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A salvo bajo la luz

Son los rayos de cielo


los que me traen a la vida
día a día.

La penumbra nocturna
se transforma en una
casa embrujada
que me traga en su laberinto
y me pierde en la espesura
de su niebla.

Abro los ojos


sudado y despavorido
pensando que todo
era un mal sueño.

Pero en realidad,
sólo despertaba de la fantasía
que me salvaba
de la real pesadilla.

Al menos tengo la luz


para ver el limbo
sentir el calor
escuchar el bullicio
que me hace compañía
e irrumpe esa sensación
de soledad eterna.

Desierto
que no es más que incertidumbre
sazonada de deseos imposibles
y acompañada de cruel realismo.

El sol es un paso más


Es la ilusión de que los segundos pasan
y la coordenada sigue cambiando
hacia donde se le da la gana
y así el destino
continúa su perverso juego.

Sólo el amanecer
me da unas horas de sosiego
como un narcótico prescrito
por el tiempo
para sobrevivir a los violentos monstruos
y las tormentas tempestuosas
que manan del precipicio
de los deseos ocultos.

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