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Módulo 1

La sociología como
ciencia y la
investigación
sociológica
La perspectiva
sociológica
Sociología y ciencia

Introducción

Para comenzar este primer módulo, permítenos


interrogarte: ¿Por qué has tomado la decisión
de estudiar esta carrera? ¿Has sido motivado
por alguna situación del contexto social? ¿Crees
que tu decisión ha sido tomada en forma libre e
individual, o crees que existen otros factores
que la han definido?

Adoptar una perspectiva sociológica es útil para


no asumir los fenómenos sociales como
“naturales”. No es natural que tú estés hoy aquí
leyendo esta guía; no es obvio que debas
esforzarte en estudiar para (algún día) adquirir
mejores competencias en el mercado laboral.
Esto sucede hoy, aquí, pero en otros tiempos y
en otros espacios sociales las situaciones han
sido muy diversas.

Visto de esta manera, la reflexión sociológica nos permite comparar y


comprender los aspectos diferenciales de una sociedad, de un entorno
determinado o de una comunidad; nos muestra las pautas y procesos
sociales que afectan nuestras decisiones individuales, y nos ayuda a
detectar oportunidades y desventajas impuestas por un contexto social
determinado. Los conceptos aportados en este módulo serán precisamente
una herramienta inicial para comenzar a reflexionar acerca de estas
cuestiones.

Un punto inicial en esta materia es comprender a tres pensadores clásicos


de la sociología: Karl Marx, Emile Durkheim y Max Weber. En la siguientes
lecturas podrás verificar que ellos fueron los fundadores de las principales

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corrientes en Sociología y que, de acuerdo al lugar donde te sitúes para
mirar a la sociedad, podrás dar diferentes nociones sobre la sociedad, la
cultura, el cambio social, etc.

Al conocer las tres perspectivas podremos comprender que no hay una


única manera de entender a esta ciencia y que la multiplicidad de miradas
que presenta se constituye en una particularidad que brinda riqueza a la
disciplina.

Por eso es importante que cada vez que abordes un nuevo concepto
reflexiones. Tú podrás cuestionarte: “¿Y si esto lo abordáramos desde el
punto de vista de Marx, qué sucedería? ¿Qué pensaría Durkheim sobre
este punto? ¿Hablaría Weber sobre este tema o no sería elemento de su
análisis? Está claro que también estudiaremos la posición teórica de otros
autores, pero en cada unidad volveremos sobre las tres perspectivas de
análisis básicas.

¿Qué es Sociología? ¿En qué consiste la perspectiva


sociológica?
En las primeras páginas del libro encontramos una breve definición de esta
ciencia. Según Macionis y Plummer, “sociología es el estudio sistemático,
riguroso y científico de la sociedad” (Macionis y Plummer, 2000, p. 4) Sin
embargo, esta definición parece ser demasiado general como para
quedarnos conformes con ella. Es decir, si siguiéramos esta caracterización
al pie de la letra no podríamos distinguir con precisión cuál es el límite
entre la Sociología y la Ciencia Política, por ejemplo, o entre estas y la
Antropología y la Historia. Intuitivamente podría decirse que existen
algunos puntos claros que diferencian a unas de otras; así, por ejemplo,
cualquier persona podría describir a la Ciencia Política como una disciplina
que se ocupa de cuestiones relativas al Estado y al sistema político, con
preocupaciones específicas que afectan a los partidos, la representación, el
poder y el conflicto; igualmente, podría indicar que la Antropología se
orienta al estudio y comprensión de la diversidad cultural, y que la Historia
analiza la cronología de los eventos con una mirada hacia el pasado.

Sin embargo, estas descripciones no solo resultan ser sumamente


escolares, sino que además son incompletas e imprecisas. Lo que sucede es
que, por una parte, cada una de estas disciplinas es mucho más compleja
de lo que usualmente se supone. Por otro parte, las Ciencias Sociales han
tendido en general hacia una convergencia de enfoques y campos de
investigación, se han enriquecido mucho a lo largo de los años y, por esto,
no han permanecido estancas ni en su forma ni en su contenido. Por
ejemplo, hoy puede hablarse de una Antropología urbana, que en mucho

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se diferencia de la Antropología clásica, y de hecho tiene algunos puntos de
contacto con lo que se denomina Sociología urbana; igualmente, podemos
referirnos a la Sociología histórica, que supone un eje de convergencia con
la propia historia; y tal vez sea necesario recordar que algunas ramas de la
Sociología se han preocupado por los aspectos de la vida política en
sociedad y, especialmente, por las dimensiones del conflicto y el poder.

