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¿2
Jesús Martín Barbero
Beatriz Sarlo
William Rowe
Ana María Ochoa
Fabio López de la Roche
Ana María Lalinde
Jaime Eduardo Jaramillo
Jorge Orlando Meló
Jairo Chaparro Valderrama
Germán Muñoz
José Fernando Serrano
Luz Guillermina Sinnmg
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Cultura, medios y sociedad
(Editores)
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE C O L O M B I A
Facultad de Ciencias Humanas • Centro de Estudios Sociales
I'U( )(,k \M \ I \ I I K \ U l( ) \ \ l . l \ I I kDISUIM l \ \ k l ( )
DI l „ s | I D i o s O ' I . T I 'RM.I.SsniiRI AMI RR \ I. VI 1\ \
IMSIIUMO C o l o m b i a n o d r C u l t u r a ( h<>\ M i n i s t e r i o d e C u l t u r a )
M i m s k ' r i i i de l'.dm ación
Secretaria l',|ecutiva del C o n v e n i o A n d r é s Bello
Alcaldía M a \ oí" d e B o g o t á
I n s t i t u t o Distrital d e C u l t u r a \ liinsino
Bililiotei a 1 ,uis Á n g e l \rango
1 ni\ e r s t d a d I a b r e d e Berlín
P r i m e r a eilteión:
s e p l i e m l i r e d e I 99S
I.SKN 9 5 S - S 0 5 1-29-11
Diseño J e [mel,nli:
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2 0
22
28
A°
34
14
G. Llpovetskv, Le erepuscule du devoir ( París: Gallimard, 1992), p. 14.
JESÚS MARTIN BARBERO
36
b
M . Wieviorka (din), Une sacíete fragmenté? Le culturalisme en debut (Pa-
rís: La Decouverte, 1997).
6
\V. Benjamín, Discursos interrumpidos I ( Madrid: Taurus, 1982 ), p. 25.
Experiencia audiovisual y desorden cultural
37
38
|N
J. Echeverría, Telépolis (Barcelona: Destino, 1994), p. 9.
19
A. Gramsci, "Los intelectuales y la organización de la cultura", tnCul-
tura y literatura (Barcelona: Península, 1977).
•' B. Sarlo, op. cit., p. 179.
Experiencia audiovisual y desorden cultural
39
21
B. Anderson, (Comunidades imaginadas (México; Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1993), p. 47.
11
Véase E Nora, Lers lieux de memoire, vol. III (París: Gallimard, 1992),
p. 1.009.
JESÚS MARTIN BARBERO
4"
-" O. Monguin, "Una memoria sin historia", en Punió de vis/a, N" 49, p. 26.
- 4 C. Monsiváis, "Notas sobre la cultura mexicana en ei sigloXX", en I lis-
tona general de México, vol. IV (México: Colegio de México, 1976).
-' O. Monguin, op. cit., p. 25.
-'' U. Eco, "Apostilla a El nombre de la rosa", en Análisis, N " 9 (Barcelona:
1984), p . 2 7 ss.
Experiencia audiovisual v desorden cultural
4"
42
llido de las fronteras que ella entraña, incluidas las de sus campos
de estudio, por la configuración de objetos móviles, nómadas, de
contornos difusos, imposibles de encerrar en las mallas de un sa-
ber positivo y rígidamente parcelado. Sobre esto dice C. Geertz:
11
C. Geertz, "(roneros contusos: la reconfiguración dei pensamiento social",
en h'Jsurgimiento de la antropologíapostmoderna (México: Gedisa, 1991 ), p. 76.
'' G. Vattimo, La sociedad transparente (Barcelona: Paidós, 1990), p. 88.
ES US M A R T I N BARBERO
44
'' Sobre ei concepto de reflexividad, véase P Bourdieu, I .es regles de Cari (Pa-
rís: Senil, 1992), pp. 290 ss.; A. Giddens, "La índole reflexiva de la moderni-
dad", en op. cit., pp. 44 ss.
' J. Habermas, I listona v crítica de la opinión pública (Barcelona: G. Gili,
1982).
I E S U S M A R T I N B A R B E RO
46
1
J. Keane, "Structural Transformado!! of the Public Sphere", en The
Comunication Review, N " I (San Diego, California: 1995).
F. Cruces, Perplejidades comunes al agente político y al investigador social
(México: s. ci, 1995). Mimeo.
4
' M . Auge, Hacia una antropología de los mundos contemporáneos (Barcelo-
na: Gedisa, 1995), p. 88.
Experiencia audiovisual v desorden cultural
47
no sólo el sentido del discurso político sino Asentido social: "el con-
junto de las relaciones simbolizadas (admitidas y reconocidas) en-
tre los hombres" 41 . Sintomáticamente, las adhesiones y vibraciones
se desplazan ahora hacia dos espacios precisos de manifestación: las
sectas y la televerdad es decir, los fundamentalismos religiosos, na-
cionalistas, xenófobos, y la morbosa exhibición de la singularidad
individual y de la intimidad que losreality show espectacularizan ha-
ciéndonos visibles las interrogaciones y recomposiciones simbólicas
que atraviesan el colectivo cotidiano.
L o que las ciencias sociales no pueden ignorar hoy es que los
nuevos modos de simbolización y ritualización del lazo social se
hallan cada día más entrelazados a las redes comunicadonales y a los
flujos informadonales. El estallido de las fronteras espaciales y tem-
porales que ellos introducen en el campo cultural des-localizan los
saberes y des-legitiman susmodernas fronteras entre razón e imagi-
nación, entre saber e información, naturaleza y artificio, ciencia y
arte, saber experto y experiencia profana. Ello modifica el estatuto
tanto epistemológico como institucional de las condiciones de saber y
de lasfiguras de razón —que constituyen para Lyotard el fondo de la
marejada que llama postmodernidad, lo que ella tiene de verdade-
ro cambio de época— y las conecta con las nuevas formas de sentir y
las nuevas figuras de la socialidad4". Estos desplazamientos y esas
conexiones empezaron a hacerse institudonalmente visibles en los
movimientos del 68, de París a Berkeley pasando por Ciudad de M é -
41
Ib ídem, p. 109.
4
~ Sobre esa conexión, es significativo que el subtitulo dei libro-eje del de-
bate que introduce J.F. Lyotard, La condición postmoderna ( M a d r i d : Cátedra,
1984), sea "Informe sobre el saber"; véase asimismo M . í\lafftso]i,LÍI tiempo de
las tribus. El declive del individualismo en la sociedad de masas ( Barcelona: Icaria.
1990).
JESÚS MARTÍN BARBERO
48
46
A. Renaud, "L image: de 1' economie intormationelle á la pensée vi-
suelle", (snRcseaux, N" 74 (París: 1995), p. 14 ss. Para una aproximación a la pers-
pectiva, véase (i. Chartron (director), Pour une nouvelle economie du savoir (Pa-
rís: Presses Universitaires de Rennes, 1994).
4/
P Virilio, La máquina de visión (Madrid: Cátedra, 1989), p. 81.
4X
S. Gruzinski, La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Run-
ner (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1994).
