en cómo justificar las deci-
cálculo, porque los individuos se guían por siones que adoptamos), cf. M. Hauser, Moral Minds: How
ese precio no vale la pena”); b) la exposición al dinero en Nature Designed our Universal Sense of Right and Wrong,
una actividad lleva a dejar de colaborar en actividades no Ecco, N.York, 2006.
expuestas al dinero (estudiantes que habían sido pagados va nada. La teoría económica, que parte del supuesto del 37 A. Maryanski,, J. Turner, The Social Cage, Stanford:
por la actividad A, cuando le piden ayuda a propósito de egoísmo, predice que A habría de proponer un reparto Stanford U.P.1992. A. Maryanski, “Evolutionary Sociol-
otra actividad B no ayudan). Para experimentos en este de 99 para A, 1 para B. La razón es que A supone que B, ogy”, Advances in Human Ecology, 1998 7.
sentido: cf. D. Airely, Predictably Irracional, Harper Co- entre algo y nada, prefiere algo: B también es egoísta y para 38 H. Barkow, L Cosmides, J. Tooby, (edts.), The
llins, N. York, 2008, págs. 67-ss. él no cuenta otra cosa que su beneficio. Pero lo cierto es Adapted Mind, Oxford U.P., Oxford, 1992; D. Sperber, D.
35 En ese sentido, resultan especialmente interesantes que cuando el experimento se realiza: a) los A proponen, Premack, A. Premack, A. (edt.), Causal Cognition, Oxford
los resultados procedentes de la economía experimental. en su mayoría, un reparto 60-40; b) los B rechazan repar- U.P., Oxford, 1996. No hace falta compartir las exageracio-
Un conocido experimento consiste en dividir 100 dólares tos que se alejen mucho de la equidad. Esto resultados nes de la psicología evolutiva para reconocer estos resulta-
entre dos individuos de tal modo que uno (A) hace, en pri- invitan a pensar en la existencia de sentimientos de justicia dos. Ver también las voces dedicadas a la biología, la física,
mer lugar, una propuesta de división de esa cantidad; si la o de dignidad, alejados del egoísmo: J. Kagel, A. Roth, la economía y la psicología “popular” en R. Wilson, F. Keil,
propuesta es aceptada por el otro individuo (B), cada uno (edts.) The Handbook of Experimental Economics, Princeton (edts.), The MIT Encyclopedia of the Cognitive Sciences, The
de ellos se lleva lo acordado; si es rechazada, nadie se lle- U.P., Princeton, 1995. MIT Press, Cambridge, Mass, 1999.

Nº 184 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA



27
¿ Id iotas o C i udadanos?