En resumidas cuentas, si la Sociología fuera simplemente “el estudio de la


sociedad”, entonces debería ser considerada como una ciencia que abarca
todo lo humano, pero esto no es así. En realidad, más que distinguirse por
su objeto de estudio (la sociedad, el sistema político, la crónica histórica,
etc.), la diferencia entre estas ciencias esta dada muy especialmente por la
perspectiva de análisis e interpretación con la que trabajan. Cada una de
ellas es una suerte de haz de luz con el que puede iluminarse un aspecto
particular de la vida social, cada una es un prisma que descompone la
realidad a su manera: un lente que mira desde un cristal único.

Entonces, más allá de la metáfora que se utilice, debemos acordar que la


Sociología se caracteriza por una forma de mirar a la sociedad y por una
manera particular de formular problemas. Y precisamente por esto es que
los autores que trabajamos en la materia se preocupan por definir ya en el
primer capítulo lo que se ha convenido en llamar la perspectiva sociológica.
Ellos mencionan, en principio, dos características generales de esta
perspectiva:

 permite ver lo general en lo particular;

 ofrece un ángulo diferente de lo que usualmente damos por


sentado y nos es familiar.

Veamos más detenidamente estos elementos.


Ver lo general en lo particular significa que la Sociología puede mostrarnos
pautas y procesos sociales que afectan nuestras acciones y nuestras
decisiones en la vida cotidiana. En este sentido, los sociólogos se valen de
métodos y procesos de investigación para identificar esas pautas y, en todo
caso, las utilizan para analizar hechos con características semejantes en
ámbitos sociales diferentes, o para comprender aspectos únicos e
irrepetibles de determinados hechos sociales.

Ahora bien, es importante tener claro que esas pautas de las que hablamos
no son leyes del tipo de las que formulan las Ciencias Naturales o la Física;
la ley de la gravedad, por ejemplo, se da siempre bajo ciertas circunstancias
(incluso es posible ensayarla y violarla en condiciones de laboratorio), pero
en Sociología y en Ciencias Sociales esto no se cumple: es imposible
predecir el suceso de un evento social o la forma en que se desarrollará.

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Además, si fuera posible establecer leyes, igualmente perderíamos de vista
aquello que es característico y único en los hechos sociales y que es de
particular interés para los investigadores: el sentido de la acción, los
motivos y razones, el aspecto significativo o simbólico de los procesos y
sucesos. Para poner otro ejemplo, digamos que si existiera una ley social
que explicara el cambio tecnológico, ésta podría decirnos por qué ese
cambio ha sucedido, pero no diría nada acerca de cómo lo viven o sienten
las personas.

Por otra parte, es importante tener en cuenta que los postulados de la


Sociología muchas veces contradicen al sentido común (prejuicios,
creencias y tabúes que inconscientemente orientan nuestro pensamiento y
nuestra conducta) e incluso entran en conflicto con los postulados de la ley
del Derecho y los dogmas religiosos. Esto sucede porque la Sociología, en
tanto ciencia, presenta una perspectiva diferente sobre aquellos hechos
que consideramos naturales o familiares, mostrándonos que la sociedad
influye en nuestras acciones, decisiones y sentimientos.

Recordemos que el poder del sentido común sobre la manera en


que entendemos el mundo y nos entendemos a nosotros mismos
(la inmunidad del sentido común rente al cuestionamiento, su
capacidad para la autoconfirmación) depende de la índole
aparentemente autoevidente de sus preceptos. Esto descansa, a su
vez, en la naturaleza rutinaria y monótona de la vida cotidiana, que
informa nuestro sentido común y es al mismo tiempo informada
por él. Mientras realicemos los movimientos habituales y rutinarios
que constituyen la mayor parte de nuestra actividad cotidiana, no
necesitamos demasiado autoexamen ni autoanálisis. Cuando se las
repite mucho, las cosas se tornan familiares, y las cosas familiares
son autoexplicativas; no presentan problemas ni despiertan
curiosidad. En cierto modo, son invisibles. (Zygmun Bauman, 1990,
p. 20)

¿A qué nos referimos con una Perspectiva Global?

Llegada la parte final de esta lectura, refirámonos ahora a lo que se


entiende por una perspectiva global en Sociología.

Debido a los cambios que se han producido durante el último cuarto de


siglo en nuestras sociedades, las Ciencias Sociales han tendido a incorporar
en muchos de sus análisis una mirada amplia sobre lo social que busca
reconocer los aspectos de influencia y determinación más allá de lo local,

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es decir, de las comunidades aisladas, los países o las culturas individuales,
intentando establecer una mirada que tenga en consideración los enlaces
entre esos contextos particulares y los fenómenos a gran escala.

