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ATRAÍDOS POR DIOS

49 PRÁCTICAS ESPIRITUALES
David Guindulain

Introducción ............................................................................................  3
Respirar .....................................................................................................  5
Aliento de Vida ................................................................................  5
Que todo el cuerpo respire .................................................................  7
Los sentidos ...............................................................................................  9
Mirar .......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  9
Escuchar ..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  11
Tocar .......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  13
Oler ................................................................................................  15
Gustar .............................................................................................  16
El movimiento ....... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  19
Ponerse en pie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  20
Caminar meditativo ..........................................................................  21
Danza contemplativa ........................................................................  23
Plegaria de bendición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  24
La imaginación ..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  27
La palabra .................................................................................................  29
Conclusión ........... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  31
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  32
David Guindulain Rifà. Jesuita y sacerdote. Licenciado en Psicología educativa (Uni-
versitat de Barcelona) y en Teología (Centre Sèvres y Facultat de Teologia de Cata-
lunya). Ha trabajado en pastoral juvenil y vocacional, así como en la escuela Jesuïtes
El Clot (Barcelona) durante quince años. Es profesor en el Postgrado de Acompaña-
miento Espiritual de la Fundación Vidal y Barraquer. Actualmente vive y trabaja en el
Centro Internacional de Espiritualidad Ignaciana de Manresa, donde acompaña Ejer-
cicios Espirituales y atiende pastoralmente el Santuario de la Cueva de San Ignacio.

Edita: Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


Tel. 93 317 23 38 - E-mail: info@fespinal.com - www.cristianismeijusticia.net
Traducción y edición: Anna Pérez i Mir - Corrección: Cristina Illamola
Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Octubre 2017

Imprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 24359-2017


ISBN: 978-84-9730-402-3 - ISSN: 2014-654X - ISSN (virtual): 2014-6558

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INTRODUCCIÓN

Tienes en tus manos una recopilación de prácticas que quiere ayudar a la plega-
ria personal y comunitaria. Estas 49 prácticas espirituales describen una variedad
de accesos a Dios que la pastoral y la psicología me han inspirado. Desde la
función más inicial de la naturaleza humana –la respiración– hasta su cima –el
lenguaje–, cada persona podrá escoger una manera de orar adaptada, fijando la
atención en el recurso que más le convenga.
Ejercitarse en las prácticas puede multiplicar su cifra hasta el infinito porque in-
contables son las personas que Dios atrae hacia Él, múltiples las situaciones en
las que eso ocurre e incalculables las maneras de atracción. Por ello, cada prácti-
ca te permite personalizar la plegaria, pues lo que ocurre entre Dios y tú es único.
Las principales fuentes de inspiración de este recopilatorio son tres: la primera,
los Ejercicios Espirituales de san Ignacio y su santa osadía de ayudar a disponer-
se para encontrar a Dios en todo. El deseo −latente en esta osadía− y el respeto
necesarios ante Dios todo Santo, lejos de anularse, interactúan con fecunda cre-
atividad en los Ejercicios Espirituales. En concreto, hay dos ejercicios que quiero
resaltar por su sabiduría psicológica: el de «Traer los cinco sentidos»,1 como con-
clusión de cada jornada, y el de «Tres modos de orar»,2 que se propone al final
de los 30 días, a modo de preparación del fruto en la vida cotidiana.
La segunda fuente de inspiración es la Psicología Evolutiva, especialidad de las
Ciencias de la Salud que describe los procesos que sigue la persona humana
para llegar a ser, desde el nacimiento hasta su muerte. La respiración, los sen-
tidos, el movimiento corporal, la palabra…, son funciones que se despiertan en
la niñez, se educan y actúan como vehículo de interacción con el entorno. Estas
herramientas de interacción, convenientemente despertadas y educadas no ayu-
dan únicamente al diálogo permanente con el entorno, sino también con el Señor
que lo habita.
La tercera inspiración es la llamada personal a hacer pedagogía de una experien-
cia de Dios que, para mí, ha sido fundante y transformadora. La pastoral que he
realizado a lo largo de todos estos años aporta la experiencia de la que nace este
recopilatorio. Concretamente, tengo la convicción de que, al evangelizar –espe-
cialmente a niños y jóvenes–, es necesario priorizar el lenguaje simbólico sobre

3
el conceptual. En comparación con el lenguaje conceptual, el simbólico, hecho de
evocaciones y arte, dispone más favorablemente a un encuentro personal con el
Dios de Jesucristo. La experiencia que el símbolo representa buscará posterior-
mente la Palabra que otorga sentido.
Estas tres inspiraciones, compartidas y vividas, me han llevado a ensayar para
cada persona y grupo propuestas evangelizadoras con características similares,
pero siempre diferentes en su ejecución.
Espero que este recopilatorio ayude tanto a quien busca avanzar en la vida espi-
ritual como a quien comparte el impulso de proponerla a los demás.

4
RESPIRAR

Nadie nos enseñó a respirar. Esa fue nuestra respuesta cuando, por
primera vez, nos vimos rodeados de aire. Desde aquel instante, miles
de veces al día, permanecemos conectados a la vida gracias a nuestra
respiración.
Con todo, sí que podemos aprender una nueva forma de respirar que
nos disponga a la quietud, a la atención, al respeto... A la plegaria, en
definitiva.

ALIENTO DE VIDA

Al salir del vientre materno, lo primero cuerda a aquel aliento de vida que Dios
que hacemos es romper en llanto y em- infunde en Adán después de modelarlo
pezar a respirar. A partir de ese momen- con el polvo de la tierra para convertir-
to, la respiración será un diálogo perma- lo en un ser vivo.4
nente, una forma de interactuar con la En el monte Horeb, el profeta Elías
realidad circundante. Tomar conciencia reconoce el paso del Señor5 en el «ru-
de esta respiración y de este diálogo nos mor de una brisa suave». Y en el Nuevo
acerca al misterio de la existencia. Testamento, el soplo del Señor, alen-
La Palabra de Dios está llena de tando al Espíritu Santo sobre sus discí-
referencias al Dios que «alienta» y pulos,6 prefigura el día de Pentecostés,
se deja respirar. El libro del Génesis cuando se proclamará el Evangelio a
empieza con la imagen del «soplo de cada persona en su propia lengua.7
Dios» que se cernía sobre las aguas.3 La atención sobre la respiración
Esta imagen, tan etérea como real, re- nos ofrece muchas maneras de dispo-
5
nernos para el encuentro con el Señor tres… Descarta cualquier otro pensa-
de la vida. Te propongo algunas: miento que pueda distraerte de tu pro-
pósito: centrarte, disponerte, abrirte a
la presencia del Señor.
1. Percatarse de la evidencia Notarás que, a medida que la respi-
ración va siendo más tranquila, las uni-
Observa tu respiración, pero sin querer dades de respiración duran más segun-
cambiarla. Simplemente, fija tu aten- dos. Rechazarás el deseo de terminar.
ción en sus dos movimientos básicos: Al contrario, evaluarás la progresión
la inspiración y la espiración. por su hondura, por detenerte donde se
Toma conciencia de si inspiras por te ofrece revelación y verdad, sin prisa
la nariz o por la boca. En estado de quie- por avanzar. Deja que predomine en ti
tud, respirar por la nariz es habitual. la voluntad de descubrir más que el de-
También puedes percatarte del fres- seo de terminar.
cor y el calor que desprende el aire de tu La primera vez, realiza cinco respi-
nariz. En esta secuencia, visualizar los raciones completas. Progresivamente,
dos polos básicos de la función respi- te animarás a llegar hasta diez, hasta
ratoria −la plenitud y el vacío− también quince…, incluso hasta cien si notas
te ayudará. Tras la inspiración, llega la que te va bien. Cuando te descuentes,
plenitud y, tras la espiración, el vacío. empiezas de nuevo sin reprochártelo.
Detente a considerar estos cuatro
momentos, como no acostumbras a ha-
cerlo en tu día a día. Pronunciar la pala- 3. Respirar el combate cotidiano
bra de cada parte de la secuencia puede
ayudarte: La atención sobre la respiración que
te propongo en este ejercicio te hará
• inspirar consciente de los entresijos de un com-
• plenitud bate cotidiano: el combate entre tu ser
• espirar más auténtico y los ruidos internos y
• vacío externos, que centrifugan la persona o
…para volver a empezar. sobrealimentan el ego. En esta conti-
enda, la secuencia numérica de la prác-
Observar tu respiración te arraiga al tica 2 −como esa cuerda que te impide
aquí y al ahora, lugar y momento en los caerte en un paso de montaña− te dis-
que descubrir el presente como regalo pone manteniéndote en tu propósito.
de Dios para ti. Puede llegar un momento en el que
la cuerda te sobre; entonces, es conve-
niente prescindir de ella. El orden de
2. La unidad de la respiración las cifras dejará paso a un término que
expresará −aunque de forma inadecua-
En la conciencia de estos momentos da− algo de ese vínculo que estableces
–inspirar, plenitud, espirar, vacío–, con- con el Señor. Puedes escoger una
sidera cada respiración completa como palabra que exprese quién eres o ante
una unidad y ve contando: una, dos, quién te encuentras: la fuente de tu ser.
6
Por ejemplo, puedes respirar la palabra permanente de la respiración, esto se
“tú”, “Jesús”, “paz”… expresa con claridad y, al ser consci-
entes de ello, mana el agradecimiento.