normal que no participe39. Quien sabe que votos se distribuirían aleatoriamente. Basta- en lo que han hecho otros antes, sin atender a
no le escuchan, no se molesta en hablar. No rían unos pocos informados para acabar la información que ellos puedan recibir44.
es egoísta, es simplemente sensato. Y sucede adoptando las mejores elecciones. Los ciuda- La presencia de los sesgos parece indis-
que las instituciones no son sensibles a lo que danos se decantarían aquí y allá, compensán- cutible45. Las dudas atañen a la calificación
podríamos llamar vocaciones públicas de los dose unos con otros, anulando sus mutuos de “irracionales”. Una apreciación, por lo
ciudadanos40. yerros, y la minoría razonable resultaría deci- menos, precipitada46. Por lo pronto, hay que
Las instituciones han de detectar el peca- siva. Pero, según el parecer de estos críticos de advertir que las “irracionalidades”, empíricas
do sin desalentar la virtud, han de poder fun- la participación, las cosas no son así. Y es que o inferenciales, abarcan más que la política.
cionar en previsión de bajas motivaciones pú- los votantes serían ordenadamente estúpidos. Abarcan prácticamente todas nuestras activi-
blicas, pero sin que ello las incapacite para ab- Sus decisiones se rigen por sesgos regulares. dades, empezando por buena parte de nues-
sorber y alentar las disposiciones cívicas. Es lo Irracionales pero persistentes. En consecuen- tras folk theories, “teorías” que, sin que tenga-
que sucede en la ciencia, una institución dise- cia no hay compensación de torpezas sino mos plena conciencia, rigen buena parte de
ñada para obligar a jugar a la verdad y produ- empecinamiento en el error. nuestras prácticas cotidianas y que confundi-
cir “las teorías correctas”. En las comunidades En lo esencial, quienes defienden esta te- mos con nuestro “sentido común”. Aunque
científicas, los apasionados del conocimiento sis señalan fallos empíricos o inferenciales de falsas o imprecisas, para ir por la vida resul-
pueden dar curso a sus disposiciones. Pero no los ciudadanos, fallos con la suficiente regula- tan eficaces y, en muchas ocasiones, parecen
solo ellos. Quienes tienen otros objetivos (di- ridad como para considerarlos “constantes” inscritas en nuestros módulos cerebrales.
nero, fama, éxito sexual) saben que para obte- del comportamiento. En unos casos se trata Nuestra física mental (“el sol sale”, “los cuer-
nerlos han de plegarse a un conjunto de pro- de creencias, de opiniones sobre el mundo, pos caen”) es aristotélica, incompatible con
cedimientos (publicidad de sus argumentos, como los cuatro sesgos –discutibles, por lo los resultados de la física moderna, pero re-
exposición a la crítica, control empírico, etc.) demás– que destaca Bryan Caplan: un sesgo sulta suficiente –y mejor que la relativista, en
que les obligan a “jugar a la verdad”. La insti- antimercado, que dificulta entender cómo la tanto no frecuentamos escenarios próximos a
tución puede funcionar con “servicios míni- mano invisible armoniza la ambición privada la velocidad de la luz– para las necesidades
mos”, en baja intensidad, sin virtud (sin y los intereses generales; un sesgo antiextran- prácticas, para establecer relaciones de causa-
“amor a la verdad”), pero funciona mejor con jero, que impide reconocer los beneficios de lidad, evitar peligros o hacer planes. También
ella y, de hecho, la propicia41. la interacción con las gentes de otros países, resulta, cuando menos, imprecisa y poco
en particular, en el comercio internacional; compatible con (o ajena a) los resultados de
d) Los ciudadanos son insensatos un sesgo make–work, que a equiparar la pros- la neurociencias, nuestra psicología espontá-
Según este punto de vista el busilis no es peridad con el empleo y no con la produc- nea, la que nos lleva a interpretar –en térmi-
que los electores estén poco informados. Si tal ción; un sesgo pesimista, que sistemáticamen- nos de creencias y deseos– la conducta de los
fuera, no habría problemas con la participa- te lleva pensar que las condiciones económi- demás (y a veces, en sociedades primitivas,
ción. No importaría que votaran a ciegas. Los cas son cada vez peores42. cuando toman la forma de atribuciones ani-
En otros casos se trata de sesgos inferen- mistas, también “la conducta de la naturale-
ciales, de errores a la hora de ponderar la in- za”). Otro tanto sucede con nuestras tesis
39 Por otra parte, la tesis de que la participación es formación o en el camino de las premisas a las “espontáneas” sobre biología o economía. Y,
