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1.

México hacia el sur: el sueño de Bolívar

Investigadores:
Marina David Buzali
Rogelio Sampedro Aráuz
Vicente Yamazaki Nagasama

Raíces similares, choque y encuentro, realidades distintas y la


realización de una América de habla hispana en unidad.

El mercado, el comercio, la sociedad de consumo, son ahora los


detonadores de tan magno evento. Harto pobres motivaciones precedidas
por ideales altos que se encierran en el significado de palabras como:
Humanismo, comunidad, fraternidad, solidaridad, concebidos por mentes
fuertes y visionarias como la del libertador Simón Bolívar y más tarde por
el maestro José Vasconcelos. El tiempo ahora les concede la razón, ese
tiempo tal vez perdido o tal vez en la búsqueda que se diera el momento,
y éste es el momento. El mundo, en el umbral del siglo XXI, presenta en
su globalización, grandes alianzas comerciales, fuertes bloques
continentales en este estadio de cosas, no queda más que realizar ese
viejo sueño y responder a las necesidades de hoy; uniones que enfrenten
los tiempos por venir, en el devenir histórico, contemplamos como las
grandes civilizaciones han logrado por necesidad lo que no hicieron por
buena voluntad.

Caminos ahora hacia nuevas culturas empresariales, culturas de “valor


agregado”, formas de vida centradas en la persona, filosofías del ofrecer
en vez del pedir, en fin, un mundo nuevo. Milenio de humanismo integral.

“Simón Bolívar, estatura pequeña, su vida se pierde en el tiempo de la


inmortalidad, enamorado del amor permanentemente, hiperactivo y
soñador, inteligencia superior, murió joven, vivió intensamente su sueño
de libertad.” Epitafio de M. D.
Globalización y libre mercado

Cuando tenía ya listas todas las respuestas,


me cambiaron las preguntas.

Mario Benedetti
haciendo alusión a un graffiti en Quito.
Conversación con Sergio Martas,
Madrid, 3 dc jumo de 1991
América Latina Marca Registrada

A partir de 1950, cerradas las heridas de la segunda conflagración


mundial, se inició lo que hoy llamamos globalización, cuyos resultados
serán el nuevo orden para el año 2000. La globalización no es sólo un
fenómeno de libre mercado, aunque efectivamente el mundo se está
conformando para un libre mercado mundial. A éste tienen acceso todos
los productores sean de buena o mala calidad, aunque obviamente
quienes lo dominarán serán los que ofrezcan calidad de clase mundial. Las
ventajas competitivas entre las naciones como entre las empresas
crearon un nuevo orden mundial. Habrá nuevos ricos como Taiwán y
viejos ricos venidos a menos como el Reino Unido.

Por globalización debemos entender que los factores de la producción,


capital, tecnología y mano de obra no están limitados ya por barreras
nacionales, y que el capitalista invertirá en aquellas naciones con
superiores ventajas competitivas. Los inversionistas sacarán sus capitales
de su propio país y los llevarán hacia aquellos en que existan mayores
ventajas que redunden en beneficios más altos.

Para entender lo que significa el libre mercado vale la pena expresarlo


en palabras de Tom Watson padre: “Cuando haya un adecuado flujo de
bienes a través de las fronteras, los soldados no tendrán necesidad de
cruzarlas”. El libre mercado implica entonces apertura de fronteras a
productos de otros países, desgravación arancelaria, en fin, implica dejar
a las capacidades de las personas o de las empresas la obtención dc
mayor o menor mercado, si se ofrece mayores alternativas de elección,
variedad y respuesta rápida.

La gente abandona diariamente su mercado natural razonablemente


satisfecha por estar mejor que cuando comenzó el día, si esto es cierto
los demandantes regresaron a él, si no, seguramente buscarán en otra
parte.