4. Inspirar la vida
5. Espirar lo sobrante
Al inhalar el aire en cada inspiración,
se empieza de nuevo una función vital Cada vez que exhalas, sacas de ti lo
que oxigena la sangre y posibilita la que no necesitas, lo que no debes acu-
vida del organismo. mular, aquello que te pesa y no te per-
En cada inhalación, puedes pensar mite crecer.
en la vida que te llega desde fuera y te Si prolongas tu espiración más que
permite que tu seas. la inspiración, expresas tu deseo de
Puedes hacerte consciente, en úl- expulsar, suave y firmemente, lo que
timo término, de Aquel que insufló la no te construye. Asimismo, alargar un
vida en Adán, asociándote de esta ma- poco más la espiración hace que tu res-
nera al don de cada instante, como una pirar sea más tranquilo y te apacigüe
nueva creación. más fácilmente. Siempre enfocado a
Vivir es acoger el inestable y frá- buscar lo que quieres: disponerte me-
gil equilibrio que somos. En el milagro jor al encuentro que te hace ser.

QUE TODO EL CUERPO RESPIRE

Todo el cuerpo se beneficia de tu respi- 7. Respirar con las manos


ración. Para ello, te ayudará considerar
que otras partes de él, no solamente los Puedes visualizar cómo respiras con
pulmones, son órganos que participan las manos. Con estas apoyadas sobre
de esa función. las piernas y con las palmas hacia arri-
ba, siente cómo, al inhalar, las manos
se abren ligeramente para acoger el
6. Respirar con los pies don y, al exhalar, se cierran para ha-
cértelo tuyo.
Erguido, imagina que respiras con la
planta de los pies y con un sutil balan-
ceo de todo el cuerpo, te haces consci- 8. Respirar con el abdomen
ente del aire en tu ir y venir. Al inspi-
rar, el cuerpo se balancea hacia atrás Si pones las manos sobre tu ombligo,
y al espirar, hacia adelante, como si una encima de la otra, tomarás cons-
buscaras el punto de equilibrio entre ciencia de cómo la respiración dilata y
tú y Él. contrae el abdomen.
7
Tras poner la mano izquierda sobre 10. Respirar las palabras
la derecha, o a la inversa, te das cuen-
ta de tu espontánea elección. Prueba a Cuando quieres aprehender unas pa-
invertir este orden y siente la incomo- labras, pero te resulta difícil captar la
didad de la nueva posición, que altera densidad de su significado, una buena
el predominio en tu lateralidad. opción para lograrlo es respirar cada
Recupera la posición original y palabra. Una a una, desde el sustanti-
percibe, ahora, la unidad de tu cuerpo. vo hasta la más breve conjunción, ve
Imagina que la respiración recorre el asociando el lenguaje a tu respiración:
circuito que se establece entre tu men- al inspirar, acoges la palabra y, cuando
te y tu abdomen a través de tus brazos: exhalas, dejas que resuene en ti.
ahora por el brazo derecho, ahora por De este modo, concedes tiempo
el izquierdo. para que llegue al corazón lo que la
Con esta percepción, suavemente, cabeza ya ha entendido −o cree enten-
la respiración se va relajando y unifi- der−, de modo que te dispones a una
cando más. Tú eres uno ante el Otro. nueva comprensión de palabras, quizás
sabidas de memoria. La secuencia del
pensamiento que se expresa en la fra-
9. Respirar con todo se se ralentiza. Su sentido tiene tiempo
de resonar en ti, sin prisas por querer
Finalmente, centrándote en la acogida terminar lo que tal vez no habías em-
del aire por las diferentes partes del cuer- pezado a entender.
po, puedes sentir como toda tu corporali- Así, puedes proceder con las plega-
dad absorbe la vida que se te da. Todo tu rias que ya sabes, porque la secuencia
cuerpo respira, se dispone y acoge. del discurso impide, a veces, detenerse
El cuerpo se transforma en esta per- en el significado de cada palabra. San
cepción global y se siente uno acogien- Ignacio describe con detalle esta ma-
do la dignidad del templo del Espíritu nera de orar, recogiendo una antigua
Santo.8 tradición de iglesia.9

8
LOS SENTIDOS

Después de la respiración, nuestro encuentro con la realidad empieza


por los sentidos. Estas raíces móviles10 buscan percepciones que nos
ubiquen y ajusten nuestra comunicación con el entorno.
Detenernos en cada uno de los cinco sentidos, procurando no presu-
poner nada, nos remite a las primeras veces que nos encontramos con
las cosas, cuando todavía no las identificamos. Este redescubrimiento
nos permitirá rehacer el camino del conocimiento, pero esta vez con la
esperanza de encontrar así a Dios en todo.

El orden que propongo de presenta- y el olfato describen un itinerario de


ción de los sentidos empieza por la progresiva aproximación que va des-
vista –que permite la percepción a dis- de la vista hasta el gusto. A lo largo
tancia– y concluye con el sentido del de esta aproximación, puede abrír-
gusto –que necesita de la inmediatez senos el deseo y la comunión con el
del objeto. En medio, el oído, el tacto otro.

MIRAR

Vemos lo que tenemos alrededor por- mos, cómo es lo que vemos y cómo se
que le llega la luz. Gracias a la luz del oculta lo invisible.
sol, o de cualquier otro foco lumínico, Jesús dice «yo soy la luz del mun-
tomamos consciencia de dónde esta- do»11 e intuimos que todo recibe su
9
presencia porque está iluminado por en la respiración. Te recomiendo to-
Él, desde fuera, como un sol, o desde mar consciencia de ella, como si cada
dentro, cual chispa de vida interior. vez que iniciases una plegaria tuvieras
Cuando la vista se torna conscien- que aprender a respirar. En cierto sen-
te, se convierte en mirada y, cuando tido, te estás preparando para un nuevo
la mirada se maravilla por lo que ve, nacimiento.
se convierte en contemplación. Con la De pie o sentado con la columna er-
percepción sensorial, empieza lo que guida y la cabeza en continuidad con la
concluye con un agradecimiento por columna, mantén tu mirada hacia ade-
todo y en todo. lante. No quieras fijarla en un objeto,
La mirada es el sentido de la espe- prescinde de descubrir el detalle. Ten
ranza porque nos anuncia objetos, per- una mirada amplia, pacífica y reposa-
sonas o acontecimientos que están a ki- da. Acoge la luz y, sin dejarte atrapar
lómetros de distancia, o quizás a años por una determinada forma, percibe
luz. Y aun así, los percibimos aquí y cómo esta lo inunda todo.
ahora. No están, pero los hemos visto y Deja que la inspiración y la espira-
ello sostiene nuestro paso, como el de ción marquen el ritmo de la recepción
los sabios de Oriente que habían visto y la elaboración de la luz por medio del
salir a la estrella del recién nacido Rey sentido de la vista. Acoge la luz y dé-
de los judíos.12 jate iluminar interiormente por quien
La mirada también es el sentido de revela la verdad y te da la visión.
la fe porque percibe aquello que se ve
y, a su vez, intuye lo que allí palpita.
Igual que lo percibió el amado discípu- 12. Arropado por la luz
lo que, entrando en el sepulcro vacío
y observando las vendas y el sudario, Ahora cierra los ojos y deja que el res-
«vio y creyó».13 to de tu cuerpo absorba la luz: el rostro,
Finalmente, la mirada es el sentido la piel… Te vas haciendo consciente
del amor, ya que la vista, por gracia, se de esta impresión vivificante, tan sutil
transforma en contemplación y la con- como real.
templación lleva a amar todo en Aquel, Si la fuente de luz también emite
que es la luz del mundo. calor, como el sol, fijarte en el calor
En definitiva, el sentido de la vista, que percibes de ella te ayudará.
mediante la luz que es Jesús, nos ayuda Con los ojos cerrados, sintiendo la
a acoger al Señor de la vida. claridad que te envuelve, imagina la
A continuación te presento algunas presencia del Señor: te mira, te conoce,
maneras de prestar atención a la plega- te ama. Detente para percibir el espa-
ria y disponerte para ella. cio entre tú y Él, y reconocer lo que su
tan cercana presencia mueve en ti.
Decía Pedro Arrupe: «Tu ima-
11. Ojos que respiran gen sobre mí bastará para cambiar-
me».14 Deja que estas palabras expre-
Para entrar en un ejercicio con los sen- sen tu deseo de ser transformado por
tidos, empieza centrando tu atención Él.
10
13. Fijarse en lo sagrado presente lo que representa. Su aparien-
cia busca más sugerirte que definir el
Abre los ojos y fija tu mirada en un ob- objeto. A partir de la contemplación
jeto que quiere ser representación del del objeto sagrado, el Espíritu Santo
Señor (el sagrario, una cruz, un ico- puede completar la comunicación que
no…). inicias.
Detente a percibir sus detalles, Pueden ayudarte las palabras del
como si estos te revelasen el mensaje apóstol Tomás al ver al resucitado:
que el artista quería transmitir con él y «Señor mío, Dios mío». 15 Contempla,
del que Dios querrá servirse. acoge lo que se te sugiere, ve respiran-
El arte religioso, al igual que toda do estas palabras mientras esperas que
expresión simbólica, aspira a hacer el Señor se te dé a conocer.