un coste también resulta discutible a la luz de los resulta- conclusiones43. Algunas de ellos se repiten también, con nuestras estrategias inferencia-
dos que muestran la relación positiva entre participación y
felicidad, cf. B. Frey, “Happiness Prospers in Democracy”,
con notable regularidad: a) de representativi- les, empezando por la inducción, con la infe-
Journal of Happiness Studies, 2000, 1; B. Frey, A. Slutzer, dad, que conduce a relacionar un item con rencia que lleva a generalizaciones a partir de
“Happiness, Economy and Institutions”, The Economic una clase y atribuir después lo que se sabe de unas pocas observaciones. Se trata de un ra-
Journal, 2000, 110; R. Ryan, E. Deci, “On Happinesss la clase al item, sea para lo bueno (“estudia zonamiento inseguro (si fuera seguro, sería
and Human Potentials: A Review of Research on Hedonic
and Eudaimonc Well–Being”, Annual Review of Psychology, teología, debe ser una persona seria”) como una deducción), pero en muchos contextos
2001, 52. para lo malo (“estudia publicidad y relaciones la rapidez o la capacidad de actuar a partir de
40 Operan dos reglas que están en la base de “funcio-
públicas, debe ser frívola”); b) de accesibili- unos cuantos indicios tienen una importan-
namiento” de los organismos públicos: a) la prioridad del
principio de realismo de la virtud, según el cual el diseño
dad, que lleva a rescatar del depósito de la cia decisiva, por ejemplo; resulta muy conve-
de las instituciones ha de asumir que los individuos no se memoria aquellos aspectos que resulta más fá- niente concluir la presencia de un depreda-
interesan por el bien público, sobre el de posibilidad de la cil recuperar (El PP es la guerra de Irak; el dor y salir corriendo al ver moverse la hierba
virtud, según el cual las instituciones deben diseñarse del tal
modo que alienten las disposiciones públicas; b) la priori-
PSOE, el GAL); c) de anclaje y ajuste, que y percibir cierto olor. También nuestros sen-
dad de la responsabilidad pasiva, entendida como la simple opera con sucesivas correcciones sobre el so- tidos, empezando por la visión, nos engañan
capacidad de justificar una acción realizada, y que viene porte de una respuesta inicial más o menos
asociada a penalizaciones en el caso de violar una norma, precipitada (los votantes que se atarán duran-
sobre la responsabilidad activa, entendida como la acción 44 M. Delli Carpini, art, cit, ; S. Bikhchandani, D.
autónoma que valora las consecuencias y busca compor- te años al primer partido que eligieron en su Hirsheleifer, I. Welch, “A Theory of Fads, Fashion, Cus-
tamientos acordes con el interés público. M. Bovens, The juventud por razones circunstanciales); d) de tom, and Cultural Change as Informational Cascades.”
Quest for Responsibility, Cambridge U.P., Cambridge, 1998; simulación, que construye conjeturas y se- Journal of Political Economy, 1992, 100,.5. D. Hirsheleifer,
G. Brennan, “Selection and the currency of reward”, en R. 1995. “The Blind Leading the Blind: Social Influence,
Goddin (ed.), The Theory of Institutional Design, Cambridge
cuencias causales a partir de la información li- Fads and Informational Cascades” en K. Ieurulli, M.
U.P., Cambridge, 1996. mitada (se da A, que llevará a B y eso a C) ; e) Tommasi (edts.), The New Economics of Human Behaviour,
41 Eso sí, para que la institución funcione es impres-
de cascadas de información, en las que las Cambridge U.P., Cambridge, 1995.
cindible que estén claros los retos que han de enfrentar las 45 Cf. G. Gigerenzer, Adaptative Thinking: Rationality
teorías, los problemas a investigar. Las dificultades aparecen
personas, sucesivamente, basan sus acciones
in the Real World, Oxford U.P., Oxford, 2000.
cuando los retos no están claros, esto es, cuando no hay 46 Cf. La polémica entre G. Gigerenzer (“Moral Intui-
una comunidad científica que comparte un repertorio de tion: Fast and Frugal Heuristics?” y C. Sunstein (“Fast, Fru-
teorías y problemas. En buena medida es el problema de 42 B. Caplan, The Myth of the Rational Voter, Princ- gal and (sometimes) Wrong”) en W. Sinnott–Armstrong
las teorías sociales. En tales casos, es más necesaria la virtud eton U.P., Princeton, 2007. (edt.), Moral Psychology. Vol. 2. The Cognitive Science of Mo-
de los investigadores, F. Ovejero, “Las batallas de la ciencia 43 Sobre esos sesgos, cf. Z. Kunda, Social Cognition, rality: Intuition and Diversity, The MIT Press, Cambridge,
popular”, Claves de razón práctica, 2002, 128. The MIT Press, Cambridge, Mass., 1999, págs. 53–ss. Mass, 2008, págs. 1-ss.