Adán Smith hizo ver hace más de dos siglos lo siguiente: “Así como
cada individuo.., se esfuerza al máximo, tanto para emplear su capital en
apoyo de la industria doméstica como para dirigir dicha industria de
manera que sus productos alcancen el mayor valor posible; así cada
individuo necesariamente labora para hacer que el ingreso anual de la
sociedad sea tan grande como lo permiten sus capacidades
Generalmente, es cierto, no pretende promover el interés público, ni si-
quiera sabe qué tanto lo está impulsando. Al preferir el apoyo de la
industria doméstica al del exterior pretende únicamente su propia
seguridad; y al dirigir esa industria de tal manera que su producto pueda
tener el valor más grande, él busca únicamente su propia ganancia y en
esto, como en muchos otros casos, es conducido por tina mano invisible
para promover un fin que no forma parte de su intención. Ni es siempre
malo para la sociedad no haber sido parte de ella. Al perseguir su propio
interés, frecuentemente promueve el de la sociedad de una manera más
efectiva que cuando realmente pretende promoverlo. Nunca he sabido de
mucho bien proveniente de aquellos que pretenden negociar en favor del
bien público”.

De lo anterior se desprende que el libre mercado se da cuando sus


circunstancias se dan naturalmente, cuando cada individuo en oferta o en
demanda persigue su propio interés con éxito, y siendo que cada una de
las personas físicas o morales logran este propósito, la suma de tales
logros individuales acumulativamente registrados a escala nacional e
inclusive global, demostrablemente eleva el bien común de la nación o de
la región. El argumento central estriba en lograr sus propios objetivos
inteligentemente y con éxito, lo que implica que cada individuo debe ser
“capaz” de enfrentar sus desafíos y que como lo afirmaba Nietzsche, la
existencia de seres débiles es lo que provoca el desequilibrio, por lo tanto
deberíamos buscar desarrollar sólidamente a nuestra gente, no
sobreprotegerla. Por ello es que no presumiblemente quien persigue el
bien común, por bien intencionado que sea, lo logrará necesariamente, es
decir que entre mayor injerencia busque tener un estado “benefactor” y
“estatista” en aras de regular el bien común, naturalmente más alejado
estará de ello.

Alvin Rabushka, uno de los analistas más importantes sobre el milagro


hongkonés, señala que entre las medidas más comúnmente adoptadas
por un gobierno estatista están: El control de divisas, limitación a la
inversión extranjera, aranceles altos, control de precios, injerencia directa
en la actividad económica y otras restricciones sobre el libre intercambio
de bienes y servicios.

Es precisamente lo contrarío lo que ha permitido que los países con


libre mercado hayan tenido mayor desarrollo económico y mayor equidad
en la distribución de la riqueza que los países con tendencia a la
regulación o estatización de sus economías. Chile seria un ejemplo digno
de análisis para los países latinoamericanos, pues en él se dan algunas de
las características de los países que están en el camino del libre mercado,
por sus resultados y por su crecimiento acelerado.

De acuerdo con lo anterior, globalización con libre mercado implica que


el propio interés de personas, empresas y naciones logre con éxito sus
resultados de oferta y demanda y con ello se promueva
inconscientemente el bien común a nivel regional o mundial.
Tal es el reto de México y América Latina, forjar una sociedad que a la
vez que sea capaz de obtener los resultados que la impulsen a convertirse
en próspera y justa para todos, sea capaz de hacerlo manteniendo vivos
los valores que han hecho de esta región la reserva espiritual del mundo
occidental.

Más allá del NAFTA

Ante el fenómeno de la globalización, las economías europeas tienden a


formar una sola Europa a partir de un solo mercado. Estados Unidos,
Canadá y México buscan formar su propio mercado desde Alaska hasta el
Cono Sur, como una necesidad que responde a las desventajas
competitivas que América y Europa presentan frente a la alta
competitividad de las naciones asiáticas que son grandes exportadoras de
manufacturas e importadoras de capital.

El NAFTA es una alianza estratégica ante la globalización del mercado.


Este tipo de alianzas permite crear bloques económicos cuya unión
estimula ventajas competitivas para dicho bloque. Este permitirá a
Estados Unidos y Canadá grandes ventajas competitivas al exportar a
México capitales importantes. México será receptor de tecnología, cuadros
gerenciales, programas de calidad que le permitirá competir con sus
productos en el mercado de calidad intermedia y en algunos rangos de
una calidad superior.