ESCUCHAR

Escuchar pide más proximidad que a su novedad. Nos defendemos de las


mirar: el contacto visual permite la amenazas, pero también prescindimos
distancia, pero para escuchar debemos de la oportunidad del diálogo que enri-
acercarnos, a no ser que el sonido nos quece. Si no esperamos nada diferente
llegue limpio y claro. a nuestras proyecciones personales, no
Del mismo modo que para ver ne- solo se resiente la comunicación, sino
cesitamos la luz que todo lo ilumina, también el aprendizaje y el crecimien-
para escuchar bien necesitamos silen- to personal.
cio. El silencio es la ausencia de rui- Con el sentido del oído, escucha-
dos externos que nos posibilita fijar la mos la Palabra de Dios que nos inter-
atención en el estímulo acústico y en- pela, nos atrae y nos hace salir de la
tenderlo. En nuestro caso, anhelamos zona de confort. Y cuando en comu-
sentir la Palabra que nos transformará. nidad escuchamos esta Palabra, brota
Pero escuchar también requiere si- entre nosotros un manantial de signifi-
lencio interior, aquel que nos libera del cado que supera con creces la suma de
autocentramiento. El silencio interior interpretaciones individuales.
nos permite escuchar y ser pacientes El relato del testimonio que nos
para esperar que el otro se comunique conmueve se vehicula con palabras
cuando quiera o cuando pueda. y llega a nuestro corazón a través del
Todo empieza con una actitud in- oído. Su historia, impregnada de len-
terrogativa de quien admite no tener la guaje no verbal, hace creíble la auten-
verdad y confía que el otro le ayude a ticidad del mensaje. Es la vibración, es
completarla un poco más. Porque, si el silencio, es el gesto o quizás, el tono
en nuestro interior ya presuponemos que, viniendo de lo más profundo, lle-
lo que el otro va a decir, nos cerramos va más allá.
11
Y es que la vida de cada uno de no- al salir de ellos. De algún modo, tú eres
sotros es la respuesta a una llamada que un instrumento de viento.
oímos de modo particular. Una voca- El sonido de tus inspiraciones y
ción hecha de pocas palabras, pronun- espiraciones, yendo y viniendo, puede
ciadas por parte de Dios –así nos lo pa- recordarte a las olas del mar y puede
reció–, como un encargo ineludible que ayudar a serenarte, como un paseo por
nos lleva a una opción para siempre. la playa.
En definitiva, el sentido del oído Fíjate también en el latido de tu
ayuda a entender que la existencia es corazón y en la red de vida que circula
un diálogo permanente con el Señor de por tus venas: te haces consciente de la
la vida. vida que suena en ti. Te sorprendes, te
Te propongo algunas maneras que maravillas y la agradeces.
puedes tener en cuenta para descubrir
que así es.
16. Dios habita en todo

14. Acoger el sonido Recuerda aquello que San Ignacio pro-


pone al ejercitante en la Contempla-
Sitúate en un espacio silencioso y de- ción por alcanzar amor: mirar cómo
tente a descubrir los sonidos que, aun Dios habita en todo lo que es creado.16
así, te llegan: algunas voces distantes, Disponte a considerar que, detrás de
pájaros, el viento, sonidos urbanos… cada sonido, hay un ser creado y habi-
estimulan tu oído. Tu cerebro intenta tado por Dios.
identificar qué sonidos son y qué sig- Eres paciente parándote en cada so-
nifican. nido, confiando en que se te revele de
Tu respuesta es acogerlos sin dejar- qué manera Dios está presente en él.
te atrapar; es decir, sin que te preocu-
pen o te entretengan en exceso.
Al acogerlos, los puedes agradecer 17. Escuchar “gracias”
y, si cabe, reconciliarte con ellos. In-
cluso si tienes que reencontrarte con En esta progresiva apertura, puedes
ellos, puedes pronunciar en tu interior dejar que la palabra “gracias” forme
un “hasta luego”. parte de tu aliento, asociándola al mo-
mento de expulsar el aire. Al inspirar,
acoge lo que Dios quiera darte y, al es-
15. Descubrirte sonido pirar, pronuncia en silencio la palabra
“gracias” que expresa, a su vez, una
Ahora pon la atención en los sonidos actitud y una respuesta vitales.
internos de tu cuerpo. Empiezas por tu
respiración.
Escucha el sonido que el aire pro- 18. La fonoteca de tu vida
duce en la comisura de la nariz o al pa-
sar por la boca. Observa el sutil silbido Una vez reconocido el silencio exterior
que provoca al llegar a tus pulmones y e interior, sin miedo a ser perturbado
12
por nada, te propongo recordar sonidos Recuerda qué imágenes o palabras
que forman parte de tu ser más íntimo: van asociadas a ese encuentro.
sonidos vinculados a paisajes de tu
infancia, voces de personas significa-
tivas para ti, músicas que no dejan de 20. Dios pronuncia tu nombre
emocionarte… Así tu emoción se con-
vierte en plegaria. Al descansar en el momento presente,
puedes imaginar cómo Dios pronuncia
tu nombre o cómo lo pronunciaría.
19. La primera vez Piensa en la escena de Moisés ante
la zarza ardiendo17 o en la respuesta de
Intenta revivir, en tu mente y en tu cora- Jesús a su amiga Marta,18 y escucha el
zón, la primera vez que sentiste que Dios modo en que el Señor pronuncia hasta
se dirigía a ti personalmente. Aquella dos veces tu nombre.
vez en la que sentiste que, en la relación ¿Qué produce en ti esta reiteración?
con Dios que otros te proponían, había ¿Qué mensaje introduce esta vocación
un tú a tú, un encuentro personal, único. personal en este momento de tu vida?