28 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 184 ■


Félix Ovejer o Lucas

a veces47. Pero nadie discute de su funciona- eso sí que es un problema de diseño institu- do transitamos por la senda que otros han
lidad. Sencillamente tales “conocimientos” cional. Para ser claros: la información más caminado antes; incluso, en el mercado. En
constituyen –o constituyeron en otro tiem- manipulada conduce, con toda probabilidad, todos esos casos, cada uno se beneficia de que
po– adaptaciones interesantes, aunque, mi- a conclusiones erróneas, aunque sea en ma- los demás procuren por su personal interés:
rados con detenimiento lógico o epistémico, nos de Russell, de Frege o de Gödel. El que podrá orientarse al conducir; caminará por
en ocasiones (o siempre) resulten incorrec- conozcamos la existencia de los sesgos es in- una vía despejada; encontrará mejores pro-
tos48. dicación de que podemos tomarlos en consi- ductos. Por supuesto, no faltan las ocasiones
Pero lo importante no es eso, sino que deración al basar las decisiones, como los en las que la cooperación asegura los mejores
somos capaces de dar un paso atrás, escapar a bancos centrales tienen en cuenta el egoísmo resultados, al mover un coche varado o al dis-
nuestras constricciones o disposiciones y va- al manipular los tipos de interés para conte- putar una batalla, como bien sabían los hopli-
lorarlas, de “extrañarnos”, para decirlo con ner la inflación. De lo que se trataría, si se tas que integraban las apretadas falanges grie-
léxico hegeliano. Reflexionamos y reconoce- quiere asegurar la buena formación de los gas. Pero también las mejores disposiciones
mos “el error”. Algo que podemos hacer tan- juicios, es de de garantizar información cooperativas pueden llevar al peor resultado:
to en el ejercicio de la razón teórica como en máximamente veraz y sometida al contraste si en el cine repleto, todos, pensando en los
el de la razón práctica. Sabemos que hay lon- de puntos de vista. Si, por ejemplo, sabemos demás, se ceden mutuamente el paso, tampo-
gitudes de onda que no percibimos y hemos que personas con ciertas opiniones compar- co saldrá nadie. En breve: disposiciones y re-
elaborado teorías sobre ellas; que es saludable tidas sobre algo que discuten entre ellas –y glas se combinan para producir distintos re-
evitar nuestra natural tendencia a comer dul- sólo entre ellas– acaban coincidiendo en las sultados. Incluso las peores disposiciones pue-
ces; que ciertos errores inferenciales sistemáti- opiniones más extremas sobre ese algo52, ca- den canalizarse mediante diseños institucio-
cos resultan eso, errores lógicos; que nuestras be pensar, en aras de la calidad de las decisio- nales para que cuajen en el objetivo deseado.
disposiciones agresivas o posesivas son sus- nes, en propuestas institucionales que obli- Recordemos el clásico ejemplo de Rawls. Po-
ceptibles de valoración moral y que debemos guen a exponerse a otros puntos de vista, a demos distribuir en partes iguales un pastel
sobreponernos a ellas en nombre de otras otras informaciones, a exponer las propias con una autoridad central que corta y reparte,
consideraciones. En todos esos casos hay una razones, a la deliberación, para decirlo con pero también mediante “educación” (apelan-
disposición básica, una suerte de estrategia solemne brevedad53. De que las cosas son do a su conciencia, a sus buenas disposicio-
que, en algún sentido, es interesante en de- así, de que los juicios mejoran, en tales cir- nes), e, incluso si resultan egoístas sin reme-
terminadas circunstancias, pero que, con más cunstancias, hay modestas pero atendibles dio, con la regla de juego adecuada, como,
tiempo, podemos ponderar, reconocer en su pruebas empíricas. por ejemplo: “el que corta los pedazos es el
falta de fundamento y corregir. Esa simple último en retirar su parte”.
posibilidad, de revisar y rectificar nuestros ¿Dónde está el problema? En nuestro caso, el “problema” de la falta
juicios a la luz de razones, confirma nuestra Al final, en todos los casos, recalamos en las de cultura cívica tiene que ver menos con los
competencia racional y capacidad para desa- instituciones. Nada raro. En su versión más ciudadanos que con las reglas de juego en las
rrollarla49. descarnada, un proceso social es siempre el que se manejan. Sencillamente, forma parte
En buena lógica, cada uno de los sesgos resultado de la combinación de motivaciones del diseño. Está en el origen de los supuestos
inferenciales antes vistos se corresponde con y de escenarios, de acciones y de reglas de liberales que inspiran las instituciones demo-
algún tipo de falacia. Pero eso no quiere de- juego en las que se desenvuelven los agentes. cráticas, o, desde otro punto de vista, en el
cir, sin más, que sean irracionales. También se A pesar de las jeremiadas “buenistas” acerca modo en el que el liberalismo trata de resolver
pueden entender como heurísticas que ayu- de que lo primero para que “vayan bien las su conflictiva relación con la democracia:
dan a tomar “decisiones racionales bajo limi- cosas” es “cambiar a la gente”, de “educarla”, “protegiendo” a los ciudadanos de la política.
tadas capacidades para procesar información, la modificación de las actitudes la mayor Y es que para los liberales la pérdida de liber-
limitados incentivos para el compromiso y li- parte de los veces, incluso cuando se puede tad empieza cuando las decisiones de “otros”,
mitada información”50. Sencillamente es lo hacer, sirve de poco. Es cierto que las dispo- de la comunidad política, recaen sobre mí y
mejor que cabe hacer a partir de lo que se siciones egoístas o poco cooperativas con mi libertad aumenta cuando aumentan los
dispone. El problema está en “lo que se dis- mucha frecuencia desencadenan pésimos re- ámbitos de mi vida que están excluidos de
pone”51, en la información que se procesa. Y sultados colectivos. Ahí están los muchos ca- esas decisiones. En esas condiciones parece
sos en donde el dilema del prisionero se bastante natural que la actividad política, an-
cumple: si, ante un incendio en un cine re- tes que garantía de la libertad, se entienda co-
47 Nuestro cerebro no es una máquina perfecta. La pleto de gente, todos salimos corriendo, sin mo un peligro para la libertad.
selección natural no ha producido una herramienta ópti- atender a nada más que a nuestra propia sal- La desconfianza liberal hacia la democra-
ma con la que procesar los datos. Más bien es el resultado vación, a todos nos irá peor que si coopera- cia es radical. La democracia parece exigir la
de un parcheo ad–hoc, con los materiales disponibles, D.
Linden, The Accidental Mind, Belknap, Cambridge, Mass, mos y salimos ordenadamente. Pero también participación de todos en decisiones que re-
2007. hay otras veces, con otras reglas, en las que caen sobre todos. Desde una sensibilidad libe-
48 Una exposición de las diversas “Folk sciences” en R.
“ir a la nuestra” produce buenos resultados ral eso quiere decir que atenta de dos modos
Wilson, F. Keil , Ed. The MIT Encyclopedia of the Cognitive
Sciences, The MIT Press, Cambridge, Mass, 1999. sociales: cuando mantenemos nuestro carril muy fundamentales contra la libertad. Por
49 E. Stein, Whitout Good Reason, Clarendon Press, al conducir, cada uno por su derecha; cuan- una parte, las decisiones adoptadas, lo que le
Oxford, 1996.
50 M. Delli Carpini, S. Keeter, What American Know
parece bien a la mayoría, regulan buena parte
about Politics and Why Matter, Yale U.P., New Haven, CT, 52 Si son moderadamente x (racistas, ecologistas, de la vida de cada uno. Yo puedo querer A,
1996. feministas) acaban triunfando las tesis más radicales (ra- pero si todos quieren B, no tendré más reme-
51 Por supuesto, la cosa mejoraría si se tiene cons- cistas, ecologistas, feministas). A esa relación, con no poca dio que aceptar algo distinto de lo que yo de-
ciencia de que se está operando con sesgos, al modo como exageración epistemológica, Cass Sunstein la llama “ley de seo. Por otra, el funcionamiento de la demo-
sabemos que la inducción es razonamiento inseguro y, por polarización de grupos”, “The Law of Group Polarization”,
ello, no tomamos como indisputables –desconfiamos de– la Journal of Political Philosophy, 2002m 10, 2. cracia exigiría una disposición cívica, una par-
conclusión de una inferencia inductiva. 53 C. Sunstein, Republic.com. 2.0.,op.cit.. ticipación en la gestión de la vida colectiva