Las economías de los tres países se apoyarán en cuanto al


aprovechamiento de los insumos para la producción y habrá altos
aranceles en contra de productos importados de otros bloques. El
resultado será según Nicolás Brady, ex secretario del tesoro de Estados
Unidos, que el aumento de las exportaciones de ese país generará 20 mil
empleos por cada mil millones de dólares exportados. Sí este bloque se
extendiera hacia el sur como se prevé eventualmente, las expectativas se
multiplicarían.

Sin embargo, a excepción de Chile, comparados con Taiwán, Corea,


Hong Kong o incluso China, México y América Latina son todavía una
opción poco estimulante; con impuestos altos, sin una adecuada
infraestructura en vías de comunicación, teléfonos o puertos eficientes;
con políticas todavía titubeantes y erráticas que no ofrecen solidez o
garantizan su continuidad, por la falta de gobiernos verdaderamente
democráticos, no satisfacen las demandas internacionales que exige un
verdadero régimen de libre mercado.

No obstante, México, por su situación estratégica, se yergue como un


puente natural entre las capacidades económicas y organizativas de los
países del norte y las potencialidades por tanto tiempo dormidas de las
naciones hacia el Cono Sur.

No hemos presenciado el fin de la historia, ni éste se dará con el


advenimiento del poder asiático, América tiene pendientes páginas
enteras por escribir y México será, en el futuro, personaje central del
porvenir de América.

Hacia la unificación del hemisferio americano

En la vorágine de los cambios que estamos viviendo a nivel país y


empresas, las leyes del mercado se están universalizando a gran
velocidad y el papel de la iniciativa privada se está definiendo de manera
determinante en las mega tendencias económicas, como principal
protagonista del destino de los países y de los tratados comerciales,
cambiando los estilos de competir y afectando de manera directa y muy
significativa la vida de los habitantes de las regiones involucradas, en
nuestro caso especifico México y Latinoamérica.
Nuestra misión en este viaje de investigación estuvo centrada en
analizar los distintos momentos de transición que vive cada uno de los
países hermanos desde el punto de vista empresarial, las realidades en
que se encuentren, así como las debilidades y las oportunidades que se
están presentando en este marco y como lo estamos visualizando desde
el nuevo enfoque globalizado.

“Tenemos en común, un origen de mezcla cultural dramático y violento,


mestizaje europeo e indio, salpicado de mezcla negra, historias de
conquistadores y conquistados que con el paso de los años fue
conformando un inconsciente colectivo que se acostumbra a la
manipulación de la voluntad política, la violación no sólo económica y
material, sino también ideológica, creando una gran masa social en donde
la ignorancia, el desánimo, la desesperanza, la indiferencia se tradujeron
en la actitud de luchar para vivir para cada día, más que pensar y planear
a futuro. La risa, los cantos, la explosiva alegría, las fiestas y los brillantes
colores han sido el mejor paliativo para minimizar los efectos de esta
constante negación al derecho a la autodeterminación y el derecho a
decidir su propio futuro.”

Después de haber estado bajo largos periodos de políticas económicas


controladoras en sus distintas modalidades, en donde los paradigmas
para el desarrollo fueron invariablemente EU y Europa, de cuyos modelos
hicimos malas copias y aprendimos afanosamente tratando de aprovechar
esta relación, aunque habiendo sido más bien aprovechados las más de
las veces, hemos vivido negándonos entre nosotros, los países latinos, tal
vez por ese sentido individualista de rezarle al propio santo, más que
preocupamos por los de todos nosotros.

Y a pesar de haber tenido que soportar todos los factores negativos de


la conquista y la colonización, no visualizamos en todo lo que vale los
aspectos positivos que esto nos deja, como lo es un idioma común, una
cultura con una afinidad que no requiere de mayor esfuerzo para su
entendimiento y comprensión por ser muy semejante, una afinidad
diríamos hormonal en el sentido y las pasiones, pero sobre todo un vasto
mercado de características complementarias y un amplísimo campo de
opciones de crecimiento en la economía de escala. ¿Por qué no
aprovechamos este patrimonio histórico y cultural?