TOCAR

El sentido del tacto nos relaciona con co el beso de Judas en el huerto de los
el otro, minimizando el espacio que Olivos pudo esconder la intención de
nos separa. La distancia descrita ante- traicionar al Maestro.20
riormente con la mirada y la escucha, Si el compromiso en el tacto es
ahora se borra en una proximidad que grande, la oportunidad de salvación,
nos implica. también. Un niño no sobreviviría sin el
El tacto, en el encuentro entre per- contacto de los suyos; y cuando debe
sonas, tiene múltiples maneras de ve- escoger entre el calor o el alimento, pre-
hicular la comunicación: una palmada fiere el calor de sus iguales, aunque por
en el hombro, una encajada de manos, ello muera de hambre.21 El adulto tam-
un beso o un abrazo. bién espera salvación y comunión en el
El tacto también es un sentido que encuentro inmediato que proporciona el
pide delicadeza porque el contacto in- tacto, pero solo el respeto –el amor, en
terpersonal revela los sentimientos re- definitiva– le llevará a buen puerto.
cíprocos de los que así se aproximan. Dice San Ignacio que el objetivo de
De camino a la casa de Jairo, to- los Ejercicios Espirituales es que Dios
dos se arremolinaban entorno a Jesús pueda comunicarse directamente con
hasta el punto de ahogarlo, pero solo la persona, y habla de ello utilizando
una persona lo tocaba: la que fue sal- el mismo símil del tacto: «abrazándola
vada por su fe en el Señor.19 Tampo- en su amor y alabanza, y disponiéndola
13
por la vía que mejor podrá servirle ade- sensación que habitualmente no suela
lante».22 El acompañante del que prac- atraer tu atención.
tica los Ejercicios procurará ayudarlo, Esta percepción te lleva a profundi-
sin interponerse en esta alianza. zar en el momento presente y en todo
A lo largo de la Segunda Semana lo que concurre en él. Prescinde de
de los Ejercicios, también se nos invita otras preocupaciones sobre lo que es-
a contemplar y a empaparnos de un Je- tabas haciendo antes o lo que vas a re-
sús que pasa haciendo el bien mientras alizar más tarde. Considera el presente
cura, a menudo, mediante el tacto. Fi- como una oportunidad y disfruta de lo
nalmente, en las apariciones pascuales, que en él se te da y te habla de Dios.
el resucitado propondrá a Tomás reco-
nocerlo por el tacto.23
Por lo tanto, el tacto vehicula el en- 22. Orar con las manos
cuentro interpersonal que nos redime.
De modo que podemos disponernos a Las manos, instrumento fundamental
esta redención, aprendiendo este len- del sentido del tacto, atraen ahora tu
guaje y dejándonos transformar por el atención. Considera todo lo que llegas
Señor. a hacer y a deshacer con ellas, lo que es
Te propongo algunos ejercicios que bueno y lo que podría ser mejor.
te ayuden a abrirte a esta sensibilidad y Abre las manos con las palmas ha-
te dispongan a este abrazo que te lleva cia arriba en actitud de espera, de peti-
a amar más a Dios y a servirlo en todo. ción, de necesidad.
El ritmo de la respiración te marca
una pauta gracias a un sutil movimien-
21. Sensible al tacto to de la mano que va de la acogida a la
incorporación, para acoger de nuevo,
Visualiza mentalmente diferentes par- como en la práctica 7. De este modo,
tes de tu cuerpo donde la presión táctil en cada inspiración, extiendes los de-
es más evidente. Cada una de estas par- dos de la mano y al sacar el aire los re-
tes imagínatela como si fueses consci- lajas, como si ya se te hubiera dado lo
ente de ella por primera vez: los pies en que esperas. Deja que todo el cuerpo se
contacto con el suelo, la ropa ajustada implique en este gesto y hazte también
al cuerpo, las manos abiertas o entre- consciente de la apertura de los brazos
cruzadas… Deja que la atención sobre y del torso.
cada parte se aproveche del ritmo de tu
respiración y dedica un buen rato a vi-
sualizarla. No tengas prisa. 23. Dios se acerca
Gana un punto más en sensibilidad
y, esta vez, fíjate en percepciones más En la quietud que te ofrece observar la
sutiles del tacto. Por ejemplo, párate a respiración y el sentido del tacto, toma
considerar el roce del aire al entrar por consciencia de estar ante Dios.
la nariz: ahora por el orificio izquierdo, Imagina de qué manera se haría re-
ahora por el derecho. O bien el calor alidad esta presencia si se manifestara
del pelo en el cráneo o cualquier otra de forma táctil. Recuerda cómo Jesús se
14
aproximaba a quien buscaba salud y sal- Deja que el respeto y la generosidad
vación, y cómo se acerca a ti, que tam- sean las actitudes de este encuentro. Tú
bién le esperas. Puedes imaginar cómo puedes imaginarle y, por su gracia, Él
aproxima sus brazos, sus manos y todo podrá servirse de tu imaginación con la
su cuerpo para manifestar su amor por ti. finalidad de vivir más en ti.

OLER

El bebé nace con el sentido del olfato Dios, que ha venido a dar vida, y vida
bien desarrollado, a fin de poder detec- en abundancia.24
tar la fuente de vida en la madre, con San Pablo dice que los cristianos
su calor y alimento. Así, desde el naci- son la «fragancia de Cristo», ofrecida
miento, quedan registrados en la mente a Dios y llamada a extenderse por do-
los olores de la primera infancia. Años quier. Con ellos, se extiende el aroma
más tarde, un olor aparentemente ino- del conocimiento de Dios.25 En efecto,
cuo es capaz de despertar aquel cam- la atención sobre el olor nos ayuda a
po semántico latente en el cerebro y considerar dónde está el Señor. Así, lo
que, de repente, se activa por un olor reconocemos y lo damos a conocer a
casual. los demás.
El olor que desprenden las cosas Un detalle importante: no debemos
y las personas nos llega furtivamente, asociar esta «fragancia de Cristo» úni-
sin avisar. Con el olor, recibimos una camente a lo que denominamos “buen
primera noticia sobre dónde estamos y aroma”, pues ¿qué olores espera per-
quién habita ese lugar, de tal modo que cibir el que limpia a un familiar inca-
nos predispone al encuentro con el otro pacitado o el que cambia los pañales
y nos lo condiciona. a un bebé? Aun así, en gestos tan de-
El olor no se ve, no se escucha licados, reconocemos la fragancia de
ni se toca, pero tiene la capacidad de Cristo.
transformar un ambiente y darle un A continuación, te propongo algu-
valor añadido inesperado. Por ello, el nos ejercicios que te preparen para que
olfato es el más espiritual de los sen- el sentido del olfato sea una ventana
tidos, puesto que acoge con facilidad abierta a su gracia.
las impresiones que, como Dios, son
invisibles, inaudibles, pero reales y
transformadoras. 24. Identificados por el olor
Con el sentido del olfato, aprecia-
mos la sutil bondad o maldad de quien Paulatinamente, descubres que, al ins-
nos rodea, y también discernimos los pirar, no solo incorporas el aire, sino
olores que dan vida o nos la quitan. que también te llegan las moléculas ol-
El olfato, en definitiva, nos habla de fativas del entorno.
15
Al ralentizar la respiración, tam- en tu labor para construir una sociedad
bién vas afinando tu atención tomando más justa, más acorde con el querer de
consciencia de los efluvios que emanan Dios.
del lugar en el que estás. Los discrimi- Considera cada persona una por
narás del olor que desprenden las per- una y reconoce que en sus olores hay
sonas que lo ocupan o suelen ocuparlo. trazas de la esencia del aroma de Cris-
Con el olfato, puedes acoger a las to. Hazte consciente de ello, reconóce-
personas, agradecerlas, reconciliarte lo y agradécelo.
con ellas o disponerte mejor para el
encuentro.
También puedes detenerte a perci- 26. El aroma de los «amigos del
bir el olor de tu persona. Este olor es Señor»
como una tarjeta de presentación in-
visible que ofreces al otro. Considera Hazte consciente de los pobres que
qué es lo que quieres decir de ti mis- conoces por su nombre, de los hom-
mo y qué hay en ti de la «fragancia de bres y mujeres que se confían a Dios
Cristo». sin disponer de ningún otro recurso
seguro.
Hazlos presentes en tu afecto e,
25. «Fragancia de Cristo» imaginando el olor que pueden des-
prender, considera tu manera de ser
Trae a la memoria el aroma de tus es- amigo de los «amigos del Señor».26
pacios cotidianos. Disponte a poder encontrar, especi-
Recuerda también el de las perso- almente en ellos, trazas de la fragancia
nas con quien colaboras estrechamente de Cristo.

GUSTAR

El sentido del gusto es el último filtro mar la primacía de la calidad sobre la


antes de ingerir cualquier alimento. El cantidad. Lo que satisface al alma es
sentido del gusto, junto con la vista y sentir y saborear las cosas, no comer
el olfato, permite discernir si algún ali- hasta hartarse.27
mento no nos es suficientemente apeti- En el Evangelio, encontramos mu-
toso o si nos será saludable más allá de chas metáforas que nos hablan del gus-
la primera impresión. to como ayuda para reconocer al Señor:
El sabor que nos transmite el senti- «Yo soy el pan de Vida»,28 «El que ten-
do del gusto tiene relación con el saber ga sed, venga a mí»,29 «tú has guardado
de las cosas. Por ello, San Ignacio, en el buen vino hasta este momento».30
los Ejercicios, entrelaza estos dos con- Pero el alimento no solo embelle-
ceptos −“sabor” y “saber”− para afir- ce el encuentro entre Dios y su gente,
16
como una comida familiar. Ni tan solo Pregúntate cuál era tu consciencia
es una magnífica prefiguración de la sobre lo que estabas viviendo: ¿cómo
plenitud en el Reino de Dios, donde te imaginabas que estaría Cristo, por
nadie, nunca más, pasará hambre. El primera vez, en tu interior?
sentido del gusto no solo nos habla de
cómo el alimento adjetiva la alianza
entre Dios y su pueblo. No. En Jesús, 29. Él estaba realmente allí
Dios mismo se hace alimento para que
lo incorporemos en nosotros. En la eu- Ahora, trae también a tu mente y a tu
caristía, acogemos a Jesús en el pan y corazón, alguna celebración de la eu-
en el vino. Él se hace comestible para caristía donde, de una manera especial,
vivir en cada uno de nosotros y noso- sentiste que, en efecto, Cristo estaba
tros en Él. El conocimiento de Dios que realmente allí, presente en el pan y el
se deja comer deja de ser complemento vino consagrados.
o accesorio y se convierte en substan- Piensas en si había ayudas que fa-
cial para quien le quiere acoger. vorecieran esa consciencia: tu momen-
La atención sobre el sentido del to personal, el lugar, las personas que
gusto nos puede predisponer correcta- te rodeaban, el presbítero… O, simple-
mente para este conocimiento de Dios. mente, si se te ofreció como un regalo
Te propongo algunas formas de culti- inesperado.
var esta atención. Haz presente la manera como aco-
giste aquel obsequio del propio Cristo.