Claro que, en algún sentido, esta forma de mirar es solo una extensión
lógica de lo que hemos llamado la perspectiva sociológica. Las personas, los
países y las sociedades se han modificado profundamente por los efectos
de la tecnología; de hecho, hoy se encuentran fuertemente
interconectados, por lo que el esfuerzo por comprender o explicar
determinados hechos sociales exige tener en cuenta estos vínculos y
mutuas determinaciones. De esta manera, hoy la perspectiva sociológica
exige entender cómo este contexto global afecta al hombre, sus decisiones
y sus experiencias.

Dar un paso atrás: desnaturalizar lo naturalizado

Esta ciencia trata con problemas de la realidad. El Sociólogo y la Sociología


no se apartan del mundo, no se sumergen en una biblioteca, sino que salen
a la calle y se empapan de la realidad; de hecho, la mayor parte del
conocimiento social se produce, no gracias a la lectura, sino a través del
contacto con la gente: mediante encuestas, entrevistas y observación. Claro
que para saber sobre Sociología también hay que leer...

Por otra parte, no debemos pensar que se trata de una disciplina para unos
pocos. Cada uno, desde su profesión o carrera, puede hacer uso de ella a su
modo. Existen muchos campos de investigación e intervención con los
cuales nos podemos sentir identificados. Por ejemplo, podemos hablar de
cierta sociologías que estudian: la ley y la sociedad y, dentro de este campo,
la criminalidad y la delincuencia; algunos sociólogos investigan sobre el
tiempo libre, el deporte y la recreación; otros, sobre el comportamiento
colectivo, la protesta y los movimientos sociales. Existe una sociología de las
religiones, una sociología política, e incluso una sociología matemática y
una sociología militar.

Esto demuestra que de una u otra forma la mayoría de las profesiones o


carreras universitarias pueden incluir conocimientos de Sociología, y que la
razón de ello es que – en tanto Ciencia Social – nos ayuda a entender mejor
la realidad cotidiana en que vivimos.

Pero, para incorporar este tipo de saber, tenemos que tomar el riesgo de
dar “un paso atrás”; dejar a un lado nuestros prejuicios y concepciones
previas para interpretar lo social NO desde lo que nosotros creemos, sino
desde el análisis y los conceptos. Lo importante, ante todo, es buscar un

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ángulo distinto al que nos es familiar: desnaturalizar lo real, de-construir el
saber, objetivar lo objetivado.

Para cerrar este apartado, quisiéramos brindar un texto para la reflexión. Se


trata de una cita en extenso que, aunque se refiere directamente a la
filosofía, se aplica de manera exacta al tópico al cual nos estamos
refiriendo.

Ya Friedrich Waismann, pensador ligado al positivismo lógico, lo


decía: “el filósofo es un hombre que percibe grietas ocultas en la
estructura de nuestros conceptos donde otros no ven ante ellos
más que la llana senda del lugar común.” Es cierto que semejante
actitud no es exclusiva de la filosofía; también la ciencia supone un
alejarse del lugar común, del conocimiento ordinario; solo que en la
filosofía –inclusive en la llamada filosofía del sentido común- dicha
actitud es aún más marcada. Este alejamiento de la actitud natural,
cotidiana, se encuentra anecdóticamente encarnada en la célebre
caída de Tales de Mileto –el primer filósofo- en un pozo, por
caminar mirando las estrellas. El relato, según el diálogo platónico
Teeteto, es puesto en boca de Sócrates con estas palabras: “Ahí
tienes, Teodoro, el ejemplo de Tales, que [...] observaba los astros
y, al mirar el cielo, dio con sus huesos en un pozo. Y se dice que una
joven tracia, con ironía de buen tono, se burlaba de su
preocupación por conocer las cosas del cielo, cuando ni siquiera se
daba cuenta de lo que tenía ante sus pies. Esta burla viene muy bien
a todos aquellos que dedican su vida a la filosofía.”

Complementemos la anécdota con la siguiente advertencia hecha


por Hegel en el primer volumen de sus Lecciones sobre la Historia
de la Filosofía: “La gente suele reírse de cosas por el estilo, y tiene la
ventaja de que los filósofos no puedan pagarle en la misma
moneda; pero no se dan cuenta de que los filósofos se ríen, a su
vez, de quienes no pueden caer en una zanja por la sencilla razón de
que están metidos siempre en ella, sin acertar a levantar los ojos
para mirar hacia arriba.”