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29
¿ Id iotas o C i udadanos?

que, aun si acorde con ciertos ideales de vida, mo no requiere virtud ciudadana para funcio- El mercado no requiere virtud ni, tampo-
está lejos de poder reclamarse en –o presumir- nar. Algo que, por lo demás, dado el pesimis- co, información. Es una institución que no
se a– el conjunto de los ciudadanos. En con- mo antropológico liberal, cabría esperar. exige a sus protagonistas ninguna sabiduría
secuencia, de un modo u otro, la democracia especial. Al menos en dos sentidos prescinde
derivaría en intromisiones, establece “imposi- La democracia, el mercado, de información. Primero, para coordinar las
ciones” que no son resultado de un consenti- la información y la virtud actividades económicas el mecanismo de los
miento libremente asumido. La democracia Vista de ese modo la democracia liberal guar- precios basta y sobra. Allí está contenida la in-
se lleva mal con la libertad negativa, el ideal da parecidos no irrelevantes con el mercado, formación sobre lo que cada uno quiere y
liberal de libertad, según el cual, la mejor so- tanto en lo que atañe a la preservación de la cuánto lo quiere, las intenciones y los planes
ciedad es aquella en la que existe un mínimo libertad negativa como a los modelos de com- de millones de personas. Los cambios en los
de intromisiones en la vida de los individuos. portamiento (falta de virtud) y a los bajos re- precios señalan los bienes o factores de pro-
Lo dijo bien claro y para siempre Isaiah Ber- querimientos de información. Las dos institu- ducción que escasean y permiten a las perso-
lín: hay que enfrentarse al “hecho intelectual- ciones están diseñadas para funcionar en esas nas orientarse y corregir sus errores. Con limi-
mente incómodo”, de que la democracia y el condiciones. Veamos de qué modo. tada información cada uno sabe a qué atener-
liberalismo no se llevan bien, de que “pueden En lo que atañe a la protección de la li- se y la sociedad funciona, se sabe qué producir
chocar entre sí de manera irreconciliable”54. bertad negativa, el mercado se puede entender y en qué cantidad58.
La democracia liberal es la solución insti- como un paradigma de institución liberal. En la identificación de los mejores tam-
tucional a los problemas de compatibilidad Multitud de relaciones de intercambio, con- bién prescinde de información. En el merca-
entre democracia y liberalismo. Más exacta- tractuales y, por tanto, “libres”, aseguran la re- do las penalizaciones que hacen más atractivas
mente, es un modo de resolver un complica- solución de tareas colectivas sin que nadie se unas opciones que otras y que castigan la elec-
do equilibrio entre su función como institu- encargue de ello. Para el liberal, sólo estamos ción errada o el mal comportamiento no re-
ción política (abordar los asuntos públicos), atados por aquellos compromisos que hemos quieren ni de instancias morales ni de agentes
su fundamentación liberal (preservar la liber- aceptado voluntariamente y sólo estamos so- sancionadores que examinen detenidamente
tad negativa), su principio de legitimidad de- metidos a las obligaciones que de ello se deri- cada una de las acciones. El cliente puede ig-
mocrática (la voluntad expresada en votos) y van. El contrato es el paradigma de la libertad norarlo todo acerca de la cocina, pero al elegir
su pesimismo antropológico (ciudadanos ig- negativa: la relación de intercambio, relación un restaurante, con sus elecciones de consu-
norantes y egoístas)55. en la que yo me comprometo a hacer A (reali- mo, penaliza al mal productor, castiga a quien
La libertad negativa queda razonable- zar un trabajo, entregar un bien, pagar un di- no lo hace bien y, por exclusión, selecciona al
mente garantizada en la democracia liberal. nero) a cambio de tu compromiso de hacer B. buen cocinero, deja la gestión en manos de
De diversos modos. En primer lugar, median- Esa relación, libremente aceptada, vincula a los mejores gestores. La penalización es el re-
te la profesionalización de la actividad políti- sus protagonistas y sólo a sus protagonistas. sultado de la acción de todos, pero no es la
ca. A los ciudadanos no cabe reclamarles nin- Con eso basta. voluntad de ninguno. Nadie pretende penali-
guna preocupación por la vida de todos. Ellos, En segundo lugar, el mercado no requiere zar al que lo hace mal. No forma parte de su
por medio de su voto, seleccionan a unos re- disposiciones cívicas. La “mano invisible” es horizonte intencional, aunque es resultado de
presentantes, una suerte de aristocracia elegi- suficiente. Adam Smith nos lo recordó –eso y su acción. Como sucede con la selección na-
da, que, hasta las próximas elecciones se ocu- algunas cosas más que no es cosa de recordar tural, un comportamiento no inteligente pro-
pan de las tareas públicas. No se autogobier- ahora– y se ha repetido de mil maneras. El duce resultados inteligentes. El mercado fun-
nan sino que escogen a otros para que les go- dueño del restaurante sabe que tiene que ofre- ciona como un selector ciego: un sistema des-
biernen. En segundo lugar, un amplio catálo- cer el mejor plato porque, de otro modo, se centralizado y no intencional en donde los in-
go de derechos recogidos normalmente en queda sin clientes. Puede que le guste hacer dividuos se comportan –se deben comportar,
una constitución se impone como limites a lo feliz a la gente o puede que la deteste. Da lo para sobrevivir– de modo que con su acción
que los ciudadanos pueden votar. Los dere- mismo: las reglas de juego, le obligan al buen castigan a quien se equivoca o actúa mal, sin
chos protegen la libertad negativa y, lo que es comportamiento. Por su parte, el consumi- que para ello tengan que informarse de quien
más importante, su garantía es externa a la dor, cuando un producto no le gusta, cambia se trata59.
comunidad política, no depende de que los a otro. Nadie está interesado en el bienestar Las semejanzas con la democracia com-
ciudadanos los consideren justos y se compro- de nadie, pero cada uno, con sus acciones, petitiva no son irrelevantes60. En el “mercado
metan en su defensa56. En suma, el mecanis- asegura, en algún grado, el mejor escenario
para los otros, para todos57.
1999; W. Shultz, The moral conditions of Economic Eficiency,
54 I. Berlin, Cuatro ensayos sobre la libertad, Alianza, Cambridge U.P., Cambridge, 2001; J. Powelson, The Moral
Madrid, 1988: pág. 59. tintas concepciones del bien. Por otra, diversas institucio- Economy, Ann Arbor: The University of Michigan Press,
55 Se trata de un objetivo que se consigue de modo nes no representativas (“contramayoritarias”) se encargan 1998.
incompleto, con cierto debilitamiento de la igualdad de de proteger tales derechos (judicial review, el control ju- 58 Está es la argumentación de Hayek y, en general,
poder o de la igual posibilidad de influencia política que dicial –de los tribunales constitucionales– de la constitu- de la escuela austriaca. No se debe confundir –en reali-
asociamos al ideal democrático, a la isonomia. Los repre- cionalidad de las leyes emanadas de los parlamentos) y de dad es crítica– con la teoría del equilibrio general que da
sentantes disponen de un poder superior a los ciudadanos: garantizar el funcionamiento de los procesos sociales y, en por supuesta la coordinación y, por ende, oscurece, como
pueden proponer leyes, votan directamente las propuestas ese sentido, se puede decir que les “liberan” de responsa- realmente el mercado resuelve el proceso de coordinación
de ley, su peso (su voto) en el parlamento (uno entre cien- bilidades. Cf. F. Ovejero, “Democracia liberal”, A. Arteta informativa.
tos) es mucho más relevante que el de los votantes (uno (edt.), El saber del ciudadano, Alianza, Madrid, 2008. 59 G. Brennan, P. Pettit, “Hands invisible and intan-
57 Esta es una versión idealizada. En un doble sentido.
entre millones, comúnmente). gible”, Synthese 94, 1993.
56 Hay otros dos modos, además, en que se asegura la Primero respecto al funcionamiento eficiente del mercado, 60 J. Schumpeter, J. Capitalism, Socialism and Democ-
libertad negativa. Por una parte, el Estado no reclama a los una idealización que hay que atribuir a una cierta mirada racy, New York: Harper, 1949; A. Downs, An Economic
ciudadanos su participación, no alienta ciertos modos de –teoría–neoclásica: cf. B. Guerrien, L´illusion economique, Theory of Democracy, New York: Harper and Row, 1957.
vida (participativos, acordes con las virtudes cívicas) y des- Omnisciente, París, 2007: págs. 75-ss. Y segundo, respecto El parecido con el mercado no es completo. Por lo pronto,
alienta otros, no se entromete en la vida de nadie. El Estado a la ausencia de precondiciones morales del mercado: Cf. los votantes no eligen productos o servicios específicos, no
es –o debe ser, tentativamente– “neutral” respecto a las dis- F. Ovejero, Mercado, ética y economía, Icaria, Barcelona, pueden optar por la propuesta X de A y la Y de B, no se