27. Gustar Dios


30. Tengo hambre y sed de ti
Para saborear internamente la presen-
cia de Dios, detente esta vez en la ca- Si el momento de hacer este ejercicio
pacidad de discernir los gustos y tomar es antes de una comida, puedes traer a
decisiones sobre lo que quieres probar, la consciencia el deseo de alimentarte
disfrutar y asimilar para tu crecimien- que ya está presente en ti.
to. Detente en ello el tiempo que ne- Intenta asociar esta sensación al de-
cesites para saborear internamente su seo de conocer a Dios. Imagina cómo
presencia. este deseo de Dios puede ser tanto o
más fuerte que el deseo de saciarte cor-
poralmente con comida o bebida.
28. Cristo en tu interior Como propone el salmista, expre-
sas sentirte sediento de Él: «Mi alma
Te propongo rememorar el día que ce- tiene sed de Dios».31
lebraste tu Primera Comunión. Revive
el momento en que recibiste por pri-
mera vez a Jesucristo en el sacramento 31. ¿A qué sabe?
de la eucaristía: las primeras imágenes
que te vienen, las personas, los lugares, Consciente de tu deseo, vincula tu ex-
los instantes diferenciados. periencia de Dios con el sentido del
17
gusto. Pregúntate a qué sabor asocia- tante imaginarse dentro de la escena
rías tu conocimiento de Dios: ¿tiene un evangélica que se contempla «como
regusto dulce, como a la leche y a la si presente me hallase».32 En concreto,
miel de la Tierra Prometida? ¿Quizás es muy explícito sobre el considerar la
se trata de un gusto fuerte como el del manera que tiene Jesús de comer con
vino? ¿Ácido e intenso como el de al- unos y otros.33
gunas frutas? ¿O, simplemente, discre- Acepta esta invitación y deja tam-
to e imprescindible como el agua? bién que las comidas se conviertan en
Acoge lo que experimentas sobre rituales alimentarios, parecidos a los
el gusto de Dios para que te disponga que vivió Jesús. Considera cómo Él
mejor para el encuentro. cocinaría para sus amigos,34 preparan-
do las brasas donde pondría el pan y
el pescado. Haz presente cómo agrade-
32. Comer en silencio cería al Padre el alimento que debe re-
partir entre todos:35 lo ves sentado en-
En silencio, se puede apreciar una nue- tre amigos o entre adversarios; lo ves
va consciencia del acto de comer como escuchando o alargando la sobremesa
práctica espiritual. A ello, puede ayu- con sus enseñanzas.
darte escuchar una música que añada Todo, mientras tú vas comiendo en
la cadencia necesaria al acto de comer. silencio y meditas cómo parecerte más
Se trata de no ingerir alimentos única- a Cristo también en la mesa.
mente para tu subsistencia, sino como
un preámbulo de la plegaria.
Fíjate en la composición del pla- 34. Sin el alimento del cuerpo
to cocinado que tienes delante, en los
gustos que percibes. Ellos te abren a El ayuno es una forma tradicionalmen-
la comunicación con la persona que te reconocida de disponerse al encuen-
ha preparado el plato. Te comunican tro con el Señor. Puedes dejar que los
también con todos los elementos (ani- efectos sensibles de una falta de inges-
males, vegetales y minerales) que se ta expresen que es solo de Dios de qui-
han combinado para tu vida y disfrute. en esperas vida para siempre. Solo a
En definitiva, te disponen a la comu- partir de Él, acogerás la creación como
nión con quien es Creador de todos un don, no como una conquista o una
estos seres, principio y fin de todas las posesión personal.
cosas. El ayuno también te hace sentir vi-
talmente cerca de aquellos que no pue-
den desayunar antes de salir de casa,
33. Con Jesús en la mesa de aquellos que solo comen una vez al
día, o ni tan solo una.
En los Ejercicios Espirituales, San A su vez, no comer implica un ahor-
Ignacio a menudo propone al ejerci- ro que puede convertirse en limosna.

18
EL MOVIMIENTO

Las prácticas espirituales que he propuesto hasta ahora se desarrollan


en una posición de cierto reposo que facilita la meditación. Parece que,
estando quietos, nos dispersamos menos y nos sentimos capaces de
centrar la atención en nuestro propósito.

Aun así, determinadas técnicas orien- vemos porque respiramos; respiramos


tales, como el taichí, nos muestran porque nos movemos.
que el movimiento consciente nos Simultáneamente, nuestra mente
permite meditar de otra forma: bus- permanece atenta buscando el equili-
cando el equilibro entre respiración, brio entre estas dos funciones que nos
movimiento y silencio, también nos permiten silenciar los ruidos interiores
abrimos a quien nos transciende y nos y nos facilitan la escucha de la Palabra
fundamenta. El vínculo entre estos tres de Dios.
elementos nos unifica y nos recuerda Incorporar el movimiento a la me-
que somos un cuerpo capaz de salir al ditación construye puentes entre lo
encuentro de Dios. cotidiano y la plegaria porque orar no
Al meditar en silencio, ponemos la es solo silenciar el espíritu, quedarse
atención en la respiración y en el mo- quietos, acoger pasivamente aquello
vimiento, imaginando que fueran dos que Dios nos quiere dar; orar es tam-
aspectos de la misma función, como si bién entrar en el dinamismo de un diá-
dependieran el uno del otro: nos mo- logo entre nosotros y Dios. La contem-
19
plación busca la interacción, ensaya cunda, pero que aún no incorpora ni
respuestas con todas las dimensiones todo lo que somos ni todos los ámbitos
de la persona, incluyendo la corpora- donde existimos.
lidad. Así, con todo lo que somos y en Es imprescindible encontrar la pos-
todo lo que nos encontramos, podre- tura que más nos ayude a la meditación,
mos alabar, hacer reverencia y servir pero tampoco podemos prescindir de
a Dios. ensayar respuestas con el movimien-
Somos cuerpo antes que palabra. to consciente. Por medio de la postura
Y olvidarlo en la meditación nos lleva nos convertimos en fieles orantes; por
–como en otros aspectos de la vida– a el movimiento consciente, en audaces
una plegaria acotada, a un contexto o a peregrinos.
una fragmentación de nuestro ser. Nos A continuación, te propongo ma-
lleva a una plegaria que regenera, pero neras de meditar incorporando el dina-
que aún es limitada, que quiere ser fe- mismo del cuerpo.

PONERSE EN PIE

Prestar atención sobre algo tan senci- que te apartan del punto donde tú eres
llo y evolutivamente tan complicado más tú.
como ponerse en pie nos ayudará a
recorrer el puente entre lo visible y lo
invisible, de ida y de vuelta. 36. Digno y humilde

En la posición de la práctica anterior,


35. Bien erguido asocia tu inspiración y espiración a la
frase «Estoy aquí, ante ti». Acoge la
Pon los pies en paralelo, con una sepa- dignidad, la humildad… y lo que estas
ración entre ellos similar a la longitud palabras despiertan en ti.
de tus hombros. Dobla ligeramente las
rodillas, que no estén rígidas. Endereza
la columna buscando la verticalidad. 37. Portavoz de otros
Alinea la cabeza, como si un hilo invi-
sible tirara de ti hacia arriba. Traes a tu memoria un momento en
Descansa las dos manos en el om- el que hayas tenido que ponerte en
bligo, la una encima de la otra. Siente pie ante otros para dar un mensaje del
la respiración en la zona abdominal, que eras portavoz: hablabas tú, pero
consciente de que es todo tu cuerpo el no en nombre propio. Recuerda hasta
que respira. Deja que la respiración y qué punto querías transmitir un men-
el movimiento cíclico de tu abdomen saje compartido; considera cómo lo
te ayuden a aquietar los pensamientos que quieres expresar llega mejor a los
20
demás cuando el ego se diluye. Pien- pie para manifestar tu fe en Jesús.
sa en que transparentas una presencia Quizás tuviste que hacerlo tú solo, en
compartida que te transciende. medio de la asamblea, quizás junto a
otros
Toma consciencia de que es el Se-
38. En pie para el Señor ñor quien te pone en pie, quien te hace
levantar la cabeza y te da la dignidad
Trae también a tu recuerdo alguna de los hijos que se saben queridos in-
vez que hayas tenido que ponerte en condicionalmente.