JESÚS MARTIN BARBERO
5°
4
'' M . Zires, "Cuando Heidi, Walt Disney y Marylin Monroe hablan pol-
la Virgen tic Guadalupe", en Versión, N" 4 (México: 1992),
JESÚS MARTIN BARBERO
52
54
4
F Colombo, Rabia v televisión ( Barcelona: ( J. (iih, 1 983 I, p. 47.
" G. Richeri, op. cit., p. 144.
]. Martín Barbero, "La ciudad: entre medios y miedos", en Imágenes ]
¡•flexiones de la cultura en Colombia ( Bogotá: Colcultura, 1 990 ),
Experiencia audiovisual y desorden cultural
55
56
11
M . Margulis v otros, Ea cultura de la noche (Buenos Aires; F.spasa,
1994); R. Reguillo, En la calle otra vez (Guadalajara: Iteso, 1991 ); A. Salazar,
No nacimospa 'semilla: la cultura de las bandas juveniles de Medellín (Bogotá: Cmep,
1990).
61
W. Benjamín, op. cit., p. 47 ss.
JESÚS MARTIN BARBERO
5«
64
J. Echeverría, Telépolis (Barcelona: Destino, 1995), p. 72.
65
Sobre análisis de los cambios en ei consumo cultural, además tle la obra
coordinada por N. García Canclini para ei caso de México ya citada, véase C.
Catalán y G. Sunkel,. Mgunas tendencias del consumo de bienes cultura/es en América
Latina (Santiago: Flacso, 1992).
J ESUS MARTI N BARBERO
60
6
F Giraldo y FF F López, "La metamorfosis de la modernidad", enC'o-
lombia: el despertar de la modernidad (Bogotá: Foro, 1991), p. 260.
' F Cruz Kronflv, "El intelectual en la nueva Babel colombiana", en La
sombrilla planetaria (Bogotá: Planeta, 1994), p. 60.
' ,s El concepto ha sido elaborado por W. O n g en (oralidad y escritura: tecno-
logías de la palabra (México: Fondo de Cultura Económica, 1987), p. 130 ss.
Experiencia audiovisual y desorden cultural
C3
64
Beatriz Sarlo
66
68
1
En I lacia una [mélica radical: ensayos de hermenéutica cultural, presento una
reflexión sobre los usos de la poética en los estudios culturales. (Véase la intro-
ducción \ el primer capítulo),
~ Véase, por ejemplo, T. Fodorov, Poétique (París: Seuil, 1968).
Poética, cosmología y modelos de la cultura
en la época de los medios electrónicos
William Rowe
76
74
1
J. Corommas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana ( Madrid:
Credos, 1 961 ), p. 2 I 1. No estaría de mas una investigación histórica y analítica
del campo semántico conformado por los siguientes términos: marco, modelo,
molde, impronta, matriz.
' M . M c L u h a n , The Mechanical Bride: folklore of Industrial Man (New
York: Vanguard IVess, 1951 ).
WILLIAM ROW'i;
Si
One es menos nuevo de lo que parecería: habría que mencionar como pre-
cursora, por ejemplo, a la etnometodología.
" Contra ei que -asumido como modelo de la cultura por los escritores de
entonces— lucho \ \ illiam Blake, precisamente en los comienzos de la época de la
tecnología industrial,
1
' Y no sillo éi: su actitud es típica de cierta crítica literaria tradicional.
WILLIAM ROWE
14
Véase Josefina Ludmer, y la obra de Borges de los años cuarenta (por
ejemplo, "Pierre Menard, autor dei Quijote").
1
' Néstor García Canclini, Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de
la modernidad (México: Grijalbo, 1990), p. 104. Fxiste un ensayo de Borges,
WILLIAM K(1\VL
86
'' Pero nótese que García Canclini todavía presupone que lo que está en
luego son "recorridos habituales", '"lo sabido" vs. la "innovación": es decir,
masiticacion vs. invención.
WILLIAM ROVVE
88
18
Si, según la teoría einsteiniana de la relatividad, la simultaneidad depen-
de de la velocidad de la información, entonces la sustitución de la mediación
mecánica jior la electrónica podría suponer la base de los efectos de simultaneidad
del siglo XX. Véase Werner Heisenberg, Physics and Philnsophy (Londres: H a r -
mondsworth and Penguin, 1990), pp. 104, 115.
19
Debo a Carlos Rincón este ejemplo.
WILLIAM RIIWi:
yo
92
4
I lenry Adams extiende a la historia ei concepto matemático de tase en ei
ensayo " T h e Rule ot Phase Applied to 1 listón", ercl / lenry Adams Rccuier (New
York: Doubleday, 1958), pp. 365-392.
"' M c L u h a n , pp. 3-4.
"'' "tona circunferencia en un pizarrón, un triángulo rectángulo, un rom-
bo, son formas que podemos intuir plenamente; lo mismo le pasaba a Ireneo
I Funes I con las aborrascadas crines de un potro, con una punta de ganado en una
Poética, cosmología v modelos de la cultura
93
cuchilla, con ei fuego cambiante y con la innumerable ceniza" (p. 123). "In the
theory of general rciativity [...] geometrv is produced by matter or matter by
geometry" (Werner Heisenberg, Physics and Phi/osopl/x, p. 54).
"' "Ficid of Power, Literary Field and Habitus", en The Eie/d of Cultural
Production (Oxford: Blackwell, 1993), pp. 161-175.
2S
Canto visible (Roma: s. d., 1960).
W 11,1,1 \M ROWE
94
y8
4
Véase |ohn (inbbin, /;/ Search of Scl/ródinger's Cal (I .ondon: Wildwood
House, I9S4 I, cap. 1 1, en especial la idea de "all the possible worlds, with áiow'
unrolhngacross all of them, up everv branch and detour" (p. 251 ). Ciribbín seña-
la que, matemáticamente, esta idea no resulta problemática. Nótese la semejanza
con el cuento "El jardín de los senderos que se bifurcan" de Borges v la idea del
tiempo-espacio que presupone.
Entre otras cosas, pensamos aquí en el "vaciamiento simbólico" que ha no-
tado Beatriz Sarlo en "Menem, cinismo v exceso",Revista de Crítica Cultura/. 2:3,
p. 7 (originalmente en Punto de lisia, Buenos Aires, número 39, dic. de 1990).
Poética, cosmología v modelos de la cultura
99
I OO
lébn los últimos años han surgido, a lo largo y ancho del mundo,
nuevos estilos musicales de fusión, producto de la hibridación de
músicas locales con músicas que hoy en día consideramos transna-
cionales como el rock o el jazz. Estas nuevas músicas de fusión, que
toman como eje innovador las músicas locales tradicionales, han
abierto un nuevo mercado: el de músicas étnicas o músicas del mundo
[world music). Fósta categoría comercial, creada por la industria
musical, designa músicas regionales que no son de origen europeo
o norteamericano, o que pertenecen a las minorías residentes en
cualquier país del mundo.
Fino de los aspectos más intrigantes de esta nueva clasificación
comercial son los modos como lo regional se vuelve transnacional.