Hoy se plantea en todos estos países a la educación como el medio más


importante para cambiar esta realidad tan aplastante. Sin embargo, aquí
vale la pena hacer una profunda reflexión, educar mejor requiere de
mejores maestros, y mejores maestros sólo se logran bajo mejores
sistemas, en donde se forme al hombre ante todo, con respeto y
dignidad, hombres íntegros que no busquen sólo su propia ventaja y que
sean capaces de negarse a seguir con una “educación tecnológica ma-
nipulada y obsoleta”, sino líderes comprometidos a la formación integral
de los educandos, seres con valores humanos desarrolladores, una nueva
generación de jóvenes capaces de indignarse ante la corrupción, la
injusticia, la dependencia y la mediocridad. El cambio educativo que
requerimos es “un cambio de actitud”, profundo ante la vida y la
sociedad.

Desde el punto de vista de investigadores, lis visitas técnicas que


realizamos a estos países fueron cortas e insuficientes para reunir un
informe de peso, pero como empresarios, el impacto que recibimos fue de
lo más enriquecedor. Los tratados comerciales sólo exhiben los fríos datos
numéricos de los países en cuestión, a través de los cuales es difícil
visualizar su efecto en la práctica, pero si los directamente afectados e
interesados nos acercamos e intercambiamos opiniones y buscamos
posibilidades de enlace, detectamos los nichos mercado lógicos que estos
acuerdos crean, nos acercaremos en plan serio en búsqueda de
intercambio o complementariedad, entenderemos mejor lo que se está
negociando. ¡Un mejor futuro en común!
Sería muy miope de nuestra parte fijarnos solamente en las
circunstancias actuales sin analizar el pasado y asomarnos al futuro, ya
que fue en el pasado en donde diseñamos esta actualidad, con todo lo
bueno y maravilloso que tenemos, pero también con todas las carencias,
deterioros e insuficiencias correspondientes, por lo que lo importante es
hacer conciencia de lo que tenemos que hacer hoy si aspiramos a un
futuro más digno.

La suma de las actividades que se realizan en un país van formando su


historia y la suma de los desempeños de estos países formaran parte de
la corriente latinoamericana que influirá en la historia universal, pero que
sin duda, hoy más que nunca es importante desarrollar la capacidad de
analizar y comparar nuestra realidad en relación con los bloques europeo,
asiático y norteamericano.

El resultado está resumido en este libro. Esperamos sinceramente que


la misión del Consejo de Investigación sirva a los empresarios y líderes
sociales para acrecentar el tránsito comercial de bienes que produzcan
prosperidad y ensanchar los caminos hacia la globalización.

Apéndice del capítulo: raíces comunes,


realidades distintas

Los constructores de nuestro tiempo

¿Por qué una sociedad como la nuestra, esto es, Latinoamérica, abdica
de su autonomía espiritual y se acopla parasitariamente a otra sociedad
que comienza a moldearla y a dotarla de su quehacer cada día con más
fuerza? Parece que una de las varias respuestas razonables es ésta:
Porque el rasgo esencial de la sociedad norteamericana es la búsqueda
del cambio, la construcción de un destino siempre diferente, y porque
para esa labor de diseño del futuro los norteamericanos no cuentan con
otros puntos de referencia que su propia sociedad, lo que los condena a la
originalidad incesante, es decir, un permanente centro de iniciativa
novedosa regido por su propia dialéctica interna.

No sigue Estados Unidos las tendencias europeas, sino Europa, y todo


el planeta, viven uncidos al carro norteamericano, que unas veces avanza
en dirección del espacio sideral y otras se sumergen en el universo
micrométrico de la biogenética, arrastrando al resto de las naciones del
planeta en la dirección del confort, la aceleración del ritmo vital y la
creciente complejidad técnica, aspectos que caracterizan las más
vigorosas tendencias de la sociedad estadounidense.

Esto quiere decir algo muy claro: Nosotros los latinoamericanos, con
más habitantes que Estados Unidos, con tanta o más riqueza potencial,
desovados como ellos por Europa, con universidades que tienen más de
400 años y núcleos urbanos formados cuando Chicago era apenas una
pradera recorrida por búfalos, inconscientemente hemos renunciado a
contribuir al diseño de nuestras propias vidas. Nosotros no tenemos otro
destino que el que inevitablemente se nos dicte.