CAMINAR MEDITATIVO

Caminar es un ciclo que progresa arries- Cuando tú lo decidas, aprovechan-


gando la estabilidad para ganar un equi- do una inspiración, levanta el pie con
librio mejor. Este ciclo, junto con el de el que acostumbras a empezar a andar:
la respiración, nos dispone a entender la primero es el talón el que se desprende
dinámica de la muerte y la resurrección del suelo; posteriormente, la punta del
que, a semejanza de Cristo, queremos pie, hasta permanecer erguido sobre
vivir en todo lo que somos y hacemos. una sola pierna. Tu pie dibuja un arco
El caminar meditativo que te pro- en el aire mientras sigues inspirando y
pongo es muy recomendable cuando la vertical del cuerpo se desplaza hacia
llega la somnolencia o la dispersión en adelante.
la plegaria. Su reposo tranquilo es sufi- Cuando te sientas lleno de aire,
cientemente activo para no adormecer- inicia la espiración. Para el pie despla-
nos; su movimiento constante es sufi- zado es el momento de tomar contac-
cientemente lento para no distraernos. to con el suelo: empieza por el talón
y recorre la pisada. Poco a poco, ve
sacando el aire de los pulmones, hasta
39. Puedo andar que la mayor parte de tu peso se apoye
sobre la pierna que se ha desplazado.
En esta ocasión, empieza la meditación La columna y la cabeza mantienen la
poniéndote en pie con los pies juntos. vertical.
Fija tu atención en la respiración que Hasta que no notes la necesidad de
percibes en la zona del abdomen y en iniciar la siguiente inspiración, no le-
el suave balanceo del cuerpo. vantes el talón del otro pie. Nota que
Tu propósito es acometer el movi- la pierna que ha quedado atrás se tensa
miento que habitualmente realizas al oblicuamente en el desplazamiento del
andar, pero sin querer llegar a ningún torso hacia delante, dejando que, por
sitio, solamente permaneciendo en fin, el talón se libere del suelo para em-
equilibrio mientras avanzas. pezar el siguiente paso.
21
Es habitual que, cuando empeza- nueva oportunidad de andar en pre-
mos a ejercitarnos en este modo de sencia de Dios.
andar, perdamos el equilibrio con fa-
cilidad. No estamos acostumbrados. Te propongo hacer este examen di-
Tendremos que perseverar hasta que ario mientras caminas: mientras pase-
el cuerpo aprenda a encontrar la esta- as, recorre mentalmente las cinco par-
bilidad. tes del examen de conciencia y centra
Cuando en este ejercicio del cami- la atención en el dedo correspondiente.
nar lento notemos que estamos entran- Recorrer cada dedo vinculándolo con
do en meditación, podemos incorporar una parte del Examen ya es un buen
con facilidad una palabra a nuestra res- recurso para ganar en la atención cons-
piración, sea repitiéndola para profun- ciente.
dizar en su significado, sea dejándose Será decisivo cuidar este tiempo de
transformar con la lectura de un relato. examen porque, si se convierte en un
hábito cotidiano, marcará un aumento
de la lucidez y de la libertad a la que
40. Andar la jornada estamos llamados.37

Esta práctica vincula el ejercicio de an-


dar con examen del día, inspirándose 41. Inspírate en el Rosario
en el Examen General descrito por San
Ignacio en los Ejercicios Espirituales.36 Para examinarse caminando a buen rit-
Ya no se trata del andar meditativo, del mo, hay que vigilar, pasar por el lugar
que hemos hablado antes. Se trata de adecuado y no chocar con eventuales
poner en práctica un hábito saludable obstáculos. A su vez, ¡son tantos los
para el alma (el examen). detalles que reclaman la atención a
En el examen, San Ignacio propone nuestro paso! Parece imposible cen-
prestar atención sobre la propia vida y trarse en el Examen y no estar yendo
averiguar por dónde ha pasado Dios en y viniendo de cada punto, sin perder el
lo vivido, y muestra cómo disponerse hilo. Para perseverar en el examen di-
de ahora en adelante. Para hacerlo, nos ario, te propongo un segundo soporte,
sugiere cinco puntos que pueden asoci- tomado en préstamo una vieja tradi-
arse a los cinco dedos de la mano: ción de la Iglesia: el Rosario.
En la parte central de esta plega-
1. Dedo pulgar: das gracias a Dios, de ria, se nos propone la recitación de un
quien tanto has recibido. padrenuestro y de diez avemarías para
2. Dedo índice: pides la gracia de la cada uno de los cinco misterios que se
lucidez y del coraje. quieren contemplar. Te propongo que
3. Dedo medio: repasas tus últimas te apoyes en esta recitación vocal mi-
veinticuatro horas. entras consideras, esta vez, cada uno de
4. Dedo anular: pides perdón por lo los cinco puntos del Examen ignaciano.
que te has separado de Él. Habrá que tener bien interiorizados
5. Dedo meñique: consideras las pró- los cinco puntos y disponer de las dos
ximas veinticuatro horas como una manos para el recuento: un padrenues-
22
tro y diez avemarías para cada punto padrenuestro. A continuación, la mano
del Examen. derecha te ayuda a contar los diez ave-
Parece complicado, pero es tan marías. De manera que la duración del
simple como empezar a caminar, po- padrenuestro y de los diez avemarías
niendo la atención en el dedo gordo de será el tiempo que dediques a dar graci-
la mano izquierda y considerando la as a Dios, el primer punto del Examen.
invitación a dar gracias a Dios de quien Esta práctica, combinando el andar,
tanto has recibido: el primer punto del el examen diario y el rezo del Rosario,
método ignaciano. pueden abrirte mejor a reconocer el
Con la atención en el dedo gordo paso de Dios por la historia que vives y
de la mano izquierda, recita el primer a disponerte a la que quieres vivir en Él.

DANZA CONTEMPLATIVA

Continuamos el listado de las prácticas un cierto aprendizaje por repetición.


espirituales en movimiento con la dan- Por este motivo, con la danza es más
za contemplativa. De manera amplia, laborioso alcanzar un punto meditati-
denominamos así a todo movimiento vo. No obstante, el descubrimiento del
corporal que vehicule la meditación mundo interior y la comunión interper-
asociándola a un ritmo o a una música. sonal que suelen acompañar la danza
Los occidentales, por lo general, contemplativa, permiten que demos
sentimos una cierta inhibición para ex- por bien aprovechados los prolegóme-
presarnos danzando. Hay que respetar nos del aprendizaje.
el carácter personal, el momento ade- La danza contemplativa es, pues,
cuado y de qué manera cada uno vive un magnífico recurso para introducir,
su corporalidad. Por ello, la definición profundizar o concluir la plegaria per-
de “danza contemplativa” quiere ser sonal o comunitaria, en un contexto de
integradora. Incluso aquella persona formación o celebración de la fe. Te
que tiene dificultades para expresarse propongo algunos recursos.
con el movimiento, si le place, puede
incorporar la danza en la meditación.
Un sutil movimiento intencionado 42. Danzar ante Dios
del cuerpo orando puede generar una
danza más sublime que la más visto- Individualmente, te remito a una expe-
sa coreografía. La excelencia recae en riencia compartida por todo ser huma-
el fruto de esta práctica espiritual más no que sin darse cuenta se encuentra
que en su plasticidad. danzando porque respira, porque ca-
Cuando no se trata de una prolon- mina, porque está vivo.
gación espontánea del espíritu en el El instinto de dejarse llevar corpo-
movimiento corporal, la danza exige ralmente por un ritmo o melodía puede
23
introducirte a la comunicación con el aprendizaje más significativo y una
Señor de la vida, que también danza plegaria más sentida.
con la creación.38 En una sesión con niños, tras divi-
dir el texto en frases, se les puede pe-
dir que, por turnos, expresen con las
43. Sumarse a la danza manos lo que entienden. Por ejemplo,
¿cómo decir “Padre nuestro” con los
Puedes sumarte a un grupo que danza brazos? Y, a continuación, “que estás
dirigido por un animador. Hay danzas en los cielos”, etc.
muy sencillas para adentrarte en la músi- A medida que aparecen las diversas
ca y en la expresión corporal que te con- formas no verbales de orar el texto, el
ducirán a la meditación y a la plegaria.39 grupo puede utilizarlas, repetirlas, con-
catenarlas y aprenderlas hasta comple-
tar el padrenuestro. Así se construye
44. Danzar el padrenuestro una danza rítmica para las mismas pa-
labras de Jesús que encuentra su lugar
Con los niños, es una buena ayuda ex- natural en una celebración litúrgica,
presar corporalmente las plegarias que donde la plegaria vocal se hace doble-
queremos que memoricen. Centrar su mente comprensible para mayores y
atención en su cuerpo les permite un pequeños.