30 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 184 ■


Félix Ovejer o Lucas

político”, los partidos compiten por los votos, también ignorantes acerca de las condiciones y por el comprador a 12.000 y que otro co-
presentan unas ofertas electorales, unos pro- de producción, seleccionan con sus elecciones che, de baja calidad, el vendedor lo valora en
gramas, y los ciudadanos eligen según sus pre- de consumo a los productores más eficientes. 1.000 euros y el comprador en 2.000. Si el
ferencias. La selección, en principio, recae so- Lamentarse porque los ciudadanos carecen de comprador y el vendedor saben cuál es la ca-
bre propuestas, pero lo que se selecciona son disposiciones cívicas en esas circunstancias no lidad de los coches, cuál es el bueno y cuál es
individuos, representantes. Tampoco ahora se deja de ser un ejercicio retórico. El reto, claro, el malo, el mercado funcionará, se producirá
necesitan actores informados ni virtuosos. No es si la democracia funciona, si es verdad que la transacción, puesto que el comprador valo-
se presumen disposiciones cívicas, participati- el mecanismo permite identificar a los mejo- ra más el coche que el vendedor. Ahora bien,
vas, aunque no se excluyen. Sencillamente, no res, a los más virtuosos. las cosas cambian si el comprador ignora la
se necesitan. Tampoco los políticos tienen que calidad del coche, si no sabe si el que le ofre-
estar interesados por la comunidad política. La virtud, mercancía imposible cen es el bueno o el malo. No estará dispues-
Se pueden mover por vanidad, mala ambi- No hay razones para esperar que las cosas sean to a pagar más allá de una cierta cantidad –
ción, búsqueda del éxito sexual o amor a sus de ese modo. La relación entre representantes quizá el promedio, 7.000– que es inferior al
semejantes pero, sea cual sea su objetivo, para y representados, en la que los primeros son precio mínimo de venta del honesto comer-
realizarlo, tienen que ganar las elecciones, ob- elegidos por los segundos, participa de una ciante, 10.000. En esas condiciones, los ho-
tener el mayor número de votos, y ello les im- serie de características que impiden la selec- nestos se marcharán y sólo quedarán los
pone atender a las demandas de los votantes. ción de los más excelentes. Hay al menos dos tramposos. El vendedor honesto nos dará un
Es el escenario que, en el origen de la demo- tipos de problemas relacionados con la infor- precio que se corresponde con los costes rea-
cracia americana, parecía contemplar Alexan- mación asimétrica, con que unos disponen de les. Pero no tiene manera de trasmitirnos su
der Hamilton al escribir que “el mejor modo más información que otros: un problema condición, que ha reparado lo que dice que
de asegurarse la fidelidad de la humanidad agente–principal, el imposible control –de la ha reparado, que el coche tiene los kilómetros
consiste en que sus intereses coincidan con actividad– del representante cuando sus inte- que señala el cuentakilómetros. Como noso-
sus obligaciones”61. reses no coinciden con los del representado (y tros no tenemos modo de distinguir el frau-
La competencia electoral también actua- hay muchas razones para pensar que no coin- dulento del honesto, los que hacen trampas
ría como un selector ciego: se selecciona una ciden, como nos recordó Michels, hace casi obtienen un mayor beneficio. El honesto no
propiedad sin que exista un sujeto consciente cien años62); un problema de selección adver- podrá sobrevivir a la propia competencia. O
encargado de identificar y seleccionar. Los sa, de identificación del buen representante, de otro modo: todos tienen incentivos para
votantes, desinformados y nada interesados ante la imposibilidad de verificar lo que el re- mentir y nosotros no podemos distinguir a
en los asuntos públicos, con sus elecciones, presentante cuenta y, por ende, utilizar esa in- unos de otros.
con sus votos, reconocerían a los excelentes, formación como criterio. Algo parecido sucede en el mercado polí-
a los informados y virtuosos, del mismo mo- En lo esencial el tipo de relación entre tico, caracterizado por la existencia de oferen-
do que en el mercado los consumidores, elector y votante es la misma que el consumi- tes/políticos profesionales con capacidad dis-
dor tiene con un servicio técnico, un médico crecional e informados y votantes/consumi-
elige a la carta un plato en particular, sino un menú com-
o un abogado. El mecánico honrado nos dirá dores desinformados65. El político no recibe
pleto, “paquetes” de iniciativas, programas enteros. Por otra cuál es el verdadero problema de nuestro co- instrucciones para la ejecución de tareas preci-