Hoy nos curamos y mañana nos curaremos las enfermedades que algún
laboratorio extranjero, probablemente estadounidense, logre combatir
eficazmente. Viviremos más años si la geriatría avanza en California o en
Texas. Tendremos menos hijos silos anovulatorios se perfeccionan en
Nueva York, o en Tokio.

Nos instruiremos mejor si el computo y la pedagogía logran concertarse en algún

mecanismo de comercialización, probablemente bajo el control de las

multinacionales. Seremos más altos o más bajos, o tendremos menos


descendientes anormales, si en Harvard o Stanford se descifran correctamente las

cadenas de la trasmisión genética. Nos divertiremos más si el video se perfecciona

y abarata en el Silicon Valley. Todo nos viene y nos vendrá hecho. Todo nos es y

nos será dado, porque nosotros, sencillamente, no intervenimos en el diseño de

nuestras vidas. Nosotros, indiferentemente, navegamos al pairo, sin ni siquiera

plantearnos la esencial inmortalidad que comporta esta parálisis de la creatividad.

No recuerdo en la sangrienta historia de nuestras luchas sociales ningún grupo que

haya alzado, como la primera de sus reinvidicaciones, la muy sagrada de asumir un

papel activo en el diseño del destino nacional. Enriquecidos de clamar por nuestros

derechos, nos hemos olvidado de nuestros deberes con nosotros mismos y con la

especie a la que fatalmente pertenecemos. Pero estamos tan acostumbrados a

depositar en los otros la responsabilidad de nuestras culpas, que no nos percatamos

de que los casi cinco siglos de una universidad como la de San Marcos apenas le

han servido para lograr un hallazgo científico de importancia, y ni siquiera para

impulsar una idea original en el campo de la humanística.

Nada ni nadie —salvo nosotros mismos— impedía que Edison, Bell,


Freud, Kant, Einstein o Heidegger nacieran en Lima, La Habana, Caracas
o México. Son nuestras sociedades, refractarias a alentar ideas nuevas,
despreocupadas de la tarea de modificar el entorno en que vivimos, las
que no dejan espacio a la creatividad propia. Pero también seria falso
afirmar que vivimos en sociedades retrógradas que abominan de los
cambios, puesto que jubilosamente nos apuntamos a ellos. Lo que
realmente ocurre es que nos negamos a iniciar esos cambios y a explorar
por nuestra cuenta caminos novedosos. No hemos entendido que es la
audacia creativa, la innovación, lo que determina e1 curso de la historia y
no al revés. No hemos entendido que desde hace cinco siglos el objeto de
la civilización es el cambio. Por eso hemos resultado marginados.
Bibliografía: Carlos Alberto Montaner, La agonía de América.

Nombre y formas de una región

¿Sabía usted que aquello de latino de la América Latina no es un invento


nuestro? No, no es más ni menos que un invento francés, como tantos
otros; la Bardot, la negligé, el cognac, el corset y el menage a trois.
Nuestra América Latina es una invención de un señor Michel Chevalier,
publicista de la latinidad en los tiempos del archiduque Fernando
Maximiliano de Habsburgo, aquel efímero emperador austriaco impuesto
por Napoleón III a los mexicanos, en algún mes de 1864, cuando el
presidente Benito Juárez decidió no pagar la deuda externa. Maximiliano
fue fusilado muy pronto, en 1867, por unos cuantos soldados mestizangos
y mostachudos que lo despacharon en menos de lo que canta el gallo más
rápido de Querétaro, dejando viuda a la pobre Maria Carlota de Bélgica a
los 26 años.

Michel Chevalier (1806-1879) fue un prolífico escritor en cuestiones de


política económica. Fue el ideólogo del llamado panlatinismo, un
programa de acción que expresa las aspiraciones de Francia a los
territorios d’Outre-Mer. Surgió para legitimar la política expansionista de
Napoleón III y en el contexto de una visión de identidad cultural, cuyo
pensador principal fue Chevalier. (Información tomada del libro Eso que
descubrió Colón del historiador chileno e investigador de la Universidad de
París, Miguel Rojas Mix).