Generalmente, lo que se identifica como géneros musicales folcló-
ricos y/o de auge nacional en regiones del Tercer M u n d o pasa a
transnacionalizarse bajo la nomenclatura dt música del mundo en los
almacenes de Europa y Norteamérica. El modo de presentación al
consumidor de dichas músicas en sus países de origen y en los paí-
ses desarrollados es bastante diferente. Por ejemplo, la música de
Carlos Vives aparece bajo la sección de músicas del mundo1, compar-
tiendo la casilla de Colombia con Totó la Momposina, que hace
I 02
' Ella Shohat and Robert Stam, Unlhinking Eurocen/nsm: Mu/tu id/ura/tsi.
and the Media (London y New York: Routledge, 1994).
/•./ multiculluralismo en la globalización de las músicas regiona/e:
10
3
IOq
chos de ellos con nuestro logo de colores [...]. Aunque hay una
tendencia a que la gente junte toda esta gran gama de la diversi-
dad bajo la bandera de zvorld music ("música del mundo"), la
realidad de las producciones de Real World se extiende mas allá
de tal categorización. Nosotros encontramos que una buena
música es agradable de escuchar, sin importar la nacionalidad de
los artistas que la crean [...]. El resultado de nuestras semanas
de grabación en donde se ¡untan artistas de diversas partes del
mundo es una celebración triunfal de la música como ci lengua-
je global de las emociones4.
4
Página de Internet, Real World Records,
' Néstor (iarcía Canclini, Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales
de la globalización (México: Grijalbo, 19951, p. 16.
ANA M A R Í A OCHOA
I 06
I 08
no por ello tenemos que caer en una postura aerifica de las diferen-
tes propuestas sobre diversidad y multiculturahsmo. Esta apertura
al mercado depende de nuevas relaciones de poder entre el centro
y la periferia, en las cuales desempeñan un papel central no sólo ci
modo de acceso del centro a niveles tecnológicos y comerciales de
producción y consumo, sino los imaginarios que desde allí mismo
se producen para vender esas músicas. Es por ello que no tocias las
músicas regionales caben en esta categoría: sólo aquellas que co-
rresponden a los imaginarios que desde allí se promueven.
Pero además del lenguaje de la autenticidad ligado a lo trans-
nacional, encontramos otro elemento: la música como ci gran me-
diador de las emociones globales. Tal vez una de las características
más impactantes del fenómeno musical es su capacidad aparente-
mente ilimitada de conmovernos, esto es, de dar forma y expresión
a nuestros mundos afectivos. Esta dimensión de la música descan-
sa, por lo menos a nivel palpable, sobre un hecho fundamental que
la musicóloga Susan McClary nos ha señalado como su aptitud
para "hacernos experimentar nuestros cuerpos en concordancia con
sus gestos y ritmos"''. Fis como si el hecho de que la música no se
materialice en un objeto hiciera que, en últimas, se concretara en
los modos de sentir de nuestros cuerpos.
No es casual que en la categoría de músicas del mundo predo-
minen las músicas de origen africano o afroamericano, seguidas por
las músicas asiáticas. Las músicas africanas y afroamericanas han
cumplido un papel esencial en la transformación de la cultura occi-
dental al introducir una vivencia del cuerpo y de las emociones que
no parte de la culpabilidad histórica de la división mente-cuerpo
1
Susan McCiarv, Eemenine Endings: Music, Gender and Sexuality ( Minne-
sota: University ot Minnesota Press, 1992).
ANA M A R Í A OCHOA
lio
'" Susan M c C l a n ; "Same as it Ever Wás: Youth Music and Youth Cul
ture", en Mierophone Eriends (New York v Londres: Routledge Press, 1994).
El multa iilluralismo en la globalización de las músicas regionale
i i i
I I 2
1
pise' Joaquín Brunner, Alicia Barrios y Carlos Catalán,Chile: transforma-
ciones culturales v modernidad ( Flacso: Santiago de Chile, 1989), pp. 21-42,
L A B I O L Ó P E Z DI LA ROCHI
I I s
" Véase el ensayo "Chile, otro país", en José Joaquín Brunner, l íi espejo
trizado. Ensaxos sobre cultura vpolíticas culturales ( Flacso: Santiago de Chile, 198S ),
I listona, modernidades, medios v ciudadanía
i ig
I 22
El c o m p o n e n t e i n d í g e n a de la nacionalidad c o l o m b i a n a era
descrito así por el dirigente conservador:
Lauréala > (iómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia ( Bogí >tá: Edi-
torial Minerva, 1925), pp. 55-55: 51, 55 y 56; 51 y 56-57, respectivamente.
Historia, modernidades, medios y ciudadanía
i 27
128
moderado del partido conservador liderado por Mariano Ospina Pérez, la igle-
sia y las fuerzas armadas. La ciase política colombiana, carente de suficiente au-
toridad para asumir inmediatamente el p o d e r - e n virtud de su involucramiento
pasional y sectario en la Violencia bipartidista desatada desde 1946 y especial-
mente desde 1948 con el asesinato del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán—,
resuelve propiciar un interregno militar como transición a un posterior retorno
de los civiles a la conducción del poder. La llegada al poder de Rojas Pinilla no
puede ser por ello asimilada a ninguno de los golpes militares ocurridos en el
Cono Sur en los años sesenta y setenta. E n la historiografía colombiana el ascen-
so de Rojas Pinilla al poder ha sido denominado -con la expresión acuñada por
el maestro Darío E c h a n d í a - como un "golpe de opinión".
111
Aclaramos —y es parte de la complejidad de nuestra experiencia nacio-
nal- que no hemos vivido un disciplinamiento autoritario a nivel macro y en el
conjunto dei sistema político porque probablemente a nivel micro, en muchas re-
giones y localidades rurales y zonas de colonización, las poblaciones han sufrido
en los últimos años modelos militares de control político y social, construidos por
los movimientos insurgentes, los paramilitares, los narcotraficautes con sus gru-
pos de hombres armados o las propias tuerzas armadas oficiales. Si el país a nivel
macro y de sus amplias y numerosas áreas metropolitanas (dada la característica
colombiana de desarrollo de varias ciudades grandes y de numerosas ciudades
intermedias) no ha vivido una dictadura, probablemente muchas regiones y lo-
calidades hayan tenido —durante lapsos variables- verdaderas dictaduras regio-
nales o locales y sus propios disciplinamientos autoritarios de la vida cotidiana
en pequeña escala.
Historia, modernidades, medios y ciudadanía
129
14
Néstor Ciarcía Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar v salir
de la modernidad'(México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Grijalbo,
1990), p. 15.
Historia, modernidades, medios y ciudadanía
'55
Cl4
'* \ case |esús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones. Comunica-
ción, cultura v hegemonía (México: Gustavo Gilí, 199] ),
'" Iluden.
L A B I O L Ó P E Z DE LA R O C I I I
Itó
"" Véase al respecto en especial Jesús Martín Barbero y Soma Muñoz (coor-
dinadores), televisión y melodrama (Bogotá: tercer M u n d o Editores, 1992).