Claro, podemos acotar, mientras se permanezca dentro de los


estrechos y acríticos marcos del sentido común difícilmente se
acertará a captar el carácter obstaculizante que éste tiene. El propio
Hegel señalaba en otro lugar que eso que tantas veces se nombra
como "sano sentido común" es, con frecuencia, muy malsano. Si no,
simplemente reparemos en la resistencia que hubo que vencer para
aceptar la esfericidad de la tierra y, más todavía, su doble
movimiento. Es cierto que se trató, también, de resistencias
provenientes de lo que el saber de una época determinaba como
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tal. Muchas veces ha sido la propia ciencia la que ha obstaculizado a
la ciencia. Pero, al menos, ella parece habérselas arreglado
perfectamente para establecer sus propias reglas del juego
mediante un mecanismo autocorrectivo, con lo que se distancia,
por ese solo hecho, del simple sentido común. (Troncoso Baria,
2005, p.)

Sociología: ¿Para qué?

La pregunta “¿para qué sirve la Sociología?” no podría ser menos que


controversial. Plantear el interrogante supone que nos estamos ubicando
desde un primer momento en un plano utilitario, instrumentalista,
creyendo que si las cosas no sirven para “hacer” (crear, desarrollar,
efectuar), no tienen ningún valor.

La verdad es que no existe una sola Sociología. Es decir: no todos los que se
consideran Sociólogos conciben esta ciencia de la misma manera. Hay
quienes la estudian desde un plano contemplativo, plenamente teórico, sin
preguntarse ni cuestionarse acerca del uso que pueden darle; hay quienes,
en el otro polo del continuo, la piensan como una pura herramienta
práctica y, en este sentido, pretenden utilizarla para realizar gestiones y
tomar decisiones, ya sea a nivel político, organizativo o económico. Existen
quienes, por otro lado, desean intervenir a través de la Sociología, pero
entendida esta vez en un sentido ético, moral y (más correctamente)
político, particularmente al servicio de la libertad humana. En cierta
oposición a esta perspectiva, muchos consideran que, en tanto ciencia,
debe ser utilizada para comprender lo social, para conocer y explicar desde
una visión académica que, en un marco de neutralidad y objetividad, ponga
entre paréntesis la dimensión política.

Puesto que se trata de diferentes formas de comprender la Sociología, esta


claro que cada una de estas miradas arroja sospecha sobre las otras; si nos
paramos en una de las orillas, es inevitable pensar que las demás formas
de interpretación son incorrectas. En este sentido, estas diversas
concepciones compiten entre sí, e incluso en ciertas instancias establecen
puntos de oposición.

Sin embargo, la Sociología debe ser apreciada por nosotros precisamente


por la riqueza que presenta. Riqueza que no solo reside en los múltiples
enfoques que ofrece para pensar lo social, o en las dimensiones en que
descompone al mundo cotidiano, sino que proviene también del uso

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diverso que le podemos otorgar: sea como marco de reflexión, acción,
transformación o investigación.

De esta manera, vemos que la pregunta por la utilidad no puede darse a


priori, es decir, no puede darse con anticipación como si se tratara de una
verdad definitiva. La utilidad de la Sociología debe ser establecida por cada
uno de nosotros. Entre tanto, la valoraremos desde un punto de vista ético,
reconociendo el valor que supone su visión reflexiva y el potencial
transformativo que a la vez posee. No deberíamos sentirnos, entonces,
decepcionados. La sociología es capaz de ofrecer un punto de vista diverso
sobre lo social; ante todo, es capaz de poner nuestra vida cotidiana en
situación de crítica para hacernos despertar en un mundo que hasta ahora
creíamos conocer. Ahora, sin embargo, está en nosotros lograr hacer de
este conocimiento una herramienta. Ello necesariamente supone que con
el tiempo empecemos a profundizar en una mirada analítica mas fina,
especializada y pertinente para nuestra profesión: la Sociología debe ser un
incentivo para seguir buscando.

Te invitamos ahora a continuar con estas reflexiones a partir de la próxima


lectura. Recuerda también ver el video que corresponde a esta fase de tu
estudio.

8
Bibliografía
Macionis, J. y Plummer, K. (2000). Sociología. Madrid, España: Prentice
Hall.

Zygmun, Bauman (1990) Pensando sociológicamente. Ediciones Nueva


Visión. Buenos Aires.

Troncoso Baria, C. (2005). Mundo y conciencia. Algunos aspectos de la


fenomenología de Husserl. Conferencia en la Universidad de Concepción,
Chile. Disponible en:
http://www.gceis.cl/index.php?option=com_remository&Itemid=49&func=
fileinfo&id=16

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