parte, por lo general, en la competencia política el ganador che o la pieza realmente estropeada; el médi- sas. Su contrato, el programa para el que lo
“se lo lleva todo”, no hay medallas de plata y, en ese sentido,
co, el tratamiento estrictamente necesario; el eligen, no le ata. Primero porque la propia
se dan conjuntos mutuamente excluyentes de ganadores y
perdedores: sólo uno gana. En tercer lugar, a diferencia de abogado, el tiempo empleado en estudiar competencia anima a la imprecisión progra-
lo que sucede con sus preferencias de consumo, en el que nuestro caso. Los tramposos, no. En esas si- mática: el mejor modo de contentar al mayor
la elección de x, si se tiene capacidad de compra, se traduce tuaciones, cuando el vendedor sabe lo que número, de ganar votos, es no molestar a na-
en la obtención de x, en el mercado político, la elección
de x no garantiza la obtención de x; de hecho, no tiene vende, pero el comprador no, la competencia die, no decir nada, la vaguedad. Pero también
otra relevancia que la manifestación de las preferencias, produce importantes patologías63. por la propia naturaleza de la actividad, por-
habida cuenta de que se trata de un voto entre millones. El mercado de los coches usados, un pa- que ha de contemplar la posibilidad de cam-
Adicionalmente, la política produce (las decisiones recaen
sobre) bienes públicos. Afirmar que “todos somos iguales
radigma de información asimétrica, nos per- biar de punto de vista (y de agenda) y porque
ante la ley” es, desde otro punto de vista, reconocer que no mite ver cómo funcionan (mal) las cosas64. no hay modo de anticipar hoy los problemas
hay modo de excluir a ningún ciudadano del “consumo” En el mercado hay vendedores de coches en de mañana. Dispone de una enorme discre-
de la ley, que llega tanto a los que están en su favor como
buen estado y vendedores de camelos. Imagi- cionalidad en la elección de los objetivos y en
a los que están en su contra. Finalmente, lo más impor-
tante: el tipo de igualdad asociado a la democracia es de nemos que un coche en buen estado es valo- su plasmación. Puede escoger entre el objetivo
una naturaleza muy especial. La igualdad (de “capacidad de rado por un vendedor a 10.000 euros –por A y el B y, además, puede describir a su gusto
compra”) de los ciudadanos es, en principio, irrenunciable. encima de ese precio está dispuesto a vender– la accesibilidad de A y de B. En ese sentido,
En un mercado político “perfecto” los individuos podrían
comprar y vender libremente los votos, acumularlos. No
estarían “atados” al voto, no serían votantes, ciudadanos,
62 R. Michels, Los partidos politicos, Amorrotu, B. Ai- 65 D. Sappington, “Incentives in Principal-Agent Re-
sino compradores y vendedores de votos, que tendrían (un
derecho de propiedad a) votos, que podrían intercambiar res, 1979. lationship”, Journal of Economic Perspectives, 1991, 5; J. Ben-
libremente según sus particulares preferencias. La igualdad 63 Como ha demostrado la teoría económica de dor, Jonathan, S.Taylor, R. van Gaalen. 1987. “Politicians,
inicial, en el mejor de los casos, quedaría garantizada si cada los mercados de información asimétrica, cf. Nobel Prize Bureaucrats, and Asymmetrical Information.” American
uno tiene su propio voto. Después, según sus preferencias, Fundation: “Markets with asymetric information”, 2001.: Journal of Political Science. 1987, 31; E. Bjornlund, Beyond
lo podrían intercambian libremente: los que no tienen in- http://nobelprize.org/economics/laureates/2001/adv.html; Free and Fair: Monitoring Elections and Building Democracy.
terés en votar venderían su derecho a quienes sí lo tienen: J . Eatwell, M. Milgate, P. Newman (edts.), Allocation, In- The Johns Hopkins U.P., Baltimore, Maryland, 2005; J. M.
cf. F. Ovejero, “Democracia y mercado” en A. Arteta, E. formation, and Markets. New Palgrave, Macmillan, Londres, Maravall, El control de los politicos, Taurus, Madrid, 2003;
García Guitián, R. Máiz (edts.), Teoría política, Alianza, 1989; I. Stadler, D. Pérez, Introducción a la economía de la D. Kiewiet, M. McCubbins, The Logic of Delegation. The
Madrid, 1999. información, Ariel, Barcelona, 1994. University of Chicago Press, Chicago, 1991; B. Mitnick,
61 “The Federalist” n. 72, en Hamilton, Madison, Jay, 64 G. Akerlof, “The market for lemons: quality un- M. “The Theory of Agency and Organizational Analysis”,
The Federalist with Letters of “Brutus” (T. Ball, edit.), Cam- certainty and the market mechanism”, Quarterly Journal of N. Bowie, R. Freeman, eds. Ethics and Agency Theory: An
bridge U.P., Cambridge: 2003, págs. 353. Economics, 1970, 84. Introduction. Oxford U.P., N. York, 1992.