"' Véase especialmente "Los procesos: de los nacionalismos a las transna-
cionales", primer acápite de la tercera parte, "Modernidad y massmediacion en
América 1,atina", en De los medios a las mediaciones.
Historia, modernidades, medios v ciudadanía
•57
" Sobre ei aporte de Martín Barbero a los estudios sobre el populismo la-
tinoamericano y en torno a las reiecturas dei tenomeno desde los estudios de co-
municación -cultura, véase mi ensayo "Aspectos conuinicacionales y culturales dei
populismo rojista en Colombia ( 1955-1957). Nuevas aproximaciones al popu-
lismo en América 1 .atina", en Signo v Pensamiento, N" 29 ( Bogotá: I adversidad
Javeriana, facultad de Comunicación y Lenguaje, segundo semestre de 1996),
"' J. Martín Barbero, De los medios a las mediaciones, p. 210
w4
Véanse los apartes "Disolución de lo popularen ei marxismo" (pp. 26-
50 I y "Asunción de lo popular en los movimientos anarquistas" ( pp. 22-25 ), en
J. Martín Barbero, De los medios a las mediaciones.
ABIO LÓPEZ DI. LA RI1CII I
"' Nos referimos .iRazón y pasión en la prensa populan L n estudio sobre cultu-
ra popular, cultura de masas v cultura política (Santiago de Chile: liet, 1 955 t
Historia, modernidades, medios y ciudadanía
i S9
140
"' Véase O, Landi, Devórame otra vez. Qué hizo la televisión con la gente. Qué
hace la gente con la televisión I Buenos Aires: Planeta, 1 993 ),
LABIO I.IIRI Z DI LA KOC11 I
•42
,46
150
!
54
l56
Fa programación radial
isS
Ed filón noticioso
I 60
La mediatización de la política
1
María Cristina Mata, "Radio: memorias de la recepción", en Diálogos de
la Comunicación, N 50 (Finia: Felatacs, junio de 1991 ), p. 45,
l_
Ana María Lahnde, op. al.
ANA M A R Í A LA L I N D E
I 64
I 66
que los canales políticos tradicionales no ofrecen. Por una parte, los
medios posibilitan el no lugar:
F.s esa misma relación la que se establece con los medios; sólo es
necesario, para "estar en el mundo y ser buen ciudadano", el estar
conectado a los medios. F.n nuestras sociedades el estar informado
es participar. Fin este sentido, los informativos radiales cumplirían
con el deber social de mantener informada a la gente y la gente
cumpliría con el deber ciudadano de estar informada.
La radio, como los demás medios, generaliza esa falacia de
identificar a la opinión pública con la opinión del público. A través
de encuestas callejeras o de las líneas abiertas, los ciudadanos nos
venios interpelados como colectivo a través de la opinión de unos
cuantos, "dódos los colombianos opinan que.,.", "las mujeres co-
lombianas afirman...", son frases que cotidianamente nos llegan
sobre los temas más disímiles: preferencias electorates, opinión so-
bre los servicios públicos, sexo, comidas o diversiones. Al mismo
tiempo, los periodistas y conductores de los programas informati-
vos asumen el papel de intermediarios y de voceros de los duda-
danos del común. Querámoslo o no, estemos de acuerdo o no, el
14
Cf. I telena Huilla, "Periodismo \ particijiación cívica", en Contribuciones,
N " 2 (Buenos Aires: Ciedla, Fundación Konrad Adenauer, 1996), pp. 47-54.
ANA MARÍA I,ALINDE
i 68
Final
1
' Manuel Antonio Garretón, "Democracia ciudadana y medios de comu-
nicación", en Varios autores. Los medios: nuevas plazas para la democracia (1 ama:
Calandria, 1995), p. 102.
"' Ibid.
17
Ibid.
Radio informativa v participación ciudadana
if.y
'74
dieu, Ees regles de Cart: genese et structure du ehatnp litteraire ( París: Editions du
Senil, 1992).
Cormas de sociabilidad v construcción de identidadi
•75
176
Citado por José 1 ans Romero, "I ,os sectores populares urbanos como su-
jetos históricos", en Proposiciones, 19 (Santiago de Chile, 1990). 1 Linos usado en la
caracterización de lo urbano-popular las nociones decampo y capital cultural, cen-
trales en ci pensamiento de Pierre Bourdieu, por cuanto la coneepicion del notable
pensador contemporáneo permite comprender la producción y la reproducción dé-
las desigualdades materiales y simbólicas en una sociedad dada. I .ejos de postular
una determinación unilmeal, la economía y la cultura son en su sistema teórico ele-
mentos codeterminados "encabalgados", necesarios ambos en la reproducción dé-
la vida social.
Con todo, el reproduc/ivismo bourdieano adscrito al eslructiiralísmo, paradig-
ma que el autor ha buscado trascender sin lograrlo plenamente, se nos revela fecun-
do en un primer nivel de análisis, pero insuficiente, pensando desde el específico
contexto latinoamericano, para comprender la dinámica del campo popular, la re-
cepción, la «significación y la recreación desde sus matrices societarias y cultura-
les de elementos económicos, formas de sociabilidad y rasgos culturales de la socie-
dad hegemónica de los textos, sonidos e imágenes de \oy,mass media, así como el
sincretismo que establece, en el marco urbano, entre las diversas subculturas re-
gionales, campesinas, étnicas, etc. F.n Bourdieu, el agente social dentro de un cam-
po se halla en la polmdadsiimisíón-resís/encía que expresa el momento determinista
y el voluntarista, que el sociólogo francés procura superar como antinomias de un
pensamiento tradicional con las nociones centrales de campo y hábitos. Pero, en la
práctica, en particular en America 1 .atina, la figura social del/adino es la expresión
del mestízale cultural; aquí lo que predomina es la asimilación selectiva, la rese-
ma ntización, el sincretismo, la resistencia oblicua que se vincula, en ciertos campos,
a la complicidad. F.n este campo ambiguo, no reductible a las categorías antinómicas
sumisión-resistencia, el sistema de Bordieu se nos revela insuficiente.
Id campo cultural en nuestros países se halla mucho más fragmentado por los
procesos de dua/izaeíón estructural, coexistencia de modos de producción, ¡¡sincronías.
conceptos con que desde los años cincuenta científicos sociales del subcontmente
buscaron tematizar la heteroiteneidad económica, social y cultural de América La-
¡•orinas de soi labilidad v Í onslnu ción de ¡den/idade
'79
I .atina. For ello, en lo que sigue nos sentimos deudores tanto de los aportes de la
Escuela Británica ( Phompson y Williams ) como, de manera especial, de los apor-
tes latinoamericanos al estudio de las culturas populares.
Como lo señala Néstor d a m a Canclini: "l 'n sociólogo brasileño, Sergio
Miceh, que aplicó este modelo (de Bourdieu I al estudio de la industria cultural en
un país, observa que tal subordinación corresponde, hasta cierto punto, a los países
capitalistas europeos, donde hay un mercado simbólico unificado. F.n Brasil, en
cambio, y en general en America Latina, ei modo de producen')!! capitalista incluye
diversos tipos de producción! económica y simbólica. N o existe una estructura de
clases unificada y, mucho menos, una clase hegemonica (equivalente local de la
burguesía I en condiciones de imponer al sistema entero su propia matriz de signifi-
caciones.