PLEGARIA DE BENDICIÓN

“Bendecir” significa ‘decir bien de los Por ello, ahora te propongo ma-
demás’. “Bendecir” hace pensar en neras de profundizar en este gesto
las palabras y en las muestras de afec- para que también te abra a la medita-
to que los padres ofrecen a sus hijos ción.
cuando dejan el hogar.
Nosotros bendecimos a Dios, di-
ciendo todo lo que de Él recibimos, 45. Velar por los nombres
porque Él nos ha bendecido antes.
También bendecimos a los otros Esta meditación empieza haciendo pre-
recordándoles su dignidad: “¡sois hijos sente mentalmente el otro para poder
de Dios, en su Hijo, Jesucristo!”. Re- bendecirlo. Así dejas que su recuerdo,
cordándonoslo unos a otros nos esta- su vida, desvele tu plegaria por él.
mos abriendo a una nueva fraternidad. Te ayudará escribir su nombre en un
En cualquier encuentro donde el papel, al lado de todos aquellos otros
Señor ha sido el centro, como en la eu- nombres que hoy quieres bendecir.
caristía, la bendición reenvía con nue- Más que escribir el nombre, detente
vas fuerzas a la misión de cada día. en dibujar cada una de las letras, de-
24
dicando el tiempo necesario para cada conviene en este momento, aunque, si
persona por la que quieras orar. lo sabes, puede ayudar. En cualquier
Finalmente, enciendes un candil y caso, la pones en manos de Dios y de
pones el papel bajo la luz. En la pau- su protección amorosa.
sa de la llama, vela por estos nombres Ahora, la bendices con un gesto
como si del sueño de un niño o de una adecuado, que puede ir variando según
necesidad se tratara. Son personas para cada persona: imposición de las manos
las que tú quieres bien. Tú las bendices sobre la cabeza, con o sin contacto, po-
para que no olviden nunca que son hi- ner una o dos manos en los hombros,
jos e hijas, hermanos tuyos. abrir la palma de la mano hacia el otro,
cruzar una mirada de reconocimien-
to…
46. Bendeciros Es importante que la voluntad de
bendecir encuentre su manera personal
Otra manera de bendecir es la que se y diferenciada.
realiza en grupo. Se trata de invocar la Cuando la persona que guía la ben-
protección de Dios sobre el otro con la dición lo considere oportuno, puedes
imposición de las manos. concluir tu bendición.
Este gesto que proviene del propio A continuación, desde el círculo in-
Jesús40 es habitual en el seno de las co- terior, quien ha recibido tu bendición
munidades cristianas41 desde el princi- es quien toma ahora la iniciativa y, a
pio, pues ayuda donde las palabras no su manera, también reza para ti, bendi-
llegan a expresar adecuadamente lo ciéndote. Cuando ha terminado, quien
que se quiere decir, pero se desea. guía la plegaria hace una señal para
En esta dinámica de bendición, hay que el círculo exterior rote una posi-
alguien que guía la plegaria y marca ción. Os despedís.
los tiempos. Tras la rotación, os encontráis, de
Las personas que participan se si- nuevo, dos personas que en silencio
túan en dos círculos concéntricos: el lleváis a cabo la plegaria por el otro,
círculo interior, mirando hacia fue- el gesto de bendición y la conclusión.
ra, el círculo exterior, mirando hacia Durante esta práctica, es importan-
adentro. Cada persona se sitúa frente a te expresar la bendición centrándose
otra, por parejas. Quien guía la plega- en las manos. Así, como se busca ser
ria puede incorporarse para completar austero con las palabras para que sea el
una pareja con una persona suelta o gesto el que hable, también conviene
puede quedarse fuera de los dos cír- ser austero con las miradas. Buscar el
culos. Orando, invita al silencio y a la contacto visual fácilmente distrae del
intercesión de los unos por los otros. propósito. Por ello, nuestra atención
Puede ayudar poner de fondo una mú- estará en las manos y no en el habla o
sica adecuada. en la mirada.
Si estás en el círculo exterior, ora Cuando el círculo externo ha com-
en silencio por la persona que está pletado la vuelta, se finaliza la diná-
delante de ti. No es imprescindible mica con un canto o unas palabras de
conocer su nombre ni lo que más le bendición para todos.
25
47. En pequeño círculo Quien bendice continúa pasando
por delante de todos y cada uno de los
Esta misma plegaria de bendición se miembros del grupo hasta llegar, de
puede llevar a cabo en grupos de cuatro nuevo, al punto de partida. Entonces,
o cinco personas, de pie o sentadas, in- toma el testigo quien se sienta movido
cluso en el suelo. Se explica la dinámica a hacerlo e inicia la bendición, siempre
a todos y se deja que el grupo gestione a su manera y el tiempo que considere
el tiempo. Después de un momento de oportuno.
silencio y plegaria compartido, quien lo Puede haber diferentes grupos en
desee puede tomar la iniciativa y situar- un mismo espacio. Hay que ponerse
se ante quien tiene a su derecha. Le ben- de acuerdo para que, cuando un gru-
dice como se ha sugerido antes. Quien po concluya, permanezca en silencio o
recibe la bendición expresa corporal- abandone el recinto y, así, respetar al
mente la acogida de la plegaria sobre él. que todavía no ha terminado.

26
LA IMAGINACIÓN

A menudo, las imágenes mentales nos llegan como los olores, de for-
ma inesperada. La memoria visual produce una combinación de imá-
genes que nos representa lo que hemos vivido, pero también lo que
desearíamos vivir o tememos que llegue a pasar en el futuro.

Igual que la función respiratoria, la nosotros formamos parte de la Huma-


imaginación puede educarse dejando nidad que el Señor ha venido a salvar
que esta facultad alimente saludable- y, por la otra, el Señor puede servirse
mente nuestro espíritu, sin que nos de nuestra imaginación para decirse a
arrastre donde no queremos. nosotros, si así lo quiere.
Podemos sentir cierta envidia de Que Jesús llama y convoca a coo-
los que estuvieron con Jesús y pudie- perar en el Reino del Padre no es un
ron verle con sus propios ojos, lo es- hecho que sucediera solo para algu-
cucharon, lo tocaron…42 Incluso pen- nos de sus contemporáneos en aquella
samos que quizás esto nos ayudaría en playa de Tiberíades. Por la fe, senti-
nuestra fe. Pero Jesús parece girarse mos que esta llamada se realiza hoy,
hacia nosotros cuando dice «Felices aquí, para cada uno de nosotros si nos
los que creen sin haber visto»43 como disponemos a recibirla y a dejarnos
si nos dijera que el gozo del Evangelio transformar por Él.
también es para nosotros. La imaginación nos ayuda a actua-
Es con la promesa de este gozo que lizar la llamada personal y la salvación
leemos la Palabra de Dios y nos ima- de Jesús. Con la imaginación, por la
ginamos lo que pasó. Pero no solo nos gracia de Dios, desaparece la distancia
lo imaginamos, nos sentimos presentes del espacio y el tiempo. Hay un pre-
en medio de la escena, interactuando sente de Dios, hecho obsequio, en el
con el Señor, porque, por una parte, que Jesús vive en nosotros.
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La imaginación nos dispone a creer más importantes para ti, para tu ple-
en la resurrección de Cristo. Es ima- nitud. De un modo distendido, piensa
ginable y la experiencia vital lo hace en estas tres palabras, que son las más
creíble: Él está vivo. significativas de tu vocabulario.
Te propongo un ejercicio con el Tu camino continua con este estado
que, gracias a la imaginación, puedas de ánimo conectado con lo que te ro-
disponerte al encuentro. dea y disfrutando de tus tres palabras.
Ahora, imagina que, al otro extre-
mo del camino, a lo lejos, alguien se
48. Visualización te acerca. A medida que se aproxima,
intuyes quién es. Quizás es su manera
En un estado de reposo, sea sentado, de moverse, quizás su rostro o tu in-
sobre una alfombra o caminando lenta- tuición, pero sabes que es Jesús, el Se-
mente, toma consciencia de todo tu ser ñor.
gracias al aire que inspiras y espiras. Cuando estéis suficientemente cer-
Imagina que se abre una gran pan- ca para oiros, imaginas de qué manera
talla ante ti, en la que visualizarás el Él te saluda y cómo tú le respondes.
relato que te propongo a continuación. En la proximidad, después del salu-
Esta historia puedes imaginarla a do, tú no puedes más que pronunciarle
medida que vas leyéndola, o bien al- a Jesús tus tres palabras esenciales.
guien puede presentarte el relato, de- Imaginas cómo las escucha y cómo
jando espacio para que te lo puedas te mira.
hacer tuyo. Esta segunda opción suele Después de un momento de silen-
ser la más adecuada cuando se trata de cio, Él te obsequia con una cuarta pa-
un grupo. labra.
Te imaginas avanzando por un ca- Tú consideras cuál puede ser esta
mino por donde es agradable pasar. cuarta palabra y escuchas como Él la
Consideras el horizonte ante ti, los ár- pronuncia para ti. Te la haces tuya y
boles, los murmullos que oyes, los pá- vas entendiendo qué significa. No es
jaros… Notas conexión entre tu estado una palabra más: ella lo cambia todo.
de ánimo y el entorno. Finalmente, os despedís. Piensa en
Sin más, vienen a tu conciencia tres cómo lo haces, cómo lo hacéis. Imagi-
palabras. Esta consciencia es tan fuer- na que Jesús retoma el camino y cómo
te que olvidas cualquier otra expresión tú retomarás el tuyo.
verbal fuera de estas tres palabras. To- Ahora avanza con tus cuatro pala-
mas consciencia de que ellas son las bras siguiendo el camino.

