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14/12/2018
La vida es sueño
Calderón de la Barca nació en el año 1600 sirvió a los reyes españoles Felipe II y Felipe III
en el cargo de secretario del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda, puesto heredado por
su padre, el hidalgo Diego Calderón. En tanto, el período artístico español de ese entonces
está muy condicionado por el teatro de Lope de Vega, que sirvió como referencia e influencia
al teatro y la creación de obras dramáticas, con su libro “Arte nuevo de hacer comedias
comedias” (1609), se da un punto de partida a la innovación y la mezcla de tintes cómicos y
trágicos, en donde se juega con el lenguaje y la verosimilitud de concepciones antiquísimas
de tragedia y comedia griega, propiamente tal: “traya la escritura, ni el lenguaje/ ofenda con
vocablos exquisitos/ porque, si ha de imitar a los que hablan / no ha de ser por pancayas,
por metauros, hipogrifos, semones y centauros” (El arte nuevo, vv. 265), a su vez da guía de
cómo lograr una unidad de acción pertinente, que aunque se desmarca del pensamiento
aristotélico, se mantienen nociones de fábula y de coherencia propias de las reglas
aristotélicas (Arellano Ignacio, 2010).
Calderón, tomó como influencia a Lope, pero logró moldear un estilo propio, en el que se
marcan de manera categórica, por ejemplo, el uso de una acción principal -Aludida a
Segismundo- y otra secundaria -protagonizada por Rosaura-, lo que nos muestra una
dicotomía bi-unitaria entre ambos que nos permite observar claramente ambas acciones en
contraste, lo que lleva más allá el deseo de Lope de rompen con las tres unidades dramáticas;
tiempo, lugar y acción. Siendo esta última la más respetada por Lope, en donde ya se inserta
esta contraposición con una acción secundaria que sirve de amortiguador o “buffer” que nos
distiende de la acción principal, en donde los agentes cómicos “están ahí para demostrar la
fuerza de la tragedia que los contamina sin remedio” (Arellano, 2010).
El ambiente de decadencia económico y político en España nos puede dar cuenta de las
mismas situaciones de descontento que sucedieron a la realización de Antígona o Las Ranas,
en donde se da cuenta de este descontento en el argumento de la obra, ya sea directa o
indirectamente. Podemos apreciar este descontento barroco en el título, en el que se
desprende este intento de lejanía a los problemas que aquejaban a los habitantes y más
específicamente al público que asistía al teatro, “Piadoso príncipe es / el que castiga tiranos”
(vv. 2064, 2065). El desamparo por el mundo terrenal se hace visible desde el inicio de la
obra y la relación entre la realidad y lo onírico se transversaliza durante toda la obra en el
tormento que esto provoca en Segismundo. El autor motivó la escritura de su obra en base a
una manera de escribir, de corte popular y abierta al cambio, como bien haría Lope y esto se
refleja en la verosimilitud de las acciones con las preocupaciones imperantes en la época.
Se nos muestra en el primer acto a Segismundo que, por obra de su padre el rey Basilio, fue
destinado a estar encerrado en una torre solitaria, por la creencia del destino cruel que tendría
Segismundo, el que quitaría el trono de rey de Polonia a su padre
“ (Basilio)
Al cielo y a Dios pluguiera /que a dártele no llegara;/ pues ni tu voz escuchara,
ni tu atrevimiento viera”. (vv. 1488, 1491)
Pero es en esta ocasión, en donde la línea difusa entre realidad y el sueño, se torna aún más
fuerte ya que, por obra de su padre, se le incita a pensar que todo fue un sueño. Este es un
tópico recurrente de los barrocos, en donde este intento de alejarse del hastío de la realidad
torna a la vida con tintes oníricos. Por su lado, Rosaura, tiene el mismo deseo de identidad
que Segismundo, pero a diferencia de él, la labor fundamental de Rosaura es de mostrar el
amor y la virtud de amar, aunque en dicotomía a la venganza y la férrea defensa de su
honor. Esto se expresa en los siguientes versos:
Rosaura: (Siguiendo a Estrella vengo, /y gran temor de hallar a Astolfo tengo;/ que Clotaldo
desea / que no sepa quién soy, y no me vea, /porque dice que importa al honor mío;/y de
Clotaldo fío /su efecto, pues le debo, agradecida, / aquí el amparo de mi honor y vida). (vv.
1548, 1555).
Rosaura decide pelear junto a Segismundo en contra de Astolfo, para que no se convierta en
el futuro rey, para así también cumplir su deseo de romper el vínculo de nupcias entre Estrella
y Astolfo. Esto corresponde el tercer acto en el cual ambos recuperan lo que anhelaban
alcanzar o recuperar: la honra y la libertad. El clímax dramático llega a su pico, y el desenlace
nos muestra al bando de Segismundo como ganador. Los conflictos principales se resuelven
con la demostración de que el libre albedrío puede frente a la predestinación, ya que
Segismundo decide no matar a su padre, mostrando una arista cercana a un caballero
civilizado y por otra parte, Rosaura se queda con Astolfo y su deseo de venganza es
apaciguado.
Como conclusión podemos notar que, Calderón innova a tal punto las ideas de Lope, que es
capaz de llevar a cabo ambas acciones dando a todo un aire de verosimilitud y mezcla, donde
cada acción se desencadena en otra. La unidad de acción no es desarrollada solo en un ámbito,
sino que se despliega en muchas historias y personajes que diversifica la monotonía a la que
se podía llegar en las obras teatrales. La unidad se acción se aglomera, tanto en las diferencias
de ambos personajes y sus similitudes.