"Encontramos más bien un sistema simbólico fragmentado que, agregaría-
mos nosotros, implica aún una mayor heterogeneidad cultural en las sociedades
multiétnicas, como la misma brasileña, las mesoamericanas, las andinas. Aunque la
modernización económica, escolar y comunicacional ha logrado una cierta homo-
geneización, coexisten capitales culturales diversos: los precolombinos, el colonial
español, en algunos la presencia negra y las modalidades contemporáneas de desa-
rrollo capitalista.
"Necesitamos reformular la concejicion de Bourdieu, en muchos sentidos útil
para entender el mercado de bienes simbólicos, a fin de incluir los productos cul-
turales nacidos de los sectores populares, las representaciones independientes de sus
condiciones de vida y la resemanlizacion que hacen de la cultura dominante de acuer-
do con sus intereses".
Véase Néstor (jarcia Canclini, "Introducción: la sociología de la cultura de
Fierre Bourdieu", en Herré Bourdieu,.Sociología y cu/tura (México: (ínjalbo, 1990 ),
p. 5 1. Sobre la [escuela Británica, que por lo demás conoce diversas vertientes, cf.
E. V. Phompson, Tradición, revuelta v conciencia de clase ( Barcelona: Editorial Cri-
tica, 1 979 |, Raymond Williams,Cu/tura: sociología de la comunicación v arte ( Barce-
lona: s. d., 195 1 ) y Stuart 1 lall, "Estudios culturales: dos jxiradigmas", enUausas v
Azures, N" 1 (Buenos Aires: s. ch, 1994),
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
I 8()
4
Véase Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco v el azúcar (Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1987). El antropólogo cubano acuñó el concepto detrans-
eulturación para dar cuenta de los procesos de asimilación, «significación y recrea-
ción cultural que poseen un laboratorio privilegiado en América Latina. Conside-
rando que este concepto, aplicado penetrantemente en el libro arriba retereneíado,
era un aporte a la antropología cultural, Bronislaw Malinovski escribía en el prólo-
go al libro de Ortiz: "Consideremos la palahmacciillnralion, que no hace mucho co-
menzó a correr y que amenaza con apoderarse del campo, especialmente en los es-
critos socioliígicos y antropológicos de los autores norteamericanos. Aparte de su
ingrata fonética (suena como si arrancara de un lujx) combinado con un regüeldo),
la voz aeeulluration contiene todo un conjunto de determinadas e inconvenientes
implicaciones etimológicas. Es un vocablo etnocéntnco con una significación mo-
ral. L.l inmigrante tiene í\ueacu/tiirarse (to aceulturate); así han de hacer también los
indígenas, paganos e infieles, bárbaros o salvajes, que gozan del 'beneficio' cíe estar
sometidos a nuestra Oran Cultura Occidental. La vo/.aecu/turatíon implica, por la
preposiciónadi\ne la inicia, el concepto de untenninus adquem. F.l 'inculto' ha de
recibir los beneficios de 'nuestra cultura'; es 'él' quien ha de cambiar para convertir-
se en 'uno de nosotros'.
"No hay que esforzarse para comprender que mediante el uso del vocablo
aeeulluration introducimos implícitamente un conjunto de conceptos morales, nor-
mativos y valuadores, los cuales vician desde su raíz la real comprensión del fenóme-
no. Sin embargo, lo esencial del proceso que se quiere significar no es una pasiva
adaptación a un estándaráe. cultura fijo y definido. Sin chula, una oleada cualquiera
de inmigrantes de Europa en América exju'rimenta cambios en su cultura origina-
ria; pero también provoca un cambio en la matriz de la cultura receptiva. Los ale-
manes, los italianos, los polacos, los irlandeses, los españoles, traen siempre cuando
transmigran a los pueblos de América algo de sus propias culturas, de sus alimen-
tos, de sus melodías populares, de sus musicales genios, de sus lenguajes, de sus cos-
tumbres, supersticiones, ideas y temperamentos característicos. Podo cambio de
Formas de sociabilidad v construcción de identidades
i 81
1
' En la definición tic usos, costumbres y convenciones, cf. Max W'eber,/5i
nomla vsociedad, I ( México: Fondo de Cultura Económica, 1972 ), pp. 25-24.
Formas de sociabilidad v construn ion de ¡denudada
'«5
14
Agnes I leiler, "Los movimientos culturales como vehículo de cambio", en
Fernando Viviescas y Fabio Giraldo, Colombia: el despertar de la modernidad{ Bo-
gotá: Foro Nacional por Colombia, 1991 ), p. 125.
' , Jaime Eduardo Jaramillo Jiménez, "I .os estudios sobre la cultura: hacia un
paradigma emergente" ( Bogotá: 1997; en procesador de textos).
JAIME EDUARDO JARAMILLO
184
1
' Jaime Eduardo Jaramillo, "El mundo urbano-popular: perspectivas desde
Latinoamérica" (Cartagena; 1907; ponencia presentada en el Cuarto Congreso
Mundial de I nvestigacion-Acción v ()ctavo de Investigación-Acción Participativa I.
Jl
Alcaldía Local de San Cristóbal, Actores sociales v culturales. Para que el sur...
oriente ( Bogotá: Comunicación Creativa Ramírez I ,td., 1997 ).
Formas de sociabilidad v construcción de identtdade.
18;
Organizaciones de mujeres
~' Rocío Londoño Botero, Una visión de las organizaciones populares en Co-
lombia (Bogotá: Editorial Gazeta, 1994), p. 42,
Formas de sociabilidad v construcción de identidades
i 8o
I 90
A
Rodrigo Martínez, "Jardín infantil La Península", en Actores sociales y cul-
turales, op. cit., p. 85.
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
194
26
Diana Mediano y Cristina Escobar, "Pasado y presente de las organiza-
ciones femeninas en Colombia", en Elsy Bonilla C. (comp.), Mujer y familia en
Colombia (Bogotá: Plaza y Janes, 1985).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
197
30
Camilo Ernesto Bogotá, Carlos Alberto Osorio, Gustavo Ospino, Glo-
ria Arévalo, Isabel Duque, Marcel Pérez y Sandra Martínez, "Los retos de la
nueva pedagogía: Escuela Nueva Delhi y La Belleza", enActores sociales y cultu-
rales, op. cit.
R. Parra Sandoval, Los maestros colombianos (Bogotá: Plaza y Janes, 1987).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
201
36
Peter Berger y Thomas Luckman,/,<2 construcción social déla realidad^ (Bue-
nos Aires: Amorrortu, 1986).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
205
Grupos religiosos
210
+
- Leandro Ramos y Mauricio Duarte, Anuncio de la buena nueva del (y al)
pueblo. Curso de sociología urbana (Bogotá: Universidad Nacional, Departamento
de Sociología, 1997).
43
Ibid, p. 8.