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LA PALABRA

Las palabras nos sitúan la realidad a la distancia adecuada para poder


operar mejor con ella, entenderla, preverla, compartirla. Por ello, las
palabras nos hacen más libres. A su vez, las palabras también nos
limitan porque no llegan a expresar toda la complejidad del mundo y la
poesía que somos.

La Palabra de Dios tiene la virtud de 49. Diálogo contemplativo


encarnarse a cada instante y la voca-
ción de ofrecerse amorosamente para Los participantes en este diálogo se si-
suscitarse de nuevo. Ella llega a cada túan en círculo. En el centro, encima
instante, con el deseo de ser luz, ilu- de un mantel, se dispone una Biblia y
mina con fe a quien la lee y estalla en un cirio, símbolo de la luz que confia-
variedad de matices cuando es com- mos recibir. Cuando hay entre 20 y 25
partida. participantes, el diálogo dura aproxi-
Un gran amante de esta Palabra madamente una hora. Este se conside-
fue Carlo M. Martini. Mientras fue ra el límite de tiempo para esta práctica
Arzobispo de Milán, cada jueves con- espiritual y, por tanto, este debería ser
vocaba en el Duomo a centenares de el máximo número de participantes.
jóvenes para que se dejaran iluminar El animador escoge un fragmento
por la Palabra de Dios, siguiendo una del Evangelio con unidad interna (in-
metodología que tuve ocasión de co- troducción, desarrollo y conclusión) y
nocer. Desde entonces, siempre me explica la dinámica de la práctica. En
ha maravillado el abanico de sentidos primer lugar, introduce el contexto de
que comporta leer la Palabra de Dios la perícopa elegida. Explica los ele-
de esta manera: respetuosa y a su vez mentos que ayudan a entenderla: qué
atrevida con el texto. Te la presento tal ha pasado antes, qué pasa después, qué
y como la he desarrollado. sabemos de los protagonistas por otros
29
fragmentos, cómo entender mejor el Después de concluir la primera
significado de alguna palabra clave, vuelta con la intervención de quien
cuáles son los grandes rasgos del estilo guía el diálogo –como uno más–, se
del evangelista y cómo acostumbra a deja un breve espacio de silencio re-
describir los hechos. cordando lo que se espera de la partici-
En segundo lugar, el animador le- pación en la segunda vuelta.
erá el texto de forma clara, dejando Iniciamos esta segunda vuelta, don-
que cada palabra o frase resuene, con de se puede recoger una –y solo una–
unos segundos de silencio después de de las aportaciones que hemos oído de
cada punto, siendo fiel a la puntuación los demás, compartiendo por qué nos
del texto y buscando una versión de la ha aportado novedad.
Palabra de Dios en la que confíe. Después de la segunda ronda, el
A continuación, iniciamos la pri- animador devuelve el cirio a la mesa,
mera ronda de los participantes, si- donde también reposa la Biblia con el
guiendo un orden previamente conve- texto que se ha proclamado.
nido. Cada participante comparte un Empieza un tercer momento –esta
elemento (palabra, frase, idea) que le vez la participación es aleatoria y más
haya resonado internamente de mane- libre– donde se nos invita a dirigirnos
ra significativa y explica por qué ha al Señor en forma de petición o agra-
sido así. Se comparte un elemento y decimiento, inspirándonos en aquello
solo uno. No será fácil para los parti- que se ha escuchado en las dos vueltas
cipantes seguir esta consigna, pero el anteriores. Después de cada interven-
animador velará para que las interven- ción, el grupo participa con un silencio
ciones no se extiendan en exceso. Pue- orante o con una fórmula del ritual del
de ayudar al clima de meditación que tipo “os lo pedimos, Señor”, “os da-
las intervenciones se sucedan pasando mos gracias, Señor”, etc.
de mano en mano el cirio encendido de Al principio, al final o en medio,
encima de la mesa. puede ayudar un breve canto.

30
CONCLUSIÓN

«…después de acabado el ejercicio, por espacio de un cuarto de hora,


quier asentado, quier paseándome, miraré cómo me ha ido en la con-
templación o meditación; y si mal, miraré la causa donde procede, y
así mirada, arrepentirme, para me enmendar adelante; y si bien, dando
gracias a Dios nuestro Señor, y haré otra vez de la misma manera».44

Este es el secreto: saber mirar hacia día para realizar esta práctica espiri-
atrás y reconocer el paso de Dios en el tual. ¿El lugar era el adecuado? ¿Cómo
camino recorrido, disponiéndose para has preparado tu cuerpo para la medi-
el tramo siguiente. Este es, a mi pare- tación? ¿Te has servido de la respira-
cer, el secreto de la pedagogía de los ción para entrar? ¿Los sonidos ambi-
Ejercicios de san Ignacio de Loyola entales ayudaban? Ante Dios, ¿sabías
para el aprendizaje en la vida espiritual. qué le querías pedir en concreto? ¿Has
Las 49 prácticas que se proponen encontrado espacio para su Palabra?
en este cuaderno quedarían en agua de ¿El ejercicio te ha aproximado a los
borrajas o actividades peculiares si no otros y a la Creación? En definitiva,
encontráramos un momento para valo- ¿dónde estaba Dios?
rarlas, sea para corregir lo que no ha ido Si la plegaria es atención al paso de
bien, sea para confirmar lo que sí que Dios, la atención sobre esta atención
ha ayudado. Es importante preguntarte nos dispone doblemente a sentir, en-
si has escogido bien el momento del tender y seguir su Palabra en todo.
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NOTAS

1. Ignacio de Loyola. Ejercicios Espirituales, 24. Cf. Jn 10,10.


núm. 121-125. 25. Cf. 2 Co 2,14-16.
2. Ídem., núm. 238-260. 26. «La amistad con los pobres nos hace amigos
3. Gn 1,2. del Rey eterno». Ignacio de Loyola. Carta a
4. Gn 2,7. los Padres y hermanos de Padua, 7 de agosto
5. 1R 19,12. de 1547.
6. Cf. Jn 20,22. 27. Cf. Ignacio de Loyola. Ejercicios Espiri-
7. Cf. Hch 2,6. tuales, núm. 2.
8. 1Co 6,19. 28. Jn 6,35.
9. «…de manera que una sola palabra se diga 29. Jn 7,37.
entre un anhélito a otro, se mire principalmente 30. Jn 2,10.
en la significación de la tal palabra, o en 31. Sal 42(41),3.
la persona a quien reza, o en la bajeza de sí 32. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales,
mismo, o en la diferencia de tanta alteza a núm. 114.
tanta bajeza propia.» [EE 258]. 33. «Mientras la persona come, considere como
10. Marty, F. (1998). La bénédiction de Babel. que ve a Cristo nuestro Señor comer con sus
París: Editions du Cerf, pág. 135. apóstoles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo
11. Jn 8,12. habla; y procure de imitarle» [EE 214].
12. Cf. Mt 2,2. 34. Jn 21,9.
13. Jn 20,8. 35. Jn 6,11.
14. Arrupe, P. (1981). La identidad del jesuita en 36. Ignacio de Loyola. Ejercicios Espirituales,
nuestros tiempos. Santander: Ed. Sal Terrae, núm. 43.
pág. 82. 37. Cf. Ro 8,21.
15. Jn 20,28. 38. Moltmann, J. (1972). Le Seigneur de la
16. Cf. Ignacio de Loyola. Ejercicios Espiritu- danse: essai sur la joie d’être libre. París:
ales, núm. 235. Éditions du Cerf.
17. Ex 3,4. 39. Hernández, Victoria (2005). Danza contem-
18. Lc 10,41. plativa. Madrid: Editorial San Pablo. Incluye
19. Cf. Lc 8. CD.
20. Cf. Lc 22,47. 40. Cf. Lc 24,50.
21. Cf. Experimento de Harry Harlow sobre la pri- 41. Cf. Hch 6,6.
vación materna (1960). 42. Cf. 1Jn 1,1.
22. Ignacio de Loyola. Ejercicios Espirituales, 43. Jn 20,29.
núm. 15. 44. Ignacio de Loyola. Ejercicios Espirituales,
23. Cf. Jn 20,27. núm. 77.

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