Nº 184 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA



31
¿ Id iotas o C i udadanos?

existe una situación de asimetría informativa naturalmente, le está vedado al poder político. lo al que lleva a hacer desaparecer el sistema
entre políticos y votantes. Con desigualdad Por definición, no hay nada público “externo” de sorteo y nada tiene que ver con problemas
informativa, el ciudadano no tiene modo de a él. También cabrían otras dos opciones: una de número. Las razones finalmente invocadas
discriminar entre el político sincero y el em- ciudadanía mejor informada, que controlase eran otras, fundamentalmente la mayor com-
baucador, el que tergiversa sus quehaceres y la gestión o una mayor especificación del petencia de los elegidos. En palabras de Ma-
méritos para asegurarse el poder. El político “contrato”, del compromiso explícito del polí- dison, uno de sus protagonistas, el sistema de
siempre podrá exagerar las dificultades, esco- tico con sus votantes acerca de las tareas a rea- elecciones tenía por objeto “refinar y ampliar
ger como tareas a realizar aquellas que ya vie- lizar, de su cuándo y su cómo. Pero también las visiones públicas pasándolas por un me-
nen “dadas”, ofrecer metas fáciles de obtener resultan imposibles por definición, por el di- dio, un órgano elegido de ciudadanos, cuya
de tal manera que siempre las sobrepase, ter- seño mismo de la democracia liberal: ciuda- sabiduría puede discernir mejor los verdade-
giversar la descripción de su esfuerzo, enfati- danos ignorantes sin interés en las actividades ros intereses de su país y cuyo patriotismo y
zar unos problemas y escamotear otros, im- públicas; representantes políticos que no son amor a la justicia hará menos probable sacrifi-
portantes pero con soluciones complicadas mandatarios, que no siguen instrucciones es- carlo por consideraciones temporales o par-
que pueden, por ejemplo, exigir cambios en pecíficas, que han de estar en condiciones de ciales”68. Algo que, por lo visto, está lejos de
el comportamiento de los ciudadanos. corregir sus juicios y modificar las opiniones. conseguir.
El ciudadano no está en condiciones de La desaparición de la asimetría informativa Sencillamente, el absentismo ciudadano
distinguir entre el político que se esfuerza ho- exige disposición cívica de la ciudadanía; la forma parte del guión con el que se han dise-
nestamente por conseguir un resultado difícil especificación del contrato aleja de la obligada ñado las instituciones. Lamentarse de él es co-
y el que presenta como complicado lo que da discrecionalidad de una actividad que no pue- mo lamentarse de que en el fútbol traten al
por seguro (un buen ciclo de la economía de anticipar los escenarios. En suma, la demo- balón a patadas. Es lo previsto. La apatía o la
mundial); entre el que argumenta con datos cracia es incapaz de reconocer la excelencia. falta de participación es más que un reto una
fiables y el que manipula los presupuestos y Los mercados políticos no operan como selec- solución a la exigencia liberal de preservar la
las contabilidades. Por supuesto, por lo mis- tores de los mejores. libertad negativa. Los lamentos por el deterio-
mo, de nada le sirven lo que digan los otros ro de la cultura cívica no son menos retóricos
políticos: no tiene manera de distinguir entre Para acabar que las periódicas jeremiadas acerca de la irre-
las críticas veraces y las interesadas. El ciuda- Para una veta importante del liberalismo el levancia de las deliberaciones en el legislativo,
dano sabe eso y sabe que no puede deslindar problema del deterioro de la cultura cívica no la vaciedad indiferente de los programas, la
unos de otros. En esas condiciones, el políti- es tal. No porque el deterioro no exista, sino conversión de los partidos en maquinarias
co virtuoso que emplea su tiempo en estudiar porque no es un problema. No es una patolo- electorales, la ausencia de debates de ideas, la
los problemas e intentar resolverlos, se en- gía con la que hay que convivir, a la que hay proliferación de populismos y de mercadería
cuentra en peores condiciones que el que de- que resignarse intentando mitigar sus malas política o las dificultades de financiación de
dica su tiempo a asegurar su reelección con consecuencias, sino un corolario inevitable de los partidos. Escándalos de fariseo. El proble-
favores, presencia en los medios de comuni- tomarse en serio el respeto a la libertad nega- ma, visto lo visto, es otro: que ese guión no
cación, acciones populistas, etc.. De hecho, si tiva. Nada sorprendente. La democracia libe- funciona, que Madison no tenía razón. El
resuelve los problemas perfectamente, los ral nunca ha confiado en los ciudadanos. En mecanismo de la competencia política no ase-
ciudadanos ni siquiera se enterarán de su realidad, los ha mirado con preocupación66. gura que, con los mimbres de la ignorancia y
existencia. Si una política antiterrorista es efi- No es verdad, o por lo menos no es verdad la indiferencia, se puedan identificar a los me-
caz, los atentados no tendrán lugar. Si un mi- fuera de discusión, que la democracia de re- jores y trenzar buenas decisiones políticas. Un
nistro de sanidad se anticipa a una epidemia, presentación apareciera como una solución problema serio al que el liberalismo no parece
nadie sabrá lo que pudo pasar. Si no hay in- “al problema del número”, a las disfunciones ofrecer respuesta. Que a las gentes la política
cendios, no se sabrá si es buena gestión o cuando son muchos los que participan. Entre les traiga al pairo, como tal, no es un motivo
buena suerte. Como alardee de ello, la oposi- otras razones porque nunca estuvo seriamente para cortarnos las venas. Hay otras muchas
ción lo ridiculizará. Por principio el sistema en la mente de nadie entender la participa- formas de llevar una vida dichosa, otras sen-
político presenta un sesgo en contra del com- ción democrática como una suerte de ágora das en las que transitar. Lo malo es que el des-
portamiento virtuoso. Que la oposición diga stajanovista y febril de varios millones de ciu- interés por la actividad pública parece tradu-
que las cosas son de un modo u otro –que se dadanos: todo el tiempo todos en todas partes cirse en un empeoramiento de casi todas las
“inventen” o no sus éxitos– de nada sirve. El y en todos los asuntos. En realidad, “la impo- sendas, de las condiciones en las que llevar al
votante sabe que, por las mismas razones que sibilidad práctica de reunir a todo el pueblo cabo cualquier plan de vida. n
el gobierno, la oposición tiene motivos para no fue la principal motivación de los funda-
inventarse problemas, cebar otros y escamo- dores de estas (la democracia de representa- [Conferencia impartida en los primeros “Encuentros de
Canarias. Ciudadanía y democracia en España y Latino-
tear los aciertos. Por ejemplo, para reprochar ción) instituciones, como Madison o américa”, propiciados por la Fundación Mapfre-Gua-
al gobierno que no hace lo que no puede ha- Siéyès”67. Como ha mostrado Bernard Ma- narteme].
cer, para atribuirle los problemas de los que nin, el camino de los defensores de la repre-
no es responsable o por no anticipar las difi- sentación electiva, su argumentario, es parale-
cultades que nadie podía prever. Basta con
pensar cómo asuntos como la violencia do- 66 Una excelente historia de esas reservas es la D. Lo-
méstica, la emigración o la delincuencia pa- surdo, Démocratie ou bonapartisme, Le Temps des Cerises,
san de ser centrales a irrelevantes sin que París, 2007.
67 B. Manin, Principes du gouvernement représentatif,
cambien los datos de fondo.
Calmann-lévy:,París, 1995, pág. 20.
En el caso económico, los mercados con 68 J. Madison, “The Federalist” n. 10 en Hamilton, Félix Ovejero Lucas es profesor de la Universidad
información asimétrica requieren, para no ve- Madison, Jay, The Federalist with Letters of “Brutus”, op. cit. de Barcelona. Su último libro es Contra cromagnon.
nirse abajo, la intervención pública. Pero eso, pág. 44. Nacionalismo, ciudadanía y democracia.

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