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
2I
3
44
Ibid.,p. 12.
45
Max Weber, Economía y sociedad, I (México: Fondo de Cultura Económi-
ca, 1972).
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
2IJ
46
Lewis Coser, Las instituciones voraces (México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1974), p. 12.
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
4
Existe una extensísima bibliografía sobre los manuales de urbanidad en
Europa. En Colombia apenas comienzan a estudiarse. Véase, para Colombia,
el artículo de Patricia Londoño, "Cartillas y manuales de urbanidad y del buen
tono", en Credencial Historia, N" 95 (Bogotá: s. d., enero de 1997).
5
Que en el caso de Antioquia se contrapone muy claramente a la idea de
las formas de conducta de origen rural: "montañero" es el que carece de los
refinamientos de la ciudad. Aunque éste es el sentido dominante de la expre-
sión, a comienzos del siglo XX se matiza su utilización, en la medida en que en
una incipiente crítica de la vida urbana construye la imagen del montañero au-
téntico, veraz, sano y religioso frente a la capacidad simuladora, a la degene-
ración o la inmoralidad del habitante urbano.
Medellín 1 8 8 0 - 1 9 3 0 : los tres lulos de la modernización
aas
22(1
1
' El ascenso de las Adarves lo narra Carrasquilla con todo y moraleja:
"Ai tengo las dos nietas de colegialas, de media y zapato y rompiendo lujo; v
pienso mándalas al mejor colegio de la Villa, pa que aprendan la parte educa-
tiva y vengan a enséñales orgullo a las ricachonas de aquí... Años después, en
Medellín nuevo, una casa hermosa y confortable. Es el nido de los Adarves:
de los Adarves, que están muy bien recibidos y mejor emparentados: que aquí,
como en todas partes, es el trábalo honrado la más esclarecida ejecutoría".
Carrasquilla, Obras completas, pp. 62Ü-622.
JORGE ORLANDO MELÓ
232
M4
'" El dominio del savoir-vivre incluye, por supuesto, el manejo del come-
dor v la cocina. En 1907, cu Medellín, se publica - p o r la Librería de Carióse
Restrepo un tratado de cocina, el de Elisa Fernández, y luego siguen apare-
ciendo otros. El de Solía Ospina Pérez, sobrina de don buho Ospina Vásquez,
ha tenido y sigue teniendo rápidas reediciones.
Medellín 1880-1 930: los tres lulos de la modernización
2
35
Osjiina, Protocolo, IV y V.
Medellín 1 8 8 0 - 1 9 3 0 : los tres lulos de la modernización
2
37
14
El texto hace parte dei cuento "Felipe", reproducido parcialmente en
Jorge Alberto Naranjo (comp.), Antología del temprano relato antioqueño ( M e -
dellín: s. d., 1995), p. 49.
I ORÍ,I O R I A \ DO M I LO
2
3a
Introducción
Jlbn las breves líneas que siguen, se explica una de las herramien-
tas metodológicas desarrolladas en la Corporación Raíces para
llevar a cabo investigaciones culturales, diseñar estrategias de par-
ticipación o sustentar proyectos de desarrollo.
Los mapas culturales a los que hacemos referencia tienen una
doble condición: por un lacio, sirven como herramientas que or-
ganizan la recolección y sistematización de la información y, por
otro, son productos que se construyen progresivamente en el mar-
co de procesos de investigación.
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2
44
246
Experiencias
24 8
SÍMBOLOS
Fugares símbolo
Verdes
1. Palo del Ahorcado
2. Parque Pandiactiva
Calles
3. Calle Cementerio
Otros
4. Puente de Los Indios
Construcciones símbolo
Educativas
5. ICES
6. Jardín Infantil Potosí
7. Centro Vecinal Guías de un Nuevo Amanecer
8. Flogar Infantil Hombres Nuevos
Eos mapas n a t u r a l e s , una h e r r a m i e n t a p a r a la gestión local
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[AIRO C H A P A R R O VALDERRAMA
2
52
9. CIAF Despertar
10. Escuela Pradera-Esperanza
11. Escuela Paraíso
12. Escuela Nueva Argentina
12. Centro Comunitario Nuevos Horizontes (Bellavista-La Y
14. Escuela Bellavista y Jardín Pitufines
De gobierno
15. La Casona (sede JAL)
Objetos símbolo
16. Viejo Tanque de Agua
17. Cruz de tiraba
PUNTOS DE ENCUENTRO
Recintos
Educativos
18. Escuela Divano Niño
19. Escuela de Tanque Laguna
20. Instituto San Pablo-David Ben Gurión
(talleres, aulas, biblioteca, polideportivo)
21. Escuela de Canteras
12. Escuela de Manuela Beltrán
23. Librovía de Potosí
Recreativos
IA. Club Social y Canchas de Tejo Monterrey
25. Billares El Esquinazo (Santa Rosita)
26. Cancha de dejo Paraíso
27. Cancha de Tejo Palo Negro (Plan Media Loma)
Religiosos
28. Iglesia Santa María de Jerusalén (Tanque Laguna)
29. Iglesia Nueva Argentina
Eos mapas culturales, una herramienta para la gestión local
2
53
Calles
54. 1 .a Y
55. Calle 76 entre transversales 49 y 50 (Tres Esquinas)
56. Calles comerciales de Tanque: calle 73B (una cuadra), carrera 4515 (dos
cuadras) y carrera 45 (una cuadra)
57. Calle comercial de Nueva Argentina y Santa Rosita: calle* 70 desde la
transversal 50 hasta la transversal 480
Otros
58. Plaza de Mercado de Candelaria La Nueva, trente al paradero
DESPLAZAMIENTOS
Pavimentados
Énfasis vehicular
59. Ruta de bus desde la plaza Candelaria hasta la cancha Potosí
00. Ruta de bus: calle 69B entre carrera 46 y calle 69K
61. Ruta de bus: calle óHC-carrera 46-La Y-carrera 45, hasta 1 res Es-
quinas
02. Carrera 45C entre calles 73B y 75
63. Transversal 44A y carrera 42 (Potosí)
04. Carrera 48 entre la calle 68F y la avenida Villavicencio (subida a Be-
llavista-La Y)
65. Acceso desde Sierra Morena hasta la calle 70, doblando por la 4715
hasta Fres Esquinas
66. Acceso desde el sector de Sierra Morena hasta el paradero de Expre-
so Bogotano
\ o pavimentados
Énfasis peatonal
67. De fres Esquinas al paradero de Potosí (transversal 49C-calle 77A-
Potosí)
68. Del Puente de Eos Indios al Viejo lauque del Agua (73B)
Eos mapas culturales, una In rranuenta para la gesli local
256
Caminos de herradura
92. Transversal 46A desde la diagonal 82B hasta la cañada (último tra-
mo de Potosí)
93. Bajando de Las Brisas hasta Puente de Madera por el zanjón La Mu-
ralla (Potosí)
94. Calle lateral a la cancha "abismo" de Santa Rosita
95. Calle 72 desde la carrera 46C hasta la carrera 47B
96. Transversal 49A entre las calles 69C y 69C (bajada a Canteras)
Mejoramiento en la prestación de
18,1 %
servicios estatales
258 ,
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Construcción y usos
2Í)2
Germán Muñoz
jóvenes), las cuales son inasibles en sí mismas, razón por la cual ele-
gimos mirarlas desde un punto de vista que consideramos privile-
giado y pertinente: la cultura rock (no la música exclusivamente).