Lope de Vega
El caballero de Olmedo
Lope de Vega escribió El Caballero de Olmedo, entre los años 1620 y 1625. El autor serviría
de influencia para la nueva forma innovadora de hacer obras dramáticas, sobre todo en su
estructura y su unidad de acción. Si bien podría llamarse “tragicomedia”, llamado así por el
mismo Lope:
“Lo trágico y lo cómico mezclado /y Terencio con Séneca, aunque sea /como otro
Minotauro de Pasife” Harán grave una parte, otra ridícula (El arte nuevo, vv. 174, 177)
Se nos presentan situaciones jocosas que ayudan a la distención de las situaciones trágicas,
pero no existe una mezcla total entre ambos tópicos y nos muestra esta hibridación de ambos
mundos, en una época donde el escape de la realidad a una literatura en la que se buscan
innovaciones y la revitalización de “valores que se creen perdidos” como la bondad, la
libertad y el honor están en alza.
Lope nos inserta la innovación en la unidad de acción, añadiendo historias paralelas, cruzadas
con hechos irónicos y dirigidos a la entretención de un público, es decir, se nos presentan
obras dramáticas dirigidas a un carácter popular y cotidiano. También con un lenguaje
elevado y lleno de cultismos, se infiere un acercamiento a orígenes clásicos griegos, pero a
la vez, un distanciamiento a las ideas aristotélicas de tragedia y comedia (aspecto que en la
poética no se toma en cuenta).
Los aspectos jocosos de esta obra nos dan cuenta de que el humor, en definitiva, en este
mundo ficticio no tiene lugar, podemos verlo con Fabia que, aunque esté presente en
momentos irónicos, nos sacude con un aire melancólico y aterriza la situación:
TELLO De Lucifer...
FABIA Todos los medios humanos
tengo de intentar por ti,
porque el darme esa cadena
no es cosa que me da pena:
más confiada nací. (vv.196, 201)
En este pasaje, Tello, como en tantos otros, interviene a modo de interrupción, siendo este
personaje el generador de la mayoría de las situaciones graciosas. Situación parecida
encontramos en “Las Ranas” de Aristófanes, donde el personaje de “Cuchillo” llega a
interrumpir la acción e incluso a dirigir la línea de acción cómica. Si bien Tello está presente
a lo largo de toda la obra con sus intervenciones jocosas, como:
“Sólo te falta decir: “Un poco te quiero, Inés”/¡Plega a Dios que por bien sea” (vv.998-
1000)
Aun cuando siempre, el dejo de sus palabras confiere un grado de ironía que prevalece
durante toda la obra, ya cercano al final de la obra, Tello confiere un aire más elevado, con
un perfil más cercano al modelo cortés y despegándose de palabras jocosas, interviene en el
argumento trágico:
Invictísimo don Juan,/que del castellano reino, / a pesar de tanta envidia, / gozas el
dichoso imperio:con un caballero anciano / vine a Medina, pidiendo /justicia de dos
traidores, (vv. 2629, 2635)
Lo que nos da indicios de dos factores: El primero; los personajes cómicos pueden establecer
una real intervención en la acción principal, y segundo; La línea divisora entre comedia y
tragedia nunca se mezclan generando una sola sustancia, sino que el personaje tiene que salir
de su estampa cómica para adentrarse en las situaciones trágicas que lo van atrapando, hasta
el cúlmine de la obra.
Fabia adquiere un rol de suma importancia, ya que sirve de nexo entre Don Alonso e Inés y
también adquiere un rol premonitorio, tal como sucedería en “Las Troyanas”, en donde aquel
aire de tragedia inunda toda la obra. Característica común en épocas de decadencia, en donde
se refleja en el papel y en las tablas, el descontento y la esperanza por un mundo mejor,
buscado y encontrado en un mundo ficticio y también confiere aires cómicos:
Como conclusión, podemos decir que la muerte de Tello es una metáfora de la vida, en la
que no hay espacio para la jocosidad, siendo siempre el humor el primer filtro para
comprenderse y comprender las desdichas y alegrías que podemos percibir. Si bien se podría
pensar que este hecho indica la poca importancia de los aspectos cómicos. Se observa algo
distinto, se ve un hilo de esperanza, ya que en donde el humor se aleja, la muerte y el
descontento brota.
Es un mixto formado de lo cómico y lo trágico, tomando deste las personas graves, la acción
grande, el terror y la conmiseración, y de aquel el negocio particular, la risa y los donaires,
y nadie tenga por impropiedad esta mixtura, pues no repugna a la naturaleza (Arellano, 12)
Bibliografía:
Cervantes, B., Barca, C. and obra, S. (2018). La vida es sueño: obra paradigmática -
Calderón de la Barca. [online] Cervantesvirtual.com. Disponible en:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/calderon_de_la_barca/su_obra_vida_es_sueno/
[visitado el 14 Dic. 2018].
Los monólogos más famosos del protagonista de La vida es sueño. [online] disponible en:
https://www.aboutespanol.com/monologos-de-segismundo-2206726 [visitado 14 Dic.
2018].
Arellano, Ignacio. «Lo trágico y lo cómico mezclado: de mezclas y mixturas en el teatro del
Siglo de Oro». Rilce 27.1 (2011): 9-34.