Deseo y poder
América Latina desde siempre ha oscilado, como cualquier mortal, por lo
demás, entre el deseo (de ser como es) y el poder (de amoldarse al ser
de otros). Su Edipo europeo no la deja avanzar porque no le permite
revelarse tal cual es. Lanza su inconsciente sincrético, híbrido, plagado de
sueños, lapsus y actos fallidos a conquistar un lugar propio para si. Y no
puede. El poder ordenándola, encauzándola, no de la manera natural que
cualquier sociedad o ser humano necesita para poder equilibrarse en sus
dos pies y caminar hacia algún destino, sino imponiéndole un súper yo
que la ha desquiciado, que le ha sacado las puedas de sus goznes,
poniéndole metas y utopías de otro para salvar cabezas ajenas. Nada más
reprimido y comprimido que la llamada América Latina, desde su bautizo
hasta su realidad actual cuando nuevamente se le imponen otros
esquemas y máscaras donde lo que se juega no es lo nuestro sino lo
impuesto de afuera, no lo descubierto por nosotros juntos a los otros,
sino lo que ha sido descubierto para nosotros.

Empeñándose con la felicidad

Se dice que el latinoamericano medio quiere algo que en otras partes


del mundo la gente olvidó: Ser feliz. ¿Será esto parte de nuestra
esencia?, se proclama que el latinoamericano no quiere más guerra, no
quiere ser pobre, pero tampoco tiene exageradas fantasías de riqueza,
salvo las que provengan de los juegos de azar. Después de la era maldita
de las dictaduras, quiere paz.

Ganar las elecciones en América Latina parece convertirse en tarea de


famosos y de herederos de tiempos más felices, sobre todo de gente no
contaminada por el peso de la imagen política tradicional que ha entrado
en pronunciada decadencia. La felicidad parece haberse alejado de ella.
Menem, por ejemplo, es una figura fronteriza entre la política y el show
business, y eso lo engrandece ante el latinoamericano medio. No se
entendería su personalidad sin esta segunda parte de su psicología y
Argentina lo quiere así.

La democracia: ¿nombre y esperanza?,


¿será también esto parte de lo inefable?

Podríamos citar muchos otros ejemplos de distintos tipos de


nominaciones latinoamericanas como transición, proceso, consenso,
refundación, que tienen que ver con el problema de lo nominal y que en
la mayoría de nuestros países son campos vacíos. Sin nombre no hay voz,
dicen varios libros sagrados. América Latina se supone a ella misma y a
veces se lo hace creer al mundo, un conjunto de 35 naciones demo-
cráticas (incluyendo el Caribe), con una institucionalidad dada, y actúa
como tal pretendiendo que eso basta para que sus países sean esenciales.
Pero en ello sólo hay normalidad exterior. A veces ni siquiera sus
particularidades son expresiones de su esencia. Es feo recordar algunas
peculiaridades nuestras, pero como algunos estudios postulan que
nuestras carencias son sólo un state of in del cual podemos salir como de
un mal sueño, es bueno no olvidar que, además de que ahora somos
capaces de fabricar nuestras propias armas, en México, por ejemplo, la
mitad de la población activa gana menos de 90 dólares mensuales. O que
en Brasil, a pesar de que pueden hacer sofisticadas computadoras, seis de
cada diez brasileños ganan menos del sueldo mínimo de 75 dólares al
mes.

Cuando hablamos de la ampliación de nuestras exportaciones, no


podemos dejar de lado que en Latinoamérica el 40% de la población está
fuera del mercado de consumo y la diferencia entre el sueldo inferior y el
superior puede ser, en algunos casos específicos, entre 800 mil veces (en
Europa nunca es más de veinte).
Estas cifras de nuestra indecibilidad se podrían continuar, codo a codo,
con las de la nombrabilidad y decir que mientras cinco de cada diez
latinoamericanos no tienen vivienda adecuada, agua potable, salud y
acceso a la educación, e1 enrolamiento universitario ha crecido en un
700% en las últimas dos décadas. O que un 70% de los latinoamericanos
vive en extrema pobreza: 451 millones, mientras importamos más
automóviles y televisores que nunca. O que exportamos software
mientras vivimos inmersos en un apartheid tecnológico que obliga a
muchos de nuestros países a usar el desecho de la tecnología de punta de
otros, pagando caro por ello. Que nuestra población crece en una forma
que será imposible alimentar; para el año 2010 seremos más de 600
millones y que entonces el ingreso por narcotráfico, sumado a nuestros
¡ingresos normales, nos permitiría tener una dieta suficiente a cada
latinoamericano.