Entendemos ambas, en su cruce, como "intensidades" que se mo-
dulan recíprocamente.
El objeto así delimitado nos aparece como excesivo, frac tal y
complejo. Ca primera consecuencia ha sido asumir conscientemen-
te "la pérdida de la totalidad" o de la pretensión de unidad en la
mirada. Y ello conlleva el reconocimiento de diversos puntas de vista
que desde diversas perspectivas muestran facetas del fenómeno:
—la mirada comunicológica ("la interpretación" de las cultu-
ras juveniles a partir de sus propios arquetipos),
—la mirada antropológica (la observación de actuaciones de al-
gunas "comunidades emocionales"),
—la mirada estética (el análisis de su producción simbólica des-
de el ángulo de "la sensibilidad"),
—la mirada de los nocheros ("participantes directos" de la cultu-
ra que focaliza el acceso).
El reto de abordar las culturas juveniles urbanas mediante la
recepción de la música rock nos obligó a transformar en cierta me-
dida la noción de sujeto de la cual partimos: a transformarla reto-
mando los planteamientos de la anterior investigación y a hacerla
compleja para avanzar sin ataduras en el camino abierto. Este giro
obedeció a la necesidad de ser en verdad coherentes con los cam-
bios de percepción, sensibilidad y pensamiento propios del ser hu-
mano contemporáneo, un ser "constituido por" y "constituyente de"
los objetos culturales más importantes del siglo.
E n consecuencia, el trabajo ha logrado:
—Proponer elementos conceptuales y metodológicos para que
tanto el Estado como la sociedad civil colombianos reconozcan pú-
GERMÁN M U Ñ O Z
268
1
Usamos estas expresiones entre comillas para entatizar su carácter de con-
ceptos elaborados tanto histórica como culturalmente y resaltar que no tienen un
significado único. F.n el resto del texto las vamos a usar en este sentido.
JOSÉ FERNANDO SERRANO
276
278
define una "era", una época especial que marca una posición dife-
renciada en la sociedad para quienes por ella pasan; esta conside-
ración los hace sujeto-objeto de prácticas, instituciones, normas,
concepciones y toda una variedad de modos de comprensión que
los ubican en el lugar considerado correspondiente con ello.
Basta revisar un fichero de cualquier biblioteca para darse
cuenta de los temas con los cuales se tiende a asociar la juventud
y la adolescencia: cambios físicos y psíquicos, dificultades de
aprendizaje, problemas de drogadicción, delincuencia juvenil,
manuales de consejo y asesorías morales. Diversos autores (Les-
ko, 1996, Feixa, 1997) han señalado que la noción de juventud
tomó un nuevo matiz con la consolidación de las ciencias socia-
les a fines del siglo pasado y con el proceso de determinación de
poblaciones susceptibles de ser aprehendidas, tratadas o estudia-
das mediante los desarrollos de las ciencias. Mientras la antro-
pología surge para ver a las poblaciones "primitivas" colonizadas
o colonizables, la sociología se encarga de estudiar a los "desvia-
dos" sociales, las poblaciones marginales urbanas o los migrantes
de los procesos industriales, y la psicología trata de determinar los
comportamientos "normales" y adecuados para el contexto social
del momento.
A su vez, las sociedades occidentales vivían por la época procesos
de cambio en el mercado laboral, urbanización, industrialización,
extensión de la escolaridad, modificaciones en la estructura familiar,
que desplazaban los lugares de los sujetos en diferencia de edad, ge-
neración, género y clase. En este contexto, la noción de adolescencia
toma un nuevo significado y genera una sene de prácticas educati-
vas, políticas, sociales, morales, y de formas de conocimiento que la
sustentaban en el lugar asignado; construida la noción, busca legi-
timarse.
JOSÉ F E R N A N D O SERRANO
286
gias para que los jóvenes moldeen sus conductas de acuerdo con la
noción construida de juventud.
Resumiendo, podemos aseverar que conforme a estas nociones
la adolescencia y la juventud quedan convertidas en asunto d t con-
trol: control por parte de la familia, la educación, el Estado; control
necesario, pues el ser del joven queda definido por defecto —lo que
no tiene, pero va a tener— y sólo mediante él se garantizará que el
objetivo se logre. Al ser definido por la ausencia, el joven queda
sin estatus, sin voz propia, y es allí donde el discurso del científico
viene a ocupar su lugar, en una práctica similar a la de la antropo-
logía colonialista que hacía del otro un sujeto del que se habla pero
que no habla por sí mismo. El adulto, el científico, el educador, se
convierten en los encargados de "conducir el camino" del adoles-
cente desde su "inestabilidad" hacia la inevitable madurez, modelo
que no es sino el resultado de una repetición de las relaciones de
poder en el interior de la sociedad 2 . Lo que quiero señalar aquí es
que las características asignadas y/o asociadas con el ser juvenil son
el resultado de un proceso histórico y cultural, y que no existe una
"naturaleza" juvenil o adolescente independiente de los contextos
vividos. Si pretendemos establecer una forma de comprender lo que
sucede con los jóvenes hoy es necesario que empecemos a "desna-
turalizar" aquellas concepciones que hemos dado por sentadas e
iniciemos un proceso de reconceptualización de la noción de joven
y juventud, pensado desde la cultura y la historia.
2
Esto se hace evidente, por ejemplo, al observar que en nuestro país una de las
nociones comúnmente asociadas a los jóvenes y adolescentes es la de "población en
riesgo", la cual supone que estos sujetos son susceptibles de volverse problema, pero
que, si se toman las debidas "precauciones", es posible evitar que ello suceda: "están
en riesgo de... pero si actuamos sobre ellos...".
La investigación sobre jóvenes
289
En este segundo aparte voy a discutir las formas en que los jóvenes
y la juventud han sido abordados por las ciencias que los estudian.
Se trata de señalar los lugares desde los cuales ello se ha hecho y los
efectos que tienen en la comprensión de lo juvenil.
3
En 1990, Willis y otros autores publican un libro en el que parten de una
etnografía de jóvenes de sectores obreros para desarrollar una teoría de la acción
social y de la formación de las identidades individuales y colectivas; mediante una
revisión de la creación simbólica, la estética, la vida cotidiana, el ocio, la relación con
los medios, la música popular, la moda de estos jóvenes, entre otros aspectos, los
autores consideran que la cultura oficial ha perdido su lugar dominante por causa de
la producción de significados en la creación cultural popular; ello ha afectado los
sentidos de identidad de losjóvenes, las formas que tienen de entenderse a sí mis-
mos, a los otros y a la sociedad en general.