Para entonces ese tráfico será (ya lo es) muy importante para muchos
presupuestos nacionales y en su fabricación y distribución estarán
involucradas (y ya lo están) las autoridades de diversos países. Mientras
tanto tendremos que vanagloriamos de que nuestras policías y nuestras
fuerzas armadas hayan sido cada vez más eficientes. Y todo será verdad.

Por estos datos, por lo tanto, no puede pasar nuestra esencia; podría
ser un cuento de nunca acabar. No sólo debemos intentar cada vez ser
más ricos y más desarrollados, sino que debemos buscar una forma de
serlo que nos lleve a encontrar nuestra diferencia.

Para esto es fundamental saber si existimos como lo que creemos que


somos. O si somos algo totalmente distinto a lo que creemos ser. Porque
si a un espalda mojada cruzar a nado el río Grande, la frontera entre
México y Estados Unidos, le significa, en el peor de los casos, ganar dos
siglos de bienestar, o si a un haitiano llegar a ser taxista en Nueva York le
significa quizá el progreso de varias generaciones, o si a un cubano salir
del sueño impuesto le significa su primer contacto con otros sueños,
seremos crecientemente naciones fugitivas que se escapan de ser. Son
muchos los que huyen de nuestra América, física o mentalmente. ¿Será
nuestro destino huir hasta reventar?

¿ Cuál es el paradigma de hoy para América Latina?

El paradigma de hoy tiene que salir de nosotros mismos; allí está lo


cabrón de este asunto, ahí está lo difícil, ahí está el desafio. Por primera
vez en nuestra modernidad no podemos decir: ¡Ah, el modelo francés!,
¡e1 modelo británico!, ¡el modelo soviético!, ¡el modelo americano!
Tenemos que decir: El modelo nuestro, el modelo que tome en cuenta
nuestro pasado, que tome en cuenta todo lo que hemos sido, porque
resulta que hoy somos todo lo que hemos sido. Y en el futuro sólo
podemos ser todo lo que hemos sido. Éste es un enorme problema; crear
modelos de desarrollo consonantes con lo que hemos sido, con lo que
somos y con lo que queremos ser. Ése es nuestro máximo desafio.

Carlos Fuentes,
América Latina.

Bibliografía: América Latina Marca Registrada de Sergio Marras.

Valores de la cultura mexicana

Mientras los políticos del “establishment” permanezcan ciegos ante los


valores del cristianismo, México no cumplirá su vocación cabalmente, ni
tomará su estilo y su rumbo. El íntimo derrotismo y la amoralidad
reinante provienen de un torpe e irrestricto personalismo político. Ni el
hispano a ultranza, ni la retórica indigenista, ni el anticlericalismo, podrán
llevarnos a donde las mejores voces de nuestra tradición y de nuestro
destino nos llaman. El circo político no debe extenderse, en vano
politicismo, al resto de los sectores culturales de México. La tendencia
consciente de la cultura mexicana hacia la recuperación de lo indígena no
va, no debe ir, contra la tradición occidental y católica.

El levantamiento de una encuesta nacional sobre nuestros valores y


premisas socioeconómicas y culturales, dentro de un marco conceptual
teórico, realizado por Fomento Cultural Banamex, A.C., con un equipo
dirigido por Enrique Alducin Abitia, muestra muchas motivaciones,
aptitudes e ideales que no aprisionan el carácter nacional como un
estereotipo preceptivo, sino como una estructura reactiva. Modernidad y
tradición son términos que no se excluyen. Aunque la realidad global de
México sea difícilmente presentable, se puede delinear una parte del perfil
de los mexicanos. El complejo de inferioridad, del que tanto se ha
hablado, resulta invalidado en la práctica. Las encuestas y los estudios
estadísticos nos hace ver que los mexicanos no tienen complejo de
inferioridad. Otra cosa seria hablar como lo hemos hecho nosotros, de
complejo de inseguridad.

Lo cierto es que el supuesto complejo de inferioridad ha creado “una


imagen distorsionada, falsa de México y sus ciudadanos”. Tampoco tiene
base la afirmación de que los mexicanos son pasivos en todos los
aspectos. “Sólo el 30% se adapta al ambiente para lo cual modifica su
conducta (internalizadores), mientras que el 70% busca influir en su
contorno (externalizadores). Este dato estadístico vale para augurar el
potencial de desarrollo existente en nuestro país, El tipo principal del
mexicano —que abarca entre 50 y 45% de los habitantes— es el
interactivo.

La mayoría de los mexicanos busca proporcionar mejores oportunidades


a los hijos y realización en el trabajo cotidiano. Contra los clerófobos
jacobinos, muestra una enorme mayoría de mexicanos que trata de
ayudar, o encontrar a Dios. Por supuesto que también existen los que
buscan amor, dinero y amigos. Uno de los más grandes anhelos de los
mexicanos de la clase media es ser profesionistas. Hay un amplio
consenso en materia de factores para triunfar en la vida: Buena
educación, inteligencia y trabajo persistente. A medida que las clases
sociales tienen mayor cultura avanzan los valores: Creatividad,
inteligencia, trabajo duro e intrepidez. La honradez, acaso por la
corrupción generalizada, es el rasgo más apreciado por los mexicanos. Es
honradez que fundamenta el respeto y la dignidad. Según la encuesta
practicada por el Banco Nacional de México, los valores dc convivencia y
de logro se ordenan, respectivamente, así:

Valores de convivencia: Honradez, respeto, dignidad, bondad,


paciencia, humildad, resignación, veracidad, orgullo, aguante, tolerancia,
resignación y conformismo.

Valores de logro ligados con la modernidad: Iniciativa, esfuerzo,


ambición, perseverancia, independencia y ahorro.

Las personas que inspiran menor respeto en México, según la


estadística, están indicadas en el orden siguiente: Ladrón, maricón,
capataz, cantinero, prestamista, gringo, gachupón, policía, pordiosero,
político, millonario, abogado y cura.

Las cualidades de la mujer, según las encuestas, se presentan en


cuatro diversos apanados:

a) Limpia, hogareña, inteligente, femenina, trabajadora, honesta y


sencilla.
b) Discreta, religiosa, dulce, hermosa, atenta, casta y abnegada.
c) Lista, delicada, sensual, apasionada, elegante, audaz o aventada.
d) Aguantadora, sufrida y sumisa.
Por fortuna saltan a la luz la fuerza social y la cohesión de la familia
mexicana, la solidaridad de la amistad y —a pesar del laicismo oficial— las
creencias religiosas plasmadas en la figura de Dios.

Resulta curioso el hecho de que silos mexicanos piensan que la


responsabilidad es el atributo sobresaliente de un buen trabajador, se
carezca en la práctica de este valor básico para la grandeza
socioeconómica de una nación. Nuestro pueblo habla del “ahí se va” y del
“importamadrismo”.

El ser y el que hacer de la cultura mexicana no es fruto de la fatalidad


ni asunto exclusivo de historia. Claro está que México no sólo tiene
tradición, sino que es tradición acumulada. Pero esta tradición acumulada
tiene un sentido prospectivo. Los valores de los mexicanos se muestran
encarnados en el transcurso de los tiempos y presentan constantes de
nuestro pueblo. Los valores no son meras cualidades aprióricas que flotan
en el “topos uranos” y que se adhieren a las realidades tangibles. Porque
existen realidades valiosas —México es una realidad valiosa— podemos
hablar de los valores de los mexicanos. Valor entendido como un aspecto
del ente que suscita preferencia por su importancia, notoriedad, dignidad
que le sobreviene por efectos de ajustarse a su teleología. No es la
valoración la que crea el valor, es el valor —por ser objetivo— el que
determina las valoraciones. Porque hay cosas valiosas podemos hablar de
valores. El hombre no tan sólo es un sujeto cognoscente y un sujeto
comportante, sino que es también un sujeto valorante. ¿Qué podemos
conocer de México? ¿Qué debemos hacer los mexicanos? ¿Qué cabe
esperar del proyecto nacional o de la vocación histórica de una filosofía de
la cultura mexicana?
Bibliografía: Fundamentos de la Mexicanidad, de Agustín Basave
Fernández del Valle.

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