La investigación sobre jóvenes
2
97
4
En "La institucionalización de los estudios de la comunicación", Mattelart
(1997) hace un revisión crítica de la tradición de los estudios culturales surgida en
Inglaterra y generalizada hoy como perspectiva de análisis contemporáneo, en la
que muestra los desplazamientos que se dieron desde los postulados iniciales basados
en el marxismo y la historia social hacia tendencias desligadas de la inquietud por las
condiciones de existencia y las relaciones de hegemonía; el autor señala la importan-
cia de los cultural studies en la comprensión de las sociedades contemporáneas, pero
es crítico respecto a su institucionalización y 'diboom que han tenido en la actualidad,
más cuando se han alejado de los planteamientos iniciales, muy ligados a la búsque-
da del cambio social. De la importancia que la noción de cultura tuvo en sus inicios,
J O S É F E R N A N D O S F. R R A N ()
298
los cultural studies de hoy la volvieron una noción instrumental, y del radicalis-
mo del principio pasó a una ambigüedad debido a la mercantilización del conoci-
miento. Véase revista Lelos, N " 4 9 (Madrid: s. cf, marzo-mayo de 1997), p. 144.
La investigación sobre jóvene:
299
Desde mediados de los años ochenta hasta hoy se han dado unos
cambios que llevan a replantear esquemas previos para abordar a
los jóvenes y que proponen nuevas nociones: 1) los esquemas di-co-
' En Latinoamérica los estudios sobre jóvenes toman fuerza con los efectos
de la crisis de los ochenta; en 1979, la Asamblea General de las Naciones Lóiidas
JÓSE F E R N A N D O SERRANO
302
declara el año de 1985 como el Año Internacional de la Juventud, con los temas de
participación, desarrollo y paz, en respuesta al reconocimiento de las dificultades
que este sector social vivía v que cada vez se hacen más evidentes. Por la misma
época, la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, patrocinó una serie
de investigaciones en vanos países latinoamericanos para determinar las condiciones
de vida de la población juvenil; ello dio como resultado vanos documentos que
pusieron en evidencia lo que estaba sucediendo en la región: falta de empleo rural y
urbano, cambios en la estructura familiar, migraciones hacia las ciudades, taita de
educación, nuevos procesos de socialización en los jóvenes, entre otros aspectos.
Como ejemplo de ellos, por esta época se publica en QolomhvaAusencia de futuro, de
Rodrigo Parra, reflejo del panorama desolador que sobre la adolescencia se bos-
quejaba en el momento. De este modo, a mediados de la década de los ochenta los
estudios sobre los jóvenes toman en América Latina un matiz especial pues a los
cambios que se venían dando en los paradigmas para comprenderlos, se suman las
nuevas exigencias de conocimiento hechas por los Estados y las entidades interna-
cionales; en este contexto cobra importancia el tenia de los jóvenes marginados por
los efectos de la crisis, en particular las bandas juveniles urbanas.
La investigación sobre jóvenes
3°4
"Por ello hemos definido las identidades proscritas como aquellas formas de
identificación rechazadas por los sectores dominantes [...] los miembros de los
grujios o las redes simbólicas proscritas son objeto de caracterizaciones peyorati-
vas y muchas veces persecutorias. |... ] encontramos desde agrupaciones políticas
con posiciones ideológicas contrarias a los sistemas dominantes, grupos étnicos,
grupos con adicclón a las drogas, grujios religiosos, grupos de nudistas, o algunos
grupos o redesjuvemles, como ha sido ei caso de los beatmks, los pachucos, los
hippies, los cholos, los punks, los chavos banda, los tunkies" (Valenzuela, 1998).
La investigación sobre jóvenes
3°5
Bibliografía
316
3 l8
índice de fotografías
,; - -
..^*^^|n
F i g u r a 6 (Clona Barros)
"...espacio penetrable a través del cual la palabra y la cosa se reafirman...
Papel sellado, asiento, testimonio humano, documento, materia, memoria'
Figura 7 (Juan Páez)
"...el origen del libro es una de mis reflexiones que toma ideas como: lafactura
del libro, el tejer—que etimológicamente viene de textom—y el acto de hacer
el libro, el soporte de la escritura como memoria de la cultura...".
V-í i
r.
-r
Beatriz Sarlo
322
William Rowe
324
Germán Muñoz
• 9-
•13 •
PRIMERA PARTE
Cultura y medios de comunicación
•27 •
•65 •
Beatriz Sarlo
Del plano a la esfera:
libros e hipertextos
•77 •
William Rowe
Poética, cosmología y modelos de la cultura
en la época de los medios electrónicos
•101 •
Ana María Ochoa Gautier
E l multiculturalismo en la globalización
de las músicas regionales colombianas
•114-
Fabio López de la Roche
Historia, modernidades, medios y ciudadanía
en los estudios culturales latinoamericanos
•152-
Ana María Lalinde
Radio informativa
y participación ciudadana
SEGUNDA PARTE
Cultura urbana y cultura de jóvenes
•173 •
Jaime Eduardo Jaramillo
Formas de sociabilidad y construcción
de identidades en el campo urbano -popular
•219-
Jorge Orlando Meló
Medellín 1880-1930:
los tres hilos de la modernización
•241 •
Jairo Chaparro Valderrama
Fos mapas culturales,
una herramienta para la gestión local
• 263 •
Germán Muñoz
Identidades culturales e imaginarios colectivos.
Fas culturas juveniles urbanas vistas
desde la cultura rock
•274-
José Fernando Serrano
Fa investigación sobre jóvenes:
estudios de (y desde) las culturas
•310-
Luz Guillermina Sinning
Creación estética juvenil:
una experiencia plástica y visual
en la Academia Superior de Artes de Bogotá
COLABORADORES
•321 •
¿2
Este libro, segundo que recoge
las ponencias presentadas en el coloquio
TEORÍAS DE LA CULTURA Y ESTUDIOS DE COMUNICACIÓN
EN AMÉRICA LATINA,
s¿
El presente volumen recoge los trabajos
referentes a dos temáticas centrales del
Seminario Internacional sobre Teorías cul-
turales y estudios de comunicación en Amé-
rica Latina: una sobre los cambios en
la relación entre cultura y medios de
comunicación; la otra en torno a los
temas y problemas de la cultura urbana
y las culturas juveniles. Desde ambas se i
indaga el desbordamiento del canon cul-
tural producido por las narrativas y los
discursos massmediáticos, las
nuevas tecnicidades y las nue-.
vas sensibilidades. En América
Latina ia investigación cultural es
anterior a que apareciera la etiqueta
de los "estudios culturales", pero se
basa tanto en la experiencia que aportan los
movimientos sociales como en el trabajo de los pioneros ingleses que, como R. Williams,
R. Hoggart y Stuart Hall, investigaron la inserción de los medios de comunicación en las
dinámicas de la cultura contemporánea y la relación de las culturas juveniles con las
industrias culturales y las transformaciones de la ciudad. Fue buscando la comprensión
de los procesos sociales que la investigación cultural en Latinoamérica se ha ido convir-
tiendo en un área estratégica de reconocimiento de las rupturas y continuidades de que
está hecha nuestra modernidad.
CINTRO DE
ESTUiífOS
SOCIALES